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Abstract Enfoques Del Area de Matematica Vidal
Abstract Enfoques Del Area de Matematica Vidal
A continuación se transcribe material extraído de “La enseñanza del número y del sistema de numeración” de Beatriz
Ressia de Moreno en “Enseñar Matemática en el Nivel Inicial y el primer ciclo de la EGB” de Mabel Panizza y otros.
Editorial Paidós Educador 2004
1. INTRODUCCIÓN
Es una realidad frecuente en el Nivel Inicial y el primer año de la EGB la coexistencia de diferentes enfoques
en la enseñanza de los contenidos de la matemática. Este fenómeno no sólo es observable entre distintas
instituciones sino que muchas veces ocurre dentro de una misma institución educativa. La diferencia de
formación entre los docentes, como así también la carencia de espacios de reflexión sobre esas prácticas de
enseñanza, son algunas de sus causas. Es mi intención, a través de este trabajo, ofrecer elementos de análisis que
permitan plantear una discusión en torno a las diferentes concepciones que subyacen en cada enfoque de
enseñanza vigente.
Realizar un análisis comparativo de dichos enfoques se torna necesario para poder luego desarrollar una
propuesta de enseñanza del número y del sistema de numeración. Me propongo, además, brindar los aportes de
numerosas investigaciones con el fin de constituir un marco referencial teórico imprescindible para que los
docentes puedan hacer explícitos y al mismo tiempo consolidar los criterios a través de los cuales toman
decisiones didácticas.
Los límites de su saber frente a la situación son los que provocan que el sujeto ponga en duda sus
conocimientos y se aboque a la búsqueda de nuevas formas de resolución. ¿Qué desequilibrio le provocaría a un
sujeto la resolución de un problema si en la consigna o en la intervención del maestro está explícito lo que hay
que hacer? En ese caso, ¿quién actúa: el alumno o el docente?
Todo conocimiento nuevo se construye apoyándose sobre los conocimientos previos, a los que al mismo tiempo
modifica. En la interacción que un alumno despliega con la situación de enseñanza, utiliza sus conocimientos
anteriores, los somete a revisión, los modifica, los rechaza o los completa, los redefine, descubre nuevos contextos
de utilización y de esa manera construye nuevas concepciones. Este proceso dialéctico descarta toda ilusión de
una construcción lineal del conocimiento, en el sentido de suponer que se los favorece estableciendo una
secuenciación que vaya de los más simple a lo más complejo. Charnay (1994) dice:
Los conocimientos no se apilan, no se acumulan, sino que pasan de estados de equilibrio a estados de
desequilibrio, en el transcurso de los cuales los conocimientos anteriores son cuestionados. Una nueva fase de
equilibrio corresponde entonces a una fase de reorganización de los conocimientos, donde los nuevos saberes son
integrados al saber antiguo, a veces modificado. Así, un nuevo saber puede cuestionar las concepciones del
alumno originadas por un saber anterior: por ejemplo, el estudio de los decimales debería conducir al alumno a
cuestionar la idea de que la multiplicación "agranda" siempre (idea que él ha podido elaborar estudiando los
naturales).
En suma, se considera al aprendizaje como una modificación del conocimiento que el alumno debe producir
por sí mismo y que el maestro sólo debe provocar (Brousseau, 1986).
¿ Cuál es la idea de sujeto dentro del marco de la didáctica de la matemática ?
La didáctica de la matemática hace entrar en escena al alumno, a ese niño que al estar "sujeto" al orden de la
institución escolar (Chevallard, 1992) se convierte en sujeto didáctico: aquel que frente a las situaciones que le
plantea el maestro realiza una búsqueda dentro de todo lo que sabe para decidir qué es lo más pertinente y
ponerlo en juego. El trabajo del maestro consiste, por lo tanto, en proponer al alumno situaciones de aprendizaje
para que produzca sus conocimientos partiendo de la búsqueda personal de los procedimientos que le permitirán
encontrar la respuesta al problema planteado. La resolución de la situación pone en juego las herramientas de las
que dispone el alumno. El que las haga funcionar o las modifique no depende del deseo del maestro, sino de la
resistencia que le ofrezca ese medio. Para que un sujeto se constituya como sujeto didáctico, es decir, se implique
en la resolución de un problema de manera independiente al deseo del maestro es necesario que tenga un
proyecto (implícito) de aprendizaje y acepte su responsabilidad (Perrin-Glorian, 1993). No será esto posible si
piensa que el trabajo en la hora de Matemática consiste en hacer lo que se le pide tal y como se lo enseñaron
previamente, o que lo que produce sea algo que se hace para luego ser abandonado sin que se pueda establecer
ningún vínculo con lo precedente o los aprendizajes futuros, o que su trabajo es importante realizarlo solamente
para "pasar de grado", "para que mi mamá se ponga contenta", etcétera. Es el maestro quien puede lograr que el
alumno acepte la responsabilidad de una situación de aprendizaje, siempre y cuando no esté dispuesto a darle
indicios que lo ayuden a averiguar con menor costo la respuesta que está esperando de él. Muchas veces, como
producto de estas "ayudas", el alumno logra una respuesta correcta sin haber puesto en juego sus
conocimientos. La trampa que encierra esto es suponer que el alumno ha aprendido, la decepción surge cuando
frente a una nueva situación se evidencia la ausencia de ese saber.
Al proceso por el cual el docente intenta que la resolución de un problema sea responsabilidad del alumno -que
es quien debe hacerse cargo de la obtención de un cierto resultado como respuesta a las exigencias del medio y no
al deseo del maestro-, Brousseau lo denomina devolución (Brousseau, 1994).
La devolución es una condición necesaria si se asume que el alumno construye conocimientos nuevos al
adaptarse a un medio que le genera desequilibrios. Se busca que el alumno funcione de manera científica a través
de sus acciones, y no como un mero ejecutor de instrucciones externas. Para aceptar su responsabilidad en lo que
produce, el alumno debe poder considerar lo que hace como una elección entre diferentes posibilidades, para así
poder establecer una relación de causalidad entre las decisiones que ha tomado y sus resultados. La situación
debe permitir, en la búsqueda previa a la toma de decisión, una anticipación de los resultados que tal elección va
a determinar. Son las anticipaciones que el alumno produce las que le permiten una resolución basada en sus
propios saberes y no en intervenciones externas.
[...] si la respuesta se debe exclusivamente a las virtudes de la situación, nada debe a las "virtudes" del
alumno. Dicho de otro modo, se debe definir la distancia que hay entre la determinación, por parte de la
situación, de lo que el alumno debe hacer y la determinación, por parte del alumno, de lo que debe ocurrir
(Brousseau, 1994).
Se trata, entonces, de que los alumnos aprendan haciendo funcionar el saber. Es decir, que para el alumno el
saber aparezca como un medio de seleccionar, anticipar, realizar y controlar las estrategias que utiliza para
resolver la situación que se le ha planteado.
¿Qué se entiende por "saber matemática" en el marco de la didáctica de la matemática ?
Desde este enfoque, un sujeto sabe matemática si ha podido construir el sentido de los conocimientos que se le
enseñan (Charnay, 1994). Construir el sentido de un conocimiento implica dos niveles:
Un nivel sintáctico (o interno) que permite comprender el funcionamiento de una determinada noción, por
ejemplo: cómo es la organización y la regularidad de la serie numérica; qué relaciones hay que establecer para
contar objetos utilizando la serie; cómo funciona un algoritmo (por qué "me llevo" o por qué "le pido al de al
lado"); por qué esa cuenta lleva al resultado buscado, etcétera.
Un nivel semántico (o externo) que le permite al sujeto reconocer qué tipo de problemas resuelve ese
conocimiento, para cuáles otros no es adecuado, etcétera.
La cuestión central en la enseñanza de la matemática es, entonces, cómo hacer para que los conocimientos
enseñados tengan sentido para los alumnos. Así lo explica Charnay (1994): "el alumno debe ser capaz no sólo de
repetir o rehacer, sino también de resignificar en situaciones nuevas, de adaptar, de transferir sus conocimientos
para resolver nuevos problemas".
Hacer aparecer cada noción matemática como una herramienta para resolver problemas es lo que permitirá a
esos alumnos construir el sentido del conocimiento en juego. El eje fundamental es la resolución de problemas.
¿Por qué enseñar matemática a través de problemas? Porque es la búsqueda de las soluciones a los problemas y
las reflexiones sobre ellos lo que genera los conocimientos.
En primer lugar, la construcción del edificio matemático da cuenta de esto. La producción de conocimiento ha
tenido y tiene el objetivo de resolver problemas para cuya solución los saberes disponibles no son suficientes.
Esos problemas pueden ser de distinta índole. La matemática ha producido y produce herramientas para resolver
problemas de la vida cotidiana, problemas inherentes a otras ciencias -como la arquitectura, la física o la
economía- y también problemas internos a la matemática misma.
En segundo lugar y en relación con la enseñanza, si la escuela espera que los alumnos sean capaces de
identificar el procedimiento que resuelve un problema para luego realizarlo, ¿cómo harán para identificarlo si
nunca antes se han enfrentado a ese tipo de problemas? Es conveniente tener en cuenta que la enseñanza
tradicional se centra a menudo básicamente en los aspectos sintácticos, pero desde un enfoque que limita la
enseñanza a una reproducción de métodos, sin ocuparse de la construcción del sentido en ninguno de los dos
niveles.3 No se tiene en cuenta que un alumno "especialista en métodos", pero que no puede decidir a la hora de
resolver un problema cuál de todos esos procedimientos de los que dispone es el más conveniente, sabe en tal caso
un aspecto de la matemática, pero no lo suficiente.
Preguntas del tipo "Seño, ¿cómo lo hago?" o "¿Es de más, de menos, de por?", ponen en evidencia la carencia
de sentido que para ese alumno tiene lo que ha aprendido.
Se forman alumnos especialistas en hacer cuentas cuando la humanidad ha inventado las máquinas
calculadoras que son, hoy en día, un bien de uso social. Esas máquinas pueden tener las funciones más
complejas, pero lo que la ciencia no ha inventado aún es una máquina que le diga a un sujeto qué tecla hay que
presionar. ¿Para qué le sirve a un alumno una máquina si no puede darle las órdenes necesarias a menos que
una especie de "cerebro anexo" le vaya diciendo "ahora suma", "ahora resta"?
De ningún modo pretendo que se desprenda de aquí la implicación pedagógica de que no es importante que los
alumnos aprendan a hacer las cuentas. Todo lo contrario. Pero lo que sí me interesa destacar es la paradoja que
la escuela a veces provoca, al priorizar la enseñanza de un aspecto de la matemática que limita a los alumnos en
su desempeño tanto escolar como extraescolar.