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En el presente ensayo se pretende abordar las problemáticas expuestas en la obra del filósofo

inglés Thomas Hobbes basándose en un eje argumental centrado en dos cuestiones, las cuales
a grandes rasgos se podrían expresar como: ¿El estado de naturaleza (o situación de guerra
civil permanente) tiene un orden? y siguiendo esta cuestión ¿son las sociedades más
racionalizadas y ordenadas ( y en apariencia más “justas”) menos salvajes y violentas?. Estas
cuestiones serán a su vez enmarcadas dentro de los principales problemas que constituyeron
su doctrina política, y para terminar se tratará de exponer cuales fueron las causas que
llevaron a Hobbes a “crear” una concepción de la política (además de la antropología y la
ética entre otros campos de conocimiento) novedosa para la época en la que vivió.

Hobbes (1588-1679) vive durante un período de tiempo muy convulso en Inglaterra en el que
las guerras civiles y religiosas estaban a la orden del día. Estas guerras constantes suponían
una inestabilidad económica y política que no solo ponía en peligro la salud de los
ciudadanos sino de la propia economía inglesa la cual sufrió un tremendo deterioro,
colocando a la isla en una posición de inferioridad frente a las demás potencias europeas. En
este contexto Hobbes comprende que si se desea asegurar la vida, la libertad y la propiedad es
primordial establecer un punto final a las hostilidades entre los grupos internos, asegurando la
paz en el Reino. Por ello, su preocupación teórica intenta, en primer lugar, comprender los
procesos psicológicos que llevan a los hombres a imponer por la fuerza sus deseos y
convicciones, generando la guerra de todos contra todos y, en segundo lugar, estudiar el modo
en que pueden ser evitadas. .(Gadea, 2013, pp.87-88).

Hobbes es considerado por muchos “el creador de las filosofía política moderna” (Strauss,
2011, p. 19.) y consideraba que la totalidad de las leyes naturales podían llegar a ser
comprendidas sin la necesidad de utilizar ningún concepto teológico. Su obra más destacada
es el “Leviatán” y en ella sostiene que esas leyes naturales están marcadas por la razón, en
virtud de la cual se prohíbe a una persona “hacer lo que puede destruir su vida o privarle de
los medios de conservarla”. Expone también que para conseguir la paz y la concordia será
necesario seguir estas leyes además de “ser necesarias para la conservación y la defensa de
las multitudes humanas” (Hobbes, 1992, pp 129-133). Para Hobbes la guerra tiene su origen
en la naturaleza egoísta del ser humano siendo este egoísmo entendido como la tendencia
natural del hombre a la autoconservación. Lo único que puede hacerse es crear determinadas
condiciones políticas para que la maldad inherente al hombre pueda al menos ser controlada y
dirigida por el poder del estado.
En lo que se refiere más concretamente al estado de naturaleza que plantea Hobbes debemos
entenderlo como un estado tangible y auténtico del cual asegura “existe aún en ciertas partes
del mundo y que siempre ha estado vigente entre los Estados Nación, los Príncipes y Reyes
de todas las épocas (Hobbes, 1992; p. 103-104). Además expone que en algún momento
previo al desarrollo de cada civilización se debió de pasar por ese estado. Sin embargo
Hobbes no centra sus esfuerzos en dar unna explicación propiamente histórica sobre el
nacimiento de la sociedad civil, su forma de gobierno o su comportamiento dependendiendo
de la propia figura de gobierno previamente mencionada, sino que más bien quería exponer
sus motivos por los que consieraba necesario apoyar a un soberano fuerte si este existía y a su
vez para que cada uno a titulo individual comprendiese sus obligaciones políticas como
ciudadano. Por lo que a grandes rasgos en el “Leviatán” Hobbes tiene la intención de
proporcionar un conocimiento filosófico de la sociedad civil.

Para conseguir proporcionar ese conocimiento filosófico Hobbes expone a la sociedad


dividida en una serie de elementos, reduciendolos en el caso de los seres humanos a un estado
de naturaleza. A partir de ahí y basándose en la proclividad a los impulsos o las pasiones
características de los seres humanos, que motivan sus acciones examinará detalladamente
como sería ese estado. Con ello trata de averiguar como fue generada la sociedad civil a partir
de ese estado de naturaleza. C. B. Macpherson, en su libro “La filosofía política del
individualismo posesivo”, (2005) afirma que el estado natural al que alude Hobbes es una
hipótesis lógica derivada del método analítico-sintetico galileano. Descompone un conjunto
existente en sus elementos mínimos y luego los recompone en su totalidad lógica.

Una de las principales tesis de Hobbes es que ese estado de naturaleza derivaba o tendía a
degenerar en un estado de guerra. A la hora de hablar sobre el estado de naturaleza comenta
que no existe la figura de ese soberano eficaz que intimide a la población manteniendo a su
vez sus pasiones bajo control. Cabe destacar también que el estado de guerra “no consiste
solamente en batallar, en el acto de luchar (…) sino en la disposición manifiesta a ello
durante todo el tiempo en que no hay seguridad de lo contrario” (Hobbes, 1992; pp. 102-103.)
Es decir el hecho de estar dispuesto al enfrentamiento ya lo hace caótico, peligroso e
inpredecible. La tesis de Hobbes es que en el estado de naturaleza viene implícito que este
sea un estado de guerra permanente pues es una inferencia basada en las pasiones inherentes
al género humano. Es decir, que podemos realizar tal inferencia a partir de las pasiones,
fijándonos en la experiencia real de la vida diaria y reparando en cómo nos comportamos
ahora, en la sociedad civil, cuando el soberano realmente existe, por lo que tomando la
naturaleza humana tal y como es podemos deducir que el estado de naturaleza es
efectivamente un estado de guerra ya que Hobbes asume que el carácter real de la naturaleza
humana queda demostrado por los rasgos, las facultades, los deseos y otras pasiones de las
personas según las podemos observar ahora, en la sociedad civil. Por lo que si ese estado de
guerra permanente lleva inherente consigo esos deseos y pasiones no podemos hablar de que
este tenga un orden preestablecido o al que acogerse pues se caracterizará por su volatilidad e
imprevisibilidad al no estar sustentado por una serie de principios como si lo estará la
sociedad civil.

Hobbes expone que la natural tendencia de los hombres a la autoconservación produce en el


estado de naturaleza un derecho ilimitado en el ejercicio del poder. Si a este precedente se le
suma el hecho de que los bienes por los cuales luchan los hombres para asegurar su
supervivencia son limitados, entonces se deriva necesariamente un estado de guerra perpetuo
y universal de todos contra todos.(Gadea, 2013, pp.89-90).Esta caracterización del deseo
humano organiza la acción de los hombres en función no sólo de la felicidad inmediata que
pueda brindar un objeto particular sino en relación con el afianzamiento de las condiciones
que puedan garantizar la felicidad. Esto determina “una primera inclinación natural” del
género humano a buscar en forma “perpetua e incansable” el poder que sólo cesa con la
muerte. La búsqueda del poder se debe, por una parte, a la necesidad humana que surge de la
imposibilidad de asegurarse las condiciones mínimas para el desarrollo de las distintas ideas
del bien que puedan desear los individuos. Esto obliga a procurar más poder para alcanzar
esas condiciones de seguridad. (Gadea, 2013, pp.93-96). Por eso es que sociedades
teoricamente más avanzadas o desarrolladas (a nivel industrial) que en un principio podían
entenderse como más justas, tienen los mismos conflictos que pueblos menos avanzados,
pues para Hobbes ese estado de guerra continuo en el que el poder ejerce un papel clave será
consubstancial al ser humano incluso después de haber alcanzado esas condiciones mínimas
ya que es posible que otro nuevo deseo surja, produciendo la búsqueda de nuevas riquezas o
de mayores comodidades o la necesidad de mayor reconocimiento, etc.

En un principio Hobbes defiende que los rasgos esenciales que configuran la naturaleza del
ser humano ya están prefijados en mayor o menor medida, sin embargo no niega que las
instituciones de orden social como pueden ser la educación o la cultura puedan llegar a
calmar o incluso modificar esas pasiones. Sobretodo hace hincapié en la existencia de un
soberano fuerte, capaz y eficaz pues con su presencia hará que la sociedad se sienta protegida
y por tanto no tendrá motivos para no respetar los pactos a los que se han acogido (leyes).Sin
embargo Hobbes no cree que la existencia de esas instituciones sociales puedan cambiar el
interés más fundamental, a su juicio, el de la propia supervivencia y conservación ni por
nuestros afectos conyugales, ni por los medios necesarios para llevar una vida confortable.
Así, a efectos de su doctrina política, Hobbes infiere cómo sería un estado de naturaleza
tomando a las personas como éstas son y describe ese estado de naturaleza como “una
situación de continuo temor y peligro de muerte violenta, donde la vida del hombre es
solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve” (Hobbes, 1992; p.103.).

Para dar una visión más simplificada de lo anterior podemos decir que las principales
características del estado de naturaleza según Hobbes son: en primer lugar, el rasgo de
“igualdad humana” en dones naturales, fortaleza corporal y rapidez mental.” (Hobbes, 1992;
p.103.), en segundo lugar, estaría la “competencia” que se deriva de la escasez de recursos y
de la naturaleza de nuestras necesidades.(Hobbes, 1992; P. 105.), y en tercer lugar la
“concepción psicológica de los seres humanos” que es, según Hobbes, predominantemente
egocéntrica.(Hobbes, 1992; p. 107). De este modo, la teoría de Hobbes no ofrece una
descripción verídica sobre el origen del Estado “sino más bien una base para la
fundamentación de su autoridad soberana. Así, el estado de naturaleza no es otra cosa que la
reconstrucción imaginaria (lo cual no significa, en absoluto, carente de relevancia empírica)
de la amenaza omnipresente que se cierne sobre las sociedades humanas” (Pousadela, 2003;
pp. 373-374).

En la filosofía hobbesiana está presente un utilitarismo y un empirismo derivados de su


concepción de la razón como un mero cálculo de posibilidades, entre las cuales está la de
morir, matar o ser matado, pues para Hobbes del miedo a la muerte surge la política. Sostiene
además que el estado de naturaleza es una mera ficción teórica, un modelo que no tiene que
tener de modo alguno veracidad histórica sino que funciona de modo hipotético.Es un estado
que sobreviene por la falta de un Estado Soberano, una consecuencia política que hay que
evitar por medio de un artificio: el Leviatán. Así la ley natural es una reflexión sobre el
estado de naturaleza que pone a la política en función de primacía respecto del derecho
privado. Para Hobbes todo poder es absoluto y nos exige renunciar al derecho de resistir.
Louis Althusser sostiene que Hobbes es el creador del absolutismo liberal “una conjunción
entre absolutismo y liberalismo que construye un poder soberano al servicio de los frutos del
trabajo” (Althusser, 2007).

El Estado Soberano es para Hobbes, de este modo, un sistema de seguridad que permite que
los hombres consigan los bienes terrenales y el placer que conlleva a una vida confortable sin
temor de matarse los unos a los otros.

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BIBLIOGRAFÍA:

Althusser, Louis. (2007). Política e Historia: de Maquiavelo a Marx, Katz Ediciones.

Bobbio, Norberto. (1992). Thomas Hobbes, México, Fondo de Cultura Económica.

Gadea, Walter. (2013). Naturaleza humana, deseo y guerra en Hobbes: la necesidad del
estado político. Eikasia, 50, 87-96.

Hobbes, Thomas. (1992). Leviatán o la materia, forma y poder de una republica eclesiástica
y civil, México, Fondo de Cultura Económica.

Macpherson, C. B. (2005). La teoría política del individualismo posesivo, Madrid, Trotta.

Pousadela, Inés. (2003). El contractualismo hobessiano, en: Boron, Atilio (Comp.); La


filosofía política moderna. De Hobbes a Marx, Buenos Aires, Clacso.

Strauss, Leo. (2011). La filosofía política de Hobbes: su fundamento y su génesis, Buenos


Aires, Fondo de Cultura Económica.

Miguel Mas, Historia del Pensamiento moderno y contemporáneo II, Grupo A,


Subgrupo A1

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