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Apunte 4
Apunte 4
© Profesor Rodrigo Fecci Uribe. Escuela de Derecho – Universidad Academia de Humanismo Cristiano
1
PEÑAILILLO. P. 61.
2
Ibid. P. 61-62.
3
Ibid. P. 63.
4
Ibid. P. 63-64.
1
Estado) se les denomina “bienes públicos o nacionales”, que se subdividen en bienes
nacionales de uso público (que no son apropiables por los particulares), y bienes fiscales
(que si lo son). En base a aquello, se revisará la próxima clasificación.
A) Bienes nacionales de uso público. Como se trata de bienes públicos, se considera que, si
además de pertenecer su dominio a la nación toda, su uso pertenece a todos los habitantes
de la nación (art. 589 inciso segundo CC), será un bien nacional de uso público. Señala como
ejemplos el mismo art. 589 las calles, plazas, puentes, caminos y el mar adyacente. Se
considera que estos bienes son incomerciables, por su destino; por ende, los particulares no
pueden adquirir derechos sobre ellos, no pudiendo, por ejemplo, adquirir su dominio por
prescripción. Sin embargo, la autoridad puede otorgar “permisos” o “concesiones”5 para ser
destinados a un bien específico respecto de ellos, a los que se hace referencia en los arts. 598,
599 y 602 CC.
Respecto de estos bienes, se subclasifica su estudio en:
1) Dominio público marítimo: se regula en el art. 593 CC, que se refiere al mar
adyacente o mar territorial, hasta las doce millas marinas medidas desde la costa, es de
dominio nacional. Por su parte, en el art. 594 CC se regulan las playas del mar (que se
regulan además en los arts. 604 y 612 y siguientes CC), siendo de dominio y uso público, la
extensión de tierra que las olas bañan y desocupan alternativamente hasta donde llegan en
las más altas mareas.
Además de aquello, en el propio art. 593 CC se regulan las denominadas zona
contigua (veinticuatro millas marinas), y en el art. 596 CC el mar adyacente (hasta las
doscientas millas marinas), donde el Estado ejerce ciertos derechos, pero no dominio.
2) Dominio público terrestre: se señala que corresponde los bienes nacionales de
uso público “de la superficie del territorio del Estado”6, tales como calles, caminos, puentes
y plazas, que se mencionan en los arts. 589 y 592 CC, entre otras normas.
3) Dominio público fluvial y lacustre: se señala que considera “todas las aguas del
territorio nacional”7. En este sentido, el art. 595 del CC dispone que todas las aguas son
bienes nacionales de uso público, norma que reitera el Código de Aguas (art. 5). Pese aquello,
los particulares pueden “servirse de algunas aguas para determinadas necesidades”8 mediante
el derecho de aprovechamiento de aguas, que se considera un derecho real (art. 6 del Código
de Aguas).
4) Dominio público aéreo: se considera al espacio aéreo como el espacio existente
sobre un inmueble9, de modo que un particular puede usarlo para construir o para erigir
5
Ibid. P. 66
6
Ibid. P. 67.
7
Ibid. P. 68.
8
Ibid.
9
Ibid. P. 69.
2
plantaciones, y el Estado tiene soberanía para regular su utilización. Además de lo anterior,
dado el desarrollo cada vez mayor de la aeronavegación, existe una mayor regulación de los
poderes que tienen los Estados respecto de este espacio, ya sea en tratados internacionales o
normas internas como el Código Aeronáutico.
10
Ibid. P. 70.
11
Ibid. P. 48.
12
Ibid.
13
Ibid.
14
Ibid. P. 50.
3
que cumpla con esas características va a servir para cumplir la obligación, y por ende son
bienes fungibles entre sí.
vii) Singulares y universales. Esta clasificación se refiere a si los bienes son una unidad
singular por sí mismos, o si conforma una unidad funcional al relacionarse mediante un
“determinado vínculo”15 con otros bienes singulares, llamándose los primeros bienes
singulares, y los segundos bienes universales.
De este modo, las universalidades pueden ser de hecho o de derecho. Se considera
universalidad de hecho al conjunto de bienes que, conservando su individualidad, “forman
un todo al estar unidos por un vínculo de igual destino”16, pudiendo ser los bienes de una
misma naturaleza (como los animales de un ganado o los libros de una biblioteca), o de
naturaleza diferente (como el conjunto de bienes corporales e incorporales que componen el
establecimiento de comercio). Por su parte, la universalidad de derecho se compone por “un
conjunto de bienes y relaciones jurídica activas y pasivas”17, que conforman un todo
indivisible, señalándose como ejemplos el patrimonio de una persona en sí mismo, una
herencia, la sociedad conyugal, etc.
En base a lo anterior, la principal diferencia entre ambos, es que la universalidad de
hecho será sólo un conjunto de bienes, y la de derecho un conjunto de bienes y deudas o
pasivos. Además, que las universalidades de hecho son creadas directamente por los sujetos,
mientras que las universalidades de derecho las crea exclusivamente la ley.
15
Ibid. P. 55.
16
Ibid.
17
Ibid. P. 57.
18
Ibid. P. 52.
19
Ibid.
4
2. La propiedad. Introducción: Concepto y características generales (caracteres y
facultades o atributos).
20
ALESSANDRI. P. 35.
21
Ibid. P. 37.
22
Ibid. P.
23
PEÑAILILLO. P. 77.
24
Ibid.
25
Ibid. P. 78.
5
b) Caracteres del derecho de propiedad. Este concepto hace referencia a las características
generales del derecho de dominio o propiedad, en cuanto al conjunto de facultades que
confiere. Se considera que tiene al menos tres caracteres26:
i) Absoluto: se considera que tiene dos alcances. Por un lado, que el titular puede ejercer
sobre la cosa todas las facultades posibles, y por otra, que tiene un poder soberano para
usar, gozar y disponer de ella a su arbitrio, sin que nadie pueda evitarlo. Pese a lo anterior,
ese poder soberano siempre aparece limitado por la ley o derecho ajeno, o con el limite de
impedirse un ejercicio abusivo.
Debido a esta crítica al carácter “absoluto” en cuanto arbitrario, se ha querido precisar
que es un derecho general, en cuanto autorizar aprovecharse de “todas las utilidades que la
cosa es capaz de proporcionar”27.
ii) Exclusivo: se considera que es un derecho exclusivo pues por su esencia “supone un titular
único facultado para usar, gozar y disponer de la cosa”28, impidiendo la intromisión de
terceros. Pese a lo anterior, pueden existir, por un lado, otros derechos reales sobre la misma
cosa (como el derecho de usufructo o de uso y habitación), o de otros derechos de propiedad
sobre la misma cosa, caso en el que estamos frente a la comunidad o condominio.
iii) Perpetuo: esto es así en cuanto no tiene limitación de tiempo, y puede durar “tanto cuanto
la cosa”29, por lo que no se pierde el derecho de propiedad por el solo paso del tiempo. Sin
embargo, puede perderse el derecho si otra persona inicia una posesión (regular o irregular)
durante un tiempo determinado, de modo que la adquiere por prescripción. En tal caso, no es
un caso de perdida por el sólo paso del tiempo, pues al paso del tiempo se suma otro hecho
jurídico: la posesión del tercero, luego, nuevo propietario.
Además, existe un tipo de propiedad que especialmente está sujeta a perderse por el
paso del tiempo, como puede ocurrir en la propiedad fiduciaria, que está sujeta a pasar a otra
persona por verificarse una condición (art. 733 CC).
26
ALESSANDRI. P. 37-39. Y PEÑAILILLO. P. 128-134, que en realidad considera 5.
27
ALESSANDRI. P. 37.
28
Ibid. P. 38.
29
Ibid.
30
PEÑAILILLO. P. 128 y 133.
31
Que también la menciona ALESSANDRI. P.39-40.
6
c) Facultades o atributos. Se considera a las facultades o atributos las “prerrogativas
individualizables”32 que asigna al propietario, que se consideran esenciales para efectos
constitucionales33, y que a partir de la definición del art. 582 se considera que son las
facultades o atributos de uso, goce y disposición, a lo que Peñailillo suma la reivindicabilidad,
la facultad de administración, y la exclusividad. Alessandri34 las divide en facultades
materiales: uso, goce y consumo físico de la cosa; y las jurídicas, que son los actos de
disposición jurídica, que requieren de la facultad de disposición. Revisaremos en detalle cada
una de ellas35:
i) Uso: la facultad de uso, en términos simples, significa que “el propietario puede usar o
servirse de la cosa”36. Se señala que el Código en varias disposiciones no la menciona
explícitamente, sino sólo de manera implícita, tanto en la definición de dominio ya revisada,
como en la de usufructo (art. 764 CC), arrendamiento (art. 1915 CC), etc., pero si de manera
más explicita en la definición de derecho de uso (art. 811 CC), o en artículos como 575, 1916,
1945.
Si bien es difícil concebir el goce sin el uso de la cosa, se trata de dos facultades
distintas, pues además hay disposiciones que las tratan separadamente (arts. 592, 595, 598 y
602 CC).
ii) Goce: esta facultad significa que el titular del dominio “puede beneficiarse con los frutos
y productos de la cosa”37. De este modo la doctrina divide en dos categorías los frutos y
productos de la cosa, los que además pueden ser civiles o naturales.
Esta división (que queda clara a partir del art. 537 CC), considera que los frutos de
una cosa son los que “da periódicamente, ayudada o no de la industria humana y sin
detrimento de la cosa”38, mientras que el producto “carece de periodicidad y disminuye la
cosa”39.
iii) Disposición: se considera también como facultad de “abuso”, derivando del carácter
absoluto de la propiedad. Se la define como aquella facultad que permite al dueño “disponer
de la cosa según su voluntad y arbitrariamente”40 (siempre con la limitación genérica de no
ser aquella disposición contraria a la ley o derecho ajeno), pudiendo ser, como se señaló, una
disposición material (modificar o destruir la cosa), o jurídica (constituir un derecho personal
o real respecto o sobre la cosa, o transferirlo o transmitirlo).
32
PEÑAILILLO. P. 134.
33
Ibid.
34
ALESSANDRI. P. 51.
35
ALESSANDRI. P. 51-58. Y PEÑAILILLO. P. 134-138.
36
PEÑAILILLO. P. 134.
37
Ibid. P. 135.
38
Ibid.
39
Ibid.
40
Ibid. P. 137.