Está en la página 1de 1

Sobre el trabajo de equipos interdisciplinarios en salud mental y adicciones

A partir de los procesos exagerados de especialización de disciplinas de la salud en las últimas


décadas, se ha generado una dinámica de atención en la cual los saberes de cada especialista
no se conjugan a través de un dialogo y cooperación para ofrecer respuestas integrales para
problemas complejos como los de la salud mental y las adicciones. Lo que prolifera en los
sistemas es la multidisciplina, que implica la suma de evaluaciones e intervenciones no
articuladas entre sí de los equipos profesionales. El resultado es que no se analiza y actúa
sobre los distintos aspectos de la persona, integrando los saberes, discutiendo, reflexionando y
llegando a un plan de acción en el cual todos los miembros del equipo están comprometidos.
Una nueva alianza resultaría en que la evaluación y propuesta de cada miembro del equipo se
potencia en un abordaje multidimensional unificado que resulta muchas veces en algo más
simple, claro y efectivo. También permite un análisis más profundo y longitudinal respecto a
los resultados y necesidades de adaptación de las intervenciones. La interdisciplina confronta
una natural predisposición al trabajo autónomo y la creencia de que una disciplina es más
importante que la otra. Esto, por ejemplo, sucedió durante décadas en las que proliferó el
modelo médico-biológico.

Los equipos interdisciplinarios de la salud mental generalmente incluyen a psicólogos,


psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales, terapistas ocupacionales. Estas profesiones
habitualmente actúan en la psicoterapia, la cooperación en el diagnóstico, la farmacoterapia,
los aspectos socio-familiares, de provisión y orientación de recursos y los contextos grupales
que favorecen la expresión espontanea de los participantes.

La interdisciplina es invalorable al abordar las distintas necesidades y urgencias que plantean


los usuarios en el sistema de salud a través de saberes y conocimientos particulares que
enriquecen una mirada tradicional que solo se enfoca en el control de los síntomas y la
prevención de las crisis, para pasar a un modelo basado en las fortalezas y un enfoque social
comunitario.

La interdisciplina también facilita el posicionamiento del usuario en un rol más activo y


protagónico en su recuperación. En este sentido, el Plan Nacional de Salud Mental señala la
necesidad de que los programas de prevención y resocialización de los asistidos debe
involucrar “la máxima participación de los usuarios, tanto en las etapas de planificación y
programación, como de ejecución y evaluación.”

En la actualidad se impone y propone la necesidad de llegar a una interdisciplina ampliada que


además de incluir a educadores, talleristas y otros actores, ante todo incluya la participación
de exusuarios y familiares dentro de los equipos terapéuticos sin funciones clínicas. Respecto a
estos roles desarrollaremos en las secciones siguientes.

También podría gustarte