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ConrerENcta 1 La formacién de los estudios culturales La problemstica de los estudios culturales aparecié en la historia intelectual britinica en la década de 1950 y comienzos de la siguien- te, Es importante comprender que el concepto de cultura se propu- so no como la respuesta a alguna gran pregunta teorética, sino como una respuesta a un problema politico y un interrogante muy concre- to: zqué pasé con la clase trabajadora a partir del advenimiento de ‘a abundancia econémica? En Gran Bretafia, las décadas posterio- tes a la Segunda Guerra Mundial, especialmente los afios cincuen- tay sesenta, fueron un periodo de un nivel de opulencia econémica inusualmente alto y un crecimiento econémico sostenido como la economia del Reino Unido no habia visto en todo el siglo XX, En comparaci6n, fue un periodo notable que tuvo un impacto profun- do en las relaciones sociales y las actitudes culturales. Por supuesto, €stos grandes cambios no fueron solo resultado de la bonanza eco- nomica, sino también de las excepcionales condiciones de la guerra. Con bastante frecuencia, una guerra quiebra la cadena de las rela- clones normales de una sociedad, incluidas las de clase. Y si bien wna guerra no crea nuevas tendencias de la nada, ab initio y ex nibi- 4 establece las circunstancias en las cuales tendencias que ya cre- cig . . : ‘ ‘an de manera subterrénea en la sociedad pueden, por decirlo asi, 27 Stuart Hall pe gvanzar a up Fiuno acelerado, SL. © ' ane ala superficie y abrirse camino a través ¢ ‘ las rests ens cosidiana mas facil y mis rapidamente de In que lo hacen « Gones normales. Fsté claro que, 0 Gran Bretafia, durant |o » comenzaron a darse cambios importantes que Continusrer +, Géndose a un ritino creciente inmediatamente despué contienda, Fue el periodo en el que, para sorpresa g do Laborista obtuvo una amplia mayoria (ta) vez Ja laborista que legueros a ver, pero este puede sonar rm ¢ inicié el Estado de bienestar que, por si mismo, haria periodo un momento hist6ricn crucial. Pero luego, enc en, digamos, se registra un boom consumista poderasarne do que produjo a su vez un impacts social y polition arre, se debié sobre todo a que, cuando el Jaborismo perdit ¢ mediados de los afios cincuenta, el periodo de gran pul vo liderado y hasta dominado por los conservadores y ¢) put tanico recibié las definiciones culturales de esa abundancia o bajo la hegemonia conservadora. Harold Macmillan! es une de eva magos edwardianos —quizas el iltimo~ que sencillamente no s ‘hha eeanen oe fe! postulaba de vex en cuando y Ie “Nunca esnniote oie habia hecho las cosas. Su eslogan mente bien”. Aquel era un * eeerate de continuar estando igui dancia econdmiea, ef Nivens onstante intento de identificar la 2 hegemonia politiea del Pose nee de la sociedad de masas, con Esa fue la “fase estadonie 2 sonservador. . ces la gente, especialmente | lense’ de la vida briténica. Hasta enton- Bretaha era la primera soci nes crefan ~sabian- que Gren dad industrial, que todo me las industrial, el paradigma de la scte- Gil dela tsa de ganangae oe 1 ExPaMSION a a declinacidn vende en el periodo de pe ieviierre ao primero en Gran Bretafia. Per? el hecho de que el case par ‘0s britanicos tuvieron que confronta dental, Sabitamente abi watigmaticn, Para toda la Furopa Occ Punt de vista dela pobladg 2 %F l0s Estados Unidos. Desde ¢ ‘on, todo marchaba extremadamente bie? 1. Prisner ministre, briténicn entze 1957 ¥ 1963. IN. de EJ a, | La formuciin de tus extudin culturates aqui y alli, pero se estaban produciensty arabes sig Maner; cfan separar definitivamente el perinde dr ella, cambios que pueden identifie, obtiene Ia cultura estadounidense nitidez de las relaciones de el; cidn de sectores de las clases t lores y las clases baja de comerciantes no profesionales Y profesionales; Jog comienzs de has culturas de masas, la penetracin Seneralizada de los merlin, masi- vos y los inicios de la era de la televisions a expansion rip conciencia orientada por la publicidad con En consecuencia, los intelectuales y I igual tuvieron que afrontar nuevos inter leza de esa cultura y esa sociedad de masas, sobre Ine tambios que estaban ocurriendo en una sociedad oputenta, capitalista, desarro- llada e industrial. Cuando, en 1959, el Partido Laborista perdido por segunda vez las elecciones, la gente comenzé a predeir que los conservadores permanecerian en el poder durante ciew aiioy (por suerte, no permanecieron, pero su gobierno parecié inter- : ider del Partido Labor : minable). El lider de oo! sta do 1959, ecfiee au fa salido mal en la convencidn laborista de habia salido mal en liticas y echd la culpa a la televisiin, a la fedaeeee sd ancy las revit emeninas, bvil de segunda mano, a las revis heladera, al automévil de segunda 1 eae a la desaparicion del sombrero de fie trod ela a alg tl ente sistiera a Jas carrera f dete ds gue Ie gente no a Io que habia salido mal! Por derrumbe de la vida cultural aie 0 te averse era: ;Debe ¢ habia que ha : e pregunta que ha alinente era mnie a suient pragunt que babi os bs cent perder el Partido Laborista?”, P pulares de la époea (Abrams it e 3 libros mas po a . ue el el titulo de uno de los libr ‘ a armen fl, pesto q - y Rose, 1960). ¥ In respuesta era do nun tipo particular de cul- a staba identificado con vu cavada por Partido Laborista estaba ident | que estaba sien soeval por tura de clase industrial tradicional que | Pues en es ad lancia de la socie fa abrumadora abundan a, fa clave terminaria i ii of ensaba, |i . TL apo de sociedad, ae pense Hegaria a parecerse ya tou’ 0 erosionandose y la sociedad llega founidlense. Y, en conse ter y la forma de la sociedad estad Politica tendrfa que cambiar. nificatives en HUY gener Posguerra del anteriny 4 ane con el Lider hisen enel contexte global el despl contiguracién de ta vida social que de al, pare ico que distuinuye vANcNHO y La inconpony alas clases SUMUSta, ete, os politie britinicos por rogantes sobre | hatura- a, al tratar de explicar qué I dem; ecesarianente TL carte 29 Sruart Hall 2 que e8o8 Can jeultar el hecho de que ¢ in io Poe oevde is fi “nes Obsery. fe bosquejo puede as de anilisis para quienes fi neva eae al Atkintico, la gente hablaba de ados de sia y La desaparicion de bre la decadencia y [i ves orientadns a la division de clase, Este brev aban enormes pro J. En ambos Ii : ", ‘so! 1 ci wiles Oren! ae eniionale ta llegaron a hablar del “tin de fy asta llega present ias politica las ideologias p supuesto, y Alzunas personas, por supues tian interrogantes economies y poli- ganas i bien existia istema socioeconomic ; ideologia”? Pero, si bi sjleza de este sistema socioecone : Nico, que ticos referentes a la ne sociedades britanicas del pasado, queda- parecia tun diferente de is principales transformaciones no eran : e las a : aE a i a odmioas come las cafearalen las ‘1 las econémi i" scurtles rant as ane iota otra pregunta fundamental: gcusiles son las les. Pero esto plan herramientas con las que tratamos de comprender la naturaleza del ail ya mend contritorio eamibio cultural? ¥ esto supwonia ale mis ge ony inporant: quel une puede comprender los eam. bio ques estinoperando en la cuura de la sociedad, tendri ya una pita estratégicadecsva para comprender los cambios mas amplios en Ja naturaleza de la sociedad y cémo se producen. Comencé a contar esta historia para separ; podian interpretar el nacimiento de los estudi Proyecto intelectual, pues a mi me interesa su nacié como un proyecto Politico, como una manera de analizar la alista avanzada de posguerra, No debe sorprender pues 'ci6n de los estudiog culturales esté inti arme de aquellos que os culturales como un brayar que en realidad ‘a agrupacién politi- los dos Movimientos perma- Paralelo. La Nueva » SU primera encarna- de un anal isis radical £n verdad esta teorética efectivas ban cambian, lo SY analiticas disponity., qu le las herramientas Para cumpl, 8 que habia heredad y Plit esa tarea, L., eva Ln sto no eran muy 4 Tequi ierda reconocia la La formaciin de los estudios culturate $ importancia del cambio cultural de este periodo no aparect a esta cuesti¢ mas del pensamiento marxista sobre el probl Lo que me inter TBO, no es comes Nueva Izquierda sino, antes bien, sefiala: con los estudios culturales. Muchas de | estudios culturales estab: ema de fa cultura, trarme en la que mantuvo ladoras de los de la primera Politico que la nutrié, r la conexién las figuras fund: an posicionadas en la érhita Nueva Tzquierda y el tipo de pensamiento incluidos Raymond Williams y, en cierta medida, Richard Hoggart ¥ otros de los que estuvimos implicados en el desarrollo inicial de los estudios culturales, entre quienes me incluyo, nos identificaba- mos mas vigorosamente atin con ella, escribiendo en la New Left Review y otras publicaciones de esa tendencia y comprometiéndo nos activamente en el movimiento politico. Se puede decir que, en esta primera etapa, habia una sensacién real de que el mismo perso- nal compartia los dos 4mbitos, Una de las personas que intenté bosquejar la naturaleza de los cambios culturales que se estaban operando es Richard Hoggart y lo hizo en un libro llamado The uses of literacy (Los usos de la alfa- hetizacién]. Los origenes de Hoggart lo sitéan entre los miem- bros de la clase trabajadora del norte. Cuando escribié este libro era profesor en un instituto de educacién para adultos; luego, fue profesor de inglés y uno de los fundadores del Centro de Estudios Culturales Contemporéneos de la Universidad de Birmingham. En cierto sentido entré en Ia tradicién critica literaria inglesa, con lo que quiero decir que se formé, como la mayoria de todos ee avanzando sucesivamente de una licenciatura en inglés a shee las ideas (y en oposicién a ellas) de F. R. Leavis, a quien ve wibe 4 referirme més adelante. De modo que, cuanclo Hoggart serie sobre cultura, lo est4 haciendo como un critico ae jiural real hacer la clase de andlisis o de lectura de la vida et ved tratando que haria si se tratara de un poema o de una nove seo él vivian en de evocar los tipos de vidas que él y las personas cout vue la clase trabajadora industrial tradicional anterior 7 némicas como inserito, no tanto en las condiciones politicas y eco 31 Stuart F Tall uleurales de Ja vida de la clase trabajadorg ye ‘ ma de cultura, cierto conjunto de valo. ue en los aspectos sociales Si. ciara eS ; conjunto de ese periodo, cee bs personas. Ve como IAS PETSOMAS qe ng elaciones ent res y de relacion cantidad de bienes materiales se fas ingenia- tenian a ee s vidas, como ereaban y construian una cyl. ban para orem aor supuest0y los sostenia en posiciones de n Tosti ni las sefioras del mundo. No eran ero eran capaces de sobrevivir, tura que los sosteni subordinacién. No eran 7 personas que fueran a liderar nada, Pp Y sobrevivian con dignidad. i Sus vidas constituian un modelo de cultura: no la configura. cién de cultura autenticada, valorizada o dominante, no la confi- guracidn de cultura literaria y “culta”, sino algo, sin embargo, que Hoggart quiere llamar “cultura”. Evoca esa temprana clase trabaja- dora tradicional —que segiin ha dicho el lider del Partido Laboris- ta, esta desapareciendo para siempre- y trata de “leerla” del mismo modo en que leeria un texto en prosa. Describe el tipo de hogar de clase trabajadora en el que €1 mismo se crio; observa cémo deco- ne paren niet destaca el hecho de que, aun cuando la Pedazos, siempre hay en ella un lugar para < Sn tide (1817: 109): “Los ose @ hombres y mujeres) $”. Esta @ . econ mie 7 critica que hacia Cole- *Y #6 que el capitatismo 32 La formaciin de los estudios culturate industrial temprano habia infligido a las ridge, hablan de ellas como “mano [de hubiera una mano que hiciera funcionar algo fortuito jque unido a esa mano hul este lenguaje es lo que permite anunciar aio habra cien mil manos que quedaré contar a las personas, debe pesarlas, Hoggart hereda esta que se ha insertado en los intersticios de la critica literaria. Antes g conta él pest describe. Aunque no est familitivad com nn pologia, esta haciendo una especie de etografia, tratando su Propia vida como si esta se desarrollara en una aldea en alygin punto de log mares del sur observando las cosas extrafias que hace y dela genta En realidad, esta metodologia es exactamente la de un etndgra- fo que, ante todo, presta atencién al lenguaje, al habla prictica real que usa la gente, a los modos en que las personas mantienen rels- ciones mediante el lenguaje y a la manera en que categorizan las cosas. Por ejemplo, Hoggart esté interesado en emo y por qué la gente de la clase trabajadora habla del Destino de maneras particu lares y en determinados momentos. Ahora bien, el término “Desti- no”, con mayiisculas, puede resonar por los corredores de las casas de clase alta, pero no es algo que realmente ponga un tapén a la vida del modo en que lo hace en la clase trabajadora. El Destino puede darle a uno una verdadera mano, lo que signitica que lo hard Por tinica vez y eso significa ganar la loteria y es mejor que uno lo aproveche bien porque seguramente “solo se le da una vez en la vida”, Con mayor frecuencia, el Destino le muestra a uno su peor cara, cara que uno siempre supo que alguin dfa se le iba a aparecer en el camino. Y, gqué pasa? El Destino. Es el lenguaje de una clase que nunca en la historia ha tenido poder de decisién. Es el lenguaje de una clase a la que las cosas le suceden, no de una clase que hase que las cosas pasen. Y de ese modo, Hoggart va desentraftando las implicaciones de la estructura de valor implicita en todo un ee de la sociedad, interpretando su comportamiento fisico, la mane i" de andar, el modo de relacionarse, cémo manejan los ee oh Se organizan en configuraciones. Sabia que esas cosas habia Sentido, no por haber leido libros de antropologia (que hecho) sino por leer literatura. Personas; 0 Sea, devia Cole. obra] industrial" a telar y como si fuera sol vera un ser humano! Pye, despiadadamente que reste + COMO si tradicién 33 Stuart Hall a literaria al anélisis de jentro del linaje cultural literario tra_ lent de él, porque es4 tradicién nunc, dicional, también se ubica fuera , PI ‘a : escribe merecieran |g ier ipo de cosas 0b a Leavis de la sal, consideré que ese ‘pe’ + hablar con ols mas minima atencion. one jél no hubie de una casa de clase trabajadora de Leeds ioe ble te ae ec entaban hablando! Es mas, jamé pensade sabido de qué le estal soade on eee a, que la “cultura” se 0 Hogegart, ratara de eso. H108 8 de aplicarla a la parte desdefiada, a la parte excluida de la ci6n, trata cultura. Por lo tanto, en ese sentido, él ha estado dentro y fuera de la tradicién que lo formé. Estaba al briendo el camino desde esa tra- dicién, utilizéndola para analizar su propia experiencia y generalizar . Eee la riquisima primera mitad del libro que fue extre- madamente importante ¢ influyente para quienes se esforzaban por llegar a un entendimiento con esta “cultura”. La segunda mitad es un intento de interpretar su propio tiempo —los afios cincuen- ta-y me temo que es... jcasi un completo desastre! Aqui el autor ha basado sus esfuerzos por comprender los cambios que se esta- ban operando en su propia cultura de clase trabajadora, no en una lectura critica rigurosa, sino en sus supuestos sobre la cultura de masas estadounidense y su propia adaptacién a la tradicién de la cultura de masas estadounidense, sobre la que en breve diré algu- i imaginacié Hoggart aplica una especie de imag? una cultura. Y, si bien se sitta d Ss un libro hito porque alimen- . ate it person, al Cuando fo li por primer ti’? ¥ nego, un deba- antes de conocer en c oe ~que procuraban responder. Ontexto de discusiones politicas gue en un espaci ‘0s problemas Sefialados antes— més 0 como el autor ide Richard Hoggart era conoci- rr La formacin de ls estudias culturateg importante sobre el devenir del mundo; en el gupongo que se 10 juzgaba como uno de esos 1 quales everiben durante sus vacaciones, una exp culativa intuitiva sobre Gran Bretaiia, que no ¥: serio. No obstante, fue tomado seriamente ¢ preguntas importantes que estébamos tratando de hacernos; :H, dlénde va la sociedad? :Qué le esté pasando a lacalunse 4 Hloggart es importance ademés en un segundo sentido tucional, porque cuando fue a la Universidad de Bisse blecié alli el Centro de Estudios Culturales Con declaracién de objetivos realmente tenia dos mers nar la obra de The uses of literacy, ‘ontexto. académico, bros que los intelen, ecie de lectura espe. alia la pena tomar eg mo Una respuesta el insti- irmingham, esta temporsneos. Su s: primero, conti- escribir més trabajos como ese. hacerlo de una manera mas organizada, promover que estudiantes graduados de diferentes clases encararan este tipo de trabajo, ever. bir de ese mismo modo sobre su propio tiempo, encontrar las formas de entrenat y refinar las sensibilidades que se estaban desarrollando en el plano académico en relacién con los textos y extenderlas al and- lisis de la sociedad. Fue Hoggart quien dio al proyecto de los estu- dios culturales una forma institucional. Esta es una cuestién crucial pues, como lo habia advertido Gramsci, ninguna ideologta ni teo- | ria adquiere su verdadero valor hasta que encuentra un partido, vale decir, una expresién organizacional-institucional. Hoggart fund6 la institucién, le dio la base, establecié una practica y elaboré el proyec- to real —que estaba en el aire- como un desarrollo intelectual. Ahora quiero referirme al tipo de trabajo que realizaron tanto ese primer Centro como otros intentos tempranos de reflexionar acerca de la cultura y el cambio cultural. En qué campo operaban? En particular, eudl era el campo en el que se situaba el término “cultura” en esta acepcién? ¢En qué terreno se estaba ofreciendo este proyecto? ¢Dénde fue acufiado y elaborado el término eultur ra” con este sentido? ¢Qué tenia ese concepto para inspirar seats nuevo Centro, a este nuevo proyecto? ¢De qué disciplinas académi- cas se estaba alimentando? . Ya he identificado el campo de la critica Jiteraria como un recurso i stituci s estadios culturales y, en part importante en la constitucién de los estu Juaat atic cular, la obra de F, R. Leavis, tal ver el eritico literario més pero®tt vo e influyente de Inglaterra. (El critico estadounidense que pod 3S _ Sruart Hall 1 Telling; se influyeron reci- . e Lione! aL nical 0 nsiderarse SY equialerte fu na suerte de libel conser. cor 5 iberal— rocamente ¥ ambos aru a conservadurismo liberal- en sus efor —que no 5 Jo mis tensiones Y las diferencias dentro ie la siones, Tends logia que hacé, respuestas a las presto Leavis defendia una metodologia q cha cultura contemporines.) a practica de la lectura rigurosa, segiin f se [amo 14 j joie - hineapié en lo que * hacer interpretaciones 0 juicios sobre los tex. ede eritico debe mostrar realmente e] Ja cual uno no P' estructura y la temiatica tos de manera vaga € inp i ie, la e tienen el lenguaje, " sentido o el valor a ‘ene que poder localizar las cualidades de un wexto particular. Uno fens BT que el propio juicio critico de ona obra pido 8 oar. Eso es exactamente lo que deseri- paso de un caso localizato& Oeste sentido, sus trabajos siempre bo como el método de Hoggart: © t . on a prictia de la leotara rigurosa de textos. Pero, en otro nivel, E.R. Leavis hizo una enorme reivindicacién a favor de la critica literaria y de los estudios de literatura inglesa en general. En ese sentido, no era un académico estrecho; crefa que Jos estudios de literatura inglesa, con su mezcla de rigurosa atencién al texto y una amplia sensibilidad a los modos en que operaban el lenguaje y el sen- timiento, eran da disciplina central de las humanidades; se situaban o deberian situarse en el mismo lugar en que solia estar Ia filosoffa. Pero Leavis hacia una declaracién atin mas audaz a favor del esta- tu qe comepondei asignarles a los estudios de literatura mas alld ation ‘heecaiee tee expertas en literatura estaban en mejor conjits vedecle robrece Para emitir juicios sobre la cultura en su en la totalidad de la cultura enh qe Leavis estaba interesado Ivieron escritores particulares se inspiraron QD. Lewis a de la cultura misma, Y, en aries sisinguid, escribié uno a nen una tea literaria ling public (La ficei rimeros libros —Kiction de abordar la li cci6n y el pribli a literary Publico lector|— afl El libro estaba en fan Popular antes que la seria , a . hen ae Ta teonia de la cultung nl inspirado en la sociedad de mosis Ura Popular. Eg decir, Sine ae de mass » Sostenia la idea de que la 36 a SSNS La formacién de los estudios culturates mayor parte de la literatura popular esté en da. ¥ que quienes Ia consumen en grandes corromperse emocional ¢ intelectualment Aun asi, la concepcién de Leavis de que el Proyecto implicaba evestiones referidas a la cultura en su conjunte antes que solo a I Fiveratura es una de las razones por las que quienes se formaron en una estrecha asociacién con él, incluidos tanto Raymond Williams como Hoggart y otros, pudieron liderar los esfuernos Por definir este nuevo tipo de critica culeural. Pero el problema fe que el con- cepto de cultura que subtiende la préctica eriti ica de Leavis se remi- te esencialmente a fa tradicién de Matthew Arnold (1869; VII: “Lo mejor que se ha pensado y se ha dicho”. Eso es la cultura, ¥ no dcheria haber ninguna duda de que lo mejor que se ha pense y ne se ha dicho no s¢ escribi6 en la sala de estar de Richard Hogere Se eseribié en alguna otra parte, y lo escribieron otto tipo de per. sonas. ¥ para llegar siquiera a reconocer todo esto jhace falta tener un entrenamiento elaborado y una sensibilidad determinada enla préctica de la critica literaria! Uno tenfa que entrar en la tac y entregarse a ella a fin de reconocer qué era la culo ade iF jue se habia afirmado en el largo trabajo le select ‘asia y ‘ién de una tradicién culcaral con todos a tail eect von y tod s sus exclusiones especificas. La tota- aaa lietomin paler quedaba excluida con el argumento eee aa thine deg tros espiritus y sensibilidades de que no era “refinada”, de que nues r ee 7 it i a hacerse exquisitos si nos no Tegarian 9 refinass ni bil d de la critica sensible y entrenada mos con ella, Era responsabilida on tae ce baer defers recorrer la tradicion y descartar lo pol SO a in odo, exponer al final la a ar coi aT ale oleae fiado de libros. En realidad, pa una miniiscula selecci6n, un pufia 1s valioes no eran i siquie~ Leavis, con frecuencia lo que rat eae broe: les paginas del libros enteros, sino extractos de algut yea de BI malin del meio ded Bde, 1859 ao todo Revata de una dh 7 te pero ne |. Solo Pond ae Fr Seen Los embujadore ee adie te i clase media baja podia ape gen gu guardin, su tide ue no era la propia y haberse one reno Leas depurador y su jardinero del modo en nocionalmente Santidades terminarsn por re. corrompi- 37 _—_" senart Hall vadas ambiciones para esta tradicién mas literatura, NO ofrect rian al pue- mo que continuaba en los. afhos cin » [vive ef momento}. Si la gente idad de posponer ¢} s ele jeyeran Leavis tenia Tas comin, $i los politicos filo ta vida fieil del cwenta, y que Hamaba Teyera nuis literacura, cOmP placer al infnico antes due Menno pocia sobrevivir Ia 7 pensaba que la vida empera sme ct 5 MUO a Pee a 8 a Let ee ieranura com ia iveratura com ba sveuttaral como un modo de mantener al . “ba 3” eran un enemigo complejo; margen a los barbaros. Los “barbaros 8 P10 taban incluidos los criticos afectados y decadentes del establish- esta ” , it ment, es decir, del Times Literary Supplement y de la New York Review of Boks, tc, lo que Leavis llamaba el ala filistea del orden estable- cido cultural. Estos criticos no estaban realmente comprometidos con la literatura, no estaban peleando moralmente a su favor. Pero Ja nocidn de birharos inelufa también a la gente de la clase trabaja- dora de Hoggart que queria jam today. E} método de Leavis no permitia “recitar de memoria” una peat reflexién sobre un autor; exigia una larga formacion. ‘xigin que uno reuniera a un pequefio grupo de personas en una Pequena aula de Cambridge porque no eran muchas las perso- nas que podian realmente aspirar a hacer esto— y mantuviera una conversacion © el 4 4 ‘ a ‘cin con ellas, embarcéndose en la dificil tarea de lor los valores culturales y las significne: eae, S ¥ as significaciones de los textos. Una per- sona podria decir; “Me 7 Parece a ¥ otra responde: “No tan de ravado como dl ea ta vex pasada, tn realdat han arado como el texto que leimos etc. El mé » hay un pasaje rez i”, c # método de la discusigy be Pasaje realmente bueno aqui”, 0 no?”, Cag haya h siempre fue; aya hee “jam today’ lerfa la nect vilor a la gratificacion inmediata. Pere Jtura en un contexto en el que la gente menzaba con los nuevos super. sa, tantc uso riguroso de la trad » ano?” : “gLes parece? 2Es asi cho estudios lit La formacién de los estudi s culturales nosotros en nuestras intuiciones e instintos, Pero, aun los habiamos formado en esa tradicion diletante roriae eg 8 Oe" nocet a seriedad moral de Leavis, En verdad eres ween eee, ra importaba; sabia que importaba. La suya era una coneepee alto grado elitista y refinada. No era una concepcién adda ma lanzarse a analizat las complejidades de la cultura de mans ern tenia por objeto ni por sujeto las pautas de vida de la sociedad vy su conjunto. Sin embargo, Leavis sabfa que aquella ers una cane tién seria que exigia un euidadoso debate. Lo que prevalecia ees orden establecido literario que no daba un centavo por la cultura pero el que tenia raz6n era Leavis. Y sin embargo, aunque fue ung de los pocos espacios en los que la “cultura” continuaba estediine dose y tratindose seriamente, esa tradicién Arnold-Leavis no estaba en condiciones de suministrar una base adecuada para desarrollar una ciencia de Ia cultura. ‘También podiamos encontrar, por supuesto, el término “cultu- ra” en ciertos tipos de antropologia. Y, aunque la antropologiz no era una disciplina que se ensefiara muy ampliamente en las univer- sidades briténicas, hay una importante linea en la nocién de cultu- ra que emerge de la tradicién antropolégica. La cultura entendida como un completo estilo de vida 0 como las pautas distintivas que caracterizan el modo de vivir sus vidas y de relacionarse con los demds. Esta es una concepcidn de cultura que lleg6 a ocupar un lugar central en Ja obra de Raymond Williams. Por desdicha, la tradicién antropologica de Gran Bretafia fue més estructural que cultural. Se enfocaba més en las instituciones sociales (la familia, la religin, etc.) que en las practicas culturales. ‘anto en Francia como en los Estados Unidos, la tradicién antropoldgica estaba mds interesada en las cuestiones culturales, lingiiisticas y simbdlicas. Si bien en la antropologia briténica no se habia producido gran can- tidad de trabajo ni de andlisis culturales, habia suftciente material de una tradicién seria que permitié mantener vivas algunas impor- tantes concepciones de Ia cultura, Después de todo, un pais impe- Tial que habia destruido cientos de culturas en todo el mundo y habia negociado el modo de abrirse camino a través de elas jcier tamente sabe en qué consiste ese concepto! Es posible que ie el tipo de concepcién un poco sesgada del “funcionario colonial”: 39 sinart Hall uw administrador colonial, era j uno era ‘ native” Pe” oe Jrural” estaba sucediendo cuando, a ra na Keyltural” €s . rons aw al dor, S© vestia de manera apropia muy conscle Jor abrasace” ‘ ma aps aun en meso 4 Jentement® hay en esto algo simbélico! Algo da para i co Oe con el funcionalismo malinowskiano por- carse a" , weeane we 0. puede exP! fe lo funcional y también tenta que entender que que es lo opus noque de culturas. Después de todo, ted i ba dando un © M : > de ie habia alguna otra cultura que, de alguna aera lado, por decirlo ash manera, e! funcionario colo! gado de a menos, estaba encar} ‘ 1 estilo de vida. El ad nial se fas habia arreglado para absorber dministrar pero que era una cul- ministrador tenia pues que que sistemas de leyes, entre dos maneras de resol- dos clases de matrimonios, etc. La antropologia briténica esté completamente marcada, profundamente tallada, por su pasado imperialista. Con todo, como pasan siempre estas Cosas, consiguié mantener vivas ciertas consideraciones muy importantes sobre la cultura, aun cuando estas estuvieran algo apartadas de los asuntos que se ventilaban en los estudios culturales y alrededor de Ja Nueva Izquierda. U 1 acid na tercera fuente de teorizacién referente al concepto de cultura fue la sociologia, En la década de 1950, la sociologt: estadounidense. La sociologfa britsni » 3 Socio ogia era se. La sociologia britanica ti isti do pasado en investigacién social (po tiene un largo y distingui- les Booth y Henry Mayhew) y en la adh ejemplo, la obra de Char- ales ’ 2 a ini id scises, pero la vida intelectual brtinca no he heelys ghee cidn esencial a la Sociologia emmacinge ne rene Hinguna con- desarrollado, No hy gia entendida como c: ae fi ubo ningin Durkheim, ni nj campo teorético no lo produ: “ 1 MM ningtin Weber; ; Parone, Gl rat © Produjimossnisiquiera ha hahid notice 4, see iG ‘ale gia briténica sie , en quedarse con at pun Talcott se con él!) La sociolo- o, al ura con su propi negociar entre dos ver disputas, entre Ea formacin de los estudis cultural de investigacion que adoptaron eran sustancialme canas. En el contexto de la formacién de Ine aie en ests etapa, no es neeesaio hablar dela soiaion se en general, pero si es necesario decir algo ultrasimplificada, sobre una parte de le historia a sociedad de masas y la cultura de masas. Este debate ios treinta con el trabajo de la Escuela de punto mis alto en las defensas pluralistas de |. la década de 1950, Durante la década de 1930, Horkhe miembros del Instituto de Investigacién Social vieron en el ascenso Gel fascismo importantes indicadores sobre a aturaleza de ome nizacién de la conciencia, de la conciencia social y la cultura, Soste- nian que lo que permitié esta deformidad social ~cuya posibilidad no habiamos imaginado en nuestra normal comprensin del progress de la Tlustraci6n y el pensamiento racional- era el derrumhe de ls infraestructura de la sociedad. En consecuencia, tenfamos que obser- var las fuerzas inconscientes y las relaciones autoritarias profundas que pueden llegar a generarse en una sociedad que se considera una de las més avanzadas y cultas del mundo. Cuando los miembros de la Escuela de Frankfurt huyeron de Hitler al exilio, muchos de ellos se dirigieron a los Estados Unidos. Y argumentaron que, en este pais, eran visibles también algunos de los mismos signos de una tenden- cia hacia patrones autoritarios que habian reconocido, demasiado tarde, en Alemania. En cierto sentido, desafiaban a los defensores de Ia sociedad y Ia cultura estadounidenses. Estos iltimos se romaron un tiempo sorprendentemente largo para formular una respuesta; la respuesta finalmente lleg6, en los afios cincurenta, cuando sociélogos como Seymour Martin Lipset sostuvieron que los patrones autorita- tios no estaban reemplazando las instituciones socia les tradicionales como Ia familia o la religidn y que las estructuras sociales informales estaban intactas. En realidad, argumentaron que el capitalismo al ba cumpliendo sus promesas; que las diferencia roused _ oo ban suavizando y que los Estados Unidos habian ine co ttn a todas las diferentes poblaciones de inmigrantes con sl fandio- creado una nueva identidad estadounidense. jE] plural vsti de que na! Aquello era una reivindicaciOn, una afirmaci6n posit nte muy ameri- liog culturales @ estadouniden- nque de manera debat sobre la Se inicié en los rankfurt y aleanzé gq la cultura de ‘Masas de » aU imer, Adorno y los otros 41 | seaart Hall S €ra lo stida y la cultura de ma pana corporat ide manera gradu todas In adas y 1 ginales e integraron a ella. Era la jad y ta cu s entendidas enrement § aba sufici amplia la soci suficientemente vulturay subordin 1 de la socied gran image como un “erisol”. En la dévada d dominacion impe ras de su anilisis a que la posicién estadounidense de 1, fa gomprension social y politica y * estado partivipando de ese debate vientos de suando la bandera estadounidense 1 sia otras comarcas, los estudiosos de la sociologia Tucgo erearin Middle America inme~ iguieron su estela. Este proceso apare- re ee deserito en una serie de escritos del decenio, Es la Alianza paca el Progreso en su etapa femprand- El tipo particular de cieneia social pluralista y positivista, que llegé a ser la forma domi- s de la cual los Estados Unidos entienden su sociedad, jus estructuras sociales y su cultura, se adoptd y regeneré luego en tevlas partes Y, si eemos las publicaciones socioldgicas bricénicas del period, vemos que parecen notas al pie y notas al pie de las notas al pie de las obras de Merton y Parsons. No solo no tenian ninguna relacién con la vida briténica, sino que ademas no reflejaban de nin- snin modo el sentido distintivo de la vida que se estaba considerando, Direetamente se habia trasplantado de un contexto a otro un enfo- que metodolégico y las suposiciones ideoldgicas a las que daba lugar. En esta tradi socioldgica de corriente dominant, la « ie ra es el area de las normas y los valores. Es lo “tina real mente todo el sistema. En la obra de ‘Taleo que coordina real- oe nla obra de ‘Talcott Parsons, h a biolégico, un sistema social y un si oe ay un sister sole i tnpormmes del hc nea cultural. ¥ Parsons escribe los diferentes grupos sociales y en al reansinies ee conexién entre un grupo social establecimiento de las lineas de Y otro. Pero elabora muy poco esos je 1950, a medid ilobal erecta que babi la dpoca. C siguieron los sures los mares hi ineias policicas Ue ie amente y en codas partes nun Conceptos. F, 2 ¥ mant 5 que una sociedad permanezca tener ese grad dé Consenso que ace Stable. Uno de los s de puntos fuertes de 42 La formacion de los estudios culturales esta forma de sociologia es su conciencia de la pluralidad de la cul cultu- pea que no sorprende si se considera que el sitio que estab a tra~ Tay a le describir era los Estados Unidos. tando d ste enfoque co a ia Ve 7 mprende tc hay woa amplia varied de configoraiones cuales diferentes que se superponen entre si, pero no es capaz de hablarnos de la: ciones entre cultura y poder, las relaciones de dominacién y la nacién que pueden existir entre esas diferentes culturas. Y pore — verde decirnos cOmo ciertas pautas y ciertos valores culturales par ticulares consiguen imponerse, cémo se forman las configuracione s calturales dominantes. No puede decir nada sobre las relaciones de vier entve las formaciones culturales centralizadas y las margina, ine. Consideremos et ensayo de Edward Shils (1961) titulado Cone sre and periphery” [Centro y periferia]. Es una especie de historia de ta cultura “de la cabafia de leftos a la Casa Blanca”. Comienza con el supuesto de que la cultura de las masas (la versi6n estadouniden- se de “el pueblo” de Hoggart) es totalmente brutal y banal. Pero, a medida que la sociedad contintia abriéndose cada vez mis, ‘tambien las masas seran. gradualmente atraidas hacia el centro; las relaciones entre el centro y fa periferia crecerin y se multiplicardn. La cultu- ra de masas difundiré normas culturales a lo largo y a lo ancho de la sociedad y, en algiin momento, todos leeremos a Jane Austen y miraremos la television. El crecimiento continuado de esta cultura homogeneizada asegurard el pluralismo. Y de este modo, aunque la periferia nunca legard a ser el centro (;qué sorpresa!), sus interre- laciones mantendrén la sociedad cultural y socialmente estable. jEl pluralismo funciona! Esta vision de las cosas es sutilmente perceptiva. Sin embar- go, suponer que uno podria hacer una descripcién de una socie- dad compleja como Ia estadounidense y explicar su unidad sin hacer referencia a las relaciones de poder entre las diferentes culturas ~como si las relaciones culturales pudieran darse independiente mente de las relaciones econdmicas, de las estructuras ciales y especialmente del poder- produce un concepto de cultura vaciado. Cuenta un lindo relato y Hama la atencién sobre ciertas caracteris- ticas importantes, pero su niicleo es radicalmente débil y limitado. Hay otras nociones de cultura presentes en otras Lineas alterna- tivas de la tradicién socioldgica que, a menudo, encarnan un sentido 43 Srnart Hall sal y una concepcin much si6n cult ‘ ficacidn Ct quieren las relaciones sim_ sa que : cancia AN Tinreractaan entre si los gry. adicién estructural de do, por ejemplo, €P to mologeas e interpretati- pos, Eo Pen ii rere simblcn ton shim y Mauss, a dé Durkheim y Mauss, las (00 ia de la F achieen vas que surgen de Weber y ruida a partir del trabajo E uela 1s diversas posiciones) CONT gi bien cada una de esas lineas de | livers ” 7 * rO- ‘de Pensamiento Socal de CRICABY TT desarrollo de os estu~ e 7 ’ to iba a desempeniar un Pp ezaron a formarse y a : ue estos emp eriodo en que € . . enel petontinuaban siendo relativamente desconc a ve de cualquiera. / ae ea écads de 1950 y los comien- i res que emprendieron la aven- . seni smucho mas rico de ia sigm™™ mis perceptiva de Ir impor bolicas y culturales en pensamient dios culturales, surgir, aquellas teo! das y no. estaban al al Bn niente, os investigado os de fa siguiente in lugar mas central en su comprensi6n del tora de tratar de der ina sociedad a las relaciones culturales movimiento hist rien ot mealtura sostenidos en muchos ambitos “iferentes de su endo intelectual en la tradicién erin literaria, en algunas formas de saciologia, en trabajos antropol6gicos-, pero en tados esos casos, la concepeién de cultura continuaba estando en una especie de “vida intermedia”: no teorizada, muy poco desarro- ada, limitadla y restringida. Y esta es la razdn, en cierto sentido, de que la primera tarea que tuvieron que encarar los estudios cultura- les resultara ser también la Gitima: dedicar algtin esfuerzo a concep- tualizar la cultura de modo més adecuado de lo que lo habian hecho Jas tradiciones hasta entonces disponibles. Por diktimo, quiero abordar la cuestion del marxismo en relacion con los comienass de la historia de los estudios culturales. Por cierto, ‘a fuente mis poderosa de los estudios cultural Tia, en especial lade la tradicin de Leavis, per g32 tradicién dentra de un debate més amplio. Una de las conert. buciones Inds unportantes de Leavis es haberle dado a la novela ef tipo de atencion que otros crit titicos literarios tradici fi dado a la pousta ye dn adicionalmente habjan t ma razdn, se encon- debatiendo cane * criticos marxistas de los aiios treinta y : momento e1 ‘ido Comunista, se estaba esctihivids on due altededor del Par uendo una cantidad de trabajos que les fue la critica litera- 0 es importante situar 44 La formmacin de los estudios cutrurgl utes intentaban aplicar Ja teorfa marxista al an t : niilisis de ta i realidad, en la década de 1930, habia toda un At! literatura, Fy Una escuela de y eriticos ~pienso en Christopher Caudwell y cn escritores estaban utilizando instruments marxistas e ; Ph Fox que US ailisis, ficamente de la novela. UN reto para 5 directamente de los su propio proyecto. En varias ocasiones se inthe en esta escuela y con frecuenci: incorporé algunos crabajos a su propio periddice, Soutin: por em, SOE, io, Serutin plo, Edgell Rickword y de L. C. Knights. Este tltimo era principales colaboradores de la publicacién, pero cory mente interesado en el contexto econémica y soviale hen sobre todo en el teatro isabelino y jacobino, De modo que dt mo no estuvo en absoluto ausente de los escritos que ‘ecsuban ne duciendo en las cercanias de Leavis su obra. Sin embargo, events Raymond Williams (1958) revisa la obra de Leavis en la lena pote de Cultura y soviedad, ubica su juicio en el contexto de este debe y llega a Ja conclusién —absolutamente franca y acertada, en mi opi- nidn- de que Leavis se gané esa cooperacién y que la merecia, Dele, mos recordar que lo que constitufa, en aquel momento, la curriente dominante, las producciones principales, de la critica litera ta jera extremadamente malo y simplista! Toxtavia no habia recibido Ia influencia de lo que podriamos llamar la tradicién marxista occie dental; todavia no habia descubierto los primeros trabajos de Mars no habia ofdo hablar de Lukées ni de Benjamin ni de la Fseuela de Frankfurt ni de Gramsci. Su “marxismo” era una aplicacién directa, mecinica del modelo de la base y Ja superestructura a un anilisis de Ia produccién de la literatura y de los artefactos culturales en general. Era ignorante de las eriticas mas recientes ce las teorias del redue- cionismo y del simple reflejo de la cultura, Caudwell es un caso dife- ginaci6n rica (para los niveles marxistas) y ar una teoréa literaria y cul- asa ello fue mejores los trabajos de uuno de los tres rente porque tenia una ima; muy poco ortodoxa. Para poder desarrollar tural, se inspiré en una amplia variedad de fuentes y gracias 3 © considerado como un joven extremadamente brillante aunque bas tante fantasioso por e] mismo Partido Comunista. a En contra de este panorama, Williams sostiene an’ Ot tn ya con un espiritu abierto —con Jo cual quiere decir él mismo, 45 stuart Hall ya formado en Ia tradicion erj. guaje y las formas simbg. hacemos todos-> tte repudie su elitism Mreraia presendo £729 a yuneala y rept fen tica literaria pl renda fo q «se satisfecho con una practi. licas, aun cuando ~~ no puede gentirse de maquinaria bastante educacional ine plemente aplica gna case de descripcién ela. stica que Si nin; 4 ca teorética g! e no ofrece Jar que se esté analj- texto y qu rticwar a) burda a cada bra pa se est c jidades de Ja ©! icu ann borada de las comple es a que fs eta we gando. En suma, William 30st ritica marxista Oi eor, que Leavis en su 17 tento de reconstruir criti- L de ml ser mejor, no peor omprender las for. "Gidades de la obra, porque comp Co i em iladas exige hacer un anilisis que reconozca jada: mas simbélicas desarrol luego agregue algo més sobre sus Ja complejidad de esas formas viales y econdmicas. Creo que el de relaciones intraestructurales ban esencialmente acertado. Williams es un juicio See cofeiracd a los estudios culturales y el por Su bamnos hablando de la posguerra antes que del perio ne ucrra y, por lo tanto, de la Guerra Fria. En la década de 1950, hablar de la teorfa marxista o de la critica maraista, aun la de los afios treinta, no solo era algo que no estaba bien visto; para los intelectuales era hacer algo realmente bastante peligro- so. Por eso, si ustedes encuentran algo oscuras algunas secciones de los primeros libros de Williams Cultura - sociedad (1958) y La Jarga revoluciin (1961)-, se debe en parte a la necesidad del autor de encontrar términos alternativos a los marxistas Para poder hablar de los conceptos marxistas. Por ejemplo, en ninguno de esos dos libros Williams emples la expresién “modo de produccién”. Habla i tite eeonsmica, el sistema de organizacién econs- en clave para reetunloene Dt Sugiriendo que estas eran palabras Conceptos Marxistas, no quiero insi- cide llamente eludiendo la censura. ¥ aceptado las deficiencias de los tipos de era que s¢ hay cualquiens de al en xistas era tan arraigad La formacién de los estudios culturales as pruebas Y aceptaran los anilisis. La negativa de Williams a uti lizar el vocabulario marxista seftala una doble operacién , Jado, necesita conceptos mis ricos que los que puede ofres tcadicién, pero, Por el otro, también necesita conectarse en intelectual con personas que con frecuencia eran totalment oincapaces de pensar el problema en términos marxistas, Hay una compleja relacion entre la tradicién marxista y otras tradiciones que pueden encontrarse en los estudios culturales en el periodo de su formacién. Ya he mencionado la superposicidn entre Jos primeros estadios de los estudios culturales y lo que he llamado ei nacimiento de la Nueva lequierda. La primera Nueva Izquierda surgi en realidad en 1956 como un movimiento politico y muchas de las personas implicadas en ella participaban de un debate con el marxismo sobre las impropiedades de ciertas posiciones marxis- tas. Aunque ese didlogo utilizaba lenguaje y conceptos marxistas, la gente de la Nueva Izquierda se estaba distanciando de las posicio- nes estalinistas que habian conducido, por ejemplo, a la invasién de Hungria en 1956, que fue realmente el momento formativo para la Nueva Izquierda. Por consiguiente, en las primeras etapas de los estudios culturales rondaba por alli un tipo alternativo de marxis- mo. No estaba muy desarrollado; no estaba inspirado por ninguna de las principales figuras que uno podrfa citar hoy, que escribie- ra desde los aiios veinte en adelante y que hubiera contribuido a enriquecer la teorfa cultural marxista. Sin ese sostén teorético, este movimiento estaba tratando de luchar contra un tipo de marxismo extremadamente mecénico, con el propésito de abordar y expli- car esos problemas complejos y no solo en Ja esfera de la cultura, Una de las cosas que estaban tratando de hacer estos investigadores en los afios cincuenta era entender las operaciones de las relacio- nes de clase. En la década de 1950 y sobre todo en la de 1960, era evidente que las relaciones de clase estaban cambiando de mane- ra significativa. También era completamente verdadero que ¢l capi- talismo no habia desaparecido, que las formaciones de clase no habfan desaparecido ni habian sido incorporadas enteramente. La cuestin es pues como analizar las formaciones de clase, Jas dispo- como permanecer dentro por asi por un ‘cerle la el plano fe reacias Siciones reales de las relaciones de clase; del marco mas amplio de Jos andlisis de las clases sin quedar, 47 stuart Hall ys. Muchos de los proyectns de |, untaban virtualmente a tratar qe letamente NUEVO, PETO que cop. mplio o los parametros de j,- it ello Jo con varios nudos im c Nueva Izquierda de es€ periods generar analitico comp! vrar un Lenguaje we do dentro del marco @! arxistas. 15.17 da juzgo jnadecuado el marxismo que estat, do y quizas valga la pena sefialar rapidamen. - nes de ese rechazo. En pocas palabras, el mar. te algunas de le habia optado por un enfoque sustentado en ee ie aoe as dimensiones de la base y Ja superestructura esta. han determinadas plena e intimamente por las relaciones del mod, de produccién capitalista. Es evidente que esta posicion deja muy poco espacio para la eficacia de Jas superestructuras mismas. Tra_ tar de abordar ese problema en aquella época implicaba una suerte de exégesis de Marx, y podemos tener una idea de donde se situa- ban los autores con respecto al proyecto marxista por la cantidad de veces que citaban la correspondencia entre Marx y Engels, pues ahi ¢s donde Engels comienza a reconocer que, por tratar de superar e] largo legado del idealismo hegeliano, ambos habian puesto dema- siado énfasis en lo econémico. En esas cartas, Engels se oponia a la nocién de que es posible aplicar simplemente las mismas leyes y mismos modelos a cada situacién, iendo p decir, atad gen tinuara operan’ posiciones basicas La Nueva Izquier en boga en aquel perio los de igual manera, haciendo pasar cada situaci6n a wavés del modo cid aru mas tarde, tradu- ung s ca antes habj, Pos de lectura alrededor se de aba un alcance mucho 4, a la cuestion de las La formacién de los estudios culturales necesidades humanas, etc. Y que abrié un espacio im tro de la teoria marxista para que la Nueva lequierde oe den- i, sin tener que adecuarse a la camisa de fuerza de ia Operara en pase-superestructura, maquinaria fn realidad, los estudios culturales nunca encontr: de reabsorber Ja clasica posicién marxista sobre las su her x meaner de et pple modelo de “la base que determing la superestrneurg™ sa propia posicién. En los comienzos, Raymond Williams Ewe ‘Thompson, cada uno a su manera, atacaron la simpliida ta modelo base-superestructura. Ninguno de ellos la empleé y oh ss prefiieron la oposicion hegeliana entre er y conciencia, Hast tee marxistas estructurales althusserianos, a quienes tanto Williams como Thompson se oponen, han emprendido una profunda obra de critica y revision de las relaciones con el problema de la base y la superestructura como tal, por Jo que han desmantelado la centrali- dad de] modelo mismo. No obstante, es esencial aclarar qué se esta rechazando en estas criticas. Después de todo, en la medida en que procuren continuar desarrollando el andlisis de la culeura dentro de um marco marxista, deben estar atentos a los supuestos materialis- tas de Ja teoria marxista. Esta es historica, estructural, materialista y se afirma en contra de la clase de teorias idealistas de la cultura que encontramos en Ja tradicién critica literaria dominante y en otras tradiciones culturales. Por consiguiente, lo que distingue la version marxista de los estudios culturales es, sin duda, que encuentra una manera de pensar el dominio de la produccién cultural, el dominio de lo simbélico, en relacién con las bases materiales. Pero

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