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APUNTES DE DERECHO CIVIL II – APUNTE 4

© Profesor Rodrigo Fecci Uribe. Escuela de Derecho – Universidad Academia de Humanismo Cristiano

1. Continuación clasificación de los bienes

iii) Comerciables y no comerciables. Se señala que esta clasificación atiende al criterio


según si “puedan o no ser objeto de relaciones jurídicas de los particulares”1, siendo los
comerciables los que pueden ser objeto de relación jurídica de los particulares (pudiendo ser
objeto de un derecho real o personal), y los no comerciables aquellos que no pueden.
Entre los incomerciables se distinguen2: 1) bienes incomerciables en relación su
naturaleza, que el art. 585 CC denomina “cosas comunes a todos los hombres” (como la alta
mar o el aire), considerándose que son realmente los únicos bienes que naturalmente se
encuentre fueran del comercio humano.
2) Bienes incomerciables en relación con su destino, siendo naturalmente
comerciables, se han sustraído del comercio para destinarlos a un fin público, tales como las
calles o plazas (y los bienes nacionales de uso público en general), pero se señala que pueden
ser objeto de relaciones jurídicas públicas (como una concesión).

iv) Apropiables e inapropiables. Bienes privados y públicos. Se trata de dos


clasificaciones distintas, pero que se relacionan. Por eso, se revisarán dentro de este mismo
punto, pero de manera separada.

a) Bienes apropiables e inapropiables. Se señala que esta clasificación se relaciona con la


clasificación entre comerciables y no comerciables (siendo aquellos que no pueden ser objeto
de una relación jurídica entre particulares), pero en este caso en particular respecto a la
posibilidad de que los bienes sean o no “susceptibles de propiedad”3, es decir, si pueden ser
objeto de una relación jurídica privada en particular, la cual es que pueda existir un derecho
de propiedad sobre ese bien.
En este sentido, se señala que son inapropiables las cosas comunes a todos los
hombres (definidos en el art. 585 CC, ya mencionados como bienes incomerciables), y todos
los demás bienes serían apropiables, ya sea por los particulares o por el Estado. Dentro de
los apropiables, se pueden clasificar en4:
1) Bienes apropiados e inapropiados: bienes inapropiados son los que son
susceptibles de apropiación, pero actualmente no tienen dueño, sea porque nunca lo han
tenido (res nullius), o tuvieron dueño, pero este lo abandono con intención de desprenderse
del dominio (res derelictae), señalándose que en Chile sólo pueden ser bienes sin dueños los
bienes muebles, pues según el art. 590 CC, los inmuebles sin dueños pertenecen al Estado.
2) Bienes susceptibles o no de apropiación por los particulares: existen bienes que
pudiendo naturalmente ser apropiables por los particulares, se les ha excluido de su propiedad
por ser necesarios para una utilidad pública, como las calles, caminos, plazas, puentes, playas,
etc. De este modo, los bienes que son susceptibles de apropiación de los particulares se
denominan bienes privados, y a los que pertenecen en propiedad a la nación (a través del

1
PEÑAILILLO. P. 61.
2
Ibid. P. 61-62.
3
Ibid. P. 63.
4
Ibid. P. 63-64.

1
Estado) se les denomina “bienes públicos o nacionales”, que se subdividen en bienes
nacionales de uso público (que no son apropiables por los particulares), y bienes fiscales
(que si lo son). En base a aquello, se revisará la próxima clasificación.

b) Bienes privados y públicos. Como se señaló, en base a la clasificación entre bienes


susceptibles o no de apropiación por los particulares, y según se encuentren en propiedad de
los privados o del fisco, los bienes se pueden clasificar entre bienes privados y públicos. De
este modo, bienes privados son los que son de propiedad de los particulares, y bienes
públicos los que pertenecen a la nación toda (art. 589 CC). Revisaremos a continuación en
detalle los bienes públicos.

A) Bienes nacionales de uso público. Como se trata de bienes públicos, se considera que, si
además de pertenecer su dominio a la nación toda, su uso pertenece a todos los habitantes
de la nación (art. 589 inciso segundo CC), será un bien nacional de uso público. Señala como
ejemplos el mismo art. 589 las calles, plazas, puentes, caminos y el mar adyacente. Se
considera que estos bienes son incomerciables, por su destino; por ende, los particulares no
pueden adquirir derechos sobre ellos, no pudiendo, por ejemplo, adquirir su dominio por
prescripción. Sin embargo, la autoridad puede otorgar “permisos” o “concesiones”5 para ser
destinados a un bien específico respecto de ellos, a los que se hace referencia en los arts. 598,
599 y 602 CC.
Respecto de estos bienes, se subclasifica su estudio en:
1) Dominio público marítimo: se regula en el art. 593 CC, que se refiere al mar
adyacente o mar territorial, hasta las doce millas marinas medidas desde la costa, es de
dominio nacional. Por su parte, en el art. 594 CC se regulan las playas del mar (que se
regulan además en los arts. 604 y 612 y siguientes CC), siendo de dominio y uso público, la
extensión de tierra que las olas bañan y desocupan alternativamente hasta donde llegan en
las más altas mareas.
Además de aquello, en el propio art. 593 CC se regulan las denominadas zona
contigua (veinticuatro millas marinas), y en el art. 596 CC el mar adyacente (hasta las
doscientas millas marinas), donde el Estado ejerce ciertos derechos, pero no dominio.
2) Dominio público terrestre: se señala que corresponde los bienes nacionales de
uso público “de la superficie del territorio del Estado”6, tales como calles, caminos, puentes
y plazas, que se mencionan en los arts. 589 y 592 CC, entre otras normas.
3) Dominio público fluvial y lacustre: se señala que considera “todas las aguas del
territorio nacional”7. En este sentido, el art. 595 del CC dispone que todas las aguas son
bienes nacionales de uso público, norma que reitera el Código de Aguas (art. 5). Pese aquello,
los particulares pueden “servirse de algunas aguas para determinadas necesidades”8 mediante
el derecho de aprovechamiento de aguas, que se considera un derecho real (art. 6 del Código
de Aguas).
4) Dominio público aéreo: se considera al espacio aéreo como el espacio existente
sobre un inmueble9, de modo que un particular puede usarlo para construir o para erigir

5
Ibid. P. 66
6
Ibid. P. 67.
7
Ibid. P. 68.
8
Ibid.
9
Ibid. P. 69.

2
plantaciones, y el Estado tiene soberanía para regular su utilización. Además de lo anterior,
dado el desarrollo cada vez mayor de la aeronavegación, existe una mayor regulación de los
poderes que tienen los Estados respecto de este espacio, ya sea en tratados internacionales o
normas internas como el Código Aeronáutico.

B) Bienes fiscales. Retomando la definición anterior, se considera bien nacional a aquello


cuyo dominio pertenece a la nación toda, pero si su uso no pertenece a todos los habitantes,
son bienes fiscales. De esta manera, se considera que se trata de bienes en que el Estado es
dueño como un particular más, constituyendo “el patrimonio privado del Estado; le
pertenecen en cuanto sujeto de relaciones patrimoniales privadas”10. Se señala además que
el concepto Estado es en sentido amplio, incluyendo tanto al Fisco, como a las
municipalidades, y otros patrimonios fiscales autónomos (como las universidades públicas,
entre otras). Se incluyen, por ejemplo, todas las tierras ubicadas dentro del territorio nacional
que no tienen otro dueño (art. 590 CC).

v) Consumibles y no consumibles. Se señala que esta clasificación es aplicable sólo a los


bienes muebles. Se considera que esta clasificación atiende a si la cosa se destruye o no con
su primer uso. El art. 575 CC la contiene, pero la menciona erróneamente como cosas
fungibles y no fungibles, al señalar que son cosas fungibles las que “no puede hacerse el uso
conveniente a su naturaleza sin que se destruyan”, por lo que se señala que es una expresión
“confusa”11.
De este modo, los bienes consumibles son aquellos que se destruyen a su primer uso,
pudiendo ser destrucción natural o civil. Se considera natural si “desaparecen o sufren una
alteración substancial”12, y destrucción civil si “su uso implica enajenación”13. Así, se
considera que los alimentos son naturalmente consumibles, y el dinero en efectivo es
civilmente consumible (pues para usarlo se requiere enajenarlo).
Por su parte, son bienes no consumibles aquellos que no destruyen al primer uso, ya
sea de manera natural (no desaparecen) o civilmente (no es necesaria su enajenación), como
una mesa, un automóvil, etc.

vi) Fungibles y no fungibles. Como se mencionó anteriormente, esta clasificación se


contiene en el art. 575 del CC, pero en realidad se refiere a las cosas consumibles y no
consumibles. Por su parte, el concepto de fungibilidad se refiere a una comparación entre
dos bienes, de modo que “por presentar entre sí una igualdad de hecho, se las considera como
de igual poder liberatorio”14. Se discute si es aplicable sólo a los muebles, o también a los
inmuebles.
De este modo, son bienes fungibles aquellos que tienen un mismo poder liberatorio
(esto es, que permite extinguir una obligación, por lo que, también sería aplicable a los
hechos), y no fungibles aquellos que no tienen un mismo poder liberatorio. Por ejemplo, si
una persona debe a otra “un computador marca Samsung modelo XY”, cualquier computador

10
Ibid. P. 70.
11
Ibid. P. 48.
12
Ibid.
13
Ibid.
14
Ibid. P. 50.

3
que cumpla con esas características va a servir para cumplir la obligación, y por ende son
bienes fungibles entre sí.

vii) Singulares y universales. Esta clasificación se refiere a si los bienes son una unidad
singular por sí mismos, o si conforma una unidad funcional al relacionarse mediante un
“determinado vínculo”15 con otros bienes singulares, llamándose los primeros bienes
singulares, y los segundos bienes universales.
De este modo, las universalidades pueden ser de hecho o de derecho. Se considera
universalidad de hecho al conjunto de bienes que, conservando su individualidad, “forman
un todo al estar unidos por un vínculo de igual destino”16, pudiendo ser los bienes de una
misma naturaleza (como los animales de un ganado o los libros de una biblioteca), o de
naturaleza diferente (como el conjunto de bienes corporales e incorporales que componen el
establecimiento de comercio). Por su parte, la universalidad de derecho se compone por “un
conjunto de bienes y relaciones jurídica activas y pasivas”17, que conforman un todo
indivisible, señalándose como ejemplos el patrimonio de una persona en sí mismo, una
herencia, la sociedad conyugal, etc.
En base a lo anterior, la principal diferencia entre ambos, es que la universalidad de
hecho será sólo un conjunto de bienes, y la de derecho un conjunto de bienes y deudas o
pasivos. Además, que las universalidades de hecho son creadas directamente por los sujetos,
mientras que las universalidades de derecho las crea exclusivamente la ley.

viii) Principales y accesorios. El Código no regula expresamente esta clasificación, pero se


considera que la incluye tácitamente por ej. en los arts. 587, 1122, 1127 y 1830 CC. Se
considera que la clasificación es según si los bienes pueden existir o subsistir por si solos,
sin necesidad de vincularse a otros. Así, de manera general, los bienes principales son los
que pueden subsistir por si mismos, y los accesorios aquellos que necesitan de otro bien para
subsistir. Por ejemplo, se señala que la superficie de un terreno es un bien principal, y un
árbol que está plantado sobre el terreno es un bien accesorio.
Se señala que esta clasificación también se aplica a los bienes incorporales18 (es decir,
a los derechos reales y personales), así, por ejemplo, una hipoteca o prenda es accesoria a la
deuda principal que aseguran, y la servidumbre es accesoria al derecho de dominio que se
tiene sobre el inmueble.
Finalmente, se comenta que el criterio para definir lo principal o accesorio atiende a
la subsistencia, pero también puede tener otros criterios, como el valor, la finalidad, y el
volumen, que son criterios que se utilizan a propósito de la accesión en los arts. 659, 660 y
661.
Se considera que19 la relevancia de la distinción es respecto de la aplicación del
principio de que “lo accesorio sigue la suerte de lo principal”, de manera que, por ejemplo,
si se adquiere por prescripción el dominio de un bien principal, también se adquirirá el
dominio de lo accesorio; así también, si se adquiere por compra lo principal, a menos que se
estipule lo contrario, se entiende que igualmente se adquiere lo accesorio, etc.

15
Ibid. P. 55.
16
Ibid.
17
Ibid. P. 57.
18
Ibid. P. 52.
19
Ibid.

4
2. La propiedad. Introducción: Concepto y características generales (caracteres y
facultades o atributos).

a) Concepto de derecho de propiedad o de dominio. Se revisó anteriormente que el Código


define que un derecho real es el que se tiene sobre una cosa sin respecto a determinada
persona (art. 577 CC), y luego enumera los derechos reales que reconoce el CC, incluyendo
la propiedad o dominio, que se considera es el derecho real más importante, o más bien, el
que confiere “el poder más amplio sobre una cosa”20, es decir, otorga las mayores
atribuciones o facultades que se pueden tener respecto de una cosa.
El Código la define en el art. 582, señalando que el dominio es el derecho real en una
cosa corporal, para gozar y disponer de ella arbitrariamente, no siendo contra la ley o contra
derecho ajeno; agregando, en el inciso segundo, que la propiedad separada del goce se llama
mera nuda propiedad. Como se puede deducir de lo ya expuesto, una discusión relevante va
a ser si la propiedad que regula el Código en estos artículos es aplicable tanto a los bienes
corporales o incorporales (sobre los que vimos el Código señala que existe una especie de
propiedad, art. 583 CC), o si sólo se aplican a los corporales. Alessandri, por ejemplo, señala
que lo que expone se refiere a la que “tiene por objeto cosas corporales; las otras especies de
propiedad se estudiarán oportunamente en otro lugar”21, considerando incluso que propiedad
es un concepto genérico, y dominio referido exclusivamente a las cosas corporales22.
El concepto de propiedad del art. 582 CC existe en referencias legales en nuestro país
desde el derecho de la Colonia, en que se definía en las doce partidas a la propiedad con
características (absolutas de usar, gozar y disponer de una cosa), y limitaciones similares (en
la ley o derecho de otro). Se considera que la definición que hace el Código es analítica, en
cuanto la concibe “como un conjunto de facultades o prerrogativas identificables y de cierta
autonomía”23, por lo que basta con enumerar esas facultades que concede, y que el concepto
de arbitrariedad se refiere como un contenido “absoluto, individualista, desprovisto de
preocupación social”24, aunque morigerado e impidiendo el abuso en base a la definición de
que no puede ser contrario a la ley o derecho ajeno, lo que ha dado lugar a la teoría de la
función social de la propiedad.
De este modo, a modo de síntesis, se señala que de la definición legal se deben
destacar los siguientes aspectos25: 1) que se le califique como un derecho real; 2)
enumeración o establecimiento de los atributos: uso (implícito en la expresión del atributo
goce), goce y disposición, de manera arbitraria; 3) las restricciones genéricas: la ley y el
derecho ajeno. 4) un campo de aplicación a las cosas corporales, que se expande a las
incorporales en el art. 583 CC, pero de manera matizada (al señalar que hay una “especie”
de propiedad), siendo al parecer el elemento distintivo de la propiedad sobre cosas corporales
la exclusividad.

20
ALESSANDRI. P. 35.
21
Ibid. P. 37.
22
Ibid. P.
23
PEÑAILILLO. P. 77.
24
Ibid.
25
Ibid. P. 78.

5
b) Caracteres del derecho de propiedad. Este concepto hace referencia a las características
generales del derecho de dominio o propiedad, en cuanto al conjunto de facultades que
confiere. Se considera que tiene al menos tres caracteres26:

i) Absoluto: se considera que tiene dos alcances. Por un lado, que el titular puede ejercer
sobre la cosa todas las facultades posibles, y por otra, que tiene un poder soberano para
usar, gozar y disponer de ella a su arbitrio, sin que nadie pueda evitarlo. Pese a lo anterior,
ese poder soberano siempre aparece limitado por la ley o derecho ajeno, o con el limite de
impedirse un ejercicio abusivo.
Debido a esta crítica al carácter “absoluto” en cuanto arbitrario, se ha querido precisar
que es un derecho general, en cuanto autorizar aprovecharse de “todas las utilidades que la
cosa es capaz de proporcionar”27.

ii) Exclusivo: se considera que es un derecho exclusivo pues por su esencia “supone un titular
único facultado para usar, gozar y disponer de la cosa”28, impidiendo la intromisión de
terceros. Pese a lo anterior, pueden existir, por un lado, otros derechos reales sobre la misma
cosa (como el derecho de usufructo o de uso y habitación), o de otros derechos de propiedad
sobre la misma cosa, caso en el que estamos frente a la comunidad o condominio.

iii) Perpetuo: esto es así en cuanto no tiene limitación de tiempo, y puede durar “tanto cuanto
la cosa”29, por lo que no se pierde el derecho de propiedad por el solo paso del tiempo. Sin
embargo, puede perderse el derecho si otra persona inicia una posesión (regular o irregular)
durante un tiempo determinado, de modo que la adquiere por prescripción. En tal caso, no es
un caso de perdida por el sólo paso del tiempo, pues al paso del tiempo se suma otro hecho
jurídico: la posesión del tercero, luego, nuevo propietario.
Además, existe un tipo de propiedad que especialmente está sujeta a perderse por el
paso del tiempo, como puede ocurrir en la propiedad fiduciaria, que está sujeta a pasar a otra
persona por verificarse una condición (art. 733 CC).

Además de lo anterior, Peñailillo señala30 que son características del derecho de


propiedad el ser un derecho real, y la abstracción y elasticidad31, consistente la abstracción
en que el derecho es independiente de las facultades que integran su contenido, de manera
que no por desprenderse de algunas de estas facultades se desnaturaliza el derecho de
dominio; y relacionada con la anterior, la elasticidad considera que el derecho de propiedad
tiene una “vocación básica de plenitud”, por lo que tiende a contraerse y expandirse, como
ocurre por ejemplo con el establecimiento de un usufructo: el derecho de propiedad se
contrae, pero al estar sujeto a un plazo, siempre volverá a expandirse.

26
ALESSANDRI. P. 37-39. Y PEÑAILILLO. P. 128-134, que en realidad considera 5.
27
ALESSANDRI. P. 37.
28
Ibid. P. 38.
29
Ibid.
30
PEÑAILILLO. P. 128 y 133.
31
Que también la menciona ALESSANDRI. P.39-40.

6
c) Facultades o atributos. Se considera a las facultades o atributos las “prerrogativas
individualizables”32 que asigna al propietario, que se consideran esenciales para efectos
constitucionales33, y que a partir de la definición del art. 582 se considera que son las
facultades o atributos de uso, goce y disposición, a lo que Peñailillo suma la reivindicabilidad,
la facultad de administración, y la exclusividad. Alessandri34 las divide en facultades
materiales: uso, goce y consumo físico de la cosa; y las jurídicas, que son los actos de
disposición jurídica, que requieren de la facultad de disposición. Revisaremos en detalle cada
una de ellas35:

i) Uso: la facultad de uso, en términos simples, significa que “el propietario puede usar o
servirse de la cosa”36. Se señala que el Código en varias disposiciones no la menciona
explícitamente, sino sólo de manera implícita, tanto en la definición de dominio ya revisada,
como en la de usufructo (art. 764 CC), arrendamiento (art. 1915 CC), etc., pero si de manera
más explicita en la definición de derecho de uso (art. 811 CC), o en artículos como 575, 1916,
1945.
Si bien es difícil concebir el goce sin el uso de la cosa, se trata de dos facultades
distintas, pues además hay disposiciones que las tratan separadamente (arts. 592, 595, 598 y
602 CC).

ii) Goce: esta facultad significa que el titular del dominio “puede beneficiarse con los frutos
y productos de la cosa”37. De este modo la doctrina divide en dos categorías los frutos y
productos de la cosa, los que además pueden ser civiles o naturales.
Esta división (que queda clara a partir del art. 537 CC), considera que los frutos de
una cosa son los que “da periódicamente, ayudada o no de la industria humana y sin
detrimento de la cosa”38, mientras que el producto “carece de periodicidad y disminuye la
cosa”39.

iii) Disposición: se considera también como facultad de “abuso”, derivando del carácter
absoluto de la propiedad. Se la define como aquella facultad que permite al dueño “disponer
de la cosa según su voluntad y arbitrariamente”40 (siempre con la limitación genérica de no
ser aquella disposición contraria a la ley o derecho ajeno), pudiendo ser, como se señaló, una
disposición material (modificar o destruir la cosa), o jurídica (constituir un derecho personal
o real respecto o sobre la cosa, o transferirlo o transmitirlo).

32
PEÑAILILLO. P. 134.
33
Ibid.
34
ALESSANDRI. P. 51.
35
ALESSANDRI. P. 51-58. Y PEÑAILILLO. P. 134-138.
36
PEÑAILILLO. P. 134.
37
Ibid. P. 135.
38
Ibid.
39
Ibid.
40
Ibid. P. 137.

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