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Para Obtener La Vida Eterna
Para Obtener La Vida Eterna
La misión de nuestro Redentor nos permite asegurar la clase de vida que Él y su Padre poseen:
la vida eterna. Aunque tenemos que hacer muchas cosas a fin de prepararnos para tal forma
de vida, afortunadamente se nos ha dado la “fórmula maestra” que comprende a cada ley y
requisito que llevan hacia la exaltación. Ahora consideremos estos puntos en relación a lo que
debemos hacer para “vivir”.
En dos momentos distintos del ministerio de Jesucristo leemos los dos grandes mandamientos.
En Lucas 10:25-28. Aquí, un intérprete de la ley preguntó qué es lo que debía hacer para
obtener la vida eterna y Cristo hizo que el hombre contestase su propia pregunta citando de
las Escrituras antiguas.
Fue en la segunda ocasión, sin embargo, que Él mismo indicó estos dos mandamientos y les
dio el lugar de preminencia entre todos los requisitos del evangelio.
En Mateo22:35 dice:
Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu
mente.
Los Diez Mandamientos podrían ser usados como una ilustración sencilla en cuanto a cómo
todos los requisitos que conducen a la salvación pueden ser relacionados con nuestra
responsabilidad de amar a Dios y al hombre.
El mensaje principal de las Escrituras es que debemos amar al Señor con todo nuestro corazón.
El élder Ezra Taft Benson dijo:
“El mundo ignora demasiado el primer y grande mandamiento —amar a Dios— pero habla
mucho de amar al hermano…
“Sin embargo, solamente aquellos que conocen y aman a Dios pueden amar y servir mejor a
sus hijos, pues solamente Dios comprende plenamente a sus hijos y sabe qué es mejor para su
bienestar. Por lo tanto, uno tiene que estar a tono con Dios para ayudar mejor a sus hijos…
“Por lo tanto, si deseáis ayudar al máximo a vuestros semejantes, entonces debéis considerar
primero al primer mandamiento”.
“¿Que está escrito en la ley? ¿Cómo lees?”. La respuesta del abogado, la cual recitó de la ley,
fue perfecta: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus
fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Reconociendo Jesús la
respuesta, le dijo: “… haz esto, y vivirás”.
Debemos estar muy agradecidos por la segunda pregunta del abogado, puesto que dio origen
a una de las parábolas más significativas del Salvador.