Está en la página 1de 2

El Discernimiento, la inspiración y la sugestión.

Ideas tomadas de una charla de Don Fabio Rossini

Etimología: Del latín discernĕre ("separar, distinguir, reconocer"), compuesto de dis- (“en dos”) y cernĕre ("distinguir").
Discernimiento= Mentum= del latin= Instrumento.
"Criterio" o capacidad de distinguir: los elementos que están implicados en una cuestión, como se relacionan entre sí, como
se afectan los unos con los otros y como cada uno de ellos incide en el conjunto. Juicio que se basa en normas, modelos de
valores, moralejas o principios; que se heredan de las sociedades humanas y de las experiencias propias o ajenas.
En el fondo, tiene que ver con el sentido de la vida, ante situaciones que me acontecen, puedo ir descubriendo que la
balanza de mis pensamientos, razonamientos y afectos se inclinan a una dirección, me hacen intuir un llamado. Por eso
necesito los criterios, los valores justos para medir, distinguir, conocer y decidir.

Un ejemplo de Discernimiento personal ante un acontecimiento de la vida de San Ignacio:


Examinad si los espíritus provienen de Dios
De los Hechos de san Ignacio recibidos por Luis Gonçalves de Cámara de labios del mismo santo.
Cap. 1,5-9: Acta Sanctorum Iulii 7

Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias.
Cuando se sintió restablecido, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa
ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado Vida de Cristo y otro que tiene por título Flos sanctórum, escritos en
su lengua materna.
Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos
volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades
que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior.
Pero, entretanto, iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los
que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a
pensar y se preguntaba a sí mismo:
«¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?»
Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier
motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró
bastante tiempo.
Pero había una diferencia; y es que, cuando pensaba en las cosas del mundo, ello le producía de momento un gran placer;
pero cuando, hastiado, volvía a la realidad, se sentía triste y árido de espíritu; por el contrario, cuando pensaba en la
posibilidad de imitar las austeridades de los santos, no sólo entonces experimentaba un intenso gozo, sino que además tales
pensamientos lo dejaban lleno de alegría. De esta diferencia él no se daba cuenta ni le daba importancia, hasta que un día se
le abrieron los ojos del alma y comenzó a admirarse de esta diferencia que experimentaba en sí mismo, que, mientras una
clase de pensamientos lo dejaban triste, otros, en cambio, alegre. Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las
cosas de Dios. Más tarde, cuando se dedicó a las prácticas espirituales, esta experiencia suya le ayudó mucho a comprender
lo que sobre la discreción de espíritus enseñaría luego a los suyos.

Ideas de Rosini:

El don del Consejo, plantea el problema del discernimiento. Uno está quieto, está sin moverse en la vida cuando desea o
quiere todo, no arriesga a tomar decisiones porque no está dispuesto a perder nada, y sin embargo la única vía es aprender a
dejar, porque lo que se opone al amor es la posesión y la posesión es una idolatría y es cadena que quita libertad.

El que no sabe discernir es el que no quiere perder nada, no es capaz de despojarse y por eso están bloqueados, no van ni
adelante ni atrás, porque al no querer perder, no se dan cuenta que cada acto es una opción y cada opción es una pérdida.
Por ejemplo, si yo estoy escribiendo esto en este momento es porque he dejado otras cosas para sentarme a escribir, por
eso siempre que decidamos algo vamos a perder algo y si no decidimos es porque no queremos perder nada, pero el
problema es que tampoco avanzamos. El discernimiento es entonces la libertad.

Cuando en nuestro corazón habla la mentira, esto se llama sugestión, que es distinto al don de la inspiración. ¿Cómo se
distinguen? El Espíritu Santo me salva con un tipo de movimiento interior que se llama inspiración, del latín significa soplar
dentro, es decir que es algo que se da en el lugar más profundo de la persona, el centro del ser del hombre, que es el lugar
donde el Espíritu Santo actúa en todas las personas de la tierra. San agustín lo llamaba aquel que es más intimo a mi que yo
mismo.

A la inspiración se opone la sugestión, nosotros estamos acostumbrados a ver la sugerencia como una cosa buena, pero en
realidad la palabra viene del latín Sub - genere y esto no tiene un buen sentido porque esto significa estar bajo la gestión, la
dirección de otro, y esto se denomina generalmente manipulación. Para el Espíritu Santo se usa “In”, es decir dentro, sin
embargo para el padre de la mentira se utiliza “Sub”, es decir que está debajo, y busca crear un movimiento que implica
sometimiento, orientado a tomar el mando, a esclavizar, a poseer.
Por el contrario la lógica del Espíritu Santo es el amor, por lo tanto es el que propone interiormente, pero nunca impone, ya
que el amor implica libertad y por el contrario a esto, seguir una sugerencia sin mi asentimiento, eso no sería libertad, por lo
tanto no corresponde a un acto de amor, ya que es despersonalizante y lo que se obtiene así, es inútil, no se crece en el
amor, porque lo que voy realizando permanece extraño a mí y esto no sería propio del Espíritu Santo, ya que él no solo es
dulzura y gozo, sino también sabiduría y sugerir así no sería sabio y no serviría a nadie. Por eso la característica más propia
de la inspiración es que siempre me deja la posibilidad de decirle que no, porque precisamente el Espíritu no es un dictador.

Las inspiraciones son pensamientos que proponen un bien a mi corazón, una fuerza que propone y me deja completamente
libre aunque el bien que me proponga incluya pérdidas; él no tiene necesidad del verbo deber; el me habla desde el verbo
poder, puedes hacer esto...
Por el contrario el mal espíritu encadena, divide, mete urgencia, pone en una situación angustiante, todo lo que él propone
sabe a obligación aunque sean cosas santas, espirituales y buenas las que sugiera, siempre saben a obligación, la cual me
despersonaliza, me hace desaparecer mi libertad de decisión, dejo de ser persona y me enreda con sentimientos de culpa y
me hace embarcar en cosas que no son verdaderamente mías. Todo se torna interiormente agresivo, ansioso, urgente... y si
tengo que explicarme, me enredo en discursos que no terminan más para convencerme y justificarme hasta el punto de
afirmar que no me pueden entender, solo yo puedo entenderme... Estoy frustrado si el otro no me da la razón, porque no
puedo convencerlo...

Mientras que el Espíritu se presenta con tranquilidad, porque es simple, libre y no tengo el problema de convencer a los
otros, estoy sereno en lo que digo, porque la inspiración es siempre lineal, mientras que la sugestión se transforma en
fijación que hace llegar a martillazos los razonamientos porque debo llegar por fuerza a explicarme.

Las inspiraciones me meten en la realidad, me hablan en ella, no me sacan de ella. Pero las sugestiones por el contrario me
sacan de la realidad, me hablan de bienes hipotéticos, no ciertos, que ponen en riesgo bienes reales ya presentes, objetivos,
más menos aparentes, menos brillantes y eso termina siendo descuidado.
El maligno habla con razonamientos complicados, ponen puntos de vista que no se pueden justificar.
Una cosa típica de las inspiraciones del Espíritu es que resisten en el tiempo, porque vienen de la eternidad y me dirigen a
ella. Lo contrario es la sugestión que después de algunos días va perdiendo fuerza y cambian de motivaciones, no son
constantes en su dinámica.

Las inspiraciones son simples, pero globales, y son siempre autoevidentes y honestos; por el contrario las sugestiones son
complejas, enredadas y no son globales, sino que tienden a absolutizar algún aspecto por encima de lo demás de la realidad
y no son honestas, es decir que siempre tiene algo escondido, como impresentable y te hace mover en la sombras y hace
que uno tienda a no manifestar las propias intenciones con claridad, haciendo en el fondo que no sea la verdad la que nos
guía; odia la luz y no va a la luz porque no quiere que sus obras sean descubiertas.

Por el contrario el que hace su vida en la verdad, va a la luz porque sus obras están hechas en Dios.
El que sufre la sugestión tiene antipatía ante cualquiera que le presente un pensamiento crítico, tiene antipatía ante
cualquiera que lo pueda contradecir y buscará siempre a quien le de la razón, que no lo ponga en discusión, creando una
actitud arrogante y como agresiva; tiene miedo de confrontarse porque está engañado y engaña (pensemos en Caín,
¿Porqué estás abatido y tu rostro se ha mudado? Él está precisamente bajo el poder de la sugestión).

También podría gustarte