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Jardines Secretos, Legitimaciones Públicas

Por P. Alonso

Julio A. Roca arribó a la presidencia en octubre de 1880, apoyado por una frágil coalición
de alianzas provinciales que pronto se transformó en un partido hegemónico. Hasta
1916, el Partido Autonomista Nacional (PAN) ganó todas las elecciones presidenciales, la
mayoría de las bancas en el Senado y en la Cámara de Diputados, y casi la totalidad de
los gobernadores provinciales decían pertenecer al grupo. El PAN gobernó durante 36
años consecutivos.

Varias razones pueden esgrimirse para explicar la ausencia de estudios sobre el


PAN. Una de ellas radica en su propia naturaleza. Por lo general, los estudios sobre
partidos políticos versan sobre objetos que gozan de contornos definidos y de algún
grado de organización, lo cual no fue el caso del PAN.

El partido no contó con estructura u organización interna alguna, y hasta 1891, no


adoptó reglas formales o informales para designar candidatos a puestos electivos, ni
siquiera para el puesto de presidente. Por el contrario, la falta de institucionalización
constituyó su primordial característica, convirtiéndolo en un escurridizo objeto de análisis.

La ausencia de estudios sobre el PAN también responde a que, como concepto, el


partido fue conocido por otros rótulos interpretativos. El término “oligarquía” ha sido una
de las opciones más comunes de los historiadores marxistas y sus derivados, quienes
han identificado al PAN con el Estado o con la clase dominante forjada por diferentes
combinaciones de intereses (estancieros, comerciales, financieros).

Hubo otras vertientes que abordaron el tema desde un punto de vista político-
institucional. Natalia Botana ha utilizado el término “oligarquía” en su clásica definición de
“gobierno de unos pocos”, centrando la mirada en los mecanismos institucionales del
ejercicio del poder y definiendo al partido en el gobierno como la “Liga de
Gobernadores”. Ezequiel Gallo, utilizando el rótulo de “roquismo”, señaló la necesidad de
adentrarnos en la naturaleza de un sistema clientelar para comprender la formación de
coaliciones de partidos provinciales. Otra manera para llamar a este periodo:
“Generación del Ochenta” (utilizado como sinónimo del “casta dominante”).

¿Qué entendemos por “PAN” y por “política nacional”? El término “PAN”


simbolizaba, a fin del siglo XIX, a quienes apoyaban públicamente a un candidato
presidencial que ha sido confirmado por medio de un proceso previo. Una vez finalizada
la elección, el PAN se desdibujaba para hacer referencia a una borrosa constelación de
hombres vinculados con los gobiernos provinciales y el gobierno nacional, hasta que en
vistas de la elección siguiente, dicha constelación y sus componentes adquirían una
mayor nitidez. Hasta 1891, el partido no contó con estructura interna alguna ni con algún
grado de institucionalización para llevar a cabo la principal función de todo partido
político: la selección de candidatos para disputar los puestos electivos.

“Política Nacional” podría en algún otro contexto ser definida como política
“partidaria” nacional. Pero en esta situación en la que el “partido” y el gobierno muchas
veces se confundían en una sola ecuación, en la que el partido no contaba con
institucionalidad alguna, y el ejercicio del gobierno nacional estaba dictaminado en gran
parte por cuestiones partidarias, el partido en el gobierno y la política nacional
difícilmente podrían abordarse analíticamente en forma separada.

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¿Cuál es el tipo de dinámica que se generó dentro de las esferas del partido
hegemónico? La pregunta nos remite directamente a la médula del sistema político e
institucional de estos años.

El epicentro de la política nacional es la elección presidencial. Se trata de una


lucha a todo o nada, que se pierde o se gana, ya que no acepta proporcionalidad en los
resultados. El sistema de partido hegemónico de estos años, la oposición no tenía
posibilidad alguna de alcanzar la presidencia, la selección del candidato presidencial
dentro del PAN adquiría mayor relevancia que la elección presidencial misma. Entre 1880
y 1916, el presidente saliente elegía a su sucesor. En sus versiones más simplistas, la
voluntad presidencial ha sido interpretada como omnipotente, frente a la cual, a la
oposición no le quedó más recurso que la abstención electoral, la organización de frentes
meramente simbólicos o la revolución.

Entre 1880 y 1892, la selección del candidato presidencial fue resultado de una
compleja gama de interacciones en las que diferentes actores ejercieron distintos grados
de influencia pero ninguno gozó de u completo control.

Los aspirantes a la presidencia no comenzaban su carrera electoral con la


organización formal de un partido y una campaña pública para incitar al pueblo a votar
por ellos, sino que lo hacían con una campaña sigilosa y secreta en la cual, por medio del
trato personal y la correspondencia privada, se iban formando pactos de adhesión mutua
entre los que controlaban o decían controlar las políticas provinciales y los pretendientes
al cargo de presidente. Dichos pactos conformaban coaliciones conocidas como “ligas”.
Como es común en los partidos hegemónicos, la competencia interpartidaria fue
reemplazada por otra intrapartidaria entre las distintas ligas en constante formación que
se dibujaban dentro del PAN.

El sistema generado fue el de competividad entre las diversas ligas que se


disputaban el control de la política nacional. El PAN, por lo tanto, no es interpretado ene
estas páginas como un partido con una “estructura jerárquica fuertemente disciplinada
que penetró en las provincias, las ciudades, los pueblos y los partidos, ni tampoco como
el marco en el que las elites construían acuerdos en un sistema de rotación pacífica del
poder.

El faccionismo interno que caracterizó esta lucha tenía como fuente la


fragmentación y la dispersión entre los diversos centros de poder, propia del sistema
federal. La selección del candidato, como ha sido señalado, representa “la lucha más
ardiente y competitiva entre las facciones de un partido”. Y en un partido sin organización
y confundido con el gobierno mismo, dicho proceso tuvo un implacable impacto sobre el
sistema político e institucional, y sobre el ejercicio del poder.

Referida como el “jardín de la política”, la seleccione candidatos es por lo general


un proceso furtivo, resistente al escrutinio público, el cual cuanto más se encuentra en
manos de negociaciones privadas, más difícil resulta reconstruirlo en su totalidad. En el
particular caso del PAN, la totalidad del proceso fue llevada a cabo por medio de
acuerdos privados. Eventualmente, algunos aspectos del proceso de selección emergían
al ámbito público, pero solo cuando las negociaciones finalizaban, fracasaban o eran
puestas a prueba.

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El foco se fija en su vinculación con la política nacional en relación con la
definición de la sucesión presidencial.

Se decidió centrar en la etapa de consolidación del PAN en el gobierno, de 1880 a


1892. Nos permite analizar la especificidad de un proceso en el cual el partido irá
mutando, si no es en su esencia, si en sus manifestaciones. Finalizar nuestro análisis en
1892, cuando el periodo clásico se extiende hasta 1916, ha sido necesario por varias
razones. Una de ellas se refiere a "las posibilidades”.

La prensa de la época, no se trataba de una prensa “independiente”, sino de un


instrumento en manos de las principales agrupaciones políticas, el contexto republicano
exigía a sus líderes justificar y legitimar su accionar. Dicha prensa fue un instrumento
crucial con el cual los diferentes partidos debatieron, entre otras cosas, el impacto de un
partido hegemónico sobre el sistema institucional.

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