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De Quien Es La Responsabilidad
De Quien Es La Responsabilidad
"La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres le temen tanto."
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Hoy cuando es un lugar común denostar la política y
denigrar a los políticos es alentador que alguien, en forma
simple pero profunda lejos de razonamientos narcisos y
complejas elucubraciones pero cerca de la densidad
conceptual del resplandor de la verdad, haga un aporte
significativo para rescatar la política. Lo cierto es muchos
otros países como el nuestro, viven una paradoja: Han
trabajado por la alternancia política y la democracia, pero
parecen haber perdido la política. En no pocas
oportunidades los logros alcanzados por las naciones se
ven ensombrecidos por la magnitud de los problemas que
subsisten. Hay mucho desencanto, mucha frustración.
Quizá el caso que puede ilustrar esta crisis de
responsabilidad sea aquella frase famosa ya de Vicente
Fox Quezada ¿Y YO PORQUÈ?
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veces hermanado con la violencia. Cualquiera que sea el
juicio de tal actitud; ella denotaba proximidad con los
dramas de la sociedad, un compromiso casi místico, ganas
de cambiar el mundo,. Hoy sin embargo, frente a similares
problemas la reacción de muchos es la opuesta: la
indiferencia, casi la resignación, una suerte de “apatía
social”. Antes los jóvenes y los no tan jóvenes creíamos
que podíamos cambiarlo todo; hoy son demasiados los
que parecen creer que no se puede cambiar nada. La tesis
de María Antonieta es que estamos equivocados en esa
actitud.
El tercer reto se refiere a las tareas de los políticos
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hacia lo colectivo invariablemente se posterga a las
personas de carne y hueso y la sociedad deriva hacia
alguna forma de autoritarismo; cuando el centro de
gravedad se desplaza sin ataduras hacia lo individual
indefectiblemente se castiga la dimensión social propia de
la existencia humana y la sociedad se desliza hacia el
predominio del egoísmo. Sin duda ningún extremo es
bueno y más cuando se trata de reglamentar y organizar la
vida de las personas. ¿Y cuál es, entonces, el papel de los
ideales en este nuevo contexto de relaciones económicas?
Un ex Presidente de Italia lo describió con bellas palabras.
Dijo que los ideales son para las personas como las
estrellas para los marineros. Estaban “siempre allí, en lo
alto, inalcanzables, marcando la ruta”.
Los ideales como exigencias tienen que ver con los valores
de la coherencia. Si algo desprestigia a la política es el
doble discurso, la falta de autenticidad, la versión puertas
adentro y la de puertas afuera, al abismo entre lo que se
dice y se piensa… Nada nuevo… Ya lo dijo Voltaire con su
agudeza rayando en el cinismo: “La política es el arte de
servirse de los demás haciéndolos creer que se sirve a
ellos”. No es de extrañar que la ciudadanía demande más
participación e integridad en el diseño de las políticas
públicas. Es lo mismo que se demanda hoy a los ejecutivos
de las empresas. En este campo hemos sido testigos de un
interesante giro: Hasta hace poco, las cualidades más
apreciadas en los ejecutivos eran las llamadas “habilidades
duras”, es decir los conocimientos técnicos propios de una
profesión, industria o área de actividad. Sin embargo, hoy
son las llamadas “habilidades blandas”, esto es, por
ejemplo, la capacidad para formar equipos, para diseminar
la información al interior de las empresas, para trabajar en
estructuras laborales horizontales y no verticales, para
competir pero también para cooperar con otras empresas.
¿Y por que ello ocurre? Por que en el mundo de hoy, en
vertiginoso cambio, en constante transformación de
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conocimientos la integridad y honestidad son las cualidades
más apreciadas, ni más ni menos, porque estas cualidades
son símbolos de confianza en una atmósfera caracterizada
por la incertidumbre. El desprestigio de la política tiene
mucho que ver con la pérdida de confianza hacia la
actividad y hacia los políticos, de quienes en los últimos
años hemos tenido ejemplos deplorables. (Ello se refleja en
faltas a la honestidad, a la probidad y a la propia ética y
filosofía de los partidos políticos).
Finalmente: El desafío
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empleo postulan. El problema radica en que, muchas
veces, ello requiere sumergirse en complejos problemas
técnicos que demandan rigurosos y tediosos estudios, del
todo alejados del brillo de las cámaras o del despliegue
publicitario. El problema es en el fondo moral: Así como los
doctores no pueden ser indiferentes a las propiedades de
los medicamentos o tratamientos que recetan, los políticos
no pueden obviar los resultados esperados y el
conocimiento acabado de los impactos y externalidades de
las políticas que promueven. Pero, si prestaran más
atención a este aspecto probablemente los resultados de
las acciones gubernamentales serían mejores, habría
menos ciudadanos desengañados y los países
progresarían más. Y una última idea: el libro no sólo
enfatiza lo importante que es la calidad de la vida cívica
para la salud de las sociedades, sino que muestra la
belleza que hay en el servicio a los demás, aunque este
compromiso viva agazapado en los innumerables
sinsabores y amarguras propios de la política.