Está en la página 1de 107

Parroquia Divina Providencia

El Congo, Santa Ana

MANUAL BASICO DE LITURGIA

Nombre: __________________________

1
Manual básico de Liturgia

¿QUÉ ES LA LITURGIA?

ETIMOLOGÍA Y DEFINICIÓN

Etimológicamente, liturgia significa ministerio u oficio público Viene de las palabras griegas: leiton,
público; y ergon, ministerio. Hoy día se da el nombre de liturgia al culto público que la Iglesia rinde a
Dios, en oposición al culto privadode los particulares.

Liturgia: Es el ejercicio del Sacerdocio de Cristo en su Iglesia, mediante signos sensibles con los que el
hombre da gloria a Dios y se santifica en comunidad.

Liturgia: Es el culto oficial y público de la Iglesia. Los actos litúrgicos son: La Santa Misa, el Oficio Divino
y los Sacramentos.

LITURGIA es el conjunto de actos mediante los cuales la Iglesia rinde a Dios un culto público, en la forma
que ella señala.
Dícese: 1° conjunto de actos; palabras que denotan el objeto de la liturgia; los principales son: el
sacrificio,los sacramentos y el oficio divino. 2° Mediante los cualesrinde a Dios culto público; palabras que
denotan su fin. 3° En la forma que señala; palabras que comprenden las cuatro principales
circunstancias de la liturgia, a

Cualidades del culto litúrgico


El culto litúrgico tiene cuatro cualidades. Es:
1º Externo, para que todos puedan tomar parteen él.
2º Interno, porque debe ir acompañado dedevoción interior.
3º Público, es decir, en nombre de todo el pueblocristiano.
4º Oficial, porque se hace en nombre de la mismaIglesia, por los ministros
diputados por ella.

Fines de la liturgia
La liturgia tiene dos fines principales, y otros dos secundarios que son como medios para conseguir
los fines principales.
Los fines principales son: la gloria de Dios y la salvación de las almas. Los mismos que se propuso
Cristo en la Encarnación.
Dios ha dispuesto que estos dos fines marchen siempre unidos; y así cuanto contribuye a su gloria
contribuye también a nuestro provecho; e igualmente nuestro bien espiritual redunda en su gloria, pues
es don suyo.
En algunos actos litúrgicos prima el fin de dar gloria a Dios. P. e.en el sacrificio; en otros, nuestro
provecho, p. e. en los sacramentos.

2
Los fines secundarios de la liturgia son uno doctrinal y el otro moral: ilustrar el entendimiento en las
verdades cristianas y fomentar la virtud.

¿QUIÉNES FORMAN EL “EQUIPO LITÚRGICO” Y SUS FUNCIONES?

Representantes de los “5” servicios de un Equipo Litúrgico:

1. Servidor de la Palabra: lector o persona que tenga carisma de proclamar.

2. Servicio del Canto: Persona que tenga el carisma del canto.

3. Servicio del Altar: persona a cargo de un grupo de acólitos.

4. Servicio de la Asamblea: persona que tenga carisma de ordenar y guiar a una asamblea.

5. Servicio de la Iglesia: persona con creatividad y arte.

El número de miembros depende de la comunidad, pero que sean dinámicos, creadores, responsables y con
gran sentido de la liturgia pastoral.

Partes de una templo o iglesia católica y su significado


Las iglesias se construyeron desde el período románico, en las que sus partes eran las básicas ya que los
primeros cristianos no disponían de recursos para construir grandes iglesias. En este artículo incluimos las
partes de muchas iglesias desde las más pequeñas a las más grandes.

3
• ATRIO
Es el pórtico o espacio por el que accede al templo. A veces está rodeado de columnas. Es un lugar
intermedio que favorece el paso gradual de la calle al lugar sagrado.

• ÁBSIDE
Es la parte del templo situada en el extremo de la iglesia opuesto a la fachada. A menudo el ábside es
semicircular, y en él se colocan el altar y los demás elementos propios del presbiterio: ambón, sede del
presidente, sillería (en templos importantes).

• CRIPTA
Es una estancia subterránea que tienen algunas iglesias. Se emplea para sepultar a personajes importantes de
la Iglesia, como los Obispos. Antiguamente, también eran sepultados grandes personajes de la historia de un
país.

•CORO
Es el espacio en el que se sitúa el pequeño grupo que anima el canto de la asamblea. Por eso su lugar no
debiera ser un espacio separado en un segundo piso (como muchos lugares en donde recibe el nombre de
coro), sino que está en la nave dentro o al lado de la asamblea.

•SACRISTÍA
Es la sala adjunta a la iglesia en la cual se guardan los ornamentos y objetos necesarios para el culto y es,
también, el lugar donde los ministros se revisten.
Muchas veces, a un costado de esta, existe una contra-sacristía, lugar destinado a guardar mobiliario y tareas
que pueden ensuciar los ornamentos, como arreglo de flores, preparación del incienso, limpieza de velas, etc.

• CONFESIONARIO
Es un pequeño recinto, generalmente de madera, que principalmente divide un ambiente en sectores,
conectados por ventanas con rejillas; en él se instala el sacerdote a recibir las confesiones de los fieles.
Actualmente, a veces se disponen lugares en forma de pequeña oficina, más aptos para una relación
personalizada entre penitente y confesor. Pero debe haber confesionario con rejilla para quienes lo deseen.

• VÍA CRUCIS.
Son catorce o quince cruces de madera, adheridas a otros tantos cuadros (o sin ellos) y clavadas a regular
distancia en los muros de la iglesia. Representa las estaciones del camino de la cruz o de la Pasión del Señor
y nos recuerdan la Vía Dolorosa. El Vía Crucis regularmente es de 14 estaciones, pero algunas veces se le
agrega la ‘Resurrección’ como decimoquinta estación.

• NAVE.
Es la parte de la iglesia donde se constituye la asamblea en las celebraciones (bancas, pasillos, etc.).

• PILETAS DE AGUA BENDITA.


Son un recipiente con agua que previamente se ha bendecido y que está a la entrada de las iglesias, para que
los fieles se mojen los dedos en ella y puedan hacer la señal de la cruz al entrar y al salir.

•PILA BAUTISMAL.
Es una fuente de agua bendita. Antiguamente, debía haber una pila en las puertas de las iglesias; actualmente
no es obligatoria la existencia de estas pilas. La pila bautismal contiene el agua bautismal y generalmente se
divide en dos partes: la pila propiamente dicha con el agua para bautizar, y la otra menor llamada piscina que
recoge el agua que se usa al bautizar.
En las iglesias más grandes y antiguas es colocada en el ‘baptisterio’ (o bautisterio) que es el lugar donde se
4
bautiza. Cuando existe este lugar, allí se coloca normalmente el cirio pascual que se enciende durante la
celebración de bautismos.

•CIRIO PASCUAL.
Es un gran cirio que se enciende en la gran Vigilia Pascual, en las vísperas del Domingo de Pascua de
Resurrección; y el cual se mantiene encendido durante todo el tiempo pascual.
Este cirio está hecho de cera pura de abeja y simboliza a Cristo, Luz del Mundo.

En el cirio pascual se pueden observar:


1. Las letras Alfa y Omega. Esta son la primera y última letra del alfabeto griego respectivamente. La
expresión “Yo soy muertos.
2. Las cifras del año. Todos los cirios Pascuales llevan las cifras del año actual, las cuales nos hacen recordar
el tiempo en que estamos viviendo, como punto de partida el nacimiento de Nuestro Señor, y que gozosos
esperamos la segunda venida de
Cristo.
Una cruz. En los cirios se encuentra grabada una cruz, el principal objeto de devoción de los católicos,
manteniendo siempre vivo el recuerdo de la redención.
Cinco granos de incienso. Estos representan las cinco llagas de Nuestro Señor, y son colocados en los
extremos y al centro de la cruz. Según las indicaciones del Misal, en la Liturgia de la Luz de la Vigilia
Pascual, un acólito lo presenta al Sacerdote y éste va dibujando la cruz, las letras y los números que
corresponden al año.

•IMÁGENES
Aunque en el Antiguo Testamento estaban prohibidas por el riesgo de politeísmo, en la Iglesia han sido
utilizadas desde los primeros siglos, como se advierte en las catacumbas y luego en los distintos templos.
A veces se exagera el número de imágenes de santos, que, al menos psicológicamente, vienen a desequilibrar
el sentido geocéntrico y Cristo céntrico. Por eso, el Concilio Vaticano II (cf. SC 125) y la Ordenación
General del Misal Romano (OGMR 278) señalan que su número no sea excesivo, que estén dispuestas en
orden y que no distraigan de la verdadera celebración. (También que no haya más de una imagen del mismo
Santo).

•PRESBITERIO.
Antiguamente indicaba el consejo del obispo con los presbíteros.
En la actualidad, designa la parte de la iglesia que rodea el altar mayor y que llega hasta las gradas, por las
cuales se sube a él. Algunas veces está separado de la nave con una barandilla o comulgatorio.

• ALTAR.
El Altar es uno de los elementos más importantes y significativos de la liturgia cristiana. Es el símbolo de
Cristo como Piedra Angular.
Además simboliza un ara de sacrificio, pero sobre todo, es la Mesa del Señor, en la que más que inmolarse
una víctima: “se hace presente”.
Sin duda que actualmente, tiene mucho más relieve reconocer el altar al igual que el apóstol, como la mesa
del Señor (1 Co 10, 21).
Las características esenciales que se dan de todo altar cristiano son:
a) Ser y aparecer como una mesa.
b) Estar separada de la pared para que se pueda estar cara al pueblo.
c) Constituir el centro de la atención de toda la asamblea.
d) Ser único, dedicado sólo a Dios.
e) Sin imágenes ni reliquias sobre su superficie.
En el Antiguo Testamento, el altar era un monumento o piedra sobre los cuales se ofrecían sacrificios. La
5
primera mención de un altar se encuentra en Gén 8, 20 y fue cuando Noé después del diluvio edificó un altar
y ofreció holocaustos. Abrahán también edificó un altar cuando iba a sacrificar a su hijo Isaac (Gén 22, 9).
Los patriarcas erigieron altares en los lugares en donde Dios se les manifestó, para conmemorar los favores
recibidos (Gén 12, 7-8; 13, 18; 26, 25; 33, 20; 35, 1-7). Las Escrituras no dicen nada del material o de la
forma de dichos altares.
En el Nuevo Testamento, el primer altar cristiano fue la mesa en la cual Nuestro Señor, en la Última Cena,
instituyó la Misa. En la Basílica de Letrán se conservan reliquias que se cree son partes de esa mesa-altar.
Antiguamente, las misas se hacían de espaldas al pueblo. Una instrucción emitida por el Concilio Vaticano
II el 26 de septiembre de 1964, fijó varios cambios en el altar, principalmente el de su libre colocación, de
manera de que el sacerdote pudiera presidir la Misa de frente a la comunidad.
Los manteles del altar: antiguamente eran tres paños de lino que cubrían el altar en que se celebraba la
Santa Misa; el de encima llegaba hasta el suelo por ambos lados. Simbólicamente representaban el sudario en
que fue envuelto el cuerpo del Señor.
Actualmente, el Misal Romano señala que “sobre el altar ha de ponerse por lo menos un mantel por
reverencia a la celebración del Memorial del Señor y el banquete en que se distribuye el Cuerpo y la Sangre
de Cristo” (OGMR 268). El desmantelamiento del altar, es un signo conmemorativo del despojo de las
vestiduras de Jesús en el Calvario. Se hace el Jueves Santo después de la Misa. El sacerdote quita todo lo que
haya sobre el altar, excepto las velas y el crucifijo (si hubiese).Debajo del altar (no en un hoyo hecho en el
mismo altar) se colocan reliquias de santos como expresión de la “comunión de los santos”.
En toda Misa existen dos mesas: la Mesa de la Palabra y la Mesa del Pan. No estaría mal hacer notar a la
asamblea el inicio de la segunda Mesa. Resulta mucho más significativo llevar un jarro con vino y llenar el
cáliz en el altar a la vista de los fieles. Se trata de preparar la mesa.
El altar, al representar a Cristo como piedra angular de la Iglesia, es besado al inicio de cada celebración. Se
recomienda que sea completamente de piedra e inamovible.

• SEDE.
Cuando nos referimos al lugar de la celebración litúrgica y las cosas que lo componen, la mayoría de las
personas piensan inmediatamente, en forma espontánea, en el altar. Otros se imaginan el ambón y muy pocos
la sede presidencial.
Cuando hablamos de sede, muchos se imaginan algún lugar de reunión, la secretaría, la sede del club… En
este caso nos referimos al lugar donde el sacerdote se sienta para presidir la celebración. Sede significa
asiento.
Lo primero que debemos tener clarísimo, es que la sede es mucho más que un lugar para sentarse; es un lugar
simbólico porque desde la sede es el mismo Jesucristo quien preside la asamblea en la persona del ministro.
Cristo se hace presente como Rey y como Profeta de su Iglesia. Lamentablemente en muchas comunidades
este lugar pasa desapercibido porque no se le ha descubierto su significado.
El Misal cuando se refiere a la sede dice lo siguiente: “La sede del sacerdote celebrante debe significar su
ministerio de presidente en la asamblea” (OGMR 275).
La sede debe aparecer claramente como el lugar donde Jesucristo reúne a su Iglesia y actualiza el anuncio de
la salvación. Es aquí donde debemos poner todo nuestro empeño para darle realce a la sede y preocuparnos
para que la asamblea entienda y asuma el simbolismo que tiene esta silla presidencial.
Es importante, entonces, que aparezca como un lugar estable frente a la asamblea al igual que el altar y el
ambón, y no como un simple objeto que se retira cuando ya no es necesario. Debe haber un esfuerzo por
hacer que esta “silla” sea distinta a la que usan los que concelebran u otros ministros, porque en algunas
partes son todas iguales.
La sede presidencial debe ser considerada como un lugar privilegiado para el Señor y nunca como la silla de
honor reservada para el curita. Esta ha de ser vista por la asamblea como aquella sede en la que se sentará el
Hijo del hombre y ante el cual se congregarán todas las naciones (Mt 25, 31).

6
• CÁTEDRA.
Es el trono o sede del obispo desde donde enseña a su pueblo. Por lo tanto, la Cátedra está ubicada solamente
en la Iglesia principal o Catedral de una diócesis.
Una Catedral, entonces, recibe este nombre porque allí se encuentra ubicado el trono o cátedra del obispo.
Esta sede es utilizada por el obispo de la diócesis o arquidiócesis, desde donde el Pastor congrega y enseña a
su rebaño. Los demás sacerdotes, al presidir alguna celebración en la Iglesia Catedral, no pueden utilizar la
cátedra, puesto que está reservada para el pastor de la comunidad. Por esta razón, los sacerdotes o ministros
utilizan una sede secundaria, ubicada generalmente a un costado del altar mayor, pero siempre dentro del
presbiterio.

•AMBÓN.
Es el lugar destinado a la proclamación de la Palabra de Dios. La liturgia de la palabra hunde sus raíces en la
liturgia sinagogal del Pueblo judío; así también el ambón es una herencia recibida de Israel. En el Antiguo
Testamento podemos leer la narración de una primera celebración de la Palabra en la que el ambón aparece
ya como algo muy destacado: “Esdras el escriba, estaba de pie en una tarima de madera que habían
construido… Y abrió el libro, a la vista de todo el pueblo, pues se hallaba en un punto elevado” (Nehemías 8,
4-5). A través de este relato podemos notar cómo el pueblo israelita proclama la Palabra. El libro de la
Escritura aparece en un lugar elevado y visible.
El nuevo Misal establece que la dignidad de la Palabra de Dios, exige que en las Iglesias haya un sitio
adecuado para la proclamación de la Escritura, hacia la cual con facilidad se dirija la atención de los fieles
durante la liturgia de la Palabra (OGMR).
Tres son las características que subraya el Misal al respecto:
1. Que la Palabra de Dios se proclame desde un lugar (no desde un mueble que se quita y se pone);
2. Que se trate de un lugar adecuado a la dignidad de la Palabra;
3. Finalmente, que no se limite a tener sólo una buena acústica, sino que sea visualmente destacado.
No se trata de un simple mueble que cuando termina la celebración lo quitan. Así como el altar queda en la
capilla al finalizar la Eucaristía, así también el lugar de la Palabra debe permanecer siempre en su sitio. La
presencia simultánea del altar y del ambón recordará constantemente a la comunidad las dos mesas en que se
apoya la liturgia cristiana: la Palabra y el Sacramento.
Generalmente en las iglesias se observa un ambón, pero en la medida de los posible, lo recomendable son
dos ambones. En tal caso el que está a la derecha del celebrante se reserva para las lecturas y conviene que
sea más adornado; el otro será para el animador de la Misa.
Es bueno recalcar que, al momento de proclamar la Palabra lo hagamos desde un libro grande, debidamente
forrado, y no desde una simple “hoja dominical”. Si no, ¿para qué sirve un bonito ambón?

• SAGRARIO.
Es una pequeña caja o armario donde se guarda al Santísimo Sacramento en una Iglesia. En los primeros
siglos nació la costumbre de reservar las especies sacramentales. Se guardaban primeramente en las casas y
luego en los Templos. Así estaban dispuestas siempre para los enfermos. Era natural que los fieles
expresaran su veneración y adoración ante la presencia del Señor en ese entonces. Ahora, con mayor fe
sabemos que es Dios mismo sacramentado quien habita en este lugar. Es, por lo tanto, el lugar más
importante de toda la Iglesia, aún más que altar.
Es el “Sancta Sanctorum” El Santo de los santos, donde se encuentra físicamente Jesús Sacramentado.
Este fue el origen de los sagrarios o tabernáculos. Hechos de diferentes formas o estilos. Pero, no debemos
perder de vista que el fin primario y principal de la reserva de las sagradas especies en la Iglesia fue la
administración del viático.
Los fines secundarios son la distribución de la comunión en las Iglesias fuera de la misa, y adoración de
nuestro Señor Jesucristo oculto.
Sólo a partir del siglo XII la Iglesia organizó un culto eucarístico público, después de las controversias sobre
la presencia real. Durante mucho tiempo se adoptó la costumbre de reservar el Pan de Vida en una pequeña
7
torre o en una paloma eucarística suspendida encima del altar. También las especies eucarísticas se
reservaron en la Sacristía. A partir del siglo XVI se introdujo la costumbre de fijar establemente el Sagrario
sobre los altares.
La historia de la conservación del Santísimo Sacramento tuvo una última etapa cuando se fijó el Sagrario
sobre el Altar mayor de las Iglesias (vale decir sobre el más importante). Esto se mantuvo hasta el Concilio
Vaticano II.
Ahora el Misal Romano dice: “Se recomienda insistentemente que haya un lugar para la reserva de la
Sagrada Eucaristía en la Capilla, que sea idóneo para la adoración privada de los fieles. Si esto fuera posible,
se pondrá el Santísimo Sacramento conforme a la estructura de cada templo, en otro sitio que sea
verdaderamente noble y esté debidamente adornado. Y solamente en un Sagrario, sólido e inviolable (OGMR
276-277).
Algunos prefieren que el Sagrario esté en una capilla aparte, para que sea un lugar de oración y adoración
personal y comunitaria. Claro está que en muchos templos se encuentra ubicado cerca del altar principal. Lo
importante es que exista un Sagrario que los fieles reconozcan fácilmente. Es bueno que los fieles sepan que
allí encontramos al amigo, al confidente, al que dijo: “Vengan a Mí los que se sienten cargados y agobiados
porque Yo los aliviaré” (Mt 11, 28).

•LÁMPARA DEL SAGRARIO.


Es una lámpara que se encuentra al lado del sagrario y que debe estar encendida ante este a toda hora. La
Lámpara encendida es la señal de que el Santísimo Sacramento está presente en el Sagrario.

Antiguamente las leyes litúrgicas de la Iglesia requerían el uso de aceite de oliva o cera de abeja en dicha
lámpara. Sin embargo el obispo local podía permitir el uso de otro aceite vegetal. Actualmente muchas de
estas lámparas son eléctricas. Por esta razón, y en el caso que un corte muy largo de suministro eléctrico
afecte a los Templos, temporalmente se debe encender una lámpara de aceite o una vela en reemplazo de la
lámpara eléctrica.

•CREDENCIA.
Es una mesa o repisa junto al altar o a un costado de este, en que se colocan las vinajeras, la campanilla, el
lavabo y los otros objetos litúrgicos que no deben dejarse sobre el altar.

El color en la Liturgia
Objetos, ornamentos y colores litúrgicos
Colores del año litúrgico y sus tiempos
En la Iglesia Católica, cada tiempo litúrgico tiene un color asociado que se utiliza en la decoración de la
iglesia, en las vestiduras de los sacerdotes y en otros elementos litúrgicos. Los colores litúrgicos son:

8
1. Morado: Este es el color utilizado en el Adviento y en la Cuaresma. Representa la penitencia, la
reflexión y la preparación.
2. Blanco: Este es el color utilizado en Navidad y en Pascua. Representa la pureza, la alegría y la
victoria de Cristo sobre la muerte.
3. Rojo: Este es el color utilizado en la Semana Santa, en la fiesta de Pentecostés y en otras ocasiones
que celebran el Espíritu Santo. Representa el fuego del Espíritu Santo, el martirio y la sangre de
Cristo.
4. Verde: Este es el color utilizado en el Tiempo Ordinario. Representa la esperanza, la vida y el
crecimiento espiritual.
5. Rosa: Este es el color utilizado en el tercer domingo de Adviento y en el cuarto domingo de
Cuaresma. Representa la alegría y la esperanza en medio de la penitencia y la reflexión.

Además, en ocasiones especiales, se utiliza el color dorado, que representa la realeza y la gloria de Dios.

Ornamentos Morados

9
El morado es un color discreto y serio. Simboliza la austeridad, la penitencia, la profundización espiritual y
la preparación.

Por ello, las vestiduras litúrgicas moradas se usan en los tiempos de Adviento y de Cuaresma, y puede usarse
también en los Oficios y Misas de difuntos (IGMR 346.d)

El morado se obtiene de la combinación del rojo y del azul. En esta mezcla algunos autores ven la unión
entre el color rojo, que simboliza el amor, y el azul, que simboliza la inmortalidad. Otros ven la unión entre
el cielo, que se representa en el azul, y el rojo, que representa a la tierra.

Ornamentos Negros

El color negro en los ornamentos litúrgicos es permitido por la Instrucción General del Misal Romano para la
Conmemoración de los Fieles Difuntos y para las Misas de difuntos (n. 346).

En esas celebraciones también pueden usarse ornamentos morados. Parece que es mejor usar los ornamentos
negros para distinguir un color para la penitencia (morado) y otro para el duelo (negro), siguiendo la antigua
tradición litúrgica.

Ornamentos Blancos

10
Es el símbolo de la vida divina de gracia, de la luz, la alegría y la inocencia. En el año litúrgico se usa el
vestido blanco en las fiestas del Señor (Natividad, Resurrección, Epifanía..), de la Virgen Santísima, de los
Angeles y de los Santos que no fueron mártires.

Ornamentos Verdes

Se usa durante el año en los domingos que no coinciden con un tiempo especial. También se usa en la
semana, cuando no hay ninguna fiesta especial. Simboliza el fruto bueno que Dios espera de nosotros y la
virtud de la esperanza, de la frescura y la lozanía del alma.

Ornamentos Rojos

11
El color rojo representa la sangre y el fuego. Por ello la liturgia lo usa para las Misas del Espíritu Santo, que
se manifestó en forma de lenguas de fuego, y para las misas de la Pasión y de los mártires.

En la forma ordinaria, de acuerdo a la Instrucción General del Misal Romano, los ornamentos rojos se usan
“el domingo de Pasión y el Viernes Santo, el domingo de Pentecostés, en las celebraciones de la Pasión del
Señor, en las fiestas natalicias de Apóstoles y Evangelistas y en las celebraciones de los Santos Mártires.” (n.
346).

Además, cuando en Roma se celebra una misa por el eterno descanso de un cardenal se usan ornamentos
rojos. Esto es por una tradición que deriva de la Antigua Roma, en donde se usaban vestidos con franjas rojas
si el difunto había sido cónsul o general, vestidos rojos si el muerto había sido censor como narra Polibio. A
los pontífices difuntos se les reviste con ornamentos rojos. Y tras el Concilio Vaticano II, en las exequias
papales los cardenales visten de rojo.

Ornamentos Rosados

El color rosa en los ornamentos litúrgicos, es propio de los domingos de "Gaudete" (el tercer domingo de
Adviento) y "Laetare" (el cuarto domingo de Cuaresma), que servían para recordar a los ayunadores y
penitentes sobre la cercanía de la Navidad y la Pascua, y por tanto el cese de la penitencia.

El nombre de "Gaudete" viene de las palabras iniciales de la antigua antífona de entrada latina con la que se
inicia ese día la Santa Misa. Significa "alegraos". De ahí el empleo del color rosa, que es símbolo de alegría,
aunque sea de una alegría efímera, propia sólo de ciertas ocasiones.

12
El nombre “Laetare” también viene de la antífona de entrada y significa “festejad” y expresa que ya queda
poco para llegar al feliz tiempo de la Resurrección.

Se ha dicho que el origen de este color radica en que el IV Domingo de Cuaresma día el papa ungía con un
bálsamo una rosa de oro y la bendecía, enviándola después a algúna monarca de la cristiandad. Ver entrada:
La bendición de la rosa de oro.

Ornamentos Azules

En las fiestas de la Santísima Virgen se utilizan ornamentos blancos. Sin embargo, el uso de ornamentos de
color azul celeste (color del cielo, que simboliza pureza y la virginidad, y es asociado tradicionalmente a la
Virgen María) es un privilegio para España y sus antiguos territorios, aun cuando no se corresponda con el
color propio del tiempo litúrgico. Puede usarse en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María,
Patrona de España (8 de diciembre), su octava (los ocho días posteriores) y todos los sábados en que se
permitan las misas votivas de la Santísima Virgen.

Dicho privilegio le fue concedido a España por la Santa Sede en 1864, por su defensa y propagación de la
creencia en la Inmaculada Concepción, y por su insistencia a favor de la proclamación del dogma, ya que los
Reyes de España no sólo la pusieron bajo el patronazgo de esta advocación, sino que pidieron en numerosas
ocasiones a los Papas que definieran el dogma.

Los papas concedieron especial Misa y Oficio de este misterio al Reino y a todos sus dominios, al mismo
tiempo que el privilegio de usar ornamentos azules en la fiesta y durante su octava y Misas votivas.

El privilegio del uso de ornamentos de color azul celeste también se extiende a la órden franciscana por su
defensa a la Inmaculada siguiendo las enseñanzas de Duns Scotto. También lo tiene Alemania en algunas
festividades de Nuestra Señora, y algunas diócesis de Nápoles.

En todos los demás países está terminantemente prohibido, y para enfatizar esta prohibición, el decreto que
concede el "privilegio español" ha sido sacado de ediciones posteriores de las misales, no porque haya sido
revocado, sino para frustrar la posible pretensión de obtener un permiso similar por parte de cualquier otra
diócesis local.

13
Píxide, portaviaticos o teca

Dispone el Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto Eucarístico Fuera de la Misa que la Eucaristía se lleve
en una cajita o un vaso cerrado (n. 20). A este recipiente se le llama píxide o portaviático o teca. Debe ser del
14
tamaño adecuado y de un metal noble aunque, con el juicio favorable de la conferencia episcopal y con la
aprobación de la Santa Sede pueden ser de otros materiales sólidos con tal de que no se quiebren ni se
corrompan (IGMR 328-329). Pero si es de un material oxidable o menos noble que el oro habitualmente
deben dorarse por dentro (IGMR 328). El portaviáticos habitualmente se coloca dentro de una bolsa o cartera
con un cordón o cadena para que pueda colgarse del cuello, y cerca del corazón.

Si el enfermo no puede deglutir, puede dársele le comunión bajo la sola especie de vino. (Ritual de la Unción
y de la Pastoral de Enfermos, n 169 y Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto Eucarístico fuera de Misa,
n 14). Para ello, si no se celebra la misa junto al enfermo, debe guardarse en el sagrario la Sangre del Señor
en un cáliz debidamente cubierto, y llevarse al enfermo en un recipiente cerrado para evitar que se derrame.

Copón

El copón es un recipiente metálico destinado a reservar y distribuir la Eucaristía en las iglesias.

En siglos anteriores la Eucaristía se guardaba en unas cajitas cilíndricas de marfil o madera llamadas turres.
En el siglo XI se adoptó la píxide con tapa, y desde el siglo XVI adoptó la forma que actualmente tienen los
copones.

En cuanto a su forma, corresponde determinarla a los artistas, de acuerdo a las costumbres de cada región,
siempre y cuando sea adecuado para el uso litúrgico al que se destina y se distinga de otros recipientes
destinados al uso cotidiano, conforme a la Instrucción General del Misal Romano (n. 332).

Por lo que hace a su material, pueden ser de un metal noble o de otros materiales sólidos siempre y cuando
sean aptas para el uso sagrado (IGMR n. 328 y 329). Sin embargo, parece que su interior debe de dorarse por
estar en contacto con la Santísima Eucaristía.

Los copones deben bendecirse conforme a los ritos prescritos. Esta bendición la puede realizar el obispo o
cualquier presbítero.

Mientras contenga la Eucaristía debe de permanecer tapado, salvo cuando se utiliza para dar la Comunión. En
este caso, el copón puede ser cubierto con un velo llamado capillo o cubrecopón.

Durante la celebración de la Santa Misa, las hostias que van a consagrarse tanto para el sacerdote como para
los ministros y fieles, pueden colocarse en una patena amplia (IGMR 331). Sin embargo, para celebraciones

15
en las que participa gran número de fieles y para reservarse en el Sagrario, es mejor utilizar un copón con
mayor capacidad.

La patena

La patena es vaso sagrado consistente en un platillo redondo de metal en el que se coloca la hostia durante la
Misa. Con el tiempo ha disminuido su tamaño. Antiguamente eran cóncavas en la cara interna, y tenían
bajorrelieves y adornos en sus bordes, pero paulatinamente han perdido sus adornos hasta volverse platos lisos
y casi planos.

Al igual que el cáliz, está prescito que se elabore de un metal noble, aunque pueden hacerse de otros materiales
sólidos si lo autoriza la Conferencia Episcopal y la Sede Apostólica. (IGMR, n. 329). Pero si la parte interior
es de un metal menos noble que el oro o es oxidable, debe dorarse la parte interior. (IGMR, 328), como
reverencia al Cuerpo de Cristo.

A diferencia de lo que disponen las normas litúrgicas del Misal de san Pablo VI, en el uso antiguo la hostia
no se encuentra sobre la patena en todo momento, ya que antes del Canon, en el ofertorio, se deposita la
hostia sobre el corporal. La patena se coloca o bien bajo el corporal, en las misas rezadas, o la sostiene el
subdiácono con el velo humeral. Así permanece hasta que acaba el Padrenuestro cuando, tras santiguarse con
la patena, el sacerdote vuelve a colocar la Hostia encima de aquella.

El cáliz

El cáliz es el vaso sagrado que se usa para consagrar la Sangre de Cristo en la Misa.
16
El cáliz debe ser un vaso bello. En cuanto a su forma, la Instrucción General del Misal Romano dispone que
corresponde al artista fabricarlos de acuerdo a las costumbres, con tal de que sean adecuados para su uso y se
distingan de los destinados al uso cotidiano (n. 332). Sin embargo, parece preferible la forma tradicional: con
una copa y una base amplia y estable, porque evita accidentes con la Preciosa Sangre y es una símbolo
eucarístico familiar para el pueblo.

Los cálices deben fabricarse de un metal noble, o de otros materiales sólidos, como el ébano, si lo autoriza la
Conferencia Episcopal y la Sede Apostólica. (IGMR, n. 329). Un cáliz de cristal o de cerámica se puede romper
con facilidad. En cualquier caso, la copa debe ser de un material que no absorba líquidos, aunque el pie puede
ser de otros materiales (IGMR n. 330). Sin embargo, si la copa es de un metal oxidable o menos noble que el
oro, debe dorarse por dentro (IGMR, n. 328), como reverencia hacia la Sangre de Cristo.

Los cálices deben de ser bendecidos por el obispo o por el sacerdote antes de ser usados. (Ceremonial de
Obispos n. 986 e IGMR n. 333).

La custodia

La custodia u ostensorio es la pieza en donde se coloca el Santísimo Sacramento para ser expuesto a la
adoración.

Surgió con el objeto de prolongar la exposición del Santísimo de las elevaciones, y presentar al Señor a los
fieles para ser adorado.

La custodia puede realizarse de distintos materiales y de distintas formas, pues corresponde al arista decidirlo,
como indica la Instrucción General del Misal Romano (n. 332). Antiguamente se requería que en su parte
superior terminara con una cruz visible. En su forma más habitual se construye con unos rayos metálicos que
salen del espacio en donde se coloca la hostia, para recordar que Jesús es el sol que nace de lo alto (Lc 1, 78).

17
En la custodia se coloca el Santísimo gracias a una media luna o viril que le da soporte. Por tener contacto con
el Cuerpo de Cristo, se ha considerado que tiene que si es de un metal menos noble que el oro, debe dorarse
por dentro. El viril, con la Sangrada Forma, se guarda en el sagrario, en una píxide especial.

Es costumbre que, cuando la custodia no está siendo usada, esté cubierta con un velo o una funda.

Ciriales y cruz alta

Los ciriales son los candeleros altos que llevan los acólitos denominados ceroferarios durante las
procesiones, y acompañan a quien proclama el Evangelio.

En la procesión de entrada deben ser dos los ciriales, en medio de los cuales camina el cruciferario que porta
la cruz (IGMR 120). Pero cuando celebra el obispo en su diócesis, pueden ser hasta siete (CE 124). Cuando
los ceroferarios caminan acompañando al Evangeliario, avanzan un adelante de este libro, y se colocan a los
lados del ambón (IGMR 133).

Suelen tener una altura de unos dos metros aproximadamente. En Roma la costumbre es que sean más cortos.
Es por eso que la costumbre romana de la que habla el Ceremonial de los Obispos es que el ceroferario que
avanza por la derecha coloque su mano izquierda en el pie del cirial, y la derecha en la mitad; y el que
avanza por la izquierda coloque su mano derecha en el pie del candelabro y la mano izquierda en la mitad
(primera parte, nota 66).

18
La bandeja de la comunión

La bandeja de la comunión es un platillo que se utiliza para que las partículas o gotas del pan y del
vino consagrados (si se da bajo las dos especies) no caigan al suelo, sino que se queden sobre esta bandeja,
que posteriormente será purificada. Es una muestra de fe, delicadeza y amor con el Santísimo Sacramento. La
Instrucción General del Misal Romano prevé que se use (n. 118), y la Instrucción Redemptionis Sacramentum
señala que “se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.” (n. 93)

Hasta el momento de la comunión se suele colocar en la credencia. Durante la comunión la sostiene un acólito,
generalmente situado a la izquierda del sacerdote. Si se sitúa a la siniestra el acólito, conviene que sostenga la
bandeja con la mano izquierda para que sea más natural su movimiento acompañando la Forma.

Tertuliano, en el siglo II, al comentar cómo se celebraba la Eucaristía en esa época, comentó que era muy
preciso tener sumo cuidado para “no dejar caer en la tierra la mínima partícula” de la comunión (De
Oratione, 19). Es por ello que se emplea la bandeja de la comunión.

El atril

La Instrucción General del Misal Romano dispone que, terminada la oración universal, el acólito coloca sobre
el altar el misal (n. 139). No dice nada acerca de que el misal se debe colocar sobre un atril. Sin embargo,
siguiendo la antigua costumbre, suele colocarse sobre un atril.

El atril es útil para facilitar el cambio de páginas y la lectura. Puede adornarse con una tela del color litúrgico
del día.
19
En la forma ordinaria, conviene que el atril se coloque en la credencia desde el inicio de la Misa y hasta el
comienzo de la Liturgia Eucarística, en que se lleva con el misal al altar. Ahí permanece mientras se usa, por
lo que debe regresar a la credencia para decir la oración después de la Comunión.

Antiguamente el misal también podía colocarse sobre una almohadilla.

En la forma tradicional pueden colocarse dos atriles, uno a la derecha y otro a la izquierda. Como hay partes
de la Misa que se dicen en el lado de la epístola y otras en el lado del Evangelio, y si los atriles son grandes y
pesados, se evita el tener que trasladarlos, y se puede simplemente mover el misal.

En la actualidad existe otro tipo de atril en la liturgia, que es el que tiene una base que llega hasta el piso. Se
utiliza para sostener el misal frente al celebrante cuando se encuentra en la sede. Se parece al ambón, pero no
lo es. Para que no se confunda, debe ser más sencillo. Y debe ser móvil, de forma que se pueda retirar con
facilidad. Si un acólito sostiene el misal, no se requiere. También se usa para sostener los papeles de apoyo
para la homilía, cuando se dice desde la sede. Esta es la forma en la que lo usa el papa Francisco.

La campanilla

La campanilla es un objeto litúrgico que sirve para llamar la atención de los fieles que participan en la Misa o
en otras celebraciones. Su uso depende de las costumbres. Puede utilizarse en el momento de partida de la
procesión de entrada para que los fieles se pongan de pie y el coro inicie el canto. También se usa en la
Liturgia Eucarística para avisar que Jesús se hará presente, por lo que puede tocarse en la epíclesis y en las
elevaciones.

La Instrucción General del Misal Romano dispone que si se considera conveniente, “un poco antes de la
consagración” el acólito puede advertirlo con un toque de campanilla y, de acuerdo a las costumbres locales,
tocarla en cada elevación. (n. 150).

En la liturgia papal se toca la campanilla una sola vez antes de la epíclesis, y se toca tres veces durante cada
elevación.

La foto que ilustra la entrada es la campanilla usada en las celebraciones papales en la Basílica de San
Pedro.

20
La cucharilla del agua

El Código de Derecho Canónico dispone que el Sacrificio se debe de ofrecer con pan y vino, “al cual se ha de
mezclar un poco de agua.” (Can. 924 § 1.). La mezcla del poco de agua con el vino se realiza en el ofertorio,
en donde el sacerdote de pie a un lado del altar “vierte en el cáliz vino y un poco de agua, diciendo en
secreto: Por el misterio de esta agua…” (IGMR n. 142).

¿Cuánto es el “poco de agua” que debe de mezclarse? Esto supuso un debate en la Edad Media. Para asegurarse
que fuera más vino que agua, en Flandes, Francia, Inglaterra y Alemania apareció una cucharita que permitía
poner poca agua en el vino.

Al poco tiempo surgieron vinajeras con una forma de cánula que permitieron dosificar el agua y supusieron
una alternativa a la cucharilla. Eso implicó que las cucharillas cayeran en desuso salvo en algunos países.

La cucharilla no está prevista en las rúbricas. En el siglo XIX se preguntó a la Sagrada Congregación de los
Ritos sobre su uso, y se respondió que “el uso de una pequeña cuchara no está prohibido”, con lo que la autorizó
en los países en donde existía la costumbre de usarla, como en los germánicos y en España. En España, no
obstante, la cucharilla ha caído en desuso.

En España la cucharilla solía estar sujeta a una cinta que se termina por la otra punta en una borla o en una
medalla; dicha cinta se colocaba sobre el purificador, haciendo colgar la cucharilla por un lado y la borla por
el otro. En Alemania y en los países germánicos la cucharilla va sola, por eso se la pone dentro de la copa del
cáliz, sobre el purificador que, a causa de ello, debe ser hundido en el centro, hasta el fondo de la copa. En
algunos lugares la cucharilla se coloca en la bandeja de las vinajeras.

Con independencia de dónde se coloque antes del ofertorio, se emplea del siguiente modo: el sacerdote o el
ministro vierte vino de la vinajera en el cáliz; deja la vinajera y con la cucharilla toma un poco de agua de la
otra vinajera y la echa en el cáliz mientras dice la oración; tras ello, deja la cucharilla.

21
El lavabo

En la liturgia se utiliza la jofaina y el aguamanil. No son objetos litúrgicos, sino objetos que se usan en la
liturgia. Es decir, se trata de objetos cuyo uso es anterior a las celebraciones, y cuyo uso no se limita a la
liturgia.

El aguamanil es el jarro con pico vertedero y asa grande en el que se coloca agua para ser derramada sobre las
manos.

La jofaina es el recipiente en el que cae el agua que se vierte con el aguamanil en el lavado de las manos.

Ambos se hacen a juego y pueden ser de cristal, de cerámica o de metal. En muchos lugares el aguamanil y la
jofaina de metal se reservan al obispo, pero no hay una norma sobre ello.

Las vinajeras

Las vinajeras son dos jarras pequeñas usadas en la Santa Misa, para contener el agua y el vino que se utilizarán.
Pueden hacerse de distintas formas y tamaños, pero usualmente tienen asas y alguna pieza que permita taparlas.

22
Se recomienda fabricarlas en cristal, porque se limpian fácilmente, se evita la reacción del vino con un metal,
y su transparencia evita confundir el agua y el vino. Pero también pueden hacerse de algún otro material. En
este caso es aconsejable ponerle una V (Vinum) a la vinajera del vino y una A (aqua) a la del agua, para poder
distinguirlas fácilmente.

Es usual que las vinajeras se coloquen sobre una bandeja especialmente hecha para éstas, que permite
transportarlas con facilidad.

Antes de la Misa, deben colocarse sobre la credencia con suficiente agua y vino. De ahí son llevadas al altar
para preparar el cáliz. Después, se regresan a la credencia. Si los fieles presentan el vino al sacerdote en el
ofertorio, se colocan en una mesa fuera del presbiterio, donde las toman los fieles. Una vez preparado el cáliz,
se llevan a la credencia. En caso de que las abluciones se hagan en el altar, son llevadas nuevamente para ello.

En la foto de abajo aparecen unas vinajeras que son usadas en las celebraciones papales.

El incensario y la naveta

El incienso es una resina que, cuando se quema, emite un olor agradable. Esta resina se toma de la savia de
las plantas de la familia terebintáceas.

En las Escrituras aparece el incienso varias veces con un significado de culto, honor y oración de sacrificio,
además de los usos de aromatización y purificación.

Como culto aparece en la ofrenda de los Magos al niño Jesús (Mateo 2,11). Con ese incienso, los magos
adoraron al niño Jesús, es decir le dieron un uso latréutico, es decir, de instrumento de culto.

Como honor también aparece en los regalos de los Magos al Señor. Cada uno de los obsequios resaltan una
característica: oro porque es Rey, incienso porque es Sacerdote, y mirra porque es profeta, Cristo. Aquí
vemos, por lo tanto, el uso de incienso como un honor hacia lo sagrado. Por eso la Iglesia usa incienso en
honor a los sacerdotes, reliquias, imágenes e incluso las personas.

Finalmente, como oración y sacrificio, aparece en el salmo 141, en donde dice “Suba a ti, Señor, mi oración
como incienso en tu presencia.”, y en el Apocalipsis se menciona que vino un ángel “que se ubicó junto al
altar con un incensario de oro y recibió una gran cantidad de perfumes, para ofrecerlos junto con la oración

23
de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y el humo de los perfumes, junto con las
oraciones de los santos, subió desde la mano del Ángel hasta la presencia de Dios.”

El incensario es un pequeño brasero suspendido por cadenas, en la que se quema el incienso. También se le
llama turíbulo.

Tiene varias partes:

1.- Base, que es el lugar en donde se depositan los carbones y el incienso, que sirve como brasero.

2.- Tapa (opérculo), que es la parte superior del cuerpo del incensario, y es lo que permite abrir y cerrarlo.

3.- Las cadenas, que son las que sostienen la base del incensario y la tapa. Normalmente son tres unidas la
base y una más unida a la tapa.

4.- El disco, que es un cilindro al que llegan las tres cadenas unidas a la base.

5.- Las argollas, que son dos anillos: uno se encuentra en la parte superior del disco y uno más al final de la
cadena que sale de la base.

24
La naveta es el complemento obligado del incensario. Consiste en una caja que contiene el incienso.
Normalmente, tiene forma de nave, de ahí su nombre. Siempre va acompañado de una cuchara con la que se
pone el incienso en el turíbulo.

El cirio pascual

El cirio pascual es una vela de tamaño mayor a las demás, que tiene dibujada una cruz, el signo del alfa, del
omega y el año y cinco granos de incienso clavados. Es un símbolo de Cristo resucitado y de su luz. Es una
vela de renovación anual. Se bendice en la Vigilia Pascual de cada año, con lo cual se sustituye el del año
anterior.

25
En algunos lugares existía la costumbre de que el IV domingo de Cuaresma los sacristanes pedían cabos de
velas a los fieles. Con esos cabos elaboraba el cirio pascual. En algunos lugares en este día se hace una
colecta especial para adquirir el cirio. Sea con el donativo de cera o con el de dinero, que la comunidad
obsequie el cirio es una ofrenda, y cobra sentido la expresión del pregón pascual: “En esta noche de
gracia, acepta, Padre santo […]la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.”

En la Vigilia Pascual, fuera de cada templo, se enciende el fuego nuevo y se bendice con una oración. Tras
ello, se le pasa al celebrante el cirio, en el que traza una cruz, el signo del alfa y el del omega y cinco granos
de incienso

El conopeo

El conopeo es un velo que cubre el sagrario donde se reserva la Eucaristía. Debe ser del color litúrgico
propio del día, salvo negro. En algunos casos es de tul y en otros es de una tela más pesada. Si el Santísimo
se retira, se quita el conopeo o se levanta.

El conopeo es un signo de la tienda del tabernáculo del Arca de la Alianza. Por tanto, debe recubrir el
sagrario completamente. Esto supone que muchas veces se oculte la suntuosidad o el arte empleado en la
construcción del sagrario. Sin embargo, esto hace que todos los sagrarios sean iguales, desde los más
sencillos hasta los de mayor elaboración: todos parecen una rica tienda en la cual habita el Señor.

El conopeo, además, tiene una función práctica, pues indica que el Santísimo está en su interior. De esta
forma, en un templo con varios sagrarios, los fieles pueden saber en donde está reservado el Santísimo
porque tiene un conopeo.

26
El velo del copón

El velo del copón también llamado capillo o cubrecopón es una pieza circular de tela dorada o seda blanca,
que se usa para cubrir el copón cuando contiene formas consagradas.

A diferencia del cáliz, que se cubre con un velo cuando no se usa, el copón puede cubrirse cuando en su interior
hay formas consagradas. Su objeto es hacer notar que dentro está el Cuerpo de Cristo, y con ello evitar
accidentes derivados del desconocimiento de si las hostias han sido o no consagradas. Su uso no es obligatorio,
pero es muy recomendable por la razón antes señalada.

Como se decía, mientras el Santísimo Sacramento esté reservado en él, el copón se puede cubrir, y se debe
eliminar el velo cuando no lo esté. Por tanto, al inicio de la Misa debe de estar descubierto el copón, y se le
coloca el velo justo antes de colocarlo en el tabernáculo después de la Comunión. Esto quiere decir que tras la
consagración no debe de velarse el copón, sino hasta que se va a reservar.

La palia

La palia es una pieza de tela cuadrada, reforzada de cartón o madera en su interior, que se coloca sobre el cáliz.
La parte superior de la palia se puede adornar ricamente. Si tiene forma redonda se llama hijuela. Su uso es

27
optativo, conforme a la Instrucción General del Misal Romano (n. 142). Sin embargo, es muy conveniente
usarla para evitar que el polvo o los insectos entren dentro del cáliz.

Antes de la Misa se coloca sobre la patena con la hostia que, a su vez, se coloca sobre el purificador puesto
sobre el cáliz. Se quita para la presentación de los dones y, tras la presentación del vino, se coloca directamente
sobre el cáliz. Se vuelve a quitar en el momento de la epíclesis, y se regresa tras la consagración del vino.
Nuevamente se quita en el momento de la fracción del pan. Si un diácono asiste a la Misa, él debe de quitarla
y ponerla; de lo contrario lo hace el sacerdote. Cuando se descubre el cáliz, la palia suele colocarse sobre el
purificador para que el sacerdote pueda tomarla con mayor facilidad.

El manutergio

El manutergio es un paño con el que el celebrante se seca las manos cuando se las lava en la Misa. Puede ser
de lino, de toalla, o de otro material que sea absorbente. Suele bordarse una cruz u otro signo litúrgico en un
borde, para distinguirlo del purificador. En algunos lugares se le llama cornijal.

En algunos lugares, el manutergio se coloca sobre el altar, cuando se ponen las vinajeras sobre éste. En estos
casos se pone por encima del mantel y por debajo de las vinajeras, del lado derecho del celebrante. El objeto
es que, si cae una gota de vino cuando se prepara el cáliz o se hacen las purificaciones, no llegue al mantel y
lo manche.

28
El corporal

El corporal es un paño cuadrado, que se extiende durante la Misa encima del altar para colocar sobre ello el
cáliz, el copón y la patena, y dejar sobre éste la hostia en la forma tradicional. Su nombre viene del latín corpus,
que significa Cuerpo, pues sobre ella va a reposar el Cuerpo del Señor.

Debe ser de un lienzo blanco. Es preferible que no lleve adornos, para significar mejor la asociación que
tradicionalmente se ha hecho con el santo sudario. No obstante, se suele poner una cruz en el centro del lado
más próximo al celebrante.

Su uso en la Misa es obligatorio (IGMR 80). Además, se debe usar en la exposición del Santísimo, para colocar
encima la custodia o copón. También se coloca sobre una mesita cuando se lleva la comunión a los enfermos.

El corporal se dobla en nueve secciones iguales. En la Misa se extiende sobre el altar en el momento del
ofertorio y tras la Comunión se lo dobla y retira. En la forma tradicional se extiende desde el comienzo de la
Misa hasta después de la Comunión.

El modo normal de extender el corporal es el siguiente: a) Se coge el corporal con la mano derecha y se coloca
plano en el centro del altar, aún doblado; b) se desdobla primero a la izquierda y luego a la derecha,
conformándose tres cuadrados; c) se desdobla la sección más alejada del celebrante, hacia fuera, de modo que
queden seis cuadrados; d) finalmente, se desdobla el pliegue más próximo al celebrante, quedando visibles los
nueve cuadrados, y se ajusta el corporal a unos tres centímetros del borde del altar.

Para doblar el corporal se siguen los mismos pasos pero a la inversa: se doblan los tres cuadrados más próximos
al celebrante hacia dentro; después los tres más lejanos hacia sí, y finalmente los cuadrados derecho e izquierdo
hacia el central.

29
El purificador

El purificador es un paño rectangular que se suele plegar longitudinalmente, que suele tener una cruz o símbolo
litúrgico estampada en el centro. Se utiliza a modo de toalla en la limpieza de los vasos sagrados o la cruz
cuando es besada. No se debe adornar en exceso y debería ser de lino blanco o de otro tejido absorbente.

Antes de la Misa se coloca sobre el cáliz, y encima del purificador se dispone la patena con la hostia de mayor
tamaño. En el ofertorio, antes de preparar el cáliz, se coloca a la derecha del corporal, y de ahí es tomado para
ser usado por el sacerdote. Tras las abluciones, se vuelve a colocar encima del cáliz, como al inicio de la Misa.

Importancia y responsabilidades de los lectores. Alcances


OBJETIVO
Los integrantes del equipo de Lectores conocerán al finalizar la reunión cómo ejecutar fielmente su función y
el perfil humano necesario para desempeñarlas devotamente.

CANTO. LECTURA Y REFLEXIÓN


Canto: «Id y enseñad»
Oración: «Señor, tu nos has llamado a tu servicio, pidiéndonos
prestadas nuestras voces, la inteligencia y los ojos
para proclamar tu Palabra en las celebraciones. Que al
responder a ese llamado seamos fieles a lo que tu quieres
que trasmitamos a los demás. Aumenta nuestra
humildad y sencillez para ser sal y luz de los demás.
Amén.
Lectura: Lucas 4, 16 22
Reflexión
30
¿Qué aptitud asume Jesús en la Sinagoga de Nazaret?
¿Soy consciente de que su función en ese momento era la de transmitir a la asamblea reunida la Palabra de
Dios dada a Isaías?
¿Qué actitud asume la asamblea ante la forma de proclamar del
Maestro?
¿Mi vida, acciones y forma de proclamar la Palabra de Dios, ayudan a la asamblea a entender que es el
mismo Dios quien les habla?

El lector debe tener buenas técnicas de lectura al proclamar la Palabra de Dios.


¿QUIÉN ES EL LECTOR?

Un LECTOR es un ministro laico que proclama la Palabra de Dios durante la celebración.


La PROCLAMACIÓN es un anuncio solemne, una declaración hecha delante de personas.
Pueden ser instituidos según el rito, para prestar este servicio.

«La Asamblea, sin embargo, necesita de Lectores, aunque no estén instituidos para esta misión. Hay que
procurar que hayan algunos laicos, los más idóneos, que estén preparados para ejercer este ministerio. Si se
dispone de varios Lectores y hay que proclamar varias lecturas, conviene distribuirlas entre ellos».

Jesús en su último mandato se dirigió no solamente a los Sacerdotes y Diáconos, sino también a los laicos,
que tienen también el legítimo derecho de proclamar al Palabra de Dios.

Cuando hablamos de proclamar la Palabra de Dios, estamos hablando de comunicar lo que Dios Quiere decir
a su pueblo, de lo que el Señor, crador y Pade de todos, quiere poner en la mente y el corazón de los que lo
escuchan, siempre con la finalidad de que esa Palabra produczca frutos de vida eterna.

La comunicación es un arte a través del cual podemos llevar mensajes a los demás. Pero para que ese
mensaje que queremos transmitir llegue a los que nos oyen, en una forma clara y precisa, es necesario que
usemos los términos correctos.

Otor concepto que debemos entender es Ministerio. En Latín, la Palabra Minsterio significa Servicio. De ahí
que un Ministro que ejerce un Ministerio es un servidor de la comunidad.

Cristo resume su vida no en ser servido, sino en servir, y esto nos pone de frente a la importancia que tiene el
hecho de servir en cualquier ministerio. El ministerio, el servicio a los demás, nos asemeja a Cristo.

31
Las últimas palabras de Cristo que encontramos en el evangelio, y que se consideran como el mandato final
de Jesús a los apóstoles son: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautícenlos en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he
encomendado” (Mt. 28, 19-20).

Estas palabras de Cristo son también para nosotros, y con ellas Cristo nos manda ir por todo el mundo
predicando, ejerciendo el Ministerio de la Palabra. San Pablo nos dice también que la fe entra por la Palabra,
y ese es el mandato de Cristo para todos nosotros.

San Marcos 16, 15 nos dice: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la Creación”. Y
esa Buena Nueva la anunciamos cuando predicamos y proclamamos la Palabra de Dios.

El lector o proclamador de la Palabra no solo tiene un oficio en la Iglesia; no es digamos un simple


predicador o lector y nada más, como quizás mucho lo ven o lo entienden. El proclamar la Palabra de Dios es
una Misión Divina, y esa dignidad no la puede ejercer cualquier persona que simplemente lea bien, si antes
no ha penetrado en el contenido de esa Palabra, si no vive el Mensaje de esa Palabra.

El Concilio Vaticano II, que comenzó en 1962 y terminó en 1965, fue el que abrió las ventanas para renovar
el servicio en la Iglesia, y dió un lugar a los laicos, en la proclamación de la Palabra.

Cuando un lector proclama, está ejerciendo un ministerio tan importante, como el Sacerdote y el Diácono. El
Sacerdote no puede comer el Pan de la Eucaristía, si antes no se ha comido el Pan de la Palabra de Dios,
porque tiene como oficio transmitir al pueblo los mandatos de Dios.

El lector o ministro de la Palabra, con su presencia y con su voz, debe respetar la dignidad de su ministerio.
Hay conceptos muy prácticos que nos ayudan a comprender la dignidad del ministerio de la proclamación de
la Palabra. Y esto es algo muy importante, porque quizás sin pensarlo, podemos minimizar o disminuir la
dignidad de la Palabra de Dios de muchas maneras, a veces con el vocabulario, y otras veces conformas y
actitudes que plantean ciertas interrogantes a los que nos observan.

Deben siempre recordar que aunque el lector es muy importante en la liturgia de la Palabra, es mucho más
importante el Mensaje de Dios a su pueblo. La misión del lector ne es más que poner su persona, que es algo
secundario, y por tanto, debe presentarse con mucha humildad, y siempre listo y preparado en todo lo que él
puede, para que la gente reciba el Mensaje de Dios.

¿Quién Escoge A Los Lectores Para Las Misas?

Todo candidato debe ser conocido, participar de las celebraciones y debe ser un miembro inscrito de la
parroquia. El sacerdote da la aprobación final de los lectores en una parroquia. Es importante que todos los
lectores reciban el entrenamiento apropiado y la preparación completa antes de comenzar su
ministerio. También se sugiere que los lectores sean bendecidos por el pastor. Para cada celebración se
asignan los lectores mediante un calendario de servicio trimestral.

¿Cómo Debe Preparase Un Lector?

Todos los lectores deben tomar tiempo antes de la Misa para estudiar las escrituras y practicar su lectura en
voz alta. Practicar diez minutos antes de la Misa no es una preparación debida, pero diez minutos al día
durante la semana antes de la Misa si es una práctica adecuada. Los lectores también deben sacar teimpo para
orar y leer las otras lecturas del dia para así poder comprender el contexto de su lectura en particular. A
través de este estudio y prática, la lectura podrá transformarse en la Palabra Viva de Dios.
32
RETRATO DE UN BUEN LECTOR
A) Experiencia de Dios
No se trata, por tanto, sólo de una función material de lectura, el Lector debe asumir su función sacramental,
ya que a través de su servicio «es Dios mismo el que habla».

Puesto que Proclamar es llegar de viva voz al corazón del oyente, interesa mucho la actitud empática (entrar
dentro del otro). La importancia de este servicio radica en que simplemente prestamos a Dios, como lo
hacían los Profetas, el cuerpo, el espíritu, la mente y los sentidos, para transmitir lo que Dios quiere decir a
su pueblo. Por tanto, el mensaje que transmite el Lector, debe llegar primero a él, entender qué quiere
expresar el Señor, para así evitar cambiar el sentido de sus palabras.

B) Conocimientos litúrgicos
La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores una cierta percepción del sentido y de la estructura de la
Liturgia de Ia Palabra y las razones de la conexión entre ésta y la liturgia Eucarística.

El Lector, aunque sea laico, presta un servicio propio en la celebración eucarística, servicio que debe ejercer
él, «aunque haya otro ministro de grado superior». El Lector debe saber leer bien y entender lo que lee; en
este caso litúrgico no lee, sino que proclama.

Un buen lector debe tener buenos conocimientos sobre la Liturgia, para poder desempeñar de buena manera
su papel.
33
C) Condiciones personales
· Prepárese

Espiritualmente: orando con la Palabra de Dios en las manos.


Litúrgicamente: conociendo y dando razón teológica de cada uno de los signos que giran en torno a la
Palabra de Dios: el libro mismo, su cuidado y el trato que se le da, etc.

Técnicamente: adiestrándose en el uso del micrófono y en las reglas de vocalización y dicción.


· No se presente vestido de cualquier manera (traje informal): ni sudadera (menos pantaloneta). ¿Por qué?
Por el respeto tan grande que se merece el ser transmisores de la voz misma de Dios.

COMPROMISO
Revisar nuestras actitudes personales de acuerdo a las condiciones personales de un buen Lector. Fortalecer
la espiritualidad para que Dios haga sentir su mensaje a de nuestro servicio.

Alcances
“Cristo está presente en su palabra ya que es Él mismo el que habla cuando las Escrituras Sagradas son
leídas en la Iglesia”

¿Qué hace a Cristo presente?


Es la acción de escuchar las Escrituras al ser leídas en voz alta, o proclamadas, en la iglesia.
Por lo tanto, la manera como usted proclama las Escrituras es sumamente importante para que la comunidad
entera tenga una experiencia de alta calidad. Por eso es importante cultivar y practicar habilidades para mejorar
la manera como proclamamos y saber dar una buena entonación.
Esto viene de una autoridad de tanta confianza como lo es el documento del Concilio Vaticano II: La
Constitución de la Sagrada Liturgia. Esto significa que, como lector, cuando usted proclama las Escrituras
durante la Liturgia de la Palabra, Cristo habla a través de usted. ¡Esto es realmente un gran privilegio!
Piense en esto por un momento:
Usted, el lector, no es simplemente alguien que se para delante de la asamblea Eucarística y lee en voz alta
algunas palabras sagradas de una página impresa. Cuando usted proclama las lecturas bíblicas algo sucede un
gran misterio que no sucedería si cada uno de los fieles en la congregación leyera en silencio las lecturas del
misal para ellos mismos.
34
El ministerio de lector es muy importante.
Porque la Palabra de Dios es, primero que todo, una palabra hablada, una palabra dinámica, una palabra
dirigida a nosotros por Dios.
Permita que Dios imparta su Palabra a través de usted, a la asamblea.
Cuando usted proclama la Palabra de Dios, ésta cobra vida y su papel es dejar que la Palabra de Dios tome
vida dentro de usted mismo; y de esta manera, la congregación sentirá que la Palabra de Dios ha cobrado vida
dentro de ellos también.
Como lector,
usted llega a ser el medio que Dios utiliza para tocar y convertir los corazones de la gente, reunida precisamente
con ese propósito.
Por lo tanto, con la proclamación y la homilía esperamos conversiones

Cualidades del buen lector en la proclamación de la palabra

Habilidades de Comunicación que Debemos Aprender y Practicar

Las habilidades que sirven bien a los oradores públicos son también las mismas habilidades
que sirven a los proclamadores de la Palabra. Estas habilidades no son fáciles de dominar y
las expectativas de la gente continúan en aumento, ya que los medios de comunicación nos
muestran a presentadores altamente pulidos y hábiles (Meagher & Turner, 2007, p. 43).

Como lectores, no se espera que seamos actores profesionales. Sin embargo, la expectativa es que
tomemos nuestro ministerio con mucha seriedad y que busquemos siempre mejorar nuestras
habilidades como proclamadores de la Palabra. De esta manera, también aprendemos a ser más
transparentes y permitimos que Dios sea visible en la Palabra (Meagher & Turner, 2007, p.
43).

Igualmente, hay que tener en cuenta las necesidades del oyente. La comprensión del texto es
el primer desafío para el lector. El segundo es asegurarse de que el oyente entiende al lector
(Wallace, 2004, p. 46). Si murmuramos, balbuceamos o leemos muy rápido, distraemos a la
gente y se pierden cómo Dios les está hablando en ese momento (Meagher & Turner, 2007, p.
43).

Existen varias áreas en particular a las que debemos prestar mucha atención en nuestro estilo
de presentación para que los oyentes escuchen verdaderamente la Palabra (Meagher & Turner,
2007, p. 43).

35
Las habilidades necesarias para hablar en público que más nos interesa desarrollar, para poder
desempeñar bien nuestro ministerio, son las siguientes:

Habilidades de Comunicación Verbal

a. Respiración Adecuada y Control de la Respiración


b. Tono Monótono y Variedad Vocal
c. Énfasis y Acentuación en las Palabras y Frases
d. Paso Adecuado y Velocidad de la Lectura
e. Pausar
f. Articulación y Pronunciación Clara

Habilidades de Comunicación no Verbal

a. Postura
b. Contacto Visual
c. Reverencia
d. Posición de Las Manos
e. Movimientos y Caminar
f. Cometer Errores

Habilidades de Comunicación Verbal

Respiración Adecuada y Control de la Respiración

Muchos lectores Litúrgicos practican ciertos aspectos de su ministerio, incluyendo: el contacto


visual, tono de voz, ritmo y pausa. Sin embargo, muy pocos prestan atención a la parte más
fundamental de hablar: la respiración.

Una de las piedras angulares para convertirse en un buen lector es aprender a respirar
correctamente y cómo controlar la respiración para que se utilice de manera óptima cuando se
lee.

Todo el mundo respira. Es una de las cosas más naturales que hacemos. Sin embargo, si
preguntamos a cantantes u oradores públicos consumados cuál es la parte más importante de
la técnica vocal, nueve de cada diez nos dirán la "respiración".

Pierda Su Aliento, Pierda Su Voz

Para hablar, es necesario respirar.

Compruébelo usted mismo haciendo este sencillo experimento: trate de inhalar y hablar al
mismo tiempo. ¿No puede hacerlo? Eso se debe a que el movimiento de aire hacia el exterior,
36
creado por la exhalación, es necesario para que las cuerdas vocales hagan su trabajo.

Aquí hay otro pequeño experimento: exhale lo más que pueda. Deje salir el aire por la nariz y
la boca, empujado hacia fuera todo el aire que contienen sus pulmones. Ahora trate de hablar.
Tal vez pueda producir algo de tono o sonido, pero no mucho, y no de una buena calidad. Y
definitivamente, no se siente nada bien tratar de hablar de esta manera.

Así que, como puede ver ahora qué importante es para el orador tener un suministro de aire
adecuado, viajando en la dirección apropiada.

Entonces, ¿hay alguna forma especial de respirar que le ayudará a hablar y leer mejor? ¡Sí!
¡Definitivamente!

Habilidades de Comunicación No Verbal

Si bien hemos prestado mucha atención a los aspectos verbales de la proclamación de la


Sagrada Escritura en la Misa, sus habilidades de comunicación no verbal son también
extremadamente importantes (Meagher & Turner, 2007, p. 48).

Expertos en la materia nos recuerdan una y otra vez que "el lenguaje no verbal habla más
fuerte". El lenguaje no verbal es todo menos las palabras que salen de la boca (incluyendo el
lenguaje corporal, vestimenta, postura, actitud, etc.). Si la manera en que nos presentamos
ante un público es desagradable, molesta o distrae, ahogará todo lo que tengamos que decir.

Los lectores que se desplazan rítmicamente de un pie al otro, que se inclinan sobre el
micrófono o llevan enormes aretes colgando, permiten que una competencia injusta les
acompañe hasta el ambón. Su lenguaje no verbal ahogará su proclamación (Rosser, 1996, p.
88).

Posturas

En primer lugar, es importante tener una buena postura, ya sea que va en procesión
–caminando- o está de pie ante el ambón (Meagher & Turner, 2007, p. 48).

37
Si está encorvado, distraerá a las personas de la lectura, de la misma manera que distrae el
inclinarse hacia atrás y meter las manos en los bolsillos (Meagher & Turner, 2007, p. 48).

También cuando esté de pie frente al ambón, permanezca quieto y evite moverse
nerviosamente. El estar cambiando su apoyo de un pie al otro o moverse ligeramente hacia
arriba y abajo distraerá mucho a la asamblea de su lectura. A menudo, estos son gestos de
nerviosismo y no somos conscientes de ellos. Por lo tanto, las opiniones de los demás nos
ayudan para determinar si tenemos algún problema que debemos corregir (Meagher & Turner,
2007, p. 49).

Una buena postura relajada, ni rígida ni descuidada, es muy necesaria, no sólo por lo que
transmite, sino porque es necesaria para el uso efectivo del cuerpo en las comunicaciones
públicas (Rosser, 1996, p. 88).

Eche los hombros hacia atrás, coloque sus piernas justo debajo de los hombros (¡no trabe las
rodillas!) y mantenga la espalda recta. Esta postura digna, alerta y con elegancia transmitirá la
importancia de la proclamación. Sin embargo, tenga cuidado de no echar los hombros
demasiado hacia atrás y sacar demasiado el pecho para que no proyecte un aire de arrogancia
en vez de humildad y dignidad. El practicar delante de un espejo le ayudará a encontrar una
postura que se vea y se sienta más apropiada (Meagher & Turner, 2007, p. 48).

Contacto visual

Mientras se lee desde el ambón, es importante establecer un contacto visual con la comunidad
de fe, o asamblea, (Meagher & Turner, 2007, p. 48).

Un consejo que frecuentemente es ofrecido a los oradores públicos es que deben tener contacto
visual y mirar a los oyentes durante la lectura. Esto también es válido para los lectores o
proclamadores de la palabra, aunque hay unos matices distintos. Queremos que los oyentes
sientan que les estamos leyendo directamente a ellos, que incluye de vez en cuando tener un
38
momento de verdadera conexión con ellos: no con un rápido cabeceo de arriba abajo,
acompañado de una mirada esquivadora; no con un movimiento rápido de lado a lado como
limpiador de parabrisas a través de la iglesia, que en realidad no fija la vista en nadie; ni con
un vistazo por encima de las cabezas de los oyentes. Tenga cuidado de no caer en un patrón
de movimiento mecánico: hacia arriba y hacia la derecha, hacia arriba y hacia la izquierda,
izquierda, derecha. Hay que darse tiempo para mirar, sin saltar a la vista de varias personas
sentadas en las diferentes secciones de la iglesia. No se olvide de los que están en el coro
(Wallace, 2004, p. 58).

Hay ocasiones y momentos en los que el contacto visual es apropiado y hasta se pudiera
decir que es necesario. Por ejemplo, cuando se anuncia la lectura y cuando se cierra el diálogo final
de la lectura, sin duda se pueden y deben hacer mientras se mira a las personas. También es importante
mirar a las personas durante la lectura. Esto realmente ayuda a mantener a las personas interesadas y
a transmitir el significado de la lectura (Meagher & Turner, 2007, p. 48).

Sin embargo, durante la lectura, es importante hacer contacto visual en ciertos puntos, pero no
en otros. Los puntos bastante obvios cuando queremos hacer contacto son aquellos en los que
las palabras del texto tratan de nuestra salvación así como la de otras personas. Por ejemplo, cuando
lee las palabras de Pablo a los Tesalonicenses: "Estén siempre alegres. Oren sin cesar ", o
cuando el narrador está dando información al principio o al final de una historia, puede hacer
contacto visual. Pero, cuando un personaje habla directamente a otro dentro de una historia,
quizá deba evitar lanzar una mirada directa a los oyentes para que no crean o sientan que estas
palabras están dirigidas a ellos sino que le pertenecen a la narración. Esto se puede aplicar
también cuando habla Jesús, sobre todo si está reprendiendo a los fariseos o está molesto con
los apóstoles. Seguramente no va a querer, o no debería, mirar a nadie cuando Juan el Bautista
llama a los fariseos “una raza de víboras” o cuando San Pablo dice a los Gálatas, “ ¡Gálatas
insensatos!” (Wallace, 2004, p. 58 & 59).

Se sentirá mucho más cómodo al hacer un contacto visual durante toda la lectura si se ha
familiarizado lo suficiente con ella, como para poder mirar a la gente y volver la vista al
Leccionario sin perder su lugar en la lectura. (Meagher & Turner, 2007, p. 48 y 49 ).

Reverencia

Todo gesto litúrgico que se haga deberá hacerse con


cuidado, calma, gracia y reverencia. Probablemente, el
gesto que más haga será inclinar la cabeza, si pasa frente al
altar de camino hacia el ambón o de regreso a la banca
(no hay razón para inclinar la cabeza si no pasa frente al
altar).

39
Todos los que entran en el santuario, salen o pasan delante del altar hacen una inclinación
profunda al altar. -Ceremonial de los Obispos, n º 72

a. Posición de las Manos

Por lo general, los gestos con las manos no son


necesarios cuando se sirve como lector. Debe encontrar un
lugar natural para las manos; es una buena idea dejarlas
descansar sobre el ambón, sosteniendo o tomando el
Leccionario, o sutilmente señalando las frases con el dedo
(Meagher & Turner, 2007, p. 49).

b. Moverse y Caminar

Todos nuestros movimientos deben hacerse con un


propósito y reverencia, ya sea que camine hacia el ambón o
el asiento o que se incline ante el altar. Los movimientos no
deben ser ni demasiado rápidos ni demasiado lentos
(Meagher & Turner, 2007, p. 49).

Si lleva el Evangeliario en la procesión de entrada, o retira el Leccionario después de la segunda


lectura, es importante que maneje estos libros con sumo respeto, reverentemente. Además de las
lecturas dentro de ellos, los libros mismos, especialmente el Evangeliario, sonsímbolos de nuestra
fe y de la salvación de Cristo a lo largo de la historia del pueblo de Dios. Deben llevarse con
ambas manos y tomarse y colocarse con mucho cuidado (Meagher & Turner, 2007, p. 49).

c. Cometer Errores

De vez en cuando cometemos errores incluso después de prepararnos. ¿Qué es mejor, seguir
adelante o volver atrás y leer de manera correcta? Si se anuncia “La carta de San Pablo a los
Filipinos” o incluso si se lee "Entonces Jesús salió y se ahorcó", durante la Pasión, puede
resultar más conveniente dejarlo atrás rápidamente y permitir que los oyentes hagan la
corrección obvia. Sin embargo, si existe un cambio en el que se ve seriamente afectado el
significado de una declaración, ya sea contradiciendo el significado del texto o que pudiera
desconcertar o confundir a la comunidad, es mejor volver atrás y releer lo que se ha leído mal.
El lector que lee, "... aquello que es mortal debe revestirse a sí mismo con inmoralidad" en
lugar de "... con inmortalidad" actúa correctamente al volver atrás y releer la frase. No se
ponga nervioso, una breve pausa seguida de un "perdón", y luego re-leer la frase es suficiente.
Sin embargo, cuide de no re-leer demasiado rápido, ya que existe una tendencia a hacer esto,
suponiendo que la gente ya ha oído la mayor parte de la frase, excepto el error. De a los
pensamientos todo su valor; léalo como si fuera la primera vez, que, de hecho, así es (Wallace,
2004, p 59).
40
La Ansiedad de Hablar en Público (Miedo Escénico)

Si tiene experiencia o es nuevo en este ministerio, tiene que lidiar con la fobia número uno en
casi todos los seres humanos: la ansiedad de hablar en público, o en términos más populares,
el "miedo escénico". Si no experimenta esta ansiedad en lo absoluto, lo más probable es que
no esté tomando lo suficientemente en serio su ministerio o se ha conformado con seguir
métodos “seguros" que hacen que su lectura sea demasiado "casual", sin vida e ineficaz
(Rosser, 1996 , p. 39).

Esa observación severa nos lleva al primer paso para tratar con el miedo escénico: recuerde quetiene
un lado positivo. Recuérdese a sí mismo que tal ansiedad es el temor de no hacer un buen
trabajo o el miedo a hacer el ridículo. El lado positivo es que el miedo es en realidad el deseo
energético de hacerlo bien (Rosser, 1996, p. 39).

No hay cura para la ansiedad de hablar en público y no hay ningún deseo de "curar" la misma.
Más bien, el enfoque constructivo consiste en "utilizarla" -utilizando la energía subyacente. La
mejor manera de utilizar esa energía es prepararse bien y luego proclamar la palabra con un
nivel de energía bastante alto. Todos los expertos en el campo de la comunicación están de
acuerdo en que a través de una preparación minuciosa y completa es la mejor manera de
manejar el miedo escénico (Rosser, 1996, p. 39).

Hablar y leer en público es toda una habilidad y un arte. La práctica no sólo hace al maestro
(o casi), sino también crea confianza. Por lo tanto, busque todas las oportunidades para
experimentar hablar en público y así aumentara su capacidad de éxito. Por último, recuerde
que comparte el reto del “miedo escénico” con todo artista dedicado, predicador, y lector
(Rosser, 1996, p. 40).

41
CONSEJOS PRÁCTICOS PARA LOS PROCLAMADORES.
1. Gozar de buena salud visual.
2. Tener una voz clara, limpia y fuerte.
3. No tener pánico de pararse en público, ni padecer nerviosismo ante las multitudes.

4. Saber usar apropiadamente el micrófono para evitar acercarlo demasiado o tenerlo muy lejos.
5. Saber leer muy bien, observando todas las reglas de una correcta lectura, respetando los signos
ortográficos y de puntuación, y dando la idónea pronunciación y acentuación a las palabras. (San Agustín:
«Lector, si tu voz no suena, no resonará la Palabra de Cristo; si no das bien el sentido, el pueblo no podrá
comprender bien la Palabra; si no das la debida expresión, la Palabra perderá parte de su fuerza»

6. Tener hábito de lectura diario en su casa, lo cual le dará una cierta habilidad a la hora de leer y evitar así
una lectura muy lenta o muy rápida.

7. Además de saber leer muy bien, debe saber proclamar, ya que no es lo mismo una lectura de un libro
histórico a una de un libro poético o epistolar.

8. Debe pararse en el Ambón con dignidad, los pies juntos, las piernas firmes, sus manos juntas o tocando
ligeramente el Ambón y se dirigirá con su mirada solamente dos veces a la Asamblea: al principio cuando
dice el libro del cual está tomada la lectura y al final cuando dice Palabra de Dios.
9. Si se equivoca no dirá nunca «perdón», sólo retomará la frase en que se haya equivocado y rectificará con
mucha discreción sin hacer ningún tipo de gesto.
10. Vestir adecuadamente, evitando ropa demasiado casual, deportiva, rota, demasiado ajustada, con
propaganda o publicidad.
11. Tener un misal mensual para repasar en su casa la lectura que les toca.
12. Comprender en primer lugar ellos mismos el mensaje de la Palabra de Dios.
13. Subrayar las palabras que consideren raras o de difícil pronunciación, o no conozcan su significado. Las
buscarán en un diccionario común o teológico, o preguntarán al sacerdote antes de la misa.
14. Conocer el Leccionario en sus tres tomos y las partes que tiene cada Leccionario.
15. Llegar 15 minutos antes de la celebración para prepararse con tiempo.

Técnicas y prácticas para los proclamadores de la palabra


Ejercicios Adicionales para el Control de la Respiración

1. Párese cómodamente erguido(a) con una buena, pero relajada, postura:


Párese firmemente con el cuerpo centrado directamente sobre los pies. Enderece la columna imaginando que una
cuerda, conectada a la parte superior de su cabeza, le estira hacia arriba, obligándolo(a) a enderezarse.

Enderece los hombros estirando los omóplatos hacia atrás. A continuación, levante la caja torácica. Por último,
dirija su atención a los músculos del cuello y la garganta. Su cabeza debe estar en una posición cómoda, ni rígida
ni inclinada hacia arriba o hacia abajo. Una cabeza inclinada limita el movimiento de aire al respirar, y un cuello
rígido, sencillamente, no se siente bien. Al principio esta postura puede sentirse poco no natural, pero con la
práctica usted descubrirá que se trata de la forma más cómodamente posible de sostener el cuerpo.

2. Respire lenta y silenciosamente por la nariz mientras cuenta hasta cuatro (un Mississippi,
dos Mississippi, etc...). La idea es hacer una respiración profunda. La inhalación debe

42
hacerse en completo silencio, si puede escucharla, está respirando demasiado rápido.

3. Exhale lentamente mientras cuenta hasta ocho (un Mississippi, etc...). Exhale a través de
los dientes, produciendo un silbido (ssssss). El sonido debe ser muy suave al contar uno y
en voz alta cuando llegue a ocho y mientras trata de vaciar sus pulmones completamente.
Durante la exhalación, conserve el aire a medida que, consciente y suavemente, estira el abdomen hacia dentro
apoyando la salida de aire constante. La contracción de estos músculos aumentará a medida que aumente su
volumen. Tenga mucho cuidado de no involucrar los músculos del pecho, hombros, cabeza, cuello o garganta.
Por ejemplo, no contraiga los hombros a medida que se le acaba el aire. Los músculos abdominales deben
aislarse para hacer ese trabajo.

4. Repita los pasos 2 y 3, introduciendo cuatro conteos para cada exhalación posterior.

Respire lenta y silenciosamente por la boca: contando hasta cuatro


Exhale con un silbido de suave a fuerte: contando hasta doce
Respire lenta y silenciosamente por la boca: contando hasta cuatro
Exhale con un silbido de suave a fuerte: contando hasta dieciséis
Respire lenta y silenciosamente por la boca: contando hasta cuatro
Exhale con un silbido de suave a fuerte: contando hasta veinte
Respire lenta y silenciosamente por la boca: contando hasta cuatro
Exhale con un silbido de suave a fuerte: contando hasta veinticuatro
Respire lenta y silenciosamente por la boca: contando hasta cuatro
Exhale con un silbido de suave a fuerte: contando hasta veintiocho

Y así sucesivamente...

Su capacidad para tolerar un mayor número de cuentas aumentará con la práctica. ¡Sin
embargo, recuerde que el ejercicio es un constructor de control de respiración, no un concurso
de resistencia!

43
Eh aquí un par de frases que pondrán a prueba y le ayudarán a desarrollar un control de la
respiración más efectivo. Recuerde utilizar completamente su voz de proclamar al leerlas y
emplear el rango más completo de variedad vocal. De lo contrario, se perderá el objetivo del
ejercicio. No continúe leyendo después de emplear más de una fracción de su aliento y su voz
se empiece a escuchar débil o sofocada. El objetivo es mantener un sonido natural y completo
el mayor tiempo que pueda. ¡Pronto se dará cuenta de que su reserva de aire va en aumento!

Éxodo 19:16

Y aconteció que al tercer día,


cuando llegó la mañana,
hubo truenos y relámpagos
y una densa nube sobre el monte
y un fuerte sonido de trompeta;
y tembló todo el pueblo que estaba en el campamento.

Génesis 11:6

Y dijo el SEÑOR: He aquí,


son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua.
Y esto es lo que han comenzado a hacer,
y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible.

En el siguiente pasaje, tenga en cuenta que no se espera que lo proclame con un solo aliento o
un mínimo suspiro. Sin embargo, sería un buen ejercicio hacer esto. Pasajes como este a
menudo sufren de ser leídos de una manera entrecortada. Vea qué tan fluido lo puede leer
utilizando un buen control de la respiración.

Proverbios 8:27-31

Cuando estableció los cielos, allí estaba yo;


cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,
cuando arriba afirmó los cielos,
cuando las fuentes del abismo se afianzaron,
cuando al mar puso sus límites
para que las aguas no transgredieran su mandato,
cuando señaló los cimientos de la tierra,
yo estaba entonces junto a Él, como arquitecto;
y era su delicia de día en día,
regocijándome en todo tiempo en su presencia,
regocijándome en el mundo, en su tierra,
y teniendo mis delicias con los hijos de los hombres.

44
Ejercicios para la variedad vocal

Los siguientes pasajes requieren de una gran cantidad de modulación vocal para comunicar
los diferentes niveles de sintaxis o la amplia variedad de sentimientos y emociones. No tenga
miedo de exagerar la variedad vocal en estos ejercicios, teniendo en cuenta, por supuesto, que
en la proclamación real tal exageración estaría fuera de lugar (Rosser, 1996, p. 14).

Tenga en cuenta que este primer pasaje contiene una pregunta retórica además de los
contrastes (“no sólo con agua, sino con agua y con sangre") (Rosser, 1996, p. 14).

1 Juan 5:5-6

¿Y quién es el que vence al mundo,


sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo;
no sólo con agua, sino con agua y con sangre.
Y el Espíritu es el que da testimonio,
porque el Espíritu es la verdad.

En el siguiente pasaje, nótese que la palabra fe está en cursiva para indicar que es el tema
recurrente. Una proclamación bien modulada y variada hará que la palabra se sienta fresca
cada vez que la pronuncie, no como si fuera una nueva idea, sino la misma idea con otro
aspecto. Al momento de pronunciar la palabra el último par de veces, deberá sentirse y
escucharse como "un viejo amigo" (Rosser, 1996, p. 14).

Hebreos 11:1-9

Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera,


la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella recibieron aprobación los antiguos.
Por la fe entendemos
que el universo fue preparado por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles.
Por la fe Abel ofreció a Dios
un mejor sacrificio que Caín,
por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo,
dando Dios testimonio de sus ofrendas;
y por la fe, estando muerto, todavía habla.
Por la fe Enoc fue trasladado al cielo para que no viera muerte;
Y NO FUE HALLADO PORQUE DIOS LO TRASLADO;
porque antes de ser trasladado
recibió testimonio de haber agradado a Dios.

45
Y sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que Él existe, y que es remunerador de los que lo buscan.
Por la fe Noé, siendo advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían,
con temor preparó un arca para la salvación de su casa,
por la cual condenó al mundo,
y llegó a ser heredero de la justicia que es según la fe.
Por la fe Abraham,
al ser llamado, obedeció,
saliendo para un lugar que había de recibir como herencia;
y salió sin saber adónde iba.
Por la fe

habitó como extranjero


en la tierra de la promesa como en tierra extraña,
viviendo en tiendas como Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa,

Himno de San Pablo a Cristo:

Filipenses 2:5-11

Haya, pues, en vosotros


esta actitud que hubo también en Cristo Jesús,
el cual, aunque existía en forma de Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo
tomando forma de siervo,
haciéndose semejante a los hombres.
Y hallándose en forma de hombre,
se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte,
y muerte de cruz.
Por lo cual
Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le confirió el nombre que es sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús
SE DOBLE TODA RODILLA
de los que están en el cielo,
y en la tierra, y debajo de la tierra,
y toda lengua confiese
que Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.

46
Ejercicios para Énfasis y Acentuación de Palabras y Frases

Las palabras individuales que son de importancia para el significado de la oración necesitan
un énfasis o estrés (tensión) especial. Para determinar qué palabras son significativas e
importantes, a menudo, el lector recurre a su propia experiencia de vida y fe y lo que él o ella
entiende como el propósito del autor del pasaje que está proclamando. Lea el siguiente texto
haciendo hincapié en las palabras y frases significativas e importantes que usted cree que van
a transmitir el propósito y significado del autor. Anote o haga sus propias marcas de énfasis
en el pasaje.
Romanos 8:8-17
Y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.
Sin embargo, vosotros no estáis en la carne
sino en el Espíritu,
si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros.
Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
el tal no es de El.
Y si Cristo está en vosotros,
aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado,
sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia.
Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús
de entre los muertos habita en vosotros,
el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos,
también dará vida a vuestros cuerpos mortales
por medio de su Espíritu que habita en vosotros.
Así que, hermanos,
somos deudores, no a la carne,
para vivir conforme a la carne,
porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir;
pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
los tales son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud
para volver otra vez al temor,
sino que habéis recibido un espíritu de adopción
como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios,
y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si en verdad padecemos con El
a fin de que también seamos glorificados con El.

47
En casi todos los casos, el no utilizar estrés o énfasis en las palabras, resulta en una
proclamación insulsa y monótona. El Manual para Proclamadores de la Palabra es una ayuda
excelente aquí, aunque no todos los lectores siempre están de acuerdo con los editores del
Manual. El siguiente pasaje es el mismo de antes, pero incluye marcas de énfasis para sugerir
al lector qué palabras se pueden acentuar o recalcar de manera más efectiva.

Romanos 8:8-17

Y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.


Sin embargo, vosotros no estáis en la carne
sino en el Espíritu,
si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros.
Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
el tal no es de El.
Y si Cristo está en vosotros,
aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado,
sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia.
Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús
de entre los muertos habita en vosotros,
el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos,
también dará vida a vuestros cuerpos mortales
por medio de su Espíritu que habita en vosotros.
Así que, hermanos,
somos deudores, no a la carne,
para vivir conforme a la carne,
porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir;
pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
los tales son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud
para volver otra vez al temor,
sino que habéis recibido un espíritu de adopción
como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de
que somos hijos de Dios,
y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si en verdad padecemos con El
a fin de que también seamos glorificados con El.

48
Ejercicios para un Apropiado Ritmo y Velocidad de Lectura

Trabalenguas

Propósito:

Demostrar a los alumnos, a través de su propia experiencia, que su efectividad al hablar en


público es mayor cuando desaceleran o disminuyen su velocidad y ritmo al hablar.

Nota:

El entrenador está tratando de animar o alentar a los alumnos a decir que se ven obligados a
reducir el ritmo. Este punto debe reafirmarse con respecto a la proclamación de la Palabra.

1. Las personas reducen el ritmo de la lectura cuando se dificulta hacer que la lengua se
mueva suavemente en algunas sílabas si se habla demasiado rápido.
2. Las personas reducen el ritmo de la lectura si las palabras le parecen desconocidas (el
escuchar u oír también se hace más lento cuando las palabras no son conocidas).
3. Los lectores deben esforzarse en hacer una enunciación y pronunciación excepcional
con el fin de asegurarse que son comprendidos por la congregación.

Ejercicio:

1. Describa el ejercicio. Cada trabalenguas deberá ser recitado por todos los asistentes
antes de recitar el siguiente trabalenguas. El orden de los trabalenguas (un
trabalenguas a la vez) es:

a. Tres tristes tigres


b. Pepe pecas
c. El Arzobispo de Constantinopla

2. Comente con los asistentes cuál de los trabalenguas fue el peor para ellos
personalmente y por qué.

Al dirigir la discusión, después de que todos hayan tenido la oportunidad de presentar un


trabalenguas, el entrenador ayudará a los alumnos a llegar a la conclusión de que: la
desaceleración del ritmo mejora la capacidad de hablar de cualquier persona
asegurándose de que las palabras se pronuncian con claridad y distinción.

49
Trabalenguas

Tres tristes tigres

Tres tristes tigres


tragaban trigo
en tres tristes trastos
sentados tras un trigal.
Sentados tras un trigal,
en tres tristes trastos
tragaban trigo
tres tristes tigres.

Pepe pecas

Pepe pecas pica papas


con un pico pica papas
pepe pecas con un pico
pica papas pepe pecas.

El Arzobispo de Constantinopla

El Arzobispo de Constantinopla está constantinopolizado.


Consta que Constanza, no lo pudo desconstantinopolizar.
El desconstantinopolizador que desconstantinopolizare
al Arzobispo de Constantinopla,
será un buen desconstantinopolizador.

El que poco coco come

El que poco coco come,


poco coco compra;
el que con poca capa se tapa,
poca capa se compra.
Como yo, poco coco como,
poco coco compro,
y como con poca capa me tapo,
poca capa me compro.

50
Ejercicios Adicionales para Ritmo y Velocidad

Una lectura breve debe ser proclamada despacio, sin prisa, o se terminará antes de que los
oyentes hayan tenido la oportunidad de concentrarse en ella. Considere el siguiente pasaje, la
segunda lectura en la Fiesta de la Santísima Trinidad (Año A); es una de las lecturas más
breves en todo el Leccionario. Debe tomar alrededor de 45 segundos para proclamarla
eficazmente, incluyendo el anuncio de apertura y diálogo final. Tómese el tiempo a sí mismo
al hacer el ejercicio de proclamarla (Rosser, 1996, p. 22).

2 Corintios 13:11-14

Lectura de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios

Hermanos y hermanas,
estén alegres,
sigan progresando,
anímense,
tengan un mismo sentir y vivan en paz.
Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes.
Salúdense los unos a los otros con el beso santo.
Les saludan todos los santos.

La gracia de Cristo Jesús, el Señor,


el amor de Dios
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.

Palabra de Dios

Ejercicios para Pausar Adecuadamente Durante la Lectura

La mejor garantía de que empleará pausas y todos los elementos de variedad vocal, al
proclamar la Palabra, es el completo entendimiento y una profunda comprensión del texto y
su valiente deseo de compartirlo plenamente con su audiencia o comunidad de fe.

En la siguiente conmovedora exhortación de Isaías para aceptar la benevolencia y el amor de


Dios, el texto es casi desarticulado. En su fervor se reformula en sí, presenta nuevas imágenes,
hace preguntas retóricas, y así sucesivamente. Sin una cuidadosa lectura pausada, el texto
podría escucharse como un revoltijo de pensamientos y ser difícil de seguir. Pero una
proclamación cuidadosa revelará una súplica ferviente y sincera que se hace más fuerte y
palpable a medida que avanza la lectura. Practique la lectura haciendo uso de las pausas
(Rosser, 1996, p. 25).

51
Isaías 55:1-3

Todos los sedientos, venid a las aguas;


y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed.
Venid, comprad vino y leche
sin dinero y sin costo alguno.

¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan,


y vuestro salario en lo que no sacia?
Escuchadme atentamente, y comed lo que es bueno,
y se deleitará vuestra alma en la abundancia.

Inclinad vuestro oído y venid a mí,


escuchad y vivirá vuestra alma;
y haré con vosotros un pacto eterno,
conforme a las fieles misericordias mostradas a David.

Clasificación de los tiempos litúrgicos en la iglesia católica


La Iglesia Católica clasifica el año litúrgico en seis tiempos litúrgicos principales:

1. Adviento: Este es el tiempo de preparación para la Navidad y dura cuatro semanas. Durante el
Adviento, los fieles se preparan para la llegada de Jesús y reflexionan sobre su significado.
2. Navidad: Este es el tiempo en que se celebra el nacimiento de Jesús y dura doce días, desde el 25 de
diciembre hasta la fiesta de la Epifanía el 6 de enero.
3. Cuaresma: Este es un tiempo de reflexión y penitencia que dura cuarenta días, desde el Miércoles de
Ceniza hasta la Semana Santa. Durante la Cuaresma, los fieles se preparan para la Pascua mediante la
oración, el ayuno y la limosna.
4. Semana Santa: Este es el tiempo de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús. Comienza con el
Domingo de Ramos y termina con la Vigilia Pascual. Durante la Semana Santa, se recuerda la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, su Pasión y muerte en la Cruz, y su Resurrección.
5. Pascua: Este es el tiempo de la Resurrección de Jesús y dura cincuenta días, desde la Vigilia Pascual
hasta el Domingo de Pentecostés. Durante la Pascua, los fieles celebran la victoria de Jesús sobre la
muerte y la salvación que ofrece a la humanidad.
6. Tiempo ordinario: Este es el tiempo que sigue a la Pascua y el Adviento, y dura 33 o 34 semanas.
Durante este tiempo, se celebra la vida y enseñanzas de Jesús en su ministerio público, así como la
vida y la enseñanza de la Iglesia.

52
Los tiempos del año litúrgico

La liturgia se define como las prácticas y ritos que conforman las ceremonias religiosas. En la Iglesia
Católica, no se trata simplemente de un conjunto de ritos, sino de lo que se denomina “el oficio sacerdotal
de Cristo”.

Durante las celebraciones, Jesús, como Cabeza de la Iglesia y representante de los hombres ante Dios, se
hace presente en la acción litúrgica. A través de la liturgia, los fieles bautizados que componemos su Iglesia
somos partícipes de la obra salvífica de Dios en el mundo.

53
En la liturgia, participamos del sacrificio y los sacramentos, renovamos la alianza con Dios y
conmemoramos los misterios de la Salvación, desde la Encarnación hasta Pentecostés. No se trata de
simples acciones que recuerdan los hechos del pasado, sino de una actualización de los misterios y de una
acción sagrada presente llevada a cabo por Jesús y su Iglesia.

Los diferentes misterios y momentos de la vida de Cristo se organizan dentro del año litúrgico con
celebraciones de fechas fijas o móviles. A la vez, las lecturas de la misa en la liturgia se organizan en
distintos ciclos. Cada uno de estos ciclos contiene sus lecturas diferenciadas de manera que se pueda obtener
una comprensión más profunda de los textos bíblicos.

A continuación, explicaremos brevemente los diferentes tiempos del año litúrgico junto con su duración,
principales fiestas y los colores de las vestiduras litúrgicas.

Tiempos durante el año


• Tiempo de Adviento
• Tiempo de Navidad
• Primer tiempo ordinario
• Tiempo de Cuaresma
• Triduo Pascual
• Tiempo Pascual
• Segundo Tiempo Ordinario

Tiempo de Adviento
Duración: los cuatro domingos anteriores al día de Navidad
Color: Morado

Es el comienzo del año litúrgico y abarca cuatro semanas de preparación para la celebración del nacimiento
de Jesús. El primer domingo puede caer entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre.

Adviento significa “venida” y refiere a la llegada del Hijo de Dios a la tierra. Esta llegada remite tanto a su
nacimiento en Belén como a su venida al final de los tiempos. Es un tiempo de oración y esperanza por la
llegada del Salvador.

54
Durante este tiempo se prepara la corona de Adviento y se rezan sus oraciones cada domingo y el día de
Navidad.

Tiempo de Navidad

• Duración: desde el 25 de diciembre hasta el Bautismo del Señor


• Celebraciones: Navidad, María Madre de Dios, Epifanía del Señor, Bautismo del Señor
• Color: Blanco

Comienza con la celebración del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre y concluye con la fiesta del
Bautismo del Señor, el domingo siguiente a la Epifanía.

El 1 de enero corresponde a la celebración de María Madre de Dios. La fiesta de la Epifanía remite a la


revelación de Jesús frente a los Reyes Magos que es presentada en Mateo 2 1-12.

El día de Navidad se celebra la Encarnación del Hijo de Dios en el mundo. Con el nacimiento de Jesús en
Belén, la ciudad de David, se da inicio al plan de salvación de Dios, que tendrá su punto cúlmine en la
Pascua.

Primer tiempo ordinario

• Duración: entre el lunes posterior al Bautismo del Señor y el martes anterior al Miércoles de Ceniza
55
• Celebraciones: Presentación del Señor
• Color: Verde

En los tiempos ordinarios no se celebra un momento o misterio en particular, sino numerosos episodios de la
vida de Cristo. Se trata de un período dedicado a comprender mejor el mensaje de Jesús en el Evangelio.

Para las lecturas de las misas dominicales se sigue a los evangelistas dependiendo del ciclo: Mateo para el
ciclo A, Marcos para el B y Lucas para el C. El evangelio de Juan se lee en las celebraciones centrales, como
en Cuaresma y Pascua.

El primer tiempo ordinario puede tener una duración de entre cinco y nueve semanas, dependiendo de la
fecha de la Pascua.

Tiempo de Cuaresma

• Duración: desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo por la mañana


• Celebraciones: Domingo de Ramos, Misa Crismal
• Color: Morado

Son seis semanas de preparación para la Pascua. Comienza el Miércoles de Ceniza y finaliza el Jueves Santo
por la mañana, tras la Misa Crismal.

Estas semanas se entienden como cuarenta días que simbolizan los cuarenta días de Jesús en el desierto, los
cuarenta días del diluvio, los cuarenta años del desierto y las cuarenta décadas de esclavitud de los hebreos.

Se trata de un tiempo de penitencia en el que se practica el ayuno y la abstinencia. Es por eso que se utiliza la
vestidura de color morado, ya que este se emplea en los momentos de penitencia. El Miércoles de Ceniza se
debe realizar ayuno y abstinencia de carne. Esta última también aplica a los viernes de Cuaresma. Durante
este período no se canta el Aleluya ni el Gloria en las misas.

El sexto domingo de Cuaresma es el Domingo de Ramos y da inicio a la Semana Santa. Este día se utiliza el
color rojo.

Triduo Pascual

56
• Duración: Desde la misa de la Cena del Señor (Jueves Santo) hasta las vísperas del Domingo de
Resurrección.
• Color: Blanco – Rojo

Estos tres días de la Semana Santa constituyen el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Es
una celebración única con distintas acciones rituales que se realizan a lo largo de los tres días.

El Jueves Santo por la tarde se realiza la misa de la Cena del Señor, en la que se conmemora la Última
Cena.

El Viernes Santo es la Pasión de Jesús en la que los fieles recordamos el Camino de la Cruz. En este día
suele meditarse el Via Crucis y es obligatorio hacer ayuno y no comer carne. Además, sólo durante este día
se utiliza la vestimenta de color rojo.

Por último, en la madrugada del Sábado se lleva a cabo la Vigilia Pascual, en la que se medita la muerte del
Señor, su descenso a los infiernos y se espera la Resurrección. Este rito suele comenzar con las luces del
templo apagadas y luego se encienden las velas en representación de la Resurrección de Cristo, la luz del
mundo.

Tiempo Pascual

• Duración: 50 días desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés


• Celebraciones: Ascensión del Señor
• Color: Blanco

57
El Domingo de Resurrección es la celebración central de nuestra fe. La Resurrección, con el sepulcro vacío y
las apariciones de Jesús a las mujeres y a los apóstoles, constituye el cierre de la misión salvífica del Hijo de
Dios, que ha vencido al pecado y abierto las puertas del cielo.

Luego de la Resurrección, el tiempo Pascual es un período de gran alegría en el que tenemos la certeza de
que Cristo vive. Se recuerdan los días que pasó Jesús con los apóstoles antes de subir a los cielos.

A los cuarenta días de Pascua se celebra la Ascensión del Señor, misterio en el que Jesús ascendió a los
cielos y se sentó a la derecha de Dios.

Segundo Tiempo Ordinario

• Duración: el día siguiente a Pentecostés hasta el día anterior al primer domingo de Adviento
• Celebraciones: Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón de Jesús, Cristo Rey
• Color: Verde

El segundo tiempo ordinario tiene una duración de entre 23 y 28 semanas que finaliza el primer domingo de
Adviento, en el comienzo de un nuevo año litúrgico. Se trata del tiempo más largo del año litúrgico. En los
tiempos ordinarios, para la segunda lectura de la misa, se lee las cartas de San Pablo y Santiago.

El domingo posterior a Pentecostés se celebra la Santísima Trinidad. Corpus Christi puede celebrarse el
jueves o el domingo de la segunda semana. En la tercera semana, se celebra el Sagrado Corazón de Jesús.
Por último, la fiesta de Cristo Rey se realiza el domingo anterior al primer domingo de Adviento.

Diversas partes de la Misa

58
59
A) Ritos iniciales

46. Los ritos que preceden a la liturgia de la Palabra, es decir, el canto de entrada, el saludo, el acto
penitencial, el Señor, ten piedad, el Gloria y la oración colecta, tienen el carácter de exordio,
introducción y preparación.

La finalidad de estos ritos es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad, y se
dispongan a oír como conviene la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.

En algunas celebraciones que, según la norma de los libros litúrgicos, se unen con la Misa, los ritos
iniciales se omiten o se realizan de manera peculiar.

Canto de entrada

47. Reunido el pueblo, mientras entra el sacerdote con el diácono y los ministros, se da comienzo al
canto de entrada. La finalidad de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se
han reunido, introducirlos en el misterio del tiempo litúrgico o de la fiesta y acompañar la procesión
del sacerdote y los ministros.

48. Se canta alternativamente por el coro y el pueblo, o de manera semejante, por el cantor y el
pueblo, o todo por el pueblo, o solamente por el coro. En las diócesis de los Estados Unidos de
América hay cuatro opciones para el canto de entrada: (1) la antífona del Misal o la antífona con su
salmo del Gradual Romano según la notación musical adjunta o en otro arreglo musical; (2) la
antífona y el salmo del tiempo litúrgico del Gradual Simple; (3) un canto de otra colección de
salmos y antífonas aprobada por la Conferencia de Obispos o por el Obispo diocesano, incluso
salmos musicalizados en forma responsorial o métrica; (4) otro canto litúrgico apropiado a la acción
sagrada, al día, o al tiempo del año, aprobado de la misma manera por la Conferencia de Obispos o
por el Obispo diocesano.[55]

Si no se canta a la entrada, la antífona propuesta en el Misal se recitará por todos los fieles o por
algunos de ellos o por un lector o también por el mismo sacerdote, el cual también puede
adaptarla a manera de una monición inicial (cfr. n. 31).

Saludo al altar y al pueblo congregado

49. El sacerdote, el diácono y los ministros, cuando llegan al presbiterio, saludan al altar con una
inclinación profunda.

Para manifestar la veneración, el sacerdote y el diácono besan el altar. El sacerdote, si lo cree


oportuno, podrá también incensar la cruz y el altar.

50. Terminado el canto de entrada, el sacerdote, de pie junto a la sede, y toda la asamblea, hacen la
señal de la cruz. A continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea
reunida la presencia del Señor. Con este saludo y con la respuesta del pueblo queda de manifiesto el
misterio de la Iglesia congregada.

Terminado el saludo, el sacerdote o el diácono o un ministro laico puede introducir a los fieles en la
Misa del día con brevísimas palabras.
Acto penitencial

51. Después el sacerdote invita al acto penitencial, que, tras un breve momento de silencio, realiza
toda la comunidad con la fórmula de la confesión general y se termina con la absolución del
sacerdote, la cual, sin embargo, carece de la eficacia propia del sacramento de la Penitencia.

El domingo, sobre todo en el Tiempo Pascual, en lugar del acto penitencial acostumbrado, puede
hacerse la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo[56].

Señor, ten piedad

52. Después del acto penitencial se dice siempre el Señor, ten piedad, a no ser que éste haya
formado ya parte del mismo acto penitencial. Siendo un canto con el que los fieles aclaman al Señor
y piden su misericordia, regularmente habrán de hacerlo todos, es decir, tomarán parte en él el
pueblo y el coro o un cantor.

Cada una de estas aclamaciones se repite, normalmente, dos veces, pero también cabe un mayor
número de veces, según el modo de ser de cada lengua o las exigencias del arte musical o de las
circunstancias. Cuando se canta el Señor, ten piedad como parte del acto penitencial, a cada una de
las aclamaciones se le antepone un “tropo”.

Gloria

53. El Gloria es un antiquísimo y venerable himno con el que la Iglesia, congregada en el Espíritu
Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas. El texto de este himno no
puede cambiarse por otro. Es iniciado por el sacerdote o, según el caso, por un cantor o por el coro,
y lo cantan o todos juntos, o el pueblo alternando con el coro o únicamente el coro. Si no se canta lo
han de recitar todos, o juntos o a dos coros alternativamente.

El Gloria se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma, en las
solemnidades y fiestas y en algunas celebraciones de particular solemnidad.

Oración colecta

54. A continuación el sacerdote invita al pueblo a orar, y todos, a una con el sacerdote, permanecen
un momento en silencio para hacerse conscientes de estar en la presencia de Dios y formular
interiormente sus súplicas. Entonces el sacerdote dice la oración que se suele denominar “colecta”
con la que se expresa la índole de la celebración. Según la antigua tradición de la Iglesia, la súplica
se dirige regularmente a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo[57] y termina con una
conclusión trinitaria de la manera siguiente:

– si se dirige al Padre: Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos;

– si se dirige al Padre, pero al fin de esa oración se menciona al Hijo: Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos;

– si se dirige al Hijo: Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres
Dios por los siglos de los siglos.
El pueblo, uniéndose a esta súplica, hace suya la oración pronunciando la aclamación Amén. En la
Misa siempre se dice una sola oración colecta.

B) Liturgia de la Palabra

55. Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que se intercalan, constituyen la
parte principal de la Liturgia de la Palabra; la homilía, la profesión de fe y la oración universal u
oración de los fieles, la desarrollan y concluyen. Pues en las lecturas, que luego explica la homilía,
Dios habla a su pueblo[58], le descubre el misterio de la redención y salvación, y le ofrece el
alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su palabra, se hace presente en medio de los fieles[59].
Esta Palabra divina la hace suya el pueblo con el silencio y los cantos y muestra su adhesión a ella
con la profesión de fe; y una vez nutrido con ella, en la oración universal, hace súplicas por las
necesidades de la Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo.

Silencio

56. La Liturgia de la Palabra debe ser celebrada de tal manera que favorezca la meditación, por eso
se debe evitar absolutamente toda forma de apresuramiento que impida el recogimiento. En ella son
convenientes también unos breves momentos de silencio, acomodados a la asamblea reunida, en los
cuales, con la ayuda del Espíritu Santo, se perciba con el corazón la Palabra de Dios y se prepare la
respuesta por medio de la oración. Estos momentos de silencio se pueden observar oportunamente,
por ejemplo, antes de que se inicie la misma Liturgia de la Palabra, después de la primera y la
segunda lectura, y terminada la homilía[60].

Lecturas bíblicas

57. En las lecturas se dispone la mesa de la Palabra de Dios a los fieles y se les abren los tesoros
bíblicos[61]. Se debe, por lo tanto, respetar la disposición de las lecturas bíblicas, la cual pone de
relieve la unidad de ambos Testamentos y de la Historia de la Salvación. No está permitido cambiar
las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de Dios, por otros textos no
bíblicos[62].

58. En la Misa celebrada con el pueblo las lecturas se proclaman siempre desde el ambón.

59. El proclamar las lecturas, según la tradición, no es un oficio presidencial, sino ministerial. Por
consiguiente, las lecturas son proclamadas por un lector; el Evangelio, en cambio, viene anunciado
por el diácono, o en su ausencia, por otro sacerdote. Cuando falte el diácono u otro sacerdote, el
mismo sacerdote celebrante proclamará el Evangelio; y en ausencia de lectores idóneos, el
sacerdote celebrante proclamará también las demás lecturas.

Después de cada lectura, el que lee pronuncia la aclamación. Con su respuesta, el pueblo
congregado rinde homenaje a la Palabra de Dios acogida con fe y gratitud.

60. La proclamación del Evangelio constituye el culmen de la Liturgia de la Palabra. Que se haya
de tributar suma veneración a la lectura del Evangelio lo enseña la misma Liturgia cuando la
distingue por encima de las otras lecturas con especiales muestras de honor, sea por parte del
ministro encargado de anunciarlo y por la bendición y oración con que se dispone a hacerlo, sea por
parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y proclaman la presencia de Cristo que les
habla y escuchan la lectura puestos de pie; sea, finalmente, por las mismas muestras de veneración
que se tributan al Evangeliario.
Salmo responsorial

61. Después de la primera lectura sigue el salmo responsorial, que es parte integrante de la Liturgia
de la Palabra y tiene gran importancia litúrgica y pastoral, en cuanto que fomenta la meditación de
la Palabra de Dios.

El salmo responsorial debe responder a cada una de las lecturas y por lo general se toma del
Leccionario.

Es preferible que el salmo responsorial se cante, por lo menos en lo que se refiere a la respuesta del
pueblo. Por consiguiente, el salmista o cantor del salmo, desde el ambón o desde otro sitio
oportuno, proclama los versos del salmo, mientras toda la asamblea escucha sentada, o mejor,
participa con su respuesta, a no ser que el salmo se pronuncie todo él seguido, es decir, sin el
versículo de respuesta. Para que el pueblo pueda más fácilmente intervenir en la respuesta
salmódica, han sido seleccionados algunos textos de responsorios y salmos, según los diversos
tiempos del año o las diversas categorías de santos. Estos textos podrán emplearse en vez del texto
correspondiente a la lectura todas las veces que el salmo se canta. Si el salmo no puede ser cantado,
debe ser recitado de la manera que más favorezca la meditación de la Palabra de Dios.

En las diócesis de los Estados Unidos de América, en lugar del salmo asignado por el Leccionario,
se puede cantar también o el responsorio gradual del Gradual Romano o el salmo responsorial o el
aleluyático del Gradual Simple, según la descripción que se hace en estos mismos libros, o una
antífona y salmo de otra colección de salmos y antífonas aprobada por la Conferencia de Obispos o
por el Obispo diocesano, incluso salmos musicalizados en forma responsorial o métrica. No se
pueden usar cantos o himnos en lugar del salmo responsorial.

La aclamación que precede la lectura del Evangelio

62. Después de la lectura que precede inmediatamente al Evangelio, se canta el Aleluya u otro canto
establecido por las rúbricas, según las exigencias del tiempo litúrgico. Esta aclamación constituye
por sí misma un rito o acto en el cual la asamblea de los fieles acoge y saluda al Señor que les va a
hablar en el Evangelio, y profesa su fe con el canto. Es cantado por todos los presentes, de pie. Lo
comienza el cantor o el coro y, si es el caso, se repite. En cambio el verso lo canta el coro o el
cantor.

a) El Aleluya se canta en todos los tiempos fuera de la Cuaresma. Los versos se toman del
Leccionario o del Gradual.

b) En el Tiempo de Cuaresma, en lugar del Aleluya, se canta el verso que aparece en el


Leccionario antes del Evangelio. Se puede cantar también otro salmo o tracto, que se
encuentran en el Gradual.

63. Cuando se tiene una sola lectura antes del Evangelio:

a) En el tiempo en que se dice Aleluya se puede utilizar o el salmo aleluyático o el salmo y el


Aleluya con su propio verso.

b) En el tiempo en que no se ha de decir Aleluya, se puede utilizar o el salmo y el verso que


precede al Evangelio o el salmo solo.

c) El Aleluya o el verso que precede al Evangelio, si no se canta, puede omitirse.


64. La “Secuencia” que, fuera de los días de Pascua y Pentecostés, es opcional, se canta antes del
Aleluya.

Homilía

65. La homilía es parte de la Liturgia, y muy recomendada[63], pues es necesaria para alimentar la
vida cristiana. Conviene que sea una explicación, o de algún aspecto particular de las lecturas de la
Sagrada Escritura, o de otro texto del Ordinario, o del Propio de la Misa del día, teniendo siempre
presente, ya sea el misterio que se celebra, ya las particulares necesidades de los oyentes[64].

66. La homilía la pronuncia ordinariamente el sacerdote celebrante o será encomendada por él a un


sacerdote concelebrante, o a veces, si es oportuno, también al diácono, pero nunca a un laico[65].
En casos particulares y por una causa justa la homilía puede ser pronunciada incluso por el Obispo
o un presbítero presente en la celebración pero que no concelebra.

Los domingos y fiestas de precepto se debe tener homilía, y no se puede omitir sin causa grave, en
todas las Misas que se celebran con asistencia del pueblo; los demás días se recomienda sobre todo
en los días feriales de Adviento, Cuaresma y Tiempo Pascual, y también en otras fiestas y ocasiones
en que suelen acudir a la iglesia numerosos fieles[66].

Después de la homilía se guardará oportunamente un breve momento de silencio.

Profesión de fe

67. El Símbolo o Profesión de fe tiende a que todo el pueblo congregado responda a la Palabra de
Dios proclamada en las lecturas de la Sagrada Escritura y explicada en la homilía y, para que
pronunciando la regla de la fe con una fórmula aprobada para el uso litúrgico, traiga a su memoria y
confiese los grandes misterios de la fe, antes de comenzar su celebración en la Eucaristía.

68. El Símbolo debe ser cantado o recitado por el sacerdote con el pueblo en los domingos y
solemnidades; se puede también decir en celebraciones de peculiar importancia y solemnidad.

Si se canta, el canto del Símbolo viene iniciado por el sacerdote o, si es oportuno, por el cantor o
por el coro, y proseguido por todos juntos, o por el pueblo y el coro alternativamente.

Si no se canta, se debe recitar por todos juntos o a dos coros alternativamente.

Oración universal

69. En la oración universal u oración de los fieles, el pueblo responde de alguna manera a la Palabra
de Dios recibida con fe y, ejerciendo su sacerdocio bautismal, ofrece a Dios sus peticiones por la
salvación de todos. Conviene que esta oración se haga normalmente en las Misas a las que asiste el
pueblo, de modo que se eleven súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren
alguna necesidad y por todos los hombres y la salvación de todo el mundo[67].

70. El orden de estas intenciones será generalmente:

a) por las necesidades de la Iglesia,


b) por los que gobiernan las naciones y por la salvación del mundo entero,
c) por los que padecen por cualquier dificultad,
d) por la comunidad local.
Sin embargo, en alguna celebración particular, como en la Confirmación, el Matrimonio o las
Exequias, el orden de las intenciones puede amoldarse mejor a la ocasión.

71. Corresponde al sacerdote celebrante dirigir esta oración desde la sede. Él mismo la introduce
con una breve monición en la que invita a los fieles a orar y la concluye con una oración. Las
intenciones que se proponen deben ser sobrias, redactadas con pocas palabras y con sabia libertad, y
deben expresar la plegaria de la comunidad entera.

Las pronuncia un diácono o un cantor o un lector o un fiel laico desde el ambón o desde otro lugar
conveniente[68].

El pueblo, estando de pie, expresa su súplica o con una invocación común, que se pronuncia
después de cada intención, o bien orando en silencio.

C) Liturgia eucarística

72. En la Última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por el que se hace
continuamente presente en la Iglesia el sacrificio de la cruz, cuando el sacerdote, que representa a
Cristo el Señor, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que lo
hicieran en memoria suya[69].

Cristo tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
“Tomen, coman, beban; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Hagan esto en
conmemoración mía”. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia
eucarística según estas mismas partes que corresponden a las palabras y acciones de Cristo. Ya que:

a) En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el vino con agua; es decir, los
mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.

b) En la Plegaria eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación, y las
ofrendas se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

c) Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aun siendo muchos, reciben de un
solo pan el Cuerpo y de un solo cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles
lo recibieron de manos del mismo Cristo.

Preparación de los dones

73. Al comienzo de la liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el
Cuerpo y la Sangre de Cristo.

En primer lugar se prepara el altar o la mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia
eucarística, de la siguiente manera[70]: sobre él se colocan el corporal, el purificador, el misal y el
cáliz, que puede también dejarse preparado en la credencia.

Se traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos
fieles. El sacerdote o el diácono los recibirá en un lugar oportuno y los llevará al altar. Aunque los
fieles no traigan pan y vino suyo, como se hacía antiguamente, con este destino litúrgico, el rito de
presentarlos conserva igualmente su sentido y significado espiritual.
También se puede aportar dinero u ofrecer otros dones para los pobres o para la Iglesia, que los
fieles mismos pueden aportar o que pueden ser recolectados en la iglesia, y que se colocarán en un
lugar oportuno, fuera de la mesa eucarística.

74. Acompaña a esta procesión en que se llevan los dones el canto del ofertorio (cfr. n. 37, b), que
se prolonga por lo menos hasta que los dones han sido depositados sobre el altar. Las normas sobre
el modo de hacer este canto son las mismas dadas para el canto de entrada (cfr. n. 48). El canto
puede siempre acompañar los ritos del ofertorio, aun cuando no haya procesión de ofrendas.

75. El sacerdote coloca el pan y el vino sobre el altar recitando las fórmulas prescritas. El sacerdote
puede incensar los dones colocados sobre el altar, y después la cruz y el altar mismo, para significar
que la ofrenda de la Iglesia y su oración suben ante el trono de Dios como el incienso. Después el
sacerdote, en virtud del ministerio sagrado, y el pueblo, en virtud de la dignidad bautismal, pueden
ser incensados por el diácono u otro ministro.

76. A continuación el sacerdote se lava las manos a un lado del altar. Con este rito se expresa el
deseo de purificación interior.

Oración sobre las ofrendas

77. Terminada la colocación de las ofrendas y los ritos que la acompañan se concluye la
preparación de los dones, con una invitación a orar juntamente con el sacerdote, y con la oración
sobre las ofrendas, y así queda todo preparado para la Plegaria eucarística.

En la Misa se debe decir sólo una oración sobre las ofrendas, la cual se concluye con la fórmula
breve, es decir: Por Jesucristo, nuestro Señor; pero si al final se menciona al Hijo, entonces se
termina: Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

El pueblo, al unirse a la plegaria, hace suya la oración con la aclamación Amén.

Plegaria eucarística

78. Ahora empieza el centro y el culmen de toda la celebración, a saber, la Plegaria eucarística, que
es una plegaria de acción de gracias y de santificación. El sacerdote invita al pueblo a elevar el
corazón hacia Dios y a darle gracias a través de la oración que él, en nombre de toda la comunidad,
va a dirigir al Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo. El sentido de esta oración es que
toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios y
en la oblación del sacrificio. La Plegaria eucarística exige que todos la escuchen con reverencia y en
silencio.

79. Los principales elementos de que consta la Plegaria eucarística pueden distinguirse de esta
manera:

a) Acción de gracias (que se expresa sobre todo en el Prefacio): en la que el sacerdote, en


nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da gracias por toda la obra de
salvación o por alguno de sus aspectos particulares, según las variantes del día, de la
festividad o del tiempo litúrgico.

b) Aclamación: con la que toda la asamblea, uniéndose a las potestades celestiales, canta el
Santo. Esta aclamación, que constituye una parte de la Plegaria eucarística, la pronuncia todo
el pueblo con el sacerdote.
c) Epíclesis: con la que la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder
del Espíritu Santo para que los dones que han ofrecido los hombres, sean consagrados, es
decir, se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que
se va a recibir en la Comunión sea para salvación de quienes la reciban.

d) Narración de la institución y consagración: mediante las palabras y acciones de Cristo se


lleva a cabo el sacrificio que Cristo mismo instituyó en la Última Cena, cuando bajo las
especies de pan y vino ofreció su Cuerpo y su Sangre y se lo dio a los Apóstoles en forma de
alimento y bebida, y les dejó el mandato de perpetuar este mismo misterio.

e) Anámnesis: con la que la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles,
recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

f) Oblación: con la que la Iglesia, sobre todo la reunida aquí y ahora, ofrece en este memorial
al Padre en el Espíritu Santo, la víctima inmaculada. La Iglesia pretende que los fieles no sólo
ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a ofrecerse a sí mismos[70], y que de día
en día perfeccionen, con la mediación de Cristo, la unidad con Dios y entre sí, para que,
finalmente, Dios lo sea todo en todos[71].

g) Intercesiones: con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda
la Iglesia celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros vivos
y difuntos, miembros que han sido todos llamados a la participación de la salvación y
redención adquiridas por el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

h) Doxología final: con ella se expresa la glorificación de Dios; se concluye y confirma con la
aclamación del pueblo: Amén.

Rito de la Comunión

80. Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el mandato del
Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento
espiritual. A esto tienden la fracción y los otros ritos preparatorios, que disponen inmediatamente a
los fieles a la Comunión.

Oración del Señor

81. En la oración del Padrenuestro se pide el pan cotidiano, que para los cristianos evoca
principalmente el pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados, de modo que,
verdaderamente se den a los santos las cosas santas. El sacerdote invita a orar y todos los fieles
dicen, a una con el sacerdote, la oración, y sólo el sacerdote añade el embolismo, el cual el pueblo
lo concluye con la doxología. El embolismo, que desarrolla la última petición de la Oración
dominical, pide para toda la comunidad de los fieles la liberación del poder del mal.

La invitación, la oración misma, el embolismo y la doxología con que el pueblo concluye esta parte,
se cantan o se dicen en voz alta.

Rito de la paz
82. Sigue a continuación el rito de la paz, con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí
misma y para toda la familia humana, y los fieles se expresan mutuamente la comunión eclesial y la
caridad antes de comulgar en el Sacramento.

Por lo que toca al signo mismo de la paz, establezcan las Conferencias Episcopales el modo más
conveniente, según las costumbres y el carácter de cada pueblo. Pero conviene que cada uno
exprese el signo de la paz sobriamente y sólo a las personas más cercanas.

Fracción del Pan

83. El sacerdote parte el Pan eucarístico, ayudado, si es necesario, por el diácono o por un
concelebrante. El gesto de la fracción del Pan, realizado por Cristo en la Última Cena, y que en los
tiempos apostólicos sirvió para denominar a la íntegra acción eucarística, significa que los fieles,
siendo muchos, en la Comunión de un solo Pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado por la
salvación del mundo, se hacen un solo cuerpo (1 Cor 10, 17). La fracción se inicia cuando termina
el intercambio del signo de la paz, y se realiza con la debida reverencia, sin prolongarla
innecesariamente y sin darle una importancia exagerada. Este rito está reservado al sacerdote y al
diácono.

El sacerdote parte el Pan y deja caer una parte de la hostia en el cáliz para significar la unidad del
Cuerpo y la Sangre del Señor, en la obra de la salvación, es decir, del Cuerpo de Cristo Jesús
viviente y glorioso. El coro o un cantor canta la súplica Cordero de Dios, según la costumbre, con la
respuesta del pueblo, o al menos se dice en voz alta. Esta invocación acompaña la fracción del Pan;
por este motivo puede repetirse cuantas veces sea necesario hasta la conclusión del rito. La última
vez se concluirá con las palabras: danos la paz.

Comunión

84. El sacerdote se prepara con una oración en secreto, para recibir con fruto el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio.

Luego el sacerdote muestra a los fieles el Pan eucarístico sobre la patena o sobre el cáliz, y los
invita al banquete de Cristo; y juntamente con los fieles, hace, usando las palabras evangélicas
prescritas, un acto de humildad.

85. Es muy de desear que los fieles participen, como el mismo sacerdote está obligado a hacerlo, del
Cuerpo del Señor con hostias consagradas en la misma Misa y, en los casos previstos (cfr. n. 283),
participen del cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos, que la Comunión es una
participación en el sacrificio que se está celebrando[73].

86. Mientras el sacerdote comulga el Sacramento, empieza el canto de Comunión, el cual, por la
unión de las voces, debe expresar la unión espiritual de quienes están comulgando, demostrar la
alegría del corazón y poner de relieve el carácter comunitario de la procesión de los que van a
recibir la Eucaristía. El canto se prolonga mientras se distribuye el Sacramento a los fieles[74]. En
el caso de que se cante un himno después de la Comunión, el canto de Comunión conclúyase a
tiempo.

Procúrese que también los cantores puedan comulgar fácilmente.

87. En las diócesis de los Estados Unidos de América hay cuatro opciones para el canto de
Comunión: (1) la antífona del Misal o la antífona con su salmo del Gradual Romano según la
notación musical adjunta o en otro arreglo musical; (2) la antífona y el salmo del tiempo litúrgico
del Gradual Simple; (3) un canto de otra colección de salmos y antífonas aprobada por la
Conferencia de Obispos o por el Obispo diocesano, incluyendo salmos musicalizados en forma
responsorial o métrica; (4) otro canto litúrgico apropiado (cfr. n. 86) aprobado por la Conferencia de
Obispos o por el Obispo diocesano. Lo cantan, o sólo el coro, o también el coro o un cantor, con el
pueblo.

Si no hay canto, la antífona propuesta por el Misal puede ser recitada por los fieles, o por algunos
de ellos, o por un lector, o, en último término, la recitará el mismo sacerdote después de haber
comulgado y antes de distribuir la Comunión a los fieles.

88. Cuando se ha terminado de distribuir la Comunión, el sacerdote y los fieles, si se juzga


oportuno, oran por un espacio de tiempo en silencio. Si se prefiere, toda la asamblea puede también
cantar un salmo o algún otro canto de alabanza o un himno.

89. Para completar la súplica de los fieles y concluir todo el rito de la Comunión, el sacerdote
pronuncia la oración después de la Comunión, en la que se ruega para que se obtengan los frutos del
misterio celebrado.

En la Misa se dice sólo una oración después de la Comunión, que termina con la conclusión breve,
es decir:

– si se dirige al Padre: Por Jesucristo, nuestro Señor;

– si se dirige al Padre, con la mención final del Hijo: Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos;

– si se dirige al Hijo: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo hace suya esta oración con la aclamación Amén.

D) Rito de conclusión

El rito de conclusión consta de:

a) breves avisos, si son necesarios;

b) saludo y bendición sacerdotal, que en algunos días y ocasiones se enriquece y se amplía


con la oración sobre el pueblo o con otra fórmula más solemne;

c) despedida del pueblo por parte del diácono o del sacerdote, para que cada uno vuelva a su
honesta actividad, alabando y bendiciendo a Dios;

d) beso del altar por parte del sacerdote y del diácono, y después una inclinación profunda
hacia el altar por parte del sacerdote, del diácono y de los demás ministros.
ACTITUDES LITÚRGICAS

Actitudes litúrgicas son las diversas colocaciones del cuerpo mientras se ora; a saber:
orar de pie, inclinado, de rodillas, sentado y postrado.
Su fin es denotar los sentimientos interiores del alma y despertar en ella afectos
favorables a la oración.
1° Orar de pie es actitud de reverencia y de confianza en Dios. Es la actitud ordinaria
del que ora, como se observa en las Catacumbas.
Estar de pie simboliza también: a) prontitud de ánimo en el servicio de Dios; por eso
oímos de pie el Evangelio; b) alegría; así en el tiempo pascual se rezan de pie oraciones
que de ordinario se recitan de rodillas.
2° Orar inclinados significa oración humilde y respetuosa. Igualmente, las
inclinaciones son señal de respeto.
Las inclinaciones son de cabeza o de cuerpo; y se dividen en profundas, medias y
sencillas.
3° Orar de rodillas significa: a) Adoración o gran veneración. Y este es igualmente el significado de
las genuflexiones.
Así, nos arrodillamos desde la elevación hasta la comunión, y al Incarnatus del Credo, en
testimonio de adoración al Verbo Encarnado. La genuflexión ante el Santísimo o ante el crucifijo
denota también adoración. Ante el Obispo, denota gran reverencia.
Para hacer la genuflexión se adelanta un paso el pie izquierdo, y se dobla la pierna derecha hasta que
la rodilla encuentre el pie izquierdo. Las genuflexiones suelen hacerse en forma impropia y ridícula.
b) Denota también temor, aflicción y arrepentimiento. Así es el modo de orar, propio de las épocas
de penitencia, como la Cuaresma.
Entonces muchas veces es el mismo diácono el que nos exhorta a hacerlo, con las palabras:
“Flectamus genua”, “Doblemos las rodillas”.
4° Orar sentado es señal de autoridad. Así ora el Obispo; y el celebrante permanece a veces sentado
cuando los demás se arrodillan.
En la mente de la Iglesia estar sentado es una actitud demasiado cómoda para ser respetuosa,
especialmente en ciertos momentos solemnes. Durante largos siglos no se conocieron las bancas (las
introdujo el protestantismo). Hoy se nota un grave abuso en esta materia. Personas jóvenes y de
buena salud, que acaso no se cansan de bailar toda una noche, se descoyuntan con estar cinco o diez
minutos de rodillas y no ha pasado la elevación cuando ya se sientan, posición impropia para tan
sublimes momentos.
5° Orar postrado en tierra denota anonadamiento, indignidad y compunción. Se emplea esta
posición al comenzar las ceremonias del Viernes Santo, en las Ordenaciones y alguna otra ocasión.
El canto en la Santa Misa Preparación y significado

¿Cómo elegir bien los cantos de la Misa?


Muchas veces las personas encargadas de dirigir los cantos en las comunidades parroquiales me han
hecho la pregunta que encabeza el artículo. Otras veces una duda parecida se expresa así: “¿Se puede
cantar este canto en Misa o no?
Intentaré responder a esa pregunta poniéndome en el lugar de quienes tienen como misión conducir
el canto de la asamblea. Y al final, dejaré algunas reflexiones -tomadas a su vez de otros autores-
sobre el papel del coro, lo cual se puede aplicar de modo análogo al “cantor", donde no hubiera coro

TRES CRITERIOS PARA TENER EN CUENTA PARA ELEGIR BIEN


Para quien ejerce el ministerio del canto en las celebraciones litúrgicas no sólo en la Misa es
importante contar con algunos criterios objetivos, de tal modo de elegir aquellos que respondan
realmente a la celebración y a la asamblea que está viviendo la misma.
Proponemos tres criterios que nos parecen fundamentales:
a) Criterio litúrgico
Este criterio es el más importante. Para tenerlo bien en cuenta nos sirve conocer a la perfección qué
es la Misa o el sacramento del qué se trata, y también cual es el carácter de esta celebración: en qué
tiempo litúrgico estamos, qué Evangelio se proclama, etc. La naturaleza misma de la liturgia nos
ayuda a determinar qué clase de música se pide, qué partes deben preferirse para cantar y quién debe
cantarlas en cada parte.
Según este criterio, debemos fijarnos ante todo en las letras de los cantos que elegimos. Porque la
música está al servicio de la letra, del mensaje, de la Palabra, y no al revés. En los tiempos fuertes
(Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua), hay que tener muy en cuenta elegir los cantos que ayuden
a los fieles a entrar en los sentimientos que piden estos tiempos.
También es importante recordar que no debe ser el instrumento el criterio de elección del canto,
sino que el canto debe ser elegido independientemente de que pueda ser acompañado o no por el
instrumento (lo ideal, lógicamente, es que el que ejecuta el órgano u otro instrumento aprendan todos
los cantos y los puedan acompañar). Por ejemplo, si el Evangelio es el del llamado de los apóstoles
(Lc 5, 1-11), será conveniente cantar “pescador de hombres", incluso aunque no lo sepa ejecutar el
organista.
Será importante, entonces, que quienes deben elegir los cantos lean con detenimiento las lecturas del
Domingo, para que la celebración sea verdaderamente una unidad. Lo ideal sería que los cantos sean
elegidos junto con el sacerdote que presidirá la Misa, ya que este puede querer orientar la homilía y
las diferentes intervenciones hacia una idea en especial, y el canto puede ayudar mucho a que esa idea
sea verdaderamente central.
Una etapa previa en el discernimiento sería asegurarnos de que el canto esté aprobado por la
Conferencia de los Obispos, o al menos por el Obispo de la diócesis. En algunos países esto es
casi casi imposible, ya que las Conferencias o los obispos diocesanos no han sido claros o diligentes
en esta tarea. Pero esta situación representa una verdadera anomalía, a la cual no deberíamos
acostumbrarnos.

b) Criterio musical
La pregunta clave de este criterio es: “¿Es buena la música del canto, desde el punto de vista técnico,
estético y expresivo?”.
Esta selección, nuevamente, se supone que debería ser hecha por expertos, a nivel episcopal,
quienes, teniendo en cuenta todas las dimensiones del asunto, elaboren una lista de aquellos cantos
que reúnen todas las condiciones -además de la letra- para ser usados en la liturgia. Teniendo en
cuenta que esta selección en algunos países no existe o no tiene fuerza normativa la Argentina– le
corresponde al que canta, junto con el que preside, evaluar la “bondad de formas” de una
composición.
También es importante que, siendo buena la música, sea también “cantable” y accesible al
pueblo. Al menos en los cantos para los cuales está prevista la participación activa de los fieles.
Es necesario insistir en que la música litúrgica sea de buena calidad buena. Una excesiva
simplificación da lugar a una celebración carente de belleza y profundidad.
Pero si bien toda la música litúrgica debe ser buena, no toda buena música es adecuada para la liturgia.
El juicio musical es básico, pero no decisivo. Hay cantos muy hermosos, pero de ritmos o modos de
cantar que no son apropiados para la liturgia.

c) El criterio pastoral
A este criterio lo podríamos llamar también “criterio del sentido común". La pregunta clave aquí
es: este canto, que es bello en lo musical y apropiado en lo litúrgico, ¿puede ser cantado o al menos
escuchado con fruto hoy, aquí, por este cantor y por esta asamblea?
Puede suceder alguna vez que se elijan los cantos muy bien, pero que al ser ejecutados en realidad no
embellezcan la liturgia… porque eran muy difíciles, porque no se sabían bien, porque tenían
intervalos muy amplios, etc. Por ejemplo, el bellísimo “Que resuene por la tierra” es uno de los cantos
más apropiados para la Pascua; pero es muy difícil de ejecutar para un solista, por la gran amplitud
en su melodía.
Puede ser también que se elijan todos los cantos con gran cuidado, y que el coro los ejecute a la
perfección, pero que la asamblea permanezca muda todo el tiempo. Indudablemente que este no es el
ideal tradicional, propuesto con fuerza desde los tiempos de Pío X.
Por eso hay que tener en cuenta quién ejecutará el canto –cantor, coro, etc.– y cómo está conformada
la asamblea –si por gente mayor, si por niños, jóvenes, etc.– y si ellos conocen y pueden seguir los
cantos.
Hay que evitar en este punto dos extremos: cantar siempre los mismos cantos “porque son los que
sabe la gente”: se perdería así mucha riqueza, tanto de la tradición musical -gregoriano, polifonía-
como de las nuevas creaciones; y el otro extremo de “cantar siempre cantos nuevos”, porque la
asamblea no llega a conocerlos ni aprenderlos, y entonces la celebración se transforma en una
exhibición o un recital de un grupo de cantores.
Como método para ampliar el repertorio de las comunidades, todos los domingos se podría ir
incorporando algún elemento nuevo (no varios a la vez, sino uno sólo: un cordero, un aleluya, etc) y
que se lo repita en los domingos siguientes. Mucho mejor si alguien capacitado puede enseñarlos a la
asamblea.
Una consecuencia bien concreta de este criterio es asegurarse de que haya cancioneros completos y
suficientes para los miembros de la asamblea.

EL PAPEL DEL CORO Y SU RELACIÓN CON LA ASAMBLEA


Lo que acabo de plantear nos introduce en el tema de cuál debe ser el papel del coro en las
celebraciones litúrgicas.
¿Cuál es la función ministerial del coro?
“Realiza una verdadera función ministerial activa arropando, conduciendo y promoviendo el canto
comunitario; conserva vivo y cultiva acrecentándolo con esmero el tesoro sacro musical, crea un
clima de ambientación festiva, crea espacios que fomentan la contemplación, da color más propio a
cada una de las celebraciones del año litúrgico para que el pueblo cristiano tenga vivencias más
hondas de las distintas facetas del misterio, cubriendo la común deficiencia y pobreza de cantos
propios en contraste con tan ricos y variados leccionarios; entusiasma y contagia a la asamblea con
una especie de magnetismo espiritual que la despierta y la aúna para dar su respuesta a Dios en el
diálogo salvífico, va educando progresivamente al pueblo en forma de expresión cualitativamente
más elevadas, recoge y ofrece los sentimientos de la asamblea con el esplendor y la belleza que el
canto de solo el pueblo no logra expresar”.
No hay nada en las directivas oficiales de la Iglesia desde el Vaticano II que pudiera justificar
la depreciación o la eliminación de los coros. Pero necesitamos especialmente una más profunda
reflexión teológica sobre el coro litúrgico. Algunos, lamentablemente, querrían reducir el rol del coro
exclusivamente a sostener y guiar el canto de la asamblea; muchos parecen estar insuficientemente
convencidos de la habilidad de la música coral para enriquecer el culto. Dicha reflexión teológica
podría considerar lo siguiente:
1. El coro sirve de una manera particular para dar voz a la gloria y a la belleza de la liturgia.
2. El coro da testimonio de la dimensión escatológica de la Iglesia, dado que su canto prefigura el de
los santos y coros angélicos de la Nueva Jerusalén.
3. El coro es un alegre acompañante del peregrino pueblo de Dios y un signo festivo de su patria
celestial.
4. La participación del coro es crucial para realzar la solemnidad y la majestad de los acontecimientos
litúrgicos.

Coro y Asamblea
“Algunos creen que con la restauración litúrgica los coros resultan inútiles y pueden suprimirse, esto
incluye un error total de principio si se desea iniciar, guiar y educar a la asamblea en el canto, la
presencia de un coro resulta indispensable: el coro tiene algunas partes que le corresponde en
exclusiva con las que la celebración cobra una nota especial de solemnidad y belleza” (Card. Lercaro).
Como parte de la asamblea, el coro a veces conduce el canto comunitario; a veces se une
simplemente a la comunidad; y a veces canta sólo para la edificación de la comunidad o para
permitir que el ritual se despliegue de manera más expresiva.
No debería olvidarse que la participación por parte del pueblo se asegura tanto por un activo cantar
como por un comprometido escuchar.
El coro no está delante de una comunidad que lo escucha como se está delante de una comunidad
que quiere que se le cante alguna cosa para entretenerlo, sino que el coro mismo forma parte de esa
comunidad y canta en su nombre en el sentido de legítima representación. Actúa en nombre de los
demás y los incluye en su propia acción.

¿Qué repertorio debe ejecutar un coro, cuando canta representando a la comunidad y para edificarla?
No debe desdeñar –al contrario– las mejores piezas del canto gregoriano y de la polifonía clásica y
moderna. El gregoriano evoca inmediatamente la atmósfera espiritual propia de la liturgia romana.
La polifonía sagrada, por su parte, abre las ventanas del alma y expresa la común vocación a la
trascendencia.
Es claro, sin embargo, que el uso de la herencia litúrgica de la Iglesia debe estar informado con
principios sanos.
Debe ser usado con una cuidadosa atención a la estructura de la liturgia, y con respeto por las
necesidades y sensibilidades pastorales. Un uso con discernimiento puede ser un enriquecimiento
espiritual de las celebraciones litúrgicas y un signo de nuestra unión con nuestros antepasados. Dicho
tesoro, por otra parte, no puede considerarse como cerrado porque funciona, además, como aguijón,
guía e inspiración para futuras composiciones.

¿Por qué cantamos en Misa?

Es importante comenzar reflexionando que desde su fundación la Iglesia ha estado cantando en


todas sus celebraciones. También en la Biblia (en el Apocalipsis) leemos que la Iglesia triunfante
canta. Dice el Apocalipsis: “Y cantan un cántico nuevo diciendo: “Digno es el Cordero, que ha sido
degollado…”. Yo no se si en la Iglesia purgante (la que esta en el Purgatorio) se cante también o
no, pero no quisiera tener que irlo a averiguar. Prefiero unirme por medio del canto a la Iglesia
triunfante.
Si alguien no quiere cantar, puede ir a la Iglesia purgante, a ver si allí puede estar un rato sin cantarle
al Señor. (¡No se crean, es una broma!)

Algunas de las palabras, tonos, e instrumentos han cambiado a lo largo de la historia, pero desde
la Resurrección de Cristo (y aún antes) aquellos que se reunían para la adoración a Dios estaban
instruidos para cantar. Incluso Jesús cantaba, como nos lo cuenta el evangelio.

La Constitución de la Sagrada Liturgia nos dice cual es el valor de la música en la liturgia:


"La tradición musical de la Iglesia Universal es un tesoro de valor inestimable, mayor aún que
cualquier otro arte. La razón principal de esta importancia consiste en que el canto sagrado esta
muy apegado al texto, y forma una parte necesaria e integral de la liturgia solemne". (CSL #112).

La Instrucción General del Misal Romano (“IGMR”) también nos dice que el cantar es de gran
importancia en la celebración de la Misa. ¿Por qué? Porque cantar nos hace parte de una oración
comunitaria que es más antigua y extensa que nuestra propia oración. Es algo que debemos hacer
juntos. Cuando cantamos juntos, oramos de una manera más fuerte. Además, como Iglesia
Peregrina, nos unimos por medio del canto a la Iglesia Triunfante (en el cielo).

La IGMR dice lo siguiente: ".. deberá tenerse cuidado de que el canto del ministro y el pueblo no
esté ausente en las celebraciones que ocurren en Domingo y los días festivos de obligación" (IGMR
#40).

¿Qué partes de la Misa conviene cantar? ¿Qué partes son opcionales de cantar?

A veces no sabemos si hay que cantar absolutamente todo o cantar solo algunas partes de la misa.
Para discernir, dependiendo de la situación, que partes conviene cantar, la Iglesia nos proporciona
guías llamadas "solemnidades progresivas." Esto significa que algunas partes de la Misa son más
importantes y significativas que otras y por lo tanto deben ser cantadas con preferencia.

A. Lo más solemne: Las partes que DEBEN cantarse:


La Iglesia nos dice que las siguientes partes son las más importantes:

1. Aclamación del Evangelio (Aleluya) y

2. la Aclamación de la Oración Eucarística, que consta de 3:


a. Santo
b. Aclamación Memorial y (el que dice “Anunciamos tu muerte,
proclamamos..”)
c. Gran Amén o Amén Solemne (después de “por Cristo con él y en él…”)

¿Por qué estas partes? Porque enfatizan las dos partes más importantes de la Misa: el Evangelio y
la Oración Eucarística, y estas partes de la Misa nos revelan con sus palabras y sacramentos la
presencia de Cristo. Estas aclamaciones deben ser cantadas en cada Misa (aún en días de semana).
Los textos para estas aclamaciones están dados por la Iglesia y no deben ser cambiados.

Ojo: ¡¡Dice el misal que si el Aleluya no puede cantarse se OMITE!! ¡¡Allí tienes claro que el
canto es necesario e integral!!
En la práctica, muchas parroquias no cantan las aclamaciones 2.b y 2.c pero es muy importante que
caminemos hacia lograr hacerlo!

B. Los Himnos Procesionales


En orden descendiente en solemnidad tenemos dos himnos procesionales que es muy importante
cantar:

3. El Canto de Entrada y
4. El Canto de Comunión.

¿Porque son importantes? Porque el unir nuestras voces en el canto nos ayuda a experimentar
comunión y unión uno con el otro y con Dios. El Canto de Entrada nos ayuda a convertirnos en
comunidad, y el Canto de la Comunión expresa nuestra unión con Cristo y unos con otros a través
de la unión de nuestras voces. La asamblea entera es llamada para cantar estos cantos en Domingos
y días festivos de obligación.

C. El Salmo Responsorial
Siguiendo en orden de solemnidad tenemos:

5. el Salmo Responsorial.

El cantar el Salmo Responsorial puede ser un reto tanto para los ministros de música como para la
asamblea, porque el salmo cambia cada día. Para facilitar su canto la Iglesia proporciona la opción
de un salmo por estación. Esto permite que la asamblea aprenda un salmo que puede ser cantado a
lo largo de toda una estación litúrgica. El Salmo Responsorial deberá ser cantado los Domingos y
en las liturgias de los días de guardar.

D. Los Cantos Ordinarios


Enseguida en la lista están los llamados “cantos ordinarios," que se llaman así porque en todas las
misas están presentes:

6. Kyrie Eleison/Señor ten Piedad,


7. Gloria/Gloria a Dios,
8. Oración del Señor (Padre Nuestro),
9. Agnus Dei/Cordero de Dios y
10. Profesión de Fe. (Credo)

Estos pueden ser o no cantados, dependiendo de la solemnidad de la Misa y de la naturaleza de la


estación litúrgica. La profesión de Fe ya no suele cantarse, porque es muy largo y dificulta la
participación de los fieles.
E. Cantos Suplementarios Opcionales:
Finalmente, tenemos cantos suplementarios:
11. Durante la preparación de las ofrendas (llamado “de Ofertorio”, pero que en realidad
es “de ofrendas”)
12. el canto de oración después de la comunión.
13. El canto de salida, (que ya no forma parte de la Misa y no es de suyo
“Litúrgico”)
14. Las Antífonas: Antífona de entrada, antífona de comunión.

Estos deben ser considerados de menor solemnidad y pueden ser o no cantados.

Vamos ahora a repasar las partes de la misa y a comentar la finalidad de cada canto. Entre
paréntesis se indica como esta la Asamblea:

P es Parados, S es Sentados y R es de Rodillas:

1. RITOS INICIALES
Entrada (P):
Mientras entra el sacerdote comienza el canto de entrada. El fin de este canto es abrir la celebración,
fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus pensamientos a la contemplación del
misterio litúrgico o de la fiesta. Se recomienda que el canto termine cuando el sacerdote llega a la
Sede.

Saludo al altar y pueblo congregado (P):


Cuando llega, el sacerdote besa el altar. Terminando el canto de entrada, el sacerdote y la asamblea
hacen la señal de la cruz. A continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la
asamblea reunida la presencia del Señor.
Terminado el saludo, el sacerdote o el monitor puede hacer a los fieles una brevísima introducción
sobre la misa del día. Después el sacerdote invita al Acto penitencial, que se realiza cuando toda
la comunidad hace su confesión general termina con la conclusión del sacerdote.

Acto Penitencial (P):


El Acto Penitencial consiste en pedirle perdón al Señor por nuestros pecados. Hay 3 formas de
Acto penitencial, y LAS 3 PUEDEN CANTARSE:

Forma 1: Es la mas común, se recita “Yo confieso, ante Dios todo poderoso, y ante Ustedes
Hermanos…” y después de esta oración, se canta el “Señor, ten piedad”.
Forma 2: También puede cantarse o recitarse: Dice el solista o el sacerdote: “Tú que has venido a
salvar a los pecadores…” y se contesta “Señor ten piedad”. , etcétera.

Forma 3: También puede cantarse: Dice “Muéstranos Señor tu misericordia”… y se contesta “Y


danos tu salvación..” Etcétera.

Si no se canta el “Señor, ten piedad”, al menos se recita.

Gloria (P):
Este es un antiquísimo y venerable himno con que la iglesia, congregada en el Espíritu Santo,
glorifica a Dios Padre y al Cordero, y le presenta sus súplicas. Si no se canta, al menos lo han de
recitar todos, o juntos o alternadamente. Si se canta el Gloria, es MUY IMPORTANTE que la
letra no sea mutilada ni modificada respecto del texto litúrgico.
No solo porque un canto dice “Gloria” en alguna parte ya puede considerarse un canto propio para
esta parte de la misa.

Un criterio es que si el canto no dice al menos un 85 o 90% de toda la oración del Gloria tal como
viene en el misal, no debe usarse para la misa. Puede usarse para otra cosa pero no para la misa.

Oración colecta (P):


El sacerdote invita al pueblo a orar; y todos, a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio.
Luego, el sacerdote lee la oración que expresa la índole de la celebración; el pueblo la hace suya
diciendo “amen.”

2. LITURGIA DE LA PALABRA
La Eucaristía es sacramento de toda la vida de Jesús. Mediante las Lecturas bíblicas nos acercamos
a ella: su preparación (1º Lectura: Antiguo Testamento), desarrollo (Evangelio) y consecuencias
(2º Lectura: Nuevo Testamento). Formando parte de la misma Liturgia de la Palabra tenemos los
Cantos interleccionales.

Después de la 1º Lectura (S), sigue un Salmo Responsorial (S), que se toma del Leccionario. El
salmista o cantor del salmo, desde el ambón o desde otro sitio oportuno, proclama las estrofas del
salmo, mientras toda asamblea escucha è y además participa con su respuesta.
Es importante que quien proclama el salmo sea un miembro del CORO, aunque no lo cante, y
además, debe salir del coro y pasar al ambón.
Dado que el salmo responsorial tiene un texto litúrgico específico, normalmente se canta
salmodiando las estrofas y el coro, aunque también puede componerse un canto rítmico o métrico
específico y cantarse como salmo responsorial, siempre que respete lo más posible el texto litúrgico
original.
A la 2º Lectura (S) sigue el Aleluya (P) u otro canto según las exigencias del tiempo litúrgico y
después viene la lectura del Evangelio (P).

Como ya vimos, si el Aleluya no se canta se omite, pero no se debe recitar.

Cuando es muy solemne la misa puede volverse a cantar el Aleluya al terminar la lectura del
Evangelio, mientras el sacerdote regresa al altar y da a besar el Evangeliario al Obispo o al
Presidente de la celebración.

Homilía (S)
Conviene que sea una explicación de las Lecturas, o de otro texto del Ordinario, o del Propio de la
Misa del día, teniendo siempre el misterio que se celebra y las particulares necesidades de los
oyentes.

Profesión de fe (P) o Credo


Con el Símbolo o Credo el Pueblo da su asentamiento y respuesta a la Palabra de Dios proclamada
en las Lecturas y en Homilía, y trae su memoria, antes de empezar la celebración eucarística, la
norma de su fe.
Como vimos antes, el Credo puede cantarse, pero no se acostumbra, porque es largo y difícil de
enseñar a cantarlo a la Asamblea.

Oración universal (P)


En la oración universal u oración de los fieles, el Pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega
por todos los hombres (Papa, Iglesia, Estado, necesidades. ).La
asamblea expresa su súplica o con una invocación común, que se pronuncia después de cada
intención, o con una oración en silencio.

3. LITURGIA EUCARÍSTICA

Preparación de los dones (S):


Al comienzo de la Liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el cuerpo
y en la Sangre de Cristo: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. Acompaña
a esta procesión el “canto del ofertorio”, que se alarga por los menos hasta que los dones han sido
colocados sobre el altar.

Debe tenerse cuidado en este último punto: Si el sacerdote termina de lavar sus manos, debemos
terminar lo antes posible el “canto del Ofertorio”.

Plegaria eucarística (P)


Este el centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de
consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en
el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
Los principales elementos de que consta la Plegaría eucarística pueden distinguirse de esta manera:
a) Acción de gracias (que se expresa sobre todo en el Prefacio).

b) Santo:
Con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita las
alabanzas a Dios.

c) Epíclesis (R):
Con ella la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder divino para que los
dones que han presentado los hombres queden consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y
la Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.

d) Narración de la institución y consagración (R):


En ella, con las palabras y gestos de Cristo, se realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la
última cena.

e) Anámnesis (P):
También llamada “Aclamación después de la Consagración”, con ella la Iglesia, al cumplir este
encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo
Cristo, recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la
ascensión al cielo. En esta parte es donde la Asamblea responde, DE PREFERENCIA
CANTANDO, con las palabras siguientes, dependiendo de la fórmula de Anámnesis (hay 3
diferentes) que haya usado el sacerdote:

1. «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección; ¡ven, Señor Jesús!»


2. «Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte,
Señor, hasta que vuelvas».
3. «Por tu cruz y resurrección nos has salvado».

f) Oblación (P):
La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de los
participantes.

g) Intercesiones (P):
Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, celeste y
terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos.

h) Doxología final (P):


En ella se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del pueblo,
llamado el “GRAN AMEN”, ¡¡y que también debe ser cantado!!
Rito de la comunión
Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su
Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual.

a) La oración dominical (P):


Se pide el pan de cada día, con lo que también se alude, para los cristianos, el pan eucarístico, y se
implora el perdón de los pecados. El embolismo, que desarrolla la última petición, pide para todos los
fieles la liberación del poder del mal.

b) El rito de la paz (P):


Con que los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan. Existe la costumbre de cantar durante el
rito de la paz, lo cual no está previsto en los documentos de la Iglesia. En todo caso el sacerdote es el
que puede dar permiso para que así se haga, pero es MUY IMPORTANTE que no se revuelva este
momento con el Cordero de Dios.

c) El gesto de la fracción del pan (P):


Realizado por Cristo en la última Cena, en los tiempos apostólicos fue el sirvió para denominar la
integra acción eucarística. Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan
de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla (P):


El celebrante deja caer una parte del pan consagrado en le cáliz [originariamente era un trozo del pan
consagrado en otra comunidad el domingo anterior: signo de comunión entre las diversas comunidades
cristianas]

e) Mientras se hace la fracción del pan y la Inmixión, los cantores o un cantor cantan el Cordero de
Dios:
Esta invocación puede repetirse cuantas veces sea necesario para acompañar la fracción del pan. La
última vez se acompañará con las palabras danos la paz. Para COMENZAR a cantar el Cordero de
Dios, debemos fijarnos en el Sacerdote: Cuando él toma la patena comienza la fracción, es CUANDO
HAY QUE COMENZAR a cantar el Cordero de Dios.

f) Preparación privada del sacerdote.

g) Luego, el Sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico.

h) Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con pan consagrado en esa misma
Misa. Comulgar es la mejor forma de participar del sacrificio que se celebra.

i) Mientras el sacerdote y los fieles reciben el Sacramento tiene lugar el canto de comunión, canto que
debe expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes comulgan, demostrar, al mismo
tiempo, la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de los que van avanzando para recibir
el Cuerpo de Cristo. Si no hay canto, se reza la antífona propuesta por la Misal.
Es importante que el canto de Comunión sea Cristocéntrico, es decir, que hable del encuentro con
Cristo. No importa que sea una fiesta o solemnidad de cualquier otra cosa, nunca debe de sustituirse el
canto de comunión por un canto que no sea Cristocéntrico.

j) Terminada la distribución de la comunión, el sacerdote y los fieles, si juzgan oportuno, pueden orar
un rato recogidos. Si se prefiere, puede también cantar toda la asamblea un himno, un salmo o algún
otro canto de alabanza. (Canto después de la Comunión)

k) En la oración después de la comunión, el sacerdote ruega para que se obtengan los frutos del misterio
celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación “Amén.”

4. RITO DE CONCLUSIÓN (P):


El rito final consta de saludo y bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la
asamblea, para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

Aquí puede cantarse un canto de salida, que como ya dijimos es opcional y no forma ya parte de la
Misa. Suele aprovecharse para algún canto mariano, un canto de la fiesta o solemnidad que se celebra
o algún otro canto rítmico y alegre basado en los salmos o de inspiración personal.

La Eucaristía como Sacramento


Bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se encuentra verdadera, real y substancialmente presente, con
su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Autor: Cristina Cendoya de Danel | Fuente: Catholic.net


Sentido de la Eucaristía como Sacramento:

Naturaleza
La eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera,
real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.

Se le llama el "sacramento por excelencia”, porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de
todas las gracias. Además, todos los demás sacramentos tienden o tienen como fin la Eucaristía,
ayudando al alma para recibirlo mejor y en la mayoría de las veces, tienen lugar dentro de la Eucaristía.

A este sacramento se le denomina de muchas maneras dada su riqueza infinita. La palabra Eucaristía
quiere decir acción de gracias, es uno de los nombres más antiguos y correcto porque en esta celebración
damos gracias al Padre, por medio de su Hijo, Jesucristo, en el Espíritu y recuerda las bendiciones judías
que hacen referencia a la creación, la redención y la santificación. (Cfr. Lc. 22, 19)

1. Es el Banquete del Señor porque es la Cena que Cristo celebró con sus apóstoles justo antes de
comenzar la pasión. (Cfr. 1 Col 11, 20).
2. Fracción del pan porque este rito fue el que utilizó Jesús cuando bendecía y distribuía el pan, sobre
todo en la Última Cena. Los discípulos de Emaús lo reconocieron – después de la resurrección – por este
gesto y los primeros cristianos llamaron de esta manera a sus asambleas eucarísticas. (Cfr. Mt. 26, 25;
Lc. 24, 13-35; Hech. 2, 42-46).
3. También, se le dice asamblea eucarística porque se celebra en la asamblea –reunión - de los fieles.
4. Santo sacrificio, porque se actualiza el sacrificio de Cristo. Es memorial de la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo.
5. Comunión, porque es la unión íntima con Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre.
6. Didaché, es el sentido primero de la "comunión de los santos” que se menciona en el símbolo de los
Apóstoles.
7. Misa, posee un sentido de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el sacramento.
Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras "ite missa est".

Institución
En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguraciones de este sacramento, como son:
El maná, con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto. (Cfr. Ex. 16,) .
El sacrificio de Melquisedec, sacerdote que en acción de gracias por la victoria de Abraham, ofrece pan
y vino. (Cfr. Gen. 14, 18).
El mismo sacrificio de Abraham, que está dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac. (Cfr. Gen. 22, 10).
Así como, el sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel, en Egipto. (Cfr.
Ex. 12).

Igualmente, la Eucaristía fue mencionada - a manera de profecías – en el Antiguo Testamento por


Salomón en el libro de los Proverbios, donde le ordena a los criados a ir para comer y beber el vino que
les había preparado. (Cfr. Prov. 9,1). El profeta Zacarías habla del trigo de los elegidos y del vino que
purifica.

El mismo Cristo – después de la multiplicación de los panes – profetiza su presencia real, corporal y
sustancial, en Cafarnaúm, cuando dice: "Yo soy el pan de vida …… Si uno come de este pan vivirá para
siempre, pues el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. (Jn. 6, 32-34;51)

Cristo, sabiendo que había llegado su "hora”, después de lavar los pies a sus apóstoles y de darles el
mandamiento del amor, instituye este sacramento el jueves Santo, en la Última Cena (Mt. 26, 26 -28;
Mc. 14, 22 -25; Lc. 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse entre los hombres, de nunca separarse
de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión. El sacramento de la Eucaristía surge del infinito amor de
Jesucristo por el hombre.

El Concilio de Trento declaró como verdad de fe, que la Eucaristía es verdadero y propio sacramento
porque en él están presente los elementos esenciales de los sacramentos: el signo externo; materia (pan y
vino) y forma; confiere la gracia; y fue instituido por Cristo.

Cristo deja el mandato de celebrar el Sacramento de la Eucaristía e insiste, como se puede constatar en
el Evangelio, en la necesidad de recibirlo. Dice que hay que comer y beber su sangre para poder
salvarnos. (Jn. 6, 54).

La Iglesia siempre ha sido fiel a la orden de Nuestro Señor. Los primeros cristianos se reunían en las
sinagogas, donde leían unas Lecturas del Antiguo Testamento y luego se daba lugar a lo que llamaban
"fracción del pan”, cuando fueron expulsados de las sinagogas, seguían reuniéndose en algún lugar una
vez a la semana para distribuir el pan, cumpliendo así el mandato que Cristo les dejó a los Apóstoles.

Poco a poco se le fueron añadiendo nuevas lecturas, oraciones, etc. hasta que en 1570 San Pío V
determinó como debería ser el rito de la Misa, mismo que se mantuvo hasta el Concilio Vaticano II.

La Eucaristía como Sacramento


1. ¿Por qué se le llama Sacramento por excelencia?
a) Porque este sacramento solo lo pueden recibir los sacerdotes.
b) Porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias
c) Porque es el primer sacramento que recibimos.
2. ¿Qué quiere decir la palabra Eucaristía? *
a) Acción de gracias
b) Cristo nos santifica.
c) Cristo vive en nuestro corazón.
3. ¿Cuándo instituyó Cristo el Sacramento de la Eucaristía? *
a) En el viacrucis.
b) En el momento de su resurrección.
c) En la última cena
Efectos y frutos de la Eucaristía
Los efectos que produce la Eucaristía en el alma son consecuencia de la unión con Cristo.

Autor: Cristina Cendoya de Danel | Fuente: Catholic.net


Efectos

Cuando recibimos la Eucaristía, son varios los efectos que se producen en nuestra alma. Estos efectos
son consecuencia de la unión íntima con Cristo. Él se ofrece en la Misa al Padre para obtenernos por su
sacrificio todas las gracias necesarias para los hombres, pero la efectividad de esas gracias se mide por el
grado de las disposiciones de quienes lo reciben, y pueden llegar a frustrarse al poner obstáculos
voluntarios al recibir el sacramento.

Por medio de este sacramento, se nos aumenta la gracia santificante. Para poder comulgar, ya debemos
de estar en gracia, no podemos estar en estado de pecado grave, y al recibir la comunión esta gracia se
nos acrecienta, toma mayor vitalidad. Nos hace más santos y nos une más con Cristo. Todo esto es
posible porque se recibe a Cristo mismo, que es el autor de la gracia.

Nos otorga la gracia sacramental propia de este sacramento, llamada nutritiva, porque es el alimento de
nuestra alma que conforta y vigoriza en ella la vida sobrenatural.

Por otro lado, nos otorga el perdón de los pecados veniales. Se nos perdonan los pecados veniales, lo
que hace que el alma se aleje de la debilidad espiritual.

Necesidad

Para todos los bautizados que hayan llegado al uso de razón este sacramento es indispensable. Sería
ilógico, que alguien que quiera obtener la salvación, que es alcanzar la verdadera unión íntima con
Cristo, no tuviera cuando menos el deseo de obtener aquí en la tierra esa unión que se logra por medio
de la Eucaristía.

Es por esto que la Iglesia nos manda a recibir este sacramento cuando menos una vez al año como
preparación para la vida eterna. Aunque, este mandato es lo menos que podemos hacer, se recomienda
comulgar con mucha frecuencia, si es posible diariamente.

Ministro y Sujeto

Únicamente el sacerdote ordenado puede consagrar, convertir el pan el vino en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, sólo él está autorizado para actuar en nombre de Cristo. Fue a los Apóstoles a quienes Cristo les
dió el mandato de "Hacer esto en memoria mía”, no se lo dió a todos los discípulos. (Cfr. Lc. 22,).
Esto fue declarado en el Concilio de Letrán, en respuesta a la herejía de los valdenses que no aceptaban
la jerarquía y pensaban que todos los fieles tenían los mismos poderes. Fue reiterado en Trento, al
condenar la doctrina protestante que no hacía ninguna diferencia entre el sacerdocio ministerial y el
sacerdocio de los fieles.

Los que han sido ordenados diáconos, entre sus funciones, está la de distribuir las hostias consagradas,
pero no pueden consagrar. Actualmente, por la escasez de sacerdotes, la Iglesia ha visto la necesidad de
que existan los llamados, ministros extraordinarios de la Eucaristía. La función de estos ministros es de
ayudar a los sacerdotes a llevar la comunión a los enfermos y a distribuir la comunión en la Misa.

Todo bautizado puede recibir la Eucaristía, siempre que se encuentre en estado de gracia, es decir, sin
pecado mortal. Haya tenido la preparación necesaria y tenga una recta intención, que no es otra cosa
que, tener el deseo de entrar en unión con Cristo, no comulgar por rutina, vanidad, compromiso, sino por
agradar a Dios.

Los pecados veniales no son un impedimento para recibir la Eucaristía. Ahora bien, es conveniente
tomar conciencia de ellos y arrepentirse. Si es a Cristo al que vamos a recibir, debemos tener la
delicadeza de estar lo más limpios posibles.

En virtud de que la gracia producida, "ex opere operato”, depende de las disposiciones del sujeto que la
va a recibir, es necesaria una buena preparación antes de la comunión y una acción de gracias después
de haberla recibido. Además del ayuno eucarístico, una hora antes de comulgar, la manera de vestir, la
postura, etc. en señal de respeto a lo que va a suceder.

Frutos de la Eucaristía

El sacramento de la Eucaristía, como todo sacramento, es eficaz. Al recibirlo hay cambios reales en la
persona que lo recibe y en toda la Iglesia aunque los cambios no se puedan palpar:

Acrecienta nuestra unión con Jesucristo.


Al comulgar recibimos a Jesucristo de una manera real y substancial. Es una unión real, no es un buen
deseo o un símbolo. El sacramento de la Eucaristía es una unión íntima con Dios que nos llena de su
Gracia.

"Quien come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él"


(Jn, 6,56).

Nos perdona los pecados veniales.


Para recibir a Jesús, es indispensable estar en estado de gracia y al recibirlo, la presencia de Dios dentro
de nosotros hace que se borren las pequeñas faltas que hayamos tenido contra Él y recibimos la gracia
para alejarnos del pecado mortal.

Fortalece la caridad, que en la vida diaria tiende a debilitarse.


El pecado debilita la caridad y puede hacernos creer que vivir el amor como Jesús nos lo pide es muy
difícil, casi inalcanzable.
Sin embargo, Jesús ya sabía que nos costaría trabajo y que nos sentiríamos sin fuerzas para lograrlo, por
eso quiso quedarse con nosotros en la Eucaristía para alimentarnos y ayudarnos fortaleciendo nuestra
caridad.

La Eucaristía, siendo el mayor ejemplo de amor que podemos tener, transforma el corazón llenándolo de
amor, de tal manera que quien la recibe es capaz de vivir la caridad en cada momento de su vida.

"Que nunca os falte, queridos jóvenes, el Pan eucarístico en las mesas de vuestra existencia. ¡De este
pan podréis sacar fuerza para dar testimonio de vuestra fe!"
(Juan Pablo II. Queridísimos jóvenes)

Nos preserva de futuros pecados mortales.


Una persona que vive de acuerdo a la caridad, difícilmente cometerá faltas graves de amor a Dios.

Da unidad al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.


Cada persona que recibe a Jesús en la Eucaristía se une íntimamente a Él, que es la cabeza de su Cuerpo
Místico del que todos los cristianos formamos parte.
De esta manera, el cristiano que se une a Cristo en la Eucaristía, se une al mismo tiempo al resto de los
cristianos miembros de su Cuerpo Místico. Por ésta razón, a la recepción de la hostia consagrada se le
llama comunión, que significa común-unión o unión de toda la comunidad.

"Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén
unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado. Yo les he dado a ellos la
gloria que tú me diste a mí, de tal manera que puedan ser uno, como lo somos nosotros".
(Juan 17, 21-22.)

Fortalece a toda la Iglesia.


Por la misma unidad de los cristianos en el Cuerpo Místico de Cristo sucede que al fortalecerse uno de
sus miembros con las gracias de la Eucaristía, se fortalece la Iglesia entera.

Entraña un compromiso en favor de los demás.


Al estar más unido al Cuerpo Místico de Cristo, aquél que recibe la Eucaristía, se hará más consciente de
las necesidades de los otros miembros. Se identificará con los intereses de Cristo, sentirá el compromiso
de ser apóstol, de llevar a Cristo a todos los hombres sin distinción y de ayudar en sus necesidades
espirituales y materiales a los pobres, los enfermos y todos los que sufren.

LLEVAR LA VIDA A CADA CELEBRACIÓN


Y CADA CELEBRACIÓN A NUESTRA VIDA
Nuestra mirada ha de posarse en nuestra comunidad, atendiendo su realidad concreta
y el momento por el que está pasando, para ayudar a que la celebración no sea
algo desconectado de su realidad, sino una respuesta a su necesidad. La fe no
puede separarse de nuestra vida. En cada celebración llevamos a Dios lo que hemos
vivido en la semana: alegrías, preocupaciones, logros, fracasos, esperanzas, luchas.
Todo eso se lo presentamos a Dios, como una ofrenda. A su vez, los cantos, oraciones, silencios, los textos
de la Palabra, lo que Dios nos dice a través de cada hermano: todo ello enriquecerá nuestra vida, la
iluminará con un nuevo horizonte. De este modo, volvemos con más ganas y fuerzas a nuestras tareas
cotidianas, a la vida en familia.

PASAR DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS


En cada celebración, es el mismo Cristo, que vive en el Pueblo, el que ora al
Padre por, con y a través de nosotros. No podemos quedar pasivos o
distraídos, todos participamos. Por más de que esté presidida por un
sacerdote, somos todo el pueblo de Dios el que ora y celebra la fe. Por eso
decimos que todos celebramos la Misa. Elevar nuestro canto, aplaudir,
escuchar con atención, responder con seguridad a las diversas oraciones,
hacer silencio profundo, son modos muy importantes de participar activa y
de forma consciente en cada Misa.

SENTIRNOS UNA GRAN FAMILIA


INTEGRADA POR MUCHAS COMUNIDADES
Saber que tantos hermanos se reúnen y rezan con estas mismas palabras y melodías que nosotros usamos
o que nos acompañan desde sus casas a través de la FM, nos da una identidad común como Parroquia y
nos sentimos más unidos.

ABRIR LAS PUERTAS DE NUESTRA COMUNIDAD A TODOS,


HACIENDO OIR MÁS VOCES Y PARTICIPAR A MÁS HERMANOS
De este modo, el rostro de nuestra comunidad se va enriqueciendo con
la presencia de más rostros, de más manos, de más voces. Y así vamos
acercándonos más al sueño de Dios para nuestra comunidad: el de tener las
puertas abiertas para todos, el de que cada hermano pueda encontrar su lugar
y se sienta parte importante y valiosa de nuestra comunidad, para que nadie se
sienta afuera, ni marginado, ni expulsado. Y así, al contemplar más
rostros y escuchar con respeto y atención a cada hermano, descubriremos la
voz de Jesús que nos ilumina e invita a ser mejores y más fraternos.

ENRIQUECER NUESTRA ORACIÓN PERSONAL CON LA ORACIÓN


COMUNITARIA Y NUESTRA ORACIÓN COMUNITARIA CON NUESTRA
ORACIÓN PERSONAL
Lo que rezamos cada día en casa, con nuestra familia, o personalmente cuando oramos con la Palabra de
Dios se hace alimento que beneficia a la comunidad. Y lo que rezamos en comunidad enriquece nuestra
oración cotidiana. Estos 2 momentos (personal y comunitario) son muy necesarios para nuestra vida de fe

VIVIR LO QUE CELEBRAMOS


Esta fe creída y celebrada en comunidad debe ser vivida. Nuestra vida no
puede quedar igual. La Misa debe ir transformando y renovando la vida
de nuestras familias y comunidades. Nuestro corazón irá tomando los rasgos
compasivos y buenos del Corazón de Jesús. Así, sencillamente,
iremos transformando la sociedad, según el sueño de Jesús: los valores de su
Reino.

Efectos y Frutos de la Eucaristía


1. Cuando recibimos la Eucaristía, ¿Qué efectos se producen en nuestra alma? *
a) Se nos aumenta la gracia santificante, nos otorga la gracia sacramental y nos otorga el perdón de los
pecados mortales.
b) Se disminuye la gracia santificante, nos otorga la gracia sacramental y nos otorga el perdón de los
pecados veniales.
c) Se nos aumenta la gracia santificante, nos otorga la gracia sacramental y nos otorga el perdón de los
pecados veniales.
2. ¿Cuál es el mayor ejemplo de amor que podemos tener? *
a) La Eucaristía.
b) El Bautismo.
c) La Confesión.
3. ¿Qué tipo de pecados se perdonan al recibir la Eucaristía? *
a) Los pecados mortales.
b) Los pecados veniales.
c) Los pecados de omisión.
El Culto Eucarístico
¿Para quién y para qué está ahí? Para nosotros, para hacer compañía al solo, para fortalecer al débil, para
iluminar al que duda, para consolar al triste, para llenar la vida de jugo, de alegría, de sentido

Autor: P. Antonio Rivero LC | Fuente: El tesoro de la Eucaristía


Eucaristía y Culto eucarístico
Culto significa devoción. A la Eucaristía, donde Jesús está realmente presente, debemos dar culto de
adoración, porque es Dios quien se esconde detrás de las especies de pan. Pero es el mismo Cuerpo de
Cristo. Ya no es pan sino el Cuerpo santísimo de Jesús.

Hay un culto público:


Solemnidad y procesión del Corpus. Se introdujo en la Iglesia en el siglo XIII, por revelación privada
del Señor a la beata Juliana de Cornillón. Y fue el papa Urbano IV quien aprobó esta fiesta en el mismo
siglo XIII. En esta fiesta damos culto de adoración a la Presencia real de Cristo.

Congresos Eucarísticos. Tuvieron su origen en Francia en el siglo XIX, siglo duro, donde el laicismo,
quiso quitar a Dios de la vida, e hizo sus estragos. Fue San Pedro Julián Eymard el iniciador de los
congresos con el lema: "Salvar al mundo por la Eucaristía”. León XIII aprobó este proyecto y el Primer
Congreso Eucarístico Internacional se tuvo en Lille en 1881, Francia. Hasta ahora se han celebrado 46
Congresos Internacionales. El penúltimo en Roma en Junio de 2000 y el anterior en Polonia en 1997. El
último fue en México, en octubre de 2004. León XIII proclamó en 1897 a San Pascual Baylón patrono
de los Congresos Eucarísticos por su vida y predicación centrada en la Eucaristía.

La exposición del Santísimo Sacramento, para la devoción y culto a la Presencia real de Cristo. Esta
práctica aparece por primera vez en la vida de Santa Dorotea en 1394. La custodia nació del deseo de los
fieles de ver la Hostia Consagrada. Tuvo origen en la Edad Media como reacción ante los errores de
Berengario de Tours, quien negaba, entre otras cosas, la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esta
devoción se incrementó en los siglos XVI y XVII. Aparece la práctica de la adoración perpetua y la
exposición de todos los jueves. Al final de la exposición, se da la bendición con el Santísimo
Sacramento.

Hay también un culto privado, personal.

Visita Eucarística. La Iglesia recomienda la oración personal ante el Santísimo Sacramento por medio de
visitas al Sagrario de nuestras iglesias, capillas y oratorios en donde está presente Nuestro Señor
Jesucristo. Aquí se disfruta de un trato íntimo; abrimos nuestro corazón pidiendo por nosotros y por
todos los demás, rogamos la paz y la salvación, se crece en la amistad, en las virtudes y sobre todo
adoramos y agradecemos.

Comunión espiritual a lo largo del día. Como expresión de gratitud por la comunión sacramental
recibida y como preparación para recibir con fervor la Comunión Sacramental. Es el termómetro de la
sincera amistad con Jesús y la expresión más genuina y exacta de la verdadera e íntima comunión con
Jesús: "donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Estas comuniones espirituales las podemos
hacer caminando, trabajando, estudiando...Basta elevar nuestro pensamiento a Cristo Eucaristía y
anhelar su presencia sacramental.

El Corpus Christi es la fiesta pública a Cristo Eucaristía, a quien paseamos por las plazas, dándole
nuestro tributo y homenaje de adoración. ¡Viva Jesús Sacramentado! Pidamos que nunca falte este culto
dedicado al Santísimo Sacramento.

Eucaristía y visitas eucarísticas


En una Iglesia de España entraron unos estudiantes de arte y le preguntaron al cura párroco:

¿Qué es lo que hay de más valor en esta Iglesia, digno de visitar?


¡Vengan!,- les respondió el cura.

Algunos de los chicos iban exclamando: ¡qué linda iglesia! ¡Qué columnas! ¡Fijaos qué rosetones! ¡qué
capiteles! ¡Qué arte!

Cuando el sacerdote llegó al presbiterio saludó al Señor con una genuflexión.

Aquí tienen. Esto es lo de más valor que tenemos en la Iglesia. ¡Aquí está el Señor y Dios!

Esos chicos tardaron unos segundos en reaccionar. No sé si les parecía que el cura les tomaba el pelo, el
caso es que se fueron arrodillando uno tras otro. Después el sacerdote les explicó otros valores artísticos
de la iglesia. Junto a la lección de arte, aquellos turistas recibieron una sencilla y maravillosa lección de
fe y piedad.
De aquella visita eucarística, este buen sacerdote se sirvió para inculcarles el respeto y veneración ante
lo sagrado y para descubrirles, de un modo gráfico, que en un templo católico a quien hay que darle la
primacía es al Señor en el Sagrario.
Cuando te encuentres cerca de un Sagrario, piensa "ahí está Jesús”. Y desde ahí te ve, te oye, te llama, te
ama.
El arte debe estar en función de la belleza de Dios y de la presencia real de Cristo. Por eso, para un
cristiano, la visita a una iglesia no debería ser nunca ni exclusiva ni principalmente "artística”. Primero
hay que visitar y saludar al Señor de la casa, y secundariamente se podrán visitar las muestras de arte,
hechas con cariño por generaciones de cristianos que han dejado allí signos de su amor y de su
adoración.
Por eso la costumbre de los cristianos, tan recomendada hoy y siempre por la iglesia, de visitar a Jesús
en el Sagrario, es una finura de amor que contrasta con la actitud irreverente que algunos adoptan ante el
Santísimo Sacramento. Incomprensión, ¡no saben quién está ahí! Indiferencia, ¡no les importa!
Irreverencia, ¡hablando, riendo, comiendo en la iglesia!
Si nos fijamos, por ejemplo, en cómo se comportan los fieles que acuden a una iglesia, ya sea en el
modo de vestir, de estar, de sentarse, de hacer la genuflexión, podemos deducir en buena medida el
grado de fe de esas personas, aunque a veces sólo es falta de la mínima cultura religiosa. No se sabe
responder. Se ponen de pie cuando hay que arrodillarse. Están con la gorrita en la cabeza. Distracciones.
Se habla durante la misa. Novios que se están besando, abrazando, tocando, mirando. ¡Qué desubicados!

¿De qué tenemos que hablar en esas visitas eucarísticas?


Abrir el corazón. Dejarnos quemar, calentar por los rayos de Cristo. Hablarle de nuestras cosas.
Encomendar tantas necesidades. Pedirle fuerzas. Alabarlo. Adorarlo. Darle gracias.

¿Cómo tenemos que hablarle?


Con sencillez, sin palabras rebuscadas: "Él me mira y yo le miro”. Con la humildad del publicano,
reconociendo su grandeza y nuestra miseria. Con la confianza de un amigo. Con la fe del centurión, de
la hemorroisa. Con mucha atención, sin distracciones.

Eucaristía y Sagrario
El Sagrario es como un imán.

¿Han visto ustedes un imán? ¿Qué hace un imán? Atrae el hierro. Pues así como el imán atrae al hierro,
así el Sagrario atrae los corazones de quienes aman a Jesús. Y es una atracción tan fuerte que se hace
irresistible. No se puede vivir sin Cristo Eucaristía.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando un imán no atrae al hierro? ¿De quién es la culpa, del imán o del hierro?
Del imán ciertamente no.
San Francisco de Sales lo explicaba así: "cuando un alma no es atraída por el imán de Dios se debe a tres
causas: o porque ese hierro está muy lejos; o porque se interpone entre el imán y el hierro un objeto
duro, por ejemplo una piedra, que impide la atracción; o porque ese pedazo de hierro está lleno de grasa
que también impide la atracción”.

Y continúa explicando San Francisco de Sales:


"Estar lejos del imán significa llevar una vida de pecado y de vicio muy arraigada”.
"La piedra sería la soberbia. Un alma soberbia nunca saborea a Dios. Impide la atracción”.
"La grasa sería cuando esa alma está rebajada, desesperada, por culpa de los pecados carnales y de la
impureza”.

Y da la solución:
"Que el alma alejada haga el esfuerzo del hijo pródigo: que vuelva a Dios, que dé el primer paso a la
Iglesia, que se acerque a los Sacramentos y verá cómo sentirá la atracción de Dios, que es misericordia”.
"Que el alma soberbia aparte esa piedra de su camino, y verá cómo sentirá la atracción de Dios, que es
dulzura y bondad”.
"Que el alma sensual se levante de su degradación y se limpie de la grasa carnal y verá cómo sentirá la
atracción de Dios, que es pureza y santidad”.

Así es también Cristo Eucaristía: un fuerte imán para las almas que lo aman. Es una atracción llena de
amor, de cariño, de bondad, de comprensión, de misericordia. Pero también es una atracción llena de
respeto, de finura, de sinceridad. No te atrae para explotarte, para abusar de ti, para narcotizarte,
embelesarte, dormirte, jugar con tus sentimientos. Te atrae para abrirte su corazón de amigo, de médico,
de pastor, de hermano, de maestro. Si fuésemos almas enamoradas, siempre estaríamos en actitud de
buscar Sagrarios y quedarnos con ese amigo largos ratos, a solas.

Si fuésemos almas enamoradas, no dejaríamos tan solo a Jesús Eucaristía. Las iglesias no estarían tan
vacías, tan solas, tan frías, tan desamparadas. Serían como un continuo hormigueo de amigos que entran
y salen.
Tengamos la costumbre de asaltar los Sagrarios, como decía san Josemaría Escrivá. Es tan fuerte la
atracción que no podemos resistir en entrar y dialogar con el amigo Jesús que se encuentra en cada
Sagrario.
Y para los que trabajan en la iglesia, pienso en los sacristanes, esta atracción por Jesús Eucaristía les
lleva a poner cariño en el cuidado material de todo lo que se refiere a la Eucaristía: Limpieza, pulcritud,
brillantez, gusto artístico, orden, piedad, manteles pulcros, vinajeras limpias, purificadores relucientes,
corporales almidonados, pisos como espejos, nada de polvo, telarañas o suciedades. Estas delicadezas
son detalles de alguien que ama y cree en Jesús Eucaristía.
Pero, ¿por qué a veces el Sagrario, que es imán, no atrae a algunos? Siguen vigentes las tres
posibilidades ya enunciadas por san Francisco de Sales, y yo añadiría algunas otras.
No atrae Cristo Eucaristía porque tal vez hemos sido atraídos por otros imanes que atraen nuestros
sentidos y no tanto nuestra alma. Pongo como ejemplo la televisión, el cine, los bailes, las candilejas de
la fama, o alguna criatura en especial, una chica, un chico. Lógicamente, estos imanes atraen los
sentidos y cada uno quiere apresar su tajada y saciarse hasta hartarse. Y los sentidos ya satisfechos
embotan la mente y ya no se piensa ni se reflexiona, y no se tiene gusto por las cosas espirituales.

A otros no atrae este imán por ignorancia. No saben quién está en el Sagrario, por qué está ahí, para qué
está ahí. Si supieran que está Dios, el Rey de los cielos y la Tierra, el Todopoderoso, el Rey de los
corazones. Si supieran que en el Sagrario está Cristo vivo, tal como existe – glorioso y triunfante – en el
Cielo; el mismo que sació a la samaritana, que curó a Zaqueo de su ambición, el mismo que dio de
comer a cinco mil hombres....todos irían corriendo a visitarlo en el Sagrario.
Naturalmente echamos de menos su palabra humana, su forma de actuar, de mirar, de sonreír, de
acariciar a los niños. Nos gustaría volver a mirarle de cerca, sentado junto al pozo de Jacob cansado del
largo camino, nos gustaría verlo llorar por Lázaro, o cuando oraba largamente. Pero ahora tenemos que
ejercitar la fe: creemos y sabemos por la fe que Jesús permanece siempre junto a nosotros. Y lo hace de
modo silencioso, humilde, oculto, más bien esperando a que lo busquemos.
Se esconde precisamente para que avivemos más nuestra fe en Él, para que no dejemos de buscarlo y
tratarlo. ¡Que abajamiento el suyo! ¡Qué profundo silencio de Dios! Está escondido, oculto, callado.
¡Más humillación y más anonadamiento que en el establo, que en Nazaret, que en la Cruz!
Señor, aumenta nuestra fe en tu Eucaristía. Que no nos acostumbremos a visitarte en el Sagrario. Que
seas Tú ese imán que nos atraiga siempre y en todo momento. Quítanos todo aquello que pudiera
impedirnos esta atracción divina: soberbia, apego al mundo, placeres, rutina, inconsciencia e
indiferencia.

¡El Sagrario!
"El Maestro está aquí y te llama”, le dijo Marta a su hermana María de Betania.
Nuestra ciudad está rodeada de la presencia Sacramental del Señor. Tomen en sus manos un mapa de la
ciudad y vean cuántas iglesias tienen, señaladas con una cruz. Esas cruces están señalando que ahí está
el Señor, son como luceros o como constelaciones de luz, visibles sólo a los ángeles y a los creyentes,
diría Pablo VI.

¡Seamos más sensibles, menos indiferentes! ¡Visitemos más a Cristo Eucaristía en las iglesias cuando
vamos de camino al trabajo o regresamos! Asomemos la cabeza para decirle a Jesús: "¡hola!”. Dejemos
al pie del Sagrario nuestras alegrías y tristezas, nuestras miserias y progresos.
Imaginen unos novios que se aman. Trabajan los dos. El trabajo de uno está a dos calles del otro. ¿Qué
no haría el amado para buscar ocasiones para ver a la amada, llamarla por teléfono, saludarla, aún
cuando fuera a distancia?
¿Pequeñeces? Son cosas que solamente entienden los enamorados. Con el Señor hemos de hacer lo
mismo. Si hace falta, caminamos dos, tres o más calles para pasar cerca de Él y tener ocasión de
saludarlo y decirle algo. Con una persona conocida, pasamos y la saludamos brevemente. Es cortesía.
¿Y con el Señor no?

En cada Sagrario se podría poner un rótulo "Dios está aquí” o "Dios te llama”. Es el Rey, que nos
concede audiencia cuando nosotros lo deseamos. Abandonó su magnífico palacio del Cielo, al que tú ni
yo podíamos llegar, y bajó a la tierra y se queda en el Sagrario y ahí nos espera, paciente y
amorosamente.
El mismo que caminó por los senderos de Palestina, el que curó, el que fundó la iglesia, es el mismo que
está en el Sagrario.
¿Para quién y para qué está ahí? Para nosotros, para hacer compañía al solo, para fortalecer al débil, para
iluminar al que duda, para consolar al triste, para llenar la vida de jugo, de alegría, de sentido

El Culto Eucarístico
1. ¿Qué son los congresos Eucarísticos? *

a) Congresos que tuvieron su origen en Argentina en el siglo XIX, con el lema: “Salvar al mundo por la
Eucaristía”.
b) Congresos que tuvieron su origen en Francia en el siglo XIX, con el lema: “Salvar al mundo por la
Paz”.
c) Congresos que tuvieron su origen en Francia en el siglo XIX, con el lema: “Salvar al mundo por la
Eucaristía”.
2. ¿Qué es el Corpus Christi? *
a) Es la fiesta pública a Cristo Eucaristía
b) Es la fiesta pública a los sacramentos.
c) Es la fiesta pública de la Iglesia.
3. Es la práctica para la devoción y culto a la Presencia real de Cristo: *
a) Visita Eucarística.
b) La exposición del Santísimo Sacramento.
c) La comunión espiritual.

Ejercicios para una buena entonación y dicción de las palabras


Todos queremos expresarnos bien en público, pero no siempre es sencillo articular con fluidez nuestros
pensamientos e ideas. Muchas personas tienen un don innato para modular la velocidad y la entonación
del habla, pero a otros, expresarse correctamente les cuesta un poco más, especialmente si están
rodeados de personas con las que no tienen confianza.

Para mejorar la forma de leer y hablar en público, es necesario tener buena dicción, es decir, articular los
sonidos de las palabras de forma adecuada, salvando las características propias del acento y el lenguaje
nativo de cada persona. En unCOMO te explicamos varios métodos sencillos de cómo mejorar la
dicción para que puedas vencer tus miedos y optimizar tu elocuencia.

Ejercicios de respiración

Si te preguntas cómo mejorar la dicción y la oratoria, el primer paso es realizar algunos ejercicios de
respiración. Y es que son muchas las personas que sienten que se ahogan cuando hablan durante varios
minutos, un problema que casi siempre viene causado por los nervios.

Para evitar estos inconvenientes que dificultan el habla, es necesario realizar ejercicios de respiración. Si
tienes que hablar en público por largo tiempo, realiza estas técnicas 15 minutos antes de tu
intervención:

1. Ponte de pie, con la espalda recta, y coloca tu mano izquierda sobre el vientre y la derecha sobre
el estómago, haciendo una leve presión.
2. Inspira lentamente por la nariz hasta inflar la caja torácica y contraer el vientre.
3. Luego, saca el aire lentamente por la boca, vaciando el diafragma y relajando el abdomen.
4. Completa 10 repeticiones y después realiza el mismo ejercicio pero, al inhalar y exhalar, mantén
la boca abierta y los dientes juntos, sin apretarlos. De este modo, al respirar, relajarás tus cuerdas
vocales.
Al completar estos sencillos ejercicios notarás como, al comenzar a hablar, estás mucho más relajado.
Cuando hables, recuerda tomar aire por la nariz y sacarlo por la boca, respirando continuamente.

Perfecciona el ritmo y la entonación

Entre las técnicas más útiles para aprender cómo vocalizar mejor encontramos los ejercicios de
modulación; muchas personas tienen un timbre de voz demasiado bajo y les cuesta proyectar la voz.
Otras tantas, por el contrario, tienen un timbre tan fuerte que resulta difícil no molestar al oyente.

Con los ejercicios de modulación perfeccionarás el ritmo y la entonación del habla, detectando las
pausas y las inflexiones necesarias para hacer más entendible y atractiva tu forma de expresarte.

Para calentar tu garganta, ensaya sílabas que incluyan vocales abiertas (a, e, o) y las consonantes ese (s)
y erre (r). Por ejemplo: bra-bre-bro; rae-rea-roa; ere-era-ara; ese-esa-osa; asa-ase-ose... Repite 5 veces
cada combinación durante 2 minutos.
Continúa con palabras que incluyan, igualmente, las consonantes ese (s) y erre (r). Por ejemplo: vasos-
abrazos-atajos; tenedores-moduladore-repetidores; supervisor-organizador-articulador... repite 5 veces
cada combinación, ensayando durante 2 minutos.

1. Termina la ronda de ejercicios leyendo un texto de, aproximadamente, 200 palabras en un


minuto. Así, en solo 5 minutos, activarás tu lengua, garganta y pulmones para modular
correctamente el habla.

Practica la modulación de las vocales

Cunado te propones aprender cómo mejorar la dicción, la modulación de las vocales es fundamental.
Si no pronuncias adecuadamente las vocales abiertas o fuertes (a, e, o) o las vocales débiles o cerradas
(i, u), sin duda tendrás serios problemas de dicción.

Un buen ejercicio para practicar la modulación de las vocales consiste en repetir combinaciones de las
tres vocales abiertas y de las dos cerradas, aumentando gradualmente la velocidad en la repetición de las
frases.

1. Por ejemplo, puedes comenzar con repetir tres veces la combinación a-e-a.
2. Luego, alternas al orden e-a-e y sigues con la secuencia a-o-a y o-a-o.
3. Para finalizar con las vocales fuertes, repite la secuencia e-o-e y o-e-o.
4. Antes de decir cada frase, inhala por la nariz y, cuando pronuncies las vocales, exhala por la
boca.
5. Para las vocales débiles, simplemente alterna varias veces seguidas la secuencia i-u y u-i.
Leer en voz alta

El consejo fundamental si no sabes cómo mejorar la dicción y cómo mejorar la oratoria es leer en voz
alta, pues sin darnos cuenta. De igual manera, el timbre y la entonación de la voz son esenciales, por lo
cual debes modular el volumen de voz de acuerdo con el contexto.

Si, por ejemplo, estás en una charla con amigos, no es necesario que hables muy alto, pero si se trata de
un evento público, necesitarás subir los decibelios.

Lee en voz alta por 10 minutos en casa, frente a familiares y amigos. Procura buscar lecturas primero
sencillas (noticias, textos literarios), que no incluyan términos demasiado complejos. Así mejorarás la
entonación y la articulación de las palabras. Luego, puedes avanzar con lecturas más complejas.

No te comas ni cambies las consonantes

Un problema recurrente en la dicción de muchas personas es que, sin darse cuenta, omiten la
pronunciación de letras consonantes al finalizar una palabra. Esto sucede principalmente con la letra
ese (s), aunque no es extraño dar con otros ejemplos.

También es frecuente escuchar la articulación de términos erróneos como "vusté" (usted), "haiga"
(haya), "hubieron" (hubo).

Una buena forma de corregir estos problemas y aprender cómo vocalizar mejor es leer en voz alta
separando las palabras en sílabas. Por ejemplo: "el-á-gil zo-rro sal-ta". Leyendo cada oración
lentamente y desglosando las palabras en sílabas, te ayudará a memorizar la escritura y pronunciación
correcta de cada palabra.

Mejora tu vocabulario personal

Para evitar todos estos errores comunes, lo principal es conocer la grafía de las palabras y las
características básicas de la gramática española. Un buen repaso por el Diccionario de la Real Academia
Española te permitirá mejorar tu vocabulario y ampliar tus conocimientos.

No se trata de aprender términos poco comunes para aparentar ser alguien culto, sino aprender los
términos esenciales que necesitas utilizar al expresarte en público, sobre todo en situaciones formales.

Perfecciona tu acento nativo

Otro punto esencial para aprender cómo mejorar la dicción y la oratoria es saber conjugar las normas
ortográficas que rigen tu idioma con las particularidades del acento nativo. Una buena dicción no
significa perder la originalidad y la esencia de tu idioma nativo.
La idea es hacerte entender de la mejor manera, conjugando tu acento natural con un vocabulario
estándar, es decir, sin abusar de los coloquialismos. Para ello, escucha programas culturales de radio y
detalla la forma en la que los locutores de tu país se expresan.

Recita trabalenguas

Si aún no tienes claro cómo vocalizar mejor, los trabalenguas son de gran ayuda. Busca en Internet y
comienza por trabalenguas sencillos, aumentando gradualmente la dificultad.

Uno de los problemas más comunes al hablar en público es sentirse atragantado por una palabra. La ele
(l), la erre (r), la pe (p) y la ese (s) son algunas de las letras que más problemas causan. Algunos buenos
ejemplos son:

• El cielo está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille,


buen desenladrillador será.
• Tres tristres tigres, tragaban trigo en un trigal, en tres tristes trasto, tragaban trigo tres tristes
tigres.

Regula la velocidad del habla

Al igual que la respiración, la velocidad del habla marca una gran diferencia. Si hablas muy pausado,
aburrirás al público, pero si hablas demasiado rápido, nadie te entenderá.

Si te preguntas cómo mejorar la dicción, ten en cuenta que los expertos recomiendan decir,
aproximadamente, 180 palabras por minuto, es decir, 3 palabras por segundo. De este modo, la dicción
será dinámica y eficiente, articulando palabras y frases de forma clara y precisa.

La clave está en que te sientas cómodo/a con tu discurso y en que tengas seguridad en ti mismo/a.

Haz una prueba de audio y vídeo

Grábate mientras practiques y observa el vídeo para detallar cómo te desenvuelves en público (gestos,
ademanes, muletillas...). Luego, escucha detalladamente el audio para detectar fallos en la modulación,
la pronunciación y la respiración.Puedes leer durante 10 o 15 minutos frente a tus familiares y amigos y
corregir, posteriormente, los fallos que no hayas podido controlar.

Ejercicios y prácticas de respiración

Respiración lectura
La mayoría de la población incluso los profesionales de la voz como profesores, periodistas, locutores,
respiran por la boca cuando realizan la lectura o cuando hablan.
La cantidad de aire que requiere el organismo durante la lectura no precisa respirar por la boca, la
capacidad de ventilación de las fosas nasales son más que suficiente para respirar normalmente y sin
cansancio durante la lectura.
Si calculamos el volumen de aire de 6 litros minuto que entra en el pulmón, así como de partículas
nocivas polvo virus evitaríamos respirar mal. Por ejemplo en un profesor, o comercial,,,,hablando
durante varias horas al día; el volumen es de miles de litros.
Cuanto es ese proceso se repite durante días y días y se alarga en el tiempo se manifiesta en el
organismo con enfermedades (Boca seca, carraspera, tos, faringitis, laringitis ,bronquitis ,resfriados,
disfonía... )

"La respiración tiene esencialmente una función vital, y es además fundamental en la función fonatoria;
para la emisión de la voz, o de la palabra (respiración vocal o fonación).
Para las necesidades de la vida y la conversación ordinaria, es suficiente la respiración habitual. Sin
embargo, para recitar y leer bien, es indispensable aprender a respirar; de lo contrario la voz se ahoga, se
debilita, se hace áspera y es imposible dar expresión a la lectura.
La acción de respirar consta de dos fases: introducir el aire a los pulmones (inspiración o inhalación), y
expulsarlo (espiración, exhalación).
La inspiración, aporta el oxígeno y carga el organismo de energía; la espiración elimina el dióxido de
carbono, expulsa deshechos metabólicos. Cuanto más expiramos, más volumen de oxígeno podemos
introducir.
En nuestro ejercicio, nosotros mentalmente sólo vamos a concentrarnos inicialmente en la espiración
que la hacemos activa. Forzamos la expulsión del aire hasta vaciar completamente los pulmones. La
inspiración la hacemos pasiva y sin esfuerzo.
Esta inspiración puede hacerse de tres maneras distintas:
1. Respiración abdominal. Llenando los pulmones en sus bases, lo que produce una pequeña elevación
del abdomen.
2. Respiración costal. Llenando los pulmones lateralmente, merced a la elevación de las costillas -
3. Respiración clavicular. elevación de las clavículas y hombros.
Con las respiraciones costal y clavicular se introducen en los pulmones pequeñas cantidades de aires que
se agotan pronto. Hay que inspirar entonces con mucha frecuencia, y este acto repetido fatiga al lector y
también molesta al receptor el ruido al tomar aire.
La respiración costal y abdominal, en cambio permite introducir la mayor cantidad de aire con el menor
esfuerzo.
Como en la lectura se consume más aire que en la respiración ordinaria, habrá necesidad de hacer mayor
acopio de él. Por esto, toda persona que pretenda leer bien debe, ante todo, aprender a respirar, de suerte
que los pulmones se llenen de aire en sus costados y en sus bases.
Mientras dure la lectura es conveniente tener el cuerpo bien erguido y buscar el equilibrio de la posición
cervical que debe mantener sin esfuerzo el peso de la cabeza.
Normalmente y fisiológicamente al inspirar la cabeza se flexiona hacia atrás. Este es el movimiento que
se efectúa desde el nacimiento y los bebés al llorar lo manifiestan; se debe al movimiento del diafragma
que se inserta en la columna vertebral. Con la expulsión del aire la cabeza se flexiona sobre el cuello.
Igualmente la mirada influye en la posición del cuello y viceversa; y debemos mantener el libro en una
posición cómoda y equilibrada. Si fuese necesario leer sentado, se cuidará de que el tronco no se incline
hacia delante. *
La corrección de los malos hábitos son el primer objetivo. Si no se es consciente del error cometido, no
se pueden corregir y reeducar los gestos o movimientos deseados para automatizarlos.
Mientras se lee debe evitarse comer, masticar chicle, el uso de cuellos de camisa, corbatas y cinturones
ajustados al cuerpo; así como también la faja muy apretada; pues todo esto dificulta la respiración.
Las inspiraciones no pueden hacerse, en la lectura y recitación, donde uno quiera. A este respecto deben
recordarse las siguientes reglas:
1. Cuando las frases u oraciones que se van leyendo se completan, se realizará una pausa larga y una
inspiración amplia y profunda;
2. En las pausas señaladas con puntos, se podrá hacer una media inspiración;
3. En las comas y cortes de la frase sólo corresponde una inspiración muy breve.
No es necesario respirar siempre que se halle un signo de puntuación; pero sí hemos de insistir en que se
debe respirar a menudo, de suerte que nunca se agote la provisión de aire de los pulmones.
Las inspiraciones se harán, regularmente, haciendo pasar el aire por las fosas nasales, no por la boca.Las
narices son suficientes para la respiración, salvo en caso de enfermedad.
Sin embargo, a veces, en las pausas breves o como emergencia, será necesario respirar por la boca y la
nariz, a fin de introducir en los pulmones la mayor cantidad de aire durante el escaso tiempo disponible.
Se debe aprender a gastar el aire con economía. Después de inspirar podemos expulsarlo lento o rápido
mientras emitimos un sonido, silaba o palabra. Dependiendo también de la intensidad de emisión del
sonido agotamos el aire más o menos rápido. Un mal lector, u orador al respirar, introduce poco aire en
sus pulmones y expulsa demasiado. Como resultado el lector o cantor se sofoca y deja oír un ruido
inspiratorio, tipo ronquido, tan desagradable para el que escucha como para el que habla o canta.
Se aprenderá a gastar el aire con economía habituándose a retener las siguientes reglas:
-regla de oro: forzar la expiración y vaciar completamente por la boca y sin sonidos.
- Dejar entrar pasivamente el aire, inspirar sin forzar y flexionando la cabeza hacia atrás . Repetir 10
veces y automatizar mentalmente
A continuación se inician los sonidos al expirar: sin forzar la voz y mirándose en un espejo.
+Sonido vocal del forma lineal y duradera hasta agotar el sonido
(aaaaaaaaaaa....),(eeeeeee......),(iiiiiiii...), (oooooo.....),(uuuuuu........)
Los siguientes ejercicios respiratorios contribuyen a adquirir una respiración artística y deportiva:
1. Expirar el aire por la boca e Inspirar por la nariz hasta llenar los pulmones.
Inicialmente con igual tiempo en las dos fases ( ej: 4-5 segundos). Posteriormente alargamos la
expiración 8-16 segundos y acortamos la inspiración de 4 a 1 segundos en nivel avanzado.
2. Inspirar con rapidez y expulsar el aire con lentitud, pronunciando el sonido de una j prolongada
(jjjjjjjjjjjjjjjjjj)
3. Inspirar el aire con lentitud y expulsarlo rápidamente, pronunciando la sílaba ja, repetir ja, ja, ja,ja
4. Inspirar y expirar con la mayor rapidez 10 veces(respiración de fuego).
En estos ejercicios, la ins piración se hará por la nariz y la espiración por la boca. Como observamos, no
es cosa fácil aprender a respirar bien; pero merece la pena el esfuerzo, porque sin la buena respiración
no puede haber buena voz ni buena lectura.
No terminaremos sin antes exponer algunas reglas de higiene de la lectura:
1. No se debe leer en voz alta cuando se padece algún resfriado u otra afección importante.
2. Siempre que sea posible, se leerá en un ambiente en que se respire aire puro; porque la lectura, como
todo ejercicio corporal activa la función respiratoria.
3. No se llenarán los pulmones con exceso, para no congestionar los vasos de los ojos, la garganta,
cerebro y de los pulmones.
4. Se inspirará el aire siempre que se pueda y se sienta necesidad de ello.
5. No se ha de forzar la voz en su intensidad, en sus registros o en su extensión. Leer, hablar, cantar no
es gritar."

La Importancia de una buena Dicción en las palabras


La forma de hablar es central para la buena comunicación.- Poder establecer un intercambio claro y
accesible para quienes de ella participan es esencial. En este sentido, la dicción y los modos de
expresarse son igual de importante que el mensaje o el contenido que se trata de transmitir en un
determinado momento.

Puede ocurrir que el mensaje sea interesante y correcto, pero la manera en que se pasa le haga perder su
valor debido a un uso inapropiado del lenguaje o de la posibilidad del habla. La dicción es aquella
capacidad que tiene una persona de hablar correctamente, de decir, de establecer oralmente las ideas que
poseemos en abstracto en nuestra mente.

Desarrollar la dicción es una habilidad que no cualquiera tiene, especialmente si no está acostumbrado a
expresarse oralmente en forma ordenada y clara. Pero la dicción no es solamente la expresión o el
contenido sino especialmente la forma, es decir, poder hablar correctamente, sin errores, con potencia y
claramente para que el mensaje llegue más fácilmente al receptor.

Los problemas más comunes de la dicción

En la actualidad, la dicción es uno de los problemas más comunes de la comunicación y esto tiene que
ver directamente con el hecho de que las nuevas tecnologías facilitan y simplifican la comunicación
escrita, pero la alteran a nivel oral. Así, suele ser común cambiar el significado de las palabras, o agregar
términos originales de otro idioma sin demasiada lógica (proceso que se conoce como barbarización).

También se abrevian palabras, se cometen errores, se resuelven de forma incorrecta las conjugaciones
verbales y todas estas cuestiones suelen establecerse y fijarse una vez que se establecen, y luego es muy
difícil cambiar las formas por más que uno sea consciente del error. Por otro lado, las poblaciones
cambian permanentemente sus lenguajes y más en esta era, por lo cual ser rígido con estas cuestiones
significa alejarse más y más de la comunicación de la mayor parte de la población.
La dicción como habilidad que se trabaja y se desarrolla con el tiempo

Dicho todo lo anterior, es claro y podemos acordar que la dicción es una habilidad que puede lograrse o
no. No hablamos de una capacidad pre-dada, que no se puede desarrollar o que se genera a través de la
genética. Esto quiere decir que la correcta dicción y el correcto modo de hablar son ambas estrategias
desarrollables que se pueden lograr con éxito a partir de la práctica, tanto de la lectura, como
especialmente del correcto uso de los términos.

La lectura nos permite reconocer por costumbre y uso continúo determinadas frases con su sintaxis y
formato adecuado. Luego, esas estructuras que se fijan en nuestro cerebro comienzan a ser fácilmente
utilizadas oralmente y la práctica de las mismas es la base de una dicción adecuada y apropiada.

Sin embargo, existen algunas palabras en nuestro idioma que pronunciar ¡sí está en chino!

1. Electroencefalografista (23 caracteres)


2. Esternocleidomastoideo (22 caracteres)
3. Electroencefalografía (21 caracteres)
4. Otorrinolaringólogo (19 caracteres)
5. Desoxirribonucleico (19 caracteres)
6. Electrocardiograma (18 caracteres)
7. Fotosintéticamente (18 caracteres)
8. Electrodoméstico (16 caracteres)
9. Arteriosclerosis (16 caracteres)
10. Paralelepípedo (14 caracteres)
11. Caleidoscopio (13 caracteres)
12. Ovovivíparo (11 caracteres)
13. Homopedonecrozoofílico (22 letras)
14. Hipopotomonstrosesquipedaliofobia (33 letras)
15. Pneumonoultramicroscopicsilicovolcanoconiosis (45 letras)

Antes de hablar en público o para evitar errores con palabras “raras”, ejercita tu boca, sí, es real que los
labios y la lengua también necesitan ejercitarse. Pon un lápiz entre tus dientes y practica la palabra
varias veces, haz ruidos chistosos con tus labios o lengua y ábrela como un camello hasta que sientas
que eá lo suficientemente flexible como para ser el rey del trabalenguas.

Respira y tómate tu tiempo antes de soltar una palabrota, cuando dejas entrar oxígeno a tu cerebro,
además de relajarlo, lo previenes de mejor manera para lo que está por venir.

Un secreto infalible para no cometer errores a la hora de leer o pronunciar una palabra que comúnmente
no utilizamos, es el de escribir y leer en voz alta una, dos y las veces que sean necesarias lo que vas a
decir, además de guardarlo muy bien en tu memoria, recordarás como un pequeño clip el momento en
que escribiste cada letra, por lo que serán menos las veces que te equivoques al hablar.
Te parecerá infantil, pero lo mejor para volverte un experto en dicción es jugar con los trabalenguas más
complicados para ti, haz una lista y escoge los que te parezcan más incómodos a la hora de leerlos en
voz alta, tal vez tu coco sea la letra “r” o tu problema aparezca cuando te trabes al ver tantas “b” juntas,
encuentra tu debilidad y transfórmala en oportunidad.

La lectura, desde el texto más sencillo hasta el más rebuscado, es sin duda una herramienta
indispensable para tener conocimiento de palabras con las que no estamos familiarizados, al ampliar
nuestro vocabulario, serán cada vez menos las palabras que desconocemos y que se nos dificulten
pronunciar.

Funciones y responsabilidades del ministerio de liturgia


¿Misión del Equipo de Liturgia?

El Equipo de Liturgia constituido por personas creyentes que prestan generosamente su servicio a la
comunidad en su aspecto celebrativo.
Como nos dice el Concilio, están en orden a “trabajar para que florezca el sentido comunitario
parroquial, sobre todo en la celebración común de la misa parroquial” (SC 42).
Funciones del Equipo de Liturgia

1. El cuidado de la vida litúrgica parroquial:


Esta es la tarea más importante del Equipo de Liturgia dentro de la Parroquia: preparar, animar y revisar
las celebraciones en sintonía con el Párroco. Esto abarca diversos aspectos.
a) Elementos materiales: Asegurar que la Parroquia cuente con todo lo necesario para una celebración
digna:

• un templo bien dispuesto, limpio, ordenado, con las debidas condiciones de luz y audición, con
una distribución adecuada de los bancos;
• un presbiterio adecuado, altar, ambón, sede;
• ornamentos renovados, dignos, limpios;
• libros para el presidente, lectores, coro, organistas, para la sede, etc.

b) Encontrar más miembros para el grupo y actividades. Los miembros del Equipo de Liturgia se han de
preocupar de ir aumentando poco a poco el grupo de liturgia. Esto exige:

• Buscar y encontrar personas que sean aptas para estos servicios;


• Ayudarles a entender y valorar su servicio; capacitarles para realizarlo bien.
c) La creación de la asamblea litúrgica. El sujeto de la celebración es la asamblea que se reúne para
celebrar. Por tanto ésta debe recuperar toda su vitalidad. La constitución de una asamblea litúrgica
requiere toda una pedagogía para que las personas reunidas tomen conciencia de pertenencia a una
comunidad. Por eso, es importante el enfoque de la celebración, el ambiente que se crea, la introducción
preparatoria a la celebración, las moniciones, etc.

d) El desarrollo de la celebración. Para conseguir que la vida litúrgica de la Parroquia se desarrolle de


manera adecuada la comisión debe procurar:

• Que se supere la rutina y la inercia. No cantar siempre los mismos cantos; que cada misa
dominical tenga varios monitores y lectores que se cambien, un día hace uno y otro día otro;
destacar algún aspecto de la Eucaristía, etc.
• Que la celebración recoja y exprese la vida de la comunidad parroquial, arciprestal y diocesana
con sus inquietudes, sus necesidades, sus aspiraciones.
• Que la celebración responda a los problemas, necesidades, sufrimientos y gozos del hombre de
hoy y del pueblo. En la oración universal siempre debiera aparecer algún problema, necesidad o
gozo de dicha asamblea.
• Que en las celebraciones se busque un equilibrio entre la acción comunitaria y la participación
individual, entre el silencio y la palabra, equilibrio entre la observancia de las normas litúrgicas y
la creatividad y adaptación a la comunidad concreta. Cabe acercarse, “traducir” el símbolo, pero
con el cuidado de no alegorizar todo.

2. La educación litúrgica de la Parroquia


Además de educarse a sí mismo, el Equipo de Liturgia ha de buscar educar litúrgicamente a la
comunidad parroquial:

• que conozca el sentido de las diversas celebraciones, en especial de la Eucaristía,


• que comprendan el lenguaje litúrgico, el contenido profundo de los gestos, etc.

En primer lugar, no olvidar la tarea educadora que se puede realizar a través de las moniciones para
guiar al pueblo en su participación, ayudarle a entrar en la celebración comprendiendo los ritos, dando
sentido a los gestos, creando un ambiente de oración y recogimiento.

3. Preparación de las celebraciones


Esta es una de las tareas más concretas a realizar en la Parroquia. La preparación de una celebración
exige (junto con la creación de los equipos consiguientes):

• Profundizar en el mensaje evangélico de cada domingo, leyendo juntos las lecturas dominicales,
reflexionando sobre el mensaje evangélico y la manera de hacerlo llegar a los fieles que
participan en las eucaristías dominicales.
• Fijar bien el sentido de la celebración: Que todos los que van a participar en la celebración sepan
qué se va a celebrar y por qué. No todas las celebraciones son iguales. No es lo mismo un
domingo de Adviento o uno de Pascua.
• Preparar todo lo necesario para la celebración. Los elementos materiales (el pan, el vino…), los
elementos de la misa (oraciones, prefacios, plegaria eucarística, cantos, salmos, etc.), las
moniciones, guiones para las celebraciones más complejas destinados al presidente, monitor,
lectores, coro…
• Distribución. Todo ello y para no improvisar a última hora, es conveniente distribuir con
suficiente antelación las diversas tareas y servicios litúrgicos.

4. Realización de las celebraciones


La celebración misma es el cúlmen y fuente, por tanto, lo más importante de la pastoral litúrgica.
El Equipo de Liturgia deberá estar atento a que las celebraciones no caigan en:

• un formulismo vacío, es decir, una liturgia donde se observen todas las normas y leyes litúrgicas
pero donde falta vida, calor, oración, participación interior.
• una rutina donde no se exprese la vida cambiante de las personas y de la comunidad.
• una acción donde sólo participen el presidente y algunos fieles mientras el pueblo asista
pasivamente como mero espectador.

Será conveniente que el Equipo de Liturgia sepa revisar periódicamente las celebraciones de la
Parroquia para señalar las deficiencias que se observan, los defectos en que se vaya cayendo, etc. para
tratar de corregirlos y seguir mejorando la vida litúrgica parroquial.

ALGUNAS RECOMENDACIONES

1. No proclamar un texto si antes no lo has ensayado. Toda


lectura debes prepararla con anterioridad, ensayarla si es
necesario. Lo peor es salir a leer en forma espontánea.
Aunque parezca bien leída, tu corazón no ha sido preparado y no
te has interiorizado en lo que el Señor quiere que transmitas.

2. Preocúpate de leer siempre desde un Libro (Biblia) y no desde una simple hoja o revista. El modo
externo de la lectura también es un signo de aprecio a la Palabra de Dios.

3. Cuida muy bien los aspectos técnicos. Antes de que se inicie la celebración debes ensayar, si es
preciso, tu voz en el micrófono. Tienes que aprender a manejarlo bien y a tratarlo con delicadeza de tal
manera que tu voz salga clara y nítida y no parezca una «chicharra vieja»

4. Recuerda que la gente no sólo te va a escuchar, sino que también te va a mirar. Por lo tanto, es
bueno que te preocupes de la manera como presentarte a la asamblea, la vestimenta y la presentación
personal.
5. No salir apurado a leer, hacerlo con naturalidad, con calma, llegar hasta el ambón y antes de comenzar
mirar a la asamblea. No debes empezar a leer hasta que todos estén atentos, dispuestos a escuchar la
Palabra que tú vas a transmitir. Después del Amén de la oración-colecta, el lector avanza pausadamente
hacia el ambón, saluda el altar con una inclinación (sin hacer la genuflexión ni la señal de la cruz). Antes
de llegar al ambón, puede trazar la señal de la cruz sobre sus labios, diciendo en voz baja: «Señor, abre
mis labios para que pueda proclamar dignamente tu Palabra» o «Señor, utiliza mi boca, para que Tú
mismo puedas hablar».

6. Fíjate bien que la lectura sea la que corresponde. Si ya has comenzado con otra lectura, debes parar
y empezar de nuevo con la correcta. Si no te das cuenta, lo ideal es que alguien te interrumpa y te haga
leer la que está destinada para ese día.

7. Tus primeras palabras para dirigirte a la asamblea son: Lectura de… No debieras decir primera lectura
o segunda lectura.

8. Al proclamar la lectura hazlo con calma, controla tus nervios y lee lentamente... ¿Quién te apura? Al
concluir, hacer una breve pausa, mirar a la asamblea y luego decir: Palabra de Dios.

9. Respeta las reglas de la puntuación: puntos, comas, signos de exclamación e interrogación, etc.
Acostúmbrate a distinguirlos y no leas de corrido arrasando con todo lo que se te pone en el camino.

10. Pronuncia bien lo que estás leyendo. No te enredes con las palabras, ni te comas algunas letras.
Cuida que cada sílaba salga en forma clara y nítida de tus labios.

11. Mirar a la asamblea. Es muy importante que te comuniques con la asamblea interesándole con tu
mirada, expresando a través de ella lo que vas leyendo. Muchos lectores jamás levantan la vista cuando
están proclamando un texto. Esta manera de leer no ayuda, en absoluto, a una buena comunicación entre
el lector y la asamblea.

12. Leer por adelantado. Es algo muy importante para una buena proclamación, sobre todo si hemos
dicho que los lectores deben mirar a la asamblea. Cuando a ti te corresponda proclamar un texto, procura
ir leyendo por adelantado, es decir recogiendo con la vista toda la frase escrita, grábatela en la mente y
luego dila ante la asamblea sin mirar el libro. Muchos lectores van siguiendo la lectura con su dedo para
que, cuando levanten la vista y vuelvan de nuevo al libro, no se pierdan. En todo caso tú puedes buscar la
manera que te resulte más fácil, pensando siempre en una buena lectura para la gente que te escucha.
13. Al estar proclamando el texto no bajes la voz en los finales de cada frase que pronuncies. ¿A ti te
gusta ver películas cortadas? No, ¿Verdad? Algo parecido sucede con las lecturas, al bajar la voz en los
finales, le quitas parte del texto. No olvides que la asamblea necesita escuchar todo para captar y entender
bien la lectura.

14. Al proclamar una lectura, fíjate en el cambio de situaciones. ¿Qué significa esto? Simplemente que
hay lecturas en que transcurren diferentes acontecimientos en diversos días y lugares. Esto tú tienes que
hacerlo notar a la asamblea.

15. Recuerda tu postura corporal, no estás haciendo un show, tampoco estás en una posición firme,
como si fueras un sargento, ni con las manos en los bolsillos, ni con los codos en el ambón... Se trata de
tener una postura digna, que evoque respeto por lo que estás proclamando. Es fundamental que tus
actitudes y tus gestos vayan creando un ambiente de acogida y respeto ante la Palabra de Dios.

16. Cuando proclames un texto, hazlo con naturalidad, convencido de que el Señor actúa por ti. De
esta manera el servicio que estarás prestando será realmente hermoso, sentirás que el Señor pasa por tu
vida y lograrás que la asamblea escuche tu voz. Cada lectura, cada párrafo contenido en la Sagrada
Escritura debe ser leído y tratado dignamente, con la alegre convicción de que el Señor sigue actuando en
medio de la comunidad de los creyentes. Las palabras escritas en la Escritura contienen vida, todas han
sido escritas para que crean que Jesús es Cristo, el Hijo de Dios, y que por esta fe, tengan la vida que
sólo Él puede comunicar (Jn 20,31). Tú como lector, tienes la gran responsabilidad de transmitir esa vida
que nada ni nadie nos puede quitar.

17. Leer con expresión. El lector debe identificarse con lo que lee, para que la palabra que transmite surja
viva y espontánea, captando a los oyentes y así penetre en el corazón del que escucha. Leer con sinceridad,
sin artificios; con claridad y precisión, conduciendo al contenido profundo; con originalidad, dando el
sello personal a la lectura; con misión y convicción de estar realizando un ministerio eclesial confiando
en el poder de Dios; con recogimiento y respeto como corresponde a toda acción sagrada.

18. Es importante, para la proclamación, saber distinguir: –un relato histórico; –una exhortación moral;
–una enseñanza doctrinal; –un texto profético; –un poema (con estrofas); –una oración o una doxología.
Cada género literario necesita una proclamación distinta; un texto poético tiene un ritmo propio que hay
que respetar, distinto de un relato.

También podría gustarte