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Alejandro III de Macedonia (Pela, 20 o 21 de julio de 356 a. C.

nb 11-Babilonia; 10 u 11 de junio de
323 a. C.),nb 22 más conocido como Alejandro Magno o Alejandro el Grandenb 3 (griego antiguo:
ὁ Ἀλέξανδρος ὁ Μέɣας, romanización: hŏ Aléxandrŏs hŏ Mégas ; griego moderno: Αλέξανδρος ο
Μέγας, o bien, Μέγας Αλέξανδρος; latín: Alexander Magnus), fue rey de Macedonia (desde 336 a.
C.), hegemón de Grecia, faraón de Egipto (332 a. C) y Gran rey de Media y Persia (331 a. C), hasta
la fecha de su muerte.

Hijo y sucesor de Olimpia de Epiro y Filipo II de Macedonia, su padre lo preparó para reinar,
proporcionándole experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual. Su
ascenso al trono no fue fácil; su padre lo exilió junto a su madre por considerarlo un hijo adúltero.
Su madre se exilió en Epiro y las amistades de Alejandro también fueron exiliadas por una posible
conspiración. Filipo muere asesinado, y Alejandro se hace con el poder, eliminando adversarios
que pudiesen reclamar el trono.

Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los
pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse.
Como hegemón de toda Grecia en concepto de sucesor de su padre, continuó el plan que habían
aprobado las polis griegas: conquistar el vasto imperio de Persia, para vengar todos los daños que
les habían causado a los griegos por siglos, incluyendo la recuperación de todas las ciudades
costeras de Asia Menor e islas del mar Egeo. Preparó un ejército de aliados griegos
(principalmente macedonios), y en el año 334 a. C. se lanzó con su pequeño ejército, de apenas 40
000 hombres, contra el poderoso Imperio persa: una guerra de venganza de los griegos —bajo el
liderazgo de Macedonia— contra los persas.3

En su reinado de trece años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona, al
conquistar el Imperio aqueménida y dar inicio a una época de extraordinario intercambio cultural,
en la que los griegos se expandieron por los ámbitos mediterráneo y próximoriental. Es el llamado
Período helenístico (323 a. C.-30 a. C.). Tanto es así, que sus hazañas lo convirtieron en un mito y,
en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que
manifestó a lo largo de su vida.4

Tras consolidar la frontera de los Balcanes y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de
la antigua Grecia, poniendo fin a la rebelión que se produjo tras la muerte de su padre, Alejandro
cruzó el Helesponto hacia Asia Menor (334 a. C.) y comenzó la conquista del Imperio persa, regido
por Darío III. Victorioso en las batallas del Gránico (334 a. C.), Issos (333 a. C.), Gaugamela (331 a.
C.) y de la Puerta Persa (330 a. C.), se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade, Egipto,
Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central, hasta los ríos Indo y Oxus. Habiendo avanzado hasta la
India, donde derrotó al rey Poro en la batalla del Hidaspes (326 a. C.), la negativa de sus tropas a
continuar hacia Oriente le obligó a retornar a Babilonia, donde falleció sin completar sus planes de
conquista de la península arábiga. Con la llamada «política de fusión», Alejandro promovió la
integración de los pueblos sometidos a la dominación macedonia promoviendo su incorporación al
ejército y favoreciendo los matrimonios mixtos.[cita requerida] Él mismo se casó con dos mujeres
persas de noble cuna.

En sus treinta y dos años de vida, su Imperio se extendió desde Grecia, hasta el valle del Indo por
el Este y hasta Egipto por el Oeste, donde fundó la ciudad de Alejandría5 (hoy Al-ʼIskandariya,
‫)االسكندرية‬. Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad egipcia habría de ser con mucho la más
famosa de todas las Alejandrías fundadas por el también faraón Alejandro. De las setenta ciudades
que fundó, cincuenta de ellas llevaban su nombre.

El control sobre diversas regiones era débil en el mejor de los casos, y había regiones del norte de
Asia Menor que jamás se hallaron bajo dominio macedonio. Al morir sin nombrar claramente un
heredero, le sucedió su medio hermano Filipo III Arrideo (323-317 a. C.), que era una persona con
discapacidad intelectual,6 y su hijo póstumo Alejandro IV (323-309 a. C.). El verdadero poder
estuvo en manos de sus generales, los llamados diádocos (sucesores), que iniciaron una lucha
despiadada por la supremacía que conduciría al reparto del imperio de Alejandro y su
fraccionamiento en una serie de reinos, entre los cuales acabarían imponiéndose el Egipto
Ptolemaico, el Imperio seléucida y la Macedonia antigónida.

Alejandro es el mayor de los iconos culturales de la Antigüedad, ensalzado como el más heroico de
los grandes conquistadores. Un segundo Aquiles («soldado y semidiós»), para los griegos su héroe
nacional y libertador, o vilipendiado como un tirano megalómano que destruyó la estabilidad
creada por los persas. Su figura y legado han estado presentes en la historia y la cultura, tanto de
Occidente como de Oriente, a lo largo de más de dos milenios inspiró a los grandes conquistadores
de todos los tiempos, desde Julio César hasta Napoleón Bonaparte.

Biografía

Nacimiento e infancia

Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro.


Hijo de Filipo II, rey de Macedonia (dinastía de los Argéadas), y de Olimpia, hija de Neoptólemo I
de Epiro, según Plutarco, el día de su nacimiento se tuvo noticia en la capital de tres triunfos: el del
general Parmenión frente a los ilirios, la victoria del sitio a una ciudad portuaria por su padre y la
victoria del carro del rey en competición, que fueron considerados increíbles augurios en aquel
tiempo,7 aunque quizá fueran meras invenciones posteriores creadas bajo la aureola de grandeza
de este personaje.

Existen dudas acerca de la paternidad de Filipo, ya que hay otra versión, completamente
legendaria, sobre la concepción de Alejandro. Plutarco refiere que su madre Olimpia antes de
quedar encinta soñó que un rayo caía sobre su vientre y que Filipo vio en un sueño que el
abdomen de su esposa estaba sellado con el rostro de un león, por lo cual la acusó de adulterio.7

En tanto, Pseudo Calístenes narra que la vinculación de Alejandro con el dios Amón y la posterior
visita al oráculo está relacionada con su verdadero padre, el faraón egipcio Nectanebo II,8 quien
huyera a Grecia al ser invadido su país nuevamente por los persas. Según la leyenda, Nectanebo II
fue recibido en la corte de Filipo como un «mago».9

Personificado como el dios Amón, convenció a Olimpia de engendrar un hijo que pusiera a salvo a
las dos naciones, a lo cual ella accedió. Se mantuvo varios años en la corte, hasta que murió en una
caminata nocturna junto a «su hijo».9 Alejandro, según Calístenes, supo que su verdadero padre
era Nectanebo II esa misma noche, razón por la que, descreyendo de él, lo empujó a un pozo y
murió.

Esta leyenda se basa en el hecho de que los sacerdotes egipcios del oráculo de Amón en Siwa, lo
saludaron como hijo de aquel dios, un título que implicaba reconocerlo como faraón.108

Rasgos físicos

Alejandro Magno tenía el hábito de inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho,11 era
físicamente de hermosa presencia, de baja estatura (1,60 m), cutis blanco, la nariz algo curva
inclinada a la izquierda, cabello semiondulado de color castaño claro, con un estilo de cabello
denominado anastole («dentro del espíritu»). Plutarco y Calístenes citan que poseía un aroma
físico agradable naturalmente, a lo que ellos llamaban «buen humor». Por descripciones de
Plutarco, normalmente antes de dar batalla, Alejandro lanzaba un dardo hacia el cielo (Zeus) con la
mano izquierda, como también se aprecian en algunas de sus esculturas, se lo ve portando objetos
con el mismo brazo, por lo que sería aceptable afirmar que era zurdo.81213
Educación

Su educación fue inicialmente dirigida por Leónidas,12 un austero y estricto maestro macedonio
que daba clases a los hijos de la más alta nobleza, que lo inició en el ejercicio corporal pero
también se encargó de su educación. Lisímaco, un profesor de letras bastante más amable, se
ganó el cariño de Magno llamándole Aquiles, y a su padre, Peleo.12 Sabía de memoria los poemas
homéricos y todas las noches colocaba la Ilíada debajo de su cama.13 También leyó con avidez a
Heródoto y a Píndaro.

Se cuentan numerosas anécdotas de su niñez, siendo la más referida aquella que narra Plutarco:14
Filipo II había comprado un gran caballo al que nadie conseguía montar ni domar. Alejandro, aun
siendo un niño, se dio cuenta de que el caballo se asustaba de su propia sombra y lo montó
dirigiendo su vista hacia el Sol. Tras domar a Bucéfalo, su caballo, su padre le dijo: «Búscate otro
reino, hijo, pues Macedonia no es lo suficientemente grande para ti».9

Alejandro y Aristóteles. El notable filósofo se ocupó de la formación intelectual y académica de


Alejandro durante cinco años.

Según coinciden algunos historiadores antiguos, especialmente Calístenes, quien narra la


participación de Alejandro en su adolescencia de los Juegos Olímpicos (a petición de Filipo), en la
cual obtuvo victorias en competencias de carros.9

A los trece años fue puesto bajo la tutela de Aristóteles,9 el filósofo que más influyó en la filosofía
y las ciencias. Durante cinco años sería su maestro, en un retiro de la ciudad macedonia de Mieza.
Aristóteles le daría una amplia formación intelectual y científica en las ramas que este abordó,
como filosofía, lógica, retórica, metafísica, estética, ética, política, biología, y otras tantas áreas.

Muy pronto (340 a. C.) su padre lo asoció a tareas del gobierno nombrándolo regente, a pesar de
su juventud.15 Recibía personalmente a los enviados persas, deseosos de que Macedonia pagase
los altos tributos exigidos por Darío. Les conversaba amablemente, y así obtenía información,
acerca de las travesías de rutas tierra-mar, la preparación del ejército persa, valioso para las
acciones que desarrolló en el futuro. En el 338 a. C. dirigió la caballería macedónica en la batalla de
Queronea, siendo nombrado gobernador de Tracia ese mismo año.15 Desde pequeño, Alejandro
demostró las características más destacadas de su personalidad: activo, enérgico, sensible y
ambicioso. Es por eso que, a pesar de tener apenas dieciséis años, se vio obligado a repeler una
insurrección armada.15 Se afirma que Aristóteles le aconsejó esperar para participar en batallas,
pero Alejandro le respondió: «Si espero, perderé la audacia de la juventud».

Exilio

Alejandro junto a su madre Olimpia (réplica ubicada en Viena).

Un nuevo matrimonio de su padre,9 que podría llegar a poner en peligro su derecho al trono (no
conviene olvidar que el mismo Filipo fue regente de su sobrino Amintas IV —hijo de Pérdicas III—,
hasta la mayoría de edad, pero se adueñó del trono), hizo que Alejandro se enemistara con Filipo.
Es famosa la anécdota de cómo, en la celebración de la boda, el nuevo suegro de Filipo (un
poderoso noble macedonio llamado Átalo) rogó porque el matrimonio diera un heredero legítimo
al rey, en alusión a que la madre de Alejandro era una princesa de Epiro y que la nueva esposa de
Filipo, siendo macedonia, daría a luz a un heredero totalmente macedonio y no mitad macedonio
y mitad epirota como Alejandro, con lo cual sería posible que se relegara a este último de la
sucesión. Alejandro se enfureció y le lanzó una copa, espetándole: «Y yo ¿qué soy? ¿un
bastardo?». En ese momento Filipo se acercó a poner orden, pero debido a su estado de
embriaguez, se tropezó y cayó al suelo, lo que le granjeó una burla de Alejandro: «Quiere cruzar
Asia, pero ni siquiera es capaz de pasar de un lecho a otro sin caerse.» La historia le valió la ira de
su padre, por lo que Alejandro tuvo que exiliarse a Epiro junto con su madre, Olimpia. Para evitar
un complot, Filipo también ordenó el exilio de todos sus amigos,9 siendo Erigio uno de los más
cercanos. Más tarde, Filipo terminaría por perdonarle.15

Ascenso al poder

Filipo muere asesinado en el año 336 a. C. a manos de Pausanias, un capitán de su guardia, como
resultado de una conspiración que es generalmente atribuida a Olimpia.8 Después de este hecho,
Alejandro hizo matar a parte de la familia de Cleopatra, su madrastra.16 Así, se aseguró que no
quedara vivo ningún heredero que pudiese reclamar el trono y tomó las riendas de Macedonia a la
edad de veinte años.1718

Busto de Alejandro.

Tras suceder a su padre, Alejandro se encontró con que debía gobernar un país radicalmente
distinto de aquel que heredó Filipo II veintitrés años antes, ya que Macedonia había pasado de ser
un reino fronterizo, pobre y desdeñado por los griegos, a un territorio que tras el reinado de Filipo
se consideraba como parte de la Hélade y un poderoso Estado militar de fronteras consolidadas
con un ejército experimentado que dominaba indirectamente a Grecia a través de la Liga de
Corinto. En un discurso, puesto en boca de Alejandro por el filósofo e historiador griego Flavio
Arriano, se describía la transformación del pueblo macedonio en los siguientes términos:

Filipo os encontró como vagabundos y pobres, la mayoría de vosotros llevaba por vestidos pieles
de ovejas, erais pastores de parvos ganados en las montañas y solo podíais oponer escasas fuerzas
para defenderos de los ilirios, los tribalios y los tracios en vuestras fronteras. Él os dio capas en
lugar de pieles de oveja y os trajo desde las cimas de las montañas a las llanuras, él hizo que
presentarais batalla a los bárbaros que eran vecinos vuestros, de tal modo que ahora confiáis en
vuestro propio coraje y no en las fortificaciones. Él os convirtió en moradores de ciudades y os
civilizó merced al don de leyes excelentes y buenas costumbres. (Alejandro Magno)

Arriano, siglo II (1982b, p. VII.9.2)

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