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UNGE
UNIVERSIDADA NACIONAL DE GUINEA ECUATORIAL
FACULTAD DE PSICOLOGIA Y SCIENCIAS MORALES
CAMPUS BASILICA – MONGOMO

Asignatura: Motivación Y Emoción


Profesora: Marta Nkara
Unidad didáctica 6: El proceso de sexuación y la biografía sexual. Influencias psicológicas y
ambientales.

1. La especificidad de la sexualidad humana

El deseo como expresión del impulso sexual

La sexualidad es una motivación básica: mueve, dirige, estimula, orienta. Las personas, a
diferencia de los animales inferiores, podemos vivir sin tener actividad sexual, pero no
podemos anular su tendencia motivadora. Cuando la persona está motivada busca poner en
práctica conductas relacionadas con la sexualidad que eliminen la necesidad; debe decidir si
mantiene las cogniciones asociadas o si las reprime. Pero, además, la sexualidad como
conducta motivadora moviliza emociones, y elicita reacciones fisiológicas (excitación,
palpitaciones…) que le informan al sujeto que está siendo impulsado por esta motivación.

A la base de la motivación sexual se encuentra el deseo. El deseo es una especie de


impulso personal, que, apoyado por los sistemas hormonales, y elicitado por los estímulos
internos (pensamientos o reacciones fisiológicas) o externos (cualquier estimulo que tiene el
poder reforzante de estar asociado a lo sexual), nos dirige con fuerza hacia su expresión y
desarrollo. El deseo es insistente, y asocia altos contenidos cognitivos-figurativos de tipo
sensual y sexual, que han quedado emparejados y asociados a otras emociones (miedo, elegía,
asco…). Por eso, cuando estamos motivados por el sexo, nos movemos con interés en su
búsqueda o represión.

El deseo no tiene que ser eliminado, forma parte de la naturaleza humana. Pero algunas
personas intentan reprimirlo. Al ser un motivo básico, su represión no está exenta de
complicaciones, pues existen cadenas de conductas reforzadas, que tiene cada vez mayor
peso, asociadas a la historia del individuo. La persona debe entonces organizar con esfuerzo
toda una serie de estrategias para inhibir las cogniciones, disminuir la influencia de los
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estímulos de matiz sexual, para poder sobrevivir a la fuerza motivacional, a su deseo. A esto
le llamamos represión sexual, y supone un importante desgaste para el sujeto.

La sexualidad humana está integrada en la cultura

Si algo caracteriza al género humano en la actualidad, es su capacidad de pensar. Además, las


personas viven en contextos sociales y culturales que han establecido normas, costumbres o
prejuicios sobre cómo deben actuar los géneros en relación a la sexualidad. Hombres y
mujeres conocen lo que se espera de ellos dentro del marco social en el que deben expresar
sus conductas sexuales. Las diferentes sociedades humanas han codificado lo que debe o no
debe hacerse, según principios económicos, religiosos… que permiten la expresión sexual
hacia una sola persona (monogamia), sociedades que permiten las relaciones sexuales con
varias personas (poligamia en sus diferentes versiones: poligamia y poliandria). A todo esto,
le llamamos cultura socia-sexual.

Las culturas humanas han tenido muy diferentes costumbres. Así, en la prehistoria, la
poligamia era una necesidad para mantener y aumentar la población; la sociedad griega de
hace varios milenios favorecía la heterosexualidad, pero apoyaba y mantenía
comportamientos homosexuales y de pedofilia de manera intencionada. La sociedad medieval
europea reprimió la expresión de la sexualidad, mientras que las sociedades asiáticas (India)
la favorecían como encuentro con Dios y el más allá. En sexualidad humana, lo que parece
hoy en día como normativo y fijo, no lo ha sido en otras épocas y culturas. Por tanto, al
margen de la clara motivación sexual encaminada a la procreación, el resto de las conductas
sexuales pueden diferir de unas culturas a otras.

De ahí que la sexualidad de cada persona se encuentra con la obligación de regularse a sí


misma. Esta regulación no siempre está exenta de conflicto, pues además debe tener en cuenta
las normas sociales que la regulan, los intereses del yo como parte que desea y de las otras
personas como parte deseadas. Un cumulo de variables que deben manejarse con soltura para
lograr la satisfacción sexual, y que en ocasiones producen situaciones disfuncionales (por
ejemplo, la agresión sexual, la pedofilia).

La sexualidad se encuentra unida a la biografía sexual

La biografía sexual es un concepto integral. Es el recorrido que toda persona realiza desde
que es concebida hasta que muere. La biografía de cada persona tiene muchos elementos
interiorizados de la cultura social y sexual en la que está inmersa. Pero, la biografía sexual
tiene muchas partes ligadas a sus procesos genéticos, fetales, hormonales y cerebrales. La
historia sexual de cada individuo, su proceso de situación, parte de todo un cumulo de
circunstancias que le han afectado, empezando por sus características genéticas. Personas con
diferente número de cromosomas (46 es lo normal en la especie humana), cromosomas que
afectan a características físicas o personales y por tanto a los deseos sexuales.

En la medida en la que avanzan las investigaciones, se va demostrando que el embarazo es


un periodo crucial para el desarrollo de la sexualidad. Pueda dar lugar a ciertos desequilibrios:
fetos androgenizados (genotipos de mujer con fenotipos de hombre), o insensibles a los
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andrógenos (genotipos de hombres con fenotipos de mujer). Todo el embarazo (también los
primeros días de vida extrauterina después de nacer) es un periodo crucial para la
aromatización cerebral en los mamíferos (la testosterona masculina aromatiza zonas
cerebrales). Además del cerebro, todo el cuerpo del feto se masculiniza (o se deja feminizar).

De manera especial, la pubertad, con los cambios hormonales, es un periodo crítico para el
avance en el deseo y la marcada tendencia a impulsos motivacionales mayores, a su dirección
(heterosexual/ homosexual/bisexual), y a la integración de la identidad sexual. El recorrido
adulto se ve igualmente influido por los procesos hormonales en mujeres y hombres, y
muchos estudios se han realizado para comprobar los picos del deseo y los biorritmos
sexuales humanos, sin llegar todavía a conclusiones determinantes (quizá, una de las más
claras es la influencia de los andrógenos en el deseo sexual humano, tanto en hombres como
en mujeres).

Pero, la biografía sexual humana se encuentra ligada a otros procesos, regulados sobre todo
por la vinculación infantil con nuestras familias y con los seres que nos han educado, querido
y protegido. La ciencia de la personalidad se ha encargado de demostrar cómo estas
experiencias vitales afectan a la forma de relacionarnos cuando somos adultos, tanto a nivel
afectivo como sexual. Las vinculaciones ansiosas y evitativas, por parte de quienes nos han
educado generan posteriormente más dificultades afectivas, mientas que las vinculaciones
seguras crean más estabilidad emocional en la personalidad y menos niveles de ansiedad.

Sexualidades: La imagen íntima sexual y las imágenes sexuales sociales

Si las biografías sexuales difieren netamente de unas personas a otras, sus deseos y
comportamientos sexuales serán igualmente diferentes. Aunque algunas conductas sexuales
están más dirigidas por los procesos evolutivos de la especie humana (por ejemplo, las
conductas heterosexuales están ligadas al coito con la finalidad de la procreación), no siempre
estas son las más gratificantes para los individuos. Lo sucesos vitales, las emociones ligadas a
nuestras experiencias más básicas y primarias, configuran nuestras peculiaridades sexuales.
Son fantasías, expresiones y conductas sexuales, casi siempre ligadas al mundo de la
intimidad (a veces a lo secreto), aquellas que más nos hacen disfrutar. Algunas personas las
manifiestas con rasgos más sádicos, o masoquista. Otras, con tintes exhibicionista, o
fetichistas… Formas de expresividad personal que nos remiten a fijaciones y aprendizajes
reforzados. Todo esto demuestra que la sexualidad humana es personal y biográfica, y que
solo puede ser entendida desde la historia de los sujetos.

Frecuentemente, las culturas relegan algunos comportamientos afectivos y sexuales al


mundo de lo privado. Las personas deben diferenciar entre lo que pueden manifestar
públicamente y lo que pueden realizar en el mundo íntimo y privado. Por eso, existe una
imagen social sexual, que incluye los comportamientos esperables para un hombre o una
mujer en la cultura en la que estamos inmersos. Estos suelen ser más observables, y se
canalizan en actitudes afectivas, sexuales y vinculativas relacionadas con lo esperado por esa
cultura. Pero, las personas suelen tener las apetencias y deseos sexuales (peculiaridades
sexuales), que son consideradas extrañas por el contexto social y cultural. Sin embargo, estos
deseos dirigen y motivan al individuo. Como es posible la manifestación pública de estas
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conductas, quedan relegadas a espacios de intimidad, secretos (no conocidos por nadie o casi
nadie). Estos comportamientos corresponden a la imagen intima sexual. En general, la
aceptación y coincidencia de ambas imágenes produce mayores niveles de satisfacción
personal y sexual.

Cada vez es más claro que los procesos de diferenciación sexual y las biografías
sexuales configuran el deseo sexual humano. Debemos hablar del concepto de sexualidades.
En la medida en la que las sociedades humanas aumentan las cotas de libertad, se presentan
muchas formas de ser mujer y de ser hombre: casi tantas como mujeres y hombres existen. Y
muchas y variadas formas de desear, fantasear, expresar y sentir la sexualidad. Durante
muchos años, los medios de comunicación occidentales han insistido en la homogeneidad de
cada género. Esto ha sido fotografiado por el cine, la prensa y la publicidad. Pero, grupos
críticos han conseguido concienciarnos de que ser mujer o ser hombre no debe significar
disminución o imposición en los derechos, y que la diversidad es enriquecimiento.

Sexualidad animal y sexualidad humana: la libertad es la diferencia

El ser humano proviene filogenéticamente del mundo animal; muchas de sus estructuras
cerebrales, hormonales y sociales tienen su origen en esa evolución. Por tanto, la sexualidad
humana tiene sus claras raíces en la biología, y el ser humano no puede obviar la influencia
que estos componentes tienen en sus motivaciones sexuales. Los ritmos biológicos nos
afectan, todo nuestro cuerpo está impregnado de hormonas y estas son básicas para sentir
deseos sexuales. Estamos programados genéticamente como hombres y como mujeres.
Tenemos un cuerpo sexuado, incluido nuestro celebro, con formas y zonas eróticas. Toda
nuestra piel tiene un alto contenido sexual, y estamos llenos de receptores y emisores de
sensaciones eróticas. Precisamente, por todo esto, tenemos dificultades para escapar del
impulso sexual.

Pero, la sexualidad humana no pertenece al reino de la necesidad, sino al reino de la


libertad (López, 2005a). los animales tienen programada instintivamente la conducta sexual.
Los peros buscan las hembras cando están en celo, y ellas están receptivas en esos momentos,
por el contrario, la mujer puede y debe tomar decisiones cada vez, sea cual sea el momento
del ciclo en el que se encuentre; su sexualidad pertenece al reino de la libertad, puede y debe
tomar decisiones. Lo mismo que el hombre. Lo que humaniza la sexualidad es que esta
finalmente regulada por la libertad.

Puesto que las biografías sexuales son muy diversas, y también las sexualidades, el
mundo de los valores sexuales se encuentra en mitad del camino. Las sociedades han regulado
el trato sexual que puede darse a los niños y niñas (hay culturas minoritarias en las que la
sexualidad infantil es claramente libre, y donde los ritos de iniciación son comenzados por
parte de los adultos), las costumbre básicas y de la relación entre hombres y
mujeres(monogamia, poligamia, relaciones fuera de la pareja),el lugar que ocupa la
agresividad en las relaciones sexuales, el valor de la masturbación(diferentes opiniones según
las religiones), o el papel que juegan las relaciones no coitales (por ejemplo el sexo oral).
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Los seres humanos queremos ser tratados con dignidad, y no queremos ser tratados
como objetos. Puesto que mi libertad afecta a la libertad del otro, y solemos disfrutar de la
sexualidad con otras personas, algunos principios de la ética sexual deberían ser compartidos
por todos (creyentes y no creyentes): a) ética del consenso, decir no al acoso sexual, coerción
y violación sexual; b) ética del placer compartido, buscar el propio placer es legítimo y
aconsejable, pero se debe consensuar cuando hay otra persona implicada; c) ética de la salud
sexual y reproductiva, prevención de riegos y toma de decisión responsable sobre la
descendencia; d) ética de la igualdad, hombres y mujeres tienen los mismos derechos.

2. El proceso de sexuación y la biografía sexual


2.1. Diferenciación sexual prenatal

La historia sexual de cada persona está influenciada, en primer lugar, por los aspectos
biológicos. Desde la concepción del feto, durante el embarazo y a lo largo de toda la vida, las
personas están afectadas por los procesos genéticos, hormonales, bioquímicos. El cuerpo
como soporte de la sexuación, y muy especialmente el cerebro, son muy sensibles a los
cambios que se producen. De todos son conocidos los cambios que se producen en la
pubertad, originados por los sistemas hormonales. Pero el proceso de sexuación abarca toda la
vida. En este punto, analizaremos tales influencias.

En momento de la concepción. Antes de explicar algunos conceptos básicos de


genética conviene aclarar dos conceptos: genotipos y fenotipos. El genotipo está formado por
aquellas características heredadas que puso los individuos, y que pueden o no manifestarse a
los largos de su vida. Por tanto, todos poseemos una carga genética que no se manifiesta a
simple vista. Por este motivo, las personas pueden transmitir enfermedades a sus
desentiendes, sin saber ellas mismas que son portadoras de dichas enfermedades. El fenotipo
se refiere a las características heredables que se manifiestan a lo largo de la vida de una
persona.

Las personas tenemos 23 pares de cromosomas (46 cromosomas), siendo el último par
(es decir el 23), el par sexual. Algunas personas pueden tener más o menos de 46 cromosomas
(por ejemplo, en el síndrome Down, hay un cromosoma más en el par 21) muy en especial, las
alteraciones en el par 23 afectan a la sexualidad humana, tanto en su expresión física como
psicológica, no en vano se define este lugar cromosómico como el par sexual. El par 23
configura el sexo genético de individuo, generalmente, los hombres posen los cromosomas
XY (genotipos), y se manifiestan con características externas de hombre (fenotipo) mientras
que las mujeres tienen los cromosomas XX (genotipo) y se manifiestan con características
físicas de mujer (fenotipo). Al margen del número de cromosomas que posea una persona, la
posesión del cromosoma Y lleva hacia un genotipo de hombre junto a un fenotipo que tiende
hacer hombre mientras que su ausencia lleva automáticamente hacia mujer (el género en un
principio estaría marcado por los genes desde el momento de la concepción).

Sin embargo, son bien conocidos los diferentes problemas que pueden surgir
asociados al aumento o disminución de cromosomas en el par 23 (es decir, en el sexual).
Algunos de más frecuentes serian:
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a) Síndrome de Turner (XO) 1/2. 500 nacimientos. Son mujeres fenotípicamente,


carecen de un cromosoma femenino en el genotipo. En la pubertad, no tienen un
desarrollo normal, y deben ser ayudadas con estrógenos para el desarrollo de las
características secundarias a nivel corporal. Son estériles
b) Síndrome de Klinefelter (XXY o XXXY) 1/500 nacimientos. Es decir, son
hombres fenotípicamente, pero posen más cromosomas sexuales X (femeninos) en
su genotipo. Tienen testículos pocos desarrollados, y poseen algunas características
fiscas secundarias de mujer (caderas, senos…). Son estériles.
c) Síndrome Poli X o super mujer (XXX.XXXX, XXXXX). 1/1.000 nacimiento. Es
decir, son mujeres fenotípicamente y poseen más cromosomas X. en el genotipo su
desarrollo psicológico se ve enlentecido en la infancia (marcha, habla,), más en la
medida que aumenta el número de cromosomas X Son fértiles y pueden tener
descendencia.
d) Síndrome Poli Y o superhombre (XYY, XYYY, XYYYY). 1/1.000 nacimientos.
Son hombres fenotípicamente, con más cromosomas Y en su genotipo. Suelen ser
más altos que otros hombres, desarrollan acné severo en la adolescencia, sus
dientes son más prominentes, y su número de espermatozoides es menor. Son
fértiles y pueden tener descendencia.

A pesar de las influencias genéticas, las personas están igualmente influenciadas por la
cultura, sus experiencias previas y su aprendizaje, muy especialmente cuando están en juego
sus emparejamientos, su descendencia y su propia vida afectiva

Importancia de las hormonas en la diferenciación sexual

Los primeros meses de embarazo son vitales para la biografía sexual de las personas. Entre la
quinta y sexta semana, el embrión mide entre seis y doce milímetros, pero se han formado las
primeras gónadas primitivas (iguales para hombres y mujeres), que originarán posteriormente
el sistema genital del futuro niño o niña. Para ello, el embrión debe diferenciarse hacia
hombre y mujer, y esto solo es posible si se entiende con su sistema cromosómico
correctamente. El embrión tiende hacia mujer de manera automática. Pero, cuando identifica
el cromosoma Y (es decir el masculino), entonces las gónadas se desarrollan hacia hombre;
en caso contrario, se dirigirá hacia mujer. Es el código genético del cromosoma Y el que
provoca los cambios en las gónadas, los conductos genitales y los genitales externos, creando
los testículos o los ovarios. Los órganos sexuales de algunas personas que tienen cargas
cromosómicas anormales (por ejemplo, X0, XXX) también se desarrollan como mujeres al no
existir el cromosoma Y en su repertorio genético. Por esto, se suele decir que el anteproyecto
de todo embrión humano es femenino.

Una vez que el embrión ha desarrollado las gónadas hacia testículos u ovarios, entonces el
feto necesita masculinizarse, si es hombre, y evitar este proceso, si es mujer. Para ello, los
testículos comienzan a producir andrógenos (hormonas masculinas). Sin estas hormonas, más
personas desarrollarían en el periodo fetal órganos sexuales femeninos. Evidentemente, el
andrógeno más importante es la testosterona, pero otras hormonas del mismo grupo
(dihidrotestosterona) también juegan un papel importante al inhibir el desarrollo de los
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conductos femeninos. En los fetos femeninos, se producen pequeñas cantidades de


andrógenos, que no son suficientes para forzar la diferenciación del código genético de mujer
hacia hombre. Por eso, la no existencia de andrógenos, hace que se desarrolle todo el sistema
genital de mujer (útero, trompas, ovarios y vagina). Los cerebros, al igual que los órganos
genitales, sufren una diferenciación sexual prenatal. La testosterona hace que el hipotálamo
cerebral sea más sensible a los andrógenos, ocurriendo lo opuesto con las mujeres, que serán
más sensibles a los estrógenos.

No es infrecuente que los fetos tengan complicaciones con los sistemas hormonales. Esto es
debido a que el feto debe producir de manera automática las hormonas necesarias, y el cuerpo
del feto debe responder adecuadamente a esta influencia. Los problemas más frecuentes
serian.

 Insensibilidad a los andrógenos. Este problema afecta de manera especial a los fetos
que tiene el genotipo de hombre (XY). Al no producirse la sensibilidad adecuada, los
hombres tienden a nacer con genitales externos de mujer, pero sus ovarios no existen,
son testículos internos. Su cuerpo y su cerebro quedan sin ser aromatizados por los
andrógenos, y, al nacer, es muy posible que sea visto como niña, siendo educado en
consecuencia, aunque genéticamente es un hombre.
 Síndrome adrenogenital. Estos problemas pueden afectar a hombre o mujer genéticos.
Pero es realmente a las mujeres a las que produce un efecto más marcado, pues tiende
a masculinizar los fetos. Al haber una deficiencia de la liberación de cortisol por parte
de la corteza adrenal, se producen reacciones adrenales compensatorias, con un
exceso de liberación de andrógenos. Esto afecta más notablemente a los fetos
genéticos de mujer, pues el clítoris se agranda y sus labios vaginales se fusionan.
Cuando esta situación no es diagnosticada en el momento de nacimiento, la criatura
que nace puede confundirse con un hombre, y se le educa en consecuencia.
 Síndrome de DHT. Son hombres a nivel cromosómico (genotipo), pero, al no haber
descendido los testículos, ofrecen ambigüedad en el nacimiento (fenotipo femenino).
Puede ser educado como niña hasta la pubertad, momento en el que pueden descender
los testículos.
2.2. Diferenciación sexual postnatal

La vida parece que comienza al nacer, pero ya estamos viendo que muchos procesos
relacionados con la diferenciación sexual se han producido en la fase fetal. El nacimiento de
los bebés trae consigo pautas educativas ligadas al género de hombre o mujer y la
interiorización por parte estos de las normas sociales que suele asociarse a los géneros. Pero,
la biología humana sigue marcando los procesos sexuales, y por tanto las necesidades y
motivaciones sexuales.
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Proceso de aromatización cerebral y motivación sexual.

El cerebro humano está continuamente influido por las hormonas que recorren la sangre, y por
los neurotransmisores. Algunas son más receptivas a algunos de estos elementos. A este
fenómeno lo llamamos aromatización cerebral. Pero, las investigaciones con diferentes
mamíferos (incluidos los seres humanos) marcan una clara influencia de la testosterona (es
decir la producida por los machos, no por las hembras) como elemento diferenciador de la
aromatización. Esta aromatización parece producirse los primeros días después del nacimiento
sobre el cerebro. La aromatización más importante se produce sobre el hipotálamo (núcleos
sexualmente dimórficos). Estos núcleos, al recibir la testosterona, se diferencian, presentando
diferente tamaño en los machos y en las hembras. Investigaciones realizadas en ratas indican
que la aromatización se produce en unas horas posteriores al nacimiento (entre el día primero
y el día cuarto).

La pregunta que podemos hacernos es ¿este proceso de aromatización cerebral que se produce
en las ratas ocurre igualmente en los seres humanos? Pues bien, los investigadores no se
ponen de acuerdo. Se han realizado investigaciones para comparar los cerebros en hombres y
mujeres, separándolos según su género, su identidad sexual (homosexual, heterosexual) y los
resultados son contradictorios. Algunos de los investigadores apoyan esta teoría, y otros la
contradicen.

Influencias motivacionales de las hormonas a lo largo de la pubertad, adolescencia y


edad adulta.

Es evidente que las hormonas afectan a la conducta humana, y motivan a los sujetos en una
dirección. De manera muy general, las gónadas sexuales (testículos y ovarios) sintetizan las
mismas hormonas, pero en cantidades muy diferentes. Así, los hombres producen mayor
cantidad de andrógenos, mientras que las mujeres producen más estrógenos y progestinas. A
su vez, este hecho está regulado por circuitos retroalimentados desde el hipotálamo y la
hipófisis. En los hombres, el aumento de la testosterona durante la pubertad y la adolescencia
determina las características sexuales secundarias (crecimiento del pene aumento de la masa
muscular…), pero, también provoca al incremento de la excitabilidad y del deseo sexual. En
los varones adultos, el déficit de esta hormona provoca una disminución del deseo y de la
actividad sexual, que se recupera con la administración externa de testosterona.

En las mujeres, los estrógenos y la progesterona regulan el ciclo reproductor e


instigan el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios (crecimiento del útero, mamas,
menstruación…). Hoy por hoy, las investigaciones científicas confieren poca fuerza a que el
deseo este impulsado por esta hormona. Sin embargo, la testosterona, al igual que ocurre en
los varones, aumenta la motivación sexual femenina. En otras especies de mamíferos
inferiores, la correlación entre la producción de estrógenos y la motivación sexual es clara e
intensa. Sin embargo, en las mujeres, las correlaciones son más intensas con la concentración
de testosterona.

Aunque hay relaciones importantes entre los niveles hormonales y el deseo sexual en
las personas, es más que probable que otros factores, como el estado de ánimo, las
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expectativas, las cogniciones, los afectos, y la personalidad, interactúen de manera clara e


intensa sobre el deseo sexual.

Efectos motivacionales en las mujeres y hombres castrados

Las personas no caen en la cuenta de que la castración es más común de lo que podemos
pensar. Hay mujeres y hombres que desarrollan enfermedades, y deben ser extirpadas una, o
las dos gónadas que poseen (testículos u ovarios). Esto es frecuente en algunos tipos de
cáncer. Es evidente que la castración total (ambas gónadas), tiene mayores efectos que la
castración de una de ellas. En este sentido, baste recordar que la menopausia de las mujeres
(ausencia de menstruación) es el resultado de la falta de producción de hormonas femeninas,
porque los ovarios han dejado de ser funcionales (es decir, es una castración natural).
Igualmente, en la medida en la que los hombres aumentan su edad, a partir de los 50 años,
tienen descenso en la producción de testosterona. A pesar de la menopausia, las mujeres
mantienen el deseo sexual casi intacto, lo mismo que sus actividades sexuales. Los hombres
reducen el deseó al igual que las mujeres, pero mantienen sus actividades sexuales con una
apreciable disminución en su tasa. Esto es debido a que siguen manteniendo producción
hormonal, aunque en cantidades más pequeñas.

En la medida en la que vamos analizando las influencias hormonales sobre la


conducta, podemos intuir lo que ocurrir cuando se eliminan los testículos y los ovarios (se
elimina por completo la producción hormonal de las gónadas). Los resultados no son los
mismos en el caso de las mujeres y de los hombres. Mientras que en casi todos ellos la
castración elimina al poco tiempo el deseo y la motivación sexual, en las mujeres, los efectos
relacionados con el deseo son mínimos. Esto hace pensar que el deseo sexual en su vertiente
más biológica, tiene causas muy diferentes en hombres y en mujeres.

Es evidente que los andrógenos (hormonas masculinas) juegan un importante en el


deseo sexual de hombres y mujeres. Pero, la necesidad de andrógenos difiere en los hombres
y en las mujeres. Es claro que son los primeros los que necesitan más cantidad para poder
mantener el deseo sexual, mientras que las mujeres, con menos cantidad, consiguen los
mismos efectos. Claramente, estas cantidades se relacionan con la necesidad cerebral de
poseer un nivel u otro de hormona. Por tanto, tiene que haber, al menos, otra estructura, que
produzca andrógenos. Y esta es la corteza suprarrenal. Por ello, las mujeres mantienen sus
niveles de deseos prácticamente normales, mientras que la mayoría de los hombres pierden el
deseo.

Abuso de las drogas y motivación sexual

Estamos viendo a lo largo de este último apartado que algunas hormonas (testosterona)
favorecen el deseo sexual, y lo canalizan hacia la dirección/orientación sexual que tienen
preferentemente los sujetos. El uso de fármacos, bajo prescripción profesional, puede ayudar a
la mejora de la respuesta sexual. Pero, realmente el mejor afrodisiaco es la buena salud,
conseguida con una dieta apropiada y ejercicio. Estos mejoran la salud general, incrementan
la energía y por tanto el impulso sexual.
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Viagra y otros medicamentos de su grupo ayudan a la disfunción eréctil. Facilitan la


vasodilatación y, por tanto, la erección; sin embargo, no son afrodisiacos para el deseo. Otras
drogas, como los tranquilizantes y los depresores del sistema nervioso. Pueden disminuir el
deseo y afectar al comportamiento sexual. Pero, paradójicamente, estas drogas pueden
aumentar el deseo en otras ocasiones, al producir relajación y sensación de bienestar. Una vez
más, se demuestra que las drogas tienen componentes químicos básicos, pero pueden dirigir a
las personas hacia comportamientos que esperan tener cuando las consumen. Los
medicamentos inhibidores de la hipertensión arterial se utilizan para reducir la presión
arterial, pero su uso continuado contribuye a la difusión eréctil, y reducción del deseo.

El tabaco (nicotina) estrecha los vasos sanguíneos. Así que puede impedir una
respuesta sexual al reducir a los genitales la capacidad de llenarse de sangre, y, a su vez,
afecta a los niveles de testosterona, por lo que reduce el deseo. El abuso del alcohol es muy
prejudicial. Las personas sienten desinhibición en dosis bajas, pero el alcohol es un depresivo,
afecta sexual a corto y medio plazo. Las borracheras favorecen las conductas sexuales de
riesgo y agresión sexual a otras personas. La cocaína produce euforia, pero estrecha los vasos
sanguíneos. La cocaína puede terminar produciendo difusión eréctil, disminución de
lubricación y apatía en el placer sexual sin su consumo.

Todas las drogas psicoactivas tienen efectos sobre el comportamiento sexual. Y mucho de los
síntomas asociados tienen que ver con las disfunciones sexuales.

3. El proceso de sexuación y la biografía sexual. Influencias psicológicas y


ambientales

La mayoría de las hembras de los mamíferos son receptivas, es decir están motivadas por los
machos, en los momentos que son fértiles (es decir en la ovulación), con lo cual se incrementa
la probabilidad de fecundación y procreación. Sin embargo, las hembras de algunos simios,
monos y chimpancés copulan durante todas las fases del ciclo, aunque la ovulación sigue
siendo el momento del ciclo en el que tienen actividades sexuales más intensas. En las
mujeres, el deseo sexual se ve todavía más distanciado de los efectos hormonales que en los
simios. Es debido a la importancia de las influencias sociales y emocionales.

El grado de influencia hormonal en la conducta sexual es mucho menor en la especie


humana que el resto de los animales. Se consigue gracias a que el cerebro humano controla
pensamientos, imágenes y fantasías. En los siguientes apartados, vamos a estudiar estas
influencias sobre el deseo sexual

Experiencias tempranas y capacidad de vincularse afectivamente en el futuro

Los bebes conectan desde temprano con sus madres y cuidadores. Establecen con ellas
y con sus familiares vínculos que van a condicionar el desarrollo afectivo posterior, y muy
especialmente la forma de relacionarse, querer y confiar en otras personas. Los bebes nacen
preparados para la interacción social. Doble dirección: de cuidadores a niño y de niño a
cuidadores. Esto se logra a través del contacto visual, las expresiones faciales y la cara. En el
fondo, todas estas conductas son las esencias de los individuos y el origen de sus relaciones
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afectivas y sexuales. La percepción del rostro es la precursora de la cognición social.


Utilizamos zonas cerebrales diferenciadas para la observación de los objetos y para la
observación de las caras.

Las relaciones de aislamiento han condicionado la vida sexual de los animales


superiores y de las personas. La separación de monos de sus madres (en los primeros años de
vida), en periodos superiores a los seis meses y cuidado en asilamiento, producía
posteriormente desinterés por la interacción social y por las hembras, apreciándose que sus
intentos de apareamiento tenían poco éxito. Igualmente, las experiencias de juegos de los
chimpancés con otros de edades semejantes (no se refieren aquí a los posibles juegos
sexuales) son básicas para las relaciones de apareamiento futuras. En la historia humana, ha
habido claros caso de niños y niñas educados en fuertes periodos de aislamiento. Las
conclusiones realizadas por los investigadores han confirmado resultados bastante similares a
los obtenidos con los simios superiores.

El apego ha sido estudiado sobre todo por Bowlby (1969, 1985). Las relaciones de
apego y vinculación seguras de un niño con sus padres (especialmente la madre) marcarán el
desarrollo emocional específicamente del miedo y del amor. Cuando lo niños no tienen
certeza de la accesibilidad a la respuesta de ayuda, se instalan las bases para un apego
interpersonal poco seguro, inestable y ansioso. Las relaciones de apego seguro permiten que
los niños sean más abiertos en la exploración del mundo y en con la confianza con otras
personas. La experiencia de apoyo y apego es una necesidad, proporcionan al mismo tiempo
identidad y seguridad. Aunque el apego seguro en la infancia marca de manera clara la forma
futura de vincularse las personas en el futuro, el apego sigue siendo necesario a lo largo de
todo el ciclo vital y de toda la vida.

Quizás, pensamos que todas las madres y todos los padres son seguros en sus apegos.
Sin embargo, la propia vida infantil del padre y de la madre (es decir, sus respectivos apegos
que recibieron de sus familias cuando eran niños), configuran la nueva experiencia de
seguridad que pueden ofrecer a sus nuevos hijos, y condicionar a su vez el apoyo y seguridad
que pueden ofrecer en las vinculaciones seguras o inseguras con sus hijos. Por ejemplo, los
padres y madres con graves problemas personales y psicológicos (drogas, delincuencia,
esquizofrenia…) provocarán prácticamente con toda seguridad estos apegos inseguros o
ambivalentes, que afectarán claramente a las relaciones de la pareja.

De todo esto se deduce que los niños que tienen padres y madres participativas, y que
juegan con ellos, desarrollan mayores niveles de sociabilidad y se convierte en adultos con
mayores tasas de confianzas y seguridad en sí mismo, que aquellos que no han interaccionado
lúdicamente con ellos. Estas experiencias forman parte de los procesos de sexuación humana,
haciendo que la forma de relación posterior entre hombres y mujeres este afectada por todo
esto proceso las relaciones de pareja se basan en los apegos vividos a lo largo de la vida. Las
parejas intercambian amor, pero también presión y coerción. Este intercambio es proporcional
entre ambos miembros de la pareja. Estudios realizados han ido demostrando a la gran
relación existente entre apego recibido, el apego intercambiado y el tipo de apego generado en
sus hijos.
12

El aprendizaje guiones sexuales como adaptación a la cultura sexual

Las hormonas impulsan biológicamente a la motivación sexual. Pero, el deseo no está


determinado de manera innata: las personas lo dirigen de manera diferente hacia un tipo de
actividades sexuales más placenteras que hacia otras. Las personas deben aprender qué
estímulos son sexualmente revolantes, y como deben interactuar con ellos de manera eficaz.
Para conseguirlo, se producen una educación sexual organizada (más o menos), que indica
qué pautas y qué prácticas sexuales están reguladas cada cultura. Instrucciones paternas,
aprendizaje entre el cuerpo de iguales, medio de comunicación el condicionamiento clásico
(estímulos que eran neutros se asocian a estímalos que son reforzantes – imágenes,
situaciones, experiencias, fantasías -), el condicionamiento operante (el reflejo orgásmico es
un potente reforzador), aprendizaje por observación (modelos de hombre y mujeres que se
ven en la televisión, en el cine, el deporte y en la vida…), van enseñando al sujetos qué
prácticas y experiencias sexuales son las espernadas y cuáles son las que realmente le gustan y
le refuerzan. Estos procesos, aunque duran toda la vida, son especialmente intensos en la
infancia, y muy especialmente en la adolescencia y juventud.

Las personas van generando unos guiones sexuales. Estos guiones son las pautas de
conducta aprendida, que les dirigen cognitivamente, y que están reguladas por la cultura en la
que cada sujeto está inmerso. Dirigen la relación afectiva y sexual, con uno mismo y con otras
personas. Muchos de estos guiones conducen de manera estereotipada al coito, lo que hace
que muchas personas lo pongan como finalidad de las relaciones afectivas y sexuales. Los
guiones sexuales se adaptan a la cultura en que está inmerso el sujeto, por ello, algunos de
estos guiones no son adaptativos para otras sociedades diferentes a la nuestra. Incluso,
diferentes grupos sociales de la misma cultura tienen sus propios guiones sexuales.

La conducta de los géneros: mujeres y hombres diversos

Los guiones sexuales están ligados mayoritariamente al género de la persona. Por ello, los
niños y niñas suelen ser educados de manera diferente, con guiones dispares y sutiles, que
marcan la diferenciación sexual ligada al género. De esta manera, los niños y las niñas van
aprendiendo que conductas son las esperables en relación a la asignación de género, y como
se debe actuar en las relaciones sociales con su mismo género y con el otro. La incorporación
de los guiones más nítidamente sexuales se produce en la pubertad, en la adolescencia y en la
juventud. La no asunción de los guiones asociados al género, suele producir en algunas
personas sufrimiento, por lo que se debe apoyar la diferenciación dentro de cada género de
cuando lo desee el sujeto.

En bastantes adultos, la concordancia del sexo biológico, género y guiones sexuales


dirigidos hacia la heterosexualidad esperable, es el resultado de un proceso, que a simple vista
parece sencillo, pero que técnicamente es complicado. Debido a esto, las personas pueden
estar contentas con el género al que pertenecen (hombre o mujer), pero disconformes con el
rol de género asignado a su condición de hombre o mujer. Este rol es el guion sexual forzado
culturalmente para ser hombre o ser mujer. Por ejemplo, las personas suelen asumir que las
mujeres son más propensas a experimentar sentimientos de temer, tristeza, y compasión,
mientras que los hombres son tendentes a experimentar enfado y orgullo. Esto es un
13

estereotipo. Un estereotipo es una idea convencional, fija y generalmente distorsionada, sobre


un grupo de personas. Son las culturas las que han generado expectativas referidas a la
personalidad y las conductas de hombres o de mujeres. El estereotipo de rol asignado a las
mujeres incluye calificativos como dependencia, amabilidad, sumisión y paciencia. Mientras
que, para los hombres, se incluyen otros, como dureza, protección y valentía. En muchas
ocasiones, uno de los géneros tiene claras desventajas sobre el otro, y se minusvaloran sus
oportunidades y derechos. Y esto ocurre en nuestra cultura con el género mujer.

Pero, ya estamos viendo a lo largo del capítulo que no hay dos procesos de sexuación
similares, puesto que cada persona se configura sexualmente de manera exclusiva y única al
margen de ser hombre o mujer. Pero eso, sería mejor hablar de géneros, para referirnos a las
personas que, asumiendo su género, no aceptan la imposición que la cultura quiere realizar en
sus estilos de vida, sus conductas afectivas y sus comportamientos sexuales; defendiendo y
valorando su estilo personal de ser hombre o ser mujer. Esta visión más abierta de hombres y
mujeres proporciona mayor riqueza al propio género, y nos enriquece como especie humana.

Diferencias psicológicas entre hombres y mujeres

En realidad, las mujeres y hombre tienen claras diferencias en estructuras corporales, por sus
diferentes procesos de sexuación. La evaluación de la inteligencia no muestra diferencias
sexuales globales en habilidades cognitivas. Sin embargo, los resultados de las
investigaciones siguen sugiriendo que las mujeres (como grupo global) son superiores en
habilidades verbales como la fluidez verbal, la habilidad para generar sinónimos,
conocimiento de lenguas extranjeras. Sin embargo, los hombres destacan en general en lo
visual, matemáticas, lecturas de mapas, rotación especial de cuerpos geométricos.

También existen diferencias en personalidad, aunque pequeñas. Las mujeres suelen superar
a los hombres en extroversión, ansiedad, confianza. Sin embargo, los hombres superan a las
mujeres en confianza en sí mismos, fuerza de voluntad y autoestima. Los hombres
monopolizan más las conversaciones, pero, sin embargo, las mujeres expresan mejor sus
sentimientos y experiencias personales. Es decir, los hombres aparecen como dominantes,
pero inhibidos para expresar sus emociones más profundas. Los hombres también muestran
más interés en el sexo que las mujeres, al menos en lo referente a las conductas medidas por
sexo casual y a tener múltiples parejas sexuales. Las mujeres están más dispuestas a combinar
el sexo con una relación romántica. Una de las diferencias más claras es la que tiene que ver
con la agresividad. En general, los hombres muestran tendencias más agresivas que las
mujeres, y, de manera clara, las cárceles están más llenas de hombres que de mujeres.

Estas diferencias son diferencias de grupos. De hecho, la variación dentro de cada grupo
(hombres o mujeres) es mayor que la comparada entre los dos grupos. Y millones de hombres
y de mujeres tienen muy altas capacidades verbales o especiales. Toda esta discusión es muy
controvertida, ya que, además, entra en el campo sociopolítico. Una cosa es lo políticamente
correcto, y otra lo científicamente verdadero. Algunos autores insisten en las fuertes
influencias del entorno y las expectativas culturales. Por tanto, aunque hoy por hoy hay
diferencias claras ¿estas diferencias son debidas a aspectos biológicos o culturales? Hay
partidarios para todos los gustos. Y todos los enfoques dan explicaciones a favor y en contra.
14

Las investigaciones tendrían que mirar los procesos cerebrales que se implican, y comprobar
si esto difiere en hombres y mujeres, comprobando dichos resultados en diferentes culturas.

4. La atracción sexual y direccionalidad del deseo


4.1. La atracción sexual

Ya hemos comentado que al impulso sexual lo llamamos deseo. Pero, ¿qué nos atrae de otras
personas para vinculamos a ellas sexualmente? No cabe duda de que los factores biológicos
son importantes y nos mueven en la búsqueda de actividad sexual, pero, ¿a qué es debido que
unas personas nos atraigan más que otras y sean más apetecibles? Los aspectos físicos son
importantes, al actuar como primer filtro; pero, en las culturas estudiadas, las características
personales, como cariño, comprensión e inteligencia, tienen más valor que las relacionadas
con el estatus económico y el atractivo físico.

El atractivo físico… primer filtro

Las investigaciones muestran que el atractivo físico es importante en la atracción


interpersonal y sexual. En general, los estudios demuestran que se desean personas atractivas
en todas las culturas. Pero, ¿es igual de atractivo lo de una cultura para otra? En algunas
culturas, las mujeres consideradas bellas tienen los cuellos labios alargados. En nuestra
cultura, los hombres con más altura son considerados más atractivos, y, en general, los
hombres prefieren que las mujeres sean algo más bajas ellos. Ambos, mujeres y hombres,
consideran que sería mejor ser más altos. Las mujeres, cuando son muy altas, no son vistas tan
positivamente. El rostro también ha sido objeto de estudio. En las mujeres, los ojos grandes,
las mejillas elevadas y la barbilla estrecha contribuyen a que sean percibidas como más
atractivas.

La redondez femenina es valorada es la mayoría de las culturas. Sin embargo, en la


actualidad, y en nuestra cultura, la delgadez está de moda, y los hombres y las mujeres, muy
en especial éstas, lo consideran atractivo. Los estudios más detallados demuestran que ni las
mujeres muy delgadas ni las obesas eran apetecibles para los hombres. En general, las
mujeres se ven a sí mismas más gordas que el tipo que puede resultar más atrayente para los
hombres. Las personas atractivas suelen saber que lo son. Las puntuaciones tienden a ser
coincidentes entre la visión de uno mismo y la que tienen los demás.

Percepción psicológica y social… lo más importante

Aunque el atractivo físico es un primer filtro para la elección de pareja, realmente en el ser
humano son las importantes otros factores. Como podemos imaginar, las expectativas del rol
de género afectan a la visión del atractivo. Las mujeres tienden a sentirse más atraídas por
hombres socialmente más influyentes, que los hombres por mujeres más influyentes. En
estudios transculturales, las mujeres tienden a dar más importancia a rasgos como el estatus
potencial profesional, los ingresos, la amabilidad, la confianza. Los hombres dan más
importancia a la juventud, el atractivo físico o la educación. En otros estudios, se demuestra
como las mujeres están dispuestas a emparejarse con hombres menos atractivos, pero con
15

buen aspecto; pero, sin embargo, les cuesta más emparejarse con personas que pueden
quedarse fácilmente sin empleo.

La edad es un factor importante. Prácticamente, en todas las culturas, las mujeres prefieren
hombres más mayores (entre 1 y 6 años), mientras que los hombres preferían mujeres más
jóvenes (hasta 6 años). La edad de contraer matrimonio también confirma esta hipótesis. En
diversos estudios realizados, la diferencia media era de 2 a 4 años.

La buena salud… referente de atracción

Los puntos anteriores parecen muy sexistas, y posiblemente lo sean. Pero, también es verdad
que algunas características, como la buena complexión, la buena dentadura, un pelo en buen
estado y el tono muscular, son universalmente atractivos para hombres y mujeres, al indicar
una buena salud. La edad y la salud se relacionan. Ambas se relacionan con la capacidad
reproductora: el reloj biológico limita el potencial reproductivo en las mujeres. Por otra parte,
para muchas culturas, el valor reproductivo de un hombre tiene que ver con su capacidad para
mantener una familia. Así, el valor reproductivo de los hombres está más relacionado con un
entorno de estabilidad para la crianza de los niños.

La hipótesis del emparejamiento

Según lo visto anteriormente, puede parecer que solamente quien tiene atractivo físico, o
quien cumple las características del rol de género, puede emparejarse. Pero esto no es del todo
así. Las personas tienden a tener relaciones románticas con personas que son similares a ellas
en atractivo físico; incluso los pesos de miembro de la pareja tienden a ser relativamente
similares. Pero, además, la hipótesis dice que las parejas suelen ser similares en etnia, nivel de
educación y religión. Las parejas del 94 por 100 de los americanos son de su misma etnia. Y
es muy difícil que las mujeres tengan relaciones afectivas y sexuales con personas de nivel
cultural muy inferior al suyo. Lo mismo les ocurre a los hombres.

¿Cuál es la razón para que esto ocurra? Las relaciones afectivas a largo plazo no suelen
formalizares sin sentido, ni de manera impulsiva. Tendemos a vivir entre personas de nuestro
mismo origen étnico, con similitud social y económica. Las personas tienden a convivir con
otras que coinciden en actitudes y en comportamientos de este modo, como valoramos más
positivamente nuestras actitudes que las de los demás, tendemos a buscar personas que
coincidan con nosotros.

4.2. La direccionalidad del deseo y las preferencias sexuales

Los componentes hormonales impulsan el deseo, pero las características personales de los
otros nos llevan a desearles. La libertad nos permite actuar, mantener o reprimir nuestro
impulso, algo muy diferente del resto de los animales. Los sujetos suelen dirigir su deseo
hacia otras personas de diferente género, y a esto le llamamos preferencia heterosexual. Pero,
no todo el mundo se siente orientado hacia la heterosexualidad. La homosexualidad y el
lesbianismo han sido formas de expresión a lo largo de la historia, aunque menos frecuentes
que la heterosexualidad. En los apartados siguientes, se estudiarán las causas que existen para
que algunas personas se sitúen más en la heterosexualidad o en la homosexualidad.
16

Situando los términos (homosexual o gay/lesbiana)

La orientación homosexual es la atracción erótica y el interés por mantener relaciones


afectivas y/o sexuales con personas del propio sexo. Esta palabra se aplica por parte de la
gente, tanto para los hombres como para las mujeres. Pero, en el lenguaje coloquial, a los
hombres homosexuales se les llama gays, y, a las mujeres, lesbiana. En general, a ambos
colectivos se les suele llamar gays. A bastantes personas de estos colectivos no les gusta ser
llamados homosexuales, pues esta palabra tiene connotaciones históricas de rechazo, y está
muy centrada en lo sexual. Pero, además, ¿la palabra homosexual se refiere a la conducta
sexual (a la expresión de la sexualidad), o la orientación sexual (fantasías, cogniciones…
hacia el propio sexo)? Todo el mundo sabe que algunas personas de orientación gay se
mantienen en patrones de orientación sexual externos y de género de tipo heterosexual, por
miedo o por decisión personal. Por eso, sería mejor utilizar términos como orientación sexual
gay masculina o femenina. Las personas de orientación gay, masculinas y femeninas, se
sienten atraídas hacia su propio sexo, pero mayoritariamente no desean ser personas del otro
género. Al igual que los heterosexuales, pasan una pequeña parte de su tiempo en actividades
sexuales, y gustan de fantasías relacionadas con el amor. Sus conductas sexuales no tienen
que ser expresamente homosexuales.

¿Dónde está el límite entre la orientación heterosexual y la orientación sexual gay? Es posible,
y no es extraño, que personas heterosexuales hayan tenido experiencias sexuales con otras
personas de su mismo sexo (aproximadamente entre 5 y 11 por 100), pero esto no configura la
preferencia sexual de las personas. También se sabe que las personas pueden haberse sentido
atraídas por personas de su mismo sexo, aunque no hayan mantenido relaciones sexuales con
ellas (entre el 8 y 12 por 100). Quizá tengamos que preguntar a la gente qué niveles tienen de
preferencia sexual. Pues bien, los resultados siguen sin ser coincidentes. Aproximadamente un
4 por 100 de hombres y un 3por 100 mujeres dicen que se sienten gays exclusivamente.
Mientras que otros 5 por 100 se considera preferentemente en esa orientación. Los estudios no
coinciden en el porcentaje de personas que son de orientación gay, pero en general, ninguno
de ellos da cifras superiores al 10 por 100. Como conclusión, debemos decir que, aunque la
actividad sexual y el amor son actividades comunes en las relaciones heterosexuales, gays o
lésbicas, la orientación sexual se definiría por la dirección de los intereses románticos, y por
las atracciones románticas que uno siente.

Los niveles de conducta heterosexual y homosexual permitidos


son regulados desde la cultura.

El proceso de sexuación prenatal o postnatal y el aprendizaje de los guiones sexuales llevan a


que existan más individuos heterosexuales que de orientación gay, pero los procesos de
dimorfismo sexual y diferenciación de género no son tan sencillos. Y esto es debido a la
biografía sexual de cada persona y sus procesos de aprendizaje (experiencias vitales,
familiares, educativas), que, como es obvio, difieren de unas personas a otras. Esto implica de
manera directa la orientación sexual de las personas.

Por otra parte, hay clara evidencias históricas y culturales que demuestran que las relaciones
homosexuales se han permitido en diferentes momentos históricos como parte del
17

enriquecimiento humano, o como elementos compensadores de la falta de relaciones


heterosexuales. Y también sabemos que algunas culturas humanas permiten en la actualidad
las relaciones homosexuales como parte del aprendizaje hacia la heterosexualidad. Aunque
todas las culturas son preferentemente heterosexuales. Y esto es potenciado entre sus
miembros, todas ellas establecen de manera expresa o latente los niveles de permisividad
homosexual que se permite a los sujetos que en esa cultura habitan.

Las personas somos preferentemente heterosexuales, gays o lesbianas

La preferencia por la heterosexualidad de una persona no excluye que en su vida se produzcan


fantasías, deseos o experiencias de tipo homosexual. Las culturas han sido mayoritariamente
homofóbicas y represivas. Esto ha repercutido en la negación de los intereses sexuales en
general, especialmente cuando se han dirigido hacia personas del mismo género. No tenemos
obligación de manifestar nuestras identidades, pero quien se esfuerza en reprimirlo, se
desgasta y en el fondo se niega a sí mismo.

La heterosexualidad y la orientación gay masculina y femenina hacen referencia a una


preferencia; por lo tanto, no es algo excluyente con otras conductas homosexuales o
heterosexuales. Mayoritariamente, las personas se encuentran más cómodas en una de las dos
orientaciones (heterosexual o gay); es decir, se gustan y se prefieren a sí mismas en una de las
dos orientaciones. Esto es debido a que disfrutan, se excitan y se relacionan con mayor
satisfacción en una de ellas, sintiéndose, en consecuencia, más atraídas por personas de uno u
otro sexo.

Las personas suelen sentir mayores niveles de placer y satisfacción en la orientación


heterosexual o en la orientación gay masculina o femenina. Por tanto, todo hombre y toda
mujer se enfrentan a su identidad sexual. Esta incluye la visión de sí mismo en relación con su
cuerpo, sus deseos sexuales, sus preferencias de orientación sexual y sus conductas sexuales.
Generalmente, es en la adolescencia y en la juventud cuando las personas se perfilan en ella;
pero, parte de esta identidad ha sido elaborada a lo largo de la infancia. No obstante, la
identidad sexual no es del todo fija, se redescubre o se afianza en el día a día, y nunca queda
cerrada, pues el encuentro diario con otras personas moviliza nuestros sentimientos,
emociones. Pero eso, en el plano del sexo, las personas somos hombres o mujeres, y nos
revelamos, día a día, en nuestra preferencia, heterosexual, gay o lesbiana.

El originen de las orientaciones sexuales, cuestiones biológicas

Las causas de la heterosexualidad han sido explicadas en la primera parte del capítulo, al
hablar del dimorfismo sexual, el proceso de sexuación humano y la biografía sexual. Ahora
nos toca explicar las causas de la orientación sexual no heterosexual. A poco que analicemos
detenidamente cómo nos hacemos personas sexuadas, entenderemos que cualquier variación
en el entramado biológico y lo en el aprendizaje puede hacer que las personas se sientan más
orientadas hacia la homosexualidad, en el caso de los hombres, o hacia el lesbianismo, en el
caso de las mujeres. Por lo tanto, existen diferentes causas, y cada persona homosexual puede
tener un origen diferente en su orientación. Posiblemente, algunos están más influenciados
por los procesos biológicos que se han modificado en sus procesos de diferenciación (fetal o
18

postnatal), mientras que otros están más afectados por sus historias, sus experiencias de vida,
sus biografías personales (aprendizaje). Es muy posible que, en la mayoría de los casos,
ambos factores estén presentes. La personalidad es activa en la búsqueda de ambientes, y la
orientación sexual es una parte de ellas.

Diferentes estudios sobre los cerebros animal y humano reafirman que el núcleo
supraquiasmático del hipotálamo se diferencia entre aquellos con impulso dirigido hacia
elementos del mismo sexo y aquellos con impulso dirigido hacia individuos de distinto sexo;
además, se han manipulado diferentes variables para comprobar si esto cerebros variaban y
cuánto. Otros trabajos destacan la importancia de los factores genéticos; para ello; se han
analizado gemelos (monocigóticos y dicigóticos) y adoptados. Los varían en los resultados,
pero aproximadamente, entre el 30 y el 70 por 100 de la varianza es explicada por esto
factores; es decir, por la herencia y por los procesos fetales.

Si los gemelos idénticos no coinciden siempre en su orientación sexual, se debe a que el


ambiente y el aprendizaje deben afectar a la orientación sexual. En este sentido, sería interés
ante comprobar las relaciones mantenidas con los elementos de identificación, tal y como
plantea la teoría psicodinámica (padre o madre, y en algunos casos, padres o madres del
mismo género), las propias experiencias sexuales con uno mismo y con otras personas, junto
con sus efectos reforzantes (conductismo). Desde la teoría cognitiva, se ha intentado explicar
cómo afectan los procesos cognitivos a los distintos estadios por los que generalmente suelen
pasar las personas homosexuales. Éstos serían: a) confusión de la identidad; b) comparación
de la identidad; c) tolerancia de la identidad; d) aceptación de la identidad; e) orgullo de la
identidad; f) síntesis de la identidad.

El origen de las orientaciones sexuales, disconformidad con el género

La disconformidad con el género ha sido muy estudiada, al observarse claras diferencias entre
la población gay y la población heterosexual. Existe un estereotipo que dice que la población
gay (criterio estadístico) es más afeminada, y las lesbianas tienen más rasgos masculinos
(como colectivo global). Es decir, son más disconformes con el género asignado. El grupo gay
y de lesbianas es muy diverso y, por tanto, aplicar esto a toda su población seria como decir
que todos los heterosexuales son iguales entre ellos en relación a su rol de género. Para
comprobar esta circunstancia, se han realizado diferentes investigaciones. Muchos hombres
gays, al igual que las lesbianas, recuerdan actuar y sentirse diferentes respecto a sus
compañeros en la infancia. Los estudios realizados con muy diferentes poblaciones de
personas masculinas gais indican que evitaban participar en deportes competitivos cuando
eran niños, temían al dolor físico, y evitaban la participación en peleas. Se recuerdan más
sensibles, lloraban más a menudo, y tenían menos amigos chicos que chicas. Preferían más
juguetes de chicas y se vestían en más ocasiones de chica que sus compañeros heterosexuales
(Deadwood, y cols., 2000.)

Otros estudios relacionan la disconformidad de género en las lesbianas de tipo masculino y


femenino con los factores biológicos. Las de tipo masculino mostraban mayores niveles de
testarrona en su saliva, y rasgos más típicos del estereotipo masculino. Sus resultados insisten
en la necesidad de distinguir entre rol masculino y rol femenino dentro de cada grupo de
19

orientación gay estas diferencias pueden estar relacionadas con la exposición a andrógenos
prenatales, tal y como hemos comentado en apartados anteriores refiriéndonos a los casos de
disconformidad clara del género, mientras que las influencias del aprendizaje pueden
relacionarse más con aquellos poco disconformes con el género.

5. la erótica como expresión de la sexualidad

Se dice que es imposible no comunicar, incluso el silencio es una forma de mensaje. En el


ámbito de la sexualidad, ocurre algo muy similar. Las personas pueden expresar sus deseos,
mantenerlos o negarlos. La negación de la sexualidad también es una forma de expresión. A la
expresión de la sexualidad, le vamos a llamar erótica. Como toda motivación primaria, la
sexualidad se expresa a través de respuestas fisiológicas, emocionales y conductuales. En este
apartado, vamos a estudiar la expresión erótica humana.

5.La erótica como expresión de la sexualidad

Se dice que es imposible no comunicar, incluso el silencio es una forma de mensaje. En el


ámbito de la sexualidad, ocurre algo muy similar. Las personas pueden expresar sus deseos,
mantenerlos o negarlos. La negación de la sexualidad también es una forma de expresión. A la
expresión de la sexualidad, le vamos a llamar erótica. Como toda motivación primaria, la
sexualidad se expresa atreves de respuestas fisiológicas, emocionales y conductuales. En este
apartado, vamos a estudiar la expresión erótica humana.

Erótica de la respuesta sexual humana

Máster y Johnson (1978), a través de la observación científica de varios cientos de personas,


concluyeron que la respuesta sexual se puede dividir en cuatro fases, que permitían un registro
más sistemático de los cambios físicos producidos a través de comportamientos de juegos
sexuales, coito y masturbación. La fase de excitación, se desencadena en respuesta a
estimulaciones táctiles o cognitivas (fantasías, imágenes). Cuando la excitación es adecuada,
en las mujeres, entre otras respuestas, se produce lubricación vaginal, retracción de los
mayores vaginales y alargamiento vaginal. En los hombres, la respuesta es la erección del
pene, la elevación de los testículos o vasocongestión. Generalmente, las personas más jóvenes
consiguen erección y excitación en muy poco segundos, mientras que la gente más mayor
tarda más tiempo en alcanzarla. El mantenimiento de la estimulación induce al paso a la fase
meseta. En esta fase, la pulsión sexual sigue aumentado. La estimulación apropiada y las
habilidades comunicativas y sexuales de las personas juegan un papel importante para
conseguir mayores niveles de interés, y para avanzar hacia respuestas sexuales más
consolidadas e intensas. Los hombres suelen aumentar el diámetro del pene y del glande, y las
mujeres siguen aumentándola vasocongestión de la apertura vaginal y la retracción del
clítoris. En ambos, la tasa cardiaca puede alcanzar entre 100 y 160 latidos por minuto, y la
presión arterial sigue aumentando considerablemente, todo esto lleva a la plataforma
orgásmica.
20

La fase orgásmica es la continuación de las fases anteriores. Para llegar a esta fase, es
necesario que las personas se abandonen a mayores niveles de excitación, y menores niveles
de autocontrol cognitivo. En las mujeres, suele acompañarse de contracciones rítmicas de la
vagina y del útero, mientras que, en los hombres, la respuesta más frecuente suele ser la
eyaculación, acompañada de contracciones internas. En ambos, se produce un apreciable
aumento de la tasa cardiaca, sudoración y contracción de esfínter rectal. La fase de resolución
se caracteriza por una vuelta a las constantes físicas previas a la excitación, y esta vuelta suele
ser progresiva, acompañada, en bastantes ocasiones, de sensación de bienestar. En los
hombres, suele haber una detumescencia del pene, y, en las mujeres, del clítoris. En ambos,
hay pérdida de la vas congestión y recuperación de los estados basales de manera rápida o
lenta. La mayor parte de la tensión mascullar tiende a desaparecer a los cinco minutos.
Aunque los procesos de vuelta a los niveles previos de excitación son similares en hombres y
mujeres, en los varones suele producirse un periodo refractario, lo que implica una apreciable
dificultad para experimentar otro orgasmo o eyaculación. La diferencia de tiempo está en la
edad. Mientras que los jóvenes pueden esperar minutos, los mayores pueden llegar a horas.
Las mujeres no suelen tener este periodo refractario.

Kaplan (1979) habla de una nueva fase básica para que las personas puedan dirigirse hacia
las fases que acabamos de reseñar con interés y motivación. A esta nueva fase le llama fase de
deseo. La fase de deseo se caracteriza por un interés y alerta hacia estímulos sensuales y/o
sexuales, que pueden durar poco o mucho tiempo. En esta fase, no hay una actividad sexual
directa, pero, sin embargo, las cogniciones y comportamientos relativamente sexuales suelen
estar presentes. Todo ello va dirigiendo al sujeto hacia la búsqueda de encuentro sexual con
otras personas o con uno mismo, aunque, también puede quedar el propio deseo simplemente.

Respuesta sexual cerebral

La estimulación genital directa puede activar reflejos en la medula espinal y producir erección
en el hombre y lubricación vaginal en la mujer, sin que los estímulos cognitivos jueguen un
papel importante. Sin embargo, la respuesta suele ser activada desde el procesamiento de
estímulos a nivel cerebral por recuerdos, fantasías, imágenes o pensamientos. El cerebro
también puede inhibir la sensibilidad sexual, cuando experimentamos culpa o ansiedad, o,
sencillamente, cuando nos damos cuenta de que tenemos que realizar un examen, o pagar el
impuesto al estado. Especialmente, las córtex cerebral frontal, que piensa o deja de pensar, y
el sistema límbico e hipocampo son los que producen respuestas más relacionadas con la
emoción y la memoria sexual. Los estudios han demostrado que la estimulación de este centro
cerebral produce descarga seminal sin erección, conducta sexual continúa, y comienzo
automático de comportamientos sexuales. Pero, los centros de placer se encuentran más
claramente en el hipotálamo, y las sensaciones de placer se han conseguido propiciar a través
de estimulaciones en esas zonas cerebrales.

Los estudios de máster y Johnson demostraron que la respuesta fisiológica era igual en
cualquier conducta sexual, independientemente de las fuentes de obtención del placer (coito,
masturbación, sexo oral, caricias). Ahora bien, las personas pueden preferir unas fuentes de
placer más que otras. Es evidente que las sensaciones subjetivas varían de unas personas a
21

otras. La experiencia coital suele acompañarse de sensaciones de cercanía, conexión y


atracción sexual, mientras que la masturbación suele vivirse más como una descarga sexual.
Ambas formas de obtener placer pueden ser igualmente satisfactorias.

Sexualidad: solos o en compañía

El número de personas que viven solas en nuestra cultura ha aumentado considerablemente en


los últimos años. Jóvenes que se independizan de sus familias, personas soltaras, divorciadas,
aumento de longevidad y, por tanto, de personas mayores que viven solas. Algunas de estas
personas encuentran dificultades a la hora de satisfacer sus necesidades íntimas, de relaciones
sociales, sexuales o de apoyo emocional. Otras se mantienen en celibato por decisión propia.
En otras sociedades, por ejemplo, la India, el matrimonio es prácticamente universal.

La revolución sexual de los años 1960 y 1970 y los estudios de Kinsey y de Másteres y
Johnson, el desarrollo y utilización de los métodos anticonceptivos, son circunstancias que
han acercado la sexualidad a la gente de la calle, afectando a las costumbres sexuales. Ahora,
las parejas mantienen un mayor número de relaciones sexuales y con más variedad,
encontrándose más satisfechas. La revolución hizo caer en la cuenta que las mujeres tienen
derecho al placer sexual. Las parejas emplean gran diversidad de técnicas sexuales diferentes
al coito (sexo oral, estimulación mutua, material erótico). Los resultados indican que las
personas emparejadas que son más jóvenes mantienen mayor actividad sexual con sus parejas
que las personas más jóvenes sin pareja, o las personas de mayor edad.

La frecuencia del coito no es sinónimo de satisfacción sexual. Esto es muy claro en las
personas con edad superior a los 60 años. Las personas mayores siguen llevando una vida
sexual plena. Son aquellas que exageran los cambios en la respuesta sexual, asociados a su
mayor edad, quienes tienden a perder interés en el sexo. Cuando se tiene buena salud, la gran
mayoría de las personas son sexualmente activas de manera regular. Por decirlo más
claramente, y a modo de ejemplo: a los 70 años de edad, el 70 por 100 de personas sanas
continúa siendo sexualmente activo, y tienen relaciones sexuales al menos una vez por
semana. Aunque se cree que el sexo no es importante después de la mediana edad, en realidad
es, al contrario, pues enlaza con las alegrías se la juventud, y es un ingrediente básico del
bienestar emocional de las personas mayores. La masturbación se mantiene en cerca de las
personas entre 60 y 91 años.

La masturbación es una estimulación directa de los genitales que suele acompañarse de


fantasía sexuales y suele ser una de las principales vías de escape en la adolescencia, al ser
una de las expresiones sexuales que no requieren de una pareja. La masturbación no es
perjudicial para la salud fisca o psicológica, aunque algunas religiones y culturales cree que
produce efectos psicológicos. La masturbación per se no produce ningún efecto negativo. La
masturbación es practicada por hombres y mujeres, aunque ellos lo hacen con más frecuencia.
Son los más jóvenes y sin pareja los que más la practican, pero las personas casadas y
emparejadas también lo incluyen en su repertorio de conductas sexuales (alrededor del 50 por
100 de hombres y un 40 por 100 de mujeres de este grupo se masturba). Entre los motivos
aducidos para la masturbación se encuentran el alivio de la tensión sexual, la relajación y la
obtención de placer sexual, entre otros.
22

La erótica del amor: intimidad, pasión y compromiso.

Durante cientos de años, desde muchos ámbitos, se ha buscado poder describir el amor. El
amor romántico no es exclusivo de nuestra cultura. Se ha encontrado en casi todas las
sociedades estudiadas. Aunque ya estaba presente en las sociedades primitivas, el origen de
cómo lo concebimos actualmente proviene del siglo XIX. En la cultura occidental, el deseo
sexual sin amor suele verse como primitivo o animal, aunque se suele utilizar una especie de
doble rasero, al permitir que los hombres puedan mantener relaciones sexuales al margen del
amor y condenar a las mujeres si sus relaciones no están relacionadas con el amor.

El amor reciproco afecta a ambos miembros de la pareja y es bidireccional, generando altos


niveles de satisfacción en las personas. Por el contrario, el amor no correspondido puede
llevar a sentimiento de ansiedad, desesperación y vacío. El amor suele avanzar, desde un
encaprichamiento, hacia un amor más realista. El encaprichamiento suele estar caracterizado
por una absorción en otra persona, que suele acompañarse por intensos deseos sensuales y
sexuales y con intensas sensaciones de euforia y excitación psicológica. Suele durar varios
meses, y las personas idealizan a las personas deseadas, obviando defectos y errores.

Las relaciones afectivas avanzan desde las comunicaciones superficiales o de breve


conversación, intentando buscar motivos y situaciones comunes, y de esta forma experimentar
(o no) sentimientos de confluencia. Pero, a medida que avanza el tiempo, el amor se hace
realista, y se van distinguiendo los ajustes, desajustes, aspectos positivos y negativos de las
personas deseadas. El amor puede enanzar hacia sentimientos de más profundidad, de cariño y
de cuidado, que caracterizan a las relaciones que perduran en el tiempo. El amor es una
emoción positiva que contribuye a la felicidad, al bienestar psicológico y al optimismo acerca
del futuro.

Los procesos de autorrevelación son claves. En general, las mujeres suelen quejarse de que
los hombres son más reacios a expresar sentimientos. Sin embargo, las personas, sean
hombres o mujeres, según sean más cercanas al estereotipo masculino de género, revelan
menos situaciones personales. Al contrario, ocurría con las más ligadas al estereotipo de
género femenino (hombres o mujeres), que eran más empáticos y escuchaban con más
felicidad. La relación se afianza con los procesos de reciprocidad, o, lo que es lo mismo: la
construcción del nosotros, que favorecen la profundidad, la mejora de los niveles de intimidad
y la creación de proyectos de futuro. La intimidad tiene que ver con los sentimientos de
cercanía y con la necesidad de compartir cogniciones, emociones y conversaciones. Junto con
el sexo, la intimidad es uno de los procesos básicos de una relación positiva. Por lo tanto, la
confianza y la preocupación por el otro son los factores que mantienen la intimidad de las
parejas. Puesto que la confianza es un pilar básico, la honestidad se convierte en una
característica central. Sin embargo, las personas no necesitan ser «un libro abierto» para
desarrollar y mantener la intimidad (Rathus y cols. 2005, p. 181).

En este marco de referencia, Sternberg (1988) habla de tres grandes componentes de las
experiencias amorosas: a) Intimidad, se trata de la experiencia de afecto que surge por los
sentimientos de cercanía, vínculo y relación con la otra persona. Implica deseo de dar y recibir
apoyo emocional y compartir sentimientos íntimos. b) Pasión, intenso deseo sexual o
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romántico que está acompañado de sensaciones emocionales positivas. c) Compromiso, para


los buenos y los malos momentos. Estos componentes forman los vértices de un triángulo, y,
cuando las personas poseen altos niveles de los tres componentes, las parejas están bien
compenetradas, siendo las relaciones más satisfactorias. De todo esto se deriva que las
personas pueden encontrase en las relaciones de pareja en situaciones de ausencia de amor,
solo por simpatía o por amistad. El balance entre los tres componentes suele variar a lo largo
del tiempo, pero el amor verdadero implicaría buenas dosis de los tres elementos.

6. Personalidad, aspectos cognitivos


y motivación sexual

Las personas nos diferenciamos en el interés por el sexo. Algunas están más motivadas por la
sexualidad que otras. Los procesos biológicos pueden ser importantes, pero la personalidad
juega un papel clave como modulador. En este apartado, vamos a estudiar algunas facetas de
la personalidad, analizando la relación que mantiene con la motivación sexual.

6.1. Personalidad y motivación sexual

Los estudios de Eysenck dejaron patente que la personalidad se configuraba especialmente


alrededor de dos dimensiones: nueroticismo y extraversión.

Neuroticismo/ajuste y satisfacción sexual

Por lo que respecta al neuroticismo, afecta a personas con características de ansiedad,


pesimismo, culpabilidad, irracionalidad y baja autoestima. El neuroticismo se relaciona con
muy baja satisfacción en casi todas las esferas de la vida, incluida la sexualidad. Además, la
ansiedad es parte del origen de la disfuncionalidad sexual (perdida de deseo, disfunción
eréctil, dispareunia). Por otra parte, la mayoría de estas dificultades aumenta aún más la
ansiedad de las personas que las padecen, produciendo un bucle de ansiedad- disfunción
sexual ansiedad.

Las personas crean ambientes, y generan alrededor de ellas empatías, acercamientos, pero
también rechazos y evitaciones de quienes les acompañan. Las personas con alto neuroticismo
crean ambientes más tensos, y en las relaciones afectivas y de pareja generan mayor coerción,
tensión y discusión. Todo esto aumenta la posibilidad de divorcio, la insatisfacción en las
relaciones afectivas y sentimentales. Esta circunstancia es un más patente cuando ambos
miembros de la pareja tienden a altos niveles de neocriticismo.

Extraversión, búsqueda de sensaciones y motivación sexual

Las personas extravertidas suelen ser más abiertas, sociables, algo más agresivas e impulsiva
y más activa. Es decir, está más abierta a otras personas, y disfrutan de ellas y de su compaña.
En general las personas extravertidas son más felices, incluida su vida sexual, y por tanto
difieren de aquellas que son más introvertidas. Los hombres y mujeres extravertidos se inician
antes en las relaciones sexuales y mantienen mayores frecuencias de actividad sexual. Esto se
ve favorecido por el mayor nivel de interacción social que mantiene con otros grupos de
individuos.
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Las personas que tienen altos niveles búsquedas de sensaciones suelen preferir actividades al
aire libre, que implican más riesgo (saltar en paracaídas, bucear), son menos convencionales e
inconformista suelen ser más desinhibidos, pierden más el control y son más sucesibles al
aburrimiento. En consecuencia, tienen mayores niveles de actividades sexual, buscan nueva
experiencia relacionadas con la sexualidad, huyen de la monotonía participan en fiesta sexual
más abiertas y son menos calculadoras en el tema de riesgo sexual.

Estados emocionales y motivación sexual

¿Hasta qué punto el miedo, la ira o la tristeza, que tienen las personas les afecta a su
sexualidad? Se cree que los estados de miedos no inhibidores pueden favorecer el interés por
lo sexual, mientras que el pánico lo inhibe. La ansiedad relacionada con la sexualidad puede
inhibir las respuestas sexuales, creando así una ansiedad de desempeño. Esta ansiedad se
traduce en desear actividad sexual, mas con la intensión de ponerse a prueba, que por el placer
en si misma (esto ocurre cuando alguien cree no está a la altura de las circunstancias). Otros
estudios insisten en la capacidad relajante y vinculante de la actividad sexual, mejorando el
estrés y favoreciendo estados de relajación.

La tristeza ha sido considerablemente estudiada. La tristeza extremas la depresión afectiva y


produce cambio bioquímico que afectan a la sexualidad, Especialmente al deseo a la
excitabilidad sexual. Esto está claramente apoyado desde la clínica. En general, la perdida de
deseo es uno de los primeros síntomas asociados a la depresión. Por el contrario, la persona
con emociones positivas se caracteriza por ver la vida de una manera más optimista, se
centran mejor en afrontar las dificultades, y, en consecuencia, cuando tienen dificultades en
las aéreas afectivas y sexuales, tienen estrategias organizadas y centradas en esas dificultades,
con lo que poseen mayor facilidad para el afrontamiento y solución de dichos problemas.

Autoestima, aceptación de uno mismo y aceptación de los demás

Conocerse y gustarse a uno mismo es el primer nivel para poder aceptar a otras personas. Al
conocernos, sabemos cuáles son nuestros sentimientos, miedos, deseos y necesidades, y
vamos desarrollando seguridad para compartirlos. Las parejas con baja autoestima interfieren
se sus relaciones, pues se sienten responsables de los actos otros y de su hostilidad. A pesar de
la alta autoestima, las personas necesitan ser y sentirse queridas y aceptadas por sus parejas
cuando están en situaciones de poca seguridad. En el otro extremo, se localizada el exceso de
autoestima, que puede tomar la expresión de narcisismo (o verse a uno mismo como el
mejor). Estas personas suelen jugar más con sus parejas y se comprometen menos a buscar
otras alternativas cuando la relación no funcional.

Actitudes defensivas, sentido del humor y respuestas psicofisiológicas intensas

Gottman y Cols. (1999) han estudiado los factores que hacen que las relaciones de pareja se
deterioren y se acaben (parejas heterosexuales, homosexuales y lesbianas). Realizan registros
psicofisiológicos, y monitorizan sus respuestas ente tareas. Sus conclusiones, ponen de relieve
que las respuestas fisiológicas (ritmo cardiaco, sudoración, movimientos motores) mientras se
discutía, muy especialmente por parte de los hombres, preveían la satisfacción de la pareja y
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sus relaciones. Las parejas que tienen más agitación en los conflictos tienden a romperse con
más facilidad. Sin embargo, es conveniente señalar que parece que no es el conflicto lo que
rompe las relaciones, sino la falta de diálogo y calma, así como el hecho de adopta una
postura a la defensiva. Las expresiones fiscales predicen el deterioro, especialmente las de
disgustos y las sonrisas mezquinas por ambas partes. Estos comportamientos no verbales
suelen ir acompañados de comportamientos de hostilidad. Estar a la defensiva lleva a la
perdida de relación social, y la falta de relación incide en el deterioro de la salud. Los
comportamientos de buen humor, empatía y afecto positivo hacia los demás mejoran las
relaciones interpersonales y de pareja optimizando las respuestas psicofisiológicas las parejas
más hostiles y explosivas, así como las que intentan evitar el conflicto, terminaban estando
menos satisfechas de sus relaciones. Las personas son muy activas para procesar información
relacionada con la sexualidad.

6.2. Aspectos cognitivos y motivación sexual.

La motivación sexual adquiere connotaciones de motivación básica, que implica alto


reforzamiento y alta vinculaciones afectivas y sociales. Previamente a cualquier episodio
sexual las personas deben discriminar la situación estimular como sexual, para lo cual deben
identifica a la otra persona como adecuada para el encuentro, su disponibilidad y los pasos o
guiones sexuales que deben ponerse en práctica.

Percepción de estímulos y motivación sexual

La información sobre el deseo y la motivación sexual puede proceder tanto del ambiente
(estímulos externos eróticos) como de uno mismo (por ejemplo, un recuerdo de una imagen
sexual). Pero, además, la información puede incorporase vía visual, u olfativa, gustativa, o
sensitiva. En general, los estímulos visuales tienen más fuerzas que los estímulos auditivos en
los varones, mientras que, en las mujeres, no hay diferencia motivacional entre estos dos
canales de entrada sensoria. Ahora bien, ¿de qué se está pendiente?, ¿Qué se procesa durante
situaciones excitantes, para poder avanzar hacia estimulaciones mayores? Las personas
funcionales mejoran al fijar su atención en los estímalo eróticos externos (por ejemplo, ve
como éxito su pareja) e internos (fantasías que acompañan). Pero, además, la percepción de la
excitabilidad personal (por ejemplo, darse cuenta de los procesos fisiológicos asociados, como
respuesta eréctil, excitaría) que transcurre mientras se viven las experiencias sexuales
favorece la respuesta. Ambos factores, estímalos externos/internos y percepción de la
excitabilidad personal son claves para aumentar la intensidad y dirigir el comportamiento
sexual.

Redes de palabras, semánticas y dirección de los deseos

¿Cómo se asocian cognitivamente las palabras relacionadas con la sexualidad y los afectos?
¿Qué redes de palabras se unen dirigiendo a sujeto hacia un tipo de actividad u otra? Así, por
ejemplo, la expresión “hacer el amor” se asocia llevar implícitas palabras como coito, genital,
desnudarse, pene, vagina, todas ellas muy gentilizadas. Pero, también podría unirse a otras
palabras, como cariño, abraso, fusión, toda ellas más relacionadas con el encentro
interpersonal menos gentilizado. Todas estas redes son importantes, pues dirigen a las
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personas hacia intereses diferentes, pudiendo general conflictos interpersonales entre las
parejas, basados en concepciones muy diferenciadas de lo que se entiende por sexualidad y
afecto.

Las redes semánticas no están organizadas ni son iguales para los hombres y las mujeres. Al
menos en la cultura occidental, los estudios confirman que las redes de los hombres se centran
más en aspectos genitalizados, mientras que las redes de las mujeres están más relacionadas
con los aspectos afectivos y románticos de las relaciones. Los varones deberían aprender que
el cortejo de matices románticos es, en muchas ocasiones, más apropiado que la insistencia en
temas más directamente genitalizados. Por ello, las conductas de demonstración expresiva de
afecto, como las palabras de cariño, puede tener más efecto que el insistir directamente en
prácticas muy centradas en lo genital. Muchos animales ofrecen largos cortejos claros a sus
parejas como condición previa a la realización del coito. Es muy posible que, en este caso, los
comportamientos humanos se asemejen más de lo que parece a la conducta de los animales
inferiores.

Referencias bibliográficas

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instituto de sexología.

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Madrid: instituto de sexología.

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Dawood K.; PILLrd R.; Horvath C.; Revelle W., y Bailey J. (2000). Familial aspects of male
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Fernandez- Abascal, E. G.; Jimenez, M. P., y Martin M.D. (2003). El sueño y la


motivaciónsexo.

En E. G. Fernández-Abascal y otros (2003). Emoción y motivación II. (pp. 661-712). Madrid:

Editorial centro de Estudios Ramón Areces.

Fuertes, A., y López, F. (1997). Aproximaciones al estudio de la sexualidad. Salamanca:


Amaru Ediciones.

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