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El alfabeto

La leyenda de ‘La flauta de Pan’

Pan, el dios griego de los bosques, pastos y rebaños, iba siempre de un lado a otro dando
pequeños saltitos. Sus patas de cabra le impulsaban con agilidad. En lo alto de la cabeza
despuntaban unos pequeños cuernos. Era muy alegre, y hasta travieso, y a pesar de su
apariencia animal, adoraba a los humanos.

Pan era muy querido por los dioses, por su carácter alegre y divertido, a pesar de ser poco
atractivo. Tenía muy buen humor, y esto atraía sobre todo a Dionisio, el dios del vino y de las
uvas. Siempre estaban juntos. A Dionisio le encantaba reír y Pan le hacía mucha gracia.

Un día, Pan se enamoró de una ninfa que vio en el bosque. Se llamaba Siringa. La muchacha, al
ver la horrible figura de Pan, comenzó a correr muerta de miedo.

– ¡Socorroooo, que me persigue un monstruo! - gritaba ella.

Y Siringa llegó hasta la orilla del río. Allí llamó a su padre, que resultó ser el rey de los ríos,
Ladón.

– Padre, por favor, ayúdame… me persigue una bestia horrible- le dijo entonces.

Su padre la transformó en una ligera caña. Y Pan, al llegar, se quedó observándola anonadado.
De pronto una suave brizna de viento pasó por ella y emitió un dulce sonido, tan dulce como la
voz de su enamorada, y se dio cuenta de que en realidad era ella. Así que tomó la caña y con
ella creó una flauta.

Desde entonces, Pan no se separa nunca de ella, y la utiliza para alegrar a todos con su adorable
y dulce música.

Reflexiones sobre la leyenda de La flauta de Pan


Podríamos decir que estamos ante una historia de amor, aunque claro, ella en esta ocasión no se
ha llevado la mejor parte… Hoy en día puede chocarnos bastante pero en la época griega, la
mayoría de historias de este tipo terminaban con la metamorfosis de la mujer en un objeto, un
árbol o un animal.

En esta ocasión, la bella Siringa se transforma en una flauta, pura melodía:

– El amor más allá de las apariencias: Pan tenía un aspecto realmente horrible. Era un fauno,
con patas de cabra, torso humano repleto de pelo y pequeños cuernos en la cabeza. Pero sin
embargo, era alegre, simpático y jovial. Sin embargo, Siringa no supo ver más allá de las
apariencias y se quedó con la primera visión de Pan. Acabó sin embargo en sus manos y ya no
pudo separarse jamás de él… una gran paradoja.

– La música como expresión del amor: Siringa podía haberse transformado en una flor, un
árbol o un pájaro Sin embargo, se convirtió en una delgada caña con la que Pan puso construir
una flauta. La melodía que tocaba con ella era la melodía del amor que sentía por ella. Una
preciosa metáfora para presentar la música como un vehículo conductor de las emociones.

Algunas preguntas de comprensión lectora para los niños

Puedes utilizar esta simpática leyenda de la mitología griega para mejorar la atención y
comprensión lectora de tu hijo. Usa para ello unas preguntas sobre lo que acabas de leer. Por
ejemplo, estas:

1. ¿Cómo era el aspecto de Pan?

2. ¿Por qué tenía tantos amigos?

3. ¿De quién se enamoró Pan?

4. ¿Por qué huyó ella?

5. ¿En qué la transformó su padre?

6. ¿Qué fabricó Pan con la caña?

La historia de El rey Midas parte de la mitología griega y cuenta la historia de un rey que era capaz de
convertir todo lo que tocaba en oro gracias a un don concedido por un dios. Sin embargo, este regalo no trajo
mucha felicidad para el rey… Descubre este mito que nos habla de codicia y obsesiones.

Índice de contenidos

Una historia de la mitología griega: El rey Midas


‘El rey Midas’, una leyenda de la mitología griega

Existió hace mucho tiempo un rey muy bueno y querido llamado Midas. Sin embargo, tenía un defecto: su
amor por el oro. Deseaba tener todo el oro del mundo. Y esto era porque una adivina, cuando él era niño, le
dijo que estaría rodeado de riquezas. Esa idea le persiguió durante mucho tiempo.

Un día, el rey Midas hizo un favor a un dios, de nombre Dionisos, dios del vino y la vendimia e hijo de Zeus.
El dios le dijo al rey:

– Estoy muy agradecido, Midas. Pídeme lo que quieras y te será concedido.

El rey lo tenía muy claro:

– Deseo que se convierta en oro todo lo que toque.

El dios, le dijo:

– Midas, ¿seguro que quieres eso? Piénsatelo bien… ese deseo puede traerte muchos problemas…

Pero el rey Midas, movido por la codicia, dijo:

– Estoy seguro, es lo que deseo.

– Pues así sea- contestó el dios.

El rey Midas y el problema de su don

A partir de entonces, todo lo que iba tocando el rey se convertía en oro… la ropa, las puertas… hasta su perro,
que salió a su encuentro y al acariciarlo, se transformó en oro.
El rey Midas entonces sintió hambre, pero cada vez que tocaba un alimento para comer, este se transformaba en
oro. Desesperado y hambriento, al cabo de unos días, rogó al dios Dionisos que eliminara el don que había
pedido. Y el dios, compasivo, le dijo que terminaría con este don tras bañarse en el río Pactolo. Hasta allá fue el
rey Midas y por fin, tras salir del agua, pudo volver a hacer una vida normal.

Desde entonces, las arenas del fondo de este río se llenaron de pequeñas partículas de oro y él, al fin, comenzó
a ‘curarse’ de esa obsesión por el oro que le perseguía desde niño.

Escucha el relato de la leyenda del Rey Midas


También puedes escuchar, si quieres, el relato de la leyenda del Rey Midas. Solo tienes que usar uno de estos
reproductores de podcast.

Qué valores puedes trabajar con El rey Midas

Con este mito tan popular, puedes trabajar con los niños todos estos valores:

– La humildad frente a la codicia.

– El peligro de las obsesiones.

– El valor de la gratitud.

– El perdón y el arrepentimiento.

Reflexiones sobre este mito griego para niños y mayores


Ay… ‘no es oro todo lo que reluce’. Aquel deseo que tan ardiente latía en el corazón del rey Midas resultó ser
una auténtica pesadilla… Cuidado con lo que deseamos porque no siempre los deseos son beneficiosos para
nosotros:

– La avaricia, ciega: la codicia del rey Midas le impidió usar la razón y el sentido común. Si lo hubiera hecho,
se hubiera dado cuenta de que convertir en oro todo lo que tocaba no era ni mucho menos un don, sino un
castigo. El rey no pensó en las consecuencias de su deseo. ¿Y sabes por qué? ¡Por culpa de la codicia! Estaba
tan cegado que no era capaz de ver nada más.

– Las obsesiones nos llevan a cometer errores: en realidad el deseo del rey Midas era fruto de una obsesión
que se había forjado siendo un niño. No fue capaz de liberarse de esa obsesión y terminó por causarle un gran
mal. Afortunadamente se encontró por el camino con un dios bueno y comprensivo.

– La necesidad de perdonar: en realidad el dios Dionisos sabía que lo que pedía el rey Midas no era nada
bueno, pero le dejó escoger con libertad. En lugar de enfadarse y decirle luego que tenía lo que había pedido,
optó por perdonarle. ¿Qué consiguió con ello? El arrepentimiento y agradecimiento de Midas, totalmente
avergonzado ante un error que no había sido capaz de ver antes de tiempo.

Preguntas para mejorar la atención y comprensión lectora

Si quieres, puedes usar este relato para mejorar la atención y comprensión lectora de tu hijo. Utiliza para ello
estas preguntas al finalizar la lectura:
1. ¿Qué obsesión tenía el rey Midas?

2. ¿Y qué deseo pidió al dios Dionisos?

3. ¿Por qué pidió al dios que anulara el don?

4. ¿Cómo consiguió el rey Midas librarse del don?

Cuento:

Ogro Mogro, Gigantón y Abominable llevaban cientos de años encerrados en la cárcel de los
monstruos. Habían entrado allí voluntariamente, después de darse cuenta de que asustar a los
niños no era una buena forma de ganarse la vida. Desde entonces, los tres andaban tristes y
solitarios; no sabían hacer otra cosa que asustar, así que carecían de ilusiones y pensaban que
no servían para nada. Ya habían cumplido sus condenas varias veces, pero cuando les decían
que podían marchar, respondían que a dónde iban a ir, si sólo sabían asustar...
Pero todo cambió el día que encerraron a Pesadillo. Pesadillo era un monstruo chiquitajo,
que asustaba más bien poco y se pasaba todo el día durmiendo, pero era realmente muy
divertido. Contaba cientos de historias de cómo había cambiado los sueños de la gente para
que fuesen más divertidos, y de cómo casi siempre sus cambios salían tan mal que acababan
asustando a cualquiera. A Ogro Mogro y sus amigos les encantaban sus historias, pero había
que esperar a que el dormilón de Pesadillo se levantase para escucharlo. Y no era nada fácil,
porque parecía que ni un terremoto era capaz de despertarlo.

Hasta que un día, los tres monstruos juntaron sus más terrofícos gritos. Pesadillo dio un bote
en la cama y se despertó al instante. Los miró con los ojos muy abiertos, pero no parecía estar
asustado, ni enfadado; más bien parecía estar contento:

- ¡Genial!- dijo- siempre he querido levantarme temprano. El día se aprovecha mucho más
¿Sabéis? deberíais trabajar de despertadores, sé de muchos dormilones que os lo agradecerían.

Los tres monstruos se sintieron felices al oír aquellas palabras; ¡servían para algo! Después de
tantísimos años, resulta que podían hacer más cosas de las que habían creído, y sin asustar
ni molestar a los niños.

Ese mismo día abandonaron la cárcel dispuestos a crear su primer negocio de despertadores. Y
así, los tres monstruos se hicieron famosísimos con sus servicios para dormilones, muy
contentos de haber comprendido que siempre hay algo genial que podemos hacer y está por
descubrir.

¡Vamos a trabajar el cuento, ahora que aún está fresco!

Un minuto para pensar...

Seguro que hay algo que se te da especialmente bien ¿qué otros buenos usos podrían tener esa
habilidad tuya? ¿Te das cuenta de que la mayoría de las cosas se pueden usar para hacer el bien
o para hacer el mal? ¿Qué crees que lleva a las personas a hacer una u otra cosa?

Una buena conversación

Habla con tu hijo sobre la capacidad que tenemos de cambiar aquello de nosotros que no nos
gusta, igual que hicieron los monstruos en el cuento. Ponle el ejemplo de alguna parte de tu
carácter que hayas podido cambiar con los años. Buscad cada uno algo en lo que queráis
cambiar, y ayudaos y animaos a hacerlo

¿Y si pasamos a la acción?

Para potenciar la autoestima de tu hijo y su capacidad de ver que todo puede ser utilizado para
el bien, podéis jugar a construir cosas a partir de materiales rotos o deshechos: disfrutaréis
mucho juntos y él verá que puede transformar las cosas.

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