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Tema 2 Urg 2022
Tema 2 Urg 2022
6. TRAUMATISMO ABDOMINAL............................................................................................................... 42
8. TRAUMATISMO ORTOPÉDICO............................................................................................................. 52
Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
DEFINICIÓN
La biomecánica es una disciplina científica cuyo objeto de estudio son las estructuras de carácter mecánico que
existen en los seres vivos, fundamentalmente el cuerpo humano. Se basa en conocimientos de física, anatomía,
fisiología y otras disciplinas.
La cinemática es el proceso de analizar el accidente y determinar qué posibles daños podrían resultar en el
paciente debido a las fuerzas y movimientos involucrados y una descripción del episodio. Esta información será
de mucho valor.
En síntesis, la biomecánica de lesiones, trata de explicar los mecanismos de producción de lesiones corporales
en el ser humano mediante la aplicación de los conocimientos de diversas ciencias, que determinando los
factores humanos y físicos que han podido intervenir en la producción del accidente, la dirección principal de
fuerza, la intensidad de las fuerzas que se han liberado en una determinada colisión, la resistencia de los
diversos tejidos del cuerpo humano y la protección determinada por dispositivos de seguridad pasiva (cinturones
de seguridad, bolsas de aire y asientos de seguridad infantil en automovilistas, cascos en motoristas o ciclistas,
etc.), orientan a la aparición de un tipo u otro de lesiones.
En la mayoría de casos, será posible establecer una explicación de la forma de producción de las lesiones, y
sobre todo, determinar una probabilidad de que estas lesiones se hayan producido de una forma concreta, así
como también se podrá explicar qué habría podido ocurrir en el caso de que hubiesen intervenido elementos
distintos a los que estaban presentes en el accidente en estudio, (tal como sería el caso de tomas de decisión
diferentes a las tomadas por los intervinientes, o utilización de dispositivos de protección correspondientes a
seguridad pasiva).
La comprensión de los mecanismos de producción de lesiones en accidentes de tráfico tiene una importancia
decisiva, pues la sospecha de una lesión, tanto desde el punto de vista asistencial como del preventivo, el ámbito
médico-legal, etc., permitirá su confirmación o exclusión, con los consiguientes efectos.
Desde la perspectiva medicolegal, el establecimiento o no de un nexo causal entre el accidente y las lesiones, y
su explicación, orientaran a la justicia, y a las partes implicadas en el accidente en aspectos relativos a posibles
concurrencias en la producción de las lesiones y/o en su agravación o reducción.
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Según los mecanismos involucrados, se pueden clasificar las lesiones en cerradas, penetrantes y por onda
expansiva o explosión. La física es el fundamento sobre el cual se desarrolla este concepto, y las leyes de
Newton las que facilitan su comprensión:
1ª Ley del movimiento de Newton o ley de inercia. En la ausencia de fuerzas exteriores, todo cuerpo
continúa en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme a menos que actúe sobre él una
fuerza que le obligue a cambiar dicho estado.
MECANISMOS DE LESIÓN
Los mecanismos de lesión corresponden a unos de los cinco siguientes, sean solos o combinados.
Extensión: Pueden producir también fracturas óseas (ej. fractura “del ahorcado” de la vertebra C2 o
axis) y/o luxaciones articulares.
Torsión: Suele producir fracturas espiroideas, p. ej. giro brusco del cuerpo sobre la pierna fija, que
actúa de eje.
Otros mecanismos de lesión, que se pueden producir en accidentes de tráfico, vienen dados por la
explosión o por quemaduras.
TIPOS DE COLISIONES
1- AUTOMÓVILES
2- MOTOCICLETAS
3- PEATONES
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1- ACCIDENTES DE AUTOMÓVILES
En los accidentes de tráfico y otros mecanismos de desaceleración rápida (como caídas desde altura), se
producen tres colisiones o impactos:
1. En el primer impacto, el vehículo choca contra un objeto u otro vehículo, se encuentre fijo o en
movimiento.
2. El segundo impacto es el de los ocupantes contra alguna estructura interior del vehículo, caso de no
salir despedidos, como puede ser el golpe del tórax contra el volante en el caso de un choque frontal de
un conductor no sujeto por cinturón de seguridad.
3. El tercer impacto, es el de los órganos internos entre sí, como ocurre, por ejemplo, al golpear los
órganos móviles intraabdominales (bazo, hígado, etc.), contra otras estructuras intraabdominales.
4. No obstante, durante el transcurso del accidente pueden movilizarse a gran velocidad elementos sueltos
del interior del vehículo, que pueden golpear a los ocupantes; ocasionando un cuarto impacto.
La forma más fácil de calcular cuál será el patrón de lesión del ocupante, será observar el vehículo, los daños
que presenta, deformación de estructuras, dispositivos de seguridad implicados (air bag, cinturón de seguridad,
etc.).
Al detenerse bruscamente el vehículo, sus pasajeros mantienen el movimiento hacia adelante en dos posibles
trayectorias: hacia abajo y debajo, o hacia arriba y por encima. En los pasajeros delanteros, además de las
lesiones propias del desplazamiento, pueden sufrir lesiones por el desplazamiento de los que viajan en las plazas
delanteras, si no hacen uso de los dispositivos de retención.
• Desplazamiento abajo y debajo (inmersión): se produce un impacto inicial de las rodillas contra el
salpicadero, pudiendo producirse fracturas conminutas de rotula, fractura diafisaria a uno o más niveles
de fémur, y posible fractura-luxación posterior de cadera, por rotura de la ceja posterior del cotillo (debe
tenerse en cuenta la proximidad del nervio ciático a este nivel, que puede lesionarse).
Las lesiones en los pies y tobillos suelen producirse bien por atrapamiento de los pies y los tobillos
contra los pedales, por transmisión de fuerza desde los pedales al pie, por transmisión de fuerza desde el
paso de rueda con intrusión del lecho de rueda, por aplastamiento del compartimento de la pierna, o
bien por deformación brusca del panel metálico inclinado sobre el que reposan los pies, trasmitiéndose
una sobrecarga axial brusca con producción de fractura de metatarsianos, maleolares de tobillo, etc.
Desplazamiento hacia arriba y encima: el cuerpo tiende a salir en una dirección oblicua y hacia
arriba, golpeando la cabeza contra el parabrisas, espejo retrovisor o marco interno del parabrisas.
Dependiendo de la posición del cuello, en mayor flexión o extensión, se podrán producir además de
fracturas craneales y lesiones encefálicas, lesiones cervicales de diverso tipo, que pueden condicionar
lesiones inestables de columna y/ o lesiones medulares altas.
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Aunque las fracturas de cráneo son relativamente infrecuentes (menos del 4%) en impactos frontales, se ha
descrito una reducción de alrededor de la tercera parte de las lesiones craneoencefálicas y faciales, en ocupantes
de automóvil con airbag y cinturón de seguridad respecto a conductores y ocupantes que no utilizaban cinturón
de seguridad, tras impactos frontales.
Las fracturas vertebrales se han reducido merced al uso de cinturón de seguridad. Se han descrito fracturas tipo
flexión – compresión, y fracturas de elementos posteriores, tipo “chance”. Los mecanismos son:
• Flexión-compresión (el más frecuente pero menor gravedad). Se produce por un mecanismo de flexión-
compresión del pilar anterior de la columna. La vértebra es aplastada en su mitad anterior, adopta una
forma en cuña más o menos acentuada. Las columnas media y posterior no se alteran, confiriéndole a la
columna la estabilidad propia de este tipo de fractura.
• Las fracturas por estallido (“Burst”), representan un 30% de las fracturas por compresión. Se producen
al soportar una carga ejercida a lo largo del eje vertical de la columna; la fractura es por aplastamiento y
generalmente se mantiene el paralelismo y horizontalidad de las caras superior e inferior del cuerpo
vertebral. La fractura compromete simultáneamente el pilar o columna anterior y medio, y es inestable.
En fracturas de este tipo, se producen lesiones neurológicas en el 50% de los casos.
• Las fracturas por flexión-disrupción: son poco frecuentes y se producen por un mecanismo de flexión
sobre un eje transversal a nivel de la vértebra lumbar. Es el típico caso provocado por el antiguo
cinturón de seguridad en su sujeción abdominal. El daño óseo compromete las columnas media y
posterior. Generalmente, la columna anterior resiste la flexión de la columna y se constituye en el eje de
la bisagra. La fractura de Chance presenta un trazo de fractura que compromete de lleno el cuerpo
vertebral, con un trazo horizontal generalmente ubicado en la mitad de su espesor.
• Las fracturas-luxaciones corresponden a las lesiones de mayor gravedad entre todas las fracturas de la
columna. Son producidas en accidentes de alta energía, choque de vehículos, aplastamientos, caídas de
elevada altura, etc. En fracturas de este tipo, se comprometen las tres columnas vertebrales,
combinándose mecanismos de compresión, tensión, rotación y cizallamiento; por lo tanto, debe
considerárselas desde el primer momento como fracturas inestables y plantear la posibilidad de tener
que ser reducidas y estabilizadas.
Las lesiones torácicas y abdominales se pueden producir en cualquiera de los dos tipos de desplazamientos,
especialmente en ocupantes (conductores y acompañantes), que no utilizan cinturones de seguridad, aunque
muchas referencias al tipo de lesiones sufridas corresponden a los años de la década de los 1980, en que la tasa
de uso de cinturón de seguridad en los EE.UU era menor del 50% y los automóviles no disponían de airbag;
actualmente, los automóviles van equipados con airbag y el uso de cinturón de seguridad supera el 80%, por lo
que las lesiones han disminuido con el paso de los años.
Las lesiones torácicas comprenden fracturas costales y de esternón, volet torácico, contusión pulmonar, rotura
traqueobronquial, contusión miocárdica o traumatismo cardiaco cerrado, lesiones de grandes vasos, (ej. rotura
de aorta), etc. constituyendo la denominada “lesión por desaceleración”
La mortalidad se incrementa cuando se asocian varias de estas lesiones, llegando prácticamente al 100% cuando
había tres o más lesiones de este tipo.
La lesión de aorta torácica produce muerte “in situ” en la mayoría de los casos. Suele asociarse a otras lesiones
tales como fracturas, lesiones de víscera/as, traumatismos craneoencefálicos, fracturas de pelvis, etc., pudiendo
existir lesiones múltiples en aorta, produciéndose la mayoría de las roturas en la aorta descendente, en la zona
del istmo aórtico.
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El cinturón de seguridad evitaría estos tipos de desplazamiento, disminuyendo por tanto la posibilidad de
ocurrencia de las lesiones mencionadas.
El “air-bag” o bolsa de aire, es un dispositivo que se activa al detectarse una deceleración de una determinada
intensidad. Detectada esta deceleración brusca, un dispositivo pirotécnico pone en ignición unos gases
acumulados en el interior de una bolsa que producen el hinchado rápido de la bolsa de aire –a una velocidad
superior a 300 km/hora- y que se interpone entre el cuerpo del conductor y el volante. Este hinchado se produce
aproximadamente a partir de los primeros 16-20 mseg. tras el impacto, es decir, unos 40 mseg. antes de que el
tórax del conductor haya comenzado a desplazarse hacia delante, impidiendo, por tanto, el contacto con el
volante, aumentando aproximadamente entre un 7% y un 17% las posibilidades de supervivencia del conductor
en caso de choque frontal, caso de ir sujeto por el cinturón de seguridad.
El air-bag no sustituye al cinturón de seguridad, sino que lo complementa (el desplazamiento hacia delante del
tórax y la cabeza del conductor, aun en el caso de ir sujetos por cinturón de seguridad, puede no evitar su
contacto contra el volante, salpicadero, parabrisas, etc.).
La diferencia de masas en un choque frontal entre dos vehículos que circulasen con la misma velocidad y en
sentido contrario, explicaría la mayor mortalidad en los ocupantes del vehículo de menor peso.
El factor edad, condiciona de forma principal la gravedad y el riesgo de muerte de los lesionados tras colisiones
frontales; los factores que determinaron la probabilidad de sufrir lesiones mortales fue un 30%-40% más alta
para ocupantes de más de 59 años que para los de menos de 20.
Los mecanismos del impacto lateral intervienen cuando un vehículo está implicado en una colisión en un cruce,
o cuando el vehículo se sale de la calzada e impacta contra un poste, árbol o cualquier otro obstáculo del margen
de la carretera.
A igualdad de velocidad de impacto por el automóvil las lesiones son más graves que en el choque frontal, al
estar más próximo el cuerpo del conductor al automóvil incidente y/o a las estructuras internas de la puerta que
es deformada, produciendo su intrusión y golpeando directamente el hemitórax correspondiente al lado que ha
sufrido el impacto.
Hay cuatro regiones del cuerpo que son susceptibles de lesionarse ante impactos laterales:
1. Tórax. La compresión de la pared torácica hacia dentro puede causar fracturas de las costillas, contusión
pulmonar o lesiones por compresión de los órganos sólidos situados dentro de la caja torácica, pero por
debajo del diafragma, además de lesiones por exceso de presión. La clavícula puede comprimirse y
fracturarse cuando la fuerza se dirige contra el hombro.
Las fracturas costales altas, (de la 1ª a la 3a), al estar muy protegidas indicarían un mecanismo de alta
energía de impacto. Pueden asociarse a lesión de grandes vasos intratorácicos, suponiendo esta lesión,
como causa principal o asociada a otras, alrededor del 50% de las muertes en este tipo de colisión.
Pruebas biomecánicas sobre modelos de cadáver, han demostrado un movimiento lateral del corazón
móvil relativo a la aorta descendente proximal fija, lo que lleva a una lesión por desgarro en el istmo.
Diversos estudios de autopsia sugieren que la deformación interna de la pared torácica durante el
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impacto lateral produce contras de choque, que desplazan el corazón hacia delante en el tórax llevando a
una fuerza de desgarro en el istmo. Estos dos mecanismos se han invocado para explicar la rotura de
aorta en colisiones laterales.
Las fracturas costales medias pueden producir contusión pulmonar, contusión miocárdica, etc.
Las fracturas costales bajas (9a a 12a) pueden producir rotura hepática en el lado derecho, rotura
esplénica en el lado izquierdo o rotura diafragmática.
Las estructuras circulares suelen partir a dos niveles –similar a lo que ocurre al comprimir un aro
modelo “hola-hoop” contra el suelo- por lo que deben buscarse fracturas a dos niveles en costillas, en
pelvis, etc.
2. Abdomen / pelvis. La intrusión comprime y fractura la pelvis y empuja la cabeza del fémur contra el
acetábulo. Los ocupantes del lado del conductor pueden sufrir lesiones esplénicas, mientras que los del
lado opuesto tienen más probabilidades de sufrir lesiones hepáticas.
3. Cuello. El tronco puede moverse con respecto a la zona inferior de la cabeza tanto en colisiones
laterales como en impactos posteriores. Este movimiento puede fracturar las vértebras, o con más
probabilidad determinar un desplazamiento de las carillas articulares con luxación de las mismas.
4. Cabeza. Puede golpearse contra el marco de la puerta, ventanilla o incluso capó del vehículo.
El patrón de daño al vehículo es importante en el contexto de la posición del ocupante. Combinando los
elementos, dirección de fuerza, aplastamiento del vehículo e intrusión del vehículo, con el conocimiento de la
posición del ocupante y la utilización o no de dispositivos de sujeción, se puede deducir la acción de las fuerzas,
así como su magnitud sobre la estructura del cuerpo humano, siendo elementos importantes para comprender el
tipo y gravedad de lesiones sufridas en caso de impactos laterales.
Las colisiones por detrás se producen cuando un vehículo que se mueve más lento o que está parado es golpeado
desde detrás por un vehículo que se desplaza a mayor velocidad.
Este tipo de impactos supone el segundo tipo de siniestro más numeroso, frecuente en ámbito urbano, y produce
lesiones cervicales como consecuencia del “efecto latigazo”; se agrupan genéricamente bajo el nombre de
“esguince cervical”, en colisiones a baja velocidad, o lesiones a niveles más bajos de columna vertebral, en
colisiones a velocidades más elevadas, asociadas en general, en estas situaciones, a otras lesiones corporales
más graves.
Desde el punto de vista sanitario, el “esguince cervical” constituye un desafío, dado que en muchos casos
constituye un “cajón de sastre” en el que se incluyen diferentes entidades clínicas, con distinto grado de
complejidad lesiva, el diagnóstico es incierto desde el punto de vista de objetivación de lesiones, el curso clínico
es variable y el pronóstico es difícil de establecer en muchos casos. Se puede incluir en ese grupo de las
denominadas “enfermedades de la civilización”, y así, se ha descrito por algunos autores que “El dolor cervical
es al automóvil lo que el dolor lumbar es para el mundo del trabajo”.
El “esguince cervical”, es un término genérico, que se conoce con diferentes denominaciones en la literatura
médica (contractura cervical, cervicalita postraumática, síndrome de latigazo cervical, esguince cervical, etc.), y
se refiere a un síndrome caracterizado por una serie de síntomas –dolor de cabeza (cefalea), o de cuello, mareos,
náuseas, vértigos, trastornos de la articulación temporomandibular etc.-, y de signos –contractura de la
musculatura cervical o de los trapecios, limitación de la movilidad del cuello, pérdida de fuerza en extremidades
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superiores, etc.-. Estos síntomas y signos pueden existir en diverso número, y tener un grado de intensidad
variable.
Se debe a una acción brusca sobre la columna vertebral cervical, con afectación de diferentes estructuras –
músculos, tendones, vasos sanguíneos, nervios, discos intervertebrales, etc.,- que sufren tensiones de
estiramiento y compresión de diferente grado, en el curso de un movimiento violento y brusco del cuello, tras la
desaceleración brusca producida al colisionar frontalmente el automóvil; con una fase inicial de flexión de la
cabeza sobre el tórax, y una fase secundaria de extensión del cuello.
Generalmente, esta lesión se produce tras un alcance trasero, con una fase inicial de extensión del cuello y una
fase ulterior de flexión, aunque puede producirse en cualquier tipo de colisión en la cual, el cuello se vea
sometido a movimientos bruscos y violentos, en cualquiera de sus ejes.
En una colisión por alcance, el cuerpo tiende a dirigirse hacia delante por transmisión de la energía del vehículo
incidente al respaldo del asiento y a los ocupantes del automóvil alcanzado. Este desplazamiento solidario del
asiento con el tronco, no se ve acompañado del mismo movimiento en la cabeza, que, debido, por una parte, a
que tiene el centro de gravedad en una situación relativamente posterior, y a que tiende a retardar su movimiento
respecto al del tronco, pivotaría hacia atrás sobre el cuello, produciendo una hiperextensión, lo que se podría
evitar mediante el reposacabezas situado adecuadamente.
La introducción de reposacabezas “activos” por parte de los fabricantes de automóviles (acercan su posición a la
parte posterior de la cabeza en caso de alcance posterior), supone un avance en la prevención de estas lesiones,
ya que las reduce en más de un 50%.
La posición correcta de los reposacabezas es de especial importancia (borde superior a la altura de la coronilla e
inclinado hacia delante al máximo), ya que la posición defectuosa (bajos e inclinados hacia atrás), favorecería la
angulación en hiperextensión de la cabeza, con el agravamiento consiguiente de lesiones.
Respecto a las colisiones por alcance a alta velocidad, debe tenerse en cuenta que suponen un porcentaje muy
pequeño de los accidentes que producen lesiones graves o mortales.
En general, son necesarias velocidades de colisión por alcance muy altas para producir lesiones graves o
mortales en los ocupantes del automóvil alcanzado, con patrones de lesiones que comprende n traumatismo
extenso de partes blandas (hematomas subcutáneos, bolsa llenas de sangre, “degollamientos”) no discernibles
desde el exterior sobre la parte dorsal del tronco, la mayoría en la zona lumbosacra; fracturas costales dorsales
múltiples a menudo combinadas con fracturas de columna (incluyendo sacro y coxis) y/o pelvis; roturas de aorta
en las zonas típicas de predisposición; roturas de hígado y bazo (particularmente en las superficies viscerales),
aunque se deben tener en cuenta otras circunstancias del accidente, tales como, grandes diferencias de masas
entre los vehículos implicados, que hacen que la energía cinética disipada en la colisión sea muy alta.
El vuelco es un accidente grave; la frecuencia de lesión grave es un 36% más alta en vuelcos que en accidentes
sin vuelco. Aproximadamente las 2/3 partes de las muertes en vuelcos suponen eyección.
Un estudio realizado en el Centro de Investigación de Accidentes (CIREN), de San Diego, California, indicaba
que los conductores de automóviles sin cinturón de seguridad que habían sufrido vuelcos tenían 1,8 veces más
lesiones vertebrales que los que si usaban cinturones de seguridad y 4,7 veces más lesiones vertebrales y
traumatismos craneoencefálicos combinados, que los que si usaban cinturón de seguridad.
Si el ocupante de un automóvil que vuelca no está sujeto por cinturón de seguridad, puede golpear con cualquier
parte del interior del compartimento del vehículo. Pueden producirse lesiones en cráneo y cuello por impacto
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contra el techo, y son frecuentes las lesiones a nivel de columna vertebral, pudiendo producirse fracturas o
luxaciones vertebrales.
Los equipos de emergencias sanitarias deben extremar las medidas de control de columna cervical y de
inmovilización del resto de columna, guardando un alto índice de sospecha de posibilidad de lesiones a este
nivel, debiendo recordar que hasta en un 10% de casos existen lesiones en columna a más de un nivel en el
mismo paciente.
El vuelco puede acompañarse de expulsión del vehículo, lo cual agrava enormemente el accidente, ya que la
mortalidad de los ocupantes despedidos es de tres veces superior respecto a los que permanecen en el interior
del vehículo.
Aunque en el vuelco, dadas sus características, se pueden producir todo tipo de lesiones, las fracturas
vertebrales, a menudo asociadas a lesión medular, son de las más características en los ocupantes no sujetos por
cinturón de seguridad.
En el caso de viajar niños en los asientos traseros, y no disponer del sistema de retención infantil apropiado,
pueden sufrir lesiones por contacto con los asientos delanteros, con materiales desprendidos del turismo con las
ventanillas o con otras partes del vehículo, saliendo despedidos por las ventanillas laterales.
Un evento muy grave y que se asocia a los vuelcos, es la eyección de ocupantes desde el interior del automóvil,
la eyección aumenta importantemente el riesgo de muerte por lesión grave.
Debe tratar de identificarse, en base a la reconstrucción del accidente, la velocidad inicial en el momento del
comienzo del vuelco, y en la fase final, sobre todo si el vehículo resulto detenido bruscamente por impacto con
algún obstáculo.
Un estudio de las deformaciones del vehículo, tanto en el exterior como en el interior, en techo, zonas laterales,
la existencia y grado de intrusión en el habitáculo, y zonas de contacto corporal con el interior del vehículo,
orientarán hacia la posibilidad de lesiones.
2- ACCIDENTES DE MOTOCICLETAS.
Los accidentes de motocicleta son responsables de un número importante de muertes relacionadas con vehículos
de motor cada año. Las leyes físicas son las mismas, pero los mecanismos de lesión son algo distintos de los que
ocurren en las colisiones de automóviles y camiones. Estas variaciones afectan a los siguientes tipos de impacto:
Impacto frontal. En una colisión frontal contra un objeto sólido, el movimiento hacia delante de la
motocicleta se detiene, ya que su centro de gravedad está situado por encima y por detrás del eje
delantero, que actúa como punto de giro en esas condiciones. La motocicleta se inclina hacia delante y
el pasajero choca con el manillar. El motorista puede sufrir lesiones en la cabeza, tórax, abdomen o
pelvis, dependiendo de la parte del cuerpo que golpee contra el manillar. Si los pies se mantienen en los
pedales de la moto y los muslos golpean con el manillar, el movimiento hacia delante será absorbido por
la zona diafisaria del fémur, provocando fractura de este.
Impacto angular. En una colisión con impacto angular la motocicleta choca con un objeto con el que
forma un ángulo. La moto cae sobre el motorista o hace que esté quede aplastado entre el vehículo y el
objeto contra el que chocó. Pueden producirse lesiones de los miembros superiores o inferiores con
fracturas, así como extensas lesiones de las partes blandas. Debido al intercambio de energía, las
lesiones pueden afectar también a los órganos abdominales.
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Impacto con lanzamiento. Dada la falta de sujeción es el motorista puede salir despedido. El motorista
continuará volando hasta que su cabeza. Brazos, tórax, abdomen y/o piernas choquen con otro objeto,
otro vehículo, poste o la propia carretera.
Prevención de las lesiones. La protección de los motoristas consiste en botas, ropa y casco; pero de los tres
elementos, es el casco es el que ofrece mayor protección. se ha demostrado que en ausencia de casco las
lesiones craneoencefálicas aumentan en más de un 300%.
Existen dos tipos de patrones de lesiones en función de la edad: Los adultos tienen tendencia a protegerse y
voltearse, siendo más frecuentes los impactos laterales e incluso posteriores; sin embargo, los niños suelen
quedarse inmóviles y de frente al vehículo. La estatura y la estructura frontal del automóvil van a condicionar
patrones diferentes.
En los niños, por su estatura son impactados con el parachoques sobre la cadera, produciéndose daño en el
fémur y la pelvis. En un segundo momento golpea del tórax, que provoca la proyección de la cabeza contra el
capó del vehículo y la consiguiente hiperflexión del cuello, y la cabeza impacta contra el capó del vehículo. El
tercer impacto lo arroja y arrastra el suelo pudiendo ser arrollado por el vehículo.
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Con víctimas mortales Considere al resto de pacientes presumiblemente como graves, debido a la
gran cantidad de energía producida.
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La atención del paciente traumatizado grave es uno de los principales retos de los sistemas de emergencia
extrahospitalaria. La mejoría de la morbimortalidad de estos pacientes se debe fundamentalmente al manejo
avanzado in situ de la vía aérea y el shock hipovolémico. Las connotaciones especiales de la medicina
extrahospitalaria (actuación en medio hostil, trabajo con instituciones no sanitarias, rapidez en la toma de
decisiones sin apoyo de pruebas complementarias, etc.) hacen que deba primar la seguridad, el orden y la
valoración clínica simultaneada con las maniobras de resucitación pertinentes.
Concepto
El trauma grave es todo aquel paciente con compromiso vital cualesquiera que sean su o sus lesiones y
localización, con la única condición de su origen traumático.
Epidemiologia
En el medio urbano el paciente tipo es un varón (76% frente al 24% mujeres) de 36 años media (el 75% de los
pacientes traumatizados graves son menores de 40 años). El sábado es el día de la semana de mayor incidencia y
la franja horaria se concentra entre las 21h y las 23h., y las 5h y las 7h a.m. Etiológicamente son los atropellos la
causa principal, seguidos del accidente de tráfico, precipitación, accidente de moto y arrollamiento. Las lesiones
principales son el traumatismo craneoencefálico, la asociación de dos o más lesiones, el traumatismo torácico y
el traumatismo abdominal en ese orden.
La asistencia inicial del paciente traumatizado grave se realiza conforme a la secuencia de prioridades expuesta
en el esquema siguiente, y siempre, atendiendo a los criterios de riesgo vital (vida, órgano,
función), posibilidad técnica, y accesibilidad.
1. Valoración de la Escena
2. Estimación inicial de gravedad
3. Valoración Primaria
4. Traslado primario a la Unidad. Inmovilización y Movilización
5. Valoración Secundaria
6. Traslado a centro útil
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1. VALORACION DE LA ESCENA
Realización de un primer reconocimiento visual, identificando los posibles riesgos en el lugar de actuación.
No se debe intervenir en las situaciones en que la seguridad del equipo no está garantizada, especialmente
ante:
Ideas preconcebidas: Los signos y síntomas que presente el paciente deben considerarse
resultado del traumatismo hasta que se demuestre lo contrario. No deben minimizarse
achacándose a consumo de tóxicos (a pesar de la alta asociación entre éste y los accidentes) o
a la ansiedad secundaria al suceso.
Valoración previa al contacto con el paciente y transmisión a la central de comunicaciones para informar de:
Para su equipo:
o No intervenga en aquellas situaciones en las que la integridad del equipo no esté garantizada.
o Utilice material de protección que preste seguridad activa (ser consciente del peligro y esperar a
los equipos de rescate, si la situación así lo requiere) y seguridad pasiva (cascos, gafas, chaleco
reflectante, chaleco anti-fragmentos, guantes, traje NBQ, máscara antigás, equipo autónomo,
ropas de protección en situaciones de fuego cedidas por bomberos, etc.).
o Valore la posible situación de inseguridad del paciente y de las personas que se encuentran en
su entorno.
o Si se encuentra ante una sospecha de incidente NBQ, priorice la información a la Central de
Comunicaciones y tome las medidas de autoprotección de manera estricta.
Seguridad pasiva: Hacer uso de todas las medidas de seguridad disponibles: cascos, gafas,
chaleco reflectante, chaleco anti-fragmentos, guantes, traje NBQ, máscara antigás, equipo
autónomo, ropas de protección en situaciones de fuego cedidas por bomberos, etc.
Solicitar recursos de apoyo e informar de la mejor forma de acceso al lugar del incidente.
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En el caso de tratarse de una intervención con riesgo NRBQ, priorizar la información a la central de
comunicaciones y tomar las medidas de autoprotección de manera estricta.
Evitar la visión en túnel (prestar atención a lo más evidente, dejando otros pacientes o situaciones sin
atender). Hay que evitar la visión sesgada de la escena que nos impide valorar adecuadamente los riesgos,
considerar el mecanismo lesional de forma previa a la valoración del paciente, e incluso da lugar a la
detección tardía de otras víctimas.
Prestar atención al mecanismo lesional, siendo una información muy importante a tener en cuenta para el
diagnóstico de lesiones, tratamiento e incluso pronóstico final. Esto es, tipo de incidente, cinemática y
biomecánica del traumatismo. Reséñelo en el informe de asistencia.
Derrumbamiento secundario
Derrumbamiento Atrapamiento
Cualquiera Electrocución
Incendio/fuga gas
Inhalación humos
Incendio Fuga gas
Cualquiera Explosiones secundarias
Exposición a tª extrema
Caos por pánico
Artefactos “trampa”
Atentado/explosión Cualquiera Tirador activo
Arrollamientos múltiples
Incendio, derrumbamiento
VALORACIÓN DE LA ESCENA
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Debe realizarse en menos de 30 segundos. Tiene por objeto conseguir una impresión de gravedad del o los
pacientes. Una vez realizado procederemos a:
Inconsciente (implica apertura de vía aérea seguida del resto de la valoración inicial). Todo ello
realizado con alineación con control manual cervical.
Compruebe el estado respiratorio del paciente, atendiendo a frecuencia respiratoria aproximada (eupneico,
bradipneico o taquipneico) y la existencia o no de disnea. Valore simetría y adecuada expansión de ambos
hemitórax.
Palpe pulso, frecuencia aproximada, amplitud de este, estimando una cifra de tensión arterial sistólica
aproximada:
Valore el estado neurológico, mediante la escala AVDN (Alerta, reacción al estímulo Verbal, al Dolor o No
respuesta) o, en su defecto, mida el componente motor de la escala de coma de Glasgow (GCS).
Desde este preciso momento, toda acción o medida que se tome sobre el traumatizado grave va a determinar la
posible resolución de su patología de forma adecuada y correcta a corto y largo plazo o, por el contrario, nos
introduciremos en un camino inhóspito y lleno de dificultades en el que la vida, órgano o función afectados del
paciente van a estar comprometidos. Una característica fundamental de la asistencia sanitaria extrahospitalaria
es el trabajo en equipo, siendo la atención al paciente traumatizado grave uno de los momentos en los que este
concepto se desarrolla plenamente. La localización del personal y del material, intercambiable en cualquier
instante, facilita las maniobras diagnósticas y terapéuticas, haciendo que estas se puedan realizar de manera
simultánea. El profesional médico se sitúa a la cabeza del paciente con el equipo de respiratorio, el profesional
de enfermería en uno de los lados del paciente con el equipo de circulatorio y el técnico(s) de emergencia se
encarga de suplir las necesidades de información, materiales o logísticas, colaborando activamente en la
colocación del resto del equipo o monitorizaciones como el monitor electrocardiógrafo, capno-pulsioximetria,
material de inmovilización y movilización.
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
La valoración inicial se desarrolla siguiendo una cascada de actuaciones secuenciales que facilitan la atención
sobre pacientes de alto riesgo de manera que no se obvien aquellas patologías o problemas que pueden quedar
enmascarados u ocultos en unos pacientes en los que su estado no es inmutable, sino que, por su dinamismo
evolutivo, precisan de una asistencia reglada y repetitiva.
La disposición en grupo de actuaciones es orientativa y tiene como base establecer las prioridades de actuación
habituales en la emergencia extrahospitalaria. Es posible variar de grupo las actuaciones en función de las
necesidades del paciente.
Permeabilice la vía aérea con control cervical, si no lo ha hecho ya. La maniobra inicial de apertura de vía
aérea, en estos pacientes, será la de elevación mandibular, fijando la frente. Coloque cánula orofaríngea
tipo Guedel.
Coloque collarín cervical sabiendo que no es la inmovilización definitiva, y que no se debe descuidar el
control manual sobre la columna cervical.
Si necesita ventilación con presión positiva, hágalo con el balón de reanimación con reservorio conectado
a fuente de oxígeno a alto flujo.
Controle aquellas hemorragias masivas que puedan comprometer la vida del paciente en poco tiempo:
o Si la hemorragia ocurriera en las extremidades, aplique el torniquete 5 – 8 cm por encima del lugar
de sangrado.
o Si la hemorragia ocurriera en otra parte del cuerpo, utilice apósitos y/o vendajes hemostáticos de
emergencia.
Proporcione oxígeno a alto flujo si el paciente está consciente y no va a ser aislada su vía aérea.
Coloque el pulsioxímetro.
Canalice una vía venosa periférica del mayor calibre que permita el paciente. Si hay dificultad para
conseguir una vía periférica en más de 60 segundos, inserte vía intraósea. Extraiga, al canalizar la vía, una
muestra sanguínea para analítica.
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Ausculte al paciente. Si tiene constancia de neumotórax a tensión, neumotórax abierto, volet costal o
rotura de la vía aérea, actúe según proceda.
Aísle vía aérea mediante intubación si es preciso, con secuencia de intubación rápida, teniendo en
cuenta las alternativas a la intubación endotraqueal en caso de vía aérea difícil, tras el primer intento de
intubación.
Valore el relleno capilar y compruebe el estado de perfusión tisular viendo el color, la temperatura de la
piel y la sudoración. Compruebe el ritmo, la frecuencia y la amplitud del pulso.
Determine la TA y ETCO2 (si paciente intubado).
Valore la existencia de taponamiento pericárdico y shock, y actúe según procedimientos.
Ante la mínima sospecha de traumatismo de pelvis, coloque la faja pélvica.
Monitorice ECG del paciente.
Administre fluidoterapia moderada, evitando sobre expandir (mantenga la TA del paciente entre 80-90
mmHg de TAS, excepto en caso de TCE severo, lesión medular, ancianos y embarazadas, donde el
objetivo será de 90-100 mmHg de TAS) con una perfusión de cristaloides, y realice reevaluación
constante.
Administre Vasopresores si no hay respuesta tras 1000 cc de suero salino fisiológico al 0,9%.
Administre Ácido tranexámico en todos los pacientes con sospecha de riesgo de hemorragia
significativa.
Administre fibrinógeno si cumple criterios metabólicos o ecográficos.
Realice analgesia y sedación según procedimiento.
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Vía aérea permeable con control cervical: elevación mandibular + cánula de Guedel.
Collarín cervical sin descuidar control manual cervical.
Si necesita ventilación: balón de reanimación con reservorio + O2.
Control de hemorragias: utilización de torniquete, apósitos hemostáticos.
Oxígeno.
Pulsioxímetro.
Canalización vía venosa periférica (o intraósea) + muestra sanguínea para analítica.
La movilización de un paciente desde el lugar donde se ha producido la lesión al vehículo que lo transportará al
centro hospitalario más adecuado, y el conjunto de medidas para efectuar dicho movimiento, es lo que se conoce
como Traslado Primario. Es prioritario porque de cómo se realice ese primer movimiento se derivará una
correcta estabilidad del paciente, así como su accesibilidad durante posibles complicaciones que se puedan
detectar.
Consta de dos fases:
Sobre el paciente:
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Métodos de movilización como el puente holandés, en bandeja, en bloque. Antes de cualquier movimiento
habrá que comprobar que el paciente se encuentra sedo-analgesiado y recibiendo las medidas terapéuticas
apropiadas a las necesidades lesivas encontradas.
En definitiva, fije correctamente los instrumentos diagnósticos necesarios para monitorización y los
dispositivos terapéuticos aplicados: sondas, vías, tubos, mascarillas de O2, así como realice la fijación del
propio paciente para traslado al habitáculo asistencial.
Es preciso recordar que la valoración secundaria es un proceso engranado con actitudes tomadas con
anterioridad, que, llegados a este punto, una vez realizado todo lo anterior, será el momento de realizar aquellas
valoraciones y acciones terapéuticas NO realizadas en la valoración primaria; asimismo buscaremos el lugar
idóneo para favorecer un ambiente térmico adecuado: preferentemente en la unidad asistencial.
Al ser un proceso engranado, la valoración secundaria se define como “zonal” y especifica de cabeza a pies, por
aparatos, usando la inspección, palpación, percusión y auscultación; pero siempre sin perder de vista una
reevaluación continúa de nuestro paciente.
Realice una breve historia médica. Reséñelo en el informe de asistencia (no olvide reseñar si ha habido
movilización previa de la víctima, así como, la valoración del mecanismo lesional).
Realice una evaluación sistemática del paciente, desde la cabeza a los pies y por aparatos, usando la
inspección, palpación, percusión y auscultación:
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Realice una exploración facial completa de ojos buscando enucleaciones, cuerpos extraños, hemorragias,
laceraciones, ojos de mapache, agudeza visual...
Busque deformidades o desgarros, hemorragias, LCR en nariz y pabellón auricular. Explore igualmente la
Cara boca, en la que, además, podrá encontrar laceraciones de la mucosa o de la lengua, fracturas dentales,
cuerpos extraños, etc.
Compruebe integridad de las estructuras óseas o, en su defecto, hundimientos, crepitaciones, fracturas,
luxaciones mandibulares, etc.
Busque cualquier alteración traumática de la estructura ósea, además de scalps (signo del escalón), salida
Cráneo
de LCR, signo de Battle en apófisis mastoides, etc.
Dentro de las estructuras blandas, busque pulsos carotídeos bilaterales, heridas, heridas sibilantes,
enfisema subcutáneo.
Cuello Compruebe la posición y desviación traqueal.
Con respecto a las partes óseas, busque lesión cérvico-medular (dolor, crepitación, desviaciones...)
En el trauma abdominal abierto, no retire los objetos penetrantes, fíjelos. No reintroduzca asas, limítese a
cubrirlas con paño estéril y humedézcalas con suero caliente.
Valore efectuar un tacto rectal (busque sangre en recto, líquido en el fondo de saco de Douglas y escalón
óseo en sínfisis).
Zona
En el tacto vaginal, además, podrá evidenciar fracturas "abiertas" de pelvis.
perineal
Coloque una sonda vesical, si no está contraindicada (sangre en meato, y/o hematoma en glande o zona
escrotal).
Valore la presencia de reflejos sensitivos (glande - esfinteriano) y priapismo como signos de posible
lesión a nivel medular.
Sus fracturas pueden conllevar una gran pérdida hemática.
Busque deformidades, heridas, hematomas, crepitaciones.
Pelvis Palpe e inspeccione. Valore realizar la presión sobre espina ilíaca anterosuperior para descartar fractura
pélvica dado que un porcentaje de ellas son indoloras y esta maniobra puede remover el tapón
hemostático.
Inmovilice pelvis con faja pélvica.
Busque fracturas abiertas o cerradas, luxaciones y lesiones músculo - ligamentosas.
Proceda a efectuar una valoración vasculonerviosa distal continua.
Extremidades
Realice sedo analgesia previamente, tracción lineal manual e inmovilice aquellas fracturas que lo precisen
mediante el sistema más adecuado al caso, y retire todos aquellos elementos que puedan comprometer la
circulación y/o el retorno venoso (anillos, pulseras etc.)
Explore con movilizaciones controladas en busca de heridas, deformidades, dolor, etc. Efectúe una
Espalda valoración motora y de las sensibilidades.
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Realice aquellas pruebas diagnósticas no efectuadas hasta ahora: glucemia, gasometría arterial, bioquímica,
Ecofast, etc.
Realice preaviso hospitalario y traslado en USVA al centro de referencia que le corresponda conforme al
procedimiento de Código 15, aportando la información necesaria al centro receptor.
Realice manejo postural en las patologías que lo requieran: TCE, traumatismo torácico, etc.
Efectúe un traslado a la velocidad más constante posible, y por el camino más conveniente (que no tiene por
qué ser el más corto), manteniendo las medidas diagnóstico-terapéuticas iniciadas, y reevaluando al paciente
en caso de aparecer nuevos síntomas o un agravamiento de su estado.
Realice la transferencia de información verbal y escrita, y del paciente al médico y enfermera receptores.
El procedimiento tiene por objeto principal la actuación operativa a seguir en aquellos casos de transferencia de
pacientes politraumatizados con los hospitales acordados para la realización de la actuación (se trata de
hospitales que disponen de unidades o equipos específicos de trauma o equipos de cirugía).
Los pacientes deben cumplir unos criterios de inclusión, que en general, consisten en criterios de trauma de
gravedad: inestabilidad hemodinámica, heridas penetrantes, nivel de conciencia alterado, amputaciones
traumáticas, quemados, etc.
Respecto a la transferencia, la Central de Comunicaciones informará al hospital de la salida del recurso desde el
lugar del incidente, y el tiempo estimado de llegada. Se comunicará cualquier cambio de estado clínico del
paciente. Durante la transferencia del paciente se aconseja que esté presente un equipo de trauma.
Situaciones especiales
Paciente quemado con quemaduras con > 15% de SCQ, quemaduras faciales, sospecha de lesión por
inhalación o distrés respiratorio, sin otras lesiones traumáticas: unidad de quemados.
Paciente en situación de inestabilidad hemodinámica con sospecha de pelvis traumática inestable: se facilitará
información expresa para preavisar al radiólogo vascular.
Reimplantes de miembros. Pacientes con amputaciones traumáticas proximales de miembros sin otras
características de gravedad añadidas y que sean susceptibles de posible reimplante: Hospital con capacidad de
reimplante.
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DEFINICIÓN
El shock se puede definir como la situación de hipoperfusión generalizada en la cual el aporte de oxígeno a
nivel celular resulta inadecuado para satisfacer las demandas metabólicas.
TIPOS DE SHOCK
Hipovolémico: principalmente hemorrágico (el más frecuente), o por pérdida de líquidos (vómitos,
diarrea, 3º espacio, etc.).
Distributivo: hipovolemia relativa para mantener el flujo sanguíneo del encéfalo y los órganos vitales.
Incluye el shock neurogénico, el shock séptico y el anafiláctico.
Cardiogénico: por fallo de bomba. Es infrecuente. Puede darse por causas intrínsecas (alteración del
músculo cardiaco, arritmias, rotura valvular…) o por causas extrínsecas (taponamiento cardiaco,
neumotórax a tensión…).
Es importante buscar los signos precoces de una inadecuada perfusión tisular. La tensión arterial sistólica (TAS)
no será de gran utilidad inicial ya que se requiere una pérdida de más del 30% del volumen sanguíneo para que
esta se reduzca, en un paciente previamente sano. Se trata por tanto de un buen indicador, pero tardío.
Valoraremos especialmente presión del pulso, frecuencia cardiaca, signos de vasoconstricción cutánea,
frecuencia respiratoria, nivel de conciencia, y diuresis.
La presencia de una disminución de la presión del pulso supone la existencia de una pérdida de volumen
sanguíneo y la puesta en marcha de mecanismos compensadores, como la taquicardia y la vasoconstricción
cutánea, que son los más precoces. Estos signos de vasoconstricción (frialdad, sudoración, palidez, relleno
capilar alargado) son de especial interés en la asistencia prehospitalaria por su precocidad y mayor especificidad
que la taquicardia; de ahí que “cualquier paciente traumatizado que esté taquicárdico y frío, se encuentra en
shock mientras no se demuestre lo contrario”.
La valoración de la taquicardia varia con la edad, considerándose patológica si mayor de 160 en el lactante, 140
en el preescolar, 120 en el escolar y 100 en el adulto. En el anciano la taquicardia puede no presentarse a veces,
por estar tratado con b-bloqueantes o por defecto en la respuesta a las catecolaminas.
El relleno capilar, valorable en el lecho subungueal (normal hasta dos segundos en pacientes sanos sin
vasculopatías previas o hipotermias), es específico y útil en el medio prehospitalario.
Nivel de conciencia: si solo es causado por hipovolemia, cuando aparece el deterioro nos habla de un paciente
en situación muy grave, con una importante disminución de la presión de perfusión cerebral.
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
La diuresis es un buen indicador de perfusión renal, sin embargo, dado que los tiempos de traslado son
relativamente cortos y que los medios de asepsia no son los ideales en el ámbito extrahospitalario, se retrasará el
sondaje vesical, en general, hasta llegar al hospital. Si el traslado fuese prolongado (>1 hora) seria obligado la
medición y control de la diuresis).
El uso del hematocrito o la hemoglobina no es útil para determinar las perdidas agudas de sangre; de forma que
pérdidas masivas de sangre pueden producir cambios mínimos en el hematocrito; y a su vez un hematocrito
normal no descarta el sangrado agudo.
Valoración inicial. ABCD, intentando descubrir precozmente signos y síntomas propios de la reducción de la
perfusión en los tejidos y del aporte de oxígeno.
o Situación de preshock: De forma precoz y progresivamente el paciente puede presentar
ansiedad, taquipnea, palidez, retraso del relleno capilar (> 2 seg), y diaforesis en las primeras
fases de shock (estado reversible).
o Shock establecido: Con signos sospechosos como taquicardia, hipotensión, extremidades frías,
pulsos periféricos débiles, estrechamiento de presión del pulso, alteración del estado mental.
oliguria y la acidosis metabólica (estado irreversible).
Busque signos de las diferentes causas de shock de origen traumático: taponamiento cardiaco, neumotórax a
tensión, contusión pulmonar, hemotórax, daño medular, contusión miocárdica, embolismo graso o gaseoso,
efectos de agentes tóxicos o farmacológicos asociados al trauma.
Controle el tiempo de asistencia y traslado para evitar retraso en la cirugía y transfusión necesaria según en
el caso (objetivo tiempos de asistencia in situ < 20 - 25 min).
Monitorice de forma continua: TA, FC, FR, ECG, SatO2 y ETCO2 (buen indicador indirecto del gasto
cardiaco).
De una forma aproximada, y teniendo en cuenta que las constantes hemodinámicas pueden estar afectadas
por factores tales como el dolor o la reacción adrenérgica inicial, considere valorar el grado de Shock
hipovolémico a través del cuadro facilitado anteriormente.
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Canalice dos vías venosas periféricas, preferiblemente de grueso calibre. Si hay dificultad para conseguir una
vía periférica en más de 60 segundos, inserte vía intraósea.
Realice analítica venosa, si es posible, previa a oxigenoterapia, con valoración gasométrica, determinación
de iones, EB, lactato y hemoglobina.
o EB < -3 mEq/l. El exceso de base es la cantidad de base (HCO3H- en mEq/l) que está por
encima o por debajo del rango normal en el cuerpo. Un número negativo indica acidosis
metabólica o disminución de la perfusión tisular y tiene una correlación con la mortalidad.
o Lactato > 4 mmol/l. Indica disminución de la perfusión tisular siendo un excelente marcador de
hipoperfusión. La medición del lactato sérico es un test sensible para estimar y monitorizar la
severidad del shock hemorrágico. Valores normales < 2 mmol/l.
o La Hemoglobina constituye también un buen indicador de hemorragia, y sus valores deben ser
también continuamente monitorizados.
o Comience con una carga rápida de 300 ml de SSF. En función del resultado, repita la
administración de volumen. Realice una “resucitación hipotensiva” buscando unos objetivos de
tratamiento como los referidos en la siguiente tabla. En general, busque unos valores de TAS
entre 80 – 90 mmHg, o una TAM de 65 mmHg.
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En paciente con Shock Hemorrágico y TCE asociado, utilice Suero salino hipertónico 7,5%:
Administre Ácido Tranexámico en todos los pacientes con sospecha de riesgo de hemorragia
significativa y menos de 3 horas de evolución, por: criterios hemodinámicos (TAS < 90 mmHg y FC >
110 lpm mantenida) o por criterios metabólicos (EB < -6, o Lactato > 4) o por criterios de imagen
(ecografía) con sospecha de hemorragia.
Realice ECOFAST si es posible ampliado sin retrasar otras maniobras terapéuticas ni traslado a centro
útil, como apoyo al diagnóstico etiológico del shock mediante una revisión sistemática de los espacios
perihepático, hepatorrenal (Morrison), periesplénico, pélvico (Douglas), pericárdico y pleurales.
Aplique medidas para reducir la pérdida de calor y evitar la hipotermia. Mantenga la temperatura
corporal por encima de 35ºC.
Evitar la Hipoxia: mantenga valores de SatO2 entre 94-96% (con admón.de oxígeno).
Valore nueva administración de volumen intentando mantener los objetivos tensionales indicados
anteriormente.
Corrija la acidosis metabólica si el pH < 7,20 con bicarbonato sódico, obtenida en la segunda analítica;
así como los trastornos hidroelectrolíticos a su alcance y alteraciones de la glucemia; corrija los
trastornos hidroelectrolíticos detectados en la analítica: evitando hiponatremia e hiperglucemia.
Realice tratamiento etiológico de otros tipos de shock traumáticos (no hipovolémicos) asociados:
shock obstructivo, shock distributivo de causa neurogénica.
Realice traslado en SVA con preaviso hospitalario a velocidad constante para no afectar más al estado
hemodinámico.
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Valoración inicial. ABCD. Busque signos de las diferentes causas de shock de origen traumático.
Controle el tiempo de asistencia y traslado para evitar retraso en la cirugía y transfusión necesaria
según en el caso (objetivo tiempos de asistencia < 20 - 25 min).
Decúbito supino.
Analítica venosa, previa a oxigenoterapia, con valoración gasométrica, determinación de iones, EB,
lactato, hemoglobina.
Ácido Tranexámico, 1 g IV: pacientes con sospecha de riesgo de hemorragia significativa por:
criterios hemodinámicos, por criterios metabólicos (EB < -6, o Lactato > 4) o por criterios de imagen
(ecografía) con sospecha de hemorragia.
ECOFAST, mediante una revisión sistemática de los espacios peri hepático, hepatorrenal (Morrison),
peri esplénico, pélvico (Douglas) y pericárdico.
Corregir ac metabólica con Bicarbonato sódico si pH < 7,20, obtenido en la segunda analítica; así
como trastornos hidroelectrolíticos detectados.
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Estos apósitos hemostáticos compuestos de chitosan (derivado del caparazón de las gambas) se hacen viscosos
en contacto con la sangre sellando la herida y reduciendo la hemorragia. Para aplicarlo depende del tipo de
material.
En caso del apósito sólo hay que abrir el envase, cubrir la herida con la parte que NO pone THIS SIDE UP, y
presionar sobre el apósito donde pone THIS SIDE UP durante 2 minutos. Luego vendar de la forma habitual.
En caso de los gránulos sólo hay que abrir el envase, secar brevemente la zona sangrante con gasas para
empapar la sangre, cubrir la herida con los gránulos, y presionar sobre la zona afectada con gasas secas durante
5 minutos. Luego vendar de la forma habitual.
En el caso de la venda, sólo hay que abrir el envase, secar brevemente la zona sangrante con gasas para empapar
la sangre, insertar el vendaje por el extremo que está suelto en la herida a medida que se desenrolla la venda, y
luego tapar la herida con el resto del vendaje. La presión se mantendrá durante 5 minutos con una gasa. Luego
vendar de la forma habitual.
TORNIQUETE
Técnica de colocación
Antes de aplicar el torniquete, se debe descubrir y elevar la extremidad lesionada facilitando manualmente el
paso de sangre hacia la circulación general.
Se coloca la cinta de nylon a través de la hebilla alrededor del miembro descubierto, directamente sobre la piel a
5-8 cm por encima de la herida sangrante. Evite su colocación sobre articulaciones o sobre ropa. Se fija el
velcro que ajusta la cinta al miembro.
Se ejerce una presión circunferencial sobre el miembro lesionado, girando la pieza de aluminio sobre la banda, y
se ancla ésta mediante el dispositivo al efecto, cuando alcanza la presión necesaria para eliminar el
sangrado.
El torniquete ha de estar siempre visible (no cubrir con vendaje compresivo).
Se indica en el informe y en parte visible sobre el paciente la hora de inicio de la isquemia en formato de 24 h
(ej. “T” a las 13 h).
Ante la ineficacia del primer torniquete, se coloca otro por encima del anterior, valorando la posibilidad del
empleo de agentes hemostáticos, si disponemos de ellos.
No se retira hasta la llegada al hospital. Si el tiempo de isquemia es superior a 2 h, se debe retirar y verificar la
ausencia de sangrado, sustituyéndolo por un vendaje compresivo.
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DEFINICIÓN
El traumatismo craneoencefálico (TCE) es una patología frecuente en los países industrializados, constituyendo
una de las principales causas de muerte entre la población pediátrica y adulta joven.
Una dificultad importante a la hora de plantear un estudio epidemiológico adecuado es la falta de consenso para
establecer una definición de TCE: mientras que la mayoría de los autores consideran TCE cuando hay evidencia
de lesión cerebral con pérdida de conciencia o amnesia post-traumática entre otros signos, los hay que no
atienden a las causas externas desencadenantes del traumatismo, mientras que para otros éstas constituyen un
punto fundamental. Como ésta, existen muchas otras discrepancias que, en definitiva, sólo conducen a crear más
confusión en este terreno. Se podría aceptar como válida la definición adoptada en un estudio epidemiológico de
San Diego (EE. UU.) en el que se acepta como TCE “cualquier lesión física o deterioro funcional del contenido
craneal secundario a un intercambio brusco de energía mecánica”. En esta definición sí se tienen en cuenta las
causas externas que pueden provocar contusión, conmoción, hemorragia o laceración del cerebro, cerebelo y
tallo encefálico hasta la primera vértebra cervical.
El diagnóstico, tratamiento y pronóstico de este tipo de lesiones se ha visto modificado, en los últimos años en
base a la introducción de nuevas técnicas, como la monitorización de la presión intracraneal (PIC), la tomografía
axial computarizada (TAC) y a un mayor énfasis sobre el concepto de lesión secundaria dirigido,
principalmente, a su prevención y tratamiento. Según esto, parece evidente que un manejo precoz del TCE
llevaría a un descenso tanto de la mortalidad como de las secuelas derivadas de esta patología.
CLASIFICACIÓN
Se realiza teniendo en cuenta el nivel de conciencia medido según la “Glasgow Coma Scale” (GCS). La GCS
evalúa tres tipos de respuesta de forma independiente: ocular, verbal y motora. Se considera que un paciente
está en coma cuando la puntuación resultante de la suma de las distintas respuestas es inferior a 9. Dificultades a
la hora de evaluar al paciente con este método serían el edema de párpados, afasia, intubación, sedación, etc.
Otro sistema de evaluación es la regla AVDN, que clasifica al paciente en 4 categorías: 1.- alerta; 2.- responde a
estímulos verbales; 3.- responde a estímulos dolorosos y 4.- no responde. En algunos sitios se continúa
utilizando, básicamente en la asistencia prehospitalaria.
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Se caracteriza por:
La presencia de síntomas como pérdida de conciencia, amnesia, cefalea holocraneal, vómitos incoercibles,
agitación o alteración del estado mental, van a diferenciar un TCE leve de un impacto craneal sin importancia
que permanecería asintomático tras el golpe y durante la asistencia médica.
Los TCE leves deben permanecer bajo observación las 24 horas siguientes al golpe. Si existen antecedentes de
toma de anticoagulantes o intervención neuroquirúrgica, GCS 14, > 60 años o crisis convulsiva tras el
traumatismo, presentan mayor riesgo de lesión intracraneal.
Se caracteriza por:
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
Es importante descartar previamente aquellos casos en los existan factores que causen deterioro del nivel de
conciencia como alcohol, drogas, shock, hipoxia severa o que haya permanecido con ese nivel de conciencia al
menos durante 6 horas.
Atendiendo a esta clasificación, los TCE moderados y graves deberían ser trasladados en un primer momento a
centros hospitalarios en los que se disponga de servicio de neurocirugía, mientras que los leves sólo serían
remitidos a estos centros en caso de que presentaran TAC seriados patológicos, fracturas de cráneo, heridas
abiertas, o aquellos en los que la gravedad de las lesiones extracraneales dificulte seriamente el seguimiento
neurológico del paciente.
Se considera TCE potencialmente grave a todo impacto craneal aparentemente leve con probabilidad de
deteriorarse neurológicamente en las primeras 48 horas postraumatismo.
Precisamente puede existir mayor mortalidad relacionada con este tipo de traumatismos, ya que existe una
mayor probabilidad de que sean diagnosticados y tratados de forma inadecuada. Se definen unos marcadores de
gravedad en este tipo de TCE, como serían: el mecanismo lesional (caídas, accidentes de tráfico...), la edad (al
ser más frecuente en adultos sobre todo mayores de 60 años), pérdida transitoria de la conciencia, la amnesia de
duración superior a 5 minutos, agitación, signos de focalidad neurológica, cefaleas y vómitos.
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TCE LEVE
Valoración inicial del paciente: Evaluación del nivel de conciencia según la escala de Glasgow, si presenta
amnesia postraumática, si ha habido pérdida de conocimiento; si existen déficits focales neurológicos o
asimetrías en la exploración neurológica.
La anamnesis deberá incluir los cofactores de morbilidad para un traumatismo craneal: edad (mayor de 60
años), coagulopatías (tto con antiagregantes, tto con anticoagulantes...), neurocirugía previa, epilepsia e
historia de abuso de alcohol y drogas.
Traslade a Hospital utilizando como referencia el cuadro anterior; además, a todos los pacientes con un
TCE leve y sospecha de maltrato infantil, ancianos en situación de riesgo y violencia de género.
Asimismo, traslade siempre que no sea posible que el paciente sea observado durante 24-48 horas.
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
TCE MODERADO
Evite la hipoxia. Administre oxigenoterapia a alto flujo (10-12 l/min) con el objetivo de conseguir SpO2
entre 94-96%.
Canalice acceso venoso: vía periférica y si no es posible, intraósea. Extraiga una muestra sanguínea para
analítica.
Evite Hipotensión. Mantenga niveles de TAM por encima de 80 mmHg. Con esos objetivos, perfunda
cristaloides en función del estado hemodinámico, evitando sobreexpansión. Comience inicialmente con 300
ml de SSF en 20 min en pacientes con un estado hemodinámico compatible con tipo I o II de la clasificación
de shock, y observe respuesta. En un paciente con TCE asociado con hipotensión, busque otras causas en
este caso y utilice Suero salino hipertónico 7,5%. No emplee soluciones glucosadas a no ser que exista
hipoglucemia.
Valore el estado hemodinámico del paciente mediante los niveles de lactato y EB y corrija las alteraciones
hidroelectrolíticas a su alcance. Evite Hiponatremia e hiperglucemia.
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Valore el aislamiento de la vía aérea mediante intubación endotraqueal. Preoxigene siempre al paciente,
incluso en apnea. Extreme el cuidado en el manejo posicional y de movimiento en la realización de esta
técnica; y realice ventilación mecánica.
Administre ácido Tranexámico, lo más precozmente posible (en la primera hora tras el traumatismo). Sólo en
el traumatismo craneoencefálico moderado.
Analgesie y sede cuando proceda, según procedimiento; si el paciente presenta náuseas y/o vómitos
administre antiemético.
Aísle térmicamente al paciente intentando la normotermia. Mantenga la temperatura corporal por encima de
35ºC, evitando temperatura > 37ºC.
TCE MODERADO
• Collarín cervical.
• Valorar el estado hemodinámico a través de la analítica. Determinar INR en pacientes que toman
ACO.
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TCE SEVERO
Evite la hipoxia, Administre oxigenoterapia a alto flujo (10-12 l/min.) con el objetivo de conseguir SpO2
entre 94-96%.
Canalice acceso venoso: vía periférica y si no es posible, intraósea. Extraiga una muestra sanguínea para
analítica.
Evite Hipotensión. Mantenga niveles de TAM por encima de 80 mmHg. Con esos objetivos, perfunda
cristaloides en función del estado hemodinámico, evitando sobreexpansión. Comience inicialmente con 300
ml de SSF en 20 min en pacientes con un estado hemodinámico compatible con tipo I o II de la clasificación
de shock, y observe respuesta. En un paciente con TCE asociado con hipotensión, busque otras causas en
este caso y utilice Suero salino hipertónico 7,5%. No emplee soluciones glucosadas a no ser que exista
hipoglucemia.
Valore el estado hemodinámico del paciente mediante los niveles de lactato y EB y corrija las alteraciones
hidroelectrolíticas a su alcance. Evite Hiponatremia e hiperglucemia.
Valore el aislamiento de la vía aérea mediante intubación endotraqueal. Preoxigene siempre al paciente,
incluso en apnea. Extreme el cuidado en el manejo posicional y de movimiento en la realización de esta
técnica; y realice ventilación mecánica.
Analgesie y sede cuando proceda, según procedimiento; si el paciente presenta náuseas y/o vómitos
administre antiemético.
o Procure una sedorrelajación adecuada del paciente, y evite, en lo posible, maniobras que puedan
incrementar la PIC.
o Si realiza aspiración orogástrica o por TET, hágalo con mucho cuidado para evitar maniobras
de Valsalva que provoquen un aumento de la PIC.
o Realice hiperventilación moderada con control de parámetros metabólicos (ETCO2 entre 25-30
mmHg y Pa CO2 entre 30-35 mmHg).
Administre Suero salino hipertónico al 7,5 %, como primera opción terapéutica en pacientes inestables:
como alternativa, manitol iv (precisa control de la diuresis por sondaje vesical).
Si no existe contraindicación, coloque al paciente en posición de anti - Trendelemburg a 30º y con posición
neutra de cabeza. Coloque el inmovilizador de cabeza.
Si realiza aspiración orogástrica o por TET, hágalo con mucho cuidado para no provocar maniobras de
Valsalva que provoquen aumento de la PIC.
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
TCE SEVERO
• Collarín cervical.
• Si aspiración orogástrica o por TET: con mucho cuidado para no provocar maniobras de Valsalva
que provoquen aumento de la PIC; tratar las convulsiones si aparecen; realizar cobertura aséptica de
la herida, si el traumatismo es abierto.
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5. TRAUMATISMO TORACICO
DEFINICIÓN
El traumatismo torácico es todo traumatismo que lesiona o altera alguna de las estructuras del tórax (caja
torácica, pulmones, corazón, grandes vasos y resto de estructuras mediastínicas).
La ausencia de lesiones torácicas externas y/o fracturas costales, no excluye la existencia de lesiones
intratorácicas que pueden comprometer la vida. Su presencia en un politraumatizado se considera marcador de
gravedad.
Todo este abundante y variado tipo de lesiones traumáticas del tórax en algunas ocasiones pueden presentarse
aisladas, pero lo habitual es que vayan asociadas. En un traumatismo torácico grave raramente se dará solamente
una lesión, sino que serán varias y, habitualmente, a diferentes niveles.
Su mayor incidencia se observa en varones de 30-40 años. La necesidad de cirugía inmediata es baja (10-15%)5
por lo que en la mayoría de las situaciones pueden ser solucionadas por el personal de urgencias en primer lugar
y posteriormente en el hospital.
Por orden de frecuencia, las lesiones que se producen en un traumatismo torácico asientan en:
• La pared torácica (50-70%). Siendo las fracturas costales las más frecuentes.
• Los pulmones (20%).
• Otras estructuras intratorácicas (18-20%). Entre estas, el corazón (7-9%), el diafragma (7%), el esófago
(0,5-7%) y los grandes vasos (4%).
Este tipo de lesiones deben ser reconocidas y tratadas durante la valoración primaria, puesto que pueden
ocasionar la muerte del paciente en pocos minutos, sin dar tiempo a llegar al hospital.
o Contusión pulmonar.
o Contusión miocárdica.
o Rotura traumática de aorta y grandes vasos.
o Lesión del árbol traqueobronquial.
o Rotura diafragmática.
o Rotura esofágica.
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o Neumotórax simple.
o Hemotórax simple.
o Fracturas costales aisladas.
o Fractura de esternón.
El manejo y tratamiento del paciente con traumatismo de tórax, se realiza de manera genérica conforme al
siguiente esquema. Posteriormente, se enuncia el tratamiento específico de los principales traumatismos.
Examine la escena del suceso para evaluar el mecanismo lesional. Reséñelo en el informe de asistencia.
Canalice acceso venoso periférico, y si no es posible, acceso intraóseo. Tome muestra para analítica.
Perfunda fluidos en función del estado hemodinámico, evitando sobreexpansión y realice reevaluación
constante.
Realice ventilación mecánica, ajustando los parámetros, modificándolos en función de ETCO2 y PaCO2 (Se
consideran valores óptimos de ETCO2: 30-35 mmHg y PaCO2 de 35-40 mmHg). Vigile el pico de presión
inspiratoria del respirador.
Aplique medidas para reducir la pérdida de calor y evitar la hipotermia. Mantenga la temperatura corporal
por encima de 35ºC.
Traslade en USVA con preaviso hospitalario, con el paciente en posición semisentada de no existir
contraindicación. Active cód. 15.
NEUMOTÓRAX ABIERTO
La comunicación directa y continua entre el espacio pleural y el exterior a través de una herida permite la
entrada de aire atmosférico en la inspiración y la salida en la espiración. La herida succionarte hace un ruido
característico en cada movimiento respiratorio que se denomina traumatopnea.
Si la herida no es muy grande, la ocupación del espacio pleural no es completa, por lo que se provoca un
neumotórax simple.
Valoración inicial, con especial atención a las heridas de tamaño igual o mayor a los 2/3 del diámetro de la
tráquea, porque el aire, por equilibrio de presiones, penetrará preferentemente por la herida a la cavidad
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pleural. Los signos clínicos y síntomas principales son: dolor, dificultad para respirar, taquipnea,
disminución de los sonidos respiratorios en el lado afectado y sonido ruidoso del aire a través de la lesión de
la pared torácica.
Coloque el parche torácico tipo Asherman, procurando que la herida quede en el centro del parche, y
reevalúe al paciente, intentando evitar el aumento del tamaño de la herida pulmonar.
NEUMOTÓRAX A TENSIÓN
Realice toracocentesis, preferentemente en línea medio axilar a nivel del 3º-4º espacio intercostal. Una
alternativa es en la línea medio clavicular en el 2º espacio intercostal, en ambos casos, del lado afecto,
mediante la punción de catéter iv según procedimiento específico. Si la situación lo permite, anestesie de
forma local previamente.
Realice siempre toracostomía, tras la toracocentesis, con tubo de tórax en 4º espacio intercostal, línea
medio axilar, con paciente semisentado.
HEMOTÓRAX MASIVO
Se trata de la ocupación por sangre del espacio pleural. Suele ser consecuencia del sangrado de los tejidos
adyacentes o del parénquima pulmonar. En los adultos, cada espacio pleural puede albergar 2500-3000 ml de
sangre. Asociado frecuentemente a neumotórax (hemo neumotórax).
Se puede producir por traumatismo cerrado (contusión) o por traumatismo penetrante (herida incisa).
Clínicamente su presentación es similar a la de los neumotórax, salvo por la existencia de una matidez a la
percusión del lado afecto.
El manejo inicial del hemotórax masivo debe incluir dos medidas simultáneas: restauración del volumen
sanguíneo y descompresión de la cavidad torácica.
Realice una “resucitación hipotensiva”; en general, busque unos valores de TAS entre 80 – 90 mmHg, o
una TAM de 65mmHg. Aplique el tratamiento descrito el shock hemorrágico: cargas de SSF, drogas
vasoactivas si no se logran objetivos tensionales; administración de ácido tranexámico y administración
de fibrinógeno (si cumple criterios).
Realice siempre toracostomía, tras la toracocentesis, con tubo de tórax en 4º espacio intercostal, línea
medio axilar, con paciente semisentado. Tenga en cuenta que un débito inmediato de 1500 ml o más de
sangre generalmente indica la necesidad de una toracotomía urgente.
Son fracturas costales con más de un foco de fractura en cada arco costal, de tres o más costillas contiguas.
También pueden aparecer como consecuencia de fracturas costales en un solo punto, acompañadas de
desinserciones condrocostales o de fractura esternal.
La zona lesionada presenta movimiento paradójico respecto a la pared torácica, hacia dentro en la inspiración
(presión intrapleural menor que la presión atmosférica) y hacia fuera durante la espiración (presión intrapleural
mayor que la presión atmosférica). Puede originarse un movimiento de “bamboleo mediastínico”, que se
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desplazará hacia el hemitórax contralateral (sano) durante la inspiración y hacia el lado de la lesión durante la
espiración.
Suele ser de localización anterior (participan los cartílagos costales) o lateral, pero también se puede producir en
la zona central (las líneas de fracturas están situadas cada una en un hemitórax, a veces con la participación del
esternón fracturado) o posterior (no crea una zona inestable por la potente musculatura y por la inmovilización
del decúbito y de la escápula).
TAPONAMIENTO CARDÍACO
Se define por el llenado de una cantidad pequeña de sangre a presión en el saco pericárdico (100-300 ml). Esta
sangre suele proceder de una rotura cardiaca o de grandes vasos.
Se produce tanto por traumatismos torácicos penetrantes (más frecuente) como por traumatismos cerrados.
Dentro de los traumatismos penetrantes, las lesiones por arma blanca (lo más frecuente) suelen afectar a una
sola cámara cardiaca mientras que las lesiones por arma de fuego generalmente afectan a más de una cámara. En
general, las cámaras derechas del corazón son las más lesionadas, por estar más próximas a la pared anterior.
Las lesiones torácicas que cursan con taponamiento cardiaco tienen una alta letalidad (50- 80%). Además,
suelen asociarse a otras lesiones de diversa gravedad.
Valoración inicial con especial atención a la inestabilidad hemodinámica. LA ecografía es de gran utilidad
para realizar un diagnóstico más preciso de esta entidad.
Realice lo antes posible una pericardiocentesis, según procedimiento técnico y con seguimiento ecográfico.
Dado que la pericardiocentesis no constituye el tratamiento definitivo, cuando se realice, tenga en cuenta que
deberá dejar alojado un catéter flexible, dado que la prioridad es aspirar lo antes posible y de forma
ininterrumpida el líquido pericárdico.
Aplique el tratamiento descrito el shock hemorrágico: cargas de SSF, drogas vasoactivas si no se logran
objetivos tensionales; administración de ácido tranexámico y administración de fibrinógeno (si cumple
criterios).
El traumatismo de aorta torácica puede producirse por traumatismos penetrantes o cerrados, y suele estar
asociadas a fractura de esternón, clavícula y primeras dos costillas.
El traumatismo penetrante suele producirse por armas punzocortantes y proyectiles. Los daños que generan
dependerán de la energía cinética que se pierda después que el proyectil entre en el tejido.
Los traumatismos torácicos cerrados presentan lesión de aorta torácica en el 15% de los casos. Los mecanismos
de producción más frecuentes son: deceleración (rotura de istmo o aorta ascendente) y compresión externa
(rotura de istmo o aorta descendente).
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La mortalidad de las roturas de aorta en accidentes de tráfico es muy alta. La mortalidad si la rotura es completa
asciende al 80-90%, mientras que si hay preservación de la adventicia la mortalidad es del 40% en las primeras
24 horas.
Valoración inicial con especial atención a la presencia de dolor torácico transfixiante y diferencias de
intensidad entre los pulsos distales de las extremidades superiores. Sospéchela ante estos síntomas, severa
inestabilidad hemodinámica y un mecanismo lesional de gran deceleración.
Se deberá priorizar el traslado urgente para cirugía antes que cualquier otra opción diagnóstica o terapéutica.
Las roturas de la vía aérea gruesa son lesiones raras, pero graves (mortalidad de un 30%) y en ocasiones de
diagnóstico diferido.
Valoración inicial con especial atención a la aparición de un enfisema subcutáneo masivo de aparición
rápida, neumotórax y obstrucción de la vía aérea por sangrado.
Valore el aislamiento de la vía aérea, teniendo en cuenta que, en estos casos, la intubación endotraqueal
puede agravar el cuadro. Si lo intenta, intente pasar el tubo endotraqueal uniendo los dos extremos de la
tráquea seccionada. En modo alguno, están indicados los dispositivos supraglóticos.
Sin la intubación de ese modo no fuera posible, realice cricotiroidotomía, a ser posible, introduciendo un
TET con balón de neumotaponamiento.
CONTUSIÓN MIOCÁRDICA
Se produce por compresión entre columna y esternón, deceleración e incrementos bruscos de la presión
intratorácica (impacto en el tórax con fuerzas cinéticas transmitidas a la víscera y a la columna de sangre).
La pared anterior del ventrículo derecho es más vulnerable por su cercanía al esternón, seguido de la parte
anterior del tabique interventricular y la porción anterior apical del ventrículo izquierdo; sin embargo, las altas
presiones en ventrículo izquierdo hacen que las lesiones valvulares más frecuentes sean la aortica y la mitral.
La lesión pericárdica y el hemo-pericardio con o sin taponamiento pueden ocurrir hasta una semana tras el
trauma.
Valoración inicial con especial atención a la aparición de arritmias, alteraciones del segmento ST, o bien con
signos y síntomas de taponamiento cardiaco, pues esa es una de las formas iniciales de presentación.
Monitorice ECG de forma continua. Valore realización de ECG de 12 derivaciones. Descarte isquemia
coincidente.
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ROTURA DIAFRAGMÁTICA
La causa más común de lesión traumática del diafragma es el traumatismo penetrante; las lesiones por
traumatismo cerrado son raras. Las heridas diafragmáticas deben sospecharse cuando las lesiones externas se
encuentran por debajo del 5º espacio intercostal en la parte anterior del tórax o del 7º espacio intercostal en la
espalda. También hay que tener en cuenta que una herida en el epigastrio o en el abdomen superior puede
penetrar hacia arriba produciendo perforación del diafragma. En el caso de las lesiones penetrantes las roturas
suelen ser pequeñas y sin herniación inicial de vísceras abdominales a la cavidad torácica.
Las heridas diafragmáticas también pueden producirse por aumento de la presión intraabdominal.
La rotura diafragmática tras traumatismo cerrado se sitúa, característicamente, en la zona posterior del
hemidiafragma izquierdo, con paso de vísceras abdominales al tórax (estomago, bazo, hígado, asas intestinales).
El hemidiafragma derecho es menos susceptible de lesionarse porque se encuentra protegido por el hígado.
Habitualmente, estas lesiones están asociadas a otras importantes lesiones abdominales, pélvicas y torácicas.
Es más frecuente en el lado izquierdo, provocado, en general, por compresión sobre el abdomen y parte inferior
del tórax, y en lesiones penetrantes por debajo del 5º espacio intercostal.
Valoración inicial, con especial atención a la aparición de un enfisema subcutáneo masivo de aparición
rápida. Ante sospecha de esta patología, inserte SNG para discriminar, mediante auscultación, la presencia
de un neumotórax.
Aísle vía aérea mediante IOT de forma precoz, ventilando con bolsa de reanimación con reservorio lo menos
posible (volúmenes pequeños).
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6. TRAUMATISMO ABDOMINAL
DEFINICIÓN
Se entiende por traumatismo abdominal aquellas lesiones que son producidas por un agente externo sobre el
abdomen, pudiendo causar daño tanto a órganos como tejidos contenidos en él.
La evaluación del traumatismo abdominal representa un reto para el profesional de urgencias extrahospitalarias,
debido a la dificultad que entraña realizar un diagnóstico certero, unido a la elevada mortalidad previsible que
presenta este tipo de lesiones. El pronóstico está determinado por la rápida detección de las lesiones, así como el
control de las hemorragias y la prevención de contaminación de la cavidad peritoneal.
Se debe prestar especial atención al mecanismo lesional; realizar una evaluación minuciosa de todos los signos
clínicos del abdomen:
Evaluación externa, buscando: Hematomas, abrasiones, perforaciones, contusiones, heridas, defensa
abdominal, abdomen en tabla (síntoma de peritonismo, signo del cinturón.
Valoración de los signos relacionados con el área geniotourinaria: escroto (hematomas, equimosis,
laceraciones, desgarro); pene (restos de sangre, fractura, amputación); vulva y vagina (heridas,
desgarros, fístulas
Valoración del esfínter anal. (tono y sangre)
Considerando como criterios de gravedad: Inestabilidad hemodinámica, signos peritoneales, sangre en sistema
genitourinario y e-Fast +.
Se debe de sospechar en un paciente politraumatizado la presencia de trauma abdominal, son lesiones que
pueden pasar inadvertidas en un primer momento pero que sus complicaciones posteriores causan una elevada
mortalidad.
ANATOMIA ABDOMINAL
Cavidad peritoneal: se puede subdividir en cavidad peritoneal superior e inferior. La primera alberga
el hígado, bazo, estómago y colon transverso. La cavidad peritoneal inferior contiene el colon
ascendente, descendente, sigma e intestino delgado.
Cavidad o espacio retroperitoneal: contiene los vasos sanguíneos principales, como la aorta
descendente y la vena cava inferior; el páncreas, riñones, uréteres y gran parte del duodeno. El
traumatismo localizado en este espacio cobra especial importancia en la valoración inicial, ya que los
signos y síntomas precoces pueden pasar desapercibidos.
Cavidad pélvica: contiene la zona más baja del espacio retroperitoneal. Contiene los órganos
reproductores femeninos (de forma externa los masculinos), vasos iliacos, vejiga y recto.
Para facilitar la localización anatómica de las posibles lesiones, dividimos el espacio en 9 secciones, quedando
cada cuadrante con una denominación: hipocondrio derecho, epigastrio, hipocondrio izquierdo, flanco derecho,
mesogastrio, flanco izquierdo, fosa iliaca derecha, hipogastrio y fosa iliaca izquierda.
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CLASIFICACIÓN
Traumatismo abdominal cerrado. Existe solución de continuidad en la pared abdominal. Las lesiones
se producen en los órganos internos, principalmente por movimientos de aceleración /desaceleración
bruscos o aumentos significativos de la presión abdominal (contusiones).
La incidencia de los traumatismos cerrados supone el 80-90% de los casos. Las lesiones más frecuentes son en
el bazo (50-60%), en el hígado (34%) y en el intestino delgado (5-15%).
Las lesiones se suelen producir generalmente por fuerzas de compresión o cizallamiento. En el primer caso, se
producen habitualmente por la contusión o impacto con un objeto sólido, con gran intensidad. En el segundo
caso, se producen fuerzas de desgarro, normalmente de órganos sólidos como el hígado, y vasos sanguíneos,
provocando hemorragias internas que pueden cursan con una gran inestabilidad hemodinámica. Se produce un
aumento de la presión intraabdominal, que puede ocasionar el desplazamiento de órganos internos, pudiendo
causar la rotura de éstos, o compresión a otros órganos adyacentes, así como presión a la cavidad torácica,
provocando deterioro de la función respiratoria, y comprometiendo por doble partida la estabilidad
hemodinámica del paciente.
Dada la dificultad que entraña diagnosticar este tipo de traumatismos, cobra especial importancia conocer el
mecanismo lesional, intentando recabar el mayor número de datos posible para averiguar cómo se ha
producido. La exploración física tiene poco valor diagnóstico, pero habrá que buscar contusiones, abrasiones o
hematomas.
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Bazo: es el órgano que más frecuentemente se lesiona en el traumatismo cerrado. Se asocia a trauma contuso
y fracturas costales izquierdas bajas. Existen tres tipos de rotura esplénica: traumática aguda, traumática
diferida y espontanea.
Hígado: es el segundo órgano más lesionado. Es un órgano muy revascularizado, por lo que su sangrado
puede desembocar en una situación de shock.
Riñón: el mecanismo de producción más frecuente de la lesión es por contusión. Se debe sospechar ante la
fractura de las costillas inferiores o vértebras lumbares; las fuerzas de desaceleración pueden lesionar la
arteria renal, pudiendo llegar a ocasionar una necrosis tubular renal aguda.
Lesiones de vísceras huecas: se puede producir desgarro del intestino delgado por fuerzas de desaceleración
con cizallamiento; lesiones vesicales por contusión.
Diafragma: El traumatismo de diafragma es de difícil diagnóstico, excepto cuando se presenta una clínica de
compromiso respiratorio debido a la herniación del contenido abdominal hacia la cavidad torácica.
Páncreas: la lesión traumática en el páncreas presenta una gran morbimortalidad. Suele lesionarse por
impactos y por compresión del epigastrio con la columna vertebral.
La incidencia de los traumatismos abiertos es menor, supone entre el 10-20% de los casos y son producidos en
su mayoría por arma blanca (60%), seguidos por arma de fuego (20%), y el resto se producen por asta de toro,
empalamientos, etc. Las lesiones más frecuentes son en el intestino delgado (30-50%), en el hígado (24%) y en
el bazo (14%).
La mayoría de ellas precisa tratamiento quirúrgico. Los proyectiles lanzados por un arma de fuego causan
diversas lesiones a su paso por el cuerpo, produciendo cavitaciones. Se debe buscar la existencia de orificio de
entrada y de salida. El orificio de salida normalmente presenta un tamaño e irregularidad mayores que el de
entrada, el orificio es irregular y de labios evertidos. La localización del orificio de entrada y salida ayudará a
sospechar los órganos afectados por la trayectoria del proyectil, según el recorrido que haya podido seguir.
Es interesante recabar el mayor número de datos posible acerca del tipo de arma utilizada (pistola, rifle,
escopeta de posta o perdigones, etc.), la distancia del arma, numero de disparos, contexto en que se ha
producido y la posición del paciente, ya que orientará a determinar la gravedad de la lesión.
En este tipo de traumatismos, es importante identificar el tipo de arma utilizado y la trayectoria que ha seguido;
así como conocer y averiguar si el arma blanca acaba en punta o es romo, si es de sierra o liso, las dimensiones
de este, la zona abdominal afectada, el número de impactos recibidos y la posibilidad de movimiento del arma
una vez que ha penetrado (ya que puede presentar lesiones internas más graves, que no se corresponden con lo
que se observa).
Objetos empalados.
En el empalamiento, el objeto permanece insertado en el abdomen de la víctima, bien sean trozos de un vehículo
accidentado, vallas, un cuchillo o cualquier objeto punzante que no ha sido extraído. En estos casos es de vital
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importancia no mover el objeto, ni extraerlo ya que el mismo puede estar ejerciendo una acción compresora
sobre los vasos que le rodean.
El tratamiento está orientado a inmovilizar el objeto para su posterior retirada, utilizando para ello gasas y
vendas que lo fijen y sujeten al cuerpo de la víctima. Su extracción se realizará en un quirófano y con ayuda de
los medios diagnósticos adecuados.
Evisceración
Es la salida de vísceras al exterior, a través de una herida abdominal. No se debe intentar reintroducir en el
abdomen, la actuación en el medio prehospitalario estará encaminada a garantizar que se mantenga húmedo para
evitar la necrosis del tejido, cubriendo las vísceras con compresas estériles empapadas en solución salina estéril
caliente, humedeciéndolas cada cierto tiempo.
Valoración inicial. ABCD, intentando descartar precozmente signos y síntomas propios de la reducción
de la perfusión en los tejidos del aporte de oxígeno.
o Precozmente el paciente puede presentar ansiedad, taquipnea, palidez y retraso del relleno
capilar (> 2 sg) progresivamente, y diaforesis en las primeras fases de shock (estado reversible).
o Son signos sospechosos de shock establecido (irreversible): taquicardia, hipotensión,
extremidades frías, pulsos periféricos débiles, estrechamiento de presión del pulso, alteración
del estado mental. oliguria y la acidosis metabólica.
Controle el tiempo de asistencia y traslado para evitar retraso en la cirugía y/o transfusión necesaria
según el caso (objetivo tiempos de asistencia "in situ" < 20-25 min)
Perfunda fluidos en función del estado hemodinámico, evitando la sobreexpansión según procedimiento
de shock hemorrágico de origen traumático y realice reevaluación constante, procurando una
resucitación hipotensiva. Realice las cargas de SSF, drogas vasoactivas si no se logran objetivos
tensionales; administración de ácido tranexámico y administración de fibrinógeno (si cumple criterios).
Valore la colocación de una SNG para aspirar el contenido gástrico y así minimizar el riesgo de
broncoaspiración. Contraindicada si se sospecha fractura de la base de cráneo, en cuyo caso puede
colocarse una sonda orogástrica.
Valore la colocación de sonda vesical para observar las características de la orina (detección de
sangrado), descomprimir la vejiga y medir la diuresis. Contraindicada por la presencia de sangre en el
meato.
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Aplique medidas para reducir la pérdida de calor y evitar la hipotermia. Mantenga la temperatura
corporal por encima de 35ºC.
Valore la postura antiálgica del paciente (ej. posición de Fowler) para disminuir la presión abdominal.
Realice una cobertura aséptica de la herida con material estéril y una cobertura húmeda con SSF
templado de las asas intestinales, sin reintroducirlas en el interior.
En caso de objeto enclavado: no intente extraerlo, evitando su movilización, durante el traslado,
mediante fijación externa.
Traslade en USVA con preaviso hospitalario, activando el Código 15. Al tratarse de un paciente
posiblemente quirúrgico, no demore el traslado, aunque el paciente se encuentre hemodinámicamente
estable.
No realice el sondaje vesical ante: hematuria, sangre en meato urinario, deformidad del pene, sangre en
la vagina, hematoma escrotal y hematoma perineal.
En la orquiepididimitis traumática o hematoma escrotal, aplique bolsa de hielo en la zona, coloque un
suspensorio para elevar el escroto y los testículos.
Realice limpieza, cura aséptica y cobertura con gasas estériles, en caso de amputación del pene.
Traslade en SVA si existe posibilidad de inestabilidad hemodinámica o ha sido preciso utilizar
analgesia.
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DEFINICIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
Dentro de su definición contemplamos todos los traumatismos de las estructuras como hueso, cartílago,
ligamentos, musculo, vasos, nervios, tejidos y la medula. Usualmente tras este tipo de lesiones suele haber
compromiso de la medula, por tal los efectos secundarios, respecto al compromiso motor y sensitivo, suelen
estar presentes siempre respecto al nivel en donde se haya dado la lesión.
Debemos tener en cuenta que las personas que sufren un trauma de columna suelen tener otras lesiones
asociadas: TCE (33%), torácicas (53%), miembros (67%), que pueden desviar la atención, y hacer que el trauma
de columna no reciba los cuidados que necesita. Estudios realizados en UCI de hospital ponen de manifiesto que
en pacientes con múltiples lesiones pasan desapercibidas las lesiones de columna en un 20–30%.
EXPLORACIÓN NEUROLÓGICA
Un detallado examen neurológico aumentará las posibilidades de llegar a un diagnóstico temprano y por ende a
un tratamiento oportuno. Es importante mediante este examen, aproximarnos al nivel de lesión y aún más
importante saber si la lesión es parcial o completa.
En pacientes que necesitan intubación endotraqueal, y por ello sedación mediante inductores, es importante
realizar el examen neurológico previamente (en la medida de lo posible) ya que el examen neurológico se verá
altamente afectado.
El examen neurológico debe enfocarse en los miembros superiores, el tronco, miembros inferiores y el periné
(en este último debe evaluarse principalmente sensibilidad, tono del esfínter anal, contracción voluntaria del
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
mismo y de la musculatura perineal). En estas zonas debemos buscar: fuerza, reflejos, sensibilidad, funciones
autonómicas.
La exploración de la fuerza debe realizarse sistemáticamente en todas las porciones (proximales y distales) de
los miembros superiores e inferiores. Para ello se utiliza una escala de clasificación de fuerza muscular. Debe
realizarse exploración de sensibilidad superficial (tacto, dolor, temperatura) y profunda (propiocepción y
vibración), en todos los lugares con el fin de definir el nivel de lesión medular.
La disfunción autonómica se manifiesta por incapacidad para controlar esfínteres, priapismo y alteraciones
cardiovasculares, cuya máxima expresión es el shock neurogénico con hipotensión y bradicardia.
LESIONES DE COLUMNA
Columna cervical: En esta porción se produce el porcentaje más alto de lesiones. Podemos diferenciar:
· C1 (Atlas). Suele producirse por compresión axial. Frecuentes por zambullidas en aguas poco
profundas. Suelen ser fracturas inestables que, o bien producen la muerte del paciente o no producen
lesión medular pues el canal a este nivel es mucho mayor que la médula
· C2 (Axis). La fractura más típica es la de la apófisis odontoides, que puede dar lugar a fractura estable
o inestable, pero no suele ir acompañada de lesión medular. Se produce por hiperextensión o
hiperflexión del cuello.
La fractura del arco posterior de C2 (fractura del ahorcado) se produce por un mecanismo de tracción
asociado a una extensión, es una lesión inestable y está contraindicada la tracción durante su
manipulación. Aparece en autolisis y accidentes de tráfico, al golpear la barbilla contra el salpicadero o
el volante, o la frente contra el espejo retrovisor.
Columna dorsal: La región dorsal alta y media presenta una baja incidencia de lesiones por la resistencia
que le confiere la articulación con las costillas. Cuando se producen lesiones, fundamentalmente por
hiperflexión, suelen ser estables, aunque debido a la mayor estrechez del canal raquídeo en esta zona, las
lesiones medulares, cuando existen, son completas.
Columna dorsolumbar (D11-L1): Esta zona tiene una alta incidencia de fracturas por la menor movilidad
de la columna dorsal respecto a la lumbar. Se producen por mecanismo de hiperflexión y rotación y suelen
ser inestables. La lesión medular es poco frecuente pero cuando aparece puede producir paraplejia.
Columna lumbosacra: La médula, como tal, termina a nivel de L1, por debajo encontramos únicamente
raíces nerviosas (cola de caballo). Las lesiones se producen por compresión e hiperflexión de los cuerpos
vertebrales. Son fracturas inestables.
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Enfermería Clínica Avanzada. Urgencias y Emergencias. 2022 / 2023. Tema 2
LESIÓN MEDULAR
Lesión completa. Se caracteriza por una ausencia de función motora y sensitiva por debajo de la lesión.
o Lesión incompleta. Se caracteriza por presencia de función motora y/o sensitiva por debajo de la
lesión. Aparece sólo la clínica del Síndrome sublesional, presencia de: síndrome medular anterior,
síndrome medular central, síndrome medular posterior, síndrome de hemisección medular.
Nivel cervical:
o Parálisis de todas las extremidades Las lesiones cervicales, producen tetraplejia, que se caracteriza por
la presencia de plejia o paresia de miembros inferiores, tronco y miembros superiores. En función del
nivel de la lesión, los miembros superiores se verán más o menos afectados. Así en el nivel más bajo,
el C-8, hay afectación de la movilidad de los dedos.
o Hipoxemia y fallo respiratorio. Los pacientes con lesiones por encima de C4, van a requerir estar
conectados a un sistema de ventilación mecánica permanente. En las lesiones por debajo de C4, la
insuficiencia respiratoria, sobreviene por la falta de movilidad de musculatura accesoria respiratoria y
la imposibilidad de toser. Esto último, también se produce en las lesiones dorsales altas.
o Retención vesical e incontinencia intestinal. Distensión abdominal (se da hasta en niveles lumbares).
Nivel dorsal:
o Parálisis de los miembros inferiores: retención vesical e incontinencia intestinal. Distensión abdominal
Nivel lumbar:
o Parálisis de los miembros inferiores, vejiga y recto; los músculos son flácidos durante la fase de
shock espinal; actividad muscular espástica (fase posterior).
Shock medular: Es un fenómeno neurológico que tiene lugar durante un período variable e impredecible
después de una lesión medular (habitualmente 48 horas). Se produce la pérdida de todas las funciones
sensitivas y motoras, flacidez, parálisis y ausencia de reflejos por debajo del nivel lesional.
Shock neurógeno: Se produce en lesiones superiores a D10, por afectación de las fibras nerviosas del
sistema simpático. A nivel cardíaco produce bradicardia y a nivel vascular, por atonía de la pared, produce
vasodilatación (disminución de las resistencias vasculares sistémicas) aumento del espacio vascular e
hipovolemia relativa. Clínicamente se caracteriza por hipotensión, bradicardia y piel seca y caliente.
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Valoración primaria: ABCDE y Valoración secundaria con el fin de descartar afectación neurológica.
Canalice 2 accesos venosos periféricos, y si presenta dificultad, canalice vía intraósea. Tome muestra para
analítica.
Se consideran signos de riesgo de lesión medular: Edad mayor de 65 años, mecanismo lesional de alta energía y
parestesias en extremidades.
Tenga precaución al desnudar a estos pacientes para evitar hipo o hipertermia, por la alteración en la
termorregulación que poseen.
Retire prendas o elementos que puedan producir hiperpresiones en regiones con compromiso
neurovascular.
o Administre fluidoterapia teniendo en cuenta que los objetivos hemodinámicos difieren de los del
traumatizado sin lesión medular. Mantenga valores de presión sanguínea cercanos a la normalidad:
TAS de 90-100 mmHg, o TAM de 85 mmHg. Emplee volúmenes ajustados de cristaloides,
evitando la sobrehidratación debido a la disfunción vasomotora que padecen, pudiendo desarrollar
edema pulmonar.
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o Es posible que este cuadro tenga una respuesta insuficiente a la reposición volumétrica, por lo que
está recomendada la administración precoz de vasopresores: Dopamina o noradrenalina; si no
fuesen eficaces, como rescate se puede emplear adrenalina en perfusión.
Aísle la vía aérea mediante IOT con control cervical si es necesario, administrando atropina como
premedicación previa si existe bradicardia.
Realice sondaje vesical dada la posibilidad de que el paciente presente retención urinaria.
Contraindicado si sospecha de lesión uretral.
Considere la utilización de: Colchón de Vacío durante la movilización y el transporte con riesgo de
vibraciones e inmovilizador cervical.
Traslade en USVA con preaviso hospitalario, de forma muy lenta y a velocidad constante, solicitando
apoyo policial si es preciso. Active el Código 15.
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8. TRAUMATISMO ORTOPEDICO
Aunque es muy frecuente la afectación musculo esquelética tras un traumatismo contuso, es raro que suponga
un riesgo vital para el paciente. Sin embargo, si es frecuente que una lesión ortopédica muy llamativa pueda
distraernos de ver lesiones de riesgo vital que sean mucho menos aparentes.
En la asistencia extrahospitalaria el manejo del trauma ortopédico es distinto al llevado a cabo en los servicios
hospitalarios, ya que el personal sanitario en este medio está limitado en medios diagnósticos y afectado por
elementos medioambientales y de seguridad, por ello las prioridades en el manejo del traumatismo ortopédico se
limitarán a la valoración, inmovilización y prevención de complicaciones, mientras que en el hospitalario su
objetivo será el tratamiento definitivo.
TIPOS DE LESIONES
ESGUINCES
Separación momentánea de las superficies articulares que produce un estiramiento de los ligamentos (a veces
rotura) generalmente después de efectuar un movimiento forzado (torcedura) de la articulación en un sentido
determinado.
A veces, este esguince, o la rotura de un ligamento, pueden arrancar un fragmento de hueso que solo se
detectará radiológicamente, por eso es necesario llevar al accidentado a un centro sanitario.
LUXACIONES
Separación mantenida de las superficies articulares de los huesos debido a la rotura, normalmente, de
ligamentos que debieran estabilizar la articulación. El mecanismo de producción puede ser tanto por una caída o
impacto (mecanismos directo) como por un estiramiento forzado (mecanismo indirecto).
Se trata de la perdida permanente de la relación anatómica entre las superficies articulares de una articulación a
menudo con ruptura o desinserción capsulo ligamentosa.
Como norma general en la asistencia extrahospitalaria las luxaciones de origen traumático no se reducirán sin
una valoración radiológica previa.
FRACTURAS
Perdida de continuidad de un tejido óseo. Abarca desde una pequeña fisura hasta la rotura total del hueso con
desplazamiento de los dos extremos del hueso fracturado.
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Patrones de fractura
Fisura: se debe a un traumatismo mínimo sin ocasionar un desplazamiento importante de los fragmentos
óseos. Pueden ser completas o incompletas.
Fractura en tallo verde: frecuentes en niños. El hueso se fractura de manera incompleta por el lado opuesto al
que actúa la fuerza causante, se fractura por su lado convexo y se abarquilla por su lado cóncavo.
Transversas: el trazo de fractura es en ángulo recto con el eje mayor del hueso.
Impactadas: es cuando un fragmento se introduce en otro hueso por la línea de fractura (fractura de cadera).
Por aplastamiento (o compresión): por consecuencia de la compresión de un hueso trabecular por encima de
sus límites de elasticidad (vertebras).
Por arrancamiento: en el hueso se produce una contracción muscular brusca y potente en las regiones de
inserción ósea o ligamentosa provocando la fractura ósea.
Abierta: La piel sobre la que asienta la fractura se ha roto y existe exposición de los fragmentos óseos con el
exterior, con lo que hay contaminación de esos fragmentos bien por gérmenes de la piel o del ambiente.
Manifestaciones clínicas
Dolor a la movilización.
Deformidad
Acortamiento del miembro (en huesos largos)
Inflamación local.
Crepitación
Impotencia funcional
AMPUTACIONES
Es una separación del tejido de una extremidad, quedando sin nutrición ni oxigenación, esta puede ser total o
parcial y se diferencia del arrancamiento (o avulsión) que es el desgarro de los tejidos blandos junto con lesión
vasculo-nerviosa, añadiéndose fractura abierta y un sangrado intenso.
La amputación traumática completa se define como la separación total de un segmento del miembro del resto
del cuerpo.
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FRACTURAS CERRADAS
Examine escena del suceso, obteniendo información sobre el mecanismo lesional. Valore la postura en la que
se encuentra el paciente. Recabe información sobre movilización previas de la víctima. Reséñelo en el
informe de asistencia.
Canalice vía venosa en fracturas que puedan ocasionar inestabilidad hemodinámica o cuando se precise
analgesia. Perfunda fluidos en función del estado hemodinámico según procedimiento de shock hemorrágico
de origen traumático y realice reevaluación constante.
Realice valoración neurológica (sensibilidad y movilidad) y vascular (color de la piel, temperatura, relleno
capilar, pulsos distales), antes y después de la inmovilización. Reséñelo en el informe de asistencia.
Alinee e inmovilice (de manera lenta y suave) con férula o material idóneo: férulas de aluminio, de vacío,
cabestrillo, o de tracción.
Traslade en SVA si existe posibilidad de inestabilidad hemodinámica, ha sido preciso analgesia iv, o existe
riesgo para la viabilidad y función del miembro.
FRACTURAS ABIERTAS
Realice control de la hemorragia, bien aplicando torniquete en heridas exanguinantes (en la parte proximal
del miembro si no se puede valorar la herida sangrante, o a 5-8 cm por encima de la zona de sangrado
salvando la posible retracción de los vasos sanguíneos si se puede valorar la herida), o bien realizando
hemostasia de los puntos sangrantes con agentes hemostáticos siempre y cuando la presión que debe ejercer
no suponga un riesgo de lesión para el interviniente por los fragmentos óseos del foco de fractura.
No lave a chorro la herida en un primer momento, pues facilita la contaminación de los planos profundos. Es
recomendable en un primer momento una descontaminación grosera retirando piedras y detritus con pinzas.
Una vez realizada esa primera fase, se puede proceder al lavado.
No frote el hueso expuesto. No reintroduzca el hueso expuesto ni tape con partes blandas. Guarde los trozos
de hueso sueltos (posibilidad de implante) de la forma más estéril/limpia posible sumergidos en SSF
templado y trasládelos junto al paciente.
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Cúbralo con apósito vaselinado humedecido con SSF antes de tapar la herida con gasas estériles
humedecidas en SSF y vendaje.
LUXACIONES
De forma general, no reduzca las luxaciones, dada la posibilidad de existencia de fragmentos óseos
intraarticulares, o la existencia conjunta de una fractura luxación. Valore la reducción de las luxaciones en
partes acras, y las luxaciones recidivantes.
Valore la afectación vascular y neurológica del miembro afecto, así como el mecanismo lesional.
Reseñe, detalladamente, el grado de afectación neurovascular en el informe de asistencia. Sólo en este caso,
intente reducir la luxación o busque la posición en la que se recupera el pulso.
Traslade en SVA si ha sido preciso analgesia iv, o existe riesgo para la viabilidad y función del miembro.
AMPUTACIONES
Valoración primaria del paciente, poniendo especial interés en la situación hemodinámica y en posibles
lesiones asociadas. Infórmese de la hora en que se produjo el accidente y reséñelo en el informe de
asistencia.
Realice control de la hemorragia, mediante un vendaje compresivo con vendaje hemostático o de emergencia
en el muñón si tiene la seguridad de que va a ser efectivo. En caso de no controlar la hemorragia, sin perder
tiempo, proceda a aplicar torniquete en amputaciones exanguinantes (en la parte proximal del miembro si no
se puede valorar la herida sangrante, o a 5-8 cm por encima de la zona de sangrado salvando la posible
retracción de los vasos sanguíneos si se puede valorar la herida), o bien realizando hemostasia de los puntos
sangrantes con agentes hemostáticos siempre y cuando la presión que debe ejercer no suponga un riesgo de
lesión para el interviniente por los fragmentos óseos del foco de amputación donde existe fractura.
Canalice dos vías venosas periféricas, preferiblemente de grueso calibre. Si hay dificultad para conseguir una
vía periférica en más de 60 segundos, inserte vía intraósea. Tome muestra para analítica. Perfunda fluidos en
función del estado hemodinámico según procedimiento de shock hemorrágico de origen traumático y realice
reevaluación constante.
No lave a chorro intensamente, el miembro amputado en un primer momento, pues facilita la contaminación
de los planos profundos. Es recomendable en un primer momento una descontaminación grosera retirando
piedras y detritus con pinzas. Una vez realizada esa primera fase, se puede proceder al lavado. Introduzca el
miembro en una bolsa de plástico y ésta, en otra bolsa con hielo y agua, en proporción 1:2, para conseguir
unos 4ºC.
Traslade en USVA con preaviso hospitalario junto con el miembro amputado, a Hospital con servicio de
Cirugía Vascular. Active Código 15.
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