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Cuento corto para niños

Cuando Miriam lo miró, vio a su primo fuera de sí: los ojos se le salían de las
órbitas, tenía los puños apretados, gritaba, pataleaba, y aunque era solo un niño,
tenía esa actitud amenazadora que le asustaba tanto.
No le gustaba nada ver a Hugo así, pero lo cierto era que cada vez esos ataques de
ira le sucedían con más frecuencia.
Una mañana que jugaban en casa de sus abuelos, Miriam, viendo a su primo muy
tranquilo aprovechó y le dijo:
- Me da miedo cuando te pones así. Me asustas.
Hugo habló con la mirada clavada en el suelo.
- No creo que sea para tanto. ¡Eres una exagerada!
- ¿Te importa que haga algo para demostrártelo? - le preguntó.
- ¿El quéééé? - dijo esta vez mirándola a los ojos.
- Es una cosa que se me ha ocurrido, no te lo puedo decir. Solo dime si me das tu
permiso.
Como Hugo tenía confianza en su prima y sabía que no le iba a hacer daño, asintió
con la cabeza y siguieron jugando, olvidándose del tema.
A los pocos días, estaban en el parque cuando ocurrió algo que hizo que Hugo
tuviera un nuevo ataque de ira. Miriam, que ya había hablado con su madre y con
su tía, la madre de Hugo, comenzó a grabar a su primo con el teléfono móvil.
Hugo comenzó a gritar y llorar, daba golpes sin control a todo lo que encontraba a
su paso, y corría de un lado a otro sin rumbo fijo, mientras su madre, alarmada, iba
detrás de él entre los columpios.
Miriam no le dijo nada esa mañana. Esperó a la tarde pues sabía que iba a ir a su
casa a merendar.
- Hugo, ven un momento, te quiero enseñar algo - le dijo. - Mira.
Acercó la pantalla del teléfono que le había dejado su madre y le enseñó lo que
había grabado por la mañana.
Miriam no le dijo nada esa mañana. Esperó a la tarde pues sabía que iba a ir a su
casa a merendar.
- Hugo, ven un momento, te quiero enseñar algo - le dijo. - Mira.
Acercó la pantalla del teléfono que le había dejado su madre y le enseñó lo que
había grabado por la mañana.
Hugo abrió mucho los ojos cuando miró y se vio así, luego frunció el ceño con
dolor, apartó la mirada de la grabación sin terminar de verlo: ¡ya era suficiente!
Miriam borró la grabación delante de él inmediatamente y se quedó a su lado
callada.
- ¡Ese no soy yo! - dijo Hugo rompiendo por fin el silencio.
- Ese eres tú cuando no controlas tus enfados - dijo Miriam.
- Eres bueno, cariñoso, generoso, eres el mejor primo - continuó hablando - solo
debes aprender a controlar tu ira. ¡Verte así me da miedo!
A partir de ese momento Hugo fue mucho más consciente de sus emociones.
Cuando algo ocurría y sentía que la ira se iba a apoderar de él, recordaba las
palabras y la mirada suplicante de su prima, que tanto lo quería, y se alejaba para
estar solo.
Con el tiempo descubrió que, como muchas otras cosas, las personas pueden
aprender a controlar la ira.
Preguntas de comprensión lectora sobre este cuento
para niños
Este cuento infantil puede ser una herramienta muy útil para la educación
emocional de nuestro hijo o hija. Sin embargo, también se puede usar como apoyo
para trabajar la comprensión lectora. En primer lugar, te proponemos algunas
actividades para que los niños repasen algunos conocimientos aprendidos en el
aula.
Puedes adaptar los ejercicios según la edad y nivel del niño, para que no le resulten
demasiado complicados o fáciles.
1. Cuestiones de 'verdadero o falso'
Propón a tu hijo que responda si las siguientes afirmaciones basadas en el cuento
son verdaderas o falsas según lo que habéis leído. De esta forma, sabrás si ha
comprendido y prestado atención a la lectura.
• A Miriam le daba igual lo que su primo hiciera, no quería ayudarle.
• Hugo solía tener ataques de ira de vez en cuando.
• El niño no llegó a comprender nunca qué le ocurría, porque la ira no se
puede controlar.
2. ¿Y después...?
Te sugerimos un divertido ejercicio con el que los niños van a poner en práctica su
expresión oral o escrita (dependiendo de si escribís o lo decís en voz alta) al tiempo
que trabajan su creatividad. Se trata de buscar un final alternativo o de contarnos
qué ocurrió después de que Hugo aprendiera a controlar su ira.
3. Busca ejemplos de las siguientes palabras
Y, por último, le proponemos a tu hijo que encuentre ejemplos de las siguientes
palabras dentro del texto para que repase lo que ha aprendido en el colegio.
• Un verbo en pasado
• Una preposición
• Un determinante
• Un sustantivo masculino y plural

Consejos para explicar a los niños qué es la rabia


La ira y la rabia son emociones básicas que todos los niños (y los adultos) sienten en algún
momento. A partir de este cuento, podemos explicarles a los niños qué es y cómo podemos
gestionarla. A continuación te proponemos una serie de consejos que te ayudarán a trabajar esta
emoción en familia.
- Leer este cuento con los niños y después hacer una pequeña reflexión sobre la historia puede
ayudarles a comprender mejor la rabia o la ira. Para ello, te proponemos que les hagas preguntas
como: ¿cómo crees que se siente Hugo?, ¿te acuerdas de qué hacía Hugo cuando sentía ira
(apretaba los puños, se ponía rojo, los ojos se le salían de las órbitas...), ¿alguna vez te has sentido
así?, ¿qué hiciste?...
- Transmitir a los niños que ninguna emoción es mala (o buena). Todas ellas son válidas. Es
verdad que algunas como la tristeza, la ira o el miedo pueden resultar desagradables, pero es
habitual sentirlas y podemos aprender mucho de ellas, por lo que no podemos considerarlas malas.
Es importante normalizarlas y hacerles ver a los niños que es normal que a veces nos enfademos o
que estemos tristes.
- Hay que enseñar a los niños a reconocer la emoción. Para ello, debemos señalársela cuando la
sienta (o mejor cuando esté un poco más tranquilo). Por ejemplo, después de una rabieta o un
momento de enfado, cuando el pequeño ya se ha calmado, podemos decirle algo como: 'eso que
has sentido se llama rabia o ira, y comprendo que te hayas sentido así; yo también me siento así
cuando...'.
- Cuando un niño siente rabia (o tiene una rabieta), necesita sentirse acompañado y apoyado por las
personas más importantes para él: sus padres. Por eso, en un momento de ira, no debemos
chillarle, regañarle o invalidar la emoción diciéndole frases como: 'si es una tontería', 'no llores' o
'no pasa nada'. Ya sea a través de un abrazo o a través de nuestras palabras (ya que hay niños que
en ese momento prefieren no tener contacto físico), el pequeño debe sentirse acompañado.
- Aunque la rabia sea una emoción válida, debemos aprender a gestionarla desde la inteligencia
emocional. Esto significa que enseñar estrategias de autocontrol o autorregulación a los niños
puede ser muy útil: técnicas de relajación, la técnica del semáforo...
- Además, no podemos olvidar que los niños nos observan y aprenden de nosotros. Por ello, de
nada sirve que les digamos que cuando sientan ira tienen que respirar profundamente, si luego nos
ven a nosotros perdiendo la compostura ante esta emoción.
En el manual 'La crianza del niño en edad preescolar. Autocontrol' (de la Universidad de Wisconsin
Madison) nos animan a demostrar verbalmente a los niños qué hacemos nosotros cuando sentimos
rabia. Por ejemplo, si estamos en el automóvil y alguien comete una imprudencia, podríamos decir
algo como: 'Me enfado cuando otros conductores no usan el intermitente. Voy a respirar
profundamente para así tranquilizarme'.

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