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FILOSOFIA UNA INTRODUCCION PARA JURISTAS Edicién de Guillermo Lariguet y Daniel Gonzdlez Lagier EDITORIAL TROTTA | | { Esta obra est compuesta por once trabajos escritos por filésofos y jurstas-fl6sofos de diversas universidades y paises, cada uno de ellos dedicado a una rama de la filosofia o a un aspecto de la relacién entre la filosofia y el Derecho. Se sittia, por tanto, en un terreno inter- disciplinar, con el objetivo de set stil para los juristas| estudiantes o profesionales— interesados en una for- taciGn més integral, pero también pata los fldsofos puros que busquen respuestas a algunos fenémenos que no pueden explicarse bien sin tener en cuenta al Dere- cho, Aunque Ia segunda parte del titulo del presente li- bro antepone la palabra sintroducci6m, los textos aqui reunidos van (por la hondura de su tratamiento, por cl ahinco argumentativo, por la puesta al dia de tesis fi- loséficas, por el ajuste de cuentas con el pasado de cada disciplina) més alld de cualquier texto introduetorio habitual. Filosofia. Una introduccién para juristas Filosofia. ‘Una introduccién para juristas, Edicién de Guillermo Lariguet y Daniel Gonzélez Lagier EDITORIAL TROTTA GOLECCION ESTRUCTURAS Y PROCESOS © Edtrol Tota SA, 2022 Feroz, 55. 26008 Madd “aléiono: 9" 543 03 61 E-mail ediorai@reota, ite ete. 05 {© Guilarmo lrigety Daniel Gonadlex Lagi, ect, 2022 © Los autores, su8 colobocaiones, 2022 Coal forme de prod, diibacin,comuicacn plsks'syorfomactn de efo ob oo usde srl econ ksoforzcin do sz Wl, so wenn trois pola ley cone o Ceo (Cao pot 6 De ‘tho nprogefoe cere nace OCOFOFS (Scarerelgin ogee ISBN: 978-84.1364.054.9 DepSst Legol M-171-2022 lenpresin Grins Colts CONTENIDO Presentacién: Guillermo Lariguet y Daniel Gonzalez Lager E método filos6fico o los métodos filossficos: Andrés Crelier. Filosofia det lenguaje para juristas: J.J. Moreso Metafisca para juristas: Samuele Chilovi Filosofia de la mente y Derecho: Daniel Gonzlez Lager. Logica y Derecho: Pablo Navarro, La filosofia de la ciencia y el Derecho: Andrés Pex. Algunos temas clisicos de la epistemologia: Miguel Angel Fernandes Vargas. : ‘Una vision jusfilos6fica del Derecho: Mantel Atienza Filosofia moral: Luciana Samamé y Guillermo Lariguet Introduccion a a filosofia politica: El problema de lajusticia en el bate contemporéneo: Lucas E. Miser. éQué es a filosofia? Varaciones metaforicas sobre un viejo tema: Samual Cabanchik 9 49 79 113 139 171 199 241 263 301 327 PRESENTACION Guillermo Lariguet y Daniel Gonzélez Lagier Fue durante una mafiana soleada —un hecho habitual en Alicante—, en su universidad, cuando se nos ocurrié (en una conversacién que, quizas, no harfa prever ese corolatio) coordinar Filosofia. Una introduccién para juristas. La idea seminal del libro partia de un diagnéstico: fundamentalmen- ‘te, la percepcidn segiin la cual existe una concentracidn de estudios de filosofia del Derecho abocada, predominantemente, a problemas juridi- ‘cos 0, para decirlo de un modo diferente, a problemas «conceptuales» sobre temas juridicos. Completaba este diagndstico la sensacién de que las herramientas filos6ficas o, mis claramente dicho, las disciplinas fi los6ficas que intervienen en Ia diseccién y eventual solucidn (0 disolu- ‘i6n) de un problema filos6fico se encontraban, en la formacién de los juristas —y esto vale inclusive pata algunos fildsofos del Derecho—, Aispersas, fragmentadas, o especificadas ad hoc respecto de cualquier problema que suscitase un particular interés filos6fico sobre el Derecho. A diferencia de los fildsofos «més puros», que se forman y trabajan en. escuelas de filosoffa, el entrenamiento intelectual de muchos juristas en sus correspondientes esculas de Derecho suele ser, podria decirse, mu- cho més pragmitico si se quiere. De lo anterior surge la necesidad de una precisiGn casi inevitable: la formacién filoséfica de muchos juristas (y esto incumbe, por supuesto, de modo caracteristico, a fildsofos del Derecho, pero no solamente) sue- le presuponer una enorme amplitud de perspectivas, intereses y t6picos, amén de una importante relevancia prictica y sofisticacién intelectual También es cierto que no por asistir a escuelas de filosofia se logra ser gran flésofo y que, ademas, muchas escuclas de filosofia suelen mante- ner actitudes ingenuas, en el peor de los casos indiferentes, a temas atra- vesados por lo juridico. Sostener ahora que las referidas actitudes son cuestionables no constituye, como pudiese pensarse, una afirmacién ba- 9 sada en consideraciones de tipo gremtial, sino que es una asercién corro- pporada por hechos culturales —espectficamente, académicos— bastante conocides, aunque algunos no lo vean asf, quizés debido a complejas do- sis de autoengafio. Si vigsemos que escribirlo con trazo grueso, dirfamos que a porcio- nes significatvas de juristas esta obra les viene de perlas para aspirar a una formacién mas integral, mientras que @ los fl6sofos puros no les viene ‘mal prestar més atencién a los fenémenos que sin la intervencién causal ‘conceptual del Derecho no pueden explicarse bien. Y aunque la segun- a parte del titalo del presente libro antepone la palabra «introducciOn, tampoco es, exclusivamente, eso: una mera introducci6n. Los textos aqui Teunidos demuestran, por la bondura de su tratamiento, por el abinco rgumentativo, por la puesta al dia de tesis filoséficas, por el sjuste de guentas con el pasado de cada disciplina, algo que excede cualquier texto introduetorio habitual. ‘Si hablamos de filosoffa parece que pisamos un terreno complicado. Sila filosoffa es algo, qué sea esc algo no es claro, tampoco, para los cul- tores del oficio: los fildsofos. Desde luego, tampoco lo es ese objeto en el {que se empecinan los jurstas: el Derecho. Y suele ser la combinacién de ‘stas dos complicaciones la que da juego al trabajo filos6fico en el dra to de la teoria juridica en sus diversas variantes y grados de abstraccién © concrecién, 1a filosofia, por ejemplo, la occidental, tiene una vida que se retro- trae a la noche de los tiempos. Algunos empiezan por los presocriticos, sicaso por temor a no tener elementos fiables para ir més hacia atrés. Si- gue, como jal6n fundamental, el método de la definicién de Sécrates, el Tefinamiento de la dialéctica por parte de Plat6n y el realismo aristotéli- to. Como parte de la disputa por una herencia, y en el contexto de cam: bios culturales profundos en el mundo antiguo, emergerd con fuerza el eseepticismo o las escuclas helénicas (estoicos, cinicos, epictieas). Cada movimiento marca tensiones con lo que esta atrés y con lo que sigue. La patristica ser4 un paso de baile diferente hacia especulaciones teol6gi- fas que continuarén siendo desarrolladas con refinamiento en la Edad Media, por ejemplo, por los «maestros de artes» de escuelas como la de Paris. La cosmovisiGn medieval ser desafiada por los espectaculares des- cubrimientos cientificos datados durante el Renacimiento. Los filésofos ‘modernos, con més atencién hacia lo empitico (p. ¢ Locke) 9 hacia lo tacional (p. ej, Descartes) produciean «giros» tan importantes —y a ve~ es alvidados_— como los giros de Tos que se hablard en el sigho XX, por caso, el egiro lingiistico». No pretendemos, aqui, efectuar una rigurosa historia, secuenciada hasta el desmayo, de la evolucién de la disciplina. Digamos, mas bien, que la filosofia tiene unos supuestos procedimientos, estilos eseriturales, modos de evaluar argumentos, métodos, sobre los 10 a PRESENTACION {que se busca avanzar la disciplina como un todo. La filosofia vista des- de el vuelo de un Sguila exhibe un nexo inescapable con el ejercicio de la duda, con el trabajo moroso de cierto eavlar sobre ciertos conceptos. Pero hay mas: la filosofia reflexiona sobre si misma. En una especie de autofagia, al decir de Jacques Bouveresse, o de metafilosofia, los filéso~ fos destinan senclos ensayos a preguntarse y responderse qué es la filo- sofia como sustancia y como actividad. Y en complemento, la pregunta acerca de qué implica —a nivel epistémico, cuanto ético— ser filésofo. ‘A diferencia de otras disciplinas, sobre todo del 4mbito cientifico, en 1a filosofia, concebida globalmente, parece ser parte desu juego, o de su mundo de vida interna, el que los procedimientos, estlos, métodos, la excelencia argumental no aglutinen un consenso fuer or aoa idea de que filosofia se divide en waciones no ede tanta ayuda como, a veces, se suele pensar, con algo de negligencia, guia- cién fenomenologica, marxista, tomista, pragmatista, analitica, herme- ‘néutica los lazos entre estas tradiciones suelen ser mas fuertes de lo que es habitual admitiz. Cada una de estas tradiciones, adem, y lo sabemos, tienen un transitar complejo que parece designar familias (arménicas y nominee Setar men Hy fama arméniesy cosas se vuelven mis interesantes cuando se discute sobre modos de proximare alo flosfico, Aqullos ue priiegian I conceptual Io reconstructivo, lo sinerénico, no pueden negar, so pena de tozuder, que la filosofia pucde verse diacrOntcamente, ent movimento, a través de historia. Sin embargo, la historia de la flosofia o el modo de historiarla, s también, parte de un problema filoséfco, pues no son univocas las no- ciones ni de historia, ni las nociones de problema. Para algunos fldsofos, los analiticos hacen ‘historia de modo salvajemente anacrénico, tratando al Gorgias de Plat6n como un articulo recién publicado en Mind, para otros hhacer historia mediante genealogfas, como pedia Nietasche, no esté exen- to del problema de cémo comparar nuestro horizonte de comprensién del pasado con el horizonte en su fuente de origen. As, la hermenéutica dle Gadamer vende a testimoniar la obsesin por el problema de cémo ‘comparar horizontes de comprensién hist6rica diferentes. Veamos ahora otro punto controversial clisico. Ast, respecto de la ‘expresién ‘problemas, algunos fildsofos pueden sentir impacientes si ho furibundos incluso, como recuerda la anécdota sobre el atizador que ‘Wittgenstein esgrimi6 frente a Popper al discutir sobre la existencia —o 0 de geninos problema en foot, Prbablement la anéedoa ne explique no solo por el caricter de los discutidores. Mis bien, parece qui Sera tee eee ee ner un problema genuino de la de estar simplemente frente de un pseu- doproblema, Mis atin, al comienzo hablabamos, quizés con algo de pri- uw sa, de problemas conceptuales. Empero, en 4reas como la epistemologia, In filotofia del lenguaje, la estética, la filosofia de la técnica, sin dejar ide mencionat a la filosoffajuridica, moral 0 politica, 0 de la economia, tos principales problemas son «normativos> 0 «axiol6gicos» yno solo sconceptuales». Por lo recién enunciado, no es claro qué hace que wn problema sea conceptual y si todos los problemas ilosoficos que valen la penason con Ceptuales. Fue Nietesche quien, con astucia, provocaba la paradoja de pensar que los conceptos son imposible, que la definiciGn de téminos es Jina quimera, pues los referentes cambians sin embargo, su tesis misma tiene un componente conceptual. Posiblemente por datos como este, las paradojas Sean parte, también, y de modo perentorio o ineludible; el combustible, necesario, e inevitable, de la filosofia. Cual es la acritud ital, ya no digamos l6gica frente a las mismas, es parte del repertorio de problemas filoséficos. "Hasta aqui, una apretada presentaci6n del espiritu de esta obra filo- s6fica Si tuviésemos que escoger tna palabra para sinttizar lo dicho has- ta ahora, podriamos hacerlo con la palabra «desacuerdo». Los filésofos, parece, revelamos nuestra identidad en el desacuerdo, Empero, ¥ pare- Jo con una disquisicion que hicimos antes sobre la nocién de problema filosdfico, élos desacuerdos filoséficos son genuinos 0 falsos: Las teo- ras que responden a esta pregunta son, nos rememos, también filos6fi- ‘cas. De modo que hay en la filosofia algo asi como una serpiente que se nuerde la cola. Una metéfora que se liga con aquella otra que emplea- mos citando a Bouveresse: la idea de autofagia en la filosofia. ‘De todas maneras, un lector no entrenado en Ia filosofia podria pen- sat que los filésofos somos sujetos veleidosos que nos contentamos solo ‘con desacordar. O, para decirlo de otro modo, con discutir con el afin de estruir toda tesis que se nos presente. A lucirnos, destituyendo al opo- hrente, inluso con armas no solo logicas sino hasta ret6ricas. Aunque es luna parte esencial del quehacerfilos6fico—en tanto que sea entendido Como actividad argumentativa peculiar— articular la pars destruens, es innegable que muchos filésofos también propendemos a la pars cons- truens, Esta expresin indica que nos damos cuenta, ala hora de discuir, gque es mas dificil construir buenos argumentos y presentar 2uenas in- tuiciones que el fugaz especticulo de destruir en un minuto lo que llevé latos edificar. Por eso quiza Peirce componia la imagen de fildsofos que pbuscan cooperar en el marco de tuna comunidad extendida a 1 largo del tiempo. Aprendemos de los fildsofos del pasado, buscando mejorar Ia Ianera en que vefan un problema. E incluso mas: quizés haya un poten- ‘al filoséfico muy fecundo en los «errores filos6ficos». Aunque, emplear [a palabra ‘error’ para hablar de filosoffa no implique tener en claro el es- tatus y tips de errores en juego en la filosofa 2 PRESENTACION [sta obra esté compuesta por once trabajos escritos por fildsofos, ee T—_=“s=sB briny ponderada consideracin del profesor Andrés Crelier, de la Uni- ersidad de Mar del Plata, sobre el método o los métodos filosdfcos. El “Empleo del singular, de un lado, y el plural, del otro, para referirse al mé- todo, enlaza, en parte, con las consideraciones previas que hemos rea- Tiaado. Aunque, por una parte, parece ser altamente descriptvo indicar In existencia de tibusfilosficas, por la otra, no deja de ser un problema ~oeea ver filos6fico— sila mejor comprensin de I filosofa no debe- ia radicarse en la identificacign —también problematica— de un méto- do danico. ‘A continuaciGn, viene el tumo de la filosofla del lengua) rn , lenguaje presentada por el profesor José juan Moreso, de la Universidad Pompet Fabra. Si tin mateador hstrico-conceptual de a discipinaesté dado por el «gio lingtistico», un antes, un después del mismo, las preguntas no cesan de emerger. {Son todos los problemas filoséficos, fialmente, rompe- ‘aberas lingUisticos, en cuyo caso bastaria la lingistica, junto a sus ra- mas diciplinares, y no la filosofia, para poder nombrar correctamente el mundo? éSon fos problemas lingifsticos entidades idénticas a lo que de modo intercambiable, En el ambito an- alosajén, en cambio, aunque converjan en ocasiones, los temas de una ¥ otra disciplina estén bien distinguidos. éQué significa saber que un su- jeto S sabe que p? En parte, podriamos retrotraernos a la filosofia de la mente: «saber ue p» es parte de un estado mental. Sin embargo, el in- vvestigador del Instituto de Investigaciones Filoséficas de la Universidad ‘Nacional Aurénoma de México, Miguel Angel Fetnéndez Vargas, abor- da el t6pico como debe ser, recorriendo los temas centrale, sin por eso volverse obvio. La gran pregunta de la epistemologia es determinar qué acto cuenta como conocmiento— general odiario—genuino Miguel ingel Fernandez Vargas, por supuesto, nos muestra cémo esta deter- rminacién eseé asaltada por un problema simulténeo que recorre buena parte de la filosofia, Y es el problema del escepticismo: éexiste un mun- do extemo? éExisten otras mentes? Cun fiables son nuestras autoads- 4s cripciones mentales? Por supuesto, al intentar derrotar o, al menos, do- Sneaticar el escepticismo emergen temas sobre la fundamentacién del Comocimiento, 2Es posible todavia seguir siendo fundamentista 0 el co- ferentismo es una mejor version? Temas, como se aprecia, que hunden sus rafces en vecindades como las estatuidas por la pregunta de como entender la naturaleza de la verdad como concepto filosofico. Un con- cepto que, en aras de poder elucidar, demanda, para empezar, distin. guir entre conocimiento empirico y conocimiento a priori. Una verdad Empirica no tiene el estatus [dgico de una verdad a prior. Pero, en ambos Supuestos, y comoguiera que sea, parece claro que el conocimiento no es un mero producto. El proceso de conocer surge como un tema cen- tral, pero ébasta con una concepcién deontologista de satisfaccién de In responsabilidad epistémica por conocer? 2O ser menester volver a “Aristoteles para hablar, como mantienen hoy varios epistemélogos, de virtudes epistémicas? Signe al capitulo recién descrito una de las frutas del poste. Pues si, alfin y al cabo, pensamos en formar integralmente juristas, la filosoffa del Derecho es la invitada especial. Por eso, convocamos a Manuel Atienza, filésofo del Derecho de habla hispana, profesor de la Universidad de Ali- cante, para que proponga su visién dela disciplina. Una visi6n, que, para Ser clara, ala vez que esclatecedora, que no es exactamente lo mismo, requiere de la larga experiencia de un fildsofo y jurista como él, que ha combinado el estudio y ensefianza de la historia de la disciplina, con el andlisisriguroso de sus conceptos fundamentales. A esto se afiade que ‘Atienza es el principal aportador a una nocién argumentativa de la filo- sofia juridica, de lo juridico y del modo mismo de entender el trabajo del filésofo. Sus criticas al positivismo jurfdico no lo levan al facil y enloda- do fenémeno del neoconstitucionalismo, Su defensa de un postpositivis- ‘mo puede verse como el esfuerzo de capturar los elementos morales del Derecho sin, por ello, renegar de la dimensi6n institucional y aurorita- tiva del mismo. Con independencia conceptual, pero también con proximidad a los temas y conceptos de la filosofia del Derecho, la filosofia moral es pre- sentada por la profesora argentina Luciana Samamé, de la Universidad ecuatoriana Yachay Tech, y por el profesor argentino de la Universi- dad del Litoral,e investigador del Conicet, Guillermo Lariguet. Solo por mostrar cémo las hebras de cada una de las disciplinas que estructuran, esta obra se entrecruzan, los autores, al hablar de filosoffa moral, abordan ‘cuestiones que enrafzan en disciplinas como la filosofia del lenguaje (dis- tinguiendo tipos de enunciados morales), en la filosofia de la mente y la metafisica, mencionando el tema del libre albedrfo y proponiendo tuna distinci6n, canénica, se podria decir, entre tres ramas de la filosofia ‘moral: la metaética, la ética normativa y la ética aplicada. La metaética es 16 PResenTacions tun érea de mucho vigor en estos dias, después del vendaval, luego apaci- ado, del postvismo logico. Sin embargo, es una controversia cuinto de «metar hay en ese prefijo meta- que acompafia al vocablo ética, Para ciertas perspectivas, la metaética no carece de implicaciones sustantivas. Pero esto puede tener dos consecuencias bien diferentes: o bien no hay, propiamente hablando, metaética, como propugna, por ejemplo, Ro- nald Dworkin, o bien la metaética existe, pero de un modo alternativo a ‘como el positivismo ldgico la entendia, La ética normativa, por su par- te, e8 un drea pujante porque, a través de la misma, se abordan los ansia- dos temas sustantivos de la moral. Sin embargo, el hecho de sila empre- suru del tic normativa pasa ono por fndamentar I discpina normativamente es una cuestién que se vuelve filos6fica por pleno de- tech. Famenty la ana desde bacecmpo mds dani, inchs en medios no académicos, es la de la llamada ética «aplicada». Expre- siones como ética médica, ética juridica, ética empresarial, bioética son formas alusivas dela ética aplicada. Con todo, es un problema filos6fico sila idea de una ética aplicada es inteligible. Autores como Maclatyze piensan que la nociGn saplicada» descansa en un error porque solo esta- ‘mos aplicando principios generales a temas coneretos, Los autores no se arredran frente a este ingenioso argumento, sino que intentan dale la ‘yuelta al asunto indicando que, sila nocién ha de ser inteligible, y por tanto ha de recogerse el guante de Macintyre, hay que ponerse a pensar seriamente en si hay, y en qué consistirian, modelos de aplicaci6n ética. ‘También, con su autonomia conceptual robusta, pero indudablemen- te vecina alo juridico, se halla a filosofa politica. Si los juzistas persiguen de algtin modo lo justo, la disciplina en cuestién no puede preterirse en ninguna introducci6n global a la filosofia, El profesor argentino, ahora visitante en la Universidad de Alicante, Lucas Misseri aborda la discipli- nna con una mirada meticulosa. Arranca por situar, histéricamente, pero también conceptualmente, la clase de debate que est interesado en pre- sentar. ¥ para ello, y por razones que podrian denominarse «canénicas>, inicia con la reconstruccién del pensamiento de John Rawls. Deci filoso- fa politica y decir teorias de la justicia es hablar de modo, quizas no to- talmente intercambiabl. Pero si que la teorias de e6mo distribuir cargas y derechos en las sociedades, y de cOmo fundamentar 0 no el castigo y la compensacién por el dao, son parte nuclear de la disciplina. Y Rawls, ya lo hemos dicho, para un canon muy extendido, es el autor del que hay ue partir, para seguirlo, para enmendarlo, para completarlo, para dis- tl El profesor Miser, por ello presenta ln doting rawlsiana en spectos esenciales. Por supuesto, esto es el arranque, pues Iuego, Lucas Miser, paca revista a concepciones dela diseibuciOn per ser palabras clave como ‘prioritarismo’, ‘suficientarismo’, teoria de las ‘capacida- des’ surgen naturalmente de su reconstruccién, Finalmente, un contraste 7 con teorfas ivales como el republicanism, el feminismo o el marxismo analtico tienen lugar en su capitulo, volviéndolo, en un sentdo muy ico, un trabajo completo. ; ss hemos dejado para el final un plato fuerte, Quizés por algo de ‘mania analitica, nos ha parecido que el capitulo «Qué es la filosofia? ‘Variaciones metafGricas sobre un viejo tema», escrito por el profesor de la Universidad Nacional del Litoral y de la Universidad de Buenos Aires Samuel Cabanchik debia dar un colof6n a esta obra. Alguien podria pre- jguncarse por qué la pregunta sobre qué es Ia filosofia, dados sus rasgos bisicos, aparece al final, y no al comienzo, Sin odiosas discusiones de :étodo, hemos quero, primero, que el lector se introduzca alas prin- {Gipales disciplinas y t6picos filos6ficos. Al hacerlo ast, el lector, que va de Comienzo a fin, en el estilo tradicional de lectura, lega mejor equipado para apreciar la perspectiva de Cabanchik. Por supuesto, al deci eto, no Somos dogmaticos ni imponemos al lector un orden de lectura. El lector puede leer esta obra como desee, como neceste.Y, si esas, el orden no Tmporta demasiado, Pero, asi como Herbert Hart no da una respuesta te- legrafica sobre qué es el Derecho al comienzo de su The Concept of Law, Ia respuesta de Cabanchik al principio, hubiera sido, quizés, !o que en jerga popular de cine lamamos un spoiler. Dejamos al lector que disfrute, ‘entonces, la ectura desafiante que nos propone este capftulo referido al tran ema: qué es a filosofia, qué es ser tn fildsofo. Tema grande por su aleance general y por su larga prosapia. 18 i i i EL METODO FILOSOFICO O LOS METODOS FILOSOFICOS Andrés Crelier® éHacia donde mira el bibo de Minerva de la filosofia? En Fundamentos de la filosofia del derecho, Hegel comparé de manera célebre a la filosoffa con un biiho que levanta vuelo al anochecer (He- gel 2012, Prefacio). Sin discutir las interpretaciones de esta imagen, la ‘mirada hacia el pasado sugiere que la filosofia no requiere un método de trabajo, pues se halla mas cerca de una descripcién de lo que ha suce- dido, aunque esta descripcidn sea mas abstracta que en otras disciplinas. Mis atin, la mirada del fil6sofo estaria alejada de toda discusién norma- tiva sobre lo que resulta moral o legalmente correcto, o de los princi- Pios o reglas que lo determinan. Esta interpretacién de la tarea filos6fica tiene al menos dos inconve- ‘nientes. Primero, no toma en cuenta que la filosofia se ocupa de proble- ‘mas vigentes, o en vias configuraci6n, y peor atin, de temas de los que te- ‘nemos tin conocimiento incompleto y pocas certezas. Segundo, no tiene en cuenta que incluso la reflexiGn sobre lo que ya no puede cambiarse requiere un método de reflexién adecuado. Respecto del primer punto, mas que un bitho noctémbulo, la filoso- ffa contempordnea parece un ave cutiosa que, desde temprano, se acerca terrenos que no son los propios, donde no tiene en principio derecho a dlscutie conceptos o ideas, pues no tiene ni la formaci6n ni las eredencia- les para ello, Respecto del segundo, la adopcién de un método de trabajo no parece facilmente evitable, Como sefiala Ricardo Maliandi: ‘Cada vez que tematizamos algo (es decir, cada vez que problematizamos, 0 ‘eorizamos, 0 investigamos, et.) lo hacemos —si no nos dispersamos desor- “ogee Nn Mar de Masons Ages Adcao a letra tema de Danie alps, quien mea ayuda fia a er ‘sion final de este teabajo. aa ae 19 Anonts CRELIER denadamente-—con alggn método, seamos o no conscientes de ello, ELméto- Gores ta actitud formal adoptada en la tematizacin [.] solo el saber ordena~ Boo sistemitico puede pretender para sf la condicién de saber «sientificor {6 silosGfico»), yun saber semejante es el que se alcanza mediante [a wi zacién de un método (Maliandi 2004: 79 ss.) En este mismo sentido, podemas constatar que para los propios ile- sofos, a reflexiOn sobre el método es parte de su tarea, que consiste en parte en explicar los pasos que debemos seguir cuando encaramos una investigacién. Mi propuesta en este capitulo es acercarme de manera instoducto- ria reflexiva al tema del método —o los métodos— de la filosoffa. En primer lngar, trataré cuestiones metametodolégicas relacionadas com la nalidad ce [a investigacin, el tema por tratary las posiciones antimeto~ doldgicas. En segundo lugar, reseflaré el modo en que algunas tradicio- thes eandnicas han entendido su método de trabajo. Finalmente, diseutiré din problema que, a mi modo de ver, resulta transversal a esta discusion ten us aspectos histéticos y problemiticos, a saber, la relacién metodo Tbgicamente relevante que existe entre la discusién conceprual y lt evi- dencia empiriea'. 1. Problemas metametodolégicos 4a) La finalidad de! método “aesultan independientes los fines adoptados en la investigaci6n filos6fi- ERSespecto de fos métodos para llegar a ellos? Para obtener algsin indicio {que permita responder a esta pregunta, indagaré una serie de objetivos Wnalmente perseguidos alo largo de la historia, empezando por el obje~ tivo predilecto de la tradicién occidental, buscar la verdad. a) La bisqueda de la verdad consttuye para muchos filésofos el obje- ay principal adonde debe conducir el método adoptado, Esto es as al mnenes desde la filosofia platénica, que subsumfa la tarea argomentativa fn una intelecci6n de las formas ideales, donde se identifican aspectos 4 No me ocuparé del métode (0 los metodo) en el sentido dels actividades con- cretas de investi, que comprende la formulacén de un proyecto el rlevamiento {itlogetce el Gckae la Bisqueda de jes temdticos principales y secundacion la evalu pe de los argunenten ec Estos procedimientos, queen flosoia no inclayen un wabsio sco de campo, se encuentran relativamenteetandariadosy han se amplamen: Peertoc Mec interés destacar que wa aplicacion en las etapas formativasdepende dela Maus Sc nvenagadore formas cuya natraleza no e iment expresble come na ‘etodologia formal. 20 EL METODe FiLOsOFIco © Los HETODOS MLosOFiCOs normativos (el bien) y epistemol6gicos (la verdad) (como expresa el lo- fs classicus de la alegoria de la caverna, Repalica, 54a s.). Si bien el métoco utilizado es una argumentacién dialéctica que opone tesis y obje- Cones para clarificar los conceptos, la finalidad solo se aleanza cuando se captan los conceptos en su estado ideal. A su vez, aparece en la filosofia platénica algo que distingue a la tradicin de otras formas de bésqueda Ge la verdad, el hecho de que el método argumentativo no puede dejar de estar ausente en la baisqueda del conocimiento verdadero. En contraste con esta relaci6n entre el objetivo y el método, nuestra tradicién occidental también contempl6, al menos desde los sofistas, la idea de que el propésito de la filosofia consiste en convencer a los po- sibles rivales argumentativos, es decir, refutarlos o persuadirlos sin otro interés ulterior. En este caso, el uso de la argumentacién constituye una meta en si misma, y a bisqueda de la verdad queda fuera de juego (como ssucede también en algunas formas contemporéneas del pensamiento de- rnominado posmoderno). Como resultado, se configura una doble opcién ‘que, a mi modo de ver, podria considerarse recurrente en filosofia. Cuan- do la verdad cs la meta, la argumentacién suele ser el método (aunque ‘esto es algo propio de nuestra tradici6n). Cuando la argumentacién (en- tendida como un procedimiento formal) se transforma en un fin en si mismo, la verdad pierde relevancia, y como consecuencia la tarea argu- mentativa termina identificéndose con la persuasi6n. Pero también existe una opcién intermedia, pues la verdad no solo sguarda relacién con los argumentos esgrimidos, sino que resulta compa- tible con la pretensién de convencer o incluso de persuadir con medi ret6ricos, como se advierte en el Ambito legal. Para algunas posiciones, incluso, la idea de la verdad se identifica con la del consenso logrado en un proceso de discusin, entendido especialmente como un objetivo ideal ‘que guia la investigacién (Peirce, Habermas y Apel). Como ha sido indicado por la ética discursva, existen presupuestos ‘omunicativos de la practica de argumentar (cf. Crelier 2010). Ante todo, Ja propuesta y a defensa de argumentos requiere tomar en cuenta la po- sible validez de los argumentos ajenos y la posible aceptacién de que «¢] otro puede tener razdn» (dicho en términos hermenéuticos). En caso de ue no se tengan en cuenta los argumentos ajenos, la propia posicién se ‘vera implcitamente cuestionada, como si en un juicio legal se excluyera |a participacién de alguna de las partes (algo que raramente se hace de ‘manera explicita). Para esta corriente filos6fica, analizando el método podemos cono- ‘cer cual es la meta alli presupuesta, pues entre las reglas de una argumen- taci6n auténtica se encuentra la de que su propio sentido o raz6n de ser propio de la filoso- fa panic y que exe procedimient busca recnsru, a radilGn ta cendental kantiana propone reconstruir un conocimiento «mas acd» de la experiencia, jusament sus condiciones de posbilded. En sabito mo fal Kann intenta ene algo evo, sino expla saber a dos los hombres nen y de hecho san n a vida rita (Kant 1999) eneralizando, el intento por esclarecer los presupuestos pertenecien- tn mb cable a shodado tered ssl peerpion feniomenologia), laexistencia 0 ser-en-el-mundo (Heidegger) o la argu- seman (Apel y Habermas) ee cto el Ambito por reconstruir también pued tingente,c Pro elm le ser contingente, como ee = rsos aspectos de una lengua natural o los presupuestos culturales ¢ istics de una manera de ver el mundo, con la conseeuentetensin gest la roclama de que la flosoa se enfcaenlo comingente,ylael- Doracon de concepts generales que, por su propia maturaezyparecen Suponer una vader no sometda al cambio histrieo, Tanto en los te Nos contingentes como en aquellos que no lo son, la reconstruccién 23 |aNonES ERELIER jnvoluera una paradoja, pues bajo la apariencia de que se obtiene algo ‘nuevo, se indaga lo ya sabido. Finalmente, la filosofia también ha intentado clarificar 0 reconstruir ‘elemarco conceptual» de otra disciplina; ya sea pontificando desde un Conocimiento mas «profundos, ya sea como sierva de un campo autono- ho y mis firme del saber. Han de contarse agu tanto las cieneas natu Tales (para las cortientes positivistas) como las humantstias (para las co THlentes mas afines a la sociologi, el derecho y la historia); ¢ inckuso Tos fenémenos artisticos (para la hermenéutica). Cuanto més nes acerca- tos 2 los debates actuales, constatamos que no existe disciplina que no uente con su correspondiente «filosofia de». ‘Respecto de las reflexiones sobre el saber cientifico, se esconde aqut tuna paradoja. Desde la modernidad, se acepta ampliamente que el dm bito cientifico es el que més credenciales posee en cuanto conocimiento aténtico de un sector de la realidad. Pero se define actualmente no tan- to por haber entrado «en la senda segura de laciencia» (Kan!) que por Su cardcter faible, £No pierde entonces el tiempo la filosofia, una empre- que busca claridad y firmeza para sus razonamientos, ocupindose de ‘conocimiento inestable y cambiante por naturaleza? ‘Dejando estas cuestiones a un Tado, ¢s momento de extraer una con- lusién provisional: si se piensa que la finalidad de la flosofia es la expli- SitaciOn 0 reconstruccién de un mbito irrebasable, contingente o cien~ fifico, el método tiende a confundirse con el objetivo adoptado, pues ‘Consistité también en una tarea reconstructiva o explicitatoria. 4.4) En mi breve recorrido por las metas de la filosofia y su relacién gon los métodos que pueden adoptarse, debe mencionarse ia meta de transformar la realidad, con lo cual se entiende usualmente Ia realidad so~ Gal Se trata de un suefio largamente acariciado por importantes pensa- Gores de nuestra tradicién occidental, aunque quizés no con igual fuerza fn otras tradiciones de pensamiento. Esté presente al menos desde Pla~ ton, quien elaboré un programa de transformacién social en su Repii- bliza & hizo intentos (fallidos) de influir programticamente en tiranos poderasos. Fate prop6sito tiene diversas expresiones, desde la propuesta de una transformacion directa que reniega (0 proclama que reniega) de toda de~ nora en una indtil contemplacién de ideas (Feuerbach y en certo modo Ta tradiciGn marxista, prescindiendo de su compleja elaboracién teérica)s pasando por una versién intermedia, como la propuesta de transforma: Pién indirecta fruto del trabajo en el terreno de la filosoffa practica (re- Cordemos la idea arstotélica de que investigamos en ética para ser feli- ea); hasta legar finalmente a la noci6n mas modesta de que, después de todo, es posible una transformacién inditecta de la vida prictica en un 24 EL MEtOvO FILOsOFICO 0 Los METODOS FILoSOFICOS sentido valioso, como resultado —a menudo no buscado— del trabajo filos6tico. vais ue las vesone mis pretension ueen carer: de ie plos exitosos, no resulta diffcil comprobar la eficacia préctica de la dis- fusion absteacta. Al menos desde la modernidad se gestaron conceptos Iuego incorporados en la declaraci6n de los derechos del hombre y, en su- cesivasespecificaciones y ampliaciones, en el cuerpo legal ce muchas na ‘ones, con una incidencia clara en las Costumbres. Este objetivo requiere tener en cuenta informacién antropol6gica, legal, historia y sociol6gica, etc. Para introducir una transformacién practica en algin ambito, hay ae cooce previament on confrmacion 7 falencis, Por ms sha ta que sea wna idea de justicia, debe estar enfocada en alguna clase de s0- ciedad a la que se la podria aplicar. Un fildsofo que explorara la idea de justicia en si, inaplicable en su horizonte cultural, no estaria ejerciendo Ia filosofia «practicas, Vemos, pues, que el objetivo de transformar la so- ciedad requiere tanto un trabajo conceptual como uno empiico. 1b) Método y objeto de estudio El recottido anterior por una phuralidad de metas a las que pute aplicar- {un metodo de tabs indice que ambos aspectos poseen un indepen dencia relativa. Asi la verdad se puede alcanzar en principio por intui- cidn directa o mediante una argumentacién colaborativa. Pero también vimos que las metas elegidas restringen en alguna medida los métodos utlzados. Si se trata de reconstruir 0 explictar presupuestos filos6ficos, el método debe incluir alguna instancia de intuicién de esos presupucs- tos, aunque luego se los deba someter a una discusién conceptual. Aho~ talcgamos ota cuesisn metametodol ia: imo esa reacin de lependencia que existe entre el métado y su objeto de estudio?s Zes el metodo una mer extensén del mismo, ue emerge como conser le haber recorrido sus contornos con sagacidad, 0 es el método la ins- tancia determinante de los problemas? En un extremo, es posible darle una importancia suprema al proble- ta como determinant del metodo, Este eel cso en I vin de losofia entendida como el dtlogo entre pensadores separa por spe de tania, aboeados a problemas petenes, abstracts fondamentales qué es el conocimiento?, Zest la verdad sometida al cambio hist6rico? exiten principos morals universalmencevinolaces?, et) En e x. emo opuesto se encuentra la tess de que el método determin al asunto smo, que ceatara en exe cso contingent y hasta irlevant. Pero sie problema floseicy no tiene entidad sufiente como para requert stein entonces cualquier ema podré se objeto de un tatamiento ico por parte dela filosofia, incluso un tema bizarro o delirante 2s {algo de lo que por desgracia no estamos actualmente exentos). Podemos invertir la frase enunciada por Polonio en Hamlet —, y que consiste en reconstruir todos los pre supuestos que, como el anterior, forman parte de la racionalidad comuni cativa?. La relevancia de este proyecto no se limita ala obtencién de co- rnocimiento conceptual acerca de un acto de habla particular, sino que tiene consecuencias précticas en el sentido de una fundamentacién de rnormas universales, en principio de naturaleza ética. A su ver, los pre- supuestos universales poseen valider en otros Ambitos, como la politica, la economia y el derecho. Las erfticas que este programa ha recibido resultan a menndo des- acertadas, pues suelen aludir a que su cardcter racionalista y universalista posee connotaciones intolerantes frente a la multiplicidad de culturas y modos de vida, olvidando que esta multiplcidad requiere normas genera- les de convivencia para sobrevivir y prosperar. A mi modo de ver, resulta ‘més adecuado cuestionar la metodologia misma con razones similares a las que, como vimos mas arriba, ponen en duda el criterio de evidencia. En efecto, el descubrimiento metodoldgico de presupuestos dezende de lo que la intuicién o Ia imaginaci6n filoséfica muestre como fundamen- to. As, dos oponentes pueden estar de acuerdo en que un fundamento posee las caracteristicas que Apel sefiala en su propuesta metodol6gica, pero estar en desacuerdo sobre qué presupuesto argumentativo las cum: ple, A mi modo de ver, el debate floséfico contemporsneo no ha salda~ do esta discusién, Paradgjicamente, la idea apeliana de que nusstro uso del lenguaje descansa en presupuestos irrebasables tiene vigencia en una ‘radicidn que rechaza la idea de fandamentos éltimos 0 normas univer- sales, la hermenéutica. 2.3. Hermenéutica La tradicién hermenéutica se remonta a la Antigiiedad y a las reglas paca interpretarescritos teoldgicos (hermeneutica sacra) y legales (hermenen~ tica juris), asi como al quehacer filolégico (hermeneutica profana) (cf. Grondin 2008). La compleja historia de esta tradicién, entre cuyos ante- cedentes se suele mencionar a Quintiliano y Agustin, pasa por figuras cla- vve como Schleiermacher (1768-1834) y Dilthey (1833-1911), y desem- boca en la filosofia de Heidegger y Gadamer en el siglo xx. Como aficma Grondin, en Dilthey se prefigura una idea central que estos autores aclop- tan, a saber, que «la comprensién y la interpretacién no son tinicamente [3 J. Habermas ha formado parte de ete proyecto, aunque con una cesene deseon- fanaa vbre ue aspetortascendentalesy In alia metodologa (ct. Habermas 2018). Ea ‘Alemania lor seguidores de Apel incluyen a D. Bablee y W. Kublmann, yen Argentina Al propio R, Malindi, Alberto Damian, Julio De Zan y Dorando Michelin ente ots (cf Michelin, De Zan y Damiani 2015). 34 EL METODO FLOsOFICO O Los HETOBOS FILOSOFICOS métodos que es posible encontrar en las ciencias del espirity, sino proce- 0s findamentales que hallamos en el coraz6n de la vida misma» (Gron- ‘Gin 2008: 18-19). Heidegger entiende, acorde con ello, el concepto de Scomprensién» como un concepto existencial, es decir, como un modo Ue ser tan bisico como el propio ser-en-el-mundo, previo incluso a todo, ‘conocimiento te6rico (Heidegger 2020). “Hacia los afios sesenta del siglo xx, Gadamer publica el libro ca- nénico de la hermenéutica filos6fica contemporsinea, Verdad y método (1999 [1960)) Las elaboraciones gadamerianas apuntan a mostrar que ‘toda comprensién esté pre-determinada por una situacién hist6rica, un horizonte de sentido en donde el intérprete esta en cada caso inmerso. ‘Como consecuencia, los pre-conceptos y pre-juicios conforman una con- dicién de la comprensién, no un obstéculo, Aunque esto no impide que la comprensi6n sea un proceso en el cual se ponen a prueba, de modo que el horizonte se amplia 0 se funde con otros, guiado por el asunto que buscamos comprender. Las reflexiones gadamerianas son de carscter general, aunque pres- tan especial atencién a Ambitos como el juridico (ef. Crelier 2016). Para Gadamer existen alli diversas indicaciones que pueden revelar aspec- tos centrales de la actividad humana de comprender en general (Gada- rer 1999: 312-316). Su objetivo es sefialar que comprender, interpretar yy aplicar lo comprendido no son momentos separables, sino que forman, parte de un mismo proceso metodol6gico. La comprension es siempre interpretacin y la interpretacién cs una forma explicita de la compren- si6n, y en el proceso de comprender siempre tiene lugar una aplicacién del texto a la situacién actual del intérprete. En el émbito legal, el jui- o «formas de vida»). 38 EL NErODe FLOSOFICO © Los HETODOS FILOsoFICOS Bl llamado neopositivismo del Citeulo de Viena hizo también su ste metodolgico en estrecha relacién con la filosofia analitica, espe- eeimente en la segunda y tercera década del siglo xx (pueden mencionar- = EE algunos miembros de la formacién inicial, como Moritz Schlick, Rudolf - Carnap y Otto Neurath). Segtin el conocido «principio de verificacién» fen su versién inicial), el significado de una proposicién es su método _ fe veriicaciGn, y solo tienen significado cognitivo las proposiciones que ‘pueden ser verficadas o falseadas (cf. Glock 2008: 37 ss). Este principio “Eivi6 para rechazar toda metafisca como carente de sentido y para sos- fener que la tarea dela filosofia consiste en un aniliss I6gico-lingiistico {le las proposiciones de la ciencia, que sf poseen un significado en stima jnstancia empfrico (es decir, este principio tuvo una funcién metodol6gi- ‘ca en un sentido més general, en tanto criterio de demarcacion entre sen- fido y sentido, y entre disciplinas diversas). Con el correr del tiempo, este t0 en sus aspectos metodolégicos) fue criticado de ma- : presenta problemas cuando se lo intenta aplicar a ‘mo (cosa requerida para que tenga significado), no se aplica a oraciones ‘no declarativas que intuitivamente poseen significado (como una orden ‘o una pregunta) y no cumple su cometido siquiera respecto de la ciencia (pues existen oraciones cientificas que no resultan claramente verifica bles, como «todos los cussares son radiactivos») (Glock 2008: 39). ‘La tradicién analitica ha sido asociada con implicancias politicas con- servadoras, visibles para algunos en el neopositivismo del Circulo de ‘Viena, que puede considerarse una parte de esta tradiciOn, Frente a esta visiGn, es preciso recordar la filiacién sociaista de algunos de los miem- bros de este grupos pero sin entrar en ese tema me interess destacar aho- raalgunas objeciones dirigidas contra el método analitico (pues ya sehalé algunas eriticas al principio de verificacién). Ante todo, en tanto el and- lisis consiste en descomponer nociones ya comprendidas, no ofrecerfa un conocimiento auténticamente nuevo. Pero al margen de que esta poten- cial objecién puede aplicarse también a otras corrientes reconstructivas (desde Platén hasta la fenomenologia), sacar a la luz distinciones con- cepmuales es un modo de aportar una claridad que antes no se posefa, y n tal medida puede ayndar a comprender mejor un concepto. ‘Mis atinada es la critica de que se suelen desarrollar discusiones «bi- 2antinase, es decir, que la biisqueda rigurosa de claridad suele desembo- car, en el marco de esta tradici6n, en un conjunto de argumentos cuya complejidad resulta dificil de desentrafar y evaluar. Pero se puede repli- car que esto no es propio del método, sino de su utilizacién, que ha dado también otros frutos. Finalmente, la tesis de que la exagerada minucio- sidad hace perder de vista problemas sustantivos, especialmente del 4mn- bito préctico, se puede responder constatando que, en Ia actualidad, los filésofos analiticos se mueven con total libertad metodol6gica y temtica, 39. ANDRES CRELIER con plena consciencia de las objeciones que les han hecho y que a me- rnudo ellos mismos han desarrollado (pensemos en Rorty). As, algunos aportes metodol6gicos de esta vertiente estén representados, a mi modo de ver, por la exigencia de rigor en las distinciones conceptuales, la incor- poracién de la légica como herramienta de trabajo filos6fico y la atencién reciente a los usos lingiisticos. 2.6. Pragmatismo En el pragmatismo norteamericano que nace hacia finales del siglo x0x, y aque tiene a Charles S. Peirce, William James y John Dewey como algunos de sus principales exponentes, el método filosdfico es pensado a partir de las consecuencias de las creencias. Lo veremos brevemente en Peirce, quien propuso wna «maxima pragmtica» segtin la cual el significado de un con- cepto esté dado por las consecuencias précticas de su aplicacién (sigo la exposici6n de Haack 1978: 97-98). Esta nocién, en apariencia similar al principio de verificacién defendido por el Circulo de Viena, debe en- marcarse en una metodologfa de la investigacién que postula ala verdad como meta final. A su vez, todos aquellos que dispongan del tempo sufi- ciente para realizar una investigaci6n llegardn a wn consenso sobre la ver- dad del asunto investigado. De modo que las consecuencias de las creen- cias se encuentran en concordancia con la meta de la investigacion. El camino concreto para alcanzar la verdad —y el consenso sobre clla— ha sido evaluado por Peirce en relacién con los tipos de conse- cuencias de adoptar distintos posibles métodos para fijar las creencias (la tenacidad, la autoridad, el método a priory el cientifico [Peirce 1988). Dado que el método cientifico es el ‘inico constrefido por uns realidad independiente de toda creencia, es el que puede llevar a un consenso como el mencionado. A su vez, en el marco de la aplicacién de este mé- todo, las creencias verdaderas tendran consecuencias précticas «favora- bles», en tanto producirén una satisfacci6n y estabilidad ya no percurba- das por la duda. En suma, Peirce defiende el método cientifico de fijacion de la creen- «ia en su marco filos6fico pragmatista. Las posiciones de los otros autores clisicos dentro de esta corriente no comparten este marco en todos sus aspectos, pero s{ comparten versiones relativamente cercanas la maxima ppragmatica. Las erticas la flosoffa peirceana no resultan sencillas, pues este pragmatismo comprende dimensiones complementarias propias en la investigacién y su método (la bisqueda de la verdad y del consenso en ‘una comunidad de investigadores, ln experimentaci6n empfrica, el acerca- miento a un ideal a largo plazo, etc.). Cuando el pragmatismo e «simpli- fica», las riticas resultan més asequibles. Por ejemplo, William James ha- blé a menudo de la uilidad de las creencias lo cual ha sido criticado por 40 EL neTO00 FiLOsOFICO © Los HETODOS FiLOSOFICOS ara quien se identifica errdnenmente lo verdadero con las creen- [Bose ie tla agradables James 1907: 59, 145; Rael 1908). is Me entemente, Apel ha defendido una versién tascendental de la _ Mis Toda de la verdad inspirada en Peirce, que evita jutamente estas bisaten tanto identifica la verdad con el consenso en una comunidad si je comunicacion, y el metodo con la argumentacioa que se dit- praca ese consenso entendido como idea reglativa (Apel 1988). | 3, Los métodos entre la discusién conceptual y la evidencia: rompecabezas, experimentos mentales y dilemas ~ lrecorsido por algunas tradiciones metodol6gicas,simplifcadas por ra- zones de espacio, nos permite ver que los inicios estuvieron usualmente narcados por una fuerte confianza en que siguiendo un método identifi- Cable, el pensador podria legar a resultados filos6ficos validos (descom- pponiendo conceptos, poniendo entre paréntesis todo lo que no es esencial, ‘tendiendo a las consecuencias de las creencias, etc). En todos los casos, ‘esta confianza se ha ido perdiendo, en gran medida bajo la presién de las “objeciones y los contracjemplos. Solo han quedado rastros metodol6gi ‘cos que, en el mejor de los casos, pueden ser sacs de manera acota- da, y que a menudo reaparecen bajo ropajes diferentes. En la parte final de este capfaulo me interesa tratar una oposicién recurrente y en cierto ‘modo transversal a las otras cuestiones que he tratado, Ia que opone la cevidencia frente ala discusién conceptual en la filosofia. £Un método fi- loséfico adecuado debe consistir en una discusién puramente conceptual y filos6fica, 0, por cl contrario, debe estar en contacto —por decitlo de! ‘modo més neutro posible— con una fuente de evidencia que, o bien tras- esa més; 6) el compuesto cae menos rpidamente que la bola ms pesada porque ‘posee una parte que €s més liviana, la cual demoraré la caida. En tanto no podemos aceptar una contradiccién, debemos rechazar Ia perspectiva aistotélica, Esta clase de experimentos no requieren ninguna observacién 0 ex- perimento real (en este caso dificiles de realizar debido a la friccién del ah) atentan una vison panics y katana de reflexion losin sin esta, la tarea puramente conceptual, ayudada por experimentos ‘mentales, acanza por si sola para adquirir nuevo conocimiento y proba tesis que de todos modos pueden estar referidas a la experiencia. Lejos el estereotipo de la fisica moderna como guiada por la experimentacién real, la historia muestra que en esa época —en que la reflexi6n filos6fica no estaba desligada de las ciencias naturales— el razonamiento a priori ‘vo un papel innegable. ¥ esto contimia siendo asi en el propio siglo xx, ‘tanto en las ciencias naturales como en la filosofia. En la filosoffa del lenguaie, la filosofia de la mente y la filosofia préc- tica contempordnea ha abundado el uso de experimentos mentales. Ast, Judith Thomson (1971) propuso un experimento en el terreno moral con ‘el propésito de fortalecer su posicién a favor del aborto, especialmente frente a a tesis de que el feto seria una persona inocente con derecho a la vida, En la situacién que Thomson nos pide imaginar, un violinista famo- s0 cae en coma, y el nico modo de mantenerlo con vida por uros meses es que stiiv —es decir, quien realiza el experimento mental— :e conec- tes con él (en el sentido médico). En principio, la situacién del violinista es similar ala del feto: se trata de una persona inocente con derecho a la vida. Sin embargo, al experimentar imaginativamente la situacién narra~ tiva propuesta por Thomson, se dcbilita la intuici6n de que tenemos la “obligacién moral de mantener con vida al violinista. Como la situaci6n es andloga a la del feto, la intuiciOn debiltada es transferible por analogéa a este ttimo caso. Otras situaciones moralmente dilematicas han sido discutidas utili- zando la metodologia de los experimentos mentales. En muchas de ellas, el agente debe elegir entre la realizacién de una de dos acciones posibles (no puede elegir realizar ambas), pero cualquiera que elija viclaré tna norma o un deber moral. En una situacién clasica, planteada inicialmente por Philippa Foot (1978), un tranvia fuera de control corre hacia cinco Personas, pero podria ser desviado hacia una via en la que atropellaria a ‘una sola persona, dando lugar a un dilema con la estructura menciona- dda, Las intuiciones obtenidas mediante el uso de este experimento sirven 44 EL meTODO MLosOrico © Los NETODOS iLOsOrICOS paca evaluar diferentes posiciones éticas, como el uiitaismo o Ia ét- fa kantiana. ‘En un terreno conceptual mas abstracto, que todavia puede ser con- siderado experimento mental, fildsofos como Peter Strawson (1959) han Shaborado una metafisica descriptiva de nuestro pensamiento sobre el Saundo, Pero la exploracién abstracta también se halla en la filosofia préc- Fea, Retomando una tradicién moderna que ha pensado el contrato so- Gal mediante reflexiones que podriamos considerar experimentos men- {ales (Hobbes, Rousseau ¢ incluso Kant), John Rawls ha defendido una hhocin de justicia en base a reflexionar sobre tna situacién imaginaria ‘que denomtiné «posicin original» (original position) (Rawls 1971). Sin Gherar en detalles, Rawls nos insta a imaginar un escenario en el que, bajo un «velo de ignorancia» sobre el propio lugar en la sociedad (lo cual asegura la imparcialidad), los miembros de una sociedad se ponen de acuerdo sobre los principios de justicia que van a adoptar. En el otro ‘extremo del uso metodol6gico de la imaginacién, la filosofia ha recurri- do alla literatura, pues esta proporciona narraciones y descripciones muy precisas y detalladas, que no solo permiten ejercitar la imaginaci6n, sino Uefender posiciones éticas, politicas o legales (p. ej. Lariguet [2007] dis- cate una narracién de Melville en relaci6n con la filosofia moral y la fi- losofia del derecho; cf. también Martha Nussbaum [1997)). En suma, la metodologia conceptual de los experimentos mentales permite imaginar escenarios que despiertan intuiciones floséficas, permi- tiendo rebatir o reforzar puntos de vista cuando se los inserta en una ar- sgumentacién mas amplia, Pero también existen algunos riesgos. En cuan- to son muy abstractos, estos experimentos no ofrecen nada més que una variante de la discusién conceptual; y en cuanto ganan en concreci6n, presentan situaciones infrecuentes, implausibles 0 propias del mundo ficcional. Asimismo, no debe perderse de vista que su relaci6n con la ex- periencia es a lo sumo indirecta, en tanto los escenarios montados son imaginarios (aunque posibles). “Aplicando de manera no sistemética estas objeciones a algunos de los experimentos mencionados: éen qué sociedad es «justo» el concepto dde justicia rawlsiano? Para intentar una respuesta, tenemos que contar ‘con una noci6n relativamente abstracta de justicia, pero también con in- formacién concreta sobre las sociedades a las que nos interesa aplicarla. &No podria ser el caso que un cuerpo liviano unido a uno pesado deje de comportarse como un cuerpo liviano que retrasa la cafda del cuerpo pesado, y que ahora solo tengamos un tinico cuerpo més pesado? Esta interpretacién desbanca el experimento mental galileano, de modo que ‘en algtin momento ser necesario testear empfricamente cémo caen los cuerpos. Dadas las innumerables modificaciones que podemos imaginar para el caso del violinista en coma, y las diferentes analogias con el caso 4s Awonts eneUEN EL NeTOBO FiLosoFico © Los HETODOS FIL : Jando los contornos de esas mismas tradicio- _-865 4 que a sobrevivido de cada una de ellas también incluye asp tor metodo pico aqué el problema transversal dela sain mo gia entre {a filosofia entendida como tarea conceptual ys diver doleetstes de evidencia de las que puede nutrise. Mi inprsn es ae _ Shun soos a edd a desonsiderar el pape ea evideney ier ado sustuirla por metodologis puramente concer come a Sefton de puzles a realizaciGn de experimentos mental es adi Sind dilemas rictcos ea etteg ete sus nites Incas a ds evan conceprual mas absractaflene que encontrar un punto de com {heto con una realidad que esta mis alld ella, y esta realidad tiene aue ‘Rnorrelevancia metodologica para la discusign puramente conceptial. Al feto, éno resulta también relevante tener en cuenta las estaditicay sobre muertes de mujeres a causa de abortosclandestinos, para prope, net reformas legales que tengan en cuenta dstintas concepeiones de Vida humana del mejor modo posible? Estas preguntas indican dos cat Ses. Primero, que la metodologfa fils6fica es en efecto concepts, ne cluso cuando se nutre de experiencias imaginarias; segundo, gue proce sa alan criterio externo para contrastar y eventualmente para evalua al trabajo conceptual. ‘Ahora bien, équién decide que evidencia es la que cuenta? Almomen- to de discutir si esta justficado atribuir ereencias a los animales sin len, ‘guaje, Donald Davidson argumenta que no se trata de una cuestion car Pirica, sino de decidir qué clase de evidencia empirica es relevante para realizar tal atribucién (Davidson 1982). Esto supone reclamar para be losofia el derecho de decidir, en una dscusién conceptual previa, que gvidencia sera relevante. El resultado puede ser, como en Davidson, va glictamen euasiapriori (aunque no concluyente) acerca de que los snr 4es no humanos no piensan, que podria ser utlizado por quienes no meen, ‘nocen ninguna obligacién moral ni legal con los animales, o cua! ha sido fuertemente cuestionado. Esto muestra los riesgos de que la flosufis dace dia qué evidencia cuenta de manera completamente autnoma, Me parece mis aceptable que la metodologia filosofica tenga en cuenta otras disel, plinas y la evidencia que ellas interpretan y oftecen a la reflexiin, Referencias bibliogréficas ica del dca, Barelona: Pid Jel Kao (1988, Teor dea verdad i Bat Pi Rieottes (1998), nalts segundos, en Trataos deli (Organon) ti Gredos, Ailes (0999), Flica, Madrid: Gredor Ait G0) Erman MG Bont 9 Ane on La pocnad g esetdo histoacor Revita Sur ee Deo ams Reo sig Ys 201, Tone pret e Edward N. Zalta (ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosop) Consideraciones finales Inicié este recorrido por el problema del método en la filosofia con la {esis de que incluso cuando la reflexién conceptual se orienta a desctibir lo que ya ha sucedido, siguiendo la imagen del baho hegeliano, puede Fequerit un método de trabajo. Més atin cuando se ocupa de problemas ruevos, generados por el cambio social, cultural 0 tecnologico, Me aproximé entonces a algunos problemas metametodlogicos, y Sostuve que el método adoprado guarda una relacién relativamente ‘nue con la meta propuesta pata la reflexién, aunque existe una relacion ‘més estrecha entre el método y el objeto de estudio, Por otra parte, las Propuestas antimetodoldgicas tienen més solidez cuando se leen como Propuestas a favor de una pluralidad de mét ‘odos, La imtencién de pres- indir de todo método es, por el contrario, una propuesta metodclogica mis, y no la més interesante. Precisamente, al lanzar una mirada sobre algunas tradiciones cané- nicas del siglo xx, ha quedado en evidencia que cada una de ellas ha te. nido en sus inicios una clara conciencia de la necesidad de contr con tm método de trabajo, Aunque esto se ha ido perdiendo en cada caso, 46 ner a019 Baiton) URE =

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