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Poder Palabra y Realidad en El Sendebar
Poder Palabra y Realidad en El Sendebar
Number 71 Article 27
Ernesto Sábato y La Nueva Crítica Académica
2010
Citas recomendadas
Bollo-Panadero, María Dolores (Primavera-Otoño 2010) "Poder, palabra y realidad en la historia
del Sendebar," Inti: Revista de literatura hispánica: No. 71, Article 27.
Available at: https://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss71/27
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una de las jóvenes esposas de su padre, “la qual más amava e onrávala más que a
todas las mugeres qu’él avía” (74), acusa falsamente al joven príncipe, diciendo
que éste ha intentado seducirla y que, por lo tanto, ha maculado la honra del
Rey, cuando en realidad lo que ella quería era que el Infante traicionara a su
padre, le usurpara el poder y se casara con ella – “matemos a tu padre e serás
rey e seré yo tu muger” (75) –, le había propuesto la madrastra. Así, a partir de
la falsa imputación hecha por la esposa, la historia se desarrolla por medio de
una serie de acusaciones y defensas perpetradas en forma de historias retiradas
de lo cotidiano: los ejemplos; teniendo, por un lado, a la esposa del rey y, por
otro, a los siete sabios, “siete privados mucho sus consejeros” (76), que salvarán
la vida del Infante. Esta secuencia de interveciones dura una semana, tiempo
necesario para que el príncipe pueda otra vez hablar y defenderse personalmente.
La narrativa conlleva, pues, las marcas de lo que Northrop Frye denominó historia
romanesca, definida por la presencia de lo mágico, una historia que existe en un
tiempo que mantiene la proximidad de lo real con el tiempo del mito (33-35).
Gómez Redondo afirma en su estudio sobre las artes poéticas en el medioevo
que “la primera teoría literaria, en lengua vernácula, procede de la asimilación
de las artes elocutivas en las cortes letradas que se suceden en Castilla desde
mediados del siglo XIII” (13). En este contexto, no es extraño que la cuestión
de la palabra, o de la prohibición de ésta, se instaure por lo tanto en el cierne
de la trama del Sendebar. La historia reflexiona exactamente sobre el misterio
de la palabra, no tanto por su función comunicativa meramente, sino también
por su capacidad de operar cambios en nuestro comportamiento. Así, la lectura
de la historia del infante dentro del imaginario cristiano cobra una correlación
inmediata con problemáticas pertenecientes al nuevo contexto cultural5. La
jaculatoria “señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya
bastará para sanarle,” en referencia a Lucas 7, 6-7, crea en la ideología cristiana
la certeza de que todo el poder existente en la tierra, y la justicia decurrente de
éste, se resume en la fuerza de la palabra. Nos conduce, así, a la comprensión
mítico-simbólica de que el hombre y el mundo no son más que una manifestación
del lenguaje y que sus destinos dependen del lenguaje mismo. El propio misterio
de la creación del mundo y de sus seres sólo puede ser concebido como un
pensamiento de Dios materializado en la fuerza de la palabra – “Al principio
era el Verbo y el Verbo era Dios” (Juan 1, 1) –, prenunciando el pensamiento
heiddegeriano según el cual “el lenguaje es la casa del ser.” La epístola de
Pablo a los Hebreos reconfirma este pensamiento explicando que Dios sustenta
el universo con el poder de su palabra (Hebreos 1, 1).
La historia del Sendebar insiste, pues, dentro de la ideología cristiana, en
la conexión entre el lenguaje y las fuerzas sobrenaturales e inexplicables que
gobiernan nuestros destinos. En la narrativa, todos tienen la conciencia del poder
otorgado por la palabra y de la capacidad que tenemos de utilizarlas para bien
o para mal. La historia evidencia nuestra relación con las palabras en busca
de una conciencia de verdad, ya que las palabras, como demuestra el relato,
pueden ser empleadas para una aproximación con el sentido de justicia, de
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realidad, que guarda la verdad, pero al mismo tiempo pueden ser utilizadas para
alienar su verdadera función de análisis de la realidad con falsedad, o sea con la
mentira. Como el mismo don Fadrique establece en su prólogo, en referencia
a la comprensión de la obra, la preocupación del lector u oyente debe estar
centrada en “la entençión en fin de los saberes” (63). De este modo la trama es
construida sobre la noción del miedo de hablar, resaltando la convicción de que
los vocablos tienen poderes mágicos y que, por ello, es necesario respetarlos o
temerlos como algo sagrado. El príncipe en la historia del Sendebar no habla no
por incapacidad de hablar, sino que guarda silencio por miedo de que su acción,
como pronosticó Çendubete tras “catar” las estrellas, provoque una catástrofe
o invoque la mala suerte. La narración crea un tabú lingüístico generalizado a
todo el lenguaje, fenómeno que toda civilización atribuye normalmente sólo a
algunas palabras que se juzgan portadoras de malas energías o capaces de atraer
desastres personales o colectivos6.
El miedo de hablar del príncipe, el tabú lingüístico, requiere con que la
historia se valga de un metalexismo que transmite el poder del lenguaje
a otros personajes de la trama. La duplicidad de la verdad ofrecida por
este recurso permite que se exponga claramente la inestabilidad de la
palabra en el discurso humano. El texto demuestra que más allá del arte, la
palabra es expresión de artificio, de alteración de la verdad, llevando como
resultado la injusticia en la observación de las acciones. Parece indicar que
nuestros destinos como seres humanos, dependientes del lenguaje, están
subyugados, condicionados por la manipulación de la fuerza de las palabras
en un mundo inseguro, donde éstas están en las lenguas de los agentes del
poder. Zumthor apunta el siglo XII como el momento en que “el universo
de sentidos” de Occidente, que “reposaba sobre una visión simbólica que
distinguía mal entre la realidad de las cosas y su representación” (31), sufre un
cambio sensible: se empieza a dudar de la conexión directa entre el lenguaje
y la realidad. La traducción de don Fadrique resultaría, por lo tanto, de la
adopción y adaptación de esta nueva visión que separa los mundos de la
realidad y del lenguaje, demostrando que éste puede ficcionalizar de manera
convincente y razonable la realidad. Esta perspectiva también responde a la
filosofía aristotélica recién instaurada en la Península y de gran influencia en
la época7. Según la filosofía aristotélica y la de sus seguidores andalusíes –
principalmente Maimónides y Averroes – “all human thought is rooted in the
physical perception of the external world and what cannot be given in such
perception, or deduced from it, cannot be known at all” (Green 294). Como
el lenguaje puede confundir la percepción humana, éste puede ser utilizado
con el objetivo de generar un entendimiento específico, diferenciado de la
realidad y de la verdad.
Así, el relato del Sendebar se construye a partir de una duplicidad de opiniones,
que engendra un ejercicio de respuesta de un contradictor, cuya única virtud
es permitir la demostración bien argumentada de una tesis, imitando, de este
modo, el género muy popular en la península de los debates, “probablemente,”
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NOTAS
1 Para la introducción histórica véase Sofía Kantor, El Libro de Sindibad. Para la
cuestión de los orígenes remitimos a Perry y Lacarra, Cuentística.
2 Sobre las posibles motivaciones que habrían impulsado a don Fadrique a ordenar
la traducción de la obra, véase Deyermond.
3 En las versiones occidentales, la poligamia del Rey es sustituida por la monogamia.
Es la viudez que lo obliga a entregar a su único hijo a un grupo de sabios para que
lo eduquen lejos de la corte. En estas versiones, el rey vuelve a casarse y a la nueva
reina no le agrada, por una razón u otra, la existencia de un heredero que no sea
hijo suyo, de ahí que conspire para eliminarlo. Utilizamos para las citas la edición de
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OBRAS CITADAS
Cantor, Norman F. The Civilization of the Middle Ages. New York: HarperCollins,
1994.
Devoto, Daniel. Introducción al estudio de don Juan Manuel. Madrid: Castalia,
1972.
Deyermond, Alan. “The Libro de los engaños: Its Social and Literary Context.”
The Spirit of the Court. Selected Proceedings of the Fourth Congress of the International
Courtly Literature Society (Toronto, 1983). Eds. Glyn S. Burgess y Robert A. Taylor.
Woodbridge, Suffolk: D. S. Brewer, 1985. 158-167.
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Franchini, Enzo. Los debates literarios en la Edad Media. Madrid: Laberinto, 2001.
Frye, Northrop. Anatomy of Criticism. Princeton: Princeton UP, 1957.
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–––––. Cuentística medieval en España: los orígenes. Zaragoza: Universidad
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––––– F. López Estrada. Orígenes de la prosa. Madrid: Júcar, 1993.
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Menocal, María Rosa. The Ornament of the World – How Muslims, Jews and
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Perry, Ben Edwing. “The Origin of the Book of Sindibad.” Fabula 3 (1959-60):
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Warning, Rainer. “La estética de la recepción en cuanto pragmática en las ciencias
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Zumthor, Paul. La letra y la voz de la “literatura” medieval. Madrid: Cátedra, 1989.