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El estrés.

¿Qué es el estrés?

Comencemos por sus orígenes, esto nos lleva al campo de la física:


se refiere a la modificación que experimenta un cuerpo sometido a
presión externa.
Si el objeto es más flexible, menor será la modificación que el
“estrés” provocará en este una vez que la presión cese.

Con los humanos es algo similar.

Al desarrollar diferentes competencias o aptitudes cómo la capacidad de adaptación,


la autosuperación, la resiliencia, la confianza en uno mismo, la gestión emocional consciente
menor será el daño o impacto negativo que tendrá sobre su salud una vez que termine la
presión ejercida por la dificultad o la demanda externa.

Hay dos tipos de estrés:


La diferencia entre que el estrés sea positivo o negativo depende en gran medida de:
Percepción de sí mismo: Opinión personal e inconsciente sobre si me siento o no capaz de
resolver esta situación.
Capacidad de adaptación: desarrollo de resiliencia, mentalidad paradójica, autodominio
mental, gestión emocional.
(desarrollaremos todas en esta lectura).
Y externamente:
Percepción del entorno: Interpretación automática del entorno (personas, situaciones) que
me rodea: es amigo o enemigo, si me apoya o me ataca.

La percepción.
Definición automática, a través de los estímulos sensoriales enviados al cerebro,
sobre lo que está sucediendo a mi alrededor.
Cómo siento lo que estoy viviendo.

¿Por qué y cómo percibimos, a nivel neurológico?


Sufrimos un accidente de tráfico, chocando contra nuestro
vehículo un coche de color rojo. Este accidente nos genera
una serie de lesiones de las que nos terminamos recuperando,
pero a costa de gran sufrimiento y ansiedad. Llega el día en
que volvemos a coger el coche, y notamos que, ante cualquier
coche rojo, nos estremecemos y nos ponemos muy nerviosos.
El porqué de este hecho, al a mayoría nos resulta lógico. Sin
embargo, lo que no resulta tan conocido es qué lo genera a nivel cerebral.

Existen circuitos neuronales que se van formando a lo largo del desarrollo y de la vida, y que
tras formarse permanecen más o menos estables: estamos hablando de los engramas.

Entendemos por engrama a aquella estructura neuronal estable generada por la


estimulación, sea esta externa o interna, y que se encuentra vinculada a la activación de
respuestas concretas sean inconscientes o conscientes. El engrama es el grupo de
neuronas, o circuito neuronal, que se activa ante la percepción de determinada
información y que suele tener una utilidad preventiva frente al devenir siguiente, que
puede ser placentera o estresante.

Toda actividad que deja una marca emocional, positiva o negativa, es creadora de un
engrama, una red neuronal y una forma de percibir.

Se considera que el cerebro tiene aproximadamente 100 mil millones de neuronas

Heredamos redes neuronales.


«Puesto que el niño llega al mundo con un cerebro predeterminado por la herencia y
diferenciado, y por lo tanto también individualizado, no se enfrenta a los estímulos
de los sentidos con cualquier disposición sino con una disposición específica, que
ya condiciona una selección y configuración peculiar (individual) de la apercepción.
Se puede comprobar que estas disposiciones son instintos y preformaciones
heredadas. Estas preformaciones son las condiciones a priori y formales, basadas
en los instintos, de la apercepción.
(Jung, 1977, 62-63).

Debemos de comprender que nosotros reaccionamos a los hechos del presente, con
una percepción predeterminada, pre-establecida por los distintos sucesos que hayamos
experimentado nosotros o nuestros padres.
Cuando luchamos contra una gripe, el cuerpo conoce los mecanismos que debe de activar o
desactivar, no es algo que debemos de aprender, es un mecanismo automático e
inconsciente que el individúo posee por heredar un cerebro “humano”, la red neuronal, los
circuitos ya están fijados por la misma historia humana.
Que somos diferentes físicamente por fuera está mucho más que claro, pero esto
pasa también en una forma interna: los órganos tienen diferentes medidas, es obvio, por
ende, la cantidad de células que posee cada humano son diferentes, las neuronas y las
redes, las formas de percibir son diferentes. Obvio que existe una tendencia y un panorama
general, pero la diferencia entre cada ser humano se hace a partir de las pequeñas y sutiles
diferencias. Usted le agrega 50g de azúcar mascabo a una receta amarga, y el sabor es
diferente, usted le agrega un hecho doloroso a uno de dos gemelos y sus vidas serán
completamente diferentes.
Nunca sabremos qué hechos han marcado a una persona para que se comporte de
determinada manera.

El tronco encefálico posee 500 millones de años de formación, ya nos enfrentamos


a enfermedades con actitudes, actividades fisiológicas predeterminadas1.

El Dr.Ryke Geerd Hammer, Médico, oncólogo hace el puente entre la Psique –


Cerebro – Cuerpo (órgano), descubridor de las 5 leyes biológicas.

En la biodescodificación, estudiamos como nuestra gestación y primeros años


nos condicionan durante el resto de nuestra vida, a esto lo llamamos Proyecto
Sentido.

El Proyecto Sentido2 es un concepto desarrollado por el psicólogo francés Marc


Fréchet y hace referencia a lo que ocurre en torno a la concepción de un hijo, las
circunstancias de la vida de los padres del paciente –principalmente de la madre-
desde nueve meses antes de la concepción hasta 3 años después del nacimiento.

El Inconsciente de la madre y el niño están fusionados desde la concepción hasta


que el segundo cumple tres años. El bebé, por tanto, se construye en el sistema de
representación del espíritu materno. Las vivencias de la madre se programan
epigenéticamente en el embrión y son vividas como propias por el futuro hijo.

En la gestación y los primeros años de vida se enraízan las conexiones neuronales, las
percepciones, y actos conductuales más inconscientes de nosotros mismos.

1
https://culturacientifica.com/2017/07/25/evolucion-los-sistemas-nerviosos-tronco-encefalico-cerebelo/
2
https://dbr-casla.com/proyecto-sentido/
Metilación del ADN – Hambruna holandesa 1944

Los investigadores estudiaron la metilación del ADN en sangre de 422 individuos que
habían estado expuestos a hambrunas en el útero en aquel invierno3, y de otros 463
hermanos de los anteriores, que no habían sufrido durante el embarazo los efectos del
hambre de la madre, y que sirvieron de grupo de control.

Los investigadores descubrieron que la metilación del ADN de un gen que regula el
crecimiento y la producción de energía en las células estaba relacionada, tanto con el
hambre prenatal como con el índice de masa corporal. Explica además el 13 por ciento
de la asociación entre el hambre prenatal y el índice de masa corporal (IMC).

Asimismo, el estudio identificó cambios en la metilación del ADN en seis genes


adicionales que controlan el metabolismo y la diferenciación celular durante el
desarrollo. Estos cambios explicaron hasta el 80 por ciento de la asociación entre el
hambre y los triglicéridos, que sirven al organismo para almacenar energía. Asimismo,
descubrió la exposición a la hambruna durante la gestación se asocia con un mayor
riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, y por separado, con cambios en la metilación del
ADN.

Nos enfrentamos a problemáticas del presente en base a lo que hemos aprendido


durante nuestra estancia en el útero y nuestros primeros años de vida, en una primera
instancia a la que podríamos llamar ‘modo automático’. Este modo tiene una funcionalidad
muy indispensable, ya que lo que busca en gran medida es garantizar la supervivencia
(alimentación, respiración, reproducción) y evitar conflictos. Si bien puede ser muy útil en
una instancia que uno necesita responder frente a un conflicto, puede ser muy limitante a la
hora de enfrentarnos a problemáticas actuales.
Esto puede observarse en cualquier hecho simple de nuestra vida: quizás nuestra
forma de conseguir dinero es tal como nos enseñaron nuestros padres, que puede ser
únicamente trabajando más, o las maneras en las que debemos de mostrarnos frente al
mundo y sus dificultades, como relacionarnos con las emociones, como relacionarnos con
nosotros mismos. Todo cambia, y nuestra capacidad de adaptarnos hace la diferencia entre
el estrés y la paz. Podemos luchar contra la tecnología y quejarnos (como le sucedió a un
grupo grande de maestros durante la pandemia de 2020), o elegir adaptarnos con una
mirada de aprendizaje.

“Si no te gusta el mundo que ves, quiero que sepas que no lo puedes cambiar, pero si
cambias uno solo de tus pensamientos sobre él, tu universo cambiará” A. Einstein

Mediante la experimentación científica, se ha analizado cómo responde el cerebro ante


ciertos estímulos y se ha podido apreciar que el inconsciente reacciona a los doscientos
milisegundos, mientras que el consciente lo hace a los cuatrocientos. John-Dylan Haynes,
investigador de la Universidad de Leipzig (Alemania), afirma que nuestras decisiones son

3
https://tendencias21.levante-emv.com/el-hambre-de-la-madre-durante-el-embarazo-deja-una-huella-genetica-en-el-
feto_a44384.html
codificadas por el inconsciente mucho antes de que nos demos cuenta de nuestra
intención.4

Tu percepción es el reflejo de tu historia.

Nuestra interpretación sobre el ambiente es, en un primer momento de manera


inconsciente, al ser automáticas nuestras percepciones la respuesta tiende a ser de manera
similar. Respondemos a nuestro presente con la información del pasado, hasta hacerlo
consciente.
Esto tiene una intención biológica, recordemos, el cerebro capta todo lo que hemos
experimentado de manera traumática para evitar revivir un dolor: si la información se
perdiera sería similar a instalar un Sistema Operativo (windows) en la computadora todos
los días, sería similar a volver a escribir un apunte todos los días, escribir nuestra mente
todos los días. La información se guarda para garantizar la supervivencia humana.
Aquí estamos dando el salto, estamos reescribiendo nuestra percepción
inconsciente.

“Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, el sub-consciente gobernará tu vida, y tú le


llamarás destino” Carl Gustav Jung

Como dije antes, es necesario percibir en ciertas ocasiones con los ojos del pasado
para responder ante un determinado conflicto, pero utilizarlo de manera involuntaria ante
la mayoría de los conflictos nos priva de avanzar personalmente; observamos el mundo con
los ojos del pasado y creemos que es verdad lo que observamos.

“Entre la percepción y la respuesta automática, hay un espacio, en ese espacio está el


cambio de quien deseas ser.” No recuerdo el autor

¿Años atrás, tenías los mismos valores y opiniones que tienes ahora? Por supuesto
que no, todos cambiamos, los engramas se producen constantemente en nuestra vida.
Vivimos sucesos, que cambian y modifican nuestra opinión, y que a su vez producen
cambios a niveles cuerpo/neurológicos. Todos tenemos diferentes historias, hemos
experimentado situaciones muy diferentes y siempre nos estamos reescribiendo.

4
Corbera, E. (2017). Bioneuroemoción
Ejemplo:
Frente a un suceso de violencia callejera, un policía
puede reaccionar tanto entrometiéndose, como
llamando refuerzos, manteniendo una posición de
calma.
Y frente a este mismo conflicto puede que haya
personas que respondan paralizadas, otras gritando, y
otras con violencia.

La respuesta frente al suceso, no habla del hecho en sí,


sino de nuestros engramas más profundos.
Habla de nosotros.

La neurogénesis, transformación mental de la


percepción sobre lo que sucede comienza (en una de tantas maneras) cuando la persona
toma consciencia sobre lo que está sucediendo habla de ella y no del hecho en sí. Al
momento de observar una situación de una manera diferente, con una intencionalidad
diferente, desde una perspectiva distinta se producen los cambios no solo a nivel intelectual
y emocional de la persona, sino también a nivel físico.
En ese momento se comienza a desarrollar: la adaptación al cambio, el individuo
comienza a modificar su manera de percibir la realidad, se produce cierto distanciamiento
entre lo que
está sucediendo y como lo vive el individuo, dando la posibilidad de comenzar a reescribir,
así, su propia mente física y psíquicamente.

Si no te gusta el universo que ves, que sepas que no lo puedes cambiar, pero si cambias uno
solo de tus pensamientos sobre él, tu universo cambiará” A.Einstein

“Si el conflicto que ves, no te gusta, que sepas que no lo puedes cambiar, pero si cambias tu
percepción sobre él, tu conflicto te transformará”

Sustentos de la percepción: las creencias.


La percepción es siempre sustentada, como dijimos antes, por los engramas
cerebrales, pero a nivel psíquico y de manera inconsciente la percepción construye su
telaraña en las distintas creencias que hemos elegido, de manera inconsciente, durante
nuestra vida. Todos hemos sido educados por algo o por alguien, y esas personas o
entidades, como puede ser el estado a través de las escuelas, espacios deportivos, religiosos
y grupos sociales han inculcado en nosotros, porque se lo hemos permitido, distintos
valores, filosofías y maneras de comprender y observar el mundo.
Aquí estamos estancados como sociedad: “Pero es que yo también viví esta situación
y no soy así”, creemos de manera oscuramente consciente (por elegimos no verlo) que las
personas viven experiencias similares, y la historia es imposible que se repita en dos seres
humanos. “Viste como es Juanita”, “viste como es Pepito”, “lo que hizo Pedrito”… No estoy
diciendo, estimado lector, que la otra persona no se haya equivocado, o que no esté mal lo
que haya realizado (el sentido común es necesario) pero que usted crea que sabe que es lo
mejor, lo que está bien, la cura, lo que está mal, o la estructura de determinado grupo social
(“viste como son los adolescentes/padres/jefes/gente con plata/personas grandes/niños”)
lo único que le aseguro que le privará es de poder observar en si misma cual es la
problemática del suceso en relación a usted.

“Vemos la paja en el ojo ajeno para no ver la viga en el nuestro”


Se sabe hace 2000 años.
Es imposible saber que es lo mejor o más adecuado para una persona.

Pero es posible observarlo al filtro, no pasa tan desapercibido como nosotros


creemos que pasa, sino más bien es sutilmente visible, y es tan peligroso en un primer
momento observarlo que nos privaremos de hacerlo, porque al hacerlo me tengo que
observar a mí, a mi juicio, y si me tengo que observar a mi tengo que aprender, si tengo que
aprender que me equivoqué tengo que cambiar, y nadie quiere cambiar (es una manera de
decirlo): “Que cambie el otro”, “Que cambie el estado”, “La escuela está mal”, “mi pareja
está mal”, “Mi hijo está mal” siempre el otro está mal, nunca nosotros podemos estar
equivocados. Y nuestro error personal más lejano (y más cercano se encuentra allí), en no
observar para qué digo lo que digo, con que intención.
Rara vez somos conscientes de que enjuiciamos los sucesos, a las personas a través
de nuestro sistema personal de valores o filosófico, sistema que es diferente y único en cada
sujeto, por eso nuestra percepción habla de nosotros y no de lo que realmente sucede.
Vivimos con frases en nuestra mente, frases que permitimos que allí estén: “mejor
malo por conocido que bueno por conocer”, “a mal tiempo buena cara”, “ser egoísta es
malo”, “para amar hay que sacrificarse”, “no grites”, “se así”, “se asá”, y su amplia variación
dependiendo del lugar y el contexto donde nacimos.
Mientras que para algún estadounidense
la mujer con el velo, de la región islámica
puede ser objeto de crítica y peligro, para
una mujer de Brasil la misma señora
podría parecerle loca, y para la mujer que
práctica el islam una brasilera con poca
ropa una irrespetuosa (y esta no podría
andar por las calles de Burka con poca
ropa).

¿Alguna tiene la verdad absoluta?


Vivimos en un sueño, donde creemos que nuestra manera de percibir el mundo es
verdad. “Verdad” sustentada por creencias, religiones, filosofías y que depende, como
dijimos antes, del o los contextos sociopolíticos donde hayamos crecido.
Pero las creencias no son un problema, si reconocemos que la manera de percibir el
mundo es electa por nosotros a cada momento, y lo que nos molesta o no depende de cuan
arraigadas estén esas creencias, somos capaces de quitarlas, así como un niño juega con
unos ladrillos de juguete.
Las creencias son el filtro de la percepción.
Mientras más conscientes seamos, mientras sepamos que están allí, más fácil será
modificarlas

Creo que estamos de acuerdo en que la mayoría de las personas (por no decir todas)
hemos presenciado algún hecho dramático tanto desde el vientre materno (anteriormente
hemos mencionado el Proyecto Sentido), como en nuestra primer infancia, esos sucesos
dramáticos repetidos en pequeña escala y sostenidos por años, o un problema momentáneo
pero de gran impacto durante nuestra infancia es el que más marca nuestra psique, nuestra
manera de percibir y nuestra manera de comportarnos.
(Si bien antes hemos mencionado los engramas cerebrales, a partir de ahora me referiré
más el aspecto psíquico y emocional).

Uno no tiene que hacer grandes esfuerzos para reconocer sus patrones de
comportamientos conductuales, son los hábitos comunes que tenemos de ver y comprender
el mundo. Como dije antes, el problema suele ser que creemos que la respuesta a nuestro
problema está en el otro, y no en nosotros.

Ejemplo:
Mujer de 35 años asiste a consulta por un dolor en su trapecio derecho, notamos en
la consulta que los momentos de mayor dolor tienen por similitud cuando un familiar muy
cercano se encuentra en un momento de dependencia de fármacos o sustancias externas.
Indagando hacia la raíz notamos que su estrés se da debido a que el padre ha sido una
figura ausente, emocionalmente hablando, y ella es prácticamente la madre de su hermano
y de su madre, intentando de manera constante resolverle los problemas de salud a las otras
personas (además de ser madre de su pareja). Ella experimentó abandono por parte de su
padre, para ella el abandono emocional es algo que “está mal”. Ella negaba a tal punto
abandonar emocionalmente a una persona, que incluso trabajaba por su pareja y era capaz
de meterle los dedos en la boca (como si de un niño se tratase) a su hermano de más de 30
años para evitar una posible sobredosis.

Su estrés no es para con la dependencia de los fármacos, su estrés es con la


necesidad de que sus familiares o relaciones cercanas no experimenten el dolor (aunque sea
en una escala pequeña) del abandono emocional, deseaba de manera inconsciente que se
sientan protegidos, y ser ella la protectora.
Pero esto depende obviamente de la vivencia de cada persona, y del juicio subjetivo
de cada quien. Experimentamos dolores, problemas, heridas, no las hemos superado y no
queremos que las otras personas pasen por el dolor que yo creo que pasarían si se tuvieran
que enfrentar a “x” situación.

En resumen: Yo tengo una creencia de que algo es doloroso, y actúo de manera


automática para que las demás personas no experimenten este problema. Yo tengo una
creencia (que algo duele, está mal, etc) y veré en los demás que esta situación “x” les
causaría daño o un problema mayor.
Todos podemos utilizar nuestras creencias, opiniones, para observarlas y así
conocernos de mejor manera (en una forma muy sana) o querer cambiar al otro según mi
propio sistema de valores, creencias o filosofías.
Lamentablemente el 90% de la sociedad vive en la segunda opción.

“No vemos las cosas como son, sino como somos”.


Jiddu Krishnamurti

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