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EL PEOR EQUIPO DE CAMPAÑA (o cómo ganar una elección)

Si bien el candidato es la cabeza visible de una campaña electoral, si detrás de él no hay


un buen equipo estará condenada al fracaso. Dados los ingentes recursos humanos,
materiales y financieros que están en juego, no configurar un equipo sólido de cara a
una campaña electoral es un verdadero desperdicio.

Si el candidato es el centro de la campaña, el equipo de campaña es el motor y la


chispa que la mueve, de modo que este sea “una máquina bien aceitada que mueva
todas las demás partes como una pieza de relojería suiza”.
Aunque el inicio de toda carrera política puede parecer un caos, en el cual se congregan
un puñado de afinidades y simpatías en torno a un ideal común, en su ulterior desarrollo
la organización y planificación son claves para contar con un proyecto fuerte que logre
conquistar la mayor cantidad de votos posible.

El equipo de campaña
La postulación de un candidato debe ir de la mano de un equipo fuerte, tanto para
persuadir a la masa de electores como para protegerse de los ataques de los adversarios
y contraatacar si fuera el caso, pero también para enfocarse en el programa,
pues muchas veces la confrontación hace descuidar la propuesta y los electores se
percatan de ello y se cansan de la diatriba política.

En el equipo despunta la figura del jefe de campaña, que es casi literalmente un


director de orquesta de cuya habilidad dependerá la cohesión de la organización
política, y que es poseedor del mayor poder decisorio. Este necesita del trabajo del
estratega, ese gran receptor y procesador de información capaz de prever eventos y
trazar escenarios para posibles crisis que se presenten.
Mención aparte merecen el encargado de la recaudación de fondos o fundraiser y el
administrador de los recursos, que deberá optimizar todos los gastos necesarios en
conjunto con los integrantes del área de logística.

Ya sabemos que la dinámica normal de cualquier campaña electoral se basa en parte


en la confrontación entre los adversarios, que dada la revolución de las TIC presenta
una complejidad nunca antes vista. Hace un par de décadas los principales medios a
disposición todavía eran los anuncios de calle, la radio, la TV y la prensa. Hoy en día se
suman las plataformas web, las apps móviles y las redes sociales, con lo cual el diseño
de la estrategia comunicacional ha tomado un enorme giro.
Y es así como llegamos a la figura del área de comunicación, cuyo trabajo es garantizar la
visibilidad del candidato y la difusión de su propuesta en todos los medios existentes en
función de la política informativa que se haya trazado. Les toca igualmente a sus
integrantes monitorear los medios que registran información sobre los comicios y
candidatos y responder a ello con tácticas comunicacionales. El área de movilización,
por su parte, determina las acciones de calle que se compaginarán con la
publicidad electoral.
Aunque cada campaña es distinta y no necesariamente se configura con todas las áreas
mencionadas, este sería un modelo estándar.
Los temas sensibles en la campaña
En toda campaña electoral surgirán temas cuyo abordaje dependerá de la particular
sensibilidad de un sector de la población. Son ejes temáticos que se suministran al
estratega y al jefe de campaña, tratándose de temas que pueden afectar la campaña y
que demandan que el candidato tome posición ante la opinión pública.
Podemos concluir afirmando que el peor equipo de campaña es aquel que no se crea,
o bien que no está bien definido en su formación y roles, o que se conduce con
actuaciones difusas y desordenadas. Por otro lado, la estructura de ese equipo como
todos sabemos debe reflejarse en las escalas geográficas que atañan: municipal,
regional, local.

Tanto en la campaña de aire como en la campaña de tierra, solo excelentes estrategas


llevarán a buen puerto la propuesta política, sean de la profesión que sean. “no siempre el
mejor encuestador es un sociólogo, o el mejor comunicador un periodista”. Lo importante
es actuar de forma profesional e indagar en la materia con auténtica sed de
conocimiento.

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