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CAPÍTULO V

EL ECO DEL TEQUENDAMA

Vueh·e el Doctor Cuervo á Bogotá. - Sabe antes de llegar la conspi-


¡·ación do SepLiembre.- Nombrado fiscal de la Corte de Apelaciones
del Centro. - Empéi\anse algunos amigos para que sea nombrado
ministro en Holanda. - Comisión para adaptar el CMigo Sapole6n.
-Situación polilicn.- Los liberales moderados \;C quedan sin ban-
dera.- Muchos se ponen uel lado ele Bol!var. - Estimula éste á que
se expresen las opiniones sobre la forma de gobierno c¡ue debía
adoptarse. - Meditaciones Colombianas. - Ideas moná¡·quicas. -
Opinión en el Sur.- Eco del 'feque11dama: sus pl'incipios, y mate-
rias que en él se tratan ¡ acogida que luvo. - Ullimo::; sucesos de
Colombia.

El 5 de Mayo de 1827 había muerto en Bogotá O.



Carlos Jo aquí n de Ut·isa rri , y como la familia e ncon-
trase algunas dificultades para el arreglo de sus
intereses, cr·eyó el Doctor Cuervo de s u debe1· tras-
ladarse á la capital con el fin de prestarle s us ser-
vicios; viaje qu e hizo naturalmente llevando consigo
á s u esposa. Lo anunció á s us cuñados desde el mes
de Mayo de 1828, y l o puso por obra á pt'Íncipios
de Septiembre, obtenida licencia temporal pat'a se pa-
rarse de la fi scalía. No hay para qué ponderar la
pena con que dejarían una ciudad en que habían
r ecibido tan en contradas impresiones : apacibles


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« EL ECO DEL TEQUENOAMA » 1 27

unas con lo nuevo y peregrino de la escena, con los


goces de la amistad y con los obsequios y atenciones
de que habían s ido colmados ; tristes las otras y
desgarradoras, como los h orrores del terremoto y
la p érdi da del prim ogéni to ; y todas capaces de de te-
nerlos, que l os co•·azones sensibles n o menos se
apegan á l os sitios en que han padecido que á
aq uellos en que h an gozado. Atestígualo as í el h echo
de h aber mirado si e m pr'e nuestros pad res s u per-
manencia en Popayún como una de las épocas más
risueñas de su vida; de s ue rte que en nuestra casa
se hablaba siem pre con tal cariño de esta ciudad,
que noso tros ap re ndim os á amarla y á recor·dar con
ag eadeci miento s u ge nerosa hospitalidad .
La Corte s upe t·iot' de J us licia , la Universidad , los
empleados, las pe rsonas toda s con quienes h abía
tenido que ver el Doctor Cuervo, dieron in equívocos
testim onios de alta esti mación á su persona, de cu m-
plida aprobación á s u conducta social y política y de
g r·a titud á sus servicios. El intendente Mosquera y
D. J. Rafae l Ar·boleda, g rande amigo del Libertado r ,
escribieron á éste manifestándole cuán provechoso
sol'ia á Popayá n que e l Doctor Cue rvo volviese á s u
destino. No haríamos aquí mención de tales empeños
si n o corri esen impresas la s cartas e n q ue se hacían*,
y si la buena voluntad con que el señor At·boleda
quiso conciliar' á s us d eseos la condescenden cia del
Lib e rtador, no le lleva ra él disc ulpar con injusticia

~ 1lfcmorias del gcnrral O'Lcary, lomo IX.


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128 CAPITULO V [1828-

é inexactitud al mismo á qui en quería favorecer.


Presentábale co mo débil de carácte r y actualmente
resentido con San tander y Soto porque habían que-
rido descargar sobt'e él la criminalidad de la Bandera
Tricolor. Lo que deja mos historiado acerca del j urn-
mento de los empleados de P opayán, d ebió probar
al señor Arboleda qu e poseía el Docloe Cuervo la
entereza y energía del hombre consec uen te co n s us
pl'Íncipios; ni éste podía estar quejoso de Soto, que
ning una parte habja tenido en tan co nocida publi-
cación, y mucho menos le fuera posible decir lo
mismo respecto de Santander, cuando debía ser noto-
rio en la ci udad q ue estaba en constante co n espon-
dencia co n él, s upues to que todas s us carlas lt'aían
autógrafas en el sóbre sus iniciales.
P oco fallaba para vencer el penoso vinje, cuando
al llega r á T ocaima el1°. de Octubre, s upo el Doctor
Cu e rvo la conspimción del25 de Septiem bre, y que ,
enado felizmente el golpe, casi por milag ro había
escapado con vida el Libertador ; de modo qu e entró
á Bogotá en medio de la cons ternación producida
po r el atentado y por los procesos y ]a ejecución do
los culpados. La impresión que recibió s u ánimo so
colige de es tas palabras de 0.1\Ianuel José Mosquera
en carta escrita d e Po payán el 22 de Octubre :
« Coincidimos con mucha frec uencia e n nues tras
reflexiones. He esc rito á usted lamentánd o me d e la
inmensa pérdida de n uestra moral, con motivo del
alentado del 25 de Septiembre, y usted hace lo
mismo en su carla cilada (de 8 del mismo mes) .


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Estamos perfectam ente acordes en ideas como en


sentimientos. » Hecho ya á la apacible serenidad
de Popayán, escenas tan teistes le inclinaron á vol-
verse prontamente á e lla , y así lo co municaba :\ s u
amigo el señor· ~Iosquera, qne recibió con júbilo
semejante resolución. ~o obstante, después de algu-
nos días con la sati sfacción de hallarse en medio de
su familia y de s us amigos se moderó aquel deseo,
y suprimida por el Gobierno una de las fiscalías de
la Corte de .\p el~cio n es del Cauca (decreto de G de
Novie mbre), y reorganizados los teibnnalcs de la
República por el decreto de 18 de Noviembre, aceptó
en la Corte de Apelaciones del Centro el puesto que
ocupaba en la del Ca u ca . A este destino estaba lla-
mado natur•alm entc, no sólo corn o á un ascenso á que
le hacía acreedor la car·rera que llevaba hecha, s ino
la circunstancia de haberlo desempeñado interina-
mente cu otra ocasión, como tambié n el car·go de
juez e n el mismo Lt·ib unal. Er·a tan urgente la l'eor-
ganización deet·etada pot' el Libe rtador, que la sala
del crim en de Dogo t:\ recibió setecientos y tantos
procesos que yacían olvidados*; y coRn honrosa para
los jueces y pat·a los fiscales (que despachaban indis-
tintamente en esta sala y e n la de lo civil), á la vuelta
de un año los tuvieron todos de finitiva mente sen-
tenciados. El Doctor Cuervo se consagró con tal
asid uidad al trabajo, c¡u c r·epetidas veces sinlió fla-
quear s u salud , y se vio precisado á inlernunpirlo

• Reo del Tequendama, núm. del 15 do Noviembre de 1829.


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130 CAPÍTULO V ( 1828-

sa lie ndo al campo, y en pa rti c ular á una peque ña


propiedad que había comprado n o lejos de l a ciudad.
Varios de sus ami gos, vién dole tan quebrantado, se
e mpeñaron en que hicie ra un viaje á Europa, y para
este fin solicita 1'0n del Libertador qu e l e nombrase

ministro en Holan da. Este cont es tó al ge neral
Herrán, qui en había tomado el as unto con el más
amistoso interés : « Yo n o pu cJo dis pon e r de la leg a-
ció n de Holanda, porque ya está dada á R. Arboleda,
qu e pa1·te para Eu1·opa pronto . Ade más qu e aquí
n ecesilamos á Cue rvo para veinte cosas : después
será mejor s u viaje*. » Pero n o po r aquellos acha-
qu es se esquivó de otras cargas . A mediados d e 1829
di s puso Bolívar que examinase el Código Napoleón

una comisión presidida por el ~Iini s tro d e lo Inte-
rior, á fin de p resentarlo con las oportunas reformas
al Congr·eso Consti luyen le, y en el mes de Agos to el
Consejo de ministl'Os, desig nó para el efec to á O.

Miguel Tobar y al DoclOl' Cuervo. E l primero hubo de
renun ciar , pues en Octubre fo r·maban ]a comi s ión el
Docto r Cuervo, D. ~Ia nu el Ca macho Quesada y O. J osé
Angel Lastra. IXo sa be mos has ta qu é punto se ade-
lantó es ta revisió n **, pero rcfer·i remos una anécdota
cu r·iosa, qu e pinta las contrari edades an ejas á la vida
literaria en lu ga res cortos. Comunicú el Doc tor
Cuervo la empr·esa e n qu e estaba á ~u am igo el can ó-

• Repertorio Colombiano , lomo IV, pág. 't 60 .


.. De la 5• . .iJ!editación colombiana, CllJa dccücaloria lleva fecha do
19 de Diciembre de 1829, puede colegirso que por entonces conlinullhan
los trabajos de la comisión.
UUVO.liJ I .L.

-1831] « EL ECO DEL TEQCENDAMA >> 131

nigo Mosquera convidándole á que se encargara de


una parte ; hízolo éste de muy buen g rado , ofre-
ciendo trabaj ar lo relativo á sucesiones, y cuando
tenía ya bien adelantada la labor , h é aquí que llega
Bolívar de vuelta del Ecuadot·, y pide ol Prefecto, para
recibirle, la casa que habitaba Mosquera; tiene éste
que mudarse pt'ecipitadamente, y al cabo de algunos
dias de forzo sa s uspensión t'econoce casualmente un
feagmento de s u manuscl'ito en nn cat·tucho de alhu-
cema ; cort·e ú busca,. : ni papeles ni código impreso
encontr·ó; toda diligencia fue inútil , pues en una boti-
llería habían dado cuenta de ellos : era el único ejem-
plar que había e n Popayán, y se lo había pres tado
un amigo. Este fin tuvo s u afectuosa coopentción.
Entretanto el estado de las cosas públicas era cual
nunca se había visto antes. Los dos partidos quo,
como hemos dicho, divid ían á Colombia al convo-
carse la convención de Ocaña, los unos queriendo
darlo todo y someterlo todo al Libertadoe, los olt'os
sacrificándolo todo al régimen constitucional , notar-
dat•on en llegar ú un rompimiento. Reunida la Con-
ven ción , sns miembros d esautorizan la constitución
de Cúcuta, declarándola defectuosa, se parten en
bandos ir·reconciliables, se disuelven sin dat· otra, y
en los pueblos se hacen actas para ponerse sin re-
serva en manos del Libcrtadot'. Persuadidos algunos
liberales ft·enéticos, en vista de lo que había estado
pasando desde 1826 has la esos momentos, de que
e ra imposible la creación de una república verda-
dera micntr·as el nombre de Bolívar fascinase, como
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132 CAPITULO V (1828-

fasci naba, á las muchedumbres, atentaron contra s u


vida; e l espanto causado por este sangriento des-
varío enajenó las simpatías á la causa de sus autores
y selló la ruina del antiguo régimen legal; de donde
vinieron ú quedar sin bandera los liberales mode-
rados que no participaban de aquellos furores. Sin
constitución, con un gobierno puramente provi-
sional, pecdida la fe política, divididas las opiniones
entre pmyectos desconformes, algunos jamás oídos
desde que fue proclamada la independencia, nadie
podía pr'ever cuál seda la sue rte final de la nepública.
Por este tiempo era la América española teatro de
escandalosas y al parece r interminables disco rdias,
y todo anunciaba también para Colombia el prin-

cipio de atenadora anarquía. Ya eran señalados co n
el dedo los caudillos que se adjudicar·ían l os p edazos
de la patria, y combatir·ían para defender s u presa,
y los ciudada no s pacíficos como que buscaban un
• abrigo para la borrasca*. El palt'Íotismo no hallaba
adonde volver· los ojos : el Libertador mismo pensó
en poner la República bajo la salvaguardia de una
nación podei'Osa, y el Consejo de ministr·os dio pasos
para fundar una monarquía constitucional con un
prínci pe exlr'a nj e ro. En tal desconciet·to no quedaba
más principio de fuerza r de vida que Bolívar, cuyas
g lorias y pr·esligio acertaron ú reverdecer' como en
s us mejol'es días. Ante tod o, la jomada de Tarc¡ui
(27 de Febrero d e 182ü), cor·onación de una ca mpaña

• V~aso Posada, ,lfcmorias, tomo 1, pág. 109.


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-1831) « EL ECO DEL TEQUENDAMA » '133

de treinta días, dil'ig ida por el Mariscal de Ayacu-


cho, con dejar· humillados á los pe ruanos y ponee fin
á una guerra provocada y hecha con la saña y pee-
fidia propias de la ing 1'atitud, r eanimó el entusiasmo
qu e s uelen las proezas militares; y luégo, abrió los
pechos á la espe r anza la gen erosidad de las conce-
siones con que el Libe rtado r desarmó á Ló pez y
Obando, que, confiados en el apoyo de los inva-
sores extranjeros, habían levantado en el sur del
Cauca el estandarte de la discordia civil. En esta
coyuntura l'ecordarian s in duda los liberales mode-
rados que en 1826 se habían visto días de paz y
confianza c uando , v uelto del Perú, r estableció el
Libertador el imperio de las leyes, y se les repre-
sentada que despu6s de conciliat' á los disidentes de
Venezuela, contaron su buen gobieeno como un
triunfo. P or eso muchos tuvieron aun por extravío
su antigua oposición , y resol v ie r on adherirse de
co razón al Libet'tadn r ; así, los qu e en época ante-
ri o r habían sostenido la constitución para Bolivar,
se d etermin aron, desaparecida ésa, á busca r en
Bolívar la base de otra constitució n m ás duradera y
acomodada á l os h áb itos y necesidades de Colombia.
« Ya no se trataba de h ace r reYivie l o qu e estaba
muerto para siempre; se tratab a de sahae siquie ra
los pr-incipios bajo un o rd en nueYo » (véase atrás,
púg . 76). << En 6poca de t'OYolu ción >> - escribía el
Doctol' Cuor·vo defendiendo á un a migo calum-
niado cuando Jos su cesos de 1830 - <e en 6poca de
r evolución , m ás qu e en ningu na otra l a vit·tud es la
UUVG.JU I !t"

134 CAPÍTULO V [1828-


garantía del ciudadano : las opiniones polilicas,
res ultado de los hechos, varían como és tos y se cam-
bian. La moral sola es ele todos l os Liompos, y el que
la practica merece indulgencia por los ot'roros de
política, disculpables siempre en los pueblos
cultos. » Cierto que en osos tiempos en que los
acontecimientos so atropellaban , desapareciendo las
instituciones qno antes so habían defendido con
calot', mal pudiot·a nadie jactarse do consecuente.
No había más norte que el patriotis mo sincero que
lo sacrifica todo al bien común y pres ta su apoyo á
los qu e hont·adamento lo promueven. Así procedió
el Doctor Cuervo, Yolvicndo sus espot·:.mzas al Liber-
tador; é hí¿o}o con la decisión y ft·anqueza que acos-
tumbró en el discurso de su vida pública. Fue esta
conduela tanto más natural, cuanto Bolívar dio tam-
bién prendas de conciliaciún á los libot·alcs de buena
voluntad: bastará mencionat• el nombramiento de D.

José Ignacio Márquez par·a pl'ofeclo de Cundina-
mar·ea, aceptado bajo la pt·omesa de que nunca so lo
oxigil'ia cosa conl1'aria á s us principios.
Aunque bullían mu chos pt'oyectos para la t•eo rga-
nización del país, los que deseaban da1· al gobien1o
nueva forma y nueYa fucl'la , habían p1·ocedido á la
callada y corno tentando vado; pero el tiempo corría,
y era menester aproYcchado encam inantlo la opinión
y unifonnándola. El Libcr·tador, afligido de esto
silencio, esnibia de Guayaquil al general IlorTán,
que había tomado á prchos hacor·le ver que Bogo tá
l o cr'a leal , y al efecto le hablaba d e las personas


UVVU.;¡V I A.

-1831] « EL ECO DEL TEQUEND~~A » 135

que lo tenían como fundamento d o la buena causa :


« ¿Qué podré yo hacer con nues tra gente, que la
observo más apática cada día y más indiferente á s u
suerte? Yo veo que nadie escribo y que pública-
mento nada so hace do lo que á ellos, más que á mi,
debiet•a interesar tanto. En fin , haga us ted que el
Docter Cuervo escl'iba, y que todos inflamen la opi-
nión pública dilucidando las cues tion es del caso, y
haciendo conocer á nucstr·o pueblo su vcl'dadero
intct•és y l os riesgos a que está expuesto e n una
cris is como la presente*. >> Esta cat·ta es d e 13 de
Agos to do 1829, y en consonancia con ella di ctó
Bolívar el 31 del mismo mes la céle bre circulal' en
que excitaba ú todos l os ciudadanos á dar s u opinión
con ft·anqueza , si bien modeeadamenle y denteo del
orden legal , sobl'c la forma do gobie rno que dehiet•a
adoptat·se ~ medida con que so proponía mos trar s u
r esolución de no infiuíl' en manera alguna en e l par-
tido qu e la na ció n loma1·a por medio del congt·eso
co n stituyente , pero que res ultó funes ta , pues aumen-
tando la confusión, dio pt•ctexto á V cnczucla para
ro m por la unidad de Colombia y llenar de baldones
á s u libertador.
C uando so escr·ibian las 1incas copiadas y la cir-
cula!', habían ya empezado á aparecer· en 13ogo tá las
Meditaciones Colombianas de D. Juan Ca reía d el Río.
En las ll'C S JHÍm e t·as, cuyas dedicalorias llevan las
fechas de 20 ele Julio , 21 de Agos to y 21 de Scpliem-

• Rrpt'rlorio Colombiano, lomo IV, pág. t.56.


U\IUU.:JV I •


136 CAPITULO V ( 1828-

bre, so bosquejan con pincel vigoroso y desemba-


razado las glorias y desastres d e Colombia desde
los primeros albores de la Independen cia has ta los
sucesos actuales, descollando en el grandioso cuadro
el valor, la constancia, la magnanimidad y el des pr·en-
dimienlo de Bolívar, libertador y creador d e la
patria. La cuarta y la quinta (30 de Octubre y 19 de
Diciembre) versan sobre las bases q uo co nviene dar
á la r eorganización política do Colombia y sobr·e
r eformas y medidas esenciales á su pr·osperidad. El
autor se había educado en Eu r·o pa, y ahora se ha-
llaba r oción vuelto de Inglaterra, d onde había resi-
dido por algún tiempo en comunicación co n ins ig nes

literatos y es tadistas; d esde allí, disfnttando d e la
• libertad confortador·a qnc parece tone l" s u asiento en
aquel poderoso impe ri o, había podido contemplr11'
calmadamcnte las tu rbulencias y escándalos de la
Am órica antes es pañ ola. Conmovido s u patr·ioLis mo,
pensó que semeja nte d esasosiego no podía curar·se

en s u patria sino con la adopción de ins tituciones
parecid as á las de los pueblos más adelantados y
felices de Europa ; ideas que co nco r·daban con los
planes del Consejo de Ministr·os, quien sin duda no
pudo d esear· propagador m :h; elocuente y conven-
cido. En la cuarta Me dita ción desenvueh·c el cuad I'O
halagüeíio de las sólidas libe rtades que goza un
pueblo á la sombr·a d e la monarquía constitucional,
y pat·a establecerla en Colombia con una LI'ansic ión
suave, p r·oponc el gobierno YÍtalicio de Bolír ar·, ú
quien juzgaba co mo elemento necesario d e loda r·eo r··


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-1831] « EL ECO DEL TEQUEND~MA » 137

ganización, con el tilnlo de Libertador PPesidenle.


Semejante proyecto sirvió en su tiempo de pretexto
para que se descararan algunos ambiciosos, y no ha
dejado de ofrecerlo después á declamaciones y aspa-
vientos. El hecho compt'obó que, sobre peligroso,
et'a tan inadecuado á nuestras ciecunstancias como
repugnante á las ideas del mayor número, y en este •

concepto fue un ert'Ol' el proponerlo ; pero la fean-


queza con q no lo pl'esentaron sus pat·tidal'ios á l a

discusión pública y á la determinación del Congreso,
más bien que merecer· vituperio, arguye un ánimo
levantado, capaz de sacudir las preocupaciones de
aquel csteecho filosofismo del siglo anterior que,
cet'l'ac.los los ojos á los hechos, resolYja a priori todas
las cuestiones del orden moral y polilico, no menos
que las del Ot'dcn científico y literario, paea ensayar
después sus tcol'las sobre las sociedades. Ila sido
p•·cciso hacer particular mención de las bleditaciones
Colombianas, porque su significación polttica y lite-
raria las ha hecho sobrevivir á cuanto se publicó
entonces sob1·e derecho público, y pol'quo t•opt·e-
sonlan el punto extremo á que se llegó en busca de
solidez y libertad en las instituciones.
Por el mes de Abt·il de 1829 empczal'on á difun-
dit·se en la capital estas ideas monát·quicas. El
Doctor Cuervo, siguiendo el hilo de las confel'cncias
habidas cntl'e el Ministt·o de Relaciones Extel'iorcs
y los caballeros Bt·csson y Campbcll , rep1·csentantes
de Ft·ancia 6 Inglalerra, comunicaba punlual mente
á sus amigos de Popaynn los pasos que se daban
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138 CAPÍTULO V [1828-

para conseguir la aquiescencia de estas potencias al


establecimiento de la monarquía después de los días
del Libertador, y para procura1' que ocupase el trono
un príncipe de l a familia de Orleans. Por la corres-
pondencia de D. Manuel José Mosque ra vemos que
al contrario del Sur, donde universalmente es taban
por la monarquía, en el Cauca eran decididamente
adversos á ella, y más que todo á la idea de traer un
príncipe extranjei'O, inclinándose la mayor parle á
apoyar la ptesidencia vitalicia de Bolívar. Con la
mayor claridad expeesaba es ta s ideas D. J oaquín
Mosquera, escribiendo con fecha 13 de Julio : ce En
esta provincia se manifiesta una inmensa repugnancia
á todo lo que se pal'ece á monarquía. Mas creo no

equivocarme si aseguro á usted que convendrían en
que el Libertador mandase po1· vida y sin respon sa-
bilidad, te niéndola los ministros; y habi end o dos
cámaeas esencialmente distintas, qu e poe sus bases
• y calidades pudiesen co nside1·aese como represen-
tantes del pueblo. En punto á garantías no hay que
decil', porque creo que todos estamos anasll·ados
por el espíritu del s iglo. »
Con ideas sustancialmente parecidas á éstas
empl'endió el Doctor· Cuervo la publicación del Eco
dPl Tequendama, per·iódico de que salieron once
núm eros desde el 11 de Octubre al 20 de Diciembre
de 1829. El texto de Vi rgilio Vincct amor patria e
(Ae., VI, 823), que va á la cabe.ta de todos ellos, Ct'a
una dep1·ecación y también una esperanza en la
deshecha borrasca. ¿Cómo, poniéndose de acuerdo


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-1831J « EL ECO DEL TEQUENDAMA » 139

todos los buenos pal'a busca r la concordia y la paz,


no habían de halladas? ¿ Quión, vis tas las calami-
dades de la patria , no ahogada s us ren cores y le
sacrificaría s us particulares intet'eses? ¿Quién , con
las lecciones de la experiencia, n o cercenal'ía algo
do sus s ueños, ó no levantada s u es pil'itu apocado,
para alcanza•· una libe rtad posible, real ? Consigu ion te-
men lo, un gobierno (ue1·te y liberal, que d é gat·antías
prácticas y no de libl'o á los ciudadanos, qu e castigue
severamente los delitos y dé aliento á la virtud
(pág. 40), es la aspiración que bulle en todos los
at·Lieulos de política publicados e n este pe l'iódico.
Como medio de logra do, apoya la opinión pública ,
« que si en algunas cosas está dive l'ge nte, no lo está
en estos dos puntos : que e l gobierno de Colombia
sea I'epublirano y que el Libe l'tadol' sea sie mpt'C su
caudillo y mag istt·auo » (pág. 51). En un bt·eve
proyecto de constitución qu e se halla en el númet•o
6. 0 están apuntadas muchas ideas que apr·ovechó el
Cong1·eso admirable, ya fuese que dit'ectamentc las
tomara de ahí, ya que coniesen como opiniones
dominantes. Pal'ticular·mcnte se nota esto en el capí-
tulo de ga•·antías y derech os ; sirva de ejemplo la
abolición de la pena de co nfiscación, y el d eclaear
que no es lícito al Poder· Ejecutivo.r·emove l' e mpleado
alguno sin que cons te s u mal dese mpeño por inform e
docu mentado de l j efe ú co t·pol'ación de que de penda.
En algunos puntos la Constitución moclC I'ó el pensa-
miento del Eco : éste pt·oponla un pl'esidc nte por
diez aiíos, y ol Cong1'cso lo dcc1'etó pol' ocho ; aquél
UUVQ.:SU I ¿


140 CAPITULO V [1828-

proponía que los representantes, tomada la base de


uno por cuarenta mil habitantes, se eligiesen por
cinco años, y ésto, con la misma base, rebaj ó s u
duración á cuatro ; el senado del proyecto debía
componerse de los ciudadanos más distinguidos por
s u categoría, como arzobis pos, obispos, generales en
jefe y do división, y de s ujetos insignes por sus
servicios, s u pr-obidad, s u saber ó s u riqueza ; la
Constitución señaló como condiciones paea se•· ele-
gible á esta cámara una edad y riqueza mayoees que
las r eq ueridas para ser representante, y fij ó la dura-
ción de s us miembros en ocho años, renovándose
pol' cuartas partes cada d os años.

Si bien fue la política ocasión d e publicaese este
pel'iódico, puede decirse q u o apenas ocupó en él un
lugar secunda1'Ío: excepto la introducción, el juicio
de las 1Jfeditacio12es Colombianas, el esbozo de consti-
tución, el examen 6 improbación d el aL~amiento de
• Có1·doba y el jus to encom io de la firmeza con que
Posada, gobernador de ~1ariquita , rechazó las pér-
fidas seducciones co n que este jefe quiso atraerlo á
su causa, como á Páez y á otros, todos s us ai·tículos
son de interés geneeal, sob r e educación, agricul-
tura, economía, come1·cio y ciencias naturales, sec-
ción la última redactada por D. Manu el Mal'ia Qui-
jano. No sería aventurado considerarlo como un
programa que el Doctor Cuervo deseaba 1levar á
cabo en su carrera pública. La i mpol'lancia que asig-
naba e ntonces á la educación p1·imaria, anunciaba
el impulso que lu t·go le daría ; aRi co mo fueron


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-1831] « EL ECO DEL TEQUENDAMA » 141

incluidas en las nociones de urbanidad que redactó


para el Colegio de la Merced, sus ideas sobre la
necesidad de atender en la educación de la mujer
á su desarrollo físico, enseñándola á mir·ar como
fuentes de belleza la templanza, el ejercicio y el
asco. Al apoyar el pensamiento iniciado por la So-
ciedad Didascálica de solicitar del gobierno que
autor·izase los estudios de filosofía hechos en los
colegios privados , declarándolos suficientes para
obtener grados universitarios, y al reconocer las
ventajas que estas casas de enseñanza llevan á las
oficiales en materia de vigilancia , moralidad, higiene
y urbanidad, preparaba en cierto modo la protección
con qne dentro de poco habían de ser· favorecidas y
In proclamación más lejana de la libertad de ense-
ñanza. Los artículos sobre agriculttu'a, comercio y
ciencias naturales tuvieron su coronación en el
Cultivador y en las demás medidas con que u·ató de
aliviar la s uerte de los agl'icultores y alentar la pro-
ducción á fin de redimir poco á poco á la nación del
duro tributo que nues tl'a falta de industria nos obliga
á pagar al extranjer·o. Esta publicación merecía pues
menci ón especial en la vida del Doctor Cuervo,
porq ue indica bastante la parte de iniciativa que le
cupo des pués en s u gobernación, aun cuando no
tuviera la dirección abso lu ta de la cosa pública.
Sobre la acogida que tuvo el EcoJ citar·emos dos
testimonios; sea el primero sacado de la correspon-
dencia de D. Manuel José Mosquera, que escribía
en 29 de Octubre : « Hacía algún tiempo que mi
VVVO.:JV I .C::

142 CAPÍTULO V [1828-

corazón no tenia un consuelo como el que me ha


dado la lectura del E co del Tequendama. Usted sabe
mis opiniones, que son idénticas á las suyas, y por
lo mismo, fuera de lo mu cho que promete el perió-
dico, he recibido gran co ntentam iento. Y pues usted
ha tenido bastante valor para toma r la pluma de un
modo tan r esuello en esta é poca de des astres, con-
tin úe sin arredrarse hasta al canzar la palma que debe
h onrar el eminente servicio que pres ta us ted á la
pat ria en fo rm ar la opinión. ¿Qué podré ofrece r· yo
para ayuda r á esta heroica e m presa, yo qu e perte-
nezco á los bermejos de Boileau , y que oliendo in-
cienso y eructando palabr·as b uenas, no pu edo dar
buenos pensamientos ? Ma~ para no ser inútil, com u-
• ni caré á nues tros am igos el deseo do usted, y lo
bueno ó malo que se co nciba, allá irá. » Y luégo en 29
de Noviembre. « Volvamos á cosas m ás agradables.
He visto s u opinión sob re gobierno consignada en e l
núm ero 6°. del Eco, y con s u lcctur·a puedo ascgur·a r

á usted que me acomoda lo s us tan ci al de él, aunque
discordamos en algu nos puntos subaltet•nos. »
Aludiendo también al Eco escribía el Li bertado r
al generalllerrán el 29 de Novie mht·e : « Ile recibido
el impreso del se ñor Rufino Cuervo, que me parece
en muy buen sentido. Yo le doy la enhorabuena por
el sc r·vicio qu e acaba de hacer á la Patr·ia . También
el de Garria ha obtenido mucho aplauso de los más
liberales de aq uí*. »

• Rrpcrlorio Colombiano, tomo IV, pág. ~60. La fecha de In carla


UVVUUV I .a:;

-1 831] « EL ECO DEL TEQUENDAMA » 143

Dicho se está que con la invitación hecha á los


p ueblos y á los ciudadanos para que manifestasen
sus opiniones, hubieron de propone rse las cosas
más extrañas y contradictorias; pero en l os depa r-
tamentos del cen tro y del su r de Col ombia hubo
n otable confo rmidad , como l o d ecía el Eco) en
cuan to á conservar en el mando á Bolívar *. No es
por tanto de cxtl'aña rse q ue c uando las poblaciones
de Ve nezuela proclamaron la sepa ración desatán-
dose con tra el Libertad or , hici esen blan co de su
sañ a las Meditaciones CoLombianas lo mis mo q ue el
Eco del Tequendama, tomán dolos acaso como los
órganos más au to rizados de estas opiniones**.
Con grande ansiedad so aguardaba la re unión del
Congreso consti tuyen te que debía ve rifica rse el 2 de

esLá cquiyocada, pues dico 20, y el Libertador lleg6 á Popayán el 21 ;


hemos pucsLo 29, día en que saHa correo, como las oLras dos del mismo
lugar están datadas el 22 y ol 6.
• BaraiL y Dínz, Resumen de la historia de Venezuela, lomo II,
pág. 275.
•• El acla de Caracas decía : « Los papeles quo de la capilal se envia-
ban por los agentes del Gobierno á las pro,incias, par ticipando todos del
mismo espíritu y comunes en su orjgon, han recomendado conslanLemonte
el silencio en lugar do la verdad, la ciega obediencia por el sano criterio,
la o.hyecla inacci6n por el honesto ejercicio de nuestros derechos, y la
servidumbre por la libertad. Toda Colombia ha visto con asombro el Eco
del Tequenda ma y sus semejantes. » En la do Calabozo se lee: « Noso-
tros no hemos leído el Eco del Tequendama, las Meditaciones sedi-
ciosas del señor Ríos ni otros papeles incendiarios que se han impreso,
por decir asi, sobre la misma tarima del jefe supremo y se han lanzado á
los pueblos para infestarlos. » Vida ptíúlica de Bolívar, lomo 21 .o,
pp. 85, 193.
UVVO.:IU I -'


144 CAPITULO V [1828-

Enero de 1830 y decidir la s uerte de Colombia deter-
minando su futura organización , cuando s ucosos do
la m ayor gravedad cambiaron l a situación y tuvieron
por res ultas ha cer bJ'O tar do entre ruinas y escom-
bros á la Nueva Granada. No hace á nu estro propó-
si to relata r la historia de estos días, pues qn e el
Doctor Cuervo, siguiendo sus tareas forenses se
contentó con p on erse al lado del gobierno co nst itu-
cio nal , figurando entre los moderados; pero sí es
necesa rio realza r algunos hechos qne dan luz sob re
la formación y el c<u·ácte e de los partidos que habían
d e continu arse en la nu eva república.
Como ya dij imos, en Agosto de 1829, dictó Bolívar
una circular para que todos los pueblos expresaran
s us opiniones sobre la forma de gobierno que de-
b iem adoptarse, do la cual circ ula r se asieron e n
Venezuela para separarse. Al p rincipio s e ex te n-
dieron en algunos lu ga res actas para pedir al Con-
g reso esta separació n; pero Caracas en 26 de ~o­

viembre l a decla1'ó de hecho, y su ejempl o c undió
por dondequiera . Con esto se avivó en la Nueva
Granada e l deseo que desde antes abrigaba n muchos
d e formar d e ella una n acionalidad aparte, y renun-
ciaron otros á la inealizable ilusión de Col ombia. Así
fue que al llega 1' Bolívar á l a capital (15 de Enero
de 1830), n o sólo sus antiguos adve1'saeios habían
alzado cabeza con los acontecimi ent os d e Venezuela ,
si no quo muchos de sus parlidarios se fu or·on res-
friando para confiarle el mando. Y n o sin poderosas
r azones. Si el Liberlador era indispe n sable para la


UVU0.31J I ~

-1831] « EL ECO DEL TEQUENDAMA » 145

conservación de Colombia, desaparecía el primer


motivo de su elección, una vez que él mismo daba
por inevitable y necesaria la separación de Vene-
zuela. Resuelta ésta á romper á todo trance la unión,
hasta el punto de protestar Páez que antes que
volver á ella, se entregaría á los españoles, y desen-
cadenándose los odios contra Bolívar, que simbo-
lizaba á Colombia, el persistir en llevarle á la pri-
mera magistrat ura fuel'a tanto como arrojar el guante
para una contienda civil. La idea de una guerra
cruel después del cansancio de tantos años de cam-
pañas, para conseguir una paz dudosa y en todo
caso instable, el aumentar y extender la miseria
pública, acrecentat· fuerzas al ya odioso militarismo,
y por fin recomenzar la inacabable tarea de orga-
nizar á Colombia, eran cosas de causar espanto, y
los amigos mismos del Libertador temieron de su
inmediata vuelta al poder, con lo cual quedaron
todos conformes en prescindir de él. En momentos
en que la ansiedad y las sospechas andaban vigi-
lantes, fue nuevo motivo de desapego el sen timiento
que ú las claras dejó ver cuando s us adictos le mani-
festaron que la opinión pública estaba por qne renun-
ciase á la idea de ser elegido presidente por el
Congreso. Es sin duda que no hubo aquí sino un
primer movimiento, reprimido luego por el buen
sentido, pero ello es que esto trascendió hasta fuera
de la capital, y aun personas calmadas creyeron ver
ahí indicios de una ambición funesta .
Entretanto el Congreso, llenando con majestuosa
10
UVUQolU I ..!

146 CAPI•TULO V (1828-

serenid ad el objeto de su convocación, cerraba los


oídos á las voces de fuera, y aprovechando las lec-
ciones de la experiencia dictaba una constitución
igualmente apropiada para arraigat' el orden que
para asegut'ar el goce de la libertad. Peeo era impo-
s ible d esentenderse de lo que estaba pasando, y el
Congreso mismo convocado para consli tuit· á Colom-
bia, pot' amo!' á la conciliación no dio á su ob ra
catácler pe .. manente, sino que la sometió á la ncep-
lación de Venezuela. El mismo sentim iento obró sin
duda en la elección de presidente, como que Jos
amigos incondicionad os de Bolivae ni más ni
menos que los que lo eran sólo dentro de la órbita
de las ideas libel'ales, estuvieron confor·mcs en volar
pot· dos ciudadanos civiles, D. Eusebio María Cana-
ha! y D. Joaquín Mosquer·a. Hecho si ngula1·, el
ú1timo fue indicado por Bolívar, y, dejados apat·Le
sus met'ecimientos, los anteceden Les inducen á ceeer
• que el principal motivo fue el calot' con que en el
:Meteom y empleando su influencia en Popayán había
defendido la necesidad de acoplar la separación de
Venezuela y organizar de por s í la Nueva Gt•anada.
Esta misma razón puso de su lado á los liberales,
pues para los más exagerados Bolívat· y Colombia
e t'an una misma cosa. La elección se hit.o el 4 de
Mayo ; lústi ma fue que l\Iosq uera no obtuviera la
mayoi'Ía sino gracias á la coacción de una turba do
alboroladores, quedando senlado vergonzoso prece-
denle á un mismo liempo pat·a los enemigos del
Ot'den y de la legalidad, y para los hombres pacíficos
uvuoJUI~

-1831] « EL ECO DEL TEQUENDAMA >> 147

y moderados, qne dieron por bueno el hecho contra


el cual no protestó el Congreso. Como quiera que
sea, la constitución conse rvadora y la elección de un
presidente civil señalan la aspiración á un nuevo
orden de cosas.
Con todo esto, Mosquera no tuvo, ni acaso nadie
tuviera, la fuerza y el tino necesarios para no zozo-
brar entre e l desencadenamiento de las pasiones
más violentas y encontt·adas. Los perseguidos con
ocasión de la conspiración de Septiembt·e y los apro-
badores del hecho atacaban con desusada violencia
al Libertadot' y á cuantos le mos trat·an simpatía ó
respeto siquiera. El periódico llamado el Demócrata
adquirió triste celebridad santificando aquel aten-
tado, prediciendo el asesinato de Suero y cebándose
después en su cadáver; acometió al presidente Mas-
quera porque en su proclama inaugural dio á Bolí-
var ellítnlo de Libertador, y luego al general IIcnán
porque p•·ovidenció que se le facilitasen recursos en
Honda par·a s u pal'tida. Los militares con el pres-
tigio de s us glorias, había liempo que todo lo inva-
dían y eran dondequiera obstáculo al estableci-
miento y marcha de un g obierno concertado, por lo
cual eran mirados de reojo por los civiles ; c t·eyé-
ronsc además agt·aviados al ver g ue el nuevo
gobierno quería igualados á los ott·os ciudadanos,
decl~r·ando contral'ios á la constitución Yarios de-
cretos del Libertador que los favorecían y pl'ivile-
giaban. A los tres días no más de elegido 1\Iosquera,
se s ublenu·on el batall ón Granadet·os y el escuadt•ón

-
VUUO.:tV I Il


148 CAPITULO V [1828-

Húsares de Apure. Acudió la población, y especial-


mente los jóvenes, á prestar su apoyo al gobierno,
y á posar de no tener armas, su actitud imponente
hizo moderar las pretensiones de los insurrectos,
que sin causar deso•·den salieron para Venezuela.
La malquerencia entre los amigos y los enemigos del
Libertador fue más viva y funesta desde el punto en
que la guarnición de Bogotá se en contró igualmente
dividida enll'e los dos pal'tidos, el batallón Callao
por los primeros, y el Boyacá y Cazadores de Cundi-
namarca por los segundos. De aquí la ins urrección
del Callao , apoyada por los campesinos de la Sabana,
y la sangrienta acción del Santuario (27 de Agosto),
que redujo al Gobierno á la impotencia y á la más
humillante capitulación; de aquí el acta de Bogotá
en que se llamaba al Libertado1' para encargarle do
los destinos de Colombia, y se designaba al gene r al
Rafael U r·daneta para que tomase micnt•·as tanto el

mando s upremo; lo que trajo consigo la disolución
del gobierno legítimo.
En vano se ha pretendido defender ó disc ulpar la
usurpación de Urdaneta (con esta palab•·a calificó
Bolívar mismo el alentado). Comenzada por un motín
militar sin plan ni concierto alguno, cubrió de sang re
la sabana de Bogotá, y no proclamó el mando de
Bolívar y la integl'idad de Colombia, sino como expe-
diente á que acudicl'on sus autores para ganar par-
tido y salir de la cr·ítica situación en que los puso
su inesperado triunfo. Pretendiendo sostener á
Colombia, derrocaban su gobierno y anulaban su
VVVUI.>U" ! .a:;.

-1831) « EL ECO DEL TEQUENDA.l\IA » 149

constitución; aclamando al Libertador como caudillo


de esta idea, querían comprometerle en una aven-
tura tan contraria á sus deseos como á su conciencia,
y agriaban más los odios de s us enemigos ; ofrecían
en fin labrar la dicha de los pueblos, y antes de aba-
lanzarlos á una guerra civil que el Congreso y Bolí-
var habían procurado evitar á todo tr:ance, los hacían
víctimas de crudas vejaciones. No es pues mucho
que los que vivieron en aquellos tiempos guar-
dat'an de ellos triste é infausto recuerdo. Sólo el
temor de caer en la anarquía y agonizar entre las
manos de tiranuelos de provincia hizo aceptable el
mando de U rdaneta, parapetado con los nombres
todavía ca ros de Colombia y de J3olivar.
Este había salido de Bogotá el8 de l\Iayo , cediendo
patrióticamente á las cit·cunslancias y á l os consejos
de s ns amigos que temian su advenimiento al poder
como ocasión probable de mayores desgracias.
Aunque debió de set· grande su amargura al verse
obligado e\ dejar el campo de s us hazañas con insul-
tante aleg-ria de un populacho soez, hubo de mino-
rarse s in duda con e l voto unánime del Congreso
que le peoclam ó el primero y mejor ciudadano de
Colombia y confirmó el decl'eto de 1823 en que se
le concedía una pensión vitalicia de treinta mil
pesos, el cual voto hacia honrosa su salida y le pro-
porcionaba con que vivir decentemente en Europa;
á lo mismo contribuyó también la capital dándole un
tcslimonio de amor' y gratitud pol' boca de sus ciu-
dadanos más distinguidos, que se despedían de él
U \,<IU QI.,;!V I IIó


150 CAPITULO V [1828-

con tris teza como de un astro esplendoroso que se


hunde para no volver á aparecer. IIallá base en Car-
tagena aguardando oportunidad de embarcarse para
Europa, cuando tuvo noticia de los movimientos del
interior. A pesa r de improbados duramente en pri-
vado, en público se expresó con términos ambiguos,
pensando, decía, que s i desairaba re dond amen te ú
los amotinados triunfantes, habrían de s urgir mil
partidos que consumarían la t' uina d e la patria*. Pe l'o
el golpe qu e quiso aho1'rar á sus amigos, lo des-
cargó más duro s u propia muerte, acaecida e l 17 de
Diciembre. La dictad nra se sintió desmayar; al mis mo
tiempo el triunfo de Obando en Pal mÍJ'a (1O de Fe-
b rero) y la defección de Posada en l\'ei,·a (27 de
• Marzo), quien, rompiend o co n el Dictado1', se puso al
servi cio del gobiel' no legitimo, abrie1·on el camino
para que el vicepresidente Caicedo se d eclarase en
ejercicio del poder ejecutivo ( 1'l de Abril). Siguié-
r onse los co nvenios de Apulo, en que U l'danela co n

s u moder ación y generosidad puso fin honroso á la
us urpación, pues teniend o fu e •·zas con que r esistil'
y aun ve ncer por entonces, ent1·o• en un aYen umen
• •
lo
patriótico. El Vicepresidente, coadyuvando podoJ'O-
samenle el general José Ililal'io Lópcz, dil'igió todos
s us conatos á conciliar los partidos , cumpli endo
fi elmente lo pactado en las Juntas de A pulo. Mas no

• El Conc;cjo de )linislros de Crdanela y el mismo Urdancla decla-


raron lcrminanlcmcnlo que Bolhar no hnhía querido aceptar el mando
que le ofrccfan. (Gaceta de Colombia, núms. 500) 5L2.)
UVVVUV I - '

-1831] « EL ECO DEL TEQUENDAMA » 151

e ran estas voces de concordia y patriotismo las que


podían ser oídas por los antiguos enemigos de Bolí-
var, ansiosos de saciar en los vencidos su rencor y
de vengar las persecuciones padecidas. Así que con
razón deberá decirse que el Vicepresidente mereció
bien de l a patria al mediar con imponderable sere-
nidad en esta lucha encarnizada en que por una parto
los militares se resistían á ver el fin de su domina-
ción y los bolivianos todos se contemplaban ya presa
indefensa de sus rabiosos enemigos, y por otra los
liberal es exaltados s in tener en nada la fe e m peilada
en l os convenios, no se contentaban con menos que
la dcsl r'ucción de sus contrarios, ofr'cciondo, si para
ello fuese necesal'io, la dictadura á un Obando ó á
un Moreno, á pesar de haber venido voceando conlr'a
la de un BoHvar. Si con todo el apoyo que los libe-
rales moderados prestaban al gobierno, fueron estos
hombres ganando tcneno poco á poco, todavía pudo
el Vieepr'esidenle poner la sueete de la nación en
las manos del Congreso Constituyente de la Nueva
Geanada (20 de Ocluhre de 1831).
Postrado el partido boliviano, quedó el liberal
dividido en <.los fra cciones que casi se balanceaban
en el Congreso : violenta la una y arbitraria, modc-
r·ada la otra é inclinada á poner el orJen y la tole-
rancia por' base de la libertad.

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