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3.1 Topografia Del Aparato Psiquico
3.1 Topografia Del Aparato Psiquico
E L SISTEMA INCONSCIENTE
E l concepto de inconsciente es, en su mayor parte.
teórico, en el sentido de que nunca ha sido observado
directamente. Pero al niisiilo tiempo es einpirico, por
el hecho de representar una inferencia imprescindible
p a r a explicar, de una nianera lógica y sistemática, gran
cantidad de observaciones. El estudio de los contenidos
del inconsciente permite, por otra parte, explicar y de-
mostrar que los actos mentales y sociales tienen una
causa d ~ f i n i d a siguen
, un propósito y son emofiionalmente
lógicos, aun cuando desde un punto de vista intelectual,
aparenteniente no sea así.
Mal se podrá, pues, dar una definición categórica de
algo cuya naturaleza se desconoce íntimamente, y cuyo
conociiiiiento sólo puede hacerse de un modo indirecto,
mediaxte los datos que nos suministran los sueños, los
actos fallidos, los tests proyectivos, como el de Ror-
schach, Szondi, Test de apercepción temática de Murray
y sobre todo la historia de los síntomas neuróticos y psi-
cóticos. Prácticai~teizte se conoce cl inconsciellte en s u
cxpreszón consciente.
Los psicoanalistas, por otra parte, no son los únicos
que admiten la existencia de un inconsciente, pues tam-
bién lo conciben muchos filósofos y psicólogos. Theodor
Lipps ha dicho, al respecto, que el inconsciente debe ser
considerado la base universal de l a vida psíquica. Male-
branche deducía la originaria inconsciencia de nume-
rosas representaciones de la imposibilidad de apercep-
ción simultánea. Johannes Friedrich Herbart entiende
por representación inconsciente toda aquella que se da
t r a s el umbral de la consciencia, y para Edward von
Hartmann, los fenómenos psíquicos inconscientes no se
hallan sometidos a regla alguna de la experiencia, son
siempre el "eterno inconsciente", de existencia aislada,
con propiedades completamente trascendentes, no asequi-
bles a la comprobación experimental.
Pese a aue el inconsciente es ordinariamente admi-
tido, su concepto continúa aún oscuro para la mayoría
(Dalbiez).
El concepto psicoanalítico de éste difiere del de los
autores precitados, que le atribuyen un sentido negativo
y. denominan con tal designación todo lo que no es cons-
ciente. De ahí nace el término s?rbco?iscic~ztc,derivado
del concepto de que todo lo que no es consciente es sub-
consciente, es decir, una cosa que está por debajo o que
es inferior. P a r a el psicoanálisis, el término subcons-
ciente no es exacto: "sub" es una desvalorización. El
inconsciente, p a r a el psicoanálisis, es psíquicamente po-
sitivo, es un sistema en constante evolución y cargado
(le energía psiquica. Según el concepto de Freud, el
inconsciente no es lo contrario de lo consciente, como
decid Lipps, ni es el consciente "degradéJ' o latente, a l
que los filósofos de la introspección y de la intuición
titubean en acordar categoría de psíquico. Por el
contrario, es el grado preparatorio del consciente, y
más exactamente a ú n : el verdadero, el real psiquismo.
(Freltd.)
Las experiencias hipnóticas "A" y "B" de B,ernheim
habían permitido demostrar, antes de que hiciese su a.pa-
rición la teoría y el método psicoanalítico, la existencia
de un inconsciente. E l cumplimiento de l a orden post-
k~ipnótica y su racionalización permiten ver, en forma
experimental, que existe un inconsciente, un elemento
que actúa por debajo de l a conciencia, pero que es capaz
de movilizar al sujeto sin que éste advierta el origen
de su decisión.
Stefan Zweig dio, en su libro La c~c?.aciónpor el espi-
ritti, un ejemplo sumamente claro que evidencia que
habia comprendido lo expresado por Freud.
"El inconsciente -dice- no es de ninguna manera
el residuo del alma, sino, por el contrario, su materia
prima, de la que sólo una porción mínima alcanza la
superficie iluminada de l a consciencia; pero la p a r t e
principal, llamada inconsciente, que no se manifiesta,
no está por eso muerta o privada de dinamismo. Do-
tada de vida y acción influye en forma efectiva sobre
nuestros pensamientos y sentimientos, representando el
sectoi' más plástico de nuestra existencia psíquica. Por
eso el que en toda decisión no toma en cuenta el querer
inconsciente, comete un error, puesto que excluye de sus
cálculos el elemento principal de nuestras tensiones in-
ternas; se equivoca groseramente, como se equivocaría el
que valuara la fuerza de un témpano considerando sólo
i f i h. TALLAFERRO
C a ~ ~ a c t e l ~ í s t i cdel
a s inconsciente
El inconsciente tiene sus modos propios de actuar que
constituyen en conjunto el proceso primario y son:
a ) Ausencia de cronología;
b) Ausencia de concepto de contradicción;
c ) L e ~ ~ u a simbólico;
je
d ) Igualdad de valores p a r a la realidad interna y la
externa o supremacía de la primera;
e ) Predominio del principio del placer.
a ) - E n el inconsciente la cronología no existe, como
tampoco rige en los sueEos. E n l a vivencia onirica pue-
den darse casos en que el tiempo y el espacio estén
totalniente ausmtes. Careciendo de sentido cronológico,
el inconsciente no reconoce pasado ni f u t u r o y t a n sólo
un presente.' Todas l a s tendencias son vividas por el
inconsciente en el tiempo actual, incluso cuando se refie-
i'en al pretérito o al futuro. Los acoiiteciiiiientos más
lejanos sig~ienactuando en el inconsciente de un niodo
invar/able, con t a n t a actualidad, conio si acabaran de
ocurrir. Un paciente de 35 años luchaba inconsciente-
niente y con g r a n tenacidad contra la autoiidacl paterna,
pese a que su progenitor había fallecido cuando él tenia
stlo 8 anos de edad.
b ) - T a n ~ p o c o tiene el inconsciente un concepto tlefi-
nido de la contradicción. No opone reparo alguno a la
coexistencia de sucesos antitbticos; sus elenientos no es-
tsin coordinados y las contaa(licciones se dan simultA-
neaniente, nianteniendo su plena valencia, sin excluirse,
aun cuando sean de signo contrario. Pueden existir a la
vez un sí y un n o . . . Si en la inaquina de escribir se
aprietan dos teclas a la vez, aiiibas l l e ~ a r á njuntas a la
guía que iiornialinente hace que un tipo pegue firiiie-
mente sobre la cinta y deje su marca impresa. Pero en
este caso, como llegarían dos, chocarían al entrar en la
~ u í a ,y ni una ni otra lograrían grabarse en el papel,
pues no respetan un orden preestablecido. Eii el incoiis-
ciente, sin embai'go, todo se desarrollaría de t a l manera
que ambos tipos tendrían acceso al papel, imprimiendo
simultáneaniente letras o palabras de signo y va!or con-
trario. Un amor y un odio. Inconscienteniente se puc-
den vivir en foi*ma simultánea sentiniientos de odio y
de amor, sin que uno de los dos desplace o anule al o t r ~
ni siquiera en parte.
E l inconsciente tampoco sabe decir que no, g cuaiidc
necesita d a r una negativa debe enunciarla recurriendo
a otros elementos. Quizás a una anestesia, si lo que
quiere es no sentir; a una parálisis, si lo que tlesea es:
"no quiero".
Esta modificación drl sentido dcl t i r ~ n p o sc r>hst,rva tarrilii6n i.n
las e x p r ~ i c n c i a s realizadas con mcscalina y L.S.D. ~ L I V S ! inirixl.
~
cación produce un prrdominio drl proceso p r i r n ~ r i o
fi0 A. TALLAFERRO
L A S I K S T A N C I A S D E L A P A R A T O PSiQUICO
EL ELLO
La denoniinacibn (,llo f ~ intro(1ucida
e en la terniino-
logia psicoanalítica por Geor~?.Groddek, quien a s u vez
!a había toiiiadn de Sietzsche, siendo legitiiiiada poi.
E'ieutl en el a n o 1923 e n su obi,a El !lo r/ ($1 r'llo, al
conferirle un determinado conteiiido conceptual. E l ( , / l o
esta integrado por l a totalidad de los iiiipulsos instin-
tivos. Tiene íntiiiias conexiones con lo biolí,~ico,de tlon-
de e x t r a e l a s energias instintivas que por niedio de esta
instancia adquieren s u exterioriziición psíquica.
E l honibre de l a calle lo llama 1'1 i t t d i r ) , y a él se .re-
f i e r e cuando al encontrarse a iiierced de iiiipulsos in-
c o n t ~ ~ o l a b l edices
s que se le h a "despei,tado el alwriyen".
A lo largo de sus estudios Freud modificó varias veces
el concepto, lo cual es una prueba de su seria posición
científica. Inicialinente desarrolló una concepción dua-
lista, que mantuvo a lo largo de toda su obra. Jones
dice que p a r a adoptar esta posición dualista --dentro
de l a cual hizo sus niodificaciones- F r e u d se basó en
la antítesis amor-odio, que tomó de Schiller.
E s necesario hacer una diferencia entre inipulso ins-
tintivo --"triebU- e instinto. No e s 10 mismo un orga-
~ i s r i i o siniple que otro m i s estructurado, pues en el
priniario 110 se encuentra un yo interniediario entre el
i!iipulso del ello y su espresión en el mundo exterior.
Pero a medida que se evoluciona encuéntraiise elenientos
i~ietliadores,nuevas formaciones o productos de evolución
que periiiitiriii diferenciar un inlpulso de un instinto
( L o c t v c s t t i ~ c ) . Debe considerarse que lo que antes se
denoiiiinaba instinto de autoconservación no son iilás
que eleilientos o iiiecaiiismos del yo que están vinculados
a la experiencia anterior, y Stern sostiene que "impulso
iiistintivo" sería aquella fuerza que t r a t a de alcanzar el
fin sin toiiiar en cuenta íos medios, y col-iio "instinto"
considera el iuoviinieiito energético dirigido y condicio-
nado p a r a alcanzar su fin. Esta diferenciación, empero,
no aclara totalniente lo que debe coinprendcrse por ins-
tinto. A!gunos autores estiman que los instintos son una
serie o sucesión de reflejos, pero, en su libro M e t 1 i c i ) t a
/ i s i c o s o ~ i i i t i c u , Kof Carballo sostiene que si bien un ins-
tinto puede utilizar una serie de reflejos es imposible
nfiriiiar que sea eso nada más, y a que el reflejo sólo
tonia una porción del individuo, y en un niovimiento ins-
tintivo se ve actuar todo el organismo como una unidad
q u e bien puede utilizar las cadenas de reflejos p a r a
;tlcanzar este fin. La diferencia f ~ n d a m e n t a lsería que
el iiiipulso instintivo t r a t a de alcanzar su f i n sin toniar
en cuenta los riiedios, i ~ i i e n t r a sque el instinto estaría
dado por una movilización, de modo que el organismo
debe valerse tle medios adecuados p a r a lograr tal fina-
lidad.
E n los íiltimos años Freud renunció en principio a
considerar la enunieración de todos los instintos, t a l
co~iiolos que admite Papillaut, quien se refiere a diver-
sos instintos: nutritivo, de confort, de conservación,
sexual, gregario e hipergregario.
Se limitó a tener en cilenta dos instintos primarios:
de vida y d e muerte. El primero -instinto de vida-
tendería a la reunión, integración, fusión, conservació.?
y creación de nuevas vidas. E l otro es el que motiva
el envejecimiento y l a muerte. S u finalidad es la des-
trucción, la desintegración y el aniquilamiento, por cuyo
motivo e s desviado del propio organismo hacia el medio
ambiente, mezclado con los instintos de E r o s y se pone
de manifiesto bajo la forma de sadisn~o.
Freud consideró que existe una tendencia a volver a
lo inanimado, y lo que lo llevó a enunciar esta teoría f u e
hallar que en ciertas situaciones traumáticas, y aun
hasta durante l a terapia analítica, h a y hechos que se
repiten. Los sujetos volvían a repetir las situaciones
traumáticas, y sintió l a necesidad de d a r con algún ele-
mento que le permitiera comprender esa tendencia a la
repetición. Como solución se le ocurrió pensar que algu-
na vez los organismos vivientes habían sido inanimados
y que por lo tanto en los ind.ividuos y en ese sentido
existía una tendencia regresiva.
Utilizando algunos conceptos de Weissman, quien con-
sidera que existe en el protoplasma una parte mortal,
Freud especuló con la idea de que lo único que hacen
los instintos de vida, por l a forma en que actúan, e s
evitar la muerte accidental.
Se produce entonces lo paradójico, pues los instintos
del yo, o de autoconservación de su primer concepto, co-
rresponden en s u última teoría a los de muerte. ;,Por
qué t r a t a el ser viviente de volver otra vez a lo inani-
mado? Freud sostiene que ese instinto de muerte se
encuentra en todos los seres, invisible en los unicelula-
res, pero ya más evidente en los pluricelulares. Este
concepto ha sido objeto de muchas críticas y aun el
mismo Freud no lo aceptó como definitivo sino que lo
consideró una elaboración teórica susceptible de ser mo-
dificada o sustituida en cualquier momento por otra.' La
enunciación de esta teoría dio origen a equivocaciones,
debido al uso de las palabras, y así, muchos expresan
que durante el tratamiento de pacientes han podido
comprobar la existencia de un instinto de muerte; pero
lo que ocurre en realidad es que han tomado tendencias
agresivas y mortales hacia u n objeto del mundo exterior
y luego vueltas contra sí mismo, a las que han consi-
derado como expresión del instinto de muerte (Reich).
' "Es obvio -dice Alexander- que esta teoría ya no era un
intento de describir fuerzas instintivas, sino tan 5610 una abstracción
filos6fica."
Los instintos son dificiles de comprender psicológica-
mente, pues constituyen un concepto límite entre lo
psicológico y lo biológico y pueden sei. estudiados desde
ambos puntos de vista.
Considerados así, constituyen un fenómeno biológico
con una representación psíquica, que los da a conocer
a! niundo. Sus equivalentes psíquicos son excitaciones,
tendencias, deseos, representaciones y fantasías que,
asociados afectivamente, llegan a l a conciencia en forma
de niaterial pre-consciente e incitan al yo a actuar p a r a
ser descargado en el mundo exterior y obtener de tal
modo la satisfacción que esa niisma descarga produce.
Biológicamente consideradas, las fuerzas instintivas
activas existen detrás de los equivalentes indicados y
pueden ser reducidas a una fórniula general: Un esti-
tti/rlo continuo qirr c)r s11 nlo?lnr pnrtc tiene S?< origen.
C ) J p?,ocenos hirilhgicos !I crltc~i~ncin~irs
rnvr.qéticarr y qui-
utico-físicrrs (ir, los hr.grrnos. Nunberg dice, en Teoria
!/r~ir,t-nlrlc lrrs itr~rrosis,que el instinto represento una
excitación biológica cotititrircl que induce al organisinn
a i~eaccionai.eri tleterniinada forma.
Lo que difeieiicia un estíniulo biológico o instinto de
lin estímulo esterioi. es que i'csulta imposible huir de
los primeros, cuya fuente está en nosotros mismos.
E n el sentido psicoanalitico el térniino "instinto" re-
pr'esenta tina tentativa de unificar lo somático con lo
psiquico, cleinentos que la psicología clásica h a inten-
tado separat. durante afios.
Con ru conccq~todel instinto, al que estudia en función
(le necesidades fisiológic;~~,Freud t r a t a de colocar la
~!sicología sohre una [)ase 1)iolOaica y abatir de este
nlorlo la artificiosa scparaci6n entre psique y soma.
A pesar de <.xistii v ~ i ~ i ateorías
s sobre los instintos,
los principios diii5iiiic~os tlel psicoiin;ílisis está11 firme-
ii:ente c.rtnhl~ci(lo':y ron independientes (le las teorías
concei~nientesal .>ricen fundanieiitnl de los instintos, del
mismo niotlo que las leyes ópticas son válidas aun cuan-
do los físicos nc; e s t i n totaIii7eiite (le acuerdo sohre la
esencia niisma de la luz.
1.0:; instintos tienen caractei.ísticas qiií5 les son pim-
pias y tlistintivas:
L i b irlo
i qué debe entenderse por libido? La traducción de la
voz latina libido e s : d c s ( ~ o ,i?icli)ración, voltc?itci7, n?tsia,
crp(*tito o pasió)i. E n psicoanálisis el térniino se emplea
vinculado exclusivan~ente con placer y deseo sexual.
Freud adoptó este término de Moll, que lo usa para sena-
lar la expresión dinámica de la sexualidad. Por lo tan-
to, por libido debe entenderse: iwtcnsidnd rlc In c?rev.cin
ciiirhttiica dcl iiistinto sexttal; es decir, S I I clerncqtc
cuantitativo.
Todo ser huiiiano dispone de una cantidad deLerniinada
de " f u e r z a pulsiva sexual" (libido) que podrá ser au-
mentada o disminuida por la acción de diversos factores
que pueden ser divididos para su clasificació.: en intra
y extrapsíquicos (véase cuadro de pág. 7 1 ) .
Los intereses sesuales fueron el objeto rnás proveclioso
en la investigación psicoanalitica por la gran importan-
cia -pese a no ser exclusiva- de los instintos sexuales
en la etiología de las neurosis. Pero junto a los intere-
ses sexuales existen los factores ambientales (sociales.
CURSO BÁSICO DE PSICOANÁLISIS Í 1
A) INTRAPSI-
QUICOS
1 ) Vista
3) Tacto
1 ) Pubertad
2 ) Climatcria
patías
4) Tumores
1 ) Hormonaa
1 ) Alcohol
B) EXTRAPSI- etc.
QUICOS V) Farmac*
16gicos 1) Barbitl
3 ) Depreaores ricoa
2 ) Drogas,
etc.
1) Primavera
- - - -- - - - -- - - --
PRE CONSCliNTE
- - - - ----------
W
t-
Z
-
ul
U
a
z
o
U
z
-
- - - - ----------
sero pero sumamente objetivo, podría decirse que el yo
es algo así como la cáscara del queso, que se ha modi-
ficado por el contacto con el mundo exterior.
La r e p r e s i ó n
E s el proceso en virtud del cual la libido del siutei~in
preconsciente cs sustraída, de modo que un acto psíquico
no pueda encontrar el camino que conduce a l sistema
consciente y por lo tanto debe hacerse o permanecer in-
consciente ( S 2 1 7 t b o . g ) .
0, conio dice Freud, es "impedir a l impulso instintivo
el acceso a la motricidad, pero a l mismo tiempo man-
tenerle intacta su carga de energía". E l histérico, por
ejeiiipl<., provoca, mediante l a represión, cl hundimiento
en el inconsciente de la causa de su dolencia.
La represión constituye una fase preliminar de la
condena, una iioción intermedia entre ésta y la f u g a .
La satisfacción del instinto reprimido sería posible y
placentera en si, pero inconciliable con otros principios
y aspiraciones. Por una parte causaría placer y por
o t r a displacer. Por lo tanto, una condición indispen-
sable de la represión es que el motivo de displacer ad-
quiera un poder superior a l del placer que produciría
la satisfacción. Lógicamente, p a r a que esto ocurra, es
iiienester que el s1111cryó y el sentido de realidad tengan
un suficieiite grado de desarrollo.
La función exclusiva de la represión es rechazar y
mantener alejados del consciente determinados elemen-
tos, mediante un esfuerzo continuo y permanente. Esto
significa un constante pasto de energía y es por lo mis-
mo aiitieconóniico. Podría citarse como símil de repre-
sión el trabajo qiie debe hacer el hombre que quiere
niantener hundido en el a g u a un barril vacío. Debe usar
una fuerza constante, y a que l a interrupción de l a mis-
ma permitiría al barril emerger inmediatamente a l a
superficie.
Toda repitsión consta de dos fases. Una .rcpresio.n
p1.iniifiivr o reprtlsa que aleja, del campo de la concien-
cia, la representación psíquica del instinto, lo que pro-
voca una fijación, o sea que la representación reprimida
se mantiene inmutable a partir de ese momento, que-
dando el instinto ligado a ella. L a segunda fase es la
represión propiamentci dicha, que recae sobre las rami-
ficaciones psíquicas de la representación reprimida o
sobre aquellas series de ideas procedentes de fuentes
distintas, pero que se han ligado asociativaniente a dicha
representación.
Por lo tanto, la represión propiamente dicha es un
proceso secundario. Debe considerarse que primero actúa
la repulsa que parte del yo y luego la atiaccibn que lo
primitivamente reprimido ejerce sobre todo lo otro con
la que puede ponerse en contacto asociativo.
L a represión no alcanzaría su propósito si estas dos
fuerzas no actuasen aunadas. El hecho de que una re-
presentaci6n esté reprimida no impide que la misma
perdure en el inconsciente y continúe organizándose,
creando ramificaciones y estableciendo relaciones, cons-
tituyendo lo que se denomina un complejo. E s decir,
una constelación de ideas asociadas entre sí, afectiva-
mente cargada, y en particular de ideas inconscientes.
Lo que la represión hace es impedir la relacibn con
el sistema consciente y la actuación del instinto en el
mundo exterior.
Consecuencia de su acción es el hecho de que a l ser
sustraída a la influencia consciente, la representación
del instinto se desarrolla en una forma mucho más libre
y amplia. Ta! representación instintiva crece y halla
extremas formas de expresión. E s t a engañosa energía
del instinto es consecuencia de un ilimitado desarrollo
de la fantasía y del estancamiento que surge como re-
sultante de que se niegue la satisfacción.
Sin embargo, no puede considerarse como absoluta-
mente exacto el conceuto de aue la reuresión mantiene
alejados del campo consciente todas las ramificaciones
de lo primitivamente reurimido. Cuando esas ramifica-
ciones-se han distanciado suficientemente de la repre-
sentación central o nuclear del complejo, sea por defor-
mación o interpolación de numerosos elementos. se llega a
una representación que puede aflorar al campo de la con-
ciencia. Matemáticamente podría decirse que la fuerza
de la represibn es inversamente proporcional a la dis-
tancia que media entre ellas y la representación nuclear.
Precisamente, hasáiidose en esto puede llevarse a cabo
la terapia psicoanalitica que toma en cuenta este ele-
A. TALLAFERRO
i 02
La regresión
Se h a dado el nombre de regresión al proceso que
conduce nuevamente la actividad psíquica a una forma
de actuación ya superada, evolutiva y cronológicamente
más primitiva que la actual.
Durante el período de evacuación en tiempo de gue-
r r a , pudo observarse en Inglaterra que los nifios que
y a habían aprendido a no orinarse en la cama volvían
a hacerlo cuando eran separados de sus madres. La
modificación de las corrientes instintivas e r a provocada
en ese período por la perturbación que se producía en
la relación entre el niiío y su madre. E l shock provo-
cado por la brusca separación dio origen a la regresión
a un nivel anterior del desarrollo.
El sujeto requiere gratificaciones instintivas, y si no
puede obtenerlas en el nivel que ya h a alcanzado, regre-
s a r á a una fase precedente donde antes había experi-
mentado satisfacciones que fueron más completas. L a
regresión de la actuación del y o a un nivel anterior a
la maduración puede ocurrir en cualquier período y por
lo general se produce como consecuencia de una g r a n
decepción o de un intenso temor, casi sieinprc temor
consciente o inconsciente al castigo. La i n t ~ n s i d a dde
la regresión es motivada por dos factores íntimamente
ligados entre si: el grado de vacilación con que el indi-
viduo acepta las nuevas formas de satisfacción v el
grado de su fijación a los patrones anteriores ( F ~ n i -
c h e l l . Ejemplo de regresión se puede observar en el
neur6tico obsesivo, que cuando se encuentra en conflicto
por sus tendencias edípicas fálicas y el simultáneo temor
a la castración, sustituye sus exigencias edipicas geni-
tales por deseos sádico-anales.
La regresión del y o se refiere a la actuación mágica,
es decir, a un tipo de expresión que es característico
de un y o inmaduro (véanse págs. 77-78).
La anz(lación o reparación
E n las neurosis obsesivas también se halla como
defensa contra los instintos la anulación, que consiste
en la realización de un acto determinado con el f i n de
1 0'1 A . 1'AI.l AFERRO
La formación reactiva
La formación reactiva lleva al yo a efectuar aquello
que es totalmente opuesto a las tendencias del ello que
se quieren rechazar. Durante el análisis de un paciente
se halló un ejeniplo típico de formación reactiva. El
caso es el siguiente. tal como lo relató el analizado:
I,lrg?<é fastidindo a Ca8fl y vstaba la hijita de la sir-
r:iottn. Sentí rlrscon dr- tirarln a la calle por ?cna van-
ta,na. que c.8taba ahinrta. pero me contuve. M Q senté a
(*a+.idiar y dc pronto vi q~ccla madre le ponía un ban-
qttito jfinfo n la ventana para que la nena mirara n la
callv. Drsde csc momento no pude seg?rir estrrdiando y
frti a sewtarnie jrtnto a ( - / / apara cuidarla.. Y o t r m f a que
nc caurra por la ventnna a la c a l l e . . .
La idea rechazada e r a t i r a r la niña a la calle. L a
formación reactiva f u e sentarse junto a ella para cui-
darla.
Hace algún tiempo la revista Readsr's Digest publicó
un tirtículo que puede citarse como ejemplo de forma-
ción reactiva. E n los Estados Unidos se cometió en
cierta oportunidad un asesinato, y las autoridades poli-
ciales confiaron la investigación del hecho a uno de sus
mejores ~)esquisas. Contrariamente a lo que cabía espe-
r a r , se registraron notorias anormalidades en la inves-
tigación, razón por l a cual se le confin la tarea a otro
pesquisante, quien, para asombro de todos, descubrió
que el criminal era nada menos que su fanioso colega,
quien habia cometido el delito en estado sonambúlico.
Coino formación reactiva a sus tendencias criminales,
este hombre se habia hecho policía, pero al disminuir
la intensidad de l a censura, durante el sueño, las ten-
dencias del ello pudieron descargarse en el mundo exte-
rior y conietió el crimen.
E n el año 1954 la prensa mundial recogió con todos
sus detall[.$ e1 sci~sacional caso de John Christie. "el
asesino de la media luna", como se le llamó. Christie
mató a varias mujeres, y en una oportunidad, valién-
dose de su condición de policía -cargo qiie ocupaba
como formación reactiva- hizo ahorcar a un camionero.
marido de una de sus víctimas, acusándolo de ser autor
del crimen.
También es bastante común el caso del hombre que
por formación reactiva se hace bombero voluntario, comn
defensa frente a su piromanía. I,a persona que ha ela-
borado formaciones reactivas -dice Fenichel- no ha
creado con ello un determinado mecanisnio p a r a utili-
zarlo cuando se produce la amenaza de un peligro ins-
tintivo: ha inodificado la estriictura de sii yo como si
el peligro estuviera siempre presente, en forma tal que
se encuentra preparado en cunlqiiier inomento en que
el peligro se produzca.
De este modo, en un esfuerzo por crear formaciones
reactivas como defensa contra los instintos, se originan
I asgos caracterológicos de distinta naturaleza; por ejem-
plo, si se lucha contra tendencias anales, se desarrolla-
rán hibitos de limpieza, de orden y economía obsesiva.
y si se lucha contra tendencias agresivas se c a e r i en
una bondad indiscriminada y rígida.
L a proyección
La proyección es el mecanismo de defensa en virtud
del cual el sujeto atribuye a un objeto externo sus pro-
pias tendencias inconscientes inaceptables para su su-
peryó, percibiéndolas luego como características propias
del objeto. E s el caso de las personas que entran a com-
prar algo con la idea de pagar de menos, si les es
posible, y luego, fracasada la maniobra, salen y cuentan
de nuevo el dinero para ver si los comerciantes no les
han dado de menos en el vuelto. O el caso del nieto
que en el Zoológico dice a su acompañante: "Vámonos
de aquí, abuelito, pues t ú tienes miedo a los leones."
E n los niños y en los primitivos, impera en algunos
casos el animismo, mecanismo de proyección considera-
blemente desarrollado y por el cual unos y otros atri-
buyen propiedades humanas a los objetos inanimados.
Lo8 indio3 ojebways piensan que los Arboles son sensibles y por
este motivo el cortarlos se convierte en una operaci6n quirúrgica dcli-
cada que deber& ejecutarse con la mayor ternura posible. pues si se
la hiciera de otra manera el Arbol caería aobre el operador descuidado
dandole muerte. ( F r a z e r . )
108 A. TALLAFERRO
La sublimación
La sublimación es la adaptación lógica y activa a las
normas del medio ambiente, con provecho para uno mis-
mo y para la sociedad, de los impulsos del ello, recha-
zados como tales por el yo, en una función armónica con
el superyó. Esto constituye una forma de satisfacción
indirecta, con miras de utilidad social.
Debe considerarse como sublimación el proceso por el
cual un instinto abandona su objetivo original, pues,.por
el principio de realidad, la satisfacción podría originar
un displacer (castigo). De esta manera el instinto elige
CURSO BÁSICO DE PSIC~ANA~.ISIS
La negación en la fantasíu
E s t a forma de defensa se caracteriza porque el sujeto
modifica, en su fantasia, u n a situación real desazrada-
ble, transformándola en otra que le resulte más placen-
tera. Es lo que ocurre, por ejemplo, en l a fobia de un
niño de cuatro años y medio, que h a descripto Freud.
E l niño llegó a un momento de la curación de la enfer-
medad que había conseguido modificar su vida instin-
tiva, pero aspirando a más, hizo una nueva tentativa
en el terreno de la fantasía para modificar algo real
que no le aaradaba.
Esto se debía a que el pequeño había comparado la5
dimensiones de su cuerpo con las respectivas de su pa-
dre, fijándose principalmente en las regiones glútea y
genital. De esta comparación su narcisismo no salió muy
bien parado, pero luego, con ayuda de la fantasía, prp-
cedió a corregir la realidad. Pocos dias antes habla
visto en su casa a un plomero, que estaba arreglando
el cuarto de baño. Apoyándose en este hecho real, el
niño creó una fantasia, en la que un plomero, con unas
tenazas, le quitaba su falo y nalgas sustituyéndolos por
otros mayores, es decir, análogos a los de su padre.
Otro ejemplo muy ilustrativo cita Anna Freud:
"Un nino de siete aiioi se divertía con la siauicntc fantasia: posria
un león manso que espantaba a todo el mundo. menos a 61. a quien
el animal dispensaha su afecto. Obedecía fielmentr sus órdenes y 11,
seguía como si fuera un perrito. E l niño por su parte dispensaba sus
mcjorrs cuidados al león. al que cuidaba y alimentaba con crlo. Dr
noche le prrpnraha una cama en au mismo dormitorio. Como rs
hahitual en l a suefía diunios. a continuación se desarrollaban numr-
rosos episodios agradahlca en tomo a esa fantasia hásica. Una vrz
el niño f u r a una finta de disfraces y divulgó qur el león que Ilev~hn
consigo cra tan sólo un amigo disfrazado. Pero la noticia rra fulra.
purs rl amigo disfrazado era au verdadero león. Gozaha al imaginar
rl rspanto dr In grntr si ru secrrto sr Ilegaha a ronorrr. Al mismo
tiempo percibía que iu enpustia era infundada, puei el le6n era inofen-
d v o mientras é l lo tenía bajo su dominio.
"A travéa del analisii del niiio resulto t4cil descubrir que este le6n
era un sustituto de i u propio padre, a quien quería, odiaba y temla
como a un verdadero rival en relaci6n con el cariiio de la madre."
La limitacidn del yo
Otro medio de defensa contra factores displacenteros
del mundo exterior es la limitación del yo, o abandono
por parte de esta instancia de una actividad cuyo ejer-
cicio le produce displacer por un motivo cualquiera.
Entre otros ejemplos, Anna Freud cita el de un niiio
que dibujando al mismo tiempo que ella interrumpió su
trabajo diciéndole que continuara sola. Al comparar su
dibujo con el de ella se sintió incapaz de realizar algo
igual; pero, en vez de esforzarse por conseguirlo, pre-
firió renunciar desde un promer momento, limitando de
esta forma las posibilidades de su yo.
R. Gaupp señala que ésta es la razón por la cual todo
niño no apto para el dibujo lo deja como actividad.
Otro niño, por mí observado, puesto frente a una
tarea que le resultaba difícil, y por lo tanto displacen-
tera, l a abandonaba diciendo que tenía sueño.
Refiriéndose a este mecanismo defensivo, A. Freud
dice que en los jardines de infantes y en las escuelas
modernas, donde la instrucción de conjunto desaparece
para dejar lugar a un trabajo individual libremente
escogido, no es raro encontrar un tipo de niño que uti-
liza constantemente esta defensa. Los maestros infieren
que entre dos grupos habituales, constituidos uno por
niños activos, interesados y aplicados, y el otro por al-
gunos alumnos intelectualmente torpes, desinteresados y
perezosos. se forma un tercer grupo, aparentemente in-
termedio, cuyo es difícil de situar a primera viata
en alguna de las categorías conocidas en que han sido
clasificados loa pequeiíos con trastornos para el apren-
dizaje. Pese a que los de este tercer grupo tienen un
elevado coeficiente intelectual, buen desarrollo, y son
apreciados por sus condiscípulos como buezos compane-
ros, no es posible inducirlos a participar en un ejex,cicio
regular de juego o trabajo. Se conducen como si estu-
vieran i n t i ~ i d a d o s ,aun cuando la tdcnica usada evite
.zsc~.npulosamentetoda crítica, reproche o censura. La
que ocurre es que el mero hecho de comparar sus reali-
zaciones con las de otros basta para que d e s v a l c r i ~ nsu
propio tsabajo. P si fracasan en una,,tarea. o juego,
reaccionan con una permanente averslon a repetirla.
Por eso se mantienen inactivo^, no aceptan ninguna
ocupación, contantandose con mirar mientras los demás
t.raba.ian. Su inactivjdad tiene. secundariamente, un
efecto antsociat, pues por aburrimiento entran en con-
flicto con los otros compañeros. Sin embargo, este tipo
de niños que en la vida escolar asumen la actitud de
espectadores, pueden recobrar sil capacidad de trabajo
si se les cambian las condiciones ambientales en que
deben realizarlo, cosa que no ocurre con los verdaderos
inhibido? neuróticos (donde la actividad se ha sexun-
!izado) que no se modifican por l a sola alteración del
niundo mnbientai.
Renzincia a.itr7cista
Bibring fue quien dio su nombre a este tipo de meca-
iiismo de defensa! que moviliza específicamente la pro-
yección, que no solo sirve para producir perturbaciones
en las relaciones humanas, proyectando celos y agresio-
nes, sino que también se usa p a r a establecer lazos
afectivos positivos y consolidar así las relaciones inter-
l~ersonales.
En síntesis, puede decirse que el sujeto que utiliza
este mecanismo en lugar de emplear actividad en la
obtención de los propios fines, usa su energía partici-
pando en el destino de sus semejantes. En lugar de
experimentar l a vida en sí mismo vive la vida de los
demás.
Un ejemplo típico de esto es el de la hermana fea,
que pone sus afanes en procurarle vestidos elegantes y
joyas n su hermana bonita para que ésta atraiga a un
homl>re y se rase con él. Cuando la linda hermana sea
feliz, lo será ella también, pues la considei.ará como a
si inisma,
También puede citarse como ejemplo típico de re-
r,~incilialtruista el caso de un muchacho invnlido, her-
mano (le un deportista, que se preocupa por la carrera
deportiva dci otro, le consigue iociones para masajes, le
vigila el régimen alimenticio y durante las competen-
cias ~ r i t aentusiasmado, festejando coi1 grandes explo-
siones de alegría el triunfo de su hermano, triunfo que
por identificación proyectiva es el suyo.
La renuncia altruista resulta ser un mecanismo de-
fensivo por medio del cual se logra dominar la morti-
ficación narcisista.
E l abandono de un deseo instintivo en favor de otro
objeto a menudo determina l a relación de la mujer con
el hombre elegido por ella como representante, en detri-
mento de una genuina relación objetnl. Resulta de ello,
en tales casos, que, en virtud de tal fijación "altruista",
exija que él cumpla en su vida los planes que ella no
pudo realizar por falta de condiciones; por ejemplo, que
estudie, elija una determinada profesión, ~ d q u i e r afama
o riqueza. Esta posición se observa también en almnas
madres que impulsan a los hijos a determinadas acti-
tudes y actividades, situación que luego condiciona en
ellos conflictos diversos.
CONSCIENTE
e * - - - - - - - - - -
PRE CONSCIENTE
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