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HISTORIA – 4to año

Cuadernillo de textos y actividades

IMPERIALISMO (1870-1914)
¿De qué hablamos cuando hablamos de imperialismo?
En principio, seguramente la palabra imperialismo les resulta conocida a todos. Viene, obviamente, de la palabra Imperio y, en
años anteriores, estudiaron distintos imperios en las clases de historia. Un ejemplo de Imperio es el romano. Surgió en el siglo V
antes de Cristo y se extendió hasta fines del V después de Cristo. Casi mil años. Otro Imperio, más lejano en el tiempo, es el
egipcio. Más cerca tenemos al Imperio español en la época de la conquista de América. Hoy se habla en ciertos espacios, por
ejemplo en centros de estudiantes de las universidades, del Imperio norteamericano para referirse a la superioridad de Estados
Unidos sobre el resto de los países del mundo en materia militar. En cualquier caso, todos estos imperios tienen algo en común,
algo que los hace parecidos: fueron y son Estados o países que pretenden avanzar sobre otros territorios para agrandar sus
propios dominios. No son Estados o países encerrados sobre si mismos, sino que buscaron o buscan extender su influencia sobre
otros territorios.
Aquí nosotros referiremos a un momento de la historia en el cual las grandes potencias industriales europeas (Inglaterra,
Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica e Italia) decidieron todas juntas y al mismo tiempo avanzar con sus ejércitos para
conquistar territorios en los continentes de Asia, África y Oceanía. Solo se salvaron de caer en manos del dominio europeo los
países de América del Norte y América del Sur, y los países más pobres de Europa. Entonces, a diferencia de Roma, Egipto o
España, en esta época de imperialismo participaron varios países que querían ser imperios y lo hicieron al mismo tiempo sobre
los mismos lugares.
La fecha en la que comienza el imperialismo puede ser colocada entre fines de 1884 y principios de 1885. En ese momento, las
grandes potencias industriales europeas se reunieron en la llamada “Conferencia de Berlín” (pueden buscar algo en Wikipedia
sobre esta conferencia), en la que decidieron de qué manera iban a repartirse las distintas porciones del planeta para tratar de
que no haya conflictos militares. Sin embargo, a pesar de que la Conferencia intentó que no haya conflictos, estos conflictos
existieron y se fueron haciendo cada vez más grandes hasta desencadenar la Primera Guerra Mundial.
Ahora, la pregunta que surge es: ¿Por qué motivos todas las potencias industriales europeas salieron al mismo tiempo a
conquistar nuevas regiones? Para responder a esta pregunta tenemos que volver al historiador que mencioné más arriba: Eric
Hobsbawm. En otro de sus libros, llamado La era del Imperio, Hobsbawm plantea que el imperialismo tuvo tres grandes causas.
La primera causa del imperialismo fue el desarrollo de lo que llamamos “economía mundial capitalista” o “división internacional
del trabajo”. Esta organización económica y comercial mundial surgió con el desarrollo del barco y del ferrocarril impulsados a
vapor entre 1830 y 1880. La “economía mundial capitalista” produjo que los países y las regiones del mundo se dividieran en dos
grandes grupos: los productores industriales y los productores de materia prima. Entre los productores industriales estaban las
potencias europeas que nombramos antes (Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica e Italia) y también dos países no
europeos: Estados Unidos y Japón. Entre los países o regiones que producían materia prima se encontraba el resto del mundo.
Esta división del trabajo mundial hizo que crecieran las diferencias entre los países: el país que tenía fábricas era poderoso y el
que no tenía fábricas era débil. Por otra parte, tener fábricas significaba producir armas y tener un ejército fuerte.
La segunda causa del imperialismo fue una situación que vivieron las potencias industriales europeas a fines del siglo XIX. Estos
países, para continuar avanzando en su producción industrial, necesitaban urgentemente conseguir materia prima barata. La
materia prima barata le permitía a los empresarios bajar los costos de la producción y, por ello, ganar más dinero. Por ese
motivo, estos empresarios presionaron a los gobiernos europeos para que avanzaran sobre territorios lejanos para conseguir
materia primar lo más barata posible o, de ser posible, gratis. La conquista de Asia, África y Oceanía le dio a estos empresarios la
posibilidad de alcanzar ese objetivo muy rápidamente. Un detalle que es muy importante tener en cuenta es que en esta época,
1880, 1890, 1900 y hasta el fin de la guerra, los sistemas políticos europeos eran muy cerrados. Esto quiere decir que el voto era
calificado. Solo votaban los sectores dominantes, es decir los grandes empresarios, y solo se podían presentar como candidatos
los mismos sectores dominantes. Por eso, los gobiernos europeos eran gobiernos de empresarios que defendían los intereses
económicos de los empresarios.
Por último, la tercera causa del imperialismo fue la necesidad de las potencias europeas de encontrar nuevos mercados para
vender la producción industrial. Luego de medio siglo de sistema industrial y de economía mundial capitalista, los países
europeos estaban muy bien abastecidos y no eran mercados grandes para colocar los nuevos productos que las empresas
fabricaban. Por eso, para seguir produciendo, seguir vendiendo y seguir ganando dinero, los empresarios europeos necesitaban
urgentemente nuevos mercados para vender sus productos. El problema que apareció fue que si un empresario vendía su
producto en un país, y en ese país no había competencia, el producto se vendía a un precio alto. En cambio, si un empresario
quería vender su producto en otro país, y en ese país ingresaban productos de varios otros países, el producto tenía
competencia y el precio bajaba. Un ejemplo: si yo produzco zapatillas en Inglaterra y soy el único productor de zapatillas en todo
el país, puedo vender las zapatillas al precio que yo quiera. Si en cambio quiero vender mis zapatillas en Sudáfrica, y a este país
también llegan zapatillas de productores alemanes y franceses, lo más probable es que para poder vender mis zapatillas baje el
precio. Entonces, ir a otro mercado significaba bajar el precio y ganar menos dinero. Pero, si en lugar de ir a Sudáfrica, antes el
gobierno inglés conquista Sudáfrica y prohíbe que ingresen zapatillas francesas o alemanas, yo como productor inglés, voy a
volver a ganar dinero. En esta tercera causa del imperialismo, otra vez, es importante recordar que los gobiernos europeos
defendían los intereses de las empresas europeas.

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En definitiva, el imperialismo estuvo vinculado directamente a una situación económica concreta: el gran motor del
imperialismo fue la necesidad económica de las potencias militares europeas. Como vamos a ver en el texto del trabajo que
sigue a continuación, esta necesidad económica generó grandes problemas para los países conquistados y también para los
conquistadores que, treinta años después de que empiece el imperialismo, generaron una guerra en la que murieron más de 30
millones de personas.

PRIMERA GUERRA MUNDIAL (1914-1918)

La PGM comenzó en junio de 1914 con un episodio central: el asesinato del príncipe Francisco Fernando de Austria. Sin
embargo, en la historia las cosas no suceden porque sí. No está bien explicar un episodio tan terrible e importante como la
Primera Guerra Mundial a partir de un hecho que, en principio, parecería aislado como el atentado a un príncipe austro-húngaro
en una ciudad de relativamente poca importancia en Europa como era la ciudad de Sarajevo. Por eso, creo que es preferible
pensar que el asesinato del príncipe austro-húngaro fue la “gota que rebalsó el vaso”. Pero antes de empezar con el tema de la
clase de hoy, volvamos un segundo con el tema de la clase pasada.
Para entender la guerra hay que hablar de la “paz armada”, esta fue una época de constantes conflictos en la que la posibilidad
de una guerra entre las potencias europeas parecía muy probable desde comienzos del siglo XX. A estos problemas los llamamos
“conflictos externos” y tenían como eje el descontento de Alemania por los resultados del imperialismo. Por ese motivo, las seis
grandes potencias (Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica e Italia) comenzaron a producir armas (carrera
armamentista) y a aumentar el número de soldados para fortalecer sus ejércitos. Esto sucedió, principalmente, en Inglaterra,
Francia y Alemania.
Las reglas de juego de la diplomacia internacional fueron variando poco a poco. A medida que crecían las necesidades de
expansión de las grandes potencias industriales, las confrontaciones se fueron haciendo incontrolables. Por un lado, era difícil
resolver los conflictos en un escenario que se había ampliado. Los enfrentamientos ya no sólo podían presentarse en Europa
sino también en África, China o el Medio Oriente. Además, había nuevos competidores y eran muy agresivos. Estados Unidos y
Japón se habían convertido en grandes potencias que se disputaban el dominio del área del Pacífico. Alemania aparecía pujante
y poderosa, pero insatisfecha por haber llegado tarde al reparto colonial. Sus intereses expansionistas en China y África del Sur
chocaban con el dominio que los ingleses habían establecido en esas zonas.
Por otra parte, junto con el crecimiento de los ejércitos se produjo, en la época de la “paz armada”, el desarrollo de un “sistema
de alianzas”. Los países, por miedo a una guerra, buscaron generar alianzas defensivas con otras potencias para ayudarse
mutuamente en caso de que comience un conflicto. Las dos grandes alianzas fueron la “Triple Entente”, en la que participaron
Inglaterra, Francia y Rusia, y la “Triple Alianza”, en la que estaban Alemania, el Imperio Austro-Húngaro e Italia. Estas alianzas
eran las que existían cuando empezó la guerra, pero rápidamente se modificaron. Por ejemplo, Italia abandonó inmediatamente
a los alemanes y a los austríacos, y se unió a Inglaterra y Francia. Otros países, de menor importancia como Serbia, Bélgica,
Portugal y Grecia, se unieron a Inglaterra y Francia en la “Triple Entente”, mientras que el Imperio Otomano y Bulgaria
participaron apoyando a Alemania en la “Triple Alianza”.
Pero también había “conflictos internos”. Los países europeos se enfrentaron al descontento de los trabajadores que, mientras
trabajaban entre 12 y 14 horas por día, sin jornadas de descanso, vacaciones o jubilaciones, veían con descontento la forma en
que los empresarios, llamados burgueses, se enriquecían. Por eso entre 1890 y 1914 aparecieron los sindicatos, crecieron las
huelgas, y se fundaron los primeros partidos políticos que tenían como objetivo defender los intereses de los trabajadores. El
problema social, lo que llamamos la “cuestión social”, comenzó a ser un tema de debate incluso para la burguesía. Un ejemplo
de esta situación fue la aparición del socialismo, una ideología que, como vamos a ver dentro de dos clases, tenía como eje
central la crítica a la desigualdad generada por el capitalismo.
En ese contexto, la burguesía y los gobiernos europeos profundizaron el nacionalismo, una forma de entender la política que
tenía como eje central la idea de que todos los miembros de un país tienen intereses comunes y que los enemigos de ese país
son los extranjeros. El objetivo central del nacionalismo era generar unidad entre los empresarios y los trabajadores. La idea era,
en el fondo, reemplazar el conflicto social por un conflicto entre países. Así, si los trabajadores vivían en malas condiciones, con
bajos salarios y extensas jornadas laborales, los nacionalistas decían que la culpa no era del empresario sino de los países
extranjeros.
Planteado así parecer muy raro, pero realmente funcionó. Cuando entre julio y septiembre de 1914 los gobiernos de los países
europeos comenzaron a declararse la guerra, la mayoría de la población, muy empobrecida, en lugar de discutir la declaración
de guerra, decidió apoyar a sus gobiernos. Mucha gente que, hasta hacía unas semanas, se quejaba de las malas condiciones de
trabajo y los bajos salarios, ahora salía a las plazas y las calles con la bandera de su país, a festejar que empezó la guerra. En
cierto punto, el nacionalismo ayudó a generar el clima para que comience una guerra.
Fue en ese contexto que se produjo el asesinato de Francisco Fernando. Un episodio así, cincuenta años antes, no hubiera
generado una guerra tan grande. Sin embargo, el atentado se produjo en un contexto en el que cualquier episodio iba a
terminar, de un modo u otro, en una guerra entre todos los países de Europa. Cuando el príncipe fue asesinado, se puso en
juego el sistema de alianzas. El Imperio Austro-húngaro intentó eliminar a Serbia, un país que había invadido previamente. De
hecho, la ciudad de Sarajevo, la ciudad en la que se produjo el atentado contra el príncipe austro-húngaro, era parte de Serbia y
muchos de sus habitantes se pensaban a si mismos como serbios. Por eso los nacionalistas serbios querían recuperar la ciudad
que había sido invadida por los austro-húngaros. Como respuesta, Rusia defendió a Serbia porque era su aliada en la “Triple

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Entente”. Luego, Alemania le declaró la guerra a Rusia para ayudar al Imperio Austro-húngaro, su aliado en la “Triple Alianza”, y
finalmente Francia e Inglaterra le declararon la guerra a los alemanes para ayudar a “Rusia”. Así, en unos meses, todas las
grandes potencias europeas estaban en guerra
Es importante mencionar que las potencias declararon la guerra porque pensaban que la guerra iba a ser rápida, con ataques
veloces y avance, que iba a terminar en seguida. La estrategia inicial de los alemanes fue poner en práctica una “guerra
relámpago”, es decir un ataque rápido para derrotar a Francia y a Rusia sin darles tiempo a defenderse. Sin embargo, no fue eso
lo que sucedió. Cuando franceses y rusos lograron construir una defensa frente al ataque alemán, comenzó la etapa más
conocida de la guerra: la “guerra de trincheras”. Esta etapa fue la parte más terrible del conflicto ya que ninguno de los frentes
lograba avanzar. Más de dos años en los que muchas de las muertes de los ejércitos no tenían que ver con las batallas sino con
las enfermedades. Imaginen estar encerrados en trincheras, con soldados enemigos a 200 metros, con el riesgo de que el
enemigo te ataque en cualquier momento, en pleno invierno, con nieve, lluvia, los pies congelados, sin comida, baños, o
remedios. La situación que al principio parecía interesante, derrotar al país enemigo, se convirtió en algo insoportable para los
soldados y para la sociedad que tenían comida racionada y apenas si subsistía

Comenzó a haber motines y levantamientos entre soldados. Esta situación dio lugar a la “crisis de 1917”, esta fue muy fuerte en
Rusia, en donde los soldados, los obreros y los campesinos destituyeron al “Zar”, es decir al rey ruso, en un episodio que pasó a
la historia como la “Revolución Rusa”.
La crisis militar se tradujo en deserciones masivas. El 8 de noviembre de 1918 estalló en Berlín un movimiento revolucionario y
abdicó el Kaiser Guillermo II (monarca gobernante). Se formó un nuevo gobierno que encabezó el socialdemócrata Ebert.
Alemania firmó el armisticio el 11 del mismo mes. La monarquía de los Hohenzollern dejó paso al establecimiento de una
República democrática, la de Weimar, regida por un frágil sistema parlamentario que debió hacerle frente a los terribles
tratados de paz que debió firmar Alemania haciéndose responsable del conflicto, sobre todo el Tratado de Versalles (1919). El
Imperio Austro-Húngaro se rindió a mediados del mes de noviembre. También allí desaparece la monarquía por el descrédito
que le significó el fracaso, en tanto que búlgaros y turcos lo habían hecho ya en septiembre y octubre respectivamente. En
materia política, los cuatro imperios existentes antes del final del conflicto (Austria-Hungría, Alemania, Turquía y Rusia)
desaparecieron con sus correspondientes casas reinantes, dando lugar a repúblicas.
Luego de la guerra, la sociedad fue presa de una profunda crisis de conciencia tanto para los grupos de izquierda – los que están
en contra de la desigualdad social y defienden los derechos de los obreros- como para los de derecha –los que defienden la
desigualdad y las jerarquías-. Esto significa que las secuelas del conflicto llevaron al cuestionamiento de los modelos político,
social y económico imperantes desde inicios del siglo XIX. El imperialismo que partía de supuestos europeocentristas, (los
europeos son mejores) considerando a la civilización occidental como superior a las restantes, fue puesto en tela de juicio por
los pueblos colonizados que, valiéndose de un incipiente nacionalismo, comenzaron a reivindicar su independencia. Se comienza
a perder la fe en la “civilización europea” y su ideal de progreso constante. Surgió un peculiar tipo social: el del inadaptado a la
paz y nostálgico de la guerra, que constituyó el soporte de movimientos nacionalistas revanchistas y radicales que progresaron
durante el período de entreguerras y darán lugar, por ejemplo, al nazismo. Muchos excombatientes quedaron excluidos de la
vida laboral y fueron presa de un profundo desánimo al considerar que la sociedad los había excluido sin el reconocimiento de
su sacrificio.
ACTIVIDAD A:
1- Resumir las tres grandes causas del imperialismo que se desarrolla en las últimas décadas del 1800.
2- ¿Cuáles fueron las potencias imperialistas? ¿Dónde asentaron sus colonias?
3- Definir a partir del texto (no buscar en internet) los siguientes conceptos: nacionalismo, Triple Alianza,
Triple entente, carrera armamentista, guerra relámpago, guerra de trincheras, crisis de 1917.
4- Entre las consecuencias de la guerra está la muerte de millones de personas, resumir otras tres
consecuencias que encuentres en el texto.
5- ¿Qué fue la crisis de conciencia y por qué te parece que surge?
Situación en América Latina
Como dijimos al comienzo, las últimas décadas del siglo XIX significaron el sometimiento de una parte del mundo frente a otra
que la colonizó o dominó con distintos medios. Hablamos sobre todo del poder Europa sobre África y Asia. Sin embargo, el
imperialismo también provocó grandes cambios en la organización socioeconómica del subcontinente latinoamericano.
Hacia la segunda mitad del siglo XIX, en el marco de la 2ª fase de la Revolución Industrial* y la expansión del capitalismo, los
Estados latinoamericanos se insertaron en el mercado mundial como proveedores de materias primas y compradores de
productos industriales. Esta relación desigual establecía un vínculo de dependencia económica respecto de los grandes centros
industriales, ese vínculo se llamó pacto neocolonial (Nuevo pacto colonial en referencia al “viejo” colonialismo del siglo XVI que
había sido encabezado por España y Portugal). Este nuevo pacto beneficia claramente a los países europeos y, también, a los EE.
UU. Ellos podían imponer sus condiciones bajo la amenaza de invasión directa o inclusive sin necesidad de intervención militar.
Esto significa que en teoría los Estados Latinoamericanos eran libres e independientes, pero en la práctica muchas de las
decisiones que tomaban sus gobiernos representaban los intereses de las potencias extranjeras y de las clases altas locales (la
oligarquía), por supuesto. Nunca los del pueblo (indígenas, mestizos, clases populares)
Las necesidades de las economías “del norte” en este período de crecimiento industrial y de expansión sobre nuevos territorios,
encontraron en América Latina un espacio ideal para la obtención de materias primas y un mercado para colocar de productos

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industriales. Frente a ese contexto, y bajo la teoría de la división internacional del trabajo, los poderosos locales buscaron
incrementar la producción agrícola y minera para su exportación, en vez de esforzarse en desarrollar una industria propia. Lo
hicieron sobre la base de la estructura de los grandes latifundios o haciendas, de las que eran propietarias. Así, consolidaron un
modelo de crecimiento económico basado en la especialización productiva, en la explotación extensiva y en la dependencia de
los mercados exteriores. La teoría de la división internacional del trabajo justamente sostenía que los países se debían dedicar a
aquello para lo cual tenían ventajas sobre los demás países (ventajas comparativas) Entonces si el clima del país era tropical, por
ejemplo, se debía dedicar a explotar frutos tropicales y no debía intentar desarrollar una industria propia. En cambio, aquellos
países con más población y capitales disponibles (dinero para invertir) se debían dedicar a la actividad industrial. Así, cada país
de la región se fue especializando en la producción y exportación de uno o más productos primarios, según los casos; se
dependía de la demanda externa, y por lo tanto, podía sufrir fuertes fluctuaciones según los cambios que se produjeran en la
capacidad y en los hábitos de consumo de los países centrales (los europeos o EEUU) o en función de la competencia que
pudiera surgir desde otras regiones productoras del planeta. A su vez, estos países dominantes eran los que nos prestaban
capital (crédito) para poner las producciones en marcha (para hacer caminos, puentes, vías férreas, renovar los puertos, etc),
colocándonos en una situación de deuda. También, comenzó a utilizarse la economía de enclave (un ejemplo es la empresa
United Fruit Company) que significaba las actividades productivas realizadas en una zona, región o ciudad, llevadas a cabo en un
país pobre (de Latinoamérica) por parte de una empresa de una nación rica (por ej, EE. UU o Inglaterra). Esta empresa
controlaba la explotación, distribución y exportación de lo que se produjera (bananas, cobre, madera, etc), además fundaban
pueblos enteros y hasta eran dueños de las vías férreas y los barcos. Los gobiernos no controlaban a estas empresas que
obtenían enormes ganancias y que muchas veces explotaban desmedidamente a sus trabajadores que no tenían otra opción.
La imagen de la Argentina como el “granero del mundo”, o la expresión “Brasil es el café” y la de “Repúblicas centroamericanas
bananeras”, dan cuenta de cómo cada país quedó rápidamente identificado con un producto o tipo de producto que sería el eje
central de su organización económica. Ello tenía que ver ciertamente con cuestiones geográficas que determinaban la existencia
de minerales
en el subsuelo o la especial predisposición de los suelos y el clima para la producción de ciertos productos en cada región (es
decir, que se poseían “ventajas naturales”) En general se trató de una producción sumamente rentable por la abundancia y bajo
costo de los recursos, por lo que tendió a tener un carácter extensivo (no requiere de grandes inversiones en tecnología) De esta
manera, podríamos clasificar a estos países en función de sus exportaciones.
a) Economías exportadoras de productos agrícolas de clima templado: Argentina y Uruguay. Se realizó un uso extensivo de
la tierra y la producción compitió con la producción interna de los países industriales y con antiguas colonias como Australia y los
Estados Unidos.
b) Economías exportadoras de productos agrícolas tropicales: Brasil, Colombia, Ecuador, México, Venezuela, América Central
y Caribe. Estos países tuvieron que competir con áreas coloniales europeas y con el sur esclavista de los Estados Unidos. Azúcar,
tabaco, café y cacao (entre otros productos) desarrollaron su producción al expandirse la demanda en Europa.
c) Economías exportadoras de productos minerales: México, Chile, Perú, Bolivia y Venezuela. La producción de metales no
ferrosos requeridos por las nuevas industrias (cobre y estaño) y de metales preciosos.
A medida que pasaron los los años, los países latinoamericanos fueron teniendo un peso cada vez mayor en el comercio
mundial, pero siempre como proveedores de materias primas y alimentos. En muchos de ellos se produjeron los llamados
booms productivos, como por ejemplo cereales y carnes en Argentina y Uruguay; cobre en Chile; estaño en Bolivia; guano en
Perú; café en Brasil, Venezuela y Colombia, etc. Lamentablemente, hasta hoy nuestras economías dependen fuertemente de
estas producciones y exportaciones ya que no nos hemos industrializado en la medida de nuestras necesidades y seguimos
importando tecnología y bienes de capital.
El papel de EE. UU
A finales del siglo XIX asomaría en nuestra región un poder inconmensurable que perdura hasta hoy: la presencia de EEUU se
hizo cada vez más potente a partir de su creciente protagonismo en las disputas por los mercados de capital y las fuentes de
materias primas. La potencia imperial del norte había procurado posicionarse desde principios del siglo XIX como “hermano
mayor” de sus “débiles” vecinos latinoamericanos, para resguardarlos de la posibilidad de recaer en las “garras” coloniales de
los europeos, como había caído África. Sancionada en 1823, la Doctina Monroe invocaba el principio soberano de “América para
los americanos” y establecía de hecho la incumbencia norteamericana en el ámbito continental (es decir, EE. UU intervendría
con su ejército en los países de América Latina cuando quisiese por el “bien” de la región)
EEUU impulsaba, en “la era del imperialismo”, una traducción de su liderazgo continental por medio de la promoción de
Conferencias que buscaban unir a todos los Estados Americanos bajo su liderazgo absoluto. Su intención era propiciar acuerdos
comerciales y unificar las normas jurídicas para potenciar su dominación económica en el continente. Esa posición de liderazgo
sería pronto reafirmada a través de la participación en gestiones para dirimir conflictos entre los países latinoamericanos y las
viejas potencias imperiales europeas (en los que nadie los llamaba, pero EE.UU acudía para dar “ayuda”), que aún conservaban
su presencia en el continente. Así, por ejemplo, la gestión diplomática en ocasión de las disputas entre Venezuela y Gran
Bretaña por el límite de la Guyana, en 1897, sería un antecedente para que luego EEUU interviniera decisivamente en el proceso
de independencia de dos islas que constituían lo último que le quedaba al viejo imperio español. Principalmente Cuba, que
constituía un espacio estratégico en el área del Caribe, de singular interés para los norteamericanos. De allí que EEUU ofreciera,
además de la diplomacia, su apoyo militar a los ejércitos rebeldes que luchaban por la independencia. La declaración de guerra a
España, en 1898, tras un incidente con un barco de bandera norteamericana, decidió el definitivo retroceso del colonialismo

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español, y al mismo tiempo inauguró la era del imperialismo norteamericano, a través de la ocupación de Cuba y Puerto Rico, la
última continúa hasta hoy.
Con el comienzo del siglo XX EEUU acentuaría su estrategia de intervención militar en el continente con menos diplomacia y más
“política del garrote”. Esa forma de política exterior era el espíritu del llamado corolario Roosevelt de la Doctrina Monroe, a
través del cual el nuevo presidente norteamericano Theodore Roosevelt admitía la necesidad de propiciar una política agresiva
de defensa continental, frente a la debilidad que mostraban muchos gobiernos para enfrentar las amenazas de las potencias
extracontinentales. Es decir, usar la fuerza cuando lo deseara. El desorden financiero de los Estados de América Latina, que
supuestamente los colocaban en una situación de debilidad frente a los europeos que eran acreedores (porque habían dado
créditos), comenzó a ser considerado, también, un motivo de intervención. A nadie escapaba el hecho de que detrás de esta
política de “protección” continental se encontraban los intereses imperialistas de Norteamérica. Esto se pondría de manifiesto
en torno de la independencia de Panamá en 1903. EEUU había intentado negociar con Colombia la sesión de una parte de su
territorio, considerado propicio para la construcción de un canal interoceánico. Fracasados los intentos diplomáticos, Roosevelt
decidió el apoyo a los ejércitos independentistas de Panamá, que garantizaron –luego de ganar y que Panamá se convirtiera en
un país “independiente” cuando antes era territorio colombiano- que EEUU obtenga el territorio donde, se construyó el Canal
de Panamá que durante un siglo le dio ganancias multimillonarias a EE. UU. Estos hechos, junto a otros, desplegados bajo la
llamada “política del garrote” consolidaron la presencia de EEUU en el Caribe, que acompañó el incremento de las inversiones
norteamericanas, y la consiguiente especialización de las economías caribeñas en la producción de alimentos para la
exportación a su “protector del norte”. La conexión entre la agresiva política exterior norteamericana y los intereses económicos
se hizo más explícita bajo el gobierno de William Taft (1909-1913). Su política exterior hacia América Latina, conocida como
“diplomacia del dólar”, se basaba en que no sólo constituía una amenaza la presencia de otras potencias, sino también la
influencia de actores económicos ajenos al continente. En ese marco se produjeron intervenciones de EEUU en Honduras, Haití y
Nicaragua, entre 1909 y 1912, que aseguraron el predominio de sus empresas.
ACTIVIDAD B
1-Distinguir y describir las tres formas de economías exportadoras que hubo en América Latina desde fines del siglo XIX.
2-Explicar la Teoría de la División Internacional del Trabajo y el funcionamiento de la economía de enclave.
3. Distinguir en el texto y explicar dos situaciones en las que EE.UU intervino militarmente en países de Centroamérica. Luego
responder: ¿Qué buscaba con estas intervenciones?
4. Pensar y responder: ¿Era en esta época América Latina una región económicamente desarrollada y políticamente
independiente? ¿Y ahora lo es? Justificar tu respuesta.

La “Revolución Rusa”

Rusia antes de la Revolución


Vamos a estudiar ahora un tema que marcó la historia mundial en el siglo XX: la Revolución Rusa. Esta revolución
marcó la aparición de la Unión Soviética, país que fue uno de los aliados que derrotó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y
que luego de la guerra participó de lo que conocemos como Guerra Fría. Para hablar de la “Revolución Rusa” me gustaría
plantear al menos tres cosas o, mejor dicho, tres preguntas antes de pasar a la actividad. La primera pregunta es ¿Por qué
estudiamos la “Revolución Rusa”, por qué es importante este tema? La segunda es ¿a qué llamamos “derecha” y a qué
llamamos “izquierda” en la política? La última pregunta es ¿Cómo era Rusia antes de la Revolución, o cuáles fueron las causas de
la Revolución? Empecemos, entonces, a responder estas preguntas.
Para empezar, vamos a tratar de responder la primera pregunta que planteamos recién: ¿Por qué estudiamos la
“Revolución Rusa”? La respuesta tiene que ver con que esta revolución de 1917 fue la primera vez en la historia en la que un
movimiento político enfrentó con éxito, en un país relativamente importante, al sistema capitalista que era dominante en todo
el planeta desde hacía más de 150 años. La “Revolución Rusa” fue, principalmente una revolución contra el capitalismo, contra
el sistema que existe hoy en la Argentina y en prácticamente todo el mundo. Luego del triunfo de los revolucionarios, se impuso
en Rusia un nuevo sistema económico: el socialismo o comunismo. Para entender en dos palabras de qué hablamos cuando
nombramos a estos sistemas, podemos decir que en el capitalismo existe la propiedad privada de los medios de producción (las
fábricas, las tierras para producir alimentos, los bancos y los grandes comercios), es importante el dinero y existe la tendencia a
la acumulación de la riqueza. En cambio, en el comunismo o socialismo, la propiedad de los medios de producción es del Estado,
el dinero no es importante, y las riquezas no se acumulan sino que se reinvierten en su totalidad porque quedan en manos del
Estado. Pos estos motivos, un historiador inglés, Edward Hallett Carr, cuyas ideas seguimos en esta clase, plantea en sus libros
que esta revolución fue el episodio o el hecho más importante de todo el siglo XX. Según Carr, todos los historiadores y todos
aquellos que se dedican a la política hablan de alguna manera de la “Revolución Rusa”. Algunos para defenderla, otros para
criticarla, pero todos hablan de ella. En cierto modo, por la importancia que todavía tiene como tema, podemos decir que se
parece a la “Revolución Francesa”.
Pasando ahora a la segunda pregunta de la clase, podríamos decir que la “Revolución Rusa” fue la primera revolución
de “izquierdas” en el siglo XX. Luego hubo otras: la “Revolución China” en los años cuarenta, la “Revolución Cubana” en 1959, la
“Revolución Vietnamita” que marcó el comienzo de la “Guerra de Vietnam” a mediados de los años cincuenta. Pero la

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“Revolución Rusa” fue la primera, por eso resulta tan interesante. Por otra parte, al ser la primera, fue la revolución a la que
todos los críticos del capitalismo quisieron copiar. Personajes como Mao Tse Tung en China, Fidel Castro en Cuba o Ho Chi Minh
en Vietnam, vieron en la “Revolución Rusa” un ejemplo a seguir. En cambio, los defensores del capitalismo vieron en la
revolución hecha por los rusos un peligro para sus países. En Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Brasil o Argentina,
aparecieron movimientos políticos de derecha que tenían como idea central su oposición a los revolucionarios rusos. Se
llamaban “anticomunistas”, básicamente porque estaban en contra del sistema comunista que impuesto en Rusia luego de la
revolución.
Ahora bien, ¿qué significa decir que esta revolución fue una revolución de izquierda? Este tema es muy discutido, pero
la mejor definición sobre izquierda y derecha en política la dio el politólogo italiano Norberto Bobbio en un libro que se llama,
precisamente, Derecha e izquierda. En ese libro Bobbio dice que la clave que explicar la diferencia entre izquierda y derecha es la
actitud que los políticos y las personas tienen ante la desigualdad social. ¿Cómo es eso? Fácil.. o no tanto. Bobbio dice que los
gobiernos, y también las personas, los ciudadanos que participan en la vida política, pueden ser autoritarios o liberales, ricos o
pobres, corruptos o no corruptos, en definitiva buenos o malos, pero lo que marca si son de derecha o de izquierda es su actitud
frente a la desigualdad. La desigualdad social existe: hay pobreza, gente que gana mucho dinero, otra que gana bien pero no
tanto como los más ricos, otros que no están en la pobreza pero viven al día. La desigualdad existe y se puede ver en la calle.
Ahora bien, lo que Bobbio pregunta es lo siguiente: ¿está bien que haya desigualdad? Si la respuesta es si, Bobbio dice que la
persona es de derecha. Si la respuesta es no, es de izquierda.
Hasta acá parece fácil. Pero Bobbio complica todo para hacerlo más divertido. Para él no es que la gente de derecha
piense que está bien que haya gente que se muera de hambre, aunque si es cierto que hay gente a la que no le importa ni el
hambre ni nada. Lo que dice Bobbio es que la gente de derecha piensa que la desigualdad es positiva para la sociedad porque
genera movimiento y progreso. Si alguien que es pobre ve que otra persona, que estaba en su misma posición, llega a una
situación mucho mejor, esa persona que esta en la pobreza se esfuerza para seguir el camino de la persona que pudo mejorar.
Entonces, la desigualdad es buena porque genera ejemplos a seguir.
Según Bobbio, las personas de izquierda le dirían a las de derecha que es verdad que el esfuerzo hace que alguien
pueda vivir mejor, pero que no siempre, o casi nunca, ese esfuerzo es valorado realmente. Por ejemplo, el hijo de un
multimillonario que no estudia para los exámenes de la escuela, no se levanta temprano, no busca trabajo después de terminar
la escuela, no va a la universidad, y no muestra ningún interés por hacer nada productivo, cuando su padre muera será
multimillonario por que podrá heredar unas riquezas que él no se esforzó por conseguir. En cambio, un joven de una familia de
clase baja que estudia en la universidad, aprende algún idioma y trabaja luego de estudiar porque su familia no lo puede ayudar,
claramente se esfuerza más que el joven de clase alta, pero ese esfuerzo no se ve recompensado. El joven de clase alta seguirá
en la clase alta, y el joven de clase baja, aunque mejore su posición, no logrará alcanzar nunca esa posición. Entonces, siguiendo
este ejemplo, Bobbio dice que son de izquierda las personas que piensan que la desigualdad está mal porque hace que el punto
de partida de cada sea distinto en cada caso.
Resumiendo las ideas de Bobbio podemos decir que si pensamos que la desigualdad es positiva somos de derecha, y si
pensamos que la desigualdad está mal y no genera nada bueno somos de izquierda. Cada uno de ustedes tendrá una respuesta
ante este tema. Por otra parte, quiero aclarar en este punto que estoy contando lo que dice Bobbio, no lo que pienso yo que, en
este caso, y en la mayoría de los casos, no le interesa demasiado a nadie. Volviendo a la “Revolución Rusa”, podemos decir que
fue una revolución de izquierda porque, como les voy a contar ahora mismo, tuvo como objetivo central terminar con la
desigualdad en Rusia, un país muy grande y muy pobre que tenía una desigualdad brutal entre los más ricos que vivían en las
grandes ciudades y los más pobres que, en general, eran campesinos. Si el gobierno de la revolución logró o no reducir la
desigualdad es un tema de 5to año, así que los que quieran saberlo tienen que aprobar historia de 4to y pasar de año… o leer
algún divertidísimo libro de historia de Rusia.
Vamos, ahora si, con la última de las tres preguntas que planteamos al inicio de la clase: ¿Cómo era Rusia antes de la
Revolución o cuáles fueron las causas de la Revolución? Recién decíamos que la “Revolución Rusa” fue una revolución de
izquierda porque buscaba reducir la desigualdad. Bueno, aquí tenemos, entonces, uno de los primeros elementos de la
respuesta a esta tercera pregunta. Antes de la Revolución Rusia era un país extremadamente pobre y rural. El 90% de su
población estaba compuesta por campesinos que vivían en muy malas condiciones, en un territorio muy amplio y muy
complicado para sobrevivir, particularmente en el invierno.
Que la mayoría de la población sean campesinos significaba, por otra parte, que Rusia no era un país industrial. No se si
recuerdan, pero en la primera clase, cuando hablamos del imperialismo, planteamos que las potencias industriales eran seis
(Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos e Italia). Rusia no estaba entre ellas precisamente porque no lo era. Rusia era
un país rural con muy pocas fábricas. Solo en la capital, llamada Petrogrado, existían fábricas que eran propiedad de inversores
extranjeros y que estaban desde hacía poco tiempo en la ciudad. De todas formas, la vida de los obreros en Petrogrado tampoco
era muy interesante: trabajaban todos los días sin descanso, más de diez horas por día, sin vacaciones ni seguridad de ningún
tipo. Campesinos y obreros la pasaban, prácticamente, igual de mal en Rusia.
Junto con la pobreza, el atraso y la desigualdad, la segunda causa de la “Revolución Rusa” fue la situación política. Hasta
1917 en Rusia gobernaba un emperador teocrático que los rusos llamaban “zar”. El último de los zares rusos antes de la
Revolución fue Nicolás II, el primo de Guillermo II, el emperador de Alemania que luchó contra los rusos durante la Primera
Guerra Mundial. Como podrán ver, no eran una familia muy unida.. El problema era que el zar Nicolás II era un rey absoluto del
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estilo de los reyes absolutos europeos anteriores a la “Revolución Francesa” que se presentaban como enviados de Dios en la
tierra. No se si recuerdan algo del año pasado, pero en 3er año la materia historia arranca con la “Revolución Francesa”. Una de
las causas de esta revolución fue, precisamente, el odio que generaba el rey Luis XVI en la sociedad y, en particular, entre los
comerciantes e industriales a los que obligaba a pagar impuestos sin demasiado sentido porque el dinero no se gastaba en
hospitales o escuelas sino en fiestas, castillos y guerras. Volviendo a Rusia, la existencia del zar, un rey absoluto que era
considerado como un enviado de Dios, demostraba otra vez el atraso del país frente al resto de Europa.
El problema de la existencia del zar, un gobernante autoritario que pensaba que era un enviado de Dios, nos lleva a la
tercera y más importante de las causas de la Revolución: la actitud del zar Nicolás II frente a la Primera Guerra Mundial. Cuando
la guerra comenzó con el asesinato de Francisco Fernando de Austria y la declaración de guerra austro-húngara a Serbia, Rusia
se vio en la obligación de defender a los serbios porque eran sus aliados. Hasta ahí, la decisión de Nicolás II era entendible. Pero
cuando ingresaron Alemania, Francia e Inglaterra, Rusia era, claramente, el país más débil en la guerra. A pesar de eso, el zar
decidió seguir enviando cada vez más soldados a las trincheras del frente oriental para luchar contra los alemanes. ¿Por qué
hacía eso el zar? Básicamente porque tenían un gran problema: no conocía la situación que vivía la gente en su país, no tenía
contacto con la realidad de la gente común y desconocía el atrasao económico. El zar tenía contacto directo con otros
emperadores, reyes o primeros ministros europeos y vivía en palacios que se parecían mucho a los que había en Inglaterra,
Francia o Alemania. Pero la realidad era otra: Rusia no era lo que esos grandes palacios parecían mostrar. Había mucha pobreza
y atraso económico y tecnológico que el zar no conocía o no quería aceptar.
Por otra parte, como el zar se presentaba como un enviado de Dios y no aceptaba críticas de nadie, ningún asesor se
animaba a decirle que las decisiones que tomaba eran errores y que lo iban a llevar a una derrota. Los soldados rusos no tenían
equipamiento para pelear con los alemanes. Si Alemania no avanzaba sobre las trincheras rusas era porque más de la mitad del
ejército alemán estaba en el frente occidental luchando con los franceses y los ingleses, y porque los rusos, cuando morían los
soldados, los reemplazaban con nuevos soldados aprovechando la gran cantidad de población con la que contaba el país. Esta
situación generó, como podrán imaginar, mucho descontento entre los obreros, los campesinos y, sobre todo, los soldados, que
sabían que ir a la trinchera era ir más que seguramente a la muerte.
Con estos tres problemas, la pobreza, el atraso y la desigualdad, la existencia del zar, un rey absoluto que no aceptaba
críticas de nadie, y el desconocimiento del zar de la situación que vivía Rusia, cuando llegó el año 1917, año de la “gran crisis” en
la Primera Guerra Mundial, los soldados rusos decidieron no continuar en las trincheras. En el mes de febrero se formaron una
serie de asambleas llamadas “soviets” en las ciudades, en el campo y en las trincheras. Esas asambleas, compuestas por obreros,
campesinos y soldados, discutieron y decidieron destituir al zar y tomar el gobierno para llamar a elecciones y ponerle fin al
problema de la guerra. Finalmente, el 23 de febrero los ciudadanos rusos que habían participado de los soviets marcharon al
“Palacio de Invierno”, la casa de gobierno que estaba en la ciudad de Petersburgo, la capital del país, para destituir a Nicolás II y
formar un gobierno provisional hasta convocar a elecciones. De esta manera, con estas movilizaciones, comenzó la “Revolución
Rusa”, un proceso que duró varios meses, tuvo dos grandes etapas, y dio lugar a la formación del primer Estado socialista o
comunista de la historia. Más adelante, luego del triunfo definitivo de la Revolución, Rusia pasó a llamarse Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS), un nombre con el que se mantuvo como la segunda potencia económica y militar del planeta entre
1945 y 1991, año en el que el país se desintegró y dejó paso a la reaparición de Rusia.
La “Revolución Rusa” comenzó el 23 de febrero de 1917, pero en realidad la fecha correcta según nuestra forma de
medir los días y los meses es el 8 de marzo. ¿Por qué pasa esto? Porque Rusia antes de la Revolución utilizaba un calendario que
se llama “juliano”. Era el calendario usado por el Imperio Romano y luego por Europa y hasta en las colonias americanas hasta
que el papa Gregorio XIII impuso el calendario “gregoriano”, que es el que usamos en la actualidad, en el año 1582. El calendario
juliano tiene un error de cálculo que atrasa la fecha en 3 días cada 400 años. Esto da como resultado que en el calendario juliano
la fecha de hoy es, precisamente, 13 días menor que la fecha que usamos con el calendario gregoriano. Por eso, la fecha rusa del
comienzo de la “Revolución Rusa” es el 23 de febrero, pero en Argentina y en casi todo el mundo esa noticia se publicó en los
diarios con la fecha del 8 de marzo. Después de la “Revolución”, el 1 de febrero de 1918 el gobierno socialista cambió el
calendario. Así, luego del 1 de febrero de 1918 el calendario se corrió hasta el 14 de febrero de 1918. No hubo ni 2, ni 3, ni 10 de
febrero en Rusia durante 1918. Igual, con los problemas que tenían, difícilmente alguien que hubiera querido festejar un
cumpleaños en esas fechas que no existieron.
El proceso revolucionario
La revolución rusa comenzó en febrero de 1917 y tuvo dos etapas: la primera entre febrero y octubre, y la segunda
desde octubre de 1917 hasta el final de la guerra civil en 1920. La primera etapa fue dirigida por los Mencheviques, un grupo de
socialistas moderados que tenía como objetivos principales construir en Rusia una república al estilo francés. Ésta primera etapa
trajo como resultado la caída del Zar Nicolás II y origino, a su vez, el establecimiento de la República con Alejandro Kerensky
como primer presidente.
Como el ambiente para la insurrección del pueblo contra la monarquía estaba ya preparada por los resultados de la
guerra y la crisis económica, los mencheviques precipitaron la revolución. La crisis por la falta de alimentos provoco una
hambruna general, sobre todo en Petrogrado, la capital del país. A esta situación de crisis se sumaron las frecuentes y
aplastantes derrotas de los ejércitos rusos en la guerra contra Alemania y las sangrientas represiones ordenadas por el gobierno.
Fue en este clima en que estallo la revolución en la capital rusa y luego se propago en todo el país.

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A los obreros amotinados, dirigidos por los Mencheviques, se les sumaron luego los soldados que habían abandonado
los regimientos y, finalmente, se sublevaron, también, los marineros del Mar Negro. Ante la insurrección general y la presión del
pueblo, el 15 de marzo de 1917 Nicolás II se vio obligado a abdicar (renunciar) el poder en su nombre y en el de su hijo. Entre los
obreros, campesinos y soldados se organizó un consejo representativo de la clase trabajadora, denominado soviet (una suerte
de gran asamblea), que decidió establecer la República con Alejandro Kerenski, un socialista moderado, su primer Presidente. El
gobierno de Kerenski duró pocos meses, debido a que intentó proseguir la guerra contra los alemanes y realizó ninguna reforma
económica favorable para obreros y campesinos.
La segunda etapa de la revolución comenzó en octubre de 1917 con una nueva revuelta de campesinos, obreros
industriales y soldados del ejército. Ésta segunda etapa fue dirigida por los bolcheviques, un grupo de socialistas radicales que
tenía como objetivo destruir el sistema capitalista y el régimen de privilegios sociales y desigualdades impuesto por los zares
desde la Edad Media. Con el apoyo de los soviets, los bolcheviques destituyeron a Kerenski e impusieron un régimen comunista
basado en la propiedad estatal de los medios de producción (las tierras, las fábricas y el capital) y en la igualdad de clases. Así, el
antiguo régimen de privilegios y desigualdades impuesto por el imperio autocrático y despótico de los zares, eminentemente
feudal, se transformó en una República Federal Comunista, dirigida por la clase obrera que, desde 1923, comenzó a
denominarse Unión de las Repúblicas Socialistas Sovieticas (U.R.S.S).
El eje de la revolución de octubre fue Vladímir Ilich Uliánov, mundialmente conocido como Lenin. Éste líder político
regresó a Rusia en marzo de 1917 luego de un largo exilio en Suiza. De vuelta en su país, comenzó a agitar a las masas de
obreros, campesinos y soldados contra el gobierno provisional mediante una activa propaganda cuyo lema era "todo el poder
para los Soviets", prometiéndoles así mismo "paz, tierra y pan". Como la situación económica y la guerra con Alemania seguían
igual que antes de la llegada de los mencheviques al gobierno, los ejércitos bolcheviques (también llamado ejército rojo)
formados por soldados profesionales disgustados con el gobierno, campesinos y obreros, consiguieron derrotar a las tropas del
gobierno en Petrogrado, luego de lo cual Kerenski fue obligado a huir. El 25 de octubre Lenin fue proclamado Primer Ministro
por el primer Congreso de los soviets de todo el país, lo cual significaba asumir el gobierno de Rusia. El nuevo gobierno de Lenin,
que contó con la decisiva contribución de León Trotsky, jefe del ejercito rojo, estuvo asesorado por una especie de Gabinete
Ministerial, Consejo de comisarios del Pueblo, y tuvo que hacer frente a una situación sumamente critica, pero logro imponerse
tras dura y sangrienta lucha. Meses después, el zar y su familia eran fusilados por orden del soviet del Ural.
Las primeras disposiciones que tomo el gobierno revolucionario de Lenin fueron:
a).- Organizar el Estado bajo la forma de gobierno de una República Socialista Federal dirigida por comités de obreros
(Soviets).
b).- Decretó la confiscación de las tierras de los grandes terratenientes que pasaron a poder de los campesinos.
c).- Dispuso la entrega de las fabricas a las obreros y la nacionalización de los bancos y el comercio.
d).- Pacto un armisticio (acuerdo de paz) con las Potencias Centrales (Alemania y Austria-Hungria). Para esto el gobierno
de Lenin firmó el Tratado de Brest-Litovsk, por el que Rusia se comprometía a pagar una fuerte indemnización de guerra, a la vez
que renunciaba a Polonia y a los Estados Bálticos (Estonia y Lituania) a cambio terminar la guerra con Alemania y salir de la
Primera Guerra Mundial.
La guerra civil rusa y la nueva república soviética
Luego del triunfo de la revolución de octubre, se produjo una serie de revueltas a lo largo de todo el país por parte de
los seguidores del Zar y del gobierno provisional. Éstos grupos crearon un ejército alternativo llamado “ejército blanco”, para
hacer frente al “ejército rojo” del gobierno de Lenin. El ejército blanco tenía como objetivo terminar con el poder de los
bolcheviques y estaba apoyados por los aliados de Rusia durante la Primera Guerra Mundial (Inglaterra, Francia y Estados
Unidos), ya que se consideraban perjudicados por la decisión de Lenin de retirarse de la guerra y, además, temían una expansión
de la revolución comunista a sus países.
En el marco de la guerra civil, Lenin declaró el “comunismo de guerra” para evitar que el país se sumiera en un caos
total. El gobierno nacionalizó industrias y tierras con el objetivo de tener comida y armas para los soldados durante la guerra.
Las medidas empezaron a tener efecto rápidamente pero la Guerra Civil continuó gracias a los apoyos extranjeros del ejército
blanco. Durante la guerra los soviéticos fueron aislados completamente del resto del mundo por las potencias extranjeras.
Estaban sumidos en una economía muy precaria y sin perspectivas de salir adelante. Ante esa situación de crisis económica,
Lenin aprobó entre 1921 y 1922 la llamada N.E.P (Nueva Política Económica). Esta reforma sería una adaptación de los principios
socialistas a las circunstancias en las que estaba sumido el país. Muchas de las nacionalizaciones que se realizaron en 1919
tuvieron que ser deshechas: se abolió el monopolio estatal de cereales, las cosechas no se requisaron y se proclamó la libertad
de comercio interior.
La Guerra Civil llegó a su final con la conquista por parte del ejército rojo de Vladivostok el 25 de octubre de 1922, que
era la ciudad desde la que el ejército blanco orquestaba sus movimientos. Es cierto que desde 1920 la resistencia había sido
mucho menor y que los grandes combates parecían que habían cesado. Pero, aún con la caída de la gran capital de la resistencia,
el ejército blanco opuso resistencia hasta el 17 de junio de 1923.
Luego del fin de la guerra, se inició el periodo de consolidación de la URSS y del modelo soviético que poco a poco se
convertiría en una potencia capaz de rivalizar con los Estados Unidos y, tras la Segunda Guerra Mundial, sería considerada como

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uno de los polos del sistema bipolar. En éste proceso la centralidad política pasó a manos de Josef Stalin, quien se hizo cargo del
gobierno luego del a muerte de Lenin en 1924. Stalin impuso un sistema llamado “socialismo real”, un gobierno de partido único
que, al mismo tiempo, introdujo grandes reformas que convirtieron a Rusia en una de las potencias económicas, científicas y
militares más grandes del mundo.
Actividad C:
1- ¿Qué diferencias hay entre la derecha y la izquierda en política?
2- ¿Cómo era Rusia antes de la Revolución de 1917?
3- ¿Cuáles fueron las dos etapas de la “Revolución Rusa”? ¿Qué sectores políticos condujeron cada etapa? (Hubo dos
momentos que fueron dominados por dos grupos con nombres raros)
4- ¿Por qué pensás que se produjo la segunda etapa de la “Revolución Rusa”? (tené en cuenta las causas que llevaron a
que comience la primera etapa: pobreza, guerra, etc.)
5- ¿Cuáles fueron las medidas más importantes que tomó el gobierno de Vladimir Lenin cuando llegó al poder en
octubre/noviembre de 1917? (Fueron cuatro las medidas)
6- ¿Qué grupos se enfrentaron en la “guerra civil” entre 1919 y 1922? ¿Qué objetivos tenía cada grupo y como terminó la
guerra? (Hubo dos ejércitos apoyados por distintos grupos de Rusia y de otros países)

Estados Unidos en los años ’20: del crecimiento económico a la crisis de 1929
Luego de la Primera Guerra EEUU emergió como la gran potencia económica mundial. Desde ese momento la economía
norteamericana superaba ampliamente a la de Inglaterra, Francia y Alemania, países muy afectados por los combates de la
Primera Guerra Mundial. La primera pregunta de la clase, entonces, es: ¿Por qué EEUU se convirtió en la primera potencia
mundial? Esta novedad tenía que ver con varios motivos.
El primero de los motivos que permitió que EEUU se convierta en la primera potencia económica mundial después de
1919 fue el papel que jugó el país del norte de América en el conflicto. El comercio con Inglaterra, la venta de armamentos y los
préstamos otorgados también a los ingleses permitieron que EEUU tuviera una muy buena posición luego de la guerra. Por un
lado, tenía a quién venderle sus productos, por lo cual ingresaba dinero por el comercio, y, por otro lado, ingresaba dinero
porque Inglaterra había comenzado a devolver los préstamos que los norteamericanos le habían hecho al país europeo durante
el conflicto. Esta posición de productor de bienes industriales y de alimentos se profundizó por el debilitamiento de Alemania,
una de las grandes potencias industriales antes de la guerra, tras la firma del Tratado de Versalles. Así, EEUU reemplazó el lugar
dejado por Alemania como proveedor de bienes industriales y agrarios en el mercado europeo.
Sumado a esto, como los conflictos de la guerra se produjeron en Europa, EEUU no sufrió bombardeos ni invasiones
militares en su propio territorio, así que después de 1919 no hubo que reconstruir ciudades, puentes, ferrocarriles, telégrafos y
fábricas. Por este motivo, la recuperación no fue para los norteamericanos un problema difícil de resolver. En definitiva, el
ingreso de dinero por el comercio y la devolución de los préstamos, junto con el hecho de que la guerra no generó destrucción
en el territorio propio ayudaron a posicionar a EEUU como la economía más poderosa del mundo después de la Primera Guerra
Mundial.
Por último, en los años veinte se produjo en EEUU un hecho que profundizó el crecimiento económico del país y su
posición dominante a nivel mundial: el invento de la línea de montaje fordista. Este invento fue una nueva forma de organizar el
trabajo industrial que impuso Henry Ford, el famoso creador de autos, en sus fábricas de Detroit. Este nuevo desarrollo permitió
un aumento muy importante de la productividad que llegó al 600% en pocos meses y mejoró las ganancias empresarias a costa
de una modificación en las formas de trabajo que perjudicaron a los obreros que veían un incremento de la explotación.
Antes de la línea de montaje de Ford, cada trabajador tenía su lugar en la fábrica y realizaba varias tareas. Algunos de
ellos, eran especialistas en alguna de las tareas. Por ejemplo, en la fabricación de autos había chapistas que se encargaban de los
detalles de la chapa y la pintura, motoristas que se encargaban de los motores y tapiceros que se encargaban de la tapicería del
auto, entre otros. La línea de montaje proponía organizar el trabajo en las fábricas de una forma científica. La idea era
básicamente dividir las tareas que incluían el proceso de producción de cada auto en partes muy pequeñas y fáciles de realizar.
Un trabajador se encargaba de ajustar un tornillo, otro de soldar una parte única del auto, otro de coser una sección del
tapizado. Cada trabajador realizaba una parte única, pequeña y sencilla del proceso de producción. Ese proceso se realizaba en
una larga línea en la que el producto, en el caso de Ford, el auto, iba avanzando y se iba montando o armando en el camino. Les
muestro algunos ejemplos sobre el funcionamiento de la línea de montaje, desde el comienzo de la producción hasta el auto
terminado:
El sistema de la línea de montaje le permitió a Ford obtener grades ganancias de forma inmediata. Como dijimos antes,
la productividad aumentó un 600%. Esto quiere decir que si antes de la línea de montaje en una hora Ford hacía 1 auto, ahora,
pagando los mismos sueldos, producía 6 autos. Esto significa que si antes de la línea de montaje Ford gastaba 60 pesos en hacer
un auto, y lo vendía a 80 pesos para ganar 20 pesos, ahora con la línea de montaje gastaba solo 10 pesos (porque se dividían los
60 pesos de cada hora de trabajo en 6 autos) y podía vender sus autos mucho más baratos ganando más plata. Esto le dio una
gran ventaja con respecto a sus competidores, empresas como General Motors (lo que acá en Argentina es Chevrolet), Aston
Martin en el Reino Unido y otras más en todo el mundo. En una tabla la situación sería esta:

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Antes de la Línea de Montaje Ford Aston Martin General Motors
Costo por Auto 60 60 60
Precio por Auto 80 80 80
Productividad por Hora 1 Auto por Hora 1 Auto por Hora 1 Auto por Hora
Ganancia por Auto 20 20 20
Ganancia por Hora 20 20 20

Después de la Línea de
Montaje Ford Aston Martin General Motors
Costo por Auto 10 60 60
Precio por Auto 30 80 80
Productividad por Hora 6 Autos por Hora 1 Auto por Hora 1 Auto por Hora
Ganancia por Auto 20 20 20
Ganancia por Hora 120 20 20

Como pueden ver, la línea de montaje le permitió a Ford bajar los costos de producción por cada auto y bajar el precio de venta
de cada auto. Pero al mismo tiempo, como producía y vendía seis veces más que sus competidores, Ford podía ganar seis veces
más por cada hora de trabajo que sus competidoras. Para esas otras empresas había dos posibilidades: o hacer lo mismo que
Ford e incorporar la línea de montaje, o dedicarse a la producción artesanal de autos. General Motors copió a Ford, Aston
Martin se dedicó y se dedica a producir autos muy caros y de forma personalizada.
El invento de Ford dio paso a un gran problema. Para muchos empresarios era muy interesante la idea de copiar a Ford.
No solo los que producían autos. Los que producían electrodomésticos, muebles, repuestos, tractores, etc., todos querían copiar
a Ford para ganar más dinero. Pero para copiar a Ford, necesitaban modificar sus fábricas para poder instalar las líneas de
montaje. Si un empresario tenía una fábrica de tres pisos, difícilmente podría poner en práctica la línea de montaje. Para esto se
necesitaban terrenos bien largos y amplios. Eso significaba mucho dinero y necesitaba una capacidad de inversión que, en
muchos casos, era muy costosa para los empresarios que, de todas formas, sabían que modificando sus instalaciones podrían
hacer una diferencia ante sus competidores.
¿Qué opciones había para conseguir el dinero? Una de ellas eran los préstamos bancarios. Ésta opción fue desechada
por muchos empresarios, puesto que los intereses que se debían pagar eran muy altos y también porque si la empresa quebraba
el préstamo había que pagarlo igual. La otra opción era cotizar en la bolsa de valores y conseguir financiamiento a partir de la
venta de acciones de sus propias empresas. Ésta última opción fue la que más se utilizó en la segunda mitad de los años veinte.
¿Saben cómo funciona el tema de las acciones en la bolsa de valores? La verdad es que el asunto es complicado, pero
más o menos es así. Un empresario, por ejemplo el dueño de General Motors, tiene el 100% del valor de su empresa. Cuando
decide ir a la bolsa, el dueño de General Motors se queda el 50% de la empresa y vende el otro 50% en acciones que cualquier
millonario puede comprar en la bolsa de valores. Así, un millonario podía comprar el 5% o el 10% de General Motors, o el
porcentaje que sea según el valor de las acciones. Para el dueño de General Motors el negocio era obtener dinero por la venta
de las acciones. Si General Motors valía 1000 pesos, cuando se vendía el 50% de la empresa en acciones, el dueño de General
Motors recibía 500 pesos por esas acciones. Para los que compraban las acciones el negocio era quedarse con ellas, ser dueño
de una parte de la empresa y cobrar las ganancias de esa empresa a fin de año sin la obligación de tomar decisiones porque el
que decide en una empresa es el que tiene la mayor parte de las acciones. Si alguien compraba el 10% de General Motors, y la
empresa vendía muchos autos, a fin de año le tocaba cobrar, sin hacer nada, el 10% de las ganancias de la empresa.
Luego de incorporar la línea de montaje, en torno al año 1925, las empresas vendían más productos y ganaban más
dinero. Por eso, todas las empresas querían ir a la bolsa para conseguir dinero rápido. Y al mismo tiempo todos los millonarios
buscaban comprar acciones de empresas que querían incorporar la línea de montaje para ganar “dinero fácil”. Incluso muchos
empresarios pensaban que era más fácil cerrar su propia fábrica para comprar acciones de otra empresa en lugar de empezar el
proceso de incorporar la línea de montaje, lo que incluía comprar un nuevo terreno, negociar salarios con los trabajadores,
desarrollar el sistema de montaje, etc. Esto hizo que muchos trabajadores se queden sin trabajo a partir de 1925. Por otra parte,
las acciones se podían comprar y vender en la bolsa de valores. Por ejemplo, un empresario que compraba el 5% de las acciones
de una empresa a 100 pesos, quizás podía vender esas acciones a 5000 pesos al año siguiente. Este fenómeno se llamó
“especulación financiera”.
Luego de varios años de crecimiento, en la segunda mitad de 1929 EEUU se enfrentó a la crisis económica más grande
de su historia. El aumento de la producción de bienes por la utilización de la línea de montaje produjo un proceso que se llamó
“sobreproducción”. Se producían más bienes de los que se podían vender en el mercado norteamericano. Esto generó grandes
cantidades de “stocks”, es decir de productos disponibles que no se podían vender ni siquiera a bajos precios. Por ese motivo
muchas empresas comenzaron a bajar los precios de sus productos y otras decidieron cerrar sus puertas hasta poder vender los
stocks disponibles. El problema era que si un empresario cerraba su fábrica y dejaba a un trabajador sin empleo, este trabajador
desocupado no tenía dinero para comprar los productos que el empresario no podía vender.
Sumado a esto, con los stocks que había sin vender las empresas ya no vendían tanto como antes y no ganaban dinero.
Por eso, cuando un accionista iba a cobrar sus ganancias a fin de año se encontraba con que la empresa no había vendido los

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autos que fabricaba, o las heladeras, o las radios. Muchos empresarios que habían cerrados sus propias fábricas para ganar
dinero sin producir, de un día para el otro no podían recuperar el dinero que habían gastado en comprar acciones de otra
empresa porque esa empresa no vendía sus productos. Por otra parte, esos empresarios que habían cerrado sus fábricas para
invertir en la especulación financiera no fueron capaces de comprender que con esa decisión estaban dando inicio a una crisis
terrible en la economía real. Mientras los precios de las acciones crecían, muchos trabajadores quedaban en la calle y sin
capacidad de consumo. Por eso, como dijimos antes, las empresas que producían con la línea de montaje no tenían a quien
venderle sus productos y eran incapaces de obtener ganancias para repartir entre sus accionistas.
Finalmente, en octubre de 1929 la crisis de la “economía real”, es decir de la economía de la gente común, se trasladó
al ámbito de la “economía especulativa”. El día jueves 24 de octubre de 1929 el precio de las acciones de las empresas en la
Bolsa de Valores de la ciudad de Nueva York se derrumbó junto con las riquezas de muchos millonarios que vieron que sus
acciones ya no valían nada. Ese día, que pasó a la historia como el “jueves negro”, los empresarios que habían comprado
acciones a precios altísimos intentaron venderlas más baratas. Si habían comprado a 5 millones, intentaban venderlas ahora a 2
millones pero nadie las compraba. Entonces las bajaron a 1 millón y nadie compraba. Pasaron a 50 mil y tampoco. En definitiva,
el valor de las empresas y de las acciones se había acomodado al valor que tenían las empresas en la “economía real”. Las
empresas no podían vender sus productos, por eso las acciones que durante un tiempo siguieron a precios altos, a fines de
octubre de 1929 se acomodaron al valor real de esas empresas que estaban casi quebradas.
Este episodio marcó el comienzo de una crisis económica de la que EEUU no se recuperó hasta 1946, es decir después
de terminada la Segunda Guerra Mundial. La crisis no solo fue muy fuerte en EEUU sino también en Europa y en América Latina.
En Argentina generó grandes cambios y en Alemania fue una de las causas del surgimiento del nazismo, como vamos a ver en
dos clases.
De la Belle Epoque a la gran depresión. La economía de Estados Unidos en los años '20 (1919-1930)
El gran derrumbe económico de los años treinta remite, en gran medida, a los cambios que –gestados en los años
dorados– erosionaron los pilares en que se había asentado la primacía del mercado mundial. En primer lugar, el declive de Gran
Bretaña, acompañado por el quiebre del patrón oro y por la creciente fragilidad de los lazos forjados por Londres entre las
diferentes economías nacionales. Simultáneamente, el hecho de que el ascenso económico de Estados Unidos venía asociado
con nuevos factores que no se adecuaban al modo de funcionamiento del orden global. Por un lado, el nuevo modo de
organización del sistema productivo, el fordismo, que alentaba un mayor control estatal del desenvolvimiento de la economía
nacional para evitar las recesiones, al margen de las fluctuaciones del mercado mundial. La potencia en ascenso, además, reunía
recursos y condiciones que le permitían y alentaban un grado de autarquía que nunca había tenido Gran Bretaña. Esto
significaba que se rompía el equilibrio, presente en la Belle Époque, entre la expansión del mercado mundial y los pilares en que
se asentaba la hegemonía de Londres. Muchos de los grandes propietarios latinoamericanos, por ejemplo, perdían la posibilidad
de colocar en el país del norte los bienes que a través de las compras británicas habían desembocado en el boom exportador de
los años ochenta.
El impacto de la Primera Guerra Mundial y el rumbo impuesto por los vencedores hicieron estallar las tensiones de la
economía global. En Versalles se dispuso el trazado de nuevos Estados en el mapa europeo, sin atender a sus posibilidades, y se
aprobó una cadena de deudas que obstaculizaría el despegue de la economía. Mientras el conjunto de los países europeos sufría
su condición de deudores, se acrecentaba el poder financiero de Estados Unidos. Los países más afectados por los combates se
vieron obligados a recurrir a la importación de mercancías y al auxilio de préstamos proporcionados por los países más fuertes
en el plano industrial, por los que estaban alejados del campo de batalla y aquellos que eran ricos en materias primas. La guerra
benefició económicamente a los proveedores: Suiza, Holanda, los países escandinavos, América Latina y sobre todo a Estados
Unidos. Entre 1914 y 1919 este último se posicionó como el mayor acreedor. La guerra agudizó el declive inglés, al mismo
tiempo que Estados Unidos emergió como el principal motor para avanzar en la reconstrucción de la economía europea y la
reactivación del comercio mundial.
Por otra parte, Estados Unidos, la nueva potencia, no asumiría el papel regulador desempeñado por el Reino Unido
porque su crecimiento económico no estaba basado en los lazos comerciales y financieros forjados con otros mercados. Su
desarrollo se había apoyado en una combinación de factores: abundancia y variedad de materias primas, tierras agrícolas fértiles
y el aporte de los inmigrantes europeos, una enorme fuerza de trabajo fácilmente explotable, que hicieron del mercado interno
el principal motor de su economía. Los Estados Unidos que exportaban simultáneamente alimentos, bienes industriales y
capitales no dependían de las importaciones para sostener su ciclo productivo.
Otro cambio clave provino de la exploración de la gestión científica del trabajo. Se inició al calor de los desafíos de la
crisis de 1873 y avanzó en la entreguerras. Las transformaciones dieron paso a un capitalismo más estructurado, con nuevas
industrias de punta, nuevas corporaciones empresariales y una clase obrera más numerosa y más organizada. En los talleres
Ford, las operaciones realizadas por un solo obrero se desmontaron para ser distribuidas entre varios trabajadores ubicados en
torno a la línea de montaje. La reducción de los tiempos fue impresionante: el armado del motor, realizado originariamente por
un solo hombre, se distribuyó entre 84 operarios, y el tiempo de montaje disminuyó de 9 horas y 54 minutos a 5 horas y 56
minutos; la preparación del chasis, que exigía 12 horas y 20 minutos, descendió a 1 hora y 33 minutos. Este incremento de la
productividad se lograba al mismo tiempo que la fábrica abría sus puertas a los trabajadores no calificados. Un auto se fabricaba
con solo un 5 por cinco de obreros especializados, el resto eran peones. El empresario reducía su dependencia del saber del
trabajador, y con la expulsión del obrero de oficio debilitaba el movimiento sindical.
La segunda mitad de los años veinte

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Después de las fuertes oscilaciones de los primeros años de la década del veinte, en la segunda mitad de la década la
economía se mantuvo estabilizada. Los acuerdos en torno a la refinanciación de la deuda alemana y el clima de paz
contribuyeron a este cambio. La recuperación a partir de 1924 fue tan evidente que se acuñaron nombres específicos para
designar el período, los “dorados veinte” en Alemania, los “años felices” en Estados Unidos, y los “años locos” en Francia. El
capital y los mercados estadounidenses tuvieron un papel central en el impulso al crecimiento económico de Europa y América
Latina.
El crack en la bolsa de valores de Estados Unidos en octubre de 1929 cerró un ciclo y dio paso a un período en que la
economía capitalista pareció derrumbarse. Después de más de un año de espectaculares incrementos de los precios de las
acciones, estos cayeron abruptamente, en gran medida como resultado de la especulación, pero en última instancia como
expresión de las contradicciones del sistema capitalista. Durante los años veinte, el incremento en la productividad no fue
acompañado por la creación de un sólido mercado de masas basado en aumentos salariales. La demanda fue alentada mediante
la expansión del crédito. La buena marcha de las empresas y el crecimiento de la cadena crediticia en los años locos condujeron
a la especulación inmobiliaria y la sobreinversión en el mercado bursátil. No bien la burbuja financiera explotó con las ventas
masivas de los títulos de bolsa, el pánico desembocó en la quiebra en cadena de bancos y la desvalorización de las monedas. A
partir del crack bursátil, cayeron los precios de las mercancías, mucho más rápida y profundamente las agrícolas que las
industriales.
Los gobiernos de los países industrializados –el republicano Herbert Hoover en Estados Unidos, el laborista Ramsay Mac
Donald en Gran Bretaña, el conservador Heinrich Brüning en Alemania, el radical Édouard Herriot en Francia– se mantuvieron
fieles a la ortodoxia económica: redujeron el gasto público y dejaron que el desempleo aumentase. Decidieron que no había que
intervenir, ya que una vez que los salarios hubieran descendido lo suficiente los capitalistas invertirían, y una vez que los precios
cayeran lo necesario los consumidores comprarían.
La globalización que avanzaba desde fines del siglo XIX se frenó: cayeron los flujos migratorios, los intercambios comerciales y el
movimiento internacional de capitales. Sin embargo, la deflación no fue seguida de la reactivación anunciada por los
economistas ortodoxos. La disminución del PIB entre 1928 y 1935 fue del 25 al 30 por ciento en Estados Unidos, Canadá,
Alemania y varios países latinoamericanos y del 15 al 25 por ciento en Francia, Austria y gran parte de Europa central y oriental.
El desempleo afectó a más de la cuarta parte de los trabajadores en casi todas partes.

Actividad D:
1- ¿Cuáles fueron las causas del crecimiento de EEUU en los años ’20 y por qué se produjo la crisis de 1929?
2- ¿Por qué EEUU tenía un papel dominante en la economía global luego de la guerra?
3. ¿Qué diferencias había entre el papel de EEUU y de Inglaterra como principal potencia mundial?
4- ¿Qué cambios trajo el fordismo para los empresarios y para los trabajadores?
5- ¿Qué hicieron los gobiernos frente a la crisis que comenzó en 1929 y qué consecuencias tuvo la crisis para los
distintos países del mundo?
6- Resumir el texto remarcado en color celeste
El fascismo italiano, 1922-1939
¿Escucharon alguna vez que a alguien le digan “facho” o “vos sos fascista”? Bueno, esas frases, que se usan mucho más
en los ámbitos universitarios que en la vida común, tienen un sentido negativo que refiere al fascismo. Y eso es así porque en
cierto sentido, las fascistas y los nazis, que aparecieron en Italia y en Alemania, existieron y existen en casi todos los países del
mundo.
Este movimiento político fue liderado por un personaje llamado Benito Mussolini, un militar italiano que había
participado de la Primera Guerra Mundial y que consideraba que el resultado de la guerra había sido un gran problema para
Italia. Como comentamos al principio, el fascismo es un tema clave de esta parte del año porque es la antesala del nazismo.
Adolf Hitler y los nazis vieron en el fascismo italiano un modelo político a copiar en Alemania.
El Partido Fascista fue fundado por Mussolini en noviembre de 1921. Poco menos de un año más tarde, el partido
organizó una movilización que pasó a la historia como “La Marcha Sobre Roma”. Esta movilización tenía como objetivo impulsar
un golpe de Estado y lograr que Mussolini se haga cargo del gobierno. Finalmente no se produjo un golpe de Estado, sino que el
Rey de Italia, Víctor Manuel III, decidió nombrar a Mussolini como Primer Ministro, lo que significaba darle el gobierno del país.
Un detalle sobre este tema: en Argentina y en los países latinoamericanos el que gobierna es el presidente o presidenta de la
Nación. En los países europeos es diferente. Hoy, en Alemania e Italia, hay un presidente o presidenta, pero el que gobierna
realmente en Alemania es el o la Canciller y en Italia el o la Primer Ministro. En Francia el presidente o presidenta gobierna como
en Argentina. En España y en Inglaterra, en cambio, existen reyes y Primeros Ministros o Presidentes del Gobierno. En Inglaterra
el rey existe, pero el que gobierno realmente es el o la Primer Ministro, también llamado Premier. En España también hay un
rey, pero el gobierno está en manos del Presidente del Gobierno. Los reyes europeos son figuras “ceremoniales”, no tienen
demasiado poder. Volviendo a Italia en 1922, el rey no tenía mucho poder, pero si podía nombrar primeros ministros. Luego de
la “Marcha Sobre Roma” Víctor Manuel III, el rey italiano, decidió nombrar a Mussolini como Primer Ministro italiano. En el texto
de la actividad vamos a ver cómo fue ese proceso.
Más allá de esto, lo que nos interesa en esta parte de la clase no es tanto el problema de pensar los hechos que
marcaron el avance del fascismo hasta llegar al poder, sino tratar de entender de qué hablamos cuando hablamos de fascismo

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en Italia. La pregunta central de la clase es: ¿Qué fue el fascismo italiano?, o ¿Qué características tuvo el fascismo en Italia? En
esta parte de la clase vamos a intentar responder a estas preguntas.
El fascismo italiano tuvo al menos cuatro grandes características. En primer lugar, los fascistas eran nacionalistas. Esta
característica se puede ver claramente en la posición de los fascistas sobre la situación de Italia en Europa entre la Primera y la
Segunda Guerra Mundial. Cuando empezó la Primera Guerra los italianos decidieron no apoyar a sus aliados de la Triple Alianza
porque pensaron que el ataque del Imperio Austrohúngaro a Serbia no tenía sentido. Por el contrario, desde 1915 Italia enfrentó
a los austrohúngaros, sus antiguos aliados, en la zona de los Alpes, en el norte italiano. Cuando la guerra terminó, el gobierno
italiano solicitó participar del cobro de las reparaciones de guerra que impuso el Tratado de Versalles. Sin embargo, eso no
sucedió y los italianos quedaron afuera de las reparaciones. Esto enojó mucho a los grupos de derecha italianos que
consideraron la decisión de Inglaterra, Francia y Estados Unidos como una traición. En ese contexto, los fascistas mostraron
antes y después de llegar al poder una fuerte mirada nacionalista que enfrentaba a Inglaterra, a Francia y a EEUU.
Por otra parte, el nacionalismo de los fascistas se puede ver también en las reivindicaciones al “pasado imperial” de
Italia, un pasado que estaba representado por el Imperio Romano. En la mirada de los fascistas, los líderes políticos italianos,
desde hacía más de doscientos años al menos, habían olvidado ese pasado “glorioso” en el que los italianos dominaban
prácticamente todo el mundo. Por eso, una de las promesas y de las preocupaciones centrales del fascismo era devolverle a
Italia ese rol de potencia mundial que no tenía y que, cuando había cumplido un papel importante, como en la Primera Guerra
Mundial, las otras potencias no le habían reconocido.
En segundo lugar, los fascistas eran anticomunistas. Esto quiere decir que odiaban profundamente a los comunistas y
querían, por todos los medios posibles, intentar que en Italia no se produzca una revolución comunista como la “Revolución
Rusa”. Para los fascistas, igual que para los nazis, el comunismo no era una postura política sino una “enfermedad” que debía ser
erradicada del planeta. Para los fascistas el riesgo del comunismo, como con toda “enfermedad”, era el “contagio”. El riesgo era
que los comunistas rusos lleven su “enfermedad” a Italia. Por ese motivo, cualquier mecanismo, desde la encarcelación sin juicio
previo hasta el asesinato, pasando por el destierro, la persecución y los atentados, eran aceptables para terminar con la
supuesta amenaza que significaba el comunismo para Italia. Un ejemplo de esta situación fue la persecución que sufrió Antonio
Gramsci, uno de los intelectuales comunistas italianos más importantes de la primera mitad del siglo XX. Gramsci fue arrestado
por el gobierno fascista en noviembre de 1926 y fue mantenido prisionero hasta su muerte en abril de 1937. En la cárcel,
Gramsci escribió algunas de sus contribuciones más importantes al pensamiento de izquierda en el siglo XX. La principal de ellas
fue el concepto de “hegemonía”, concepto que explica la situación por la cual los sectores más pobres de una sociedad
defienden los intereses de los sectores más ricos sin comprender que esos intereses, los de los más pobres y los de los más ricos,
son marcadamente diferentes. Este concepto es un tema de la materia Política y Ciudadanía en 5to año.
Un detalle sobre la persecución de los fascistas a los opositores y, en particular, a los comunistas. Cuando una discusión
sobre ideas políticas lleva a pensar que “el otro” está enfermo estamos en el paso previo a una masacre. Si el comunismo, el
nacionalismo, la homosexualidad, la defensa de los derechos de la mujeres, el liberalismo, la crítica o la adhesión a un sistema o
a un gobierno, o una postura religiosa o no religiosa, entre otras, es considerada como una “enfermedad”, se está a un paso de
pensar en “eliminar” a la gente que “está enferma”, que es lo mismo que decir eliminar a la gente que piensa distinto. Esta
postura que tenían los fascistas, la idea de pensar que el que piensa distinto está “enfermo”, era y es en la actualidad un gran
peligro para la convivencia política.
El problema del anticomunismo nos lleva a una tercera característica del fascismo italiano: era un movimiento político
de derecha. Esto quiere decir que los fascistas pensaban que la situación de desigualdad que vivía Italia después de la Primera
Guerra Mundial, en la que había pobres muy pobres y ricos muy ricos, una situación que se parecía bastante a la de Rusia antes
de la revolución de 1917, estaba bien y no había que modificarla. Por este motivo, los fascistas recibieron el apoyo de grandes
empresarios industriales, grandes banqueros y grandes terratenientes que tenían el temor de que, si se producía una revolución
comunista como la revolución rusa, podrían perder sus fábricas, sus bancos y sus tierras como pasó con los industriales, los
banqueros y los terratenientes rusos. Un ejemplo de este apoyo fue el dinero que recibió el Partido Fascista por parte de la
empresa Fate, una empresa que hoy existe y que hace neumáticos para autos, y el dinero que aportó el gobierno fascista para
que crezca la empresa Fiat, una empresa que también hoy existe, y que a fines de los años treinta producía tanques y
maquinaria para la guerra.
Por último, la cuarta característica que definió al fascismo italiano fue su marcada postura antidemocrática. Para los
fascistas la democracia no era un valor en ninguna de sus posibles acepciones. Para este grupo, en primer lugar, la democracia
no servía como sistema político. Por eso, una vez que Mussolini llegó al poder, en 1922, prácticamente no hubo más elecciones.
El líder del fascismo italiano se mantuvo en el poder sin ningún tipo de oposición por casi veinte años. Al mismo tiempo se
prohibió todo tipo de oposición puesto que fueron ilegalizados todos los partidos políticos, salvo el propio Partido Fascista de
Mussolini. Por otra parte, tampoco era un valor la democracia como forma de discutir ideas. Los fascistas solo aceptaban que las
decisiones las tomara Mussolini y, una vez que el líder tomaba una decisión, no era posible discutirla con nadie.
Estos cuatro elementos determinaron, en definitiva, las características del fascismo en Italia. Un detalle interesante es
que, como dijimos al principio de la clase, el fascismo no solo existió en Italia sino que se extendió a muchos países del mundo.
No solo en Alemania, sino también en España, en Francia, en Portugal e incluso en Argentina y en Brasil hubo fascistas. Con
algunas diferencias, por que el nacionalismo es diferente en cada país (obviamente los italianos defienden en pasado italiano,
pero los argentinos lo argentino, los españoles lo español y cada cuál impone su nacionalidad como elemento definitorio de la
postura política), los fascistas impulsaron sus lecturas antidemocráticas, anticomunistas y de derecha en muchos sitios del

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planeta. Por otra parte, también podemos decir que el fascismo, allí en donde existió, fue una respuesta al temor de las clases
altas y de los grupos de derecha de ese país a que se produzca una revolución de izquierda como la “Revolución Rusa”.
El ascenso de Mussolini
La llegada al poder del fascismo tuvo lugar en medio de una Italia revuelta. Tres fuerzas principales comprendían el arco
político a comienzos de la década de los 20: destacaba el Partido Popular Italiano, de ideología católica moderada, creado en
1919 por el Secretario de Acción Católica Luigi Sturzo y apoyado por el papa Benedicto XIV. Le seguía en importancia el Partido
Socialista, sujeto a fuertes tensiones internas que terminaron con su ruptura en dos sectores. Uno de ellos se convirtió en 1921
en la tercera fuerza política italiana: el Partido Comunista, de carácter revolucionario, integrado en la III Internacional
(Komintern) y entre cuyos fundadores destacó el pensador y escritor Antonio Gramsci. La cuarta fuerza presente en la vida
política italiana era el Partido Fascista, surgido en 1921 de los "Fasci di Combattimento", en cuyo seno convergían diversos
sectores, desde antiguos socialistas (caso del mismo Mussolini) hasta grupos ultraconservadores.
La progresión del Partido Fascista fue rápida. En 1920 sus miembros protagonizaron numerosos actos de violencia
frente a militantes de izquierda y sindicalistas. En 1922 su presencia en la vida política italiana era ya un hecho, alcanzando
numerosos gobiernos de carácter local y provincial y reuniendo en sus filas numerosos simpatizantes procedentes de círculos
empresariales, la Iglesia y el Ejército.
La inestabilidad de la situación política italiana en la posguerra propició el ascenso del fascismo. Los trabajadores,
organizados en activos sindicatos como la Confederación General Italiana del Trabajo, de orientación socialista, participaron en
importantes movilizaciones en las que ocuparon tierras y fábricas entre 1919 y 1920, reeditando en Italia las proclamas
impulsadas por el gobierno revolucionario ruso surgido en octubre de 1917. Estas movilizaciones culminaron en una huelga
general que estalló el 31 de julio de 1922 y fue violentamente aplastada por la reacción de grupos fascistas y del ejército.
Los grandes propietarios industriales y agrarios, los católicos, los conservadores, atemorizados por las proclamas
revolucionarias de los grupos comunistas, se refugiaron en el profundo anticomunismo del partido fascista. La violencia se
apoderó de pueblos y ciudades favorecida por la inepcia y la inoperancia de los débiles y efímeros gobiernos que se sucedían
con rapidez, en medio del descrédito del sistema político democrático y parlamentario. Estos hechos favorecieron que un
creciente número de italianos reclamara la acción anticomunista de un gobierno fuerte y estable.
En ese ambiente se produjo el definitivo acceso al poder del fascismo. La oportunidad llegó tras la “Marcha sobre
Roma” organizada en el mes de octubre de 1922. Mediante esa maniobra los fascistas pretendían forzar la dimisión del gobierno
constitucional e imponer el de Mussolini. La Marcha sobre Roma movilizó a miles de fascistas de todo el país que se dirigieron
desde Nápoles hacia la capital. Ataviados con característicos uniformes, “los camisas negras” fueron conducidos por Mussolini
que permaneció en Milán a la espera del desarrollo de los acontecimientos.
El Jefe de Gobierno, Luigi Facta, pidió al Jefe del Estado -el rey Víctor Manuel III- que declarase el estado de sitio para
detener la marcha, pero éste se opuso a la medida. En las razones de tal decisión posiblemente debió pesar el temor que
suscitaba en el monarca el estallido de una revolución socialista y el desencadenamiento de una guerra civil. También influyó en
él la desconfianza que sentía por los políticos del Partido Popular de Sturzo. Por lo demás, los grupos empresariales e
importantes sectores del ejército, simpatizaban de forma abierta con Mussolini. El 29 de octubre el rey le pidió a éste la
formación de un gobierno. El fascismo había llegado al poder con la ayuda del jefe del Estado italiano.
El ascenso al poder de Mussolini no ocasionó de forma automática la implantación de un Estado fascista. Aunque
convertido en primer ministro, gobernó durante unos meses sustentado en una coalición de partidos (liberales, nacionalistas y
católicos) dentro de los cauces constitucionales; de hecho, su primer gobierno (1923) tan solo contó con cuatro ministros
fascistas.
La construcción del Estado fascista
En 1924 se celebraron elecciones generales en un ambiente de tensión y violencia. De 7 millones de votos algo más de
4 fueron para los "fasci", mientras que 3 recayeron sobre la oposición. Sin embargo, aquellos obtuvieron mayoría gracias a una
ley electoral aprobada en 1923, según la cual el partido que obtuviese un 25 % de los votos se alzaría con una representación de
dos terceras partes de la Cámara. Las denuncias en el Parlamento del diputado socialista Giacomo Matteotti de las
arbitrariedades y la violencia cometidas por los fascistas precedieron a su secuestro y posterior asesinato. Todo indicó que el
responsable de tal crimen había sido Mussolini.
El escándalo y las protestas que se elevaron desde todos los sectores políticos, la prensa y el extranjero arrinconaron a
Mussolini. Diversos sectores de la coalición de gobierno le dieron la espalda. El Partido Popular de Sturzo e importantes sectores
de la Iglesia condenaron el hecho. Los intelectuales y el mundo académico firmaron un comunicado de rechazo. Mussolini fue
repudiado internacionalmente y el fascismo estuvo sujeto durante meses a una fuerte crisis que a punto estuvo de costarle el
poder. Los diputados de la oposición abandonaron el Parlamento. Ya no volverían a ocupar sus escaños.
Pese a su crítica posición, Mussolini conservó el poder merced a que el rey que no lo relevó del gobierno. A partir de
entonces su labor se concentró en silenciar cualquier tipo de oposición. En 1925 suprimió los partidos políticos, los sindicatos y
la libertad de prensa, mandó arrestar a los líderes de izquierda (Ej. Gramsci). Centenares de miles de italianos hubieron de
exiliarse. Nacía el Estado totalitario controlado por un líder fuerte e indiscutido.
El régimen fascista abolió los derechos políticos y los sustituyó por una estructura de carácter corporativo que
subordinaba la esencia y la iniciativa individuales al interés nacional. Todo quedaba sujeto al Estado: como Mussolini expresó:
"Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado". En 1925 una ley le otorgó plenos poderes. Sometió a control
al partido único desprendiéndose de los elementos que menos confianza le inspiraban. El Partido Fascista quedó relegado a

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mero instrumento propagandístico, útil para encuadrar a un creciente número de militantes. Las funciones que teóricamente le
correspondían fueron asumidas por el Gran Consejo Fascista, en estrecho contacto con el Duce, quien recurrió para ejercer su
gobierno al uso de decretos ley.
Los partidos políticos fueron suprimidos -salvo el Nacional Fascista- mediante la Ley de Defensa del Estado. La
oposición fue eliminada, los intelectuales silenciados. Se creó un Tribunal especial para juzgar los casos relacionados con los
delitos políticos al tiempo que se instituía una policía, la OVRA ("Organizzacione di Vigilanza e Repressione dell'Antifascismo"),
creada en 1926 y especializada en la persecución de la disidencia.
En el campo social, el fascismo impulsó en 1926 la Ley Rocco, que suprimió los partidos y organizaciones sindicales, a
excepción de las de carácter fascista. Se intentaba abolir de ese modo la lucha de clases y constituir una sociedad donde reinase
la armonía entre obreros y patronos. Se prohibieron derechos laborales elementales como el de huelga (1927). En 1932, los
agentes económicos (patronos y obreros) fueron encuadrados en 22 grandes corporaciones creadas según la actividad
económica (metalúrgicos, banca, transporte, etc), dando lugar a unos “sindicatos verticales” sumamente burocratizados, que
sustituyeron a los de clase. Se instituyó una asistencia social que incorporó ciertas medidas populares como el salario mínimo, la
congelación de alquileres, ayudas a las familias numerosas para fomentar la natalidad, etc. En el ámbito laboral se creó una caja
de seguros obligatorios para hacer frente a la enfermedad, la invalidez y la vejez.El Estado totalitario fiscalizó todas las facetas
del pensamiento, la información y la expresión. Desplegó una férrea vigilancia sobre la educación, a la que encomendó la misión
del adoctrinamiento político de niños y jóvenes. Los docentes fueron transformados en funcionarios transmisores de consignas
políticas. Los libros escolares, encargados de divulgar una idea mitificada del régimen y su líder. La Reforma del ministro
Giovanni Gentile (1923) confirió a la educación un carácter tradicionalista y elitista. Potenció la enseñanza de las humanidades y
la religión, al tiempo que atribuyó a la mujer un papel social alejado del ámbito laboral y de los puestos de responsabilidad,
relegándola al papel de madre y administradora del hogar.
Los medios de comunicación, prensa, radio, publicaciones de toda clase, al igual que la cultura, fueron puestos al
servicio de los ideales fascistas. Se controló a los intelectuales, se persiguió a los díscolos (un ejemplo notable fue el del filósofo,
pensador y periodista Antonio Gramsci) y se crearon organismos como el de la Academia de Italia, destinados a servir de “faro
de las masas”. El arte fue consagrado como instrumento de difusión del ideario fascista, si bien su campo expresivo gozó de más
libertad que en el nazismo alemán. Un caso paradigmático del “nuevo arte” lo constituyó el “futurismo”, cuya principal figura,
Marinetti, exaltó en sus obras ideas gratas al régimen, como la novedad, la velocidad, la acción, el nacionalismo y lo militar. El
cine sirvió para transmitir una imagen sublimada del régimen y se hizo testigo de sus fastos: paradas militares, inauguraciones,
etc. La importancia que Mussolini otorgó a este medio como arma propagandística se concretó en la fundación en 1937 de los
estudios de Cinecittà en Roma.
Actividad E:
1- Resumir las cuatro características principales del fascismo en Italia.
2- ¿Cuáles eran los partidos políticos italianos luego de la Primera Guerra Mundial? (Fueron 4 los partidos)
3- ¿De qué manera llegaron los fascistas al poder en Italia? (Hay que pensar en la “Marcha Sobre Roma” y en lo que
sucedió inmediatamente después de la marcha)
4- ¿Qué sectores de la sociedad apoyaron al fascismo en Italia? (¿empresarios, Iglesia, trabajadores, etc.?)
5- ¿Cuáles fueron las medidas más importantes que impulsó el gobierno fascista? (fueron tres leyes)
6- ¿Qué sucedió con la cultura, los medios de comunicación y la educación durante el fascismo? (Hay que pensar en el
tema de la propaganda)

El nazismo y la Segunda Guerra Mundial.


Este tema es, claramente, uno de los temas centrales de la historia del siglo XX. Es imposible estudiar este siglo sin
tener una noción, aunque sea mínima, de lo que fue el nazismo. Cuando los historiadores abordamos este tema, en general,
apuntamos a cuatro grandes puntos o cuatro grandes momentos. El primero de ellos, el tema de la clase de hoy, es tratar de
entender de qué manera se produjo el surgimiento del nazismo, es decir: ¿cómo hicieron los nazis para ganar espacio en la vida
política alemana en los años veinte? El segundo tema, tiene que ver con abordar el momento en el que el nazismo llegó al poder
en 1933 y los modos en los cuales Adolf Hitler y su partido construyeron una dictadura en Alemania. El tercer momento, o el
tercer tema, es lo que llamamos la “política racial” de los nazis: el modo en el que persiguieron a judíos, eslavos, comunistas,
homosexuales, enfermos mentales, etc., y la forma en la cual usaron los campos de concentración. Por último, el cuarto tema es
la Segunda Guerra Mundial. Como comentamos recién, vamos a empezar hoy con el primero de los temas: el surgimiento del
nazismo entre 1919 y 1933.
El surgimiento del nazismo
Antes de plantear los elementos que ayudaron al surgimiento del nazismo, nos gustaría plantear dos ideas que creemos
que son clave para hablar de este tema. La primera tiene que ver con las miradas sobre el nazismo. En las clases de historia, al
menos en estas clases, se puede discutir todo. Lo que tratamos de hacer es generar herramientas, conceptos, categorías,
interpretaciones sobre hechos. Categorías como “poder”, “clases sociales”, “derecha o izquierda”, “conflicto”, entre otras, nos
ayudan a tener claras nuestras posturas. Conocer y manejar categorías políticas nos hace más sólidos cuando defendemos
nuestras ideas, sin importar cuáles sean esas ideas. Ahora bien, dicho esto, creemos que uno de los poquísimos temas que no se
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pueden discutir es, precisamente, el nazismo. Por respeto a los perseguidos y a los muertos generados por el nazismo, que
fueron más de 20 millones sin contar la Segunda Guerra Mundial y más de 80 millones si incluimos la guerra, creemos que el
nazismo fue la peor de las tragedias que vivió la humanidad en los últimos 200 años y quizás en toda su historia. Nada de lo que
hayan hecho los nazis en el poder se puede justificar porque, en el fondo, todo lo hecho generó ese dolor y ese sufrimiento. Esto
no significa no estudiar al nazismo. Al contrario, es muy necesario estudiarlo para comprender cómo funcionó y, de esa manera,
evitar una situación parecida en el futuro. Por eso, cualquier persona que sepa mínimamente lo que hizo el nazismo en Alemania
y en toda Europa no podría defender ni siquiera un instante de los cerca de 12 años en los que los nazis ejercieron el poder en
Alemania.
La otra idea que queríamos plantear tiene que ver con las ideas políticas del nazismo. Del mismo modo que los
fascistas, de los que hablamos en la clase anterior, los nazis eran nacionalistas, de derecha, anticomunistas y antidemocráticos.
A esos cuatro elementos, el nazismo les sumó una quinta característica: el antisemitismo. Esto significa que odiaban
profundamente a los judíos, a los que consideraban como seres inferiores que no debían vivir en Alemania. El antisemitismo no
fue inventado por los nazis, puesto que existía en Europa desde hacía más de 700 años, pero si es verdad que fueron los nazis los
que llevaron el antisemitismo al punto más terrible en toda la historia de la humanidad.
Ahora si, podemos empezar a responder la pregunta central de la clase: ¿cómo fue el proceso por el cual los nazis
ganaron espacio en la política alemana en los años 20? La mejor respuesta a esa pregunta es pensar al nazismo como el
emergente de una situación de crisis económica y política. Esto significa algo parecido a plantearque cuanto peor le iba
económicamente a Alemania, más espacio ganaban los nazis en la vida política. Esta, creemos, es la idea central de la clase de
hoy.
Antes de la Primera Guerra Mundial, Alemania era un imperio dominado por el emperador Guillermo II. Sobre el final
de la guerra, el 9 de noviembre de 1918, se produjo una revolución similar a la “Revolución Rusa” que obligó a Guillermo II a
renunciar. En su lugar se fundó un gobierno provisional que, en lugar de sostener el poder como en Rusia, fundó una República y
convocó a elecciones. Esa República se conoce comúnmente como la “Republica de Weimar” y el partido más importante en ese
momento de la historia alemana fue el Partido Social Demócrata Alemán, un partido de izquierda cuyos principales dirigentes
tenían familiares y apellidos de origen judío.
En su corta historia la “República de Weimar” sufrió tres grandes problemas económicos que marcaron el crecimiento
del nazismo en la vida política alemana. El primero de ellos fue el pago de la deuda surgida del Tratado de Versalles que marcó el
final de la guerra entre 1918 y 1919. Cerca del 30% de las riquezas que generaba Alemania se usaban para pagar la deuda con
Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Por eso, el gobierno tenía pocos recursos para invertir en su propio desarrollo. Pocos
recursos para hospitales, escuelas e infraestructura, o para invertir en el desarrollo de las empresas alemanas. Frente a este
problema, que retrasó la recuperación alemana después de la guerra, los nazis y los nacionalistas en general planteaban que la
firma del Tratado de Versalles y el problema de la deuda eran total responsabilidad del gobierno democrático y planteaban la
necesidad de hacer un golpe de Estado para ponerle fin a la República de Weimar. El episodio más importante de esta estrategia
fue el “putsch de Kapp”, un intento de golpe de Estado que se produjo en marzo de 1920 y que fracasó por falta de apoyo
popular.
El segundo problema grave que enfrentó la República de Weimar fue la hiperinflación de 1923. Un proceso de
hiperinflación es un proceso mucho peor que la inflación común. En la Argentina tuvimos dos casos de hiperinflación, uno en
1989 y el otro en 1990. En el primero de los casos, en 1989, la inflación llegó al 3200% y en 1990 al 2300%. Esto significa que en
1989, si un bien costaba 10 pesos (en realidad eran australes porque la moneda en esa época se llama austral), a fin de año
costaba 32000. En el caso alemán, la hiperinflación de 1923 fue mucho peor que en la Argentina. Los precios subieron cerca de 8
millones por ciento entre mediados de julio y fines de noviembre de ese año. Eso significa que un bien que costaba 10 marcos, la
moneda alemana, luego de un año costaba 80 millones de marcos.
El origen de la hiperinflación tenía relación con el problema de la deuda de Versalles y con un supuesto económico que
tiene validez en ciertos casos: aquel que plantea que cuando un Estado emite moneda, esa emisión, si no tiene respaldo,
produce inflación. Esta idea es válida, por ejemplo, cuando la emisión se utiliza para pagar deuda en el exterior: si en Argentina
se emiten pesos para pagar una compra en Sudáfrica, es muy probable que el comerciante sudafricano no acepte la moneda y
que, para que el comprador argentino obtenga el producto que desea, tenga que pagar un precio mucho más elevado que el
que originalmente correspondía. El respaldo de la emisión en la actualidad es el dólar, una moneda que se usa
internacionalmente. En la época de la hiperinflación alemana, el respaldo de la moneda era el oro.
Partiendo de esta idea, el origen de la hiperinflación alemana se encuentra en enero de 1923, cuando Francia invadió la
región del Ruhr, una zona productora de carbón en el oeste de Alemania. El gobierno alemán había comenzado en 1920 a emitir
marcos sin respaldo para pagar la deuda del Tratado de Versalles. Los franceses se dieron cuenta de este problema y decidieron
pedirle a los alemanes que paguen la deuda con oro o con recursos como el carbón, un recurso clave para el desarrollo de las
fábricas a principios del siglo XX. Como Alemania no respondió al pedido, Francia decidió invadir el Ruhr y adueñarse del carbón.
Los trabajadores alemanes del Ruhr iniciaron una huelga y el gobierno alemán emitió dinero para pagar los salarios de los

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huelguistas. Finalmente, ante la situación de crisis, a mediados de julio estalló la hiperinflación que se extendió hasta fines de
noviembre de 1923.
Como muchos de ustedes podrán imaginar, la hiperinflación fue un proceso insostenible para los trabajadores
alemanes. El dinero no servía prácticamente para nada, se usaba para jugar o se quemaba para calefaccionar habitaciones.
Llegado el mes de septiembre los bancos no tenían la capacidad de generar nuevos billetes por lo que escribían a mano y con
tinta común el valor del billete para luego sellarlo. Muchos alemanes comenzaron a utilizar el trueque como forma de
intercambio porque el dinero no tenía nada de valor.
Frente a la ocupación del Ruhr y a la hiperinflación los nazis plantearon nuevamente que el gobierno democrático no
hacía nada y que actuaba como si Alemania fuera simplemente una colonia francesa. Era inaceptable para los nazis el hecho de
que Francia invada parte de Alemania y que el ejército alemán fuera incapaz de expulsarlos por la fuerza. El problema era que,
como recordarán, el Tratado de Versalles tenia como una de sus puntos centrales la prohibición de Alemania de tener más de
100 mi soldados, mientra que Francia tenía más de dos millones. Nuevamente, la estrategia de los nazis fue la de intentar un
golpe de Estado, el denominado “putsch de Munich”, en noviembre de 1923. El resultado, igual que en 1920, fue un fracaso.
Hitler fue encarcelado por cerca de un año y, en la cárcel, se dio cuenta de que la vía militar para llegar al poder no era la
adecuada.
Luego de la hiperinflación, la economía alemana se recuperó entre 1924 y 1929. Sin embargo, a fines de 1929 estalló la
tercera gran crisis que enfrentó la República de Weimar, la democracia alemana surgida después de la Primera Guerra Mundial.
Esta crisis comenzó en EEUU, pero rápidamente se extendió por todo el planeta. En Alemania fue particularmente grave porque
muchas de las empresas y las industrias que daban trabajo en territorio alemán eran de origen norteamericano. Cuando la crisis
comenzó, las empresas norteamericanas en Alemania cerraron y la desocupación llegó a cerca del 25%, un número incluso más
alto que el que tenía EEUU.
Frente a la crisis, nuevamente, los nazis plantearon la necesidad de cambiar al gobierno pero, esta vez, en lugar de un
golpe de Estado, los nazis decidieron participar en las elecciones. En 1930 y en 1932 el partido nazi logró un gran crecimiento.
Mucha gente, cansada por las crisis económicas vividas desde 1918, comenzó a pensar que el partido nazi podría ser una
alternativa a los gobiernos democráticos: “¿Qué podría ser peor que las crisis que vivimos?” pensaron muchos alemanes. Por
ese motivo decidieron apoyar a los nazis. Como vamos a ver en las clases siguientes, había claramente algo peor que la
democracia alemana y sus crisis económicas.

La dictadura nazi
Vamos a tratar de responder ahora a la pregunta sobre qué hechos marcaron la llegada de los nazis al poder entre 1932
y 1933. Esos hechos fueron los que permitieron que Hitler sea nombrado Canciller y fueron los primeros pasos de la dictadura
nazi. La segunda parte de la clase apunta a responder a otra gran pregunta: ¿De qué manera o a partir de qué mecanismos los
nazis lograron sostenerse en el poder a partir de 1933? Esta segunda pregunta tiene por objetivo entender qué parte de la
sociedad alemana estaba de acuerdo con el nazismo y qué parte no lo estaba, y de qué manera los nazis lograron que aquellos
que no estaban de acuerdo con sus ideas aceptaran la situación política sin manifestar ese desacuerdo.
Empecemos con la primera de las partes de la clase. Como vimos en el trabajo de la clase anterior, los nazis ganaron las
elecciones de julio de 1932. En esas elecciones, el Partido Nazi obtuvo el 37% de los votos. Sin embargo, ese porcentaje no le
alcanzó a Hitler para formar un gobierno. En muchos sistemas políticos europeos, cuando hay elecciones, el partido que obtiene
la victoria no necesariamente llega al gobierno. Si las elecciones son parejas, el rey o, en el caso alemán, el presidente, le solicita
al partido que ganó que construya una alianza con el partido que salió segundo. Esto es lo que sucedió con los nazis en julio de
1932: tenían que buscar una alianza con el partido que salió segundo para formar un gobierno. El problema era que el partido
que salió segundo en las elecciones era el Partido Comunista y los nazis eran furiosamente anticomunistas. Por eso no buscaron
un acuerdo con los comunistas y el presidente Paul Von Hindenburg, un ex general de la Primera Guerra Mundial, decidió
convocar nuevamente a elecciones. En las segundas elecciones de 1932, realizadas en el mes de noviembre, los nazis obtuvieron
el 33% de los votos. Nuevamente el presidente Von Hindenburg le pidió a Hitler que arme una alianza con el Partido Comunista
que, nuevamente había logrado el segundo lugar en las elecciones. Esta alianza, como vimos, era una alianza imposible. Por ese
motivo, para no convocar nuevamente a elecciones, en enero de 1933 Von Hindenburg, el presidente, nombró a Hitler como
canciller en forma provisoria hasta que se conforme alguna alianza en el Reichstag o parlamento.
En ese contexto, en el mes de febrero de 1933 se produjo un episodio que fue clave en el desenlace de la crisis política.
Ese episodio fue el incendio del Reichstag alemán. Los nazis culparon de este episodio a los comunistas y, de esta forma,
lograron convencer al presidente para que ilegalizara al Partido Comunista y para que firmara la “Ley de Poderes Especiales” que
le transfería al canciller todas las atribuciones del Reichstag. Esta ley, como vimos en el trabajo de la clase pasada, le daba todo
el poder político a Hitler. Por eso, esta ley marcó el final de la “República de Weimar” y el comienzo de la dictadura nazi.
Un año más tarde se produjo otro episodio central en el proceso de acumulación de poder de Hitler y de los nazis: la
muerte del presidente Von Hindenburg el 2 de agosto de 1934. Hitler, que en ese momento era canciller y ya tenía mucho poder
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sobre la sociedad alemana, estaba obligado a convocar a elecciones para nombrar a un nuevo presidente. Sin embargo, en lugar
de convocar a elecciones, decidió autonombrarse como presidente alemán en sustitución de von Hindeburg. De esta manera,
Hitler unió en su persona las funciones de canciller y de presidente, dos funciones que según la Constitución de la “República de
Weimar” deberían estar separadas. Este episodio fue el que marcó definitivamente la disolución de la “República de Weimar” y
el fortalecimiento de la dictadura de los nazis.
Un vez que los nazis llegaron al poder aparece la pregunta sobre cómo hicieron para sostenerse a partir de 1933. Aquí
tenemos un problema. Si pensamos que todos los alemanes, o al menos la gran mayoría de ellos, estaban de acuerdo con el
nazismo, lo que significaba estar de acuerdo con las persecuciones a los judíos, a los comunistas, a los opositores políticos, a los
homosexuales, a los gitanos, a los enfermos mentales, etc., tendríamos que decir inmediatamente que Alemania era y es el peor
país del mundo. Sin embargo, lo cierto es que no es verdad que la mayoría de los alemanes estaban de acuerdo con el nazismo.
Muchos de ellos, aún cuando Hitler y los nazis tenían todo el poder en sus manos, pensaban que lo que hacía el gobierno tanto
en la política interna como en la política internacional era una locura. Entonces, la clave para comprender por qué los nazis se
mantuvieron en el poder es pensar en una categoría que se utiliza mucho para explicar situaciones terribles como el nazismo
que es la idea de “terror”.
¿Qué es el terror en la política? Es una categoría inventada por un filósofo de la política llamado Thomas Hobbes que
plantea que, cuando en un país determinado, el rey, emperador o, en el caso de la Alemania nazi, canciller y dictador, ejercer el
poder con mucha fuerza, ese poder hace que la gente tenga miedo y no ejerza su derecho a opinar o a defenderse. En su libro El
Leviatán, publicado en 1651, Hobbes planteaba que el rey tiene que ser, precisamente, como un Leviatán, un monstruo
terrorífico que genera terror en la población. La idea de Hobbes era que la gente por naturaleza era malvada y, por ese motivo,
solo cumple las leyes cuando el Estado le genera temor. Un ciudadano solo cumple las reglas cuando tiene miedo de ir preso o
de que lo maten. Esta actitud se llama generalmente “antropología negativa”, es una mirada negativa de la naturaleza humana:
todos somos malos, por eso necesitamos alguien o algo que nos imponga la ley por miedo. ¿Algún recuerdo de la escuela
primaria? ¿Alguna seño que gritaba mucho? Hay a veces en la escuela algo de eso.. Pero hasta acá nada que ver con los nazis.
Ahora si, volviendo nuevamente al nazismo, cuando un gobierno accede al poder tiene dos opciones para sostenerse.
Una de ellas es el convencimiento. El ciudadano de a pie está de acuerdo con lo que plantea el gobierno y obedece porque cree
que lo que el gobierno propone es lo correcto. En otras ocasiones el ciudadano no está de acuerdo, por lo que, entonces, para
que cumpla la ley hay que obligarlo. Este último es el caso de las dictaduras. Los ciudadanos, en su mayoría no están de acuerdo
con lo que plantea una dictadura, básicamente por que esa dictadura no deja espacio para la discusión de las ideas. Pero en la
historia hubo dictaduras terribles y otras más terribles aún. El caso del nazismo es una de los casos más terribles. En el caso de
los nazis, como la mayoría de la población no estaba de acuerdo con las medidas de persecución a judíos, eslavos, comunistas,
opositores, homosexuales, gitanos, enfermos mentales y todas aquellas personas que se corrían de lo que los propios nazis
llamaban normalidad, necesitaban generar miedo para que esa gente que estaba en desacuerdo con sus ideas y sus prácticas
políticas no proteste, no se queje, no se oponga.
Un detalle más sobre el miedo o, mejor dicho, el terror, que es la palabra que tenemos que utilizar en la clase. El terror
genera una serie de sensaciones en las personas. Pero cuando hablamos de terror, hablamos del miedo a la muerte. Este miedo,
particularmente, genera parálisis. Una persona, cuando está aterrorizada, no actúa, no se mueve, no discute, no habla. El terror
es bien diferente a la bronca o el enojo. Una persona enojada contesta mal, grita, se enfrenta con otro. Una persona con terror
no hace todo eso. El terror es, en definitiva, parálisis. Eso buscaban los nazis: terror y parálisis en los opositores. Si alguien no
estaba de acuerdo con el nazismo, estos buscaban que se mantenga en silencio sin hablar con nadie y, si era posible, sin pensar.
Los nazis construyeron el terror en Alemania a partir de dos instituciones o elementos centrales: los campos de
concentración y unas especies de policías que se llamaban SS y SA. Los campos de concentración eran espacios creados por el
nazismo que estaban ubicados en las afueras de las grandes ciudades alemanas y que funcionaban como una especie de cárcel
pero que en realidad no eran cárceles legales. En los campos no había ley sino que dependían directamente del Partido Nazi.
Hitler decidía que sucedía en el interior de los campos de concentración con los detenidos. En Alemania la gente común sabía de
la existencia de los campos, pero no sabía qué sucedía en su interior. Por eso, la existencia de los campos generaba miedo entre
los ciudadanos. Nadie sabía bien que pasaba en esos campos, pero si era evidente que lo que pasaba allí adentro no era nada
bueno.
La otra de las instituciones que generaban terror eran las SS y las SA. Estas organizaciones eran una especie de policía
que funciona bajo las órdenes directas del Partido Nazi. Las SS y las SA tenían total libertad para actuar y, generalmente,
circulaban por las calles con armas y atacando a la población sin ningún motivo aparente. Cuando surgieron las primeras leyes
raciales que obligaron a los judíos a identificarse con un brazalete o alguna insignia en la ropa en 1935, las SS y las SA atacaban a
los judíos que se cruzaban en la calle. Para los ciudadanos alemanes, la existencia de esta especie de policía era un problema
grande y generaba mucho miedo porque las SS y las SA no dependían del gobierno alemán. Por eso no cumplían reglas claras.
No era posible saber qué podía suceder si un ciudadano se cruzaba con oficiales de las SS o de las SA. Podían atacarte, podían
dejarte pasar de largo, podían amenazarte. La mejor opción era no salir de casa para no cruzarte con estos oficiales que
actuaban de manera totalmente arbitraria.

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Los campos de concentración por un lado y las SS y las SA por el otro tenían algo en común. Eran dos instituciones que
funcionaban por afuera de la ley alemana y solo respondían a las decisiones de Partido Nazi y, en última instancia, del propio
Hitler. Por eso, los campos de concentración, las SS y las SA funcionaban de forma absolutamente arbitraria. Esa arbitrariedad
era la que generaba terror en la población. Los ciudadanos no sabían cómo hacer para no terminar en un campo de
concentración y tampoco sabían qué hacer para no ser atacados por las SS y las SA. La mejor opción era no salir de casa, no
habar en contra del gobierno, no mostrar una opinión crítica y, en definitiva, aceptar las decisiones de Hitler y del Partido Nazi.
Esta aceptación no tenía que ver con el hecho de estar de acuerdo sino con el terror que generaba la posibilidad de terminar en
un campo de concentración o de ser atacado por las SS y las SA.
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945
Los nazis iniciaron un proceso de confrontación con Francia y Gran Bretaña que comenzó con el desprecio de las
cláusulas del Tratado de Versalles. El primer eje de ese desprecio fue desconocer las obligaciones económicas impuestas por el
tratado o, lo que es lo mismo, no pagar la deuda impuesta por Francia y Gran Bretaña en 1919. La idea del gobierno nazi era
utilizar esos recursos para recuperar la economía alemana a partir del desarrollo de la industria militar. Esto implicaba, al mismo
tiempo, recuperar al ejército alemán que, por obligación del tratado de Versalles, no podía superar los 100.000 soldados.
Como resultado de este desprecio a las cláusulas de Versalles, en 1934 el gobierno nazi presentó la Luftwaffe, la Fuerza
Aérea alemana, prohibida por el acuerdo. Sumado a esto, los 100.000 soldados que tenían las Fuerzas Armadas alemanas en la
República de Weimar que eran soldados de elite, fueron utilizados para formar rápidamente a cientos de miles de nuevos
soldados que hicieron que la Wehrmacht, las Fuerzas Armadas alemanas que reemplazaron a la Reichwehr, la fuerza militar de
la República de Weimar, tuvieran cerca de 3,2 millones de soldados cuando comenzó la guerra en septiembre de 1939. El
desprecio a las cláusulas del tratado de Versalles fue uno de los elementos que generaron el clima para el comienzo de la
Segunda Guerra Mundial. La decisión de Hitler y de su gobierno no fue bien recibida por franceses y británicos que, sin embargo,
querían evitar a toda costa la posibilidad de una nueva guerra como la que había terminado en 1918.
Sumado a esto, entre 1938 y 1939 los nazis impulsaron una política internacional sumamente agresiva que apuntó, por
un lado, a generar acuerdos con grandes países de Europa y de Asia, y, por otro a recuperar el territorio que los propios nazis
definían como el “espacio vital” alemán. Sobre los acuerdos, es importante señalar que antes del comienzo de la guerra
Alemania firmó una alianza con Italia. Esta alianza, sellada el 22 de mayo de 1939, fue conocida como “Pacto de Hierro” o “Pacto
de Acero” y reafirmó el vínculo entre los nazis y los fascistas italianos. Ya con la guerra comenzada, en septiembre de 1940, los
nazis firmaron otro acuerdo, el “Pacto Tripartito”, con el Imperio del Japón. Este acuerdo le dio forma a uno de los dos grandes
bandos que participaron de la Segunda Guerra Mundial: el Eje, constituido por Alemania, Italia y Japón. Por último, poco ante
del comienzo de la guerra, en el mes de agosto de 1939, los nazis firmaron un acuerdo de “no agresión” con la Unión Soviética
(URSS), es decir con la Rusia que surgió luego de la revolución comunista de 1917. Este acuerdo resultaba inentendible no solo
para los seguidores del nazismo y para los comunistas, sino también para los analistas que en todo el mundo opinaban que un
acuerdo entre nazis y comunistas era de imposible cumplimiento. Como vamos a ver en el trabajo, el acuerdo fue, precisamente,
de imposible cumplimiento, porque fue roto por el nazismo a mediados de 1941.
Sumado a estos acuerdos, como comentamos antes, los nazis impulsaron una política de recuperación del “espacio vital
alemán” que, en la mirada de los propios nazis y de los nacionalistas alemanes, les había sido quitado con el tratado de Versalles
luego de la Primera Guerra Mundial. El “espacio vital alemán” era para los nazis todo aquel territorio en el que había
mayormente ciudadanos de habla alemana y que tenían puntos de contacto con la cultura y el pasado alemán. La recuperación
del “espacio vital” significaba, entonces, la invasión de los países y las regiones en las que había ciudadanos que hablaran
alemán o que tuvieran un pasado o una cultura alemanes.
El primer paso de esta estrategia fue la invasión de Austria en marzo de 1938. Este episodio, conocido como Anchluss,
comenzó el 12 de marzo luego de que el Canciller austríaco Kurt Schuschnigg convocara a un referéndum para comprobar si la
población austríaca quería seguir siendo Austria o quería formar parte del nuevo Imperio Alemán, definido por los nazis como
Tercer Reich. El referéndum tenía que hacerse el día 13, pero antes de que se pudiera votar Hitler invadió el territorio y forzó la
renuncia del Canciller austríaco. Desde ese momento, 12 de marzo de 1938, Austria fue colocada bajo el control de la Alemania
nazi.
El segundo episodio de este camino a la Segunda Guerra Mundial fue la invasión de los Sudetes, una región de
Checoslovaquia en la que la mayoría de la población era de habla alemana y de pasado alemán porque el territorio había sido
parte del Imperio alemán hasta el final de la Primera Guerra Mundial. La invasión a Checoslovaquia, que se produjo en octubre
de 1938, provocó la reacción de británicos y franceses que obligaron a Hitler a firmar un documento, el acuerdo de Munich, por
el que se comprometía a no invadir más territorios en Europa. A pesar de este compromiso, Hitler invadió la región Este de
Checoslovaquia en marzo de 1939. Como consecuencia de esta decisión, Francia le envió a Alemania un ultimátum: si avanzaba
sobre un nuevo territorio en Europa le declararía la guerra sin mediar negociación previa.
Finalmente, a pesar del ultimátum francés y británico, en el mes de agosto de 1939 Hitler decidió invadir la última parte
de lo que consideraba como el “espacio vital alemán”: Polonia. Para poder hacerlo, y sabiendo que este movimiento iba a
generar el comienzo de una nueva guerra, firmó el acuerdo de “no agresión” con la URSS que comentamos antes. Para Hilter el
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más grave error de Alemania en la Primera Guerra Mundial era haber luchado en dos frentes al mismo tiempo: Francia y Gran
Bretaña en el frente occidental; Rusia en el frente oriental. Por eso, a pesar de que los nazis eran anticomunistas, firmaron un
acuerdo con la URSS para que no se abra un frente de guerra en Europa Oriental luego de invadir Polonia y de que Francia les
declare la guerra, hecho que resultaba inevitable. Por otra parte, el acuerdo con la URSS incluía una cláusula secreta que
determinaba que la invasión a Polonia sería una acción militar conjunta entre Alemania y la URSS.
Finalmente, el 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia. Frente a esta decisión alemana, Francia y Gran
Bretaña cumplieron con su palabra y el 2 de septiembre le declararon la guerra a los nazis. Si bien las batallas en territorio
polaco terminaron el 13 de octubre, momento en el que las Fuerzas Armadas polacas se rindieron ante el poderío de Alemania y
de la URSS, la invasión a Polonia fue el primer episodio de la Segunda Guerra Mundial, guerra que, como mencionamos al
principio de la clase, fue quizás la tragedia más terrible de la historia de la humanidad.
La Segunda Guerra Mundial, 1939-1945
La contienda se puede dividir en dos fases: a) desde septiembre de 1939 a 1941 en donde se desarrolla
fundamentalmente en Europa y con dominio de las potencias del eje y b) desde 1942 hasta 1945 cuando la guerra adquiere
dimensiones mundiales con el ingreso de EE.UU. al conflicto. Hitler ya preparado bélicamente comenzó su plan de acción con la
anexión de Austria a su imperio. Luego ocupó la región de los montes sudetes en Checoslovaquia con el objetivo de lograr la
unificación alemana y la unidad aria, aunque en realidad estos territorios nunca habían pertenecido a Alemania.
Francia e Inglaterra veían como Hitler iba ganando terreno y rompía el Tratado de Versalles. Los primeros avances
alemanes fueron aceptados porque entendían que el Tratado de Versalles había sido muy duro con Alemania y era justo que
este país recuperara algo de los territorios perdidos. Por otro lado Hitler luchaba contra el comunismo por lo que les servía
como una barrera contra el expansionismo soviético. En pocas semanas (con el blitzkrieg ó la Guerra Relámpago) tomó Polonia
y los países aliados le declararon la guerra. Hitler tenía dos flancos que defender (oriental y occidental) y por lo tanto firmó un
pacto de no agresión con la Unión Soviética comunista de Stalin, y se repartió con los rusos algunos territorios de Polonia.
En mayo de 1939, Hitler llegó a un acuerdo con Mussolini. El Pacto de Acero, tal el nombre del acuerdo, le daba a los
italianos el control del Mediterráneo a cambio de que Italia renuncie a sus intereses en Austria. Junto a Japón, los alemanes y los
italianos formaron el Pacto Tripartito o "el eje". Italia entró en guerra y atacó Grecia, y luego Egipto, sin consultar a Hitler, quien
se vio obligado crear el África Korps, una división especial de su ejército preparada para luchar en el desierto, para ayudarlo. El
plan de los fascistas italianos en Egipto era tomar el Canal de Suez que estaba custodiado por fuerzas inglesas, y controlar la ruta
hacia oriente. Cuando casi eran vencidos, los italianos recibieron el apoyo de las fuerzas alemanas dirigidas por Rommel (el
Zorro del Desierto) e hicieron retroceder a los ingleses. En 1941, los ejércitos italogermanos se dirigieron a Yugoslavia y Grecia,
logrando que estos países se rindieron en pocos días, lo cual les permitió a italianos y alemanes apoderarse de la zona de los
Balcanes por un par de años.
Antes de abrir el frente de África, los nazis atacaron y vencieron rápidamente a Francia, ocupando París y algunas
ciudades del norte del país en septiembre de 1939. Luego de derrotar a los franceses los alemanes trataron de invadir
Inglaterra, pero se encontraron con una feroz resistencia aérea. De todas maneras destruyeron aeródromos, fábricas bélicas,
instalaciones de radar, poblaciones con miles de civiles. Hitler acostumbrado a ganar, dejó este avance para más tarde y dedicó
sus fuerzas a atacar a Rusia, ignorando el pacto de no agresión firmado con Stalin. El plan para atacar Rusia, se llamó Operación
BarbaRoja y consistía en atacar por el norte a Leningrado, por el centro a Moscú y por el sur a Stalingrado. Ocupando esta
última ciudad, los nazis podrían controlar el abastecimiento de petróleo del Cáucaso que iba hacia Moscú. También dominando
Rusia, Japón podría controlar el Pacifico y amenazar a EE.UU. para que no entre en el conflicto. En Junio de 1941, Hitler organizó
dicha operación, atacó a la URSS, luchando contra el comunismo, pero evaluó mal el poderío de los rusos, quienes defendieron
con gran valor a Stalingrado y el ejército alemán debió replegarse, totalmente desabastecido y desarmado. Hitler los obligó a
resistir pero el crudo invierno los terminó de vencer definitivamente. 140.000 alemanes fueron muertos en la peor derrota
sufrida por Alemania desde la primera guerra mundial.
El tercer miembro del Eje, Japón, quería terminar con la influencia de Estados Unidos en Asia, para lo cual el 7 de
diciembre de 1941 bombardeó por sorpresa la escuadra de aviones de Pearl Harbor en Hawai, destruyendo casi la totalidad de
la base. Luego de esto EE.UU. le declaró la guerra a Japón, pero se mantuvo neutral en Europa. Hitler convencido de que con una
derrota estadounidense era imposible perder su guerra en Europa, le declaró la guerra a EE.UU e Italia siguió su ejemplo,
provocando el ingreso de los norteamericanos a la guerra europea que para este momento ya era una guerra mundial. Con el
ingreso de Estados Unidos se formó la Alianza de las Naciones Unidas, que se conoció como aliados, integrada por Francia,
Inglaterra, EE.UU., China y la URSS. Se establecen entonces tres frentes de guerra: uno al norte de África dirigido por
Montgomery y Eisenhower, contra las fuerza alemanas dirigidas por Rommel, otro en Rusia o frente oriental, contra las tropas
soviéticas, y el tercero en el Pacifico contra Japón, que no pudo mantener una guerra prolongada, y perdió pronto su hegemonía
militar frente a las tropas dirigidas por el general MacArthur.
Los italianos, cuyo conductor era Mussolini, perdieron varias batallas importantes y se debilitaron notablemente. El Eje
comenzó a perder fuerzas. Por otro lado Alemania tenía una guerra dirigida por Rommel, en el norte de África, cuya actuación
contra los británicos había sido excelente, pero luego fueron totalmente desabastecidos, pues Alemania no alcanzó a apoyar con
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suministro a sus tropas, y el ejército alemán fue derrotado. También, en el frente del Pacifico, Japón perdió superioridad militar,
al ser derrotada en las batalla del Mar de Coral y Midway, frente a los estadounidenses. Estos importantes avances propiciaron
que los dirigentes de las grandes potencias se reúnan en Teherán (Irán) en diciembre de 1943, donde tomaron una serie de
decisiones para el reparto de los territorios conseguidos y tomaron los lineamientos a seguir en la contienda.
Alemania estaba agotada y por el oriente se le avecinaba el ejército ruso, mientras que EE.UU. e Inglaterra, atacaban
por el occidente. En ese contexto, EE.UU. e Inglaterra montaron un plan de ataque, y desembarcaron en las costas de
Normandía el 6 de junio de 1944, en un episodio conocido como el día D. Los aliados lograron romper el cerco alemán y
avanzaron hacia Berlín, lo mismo que el ejército ruso. Hitler, atrapado decidió suicidarse junto con su amante Eva Braun el 30 de
abril de 1945. Dos días más tarde, el 2 de mayo de 1945, los rusos destruyeron la cancillería alemana en Berlín, la sede del
gobierno alemán, e izaron la bandera roja en el Parlamento. Pocos días mas tarde, el 7 de mayo de 1945, los representantes del
Estado alemán firmaron la capitulación sin condiciones, el Tercer Reich había sido derrotado definitivamente.
En Julio de 1945 Churchill, Stalin y Truman se reunieron en Potsdam, cerca de Berlín para consignar un documento final
con los siguientes acuerdos: desarme y desmilitarización completa de Alemania, división de Alemania en cuatro zonas, disponer
un tribunal para juzgar a los crímenes de guerra. Sin embargo, la guerra no había terminado por completo puesto que en Japón
los norteamericanos seguían batallando. El 6 de agosto de 1945 EE.UU., por decisión del presidente Harry Truman, arrojó la
bomba atómica sobre Hiroshima, 3 días después sobre Nagasaki, en donde murieron más de 100.000 japoneses en segundos.
Japón firmó la rendición el 2 de septiembre de 1945. De esta forma, luego de casi seis años y con más de 60 millones de muertos
terminó la Segunda Guerra Mundial.
Actividad F
1- ¿Cuáles fueron los problemas que enfrentó la democracia alemana entre 1918 y 1919?
2- ¿Por qué pensás que los nazis ganaron las elecciones de 1932?
3- ¿Cómo hicieron los nazis para mantenerse en el poder? ¿Cómo se generó el terror en Alemania?
4- ¿Qué hechos marcaron el comienzo de la Segunda Guerra Mundial?
5- ¿Cuáles fueron las dos etapas de la guerra?
6- ¿Por qué pensás que para los franceses y para los ingleses no reaccionaron frente al no cumplimiento
del tratado de Versalles y frente a las primeras acciones militares de Hitler en Austria y Checoslovaquia?
7- ¿Qué objetivos tenían Japón e Italia, los aliados de Alemania en la guerra?
8- ¿Cuáles fueron los frentes de batalla de la Segunda Guerra Mundial?
9- ¿Por qué ingresó Estados Unidos al conflicto?
10- ¿Cómo terminó el conflicto en Europa y en Asia?
Lo que dejó la guerra

La Segunda Guerra Mundial llegó a su fin entre mayo y septiembre de 1945. El 30 de abril Adolf Hitler se suicidó y el 2 de mayo
los soldados de la Unión Soviética (URSS) ingresaron en la ciudad de Berlín para derrotar a los soldados alemanes. A pesar de
eso, la guerra continuó en Asia porque Japón no se rindió luego de la derrota alemana. En el mes de agosto el gobierno de
Estados Unidos (EEUU) decidió atacar las ciudades de Nagasaki e Hiroshima en Japón con dos bombas atómicas. Luego es esta
decisión, el gobierno japonés decidió rendirse el día 2 de septiembre de 1945. La guerra dejó más de 60 millones de muertos,
países y ciudades destruidas, millones de personas dispersadas por toda Europa y un desastre humanitario como nunca se había
vivido en el continente.
Sumado a esto, en el momento en el que los soldados soviéticos del frente oriental y los soldados norteamericanos,
ingleses y franceses del frente occidental comenzaron a avanzar sobre el territorio dominado por los nazis, encontraron en esos
territorios las pruebas de las masacres perpetradas por el gobierno alemán. El genocidio, tal el nombre usado para definir una
situación en la que el Estado elimina a un grupo de población por motivos raciales, étnicos, religiosos, sexuales o políticos, fue
impulsado por Hitler a partir de la sanción de un decreto administrativo que se conoce como “solución final”. Este decreto
marcó la decisión del gobierno alemán de eliminar a judíos, eslavos y comunistas en los campos de concentración que, durante
la Segunda Guerra Mundial, se convirtieron en campos de exterminio. El gran ejemplo de esta masacre fue el campo de
Auschwitz, en donde perdieron la vida más de 1 millón de personas.
Frente al desastre que significó la guerra y el genocidio nazi, luego de terminado el conflicto las potencias vencedoras,
es decir EEUU, URSS, Inglaterra y Francia, continuaron cooperando en función de una gran pregunta que surgió en todo el
mundo: ¿Cómo hacer para que el desastre de la guerra no vuelva a repetirse? ¿Qué reglas mundiales podían imponerse para a
nadie se le ocurra en el futuro volver a llevar a todos o gran parte de los países del mundo a una guerra de semejante
consecuencias y cómo hacer para que esas reglas se cumplan? Las respuestas a estas preguntas fueron varias, pero en esta clase
nos interesan dos de esas posibles soluciones que pusieron en marcha las potencias vencedoras.
En primer lugar, las potencias pusieron en funcionamiento un sistema de relaciones internacionales que intentó con
relativo éxito someter a todos los países del mundo a ciertas reglas. Ese sistema se centró en la creación de un organismo
internacional: la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La ONU intentó reemplazar a la Sociedad de las Naciones, una
organización fundada en 1919, luego de la Primera Guerra Mundial con un objetivo similar. Como muchos podrán sospechar, la
Sociedad de las Naciones no tuvo ningún éxito en su tarea de evitar una nueva guerra mundial. La reunión fundacional de la
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ONU se llevó a cabo en San Francisco, EEUU en abril de 1945, es decir antes de que la guerra termine. La carta de las Naciones
Unidas, un documento en el que los distintos países del mundo (no todos, porque el país que no quería no participaba), fue
firmada en junio de 1945, luego de la rendición de Alemania, pero mientras la guerra continuaba en Japón. Finalmente, la ONU
comenzó a funcionar legalmente con su sede central en la ciudad de Nueva York, en octubre de 1945, cuando la guerra había
terminado en todo el mundo.
Como dijimos antes, el objetivo central de la ONU era evitar una nueva guerra como las dos guerras mundiales que se
vivieron entre 1914 y 1918, y entre 1939 y 1945. Sin embargo, el problema que tiene la organización es que, desde el principio,
el peso de los países miembros está desbalanceado. Esto se nota particularmente en el Consejo de Seguridad, la rama de la ONU
que se encarga de los temas militares. En el Consejo de Seguridad hay cinco países permanentes (EEUU, Inglaterra, Francia,
China y Rusia, que está en lugar de la URSS desde que este país dejó de existir en 1991) que tienen derecho a tomar sus propias
decisiones y a no aceptar las decisiones del resto de los países. Por Ej.: si todos los países votan que EEUU debe retirar a sus
tropas de Ucrania, pero EEUU se niega a hacerlo, no hay nada que los demás países puedan hacer porque EEUU tiene derecho a
vetar las decisiones de la Asamblea de la ONU. Más allá de esto, lo cierto es que, si bien hubo muchas guerras y algunas muy
terribles, después de 1945 no se produjo otra guerra de la magnitud de la Segunda Guerra Mundial.
En segundo lugar, junto con la creación de la ONU, la otra estrategia que siguieron las potencias vencedoras en la
Segunda Guerra Mundial para evitar que vuelva a suceder un desastre como el que generaron los nazis en Alemania y luego en
toda Europa, fue juzgar y castigar a los jefes nazis por lo que hicieron. Un juicio a los jefes nazis era una forma de mostrarle a
todo el mundo que esas masacres no se podían volver a repetir y que, si alguien tenía pensado hacer algo similar, sería juzgado y
castigado por ello. Esta estrategia se puso en marcha inmediatamente luego de terminada la guerra y se tradujo en una serie de
juicios que pasaron a la historia como los “Juicios de Nüremberg”. Estos juicios, en los que fueron acusados y condenados los
principales funcionarios y colaboradores del gobierno nazi, se llevaron a cabo entre noviembre de 1945 y octubre de 1946.
Uno de los principales problemas que enfrentaron los países vencedores para condenar a los nazis en Nuremberg fue la
magnitud de la masacre. Era muy difícil llevar adelante un juicio en el que se acusaba a los jefes nazis por asesinar a millones de
personas. Juzgar a los nazis por cada uno de los asesinatos en forma particular hubiera llevado muchos años. Por otra parte,
muchas de las víctimas, en noviembre de 1945, no podían ser identificadas y muchas familias habían muerto en los campos de
concentración. Como consecuencia de esto, los países que estaban en la ONU decidieron crear una nueva figura legal para
condenar a los nazis por las masacres cometidas: el delito de lesa humanidad, es decir el delito contra la humanidad. Estos
delitos no eran una ofensa personal, no eran delitos que afectaban solo a las personas involucradas (la víctima, sus familias, sus
amigos, etc.), sino que por su magnitud, por su violencia, por su desprecio por la vida humana, los delitos contra la humanidad
eran delitos que afectaban a toda la humanidad. Cualquier persona que conozca lo que pasó en los campos de nazis, ya sea por
testimonios, fotos o videos, se siente ofendida, siente tristeza, bronca, indignación, etc.
Los delitos de lesa humanidad, como son diferentes a los delitos comunes, tienen características propias. En primer
lugar, son delitos cometidos en forma generalizada o sistemática. Un asesinato es un delito terrible, pero para que sea un delito
contra la humanidad el asesinato tiene que ser generalizado, sostenido en el tiempo. En segundo lugar, están dirigidos contra la
población civil. En una guerra, los soldados matan. Pero esos asesinatos, obviamente terribles, son parte de una guerra. Se
entiende que en una guerra los soldados van a matar. Pero, si las víctimas de los soldados no son otros soldados sino población
civil, es decir gente que no está involucrada en la guerra, esos asesinatos contra la población civil son delitos de lesa humanidad.
Por último, en tercer lugar, estos delitos parten de una decisión del Estado, es decir de un gobierno. Si una persona decide
asesinar a un grupo de personas por su condición (ser católico, judío o ateo, heterosexual u homosexual, argentino o extranjero,
de izquierda o de derecha, etc.), ese crimen no sería delito de lesa humanidad porque la decisión fue personal. En cambio, si esa
persona gobierna un país y decide asesinar a un grupo de gente por lo que esa gente es, la decisión del crimen es una decisión
del Estado. En ese caso si se puede hablar de un delito de lesa humanidad.
El nazismo es, como muchos podrán imaginar, un ejemplo clarísimo de delito de lesa humanidad. En primer lugar,
durante la guerra los nazis atacaron a la población alemana en forma generalizada, puesto que hubo cerca de 10 millones de
víctimas en los campos de concentración. En segundo lugar, las víctimas eran parte de la población civil. Los muertos de los
campos de concentración no eran soldados enemigos únicamente, sino que la mayoría de las víctimas eran parte de la sociedad.
Por último, la decisión de perseguir a judíos, opositores políticos, en su mayoría comunistas, y a toda aquella persona que no
entrara en la idea de “normalidad” impuesta por los nazis, fue una decisión del gobierno alemán.
Por otra parte, como son diferentes, los delitos de lesa humanidad tienen un tratamiento distinto al de los delitos
comunes. En primer lugar, los delitos de lesa humanidad no prescriben nunca mientras que el acusado se mantenga con vida.
Los delitos comunes en general tienen un límite de tiempo, un límite de prescripción. Esto es así para proteger al acusado de
denuncias falsas y en general tiene un tiempo que no supera los diez años de duración. Si alguien presenta una denuncia en
contra de alguien por el robo de un auto, pero en diez años no presenta ninguna prueba en mi contra, la denuncia prescribe y al
acusado no le queda ningún antecedente. Se presume que si no hay pruebas, la denuncia podría ser falsa. Por otra parte, nadie
puede denunciar a otra persona por el robo de un auto que se produjo hace 25 años. En cambio, los delitos de lesa humanidad
se pueden denunciar e investigar siempre, sin límite de tiempo, mientras el acusado esté vivo para defenderse.
En segundo lugar, los delitos de lesa humanidad no tienen jurisdicción nacional. Los delitos comunes solo se pueden
juzgar en el país en el cual se cometieron. Esto es así porque las leyes cambian en cada país y, quizás, un acto que es
considerado delito en Chile no lo es en Argentina (recuerdo en este momento películas o series norteamericanas en las que la
policía persigue a alguien, mientras el perseguido intenta escapar a otro Estado, no otro país sino otro Estado, porque la ley

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cambia). A pesar de esto es verdad que, si hay un delito grave, un país puede pedir que el acusado sea trasladado al país en el
que está acusado para juzgarlo. Los delitos de lesa humanidad, como ofenden a toda la humanidad, por su gravedad, no tienen
jurisdicción nacional. Esto quiere decir que pueden ser juzgados en cualquier lugar del mundo en el que haya una corte de
Derechos Humanos. Así, un criminal nazi puede ser juzgado en Alemania, pero también en Argentina, España, Israel o en
cualquier otro país.
En definitiva, los delitos de lesa humanidad no tienen límite ni de tiempo ni de países. Pueden ser juzgados en cualquier
momento y en cualquier lugar. Ejemplos del tratamiento de los delitos de lesa humanidad hubo varios. Muchos jefes nazis se
escaparon de Alemania cuando la guerra estaba por terminar. Uno de ellos, Adolf Eichmann, jefe de las SS y uno de los
responsables de las masacres de Auschwitz, el campo de exterminio más grande de Europa, se escapó a la Argentina y vivió
durante 16 años en el país con el nombre de Ricardo Klement. Desde 1959 trabajó como gerente de la empresa Mercedes Benz
y, mientras vivía en Bancalari, cerca de Don Torcuato, fue descubierto por el servicio secreto israelí en 1962. Finalmente, casi
veinte años después de haber cometido los crímenes en Auschwitz, Eichmann fue juzgado en Israel. Hay una película que
muestra la historia del secuestro de Eichman en Netflix: “Operación Final”. Gran parte de la película fue grabada cerca de la
estación Rubén Darío, en Hurlingham. Otros casos conocidos fueron el de Erich Priebke, otro alto jefe nazi que vivió en la
Argentina, en la ciudad de Bariloche, con una identidad falsa durante mucho tiempo. Priebke se radicó en Bariloche, fue
descubierto en 1996 y juzgado en Roma, donde recibió cadena perpetua. También hubo ejemplos de cómo se trataron los
delitos de lesa humanidad de los militares en la última dictadura en la Argentina. Muchos militares fueron y están siendo
juzgados por crímenes cometidos hace más de cuarenta años y, entre 1995 y 2003, muchos de esos juicios empezaron en
España porque en Argentina estaba prohibido juzgar los crímenes de los militares.
Para terminar, hay que contar dos cosas que resultan interesantes sobre este tema. En primer lugar, la utilización de la
figura de los delitos de lesa humanidad para juzgar a los jefes nazis en los juicios de Nüeremberg y en los juicios que llegaron
después generó muchas discusiones. Los abogados defensores de los jefes nazis plantearon algo que, legalmente, no era
incorrecto. Estos abogados dijeron que las leyes nuevas solo valen hacia adelante en el tiempo, es decir que si sale una ley nueva
no se puede usar para juzgar el pasado. Esto es verdad: si mañana sale una ley que prohíbe enviar clases de historia por internet,
claramente los profesores de historia van a dejar de hacerlo desde mañana. Pero no se los podría castigar por haberlo hecho
antes. Los profesores no sabían que hacer clases por internet era algo que estaba mal y menos que estaba prohibido hasta que
salió la ley. Los abogados de los jefes nazis decían que no existía el delito de lesa humanidad durante la guerra, por eso habían
masacrado gente sin saber que esos actos eran un delito. Si bien el planteo era un delirio, porque era y es obvio que matar es un
delito, la lógica del planteo era entendible. Frente a esto, se hizo una excepción: todas las leyes valen desde el momento en el
que se sancionan hacia el futuro; los delitos de lesa humanidad, por su gravedad y porque no son delitos comunes, valen hacia
adelante y también hacia atrás. Por eso, si los españoles que asesinaron americanos durante la conquista estuvieran vivos se los
podría juzgar por sus crímenes.
En segunda lugar, los juicios por delitos de lesa humanidad y los testimonios de los sobrevivientes abrieron muchas
discusiones filosóficas sobre la locura que significó el nazismo. Una filósofa, Hannah Arendt, analizó el testimonio de Adolf
Eichmann, el jefe nazi que vivió en Argentina, en el juicio que se le llevó a cabo en 1962. A la filósofa le llamó la atención la
personalidad de Eichmann y la relacionó con los testimonios de los alemanes que, en los juicios de Nüremberg de 1945 y 1946,
no entendían por qué estaban siendo juzgados, dónde estaba el problema. Ellos sabían lo que había pasado, pero no entendían
por qué eso que se había hecho podía ser un delito. Con estos testimonios, Arendt escribió en 1962 un libro llamado Eichmann
en Jerusalem. Sobre la banalidad del mal, y desarrolló allí el concepto de “banalidad del mal”. Sobre este concepto es la
actividad de la clase.

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CONTRATO DIDACTICO
Profesora: Cintia Mannocchi

El contrato didáctico es un acuerdo entre el profesor o profesora, los alumnos y su familia, las tres partes involucradas en el
proceso de enseñanza y aprendizaje. Como tal, el presente texto tiene como objetivo establecer una serie de compromisos
mutuos entre dichas partes para alcanzar los mejores resultados posibles a lo largo del ciclo lectivo. Entre esos compromisos, se
enumeran a continuación los que corresponden tanto a los alumnos, como al profesor y a los padres.
Cabe aclarar que este contrato, como los de todas las materias, es el resultado de la evaluación de la docente del
contexto atravesado por todos, teniendo en cuenta las dificultades que desde el año pasado transitamos como comunidad.
Pero, como no deja de partir de una evaluación personal, el contrato presenta dos graves problemas: adolece en primer lugar de
un bajo grado de discusión con las familias y en segundo lugar de un alto grado de imposición por parte del docente hacia los
alumnos. Por tales motivos, el presente compromiso es necesariamente flexible en cuanto a sus disposiciones y criterios y deja
abierta la posibilidad de un debate constante en torno al proceso de enseñanza y aprendizaje. En tal sentido, este contrato de
ninguna manera debe ser pensado como un documento prescriptivo o una imposición, sino como una serie de elementos que
contribuyen al mutuo entendimiento entre las partes.

1) COMPROMISO DE LXS ALUMNXS:

Para aprobar la materia los alumnos se comprometen a:


• Respetar el dictado de las clases, al personal de la escuela y los compañeros.
• Cumplir con los tiempos establecidos por el profesor para la entrega de los trabajos prácticos
• Recuperar los temas trabajados en las clases en las que el alumno se ausente
• Tener una carpeta de la materia en la que se reflejen los temas y las actividades trabajadas en cada clase
• Tener el material indispensable para desarrollar las actividades de la clase. Entre ellos los útiles escolares y los
materiales de lectura propuestos para cada clase
• Hacer firmar las notificaciones
• Tener al menos un 80% de asistencia a la materia y el 80 % de las actividades solicitadas realizadas.
• En presencialidad, cuidar el mobiliario del colegio que, por ser estatal, público y gratuito, pertenece a toda la
comunidad y debe ser preservado para futuros estudiantes

2) COMPROMISO DE LA DOCENTE:

La docente, por su parte, se compromete a:


• Demostrar idoneidad y destreza en el tratamiento de los temas de la materia
• Delimitar claramente las temáticas de cada clase para que el alumno logre discriminar los aspectos centrales de los
contenidos secundarios de cada tema
• Respetar por igual a todos los alumnos
• Escuchar y recuperar las inquietudes temáticas y las propuestas metodológicas que los alumnos pudieran plantear en
las clases
• Explicar todas las veces que sea necesario los temas propuestos para cada clase
• Avisar con al menos una semana de anticipación la fecha y los temas de las evaluaciones
• Atender a los procesos individuales de cada alumno para determinar la nota definitiva de cada trimestre
• Mantener un relativo nivel de orden y disciplina necesarios para el correcto desarrollo de cada clase
• Recibir a los padres en el horario de la clase para resolver cualquier inquietud relacionada con las clases
• Modificar las pautas establecidas por este texto en cualquier momento del año si así fuera necesario y comunicarlo a
los padres

3) COMPROMISO DE LAS FAMILIAS


Las familias de los alumnos se comprometen a:

• Seguir, en la medida de lo posible, el trabajo de sus hijos en cada clase. Charlar sobre los temas e incentivar a continuar
con el estudio ayuda a un mayor compromiso del alumno con los temas trabajados en clase y a la relación de las temáticas
propuestas por el profesor
• Concurrir al colegio en caso de ser requerido.
• Firmar y estar al tanto de los comunicados que se envían.
• En caso de inquietud por el desarrollo del trabajo en las clases o virtual, charlar con el profesor sin intermediarios

4) CRITERIOS DE EVALUACIÓN

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Por último, el presente contrato incluye una serie de elementos que marcan los criterios de evaluación propuestos por
el profesor para que los alumnos promocionen la materia en cada uno de los trimestres del año. Como es sabido, a diferencia de
lo que ocurría en los años sesenta y setenta del siglo XX la evaluación ya no es pensada como una instancia de corroboración de
los conocimientos adquiridos en la que la que el alumno aprueba o desaprueba sin más. En la actualidad, al menos en el caso de
esta materia, la evaluación de los alumnos es concebida como un proceso que involucra distintas instancias profundamente
relacionadas.
Partiendo de esa premisa, la evaluación de los alumnos involucra tres elementos: 1) la calificación obtenida en las
pruebas escritas; 2) la calificación obtenida en los trabajos prácticos propuestos por el profesor; y 3) una nota global conceptual
que depende de la participación en clase (la pertinencia de los comentarios, consultas y respuestas) y el grado de cumplimiento
de los compromisos adquiridos en el punto 1) del presente contrato.

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