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LYNN HUNT LA INVENCION DE LOS DERECHOS HUMANOS ‘Traduccién de Jordi Beltrin Ferrer 76 TLEMPO DEM NO tus(uers “Tlalo origin: Iori Hua Rig A Hig 1 edi: acta de 2008 © 2007 by Lyon Hane (© se a eraducin: Jord Belen Fee, 2008 ‘Beebo dea cleccita Ls Clty Rann Ubeda eho de scabies Extudio Ube Reterados todos lor derechos de et edicin pata Tisquts Eto, SA. Core Cant, 8 0828 Bacon sre taiqusedivencon ISBN: ote seeaeh ie Depast lel B. 306162009 Fetocommponcion Pacer 8A. Aleks, 196408 1° O04 Raclona Innes: Linge St» Moga, 2931-08310 Barber del Vals Encnademain einbook Inpres on Epa (eds iguronamente roids cali oom de epi, dba, ‘Sinantton pics tanaemastn tol w psi de ots oben el pe ‘Rho ect de use de lo evo de apoio Indice Agradecimientos n Introduccién: «Sostenemos como evidentes estas verdades B 1. sTorrentes de emociéns, Leer novelas ¢ imaginar Ia igualdad 35 2, -Blueso de sus huesos». Abotir la tortura m 3, «Han dado un gran ejemplo». Declarar derechos .. 115 4, «No tend fine. Las consecuencias de declaar.... 149 5. «Bl apagado poder del humanitarismo» Por qué fracasaron los derechos humanos pero a fa larga acabaron triunfando. 181 Documentos. Tes declaraciones: 1776, 1789, 1948... 221 Apéndices Notas 245 Indice onoméstico 283 Permisos 287 Figures 37, 4S, 3, 75, 81, 87, 89, 93, 97, 101, 201) Allee y Jane, hermanas, amigas, inspiradoras Mientras escribfa este libro me beneficié de la incontables sugerencias que me hicieron amigos, colegas y partcipantes en dliversos seminars y conferencias. Ninguna expresion de grati= ‘ud podria pagar las deudas que he tenido la buena fortuna de contaer; tan slo espero que algunos reconozeaa su aportacién en certs passjes 0 notas apie de pigina. Al pronuncia las Cons ferencias Patten en la Universidad de Indiana, las Metle Curti en la Universidad de Wisconsin, Madison, y las James W. Richaed cn la Universidad de Virginia, dstté de inestimables oportuni- dades de poner a prueba mis ideas preliminares. También ob- tuve opiniones excelentes de mis oyentes en el Camino College; 1 Carleton College; el Centro de Investgacién y Docencia Eco- némicas ee Ciudad de México: la Universidad de Fordham el Institute of Historical Research, Universidad de Londees, Lewis {& Clark College; el Pomona College; la Universidad de Stanford; la Universidad de Texas A&M; la Universidad de Pais; Ia Univer sidad del Ulster, Coleraine; la Universidad de Washington, Seat- te; y mi propia insttucién, la UCLA [University of California at Los Angeles). Mis investigaciones fueron financiadas en su ma- yor parte por la Eugen Weber Chait in Modera European His tory, de la UCLA, y se vieron faciltadas en gran medida por tenera mi disposicién los volimenes verdaderamente excepcio rales que atesoran las bibliotecas de la UCLA. [La mayoria dela gente piensa que, en la lisa de prioridades n dle los profesores universitarios a enseianza viene después dela investigacén; sin embargo, la idea de este libro tuvo su orgen en tuna coleccién de documentos que edité y traduje con el fin de ensefiar a estudiantes univesitarios: Te French Revolution and Hl ‘man Rights: A Brief Docemeutary History (Bedford/St. Martin's Press, Boston y Nueva York, 1996). Una beca de la National En: dowment forthe Humanities me ayudé a coneluir ese proyecto. ‘Antes de escribir el presente libro, publiqué un breve bosqueio, “The Paradoxical Origins of Human Right», en Jeffrey N. Was serstrom, Lynn Hunt y Marlyn B. Young (eds), Human Rights and Revolutions (Rowman & Litlefield, Lanham, Maryland, 2000, pigs. 317), Algunos de los argumentos del capitulo 2 se for ‘mularon de manera diferente en sLe Comps au xv scl: es origines des droits de "hommes, Diagine 203 (ulio-septiembre de 2008, pigs. 9-67), Desde la idea hasta la ejecucién final, el camino es largo y veces difil, al menos en mi caso, pero la ayuda de la perso: nas allegadas y queridas permite recorterlo. Joyce Appleby y Su zanne Desa leyeron los borradores de mis tes primeros capi tulos y me hicieron sugerencias maravllosas para mejorarlos. Mi editora en W.W. Norton, Aray Cherry, pres 2 la forma y la ar- ‘gumentacion el tipo de atencin detenida que la mayoria de los autores sélo conocen en suefios. Sin Margaret Jacob no hubie- se escrito este libro, Segui adelante gracias a su entusiasmo por ‘escribir ¢ investigas, a su valentia para aventurarse en campos nuevos y controvertdos y, en no poca medida, a su capacidad de dejarlo todo para preparar una cena exquisita, Sabe lo mu ‘cho que le debo. Mi padte murié cuando yo estaba escrbiendo libro, peo todavia puedo oir sus palabras de aliento y apoyo. Dedico el libro a mis hermanas Lee y Jane como muestra de re- conocimiento, por mis que resule insuiciente, de todo lo que hemos compartdo durante tantos ais. Ellas me dieron mis pri= eras leeciones de derechos, esolucién de conflictos y amor. 2 Introduccién «Sostenemos como evidentes estas verdades» En ocasiones,reesribi bajo presidn da grandes resultados, En sa primer bortador de la Declaracién de Independencia de Estados Unidos, preparada a mediados de junio de 1776, Tho- sas Jefferson escribi6: «Sostenemos como sagradas ¢innegables estas verdades: que todos los hombres son creados igualese in dependlientes [sc], que de esa creacin igual reciben derechos inherentese inaienables, entre los cuales estin la preservacign de la vida, la libertad y Ia bisqueda de la felicidad. Gracias en gran parte a las revisiones que hizo é! mismo, la fase de Jeffer son pronto se sacudié de encima los corsés para adoptar un tono is claro y vibrante: sSostenemos como evidentes estas verda- des: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados ppor su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre és- tos extn la vida, la libertad y la bisqueda dela felicidad». Con ‘esta sola frase, Jefferion convirté un documento sobre agravios politicos tipico del siglo xvmr en una duradera proclamacién de los derechos humanos.* ‘Trece aos mis tarde, Jefferson se encontraba en Pais can do los franceses comenzaron 2 pensar en redactar una declara- cidn de sus derechos, En eneto de 1789 ~varios meses antes de Ja toma de la Bastilla-, el marqués de La Fayette, amigo de Jef ferson y veterano de la guera de Independencia de Estados Uni- clos, preparé el borrador de una declaracion francesa, muy pro- bablemente con la ayuda del propio Jeflerson, Cuando la Bastila B cayé el 14 de julio y Ia Revolucion francesa empez6 en serio, la demanda de una declaracién oficial cobré impulso. Pese alos esfuerzos de La Fayette, fnalmente no seria una sola persona ‘quien diera forma al documento, a diferencia de lo oeuride con cl borador que redacté Jefferson para el Congreso norteameri- ‘ano, E120 de agosto, la recién creada Asamblea Nacional em- prendié el debate sobre los 24 3 sgorroso comité de 40 diputados. Tras seis dias de discusiones tumultuosas y un sinfin de enmiendas, tan s6lo se habian apro- bado 17 aniculos. Agotados por las dispuis continua, y ante la necesidad de ocuparse de otros asuntos apremiantes, el 27 de agosto de 1789 los diputados votaron a favor de suspender el debate y adoptaron provisionalmente los articulos ya aprobados, con el titulo de Declaracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El documento redactado tan a la desesperada era maravillo- so por su alcance y sencillez. Sin mencionar ni una sola vez al rey, a la nobleza o ala Iglesia, decaraba que los «derechos na- turales,inalienables y sagrados del hombre» eran el fundamen- to de toda forma de gobiemo. Conferia la soberania a la nacién, en vez de al rey, y declaraba que todo el mundo era igual ante Is ley, con fo cual brindaba oportunidades al talento y al méri- to y climinaba implicitamente todos los privilegios basados en la cuna. Mis sorprendente que cualquier garauti, sin embargo, cra la universlidad de sus afirmaciones. Las referencias a los hombres, eel hombre», scada hombres, todo hombre, todos los ciudadanoss, «todo ciudadano, «la sociedad y stoda soce dad» empequetiecfan la referencia al pueblo francés Como consecuenca, su publicacién impulé inmediatamen- te a la opinién mundial a posiconarse a favor o en contra de to les derechos. En un sermén pronunciado en Londres el 4 de noviembre de 1789, Richard Price, que era amigo de Benjamin Franklin ya menudo se mostraba ertico con el gobiemo inglés, se deshizo en clogios de los nuevos derechos del hombre. «He culos redactados por un en- “ vivido lo suficiente para ver emo los derechos de los hombres son comprendidos mejor que nunca, y c6mo suspran por la f- bertad naciones que parecian haber perdido el concepto de cllaw» Escandalizado por el entusiasmo ingenuo de Price ante las sabstracciones metafiscas» de los fanceses, el conocido ensayista y diputado Edmund Burke se apresur6 a escribir una respuesta airada, En su pangleto Reflexiones sobre la Revolucién Francesa (1790), que fue considerado enseguida como el texto fandacional del conservadurismo, Burke rugia de este modo: [No somos ni canvertidos de Rousseau, ni disipulos de Volare Sabemos que nosotros no hemos descubierta nada y pensamot «que nada hay que descubriren moral [..} En Inlatena alin no hemos sido completamente wacados de nvesras naturales ente fas [a]. No hemos sido preparados y aeglados pars que se nos lene después como pars drecador en un mueo, con pa, te os y con miserables podazos de papel sucio que taten de los de rechos del hombre Price y Burke habian coincidido en sus opiniones sobre la Revolucién norteamericana; ambos la apoyaron. Pero la Revor Tuci6n francesa exigia poner toda la carne en el asador,y pron: to. abri6 un frente de batalla: ése wataba de los allores de una nueva era de libertad basada en la raz6n, 0 bien del principio de un descenso imparable a la anarquia y la violencia? Durante casi dos siglo, y a pesar de la polémica provocada por la Revolucién francesa, la Declaraién de los Derechos det Hombre y del Ciudadano simboliz6 la promesa de unos dere chos humanos universales. En 1948, cuando las Naciones Uni das adoptaton la Declaracién Universal de Derechos Humanos, cl articula 1 decia: «Todos los seres humanos nacen libres ‘gules en dignidad y derechos. En 1789, el articulo 1 de la De- claracién de los Derechos del Hombre y del Ciudadano ya ha bia proclamado: «Los hombres nacen y permanecen libres ¢ cue 1s inte Jgnales en derechos». Aunque las diferencias en la terminologis son signifcativas, las resonancias entre ambos documentos re sultan incontestables. Los origenes de los documentos no dicen necesariamente znada importante acerca de sus consecuencias, importa real mente que el borrador de Jefferson fuera objeto de 86 altera- ciones,realizadas por él mismo, el Comité de los Cinco 0 el Congreso? Es evidente que Jefferson y Adams opinaban que si, toda vez que en la década de 1820, la ltima de sus largas y azarosas vidas, seguian discutiendo sobre lo que cada uno de ellos habia aportado al documento. Sin embargo, la Declara idm de Independencia no tenia caticter constitucional, Era ape- nas una declaracion de intenciones, ytuvieron que transcurse {quince aios para que los estados ratifcaran Finalmente una Cat= ta de Derechos muy distnta en 1791. En Francia, la Declaracion de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que afirmabs salvaguardar as liberades individuals, no imps la aparicién. de un gobierno francés que reprimié los derechos (en el perio= do conocido como el Terror), y futuras constituciones france- sas -hubo muchas- formularon declaraciones diferentes o pres: «indieron por completo de ells. ‘Mis inquietante ain resulté el hecho de que, en realidad, aquellos que a finales del siglo xvut habian declarade con tanta seguridad que los derechos eran universlestenian en mente algo ‘mucho menos exhaustive. No nos sorprende que considerasen Tos nfs, los locos, los presoso los extranjeros camo incapa- 25 0 indignos de paticipar plenamente en el proceso polit Porque nosotros hacemos lo mismo. Pero también excluyeron a quienes no tenian propiedades, a los esclavos alos negrosli= bres, a las minorias religiosas en algunos casos y, siempre y en todas partes, alas mujeres. Recientemente, estas limitaciones a la expresién «todo hombre» han suscitado muchos comentarios, y algunos estudiosos han llegado a pregunvarse si tales declar cones de derechos tenian un sentido emancipador real. Sus fan 16 adores, artificesy declarantes han sido tachados de elitists, «istas y mis6ginos, pr su incapacidad de considera a todas las personas verdaderamente iguales en derechos. 1No deberiamos olvidar las restricciones impuesas a los de rechos por determinados hombres del siglo xv, pero detener- nos ahi y felicitaros por nuestros «progresos» relativos signi- ficatla no haber entendido lo més importante, ¢Cémo estos hombres, que vivian en sociedades edificadas sobre la esclavi- tu la subordinacion y la sumisién aparentemente natural, pur dieron en alin momento considerar como iguales a otros hom bres que no se les parecian en nada y, en algunos casos, incluso alas mujeres? {De qué modo se convirtié la igualdad de dere- chosen una verdad eevidentes en lugares tan inslitos? Es asom- broso que hombres como Jefferson, propietario de escavos, La Fayette, un arist6crata, pudieran hablar como lo hicieron de los derechos evidentes ¢inalienables de todos los hombres. Si ppudiéramos entender cdmo sucedi6, estariamos en mejor dispo- sicién para comprender lo que significan para nosotros los de rechos humanos hoy en dia, ¢ La paradoja de la evidencia A pesar de sus diferencias terminologicas, las dos declaacio nes del siglo xv se basaban en una pretensién de evidencia. Jefferson lo indicd de forma explicita cuando escribié: «Soste ‘nemos como evidentes estas verdadess. La declaracién francesa afirmaba categoricamente que sla ignorancia, el olvido 0 el me- rnosprecio de los derechos del hombre son las tinicas causas de las calamidades piblicas y de la comupcién de los gobiernos». En 1948 no era mucho fo que habia cambiado en este sentido, si bien es cierto que la Declaracin de ls Naciones Unidas adop- 16 un tono més legalista: «Considerando finbereas) que Ia Tiber- ” tad, la justiciay la pax en el mundo tienen por base el recono cimiento de la dignidad intrinseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de fa familia humana; [..}. Con todo, también esto constituia una pretensién de eviden cia, porque, en inglés, whereas significa lteralmente «siendo el hhecho ques fit being te fat that]. Dicho de otro modo, emplear el término inglés «whereas es simplemente una manera leglis 8 de seeaalg iso gue ace com cero, go ge [Bsa pretensin de evidencia, que resulta erucial para los de rechos humanos incluso hoy en dla, da origen a una paradoja: sila igualdad de derechos es tan evidente, ? éPueden ser sevidentess, cuando los estudiosos Ievan mis de doscientos aos discutiendo sobre lo que quiso decir Jefferson con esta palabra? El debate continuars eterna- ‘mente, porque Jefferson nunca sinié la necesidad de explicarse. Nadie del Comité de los Cinco ni del Congreso quiso revisar «sta afitmacin, aun cuando muchas otras secciones de la version preliminar de Jefferson si fueron modifcadas. Al patecer,esta- ban de acuerdo con él. Ademis, si Jefferson se hubiera expicado, la evidencia de la asercibn se habriaevaporado, Una asercién que necesita discutirse no es evidente." Creo que la pretension de evidencia es decisiva para la his- toria de fos derechos humanos, y el objeto de este libro es ex- +L argumentacin de ator sobre wr no pede alias a Auer que else ha mpucto en vr eaten de Ta Deca te las Naciones Unidas eps ene spendin scomieandos ue rife sping, estinando sur (Nd 7) 18 plicar emo Hlegé a ser tan convincente en el siglo xv. Afor tunadamente, también permite centrar una historia que tiende ser muy difusa. Los derechos humanos son tan ubicuos en la actualidad que parecen requerie una historia jgualmente exten- sa, Las ideas griegas sobre la persona individual, as nociones romanas de la ley y el derecho, las doctrinas evstianas del alma..j existe el riesgo de que Ia historia de los derechos hu: ‘manos se convierta en la historia de la cvilizacién occidental, ‘© incluso, como sucede a veces, en Ia historia del mundo ente ro, ZAcaso la antigua Babilonia, el hinduismo, el budismo o el islam no hicieron también sus aportaciones? {Cémo se expla centonces la sibits crstalizacién de las aserciones sobre fos de rechos humanos a finales del siglo xvi? Los derechos humanos precisan de tes cualidades entrela- zadas: los derechos deben ser naturales Gnherentes alos sereshu- manos), gules (los mismos para todos) y aniversaes (vidos en todas parte), Para que los derechos sean derechos bumanos,to- dos los seres humanos de todo el mundo deben poseerlos por igual y blo por su condici6n de seres humanos. Resulté mis flcil aceptar el cariter natural de los derechos que su igualdad © su universalidad, En muchos sentidos,seguimos bregando con las consecuencias implicias de la exgencia de igualdad y uni versalidad de los derechos. 2A qué edad tiene alguien derecho a partcipar plenamente en politica? ¢Los inmigrantes los no ciue Gadanos- también tienen derechos? Y,en ese caso, cules? Sin embargo, ni siquiera la naturalidad, la igualdad y la uni versaidad son suficientes, Los derechos humanos s6lo cobren sentido cuando adquieren contenido politico. No son los dere chos de los eres humanos en la naturaleza; son los derechos de los seres humanos en sociedad. No son tan s6lo derechos hu- ‘manos en contraposicin a derechos divinos, o derechos huma~ no: en contrsposicién a derechos de los animales; son los dere cos de los sees humanos en relacién con sus semejantes. Son, por tanto, derechos garantizados en el mundo politico secular 8 (aunque los amen sagrados),y son derechos que requieren la pancipain activa de quienes fos pseen 1a iualdad a univeralidady a naturaida dels derechos adquireron por primera vez expresén politica directa en la De clarcin de Independencia de Estados Unidos de 1776 y en la Declaraci de los Derechos del Hombre def Ciudadano fan- «esa de 1789. Aunque la Dedaraci de Derechos inglea de 1689 hacia referencia alos cantiguos derechos y Hbertades etbleci dos po a ey ingesaydervados de a historia de Inglaterra, no deca [a igualdad, la univeralidad nila natraidad de los de rechos. Por el conti, la Delaacin de Independencia de Es tados Unidos initia en que «todos los hombres son ereados gual y en que todos ellos poseen «derechos inalienable, De forma parecids, la Declaracion de lor Derechos del Hombre y del iudadano proclamé que sos hombres nacen y permanecen I bres igulesen derechos. No los hombres franceses, no los hombres blancos, no los homes eatlcos, sno los hombre, expresin que por aquel entonces, como aor, sgnficaba no ‘lo los varones» sino también «las personas, es deci, clos miembros dela raza humana», Dich de otto modo, en alg ‘momento entze 1689 y 176, derechos ue habian sido conside ras cas siempre como los derechos dena gente detrminada -losinglse nacides bres, por ejemplo- se transformaron en de rechos humanos, derechos naturales universls, lo qu fos fan- ‘cess Ilamaron sles doit de Mommes(slos derechos del hombre») pystltes BE HO Ook Derechos humanos y «los derechos del hombre» Una breve incursin en la historia de las palabras ayudard a datar la aparicién de los derechos humanos, Ei el siglo xv, la gente no solia utilizar la expresi6n sderechos humanos, y cuan do lo hacia se referiahabitualmente a algo distinto de lo que eT) quetemos decir nosotros, Antes de 1789, Jefferson, por ejemplo, hablaba con frecuencia de derechos naturales. No empezé a uti- liza la expresin ederechos del hombse> hasta después de 1789, Cuando empleaba sderechos humanos, se refera a algo mas pax sivo y menos politico que los derechos naturales © los derechos del hombre. En 1806, por ejemplo, utili la expresion para re feritse alos males del trifico de esclav (0s fect, conciudadanos, por Is proximiad del priodo en el cual podrés interponer vueta auteridad constitucionalmente, pata impedir que los ciudadanos de Estados Unidos sigan par: ‘pando en la volaciones de los derechos humanos que se an prolongado durante tanto tempo a costa de los inocenes hai tantes de Affe, y que la moral, Ia rputacién y los mejores inte reses de nuestra pais asian proscibie desde hace mucho tiempo, Cuando sostenia qu lo aftcaosgozaan de detechos by manos, Jeffon no se refraimplistaments a los exlavs Ioamericanos Los derechos humanos, sen la efiniin de Jefteson, no permitian ales aftcanor-yanicho menos alot aframeicnoe=actuar por cet propa’ nel tansaso del silo 1 en igls yen anc, ere hos amano, sderechon dl génerohumano-yederechos de 1 fama orn epee dota ee 1 aplcane detent a plic, Tosca fea Toque diinguin a lor eres hutanos de lo ving en en ex tno de faecal de lo animale en loo, mis que 3 derechos palticos come aber de expresin 0 el drecho a parips th poli, As en 1734 ea una dea pimersocsones en gue sc empleaba lh expres derechos dea humaniade en francs, 4 moar eric terario Nicol Lenglee Dfesoy, miso Sucerdotecatlc, sai a aqullornimiables monies del fo que renuncaban an completamente a todos os derechos Sela humana’, que pacan cal animales y onan por ahi o a talmente desnudoss. De forma parecida, en 1756 Voltate pro- clamé en tono de burla que Persia era la monarquia en la que ns se disfrutaba de los «derechos dela humanidads, ya que los persas tenfan los mayores srecursos contra el aburtimientor, La expresion wderecho humano» aparecié por primera vez en fan ‘ks en 1763, con el significado de algo asi como wderecho natu- sale; sin embargo, no acabé de cujar, a pesar de que Voltaire la utiliza en su muy influyente Tatado sobre le tleranca® Mientras que os anglohablantes continaaron prefiiend la ‘xptesin «derechos naturales» -o sencillamente «derechos du- ante todo el siglo x0, los fanceses inventaron otra en la déca- dda de 1760; ederechos del hombtes (dots de Phone). Elorigen de la expresin aderecho(s) naturl(es,o sley natural» adroit nature posee ambos significados en francés, se remontaba a defen el estado al que pertenecen, y que pretendan cambiarlo imaginariamente por aquel que les han hecho desea. Querien- do ser lo que no see, uno llega acters que es guien no ey asi se vuelve leo, Y, sin embargo, Rousseau procedia acto seguido a presentar tuna novela a sus leetores. Incuso se mosts desafiante: +Si [.] alguien se atreve a censurarme por haber publicados, dice Rows- seats, equ lo diga si quiere, a todo el mundo; pero que no venga a decinmelo a mi; me parece que no podtis, en toda mi vida, es timar a ese hombres, El libro podsia escandalizar a casi todo el ‘mundo, reconoce con agrado, pero «nunca gustaré o disgustars a medias. Estaba convencido de que sus lectores reaccionatfan violentamente.* Pese a las preocupaciones de Richardson y Rousseau por st reputacién, la visibn que algunos ritcos tenian del funciona :miento de la novela empezaba a ser mucho mis positva, En su dlefensa de Richardson, tanto Sarah Fielding como Von Haller ya habian llamado la atencién sobre la empatia 0 compasin a Ja que movia la lectura de Clara. Segin esta nueva visi, las novelas no hacfan que sus lectores se mostrasen mis ensimis ‘mados, sino més comprensivos con los demas, y, por tanto, no disminuian su moralidad, sino que la acrecentaban. Uno de los defensores més elocuentes de la novela fue Diderot, autor del asticulo de la Encyelopédie sobre el derecho natural, ademis de novelista. Cuando Richardson muri en 1761, Diderot escribid tun elogio en el que lo comparaba los autozes ms grandes de la amtigitedad: Moisés, Homero, Euripides y S6focles. Pero, so- bre todo, hizo hincapié en la inmersibn del lector en el mundo de la novela: Uno, a pesar de todas las precauciones, atume un 54 papel en sus obras, se ve metido en conversaciones, aprucba, alps, admira, se itt, se indigna, éCuéntas veces no me sor pend ar mismo, como ls sucede os nos la primera ver gue fos evan al teauo,exclamando: “No te lo creas, test en- fatiando[..}. Sivas, estaris perdido”. Sein Diderot, a narra tiva de Richardson crea la impresin de que uno ext presente clo que sucede y, ademis, de que es su mundo, non pal = moto, ni un hugar exdtico, ni un cuento de hadat. «Sus personae jes esti sacados de la sociedad corsente [as pasones que {escibe son las que yo mismo sienton® Diderot no utiliza fos términos sdentificaciéne o sempa- tis, peo si hace una descripcin convincente de ellos, Admit «qe uno se rconoce a si mismo en los personajes, que de un salto se planta imagiaaviamente en medio de la acién, expet- ‘ments los mismos sentimientos que estin experimentando los personajes. En resumen, uno aprende a sentir empatia por al- sien que no esd mismo y que nunca podia sere dzectrmen- te accesible (a diferencia, pongamos por aso, de Tos miembros de la propia fala), peo que de alguna forma imaginaia, tam bien es uno mismo, lo cual consituye un elemento crucial par In idenifiacin. Este proceso explica por qué Panckoucke es- crib & Rousseau: +He sentido emo atravesaba mi corazdn la preza de las emociones de Julia a empatia depende de la identificacién, Diderot observa cue la técnica narativa de Richardson lo arse de manera ine luctable hacia esta experiencia. Es una especie de caldo de cul tivo para el aprendizaje emocional: +En el espacio de unas cuantas horas pasé por un gran miimero de stwaciones que la vida mis larga difilmente puede ofiecer en toda su duraci, {.] Senti que habia adquirdo experience. Tanto se identi 2 Diderot que, al terminar a novela, esienteprivado de algo: “Experimenté la misma sensaciba que experimentan los hom- bres que han estado estrechamente entrlazados y han vivido juntos durante mucho tiempo y que ahora estin a punto de 55 separarse. Al final, me parecié sibitamente que me quedaba soll. ‘De manera simultinea, Diderot se ha perdido en la accin ¥yse ha recuperado a si mismo en la lectura. Siente de forma mis acusada que antes el carter separado de su yo ahora se sien- te solo-, pero también que los demés poseen igualmente un yo. Dicho de otro mod, tiene ese ssentimiento interiom, como él ‘mismo lo llamaba, que es necesario para los derechos humans Diderot comprende asimismo que el efecto de la novela es in ‘consciente: «Uno se siente atraido hacia el bien con una impe- tuosidad que no reconoce. Ante la injusticia, uno siete una r= pugnancia que no sabe cémo explicarse». La novela ha surtido efecto mediante el proceso de implicacién en la naracién, no mediante la moralizacién explicita.” 1a lectura de obras de ficcién recibi6 su tratamiento flosfi- co mis serio en Elements para la erica (1762), de Henry Home, Lord Kames. Aunque el jutistay fildsofo escocés no hablaba en su obra de las novelas pers i sostenia que en general a fiecién ‘rea una especie de spresencia idea 0 ssuefio en un estado de vigiiae en el cual el lector se imagina asf mismo transportado a la escena que se describe. Segiin Kames, esta presencia idea es tun estado parecido al trance. El lector seve slanzado a una espe- cle de ensueiior y, «perdiendo la conciencia del yo, y de Ia lett ra, su ocupacién en ese momento, concibe cada incidente como si ocurtera en su presencia, justamente como si fuse un testigo ‘ocular, Lo mis importante para Kames era que esta transfor ‘macién fomenta la moralidad. La «presencia ideale provoca que ef lector se abra a sentimientos que refverzan ls lazos de la 0 ciedad, Los individuos son sacados de sus intreses particulares ¥¥ movidos a llevar a cabo ractos de generosidad y benevalencia» “Presencia ideal era otra denominacién para lo que Aaron Hill habia lamado sbrujeria de la pasin y el sentidos.* AA parecer, Thomas Jefierson opinaba lo mismo, Cuando Ro- bert Skipwith, que se habla casado eon la hermanastra de la es- 56 r posa de Jefferson, escribié a éste en 1771 pidiéndole que le re tcomendase una lista de libros, Jefferson incluyé en ella muchos de los clisicos, antiguos y modemnos, de politica, relgién, dere cho, cienca, filosofia historia En la sta figuraba Elomentos part Iu etca, de Karnes, pero Jefferson la inicié con poesa, obras de teatro y novelas, incluidas las de Laurence Sterne, Henry Fielding, Jean-Francois Marmontel, Oliver Goldsmith, Richard- son y Rousseau. En la carta que acompafiaba a la fsta de lect ras, Jefferson hablaba con elocuencia de «los entretenimientos dela ficcidno, Al igual que Kames, defendia que la fcci6n po- ia inculcar tanto los principios como la préctica de la virtud Gitando a Shakespeate, Marmontel y Sterne por su nombre, Jefferson explicaba que cuando leemos estas obras experimen tamos “en nosotros mismos el fuerte deseo de hacer actos de caidad y gratitude y, en cambio, nos repugnan las malas accio- nes o la conducta inmoral, La fiecin, insist, produce el de- seo de emulacién moral de forma todavia mis eficaz que las obras de historia.” En esencia, lo que estaba en juego en este conflcto de opi rons sobre la novela era nada menos que la valorizacién de a vida secular corriente como fundamento de la moral. A ojos de quienes criticaban la lectura de novelas, la simpatia por la he- roina de una novela formentaba lo peor del individuo (deseos icitos y excesivo amor propio) y demostraba la degeneracién izrevocable del mundo secular. Por el contrasio, para los part- darios de un nuevo modo de ver la moralizacién empética, se- snante identficacion demostraba que el despertar de la pasién podia ayudar a transformar la naturaleza interna del individuo y ear una sociedad mis moral. Crefan que la naturaleza inter na de los seres humanos proporcionaba una base para la auto- ridad social y politica." ‘Asi pues, el hechizo de la novela result tener un gran al- cance en cuanto a sus efectos, i bien los partidatis de la no- vela no lo afirmaban explictamente, comprendian que, en rear 37 lidad, eseritores tales como Richardson y Rousseau empujaban 4 sus Tectores hacia la vida cotiiana como una especie de ex Periencia religiosa sustitutiva. Los lectores aprendian a valorar la intensidad emocional de lo corsientey la capacidad que te- -nfan personas como ellos para creat por si solas un mundo mo- ral, Los derechos humanos brotaton de lo que habian sembrado «estos sentimientos. Los derechos humanos sélo podian florecer cuando las personas aprendieran a pensar en los dems como sus iguales, como sus semejantes de algin modo fundamental. ‘Aprendieron esta igualdad, al menos en parte, experimentan- do la identificacién con personajes comtientes que parecfan dra- :maticamente presentes ¥ conocidos, aunque en esencia fueran ficicis. El extrafio destino de las mujeres En las tres novelas que hemos elgido, el centro de la identi ficacién psicoldgica es un joven personae femenino creado por tun autor masculino. Helga decir que también se producia la idemifcacin con personajes masculinos Jefferson, por ejemplo, siguid vidamente las peripecias de Tristram Shandy (1759-1767), de Laurence Steme, asi como del iter ego de éste, Yrick, en Viaje sentimental (1768). Las esevtorastenian igualmente sus le- {ores entusiastas, tanto mujeres como hombres. El reformador penal y abolcionista francés Jacques-Pierre Bristotcitaba la Ja- ‘ia de Rousseau constantemente, pero su novela inglesa favorita ‘ra Craila (1782), de Fanny Burney. Como confizmsa el ejemplo cde Burney, sin embargo, las protagonista femeninas ocupeban cl puesto de honor; sus tes novelas llevaban por titulo el nom bre de la protagonist.” Las protagonists femeninas resultaban especialmente con- Vincentes porque su bisqueda de auronomia nunca podia trian 58 Tr far por completo. Las mujeres disfrutaban de pocos derechos juridicos, aparte de los de sus padres o maridos. Los ectores en ‘ontraban conmovedora la busqueda de independencia que ‘emprendia la heroina, sobre todo porque comprendian de in- mediato las tabas con que era inevitable que tropezase una mujer. En un final fliz, Pamela se casa com el sefior By acep cambio, Clarissa pre- fiere morir antes que casarse con Lovelace después de que éste Ja vile. En cuanto a Julia, su padre la obliga a renunciar al hom bye al que ama y ella parece acatarlo, pero también acaba me- riendo en la escena final. ‘Algunos criticos modernos han apreciado masoquismo © ‘martirio en estas historias, pero las gentes de la época vieron otras cuaidades. Lectores y lectoras por igual se identificaban con estos personajes porque las mujeres mostraban una gran voluntad y personalidad. El piblico lector no sélo queria salvar 4 fas heroinas; deseaba ser como ells, incluso como Clarissa y Julia, a pesar de su trigica muerte, En ls tres novelas, casi toda la accin gira en tomno a expresiones de a voluntad femenina, la cual tiene normalmente que Iuchar contra restriciones pater ras o sociales, Pamela debe resistine al sefior B. part mantener su sentido de la vitud y su sentido del yo; y su resistencia aca- ba conquistindolo. Clarissa adopta una actitud firme contra su familia y luego contra Lovelace por razones parecidas,y al final Lovelace quiere desesperadamente casase con ella, que lo re chaza, Julia debe renunciar a Saint-Preus y aprender a amar la vida con Wolmar; la lucha es exclusivamente saya. En cada no- vela, todo retorna al deseo de independencia de la heroina. Los actos de fos personajes masculinos sélo sirven para realar esta voluntad femenina, Los lectores, al sentir empatia por la hero na de la novela, aprendian que todas las personas ~hasta las mu: jeres-aspiraban a una mayor autonomia, y experimentaban im ginariamente el esfuerzo psicoldgico que entrafaba la lucha por sleanzada 1a Jos limites implicit a su libertad 59 Las novelas del siglo avi reflejban una honda preocups cién cultural por la autonomia, Los filésofos de la Iustraci6n crefan fmemente haber efctuado un avance en este campo en el siglo xvi, Cuando hablaban de libertad, se refers ala auto- ‘noma individual, ya fuera Ia libertad de expesion 0 de cul to ola independencia que se enseaba alos jvenes sein los preceptos de Rousseau ineluidos en su guia educativ, el Emi lio (1762), El relato de la Iustracién sobre la conquista de la autonomiaaleanzé su punto dgido con el ensayo de Immanuel Kant ttulado &Qué le Itai (1784), Kant defnié memo- rablemente la Tlstracién como sel abandono por pate del hhombre de una minoria de edad cuyo responsable ex él mi mor, «Esta minora de edad, prosiguié, significa la incapaci daa para servis desu entendisiento sin verse guido poral sgn otro La Tustracién, para Kant, equvalia ala autonomia intelectual, 2 Ia capacidad de pensar por uno mismo.” El énfisis del Hstacibn en la autonomnia individval mac dela revlucin en el pensamiento politico inciada por Hugo Grocio y John Locke en el siglo xvtl. Ambos sostenian que el ‘arén auténomo que acordaba un contrto social con oto ine dividuos como él consttua el nico fundamento posible dela autoridad politic legtima. Sil autovidad justficada pore de- recho divno, las Escrituasy a historia debia ser reetplaza ‘or un contato entre hombres aténomos, entonces era nece- sario ensenar alos niios a pensir por si mismos. Por tanto, la teoriaeducativa, que recbié su mayor influencia de Locke y Rousseau, pasé de basarse en la obedienci impuesta por me- dip del castigo a hacerlo en ef cultivo esmerado de la tazén como principal instumento del independenca, Locke exp el significado de las nuevas priticas en Pencamientas acerca de la Baneacbn (1698): oHemos de considerar que nuestros bi- jos, cuando crezcan, sen semejantes nuestros ..J. Nosotos queremos ser consderados como criaturs racionaes y ener nesta libertad; queremos que no nos molesten continuamen- cy te con reprimendas, con un tono severor. Tal come reconocié Locke, la autonomla politica e intelectual dependia de educar 4 los hijs (en su ca8o, tanto varones como hembras) sein nue- ‘as dsposiciones; Ia autonomia requeria una relaci6n nueva con cl mando, no sélo ideas nuevas. Pensar y decidir por uno mismo, en consecuencia, requeria tanto cambios filosdficos como cambios Iogicos y politicos. En cl Bnilo, Rousseau instaba a las madkes aedificar muros psico Jégicos entre sus hijos y todas las presiones sociales y politcas ‘externas: sHaz temprano un cercado alrededor del alma de tu hijo». El inglés Richard Price, predicador y panfletista politico, afiemd en 1776, cuando escribia a favor de los colonos norte americanos, que uno de los cuatro aspectos generales de a liber tad era la libertad fisia, «ese principio de epontancilad 0 auto- dterminacion que nos constituye en agentes. Para él a libertad cra sindnimo de autodireccién © autogobiemo, y en este e250 Ja metifora politica sugiere una metéfora psicologica, si bien las, dos extaban estrechamente relacionadas.” Los reformadoresinspirados por la Iustracin querian ir mas alli de proteger el cuerpo o cercar el alma, como instaba a ba ‘cer Rousseau, Exigian que la toma de decisiones del individuo tuviera un mayor alcance. Las leyes revolucionaias francesas sobre la familia demuestrin una honda preocupacién por las trax dicionales limitaciones impuestas ala independencia, En mar- 20 de 1790, la recién creada Asamblea Nacional abolié la pri- rmogenitura, que otorgaba derechos especiales de herencia all primer hijo vat6n, asi como las trstemente eélebres lates de ca- ‘det, que permitin a las familias encarcelar alos hijos sin juicio previo. En agosto del mismo atio, los diputados limitaron el control de los padres sobre sus hijos,estableciendo consejos far ailiares que debian presenciar las disputas entre padres ¢ hijos de hasta 20 afios de edad. En abril de 1791, la-Asamblea Na- ional decreté que todos los hijo, tanto los varones como las shembras, debian heredar en igualdad de condiciones. Luego, en 6 agosto y septiembre de 1792, fos diputados rebajaron la mayo: ria de edad de 25 a 21 afos, declararon que los adultos ya no ppodian estar sometidos ala autoridad patema e insituyeron el dlivorcio por primera vez en la historia de Francia, poniéndolo al alcance, por las mismas razones juriicas, tanto de los hom- bes como de las mujeres. En resumen, los revolucionarios hi

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