Carta de Un Conventillo

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Buenos Aires, Argentina, 12-6-1901

Con destino a Madrid, España


Dirigida a Daniel y Laura Chávez
¡Hola! ¡Padre y Madre! Por fin he podido enviarles esta carta, aunque no estoy muy segura
de cuando vayan a recibirla, por lo que trataré de contarles todo lo importante de nuestra
estancia aquí en la Argentina.
Llegamos con Alejandro y los niños casi nueve meses atrás, y vinimos a parar a vivir a un
Conventillo ¿Cómo les explico que es? Digamos que es una casa grande, con un patio
común en el cuál hay distintas puertas que llevan a lo que son las habitaciones. Es… un
poco raro. En la habitación en la que estamos nosotros siete no hay más que una pequeña
ventana, es un lugar oscuro y con poco aire, que le da miedo a los chicos de noche, muchas
veces vienen a dormir con nosotros por eso. La relación con los otros inquilinos tampoco
es muy buena. Una señora, dos puestas a la derecha de dónde estamos nosotros, creo que
es de Libanesa, grita todo el tiempo, no para de discutir con su marido. Otra cosa que me
molesta muchísimo y se que no soy la única, es que por lo menos un día a la semana (si no
es que más) ocupa durante todo el día la pileta de lavado y la soga para colgar la ropa ¡Es
muy exasperante! Y cuando intento hablar con ella se enoja y grita, pero todo tiende a
olvidarse los fines de semana, sobre todo los domingos, que nos reunimos los inquilinos en
el patio central del Conventillo, charlamos, cantamos, bailamos y compartimos, es muy
entretenido.
Todavía no lo hemos vivenciado, y roguemos a dios que tampoco tengamos que hacerlo,
pero hemos oído de que por estos lares suele haber muchos incendios. Algunos dicen que
es culpa de los inquilinos, otros dicen que no, lo que es cierto es que se provocan por
cocinar dentro de las habitaciones. Para cocinar utilizamos braseros, lo cuales deben
prenderse en los patios, pero cuando llueve no podemos hacer eso, y tenemos que comer,
por lo que nos saltamos un poco las reglas y los prendemos adentro.
Quizá las condiciones no son las mejores, pero hacemos lo que podemos. Contamos con la
suerte de venir a parar a un lugar donde hay cañerías, por lo que tenemos una ducha
dónde limpiarnos, solo hay que compartirla.
Estamos cerca de fin de mes, por lo que pronto pasará el Casero a cobrarnos la arrienda. El
Casero es en realidad un inquilino más, pero que tiene un trato con el dueño del
Conventillo, mientras se ocupe de las tareas del lugar, puede quedarse con una parte de las
ganancias.
Para poder pagar el alquiler, y por más que mi amado Alejandro va a trabajar en con junto
con mi ya mayor Antonio al campo, yo también hago en conjunto con nuestras Gemelas
Raquel y Yolanda trabajo de costureras. Ya que tratamos de ahorrar todo lo posible, para
poder irnos y conseguir nuestra propia casa ¿Pueden creer que Antonio tiene ya 14 años?
Yo todavía no lo concibo. Están todos tan grandes, las gemelitas cumplieron hace un mes
12 y mis más pequeños, Francisco con 2 y Dolores con 1 son la alegría de la casa. La última
vez que los vieron, Fran apenas hablaba y la pequeña era una recién nacida. Ahora, mi
muchachito habla hasta por los codos, y la pequeña está dando sus primeros pasos.
¿Y por allí? ¿Cómo van las cosas por España? ¿Cómo están ustedes? ¿Y el Tío José y la Tía
Laura? Daría lo que fuera por estar con ustedes ahora, y poder contarles todo lo hermosa
que es la Argentina de frente, y no por una carta. Prometo que en cuanto tengamos
oportunidad iremos, y les contaremos todo. Si, sé que hasta ahora solo les hablé de los
Conventillos, que quizá no suenen muy lindos, pero este es un país hermoso. Tiene unos
paisajes con los que solo había soñado, una tierra tan bonita y tan fértil que pareciera que
hasta cualquier cosa puede florecer en ella. El otro día unos vecinos de la puerta de la
Izquierda de nosotros tiraron un par de semillas de girasol en un pequeño espacio de
pasto de fuera de la vivienda, y ahora, ¡Una planta está floreciendo! Es increíble, ansío
algún día poder mostrárselos a ustedes, que puedan verlo con sus propios ojos.
Creo que esto es todo lo que tengo para decir por ahora, se que me gustaría contarles más,
pero si siguiese, la cara se haría eterna. Esperamos con ansias su respuesta
Atentamente, María Chávez de Cárdenas

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