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Estoy tieso, no tengo dinero, tengo un perro pequeñito, se llama boby, y está

fatal. No tengo nada para darle de comer y estoy dándole de comer serrín. Una
mesita de noche cagó el otro día. No tiene pulgas porque se las come del hambre que
pasa. Está muy débil, cada vez que ladra pierde el conocimiento.

Y de mi coche mejor ni hablar, está hecho polvo, tiene veinte años, justo los años
que tengo desde que me saqué el carnet, toda la vida con el mismo coche. Se pone de
cero a cien en una tarde, le tengo que pasar la ITV todos los martes y el gps dice
lo que le da la gana ya. Lo conecté, le puse la dirección y a los diez segundos me
dice la muchacha del gps, en la siguiente rotonda te bajas y preguntas. Y he estado
dando muchas vueltas, más vueltas que un manco en una barca.

Me apunté a la autoescuela, hice los test y a las tres semanas me dijeron que podía
ir a examinarme. Fui al examen más nervioso que Belén Esteban en cifras y letras,
más agobiado que Don Quijote en un parque eólico, y salió una persona y dijo que
era un examen tipo test de cuarenta preguntas y que para aprobar el máximo de
errores eran cinco, así que respondí cuatro preguntas para no arriesgarme y aprobé
con cuatro fallos.

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