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adolescente.phtml

Hablar del mundo emocional adolescente es para solo hacer un recorte para la comprensión
de los mismos, pensar en su  lógica y sacar conclusiones para una mejor educación que es lo
que se pretende en esta columna.

La importancia del manejo de las emociones es en este tiempo de vital importancia, ya no


contamos con subjetividades estancas del pasado sino que la realidad adolescente tiene una
vertiginosidad que el presente es tan dinámico que lo hace inestable para poder avizorar un
futuro-

Nuestro mundo, el adulto, tiene desde tiempos inmemoriales un concepto que hay que rever
para poder empatizar, dejar de rivalizar entre jóvenes y adultos. Para graficar desde donde
venimos con este discurso y a lo que me refiero transcribo una cita de Sócrates V A.C.:

 “Los jóvenes de hoy aman el lujo y están mal educados, desdeñan la autoridad, no tienen
ningún respeto por sus mayores, y charlan en vez de trabajar. Ya no se ponen en pie cuando un
adulto entra a la habitación en dónde se encuentran, contradicen a sus padres, en la mesa se
apresuran engullir los postres, cruzan las piernas, y tiranizan a sus maestros…”

Es deber de la familia y escuela generar vínculos de confianza para encauzar la vida


adolescente en una cultura humanística, ellos no creen que los conocimientos que reciben les
sirve, es típico que en una clase surja la pregunta desafiante de parte de un estudiante: ¿Para
qué me sirve lo que me estás enseñando? Si cada docente respondería a esa pregunta sería
más atractiva y productiva la clase, en definitiva dicha pregunta nos solicita que debemos
enseñar para la vida. Más que exponer nuestra “sabiduría” debemos interesarnos por lo que
ellos ya saben y analizar juntos si esa información que tienen es fidedigna o no,  realizando las
comprobaciones necesarias pasando por el tamiz de la ciencia dicha información.

La neurociencia nos presenta un nuevo paradigma adolecente, podemos considerar esta  como
una segunda oportunidad educativa; ya que en la adolescencia la materia gris crece, pero no
de la misma manera en todo el cerebro, aumenta más en la corteza prefrontal.   Es un periodo
sensitivo para ciertos tipos de aprendizaje, por ejemplo: el emocional y el social. No
aprovechar esta etapa, concluye en una dramática pérdida de oportunidades. El cerebro
adolescente es maleable y adaptable y ofrece una excelente oportunidad para el aprendizaje y
la creatividad.

Al cambiar de paradigma debemos ver a esta etapa como un sin número de oportunidades no
como algo dificultoso e inmanejable como estamos acostumbrados a escuchar toda clase de
malos comentarios, el mirar solo a la adolescencia a través de sus dificultades, sufrimientos ,
su despreocupación o inconciencia a veces lleva al facilismo de la medicalización.

Es necesario generar una especie de andamiaje emocional donde se pueda acompañar en


nuestro rol de adultos responsables brindando seguridad, no mirar a corto plazo, generar
certeza, no hay peor cosa para el cerebro que la incertidumbre, al cerebro necesita tener el
control y por cierto nuestra sociedad es bastante incierta y por eso el alto nivel de angustia.

En una cultura del tener y no del ser, de la estética y no de la ética hay mucho que trabajar,
propiciando espacios de diálogos que permitan expresar temores dudas, nada más humilde en
un educador ya sean padres o docentes que abrirse a la oportunidad de ser preguntados. Hay
dolores emocionales que nos acompañan durante toda la vida pero que se hacen más notorios
en la adolescencia y de los cuales es necesario hablar como son: la envidia, los celos, el miedo,
el sentimiento de inseguridad o inferioridad, la vergüenza. Es necesario saber y establecer el
porqué de dichos dolores que son la carencia del manejo de las habilidades emocionales.

          Estudios han demostrado que parte de la violencia en la esfera pública y privada
proviene directamente de la incapacidad de describir sus emociones a través de las palabras.
Poner en palabra lo que nos sucede alivia el dolor y expande la alegría. “Las palabras
construyen realidades”. Por ello la necesidad de generar espacios donde circule la palabra,  
para construir un pensamiento crítico, establecer acuerdos, formular preguntas, expresar
deseos…

 También es necesario dialogar y saber establecer las pautas para  a que grupos pertenecer, no
a cualquier precio, por eso es necesario trabajar la autoestima, para poder decir no cuando
vean que algo está mal, ese empoderamiento lo da la autoestima. Somos seres gregarios y
necesitamos pertenecer a un grupo a veces los adultos con tal de pertenecer omitimos la
verdad. El trabajar la autoestima es la herramienta para elegir el grupo que genere amor y no
violencia. ¿Y cómo se consigue? Con el autoconocimiento, empatía, amor propio, autoestima y
habilidades sociales. El cambio cultural que necesitamos es poder transmitir valores desde la
afectividad para generar la “Cultura del Amor”

Estimadas y Estimados lectores esta ha sido la primera columna como disparadora de otras
donde iré profundizando sobre la educación emocional, con gusto recibiré aportes,
sugerencias y consultas al siguiente correo carlossigvardt@hotmail.com

Hasta el próximo encuentro emocional.

Lic. Carlos A. Sigvardt

Conferencista – Capacitador en Educación Emocional

Vicepresidente de la Fundación Educación Emocional

Contactos:

3434474651

Instagram.com/carlos_sigvardt

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