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La sistematización de experiencias: una apuesta metodológica para la mediación


en el escenario de la proyección social

Working Paper · December 2016


DOI: 10.13140/RG.2.2.24873.49766

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1 author:

Fabián Andrés Llano


Universitaria uniagustiniana
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La sistematización de experiencias:
“una apuesta metodológica para la mediación en el escenario de la
proyección social”1

Fabián Andrés Llano2

Introducción

L
os procesos de reconstrucción de experiencias se han convertido en una de las
formas investigativas privilegiadas para llevar a cabo la selección, organización y
análisis de prácticas sociales. Aunque el interés de los procesos de sistematización
de experiencias se concreta en el fortalecimiento de la memoria institucional o de
prácticas situadas, cada vez más rebasa los límites del trabajo social, la educación
popular o una educación para la libertad. En este orden de ideas, la utilidad que se desprende
de estas formas de hacer investigación, pueden contribuir a la vinculación y formación de
agentes con pocas posibilidades de producción de conocimiento dentro del ámbito cientifico.

Desde un diálogo de saberes, la presencia de discursos que transitan en la dinámica


cotidiana y desde lo que se práctica a diario, pueden converger con discursos mucho más
elaborados en el sentido de un pensamiento paradigmático con posibilidades mayores de

1
Este trabajo se realizó para los procesos de capacitación docente a los equipos de proyección social de la
Universidad la Gran Colombia. Tiene como propósito aclarar los procesos de indagación y elaboración de
procesos de sistematización de experiencias desde el apoyo a la proyección social. Esta capacitación fue
realizada el 6 de diciembre de 2016. Vale la pena decir que este trabajo ha sido liderado por la directora de
proyección social, Lilian Ramírez.
2
Candidato a Doctor en Ciencias Humanas del Patrimonio y la Cultura, Universidad de Girona (España).
Magíster en Investigación social interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas,
Licenciado en Ciencias Sociales, de la misma Universidad. Investigador asociado Colciencias Mail:
llanofabian@hotmail.com, ID 0000-0003-2181-3476.

1
abstracción y conceptualización. Esta primera tensión en cuanto a la validez de los
conocimientos de los agentes involucrados en la experiencia a ser reconocida, pasa por el
debate del establecimiento de diálogos de saberes y convalidación constante de este
conocimiento que, en la mayoría de los casos, se ve enfrentado al desafío de la teorización y
la consecución de mayor abstracción. En esta medida, la conceptualización lograda en los
procesos de sistematización opera desde el ámbito del aprendizaje y desde la particularidad
del contexto de aplicación.

Ahora bien, no es que se imponga la lógica académica y científica sobre las prácticas
sociales, ni tampoco se insiste en que los saberes cotidianos se eleven a teorías con la misma
validez y rigurosidad de la producción de conocimiento desde el ámbito de las disciplinas y
la interdisciplina. Se insiste eso sí, en que el desarrollo de habilidades para sistematizar como
la lectura, la escritura y el pensamiento lógico, requiere del fortalecimiento de un
pensamiento epistémico como práctica para la creatividad3.

Como apuesta política, la sistematización de experiencias también puede


desarrollarse en el plano académico como conocimiento práctico y experiencia situada. Esta
visibilización de agencias, agentes sociales y prácticas involucradas en esta tarea de
reconstruir una experiencia, pueden difundirse como un conocimiento necesario para una
universidad que busca que sus procesos impacten el escenario de lo social, lo cultural y lo
económico. En efecto, estas relaciones que se consolidan en la Responsabilidad Social
Universitaria, merece un trato investigativo que pueda promover en lo social, diferentes
prácticas y aprendizajes para el fortalecimiento del tejido social. En este escenario, la
sistematización de experiencias resulta eficiente y necesaria.

A pesar de la insistencia y el fortalecimiento de la idea de una construcción de


conocimiento de tipo colectivo en la sistematización de experiencias, donde valga resaltar,
se reconocen los saberes de la vida cotidiana y las prácticas concretas de un contexto
particular, es importante resaltar que además de una apuesta por el sentido que adquieren
estas prácticas y los significados que de ella se derivan, se requiere un horizonte

3
De acuerdo con Zemelman (s.f), el pensar epistémico es, el plantearse problemas a partir de lo que observo,
pero sin quedarme reducido a lo que observo, sino ir a lo profundo de la realidad y reconocer esas
potencialidades que se ocultan, que son las que nos van a permitir construir un conocimiento que nos muestre
posibilidades distintas de construcción de la sociedad.

2
epistemológico donde se enmarque dicha experiencia. Dicha lógica de pensamiento requiere
ser desarrollada por los líderes de estos procesos de trasformación de la realidad, con el fin
de lograr aprendizajes y ajustes de la misma práctica sistematizada.

No obstante, desde una práctica investigativa que involucre la construcción y


validación de un conocimiento que ha pasado por la sistematización de una experiencia o una
práctica situada, el escenario académico y el punto de vista desde el cual puede afincarse el
conocimiento necesita de la definición de la perspectiva epistemológica. Para este caso
concreto, se postula la emergencia de la fenomenología y el interaccionismo simbólico como
paradigma y enfoque prioritario desde el cual se puede abordar los procesos de
sistematización de experiencias en su fase de divulgación.

Vale la pena decir que, desde la investigación social de segundo orden, se reclama la
presencia del sujeto que investiga desde un proceso intencional de búsqueda, de
reconstrucción y clasificación de la información. En esta dinámica especifica de
sistematización de experiencias, la reflexión, la construcción colectiva de un conocimiento y
una apuesta social para la trasformación de la realidad social, requiere además la
visibilización de un ángulo de observación de la realidad, en este caso se propone la
fenomenología y el interaccionismo simbólico como ejemplo, para profundizar en las
gramáticas y los sentidos específicos de las prácticas.

Finalmente, quedarán abiertas algunas críticas sobre el contrasentido de emplear


marcos de referencia para una metodología que reclama la particularidad de la experiencia,
pero si algo queda claro, es la insistencia de esta apuesta investigativa dentro del orden de lo
paradigmático. Al insistir en sistematizar, se hace una referencia no solo a la tradición escrita
sino además a los procesos de validación del conocimiento desde lo cientifico. Aunque estas
características de la sistematización de experiencias la ubican inicialmente desde los
escenarios del trabajo social, resulta evidente que como estrategia se hace cada vez más
relevante en los escenarios de participación colectiva. En estos términos, la sistematización
de experiencias reúne y convoca a diferentes saberes en la construcción de un conocimiento
colectivo, validado por la comunidad participante y por los diferentes agentes académicos,
que además de compartir los escenarios de la práctica, intentan posicionar un conocimiento
excluido del ámbito cientifico por ser considerado del sentido común.

3
La sistematización de experiencias: desde la experiencia situada a los enfoques críticos4

Como experiencia situada, el objeto de la práctica sistematizada deja algunos aprendizajes


para la mejora constante y el ajuste, bien sea de la misma práctica, o en cuanto a la
trasformación de la realidad problematizada. Con la sistematización de experiencias se
esperan cambios fundamentales en la medida en que los agentes involucrados en ella, logren
visibilizar en primera instancia una realidad objeto de estudio, unos ejes de discusión para la
profundización y en segundo lugar unas comprensiones que devienen en gramáticas
particulares de una realidad situada y, sin ser menor, una comunicación de estas experiencias
desde un ejercicio constante de apropiación social de un conocimiento a legitimar.
En esta perspectiva que busca posicionar un conocimiento desde abajo, por supuesto
irrumpen unas formas de construcción de conocimiento en contradenuncia con los
paradigmas dominantes y las formas ideológicas que la atraviesan. Desde un enfoque crítico,
las experiencias recuperadas y en potencia de ser legitimadas bajo los efectos de la
producción de conocimientos, buscan enfatizar en el componente experiencial y en la lógica
del sentido, más que desde el pensamiento paradigmático, cientifico y positivista.

La sistematización es aquella interpretación crítica de una o varias experiencias que, a partir


de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso vivido en
ellas: los diversos factores que intervinieron, cómo se relacionaron entre sí y por qué lo
hicieron de ese modo. La Sistematización de Experiencias produce conocimientos y
aprendizajes significativos que posibilitan apropiarse de los sentidos de las experiencias,
comprenderlas teóricamente y orientarlas hacia el futuro con una perspectiva transformadora.
(Jara, 2013 p. 4)

En efecto, esta posibilidad de sistematizar experiencias ha privilegiado un interés


emancipatorio ligado a la toma de posición política de grupos marginales. Inicialmente esta
forma de construcción de conocimiento fue conocida como educación popular que por
oposición al paradigma dominante occidental de desarrollo de la ciencia, que valga decir,
estuvo desde la segunda década del siglo XX en cabeza del positivismo estadounidense, tuvo
como sus principales referentes la iniciativa de alfabetización popular en Brasil en cabeza

4
Algunas de estas referencias fueron tomadas de la ponencia titulada “hacia la sistematización de unas prácticas
vocacionales del humanismo: el caso del centro de práctica docente Madre Elisa Roncallo” presentada en las
VIIII jornadas de formación docente Formación docente y Narrativa en el año 2014 en la Plata, Argentina

4
del conocido pedagogo Paulo Freire5. Estas iniciativas de confrontación del paradigma
dominante abrieron las puertas a la conceptualización de las prácticas y los saberes no
oficializados. Esta apertura epistemológica se vinculó en los años ochenta a fuertes procesos
de movimientos sociales en América Latina tal como lo expresa Carrillo (2009).

En particular, la Educación Popular, al igual que la Teología de la Liberación, la


comunicación alternativa, la Investigación Acción Participativa y la Filosofía de la
Liberación constituye una corriente de pensamiento y un conjunto de prácticas sociales
intencionalmente orientadas a la transformación de las estructuras injustas y orientadas desde
visiones de futuro alternativas a los modelos hegemónicos[…] Esta corriente crítica,
estrechamente vinculada a las luchas y movimientos sociales latinoamericanas, tiene como
rasgo central su propósito de contribuir en la construcción de unas sociedades más justas
desde una opción por los sectores populares, a partir de una crítica radical [ética y política] al
orden social vigente. (p. 20)

Fuente: elaboración propia

Si bien es cierto, que la consolidación de recuperación de una memoria no oficial se


constituyó en el centro de los debates sobre la educación popular, no se puede negar la
participación de otros campos del conocimiento que compartían ciertos intereses
investigativos. Desde la llamada reconceptualización del trabajo social, la sistematización de
la experiencia se fortalece en torno a la recuperación del conocimiento de lo social ligado a

5
Los lugares de producción de sentido de tales prácticas tuvieron como referente a la revolución cubana que
ofreció un panorama cultural y político congestionado.

5
la práctica y la experiencia. Como antecedente de la sistematización de experiencias el
trabajo social aportó a su conceptualización y consolidación como categoría de análisis entre
los años sesentas y setentas.

Según Carrillo (1999) la sistematización de experiencias pretende superar el


empirismo de analizar experiencias de recuperar y comunicar lo aprendido para entrar en la
producción de conocimiento desde la práctica. Como producción intencionada de
conocimientos para reconstruir su práctica en la densidad, la sistematización, interpreta
críticamente la lógica y los sentidos que constituyen la experiencia. El alcance en la
construcción de conocimiento, desde la sistematización de experiencia “busca comprender
los sentidos que conforman prácticas sociales determinadas y desde allí producir esquemas
de interpretación que permitan comprender lo social” (Carrillo, 1999 p.10).

No obstante, como construcción colectiva del conocimiento, la sistematización de la


experiencia abre las posibilidades de explorar escenarios poco convencionales para la
dinámica investigativa. Aunque tiene la potencialidad de entender fenómenos sociales a
través de la construcción de sentido de base popular, la sistematización de experiencia puede
explorar escenarios que inmiscuyan la práctica, la experiencia docente y otras formas de
conocimiento derivado de interacciones sociales como los consultorios. Por tales razones, se
puede decir que la sustentación de experiencia puede estar ligada a unas prácticas derivadas
de la interacción y la experiencia. En suma, reflexionar sobre el aprendizaje que se genera
en los consultorios, no sólo se constituye en un seguimiento y la mejorara de las prácticas
que se generan en su interior, sino en el reconocimiento de un conocimiento que allí se
produce con unas particularidades de sentido derivado de las experiencias. En este
intercambio de saberes y experiencias, recuperar una experiencia resulta una de las
intenciones pedagógicas más esclarecedoras para reorientar y ajustar el aprendizaje. Sin
embargo, la postura de este texto parte de la necesidad de ir mas allá de los aprendizajes
derivados de la experiencia sistematizada y elevar, estas gramáticas a unas
conceptualizaciones que le permitan su existencia en el universo cientifico, con el fin de
lograr unas comprensiones diferentes a las que se pueden lograr mediante la elaboración de
un relato bien logrado.

6
Fuente: elaboración propia a partir de los planteamientos de Oscar Jara

Un esquema para su aplicación.

Luego de explorar los antecedentes de la sistematización de experiencias con el enfoque


crítico y de proporcionar unos pequeños antecedentes de estas propuestas metodológicas, se
pasa a explicar una forma de abordar el proceso mediante la explicación de un breve
procedimiento. En primer lugar, es necesario advertir que, al no ser una síntesis de un hecho,
la presentación de un informe final, ni tampoco la enumeración de problemas aislados, la
sistematización de experiencias requiere partir de la definición del objeto a sistematizar.
Ahora bien, no basta con la delimitación y justificación de la problemática, sino que además
se busca que la comunidad esté involucrada en el proceso de selección, jerarquización y
problematización de esta realidad. En este sentido se hace pertinente en primer lugar,
convocar a los agentes o actores presentes en este objeto a sistematizar con el fin de elegir
colectivamente, mediante lluvia de ideas o cualquier otra metodología como el dialogo
sostenido, el objeto de la sistematización. En este proceso es necesario tener en cuenta un
pequeño análisis del contexto donde se inscribe el objeto de la sistematización, con esto se
busca además vincular los efectos de los escenarios cercanos frente a la realidad a
sistematizar.

7
Para este primer momento se espera además ubicar la pertinencia social e institucional
de la práctica o el objeto a sistematizar bajo las preguntas ¿Quiénes se involucraron? ¿Qué
aprendizajes se lograron o se esperan? ¿cuál sería la mejor manera de sistematizar? Con estos
primeros acercamientos se espera definir los ejes de la sistematización una vez ubicado el
objeto a sistematizar. Es importante aclarar que durante este proceso los actores requieren
estar involucrados en el proceso y a través de la problematización se espera fortalecer el
enfoque crítico de la sistematización. Una vez definidos los ejes de discusión de la
sistematización de la experiencia se pasa a la fase de documentación y posicionamiento de la
práctica tanto desde lo estructural al definir unos breves antecedentes, datos y cifras
relacionados con el objeto de estudio y la definición de los responsables de los análisis
posteriores como en lo particular definiendo y priorizando los actores o agentes directos e
indirectos asociados al objeto a sistematizar.

Fuente: elaboración propia

Finalmente, luego de este proceso de definición del objeto de sistematización y la


visibilización de los ejes de discusión o sistematización, se pasa a la definición de la
estrategia o técnica de investigación, donde valga decir, se logra definir un procedimiento
metodológico para la sistematización, selección y análisis del objeto a sistematizar. Con una
información seleccionada, clasificada y organizada a partir de los ejes de discusión, se pasa

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a definir y organizar la presentación del informe bajo la premisa de la construcción completa
de la experiencia. Por último, se espera difundir la experiencia sistematizada bajo una
estrategia de comunicación efectiva que permita visibilizar a loa actores o agentes
involucrados y sobre todo los aprendizajes adquiridos en este tiempo de trabajo colectivo.

Un enfoque epistemológico relevante para el posicionamiento del sentido y la


experiencia

Los riesgos que se corren con una práctica sistematizada y difundida mediante una fuerte
estrategia de comunicación, sobre todo en los escenarios académicos giran alrededor de la
validez y la legitimidad de un conocimiento que, si bien ha pasado por instancias de
validación con la comunidad, carece de lenguajes y enfoques que permitan una mayor
profundización en el análisis y tal vez nuevos aprendizajes. Sostengo que un proceso de
sistematización de experiencias requiere del complemento de perspectivas teóricas y sobre
todo ángulos de interpretación que ayuden a profundizar los análisis para darle mayor
significado a las experiencias sistematizadas.

Consciente de la naturaleza de estas prácticas metodológicas y su origen en el


paradigma socio crítico, reitero la necesidad de complemento en la medida en que la mayoría
de las experiencias sistematizadas se logran como un proceso posterior a la experiencia. En
esta medida, el complemento desde la reflexión epistemológica permitirá la profundización.
A continuación, se presenta un esquema que puede ayudar a plantear algunas fases de este
proceso. Al tener presente que la sistematización de experiencias procede bajo la distinción
de los sentidos y significados de la experiencia, una postura epistemológica que puede
contribuir para la clarificación del escenario de la construcción de este conocimiento
colectivo, pero valga decir en la mayoría de los casos mediado por los agentes académicos
involucrados, es la que ofrece la fenomenología. Para una comprensión más cercana a estos
desarrollos de la fenomenología como paradigma en contraposición del positivismo clásico,
baste recordar la transferencia de la pregunta de la razón por los cuestionamientos por el
sentido. En este sentido, la tradición fenomenológica dejó un legado importante para los
estudios sociales, por medio de la pregunta por el sentido. En este orden de ideas, aparece en
la filosofía un personaje como Husserl con un claro sesgo hacia el estudio del signo y su

9
indicación en los fenómenos. Estas reflexiones filosóficas y sus posteriores manifestaciones
en la sociológica con el interaccionismo simbólico, da relevancia a los contextos de
significación.

Fuente: elaboración propia a partir de SERNA D. 2007. Hacia una caracterización de la


interdisciplinar sobre las formas de articulación de las ciencias humanas y sociales en: la cuestión
interdisciplinaria de las cuestiones epistemológicas a los imperativos estratégicos para la investigación social.
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

Ahora bien, para entender un poco los contextos de significación, se hace


indispensable abordar un breve marco de referencia filosófico y sociológico que nos permita
enmarcar esta teoría en unas coordenadas epistemológicas claras. A continuación, se
presentan los principales aportes teóricos y metodológicos de la fenomenología de Husserl,
junto con la sociología del conocimiento de Peter Berger y Thomas Luckmann anclada por
supuesto al paradigma sociológico del interaccionismo simbólico, que ha proporcionado
Alfred Schutz.

Según Schütz, la vivencia que se tiene del otro, está determinada por el propio tiempo
y espacio del yo, esto resulta importante, porque toda representación que se tenga del otro
estará mediada por las condiciones de existencia del yo; a esto lo llama Schütz, contexto de
significación, que se inscribe en todo un sistema de signos. Ahora bien, en estos contextos

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de significación se desarrollan procesos de comunicación que para nuestro autor se presenta
en dos actos. En primer lugar, aquellos que no tienen ninguna intención comunicativa dirigida
básicamente a reconocer los cambios en el cuerpo de la otra persona, a través de sus
movimientos corporales (“indicaciones”), y, por otra parte, los actos que buscan comunicar
o transmitir algo a través del manejo de ciertos signos. En este proceso de comunicación se
presenta la conformación de los contextos de significado, que constituyen el sentido de la
acción social sobre la base del conocimiento pasado del yo, sobre la otra persona particular.
Es así como los actos expresivos, se constituyen en objeto-sujeto a ser interpretados, en tanto
son siempre comunicativos, tienen como meta su propia interpretación e implican el uso de
signos.
Si tenemos en cuenta lo anterior, para ubicar un signo dentro de un sistema de
signos, es necesario tener en cuenta que el signo, se debe al contexto total de la existencia
de un sujeto; sin embargo, un sistema de signos está presente para quién lo comprende, como
un sistema de orden superior entre signos previamente experimentado; utilizamos un signo
como una expresión de un sentido de nuestra existencia, más allá, el signo está ligado
profundamente con nuestras vivencias; ahora bien, este sistema de signos posee dos
componentes importantes que lo caracterizan: El primero de ellos hace referencia a un
esquema expresivo que está encaminado a la utilización del signo con el objetivo de designar
lo que este quiere significar. El segundo de ellos es el esquema interpretativo donde se
traduce lo que se ha escrito, solamente se presenta una correspondencia entre estos en el
mundo del yo solitario porque obedecen a una sola experiencia.

Por consiguiente, cuando estos dos esquemas son utilizados en la vida cotidiana, el
hablante que comunica un mensaje a un oyente entra en la incertidumbre porque no sabe
cómo el oyente lo está interpretando ¿entonces qué es lo que realmente se comprende? En
primera instancia es necesario dominar el significado de los signos que integran el sistema;
pero si se tiene en cuenta lo que se ha dicho anteriormente, además de dominar el significado
de los signos, es necesario ubicar en algún punto de la experiencia pasada, el significado que

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este signo tuvo para esa persona (familiaridad), de lo anterior se deduce que para comprender
un signo debo estar familiarizado con él.6

Desde el interaccionismo simbólico, tenemos, que, para interpretar los signos, en


primera instancia, es necesario estar familiarizado en la experiencia con ellos, para luego
comprenderlos. Esto se hace a través de esquemas expresivos e interpretativos para Schütz;
sin embargo, sus aportes no llegan a explicar cómo funciona el sistema de signos de forma
concreta. En esta misma dirección acudimos a Peter Berger y Thomas Luckman quienes ven
el lenguaje un objetivador de significados en el mundo de la vida cotidiana. En este sentido,
la producción humana de signos (significación) constituyen la realidad de la vida cotidiana,
puesto que, estos se agrupan en una cantidad de sistemas (gesticulatorios; movimientos
corporales etc.…)

De esto se sigue, que la expresividad humana se manifiesta en productos que están al


alcance de sus productores como de otros hombres por pertenecer a un mundo común [Berger
y Luckman: 1966:61] En efecto, para nuestros autores el lenguaje se inicia en la vida
cotidiana conservando arraigo al sentido común desde diversas posiciones. En primer lugar,
como sistema de signos objetivo, donde el lenguaje obliga a la adaptación de las pautas que
impone. En este sentido se torna coercitivo imponiéndose campos semánticos
lingüísticamente circunscritos, como el vocabulario, la sintaxis y la gramática; ahora bien,
estos campos determinan la selección de acumulación de experiencia formando un acopio
social del conocimiento, transmisible de generación en generación donde se establecen
diversos grados de familiaridad dentro de la realidad. Por ejemplo, los conocimientos
precisos que corresponderían a sectores más cercanos al manejo de los signos y por otro lado,
los conocimientos imprecisos que se alejarían de este centro.

6
Un signo para SHUTZ, es un objeto - acto que se interpreta de acuerdo a esquemas no adecuados para ellos
mismos y que pertenecen más bien a otros objetos, es decir que “los signos son artefactos u objetos- acto que
se interpretan no de acuerdo con los esquemas interpretativos que les son adecuados como objetos del mundo
externo, sino de acuerdo a objetos que no son adecuados para ellos y pertenecen más bien a otros objetos” vale
decir, como afirma SHUTZ, que la relación entre un signo y un esquema no adecuado depende de la experiencia
pasada del intérprete. El objeto acto indica que el signo no es solamente una cosa que ocupa el lugar de otro,
como en el caso de las estatuas, que representan simbólicamente el lugar de una persona que ya no está; para
SHUTZ, en cambio el signo implica necesariamente la acción del sujeto, es decir sus propias vivencias. De
acuerdo a lo anterior la relación sígnica implicaría el signo de sus propias vivencias, puesto que, la comprensión
de un signo se remonta a una decisión previa de nuestra parte.

12
En consecuencia, para estos dos autores anteriormente mencionados, el
conocimiento social se distribuye en grados diferentes; además de esto, esta construcción
social que es el lenguaje, junto con el acopio social, elaboran esquemas tipificadores de toda
clase de hechos sociales y naturales7. En síntesis, el lenguaje tiene la capacidad para tipificar
las experiencias envolviéndolas en categorías amplias, donde se generan significados
colectivos, esta objetivación lingüística permite a los actores pensar el mundo concreto y
simbólico, que constituye la representación simbólica que domina la realidad de la vida
cotidiana, en la forma de esquemas clasificadores que ubican a los sujetos en diferentes
campos semánticos de acuerdo a su condición social.

Finalmente, con unos breves antecedentes de la sistematización de experiencias


ligados a la denuncia de formas dominantes de conocimiento y la vindicación de actores
excluidos de este proceso de construcción de pensamiento, se pasó a definir un procedimiento
con algunas particulares a saber: definición del objeto de sistematización, delimitación de los
ejes de discusión y la elección de la estrategia de investigación. Desde un enfoque emergente,
la urgencia de caracterizar el contexto inmediato del objeto de sistematización, no solo se
hace relevante sino necesario, en la medida en que como practica investigativa, la
sistematización de experiencia carece de estados del arte y marcos teórico que fundamenten
una lógica de pensamiento e interpretación de la realidad.

Esto en realidad es su mayor problema en el mundo académico que reclama unos


marcos de referencia del conocimiento construido con el fin de definir una adscripción y
validación de puntos de vista. Sin embargo, una salida a esta situación es la posterior
contrastación de la experiencia sistematizada bajo enfoques epistemológicos que logren
recoger desde la sistematización de esta experiencia. Uno de estos paradigmas es la
fenomenología que por medio de sus enfoques logra centrarse en las comprensiones

7
Este tipo de acopio social da cuenta de la ubicación de los individuos en la sociedad y se manifiesta por
ejemplo en los criterios de pobreza que existen en una sociedad en particular. De acuerdo a esto, el lenguaje se
tornaría como un elemento cohesionador, pero también diferenciador de los sujetos en la vida cotidiana; aunque
se pueden evidenciar las posiciones de los sujetos sociales a través de las tipificaciones que permiten la
objetivación lingüística insertos dentro de un mercado lingüístico, es importante anotar que estas necesitan ser
evidenciadas a través de las identidades que se configuran.

13
contextuales y las visiones experienciales. Finalmente, se dirá que es un contrasentido,
utilizar un enfoque o una tendencia en las prácticas sistematizadas, sin embargo, la dificultad
que supone la reconstrucción de una experiencia luego de tener la experiencia, resulta una
dificultad enorme, en la medida en que estas prácticas requieren ser llevadas a cabo desde el
comienzo de la práctica.

Referencias

JARA O. (2013). Orientaciones teórico-prácticas para la sistematización de experiencias.


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ZEMELMAN Hugo (s.f) pensar teórico y pensar epistémico: los retos de las ciencias sociales
latinoamericanas instituto pensamiento y cultura en américa a. c.
“enseñar a pensar” galeana n 96, colonia guerrero, México, d..f tel 55 29 84 86, mail
ipecal_mexico@yahoo.es tomado
http://www.ipecal.edu.mx/Biblioteca/Documentos/Documento7.pdf el 3 de diciembre de 2016

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