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¿Por qué roban los niños?

El manejo adecuado de la conducta de robo en los niños está indisolublemente ligado a la determinación de
su causa, no en todos los casos es la misma justificación la que lleva al niño a esta desagradable práctica.
Son cinco las razones más frecuentes que he podido determinar en los casos que he atendido:

1. Razones asociadas al aprendizaje de las normas sociales. Los niños no nacen sabiendo, las normas
sociales se interiorizan como parte del desarrollo infantil, y están mediatizadas por el proceso de
aprendizaje del niño.

Es normal que el niño se sienta de alguna manera atraído por objetos que no posee y que sean
llamativos (juguetes, útiles escolares, etc), así mismo también es normal que el niño pretenda
tenerlos, sin suficiente comprensión de que la forma que emplea para ello no es aceptada
socialmente, o con la creencia de que puede violar las normas sin mayores consecuencias.

En este caso, lo que determina la conducta, es el escaso desarrollo de las normas sociales y aunque
las medidas que tomen los padres se parezcan para todos los casos, en este es importante hacer
hincapié en el aprendizaje del niño.
2. Interés familiar desmedido por cosas materiales. Aunque de alguna manera esta causa no es
independiente a la anterior, he podido observar en los niños que he atendido que, por lo general, se
presenta con mucha mayor frecuencia en niños que provienen de familias que dan mucha
importancia a las cosas materiales.

El bienestar hedónico en las familias, asociado al logro del placer por la tenencia cosas materiales,
tiende a predisponer a los niños a la conducta de robo, pues la felicidad se tiende a asociar a tener
más y mejores cosas.
3. Mal manejo del egoísmo normal del desarrollo. Ya en un artículo anterior tratamos sobre la
conducta egoísta del niño y su manejo adecuado, vimos en él que, en cierto momento del ciclo vital,
los niños tienden a ser egoísta y que se les debe permitir serlo como mejor vía para su evitación en la
vida futura. Pero sin ayuda especializada rara vez la familia reacciona de la manera adecuada.

El mal manejo de este egoísmo puede generar un apetito insaciable por cosas materiales, que lleve al
niño a asumir conductas de robo, al querer para sí cualquier posesión del otro y no encontrar otra
manera más rápida de obtener lo que quiere.
4. Presión grupal. El robo en el niño puede, en algunos casos, ser producido por la presión grupal. El
afán por ganarse o mantener una posición dentro del grupo, en niños poco socializados, puede ser
razón suficiente para la aparición de esta deleznable conducta. La falta de habilidades sociales puede
generar la creencia en el niño de que puede mantener su estatus dentro del grupo o mejorarlo
sustrayendo y regalando a los líderes objetos que puedan ser de su interés.

En casos extremos se ha dado que, niños líderes o niños mayores, utilizan a otros niños para robar
objetos para ellos de manera expresa y esto puede ocurrir incluso en grupos de niños buenos, no
necesariamente está limitado a grupos disociales.
5. Carencia afectiva del niño. Esta es, tal vez, la más frecuente y preocupante de las razones que llevan
al niño a robar, sobre todo en casos en que la conducta es reiterativa y no cede con las medidas
tomadas por las familias. El recibir amor es una necesidad para los niños. La falta de alimento genera
hambre, la falta de líquidos genera sed, estas necesidades son fáciles de identificar con exactitud.

La falta de cariño efectivo, a diferencia de las anteriores faltas señaladas, genera un estado de
carencia difícil de comprender por el niño. Un vacío que no es claro, en la conciencia del niño, con
que se puede llenar e invariablemente intentará llenarlo a toda costa con cosas materiales que no
satisfacen su necesidad, que por tanto se torna insaciable, conduciendo frecuentemente a la
conducta de robo reiterado.

Recomendaciones invariantes ante la conducta de robo en los niños


 Evitar métodos educativos violentos. En este tipo de situaciones son especialmente ineficaces y
puede resultar más reforzadores de la conducta en tanto pueden aumentar la carencia afectiva del
niño y en tal sentido aumentar la causa o aportar una causa más a las ya existentes.
 Contracondicionar la conducta. Este es el primer paso en la toma de cualquier medida, estimular al
niño por ser un niño bueno y por no ser un niño que roba, y hacerlo con seguridad. Elogiar al niño
por lo que queremos que sea y decirlo como si ya lo fuese. Crearle una imagen de sí mismo en la cual
no caben las conductas de robo.
 Devolver lo robado. Es importante que el niño mismo, aunque acompañado y apoyado por el
adulto, repare el mal ocasionado y devuelva el objeto robado. Es normal que el niño sienta vergüenza
y no quiera hacerlo. Esto debe ser conversado con él, no para imponérselo como un castigo, sino
para que lo vea como una oportunidad de realizar una buena acción, que le permitirá seguir siendo
tan bueno como siempre ha sido.
 Ofrecer disculpas. Es Importante que la reparación no se limite a la devolución, es necesario además
ofrecer disculpas, dejar claro el arrepentimiento contribuye de manera importante a la evitación
futura de la conducta. Es importante, igual que en el paso anterior, dejar claro que es una
oportunidad, no un castigo para el niño.
 Elogiar por la solución. Una vez reparado el daño es necesario reconocer, con elogios
abundantes, el valor de la reparación. Es factible, en estos casos, limitar el premio a la conducta
solo a elogios, pero estos elogios deben ser espléndidos.
 Dar afecto. El enfrentamiento del propio niño a las consecuencias de su conducta de robo es difícil
para él, le genera muchos sentimientos negativos como arrepentimiento, temor, pena, bochorno. Tal
vez con esto baste para entender que el niño necesita apoyo del adulto, materializado en claras
expresiones de afecto. Si esta no es razón suficiente pensemos que una de las causas que pueden
ocasionar la conducta es precisamente las carencias afectivas y este es ya el momento idóneo para
comenzar a eliminar causas.
 No retirar la confianza al niño. Muchas veces en mi consulta los padres me dicen que no pueden
volver a confiar en el niño, sobre todo cuando el objeto de robo es de mucho valor. Baste decir al
respecto que solo depositar confianza en el niño los convertirá en personas confiables.

Recomendación variable ante la conducta de robo


Resolver las causas que justifican el robo. Es importante que la familia intente conocer por qué los niños
se conducen de la manera que lo hacen. En el caso específico del robo o sustracción, no atender a las causas
que lo provocan, puede dar solución a una conducta específica pero no garantiza que no se repita la
situación.
Atender el egoísmo del niño. Cubrirlo de afecto, confiar en él, dejar nosotros mismos de dar tanta
importancia a las cosas materiales, crear habilidades sociales para la convivencia en el grupo y revisar con
quienes se reúnen nuestros hijos, puede aportar las verdaderas soluciones a largo plazo y evitar la tendencia
al robo en la vida adulta.

Los 16 trastornos mentales más comunes


¿Cuáles son las afectaciones psicológicas más frecuentes en
adultos?
Los trastornos mentales son diagnosticados de manera habitual en nuestros días, y todo el
mundo conoce en menor o mayor medida lo que significa depresión, trastorno de
ansiedad, bulimia, etcétera. Sin embargo, algunos son más frecuentes que otros, lo cual hace
que aquellos que están más extendidos merezcan un grado extra de atención.
Las psicopatologías afectan a gran cantidad de personas. De hecho, los expertos aseguran
que una de cada tres personas sufre o sufrirán algún tipo de trastorno mental durante su vida.

¿Qué entendemos por enfermedad mental?


Una enfermedad mental es todo aquel trastorno que afecta a la salud mental, es decir, afecciones
que alteran el estado de ánimo, el comportamiento y el pensamiento.
Todas las personas sufrimos alguna alteración de nuestra salud mental de vez en cuando, ya sea
por un suceso traumático o por pasar por una época complicada. Sin embargo, solo se habla de
“enfermedad mental” cuando esta afectación en nuestro cerebro se hace permanente y afecta a
la capacidad de la persona para llevar una vida normal.
Dicho de otra manera, “estar triste” no es tener depresión. Igual que “estar nervioso” no es sufrir
ansiedad o “tener manías” no es padecer un trastorno obsesivo compulsivo. Todas estas
enfermedades son temas serios que requieren de aceptación por parte de la sociedad, pues
muchas de ellas son prevenibles y, si no hubiera estigma, se evitarían muchos casos.

Los trastornos mentales que afectan a más personas


Pero, ¿cuáles son los los trastornos más comunes? ¿Cuáles son aquellos trastornos que
afectan a una mayor cantidad de personas?
A continuación os presento una breve explicación de los trastornos mentales más
frecuentes.
1. Trastornos de Ansiedad
La ansiedad es una reacción normal de las personas ante situaciones de estrés e
incertidumbre. Ahora bien, un trastorno de ansiedad se diagnostica cuando varios síntomas
ansiosos provocan angustia o algún grado de deterioro funcional en la vida del individuo
que lo sufre.
A una persona con un trastorno de ansiedad le puede resultar difícil funcionar en distintas
áreas de su vida: relaciones sociales y familiares, el trabajo, la escuela, etc. Existen distintos
tipos de trastornos de ansiedad:

1.1. Ataque de pánico


Un ataque de pánico es la aparición intensa y repentina de temor o terror, a menudo asociada a
sentimientos de muerte inminente. Los síntomas incluyen falta de aire, palpitaciones, dolor en
el pecho y malestar.

1.2. Trastornos fóbicos


Muchas personas admiten que sienten miedo a las serpientes o las arañas, pero pueden tolerar
ese miedo. Los individuos que padecen una fobia, por el contrario, no son capaces de tolerar
ese miedo. Éstos experimentan un miedo irracional cuando se encuentran frente a al estímulo
fóbico, ya sea un objeto, un animal o una situación, y esto suele acabar en un comportamiento
de evitación.
Hay distintos estímulos fóbicos que desencadenan este miedo irracional: volar con un
avión, conducir un vehículo, los ascensores, los payasos, los dentistas, la sangre, las
tormentas, etc. Algunos de los más habituales son:

1.2.1. Fobia Social

La fobia social es un trastorno de ansiedad muy habitual, y no debe confundirse con la timidez.
Es un fuerte miedo irracional hacia situaciones de interacción social, pues la persona que
padece este trastorno siente ansiedad extrema al ser juzgado por otros, al ser el centro de
atención, por la idea de ser criticado o humillado por otros individuos e, incluso, al hablar por
teléfono con otras personas.
Por tanto, es incapaz de realizar presentaciones en público, comer en restaurantes o delante
de alguien, ir a eventos sociales, conocer gente nueva...

1.2.2. Agorafobia

La agorafobia, de manera habitual, suele definirse miedo irracional a los espacios abiertos,
como las grandes avenidas, los parques o los entornos naturales. Pero esta definición no es
del todo cierta.
El estímulo fóbico no son los parques o las grandes avenidas, sino la situación de tener un
ataque de ansiedad en estos lugares, donde puede ser difícil o vergonzoso escapar, o donde
no es posible el recibir ayuda.

1.3. Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)


El Trastorno por Estrés Postraumático se manifiesta cuando la persona ha sido expuesta a
una situación traumática que le ha provocado al individuo una experiencia psicológica
estresante, lo que puede ser incapacitante. Los síntomas incluyen: pesadillas, sentimientos de
ira, irritabilidad o fatiga emocional, desapego hacia los demás, etc., cuando la persona revive el
hecho traumático.
De manera frecuente, la persona intentará evitar las situaciones o actividades que le traen
recuerdos del evento que provocó el trauma.

1.4. Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC)


El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es una condición en la cual el individuo experimenta
pensamientos, ideas o imágenes intrusivas. Es un trastorno de la ansiedad, y por lo tanto se
caracteriza por estar asociado a sensación de temor, angustia y estrés continuado de tal forma
que supone un problema para el día a día y repercute negativamente sobre la calidad de vida
de la persona.
Los pensamientos que causan malestar (obsesiones), provocan que la persona realice ciertos
rituales o acciones (compulsiones) para reducir la ansiedad y sentirse mejor.
Las obsesiones incluyen: miedo a contaminarse, sentimientos de duda (por ejemplo, ¿habré
apagado el gas?), pensamientos de hacer daño a alguien, pensamientos que van en contra de
las creencias religiosas de la persona, entre otros. Las compulsiones incluyen:
comprobaciones, contar, lavarse, organizar repetidamente las cosas, etcétera.

1.5. Trastorno de Ansiedad Generalizada


Preocuparse de vez en cuando es un comportamiento normal, pero cuando preocuparse y
sentir ansiedad de manera continuada afecta e interfiere en la normalidad de la vida de
un individuo es posible que esa persona sufra el Trastorno de Ansiedad Generalizada.
Por tanto, el trastorno se caracteriza por preocupación y ansiedad crónica. Es como si siempre
hubiera algo de lo que preocuparse: problemas en los estudios, el trabajo, o la relación de
pareja, tener un accidente al salir de casa, etcétera. Algunos de los síntomas son: náusea,
fatiga, tensión muscular, problemas de concentración, problemas de sueño, y más.

2. Trastornos del Estado de Ánimo


Existen distintos tipos de trastornos del estado de ánimo o trastornos afectivos y, como su
nombre indica, su principal característica subyacente sería una alteración del estado de
ánimo del individuo. Los más habituales son los siguientes:

2.1. Trastorno Bipolar


El trastorno bipolar puede afectar a cómo se siente una persona, piensa y actúa. Se caracteriza
por cambios exagerados en el estado de ánimo, desde manía a la depresión mayor.
Por tanto, va más allá de los simples cambios de humor, es decir, la inestabilidad emocional: de
hecho, afecta a muchos ámbitos de la vida, y además de ser uno de los trastornos más
comunes es frecuente que se dé junto a la obesidad. Los ciclos del trastorno bipolar duran
días, semanas o meses, y perjudican seriamente al trabajo y las relaciones sociales de la
persona que lo sufre.
El trastorno bipolar raramente puede tratarse sin medicación, pues es necesario estabilizar el
estado de ánimo del paciente. Durante los episodios de manía, la persona puede incluso dejar
su trabajo, aumentar sus deudas, y sentirse lleno de energía a pesar de dormir solamente dos
horas al día. Durante los episodios depresivos, la misma persona puede incluso no salir de la
cama. Existen distintos tipos de trastorno bipolar, y, además, existe una versión leve de este
trastorno, llamado ciclotimia.

2.2. Trastorno Depresivo


Muchas personas se sienten deprimidas en algún momento de sus vidas. Los sentimientos de
desaliento, frustración e incluso la desesperación, son normales ante una decepción y pueden
durar varios días antes de desaparecer de manera gradual. Ahora bien, para algunas
personas, estos sentimientos pueden durar meses y años, provocando problemas serios
en su día a día.
La depresión es una psicopatología seria y debilitante, y afecta a cómo un individuo se siente,
piensa y actúa. Puede provocar síntomas tanto físicos como psicológicos. Por ejemplo:
problemas de ingesta, problemas de sueño, malestar, fatiga, etc.
Para saber más sobre los tipos de depresión puedes visitar nuestro artículo:

 “¿Existen varios tipos de depresión?”

3. Trastornos de la Conducta Alimentaria


Existen distintos tipos de trastornos de la alimentación. Los más comunes son los que siguen:

3.1. Anorexia Nerviosa


La anorexia se caracteriza por una obsesión por controlar la cantidad de comida que se
consume. Uno de sus síntomas más característicos es la distorsión de la imagen corporal.
Las personas que sufren anorexia restringen la ingesta de alimentos haciendo dieta, ayuno e
incluso ejercicio físico excesivo. Casi no comen, y lo poco que ingieren les provoca un intenso
sentimiento de malestar.

3.2. Bulimia Nerviosa


La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por pautas de
alimentación anómalas, con episodios de ingesta masiva de alimentos seguidos por maniobras
que buscan eliminar esas calorías (inducirse al vómito, consumir laxantes, etc.). Tras estos
episodios, lo habitual es que el sujeto se sienta triste, de mal humor y tenga sentimientos de
autocompasión.
La bulimia nerviosa, además de ser uno de los trastornos más comunes, está asociado a
alteraciones en el cerebro. Entre ellas se encuentra la degradación de la materia blanca (que
es por donde pasan los gruesos conjuntos de axones neuronales) en la corona radiata, que
está relacionada entre otras cosas al procesamiento de los sabores.

3.3. Trastorno por Atracón


El trastorno por atracón es un trastorno grave en el que el individuo que lo sufre consume
con frecuencia grandes cantidades de comida y siente que ha perdido el control durante el
atracón. Después de la sobreingesta, la angustia severa o preocupación por el peso suele
aparecer.

4. Trastornos psicóticos
Los trastornos psicóticos son psicopatologías graves en los que las personas pierden el
contacto con la realidad. Dos de los síntomas principales son delirios y alucinaciones. Los
delirios son falsas creencias, tales como la idea de que alguien está siguiendo. Las
alucinaciones son percepciones falsas, como escuchar, ver o sentir algo que no existe.
A diferencia de los delirios, que son creencias erróneas de la realidad sobre un hecho u objeto
existente, es decir, una distorsión de un estímulo externo, las alucinaciones son totalmente
inventadas por la mente y no son producto de la distorsión de ningún objeto presente, se
percibe algo sin tener en cuenta los estímulos externos. Por ejemplo, escuchar voces que salen
de un enchufe. Los trastornos psicóticos más comunes son:

4.1. Trastorno delirante


El trastorno delirante o paranoia es un trastorno psicótico caracterizado por una o varias ideas
delirantes. Es decir, que estas personas están totalmente convencidas de cosas que no son
ciertas. Por ejemplo, que alguien les persigue para lastimarles.
4.2. Esquizofrenia
La esquizofrenia es otro trastorno psicótico, pero, en este caso,la persona sufre
alucinaciones y pensamientos perturbadores que le aísla de la actividad social. La
esquizofrenia es una patología muy seria, y a pesar de no existir cura, sí que hay tratamientos
efectivos para que los pacientes con esta alteración puedan disfrutar de su vida.

5. Trastornos de personalidad
Un trastorno de personalidad es un patrón rígido y permanente en el comportamiento de
una persona que le genera malestar o dificultades en sus relaciones y en su entorno. Los
trastornos de la personalidad tienen su inicio en la adolescencia o al principio de la vida adulta.
Los más frecuentes son:

5.1. Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)


El trastorno límite de la personalidad  o borderline se caracteriza porque las personas que lo
sufren tienen una personalidad débil y cambiante, y dudan de todo. Los momentos de
calma pueden convertirse, al instante y sin previo aviso, en momentos de ira, ansiedad o
desesperación. Estos individuos viven sus emociones al máximo, y las relaciones amorosas
son intensas, pues suelen idolatrar a la otra persona hasta el extremo.
Algunos de sus síntomas son: ira intensa e incapacidad de controlarla, esfuerzos frenéticos por
evitar el abandono, real o imaginario, alternancia entre extremos de idealización y devaluación
en las relaciones interpersonales, autoimagen marcadamente inestable, y sentimientos
crónicos de vacío.

5.2. Trastorno antisocial (TASP)


El individuo que sufre este trastorno (mal conocido con etiquetas como psicopatía o sociopatía)
se caracteriza por su tendencia a no relacionarse en sociedad, evitando cualquier
interacción. Los diferentes síntomas y conductas que caracterizan el TASP incluyen: robos,
agresividad, tendencia a la soledad, violencia, mentiras…
Además, las personas afectadas por el TASP tienden a ser tímidas, depresivas y tienen
ansiedad social. Este último punto se debe a su temor a ser rechazadas. A pesar de ello,
la terapia psicológica es muy efectiva a la hora de manejar los inconvenientes del trastorno
antisocial.

Ciclotimia: la versión leve del Trastorno


Bipolar
Explicamos las causas de la Ciclotimia, así como sus síntomas y
tratamiento.
La Ciclotimia (o trastorno ciclotímico) es un trastorno del estado del ánimo parecido
al Trastorno Bipolar, y se caracteriza por fases leves de depresión e hipomanía. 

Los adultos son diagnosticados con esta patología tras persistir los síntomas durante al menos
dos años. En niños y adolescentes, se diagnostica si se presentan los síntomas durante un año
como mínimo.

A lo largo de este artículo veremos un resumen de las características de la ciclotimia: sus


síntomas, causas posibles, y tratamiento.

Características de la Ciclotimia
La ciclotimia se caracteriza por una  inestabilidad persistente del estado de ánimo. Es decir,
que la persona que sufre este trastorno muestra periodos de depresión y euforia leves. De
manera general, suele aparecer en la edad adulta y sigue un curso crónico. Aunque es habitual
que durante varios meses, la persona que sufre ciclotimia muestre un estado de ánimo normal.

El ciclotímico no se da cuenta de sus oscilaciones de humor, pues son relativamente leves.


Además, los periodos eufóricos suelen ser percibidos como agradables y, por tanto, es
habitual que no busquen ayuda psicológica.

Un 30% de las personas con trastorno ciclotímico pueden acabar padeciendo trastorno bipolar
tipo I o tipo II. Frecuentemente, la ciclotimia evoluciona hacia el tipo II y con menos frecuencia,
hacia el tipo I. La prevalencia de la ciclotimia se encuentra entre el 0,4 y 1% de los casos y
afecta por igual a hombres y mujeres.

¿Qué es la hipomanía?
La hipomanía es una manía leve. La fase de hipomanía que presenta el ciclotímico se
caracteriza por un estado de ánimo elevado, euforia, excitación e hiperactividad. Durante
el estado de hipomanía, el sujeto ciclotímico tiene menos necesidad de dormir y descansar, y
se muestra lleno de energía. Pese a que los síntomas de la hipomanía son más leves que los
de la manía, también son muy destructivos, pues causan conflictos y rupturas en las relaciones
amorosas y las amistades, afectan al trabajo, provocan dificultades financieras, etc.

Síntomas de la Ciclotimia
La persona con ciclotimia muestra altibajos en su estado de ánimo. A continuación
presentamos los síntomas característicos de las fases de depresión y de hipomanía.

Síntomas de la hipomanía

 Leve euforia
 Agitación
 Excesiva actividad física
 Comportamientos de riesgo
 Energía inacabable
 Verborragia
 Deseo e impulso por el éxito
 Autoestima o grandiosidad alta
 Aceleración del pensamiento
 Déficit de atención
 Un sentimiento exagerado de felicidad o bienestar y optimismo extremo
 Falta de juicio
 Comportamiento agresivo u hostil
 Gastos excesivos
 Aumento de la actividad sexual
 Menor necesidad de dormir

Síntomas de la depresión leve

 Sentimientos de tristeza
 Melancolía
 Ansiedad
 Sentimientos de culpa
 Cansancio y falta de motivación
 Falta de apetito o ingesta excesiva
 Pérdida de interés en actividades que antes se consideraban agradables
 Disminución del deseo sexual
 Problemas de concentración
 Irritabilidad

Causas
No se conocen las causas exactas por las que una persona desarrolla ciclotimia, aunque se
asume que existe una multiplicidad de factores que participa en su surgimiento: es un
fenómeno multicausal, tal y como ocurre en la mayoría de alteraciones psicológicas. Así,
probablemente existen predisposiciones genéticas en juego, así como eventos
desencadenantes relacionados con lo que ocurre alrededor de la persona.

Tratamiento de la ciclotimia
La ciclotimia causa muchos problemas para la persona que sufre este trastorno. Por tanto, es
necesario buscar ayuda psicológica tan pronto como sea posible, pues la ciclotimia
generalmente no mejora por sí sola y puede evolucionar hacia una forma más grave de
trastorno bipolar.

La psicoterapia en la intervención sobre la ciclotimia


En caso de conocer a alguna persona con ciclotimia, es necesario hablar abierta y
honestamente con ella. A pesar de no poder obligar a un individuo a  acudir a terapia, es posible
darle apoyo y ayudarle en los momentos difíciles.

La terapia psicológica está indicada para estabilizar los hábitos diarios y buscar la máxima
regularidad posible en la vida del paciente. 

Por último, las personas que conviven diariamente con el ciclotímico, también pueden
beneficiarse de la psicoterapia para llevar mejor la situación, pues la convivencia con un
individuo que padece este trastorno puede resultar compleja.
Tratamiento farmacológico de la ciclotimia
Además, el tratamiento farmacológico también suele ser habitual para tratar la ciclotimia y
paliar sus síntomas y signos a corto plazo. De entre los tipos de psicofármacos más utilizados
en esta forma de intervención basada en una perspectiva más psiquiátrica, los medicamentos
que se han mostrado más útiles son los estabilizadores de humor y los fármacos para conciliar
el sueño (en dosis bajas).

En el caso de combinar la intervención farmacológica en el tratamiento de la ciclotimia con el


abordaje psicoterapéutico, es bueno que en este último se trate no solo el modo de gestionar el
modo en el que se experimenta el trastorno, sino también como puede adaptarse el paciente al
uso y a los efectos de los psicofármacos.

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