Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
3er TXT - Partidos Políticos Versus Voto Económico
3er TXT - Partidos Políticos Versus Voto Económico
Wladimir G. Gramacho
Universidad de Salamanca
INTRODUCCIÓN
*
Este es un primer borrador de una investigación doctoral en desarrollo, elaborado para discusión en el
Seminario de Investigación del Programa de Doctorado Procesos Políticos Contemporáneos de la
Universidad de Salamanca. Por favor, no citar. Críticas y sugerencias son bienvenidas: wgramacho@usal.es.
El argumento presentado en esta versión se ha beneficiado de comentarios y sugerencias de Iván
Llamazares, Laura Morales, Leonard Ray, Alberto del Rey, Clara Riba y Lucio Rennó. Los errores
existentes son de entera responsabilidad del autor.
1
apartado hace algunas conclusiones tentativas en este momento, cuya ratificación está
condicionada al desarrollo de esta investigación.
El voto económico puede ser definido como una función de castigo-recompensa usada por
los individuos para evaluar el desempeño de sus gobiernos basándose en la percepción que
tienen sobre el comportamiento pasado y futuro de la economía nacional1. Esta teoría
asume que las evaluaciones y expectativas de los individuos con respecto a la economía
nacional dominan la función de utilidad de los individuos a la hora de evaluar el gobierno
de turno (Dorussen y Palmer, 2002)2. Ese supuesto, sin embargo, no debe ser entendido en
un sentido normativo (según el cual la economía sería sustantivamente la política pública
más importante bajo la responsabilidad de cualquier gobierno), sino que debe ser
comprendido bajo una perspectiva más instrumental. En comparación con otras políticas
públicas, la política económica suele tener mayor saliencia, esto es, suele estar siempre
presente en la agenda de los medios de comunicación y a menudo afecta la vida de los
ciudadanos con independencia de su edad, género, nivel educativo o económico. Es
justamente esa saliencia lo que hace con que la economía sirva de atajo informativo para
los ciudadanos a la hora de estimar la competencia del gobierno como un todo (Dorussen y
Palmer, 2002; Dorussen y Taylor, 2002).
1
Esta definición procura combinar la dimensión retrospectiva del voto económico enfatizada en los trabajos
originales de Key Jr. (1958, 1968) y de Fiorina (1981), y una dimensión prospectiva subrayada en trabajos
más recientes de Przeworski (1993), Stokes (2001), y Maravall y Przeworski (2001), entre otros.
2
Aunque exista una dimensión egotrópica del voto económico (i.e., basada en la situación y perspectiva de
las finanzas personales o familiares), su interpretación teórica es controvertida (Fraile, 2005) y su evidencia
empírica es episódica (Lewis-Beck, 1990). Todavía, algunos autores defienden su relevancia (Nannestad y
Paldam, 1993 y 1997; y Sanders, 1987, entre otros trabajos de este autor).
3
En buena parte, el fuerte contenido empírico de la literatura desde sus orígenes está determinado por las
características de la teoría del voto económico, que suele presentar hipótesis claras, directamente
relacionadas con las teorías democrática y económica, y que a menudo manejan conceptos que suelen estar
medidos de modo sistemático, lo que facilita da realización de test empíricos.
2
distintos modelos explicativos y enfoques metodológicos4. En los últimos años, el
desarrollo de la agenda de investigación en esta materia ha permitido identificar varias
limitaciones y condicionantes del voto económico aunque en general se demuestre la
sensibilidad del comportamiento político de los individuos a las condiciones económicas.
En este trabajo, se analiza especialmente las limitaciones al voto económico creadas por el
arraigo de los partidos políticos5.
La hipótesis de Maravall y Przeworski (2001) según la cual el voto económico será más
fuerte en sistemas políticos donde los partidos no tengan raízes profundas está basada en
un análisis sobre el impacto de la economía en la popularidad del gobierno de Felipe
Gonzalez en España, entre 1982 y 1996. Según esos autores, a lo largo de los 14 años de
mandato socialista en La Moncloa los españoles que se identificaban con el PSOE han
encontrado diferentes razones para apoyar el gobierno. Frente a esa evidencia, la
interpretación de Maravall y Przeworski fue de que el arraigo de los partidos políticos
tiene una relación inversa con la función castigo-recompensa del voto económico.
En un estudio sobre el caso italiano, Bellucci (2002) no contradice la hipótesis del arraigo
partidista, sin embargo sugiere que el sistema electoral puede ser la variable latente que
4
Para revisiones de la literatura en diferentes momentos, véanse Lewis-Beck y Paldam, 2000; y Nannestad y
Paldam, 1994.
5
En la literatura también existen otras hipótesis que sugieren limitaciones o condicionantes al voto
económico deribadas de las características político-económicas de cada país (Chapell y Veiga, 2000;
Alvarez et al., 2000; Nickelsburg y Norpoth, 2000), de la falta de claridad institucional (Powell y Whitten,
1993; Anderson, 2000; Kiewiet, 2000), de las mismas condiciones económicas reales (Stevenson, 2002), de
las preferencias programáticas del partido político en el gobierno (Hibbs, 1979; Norpoth, 1996; Carlsen,
2000), de la falta de información o sofisticación política de los individuos (Aidt, 2000; Paldam y Nannestad,
2000; Duch, 2001; Dorussen y Palmer, 2002), de la fata de credibilidad de la oposición (Sanders, 2000;
Fraile, 2005), del liderazgo político (Clarke et al., 2000; Sanders, 2000), e incluso del entorno cultural y su
influencia sobre la aversión o propensión al riesgo en cada sociedad (Sanders y Carey, 2002).
3
permite a los partidos políticos preservar fuertes lazos de identidad partidista. Según este
autor, hata 1993 la estabilidad del sistema de partidos estaba anclada en los clivajes
religioso, de clase e ideológico y eso impedía la aplicación de la función castigo-
recompensa. A partir de 1993, entretanto, la reforma electoral que cambió el sistema de
elección de diputados al Parlamento desde proporcional a mixto6, desató según Bellucci
muchos de los lazos partidistas antes existentes e incrementó la relevancia de la economía
como explicación del comportamiento político.
6
Entre 1956 y 1992, los 630 diputados del Parlamento Italiano eran elegidos por el sistema proporcional en
distritos con magnitud promedio de 20 escaños y con listas abiertas. Con la reforma de 1993, las elecciones
realizadas a partir de 1994 combinan un sistema mayoritario con distritos uninominales para 476 diputados,
y un sistema proporcional con listas cerradas en un distrito único nacional para los demás 154 escaños
(Colomer, 2004).
7
Es importante subrayar, sin embargo, que los autores de la Escuela de Michigan han sido muy cautos en
esa afirmación y han considerado la posibilidad de que las experiencias de los individuos con recesiones
económicas sean capaces de añadir nuevos elementos a sus mapas cognitivos sobre el mundo político . O
sea, las identidades partidistas pueden ser estables y muy influyentes, pero no son inamovibles.
8
En este trabajo, utilizo preferencias partidistas en lugar de identidades partidistas puesto que el primer
concepto es más abarcante que el segundo, y además porque esa generalidad parece ser más adecuada para
tratar sistemas políticos con grados tan distintos de consolidación de sus partidos políticos como son los de
Brasil, Chile y España.
4
sugerido que los individuos usan mecanismos racionales con bajos niveles informativos
(low-information rationality) para comprender su entorno político y manifestar
percepciones y preferencias políticas (Popkin, 1991; Sniderman, 1993). Si de un lado
obtener información y procesarla impone costes (Downs, 1957), de otro la heurística
proporciona a los individuos atajos informativos que les permite reducir el valor de esa
inversión y mantener unos niveles razonables de comprensión sobre la política (Popkin,
1991).
En ese sentido, la heurística resuelve algunos problemas planteados sobre los mecanismos
de funcionamieno del voto económico en el marco de las teorías de la democracia. Por
ejemplo, se ha dicho anteriormente que los ciudadanos pueden ignorar completamente las
condiciones económicas y castigar o premiar a los gobiernos de modo aleatorio, lo que
hace con que los gobiernos pierdan un incentivo para trabajar por buenos resultados
económicos (Palmer y Whitten, 2002). En otro extremo, los individuos pueden conocer
perfectamente el estado de la economía e incluso mantener expectativas racionales sobre
el desempeño futuro (Erikson et al., 2002). La realidad, como siempre, suele estar a medio
camino (Dorussen y Palmer, 2002). En general, los individuos tienen alguna información
sobre el estado de la economía y a menudo forman juicios muy cercanos a las condiciones
reales de la economía.
Por lo menos desde el clásico trabajo de Downs (1957) se reconoce que los partidos
políticos su reputación, posiciones y mensajes son una importante fuente de atajos
informativos. Si simpatizo con un partido y tengo que emitir una opinión respecto a un
tema, es menos costoso repetir la posición de mi partido (si la conozco) que recabar
información necesaria para formar mi opinión9.
9
Para una discusión sobre la instrumentalidad de las preferencias partidistas, véase Shiveley (1979).
10
El test de Tversky y Kahneman (1981) consistió en cambiar la manifestación de las preferencias
individuales a partir de la proposición de cuestiones lógicamente idénticas, pero formuladas de modo
distinto.
5
preferido. En palabras de Druckman (2001: 73): party advice clearly reduced framing
effects in some cases, causing them to completely disappear .
En el mismo sentido, Ray (2003) argumenta que la eficacia de las pistas partidistas (party
cues) es una función creciente de la credibilidad afectiva de los partidos políticos. O sea,
que la influencia de los partidos políticos sobre la opinión de sus simpatizantes será tan
fuerte cuanto sea la identidad de esos simpatizantes con sus partidos políticos. En ese
sentido, ceteris paribus se esperaría mayor variación en las opiniones de simpatizantes
incidentales de algún partido político que en las opiniones de militantes fuertemente
identificados con su partido. Si un sistema político tiene partidos anclados en sólidas
relaciones de lealtad, su credibilidad afectiva le brindará mayor influencia en la
formación de opiniones de sus simpatizantes. Mientras tanto, en un sistema político donde
los partidos tengan meros electores incidentales, la eficacia de sus pistas (cues) será
mucho menor.
6
FIGURA 1: Hipótesis sobre la probabilidad de aprobación de un gobierno
según las percepciones sobre el estado de la economía
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
Percepciones sobre el estado de la economia
7
FIGURA 2: Hipótesis sobre la probabilidad de aprobación de un gobierno según las
percepciones sobre el estado de la economía bajo resultados económicos satisfactorios
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
Percepciones sobre el estado de la economia
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
Percepciones sobre el estado de la economia
8
Indicado el lugar de la hipótesis del arraigo partidista en el marco teórico del voto
económico, el siguiente apartado se ocupa de averiguar su validez empírica para tres
sistemas políticos cuyo arraigo de sus partidos políticos es muy distinto. Hasta donde es
posible conocer las investigaciones sobre el voto económico, este es el primer test de la
hipótesis de Maravall y Przeworski. Los trabajos precedentes que han discutido la
limitación del voto económico por el arraigo de los partidos políticos indicados
anteriormente en este apartado se han centrado en análisis de un solo país (europeo), lo
que no sólo limita geográficamente el conocimiento que se pueda obtener de esos estudios
como tampoco ofrece un test fidedigno de esa hipótesis, claramente dirigida a un diseño de
investigación comparada. La estrategia seguida en este trabajo para contornar los
problemas existentes en los estudios mencionados se presenta a seguir.
En Brasil, los partidos políticos forman un sistema fragmentado, donde muchos partidos
operan bajo lealtades muy limitadas tanto con respecto a sus elites como con respecto a
sus bases (Mainwaring y Scully, 1995). Aunque dos partidos políticos el PT y el PSDB
hayan monopolizado las últimas tres disputas presidenciales, otras agrupaciones
mantienen importantes cotas de poder y representación parlamentaria, obligando los
presidentes elegidos a formar gobiernos de coalición a menudo inestables (Ames, 2003).
Durante el periodo Cardoso (1995-2003), la coalición de gobierno estuvo dominada por el
partido del presidente, el PSDB (centro-derecha), por el PFL (derecha) y por el PMDB
(centro). En la oposición se destacaron dos partidos de izquierda, el PT y el PDT (Guzmán
y Oliveira, 2001; Palermo, 2003).
9
posiciones de protagonismo en el juego político: el PS (izquierda) y el PDC (centro). Sin
embargo, el proceso de redemocratización ha producido modificaciones en el sistema de
partidos pre-Pinochet. Del movimiento por la recuperación de la democracia ha surgido el
PPD (centro-izquierda), y de las excisión de la derecha surgieron dos partidos: la UDI y la
RN (Picazo, 2001). Desde 1989, PS, PDC y PPD son los partidos dominantes en la
Concertación, alianza que gobernó sin interrupciones hasta aquí. Entre 1994 y 2000, la
presidencia estuvo a cargo de Eduardo Frei (PDC), mientras que de 2000 a 2006, bajo la
administración de Ricardo Lagos (PS).
Los datos analizados en este trabajo son cinco encuestas de opinión pública, cuyos detalles
técnicos y distribuciones de frecuencias se presentan en el Anexo. La elección de dos
momentos de análisis en Brasil y Chile pretende contemplar la posibilidad de que las
condiciones reales de la economía tengan una relación interactiva con la función castigo-
recompensa del voto económico11. Bloom y Price (1975) argumentan que los individuos
castigan con más énfasis a sus gobiernos por malos desempeños que los premian por
12
buenos resultados hipótesis conocida como la asimetría del voto económico .
En 1999, los efectos de la crisis económica en Asia se hicieron presentes en varios países,
entre los cuales Brasil y Chile (Tabla 1). En Brasil, el gobierno del presidente Fernando
Henrique Cardoso, reelegido en 1998, fue obligado a abandonar la política de cambio
cuasi-fijo, mientras que en Chile el último año de la gestión de Eduardo Frei fue marcado
11
Se pretende hacer lo mismo para España a lo largo del desarrllo de esta investigación.
12
Fraile (2005) sugiere la existencia de otra versión de esa hipótesis, basada en el trabajo de Mueller (1970),
según el cual la economía sólo importa cuando todo va mal.
10
por la disminución de los precios internacionales del cobre y de la demanda por esa
materia prima lo que, entre otros factores, interrumpió 15 años de fuerte crecimiento
económico (Cepal 1999).
13
En esa reforma también se redujo el mandato de los presidentes de seis años para cuatro años.
14
En estos momentos, la falta de una segunda encuesta en España en un momento de no tan bueno
desempeño (e.g. 2002) impide un diseño idéntico para los tres países.
11
La popularidad de los gobiernos brasileño y chileno pareció ser sensible a las condiciones
económicas de cada país. En Brasil, Cardoso registró una aprobación de tan sólo 13% en
199915, mientras que en 2002 su popularidad fue un poco más alta, con aprobación de
26%16. En Chile, Frei fue aprobado por 30% de la muestra de 199917, mientras que Lagos
tuvo una aprobación del 61% en 200518. En España, Aznar fue aprobado por 39% de la
muestra19.
15
La aprobación es la suma de evaluaciones óptimas y buenas sobre su gestión, mientras que las
regular eran del 30%, y las malas y pésimas sumadas eran del 57%.
16
La aprobación es la suma de evaluaciones óptimas y buenas sobre su gestión, mientras que las
regulares eran del 37%, y las malas y pésimas sumadas eran también del 37%.
17
El 46% de la muestra desaprobaba la gestión de Frei, mientras que el 24% no aprobaba ni desaprobaba.
18
El 23% de la muestra desaprobaba la gestión de Lagos, mientras que el 16% no aprobaba ni desaprobaba.
19
El 34% de la muestra valoraba el Gobierno del PP como malo o muy malo , mientras que un 27% lo
consideraba regular .
20
En Brasil, la variable tiene valor 1 para respuestas óptimo y bueno , y valor 0 para las respuestas
malo y pésimo . En Chile, la variable tiene valor 1 para aprueba y valor 0 para desaprueba . En
España, tiene valor 1 para muy bueno y bueno y valor 0 para malo y muy malo . En todos los
casos los NS/NC fueron eliminados de los análisis.
21
Regular para Brasil y España, y ni aprueba ni desaprueba para Chile.
22
Variable ordinal con cinco categorías, donde 1 corresponde a una evaluación muy mala sobre el
estado de la economía y 5 a una evaluación muy buena .
23
Variable categórica, que tiene referencia los individuos que manifestaron no tener ninguna preferencia
partidista.
24
Dummy con valor 1 para mujeres.
25
Variable contínua.
26
Variables ordinales, en las cuales los valores más bajos corresponden a niveles más bajos de educación y
renta.
12
P (Evaluación Positiva del Gobierno) = 1 / (1 + e - ( 0 + 1*Economía + 2*Partido1 + 3*Partido2 +
13
TABLA 2: REGRESIONES LOGÍSTICAS MULTINOMIALES
Determinantes de la probabilidad de evaluar positivamente a los gobiernos
respecto a la probabilidad de valorarlos negativamente
BRASIL BRASIL CHILE CHILE ESPAÑA
1999 2002 1999 2005 2004
Sin embargo, dado que el objetivo de este trabajo no es conocer el impacto aislado de la
economía y de las preferencias partidistas sobre la probabilidad de formular evaluaciones
positivas sobre la gestión de cada gobierno, sino de investigar como se da la interacción
entre ambos predictores, se realizaron simulaciones para conocer qué influencia tuvo la
economía sobre las probabilidades de que cada grupo de simpatizantes aprobara las
gestiones de sus gobiernos. Debido a la ya conocida dificultad en interpretar directamente
los coeficientes de regresiones logísticas (Menard, 1995; Pampel, 2000) y dado el carácter
14
naturalmente interactivo de esos coeficientes (Zaller, 1992), fueron realizadas
simulaciones para individuos con valores medianos en los predictores socioeconómicos
(King, 1989; Duch, 2001; Clarke et al., 2002; Riba y Díaz, 2002; Fraile, 2005).
Las Figuras 4-8 muestran las probabilidades de evaluar positivamente a cada uno de los
gobiernos para simpatizantes de los diferentes partidos políticos analizados y también
para los individuos que no preferían ningún partido utilizando la expectativa teórica
presentada anteriormente en las Figuras 1-3.
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
15
la de los independientes que en teoría serían los que más enfáticamente aplicarían la
función castigo-recompensa.
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
En 2002, con unos resultados económicos menos atípicos y a pesar del aumento del
desempleo, ningún grupo de simpatizantes estuvo inmune a la influencia del voto
económico. En especial, merece la pena subrayar el comportamiento de los individuos que
preferían el PFL prácticamente idéntico al de los brasileños que no preferían ningún
partido. En aquél año, el PFL que hasta entonces había sido el principal y más fiel aliado
del Gobierno Cardoso dejó la coalición para intentar (sin éxito) una candidatura
presidencial propia. El cambio de posición de ese partido respecto al gobierno parece
haber desconcertado sus simpatizantes y anulado su potencial influencia a la hora de
influenciar la opinión de esos seguidores.
16
FIGURA 6: PROBABILIDAD DE EVALUAR POSITIVAMENTE
EL GOBIERNO FREI (CHILE) EN 1999
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
En Chile, en 1999, la crisis económica no fue suficiente para que los partidos de oposición
UDI y RN movilizasen sus simpatizantes y redujesen de modo importante la
probabilidad de aprobación del Gobierno Frei. De otro lado, los tres principales partidos
de la Concertación no han sido capaces de evitar que sus simpatizantes aplicasen la
función castigo-recompensa a la hora de valorar su gestión.
17
FIGURA 7: PROBABILIDAD DE EVALUAR POSITIVAMENTE
EL GOBIERNO LAGOS (CHILE) EN 2005
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
El escenario chileno en 2005 fue muy diferente. El rotundo éxito económico de la gestión
Lagos le dio a los trio de partidos de la Concertación argumentos para movilizar a sus
simpatizantes a la hora de valorar positivamente el gobierno. Entre los simpatizantes de
los partidos de la Concertación, aún el socialista chileno más insatisfecho con el resultado
económico tenía probabilidad superior al 50% de emitir un juicio positivo sobre la gestión
Lagos. La curva de probabilidades de los independientes muestra claramente un ambiente
favorable al gobierno (una evaluación mala sobre la economía entre esos individuos no
impedía un juicio positivo sobre la labor de Lagos). En las líneas de la UDI y de la RN, el
comportamiento tampoco fue insensible a las buenas condiciones económicas.
18
FIGURA 8: PROBABILIDAD DE EVALUAR POSITIVAMENTE
EL GOBIERNO AZNAR (ESPAÑA) EN 2004
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
muy mala mala regular buena muy buena
En España, sin embargo, los resultados sugieren un comportamiento muy diferente de los
ciudadanos con respecto a la aplicación de la función castigo-recompensa. Los españoles
que se preferían el PP tenían probabilidades muy altas (de por lo menos 95%) de evaluar
positivamente el Gobierno Aznar aunque considerasen que las condiciones económicas
eran muy malas o malas . Por otro lado, la probabilidad de que los simpatizantes de
ERC valorasen positivamente la gestión popular fue de un 0% (inamovible) aunque su
percepción sobre el estado de la economía fuese muy buena . Los comportamientos de
los seguidores de ambos partidos PP y ERC sugieren un arraigo social muy
importante, a punto de tornar irrelevante la función castigo-recompensa. Por mejor que lo
hubiera hecho el PP, los simpatizantes de ERC no le hubiera recompensado. El
comportamiento de los individuos que preferían IU también fue inmune al voto
económico, aunque las probabilidades de aprobación del gobierno se acercan al marco de
los 50% cuando mejoran las percepciones sobre el estado de la economía.
19
III. A MODO DE CONCLUSIÓN
Los resultados presentados en este trabajo sugieren que parece ser correcta la hipótesis de
Maravall y Przeworski. Allí donde los partidos políticos están más consolidados y
arraigados en la sociedad España el voto económico fue limitado de modo muy
importante. En el caso de los simpatizantes del PP y de ERC, la función castigo-
recompensa fue absolutamente irrelevante. Por otro lado, en Brasil, donde los partidos
políticos están menos consolidados, el impacto del voto económico pareció ser más
importante. En Chile, sin embargo, los resultados sugieren que los partidos de la
Concertación (sobre todo el PDC y el PPD) tienen mayor influencia sobre la formación de
la opinión de sus simpatizantes. Dicho de otro modo, sus pistas (party cues) parecen ser
más eficaces, aunque necesiten la ayuda del contexto económico real para influenciar
favorablemente sus bases27.
Estos primeros resultados, sin embargo, deben ser interpretados con cautela, puesto que
los análsis tienen problemas y necesitan controles aún no realizados. En primer lugar, la
variable economía se refiere a preguntas diferentes en los cuestionarios, lo que puede
crear problemas de interpretación. Ese es un problema en este trabajo, puesto que según
Lewis-Beck (1990) las variables que implican a los gobiernos directamente en la pregunta
sobre las condiciones económicas (como en el caso brasileño) suelen tener un impacto más
fuerte que las variables más neutrales que se refieren simplemente a las condiciones
económicas sin apuntar un responsable. Eso puede haber perjudicado los resultados para el
caso brasileño, aunque no para la comparación entre Chile y España.
Además, los datos sobre España se refieren a un momento especial de la historia política
reciente, puesto que fueron recogidos despues de los atentados del 11-M, con lo cual otros
factores (no controlados) pueden crear problemas de interpretación. También falta al
análisis de este caso una base de datos extraída en un momento de peores (o no tan
buenas) condiciones económicas como en el año de 2002.
27
Un comportamiento semejante tuvo el PT, que con la ayuda de las malas condiciones económicas fue
capaz de reducir de modo muy importante la probabilidad de aprobación del gobierno Cardoso entre sus
simpatizantes.
20
Finalmente, el objetivo de esta investigación es repetir estos análisis en un marco
comparativo más amplio, que permita controlarlos por diferentes niveles de claridad de
responsabilidades. Powell y Whitten (1993) han argumentado que el entorno institucional
de cada país puede facilitar o dificultar la asignación de responsabilidades al gobierno por
las condiciones económicas del país. Según su argumento basado en los casos de
democracias consolidadas y economías desarrolladas , tienen menor claridad de
responsabilidades los sistemas políticos federales, con gobiernos de coalición o
minoritarios, en que el Legislativo tenga sus puestos directivos ocupados de modo
proporcional entre los partidos con representación parlamentaria, donde el bicameralismo
legislativo sea simétrico y los partidos sean poco cohesos.
21
REFERENCIAS
Aidt, Toke S. 2000. Economic voting and information . Electoral Studies, 19, 349-362.
Alcántara, Manuel S.; Mercedes García Montero; Francisco Sánchez López. 2005.
Funciones, Procedimientos y Escenarios: Un Análisis del Poder Legislativo en
América Latina. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
Alvarez, R. Michael; Nagler, Jonathan; Willette, Jennifer R. 2000. Measuring the relative
impact of issues and the economy in democratic elections . Electoral Studies, 19,
237-253.
Ames, B. 2003. Os entraves da democracia no Brasil. Rio de Janeiro: Editora FGV.
Anderson, Christopher J. 2000. Economic voting and political context: a comparative
perspective . Electoral Studies, 19, 151-170.
Barreiro, Belén. 1999. Justificaciones, responsabilidades y cumplimiento de promesas
electorales . Revista Española de Ciencia Política, 1, 149-169.
Bellucci, Paolo. 2002. From class voting to economic voting Patterns of
individualization of electoral behavior in Italy, 1972-1996 . En Han Dorussen y
Michaell Taylor (editores). Economic Voting. New York: Routledge. Pp. 261-283.
Bloom, Howard, and H. Douglas Price. 1975. "Voter Response to Short-Run Conditions."
American Political Science Review 69:1240-54
Campbell, A., P.E. Converse, W.E. Miller, y D.E. Stokes. 1960. The American Voter.
Chicago: The University of Chicago Press.
Carlsen, Fredrik. 2000. Unemployment, inflation and government popularity are there
partisan effects? . Electoral Studies, 19, 141-150.
Cepal. 1999. Preliminary overview of the economies of Latin America and The Caribbean
1999. Santiago.
Cepal. 2005. Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2005.
Santiago.
Chappell, Henry W. Jr.; Veiga, Linda Gonçalves. 2000. Economics and elections in
Western Europe: 1960-1997 . Electoral Studies, 19, 183-197.
Clarke, Harold D.; Ho, Karl; Stewart, Marianne C. 2000. Major s lesser (not minor)
effects: prime ministerial approval and governing party support in Britain since
1979 . Electoral Studies, 19, 255-273.
22
Clarke, Harold D.; Stewart, Marianne C.; Whiteley, Paul F. 2002. Emotions, expectations
and the dynamics of party support in Britain . En Han Dorussen y Michaell Taylor
(editores). Economic Voting. New York: Routledge. Pp. 235-260.
Colomer, Josep M. 2004. Cómo votamos Los sistemas electorales del mundo: pasado,
presente y futuro. Barcelona: Gedisa.
Dorussen, Han; Palmer, Harvey D. 2002. The context of economic voting . En Han
Dorussen y Michaell Taylor (editores). Economic Voting. New York: Routledge. Pp.
1-14.
Dorussen, Han; Taylor, Michaell. 2002. Group economic voting A comparison of the
Netherlands and Germany . En Han Dorussen y Michaell Taylor (editores).
Economic Voting. New York: Routledge. Pp. 92-120.
Downs, A. 1957. An Economic Theory of Democracy. New York, Harper & Row
Publishers.
Druckman, James N. 2001. Using Credible Advice to Overcome Framing Effects.
Journal of Law, Economics & Organization, 17: 62-82.
Duch, Raymond M. 2001. A Developmental Model of Heterogeneous Economic Voting
in New Democracies . American Political Science Review, 95 (4): 895-910.
Erikson, R.S., M.B. Mackuen, y J.A. Stimson. 2002. The Macro Polity. Cambridge,
Cambridge University Press.
Fiorina, M.P. 1981. Retrospective Voting in American National Elections. New Haven,
Yale University Press.
Fraile, M. 2005. Cuando la economía entra en las urnas El voto económico en España
(1979-1996). Madrid: CIS y Siglo XXI.
Fraile, M. 2005. Cuando la economía entra en las urnas El voto económico en España
(1979-1996). Madrid: CIS y Siglo XXI.
Goodhart, C.A., y R.J. Bhansali. 1970. «Political Economy», Political Studies 18(1): 43-
106.
Guzmán, Carlos Enrique M.; y E.S. de Oliveira. 2001. Brasil . En Manuel Alcántara y
Flavia Freidenberg (eds.). Partidos Políticos de América Latina Cono Sur.
Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
Hibbs, D. A. Jr. (1979): The mass public and macroeconomic performance: The
dynamics of public opinion toward unemployment and inflation , American Journal
of Political Science 23: 705-731.
23
Key Jr., V.O. 1958. Politics, Parties, and Pressure Groups. New York: Thomas Y.
Crowell Company.
Key Jr., V.O. 1968. The responsible electorate: Rationality in presidential voting, 1936-
1960. New York: Vintage Books.
Kiewiet, D. Roderick. 2000. Economic retrospective voting and incentives for
policymaking . Electoral Studies, 19, 427-444.
King, Gary. 1989. Unifying political methodology The likelihood theory of statistical
inference. Cambridge: Cambridge University Press.
Kramer, G.H. 1971. «Short-Term Fluctuations in U.S. Voting Behavior, 1986-1964»,
American Political Science Review 65: 131-143.
Lewis-Beck, M.S. 1990. Economics and Elections: The Major Western Democracies. Ann
Arbor: The University of Michigan Press.
Lewis-Beck, Michael S.; Paldam, Martin. 2000. Economic Voting: an introduction .
Electoral Studies, 19, 113-121.
Lipset, Seymour Martin; Stein Rokkan. 1967. Party Systems and Voter Alignments: Cross-
National Perspectives. New York: Free Press.
Mainwaring, Scott; Mariano Torcal. 2005. La institucionalización de los sistemas de
partidos y la teoría del sistema partidista después de la Tercera Ola
democratizadora . América Latina Hoy, 41: 141-173.
Maravall, J.M., y A. Przeworski. 2001. «Political Reactions to the Economy: The Spanish
Experience», en Stokes, ed., Public Support for Market Reforms in New
Democracies. Cambridge: Cambridge University Press. Pp. 35-76.
Menard, S. (1995) Applied Logistic Regression Analysis, Thousand Oaks, California:
Sage.
Mueller, J.E. 1970. «The presidential popularity from Truman to Johnson», American
Political Science Review 64: 18-39.
Nannestad, P., y M. Paldam. 1994. «The VP-Function: A Survey of the Literature on Vote
and Popularity Functions after 25 Years», Public Choice, 79: 213-245.
Nannestad, Peter y Martin Paldam, 1993, The Egotropic Welfare Man : A Micro Study
od Danish Economic Voting, 1985-92, Using the Marcus Model , Politica, 25, pp.
189-206.
Nannestad, Peter y Martin Paldam, 1997, From the Pocketbook of the Welfare Man: A
Pooled Cross-Section Study of Economic Voting in Denmark, 1986-92 , Brtitish
Journal of Political Science, 27, pp. 119-137.
24
Nickelsburg, Michael; Norpoth, Helmut. 2000. Commander-in-chief or chief economist?
The president in the eye of the public . Electoral Studies, 19, 313-332.
Norpoth, Helmut. 1996. The Economy . En LeDuc, Lawrence; Niemi, Richard G.;
Norris, Pippa (editores). Comparing Democracies Elections and Voting in Global
Perspective. Thousand Oaks: Sage Publications. Pp. 299-318.
Paldam, Martin; Nannestad, Peter. 2000. What do voters know about the economy? A
study of Danish data, 1990-1993 . Electoral Studies, 19, 363-391.
Palermo, V. (ed.). 2003. Política Brasileña Contemporánea - De Collor a Lula en años de
transformación. Buenos Aires: Siglo Veintiuno de Argentina Editores.
Palmer, Harvey D.; Whitten, Guy D. 2002. Economics, politics, and the cost of ruling in
advanced industrial democracies How much does context matter? En Han
Dorussen y Michaell Taylor (editores). Economic Voting. New York: Routledge. Pp.
66-91.
Pampel, F.C. (2000) Logistic Regression: A primer, Thousand Oaks, California: Sage.
Picazo, Inés V. 2002. Chile . En Manuel Alcántara y Flavia Freidenberg (eds.). Partidos
Políticos de América Latina Cono Sur. Salamanca: Ediciones Universidad de
Salamanca.
Popkin, S. 1991. The Reasoning Voter. Chicago: University of Chicago Press.
Powell, G. Bingham; Whitten, Guy D. 1993. A Cross-National Analysis of Economic
Voting: Taking Account of the Political Context . American Journal of Political
Science, 37: 391-414.
Przeworski, A. 1993. «Economic Reforms, Public Opinion, and Political Institutions:
Poland in the Eastern European Perspective», en L.C.B. Pereira, J.M. Maravall y A.
Przeworski, eds., Economic Reform in New Democracies: A Social-Democratic
Approach. Cambridge: Cambridge University Press.
Riba, Clara; Díaz, Aida. 2002: Economic voting in subnational government Catalonian
evidence . En H. Dorussen y M. Taylor (eds.), Economic Voting. New York:
Routledge. Pp. 173-199.
Sanders, David, Hugh Ward, David Marsh, Tony Fletcher 1987 Government Popularity
and the Falklands War: A Reassessment British Journal of Political Science,
17, 3: 281-313.
Sanders, David. 2000. The real economy and the perceived economy in popularity
functions: how much do voters need to know? A study of British data, 1974-97 .
Electoral Studies, 19, 275-294.
25
Sanders, David; Carey, Sean. 2002. Temporal variations in economic voting A
comparative cross-national analysis . En Han Dorussen y Michaell Taylor (editores).
Economic Voting. New York: Routledge. Pp. 200-231.
Shively, W. Phillips. (1979): The Development of Party Identification among Adults:
Exploration of a Functional Model . American Political Science Review, 73 (4):
1039-1054.
Sniderman, P.M. 1993. «The New Look in Public Opinion Research», en A.W. Finifter
(ed.), Political Science: The State of the Discipline II. Washington: The American
Political Science Association. Pp. 219-245.
Stevenson, Randolph T. 2002. The economy as context Indirect links between the
economy and voters . En Han Dorussen y Michaell Taylor (editores). Economic
Voting. New York: Routledge. Pp. 45-65.
Stokes, S. 2001. «Public Opinion of Market Reforms: A Framework», en S. Stokes, ed.,
Public Support for Market Reforms in New Democracies. Cambridge: Cambridge
University Press. Pp. 1-32.
Tversky, Amos, and Daniel Kahneman. 1981. The Framing of Decisions and the
Psychology of Choice. Science, 211: 453-458.
Zaller, J.R. 1992. The nature and origins of mass opinion. Cambridge: Cambridge
University Press.
26
ANEXO ESTADÍSTICOS DESCRIPTIVOS
(INFORMACIONES TÉCNICAS SOBRE LAS ENCUESTAS Y FRECUENCIAS DE LAS VARIABLES UTILIZADAS)
BRASIL 1999 BRASIL 2002 CHILE 1999 CHILE 2005 ESPAÑA 2004
Mandatario F.H. Cardoso F.H. Cardoso E. Frei R. Lagos J.M. Aznar
Instituto Datafolha Datafolha CEP CEP Demoscopia
Fecha 14 y 15-Septiembre 9 a 11-Diciembre 24-Sep a 11-Oct 15-Oct a 4-Nov 31-Marzo
Muestra 3.771 14.559 1.504 1.505 2.929
Precisión ± 2%, con IC de 95% ± 2%, con IC de 95% ± 3%, con IC de 95% ± 2,7%, con IC de 95% -
Evaluación sobre la gestión del gobierno
Positiva 12,5 26,0 29,8 60,9 38,7
óptima y buena óptima y buena aprueba aprueba muy buena y buena
Neutral 30,0 36,6 24,0 15,6 26,7
regular regular ni aprueba ni ni aprueba ni regular
desaprueba desaprueba
Negativa 57,4 37,5 46,1 23,5 34,6
mala y pésima mala y pésima desaprueba desaprueba mala y muy mala
N 3.677 13.537 1.415 1.455 2.833
Evaluación de la eficacia del Plan Económico (Brasil)/situación económica actual (Chile y España)
Muy buena 4,8 6,9 0,3 1,0 4,2
Buena 29,9 32,8 3,2 20,1 37,6
27
Regular 39,3 33,7 33,4 43,1 38,4
Mala 11,9 10,9 42,8 26,7 16,3
Muy mala 14,1 15,7 20,3 9,1 3,6
N 3.719 13.607 1.496 1.499 2.870
Partido político preferido (Brasil)/con que simpatiza (Chile)/más cercano (España)
Partido 1 PMDB 11,0 PMDB 8,0 PDC 17,4 PDC 12,8 PP 21,1
Partido 2 PT 20,4 PT 34,2 UDI 10,2 UDI 10,7 PSOE 23,3
Partido 3 PSDB 3,7 PSDB 3,5 RN 9,9 RN 14,3 IU 3,3
Partido 4 PDT 1,4 PDT 1,5 PS 8,3 PS 12,1 CiU 1,3
Partido 5 PFL 5,0 PFL 2,7 PPD 11,7 13,6 ERC 2,3
Ninguno 58,4 50,0 42,4 36,5 48,7
N 3.289 12.463 1.367 1.373 2.541
MUJER (dummy)
1 (mujer) 51,4 52,0 57,3 51,1 50,7
0 (hombre) 48,6 48,0 42,7 48,9 49,3
N 3.770 13.732 1.503 1.505 2.929
EDAD (continua)
Media 36,7 37,8 43,5 42,3 46,5
Desv. Típ. 15,3 16,1 16,7 17,0 18,8
N 3.770 13.732 1.503 1.505 2.929
NIVEL DE ESTUDIOS (continua)
28
Mínimo 17,9 20,3 3,2 1,6 2,2
30,3 26,7 21,8 0,7 11,1
11,2 10,0 14,5 0,1 17,1
12,4 13,4 29,8 28,0 28,1
17,5 21,3 8,0 29,8 5,0
4,2 3,9 7,1 5,6 12,2
5,4 3,5 2,8 2,7 6,9
1,1 0,9 2,8 1,9 2,3
- - 9,8 0,3 0,5
- - 0,3 0,1 6,1
- - - 0,5 0,6
- - - 1,3 6,5
- - - 4,6 0,8
- - - 4,7 0,5
Máximo - - - 18,4 -
N 3.769 13.708 1.498 1.487 2.918
NIVEL DE RENTA (continua)
Mínimo 22,0 39,9 26,7 3,7 2,1
17,9 19,3 16,2 3,5 6,5
19,0 17,9 11,2 5,1 19,2
21,2 14,0 6,5 7,6 34,3
29
13,8 6,4 5,9 12,8 24,0
5,5 2,2 5,6 10,9 13,9
0,7 - 6,3 11,3 -
- - 7,1 8,9 -
- - 8,0 8,5 -
- - 3,8 7,9 -
- - 1,5 14,2 -
- - 0,6 3,9 -
- - 0,3 0,9 -
Máximo - - 0,3 0,7 -
N 3.690 13.441 1.280 1.190 1.844
30
This document was created with Win2PDF available at http://www.daneprairie.com.
The unregistered version of Win2PDF is for evaluation or non-commercial use only.