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SECRETARÍA DE PROTECCIÓN PARA LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
Y JUSTICIA PENAL JUVENIL

Módulo II

“Malla Curricular de Especialización en Niñez y Adolescencia”

“SISTEMA DE JUSTICIA ESPECIALIZADO CON ENFOQUE INCLUYENTE”

Módulo II-B

a ) Competencia general del proceso formativo:

El juez o jueza, mediante el análisis y aplicación de los conocimientos adquiridos para el


abordaje, estudio y resolución de los casos conforme su competencia, emite resoluciones
apegadas a la doctrina de protección integral en las que realiza un adecuado control de
convencionalidad, privilegiando siempre medidas de protección diferentes a la instituciona-
lización, y medidas de coerción o sanciones no privativas de libertad.

b ) Competencias específicas del Módulo II-B:

El juez o jueza reconoce la importancia del abordaje diferenciado y especializado en la


justicia especializada en niñez y adolescencia.

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Unidad V
Control de Convencionalidad del Corpus Iuris de la Niñez

El control de convencionalidad es definido como un tipo de control paradigmático de protección a los


derechos humanos, conmina a todas las autoridades judiciales y administrativas a que, en su actividad
jurisdiccional, se determinen conforme a las reglas de su competencia, la conformidad de las normas y
los actos internos respecto de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Para introducir el tema, es importante recordar y previamente presentar el control de constitucionali-


dad. Recordemos que Guatemala cuenta, en materia de control constitucional, con un sistema mixto,
es decir, una fusión del sistema americano o difuso y del sistema austríaco o concentrado. De con-
formidad con el artículo 268 de la Constitución de la República de Guatemala, la Corte de Constitucio-
nalidad se implementa a partir de 1986, fecha de inicio de vigencia de la Constitución de 1985 (actual).
Se le define como un tribunal permanente de jurisdicción privativa, cuya función esencial es la defensa
del orden constitucional, conoce en única instancia del reclamo de inconstitucionalidad general de ley,
y utiliza el sistema concentrado. Para atender la inconstitucionalidad de ley en caso concreto, se utiliza
el sistema difuso, pues en esos, la Corte de Constitucionalidad conoce en alzada (sistema de doble
instancia), y la primera instancia está encomendada al resto de tribunales de jurisdicción ordinaria,
constituidos en tribunales constitucionales. En estos casos la garantía, se ejerce a través de la vía
incidental o accesoria, cuyo objetivo es lograr un efecto declarativo (preexistencia de la inconstitucio-
nalidad), entre partes y de naturaleza ex tunc (locución latina que significa “efectos desde entonces”).

La Corte de Constitucionalidad en Guatemala ha expresado que el principio de la supremacía consti-


tucional implica que en la cúspide del ordenamiento jurídico se encuentra la Constitución Política, la

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cual es vinculante para gobernantes y gobernados a efecto de lograr la consolidación del estado de
derecho. Ello encuentra asidero legal en las disposiciones establecidas en los artículos 44, 175 y 204
del texto constitucional, en los que se indica: “Artículo 44. Derechos inherentes a la persona humana.
Los derechos y garantías que otorga la Constitución no excluyen otros que, aunque no figuren ex-
presamente en ella, son inherentes a la persona humana. El interés social prevalece sobre el interés
particular. Serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden
que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la Constitución garantiza.” “Artículo 175.
Jerarquía constitucional. Ninguna ley podrá contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes
que violen o tergiversen los mandatos constitucionales son nulas ipso jure”. “Artículo 204. Condiciones
esenciales de la administración de justicia. Los tribunales de justicia en toda resolución o sentencia ob-
servarán obligadamente el principio de que la Constitución de la República prevalece sobre cualquier
ley o tratado.”

Lo que más se destaca del enunciado anterior y de los artículos citados, es la consecuencia positiva y
desarrollo trascendental en la forma de concebir a los derechos humanos en Guatemala. Recodamos
que, luego de terminar la Segunda Guerra Mundial, se produjo el inicio de un proceso de internacio-
nalización de respeto y de protección a los Derechos Humanos. De este proceso surge el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, el cual encuentra su fundamento en el consenso universal y/o
regional de los Estados. Su fin último es la protección universal de los derechos de los seres humanos.
Los objetivos de este nuevo sistema de protección y de reconocimiento a los derechos exigió también
la implantación de instancias internacionales (entes externos a los Estados) dotados de mecanismos
procesales eficaces para controlar, supervisar, garantizar y asegurar el efectivo cumplimiento de las
disposiciones convencionales. Éstas, para el caso del Sistema Interamericano de Derechos Humanos,
son: la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la primera con sede en Washington
y la segunda con sede en Costa Rica.

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Finalmente, lo anterior permite visualizar la presencia de una protección dual de los derechos huma-
nos, solo que cada uno es aplicado a estructuras jurídicas distintas (el control de constitucionalidad
para el orden jurídico interno y el control de convencionalidad para el orden internacional). Esto permite
sugerir que los jueces guatemaltecos están conminados en su actividad jurisdiccional, según las reglas
de su competencia, a compatibilizar y conformar las normas y actos internos, ya no sólo respecto de
la Constitución Política de la República de Guatemala (control de constitucionalidad), sino también
respecto de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros instrumentos internacionales
que en materia de derechos humanos que el Estado de Guatemala ha ratificado (control de conven-
cionalidad).

La comprensión del control de convencionalidad es de suma importancia para entender la obligatorie-


dad que tiene el Estado guatemalteco mediante su aparato gubernamental, de hacer una interpretación
conforme de sus actos y normas internas, en relación a los tratados y convenios internacionales que
son parte del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Estas obligaciones internacionales, bajo
ningún motivo, pueden considerarse como violatorias a la soberanía interna del Estado; en virtud que
el mismo, al momento de ratificar, aceptar o aprobar soberanamente el o los tratados o convenciones
internacionales en cualquier materia, se ha comprometido a cumplir a cabalidad con sus disposiciones.

En concreto, puede señalarse que este control exige, en la actualidad, no solo a los jueces guatemal-
tecos sino en general a todos los jueces latinoamericanos y a todos aquellos de países suscriptores de
la Convención Americana, a llevar a cabo en el ejercicio de sus funciones ex officio una interpretación
de la normativa interna conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, a efectos de
hacer viables los derechos reconocidos en el plano supranacional. Para lograr este análisis, el o la
jueza deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha

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hecho la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al respecto. Importante es resaltar aquí como
se pronuncia la Corte sobre lo que es el Control de Convencionalidad.

En el Caso Raxcacó Reyes vs. Guatemala, la Corte Interamericana de Derechos Humanos llevó a cabo
el control de convencionalidad entre el Pacto de San José y el Código Penal de Guatemala, y consi-
deró que el Código Penal infringía los postulados de dicho Pacto, por lo que dispuso que el Estado de
Guatemala debía modificar la norma punitiva que permite la pena de muerte en determinadas circuns-
tancias, y que mientras no cumpliere con tal mandato jurisdiccional “El Estado deberá abstenerse de
dictar la pena de muerte y ejecutar a los condenados por el delito de plagio y secuestro (…)1”.

1. El principio de control de convencionalidad


en la jurisprudencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos y sus efectos

Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo
que los obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados
por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin. La doctrina ha denominado a este control difuso
“control de convencionalidad.”2

El control de convencionalidad se realiza por parte de todo el Poder Judicial entre las normas jurídicas
internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

1 Corte IDH, Caso Raxcacó Reyes vs. Guatemala. Sentencia 15 de septiembre de 2005 (Fondos, Reparaciones y Costas).
Serie C.133, párr.44.
2 Corte IDH, Caso Almonacid Arellano vs. Chile Sentencia 26 de septiembre de 2006 (Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas). Serie C.154, párr.124.

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En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la última
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana3.

El control de convencionalidad, aun cuando no está expresamente establecido en el texto de la Con-


vención, puede ser entendido como una “medida de otro carácter” necesaria para hacer efectivos los
derechos y libertades reconocidos por la Convención (artículo 2), por medio de la remoción de aquellos
obstáculos legales que impiden garantizar el efecto útil de la Convención (principio de effet utile), lo
que en última instancia permite garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos reconocidos en la
Convención (artículo 1.1), el cumplimiento de la obligación de cumplir los tratados de buena fe (artículo
26 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados ), y el cumplimiento de la obligación
de no invocar las disposiciones de derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado
(artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados).

a . Control ex oficio

Cabe agregar que el control de convencionalidad se precisa en dos aspectos:

“Procede de oficio sin necesidad de que las partes lo soliciten y debe ejercerse dentro del marco de
sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes, sin considerar
otros presupuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia”4.

De esa cuenta, todos los jueces nacionales “deben” ejercer un control difuso de convencionalidad.
Existe una asimilación del concepto de supremacía constitucional, como instrumento procesal que
obliga a los jueces a aplicar la norma constitucional frente a la norma ordinaria para la tutela de los
derechos fundamentales y salvaguarda de la jerarquía normativa de la Constitución, a las “garantías

3 Corte IDH, Caso Almonacid Arellano vs. Chile. op.cit.Párr.125.


4 Corte IDH, Caso Almonacid Arellano vs. Chile. op.cit.Párr.125

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convencionales” como mecanismos jurisdiccionales y cuasi jurisdiccionales para la tutela de los Dere-
chos Humanos previstos en los pactos internacionales cuando las normas internas o actuaciones de
los Estados violan, limitan o restringen un derecho contemplado en la Convención, por lo que de alguna
manera se configura también una “supremacía convencional”.

En este sentido, el “control difuso de convencionalidad” convierte al juez nacional en guardián de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, de sus protocolos adicionales (eventualmente de
otros instrumentos internacionales) y de la jurisprudencia de la Corte IDH, que interpreta dicha norma-
tividad5.

Esto implica que el juez debe aplicarlo ex oficio, en cada caso concreto que conoce y sin necesidad de
invocación de parte.

b . Control difuso

El juez no puede aplicar una ley o norma legislativa que esté en contravención de la Convención o su
interpretación a través de la jurisprudencia.

Tal y como se estableció desde el Caso Almonacid, una vez que el Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana sobre Derechos Humanos, sus jueces, como parte del
aparato estatal, están “obligados a velar porque los efectos de la Convención no se vean mermados
por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin”.6

5 Corte IDH, Cabrera García y Montiel Flores vs. México, Voto concurrente del juez Eduardo Ferrer Mac Gregor Poisot.
Parr.24.
6 Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafo 124

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Por eso la actividad de los jueces – y en general de todos los funcionarios públicos- supone que en
cada decisión o actividad procesal que realicen deben tomar en consideración a la Convención Ame-
ricana y los derechos que esta protege, como el elemento central al momento de adoptarla, y motivar
sus resoluciones para garantizar el efecto útil de los derechos consagrados en la misma. Además, el
control de convencionalidad se extiende al corpus iuris interamericano el cual incluye, como mínimo,
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, otros tratados del Sistema Interamericano, y la
jurisprudencia de la Corte IDH. Esto genera un efecto teleológico en la resolución, dado que el juez
tiene que verificar que su decisión tendrá efectos positivos en la protección de los derechos humanos.

Requiere también que las autoridades nacionales se abstengan de aplicar una norma nacional que no
pueda ser interpretada de conformidad con el corpus iuris, para evitar la responsabilidad internacional
del Estado.

c . El control de convencionalidad se realiza sobre todas las normas del sistema jurídico
nacional: el Caso Boyce y Otros

La doctrina del control de convencionalidad establece que las autoridades están obligadas a velar por-
que “los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación de leyes
contrarias a su objeto y fin”, por lo que deben ejercer un control de convencionalidad “entre las normas
jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana”7. Y, en general, sobre
cualquier disposición que constituya una norma jurídica general independientemente del órgano que la
emita lo que incluye las decisiones de tribunales nacionales que son obligatorias como precedentes.

De esta manera, los conceptos “ley” y “norma jurídica” deben ser entendidos de forma amplia, tal y
como el derecho internacional entiende esos mismos conceptos. En consecuencia, el control de con-

7 Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafo 124

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vencionalidad también deberá ser ejercido sobre normas constitucionales, tal como la Corte IDH lo
estableció en el sentido establecido en el Caso Boyce y en el Caso Radilla.

Las decisiones judiciales emitidas en aplicación de una norma contraria a la Convención generan res-
ponsabilidad internacional del Estado. Esto puede implicar incluso en casos de la propia Constitución,
como lo declaró la Corte IDH en la Opinión Consultiva 0C-14/94 sobre la Responsabilidad internacio-
nalidad por la emisión de leyes.

El Caso Boyce y Otros Vs. Barbados8 implicó la responsabilidad del Estado de Barbados por violación
al artículo 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación a los artículos 1.1, 4.1,
4.2 y 25 de dicho instrumento, provocada por la naturaleza obligatoria de la pena de muerte impuesta
contra Lennox Ricardo Boyce y otras tres personas.

Esto tiene su asiento en el carácter vinculante y obligatorio, que tienen las sentencias de la CIDH. De
conformidad con los Artículos 67 y 68.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el fallo
de la Corte IDH será "definitivo" e "inapelable" y los Estados Parte en La Convención se comprometen
a "cumplir la decisión" en todo caso en que sean partes. Estos dispositivos convencionales constituyen
el fundamento principal, en el marco del Pacto de San José, para otorgar a las sentencias del Tribunal
Interamericano su carácter "firme" y "con eficacia vinculante" en sus términos, por lo que no procede
ninguna medida de impugnación y, en consecuencia, no pueden ser revisadas en el ámbito nacional
por ninguna autoridad.

La "eficacia vinculante" de las sentencias se corrobora, además, con el Artículo 68.2 del propio Pacto
de San José, al señalar que la indemnización compensatoria "podrá ejecutarse en el respectivo país
por el procedimiento interno vigente para la ejecución de sentencias contra el Estado". Y también del
Artículo 65, in fine, de la misma Convención, que señala la posibilidad de la Corte IDH de someter a

8 Caso Boyce y otros Vs. Barbados. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafo 75.

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la consideración de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, dentro de su
informe anual, las recomendaciones pertinentes cuando "un Estado no haya dado cumplimiento a sus
fallos".

Es decir, en todo caso existe la obligación de los Estados de cumplir con el fallo internacional de mane-
ra directa, pronta, íntegra y efectiva, siendo la propia Convención Americana sobre Derechos Humanos
la que establece garantías para lograr su cumplimiento; en primer término, la posibilidad de que la
CIDH supervise dicho cumplimiento derivada de su facultad jurisdiccional y, eventualmente, prevé la
posibilidad del propio Tribunal Interamericano para someter a una instancia política el incumplimiento,
sin que ella signifique que la Corte IDH deje de conocer de la supervisión.

Este control de convencionalidad se realizó claramente en el caso Villagrán Morales y otros contra
Guatemala, donde la Corte Interamericana de Derechos Humanos analizó la legislación guatemalteca
con relación a los Derechos del niño vigente hasta el año 2000 y específicamente, al cumplimiento
del Artículo 19 de la CADH. En este caso, la CIDH evaluó si la legislación guatemalteca vigente, al
momento de los hechos (Código de Menores), cumplía con los estándares internacionales en materia
de Derechos de la Niñez.

Al hacer el análisis de dicha normativa, la Corte IDH se basó, entre otros, en el peritaje del experto
Emilio García Méndez, quien indicó que:

“El Código (del Menor) expresa la llamada “doctrina de la situación irregular”, que no distin-
gue entre una niña y un niño víctima de la omisión de las políticas sociales que cae fuera
de los circuitos institucionales, la escuela, por ejemplo, y el niño y niña sujeto activo de la
violencia, con lo cual a ambos se los puede hacer objeto de las mismas medidas en las
mismas instituciones. De esta manera, la policía, al aplicar la ley, está cumpliendo estric-
tamente con un mandato del Código, por un lado, y por el otro, violando flagrantemente

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tanto la Convención como la propia Constitución. El Código es una ley profundamente cri-
minalizadora de la pobreza, porque luego de la detención viene la “declaración del estado
de abandono”, que es un proceso por el cual se cortan jurídicamente los vínculos entre la
familia biológica del niño. Al no establecer una diferencia entre la familia que realmente
expulsa al niño y niña y la que no puede mantenerlo, es técnicamente posible quitarle a una
familia un niño y niña por la mera falta o carencia de recursos materiales”.

Al resolver, en la sentencia de Reparaciones, la Corte Interamericana señaló que el Artícu-


lo 2 de la Convención dispone que el Estado está en la obligación de adoptar “las medidas
legislativas o de otro carácter que fueran necesarias para hacer efectivos” los Derechos en
ella reconocidos… ésta es una obligación que el Estado debe cumplir por el mero hecho
de haber ratificado dicho instrumento legal. Así, esta Corte consideró que Guatemala debe
implementar en su Derecho interno, de acuerdo con el citado Artículo 2 de la Convención,
las medidas legislativas, administrativas y de cualquier otra índole que sean necesarias
con el objeto de adecuar la normativa guatemalteca al Artículo 19 de la Convención, para
prevenir que se den en el futuro hechos como los examinados.

En cumplimiento de dicha decisión, el Estado procedió a emitir la Ley de Protección de la


Niñez y Adolescencia, que es una norma que da cumplimiento a dicha sentencia.

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d . El Control de convencionalidad y el deber de interpretar las normas nacionales
de conformidad con la Convención Americana sobre Derechos Humanos
y la jurisprudencia de la Corte IDH: Caso Radilla Pacheco

El Caso Radilla Pacheco Vs. México9 es particularmente relevante en el desarrollo de la doctrina del
control de convencionalidad, pues la Corte enfatizó que la obligación a cargo de los jueces de realizar
control de convencionalidad incluye, no sólo el deber de no aplicar las normas contrarias a las dispo-
siciones de la Convención, sino también de interpretar las normas nacionales de conformidad con la
Convención y los principios establecidos en la jurisprudencia de la Corte. Este criterio significó una
importante adición a la doctrina en relación a lo originalmente establecido en el Caso Almonacid, pues
la Corte notó que la interpretación y aplicación de una norma nacional puede generar la violación a los
derechos humanos, aun cuando la norma nacional puede no ser contraria a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. Por este motivo, las autoridades deben velar porque sus interpretaciones
del derecho nacional no vulneren los derechos humanos, y el control de convencionalidad es un medio
para alcanzar este objetivo.

e . El deber de todas las autoridades nacionales de realizar control


de convencionalidad: Caso Cabrera García y Montiel flores

La obligación de realizar un control de convencionalidad se extiende a todas las autoridades estatales,


quienes en el ámbito de sus respectivas competencias deberán velar por el efecto útil de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Es importante señalar que desde el Caso Cabrera García10, pero
de manera más clara en la Resolución de Cumplimiento de Sentencia del Caso Gelman, la Corte IDH
estableció que la obligación de ejercer un control de convencionalidad no sólo está dirigida al Poder

9 Caso Radilla Pacheco Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Párr.. 340.
10 Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Voto Concurrente
del Juez Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, párrafo 59.

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Judicial, sino que “todas las autoridades estatales, tienen la obligación de ejercer, ex officio, un “control
de convencionalidad” entre las normas internas y la Convención Americana.”11

Lecturas Obligatorias

CEJA. Implementación de la Convención Ameri-


cana sobre Derechos Humanos en los Sistemas
Jurídicos Nacionales: La Doctrina del Control de
Convencionalidad

Centro de Estudios de Justicia de las Américas


Septiembre 2014
Pag. 43 a 51

https://www.corteidh.or.cr/tablas/r35638.pdf/

Material de apoyo:

Conferencia Miguel Carbonell

Curso básico sobre Control de Convencionalidad

https://www.youtube.com/watch?v=WEfR6APPCHI

11 Caso Gelman Vs. Uruguay. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia. Resolución de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos 20 de marzo de 2013., párrafo 66.

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2. Implicaciones del control de convencionalidad
del corpus juris de la niñez

El objeto de la obligación de ejercer control de convencionalidad se puede clasificar en cuatro conduc-


tas, las cuales son exigibles a los jueces nacionales y en general a todas las autoridades estatales:

ÂÂ Realizar una “interpretación conforme” entre las leyes nacionales y los estándares intera-
mericanos de protección a los derechos humanos de la niñez y adolescencia

ÂÂ Inaplicar la norma que no pueda ser interpretada de conformidad con los mencionados
estándares interamericanos;

ÂÂ Actuar de manera positiva y suplir las deficiencias de la legislación penal nacional para
evitar impunidad en casos de graves violaciones a derechos humanos de la niñez y ado-
lescencia;

ÂÂ Utilizar el control de convencionalidad como una técnica que permita el debido cumplimien-
to de las sentencias de la Corte IDH en aquellos casos donde el Estado, al que la autoridad
pertenece, haya sido condenado.

a . Interpretación conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos

Requiere que el intérprete de la ley se acoja a los parámetros convencionales, y en consecuencia que
deseche aquellas interpretaciones anti convencionales o que sean de menor efectividad en el goce y
protección del derecho o libertad respectivos.

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En palabras del Profesor Nestor Sagués: “si una cláusula de una constitución nacional (o una norma
subconstitucional) permite por ejemplo dos o tres interpretaciones, el operador deberá preferir la que
coincida, y no la que se oponga, a la Convención Americana sobre Derechos Humanos.”12

Desde el Caso Atala, los jueces nacionales, en virtud de la doctrina del control de convencionalidad,
tienen la obligación de interpretar las leyes nacionales de conformidad con la Convención y la jurispru-
dencia de la Corte para garantizar su efecto útil, aún cuando esas leyes no sean per se incompatibles
con los mencionados instrumentos normativos13.

b . Inaplicación de normas contrarias a la Convención Americana


sobre Derechos Humanos

La segunda implicación directa de la doctrina del control de convencionalidad es que las autoridades
nacionales inapliquen las leyes que sean anti convencionales. Sin duda esta fue la primera obligación
que fue definida en relación a la doctrina en el Caso Almonacid y en otros casos que involucraron la
aplicación de leyes que eran manifiestamente incompatibles con el artículo 2 de la Convención y que
eran nulas ab initio14.

Sin embargo, desde la decisión en el Caso de los Trabajadores Cesados, quedó claro que los jueces
-y todas las autoridades- deben ejercer el control de convencionalidad no sólo en casos que traten
de leyes nacionales manifiestamente incompatibles con la Convención o que son nulas ab initio, pero
también en aquellas normas que “sólo” son incompatibles con la Convención. En consecuencia, aun

12 Sagués, Nestor Pedro, Obligaciones Internacionales y Control de Convencionalidad, Estudios Constitucionales, Año 8, No.
1, 2010, p. 130.
13 Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. op cit., párrafos 280 a 284
14 Caso La Cantuta Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas.

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cuando una norma sea válida en el derecho interno, si es incompatible con la Convención, la autoridad
debe garantizar que no surta efectos.15

c . Aplicación directa de la CADH ante vacíos legales

Las autoridades deben actuar de manera positiva para llenar los vacíos legales que permiten la impu-
nidad a aquellos responsables de graves violaciones a los derechos humanos. Este aspecto del control
de convencionalidad -poco explorado- se relaciona directamente con la obligación de los Estados de
tipificar el delito de desaparición forzada de personas como un delito autónomo, lo cual es una obli-
gación derivada del artículo III de la Convención Interamericana sobre la Desaparición Forzada de
Personas (CIDFP).16 En caso que el Estado incumpla en la tipificación de este delito en los términos de
la CIDFP, las autoridades deben velar por el efecto útil de este tratado y de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos por medio del ejercicio del control de convencionalidad y “utilizar aquellos
recursos penales a su disposición que guarden relación con la protección de los derechos fundamenta-
les que se pueden ver afectados en tales casos”.17 En consecuencia, no es suficiente que los responsa-
bles de este delito sean sancionados de conformidad con la normativa penal existente relativa al plagio
o secuestro, tortura y homicidio, sino que es necesario que directamente sancionen a los responsables
por el delito de desaparición forzada18.

Relacionado con lo anterior, en los casos de investigaciones penales por masacres, los jueces nacio-
nales deben realizar un control de convencionalidad de forma tal que remuevan todos los obstáculos
de jure y de facto que no permitan “iniciar, continuar, impulsar y reabrir las investigaciones que sean

15 Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafos 311 y 312
16 Convención Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Personas, en vigor desde el 28 de marzo de 1996, Artículo
III.
17 Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafo 182; cfr.
Caso Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña Vs. Bolivia. Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafos 198 a 202.
18 Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. op. cit., párrafo 181.

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necesarios para determinar, y en su caso, sancionar a todos los responsables de las violaciones de los
derechos humanos.”19

De esta forma, la doctrina del control de convencionalidad refuerza la obligación de las autoridades
estatales de tomar una actitud pro víctima que permita impulsar investigaciones ex officio de forma
efectiva en cumplimiento de los deberes derivados del artículo 1.1, lo que puede implicar la inaplicación
de leyes que perpetuarían la impunidad de aquellos responsables de una masacre.

d . Cumplimiento de sentencias de la corte IDH

Finalmente, se encuentra la obligación de las autoridades de dar cumplimiento a las sentencias de la


Corte Interamericana en cualquier caso en donde el Estado al que pertenezca la autoridad haya sido
parte de una controversia. Esta faceta del control de convencionalidad fue mencionada por primera vez
en la Resolución de cumplimiento en el Caso Gelman Vs. Uruguay (2013), donde la Corte estableció
que la doctrina “posee un rol importante en el cumplimiento o implementación de una determinada
sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, especialmente cuando dicho acatamiento
queda a cargo de los jueces nacionales”.20 De esta forma el control de convencionalidad fortalece el
deber de las autoridades nacionales de “cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean par-
tes”, en términos del artículo 68.1 de la Convención. Una de las consecuencias de esta aproximación
es que es posible afirmar que el deber de las autoridades de realizar control de convencionalidad es
mayor en aquellos casos donde la Corte IDH haya declarado ya la inconvencionalidad de una norma
nacional, en ejercicio de su jurisdicción contenciosa o consultiva.

19 Caso Masacres de Río Negro Vs. Guatemala. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas., párrafos 257 a 262.
20 Caso Gelman Vs. Uruguay. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia., op. cit., párrafo 73.

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