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Filosofía California (A Publicar)
Filosofía California (A Publicar)
Filosofía California (A Publicar)
-fragmentos nómadas-
Primera estación de paso Dos: Un caminar de espejos (andanza nocional 1
especulativa2).
-Dr. Humberto González Galvan-
1
de manera rebelde, se ha venido denomindo Abya Yala 5), tendríamos reunidos
sus aportes pensantes en un cuadro sinóptico general como el siguiente:
5
Abya-Yala, de acuerdo a la lengua dulegaya o guna (antiguos pobladores de lo que hoy son Panamá y
Colombia) significa “tierra en plena madurez”, “tierra en florecimiento”, “tierra madura”, “tierra viva”,
“tierra de sangre vital”. Ahora bien: “Fue el líder del pueblo aimara Constantino Lima Chávez (también
conocido como Takir Mamani) quien hizo popular el término Abya Yala. En 1975 Mamani participa en la
Primera Conferencia Internacional de Pueblos Indígenas, en la isla Quadra, en la Columbia Británica
canadiense. En su viaje de vuelta desde Canadá a Bolivia, Takir Mamani visita a los guna en Panamá y se da
cuenta de que no existe un nombre indígena para denominar al continente americano en su conjunto. Fue
entonces cuando adopta el término Abya Yala y empieza a defender su uso en las declaraciones oficiales de
los organismos de gobierno de los pueblos indígenas americanos.”
https://hablacultura.com/cultura-textos-aprender-espanol/curiosidades/abya-yala-america/#:~:text=Abya
%20Yala%20era%20el%20nombre%20de%20Am%C3%A9rica&text=Fue%20el%20l%C3%ADder%20del
%20pueblo,en%20la%20Columbia%20Brit%C3%A1nica%20canadiense.
6
“En él [Ometéotl]se resumen todos los atributos de la divinidad, a tal grado que el mundo aparece como
una omeyotización universal” (León-Portilla, M., Filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, UNAM, México,
2001, p.386.
2
En el contexto metafísico de este trabajo, desde lo paleolítico mogol (origen
lejano) hasta lo histórico manifiesto en nuestros pueblos originarios (origen no tan
lejano), nos parece viable suponer que nuestra filosofía California tendría que
corresponder, de igual manera metafísica, a una ontología de base Dos en la que
se encuentran insertos, de manera sublime, todos los atributos filosóficos
enumerados en a-f.
En la filosofía California deberemos ser capaces de reconocer la misma puesta en
juego -simbólica, mítica y nocional-, de los elementos filosóficos indicados (y otros)
que, en ausencia de textos y de lengua viva, tendría también que señalarse y
hacerse manifiestos en documentos de índole otra a los históricos convencionales,
como lo son sus pinturas rupestres. Es este nuestro punto de partida. Querríamos
plantar desde ahora (tenemos que, estamos obligados -si queremos verla crecer-)
la doble anticipación hermenéutica que guiará nuestros pasos pensantes:
(1) Anticipación de la perfección: la filosofía California tiene una base
ontológica Dos desde la cual se afianza en un tiempo y un espacio
nómadas, en los que ella impregna su horizonte vital con símbolos duales
acordes a un pluralismo armónico, 7 que se generaliza tanto al paisaje8
(cuevas, arroyos, piedras, cerros, nubes, etc.) como al Otro (las demás
bandas nómadas, la propia banda nómada, cada miembro de todas esas
bandas -tanto las ajenas como la propia-, etc.).
(2) Anticipación del límite: la filosofía California es el boceto de una utopía cuya
esperanza se hinca irrealizada en cualquier presente (tanto en el de los
antiguos Californios, como en el nuestro actual); de ahí que sea imposible
delimitar con precisión su horizonte «acontecimental», no obstante el trazo
efectual específico que cada paso vaya poniendo en evidencia epistémica.
7
Preferimos “armónico” a “adaptativo”, a menos que se entienda “adaptación” en un sentido piagetiano de
dos direcciones transformantes y no en uno biológico, unidireccional y evolutivo.
8
Preferimos “paisaje” a “medio” que, aunque es más amplio, por lo general invisibiliza factores cualitativos
del medioambiente, no así el término “paisaje” que queda mejor asociado a categorías como lugar,
territorio, región e incluso morada, donde se acentúan sobremanera dichos factores, más acordes a lo
nómada que se va a impulsar aquí.
3
Veredas y andanzas II: Filosofía California.
Decolonialidad y Dos ontológico; Sur es Sures, Sures-es-ser-entes. Un ejemplo.
Auto citamos algunas ideas, en extenso9:
Del Dos metafísico se llega a muchas partes otras, todas distintas entre sí. Por
ello, es justo que queramos partir del Dos como base ontológica otra y, en
consecuencia, es natural que estemos tomando como documento originario
central, como documento otro (no hay más), a las pinturas rupestres o “lienzos de
piedra”, como también se les ha llegado a llamar, y que aquí denominamos
“documento Dos” o, si se prefiere, “documento de fuente epistémica Dos”. Así
pues, aunque revisaremos algunos documentos Uno, nuestra intención más
ambiciosa se centra en documentos Dos (como creemos que lo son las pinturas
rupestres, paisajes circundantes incluidos). En estos documentos (las pinturas
rupestres y sus regiones), vamos a ensayar una metodología otra basada en la
teoría del acto icónico10 para, con ella, inaugurar y explorar un campo virgen: la
filosofía de los antiguos Californios. También ensayaremos un triple andar
hermenéutico por entre las pinturas rupestres: primero, teniendo a Gastón
Bachelard como adalid; segundo, teniendo a la mancuerna Heidegger-Gadamer
como guías centrales y; el tercero, teniendo como telón de fondo el horizonte
decolonial dibujado por todo un elenco de pensadores críticos cuyo lugar de
enunciación está centrado en un Sur metafórico desde el que lo nuevo cobra ser
en muy distintos ámbitos de posibilidad.
En este contexto metafísico, habría que empezar diciendo que la antigua
California ha sido investigada en muy distintos ámbitos del saber, pero siempre
desde la perspectiva Uno. Ello ha sido así por una razón muy simple; ninguna de
esas aproximaciones ha situado sus andanzas conceptuales en el espacio abierto
por la dif-errancia colonial (más adelante se aclarará este término). Así, por
9
Nos referimos al citado libro digital Veredas y andanzas: aconteSer hermenéutico Dos.
10
Bredekamp así parece verlo desde su presentación cuando señala, con respecto a la recepción de su teoría
del acto icónico: “…se nos reprochaba, a veces con vehemencia, que el intento de entender la materia
formada como algo pseudo-vivo suponía abandonar el campo de la Ilustración, en el siglo XVIII, había
definido como accesible para la ciencia y la filosofía. Por el contrario, otras reacciones favorables al libro
expresaron, con no menos decisión, que con este intento se producía una ampliación de dicho campo hasta
alcanzar aquellos ámbitos en los que el mundo formado no se considera como un producto del
conocimiento constructivo sino como un sorprendente encuentro.” (Teoría del acto icónico, Akal, España,
2017, p.5).
4
ejemplo, desde la historia, desde la arqueología, e incluso desde la botánica o la
zoología, nunca se han matizado las relaciones de poder11 imbricadas en cada
uno de dichos conocimientos. Este permanecer incuestionado, obviado e invisible,
es lo que ha permitido al poder (epistemológico, en este caso, aunque siempre
político) ejercerse como una única perspectiva cognitiva. Su base ontológica de
fondo es Uno. A la vez, aunque menos socorridas, las investigaciones de carácter
arqueo-antropológico hacen valiosos aportes, aunque también estas admiten, sin
crítica, a esa misma base ontológica Uno y al poder ahí escondido. Hay que
considerar que la información arqueo-antropológica convencional proviene, sobre
todo, de los frailes avenidos a armar la conquista espiritual de los indígenas 12. Es
justo por ello que, desde su Uno ontológico nunca cuestionado, tildan de salvajes
y atrasados a los oriundos naturales y originarios, de quienes pretenden informar
con objetividad científica y neutra de valores. Esta ausencia de dif-errar decolonial
es la que querríamos aquí hacer presente de manera explícita, ya que la misma
base ontológica Dos, propia de este dif-errar, es la que nos va a permitir realizar
intervenciones conceptuales otras, a partir de las pinturas rupestres, hacia la
formulación de una pensable y verosímil filosofía California. Para despejar más el
terreno epistémico en el que nos queremos mover, veamos, a manera de ejemplo,
el siguiente dato de fuente documental Uno. Dato de corte antropológico, que
conlleva su correspondiente hermenéutica también Uno. Lo tomamos de la
Historia de la Antigua o Baja California, escrito por el jesuita veracruzano
Francisco Xavier Clavijero (1731-1787) y publicado en Venecia, de manera
póstuma, en 1789, dos años después de su muerte. En la sección XVIII del Libro
Primero, que se denomina “Origen y carácter de los californios”, leemos la
siguiente anécdota:
Poco después que los jesuitas empezaron a plantar sus misiones en
la California envió un misionero a otro por medio de un indio neófito
dos tortas de pan (regalo entonces muy apreciado por la escasez de
trigo) con una carta, en que le hablaba de esta remesa. El neófito
11
Cuando Michel Foucault incursiona en estudios arqueológicos teniendo en consideración las relaciones de
poder implicadas en sus objetos de investigación (cárceles, manicomios, afectos, etc.) es ya un pensador
otro. Ello lo hace tan valioso para las actuales reflexiones decoloniales que aquí haremos.
12
Cortés, H., Cartas de relación, Porrúa, México, 2004, p.258 (cuarta carta-relación, 15 de octubre de 1524).
5
probó el pan en el camino, y habiéndole gustado le comió todo.
Llegado a presencia del misionero a quien era enviado, le entregó la
carta, y habiéndole reclamado el pan, negó haberle recibido, y como
no pudiese adivinar quién había dicho aquello al misionero, se le
advirtió que la carta era la que se lo decía, sin embargo de lo cual
insistió en su negativa y fue despedido. A poco tiempo volvió a ser
enviado al mismo misionero con otro regalo, acompañado también de
una carta y en el camino cayó en la misma tentación. Mas como la
primera vez había sido descubierto por la carta, para evitar que ésta
le viese la metió debajo de una piedra mientras devoraba lo que
traía. Habiendo entregado al misionero la carta y siendo con ella
convencido nuevamente del hurto, respondió con una extraña
simplicidad: Yo os confieso, padre, que la primera carta os dijo la
verdad porque realmente me vio comer el pan; pero esta otra es una
embustera en afirmar lo que ciertamente no ha visto. 13
6
palabra escrita, que para el fraile es tan obvia como lo es la
verdad incuestionable de su Biblia, escrita por el mismísimo dedo
de Dios. En eso se queda la perspectiva Uno, ahí se vara y
empantana: la escena narrada es sólo un dato más que
documenta la inocencia pueril de un pobrecillo indígena comelón.
(b) Desde nuestro actual Dos, ontológico y nómada, susceptible de
multiplicar ad infinitum el ser de lo que es -siguiendo de cerca en esto
a Alain Badiou14-, la hermenéutica de aquel hecho anecdótico será
muy otra, pues pone de manifiesto la complejidad de un mundo otro
a aquel de quien lo está juzgando como cándido y simple.
“Pluriversalidad”, podríamos también llamar a esta perspectiva Dos y,
desde ella, la “ingenuidad” del indígena californio, si se le sabe
escuchar, estaría mostrando más bien la riqueza de una cosmovisión
que responde a una lógica otra, escondida en relaciones de poder
epistémico y político otros que, apenas ahora, estamos siendo
capaces de visualizar: ¿cosmos comunal?, ¿mundo de relaciones
horizontales otras entre sujeto-sujeto? Una base ontológica Dos
nómada se abre al tipo de posibilidades filosóficas otras 15 como las
enunciadas antes: dualéctica, nosotrificación, relacionalidad,
pluralismo performativo, etcétera.
Para Clavijero hubiese sido muy claro: algo así como una filosofía California sería
un contrasentido tan fuera de lugar, tan imposible, que ni siquiera le fue necesario
detenerse a reflexionarlo de manera distinta. Algo semejante, en su momento,
pero de igual manera impensable, fue para aquellos doce frailes franciscanos que
14
Nos referimos a El ser y el acontecimiento (Manantial, Buenos Aires, 1999) y a Lógicas de los mundos. El
ser y el acontecimiento, 2 (Manantial, Buenos Aires, 2008), aunque su obra toda gira en torno a esta
intuición capital.
15
Este aparente abuso del término “otro, otra” y que se puede utilizar tanto para personas como para cosas;
ya como adjetivo calificativo, ya como sustantivo indefinido, ya como artículo determinante, ya como
pronombre indefinido, y que aquí le hacemos alcanza alturas hasta de verbo (otrar, como en su momento
don Miguel León-Portilla hiciera con el nombre del Dios Ometéotl al crear “omeyotizar”), proviene de una
idea cuya fuente es dual: Emmanuel Lévinas (De otro modo que ser o más allá de la esencia, Sígueme,
Salamanca, 2021), por un lado y el movimiento zapatista (VVAA, Luchas “muy otras” Zapatismo y autonomía
en las comunidades indígenas de Chiapas, UAM, CIESAS, UACh, 2011).
7
en el siglo XVI se pusieron a “examinar” la teología de sus pares nahuas,
tlamatinime, puesta en un célebre coloquio transmitido por fray Bernardino de
Sahagún16. En efecto, Clavijero llama “charlatanes” y “llenos de dogmas bárbaros”
a los sabios pericúes (Niparajá o Tuparán), a los sabios guaicuras (Dicuinocho) y a
los sabios cochimíes (Guama), sin detenerse a considerar sus saberes
específicos, para sólo juzgarlos de “muy embusteros y malvados, y [que]
opusieron grande resistencia a la introducción del evangelio”. Así mismo, en el
XVI, durante el desigual intercambio teológico (teo-tlamatiliztli) de los franciscanos
con los tlamatinime, aquellos juzgaron a los dioses de estos de la siguiente
manera:
De día en día demandan sangre, corazones. Por esto son muy
temibles a la gente. Mucho provocan el miedo sus imágenes; sus
hechicerías son muy negras, muy sucias, muy asquerosas ...
8
precisamente en que existan dioses, pero no dios?» / El que tenga
oídos, oiga. -17
Lo que queremos resaltar con lo hasta aquí dicho es, en primer lugar, la dificultad
que tenemos en la construcción de una filosofía California si las fuentes con las
que estamos contando se encuentran tan llenas de prejuicios epistémicos Uno,
por decir lo menos. Y a esto hay que añadir, en el caso de Pericúes, Guaicuras y
Cochimíes, cosas peores. Cosas peores para el caso de la filosofía California si
pensamos, comparativamente que, si la toltecáyotl náhuatl (para sólo mencionarla
a esta), aun teniendo una muy extensa documentación de todo tipo, incluyendo el
hecho de seguir siendo el náhuatl una lengua viva (pese a los embates de cinco
siglos de colonialismo y marginación cultural); si la toltecáyotl náhuatl, con todo y
lo anterior, ¡aún alimenta académicos escépticos que se niegan a aceptar la
existencia de un pensamiento náhuatl de importancia filosófica! Si esto es así para
el pensamiento náhuatl, ¿qué podríamos decir, desde cualesquiera perspectiva
colonizada Uno, acerca de un pensamiento Californio ausente de indígenas vivos
(o casi) y nulo de fuentes convencionales directas? No cabe duda: el colonialismo
no sólo ha impregnado a impuestas economías y culturas, también se ha filtrado
en el tuétano de las subjetividades, tanto ilustradas como no ilustradas. Es el peso
hegemónico actual de la ontología Uno. En el caso de los pueblos originarios
Californios nos encontramos en peor situación que con la cultura náhuatl puesto
que, ¿cómo podría sustentarse una filosofía de pueblos cuyos vestigios escritos
directos no existen y cuyas lenguas originarias dejaron de hablarse junto con sus
practicantes? Esta última afirmación se aplica sólo a los tres núcleos nómadas
más importantes de lo que hoy es Baja California Sur (Pericúes, Guaicuras y
Cochimíes, y a este último con reservas) y no a los que aún siguen habitando la
Baja California, al norte del paralelo 28 (Kiliwas, Paipai, Kumiai, Cucapá). A pesar
de estas desventajas, creemos poder caminar algunos pasos hacia las formas del
pensamiento filosófico Californio si sabemos dar los rodeos nocionales adecuados
para su delimitación teórica. También decimos, de entrada, que lo que aquí se
17
Nietzsche, F., Así habló Zaratustra, “De los apóstatas”, Alianza, Madrid, 1984, p.256.
9
avance en ese sentido, no hará distinción significativa entre los distintos núcleos
nómadas arriba nombrados: Pericúes, Guaicuras y Cochimíes (en Baja California
Sur); Kiliwas, Paipai, Kumiai y Cucapá (en Baja California). Ya desarrollaremos en
su momento el porqué.
En este punto, terminamos diciendo que estas “cosas peores” para la construcción
de una filosofía California, sólo lo son desde la perspectiva ontológica de base
Uno; no lo son para ninguna ontología de base Dos. Ya desde Gaston Bachelard,
Martin Heidegger, Hans-Georg Gadamer, Enrique Dussel o Alain Badiou; ya desde
Walter Mignolo (n.1941) y tantos otros pensadores contemporáneos de la
decolonialidad, de la dif-errancia y de la ontología Dos, inserta en ambas. Ya
desde, pues esta plataforma múltiple y diversa, creemos posible empezar a andar
algunos pasos, titubeantes de seguro, pero tan firmes como la aporética
inseguridad de balbucir inicial nos lo permita, si se van dando anclados en
diversalidades epistémicas cuyo rigor se teja de maneras otras en horizontes
ontológicos nuevos. Sólo si insistimos en cargar a cuestas el peso muerto de la
herencia colonial de la epistemología de secano, solidaria a la metafísica de base
ontológica Uno, parecería imposible andar una filosofía California. Pongamos en
cuarentena ese pesimismo. Esa es aquí nuestra mayor apuesta y esperanza.
10
particular: Pericúes, Guaycurús, Cochimíes (en el sur), y Kiliwas, Ku´ahles, Pa
Ipais, Kumiais y Cucapás (más al norte). A ellos apunta esta Filosofía California.
11
sentidos atentos a las cosas (Dinge) que la región les ponga enfrente, a cada
paso, a fin de interpretar y hacer visible cada cosa (Ding), a fin de comprenderla.
Así lo dice Heidegger:
De modo distinto a la representación científica sucede con el
pensamiento. Aquí no hay ni método ni tema, sólo hay región,
llamada así porque obsequia con un en-frente (die Gegend…
gegnet); libera lo que el pensamiento tiene por pensar. El
pensamiento mora en esta región al caminar los caminos de esta
región. Aquí el camino pertenece a la región. Desde el punto de vista
de la representación científica no sólo es difícil sino incluso imposible
percibir esta relación. Si en lo sucesivo reflexionamos acerca del
camino de la experiencia pensante con el habla, no vamos a efectuar
reflexiones metodológicas. Ya caminamos en la región, en el ámbito
que nos concierne.21
Las pinturas rupestres son un obsequio, un en-frente que nos sale al paso en una
región para darnos qué pensar. Lienzos de piedra, famosos por su
espectacularidad (aunque los hay de todos tamaños), junto a los que hay que
colocar, en sublime igualdad, de manera horizontal porque resultan igual de
sublimes: los paisajes, por ejemplo. O la fauna. O los aguajes. O el paso del
tiempo y la noción de demora. Estas son las cosas (Dinge) que habremos de
comprender. Comprenderlas va a requerir labor de zapa y sutileza. La
hermenéutica filosófica es imprescindible para ello. Una Filosofía California que
transita en y con estas cosas (Dinge), que convive su espacio, que interroga sus
vestigios, que se impregna de su pátina, que respira en sus rincones y que quiere
con ello, a fin de cuentas, construir-habitar-pensar 22 conversando por escrito lo con
ello comprendido, lo ahí vivido. Las pinturas rupestres Californias son, de
momento, tanto para los antiguos Californios como para nosotros, formas
21
Heidegger, M. “La esencia del habla”, en De camino al habla. Barcelona, Odós, 1990, p.160.
22
Heidegger, M., “Construir, habitar, pensar”, en Conferencias y artículos, Serbal, Odós, Barcelona, pp.127-
142.
12
simbólicas23, espacios de juego24, tiempo de fiesta25. Son arte incorporado a la vida
y son vida incorporada al arte.
23
Cassirer, E., Esencia y efecto del concepto de símbolo, FCE, México, 1975.
24
Huizinga, J., Homo ludens, Alianza, Madrid, 1972.
25
Gadamer, H.-G., La actualidad de lo bello. El arte como juego, símbolo y fiesta, Barcelona, Paidós, 1991.
26
Este repetir entre paréntesis el alemán de “cosa” (o “cosas”) es una llamada de atención racionalista hacia
la distinción sujeto-objeto convencional en la epistemología. Una cosa (Ding) hermenéutica se da de modo
muy otro (ya se verá de bulto cómo).
27
Bredekamp, Horst, Teoría del acto icónico, Akal, España, 2017, pp.16-17.
13
Adenda (a Durango):
Un paso al frente28 y… ¡camino a los sures! Recientemente, Jorge Luis Amao
Manríquez (n.1953) ha interpretado de manera muy audaz uno de los sitios
arqueológicos cuyas pinturas rupestres se han datado en alrededor de siete mil
quinientos años. Se encuentran en la cueva de san Borjita, en la sierra de
Guadalupe (Mulegé, B.C.S.). Amao Manríquez presentó su trabajo como tesis
doctoral en la Universidad Michoacana de san Nicolás de Colima 29, para obtener el
grado de doctor en Historia. De momento, vamos a tomar de este trabajo tan sólo
dos observaciones: una de carácter epistemológico general (que nosotros
consideramos Dos), y la otra de índole hermenéutico más específico. Ambas se
insertan en lo que hemos venido considerando como Dos Sur Plural, o Sur Dos
decolonial, o aconteSur Dos. Nos dice Amao:
De poco hubiera servido el que los misioneros hubieran tratado de
interpretar algunos de los lienzos rupestres pues pertenecían a una
cultura lejana a ellos. Todavía hoy, transcurridos varios cientos de
años de su llegada, las metodologías actuales para su aproximación
apenas están en proceso de construcción. Podemos afirmar que, por
su vastedad y complejidad en todos los sentidos, [se] requiere de un
cúmulo de esfuerzos interdisciplinarios para su cabal comprensión
entendida esta no solamente como la interpretación de ellas, sino
también de la explicación de la sociedad que las hizo posibles,
problema que como se puede apreciar se va desprendiendo como
asunto principal a lo largo del recorrido narrativo. 30
28
La expresión “un paso al frente”, en filosofía, procede de Ludwig Wittgenstein para afirmarse con firmeza
en lo que enseguida vaya a desarrollar. La utiliza para hablar de ética frente a un auditorio que esperaba de
él una exposición de guarismos analíticos: Wittgenstein, L., Conferencia sobre ética, Paidós, Barcelona, 1989,
pp.19-20: «Aquí no hay nada más que pueda ser enunciado; todo lo que puedo hacer es dar un paso
adelante como individuo y hablar en primera persona».
29
Amao, M., J.L., El espejo en la roca: el relato sobre las pinturas rupestres de la península de Baja California ,
Tesis para obtener el grado de Doctor en Historia. Universidad Michoacana de San Nicolas de Colima,
Noviembre de 2017.
30
Ibid., p.517.
14
De esta observación epistemológica general (que pensamos pluralista y
decolonial), queremos citar esta otra observación, misma que consideramos
inserta en una vía hermenéutica de corte ontológico Dos:
El comienzo del inframundo indígena peninsular pero también de la
vida sobre el lomo de la “gran serpiente descendente” de la cueva de
San Borjita recuerda diferentes mitos de otros lugares del mundo
pues una lectura paciente de estos lienzos muestra que son
recurrentes con otros relatos, particularmente con uno que es
conocido con el nombre genérico del “Huevo Cósmico”. En este mito
universal el primer acto es el de limitar “el escenario del mundo en el
espacio”, después el espacio de “la producción de la vida” y en
seguida el de la producción de sí misma bajo la forma dual de “lo
femenino y lo masculino”. En muchas de las concepciones que
comparten las mitológicas de este comienzo, el triunfo final de la vida
se da con el surgimiento del Sol y la Luna que finalmente se hacen
posibles desde la profundidad del inframundo, que es el lugar del
comienzo, el del primer plano o segmento desde donde se levantan
los otros dos… Es por estas razones que en la lógica de los relatos
de los mitos universales podemos afirmar que en San Borjita, al igual
que en la cuesta de El Palmarito, la cueva de La Serpiente y
seguramente otras más, las representaciones sexuales mediante
símbolos fálicos, vulvas y también partos, hablan de esa construcción
de la vida que en este lienzo va dando lectura de abajo hacia arriba,
es decir, desde el fondo de la cueva (que es el lomo negro de la
“gran serpiente”) hasta la salida del borde rocoso donde el Sol golpea
con toda su intensidad diciendo con ello la razón de porqué el
personaje de más a la salida de este recinto sagrado está portando el
símbolo de la Luna en creciente, y también el porqué está flechado
en la pierna derecha con una punta celeste, y también el porqué su
cuerpo se está desimaginando al ser tocado por la luz del Sol. A este
decir es al que se está llegando al final del último plano,
15
metafóricamente próximo a la región celeste muy por encima del
inframundo y la tierra, del firmamento, por encima de todos, así como
lo está expresando la imagen de “el hombre de rojo”, Ibo el Sol,
desde la parte alta de cueva de la cuesta de El Palmarito, lugar en
donde está presidiendo el firmamento del “amaneciendo el Sol” en el
inicio del principio, cuando la Luna y el Sol fueron lanzados arriba
“como los principales ojos del cielo” para que alumbraran y
amanecieran y atardecieran desde el primer día en el comienzo del
tiempo.31
31
p.535.
16