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Ana Bloj

Los Pioneros
Psicoanálisis y niñez en la Argentina

1922-1969

28/08/2012 12:34:18 p.m.


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I. INTRODUCCIÓN1

PRIVACIONES GENEALÓGICAS

Este libro surgió como producto de una necesidad y un deseo: el de recuperar


el diálogo intergeneracional interrumpido por el terrorismo de Estado en Argen-
tina y el de rescatar prácticas y producciones que hoy son presentadas como
nove- dosas, cuando comenzaron largo tiempo atrás, con otras características, en
otros contextos.
La crisis desatada con las políticas neoliberales de la década del 90 y “los
desig- nios del fin de la historia” se encabalgaron con la fractura histórica
producida por el gobierno militar de 1976 en nuestro país para enarbolarse en una
transmisión realizada en términos de una sobredimensionada “actualidad”. Con el
advenimien- to de la democracia, en 1983, el psicoanálisis llegó de la mano de
una transmisión desgajada de su historia.
La necesidad visceral de recuperar esa historia encontró su oportunidad de
fluir en el momento de escoger el tema de mi tesis doctoral (de la cual surge este
libro) con la convicción de que reconocer los órdenes genealógicos permiten
hacer luz a nuevas producciones, reinterrogando lo nuevo en una serie que haga
lazo, historia. Posibilita a su vez la construcción de identidades para delimitar un
“nosotros” con rasgos propios.
La búsqueda encontró su hilo de Ariadna en la niñez como categoría articuladora.
¿Puede resultar la niñez una instancia que permita analizar particularmente la
producción de los analistas que trabajan con chicos y chicas?
¿Puede variar esta categoría, su utilización discursiva, sus referencias, a la hora
de transmitir tanto conceptualizaciones como casos concretos?
¿Ha variado dicha categoría a lo largo de la historia? ¿Podemos ubicar
particula- ridades locales al analizar una práctica que guarda postulados teóricos
definidos?
Me propuse bucear en las diversas representaciones de la niñez2 implícitas en
los aportes psicoanalíticos de diferentes psicoanalistas de niños de nuestro país.

1. Presentaremos aquí parte de las indagaciones realizadas en la tesis doctoral titulada: “Los
pioneros: Psicoanálisis y niñez en la Argentina. 1923-1969.
2. Sólo utilizaremos el término infancia cuando el autor abordado lo utilice. Caso contrario nos refe-

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Con un equipo de colaboradores, intentamos analizar estas concepciones a la
luz de los atravesamientos históricos y locales con la finalidad de establecer una
pro- vocación constante a la universalización de niñez como categoría cerrada.
Globa- lidad que borra las particularidades culturales, de género y las
subjetividades que allí se delinean. La hipótesis es que, no contar con la niñez
como instancia articula- dora, podría limitar los verdaderos alcances de una
práctica que permanentemen- te pide “recreación”, sustentada en los principios
propios de la dinámica inmanen- te en la teoría misma.
La búsqueda se centró específicamente en el rastreo de ese concepto en las
pro- ducciones de los primeros psiquiatras de niños que incorporaron
tangencialmente al psicoanálisis y de aquellos psicoanalistas que la abordaron en
el período 1922-1969. Escogimos especialmente a profesionales que hubiesen
introducido producciones y prácticas novedosas o vanguardistas: Lanfranco
Ciampi, Telma Reca, Lydia Coriat, Eva Giberti, Arnaldo Rascovsky, Arminda
Aberastury y Elizabeth Goode Garma.

Eva Giberti, en su libro Políticas y Niñez3, advierte acerca de dos peligros


para quienes sostenemos prácticas con niños y niñas: presuponer que conocemos
la ni- ñez y perder la noción de niñez que vive en determinado momento histórico
y en un particular país o población.
De este modo, corremos el riesgo de quedar ligados a representaciones de
otros tiempos y diferentes espacios, subsumidos en figuras europeas de la niñez,
descui- dando los propios y más íntimos procesos históricos argentinos, que
inciden obs- taculizando el ejercicio y producción de las prácticas actuales, aún
más cuando des- conocemos sus variabilidades.
Si bien no pretendemos en este estudio realizar un abordaje específico acerca
de la construcción de la representación4 de la niñez en el imaginario social5, nos
interesa con-
riremos a este período de la vida con el término niñez. Para abordar la multiplicidad de
significa- ciones de ambos términos ver Giberti, Eva. Políticas y niñez. Buenos Aires:
Losada.1997.
3. Eva Giberti (comp.). Políticas y niñez. Buenos Aires: Editorial Losada, 1997.
4. Entendemos por representación la construcción social especialmente regulada y administrada en
función de dispositivos de poder.
Coincidimos con Foucault en concebir la representación como efecto de discurso y no como un
lugar en el que se aloja un significado. Para este autor, el valor de verdad de la representación deja
de ser vis- to como una función de mayor o menor grado de coincidencia con lo real para ser
concebido, pura y simplemente, como un efecto de discurso, en su conexión con el resultado de
una cadena diferencial de significantes y no como un lugar donde se aloja la presencia del
significado. Juntos, ellos sustraen la representación del mundo de la “realidad” que supuestamente
ella retrata, retornándola al mundo al cual verdaderamente pertenece: el mundo del discurso, del
lenguaje y de“las cosas hechas”. Después de ellos, será imposible para el realismo, reivindicar, de
nuevo, el derecho a la representación.” Tomaz Tadeu da Silva. “La poética y la política del
currículo como representación”. Cuadernos de Pedagogía. Rosario: Centro de Estudios en
Pedagogía Crítica, Editorial Laborde, 1998, p. 138.
5. Consideramos que el imaginario social es el conjunto de representaciones sociales características
de una época, conformada por una multiplicidad de formaciones discursivas de distintos sopor-
14
tar con aquellas aproximaciones que nos permitan realizar un contrapunto que
ponga en tensión las concepciones encontradas en los psicoanalistas que
abordamos.
Una serie de interrogantes comandan el recorrido:
¿Cuáles son las principales calificaciones, apreciaciones, designaciones que
inte- gran la representación de niñez de cada autor? ¿Bajo qué formas interactúan
en for- ma dialéctica la construcción de las representaciones de la niñez con la
producción y las modalidades de la práctica clínica en el psicoanálisis que
pretende abordarla? Indagamos también aquellos conceptos y/o aspectos que se
recrean a la luz de los debates establecidos en la especificidad del psicoanálisis
que busca abordar la niñez. Pensamos que en estos abordajes particulares los
conceptos se tensarían aún más, obligando a profundizaciones que muchas veces
alejan, y otras acercan -con mayo-
res o menores forzamientos- la producción freudiana. Entre ellos incluimos:
El lugar y la participación que se otorga a los padres en el tratamiento del
niño. Incidencia de la familia respecto del trabajo analítico con un niño.
Modalidades de intervención. (Clínica)
Cuestiones ligadas a la ética del analista. Posibilidades de ejercicio de poder
frente a la inermidad del niño y al momento particular de su constitución subjeti-
va. (Ética)
Condición de niño/ condición de adulto en la relación analítica en tanto juego
de fuerzas que involucra dimensiones clínicas y técnicas. Nos proponemos
analizar cómo se van estableciendo preceptos propios del encuadre para este
aspecto parti- cular en cada autor y momento histórico. (Metodológico)
El estatuto del inconsciente en la primera infancia según los autores.
(Epistemo- lógico y teórico)
El estatuto otorgado a la sexualidad infantil y la necesidad de realizar o no
escla- recimientos sexuales por parte del analista o de los padres. (Teórico,
clínico)
El estatuto otorgado a las posibilidades “activas” de niños y niñas y de
sostenerse en algún marco de independencia respecto de los adultos. Este aspecto
puede leerse bajo adjetivaciones que involucran diferentes mascaradas, como
veremos: el niño como oscuro objeto, el niño como hijo, el hijo como niño, el
niño como ser creati- vo, el niño con una sexualidad que le es propia.

tes significantes y que dan cuenta de un cierto nivel de representación imaginaria de lo social y
del tipo de vinculación y lazo social que ello contempla.
En la conformación del imaginario social acerca de la niñez entran a jugar fuerzas sociales que
operan en diferentes planos (subjetivos, institucionales y sociales) que pueden ser analizados a
través de mitos acerca de los diversos actores sostenedores de prácticas sociales referidas a la
infancia (mitos acerca de la maternidad, de la paternidad, el rol del Estado, de la educación, y
otros).
Estos flujos o movimientos de fuerza implican la producción y reproducción de un universo de signi-
ficaciones imaginarias constitutivas de la niñez que forman parte no sólo de los valores de la
socie- dad sino también de la subjetividad de hombres y mujeres.
Ana María Fernández. La mujer de la ilusión. Buenos Aires, Paidós, 1994. p. 162.
15
Algunos de los interrogantes nos acompañaron esta línea de indagación:
¿Qué estatuto tuvo para los pioneros del psicoanálisis de niños el hecho de
inda- gar específicamente este período de la vida del sujeto en el tiempo en que
le tocó vi- vir en este país? ¿Qué aspectos ético-ideológicos atravesaron sus
producciones?
¿Cuál fue el “centro de interés” de cada uno de estos autores/productores de
sa- ber psicoanalítico en torno a la niñez?: ¿Es el mismo para todos?; ¿Es el
sujeto?; ¿Es el niño?; ¿Es cada niño?; ¿Es el niño como hijo?; ¿Es el vínculo
parental y su influen- cia en el hijo/a?; ¿Son los aspectos evolutivos del sujeto?;
¿Es analizar el modo en que se constituye el sujeto? Interrogantes que tienen
como referente el objeto de es- tudio y su metapsicología.
¿En qué medida estos aspectos condicionaron, posibilitándo o limitándo sus
producciones?6 ¿Qué concepciones de niñez pueden desprenderse de cada una
ellas?
Para dar respuesta a estos y otros interrogantes que fueron surgiendo, las
entre- vistas resultaron un valioso aporte. Dada la talla de los entrevistados, los
mismos se constituyeron interlocutores que colaboraron con el análisis del tema
indagado. La entrevistas fueron llevadas a cabo con familiares y amigos de los
autores abordados: Carmen Garma, hija de Elizabeth Garma; Elsa Coriat, hija de
Lydia Coriat; Evelina Acosta, amiga y compañera personal de trabajo de Telma
Reca; Gilou García Rei- noso, esposa de Diego García Reinoso; como los autores
y protagonistas principa- les del fragmento de historia a la que nos aproximamos:
Eva Giberti y Aurora Pé- rez. Las entrevistas serán incluidas en una publicación
posterior.
También resultaron sumamente valiosos los aportes de Gilda Sabsay Foks,
pre- sidenta de la Asociación Latino-Americana de Historia del Psicoanálisis.
Centramos el rastreo especialmente en las publicaciones y material inédito de
los autores considerados “pioneros” en tanto hubiesen realizado innovaciones
rele- vantes de carácter local.
Indagamos a su vez en artículos de revistas y diarios7 de circulación masiva en
los que participaron psicoanalistas de niños reconocidos en nuestro país, especial-
mente en aquellas secciones de orientación destinadas a padres y docentes
referidas a la crianza y educación de los niños. También se analizaron aquellas
publicidades que incorporasen la dimensión de la niñez en algún aspecto:
promoción de artícu- los para niños (remedios, juguetes, ropa, muebles y otros).
Analizamos también documentos personales: cartas, notas, resúmenes de los
au- tores y fotografías. Contamos con este tipo de material en los casos de
Lanfranco

6. René Loureau. El campo de coherencia del Análisis Institucional. Cuaderno de Posgrado.


Universi- dad Nacional Buenos Aires. Argentina. 1995.
7. Los diarios y revistas en los que se realizó el rastro fueron: Caras y Caretas y El Hogar (revistas
para adultos); Billiken, Mundo Infantil y Vida Escolar (revistas para niños) y el diario La Prensa
Ilustra- da.
16
Ciampi y Elizabeth Garma. En el caso del primero, consultamos el material de
archi- vo de la biblioteca de la cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina
de la Uni- versidad Nacional de Rosario. Accedimos a notas, manuscritos, recetas
de la época, historias clínicas manuscritas y material de relevancia publicado en
la época.
En el caso del rastreo de las producciones de Elizabeth Goode de Garma,
obtu- vimos la información gracias a la generosa colaboración de su hija,
Carmen Gar- ma que facilitó el archivo familiar, donde tuvimos la posibilidad de
acceder a cartas personales, notas manuscritas, resúmenes de la autora,
manuscritos clínicos inédi- tos, escritos de presentaciones en congresos no
publicados.

Este trabajo no hubiera sido posible sin la invalorable dirección de Juan


Carlos Volnovich, quien que aportó en su doble condición de director y de
habitante del último tramo del período indagado.

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Siglo XX: La niñez: “activa y atractiva”

Este siglo, especialmente en su segunda mitad, se ha caracterizado por asignar


un lugar privilegiado a la niñez y la psicología no ha sido en esto una excepción.
En la mayoría de los análisis realizados sobre esta temática se parte del
cimbro- nazo producido por Freud al adjudicar al niño el atributo de perverso
polimorfo en plena época Victoriana hacia fines del siglo XIX. Si bien se puede
considerar que los planteos freudianos forman parte de una propuesta de cambio
que se venía sus- citando ya en ese tiempo8, y más allá de los escozores que esto
produjo en la comu- nidad científica de su época, cabría preguntarse si no fue la
concepción de activi- dad que Freud atribuía al niño lo que más resistencias
produjo, aún más que la del niño como ser sexuado y la de sujeto con una
constitución psíquica que incorpora la dimensión inconsciente.
Pero lo que impacta con mayor profundidad para quienes venimos trabajando
con niños, es el hecho de que Freud no produjo estas brillantes articulaciones sub-
versivas de una concepción de infancia instalada a partir de una búsqueda por co-
nocer la niñez en sí. No fueron los niños y sus vicisitudes psíquicas el verdadero
ob- jeto de su preocupación. Ni siquiera fue su trabajo con niños –del que
escasamen- te podemos mencionar a Juanito, a quien no trató personalmente– lo
que motivó sus indagaciones. En la obra freudiana se puede observar que lo que
interesa no es el niño en sí, sino la construcción de la neurosis infantil, concepto
teórico psicoa-
8. Cabe referirnos a la descripción realizada por Priscila Robertson en su artículo “El hogar
como nido: la infancia de la clase media en la Europa del siglo por XIX”, en Historia de la
infancia, Llyo- yd de Mause. Alianza Universidad. 1994. Citamos: “Estas dos actitudes
persisten en contrapunto a lo largo de todo el siglo XIX: los que quieren a los niños frente a los
que no los quieren, los que confían en la naturaleza frente a los que temen a Dios; los que
aplican una disciplina moderada frente a los que creen que el sufrimiento es bueno para los
pequeños; la Era de la Razón frente a la Etica Puritana.”

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nalítico producido a partir del trabajo con pacientes adultos. Resulta llamativo
que Freud haya logrado una ruptura fuerte con la imagen del niño preponderante
en su tiempo trabajando exclusivamente con pacientes adultos.

¿Cuál fue el marco histórico-social que posibilitó el surgimiento de esta nueva


concepción de la niñez planteada por Freud?
Para responder a este interrogante será necesario considerar las profundas mo-
dificaciones producidas hacia finales del siglo XIX en lo que hace a la conforma-
ción de la familia burguesa.9
A partir de la abolición de la monarquía con la Revolución Francesa, es el
Esta- do el que se convierte en garante de la autoridad paterna.
Entre los importantes cambios suscitados se fue transformando de manera gra-
dual, inicialmente en Francia y luego en toda Europa, el antiguo sistema de matri-
monios concertados para dar lugar al matrimonio por amor, o al amor romántico.
En el marco de este proceso de cambios promovidos por la caída paulatina de
las monarquías y el surgimiento de los Estados nacionales, viene Freud a
proponer una teoría acerca del parentesco basado en la doble ley de la alianza y
filiación, po- niendo en el centro de la unión familiar a la libido y al deseo
amoroso.10
Los niños circulan en este marco regulatorio como producto del deseo paren-
tal para convertirse, también ellos, en objetos de amor que ingresan a la trama fa-
miliar. Veremos cómo incidieron en algunos de los autores que abordamos los
pre- ceptos de Rousseau, promotores del amor maternal en la representación de la
niñez que tanto influyeron en los siglos XIX y XX.
Especialmente en el seno de la familia burguesa, el niño pasa a ser
considerado como un ser deseable. Niños y niñas pasan a constituirse en el centro
mismo de la estructura familiar moderna, siendo los padres los responsables de
su futuro y el Es- tado el garante del cumplimiento de esta organización
protectora de la niñez.
Elisabeth Roudinesco en su libro La familia en desorden sostiene la hipótesis
de que la invención freudiana acerca de la familia occidental fue capaz de tomar
en cuenta no sólo la declinación de la soberanía del padre sino que se constituyó
tam- bién en el comienzo de una subjetividad emancipada.11
Tendremos que esperar al último período de la producción freudiana para ver
cómo se dispara el debate acerca de las posibilidades de analizabilidad de un
niño, instalándose la polémica respecto de la puesta en tensión del habitual
encuadre “clí- nico” y las transformaciones necesarias para tratar a niños y niñas.
Al poco tiempo de ser publicados, los primeros trabajos de Melanie Klein y
Anna

9. Jacques Donzelot. La policía de las familias. España: Editorial Pre-textos, 1979.


10. Elizabeth Roudinesco. La familia en desorden. Buenos Aires: Fondo de cultura económica de
Argen- tina, 2004, p. 96
11. Op. cit. p. 93
20
Freud llegan a la Argentina, lo que hace jugar una suerte de relativa
simultaneidad con las producciones locales. Estos trabajos ingresan en un
momento (principios de la década del 40) de producción incipiente, y, -por
encontrarse la clínica con niños en sus albores- no llegan a dar respuestas y
articulaciones demasiado acabadas res- pecto de los modos de ejercicio de la
práctica y del logro de efectos clínicos.
Se trata de un momento en el que la producción europea se encontraba en per-
manente debate (fundamentalmente en las disputas entre Melanie Klein y Anna
Freud), y las diferentes posiciones alentaban alternativamente entre producir nue-
vos desarrollos o encorsetarse bajo la bandera de alguna de las dos autoras. Esta
lí- nea demarcatoria no dejó de reproducirse en el plano local a pesar de la
distancia oceánica existente. Europa se constituía claramente en el centro –que
por sus ca- racterísticas tiende a ser despótico- de una inquieta Argentina
periférica que se in- clinaba a reproducir las tendencias dominantes.
A pesar de ello, resulta notable la serie de aportes que diversos pioneros han
rea- lizado a lo largo de las décadas en lo que hace a la producción psicoanalítica
infantil en nuestro país. Tal vez haya contribuido a cierta autorización por parte
de los ana- listas de niños locales el hecho de encontrarse frente a una
especificidad que tam- bién se encontraba en ciernes en el primer mundo. Los
psicoanalistas argentinos re- creaban respuestas especialmente en aquellos
aspectos en los que no se recibían in- dicaciones claras de los maestros europeos.
A su vez, la distancia efectiva (que por entonces resultaba mucho más importante
que en la actualidad por no contar con los avances que hoy tenemos en materia de
transportes) se constituyó en una bre- cha que supo abrir canales a algunas
creaciones que trascendieron las producidas en el espacio central. Podemos
observar contribuciones concretas, novedosas, sur- gidas de la especificidad de la
práctica clínica realizada en nuestro país. Encontra- mos interesantes
particularidades, múltiples identidades y singularidades en el psi- coanálisis de
niños en la Argentina que interesa rescatar.
Resulta a las claras que existe una producción que nos es propia, y que de nin-
guna manera podría quedar situada como una copia mera, incluso digna, del psi-
coanálisis europeo.
Coincidimos con Rey en que: “El proceso de desarrollo de las teorías está
media- tizado por los procesos más locales de construcción teórica”.12 También la
produc- ción psicoanalítica (en nuestro caso la que se aboca al estudio de la
niñez) tiene sin- gularidades y valores en la producción que le son propias y
variables a lo largo de los tiempos. Los modos en que se articulan el objeto y el
método psicoanalítico a partir de su producción teórica general hacen que este
tema merezca especial atención.
Los nuevos campos en los que los analistas se presentaban arriesgando la
teoría permitieron poner en tensión sus conceptos y sus técnicas. Se fueron
produciendo
12. Fernando Gonzalez Rey. La investigación cualitativa en psicología. Rumbos y desafíos. San
Pablo: Educ - Editora da PUC-SP, 1999.
21
tanto flexibilizaciones creativas como entumecimientos teóricos que no lograban
dar respuesta a las exigencias del contexto.
La rigidez sostenida en el encuadre, sumado a la repetición axiomática de los
principales articuladores teóricos, han sido los que han hecho “tambalear” los
pos- tulados freudianos; aún cuando Freud reflexionaba y construía su teoría en
todos los ámbitos de la vida cotidiana para reinventarlos cada vez.
De por sí, “la práctica psicoanalítica con niños supone el inclaudicable ejerci-
cio de tensar los límites de la disciplina”.13 Por eso cabe reflexionar acerca del
con- cepto de niñez en particular, y de su articulación con el método
psicoanalítico y la producción teórica; categoría que no siempre se presenta en la
producción analíti- ca explicitada como tal.

13. Juan Carlos Volnovich. El niño del “siglo del niño. Buenos Aires. Editorial Lumen,1999

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IV. ESTADO Y NIÑEZ DESDE LA DÉCADA
DEL 50. CAMBIO DE SITUACIÓN.

v. 1. CONTexTO INTeRNaCIONaL.

A partir de la década del 50, el Estado cobra protagonismo en las políticas so-
ciales. Los organismos internacionales colocan en la familia nuclear
(especialmen- te en los padres) la función de crear y garantizar el crecimiento y
desarrollo de ni- ñas y niños sanos. La “recuperación” de ese espacio vital de la
niñez resulta moti- vo de preocupación y objeto de políticas sociales por parte de
los organismos in- ternacionales.
Los países desarrollados se encuentran en pleno “Estado de Bienestar”, bajo
las ideas Keinesianas y el modelo “fordista”, caricaturizado por Chaplin en la
pelícu- la Tiempos Modernos. Muchos de los valores establecidos hasta entonces
comien- zan a ser cuestionados.
La revolución sexual que empezaba a gestarse se posibilita aún más a partir
de la comercialización de los anticonceptivos, que a su vez permiten “elegir” el
momento en que se desea la procreación. El auge de los movimientos feministas
con las conse- cuentes propuestas de modificación de la función de la mujer
como esposa y madre lleva a una vacilación en el ejercicio de las funciones
parentales. Los consejos de los psicoanalistas se constituyen en punto de apoyo y
referencia más que necesario en un tiempo en el que ya no se confía en los
saberes de las generaciones precedentes.

1952. En el informe de Naciones Unidas se analizan las causas de disociación


fa- miliar que privan al niño de un “medio familiar normal”. Este enfoque surge
de los informes aportados por diferentes grupos de trabajo encargados del estudio
de la protección de la niñez. Representantes de la India, los Países Bajos, la
Unión Suda- fricana y el Reino Unido participan de dicho encuentro.
Organizaciones no guber-

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namentales y grupos de trabajo de Turquía, Yugoslavia y Uruguay envían
informes acerca del tema.
Se plantea la existencia de una considerable disociación familiar producida
por 3 factores:

- Rápido desarrollo de la industria,

La repercusión del desarrollo industrial sobre la estructura y funciones


familia- res produce un pasaje de la familia considerada como unidad económica
y social relativamente autónoma a un grupo que pasa a depender del exterior en
cuanto a los bienes y servicios necesarios para su subsistencia. La pobreza, la
desocupación, el sub-empleo crónico y las malas condiciones de vivienda figuran
como los prin- cipales factores que privan a algunos niños de un “medio familiar
normal”. Con el objetivo específico de optimizar las condiciones de vida, salud
física y mental de la niñez, la mayoría de los países intervienen apoyando a las
familias para mejorar las relaciones entre sus miembros y con el medio social. Se
intenta elevar el nivel de vida de las familias a fin de prevenir la disociación
familiar.

- Flagelos tales como las guerras, revoluciones o catástrofes naturales.

El número de niños que requieren asistencia especial durante la segunda gue-


rra mundial asciende a 60 millones en Europa y a 65 millones en la China,128 esti-
mándose en 13 millones la cantidad de niños que la última guerra deja huérfanos
en las mismas regiones.129

- Factores sociales o psico-sociales tales como la ilegitimidad, la separación, el


divorcio, la muerte, la enfermedad, el abandono o negligencia, la criminalidad o
la inestabilidad mental de uno o ambos cónyuges.

Comienza a otorgarse importancia a los efectos destructivos que pueden pro-


ducir la pobreza y otros factores sociales sobre el medio familiar. Se visualizan
las consecuencias negativas que producen ciertas condiciones desfavorables del
con- texto familiar en la niñez. Se incluyen términos como “falta de autoridad
paterna o materna”, “negligencia o abandono” y “desamparo” para situar las
causas de fragi- lización emocional del niño. La pobreza queda considerada como
una de las prin- cipales causas de producción de dificultades psicológicas o
emocionales, en tanto

126. UNESCO. “La infancia víctima de la guerra”. Publicación Nº 461, 1949 p.10 y 11, citado
por Naciones Unidas. Departamento de Asuntos Económicos y Sociales. Niños privados de un
medio fa- miliar Normal. Buenos Aires: Humanitas, 1963, nº 5. p. 13.
127. Op. cit. p. 29.

88
que en los sectores sociales altos los indicadores quedan vinculados con la inesta-
bilidad emocional de los padres. Se les atribuye a los mismos una incapacidad
para establecer buenos vínculos al interior de la familia cuando se encuentran en
situa- ciones de inestabilidad.130
El estudio pone el acento en los aspectos afectivos y emocionales de niños y
ni- ñas.

El niño privado de un ambiente familiar normal es vulnerable, no sólo en


cuan- to a su salud física, sino también en lo que concierne a su salud mental, su
educa- ción y su adaptación a la sociedad.131

La familia es vista como la institución garantizadora de la “sana”


incorporación del niño a la sociedad adulta.

Los niños privados de un ambiente familiar normal no sólo pueden carecer de


la posibilidad de adquirir hábitos sociales normales, sino que corren el riesgo de
adoptar modos de comportamiento antisociales (desocialización) como resulta-
do de los daños causados por esa privación. Así, su adaptación a la sociedad
queda más comprometida aún.132

El informe acentúa la importancia del vínculo madre-niño durante el primer


tiempo de vida. En el capítulo Cuidados maternales y Salud Mental, la
Organización Mundial de la Salud pone de relieve la importancia de los cuidados
maternales so- bre la salud física y afectiva del niño.

…estudios directos muestran claramente que, cuando el niño está privado de


los cuidados maternales, su desarrollo queda casi siempre retardado física,
intelectual y socialmente, y que puede presentar afecciones físicas y mentales.133

La niñez es definida en función de la edad: desde el nacimiento hasta los 18 o


21 años, variando según países y costumbres. El niño es concebido como “parte
de un grupo: la familia, y no como un individuo independiente cuyas necesidades
físicas, psíquicas y sociales podrían satisfacerse sin tener en cuenta los lazos que
lo unen a la familia.” En esta línea, la niñez queda ubicada como un grupo social
extremada-

128. Naciones Unidas. Departamento de Asuntos Económicos y Sociales. Niños privados de un


me- dio familiar Normal, op. cit. p. 12-14.
129. Op. cit.
130. Op. cit.
131. Op. cit.

89
mente vulnerable, que necesita indefectiblemente del cuidado adulto, especialmen-
te el de los padres.

1954. Había terminado la Segunda Guerra Mundial. Comienzan a generarse


nue- vos espacios de reunión y debate acerca del cuidado de los más
desprotegidos: los ni- ños. La Unión Internacional para la Asistencia del Niño
realiza un Congreso en Zagreb para discutir el tema de la protección del niño en
la familia. En 1955 se realizan dos conferencias: una en París y otra en
Hamburgo convocadas por la UNESCO.
Las conclusiones de aquel encuentro fueron:
“1º) que en muchos países había interés sobre la educación para padres y que
se estaba realizando algún trabajo experimental.
2º) que ese trabajo no era permanente ni tenía ninguna organización.
3º) que en todos ellos había surgido el mismo tipo de problemas.”134
A partir de estas conclusiones se decidió convocar, para 1959 a una nueva
reunión en París para coordinar una investigación sobre Escuela para Padres.
Diez años más tarde, en Diciembre de 1964, Eva Giberti participaba en la
Con- ferencia Internacional sobre el papel de la Mujer en la lucha por la paz y el
Desarro- llo realizado en Jerusalem. Nuevamente el máximo acuerdo fue el
referido a la fa- milia como “la clave para la mejor formación del ser humano”.135
En este contexto, organismos de la talla de la UNESCO y la Unión Internacio-
nal para la Asistencia del Niño, convocaban a diversos profesionales a participar
en la promoción y cuidado de la niñez a partir de la intervención directa en el
terre- no de lo familiar.
El diagnóstico de los organismos internacionales y los de profesionales del
área local coinciden en observar la existencia de un cambio considerable en las
modali- dades de constitución familiar, tanto en el plano formal como en lo
referente a las prácticas que en la misma se producen.
Las políticas internacionales de la década del 60 vienen acompañadas de im-
portantes avances científicos y tecnológicos que colaboran en la construcción de
un ideal de progreso copernicano. Estos procesos generan en los padres la inquie-
tud de no estar a la altura de semejantes acontecimientos para acompañar a sus
hi- jos en el proceso de cambio.
Comienza a considerarse que los criterios pedagógicos, médicos y psicológicos

132. Alicia Barroso; Alicia Simón. Escuela para padres. Tesis inédita de Trabajo Social del
Instituto Superior de Formación Docente Nº 11, Lanas, Provincia de Buenos Aires, 1982. En
Enrique Car- pintero y Alejandro Vainer. Las huellas de la memoria: Psicoanálisis y Salud
Mental de los ’60 y ’70. Tomo I: 1957-1967. Buenos Aires: Topía, 2004. p. 126-127.
133. Eva Giberti. “Mujeres en Jerusalem”. Nuestros Hijos. Buenos Aires: febrero de 1965, Año
XI, Nº 121, p. 6-9.

90
pueden ser enseñados como conocimientos con los cuales una familia lleve
adelan- te la crianza de los hijos.
La Escuela para Padres (que surge por la década del 40 en Europa) otorga
dimen- sión institucional a una modalidad práctica que venían ejerciendo aquellos
profe- sionales que trabajaban en asistencia familiar. Los consejos eran sostenidos
espe- cialmente por el médico de familia. Desde otro marco institucional, era la
iglesia la institución dedicada hasta ese entonces a dictaminar los usos y
costumbres fami- liares. La misma se constituía en fuente de múltiples consultas
para el ejercicio de la función parental.
Se imagina a los niños de la década del 50 como los protagonistas de la
conforma- ción de un mundo nuevo, interespacial. Se da un crecimiento
económico vertiginoso de la economía mundial. El capitalismo avanza junto con
la tecnología y el desarro- llo de la investigación científica. En 1957, la perra
Laika es lanzada en el Sputnik II rumbo al espacio y convertida en“perra
astronauta”. La idea de progreso y desarrollo del hombre comenzaba a certificarse
a partir de los avances logrados, prometiendo para el año 2000 ciudades
espaciales, alimentos en pastillas, el fin del hambre en el mundo, y posibilidades
de desplazamientos del hombre en el espacio sin medios de locomoción, como
aparecían en las series e historietas de ciencia ficción.

v. 2. eCONOmía, pOLíTICa y famILIa. CONTexTO LOCaL.

El país debe contar con un pueblo sano, para forjar su grandeza. Cualquier
indi- viduo que haya tenido una infancia feliz y tranquila puede afrontar sin
esfuerzo las responsabilidades de la vida civil. La organización social de la
Nueva Argentina in- tenta, por tanto conceder las mayores ventajas al niño y a la
madre.136

La década del 50 en nuestro país se recorta como un momento de importantes


cambios en la configuración de los discursos sobre la niñez y por ende, en la
repre- sentación cultural que se va conformando. Las políticas nacionales también
cen- tran la atención en una niñez concebida bajo la cúpula de la familia nuclear.
En la década del 40, la niñez había comenzado a ganar terreno propio para
irrumpir con fuerza considerable en los años 50. La política del peronismo de la
década del 40 se encontró a una distancia considerable de la niñez delineada en
el recoleto sector del Barrio Norte, donde el psicoanálisis de niños y su principal
representante: la APA, se iba conformando. La niñez pobre del primer gobierno
peronista fue anidándo- se bajo diferentes máscaras: el niño alumno, el niño
objeto de las políticas públicas.
134. Traducción de Infancia privilegiada. Capítulo I. A importancia da infancia na vida futura
do homen. S.I.P.A. Serviçio internacional de Publicaçoes Argentinas. Publicación realizada
durante el gobierno peronista.
91
También el niño que crecía junto con el progreso nacional, por ende el niño que
no repetiría la historia de pobreza familiar. La famosa frase pronunciada por Eva
Pe- rón, esposa de Juan Domingo Perón, “los únicos privilegiado son los niños”,
abre un movimiento en espiral que se irá transformando en la década del 50 y 60,
adqui- riendo diferentes modalidades.137
El primer gobierno peronista pone a la niñez en el centro de sus políticas
socia- les, creando numerosas instituciones que ubican a este grupo etáreo como
su prin- cipal destinatario. Desde el punto de vista urbanístico, la transformación
global de la ciudad viene acompañada de la creación de espacios específicos para
la niñez. Se construyen en este período: “La ciudad de los niños” en La Plata, la
“Ciudad infantil” y una multiplicidad de ámbitos para el desarrollo de actividades
deportivas, recreati- vas, educativas y de atención en salud. Los potreros se
convierten en plazas con jue- gos en los que la niñez ya no queda en un rincón,
por fuera de la mirada del adulto. En los hogares el dormitorio de los niños
comienza a cobrar un lugar de importan- cia, así como el diseño de sus muebles
y su decoración. Los niños de aquel momen- to son concebidos, en términos
generales, como los adultos del mañana.
Durante la década del 50, Perón se dirige en sus alocuciones públicas a los
niños de entontes como “la generación del 2000.”138 Hallamos esta concepción en
diver- sos medios de comunicación a lo largo de toda la década del 60.
Las compañías de seguro explotan esta arista promoviendo “la inversión” en
“el hombre del mañana” que eran los hijos. Se acentúa el interés por generar
desde esta etapa una plataforma de lanzamiento para el paso a la vida adulta,
concibiendo al niño como adulto futuro. Se trata de una concepción futurista que
incluye la di- mensión del adulto proyectada desde la niñez.
En la T.V. Series como Los Supersónicos, Los Intocables y otras, captaban la
aten- ción de millones de espectadores.
En 1963, la Revista Nuestros Hijos describe la turbulencia que se vivía por
en- tonces en un universo cambiante.
135. Tomamos como interesante referencia gráfica un cuadro de Daniel Santoro (2002)
“Heladera Siam: Argentina noble y buena”, en el que condensa en una imagen las principales
representaciones que impregnan el imaginario social del momento. Dos niños son representados
con la vestimenta de alumnos con guardapolvos que se confunden con la figura de las heladeras.
Simbolizan un cri- terio de homogeneidad ligado al objetivo de lograr una equidad social. Las
heladeras Siam, “Indus- tria Nacional” marcan la presencia de un jalón en el desarrollo industrial
como fuente de progre- so social y símbolo de la industria argentina y del país que avanza. Las
primeras heladeras se ven- den en cuotas de 19 pesos, comenzando a ser un elemento posible de
adquirir para los nuevos sec- tores medios. La imagen de Eva Perón pintada sobre la heladera
pasa a ocupar el lugar central de muchos hogares, en el lugar que antes ocupaba la virgen como
figura salvadora.
136. Carli Sandra. “Infancia, psicoanálisis y crisis de generaciones. Una exploración de las
nuevas formas del debate en educación”. En Historia de la Educación en la Argentina. Adriana
Puigrós (di- rección). Dictaduras y Utopías en la historia reciente de la educación (1955-1983).
Buenos Aires: Galerna. 2003. p. 222.

92
Nuestra capacidad de asombro parece colmada. El contacto diario con las
mara- villas que el ingenio humano va creando, satura la posibilidad de admirar.
No nos damos cuenta, casi. Y sin embargo, gozamos de comodidades que ni
siquiera los mo- narcas más poderosos de antaño pudieron creer posibles.
Apoltronados frente a la vieja butaca frente al televisor, vemos y oímos lo que
está sucediendo lejos nuestro…
Los modernos jets llevan a cualquier modesto burgués o ahorrativo proletario
a los puntos lejanos del globo….El espacio entre esos puntos lejanos no se mide
ya
–por lo menos no se mide ya subjetivamente- en miles de kilómetros. Se habla,
se piensa ahora en horas o minutos. Se “siente” que todo está más cerca…Se
“presien- te” incluso que pronto el mundo terrestre será pequeño para él…
Hasta la propia vida del hombre se modifica. Cada uno puede disponer, al me-
nos en el cálculo de probabilidades, de más tiempo para realizar aquellos a lo
cual se siente llamado por su vocación. El espacio que podemos recorrer en el
programa o proyecto vital es mayor. Medicinas más eficaces, alimentos
racionales, mejores vi- viendas, psicoterapia, estudios sociológicos, todo se
integra y contribuye…139

En ese contexto, los niños se constituyen en los “futuros monarcas”, habitantes


de un universo promisorio. En la década del 60, esta concepción “futurista” de la
ni- ñez es retomada con diversos matices por aquellos profesionales que tenían a
niños y niñas como destinatarios de sus prácticas. En este contexto, el
psicoanálisis venía a filtrarse prometiendo un futuro “libre de enfermedad
mental”.

v. 3. CReaCIÓN DeL INsTITUTO De saLUD meNTaL.

1957 se constituye en un año que marca el inicio de un período de importantes


transformaciones cualitativas en el campo de la Salud Mental en nuestro país.
El 11 de Octubre de 1957 se crea el Instituto Nacional de Salud Mental
(INSM). El mismo promueve una política activa en lo que hace al campo de la
Salud Men- tal a cargo del Estado. La nominación de este Instituto supone en sí
una nueva deli- mitación: la de la “enfermedad mental”. A partir del pasaje de la
Psiquiatría a la Sa- lud Mental, en consonancia con los movimientos mundiales
que se estaban dando en este plano, se rompe con la exclusividad del paradigma
psiquiátrico dominan- te en nuestro país.140
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial se viene afirmando el movimiento

137. M.E.B. “Todos somos cosmonautas”. Nota editorial. Nuestros Hijos, Buenos Aires: junio
de 1963, nº 101. p. 6-7
138. Enrique Carpintero y Alejandro Vainer. Las huellas de la memoria: Psicoanálisis y Salud
Men- tal de los ’60 y ’70. Tomo I: 1957-1967. op. cit. p. 56-57.
93
de Salud Mental en los países centrales capitalistas. Dicha corriente se incluye en
la perspectiva del Estado de Bienestar promovida por Keynes. Los organismos
interna- cionales –la Organización Mundial para la Salud (OMS) y la
Organización Paname- ricana de la Salud (OPS) entre otros– plantean la
necesidad de realizar un pasaje de la Psiquiatría a la Salud Mental, basando su
propuesta en la búsqueda de prácticas alternativas para su prevención y
promoción en la comunidad, junto con la trans- formación de los hospitales
psiquiátricos en comunidades terapéuticas.
EL INSM estaba compuesto por dos órganos:

El “Consejo Nacional de Salud Mental”, integrado en un comienzo por 3


miem- bros rentados (luego se aumentó a 5 miembros) con funciones técnico-
administra- tivas. El primer equipo lo conformaron: Jorge García Badaraco,
Mauricio Goldem- berg y Raúl Usandivaras.
La “Comisión Nacional Asesora de Salud Mental” integrada por 13 miembros
honorarios de la especialidad. Los profesionales seleccionados eran profesores
titu- lares de cátedras de Psiquiatría de todo el país y reconocidos profesionales
de distin- tas especialidades, entre ellas la psiquiatría infantil y psicopedagogía.
La primera co- misión estuvo integrada entre otros por Telma Reca, Enrique
Pichon Rivière y Gino Germani, por citar a los que más vinculación tiene con la
historia que abordamos.

Desde mediados de los 50’ éste y otros cambios fueron promovidos por un
gru- po de psiquiatras reformistas, que no acordaban con las orientaciones del
Peronis- mo. Adscribían a los principios de la Salud Mental con una visión más
amplia de la disciplina, abarcando diferentes líneas teóricas, una de cuyas era el
psicoanálisis. Este grupo estaba integrado por Mauricio Goldemberg, Gregorio
Berman, Enrique Pichon Rivière, Jorge García Badaracco, Jorge Thenon y
otros.141
La década del 50 se constituyó en un período de importantes cambios en
materia política, social, tecnológica y económica. Tanto a nivel internacional
como local.
Los movimientos mencionados en este capítulo funcionaron como plataforma
de interesantes producciones e innovaciones en el campo específico del
psicoanáli- sis de niños en nuestro país al mismo tiempo que estos desarrollos
colaboraban con el cambio de situación planteado.

v. 4. eL psICOaNáLIsIs y La COmUNIDaD .

Concomitantemente con los cambios del momento, se da en los años 60 una


ex- plosión en la construcción de departamentos en el centro de la ciudad de
Buenos
141. Op. cit. p. 56-70

94
Aires. La clase media se va engrosando y trasladando de los barrios al nuevo
espa- cio central. Al agrandarse, la ciudad se vuelve anónima e impersonal.
Frente a esta nueva realidad, los sectores medios pasan a refugiarse en la
intimidad de sus hoga- res. La radio y la televisión, las revistas y los diarios
cobran un protagonismo impor- tante en esa intimidad resguardada. A través de
estos medios, el discurso del psicoa- nálisis comienza a filtrarse y a ganar espacio
en este nuevo sector urbano. La con- sulta al psicoanalista comienza a convertirse
en una instancia “de moda” para una clase media contradictoria que se balancea
entre el optimismo y el pesimismo, sin tomar partido por ninguna posición.142
En un mundo que miraba hacia el futuro, el conocimiento cambiaba de eje: ya
no estaba en la generación de los abuelos. La ciencia tenía mucho para decir y se
po- día confiar en ella. A los cambios en las configuraciones familiares y la
fractura in- tergeneracional se sumaba el desarraigo de la cultura de origen
producto de la in- migración. La mayoría de los abuelos de los niños de las
generaciones del 50 y 60 eran inmigrantes, lo cual presupone un agrietamiento en
la transmisión genealógi- ca y un punto de fragilización subjetiva considerable.
Especialmente en las familias de sectores medios –sector que se había
engrosa- do considerablemente- surgían poderosas inquietudes y la necesidad de
contar con conocimientos que les permitieran manejarse con sus hijos superando
los obstácu- los y sufrimientos padecidos en la propia niñez.

La época, signada por la tevé coadyuvaba en el registro de los notorios


cambios en la descripción de “la familia”. La divulgación atribuía a la familia el
máximo de responsabilidad respecto del futuro de los hijos y explicaba la
dinámica de los con- flictos aportando el descubrimiento de lo inconsciente como
idea reguladora.143
El psicoanálisis surge como el encargado de indicar, controlar, responsabilizar
y culpabilizar a los padres que no se manejen de acuerdo a los preceptos de
crian- za transmitidos. Bajo la égida de estos consejos, los padres de la “futura
generación del 2000” tienen a su cargo la prevención de la neurosis de sus hijos,
a fin de que los jóvenes del mañana puedan recrear una sociedad “sana”. La
niñez, especialmente la primera infancia, resulta una etapa crucial para plantear
un abordaje preventivo. Se- rán los primeros vínculos los que -de ser saludables-
colaborarán para la construc- ción de un futuro adulto sano.
Desde las perspectivas asistenciales y educacionales, el niño adquiere
relevancia en tanto poseedor de una estructura psíquica muy frágil, que hay que
cuidar y con- tribuir a formar. Alrededor de este aspecto debe configurarse toda
trama familiar, por novedosa que sea.
142. Op. cit. p. 56-57
143. Eva Giberti. “Efectos de la divulgación en las prácticas del psicoanálisis.” Actualidad
Psicoló- gica. Buenos Aires: enero-febrero 2002, Año XXVII, nº 294, p. 10.

95
Ingresábamos en otra época signada por la TV y en la cual podían registrarse
no- torios cambios en la descripción de la “familia”: las migraciones que desde
las pro- vincias habían constituido el cinturón villero conurbano aportaban
modelos que sobresaltaban a quienes defendían el modelo tradicional: por
ejemplo, el cambio de “padres” para los hijos de una misma mujer, relaciones
sexuales admitidas entre pa- drastros e hijastras, mujeres solas con hijos de
distintos padres, etc. Antiguamente la familia tradicional se había enfrentado a
formas clásicas de “antifamilia” como el prostíbulo, y con estilos de convivencia
denigrados por la burguesía: el conventillo. Ahora la “villa” aportaba matices
para la crítica social…144

El niño es visualizado desde una perspectiva centrada en la constitución del


psi- quismo. Se pone especial atención a primer tiempo de vida, considerándose
la prác- tica de divulgación de la teoría en términos preventivos. Se pretende
prevenir la neu- rosis de la población del año 2000. El niño se convierte en el
sentido integrador de la familia y el principal destinatario de las políticas sociales
y de las miradas en el ám- bito familiar (no siempre el de la familia nuclear
tradicional). El niño -en su cali- dad de hijo- pasa a ser parte articuladora de las
configuraciones familiares (padras- tros, madrastras, abuelas y abuelos
encargados de la crianza formaban un abanico de posibilidades que se intentaban
integrar en un todo familiar). El niño es consi- derado como un sujeto, con un
cuerpo pregnado de vivencias familiares y sociales, un niño doliente, pero con
posibilidades activas de modificar su situación en tanto pueda ser ayudado por su
medio familiar amparado en las políticas estatales.
Los planteos de Escuela para Padres no resultan ajenos a estas expresiones,
con- tribuyendo a la configuración de la dimensión que concibe al niño desde una
mi- rada futurista; situándolo al mismo tiempo como el hombre del mañana
conteni- do en su figura y como núcleo actual de la constelación familiar.

La Escuela para Padres surge en nuestro país junto con un movimiento


simultá- neo de inmersión del psicoanálisis en los hospitales. La intersección de
estos dos as- pectos funciona como una producción de nuevas y diversas
imaginarizaciones so- ciales de la niñez que van apareciendo al modo de
pulsaciones, irrupciones, percu- siones. Movimientos en los que los padres –con
un saber mediático- “empujan” a quienes trabajan con la niñez a operar con las
“nuevas” construcciones. Las prácti- cas que incorporan al psicoanálisis como
teoría rectora o referencial reciben una rá- pida aceptación de la comunidad en
general.
La idea del conflicto como inherente a la subjetividad, y por tanto en la
dimen- sión familiar se incorpora como producto del ingreso de la teoría
psicoanalítica en la comunidad.
144. Entrevista con Eva Giberti, citada en Enrique Carpintero y Alejandro Vainer. Las huellas
de la memoria: Psicoanálisis y Salud Mental de los ’60 y ’70. Tomo I: 1957-1967. op. cit. p.
127
96
Muchas de las transmisiones de ese orden fueron tomadas por los
“consumido- res” de saber como maniqueas, en términos de “buena o mala
paternidad”. En reali- dad, estas referencias provienen del campo mismo del
psicoanálisis y de lo que con- sideramos una “deformación” de la teoría en
función de la subsistencia de los an- tiguos parámetros del “deber ser” ubicados
ahora en la dimensión “psi”.145 Los dis- cursos positivistas y/o moralizantes que se
venían difundiendo acotadamente has- ta ese momento son desplazados por la
difusión que adquiere el psicoanálisis a tra- vés de diversos canales de
comunicación social. Son los psicoanalistas quienes ocu- pan un espacio
hegemónico, constituyéndose prácticamente en los únicos referen- tes válidos de
una gran masa de padres jóvenes de la época. Los padres se apropia- ban del
vocabulario psicoanalítico, incorporando en las consultas pediátricas o en el
diálogo con los maestros términos tales como Complejo de Edipo, inconsciente,
síntoma, neurosis, trauma, frustración y algunos otros.
Los principales destinatarios de estos mensajes son los padres. Se les
“enseña” a pensar en los niños como epicentro de la vida familiar. Aún para
aquellos niños que no tienen padres, el estado les asigna el lugar de hijos de la
patria. En función de este movimiento se produce una torsión a través de la cual
el niño adquiere camaleóni- camente la forma de hijo. Los desarrollos
psicoanalíticos quedan en muchas opor- tunidades repitiendo esta concepción.

145. Eva Giberti, “Efectos de la divulgación en las prácticas del psicoanálisis”. op. cit. p.11

97
BIBLIOgRafía.

Carli, Sandra. “Infancia, psicoanálisis y crisis de generaciones. Una exploración de las


nuevas formas del debate en educación”. En Historia de la Educación en la
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reciente de la educación (1955-1983). Buenos Aires: Galerna. 2003. p. 221-
288.

Carpintero, Enrique y Vainer, Alejandro. Las huellas de la memoria: Psicoanálisis y Salud


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Escardó, Florencio (1968). Anatomía de la familia [1954]. Buenos Aires: El Ateneo. (6ª ed.)
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Giberti, Eva. “Efectos de la divulgación en las prácticas del psicoanálisis.” Actualidad


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Puiggrós, Adriana. Dictaduras y utopías en la historia reciente de la educación argentina


(1955- 1983). Buenos Aires: Galerna, 2003, vol. 8. 402 p. (Historia de la
educación en la Argentina) ISBN: 950-556-365-5

matErIal dE archIVo.
M.E.B. “Todos somos cosmonautas”. Nota editorial. Nuestros Hijos, Buenos Aires: junio
de 1963, nº 101. p. 6-7

Giberti, Eva “Mujeres en Jerusalem”. Nuestros Hijos. Buenos Aires: febrero de 1965, Año XI,
Nº 121, p. 6-9.

Infancia privilegiada. Capítulo I. A importancia da infancia na vida futura do homen.


S.I.P.A. Serviçio internacional de Publicaçoes Argentinas. s. f.

98

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