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El acceso a la justicia y las

100 Reglas de Brasilia

Rodil Melitón Errivares Laureano


Corte Superior de Justicia de Áncash, Perú
melitonerrivares@hotmail.com

1. Introducción

Las 100 Reglas de Brasilia se elaboraron a raíz de la XIV Cumbre


Judicial Iberoamericana; estas desarrollan los principios recogidos
en la Carta de Derechos de las Personas ante la Justicia en el Espacio
Judicial Iberoamericano, realizada en Cancún, México, en el 2002, con la
participación de las principales redes iberoamericanas de operadores y
servidores del sistema judicial, como son la Asociación Iberoamericana
de Ministerios Públicos, la Asociación Interamericana de Defensorías
Públicas y la Federación Iberoamericana de Ombudsman.
El sistema judicial debe ser un instrumento para la defensa efectiva
de los derechos de las personas que se encuentran en condición de
vulnerabilidad, no basta con que los Estados reconozcan los derechos
de dichas personas, sino que es necesario que sus derechos se
concreticen en forma efectiva. Para ello las 100 Reglas de Brasilia no
solamente contienen una reflexión sobre las dificultades que afrontan
las personas en condición de vulnerabilidad para tener un eficiente
acceso a la justicia, sino que recogen recomendaciones para los órganos
públicos y para los operadores de justicia. Por eso es que en el diario
trabajo a cargo de los órganos jurisdiccionales se ha previsto realizar

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algunas buenas prácticas para cumplir con el objetivo de las 100
Reglas de Brasilia y que de esta manera las personas en condición de
vulnerabilidad tengan acceso efectivo a la justicia, sin discriminación
alguna, para lo cual se les debe dar facilidades y apoyo para el pleno
goce de los servicios en los órganos jurisdiccionales.

2. Personas en situación de vulnerabilidad

Las personas en situación de vulnerabilidad son aquellas que por


razón de su edad, de su género, de su estado físico o mental, o por
circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o culturales, encuentran
especiales dificultades para ejercitar con plenitud ante el sistema de
justicia los derechos reconocidos por nuestro ordenamiento jurídico
vigente.
De lo dicho, vemos que las causas de vulnerabilidad son la edad, la
discapacidad, la pertenencia a comunidades indígenas o a minorías, la
victimización, la migración y el desplazamiento interno, la pobreza, el
género y la privación de libertad. Sin embargo, depende también de las
características específicas o del nivel de desarrollo social y económico
del país.

3. Acceso a la justicia

El acceso a la justicia es considerado un derecho fundamental que se


debe garantizar en una sociedad democrática dentro de un Estado de
derecho, participativo e igualitario. Es el derecho que tienen todos los
individuos a utilizar las herramientas y mecanismos legales para que
se reconozcan y protejan eficazmente sus demás derechos. Entonces,
no existe acceso a la justicia efectiva cuando, por motivos económicos,
sociales o políticos, las personas son discriminadas por la ley y los
sistemas de justicia.
El acceso a la justicia se refiere a que se debe garantizar la
igualdad de condiciones para que las personas puedan acudir a los

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órganos jurisdiccionales a reclamar que se protejan sus derechos,
indistintamente de su estatus económico, social, político, migratorio,
racial, étnico o de su filiación religiosa, identidad de género u orientación
sexual. Por ello se dice que el acceso, para que sea real, debe ser amplio
y sin discriminación.
Entendemos que el acceso a la justicia es indispensable para el
desarrollo social, económico y político de un país. Por este motivo, con
la finalidad de proteger los derechos, satisfacer las necesidades básicas
y promover la participación de los ciudadanos, es necesario garantizar
el acceso más amplio posible a la justicia, implantando estrategias para
promover la educación sobre derechos, la representación legal gratuita
y adecuada así como el trato justo e igualitario de quienes acuden al
sistema de justicia.

4. Tutela jurisdiccional efectiva

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es considerado como uno


de los derechos constitucionales fundamentales que tiene todo sujeto
de derecho al momento de recurrir al órgano jurisdiccional solicitando
que se le imparta justicia, al existir garantías mínimas para todos los
sujetos de derecho que hagan uso o requieran de la intervención del
Estado para la solución de su conflicto de intereses o incertidumbre
jurídica por intermedio del Poder Judicial a través de sus órganos
jurisdiccionales.
Este derecho no comprende nece­sariamente obtener una decisión
judicial acorde con las pretensiones formuladas por el sujeto de
derecho que lo solicita o peticiona, es decir, a que su pretensión sea
necesariamente amparada; se trata más bien de la atribución que tiene
el juez para dictar una resolución conforme a derecho y siempre que se
cumplan los requisitos procesales mínimos.
Diariamente se habla de querer justicia, en todos los ámbitos
y aspectos de la vida y dentro de la sociedad, sobre todo cuando se
trata de alcanzar protección, resarcimiento o reparo cuando se
lesionan bienes materiales o personales que por algún motivo fueron

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vulnerados de manera voluntaria, involuntaria, o tal vez por omisión.
En estas circunstancias, las personas perjudicadas en sus derechos
protegidos y reconocidos constitucionalmente acuden al Poder Judicial
o al Ministerio Público.

5. Derechos

La palabra derechos, en plural, concede o reconoce a un sujeto de


derecho; a diferencia de la palabra derecho, en singular, que se refiere
a la ciencia jurídica, al ordenamiento jurídico o a un sistema jurídico.
La  justificación  del disfrute o ejercicio de los distintos derechos por
cada uno de los sujetos que los poseen puede basarse en las distintas
circunstancias mediante las cuales los obtiene. En este sentido, resulta
un término difuso por comprender diversas situaciones o relaciones
jurídicas, por el contenido, objeto o sentido de lo reconocido o
concedido, titular o el eventual obligado.

6. Buenas prácticas

En los diferentes órganos jurisdiccionales de todas las especialidades,


en todos los grados y en las diferentes sedes en donde funcionan,
se puede implementar, planear o ejecutar una variedad de buenas
prácticas para que las personas en condición de vulnerabilidad
tengan un efectivo acceso a la justicia. Mucho va a depender de la
disponibilidad del operador jurídico, de la buena voluntad que tenga
para desempeñar su labor o función, desde el personal de limpieza,
pasando por el personal de vigilancia, el personal administrativo así
como jurisdiccional, hasta el magistrado o alto funcionario, según sea
el caso.
Pero la identificación plena de los operadores de justicia no
debería estar limitada o impulsada por la existencia o por el temor
que se tenga a los órganos de control, dígase OCMA u ODECMA, sino
por la mística de trabajo que se tiene como persona humana, la cual

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es inherente a toda persona, que lo demuestra o realiza en todas las
etapas de su vida o en los diferentes estratos dentro de la sociedad. En
el entendido de que las personas en condición de vulnerabilidad no
solamente necesitan un efectivo acceso a los órganos jurisdiccionales
para ejercer y hacer respetar sus derechos, pues dentro de la
sociedad en la que se desenvuelven también requieren una efectiva
satisfacción de sus necesidades básicas para poder desarrollarse física
o psicobiológicamente. Por ello, debemos concluir que dentro de la
sociedad necesitamos personas dotadas de una sensibilidad ante el
prójimo.
Una de las buenas prácticas que se dispuso en un órgano
jurisdiccional de provincia fue que la atención a las personas en
condición de vulnerabilidad debía realizarse de preferencia en el
horario establecido por el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial; sin
embargo, también debería realizarse cuando dichas personas se
apersonen al órgano jurisdiccional, claro está dentro del horario de
labores establecido por el Poder Judicial. Esto obedecía a que muchas
de las personas en condición de vulnerabilidad se trasladaban desde
lugares muy distantes de la sede del órgano jurisdiccional, tenían que
caminar o movilizarse en vehículos entre cuatro a seis horas, y muchas
veces se trataba de adultos mayores, lo que generaba demoras.
Asimismo, debido a sus prácticas consuetudinarias, como por
ejemplo que en su vecindad se guían por el horario natural, es decir,
por la ubicación del sol, tienen la creencia de que el horario se maneja
por la mañana, la tarde y la noche, sin precisar una hora exacta. Si
se les negaba la entrevista con el secretario o con el juez porque se
encontraban fuera del horario de atención —que generalmente es entre
las 8:30 hasta las 10:30 de la mañana—, dichas personas tenían que
regresar a su vivienda sin ser atendidas, y debían retornar al siguiente
día, con el mismo riesgo de llegar tarde, viéndose perjudicadas por
tener que dejar a sus hijos, a sus animales y los quehaceres propios
de su vida cotidiana. Ello aunado a la desazón de no entender las
circunstancias que se les presentan para poder ejercer su derecho de
acceso a la justicia, para reclamar algún derecho conculcado en forma
justa y efectiva.

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Esta buena práctica ha permitido que las personas en condición de
vulnerabilidad, entre ellas los adultos mayores, sean atendidos, que se
les escuche y se reciba de ellos mismos su preocupación respecto a su
proceso, en el entendido de que se le está garantizando una efectiva
tutela jurisdiccional efectiva.
Otra de las buenas prácticas que se implementó en un órgano
jurisdiccional colegiado está centrada en que cuando una de las
personas en condición de vulnerabilidad solicite entrevistarse con
uno de los magistrados del colegiado, previo registro se realiza dicha
entrevista con los demás integrantes del colegiado. De esta manera
el colegiado en pleno escucha al solicitante; así se evita que tenga
que estar entrevistándose con cada uno de los magistrados, lo que le
generaría pérdida de tiempo y atentaría contra su integridad al tener
que trasladarse físicamente a cada oficina. Es una forma de hacerle
ver a dichas personas que el colegiado está involucrado en que tengan
acceso efectivo a la justicia para ejercer sus derechos.
Sabemos que los adultos mayores quieren que los magistrados
que van a resolver o que están tramitando sus procesos los escuchen,
pues quieren decirles cómo es su caso. Entonces los magistrados no
pueden negarles esa posibilidad. Para ello se deben cumplir las reglas
básicas establecidas, sin afectar la imparcialidad de la cual deben estar
imbuidos y sobre todo sin adelantar criterio ni dejar en indefensión a
la parte contraria.
Otra buena práctica, a nuestro criterio, es el hecho de que cuando
una de las partes en situación de vulnerabilidad, sobre todo cuando se
trataba de personas adultas mayores o si se encontraban involucrados
menores de edad, cuando llegaban unos minutos fuera del horario de la
diligencia, explicaban el motivo y previa consulta con la parte contraria
asistente al juzgado, se permitía su participación. Más aún si por ejemplo
existía el ánimo de llegar a un acuerdo, o sea, a una conciliación, pues
ello permitía evaluar directamente a las partes. Muchos casos eran por
alimentos o violencia familiar u otros temas que permitían concluir el
proceso por acuerdo de la voluntad de ambas partes. Se podría decir que
se afectaba el cumplimiento del horario de inicio de las diligencias, pero
ello se daba solo en casos excepcionales. Por ejemplo, si llegaban uno o

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cinco minutos tarde porque venían caminando muchas horas debido a
que no había movilidad, o el vehículo se había malogrado, o a causa de
lluvias o algún derrumbe que nos les permitía llegar dentro del tiempo
que les tomaba en condiciones normales, situaciones entendibles, con
venia de la parte contraria, porque veían que la conciliación era una
mejor alternativa a tener que esperar una sentencia y lo que implica
una posible impugnación.
De igual manera, otra práctica que se ha implementado en los órganos
jurisdiccionales es que constantemente se revisan los expedientes
en trámite y en ejecución, es decir, se realiza una depuración para
ver qué expedientes ya estaban para remitir al Archivo Central de la
Corte, cuáles se encontraban con plazos vencidos, cuáles estaban
para declarar el abandono, o de qué expedientes se podía impulsar
la ejecución de oficio, pues muchas veces se quedaban algunos
expedientes sin impulso procesal. Se veían los casos de requisitorias
vencidas, prescripción, porque generalmente eran de órganos
jurisdiccionales mixtos; para ello se consideraban por años desde los
más antiguos, lo que permitía verificar algunos procesos de personas
en condiciones de vulnerabilidad que necesitaban impulso procesal de
oficio. Lógicamente, existían procesos de personas adultas mayores, de
mujeres, de niños, adolescentes, etc. Hacer aquello nos demandaba uno
o dos días, pero luego nos daba buenos resultados porque no quedaban
expedientes antiguos sin trámite, tampoco quedaban expedientes sin
impulso procesal, lo que algunas veces genera la prescripción o el
abandono, viendo, pues, que generalmente los casos en provincias son
por alimentos, violencia contra la mujer, abandono de menores, faltas,
entre otros.
Otro aspecto para que se realice la atención en los órganos
jurisdiccionales a favor de las personas en condición de vulnerabilidad
es que exista sensibilización en el personal, tanto de los magistrados
como del personal administrativo y jurisdiccional. Muchas veces se
observa a magistrados no involucrados con dichos temas, lo que influye
también en su personal, pues ven a las personas en esas condiciones
como un caso más.

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Actualmente, existe un programa que permite ver los casos de adultos
mayores, para que sus procesos se identifiquen previamente y de esta
manera puedan ser resueltos en forma prioritaria. Desde que dichas
personas ingresan a los ambientes de los órganos jurisdiccionales
sienten la indiferencia de muchos trabajadores judiciales, que incluso
llega a extremos de discriminación, lo cual empeora si no van con sus
abogados, pues tienen que esperar por muchas horas. Además de ello,
se tiene el caso de que muchos órganos jurisdiccionales son mixtos, por
lo que atienden casos penales, civiles, laborales, de familia, contenciosos
administrativos, infracciones a la ley penal, Nuevo Código Procesal,
previsionales, entre otros, lo que genera que se atiendan todos esos casos
en forma igualitaria, sin tener en cuenta que las personas involucradas
en dichos procesos no son iguales. Entonces se atiende de modo similar
a todas esas personas, cuando debe verse que una víctima de violencia
familiar no es igual que una persona víctima de un robo. Asimismo,
no es igual un denunciado por violación sexual, robo u homicidio, en
relación con un denunciado por violencia, por alimentos, etc. Los plazos
de los procesos son diferentes, también los principios, por eso se debe
buscar la especialización. Se adicionan funciones a dichos órganos
jurisdiccionales, pero no se capacita al magistrado menos al personal
jurisdiccional ni se dota de más personas. Un mismo secretario tiene
que atender dichos procesos con el consecuente retraso y aumento de
la carga procesal. Debido a esto resultan agraviadas principalmente las
personas en condiciones de vulnerabilidad, los menores de edad, los
adultos mayores, entre otros, y se genera descontento en la población.
A esto se debe agregar que, por ejemplo, muchas personas en
condiciones de vulnerabilidad no tienen partida de nacimiento menos
documento de identidad, porque su nacimiento no ha sido inscrito. Hay
casos de adultos mayores y niños o adolescentes, en que las oficinas
de los Registros Civiles de muchas municipalidades se quemaron, y
existen dificultades para tramitar dichos documentos, lo que a la larga
trae como consecuencia un perjuicio, porque algunos magistrados o el
personal jurisdiccional no les permite tramitar sus procesos, y quedan
desprotegidos para hacer valer sus derechos.

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Entonces se debe incentivar una forma administrativa para poder
registrar dichos nacimientos o la obtención del duplicado. Es más,
algunos trámites tienen un costo pero dichas personas no cuentan con
las condiciones económicas para asumirlos, peor aún, para realizar
el trámite a veces se necesita un letrado, por ello debería facultarse
esos trámites a los fiscales de familia, más aún si ahora en los procesos
contenciosos administrativos ya no haría dictamen fiscal.
También considero que debe hacerse una guía para los casos en
que las instituciones tengan que ver la desaparición de personas en
condición de vulnerabilidad, debido a que se dan casos en que muchas
de esas personas, por ejemplo, adultos mayores salen de sus hogares
y en el trayecto se extravían, entonces los familiares los buscan, luego
acuden generalmente a las comisarías PNP para denunciar, pero en
respuesta les dicen que esperen un plazo de veinticuatro horas, sin
tener en cuenta que son personas de avanzada edad y muchas veces
sus sentidos no les permiten darse cuenta en dónde viven, se olvidan
sus domicilios, no ven las direcciones de las calles. Entonces no se
puede esperar, por eso considero que debe existir un protocolo que
permita que la policía actúe inmediatamente verificando en estos casos,
posibles lugares o establecimientos en los cuales puedan encontrarse.
Finalmente, las personas en condición de vulnerabilidad tienen
derechos como nosotros, por ende no se les puede marginar, no se les
puede ignorar o dejar de lado, porque necesitan sentirse necesarias
y útiles para la sociedad, para que puedan compartir la experiencia
ganada durante su vida. Por eso debe existir una conciencia en las
personas para tratar de forma diferente estos temas, no como se
ven ahora, generalmente con indiferencia, pero cuando son nuestros
propios parientes queremos reclamar, sin darnos cuenta de que así
también tratamos a otros similares.

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7. Conclusiones

1. Las personas en condición de vulnerabilidad necesitan tener un


eficaz acceso a la administración de justicia para poder ejercer sus
derechos.
2. Tenemos que ser sensibles ante los problemas que presentan las
personas en condición de vulnerabilidad.
3. Las disposiciones legales son dictadas en beneficio de las personas
en condición de vulnerabilidad, pero encuentran resistencia en las
instituciones y en quienes tienen la responsabilidad o la obligación
de velar por su ejecución o puesta en práctica.
4. Es necesario y urgente ver estos temas como un tema humano,
dando prioridad a los casos en los cuales se encuentran involucradas
las personas en condición de vulnerabilidad.

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