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SENTIMIENTOS DE LA NACION José Maria Morelos y Pavén SENTIMIENTOS DE LA NACION 1° Que la América es libre independiente de Espafia y de toda otra nacién, gobierno o monarqufa, y que asi se sancione, dando al mundo las razones. 2° Que la religion catdlica sea la tinica, sin tolerancia de otra. 3° Que todos sus ministros se sustenten de todos y solos los diezmos y primicias, y el pueblo no tenga que pagar mas ob- venciones que las de su devocion y ofrenda. 4° Que el dogma sea sostenido por la jerarquia de la Iglesia, que son el papa, los obispos y los curas, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plant: omnis plantatis quam non plantabit Pater meus Celestis cradicabitur (Mat., cap. XV). 5° Que la soberania dimana inmediatamente del pueblo, el que s6lo quiere depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto de representantes de las provincias en igualdad de nimeros. 6° Que los.poderes Legislativo, Ejecutivo yJudicial estén dividi- dos en los cuerpos compatibles para ejercerlos. 7° Que funcionaran cuatro afios los vocales turndndose, salien- do los mds antiguos, para que ocupen el lugar los nuevos electos. 8° La dotacién de los vocales sera una congrua suficiente y no superflua, y no pasaré por ahora de 8 000 pesos. 9° Que los empleos sdlo los americanos los obtengan. 10° Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir, y libres de toda sospecha. 7 11° Que los estados mudan costumbres, y por consiguiente lq Di tria no serd del todo libre y nuestra, mientras no se reformeel gobierno, abatiendo el tirdnico, sustituyendo el liberal, ¢ igual. mente echando fuera de nuestro suelo al enemigo espa‘iol, que tanto se ha declarado contra (nuestra patria / esta nacién), Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a cons- tancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia; y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiiia y el hurto, 13° Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepcién de cuerpos privilegiados; y que éstos s6lo lo sean en cuanto aluso de su ministerio. 14° Que para dictar una ley se haga junta de sabios, en-el ntimero posible, para que proceda con mas acierto y exonere de algu- nos cargos que pudieran resultarles. 15° Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distincién de castas, quedando todos iguales, y solo distin- guiré a un americano de otro el vicio y lavirtud. 16° Que nuestros puertos se franqueen a las naciones extranje- ras amigas, pero que éstas no se internen al reino, por mas amigas que sean, y sdlo habrd puertos sefialados para el efecto, prohibiendo el desembarque en todos los demds, sefta- Jando el 10 por ciento. 17° Que a cada uno se le guarden sus propiedades, y respete en su casa como en un asilo sagrado, sefialando penas a los in- fractores. 18 Que en la nueva legislacién no se admita la tortura. 19° Que en la misma se establezca por ley constitucional la cele- bracién del dia 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado ala patrona de nuestra libertad, Marfa Santisima de Guada- lupe, encargando a todos los pueblos la devocién mensua 12° 8 20° Que las tropas extranjeras, o de otro reino, no pisen nuestro suelo, y si fuere en ayuda, no estaran donde la Suprema Junta. 21° Que no se hagan expediciones fuera de los limites del reino, especialmente ultramarinas, pero que no son de esta clase propagar la fe a nuestros hermanos de tierra dentro. 22° Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian, y se sefiale a cada individuo un 5% de semi- las y demas efectos u otra carga igual de ligera, que no oprima tanto, como la alcabala, el estanco, el tributo y otros; pues con esta ligera contribucién, y la buena administracién de los bienes confiscados al enemigo, podra llevarse el peso de la guerra, y honorarios de empleados. Chilpancingo, 14 septiembre 1813 José Ma. MORELOS 23° Que igualmente se solemnice el dfa 16 de septiembre, todos los afios, como el dia aniversario en que se levanté la voz de la Independencia, y nuestra santa libertad comenz6, pues en ese dia fue en el que se desplegaron los labios de la nacién para reclamar sus derechos con espada en mano para ser ofda: recordando siempre el mérito del grande héroe el sefior don Miguel Hidalgo y su compaiiero don Ignacio Allende. Repuestas en 21 de noviembre de 1813. Y por tanto, quedan aboli- das éstas, quedando siempre sujetos al parecer de S. A. S. Transcripcién integra del original manuscrito conservado por el ARCHIVO GENERAL DE LA NACION MEXICANA. EL SITIO DE CUAUTLA El sitio de Cuautla es legendariamente célebre no sélo en la his- toria guerrera de México, sino en la historia del mundo... Es una siniestra epopeya hermana de las que cantan los nombres de Cartago, Numancia, Jerusalén... A través de los profundos horrores, que son las sombras que proyectan sobre los herofsmos los genios de las venganzas colé- ricas, en aquel combate sin tregua de 72 dias esplende la aureola del Aguila del sur, iluminando con luz de belleza todos los dolo- res y todas las miserias de aquel pueblo avido de libertad. Hermosa profecia: Cuautla se llamaba aquella villa desde la “época de la Conquista... y Cuautla viene del mexicano Cuautli, que significa Aguila... jla villa del dguila!... Morelos, Victor y Nicolas Bravo y Hermenegildo Galeana, de vuelta de sus victoriosas expediciones por Taxco, Tenango y Te- nancingo, entran a Cuautla el 9 de febrero de 1812. Sabiendo el caudillo que el terrible Calleja habia sido recibido en la capital en triunfo, con su ejército del Centro —vencedor en Aculco, Guanajuato, Calderén y ultimamente en Zitacuaro—, el dia 5, y que, engrosado con poderosos refuerzos, tiene orden de aniqui- lar a los insurgentes en las montaiias del sur, resuelve esperar el ataque en Cuautla. Era esta poblacién muy a propésito para resistir rudas aco- metidas y largo asedio, por la riqueza agricola de las haciendas préximas, abundantes en provisiones de todo género, por su situacién general a la entrada de Ja “Tierra Caliente’, el patriotis- mo y fidelidad de todos los habitantes de aquellos rumbos, decidi- Bt dos partidarios dela causa dela a en. Pas de Morelos, dispuestos a morir pe'eando y adem. ena en regiones conquistadas y por él muy conocigee Sua fe que con todo brio continuaron los trabajos de fort. ficacion y almacenamiento de viveres y Sac Construceién, de armas y ejercicios militares emprendidos desde hacia tiempo por Leonardo Bravo, jele de la plaza en ausencia de Morelos, Cuautla se levanta ligeramente en una pintoresca meseta que domina los planos que larodean, cubiertos de profusa Vegetacién, sembrados de catia de azticar, y cifiendo al entonces humilde caserio espesas huertas, bosques y magnificos platanares. La villa se extendia de norte a sur en una longitud de media legua, atra. vesindola, como médula central, larga calle que enfilaba dos, plazas y dos slidos templos y conventos: San Diego y Santo Domingo. De oriente a poniente su anchura era de un cuarto de legua. Por el oriente corre el rio que desagua en el Amacuzac, naciendo en las vertientes del Popocatépetl. De la hacienda de Buenavista, al extremo sur, asciende hasta la eminencia del Cal- vario, extremidad norte, una atarjea de mamposteria, de vara y media de espesor, que se va elevando gradualmente para condu-, cir el agua hacia aquella finca, cerrando por el poniente el recin- to, defendido, como dijimos, por el barranco del rio, en la parte oriental. Basta esta ligera descripcién y la vista del plano respectivo para comprender las defensas naturales de la villa, a las que se unieron las creadas por el genio y la actividad de Morelos pode- rosamente secundado por sus soldados y por la mayor parte de Jos vecinos, que se pusieron a la obra con el mayor empefio, deci- didos a sepultarse bajo los éscombros de su querido pueblo an- tes que entregarlo a los antiguos amos. ; : Se convirtieron en fortalezas las torres y conventos de San Diego y Santo Domingo, cuyos gruesos muros se aspilleraron con 12 ingenio, lo mismo que las pocas casas de cal y canto que habia entonces, pues la mayor parte eran chozas de techos de zacate y palma, unidas por cercas de toscas piedras. Practicdronse cor- taduras y trampas en las aproximaciones de los lugares de facil acceso; construyendo parapetos y trincheras, caminos de ron- da, cuevas y subterrdneos para bodegas y almacenes, garitones para centinelas y escuchas, reductos que debian combinar sus fuegos con los de las torres, sosteniéndose reciprocamente. Mientras en el pueblo se trabajaba con todo brio, en los alre- dedores los comisionados de Morelos reclutaban gente brava, se hacian de caballos, armas y viveres que eran conducidos a Cuautla, donde llegaban aclamados con jubilo. El caudillo pudo llegar a tener 3 000 hombres de caballeria y 1000 infantes, todos yalientes, ladinos y buenos manejadores de sus armas, duros para las fatigas, intrépidos para los asaltos y astutos en preparar em- boscadas o fingir fugas para desconcertar a sus engreidos perse- guidores con bruscas y stibitas acometidas. Eran la mayor parte costefios, negros, mulatos, mestizos y criollos acostumbrados al espectaculo grandioso de las montafias y al imponerite panora- ma del mar... Inconscientemente amaban la libertad... jpor ella habian de sucumbir, ensangrentados y épicos! ;Oh!, valientes hijos del sur, merecéis bien de la patria, porque en vuestras sierras forjasteis los rayos de su independencia... Se puso especial empeiio en dejar lista la artilleria compuesta de 16 cafiones de varios calibres, entre ellos el Nirio y una-culebri- na célebre por su trdgica historia —fundida en Manila pas6 al puerto de San Blas, de donde Hidalgo la hizo conducir a Guada- lajara; Calleja la capturé en la batalla de Calderén, pasando a las fuerzas de Emparan, quien la llevé a Toluca, de donde la sacé Porlier, y los soldados de Morelos se la arrebataron en Tenancin- go, conduciéndola a Cuautla, donde volvié a Calleja—. Los Bravo, Galeana y el intrépido. Matamoros se dividfan las 13 faenas de dirigir as obras de defensa, de almacenamiento @ iti fa ando con vibrantes palabras, con canden, 5n militar, anim: truccién militar, | ; a te entusiasmo a sus tropas, infundiéndoles su espiritu Tevolucig. io y bélico. at a del virrey comunicado a Calleja era tomar simultg. neamente Cuautla y el pueblo de Iziicar para dividir las fuey. zas de Morelos. Hacia este punto se dirigiria el brigadier Llano con las tropas de la guarnicién de Puebla, reforzadas por e| patallén Asturias de donde el ejército del Centro debfa marchar asu turno hacia Cuautla, y una vez tomada ésta, la divisién de Puebla se ocuparia de la persecucién de los fugitivos hasta ani- quilarlos, en tanto que el ejército vencedor tornarfa a México para lanzarlo a donde mas urgiera. El dfa 12 sale Calleja con el grueso de su ejército, y marchaa pequefias jornadas, confiado en un triunfo completo, creyendo desbaratar a aquel temible Morelos que tanto le habian ponde- rado, pensando durante el camino en hacer terrible escarmiento como en Zitdcuaro, la que, mds feliz él que el derrotado Empa- ran, tomara a sangre y fuego, arrasandola hasta hacer pasar el arado sobre su antiguo recinto. Llegé el 17 de febrero a la hacienda de Pasulco a dos leguas de Cuautla, acampando para disponer su ataque al dia siguiente. Al punto dispuso el jefe insurgente los aprestos para resistir, dando a Galeana el mando de la plaza y convento de San Diego —bien fortificados con fosos y trincheras— hacia el norte de la poblacién; el de Santo Domingo a Leonardo Bravo, en el sur; y a Matamoros y Victor Bravo los puso como jefes de la casa —ha- cienda de Buenavista y sus alrededores—; en lo alto de las torres y todos los puntos dominantes colocé atalayas y los mejores ti- radores, lo mismo que en los puntos extremos del caserio para que se cazasen enemigos o diesen noticias de sus movimientos. La multitud de indios que trabajaban en las obras, Jos retuvo para “4 reparacion de ellas después de los combates, armandolos con hondas y flechas. Las mujeres debian preparar alimentos, medi- cinas, coser ropa y hacer hilas para los heridos; jhasta a los nifios utilizé este incansable genio del valor y la resistencia! Formé con ellos una compaiifa llamada “Los emulantes”, cuyo jefe era su hijo. Por su parte, Calleja se aprest6 a disponer sus columnas de asalto, pues para él era cuestién de un empuje vigoroso de sus granadas tropas, y tras una o dos horas a lo mas, entrarfa a la re- belde Cuautla. Previamente hizo un reconocimiento en torno a ella, a la cabe- za de 500 dragones, recorriendo los alrededores a tiro de cafién, situdndose luego en lo alto de la loma de Cuautlixco para darse cuenta del conjunto de la plaza. Alla en lo alto de San Diego el caudillo insurgente observaba todos los movimientos del jefe realista, al que logré distinguir por su numeroso Estado Mayor y brillante escolta, y no pudiendo contener sus anhelos de pronto combate, decide ir a cargar go. bre su pomposa caballerfa, acto reprochable en un general que es el alma de un ejército y nunca debe exponerse @ artiesgadag aventuras dignas de un alférez 0 teniente de guerrillas; Pero habig clatenuante de querer manifestar su irresistible sed de lucha, En vano se le oponen enérgicamente sus amigos y generales subalternos. Morelos dice que va a reconocer a su vez al enemi- go; llama a los mas bravos jinetes para que le formen buena es- colta, y por caminos y veredas de rodeo se lanza al galope; pero Calleja tiene mirada de céndor, ve la polvareda, todo lo com- prende, y con esa rapidez que es la mejor cualidad téctica de un soldado, embosca tiradores y un cafién a uno y otro lado del ca- mino, dando érdenes a los dragones de su retaguardia de atraer ala caballeria insurgente. Y asi sucede, por desgracia, ésta cree que va a abatir a sus enemigos, mas se retiran a escape... siguen- los y entonces de los flancos del camino brotan descargas cerra- das sobre la confiada escolta de Morelos, desbaratandola al pun- to. Luego tornan los jinetes realistas, cerrando la retirada al caudillo y a sus mas valientes, que le rodean defendiéndolo con sus cuerpos, trabandose desesperada refriega, terriblemente des- igual. Por fortuna una de las atalayas de las torres de Cuautla mira lo que pasa; grita, y da la alarma que a tiempo escucha Galeana, quien se precipita como un rayo, machete en mano, seguido de los que estaban‘a caballo en la plaza de San Diego... ‘Ya era hora, pues al lado de Morelos caian los tiltimos de sus bravos, aplasta- dos por los dragones realistas, entre los que el campeén se deba- tia, debiendo también la vida ala agilidad de su caballo!... Ante el refuerzo de Galeana escaparon los enemigos sin haber logra- do apoderarse del temible jefe, pero dejando el campo regado de cadaveres, aunque no todos de insurgentes. As{terminé esta fatal escaramuza que fue dura leccién militar 16 para Morelos, mostrandole lo mal que obra un jefe comprome- tiendo en insignificante alarde de valor el éxito de una campajia. Esta peripecia alenté mds al general realista en su propdsito de dar el asalto sobre la plaza en las primeras horas del 19 de febrero. La flor de los cuerpos realistas. vencedores en todas partes, alentados y enorgullecidos con sus rotundas victorias en Aculco, Guanajuato, Calderén y Zitacuaro, teniendo como niicleos las legendarias divisiones espafiolas que se habjan batido contra las huestes de Napoledn en los campos de Europa, mandados por intrépidos veteranos, sabios en las tacticas, familiariza- dos en ataques tremendos bajo el fuego de verdaderas baterias, estaban a la mano del indiscutible talento militar de Calleja... 4Como vacilar?... ;cmo desconfiar un solo instante del éxito de aquel asalto sobre un pueblo de casuchas apenas ligadas en torno a dos fuertes edificios habilitados de artillerfa débil, mala- mente servida?... Mas de 5000 hombres —que con la incorporacién de Llano habfan de llegar a 8 oo0—, integrados por los cuerpos espafioles, mas los de la Corona, Patriotas de San Luis, la célebre e impo- nente columna de granaderos cuya presencia causé delirio de admiracién en México, el regimiento de Guanajuato y los escua- drones de lanceros de México, San Carlos, Tulancingo y Esparia, Zamora y los de Armijo y Mordn, entraron a constituir en parte las cuatro columnas de asalto. Qued6 toda la caballeria en reser- va. Las cuatro columnas de infanterfa, precedidas por indios “gastadores” que llevaban palas, barretas, zapas, cestones y vigas para improvisar puentes, sostenidos por tiradores en orden dis- perso —llevando cafiones entre los intervalos—, se lanzarian a las siete de la mafiana del 19 de febrero sobre el norte de Cuautla para apoderarse de las fortificaciones de San Diego. Llevaban orden las dos columnas del centro de atacar a su frente hasta apoderarse, protegidas por la metralla de sus cafiones, de la gran 17 trinchera que cerraba el extremo de la plaza pasando los fosog del convento, en tanto que las columnas de los flancos, una a de. recha, otra a izquierda, se abririan a ambos lados, yendo a ocu- par las casas laterales cercanas a la posicién para flanquearla en el instante en que mas comprometida estuviera la accién al frente, Grupos de caballerfas hostilizarfan por otros rumbos Ilamando laatencidn de los defensores de la plaza, sobre la cual, tomado San Diego, entrarian las reservas acuchilladoras de los realistas prendiendo fuego a la villa para mayor espanto, iluminando la llegada triunfal de Calleja que pensaba no tener necesidad de bajar de su coche mientras sus drdenes se efectuaban. Tal era el plan; veamos su ejecucién y éxito: parten las colum- nas en el orden dicho, animadas al principio en sus flancos las caballerias que a medio tiro de cafién van a ocupar la retaguar- dia... luego las dos de los extremos se dirigieron al oriente y po- niente, mientras las centrales con sus indios zapadores y su baterfa van a vivo aire sobre la trinchera que corta la calle Real, dominada por la alta y densa mole de San Diego; cérrense los hombres de las columnas por las cercas del camino, aprove- chando las casas que lo bordean, deslizAndose por entre sus mu- ros, hasta que frente a la trinchera la bateria realista, con todo orden, desengancha sus cafiones y vomita una. descarga para abrir brecha; adelantan luego los fusileros cubriendo la bateria que carga sus cafiones, y hacen fuego, a cuyo tiempo otros tira- dores corren a rebasar los primeros y a abrir sus descargas tam- bién, a este término la baterfa esta otra vez cargada, avanza a mano y vuelve a disparar cuando los infantes le abren claro. Los defensores, que no habian hecho un solo tiro, esperaban atentos tras las claraboyas de las paredes, las aspilleras y crestas, disponiendo los caftones para aprovechar una descarga segura sobre compactas masas enemigas... Cuando éstas desmoronan parte del revestimiento exterior y se han acercado con vivez@ 18 lanzando su cuarta descarga, escupen metralla los independien- tes a tiempo que por certeros tiros ruedan cadaveres varios de las primeras lineas. “;Adelante!, ja ellos!”, rugen los jefes espaiio- Jes y empujan la bateria para abrir brecha en la trinchera atin re- choncha y desafiadora. Uno de los cafiones realistas dispara con gran precisién, des- baratando en parte las defensas de la izquierda, envolviendo en sus escombros gran ntimero de los sitiados, aunque sin grave daiio, en medio de la inmensa nube de humo rasgada stibita- mente por los relampagos fulgurantes de las descargas. Galeana, tras la espesa trinchera, va de un lugar a otro, gritan- do con furia, en una mano el machete filoso; en la otra la pistola bién preparada para dar muerte al que esté a tiro... Las colum- nas asaltantes se han detenido, y la baterfa va a tronar de nuevo para abrir algo de brecha para que puedan pasar; Galeana com- prende la necesidad de hacer retroceder a los audaces artilleros realistas por un ejemplar de terror y, como tira admirablemente, toma varios fusiles, sube al parapeto, y alli, sublime, empieza a dispararlos todos rapidamente, unos tras otros, abatiendo a los sirvientes de las piezas. Se animan con los bravos y vivas de sus compaiieros, quienes apuntan y matan como él; antes de que esté la baterfa para responder de nuevo alla desde el extremo de la humeante calle, por la que se adivinan las columnas de infan- teria realista cargando sus fusiles... Furioso entonces el coronel Segarra, jefe de la baterfa, adelanta a toda carrera ocultandose entre el humo y disparando su pistola frente a Galeana; éste por milagro resulta ileso y a su vez a quemarropa le mata de un ca- rabinazo; precipitandose sobre el cadaver, le quita sus buenas armas, y tomandolo de un pie, ante los realistas estupefactos, le arroja tras de la trinchera, a donde casi por la fuerza conducen los insurgentes al bravo Galeana. La baterfa callé... y siguieron adelante las columnas, pero se estrellaron ante la trinchera, bati- 19 das por fuegos de las torres de San Diego y Santo Domingo, Ypor lluvias de flechas y hondas... Ya van a retroceder no pudien. do coronar la fortificacién; mas he aqui que de nuevo los asal. tantes cobran dnimo a los gritos del gallardo coronel espaiiol, caballero en brioso alazan. Arenga a sus tropas, llamando a las que retrocedfan; mas de repente cae herido el jefe conde de la Casa Rul, y la consternaci6n vuelve a hacer cejar las filas realis- tas ante la inexpugnable trinchera, cuyas descargas escasas y metédicas son fulminantes y producen panico... No se ven los de- fensores, pero juegan con el fuego, repartiendo la muerte. Los batallones de retaguardia en las columnas, alentados por la colé- rica voz de sus jefes que no comprendian tan largo detenimien- to, impulsan a sus cuerpos sobre los de adelante y ya parece que sobreponiéndose al demolido obstaculo cargan los realistas des- preciando la metralla y las balas de los independientes; pero en- tonces Galeana destaca en torrentes sus lanceros, detiene un ins- tante la vanguardia, mas el jefe de los Patriotas de San Luis se arroja hacia adelante y cae herido de muerte por una bala insur- gente. ;Tres jefes principales han mordido el polvol... ya es enor- me la muchedumbre de los espafioles que rugen frenéticos y que amenazan arrollar por fin con todo, empujados por la caballe- ria... Morelos ha previsto el caso; ha observado la situacién, y suelta a sus indios flecheros y honderos sobre el flanco de la do- ble columna de ataque con tal impetu y con tal tumulto, que ya quebrantada en pleno desorden, acribillada por las balas de los cazadores de las torres, ceja definitivamente... Era el momento en que las otras dos columnas de los extremos derecho e izquier- do, después de horadar casas tras casas, en unas obras de zapa y combate dificilisimo, acaban por dominar las azoteas de algu- nas, teniendo la plaza bajo sus fuegos por uno y otro flanco, en tanto que sus vanguardias seguian para tomar por la espalda el convento de San Diego, Galeana comprende el peligro y manda 20 asu sobrino Pablo a contener en las casas y solares a las colum- nas flanqueadoras que pueden quedar victoriosas, El joven se bate con furia arrojando granadas de mano y ametrallando a los asaltantes en tanto que su padre en persona se dirige al otro extremo por donde un envolvimiento de fuerzas de refresco in- troducirfa la alarma... Tras de la gran trinchera quedan las vic- toriosas que detuvieran a las columnas del centro y la baterfa, esperando las reservas que va a mandar Morelos... Ya al frente no hay ataque... sdlo ao lejos se Teorganizan nuevas tropas para otro asalto... A oriente y poniente es ahora el combate, vivisimo, de ronco estruendo, cuerpo a cuerpo, en los patios y huertas de las casas... De stibito, de entre'los grupos de vecinos que condu- cen municiones a las trincheras, surge este grito: “Ya mataron a Galeanal... Ya lo derrotaron!... )Vamonos!” Los escasos defensores de la trinchera de San Diego vacilan, cunden los gritos que truenan alli mismo, y ellos, sin el alma di- rectriz de su gran jefe, huyen abandonando la fortificacién... En- tonces se reforman los infantes realistas tras su caballeria, la que, sabiendo que la trinchera est abandonada, embiste al galo- pe sobre ella apretando los pelotones... Cuenta la leyenda que en el preciso instante de aglomerarse ante su mole para ir a coronar- lay tomar la plaza, un nifio humilde llamado Narciso Mendoza, que habia visto sombriamente todo el drama desde un montén de escombros y tercios de cafias, sabiendo que un cafién habia quedado cargado, muerto un artillero, prdfugos los otros, corrié ala mecha y sin vacilar dio fuego... La compacta muchedumbre enemiga fue barrida de un golpe; creyose en un ardid y los drago- nes realistas que quedaron con vida volvieron grupas. Ya por entonces aparecfa en la calle Galeana conduciendo prisioneros, gritando, enronquecido, en tanto que rechazados algunos ataques parciales por otros rumbos, Morelos llevaba tropa de refresco de la mas aguerrida de sus reservas que slo 21 en el tiltimo trance... Estas penetran a las casas en escombros, dando muerte a los pocos realistas que se han hecho fuertes en ellas, y cuando un ultimo asalto intenta Calleja, desembocan en sus flancos gruesos pelotones de caballeria in- surgente, amenazando cortar las comunicaciones del enemigo queria emplear con su parque... Son ya las tres de la tarde... hay 400 hombres del bando real sobre el campo y las calles, entre las chozas, huertas, platanares y cuartos y azoteas de las casas... Tres jefes de los de mas fama y de los més queridos en el ejército asaltante han cafdo... No hay municiones, ni dnimo... y la numerosa caballeria que no ha teni- do gran participacién en el asalto esta impotente, imposibilita- da para entrar... Apenas puede fingir con sus maniobras algunas amenazas, en tanto que se retiran tras ella las cuatro columnas de infanteria, bien maltratadas y heridas, habiendo dejado, como siempre sucede en estos asaltos impetuosos, lo mas bravo y audaz de su gente. El orgulloso y hasta antes invencible Calleja fue a situarse en retirada, livido de impotente rabia, en las lomas de Cuautlixco y hacienda de Santa Inés, comprendiendo que en Cuautla habia de encontrar por fin al genio de la gran causa libertadora. Después del sangriento e infructuoso ataque de las granadas tropas realistas contra el convento fortificado de San Diego, tan bizarramente defendido por don Hermenegildo Galeana, com- prendié el brigadier Calleja que la toma de Cuautla no era una bicoca. Por una parte, fortificada con admirable genio, por otra, contando con una guarnicién de gente brava, ruda y fanatica por la causa que defendia, dirigida por jefes inteligentes y de una in- trepidez a toda prueba, tuvo que convencerse el caudillo espaiiol de que en otro asalto como el de San Diego se quedaria sin tro- pas y sin gloria, abandonado en pais enemigo. 22 Era, pues, necesario establecer un sitio en toda forma para re- ducir la villa en un cerco de fuego donde tendrfa fatalmente que entregarse después de unos cuantos dias. Como las érdenes del virrey eran de que terminantemente ydeun solo golpe se apoderase de Cuautla, tuvo que darle parte del desastre, aumentando las proporciones de las fuerzas del enemigo, dandole cuenta de que tenia que habérselas con una guarnicién de 12000 hombres, con 3o piezas de artillerfa y for- midables lineas de reductos. Terminé su comunicacién pidien- do numerosos refuerzos, municiones, viveres, material de sitio, ingenieros y artilleria gruesa para demoler fortificaciones, enca- reciendo la necesidad de arrasar Cuautla, sacrificando para ello todo el ejército si necesario fuera. Pero Venegas no contaba con mas fuerzas disponibles... Bas- tante se habfa atrevido con desguarnecer todo el interior, retiran- do el diseminado ejército del Centro y todo el Oriente, debilitando Puebla. En tal conflicto ordend que el ejército que de esa ciu- dad habia salido a las érdenes de Llano para caer sobre Izticar, ejército llamado del Sur y que constaba de 2000 hombres mas 300 dragones con que se le reforz6 de México, abandonase sus operaciones y al instante partiera a incorporarse al de Callejaa marchas forzadas, para poner sitio a Cuautla. Muy oportunamente para el brigadier Llano le llegé ante Izti- car semejante orden, pues no habia podido en varios ataques to- mar la poblacién vigorosamente defendida por el padre Sanchez y el capitan Vicente Guerrero. En efecto, el dia 23 de febrero la columna realista avisté Izti- car, situandose en el punto dominante del Calvario, desde don- de la bombardeo durante dos horas, tras cuyo tiempo lanzé dos columnas de ataque. Pero Guerrero y Sanchez, con sus tiradores y honderos en las alturas, hicieron tal resistencia que lleg6 la noche sin que hubiesen podido trasponer las trincheras los rea-. 23 | | listas. Al dfa siguiente, 24, se repiti¢ el asalto, pero sin éxito algu- no, teniendo que retirarse Jas columnas al Calvario, después de prender fuego a algunos barrios que ocuparon sin poder soste- nerse en ellos. Desde el campamento realista continué la artille- ria arrojando granadas bien dirigidas, aun en la noche, gracias a a roja luz del incendio que iluminaba los campos con resplando- res infernales... En estas circunstancias recibe Llano la orden de incorporar- se a Calleja en Cuautla, y al instante se pone en marcha, rodean- do por la falda del Popocatépetl, hasta aparecer en el oriente de aquella poblacién en el rumbo opuesto a las posiciones del jefe del ejército del Centro, el dia tiltimo de febrero, no sin ser per- seguido de cerca por los insurgentes a quienes abandoné un cafion y varios prisioneros. Morelos, entretanto, activaba los trabajos de fortificacién; abria més fosos; practicaba mas caminos secretos y aspilleraba por todas partes los nuevos, edificando reductos avanzados y puestos para las exploraciones y reconocimientos, saliendo todas las noches diversas guerrillas a caballo y a pie a hostilizar por rumbos opuestos al enemigo, destruyéndole las obras que eje- cutaba en el dia, al grado de obligarle a tener siempre sobre las armas la mayor parte de su gente, lo que la fatigaba de un modo atroz, dando lugar a constantes escaramuzas y combates que a veces llegaban a ser largos y encarnizados. Multiplicaba el insur- gente sus sorpresas a toda hora, haciendo fingidas alarmas, de- mostraciones generales que le obligaban a reconcentrar sus fuer- zas, desamparando los puntos lejanos por donde entraban a la plaza provisiones y refuerzos. Habiendo sabido Morelos que Llano venfa a unirse a Calleja, traté de impedir esta reunion, enviando al coronel Ordiera con 300 hombres a disputar el paso al enemigo en la barranca de Tlayecac, donde caerfa en segura emboscada. Por desgracia los 24 exploradores de Calleja advirtieron la salida de los insurgentes y el jefe realista ordené a sus numerosas tropas que sorprendieran aaquéllos durante su marcha, lo que se ejecuté al punto, disper- sndolos y acuchillandolos por completo, sin que un solo hom- bre pudiera volver a Cuautla. Con el poderoso auxilio de Llano descans6 Calleja, empren- diéndose al momento ya con toda seguridad las operaciones de contravalacién. Hacia el poniente, en terrenos de la hacienda de Buenavista, instalé su cuartel general y en torno de éste el depésito del par- que, la proveeduria y los hospitales, rodeado todo de sélidas obras de fortificacion y campamentos para las tropas de reserva que Calleja tenia siempre a la mano. Lineas de trincheras y séli- dos espaldones, unidos por caminos cubiertos por donde vigila- ban partidas de caballeria, ligaban los reductos y baterias. En el extremo oriental, tras el rfo, estaban las posiciones de Llano que contaba con los batallones de Asturias, Lovera y Mixto y los es- cuadrones de Puebla y Tulancingo, los que se extend{an hasta el Calvario, punto muy cercano a la plaza, por lo que allf se cons- truy6 un buen reducto, con abundante artilleria, dominando todo el norte. Un profundo barranco por donde corren aguas azufrosas, llamado del Agua Hedionda, se pasaba por medio de s6lido puente y caminos practicables que se abrieron con la ma- yor actividad por entre las faldas de las lomas. Inutil es agregar que Morelos correspondia a estas obras de amenaza de los sitia- dores con las que él ejecutaba en torno del recinto de Cuautla, estorbando las del enemigo a fuerza de astucia, estableciendo frente a sus reductos ostensibles encrucijadas y profundas fosas en ramificaciones varias. Mand6 construir un gran reducto en el espeso platanar cerca de la margen del rio, frente a las obras de Llano, que a su vez defendia la codiciada corriente. Entretanto, es decir del dia 1° de marzo al 9, Galeana, cuyo 25 oso no podia estar quieto un ins- espiritu esencialmente belic molestandolos de continuo tante, tenia en jaque a los realistas, con sus tenaces algaradas y aventureras expediciones, ejerci- tando la briosa caballeria insurgente, toda costefia pura, intré- pida y gallarda en el embestir, la que dio constante ejemplo de alegria en sus regresos ala plaza, derrotada o vencedora, vivien- do en perpetua fiesta. Galeana fue el tinico jefe que después del asalto de San Diego, sabiéndose que Calleja estaba anonadado, opté, en la Junta de Guerra convocada por Morelos, por atacar al jefe realista en su mismo campamento —operacién temeraria, loca empresa que por fortuna no se ejecut6—. El cura Matamoros solfa también divertirse en expediciones parciales, amando con pasién el peligro, pero era mucho mas sensato, media las distancias; exploraba al enemigo, lo engafiaba con diversas demostraciones y sélo cuando estaba seguro de ser superior, y de estar bien secundado por sus subalternos, acome- tia una operacién siguiendo los consejos de Morelos. Los herma- nos Bravo eran una pléyade de audaces patriotas, bondadosos, altivos, inteligentes y todos unidos de corazén para sacrificarse por la causa de la patria independiente y libre. Sumisos a las 6rdenes del Caudillo del Sur, fueron sus tenien- tes més fieles y dignos, mas desinteresados y heroicos, hechos de un temple extrafio de antiguo acero de Esparta, jdel buen acero terrible de que estuvieron hechas las almas inmortales de sus caudillos épicos! Por fin, el dia 10 de marzo quedaron cerradas las lineas exte- riores que apretaban a Cuautla, dandose la ultima mano a los espaldones y parapetos de las baterias; listos los caminos abier- tos para el transito de la caballeria, bien apuntados obuses y cafiones, rompiéndose el fuego sobre la plaza con la mayor solemnidad a los gritos de “Viva Espaiia!” “jViva el rey!”, al son 26 de las cajas de guerra y los clarines de los cuerpos de Asturias y Lovera. Las bombas y granadas empezaron a caer incesantemente sobre el centro de la poblacién, produciendo al principio intenso panico entre los habitantes que hufan despavoridos... mas lue- go, por advertencias de los jefes, aprendieron a desafiar los efec- tos de los explosivos proyectiles, echandose en tierra, para levan- tarse después de la explosién llevando a Morelos los trozos de hierro que sembraban el suelo. La guarnicién insurgente, por su parte, economizé metédica- mente sus municiones... Sdlo cuando habia masas compactas que ofrecieran carne segura a sus cafiones rugian las baterias de laplaza... o para sostener ataques o hacer demostraciones diver- sas... a veces también cuando las guerrillas aventureras atrafan algunas fuerzas enemigas se las dejaba llegar a los puestos ocul- tos subterraneos, desde donde surgian los pequefios cafiones ametralladores barriendo estruendosamente con los enemigos. Los mejores tiradores solfan divertirse también con el pequefio Nifo, que muy rara vez erraba su caza... All, en las ctispides de las torres, tras las altas paredes de Buenavista 0 en los merlones de los reductos avanzados, habia constantemente magnificos ti- radores de fusil, amén de innumerables indios honderos o fle- cheros que hacfan excelente carniceria en el enemigo, inquie- tandolo muy seriamente. Y asf fueron pasando los primeros dias, rabiosos los realistas de ver que en la villa lejos de principiar el desaliento cundia la algazara, las fiestas a todas horas; fandangos y danzas al son de guitarras y arpas, cohetes y repiques, canciones alegres al calor del aguardiente, mientras alld se batfan otros que luego iban a ser relevados por los del jolgorio al que regresaban ennegrecidos y ensangrentados, muchos moribundos, algunos ya cadaveres... Mas no por eso se aplacaba la fiesta; nadie debia hablar de reve- 27 ses ni de tristezas bajo pena capital... Los que morian peleandg eran enterrados como gloriosos bienaventurados, cubiertos de verdes ramajes, palmas y flores, a los sr entusiastas yel eco de las dianas entre salvas y repiques... En las constantes salidas nocturnas para sorprender los ye. ductos enemigos de stibito, a la hora de las descargas, sonaban miisicas y cantos... y escuchabanse voces de hermosas mujeres que animaban al combate gritando vivas a la América indepen- diente, a la Virgen de Guadalupe, y mueras a los viles amos, a log gachupines despoticos, a quienes declaraban su odio en el fragor del combate en aquella tierra de las libres montajfias surianas, Calleja, a los cuatro o cinco dfas, qued6 estupefacto... Jamas, jamas, ni aun después del fracaso de su vigoroso asalto sobre San Diego, pudo creer que hubiese tal civismo, tan indomable valor y tan inverosimil energfa, no ya en las tropas de Morelos hechas al fuego y ala carnicer‘a, sino en aquel pueblo de Cuautla, tan tranquilo, tan contento, tan alegre y hasta burlén y sarcésti- co después de un constante bombardeo, dia y noche, después de atroces privaciones y sufriendo la muerte, las enfermedades, el hambre y las epidemias, viviendo en perpetua algazara. ;Aquello era inaudito!... Respondfan con carcajadas a las explosiones de las bombas, con cantos de alegria recibfan a sus muertos queri- dos y bailaban bebiendo y charlando en frascas delirantes, mien- tras los compaiieros de faccién se batian allé lejos... éDénde se habia admirado semejante espectéculo?... Era que el gran Morelos impuso su sereno espiritu en aquel pueblo de cuya flaqueza dependfa su perdicién... Meditd el plan politico de aprovechar el caracter festivo yaltanero de aquellas gentes del sur para iniciarles eterna alegria, predicdndoles no sdlo la con- formidad con sus suerte, sino el entusiasmo por los éxitos en los combates contra su enemigos los déspotas... jno importaba la muertel... ;Felices los que mueren en la lucha por la tranquili- 28 dad de sus hermanos y de su querida tierra que sdlo Dios podia quitarles! Estas vehementes palabras de herofsmo y libertad en un pue- blo acostumbrado a las maravillas de la naturaleza, en un pueblo gentilmente orgulloso, fueron fecunda semilla de valor y entere- za, de franca y serena alegria, aun después de las mas terribles catastrofes... Nifios, mujeres, ancianos, jévenes veian a Morelos siempre magnifico y altivo, dando ejemplo de calma y completa seguridad en la victoria, disponiendo incansable sus huestes, nombrando las fajinas para las obras de reparacién, dictando érdenes, diri- giendo arengas a los que lanza a batirse... ya montando a caballo para reconocer al enemigo 0 llevar a los suyos a la refriega... ya para visitar sus lineas, o si no para conducir alegres partidas a las huertas donde se baila o se merienda cerca del tiroteo... Y al admirarle, incansable, benévolo, a la par que majestuoso, fulgurantes sus ojos soberbios, todos lo aclamaban con todo su corazon, sintiéndose capaces de sufrir las mayores miserias y los mas infernales sufrimientos por seguir bajo sus triunfales banderas... - Por eso es tan explicable la estupefaccién de Calleja ante aque- lla Cuautla que resiste no sélo impavida, sino alegre y burlona su apretado cerco y constante lluvia de fuego y hierro con que la despedaza sin tregua, encerrada y abandonada a si misma; sin viveres y amenazada de segura ruina. No, Calleja no pudo comprender los milagros del genio que sigue la inspiracién de las grandes causas de la humanidad, sugestionando, conmoviendo, arrebatando a las masas... Hijo y representante de un pasado de frivolidad y despotismo, signifi- cando la rutina conservadora de los antiguos vicios de domina- cidn por herencia y atavismo, sdlo tiene el legendario valor his- pano para batirse y el necesario talento militar de entonces para 29 SSE = ff ‘ triunfar, con tropas disciplinadas, armadas e instruidas, de las huestes ardientes que luchan por la libertad... i Tuvo que resignarse el jefe realista a prolongar el sitio Por mas tiempo —dos o tres semanas segiin creia— pidiendo con mas urgencia nuevos refuerzos, viveres y municiones, y sobre todo gruesa artillerfa para batir las obras de defensa de los sitiados que, lejos de ser demolidas, se perfeccionaban y aumentaban mas y mas sin que las partidas realistas lograran nunca impedir los trabajos del enemigo. Nunca hubo un solo instante en que dejase de haber lucha, tiroteo, algarada o sorpresa por algtin punto de las lineas... a todas horas los insurgentes acosaban a los realistas. Todo lo esperaba Calleja de la artillerfa que le enviaria el vi- rrey para abrumar a la poblacién con el fuego, abriendo brecha por todas partes, lo que le permitiria entrar a los escombros de Cuautla... Pero mientras no recibiera los grandes cafiones, mor- teros, granadas, herramientas de zapa y otros pertrechos, ten- drfa que permanecer encerrando al indémito Morelos, sobre cuya casa en vano mandaba tirar constantemente con granadas. {Todas respetaron al héroe, con gran rabia del general espafiol cuya gloria se desvanecfa ante la genial entereza y talento de un cura de pueblo, improvisado caudillo que le desafiaba socarrona- mente, de igual a igual, tras los muros de inexpugnable villa, don- de las columnas realistas, con sus fieros y aguerridos batallones, se habian estrellado, colmando los fosos con su roja sangre! Resuelto Morelos a resistir en Cuautla hasta el tiltimo extremo y empezando a escasear los viveres al grado de que el hambre sellé siniestramente los rostros de sus habitantes, determin que los jefes que habian permanecido fuera introdujesen un buen con- a escoltado por las guerrillas diseminadas en las montafias el sur. 32 Elcura Tapia, el capitan Larios y don Miguel Bravo fueron co- misionados con tal objeto, logrando reunir 800 hombres y cua- tro cafiones, con cuya fuerza se situaron en el rancho de Mayote- pec, en espera del convoy que harian entrar en Cuautla. Calleja, que ejercia activa vigilancia, supo a tiempo la reu- nin de las fuerzas insurgentes y al instante envid al valiente batallén espafiol de Lovera al mando del mayor José Enriquez, y 400 dragones. Bravo, sabiendo que va a ser atacado por las fuerzas muy superiores en nimero y calidad, se sittia en una al- tura y resiste con entereza la embestida del enemigo; pero éste envuelve la posicién, atacando también por otro punto, y tienen que retirarse los insurgentes, con grandes pérdidas, yendo a si- tuarse por entre las escabrosidades y barrancas de Mal Pais, cerca de Ozumba. Desde este punto los independientes a su vez podian inter- . ceptar los convoyes 0 refuerzos que pasaban al campo de los rea- listas, molestandolos intensamente. Asi, el 18 de marzo detuvieron algtin tiempo el que conducia el teniente Andrade. Hubo un refido combate en el que, gracias al denuedo de los sirvientes del hacendado Yermo, obtuvieron el triunfo, salvando al fin el convoy espafiol. El jefe realista, que vio amagadas sus comunicaciones con México, tuvo que desprender fuerzas respetables para perseguir aBravo y a sus compaiieros. i Mand6 Calleja sus numerosos heridos y enfermos a Chalco, escoltados convenientemente, logrando, a fuerza de tropas a su tegreso, batir a los insurgentes, destrozdndolos por completo. Donde no estaba el genio de Morelos para infundir animo y valor en los mas duros trances, la derrota era segura para los in- dependientes, quienes tenian que batirse con malas armas y sin disposicién tactica alguna contra militares habiles y bien arma- dos, que luchaban con la plena conciencia de su superioridad, 33, A i ilicia, proporciona siempre |, bien sabido en m pre la Io que, como es eenly ; Meas modo Calleja se quité los molestos enemigos de fuera e arse a las operaciones del asedio sin tla, pudiendo dedic : ne viet y Morelos al contrario, tuvo que sufrir la nueva des- consaladora de que serfa ya imposible que la villa tuviese viveres mpo. = oot coat la miseria de la poblacién de Cuautla, ided Calleja cortar elagua de Juchitengo, que la surtia, terraplenando la zanja y dando otro rumbo a la corriente. Esta operacion la ejecuts el batallén de Lovera y miles de indios zapadores de los que habia en el campo sitiador. Morelos comisioné a Galeana con los mas valientes de sus secciones a romper la Toma del Agua, no obstante el fuego de los batallones de Llano, que la defendian desde la opuesta margen del rio. Mas como diariamente, para surtirse de agua, era preciso to- maria tras un combate encarnizado, Galeana hizo levantar un fortin alto y sdlido, bien claraboyado, frente a la Toma del Agua para impedir que el enemigo la obstruyese, y sostener con los fuegos del reducto el aprovisionamiento del precioso liquido que siempre llegaba a Cuautla con sabor de sangre y olor a pdlvora. Recia fue la refriega; toda una accién de armas casi campal hubo que darse para efectuar la obra temeraria del levantamien- to del reducto... Galeana, como siempre, peled en las primeras filas, en tanto que los trabajadores iban alzando la util fortifi- caci6n. Para llegar al reducto se construyé también un alto y extenso espaldén, que iba del bosque que cifie a Cuautla por el oriente al mencionado fortin. Calleja dispuso tomarlo a sangre y fuego, una noche en que no hubiese gran ntimero de defensores, 34 Escogié 100 granaderos de los mas bravos, todo el batallén de Lovera y 150 Patriotas de San Luis, célebres por su arrojo... —jqué triste que esos mexicanos hayan servido contra la causa de su patria!—, para dar furibunda embestida contra el audaz reducto, construido a los ojos de los mismos realistas, E] ataque Jo encomends al coronel Andrade, quien con todo arrojo cay6 sobre el reducto, siendo recibido con una granizada de balas y estentérea griteria, voces de sarcasmo e insultos. La columna vacilé, sin atreverse a llegar al pie de la fortificacién, mohina y maltrecha... En la plaza se festejé dignamente el suceso y al si- guiente dia, por contestar el saludo nocturno de los realistas, los insurgentes acometieron su reducto del Calvario, poniendo en aprietos a sus defensores. Morelos reparaba todas las brechas que causaban las ince- santes granadas enemigas; se reconstruia lo derribado; se vol- vian a poner los techos de las chozas que se habian incendiado, cambiaba de lugar las baterfas para desconcertar al enemigo y combinaba pequefias cargas de caballeria por sorpresa en los puestos avanzados... Sin embargo, Calleja se obstinaba, herido su orgullo de jefe irresistible, en arrebatar el agua a la ciudady entonces, en el gran calor del verano, la sed — la infernal y maldita sed— causaba es- pantosas fiebres, stibitas demencias y rabias inauditas en sus ha- bitantes que chupaban el lodo hediondo amasado en sangre de las calles. Entonces Morelos organizaba expediciones conquis- tadoras del gran liquido, cruzadas contra la sed del vecindario, el que a veces acompaiiaba a los osados luchadores hasta a pocos pasos de lugar del combate, celebrando con grandes juibilos sus triunfos, entonando himnos al agua, comprada al precio de la sangre de los valientes. Serfa alargar indefinidamente este vago esbozo de la épica re- sistencia de Cuautla referir los episodios aislados de heroismo 35, de hombres, mujeres, ancianos Y ed 7 3 acto de mayor arrojo, de mas bravura ir alos asaltos sol ue e : alvario, aparte de las constantes demostraciones y de fingidas amenazas que dia. riamente hacian con la mas estruendosa algazara, al retira se prontamente las fuerzas después de hacer poner sobre las armas alas tropas realistas de los puestos vecinos. Una de esas noches la embestida fue tan ruda, tan a fondo y encarnizada que los insurgentes abri¢ronse paso, penetrando al interior del fuerte recibidos a quemarropa por el fuego de los granaderos que lo defendian... Alli, no obstante prodigios de valor del jefe hispano De la Vina, se aduenaron los insurgentes de varios cafones, parque y viveres que habia en torno dela posicién a la que intentaron de- fender los cuerpos de Llano; el acto de mds bravura era con- siderado como la cosa mas natural... Y como por otra parte la desgracia y las privaciones eran iguales para todos, nadie se lamentaba ni habia palabras de piedad... ‘Tan sdlo en todas las miradas fulguraban relémpagos de noble célera! Sobre el Calvario, una de las posiciones mas importantes de los sitiadores, desde donde su artillerfa dominaba con sus fue- gos la plaza, siguieron frecuentes los asaltos de los sitiados, y muchas veces pusieron en alarma a todas las lineas activas. En varias ocasiones Morelos, acompaiiado del siempre fiero Galea- na, cuya intrepidez era ya proverbial, de Matamoros no menos indémito, de los Bravo, Aguayo y otros jefes y aun simples veci- nos, muchos de ellos casi nifios, intenté serios ataques. Aguayo sostiene uno de aquellos asaltos, arrojando al reduc- to granadas de mano, después de lo cual carga a la bayoneta ale- jando a los enemigos, para entrar luego al fortin donde en la lucha habia muerto el capitan Gil Riafio, hijo del intendente Riafio que habia perdido la vida en la toma de Granaditas... Pero el combate, con su terrible estruendo de estampidos de 36 cafiones, fusileria y metralla, con sus gritos roncos maban a los insurgentes, habia llamado la stencibad Sesriem Llano, quienes tuvieron que enviar refuerzos... Los dr: Iistas cortan los convoyes conquistados que vin hae ae rea- hay nuevo combate... llegan los batallones eapanictes | ee surgentes tienen que retirarse abandonando lo tani ° = tocando dianas de triunfo, cantando alegremente. haciend sae zar cohetes en la villa desde cuyas torres volaron las antl fue salvas del bronce en sonoros repiques marciales! oo Todas las mafanas habia fiesta en el pueblo; unas veces por celebrar una victoria, a para ornar dignamente el sacrificio de los patriotas que habfan perecido durante un combate infaus- to... Ya porque se habjan hecho prisioneros enemigos 0 porque se recibfan noticias de préximos auxilios y también porque los nifios hacfan proezas desde sus puestos... Mientras el hambre era mas espantosa, Morelos trataba de que hubiese mas regoci- jos generales, grescas, bailes, fandangos, jamaicasy verbenas por todos los alrededores, despreciando el constante tronar de las bombas, el espectaculo rojo del incendio y la griterfa eterna de las refriegas renovadas a cada momento con la mayor calma por los soldados independientes, jcomo si se tratase de ir a relevar a una guardia en plena paz... La palabra del caudillo vibraba mas y ms entusiasta, siem- pre tranquilo con los vecinos de la villa, ardiente, inspirado, so- berbio y altivo con los de sus tropas que lo adoraban, hablando a todos de esperanza, meditando nuevos y audaces proyectos, inspeccionando cuanto ordenaba, ordenando cuanto era ne- cesario. Llegé un instante en que el hambre fue espantosa, delirante y fantdstica. No parecfan hombres, sino espectros amarillos y ver- dinegros los que cruzaban por las plazas requemadas por el in- cendio, ensombrecidas por la sangre reseca, acribilladas por el de Calleja y 37

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