Está en la página 1de 2

La evolución del conocimiento del TEA se ha visto reflejada en los avances respecto a las

estrategias para favorecer aprendizajes tempranos, mejorar la adaptabilidad y aumentar


la calidad de vida de los niños con TEA. Realizar algún tipo de intervención especializada
podría tener importantes repercusiones, y en alrededor del 25% de los casos podría
significar la pérdida de los criterios diagnósticos de TEA en el transcurso de la vida.

Uno de los avances más interesantes es la creciente evidencia respecto a cómo el TEA
puede ser diagnosticado de manera confiable a partir de los 14 meses y los beneficios
sustanciales que han reportado estudios de intervención temprana realizados con niños
incluso menores de 15 meses.

El TEA constituye una amplia gama de manifestaciones clínicas a nivel de comunicación,


interacción social y comportamiento, las cuales se expresan de manera heterogénea
dependiendo del individuo y de la etapa del ciclo vital. Es por eso que existen distintas
formas de diagnosticarlo; cuando son más pequeños o existen dudas diagnosticas
idealmente el diagnóstico debe ser hecho por un equipo multidisciplinario en base a
protocolos estructurados como entrevistas tales como el ADI-R y el ADOS-2, estas
pruebas suelen ser confiables a la hora de realizar un diagnóstico.

Gracias a la evidencia sobre la aparición de signos de TEA al primer año de vida, es que
también se recomiendan otro tipo de pruebas llamadas screening (entre los 18 y 24
meses). Entre los más utilizados por la población en general y validado recientemente en
Chile se encuentra M-CHAT -R/F (cuestionario).

Otro método que aun se encuentra en desarrollo es la búsqueda de biomarcadores.


Dentro de este se destaca la técnica del registro de los movimientos oculares
(eye-tracking, ET), ha demostrado potencial para identificar y caracterizar el TEA a un
nivel temprano.

En cuanto a intervenciones diseñadas para edades tempranas, se pueden diferenciar dos


categorias: las intervenciones conductuales tempranas e intensivas y las intervenciones
del comportamiento basadas en el desarrollo. En primer enfoque se utilizan técnicas
como el refuerzo positivo, el modelamiento e incitación física. Se pueden destacar
modelos como el Lovaas, por otra parte está el PRT, que se basa en los mismo
fundamentos pero introduce elementos novedosos como la importancia de la motivación.

Por otra parte están los programas basados en el desarrollo los cuales se caracterizan
por ser poco estructurados, se realiza en entornos naturales y el control de la sesion es
compartido con el niño, un ejemplo de esto es la terapia de juego en el suelo (DIR/Floor
time).

Existen también modelos mixtos que mezclan ambos estilos de intervención como el
modelo SCERTS, TEACCH y el ESDM.

A pesar de la existencia de estos nuevos métodos de diagnóstico e intervención del TEA


(como los que fueron descritos brevemente) sigue siendo un desafío tratar de
implementarlos y/o adaptarlos a nuestro contexto sanitario. Frente a esto se busca hacer
adaptaciones basadas en un estudio realizado en el 2015 llamado Divan. Se sugiere que la
viabilidad de la intervención está basada en dos aspectos fundamentales; que la
intervención fuera implementada por los padres y que ellos fueran capacitados por personal
no especialista.
Las estrategias para optimizar recursos utilizadas por Divan han mostrado ser pertinentes
en el contexto actual chileno el cual está marcado por la precariedad y la escasa
investigación.

En este contexto se instala el desafío de hacer accesibles y de calidad a toda la población


intervenciones tempranas considerando que los recursos son limitados en nuestro contexto
sanitario.

También podría gustarte