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Carituto 11 LA CULTURA DEL CONFLICTO Para terminar, aprovecho mi anilisis intercultural con mi- ras a desarrollar tres ideas sobre el conflicto. La primera se re- fiere a que la cultura del conflicto es una herramienta titil para conocer los niveles de las diferencias societarias en el conflicto y para poner de manifiesto cémo la cultura configura la con- ducta conflictiva y cémo se puede entender el conflicto como conducta cultural. La segunda es, que al igual que el diagnésti- co médico se centra con frecuencia en la patologia, asf el anali- sis social se inclina preferentemente por examinar s6lo proble- mas. Los resultados del estudio intercultural proporcionan la oportunidad de reflexionar sobre las lecciones positivas que nos dan las sociedades de baja conflictividad. Mediante el exa- men de estas sociedades, espero ensefiar de qué manera algu- nas de sus instituciones, practicas y normas pueden ser ade- cuadas en otros enclaves. Finalmente, la tercera idea consiste en que la teoria intercultural del conflicto, al enfatizar los inte- reses estructurales y las interpretaciones psicoculturales, tiene importantes implicaciones en el manejo de disputas individua- les. Particularmente, yo creo que es mas probable que haya un manejo constructivo del conflicto cuando las interpretaciones y los intereses estan debidamente tratados. EL CONFLICTO COMO CONDUCTA CULTURAL Puede decirse que la cultura del conflicto es la configura- cién de aquellas normas, practicas e instituciones de una so- ciedad que tienen que ver con las cosas por las que la gente entra en disputa y con sus contrarios, con cémo las disputas se desenvuelven y, por tltimo, con la forma que es probable que terminen. Es un producto de la organizacion socioestruc- tural y de las disposiciones psicoculturales. La cultura es un concepto emergente, algo que aparece a nivel colectivo y no a 252. LACULTURA DEL CONFLICTO nivel individual, y ello porque una simple persona no puede tener su propia cultura, toda vez que la cultura es lo que la gente comparte viviendo en sociedad. Aunque la cultura de] conflicto de cualquier sociedad tiene sus caracteristicas pecu- liares, el andlisis que aqui hacemos esta centrado en un pe- quefio ntimero de pautas generales. El concepto de cultura del conflicto es importante para co- nocer tanto el conflicto como su manejo. Aun cuando las teo- rias del conflicto tienen muchas hipotesis implicitas acerca de lo que constituye un manejo efectivo del mismo y a pesar de] hecho de que los enfoques sobre el manejo del conflicto estan a menudo basados en hipotesis inarticuladas sobre las raices de éste, es muy raro que se junten las teorfas del conflicto y los enfoques sobre su manejo. El concepto de cultura del con- flicto dirige la atencién a como las instituciones y las prdcti- cas a nivel societario influyen en el desenvolvimiento de deter- minados conflictos. A pesar de darse la circunstancia de que los distintos procesos operan a dos niveles, el societario y el de disputa, la cultura une a los dos. La cultura afecta a la conducta del conflicto, pero éste tam- bién puede ser considerado como conducta cultural. Todos los conflictos suceden en un contexto cultural. El simple co- nocimiento del contexto cultural en el que un conflicto se desarrolla nos dice mucho de sus rafces, de su probable evo- lucion y de su manejo. Este estudio identifica en el conflicto dos causas criticas de diferencias culturales: la estructura so- cial y las practicas psicoculturales.' La cultura es una forma de vida transmitida (con modifi- caciones) a lo largo del tiempo que esta incorporada a las ins- tituciones, normas y practicas aceptadas de una comunidad. Proporciona unas herramientas criticas que los individuo y grupos utilizan para conocer su mundo social y funcionar dentro del mismo. La cultura por regla general se ve como unas perspectivas del mundo que influyen en la accion, mier tras que la comunidad (menos abstracta que la cultura) uti za métodos-mas directos para conformar el comportamiento de sus miembros (Price-Williams, 1985). 1, Esto no niega la influencia de las diferencias individuales dentro de cualquier comunidad cultural. El hecho de que los miembros de un grupo en un enclave sean mas (o menos) asertivos, ambiciosos 0 peleones es lo que muchas veces marca una diferencia. EL CONFLICTO COMO CONDUCTA CULTURAL = 253 Las metas y procedimientos de las instituciones comunita- rias estan unidas a nociones culturalmente compartidas de lo que es la conducta apropiada. En términos de conflictividad, esto se refiere a expectativas compartidas sobre cémo se res- pondera a determinadas clases de eventos, cémo reaccionaran probablemente otras personas de la comunidad y cudles son las metas razonables y los modos permitidos de alcanzarlas. Las reglas culturalmente compartidas pueden encauzar la conducta aunque no haya instituciones que obliguen a obser- varlas. Incluso en un conflicto tan basico como el torneo del dilema del prisionero de Axelrod entre programas de ordena- dor, la cultura esta presente en la definicion de lo que constitu- ye ganar y en la matriz de resultados, por lo que cualquier mo- dificacién en una de ellas produce un resultado diferente. Dado que la cultura configura muchos de sus elementos claves, el conflicto es, por consiguiente, una conducta cultural. El conflicto puede tener lugar fuera del marco de referencia culturalmente compartido; cuando esto sucede, la ausencia de asunciones comunes hace muy dificil su contencién. En tales ocasiones, una de las partes puede usar -muchas veces con desastrosos resultados- sus propias asunciones culturales para tratar de entender qué es lo que ha hecho la otra o inten- ta hacer (Cohen, 1991). Otras veces el grupo decide que los valores y los comportamientos de su adversario no tienen nada que ver con los suyos, por lo que los comportamientos hacia él no estan sujetos a ninguna de las restricciones que existen dentro del grupo. La cultura es crucial para el desarrollo de las identidades del grupo propio y del grupo ajeno, puesto que proporciona las metdforas y las asociaciones que hacen distincién entre aliados y enemigos. Por medio de la participacién en log acontecimientos cotidianos, los grupos asocian afectivamen- te las experiencias trascendentales alrededor de las cuales las identidades toman cuerpo. Las diferencias criticas entre los gru- pos no estan tanto en las disimilitudes de tales experiencias, como en las pequefias disparidades que llevan anejas grandes significaciones emocionales. Las diferencias culturales pueden marcar la polarizacién politica de una comunidad y al mismo tiempo Proporcionar indicios que ayuden a la gente a encauzar sus vidas por derro- teros que tengan la menor conflictividad posible. Bo; Hadden comentan lo siguiente sobre Irlanda del, Noctesneaclon CENTERS | | t t 254 — LACULTURA DEL CONFLICTO La gente del Ulster [no] se pasa [todo] el tiempo discutiendo, abusando de los demas o peledndose. Al contrario, son de un natural cauto y reservado cuando conocen a alguien por vez primera. Esto se debe a que para ellos es muy importante esta- blecer de qué lado estan los demas. Cuando se conocen dos per- sonas del Ulster cuyas sefias de identidad comunitaria no salten ala vista, en seguida se disponen a descubrir —por supuesto, sin preguntar- si la otra es protestante o catélica. Dado que las di- ferencias entre los miembros de las dos comunidades no son inequivocamente evidentes como lo seria en una sociedad divi- dida por la raza, el color o el lenguaje, suelen utilizar una serie de pistas indirectas como los apellidos..., los nombres de pila..., la escolaridad (probablemente la mejor prueba si llega a saber- se), la prueba de la «h» (los catélicos tienden a aspirarla y los protestantes a hacerla muda) o simplemente aquellas actitudes que pueden ponerse de manifiesto en toda una gama de indi- cios externos. La razén de este intrincado proceso es permitir que ambas partes eviten decir o revelar algo que resulte emba- razoso u ofensivo o que pueda estropear algun acuerdo sobre cualquier asunto importante. La voluntad de no enzarzarse en una discusién que ambas partes saben que no terminaria resol- viéndose, es una buena indicacién de la terquedad con la que cada una se aferra a sus ideas politicas basicas (1985; pag. 58). La cultura modela la forma en que los individuos entien- den sus respectivos mundos sociales, clasifican a la gente, evaluan las posibles acciones y sancionan ciertas respuestas y no otras. Los conflictos reflejan prioridades culturales pero también pueden ser utilizados para alterarlas. La cultura tie- ne también un matiz politico, puesto que su control sobre la definicién de acciones y actores legitimos favorece a cierta gente y grupos.” Las sociedades generalizadoras (aquellas en las que la con- flictividad interna y externa estan al mismo nivel) ofrecen dos culturas del conflicto opuestas. Dado que hay mas sociedades preindustriales generalizadoras que diferenciadoras, el he- cho de que la diferenciacion esté asociada a la mayor comple- 2. Elconflicto que se asienta sobre definiciones culturales se convierte en algo especialmente importante cuando las sociedades desarrollan unas divisiones sociales permanentes. La cultura del conflicto incluye entonces en todo momento los valores esenciales de una sociedad y refleja ademas los conflictos previos que hayan favorecido a algunos grupos o individuos en detrimento de otros. LA CULTURA DE LA BAJA CONFLICTIVIDAD 255 j ya los fuertes vinculos cruzados supone que ambos es- tilos culturales podrian ocurrir en muchos enclaves. Lo que el andlisis de datos no puede detectar son las condiciones que dan lugar al desarrollo de cada estilo 0 a las dinamicas de su perpetuacién. Los dos grupos de sociedades se distinguen mejor si se atiende a sus aspectos estructurales. Sin embargo, parece razonable esperar que estén asimismo implicadas im- portantes practicas psicoculturales en el mantenimiento de la generalizacion y la diferenciacién. Esta cuestién merece un andlisis mas sistematico. ‘La CULTURA DE LA BAJA CONFLICTIVIDAD El andlisis de los datos expuesto en los capitulos seis y siete pone de manifiesto la diferencia existente entre las so- ciedades de alta y baja conflictividad. A lo largo de todo el andlisis se le ha dado mas relieve, sin embargo, a aquellas so- ciedades que tenfan niveles mas altos de conflictividad, ya que es mas facil dar cuenta de un fendmeno existente o pro- blematico que de uno inexistente. Ahora bien, un bajo nivel de conflictividad no es simplemente la ausencia de un alto ni- vel de conflictividad. La cultura del conflicto de las socieda- des de baja conflictividad puede y debe describirse y analizarse en sus propios términos. Sobre la base del andlisis de datos de los anteriores capitulos, examinaré primero las sociedades de baja conflictividad, observando al mismo tiempo que en al- gunas de ellas no ha sido tratado el conflicto con mucha efec- tividad. Por esta razon, introduzco seguidamente la nocién de sociedad de conflictividad constructiva, que es aquella defini- da, no en términos de baja conflictividad, sino en términos de los procesos que manejan el conflicto y que promueven solu- ciones globalizadas que cubren las necesidades esenciales de todas las partes. Las sociedades de alta y baja conflictividad se distinguen mejor segtin sus aspectos psicoculturales, siendo importantes los aspectos estructurales para cuando consideremos las dife- rencias entre el conflicto interno y el externo. El modelo de sociedad de baja conflictividad puede proporcionar nociones tanto teéricas como polfticas. Desde un plano tedrico, lo que se busca es conocer mejor las instituciones y las practicas co- munes a las comunidades de baja conflictividad. Politicamen- 256 LACULTURA DEL CONFLICTO te lo que se persigue es un mayor estudio de las comunidades de baja conflictividad en un mundo en el que los casos drama- ticos de muerte y destruccién son los que acaparan la mayor parte de la atencion, para asf poder neutralizar la sensaci6n de que la alta conflictividad es inevitable y sugerir que ciertas ins- tituciones y practicas propias de los enclaves poco conflictivos pueden ser adecuadas para cualquier otro lugar. La sociedad de baja conflictividad no es aquella en la que no hay diferencias ni disputas, sino aquella en la que cuando aparecen diferencias son manejadas de tal manera que se evita el rencor extremo, la polarizacién y la violencia irrefrenable. Una sociedad de esta indole se distingue mejor atendiendo a los aspectos psicoculturales, ya que éstos permiten desarro- llar unas instituciones y practicas que manejen las disputas de ciertas formas caracteristicas. Sin embargo, los aspectos estructurales comunes a todas las sociedades de baja conflic- tividad ya son menos obvios.’ Las sociedades de baja con- flictividad no son simplemente aquellas que tienen menos ri- quezas y, por tanto, menos recursos por los que la gente se pueda pelear, ya que el andlisis de datos encontré muy poca correlacién entre la conflictividad total y las mediciones de riqueza 0 complejidad.° Ni tampoco las sociedades de baja 3. Yo prefiero la expresién sociedad de baja conflictividad a la de so- ciedad pacifica por varios motivos: porque da la nocién de un continuo y no de una dicotomfa y porque permite que todas las sociedades tengan por lo menos algo de conflictividad. Ademas, la paz es a menudo yuxta- puesta a la guerra y a la lucha abierta; la ausencia relativa de las cuales yo la veo simplemente como un aspecto -si bien importante de las socieda. des de baja conflictividad. 4. Muchas de las alegaciones que se hacen de las sociedades de baja conflictividad en contraposicién a las de alta tienen un caracter tautol co. Por ejemplo, la alta conflictividad se explica muchas veces en términos de diversidad cultural o étnica, mientras que se ignoran otros casos en los que existe la misma diversidad, pero con un nivel mucho mas bajo de con- flictividad. Como ya hemos visto, el alto nivel de conflictividad de Irlanda del Norte ha sido explicado segtin las diferencias entre catélicos y protes- tantes sin hacer mencién de las muchas naciones de Europa (y de otros ‘continentes) en donde la incidencia de conflictividad de estos dos mismos grupos es bastante ma 5. Bajo ciertas condiciones y en la medida en que las escaseces que pro- ducen la mayor violencia sean relativas y no absolutas, puede existir una correlacién negativa entre la abundancia material y la conflictividad. En las tiltimas décadas, por ejemplo, la conflictividad dentro de las naciones tercermundistas ha sido mayor que la de las naciones industrializadas. ELABAJACONFLICTIVIDAD = 257 LA CULTURA DI conflictividad tienen tendencia a ser estados poderosos y cen- tralizados que refrenen la lucha interna, aun cuando haya sido este el caso de los bugandas y los aztecas. Koch (1974) dice que la conflictividad entre los jales de Nueva Guinea esta presta a la escalada porque no existen terceras partes eficaces que se interpongan entre los contendientes; si bien en el ana- lisis aqui incluido hay muchas sociedades de baja conflictivi- dad que no cuentan con influyentes terceras partes y también muchos casos de un alto nivel de conflictividad a pesar de la presencia de mediadores. Condiciones psicoculturales Las sociedades de baja conflictividad tienen un entorno psicocultural que es afectivo, cdlido, bajo en actitudes agresi- vas y relativamente libre de conflictos de identificacién del var6n con su género. Estos patrones, establecidos en las mas tempranas relaciones, son dados a producir disposiciones que facilitan la resolucién pacifica de las disputas. El bajo ni- vel de franca conflictividad que estas disposiciones engen- dran denota que hay menos acontecimientos violentos que proporcionen modelos de acciones apropiadas y que esta mas fuertemente reforzada la idea de que la accién no violenta puede ser eficaz. Una firme autoidentidad que promueva una confianza in- terpersonal y social es posiblemente una disposicién crucial de la sociedad de baja conflictividad; aparte de que facilita de varios modos el manejo del conflicto. Los individuos seguros y confiados son menos proclives a interpretar las situaciones conflictivas en términos radicales, lo que aumenta la posibili- dad de que las reacciones ante los acontecimientos sean mas moderadas y menos escalatorias.’ Una mayor confianza su- pone una sensacién mas atenuada de aislamiento, menos miedo al abandono y un mayor convencimiento de que una acci6n afectiva puede poner las cosas en su sitio. Hay la ten- dencia a no ver las situaciones conflictivas en términos exce- 6. Deutsch (1973) utiliza la expresién «percepcién errénea benevolen- te» para referirse a aquellas formas en las que los contendientes hacen asunciones de las actitudes de colaboraci6n y buenas intenciones del con- trario 258 LACULTURA CONFLICTO sivamente personales, lo que facilita la intervencién de terceras partes que busquen soluciones y la aceptaci6n de compromi- sos. Por ultimo, una fuerte disposicién a comprender (que no aceptar) las pretensiones de los demas aumenta la predisposi- ci6n a trabajar con ellos para encontrar soluciones reciproca- mente aceptables (White, 1984). Para que no vaya a pensar el lector que me he pasado de un andlisis sustentado por datos a una construccién utépica, permftanme que me apresure a afiadir que estas caracteristi- cas son relativas, no absolutas. Las disputas en las sociedades de baja conflictividad pueden ser ciertamente enconadas y agrias; pero, la cuestién est4 en que es menos probable que estas disputas degeneren en violencia y destruccién, lo que haria més dificil entonces llegar a soluciones constructivas.’ Por supuesto que puede haber rabia y acritud acompafiadas de desplazamiento, proyeccién y externalizaci6n; pero, en de- finitiva, estos procesos son menos intensos porque los con- flictos suponen un peligro menor para la existencia funda- mental del individuo o del grupo. Transaccion estructural Las disposiciones psicoculturales encontradas en las socie- dades de baja conflictividad se refieren tanto al conflicto interno como al externo. Sin embargo, las estructuras de las sociedades bajas en cada una de estas modalidades de con- flictividad son completamente diferentes. Las sociedades con niveles bajos de conflictividad interna estan unificadas inter- namente y sus numerosos vinculos cruzados evitan hasta cierto punto las disputas largas y enconadas. Tienen milti- ples lineas de separacién social que ofrecen fuentes alterna- tivas de identificacién y adhesién y rebajan la importancia relativa de cualquier identidad social. Los fuertes vinculos cruzados ofrecen un ntimero relati- vamente grande de potenciales terceras partes que podrian mediar entre los contendientes en caso de que surgiera un 7. Turnbull (1961), por ejemplo, describe los conflictos entre los mbu- tis como acontecimientos en los que se expresan las mas intensas emocio- nes; no obstante, pocos de estos casos terminan en una violencia que pro- duzca lesiones y dafios permanentes. LACULTURA DE LA BAJA CONFLICTIVIDAD 259 conflicto. Las terceras partes intervienen porque también sus propios intereses estan en cierto modo amenazados, pudien- do de esta forma invocar los intereses que comparten con los contendientes o bien aquellos que afectan a toda la comuni- dad y poniendo, por consiguiente, en perspectiva la cuestién especffica de la pugna.* En un teatral aunque valido ejemplo de este fenédmeno, Turner (1957) describe de forma vivida como los ndembus de Zambia reaccionan ante el estrés perié- dico causado por los conflictivos principios de la residencia virilocal y de la matrilinealidad mediante una intensa activi- dad ritual que cohesiona a individuos y grupos anteriormente divididos. Los indios de las planicies norteamericanas tam- bién utilizaban las actividades rituales en los momentos car- gados de tensidn que precedfan al anuncio del comienzo de la temporada de caza; rituales que les servian de pretexto para reunirse con otros grupos locales con los que habia la posibi- lidad de entrar en conflicto en los meses venideros.’ Los vinculos cruzados, ademas de afectar a los intereses, disminuyen desde un punto de vista psicolégico la intensidad del conflicto. La existencia de vinculos interpersonales o ins- titucionales entre grupos que tienen intereses comunes pue- de hacer que las pretensiones de los demas parezcan mas razonables o tal vez menos amenazadoras. Los vinculos cru- zados producen unas imagenes mas matizadas y menos radi- cales que facilitan la reacci6n a la sustancia de la demanda y no a una caricatura de quien la formula, evitando que los ad- versarios potenciales se vean mutuamente con la aureola de inhumanos. Por ejemplo, en las sociedades donde los grupos fraternales de intereses son débiles, el contraste entre las imégenes de nuestro propio grupo parental y las de los otros grupos posiblemente sea mucho menor que el que exista en 8. Los extremistas de las sociedades polarizadas utilizan esta manio- bra -por supuesto, con intenciones opuestas- siempre que temen que los moderados de ambos bandos se muevan para encontrar un arreglo. Una bomba o cualquier otro tipo de accién terrorista sangrienta servird para renovar la sensacién de amenaza a la existencia de la comunidad y el clima propicio para que no sea viable una relajada discusién publica en- tre elementos moderados. 9. Gluckman (1955) describe los rituales llamados de rebelién en los itfa en determinadas ocasiones a los miembros de la comu- frustraciones y se renovara el respaldo a la autoridad constituida. 260 —LACULTURA DEL CONFLICTO aquellas otras sociedades donde los mencionados grupos fra- ternales sean fuertes. Una cuestién psicolégica paralela es la de la significacién afectiva que se les otorga a tales vinculos en relacién a la se- guridad material y a las necesidades emocionales. Las socie- dades de baja conflictividad no sélo tienen mayores vinculos en solape que las comunidades de alta conflictividad, sino que también estos vinculos son mds importantes en las pri- meras desde un punto de vista afectivo. La significacién se- lectiva, la intrascendencia o la invencién de todos los vincu- los sociales (no s6lo los de parentesco), es importante. En las sociedades de baja conflictividad, el valor de la adhesion a los demas puede resultar en una relativa sobrevaloracién de aquellos lazos que van mas alla de la comunidad local, mien- tras que en las sociedades de alta conflictividad sucede todo lo contrario. Pero si los vinculos cruzados hacen disminuir la gravedad de la conflictividad interna, también pueden envalentonar ~a veces hasta la temeridad- a una sociedad en el momento de enfrentarse a un enemigo externo. La descripci6n clasica de Murphy (1957) de los internamente pacificos y externa- mente fieros mundurucus matrilocales del Brasil, es un ejem- plo muy conocido de este fenémeno.'® LeVine (1965) nos ofrece un caso valido: el de los pastores kipsigis de Africa oriental cuyas organizaciones, basadas en el parentesco y en la edad, producen extensos lazos sociales dentro de la tribu y una despiadada conflictividad con los forasteros. No sola- mente los fuertes vinculos dentro del grupo propio constru- yen la unidad facilitando con ello la acci6n conjunta, sino que LeVine también sugiere que esto esta asociado a las imagenes altamente polarizadas que exageran las diferencias entre pro- pios y extrafios y justifican la agresién subsiguiente. Las sociedades con bajos niveles de conflictividad externa son menos complejas socioeconémicamente hablando y es- tan mas aisladas. De todos modos, no es muy deseable que las 10. Aunque el andlisis multivariado (capitulos seis y siete) no apoya la hipotesis de Murphy de que las sociedades matrilocales y patrilocales difieren significativamente en sus niveles de conflictividad interna com- parados con los de la externa, no nos muestra tampoco que las fuertes identidades en solape se correlacionen negativamente con la conflictivi- dad interna y positivamente con la conflictividad externa, tal como a nivel general pregona su teorfa. LA CULTURA DE LABAJACONFLICTIVIDAD 261 sociedades evolucionen hacia una tecnologia mas simple o hacia un mayor aislamiento en orden a rebajar sus niveles de conflictividad. En vez de esto, lo mejor que podemos hacer es tener presente que la mayor complejidad incrementa la pro- babilidad de que se produzca un conflicto grave y tratar por todos los medios de protegernos de sus efectos. La mayor complejidad también conlleva una mayor capaci- dad para establecer lazos duraderos dentro de las sociedades y entre ellas. Los fuertes lazos sociales hacen que disminuya la conflictividad interna dentro de una sociedad; mientras que los vinculos estrechos entre grupos de distintas sociedades surten el mismo efecto con respecto a la conflictividad exter- na. El argumento para establecer lazos significativos entre las sociedades es idéntico al que expusieron en su dia Haas (1964), Mitrany (1966) y otros funcionalistas para abrir el ca- mino hacia la integraci6n europea. Los vinculos funcionales que las sociedades establecen no son, sin embargo, suficien- tes para elaborar relaciones conflictivas constructivas, si bien. pueden ser un ingrediente decisivo cuando van acompafiados de una relativa igualdad entre las partes, de un liderazgo polf- tico apropiado (Lindberg y Sheingold, 1970) y de un conduc- tivo entorno psicocultural.'! El sistema intersocietario Al construir un modelo de sociedad de baja conflictividad es importante recordar que una sociedad préspera que viva con unos vecinos agresivos en un enclave dificil de defender est4 probablemente expuesta en todo momento a sufrir un ataque cualesquiera que sean sus caracteristicas internas. Como vimos en el capitulo octavo en relacién a los tedas, la conflictividad y la cooperacién no s6lo se debaten en térmi- nos de las propiedades de cada Estado individual, sino tam- bién de aquellas pertenecientes al sistema intersocietario (Waltz, 1959; Midlarsky, 1975 y Zinnes, 1980). 11. La interaccién entre los grupos no mejora necesariamente las rela- ciones intergrupales. Cuando se percibe una escasez de recursos, un peli- gro o una desigualdad, por ejemplo, la interaccién puede aumentar la tensién en vez de rebajarla. Los cambios mas positives ocurren cuando los miembros de grupos diferentes se ven a si mismos persiguiendo una meta comtin mas grande (Sherif y otros, 1988). 262 LACULTURA DEL CONFLICTO, Por razones conceptuales y polfticas, la antropologfa cre6 el mito de una aislada sociedad tradicional (casi pristina) que podfa ser completamente entendida en sus propios términos, Sin embargo, de hecho, la migraci6n, la lucha, el comercio y otros intercambios entre las sociedades preindustriales no occidentales se extendieron por casi todo el mundo mucho an- tes de que se produjese el contacto colonial occidental (Fergu- son y Whitehead, 1992). Pocas sociedades estaban lo bastante aisladas historicamente como para que pudieran ignorar las actividades de sus vecinos. Incluso las sociedades islefias del Pacifico organizaban viajes ocednicos y llevaban el comercio y la guerra hasta grandes distancias. E] aislamiento durante el periodo precolonial no fue absoluto, sino relativo, y acaso gra- ve solamente en el remoto Artico, en las montatfias y en las zonas desérticas. . D.White (1989) y otros (Divale, 1974, por ejemplo) exami- naron las interacciones intersocietarias en general y los patrones de conflictividad en particular como causa de cam- bios en la organizacion social interna y en el nivel de conflic- tividad interna de una sociedad. En su muy especulativo ana- lisis, White nos dice que el posicionamiento de una sociedad en el sistema mundial afecta a las disputas externas, las cua- les a su vez promueven disputas internas.’* Desde esta pers- pectiva, las sociedades de baja conflictividad sdlo se dan en determinados enclaves. Estas comunidades necesitan, bien tener unos vecinos relativamente pacificos (como parte de un sistema de seguridad local), bien estar emplazadas en un entorno donde no sean vulnerables a los ataques o la fuga sea una opcion viable, o bien ser mas fuertes que sus vecinos para que ninguno de ellos se atreva a atacarles. Los hallazgos aqui hechos de que las sociedades preindus- triales tienden mas a ser generalizadoras que diferenciado- ras, es congruente con la argumentacién de que los sistemas culturales regionales reflejan las propiedades internas de de- terminadas sociedades y los patrones de interaccién que hay 12. La hipotesis de White sobre el impacto de la conflictividad externa y sobre la incorporacién al sistema mundial de la conflictividad interna, merece una seria consideracién; a pesar de que su anilisis de datos -en el que se han utilizado medidas inadecuadas, procedimientos cuestionables y una muestra mintiscula- no nos proporcione una prueba demasiado util. LA CULTURA DELA BAJA CONFLICTIVIDAD 263 entre ellas.'? El contexto regional de una sociedad puede afec- tar a la conflictividad propiciando cambios en la organiza- cién social interna, bien a través de la adaptacién funcional o bien a través del préstamo intercultural. La aceptabilidad de la hipétesis de que los cambios en los intereses, en las dispo- siciones y en los patrones de la conflictividad se pueden, en parte, desarrollar como respuesta a fuerzas externas, apunta ala necesidad de una investigacién mas seria de esta cuestion en varios enclaves. La sociedad conflictiva constructiva La expresién «sociedad de baja conflictividad» como eti- queta cuantitativa es ciertamente titi]; no obstante, también es necesario darle una consideracion cualitativa al estilo que una sociedad tiene para manejar el conflicto. El concepto de Deutsch (1973) de conflictividad constructiva (en contraposi- cién a destructiva) a nivel individual puede ser fructiferamen- te aplicado asimismo a nivel societario. Deutsch se centra en las clases de intercambio entre las partes en liza, en la bis- queda de soluciones creativas para los conflictos y en el grado en que el manejo del conflicto atiende a las necesidades de los adversarios; cuestiones éstas acerca de los estilos de manejo del conflicto de diversas sociedades, que se consideran todas pertinentes. El manejo constructivo del conflicto se caracteriza por procesos de cooperaci6n (no por prestar solamente atencién a los resultados) que se centran en la habilidad de las diferen- tes partes para definir los intereses compartidos y para comu- nicarse abiertamente de forma que se establezca una empatia entre los contendientes. Una eventual legitimacién de los intereses de ambos lados y una convergencia de puntos de vista da como resultado lo que Deutsch (1973) llama «per- cepcion err6énea benevolente». La comunicacién y las percep- 13. Divale (1974) expone que las sociedades con altos niveles de beli- cosidad externa tienden, por ejemplo, a hacerse matrilocales, mientras que la belicosidad interna promueve la patrilocalidad. Ember (1974), sin embargo, presenta datos convincentes contra la hipotetizada secuencia de Divale. Sin datos temporales yo sélo puedo especular acerca de la correla- cion entre los cambios en la complejidad socioeconémica, los vinculos cruzados, los contactos con otras sociedades y la violencia externa. 264 LACULTURA DEL CONFLICTO ciones son en su esquema factores explicativos centrales y pre- rrequisitos para resolver las diferencias de intereses sustan- ciales. El manejo constructivo del conflicto, segtin Deutsch, es mas probable en situaciones en las que el poder de las partes es relativamente parecido; si bien nos da sugerencias sobre como las partes mas débiles pueden apuntalar su posicién negociadora (1973; pags. 393-399). Deutsch sefiala que las ter- ceras partes pueden ser cruciales en el desarrollo de procedi- mientos conflictivos cooperativos y en la ayuda a las partes para que alcancen resultados positivos. Un indicador de las so- ciedades conflictivas constructivas es probablemente el que en ellas estén mds disponibles las terceras partes que en las socie- dades conflictivas destructivas. Por Ultimo, sostiene que es mas facil pasar de la cooperaci6n a la competicién que lo contrario (Pruitt y Rubin, 1986). Los patrones conflictivos constructivos pueden ser fragiles, en cuyo caso puede resultar dificil resta- blecerlos en una sociedad después de que ésta haya pasado por un perfodo de intensa conflictividad destructiva. Las disposiciones psicoculturales y las condiciones estruc- turales presentes en las sociedades de baja conflictividad fa- cilitan el manejo constructivo de los conflictos porque pro- mueven la comunicaci6n efectiva y la identidad compartida y contribuyen, por tanto, a la resolucién de diferencias sustan- ciales de intereses. En las sociedades donde la perspectiva del mundo es de un cooperativismo efectivo mas que de una lu- cha a vida o muerte, es mucho mas probable que ocurran los intercambios y los compromisos necesarios para que se lle- gue a una solucién creativa de los problemas. Las situaciones de alta conflictividad raramente son cons- tructivas y a menudo se caracterizan por una escalada de las acciones hostiles que hace que la comunidad se polarice, se radicalicen los lideres y que haya poco espacio entre los ex- tremos para que se coloque un grupo intermedio (Coleman, 1957; Pruitt y Rubin, 1986; pag. 7). Diferencias sustanciales abiertas a la negociaci6n con anterioridad son frecuentemen- te transformadas en diferencias de principios que hacen que cualquier compromiso al que se llegue dé la sensaci6n de de- rrota. En tales circunstancias los contendientes creen que hay pocas cosas que les impidan llevar a cabo sus acciones y recu- rren con facilidad a la violencia. Las sociedades de baja conflictividad se prestan mas a que haya un manejo constructivo del conflicto porque las disposi- LACULTURA DE LABAJACONFLICTIVIDAD 265 ciones de los adversarios estén mas abiertas a una creativa solucién conjunta de problemas y a una comunicacién sin trabas. No obstante, también puede ocurrir que hayan niveles bajos de conflictividad cuando existan grandes diferencias entre los poderes de los contendientes y la parte mas débil no pueda hacer nada para hacer valer su caso de una manera efectiva. Tenemos escasos motivos para creer que el manejo constructivo del conflicto, tal como lo describe Deutsch, ocu- rra con mucha frecuencia en sociedades jerarquicas como la bugandesa y la azteca en donde las autoridades intervienen para imponer soluciones a los litigantes menos poderosos. Otra situacién de baja conflictividad en la que no se da el ma- nejo constructivo de los conflictos es la de los cayapas (des- crita en el capitulo octavo) y otras sociedades similares en las que los niveles de conflictividad son aparentemente muy bajos porque la gente es tan temerosa de la interacci6n interperso- nal que evita las interacciones y los intercambios necesarios para una soluci6n creativa de los problemas. La descripcién que nos hace Briggs (1975) de la conflictividad entre los es- quimales utkes también revela la dindmica de la baja conflic- tividad en ausencia del patrén conflictivo constructivo. Los utkes estan tan desbordados por lo que en principio parece que es una crianza —aunque lo que es realmente es una pode- rosa combinaci6n de afecto y agresién-, que pocos adultos es- t4n preparados para mantener unas relaciones significativas en las que tengan que expresarse fuertes emociones. Los nive- les globales de conflictividad de los utkes son muy bajos, pero, al igual que pasa con los cayapas, esto no se debe al manejo constructivo del conflicto, sino mas bien a que evitan toda in- teraccién.' Por ultimo, diremos que a nivel de disputa hay numerosos ejemplos de solucién constructiva de problemas incluso en sociedades que no se caracterizan mucho por sus procesos relacionados con el manejo constructivo de los conflictos. En tales situaciones, es provechoso preguntar por qué el manejo constructivo del conflicto esta limitado a ciertos contextos y como pueden hacerse extensivas a otros campos las técni- cas constructivas. Una hipotesis inicial es la de que tales téc- 14. Algunos de estos elementos se encuentran —en su expresion menos radical- en el analisis que mas adelante se hace de la utilizacién del temor por los semais como mecanismo de socializacién (Ross, 1993). 266 LACULTURA DEL CONFLICTO nicas es mas probable que ocurran en pequefis e interdepen- dientes grupos locales con unas bien establecidas relaciones interpersonales positivas y pertenecientes a sociedades con moderados 0 incluso relativamente altos niveles de conflicti- vidad. Aqui son tfpicos los grupos parentales localizados, aunque practicamente estos patrones se encuentran en todas partes donde haya una igualdad grupal y de intereses indivi- duales 0 la habilidad de detectar intereses inmediatos de gru- po que sirvan para las necesidades a largo plazo del mismo. Tanto los intereses como las interpretaciones son impor- tantes para la descripcién de la cultura del conflicto en socie- dades caracterizadas por bajos niveles de conflictividad y manejos constructivos del conflicto. Los aspectos psicocul- turales de estas sociedades hacen que la polarizacién de los adversarios y la rapida escalada del conflicto sean menos pro- bables e incrementan la posibilidad de que se tengan en cuen- ta los intereses de todos. En situaciones como éstas, es muy raro que se pongan directamente en peligro las identidades esenciales de los participantes, siendo mas facil para ellos Ile- gar a comprender -o incluso aceptar- las demandas de su oponente, adquirir compromisos y ver con buenos ojos la in- tervencion de terceras partes. En estas sociedades, las rela- ciones a largo plazo entre los antagonistas son por lo menos tan significativas como las diferencias sustanciales en cual- quier disputa especifica (lo que Axelrod [1984] llama la som- bra del futuro). EL CONFLICTO Y SU MANEJO'> La perspectiva que aqui se desarrolla pone al descubierto verdaderas limitaciones en algunas de las propuestas mas co- munes para mejorar el manejo del conflicto. Es raro, por ejemplo, que los cambios en los procedimientos legales 0 en las instituciones que manejan las disputas tengan éxito.'° La 15. La materia de esta seccién es un tema central en la obra de Ross (1993), quien utiliza la teorfa que aqui se desarrolla para analizar el mane- jo del conflicto. 16, En Nueva Guinea tenemos un excelente ejemplo de la forma en que los cambios pueden alterar las instituciones y que fracasaron, sin em- bargo, en el tratamiento de las disposiciones psicoculturales esenciales 0 de los intereses socioestructurales. La guerra precolonial dio paso a un cor- ELCONPLICTO Y SUMANEJO 267 afirmacion de que lo tinico que necesitan los contendientes «es conocerse entre sf», esta condenada asimismo a no tener aceptacién. Mi andlisis pone de manifiesto que los cambios en los procedimientos para manejar el conflicto son mas efectivos cuando van acompafiados de la intencion de tratar tanto los intereses sustanciales de los adversarios como las interpretaciones culturales basicas. Los enfoques del manejo del conflicto basados en los inte- reses se valen de estrategias que salvan las diferencias y dis- ponen los resultados de forma que todos se beneficien. Los enfoques psicoculturales, por contra, se centran en la modifi- cacién de los sentimientos hostiles como paso previo hacia el tratamiento de las diferencias sustanciales. Para que el mane- jo del conflicto sea eficaz, debe tratar los intereses y las inter- pretaciones como las principales causas del conflicto. La teoria intercultural del conflicto aqui presentada expli- ca las diferencias societarias y tiene implicaciones significati- vas en el manejo de las disputas individuales que llevan a la comprensién de las diferencias dentro de las sociedades y en- tre éstas. Por supuesto que de un contexto a otro puede variar el modo mis eficaz de tratar los intereses y las interpretacio- nes que hace mas constructivo el manejo del conflicto. En al- gunos casos tienen prioridad los intereses esenciales y las condiciones socioestructurales que los originan; en otros, darle una mayor consideracién a las interpretaciones com- partidas del mundo que tengan los antagonistas es el mejor camino para hacer que la cultura del conflicto de una socie- dad sea mas constructiva. Tal como revela una breve comparaci6n entre la solucién conjunta del problema y la toma de decisiones por terceras partes -dos formas normalmente utilizadas en el manejo de conflictos-, las estrategias actuales tratan los intereses y las interpretaciones de un modo completamente distinto. La so- lucién conjunta del problema se produce cuando los princi- pales litigantes acttian juntos para resolver la disputa; esto puede implicar la negociacion directa entre las partes, como asimismo tomar una decisién con la ayuda de un tercero tal to perfodo de paz bajo la tutela colonial, seguido de un retorno a la guerra y la violencia durante la etapa poscolonial (Gordon y Meggitt, 1984). En Ross (1993), trato este caso como modelo de fracaso en el manejo de un conflicto. 268 — LACULTURADEL CONFLICTO como ocurre en la mediacién, arbitraje o negociaci6n. Por el contrario, cuando el procedimiento es la adjudicacié6n o e] laudo administrativo, también llamado toma de decision por terceras partes, son los representantes de una instancia supe- rior los que dictan un fallo que es de obligado cumplimiento para los contrincantes. La toma de decisiones por terceros funciona bajo la asun- cién de que las diferencias de intereses son reales y que pue- den ser eficazmente resueltas segtin ciertos principios abs- tractos como son las leyes y las normas comunitarias; todo ello sin tener mucho en cuenta el contexto mas amplio de la disputa o cémo se ven los contendientes entre sf. Centrando- se en los intereses sustanciales que estan en juego, los arbi- tros, representantes de la autoridad de la comunidad (que los litigantes aceptan), emiten un veredicto sobre las reclamacio- nes presentadas que respaldan con un apercibimiento de san- cién. Como una estrategia del manejo del conflicto, el enfo- que se centra mas en la conducta pasada que en la accién venidera (si bien también se puede tener en cuenta ésta tlti- ma), considerando el proceso las diferencias sustanciales en- tre las partes con preferencia a los antecedentes subjetivos del conflicto. La soluci6n conjunta del problema, en cambio, ve en las per- cepciones y en las disposiciones (como son los niveles bajos de confianza o las amenazas a la identidad) las causas de muchos conflictos y trata estos elementos sustanciales con miras a cre- ar un clima en el que se pueda llevar a cabo una soluci6n crea- tiva del problema. No se niegan las diferencias de intereses, pero se consideran como manifestaciones superficiales de un conflicto mds profundo 0 como sintomas de la disputa mas que como la causa. Es mis, las estrategias de solucién conjun- ta de problemas conceden una menor importancia a los intere- ses que las partes puedan tener en resolver pasadas diferencias y resaltan, en su lugar, aquellos intereses que dichas partes puedan evidenciar en cuanto a vivir un futuro en armonia. De aqui que los intereses se vean con bastante frecuencia como algo flexible y sujeto a redefinicion, de forma que la resolucién de las diferencias de intereses depende en cierta medida de cémo las partes se vean ellas mismas y entre si. Desde esta perspectiva, si se modifican las percepciones antagénicas basa- das en visiones del mundo bastante arraigadas, puede que se consiga después la resolucién de las diferencias de intereses. EL CONFLICTO Y SUMANEJO 269 Cada método trata con mas facilidad unas causas del con- flicto que otras; la solucién conjunta de problemas puede que en un conflicto pase por alto el papel esencial de las diferen- cias de intereses y que exagere la importancia de los lazos interpersonales y de las imagenes creadas entre los antago- nistas, especialmente cuando se trata de grandes comunida- des. Por el contrario, la toma de decisiones por terceras partes es incapaz a veces de tratar las interpretaciones psicocultura- les mas representativas y puede llegar a «soluciones» de la disputa que tengan muy poco en cuenta las causas funda- mentales de la misma. Las asunciones acerca de los aspectos psicoculturales del conflicto estan insertadas en las estrategias relativas al mane- jo de las disputas por terceras partes, del mismo modo que las asunciones sobre los intereses informan a la toma de deci- sién conjunta. Lo que llama la atencién, sin embargo, es la forma tan pobre de desarrollarse cada una de estas asuncio- nes y como difieren de aquellas otras hechas sobre los mis- mos factores en los casos en los que interviene el otro método de manejo de disputas. A veces ocurre que las asunciones acerca de las causas del conflicto que subyacen en diferentes procedimientos parece que estan en contradiccién unas con otras. En realidad, los procedimientos para el manejo cons- tructivo de las disputas tratan a ambos conjuntos de factores a través de una amplia perspectiva que ve rafces estructurales y psicoculturales en casi todos los conflictos serios. Lecciones a nivel de disputa Mientras que el andlisis del conflicto a nivel societario se proyecta sobre los factores disposicionales y estructurales en su expresion mas genérica, a nivel de disputa es, sin embargo, crucial identificar unas manifestaciones mas precisas de los intereses e interpretaciones para no invocar factores que sean en demasfa remotos, mecdnicos 0 reduccionistas. Ni los inte- reses socioestructurales, ni las disposiciones psicoculturales definidas a nivel societario, proporcionan buenas contesta- ciones a preguntas como las siguientes: éPor qué se intentaba materializar o defender un determi- nado interés? 270 — LACULTURA DEL CONFLICTO éPor qué se produjo la escalada de una disputa en ese mo- mento preciso? ¢Por qué cada bando tenfan pretensiones contrapuestas? ¢Por qué se utilizé un determinado conjunto de métodos de manejo de disputas y con qué resultados? ¢De qué modo cambiaron los intereses e interpretaciones de los contendientes durante el transcurso del conflicto? ¢De qué manera podria haberse manejado mejor el conflic. to de lo que fue? Explicar el curso de determinados conflictos supone iden- tificar los precisos intereses e interpretaciones que estan im- plicados e intentar conocer cémo-estén conectados a fuerzas mas generales. Esto consiste en algo mas que la mera identificacién de in- terpretaciones e intereses especificos presentes en el conflic- to. El andlisis del conflicto en cuanto a la disputa presta tam- bién una particular atencion al proceso por el que el conflicto se manifiesta, tratando de conocer su origen, evolucién y ma- nejo, y de examinar sus cambios. El andlisis a nivel societa- rio, por su parte, trata de encontrar una linea de continuidad en todas las disputas de una sociedad. ¢Cémo pueden enton- ces los intereses y las disposiciones —que a nivel societario se ven relativamente inalterables— ayudar a explicar los cambios en relacion a la disputa? Si los intereses se ven solamente desde la perspectiva de las condiciones socioestructurales que los producen, el acomo- damiento de los intereses durante el manejo del conflicto pa- rece entonces una contradiccién 0 conduce a la petici6n idea- lista de que las partes pongan sin mas a un lado sus intereses con objeto de alcanzar un acuerdo. En muchas circunstan- cias, sin embargo, el solape de intereses entre los antagonistas es con frecuencia mayor de lo que en principio se reconoce, ya que dichos antagonistas tienen prioridades distintas inclu- so cuando pelean por un mismo asunto (Raiffa, 1982). Ade- mis, la opcién que cada contendiente tiene casi nunca es en- tre quedarse con todo 0 compartirlo con los demas; no, mas bien es entre lo que puede obtenerse a través de estrategias de accion alternativas, incluyendo la de no cooperacién (Fisher y Ury, 1981). De hecho, la iltima presenta a menudo opciones no atractivas. De este modo, las condiciones socioestructura- Jes configuran ampliamente los intereses; si bien aconteci- ELCONFLICTO YSU MANEJO 271 mientos mas préximos los modifican, los reorganizan y les asignan prioridades, configurando ademas qué acciones son realmente tomadas. Igualmente, aunque las interpretaciones de las situaciones del conflicto hechas por los contendientes estan ligadas a dis- posiciones enraizadas en la temprana socializacion, las inter- pretaciones de disputas especificas no estan enteramente de- terminadas por acontecimientos tan distantes. Antes que nada, la teorfa psicocultural identifica de qué manera las dis- posiciones estan sujetas al cambio bajo ciertas condiciones y si son tratadas, y cuando, las causas fundamentales de la ansie- dad." Para considerar determinados conflictos, es necesario disponer de datos psicoculturales mAs recientes que las expe- riencias de socializacién. Incluso si disponemos de buenos datos de los actores principales sobre la crianza de los nifios, deberiamos recurrir primero a los datos sobre creencias y comportamientos al estar éstos mas claramente asociados a los acontecimientos que intentamos explicar. Las disposicio- nes psicoculturales son importantes para sacarle sentido al conflicto y a su manejo y, si bien en ultima instancia la teorfa intercultural del conflicto liga éstas a las primeras experien- cias evolutivas, se requieren manifestaciones mAs actuales de las disposiciones psicoculturales para llegar a entender una simple disputa. Mas que alterar las disposiciones psicoculturales, las estra- tegias sobre el manejo constructivo del conflicto pueden se- lectivamente enfatizar determinadas disposiciones, lo que hace que se puedan reorganizar los vinculos existentes entre ellas. Los mecanismos que fundamentan los procesos psico- culturales entrafian la invocacién de analogias, metaforas y otras conexiones que unen las primeras imagenes y vivencias a otras experiencias mas recientes. En aquellas culturas don- de existe una alta predisposicién a definir los grupos propios y ajenos en términos diametralmente diferentes, a ver las ac- ciones de los demas como amenazantes y provocativas 0 a identificarse con pocos fuera del cfrculo propio, no se pueden modificar las estructuras psiquicas internas a través del ma- nejo del conflicto. Este si puede, sin embargo, proporcionar analogfas, metéforas e imagenes alternativas psicocultural- 17. Como experiencia individual, el cambio de las disposiciones com- parte asunciones claves con el psicoanilisis. 272 LACULTURA DEL CONFLICTO mente apropiadas que podrian ser mds compatibles con un manejo constructivo del conflicto. En esto me apoyo en el principio de la complejidad psico- cultural y en la nocién de que la organizacién de las disposi- ciones es tan importante como la presencia de cualquier dis- posicién en particular.'* Por ello, aunque algunos grupos e individuos tienden a hacer hincapié en ciertas disposiciones, también son posibles la reorganizacién y los cambios de én- fasis. Las disposiciones e interpretaciones psicoculturales pueden ser incorporadas a estrategias de manejo del conflic- to sin cambiar a corto plazo las visiones fundamentales del mundo mantenidas por todas las partes; meta que como mi- nimo podemos decir que es menos realista. Un objetivo mas modesto, pero alcanzable, seria un cierto grado de reorgani- zacion afectiva y cognitiva, con resultados mas importantes en ambas que la magnitud del cambio en cada una de ellas. Dicha reorganizacién podria implicar una ampliacién de quienes estuviesen incluidos en el grupo de «nosotros», poner de relieve las metaforas asociadas a anteriores éxitos de coo- perativismo u ofrecer una visién de beneficio mutuo que de- saffe con efectividad cualquier ambiente de animosidad. Cuando las hostilidades de los contendientes tienen una larga historia detras, conseguir esto es dificil, por lo que la involu- craci6n de unas habilidosas terceras partes seria de gran uti- lidad. La modificaci6n de las interpretaciones de los conten- dientes de una situacién se puede conseguir sin necesidad de recurrir a sus experiencias infantiles, aunque no hay que olvi- dar cémo la cultura refuerza de un modo selectivo las dispo- siciones desarrolladas en esa primera etapa. CONCLUSIONES Este libro ha examinado el conflicto y la violencia a través de un prisma intercultural y ha identificado los factores psico- culturales y socioestructurales que explican tanto las diferen- 18. Pretendo proponer aqui un enfoque basado en el sistema de dispo- siciones interactivas, del mismo modo que la terapia de los sistemas fami- liares se basa en las interacciones de los miembros de un mismo sistema social y no en las caracteristicas de cualquier miembro aislado (Bowen, 1978). CONCLUSIONES 273 cias en los niveles globales de conflictividad como los patrones de conflictividad y cooperacién. La cultura del conflicto se re- fiere a las formas complejas por las que las instituciones, practicas y normas de una sociedad producen un patr6n de conflictividad. Esto también incluye ideas culturalmente com- partidas sobre objetos e intereses de valor, sobre los modos de conseguirlos o materializarlos, sobre las adecuadas respues- tas a las acciones de otros que buscan los mismos objetos e intereses y sobre pasadas experiencias que sean relevantes para la comprensi6n de la conducta conflictiva. Este capitulo final ha analizado dos ampliaciones de la ar- gumentaci6n del estudio intercultural. Espero que la cons: deracién explicita de aquellas sociedades que se caracteri zan por sus bajos niveles de conflictividad y por sus procesos de conflictividad constructiva aumentard la conciencia de su existencia y hard mds grande nuestro conocimiento de su di- namica interna. Estas sociedades no sélo tienen como atribu- to dominante la falta de conflictividad, también se detecta en ellas la presencia de disposiciones psicoculturales e intereses estructuralmente definidos que promueven el manejo de las disputas de un modo primordialmente pacifico y constructi- vo. Del andlisis y entendimiento de estos casos se deduce que los altos niveles de conflictividad no son inevitables y que las practicas verdaderamente efectivas pueden aplicarse en otros enclaves. Por ultimo, he considerado aquellas formas en las que el entramado te6rico de la teorfa intercultural del conflicto pro- porciona también un entramado para el andlisis del mane- jo de disputas individuales. Sostengo que los intereses y las interpretaciones son importantes en los conflictos sociales y que el manejo del conflicto, para que resulte efectivo, debe tomar en consideracién a ambos. El manejo del conflicto no tiene por qué alterar necesariamente los patrones socioes- tructurales profundamente arraigados, como tampoco cam- biar en cada disputa las disposiciones psicoculturales bas’ cas. Puede, sin embargo, reconocer el papel que juegan los intereses y las disposiciones esenciales e intentar tratarlos di- rectamente a fin de que en el futuro podamos manejar los conflictos de una manera mas constructiva que la utilizada hasta ahora.

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