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Nos Hicieron Gigantes - Muro Bueno
Nos Hicieron Gigantes - Muro Bueno
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 1
Sonó la sirena, abrió los ojos tan rápido que se cegó observando
cómo miles de pequeñas punzadas luminosas los acribillaban, la
música seguía sonando, se había quedado dormido, un gran fallo
por su parte, llevaba mucho tiempo entrenando su subconsciente
para que lo despertase cuando quería, pero de nuevo, había fallado.
Llegaba tarde, así que dio un descomunal saltó de la cama que lo
estrelló contra la pared, no tenía tiempo de cambiarse. Antes del
claustro tenía clase de geografía y nuevas rutas migratorias,
impartidas por un estudioso avezado que lo sabía todo sobre cómo
debía haber quedado el mundo después del cambio climático, era
un hombre mayor, tendría cincuenta años como poco, con una larga
barba gris casi blanca, se llamaba así mismo, El gris, no sabía por
qué pero siempre dijo que su padre lo llamaba así de pequeño
porque quería ser mago, realmente se llamaba Julio.
Al llegar tocó en la puerta, abrió lentamente intentando no hacer
ruido, pero aquella maldita puerta chirriaba como si no quisiera que
la abriesen, estaban todos sentados, El gris lo miró fijamente
molestándole su tardanza.
—Señor Mathew, hace acto de presencia —dijo irónicamente.
—Siento llegar tarde, señor —dijo tímido intentando que nadie
más lo escuchase.
—Chicos aquí tenéis una muestra de qué no se debe hacer
nunca, llegar tarde a una cita —dijo colérico.
—¿Puedo sentarme? —preguntó discreto, en voz baja, quería
que la tierra se lo tragase.
—Sí, adelante, está en su casa —respondió irónicamente, de
nuevo.
Estaba muy enojado, si algo no le gustaba al Gris era que un
alumno llegase tarde a su clase. Mathew cruzó el aula mirando el
suelo, buscando un asiento libre, al fin encontró uno situado al final
de la habitación , se sentó pensando en mil cosas, por una parte ya
no le importaba que ese viejo se enojase, tenía los días contados en
aquel agujero, pero debía prestar atención a lo que dijese porque
había que marcar una ruta para llegar a alguna de esas
megametrópolis de las que hablaban los profesores, sólo allí
conseguiría la información necesaria para realimentar los enormes
motores que mantenían la Madriguera, sino lo conseguía siempre
podría llevarlos hasta una de ellas. Escuchaba atento la exposición
del profesor mirando fijo los mapas colocados en la pared, no
apartaba la mirada del último mapa, el del año dos mil setenta y
tres, conocía cada detalle de aquel planisferio, había dos rutas
posibles, una hacia el norte y otra hacia el sur, ésta última la había
descartado sabiendo que nada más encontraría sol y arena, era un
desierto, necesitaría un medio de transporte y eso sería una tarea
complicada debido a que no habría nadie en cientos de kilómetros a
la redonda de aquel gigantesco infierno, y si lo conseguía se
encontraría ante un enorme mar Mediterráneo, que al cruzarlo le
llevaría a otro desierto hasta llegar al centro de lo que antes se
conocía como África, así que había decidido ir hacia el norte, debía
cruzar algunos países como Francia y Alemania, hasta llegar a los
países bálticos. Según sus estudios, esos países eran los que
habrían sobrevivido al cambio climático, sus gélidas tierras habrían
pasado a ser las más productivas del planeta, allí habrían
establecido las multinacionales sus metrópolis. Tenía la ruta
estudiada al detalle, tardaría unos dos meses en llegar, siempre
calculada con siete horas de descanso al día, además no sabía que
podría encontrarse y el retraso que ello conllevaría, ese era el
objetivo, llegar a los llamados países bálticos en sesenta días, para
ello se había entrenado duramente durante tantos años, toda su
vida preparándose para ello, y en unos días podría realizar su
sueño.
El Gris lo sacó de su reflexión con una fuerte palmotada en el
pupitre.
—¿Está aquí señor Mathew? —preguntó enfadado.
—Sí señor —contestó intentando engañarlo.
—Pues, a ver, ¿qué acabo de explicar? —preguntó sin apartar la
mirada de los glaucos ojos de su alumno.
—No lo sé, señor, estaba distraído —acertó a contestar entre las
miles de ideas que volaban por su cabeza.
—Pues nada, puede abandonar mi clase, vaya a visitar al
claustro que está reunido en la jefatura —ordenó.
Se levantó sin hacer mucho ruido, miraba al suelo para no ver
cómo todos lo observaban murmurando, todos menos Chloe que le
miraba triste, era la única que lo comprendía, la única que conocía
sus ganas de salir de aquella prisión. Abrió la chirriante puerta
encaminándose hacia el claustro, tenían ganas de hablar con él, y él
con ellos, debían responder a muchas preguntas que durante
diecisiete años no habían contestado y ya era el momento de
conocer las respuestas.
Capítulo 2
No te importa robarme
cuando tú mesa está puesta.
Cultivas bebés mientras
los esclavos están trabajando.
La sangre correrá por la mesa
porque sus bocas estás ahogando.
Con fuego cocinaremos la estirpe
porque me está dando hambre.
No te importa robarme
Cuando tú mesa está puesta.
Cultivas bebes mientras
tus esclavos están trabajando
La sangre correrá por la mesa…
Fin