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TRABAJOS EN LA A.P.CH ENCUADRE: DEFNICION Y FONCION EN EL, PROCESO ANALITIOO, Una Revisidn AAA Josefina Figueroa Introduccién interés en el tema del encuadre surge M: parte de las discusiones acerca de la diversidad de teorias en el psicoandlisis, que parecieran, por momentos, tender verdaderos abismos entre los analistas; versus el mayor grado de acuerdo y de identidad cuando la discusién est centrada en el trabajo clinico, y, més atin, en el marco general que lo acompaiia y sustenta, incluyendo este marco no sdlo los aspectos formales sino también lo que Meltzer llama “el estado mental” desde el cual el analista recibe a su paciente, Cuando 1a discusién se centra en este segundo punto, entonces, como tan acertadamente lo plantea Wallerstein (89), se va generando la sensacién que, en la intimidad de nuestras consultas, con nuestros pacientes, realizamos una labor similar, Avala lo anterior el hecho que, frente aesta diversidad de teorfas, los procedimientos que constituyen el encuadre précticamente no se han modificado desde que Freud los describié en sus trabajos sobre técnica entre 1911 y 1914. Por otra parte, frente a la llamada “crisis del psicoandlisis”, se ha generado polémica en relacién a algunos aspectos del encuadre, a saber, la frecuencia de sesiones, la duracién de los tratamientos, y en algunos casos, la regla de la abstinencia, en el sentido de flexibilizarlos. Asi, ante la perspectiva de cambios en el encuadre, se hace necesario transformar, al decir de Bleger, este fondo a figura, este no proceso a proceso, con el propésito de volver la mirada a lo que yace tras las reglas tan conocidas, que de tan conocidas, puede a veces transformarse en una rutina sin mucho sentido, Para esto, comienzo con una breve resefia acerca de la evolucién hist6rica del concepto de encuadre, luego reviso las diferentes formas de concebirlo, para continuar con las principales funciones que los distintos autores le han asignado en el proceso. Termino con algunas reflexiones fi- nales. Il. Consideraciones Historicas Generales acerca de la Evolucién del Concepto de Encuadre Los aspectos formales del encuadre, entendido como las reglas que ordenan la relacién analitica, (Etchegoyen, 86), y que fueron definidas por Freud en sus Trabajos sobre Técnica (1911, 1912) no han variado en forma importante desde aquella época. La literatura muestra que poca atencién se presté al encuadre hasta los afios 50. Ello parece estar determinado por dos factores: 1) La consideracién de la interpretacién como factor curativo central y herramienta fundamental de la prdctica psicoanalitica; y 2) La concepeién del “analis pantalla en blanco” o, al decir de los Baranger, del “analista-ojo” que se limitarfa a observar, entender y a veces interpretar lo que ocurre en el paciente. 36 TRABAJOS EN Desde este punto de vista de la situacién analitica, letting, es considerado como el marco que da la posibilidad de observar lo que ocurre en el paciente, con la ilusién de la neutralidad total de un “analista- espejo”. Asimismo, la evolucién en la concepeién de lacontratransferencia genera un cambio respecto de este punto de vista. El trabajo de Macalpine (50) que cuestiona la espontaneidad de los fenémenos transferenciales y de la regresisn en el proceso psicoanalitico, marca tuna vuelta de la mirada hacia este tltimo, e inaugura una discusi6n acerca de su acci6n especifica en el proceso analitico, no resuelta hasta ahora. Poco tiempo después, y precedidos por los desarrollos de Klein acerca de las relaciones objetales, los descubrimientos de Winnicott acerca del desarrollo emocional primitivo, que apuntan a la importancia del ambiente y del rol de la madre “suficientemente buena” en los estadios primitivos del desarrollo del yo, Hevaron a un andlisis més cuidadoso del rol del analista y del encuadre en el establecimiento y evolucién del proceso psicoanalitico, que en términos clasicos se ha Tamado Neurosis de Transferencia (Khan, 59). Se comienza a plantear que el setting constituye la base para una particular forma de relaci6n entre analista y paciente que recrea la matriz de la relaci6n primaria madre ¢ hijo, muy en la linea de los planteamientos de Winnicott, rescatando una funcién bésica del marco psicoanalitico, y apuntando asi no sélo a la posibilidad de observacién que éste presta al proceso, sino también a una funcién espectfica de contencién y reaseguramiento. Los trabajos de Spitz (55) acerca de la relacién temprana madre-hijo y los planteamientos de Bowlby, més adelante, acerca del comportamiento del apego en el ser humano, confirman la importancia de la relacién primaria con la madre y demuestran que tan importante como el alimento para la supervivencia del niflo, son la presencia y el amor de la madre. Asf se propone considerar el encuadre como el marco que “repro- duce la primeras y tempranas técnicas maternas. Invita a la regresién debido a su confiabilidad” (Winnicott, 54, Pag. 704) En nuestro continente el trabajo de los Baranger (61) refuerza este viraje desde una concepcién més, Leper ee bien monédica de la situacién analitica, a una eminentemente diddica, concibiendo ésta como campo dindmico, esto es, como un campo que es a Ja vez de observaci6n y de interaccién. Asimismo, el clésico trabajo de Bleger (67), que plantea c6mo el proceso psicoanalitico necesita para producitse, un “no proceso” representado por el encuadre, y el trabajo de Zak (71) que propone constantes absolutas y relativas dentro del mismo, representan esfuerzos por definir en forma més especifica los componentes de Ia situacién analitica, prestando especial atencién al setting y alo que éste alberga. Por la misma época, Meltzer (67) propone sus profundas teflexiones sobre el proceso analitico considerando que, por sobre el trabajo interpretativo, la labor principal del analista “en lo que hace al establecimiento y mantenimiento del proceso analitico, serfa la creaciGn del encuadre, nel cual los procesos transferenciales de la mente del paciente pueden encontrar expresin” (Pag. 20). Se podria decir que a partir de estos desarrollos te6ricos hay un cambio que representa toda una Ifnea de pensamiento hasta nuestros dias, en la concepeién del setting, desde las reglas que permiten la observacién, a un marco que alberga ‘un contenido, que marca un tipo especial de realidad de la situacién analitica y que posee funciones especificas dentro del proceso. ill. Sobre las Reglas del Encuadre Hay en general consenso entre los analistas en definir el encuadre como el conjunto de reglas que ordenan la relacién analitica, 0 el conjunto de constantes que permiten la ocurrencia del proceso analitico (Bleger, 67; Khan, 59; Etchegoyen, 8 Grenson, 78; Grinberg, 81; Thome y Kachele, 89). Hay consenso también en incluir los arreglos espacio temporales y de dinero, ampliamente conocidos; y las reglas de la abstinencia, atencién libre y flotante, neutralidad y asociacién libre para el paciente, todos ellos aspectos ya propuestos por Freud en sus trabajos sobre técnica en 1911-1912, y que definen tanto el ambiente fisico necesario para el trabajo analitico, como la “aproximacién mental” a la tarea para paciente y analista En general, se observa que la mayorfa de los “eee pani satanic Ta TANBIAA NO aE Nib MaMa ooo a analistas trabajan con este marco (Etchegoyen, 86; D. Quinidoz, 73), pero hay variaciones en relacién alaimportancia que le confieren dentro del proceso, factor que depende, en in, de su particular concepcién sobre éste. Un aspecto del encuadre que parece ser inherente a su definicidn, se refiere a la importancia de la estabilidad en el tiempo de estas reglas 0 constantes. La caracterfstica de constancia de tales reglas, y por ende, de la actitud y conducta del analista regulada por ellas, parece estar en relacién con el empleo del tiempo en psicoa- nélisis (frecuencia de sesiones, duracién de los tratamientos). Para que los procedimientos del encuadre proporcionen seguridad al analizado, deben proveerse a éste “con un alto grado de frecuencia y durante un prolongado espacio de tiempo... todos los procedimientos que se hacen predecibles proporcionan una sensacién relativa de seguridad”, apuntando a que la efectividad de estos, procedimientos estarfa en funcién de su estabilidad en cl tiempo (Greenson, 78, Pag. 390). D. Quinodoz, cita (1992) una encuesta sobre el setting que realiz6 entre sus colegas de la sociedad Suiza. Se encontré con grandes diferencias. habfa quienes lo concebian como “un conjunto de reglas convencionales que sirven para delimitar el escenario psicoanalitico... serfan facilmente modificables y por lo tanto de importancia secundaria en el proceso” (Pag. 627). Sin embargo, para la mayorfa de los analistas encuestados, serfa més que eso y constituirfa “el complejo total de condiciones necesarias para generar la particular relacién psiquica y afectiva entre paciente y analista, a través de la cual puede ser establecido el proceso” (D. Quinodoz, 92, Pag. 627). Pienso que tal diferencia estriba en sf las reglas sobre las cuales hay consenso, son vistas s6lo como un conjunto de “hechos de conducta” (Etchegoyen, 86), 0 formalidades; o como integradas en un todo coherente que algunos aman “la actitud mental del analista” (Meltzer, 67; Etchegoyen, 86; Grinberg, 81). Dependiendo de ello, el encuadre aparece ya sea como un ritual rutinario y secundario en relacién al logro del insight a través de la interpretacién; 0 como un concepto grivido de significados que parece contener no sélo las ansiedades del paciente durante el proceso analftico, sino también los principios basicos de la técnica y la ética particular del psicoandlisis que lo diferencia de otras psicoterapias (Meltzer, 67, Pag. 20). Representativo de los autores que parecen adherirse al punto de vista del encuadre como hechos de conducta, podria citarse, dentro de los Latinoamericanos, a los Rodrigué (61) que consideran que “... la interaccién asociacién- interpretacién constituye la relacién analitica, cualquier otra modalidad de conducta dentro y fuera de la sesi6n pasa a ser la relaci6n extra-analitica... el encuadre mismo es una relacién extra-analitica” (Pag. 27) Representativo de los autores que consideran como parte integrante y fundamental del setting, el estado mental del analista, regulado y definido basicamente por sus reglas, son entre otros, Meltzer y Winnicott. Meltzer (67) concibe el encuadre como conteniendo los fundamentos de la técnica psicoanalitica, planteando que su unidad fundamen- tal, aparte de los arreglos formales de tiempo y dinero, esté constituida por el estado mental del analista, entendiendo asf como parte integrante del setting, la actitud analitica, basada en la devocién al método psicoanalitico. En este sentido, integra tun aspecto del trabajo interpretativo del analista, planteando que, por una parte la interpretacién es Toque crea el insight y lleva al cambio estructural, y por otra, constituye cada vez que el analista responde interpretando a las comunicaciones del paciente, una continua declaracién acerca de la actitud analitica: “...soy su analista una figura externa, recibo sus proyecciones pero no estoy dominado por ellas, soy todavia capaz de comunicarle mis pensamientos” (Meltzer, 67, Pag. 146). Asi, habrfa una funcién de la interpretacién relacionada con los esfuerzos del analista para preservar la actitud analitica, (y no con lacorreccién con que es capaz de comprender el significado inconsciente del material), que seria parte integrante del encuadre (Meltzer, 67). También Winnicott, distingue entre el “mate- rial presentado por el paciente que debe imterpretarse y entenderse, y el marco dentro del 38 SS ON ne ho ee cual esa labor se Heva a cabo” (Winnicott, 54, Pag. 704). Tomando como base las indicaciones de Freud acerca del marco clinico del trabajo. analitico, describe como parte del encuadre, aspectos del rol de analista en la situacién analitica: el “estar” constante de éste, escuchando a su paciente durante un determinado periodo de tiempo; 1a expresién de amor del primero a través de este “estar”, y del odio, en la estrictez reflejada en la puntualidad para finalizar la sesién y el pago de los honorarios, sin negar entonces el amor ni el odio. Se refiere también a un ambiente que éste provee a su paciente, fisicamente comodo, reflejéndose en su habitacién una preocupaci6n por dar al paciente un ambiente protegido. El analista no enjuicia ‘moralmente al paciente, “es mucho mas confiable que las personas de la vida corriente: es puntual, no tiene pataletas, no esté expuesto a enamoramientos compulsivos, etc....”. “Hay un claro distingo entre los hechos y la fantasfa, de manera que el analista ni se siente herido frente a un suefio agresivo”, y, agrega “el analista sobrevive” (Winnicott, 54, Pag. 703). Winnicott entonces apunta, como Meltzer, a aquello que el analista comunica constantemente a su paciente a través del encuadre y de la labor interpretativa, que posee una funcién en éste. A pesar que Winnicott no explicita este Ultimo punto, silo creo contenido en este listado de caracteristicas de la relacién analitica que he citado, cuando puntualiza que el analista no reacciona frente a las comunicaciones del paciente, como las personas en la vida corriente. Parte de aquella respuesta diferente, innegablemente se refiere a la labor interpretativa. En sintesis, parece haber acuerdo en general centre los analistas en relacién al uso del encuadre en su préctica clinica, sin mayores variaciones ‘desde aquel definido por Freud en sus trabajos sobre técnica. Sin embargo, en la literatura, se encuentran al menos dos puntos de vista para considerarlo y por ende para definirlo: uno que lo considera desde tuna posicién predominantemente formal, como “hechos de condueta” y otro que incluye una serie de elementos que se inscriben en lo que se ha Tamado “actitud mental del analista” o “actitud 1" El concepto de regresiGn para Macalpine y sus seguidores contempia una regres analitica”, que puede concebirse como una a ética (Etchegoyen, 86), y que sustancialmente refleja la voluntad del analista de cefiirse en lo posible al método psicoanalitico y de introducir la ‘menor cantidad de variables en el desarrollo del proceso (Meltzer, 67; Etchegoyen, 86; Grinberg, 81). Desde esta definicién, se incluye en el ‘encuadre, aparte de los arreglos formales y espacio- temporales, todos los detalles de la técnica analitica (Grinberg, 81; Winnicott, $4). IV. Funciones Especiticas del Encuadre Dentro del Proceso Psicoanalitico Me propongo realizar en este punto una resefia general acerca de las funciones més especificas del setting analitico, que aquellas contenidas en las definiciones mas amplias, tomando para ello sélo los autores que se han referido especificamente al tema, Comoes de esperar, la conceptualizacién més specifica acerca de la accién del encuadre en el proceso, va a depender de la teorfa acerca de! desarrollo mental que cada autor sustente. ‘Asi, pueden plantearse tres puntos de vista principales, sobre las funciones especfficas del encuadre. El encuadre como provocador de regresiGn, como continente y como el tercero en la relacién analitic: Encuadre y regresién: Desde que Macalpine ( 1950), cuestioné la espontaneidad del fenémeno de la transferencia en la situacién analitica y la atribuy6 a la regresion provocada por un “encuadre infantilizador” al que se expone al paciente en andlisis, muchos autores han planteado que el setting provoca una regresiGn en el paciente, que permitirfa el surgimiento de la neurosis de transferencial” . Describe Macalpine una serie de elementos del encuadre que, junto ala neutralidad del analista, conformarfan una situacién a la que el analizado debe adaptarse a través de la regresién. Menciona como elementos formal y una regresi6n temporal, La primera se refire ala reaparicidn de movalidades de funcionamientopsiquic ya abandonadas 0 smodificadas, y la segunda ee efiere al surgimiento de tendencias del pasado, a menudo infantles Sande, 93). 39 Eh ies i a a ade infantilizadores, entre otros, la limitacién del mundo objetal en el sentido de la reduccién de los estimulos externos, la constancia ambiental y la tutina fija del ceremonial analitico, las interpretaciones en un nivel infantil, la funcién del yo reducida, la disminucién de la responsabilidad Personal a través de la regla de la asociacién libre y la asimetria contenida en la relacién de ayuda (Macalpine, 1950). Dice Macalpine que asi se ofrece al paciente al principio lailusién de completa libertad, de que sera amado irrestrictamente por el analista, sin embargo éste, a través del mismo encuadre frustra la gratificacién en el paciente, lizando asf la Ifbido que permite el trabajo analitico. Es a este aspecto frustrador del encuadre al que el paciente responderfa desarrollando la neu- rosis de transferencia, para posteriormente, en la fase terminal del andlisis, retomar el camino a la adultez como “una nueva independencia liberada de un super yo arcaico” y “destetada del super yo analitico” (Macalpine, Pag. 23). Para Macalpine entonces, es la frustracién provocada por el encuadre la que hace regresar al paciente. 1. El concepto de regresién para Macalpine y sus seguidores contempla una regresién formal y una regresién temporal. La primera se refiere a la reaparicién de modalidades de funcionamiento psfquico ya abandonadas o modificadas; y la segunda se refiere al surgimiento de tendencias del pasado, a menudo infantiles (Sandler, 93). {Cémo se adhiere el paciente al tratamiento, si éste es tan poco gratificante? Responde Macalpine “su absoluta certeza (del analizado) y continua prueba de este procedimiento, con toda la presién y la frustracién que impone es necesario para su propio bien, y que es un método objetivo cuyo tinico Propésito es ayudarlo en sus propias metas” (Macalpine, Pag. 22), apuntando entonces a la alianza de trabajo, concepto ampliamente desarrollado por los psicdlogos del yo, que tradicionalmente han adscrito a la postura de Macalpine (Grenson, 78, Greenacre, 54, Spitz, 65, Stone, 61, Sandler, 93, Zetzel, 64). También Winnicott, aunque desde otra concepcién de regresidn (la considera como curativa y no patolégica), plantea que el marco analitico “invita a la regresién por su confiabilidad” is CO AARNE AAW AOI, (Winnicott, Pég. 704), apuntando asf a una razén diferente para ella. abe entonces preguntarse si el paciente regresa por la frustracién inflingida por el setting de Macalpine, o por la confiabilidad del encuadre de Winnicott. Parece ser éste un problema no resuelto. Para los psiclogos del yo, como ya lo planted Macalpine, esta onfiabilidad del analista es lo que crea la alianza de trabajo y permite al paciente mantenerse en tratamiento, Tomado como punto de partida las contribuciones de Macalpine, por una parte, y las de Greenacre, Spitz y Stone, acerca de que los elementos del encuadre tienden a reproducir la matriz.de la relacién temprana madre e hijo, varios autores més recientemente continian sosteniendo este punto de vista acera del encuadre. Por ejemplo, Greenson (78) analiza el setting analitico desde el vértice de aquellos elementos que favorecen el establecimientos de la neurosis de transferencia; y de aquellos que favorecen la alianza de trabajo; apuntando en el primer caso a qué es lo que tiende a provocar regresién en el paciente; ver~ sus qué es lo que le ayuda a conservar su nivel de funcionamiento més adulto. Entre los elementos que provocan regresién menciona los mismos que Macalpine y, a su vez, lo rutinario y estable de estos mismos procedimientos, favoreceria el establecimiento y mantencién de la alianza de trabajo, proporcionando una sensacién relativa de seguridad. Agrega, al igual que Macalpine, como elementos protectores de una regresién excesiva y favorecedores de la alianza de trabajo, aquellos que ami parecer, apuntan a parte de la actitud analitica: + su ineansable busqueda de .insight y entendimiento (del analista), su respeto y Proteccién de los derechos potenciales y dignidad del paciente, su interés y compasién y su empefio franco y considerado de aliviar los padecimientos neuréticos” (Grenson, 78, Pag. 390). Greenacre (54) por su parte, plantea que lo que protege al paciente de una regresién excesiva, es la interpretacién y el insight. Sandler (93), adscribiendo igualmente a la posicién de Macalpine, integra la funcién de “sostén” y contenci6n del encuadre, planteada principalmente 40 sane PRG Hj por los autores kleinianos y por Winnicott. En sintesis, estos autores, coinciden en que lo que pro- tege al paciente de una regresi6n excesiva, aparte de la estabilidad de los procedimientos analiticos, seria la confiabilidad del analista expresada en su exclusivo interés en el bienestar del paciente, y la funcidn interpretativa de éste con el propésito del insighten el paciente. Ello permitir(a el crecimiento y progresiva independencia del analizado, que de otra forma, si el analista desprovisto del método, Jo gratificard activamente, quedarfa adherido al mundo infantil y en una relacién de dependencia sin retorno. Otros autores, como Winnicott y Balint, también han desarrollado la relaci6n entre regresin y encuadre, aunque en forma diferente. Han subrayado la importancia de la regresiGn curativa ‘como medio de acceder a aspectos del self que de otro modo no estarian disponibles (Winnicott, 54). Etchegoyen (86), como representante de los autores kleinianos, rebate el planteamiento de los psiedlogos del yo, aduciendo, en primer lugar, que desde su punto de vista la regresi6n del paciente en el proceso analitico tiene que ver con la enfermedad y no con el encuadre, y que este iltimo Jo que hace es detectarla y contenerla, Cuestiona punto por punto los argumentos de Macalpine y sus seguidores, rebatiendo por ejemplo el aspecto de la privacién sensorial, ya que en su opinién, el analista siempre estaria presente, ya sea que esté 0 no en silencio. Asimismo, plantea que el encuadre frustra determinados deseos infantiles del analizado, pero no el deseo real y basico por el cual una persona decide emprender el tratamiento. Cuestiona también, la l6gica del argumento de los seguidores de Macalpine, que los mismos factores que promueven la neurosis de transferencia son los que fomentan la alianza de trabajo, planteando que esto explicarfa de qué modo se inicia un andlisis pero no cémo termina. Pienso, sin embargo, que el punto en discusin no queda totalmente zanjado con Ios argumentos de Etchegoyen. Puede pensarse que la constancia intensa estabilidad del encuadre analitico, por lo menos, (siyanno sus reglas tan conocidas), pudiera fomentar Ia idealizaciGn del analista como representante de Jas figuras primarias. Atin cuando se compare el encuadre con la relacién primaria madre ¢ hijo, resulta dificil creer que aquella relaci6n primaria, posea el grado de fijeza y constancia del encuadre analitico y de la actitud del analista como parte de éste. Mas atin, hay autores que plantean que el “encuadre” de la relacién madre ¢ hijo es ‘esencialmente cambiante, adaptindose al desarrollo del nifio y presentiindole constantemente desafios para asf lograr el crecimiento (Jiménez, 95). Por otra parte, quizé puede entenderse el como termina el andlisis desde este punto de vista, remitiéndose al trabajo interpretativo de! analista, que es visto por algunos autores como parte del setting (Meltzer, 67), Seria el insight del paciente lo que permitiria el crecimiento y finalmente la independencia del analizado (Greenacre, 54). Por ailtimo, creo que Winnicott arroja luces sobre el problema de légica que plantea Etchegoyen en el sentido de aplicar los mismos procedimientos como fomentadores de regresién y como promotores dela alianza de trabajo, cuando plantea que el analista expresa su amor al paciente a través de los procedimientos de proteccién de encuadre, pero también su odio en laestrictez de estos mismos procedimientos (en lo referente a 1a puntualidad en el término de la sesién y el pago de los honorarios) (Winnicott, 54). La discusién en este punto, da que pensar en la complejidad del concepto de encuadre, ya que las mismas reglas parecen paradéjicamente, producic efectos aparentemente contradictorios.en el proceso, a saber, regresién y contenci6n. Encuadre y contencién: Los autores kleinianos por una parte y Winnicott y sus seguidores, por otra, son los que mis se han preocupado de la funcién del encuadre relacionada con la contencién. Para los kleinianos, es central el andlisis de las angustias de separaci6n en el proceso analitico, y de los mecanismos utilizados para manejarlas y comunicarlas, por ejemplo, la identificacién proyectiva. En este sentido, la regresién durante el proceso es vista, como bien plantea Etchegoyen, como parte de la enfermedad y no como inducida por el encuadre 41 TIRANA IOS EIN 1 AA PRLOIH como piensan los psicdlogos del yo. El marco analitico, permite que las angustias del paciente que emprende el andlisis, sean recibidas (contenidas) por el analista y luego devueltas de forma que el paciente pueda reintroyectarlas y detecta y demarca la angustia de separacién (Etchegoyen, 86). ‘Meltzer (67) entre los kleinianos, es uno de los autores que mas ha aportado respecto de la funcién continente del encuadre en el proceso analitico. Refiriéndose, como parte del encuadre, ala actitud analftica 0 “encuadre mental” desde el cual el provisto de su equipo técnico ¢ intelectual, decide conducirse de un modo especial (en la situacién analitica), y estimula al paciente hacia una conducta semejante, o sea, utilizar la conciencia (de los derivados de los procesos inconscientes) para el pensamiento verbal en lugarde recurrir a la accién, Ello equivale a contener los aspectos infantiles de la mente y s6lo comunicar acerca de ellos” (Meltzer, 76, Pag. 20). Esta comunicacién del analista constituye su labor interpretativa que, por una parte, conduce al paciente al insight y a la modificacién de la ansiedad; y por otra, forma parte del encuadre via comunicacién al paciente de la actitud analitica. El que el analista pueda crear la imerpretacién y el paciente pueda desarrollar el insight es posible entonces gracias a que la mente del analista se constituye en un continente de las Proyecciones del paciente. A través de las reglas del encuadre asf como las entiende Meltzer, el analista se compromete a tolerar las proyecciones del paciente y mantenerlas dentro de si “sin detenerse ante el sacrificio de su propio dolor men- tal, hasta el Ifmite de la tolerancia” (Pég. 140), para luego pensar acerca de la situacién transferencial, y devolverlas bajo la forma de una interpretacién, en el momento en que el paciente pueda recibirlas, Asi, el encuadre tienen una funcién en la modulacién de 1a ansiedad del paciente, por una parte, y la reduccin al minimo de Jas interferencias externas, por otra. Este iiltimo punto se refiere a proteger al paciente y no imponer con demasiada fuerza la realidad externa del analista, Sin pretender desconocer la existencia de éste como persona, Meltzer recomienda estabilidad y simplicidad en todo lo referente a su entorno y su técnica (Meltzer, 67) Es digno de destacar el planteamiento del Meltzer acerca de que, la funcién continente del encuadre ejercida a través de la actitud analitica, esta permitida no por la persona del analista, sino por las especiales caracteristicas de la técnica y por Ja devocién del analista a su método. Asf, cualquier beneficio que el paciente obtenga del tratamiento, debe ser entendido no como obra de la persona del analista, sino de sus funciones analiticas, es decir, de que controle el proceso mediante la creacién y mantenimiento del encuadre y de la funci6n interpretativa. Esto lo protege de “ser Ilevado al gjercicio megalomanfaco de un poder terapéutico nico” (Pag. 141), apuntando a que el encuadre, entendido como incluyendo la devocién al método, no s6lo contiene las proyecciones del paciente, sino que también los posibles deseos 0 fantasfas de omnipotencia del analista. Este autor apunta a la existencia de un “encuadre mental” esencialmente continente, que es, ereo, el que le da sentido a las formalidades del setting, que vistas en forma aislada sf pueden parecer s6lo un ritual rutinario, Pienso que el aporte de Meltzer reside en integrar, con el nombre de actitud analitica, las reglas “mentales” del encuadre que Freud propuso hace ya tanto tiempo, esto es, la atenci6n flotante, la abstinencia, la neutralidad y la interpretacién como parte de la técnica. Bick (68) propone un tipo especial de identificacion nareisfstica, en etapas muy primarias del desarrollo (antes del uso de Ia identificacién proyectiva), en que el self es experimentado como partes necesitadas de un objeto que las contenga y unifique, que es la piel, vista como objeto de la realidad psiquica. Este objeto piel, unificador y continente, debe ser tempranamente incorporado, pues de otra manera, el self no constituye un espacio donde puedan funcionar los mecanismos proyectivos, no se constituye un “adentro-afucra”. El encuadre es visto entonces como equivalente a esta “piel”, que se necesita para contener las partes del self, residiendo es éste el aspecto continente de la situacién analitica. Porello, para Bick, la firmeza de la técnica resulta crucial. Siguiendo la linea de pensamiento Kleiniano y utilizando las ideas de Bion, D. Quinodoz, entiende el encuadre como “el instrumento de la funcién 42 LLL SE TBA AOS EN A Bs OS contenedora del analista” (Quinodoz, 73, Pag. 629), aludiendo a que el setting seria Ia entidad a través de la cual se expresa esta funcién. Al describirla, aclara que se trata de un continente activo, que interactda con sus contenidos, caracteristica esencial para que el analista ponga en marcha su capacidad de reverie y asf pueda crear la funcién interpretativa, devolviendo al paciente algo que éste pueda integrar; y lo diferencia de un continente- cosa, (setting como ritual, desprovisto del encuadre ‘mental), 0 sea, un recipiente inerte que no interactéa con sus contenidos. D. Quinodoz, cita a Bion en relacién a su concepto de continente-contenido, en el sentido de que la capacidad contenedora creativa del analista esti expresada en el encuentro entre el continente y el contenido. Hace notar que en la expresién “continente-contenido”, el término “conte! simboliza ya sélo el objeto engendrado, sino también uno de sus procreadores. En orden a crear el proceso, concebido como el contenido engendrado, el continente en sf mismo debe ser un encuentro dindmico entre procreadores, que s¢ puede simbolizar, como en Bion, con simbolos sexuales referentes al continente contenido (D. Quinodoz, 73): Bleger (67) en su clisico trabajo sobre el encuadre, realiza interesantes planteamientos acerca de qué es lo que éste contiene. Llama la atencién acerca de la constancia y fijeza del tencuadre, al que llama “no proceso”, oponiéndolo al proceso analitico, esencialmente dindmico ¥ ‘cambiante, y se pregunta que se esté proyectando en el primero cuando el analizado aparentemente cumple religiosamente con é|. Considera que, asf ‘como la parte neurdtica de la personalidad “nota” ‘al encuadre, la parte psicética de la personalidad aprovecha su inmovilidad para proyectar la simbiosis, es decir, una porcién de la relacisn con el analista que serfa indiferenciada (Bleger, 67; Etchegoyen, 86). Asf, el marco analitico se prestaria para contener aspectos primitivos del paciente, ¥ por ello, advierte Bleger, es necesario que cada cierto tiempo el fondo se haga figura, 0, dicho de otro modo, que el no-proceso (encuadre), se haga proceso, y analizar aspectos de la personalidad del ‘nalizado que de otra forma quedarfan tan mudos como el encuadre, cuando éste es acatado por paciente y analista. También Winnicott, aunque desde una concepcisn diferente del proceso analitico, y de la regresién, harealizado importantes aportes respecto de la cualidad “sostenedora” (holding) del encuadre psicoanalitico. Piensa que el marco analttico, que define como todos los detalles de la técnica, proporciona un espacio transicional en el que el paciente puede sobrellevar una regresiGn curativa, no patoldgica, debido a los procedimientos contenidos en el encuadre, que recrearfan las técnicas maternas de cuidado del nifio en los primeros estadios del desarrollo (se refiere a los cuidados de una madre “suficientemente buena”). ‘Asi el encuadre ofrece al paciente un ambiente sostenedor y reasegurador, y un analista confiable, que hace posible una regresiGn temporal profunda, un retorno a la dependencia temprana, que le permitird el verdadero self reasumir su desarrollo, impedido por fallas ambientales (Winnicott, 54; Etchegoyen, 86). Seria entonces la funcién de contenci6n lo que le daria al encuadre el cardcter de marco reasegurador. El encuadre como el orden en el caos: el tercero en el relacién. Se ha considerado también el encuadre desde tun punto de vista diferente, concibiéndolo como el tercero en la relacién analista-paciente, representando la ley del padre. ‘Algunos autores plantean que las reglas que ordenan la relacién analitica remiten a un lugar de terceridad, que las hace confiables, justamente por esta mas all de sus protagonistas, analista y paciente (Ferrari y Sieguer, 95). La regla est inspirada en la teorfa psicoanalitica y avalada por la comunidad cientifica, y asf protege al paciente de la posibilidad que el analista ejerza su propia ley a la manera del padre de la horda primitiva, cuya ley era su libre albedrfo (Ferrari y Sieguer, 95). Chasseguet-Smirgel (87), en su trabajo sobre encuadre y ereacién, propone que el encuadre oftece al paciente el equivalente a una tela y hoja 43 FO an EE, ene TAO ENA SAPO et de papel vacfos que él podrd Nenar"al antojo de sus produceiones psiquicas” (Chasseguet-Smirgel, 87, Pag. 49). Asf, piensa que el contenido de la sesiGn representa para el paciente la vivencia de “un fondo de relaci6n uterina con Ia madre” mientras que la fijeza del encuadre representa “el corte, de esencia paterna, de esta relacién. El sélo la hace posible porque é1 (y también el analista como guardian del encuadre), es el garante que el analizado no sera sumido en el ttero materno” (Pag. 39). Compara la aceptacién del encuadre, con la aceptacién de la realidad, como equivalente a la aceptacién del padre en su papel de objeto de la madre. Tal aceptacién del padre implica una renuncia a Ia relacién simbiética con la madre. Considera que sin la presencia del encuadre el proceso analitico serfa psicético y por ende, imposible, ya que se necesita al padre como representante de la realidad, para impedir la fusién del analizado con su analista-madre. También D. Quinodoz (73), aunque desde otro Yértice, cuando desarrolla la funcién contenedora del analista a través del encuadre y de la interaccién continente-contenido dada en la relacién analitica, aclara que no la concibe como una telacién dual ya que siempre esté la presencia del padre, presente en el reverie de la madre-analista (D. Quinodoz, 73). Asimismo, A. Green, suscribe esta postura, relativizando la aparente dualidad de la relacién analitica, planteando que “esa pareja constituida Por la madre y el nifio, no existe sin el padre, entre ambos se encuentra el padre, en algin lugar del inconsciente de la madre” (A. Green, 75, Pig. 92) Este tercero, el padre, para Green esta también constituido por el encuadre en la relacién analitica. Puede hablarse de una accién terapéutica especitica del encuadre, independiente de la interpretacién? La discusi6n anterior deja en claro que el encuadre posee una importante acci6n en el proceso psicoanalftico, ya sea como contencién, como el tercero impidiendo la simbiosis de la pareja analitica, 0 como provocando la regresién necesaria para que se desarrolle la neurosis de transferencia, Cabe preguntarse entonces, si se puede hablar de una accién terapéutica espectfica del encuadre, independiente de la interpretacién. Creo que ello remite a la discusi6n acerca de la accién de los factores inespecificos en la psicoterapia en general; y también a la discusién acerca de factores curativos en psicoandlisis, esto ¢s, la contraposicién entre la terapia de insight con énfasis en la interpretacién y la terapia de 1a experiencia emocional, que asigna la funcién terapéutica esencial a la experiencia emocional vivenciada en el contexto de la relacién analitica (Thome y Kachele, 89). En nuestro medio, Infante (93) se ha ocupado de este tema, planteando que la interpretaci6n es una funcién de la relacién, en el sentido matemitico del término. Para algunos autores la funcién de reaseguramiento, confirmacién 0 apoyo del encuadre analitico, debido a sus reglas y a su estabilidad en el tiempo, y que es sostenida por la mayorfa de los autores, producirfa un efecto estabilizador independiente de la técnica interpretativa (Thome y Kachele, 89). Thome y Kachele, citan a Bibring (37), quien planteé que “la vivencia de la inclinacién a toda prueba del analista produce una consolidacién inmediata del sentimiento de seguridad que no fue adquirido en la nifiez, o que lo fue s6lo débilmente, quizé a causa de una carencia de tal vivencia de certidumbre (Bibring, 37, Pag. 30-31)”, sin em- bargo, Bibring considera que tal consolidacién s6lo tiene efecto en el contexto del proceso analitico, con lo cual no constituirfa un logro perdurable una vez concluido el proceso. Me parece interesante citar las ideas de Modell (1988), quien considera que el encuadre incluye el vinculo analista-paciente, y constituye los cimientos del tratamiento analitico. Tomando en cuenta los desarrollos de autores como Winnicott, Stone, Spitz, etc., integra los planteamientos de los te6ricos de la comunicacién, como Bateson y Watzlawick, acerca de la meta-comunicacién, a saber, que el emisor no slo comunica un mensaje al receptor sino también meta-comunica algo acerca de la relacién entre ambos. En este sentido la actitud analitica contenida en las reglas del encuadre, constituye una meta comunicacién al paciente acerca del vinculo con el analista (Modell, 88). 44 EE —‘O:F TRABAJOS el eS Cada vex més este vinculo es reconocido como el locus de la accidn terapéutica, considerando que Ia relacién terapéutica, puede ser vista tanto como “mensaje” y como “medio” (Modell, 88). Debido a que el encuadre demarea un tipo especial de Vinculo que existiria entonces en un nivel de realidad diferente, Modell considera que el setting std sujeto a transformaciones simbdlicas que permiten la elaboracisn de conflictos inespecfficos Hel desarrollo (por ejemplo, el deseo de dependencia versus temor a perder la autonom‘a, yel deseo de fusién versus el temor de ser “tragado” por el objeto). Llama a esta transformacién ‘transferencia dependiente continente”, que opone a Ja “transferencia icénica” 0 neurosis de transferencia, altamente especifica y variegada, a diferencia de la anterior (Modell, 88). ‘Este autor entiende entonces el encuadre como esencialmente regulador del vinculo analitico y lo concibe en una funcién especifica en Io que se refiere a los conflictos relacionados con 1a jintegridad del self, que, en su opini6n el paciente leva a Ia situacidn analftica. Para Modell, no pueden considerarse los procesos defensivos slo ante peligros intrapsfquicos, sino también elacionados con peligros asociados ala relaci6n y al vinculo. Sobre estos conflictos actuaria el ‘encuadre aparentemente en forma independiente de Ta interpretacién en la situacién de intimidad de Ya relacién analitica V. Algunas Reflexiones Finales El encuadre permite la ocurrencia del proceso psiconalitico prestando las condiciones bésicas para que se desarrolle el particular tipo de vinculo 0 relacién afectiva necesario para que el trabajo analitico alcance su efectividad y su especificidad, Esta funcién bésica actuarfa, por lo menos, a través de las siguientes vias especificas: favoreciendo y demarcando la regresiGn necesaria para el trabajo del andlisis; sosteniendo al paciente a través de la ‘contencién de ansiedades inherentes al contacto con Jos aspectos més primitivos del self; conteniendo al analista frente a las presiones de la contratransferencia; y, regulando y ordenando la relacién analitica por su carécter de “tercero” que protege de la fusién a la pareja analftica, Fepresentando el rol del padre en Ia relacin primaria madre-hijo. Asi, desde un vértice, e! éncuadre se ha relacionado con los cuidados maternos en la relaci6n primaria madre-hijo, ¥. desde otro vértice con el rol del padre, pudiendo pensarse al encuadre, en sus diferentes matices, ‘como representando a la pareja parental. Pienso que un aspecto esencial del encuadre hacia el cual apuntan varias de las reglas que 10 componen, es su sustrato mental definide como la actitud analftica, Desde este vértice, puede considerérselo como representando la alta especificidad del tratamiento analitico, y una mirada més detallada a la significacién y alcance de sus reglas, permite, como bien To planea Meltzer, diferenciar el psicoandlisis de otras formas de psicoterapia, En este sentido es imposible Considerar el encuadre como un conjunto de formalidades, sino mas bien constituye un todo integrado, pleno de sentido, que parece contener tas bases de la técnica y la ética particular del psicoandlisis. La actitud mental de! analista ante 1a tarea del andlisis est reglada por la devocién al método y por ende, por la biisqueda de la verdad. ‘Noes facil de alcanzar y sostener. Confluyen en su constituci6n toda su dotacién teérica, técnica y personal, haciéndose comprensible asf la Tigurosidad de la formacin analitica © imprescindible el andlisis personal. Debido justamente a que el analista tiene como su jnstrumento de trabajo su propio inconsciente y stu propia personalidad es que la relacién de la técnica ton Ia ética se hace indisoluble. La busqueda de la verdad incluida en la actitud analitica como corolario de las reglas del encuadre no se refiere entonces solamente a la comunicaciones del paciente, sino también al analista y sus propios procesos vigentes en el acto de analizar. El peligro de rigidizar el encuadre y transformarlo asfen un ritual sin verdadero sentido, creo reside en la consideracién de éste, desprovisto de su sustrato mental representado por la actitud psicoanalitica. Recuerdo nuevamente a Meltzer respecto de la creacién del encuadre, acentuando, dentro de la necesaria estabilidad a un descubrimiento que debe hacer el analista en 45 0 OOOO TRABULOS EMAA GACH Pe relaci6n a cada paciente y a si mismo, apuntando asi aun encuadre “vivo”, posibilitado no por reglas externas, sino por un determinado “estado mental” del analista. Asf también, desde el vértice del flexibilizar excesivamente el encuadre, el peligro yace, creo, en la pérdida de la especificidad de nuestra técnica y por ende, de nuestra identidad, Si se piensa en disminuir excesivamente la frecuencia de sesiones, da que pensar si “la meta- comunicacién” entregada al paciente a través de los distintos aspectos del encuadre, puede o no alcanzar su méxima efectividad, Pareciera que en parte, ello esta en funcién de la frecuencia con que se experimenta este vinculo especial con el analista. En este sentido no s6lo cabe preguntarse si se Jograria con un nimero significativamente menor de sesiones, favorecer la regresién necesaria, sino Ja contencién necesaria. Respecto a cudnta abstinencia o neutralidad, Modell plantea una idea interesante, a saber que Jas gratificaciones resultantes del funcionamiento del analista como un ambiente sostenedor, no serfan consecuencia de alguna actividad especial del éste, es decir, dar activamente apoyo, amor o confirmacién, sino que son parte intrinseca de la técnica clasica, Podrfa verse ia gratificacién presente en el ambiente reasegurador que el encuadre provee al paciente, como contradictorio con la regla de la asbtinencia. Modell aclara que la naturaleza de tal gratificacién es bien diferente de aquella asociada con la descarga libidinal o agresiva. Esta gratificacién especial se mueve silenciosamente, no es orgésmica (Modell, 84). Por iiltimo, la revisién de los conceptos contenidos en el tema del encuadre pone en primer plano cudn vital es que el analista brinde un marco y proporcione un clima que haga viable el proceso psicoanalitico. Ello no depende s6lo de su destreza para formular las interpretaciones correctas, sino desu confiabilidad comunicada al paciente a través de la actitud analitica manifestada a través del encuadre. BIBLIOGRAFIA BARANGER, M. y W.: “La situacién analitica como campo ‘dindmico”. En revista uruguaya de Psicoandlisi, Vol. 4, 1962. BICK, E.; “La experiencia de la piel en las relaciones de objeto tempranas”. En Int. Journal of Psych., Vol. 49, 1968. BLEGER, J.: “Psicoanilisis el encuadre psico-analitico”. En "Simbiosis y ambiguedad”. De. Paidés, 1976. (CHASSEGUET-SMIRGEL, J.:“Encuadre y creacién”. En Rev. Chilena Psicoanal., 6 (1), 1987. ETCHEGOYEN, H.: “Fundamentos de la técnica Psicoanalitica” (cuarta parte), Amorrortu, 1993 FERRARI, H. y SEIGUER, G.: “Consideraciones sobre la frecuencia de las sesiones y las reglas del método en Psicoanalisis”. 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