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Prólogo

Usaida era astuto, o quizá Ryuuichi era ingenuo.


Autocontrol
—¿No crees que Kamitani tiene demasiado autocontrol? —Soltó de la nada Usaida-san.

—¿Eh? —El pelirrojo volteó a ver al mayor, extrañado por las palabras al tiempo en que
consolaba a Taka tras haber sido golpeado por su hermano mayor, Hayato.

Las palabras de Usaida-san le confundieron haciéndole voltear a ver a Kamitani-kun, quien


ahora les daba la espalda al estar guardando la caja de bentou en su mochila.
¿Autocontrol? A su parecer Kamitani siempre golpeaba con la misma fuerza a los niños…
¿Realmente se contenía?

—Oi, Kashima, ya es hora. —Le habló el más alto mirándole de reojo por encima del
hombro.

—¡Ah! —Se apresuró a quitarse el delantal, cerró con cuidado las cajas de bentou de
Kotarou y la suya y tomó su mochila para dejar la guardería justo detrás de Hayato.

Durante el trayecto mantuvo la mirada sobre la espalda del de cabello oscuro, ¿Habría algo
oculto en las palabras de Usaida-san? Pensó tanto en aquello que no notó cuando llegaron
al salón, sobre saltándose cuando Kamitani salió de su panorama visual.

—Kashima, ¿estás bien? —Los inexpresivos ojos de Hayato se clavaron en los suyos,
sonrojándose al tiempo en que repetía “No es nada” tres veces y se iba a su asiento.

La pregunta de Usaida-san le dio vueltas en la cabeza durante el resto del día. Tan pronto
salió de clases se dirigió a la guardería, necesitaba una respuesta concreta por parte del
veinteañero, después de todo Kamitani tenía actividades del club.

—¿A qué me refería? —La mirada inocente y libre de “culpa” de Usaida-san confundió más
al joven, ¿estaría bromeando?

No obtuvo respuesta del mayor. Esperó como siempre hasta que las maestras recogieran a
los niños y entonces llegó Kamitani. No pudo evitar sonrojarse al recordar lo pasado
después del descanso.

—¿Te quedas? —Hayato ya estaba en la puerta, junto a Taka en sus brazos. Esperando.

—¡Wah! —Se precipitó en recoger sus cosas y a Kotarou en sus brazos al ver que el más
alto parecía desesperado. ¿Podía presumir que notó un sentimiento de celos en la mirada
fuerte del otro? Sólo entonces se dio cuenta de lo que había dicho… ¿Presumir? ¿Celos?
Algo en su mente hizo clic y las palabras de Usaida-san vinieron a su mente.
Detuvo su caminar sin previo aviso por lo que Kamitani volteó a verlo mientras lo imitaba.

—No me hagas caso si me equivoco… pero… —Comenzó a sentir sus mejillas calientes,
intentó acomodar las palabras antes de decirlas. —¿Podría ser que… estás celoso de los
niños? —Mantuvo su mirada clavada en Kotarou, miedoso de ver los ojos profundos de
Hayato.

Kamitani no le respondió, ni siquiera se inmutó -a su parecer- así que le miró


sorprendiéndose por el gesto en el de cabello oscuro. Podría jurar que estaba sonrojado.

Hayato tapó los ojos de Taka con su mano derecha, ignorando las protestas del niño y el
posible hecho de que el menor lo mordiera. Se acercó al más bajo, su mirada enfocada en
la boca ajena. Y sin esperarlo -aún cuando lo imaginó- el mayor le besó. Un ósculo nada
demandante, casto y puro. Ryuuichi se mantuvo en su postura, y por momentos sintió la
fuerza abandonarle, haciendo temblar sus piernas. Cuando el frío aire volvió a tocar sus
labios sentía que se iba a desmayar.

Kamitani vio los ojos atentos del Kashima menor y tras destapar los ojos de su propio
hermano hizo un gesto con el dedo sobre sus labios, “es un secreto”. El pequeño asintió,
cómplice.

Kamitani no le dijo nada, dándole a entender que interpretará “aquello” como gustase. Ante
las preguntas de Taka, Ryuuichi no pudo hacer más que enrojecer.

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