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Carpeta Unidad N° 1 Sexto Sociales 2018
Carpeta Unidad N° 1 Sexto Sociales 2018
La Argentina, hacia 1900, era el escenario de una gran transformació n. En solo unos pocos
añ os, la població n se había cuadruplicado. Nuevos sistemas de transporte, má s rá pidos y
econó micos, reemplazaban a los heredados de la época colonial. Las ciudades florecían y
algunas, como Rosario o Buenos Aires, tenían un desarrollo comparable al de las grandes
capitales europeas. Los servicios de gas, de agua potable y de iluminació n eléctrica
revolucionaban la vida cotidiana de muchos habitantes de las urbes. La importancia de
sus exportaciones agropecuarias hacía que se reconociera a la Argentina como “el
granero del mundo”.
Para comenzar a comprender las causas de estos profundos cambios, los distintos actores
intervinientes y particularmente el rol jugado por el Estado, intentaré que los chicos
puedan contrastar la situació n de ese país que comenzaba a constituirse en 1853 con la
que presentaría solo unas décadas después. Para ello he seleccionado algunas imá genes y
textos:
Muchos viajeros y observadores extranjeros se sintieron impresionados por los incesantes
cambios que ocurrían en el país y, particularmente, en la ciudad de Buenos Aires, capital
de la Repú blica. Dejaron registro de su sorpresa en ricos y apasionantes relatos, como
éste del francés Jules Huret, de 1911.
Se entregará el relato a los alumnos
“Para apreciar equitativamente una ciudad como Buenos Aires hay que saber que en 1870 no
tenía más que 175.000 habitantes, mientras que hoy tiene 1 millón 300.000. En el año
indicado no existía el puerto. Para desembarcar, cuando se llegaba de Europa, había que
bajar del buque a una pequeña canoa y luego saltar a tierra. La plaza de Mayo y las calles
inmediatas formaban el centro de la población. La [calle] Florida, que vemos hoy con sus
almacenes de lujo, su pavimento asfaltado y su Jockey Club, no era entonces sino una cloaca.
Las calles sin empedrar se convertían en los días de lluvia en verdaderos torrentes de cieno.
[...] No había alcantarillado ni distribución de agua. Se bebía la de las cisternas o aljibes, en
vecindad con los vertederos. Por la noche, apenas se alumbraban las calles. Se salía, pues,
poco y haciéndose acompañar de un criado provisto de una linterna. [...] Todas las casas,
bajas, construidas con barro y ladrillos, no tenían más que una planta. Sin embargo, debían
tener su atractivo aquellas viejas casas, sus jardines sobre todo. Eran una sucesión de tres
patios a la española. [...]
–Todo eso –me decía una dama de las más distinguidas de la sociedad actual– no estaba muy
lujosamente instalado. En casa de mi abuelo, uno de los porteños más ricos de entonces, solo
el comedor y un dormitorio tenían algunos muebles. Las otras habitaciones donde dormían
mi madre y mis tías no tenían más muebles que catres. No había chimeneas, bastaban los
braseros para los días fríos. [...] Todos los días, a eso de las cuatro, se tomaba el baño. Se
desconocían naturalmente las instalaciones confortables de ahora [...]. Cuando pasaba el
vendedor de agua, las criadas, al ruido de su campanilla, corrían a comprar algunos cubos.
[...] No se viajaba, o casi nada. Una travesía era un acontecimiento antes del cual había que
asistir a la “misa del Buen Viaje” para encomendar el alma a Dios. [...] Y esa ciudad
puramente colonial es la que se ha convertido, en menos de cuarenta años, en una de las
más grandes ciudades cosmopolitas del mundo”.
Fuente: Jules Huret, De Buenos Aires al Gran Chaco, volumen I,
Buenos Aires, Hyspamérica, 1988, pá gs. 35 a 38.
Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, los grandes estancieros y comerciantes, las personas má s
ricas de la ciudad de Buenos Aires y del país, vivían en palacios como los que se ven en esta foto. El
Hipó dromo, el Zooló gico, los paseos en carruajes por la avenida Alvear o los bosques de Palermo eran
algunas de sus distracciones. En sus amplias mansiones, atendidas por un ejército de sirvientes, reinaba el
lujo: porcelanas, pinturas, esculturas y otros objetos de arte engalanaban los ambientes.
“La inmensa extensión del país [...] está enteramente despoblada. [...] El mal que aqueja a la
República Argentina es su extensión: el desierto la rodea por todas partes [...]; la soledad, el
despoblado sin habitación humana es todo lo que hay entre las provincias [...]. Por aquella
extensión sin límites, están desparramadas aquí y allá, capitales de provincias.
Fuente: Domingo F. Sarmiento, Facundo, (1845), Buenos Aires, Losada,
1969.
Algunas conversaciones que Jules Huret mantuvo en la Argentina con estancieros, a
principios del siglo XX:
–¿En qué consiste [la] prosperidad?
–En la exportación á Europa de 2 a 3 millones de toneladas de trigo [...]; de un millón de
toneladas de lino [...]; de dos millones de toneladas de maíz [...]. Hay que añadir [...], la
exportación de 250 á 300 mil toneladas de carne congelada, 200 mil de lana y 100 mil de
pieles de buey y de carnero [...]. El total de la exportación es, por consiguiente, de unos 2 mil
millones de francos.
–¿Cuál es la riqueza fundamental de la Argentina?
–Las tierras de cultivo y las propias para la ganadería. Sí, nuestra riqueza y nuestra fortuna
están a treinta centímetros del suelo
[...]. Aquí no se trata de hacer pozos de 600 metros para extraer carbón ni de perforar
montañas de 4.000 metros de altura para descubrir oro ó cobre. Aquí basta con que haya
arados y semillas. [...] toda la zona litoral del Océano y de los grandes ríos, así como la
región central de la pampa, se prestan admirablemente al cultivo del trigo, del lino y del
maíz. El suelo tiene allí una capa de humus que alcanza a veces 50 y 80 centímetros de
profundidad. Los abonos ó fertilizantes son desconocidos de los cultivadores, incluso en las
tierras explotadas desde hace treinta o cuarenta años.
Fuente: Jules Huret, op. cit., volumen I, págs. 110 y 111,volumen II,
Trabajo de comparación entre dos momentos de la historia argentina
Solicitaré que analicen los cuadros estadísticos, las fotografías y los relatos y que señ alen
cuá les son las transformaciones má s significativas.
Buscaré que releven el crecimiento demográ fico, los cambios en los sistemas de transporte y el
desarrollo de la red ferroviaria; que aprecien las transformaciones en los servicios urbanos,
como la pavimentació n e iluminació n de las calles, el servicio de agua potable o los nuevos
comercios, que adviertan el notable enriquecimiento de los estancieros y sus familias y los
cambios en sus costumbres; que identifiquen los bienes exportables, motores del notable
crecimiento econó mico de la época.
Completaremos un cuadro de doble entrada como el siguiente. Iremos trabajando las fuentes
con los chicos y volcando en el casillero correspondiente la informació n relevante que vaya
apareciendo mientras leemos:
Una vez realizado este trabajo, anotaremos las conclusiones generales en un afiche y
preguntaré sobre las causas de tan importantes transformaciones. Registrará n en las
carpetas. Volveremos a ellas má s adelante.
LOS CAMBIOS EN EUROPA OCCIDENTAL
Una de las causas fundamentales de las profundas transformaciones que vivió nuestro país
en la segunda mitad del siglo XIX es externa. Se relaciona con los procesos de
industrializació n que, hacia, esa época se daban en Inglaterra y otros países de Europa
Occidental, y, en vinculació n con ello, con el afianzamiento de un sistema de divisió n
internacional del trabajo, basado en la especializació n de las distintas economías
participantes y la libre circulació n de bienes, mano de obra y capitales.
Buscará n informació n en diferentes libros ademá s de las que les facilito ayudará n en la tarea
de entender el papel fundamental de la demanda externa en las transformaciones de la
Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX
UN MUNDO EN TREN DE CAMBIOS
Hacia fines del siglo XVIII, sucedieron en Inglaterra algunas cosas extraordinarias. Para esos
añ os, un hombre llamado James Watt puso a punto una má quina que producía vapor.
Conectada a otras má quinas como las de hilar y tejer, a las que, con su vapor, daba
movimiento, la nueva má quina permitió un crecimiento enorme de la producció n de
telas, frazadas y pañ os. Aumentó ademá s el trabajo en las minas de carbó n y en las
fá bricas productoras de hierro, ya que el carbó n era el combustible de las má quinas de
vapor y porque en hierro comenzaron a construirse todas las má quinas. También creció
la producció n de tinturas, así como la de muchos otros bienes industriales. Fue de este
modo como Inglaterra y luego Francia, Alemania y otros países de Europa occidental
fueron poblá ndose de fá bricas y chimeneas humeantes. En muchas de esas fá bricas
trabajaban centenas y hasta miles de obreros. Poco tiempo después, la aplicació n de la
má quina de vapor a los transportes dio nacimiento al ferrocarril y al barco a vapor. Como
consecuencia, los costos de los viajes se redujeron y las distancias parecieron acortarse.
Las ciudades se conectaron má s fá cilmente con las á reas rurales y los distintos países
pudieron intercambiar una gran cantidad de productos. Otro invento, el telégrafo,
permitió comunicar rá pidamente a todo el planeta, lo que facilitó la realizació n de
negocios.
La Europa industrial necesitaba algodó n, lino, cueros, cobre, estañ o, lana y muchas otras
materias primas. También necesitaba carnes, trigo, maíz, té, café, azú car y cacao para
alimentar a su població n. Otros países del mundo fueron dando satisfacció n a esas
necesidades.
Así fue como, hacia fines del siglo XIX, se fue conformado en el mundo un sistema en el que
unos pocos países (algunas naciones de Europa occidental y también Estados Unidos y
Japó n) se dedicaban a la producció n industrial, y el resto del mundo a la producció n de
materias primas y alimentos. A este
sistema, en el que los países se dividían las tareas a realizar, especializá ndose cada uno en la
producció n de determinados bienes y comprando a los otros las cosas que no se
producían en su territorio, se lo
conoce con el nombre de divisió n internacional del trabajo.
El gobierno ejerció el poder a través del terror. Miles de personas fueron perseguidas,
encarceladas y asesinadas por razones políticas. La mayoría de estos crímenes fueron
cometidos en condiciones de clandestinidad e ilegalidad que favorecían su ocultamiento; por
esa razó n, a sus víctimas se las comenzó a conocer como “desaparecidos”
Actividad 1
Desde el añ o 2006, el 24 de marzo se convirtió en la conmemoració n oficial de la Memoria por la
Verdad y la Justicia. Después de reponer la informació n bá sica acerca de lo sucedido el 24 de
marzo de 1976, los chicos discutirá n en torno a las siguientes preguntas:
¿Por qué la efeméride se llama de ese modo?
¿Cuá l es la relació n entre la memoria, la verdad y la justicia?
¿Cuá ndo y por qué se incorporó esta fecha al calendario escolar?
¿Por qué creés que se hizo ese añ o?
¿Qué significa recordar?
¿Todos recordamos lo mismo? ¿Por qué?
¿Quiénes recuerdan? ¿Cuá ndo? ¿De qué forma?
¿Có mo y por qué surgen diferentes memorias sobre un mismo hecho?
En muchas provincias, donde funcionaron centros clandestinos de detenció n hoy existen «lugares de
memoria», sitios marcados por una placa, un monumento o apenas un grafiti que recuerdan lo que pasaba
allí durante la dictadura. Averiguará n qué ocurrió con este tipo de lugares en su localidad o en su
provincia y a partir de los datos recabados elaborará n un informe. CONECTA CON LENGUA: PASOS PARA
ELABORAR UN INFORME.
Un camino posible para conseguir la informació n es contactarse con la Secretaría de Derechos Humanos
de la provincia o buscarlas en internet.
PREGUNTAS DISPARADORAS
Cinco preguntas y cinco conceptos
1) ¿Por qué las Malvinas son argentinas? / La soberanía.
2) ¿Qué pasó en la guerra de Malvinas? / La guerra y la dictadura.
3) ¿En qué contexto se desarrolló la guerra de Malvinas? / La dictadura.
4) ¿Quiénes fueron a la guerra de Malvinas? ¿A quiénes estamos recordando? / Los
soldados, los veteranos, los caídos.
5) ¿Por qué Malvinas contribuye a pensar la idea de patria? / La patria .
La carta
Las cartas, como la que se ve en el afi che, son una fuente fundamental para comprender
quiénes fueron los que pelearon en Malvinas. Sus voces de papel revelan el instante de la
vivencia mientras ésta se desarrolla. Asimismo, muestran a sus protagonistas en
diferentes roles, que se escurren a las clasifi caciones simples. Y desnudan los esfuerzos
por imaginar un horizonte optimista, aú n en el centro de la tragedia.
Ejemplo de esto es un fragmento de la carta escrita por el maestro y soldado Julio Cao (un
joven de 21 añ os que fue a las islas como voluntario y falleció el 10 de junio en las
cercanías de Monte Longdon): Puerto Rivero, 29 de abril de 1982
“A mis queridos amigos queridos alumnos de 3° D: No hemos tenido tiempo para
despedirnos y esto me tuvo preocupado muchas noches aquí en las Malvinas, donde me
encuentro cumpliendo mi deber de soldado: defender nuestra bandera. Espero que
ustedes no se preocupen mucho por mí porque muy pronto vamos a estar juntos
nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Có ndor y le
vamos a decir que nos lleve a todos al “país de los cuentos”, que como Uds. saben queda
muy cerca de las Malvinas. Y ahora como el maestro conoce muy bien las Islas Malvinas
no nos vamos a perder. Chicos, quiero que sepan que a la noche cuando me acuesto,
cierro los ojos y veo cada una de sus caritas pequeñ as riéndose y jugando; cuando me
duermo sueñ o que estoy con Uds. Quiero que se pongan muy contentos y que estudien
mucho porque su maestro es un soldado que los quiere y los extrañ a. Ahora solo le pido a
Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariñ os de su maestro que nunca se olvida de
Uds.”