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LA BATALLA DE LAS PIEDRAS.

España había sido ocupada por los franceses, quienes habían tomado prisionero al rey Fernando
VII y pretendían se reconociera a José Bonaparte, hermano de Napoleón como Rey de España. La
ciudad de Buenos Aires, ante estos sucesos, se manifestó fiel al monarca español, y en mayo de
1810, se reunió una Junta de Gobierno dominada por criollos quienes ante el vacío de poder
resultante de los hechos antes mencionados decidieron sustituir al Virrey Baltasar Hidalgo de
Cisneros. En el Río de la Plata, estos hechos son conocidos como la “Revolución de Mayo”. Lo que
comenzó siendo una revuelta por los derechos sucesorios de Fernando VII como Rey de España, se
transformaría en un par de años más en una lucha declarada por la independencia total.

En Montevideo, el gobernador Francisco Javier De Elío reconoció la autoridad del Consejo de


Regencia (instalado en España para suplir la autoridad de Fernando VII), hecho por el cual fue
nombrado Virrey, y Montevideo pasó a ser la capital del Virreinato del Río de la Plata.

José Artigas había sido hasta ese momento capitán de Blandengues en el ejército español, pero el
15 de febrero de 1811 abandonó dicho bando y viajó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios a la
Junta de Mayo. El caudillo conocía muy bien las necesidades e intereses de los habitantes del
pueblo oriental, y se ganó el respeto y admiración de los pobladores de esta tierra.

La Batalla de Las Piedras

Artigas había ido reuniendo las partidas sueltas de patriotas que se levantaban por todas partes, a
fin de poder atacar a los españoles. Tres columnas de soldados orientales partieron desde diversos
puntos del territorio, listos para la batalla y entusiasmados con la idea de libertad. La primera de
ellas al mando de José Artigas, salió de Mercedes. En segundo lugar partió Venancio Benavídez, y
una tercera columna -dirigida por Manuel Francisco Artigas- salió de Maldonado, la que llegando a
Pando, se encontró con una fuerza realista, pero Manuel Francisco evitó el combate y el 17 de
mayo, se incorporó a las fuerzas de su hermano, acampadas en el Canelón Chico.

Elío, al saber el avance de los revolucionarios, envió contra los revolucionarios al capitán de fragata
José Posadas, con un ejército de más de 1.200 hombres, a la Villa de Las Piedras, lugar estratégico
por su ubicación geográfica y cercanía a Montevideo, una fuerza militar profesional bien armada
con fusiles y abundantes municiones, del “Real Cuerpo de Infantería de Marina de la Real Armada”,
con sede en la base del Apostadero Naval de Montevideo, el más importante de España en el Cono
Sur de América.
Posadas llegó a Canelones el 12 de mayo, y allí tuvo que detenerse durante cuatro días a causa de
las fuertes lluvias y fríos, que no le permitieron seguir su marcha. El Jefe de los Orientales tenía a
sus órdenes unos 1.000 combatientes.
Los dos ejércitos tenían paridad de fuerzas, pero en todo caso era una igualdad numérica, los dos
ejércitos eran muy diferentes.
Con Artigas había muchísimos blandengues que se habían pasado, pero también había lo que se
llamaba el "vecinaje alzado", gente que se levantaba en armas. En su mayoría vecinos integrantes
de las Milicias de los Pueblos de la Banda Oriental, armados fundamentalmente a lanza y con
escaso armamento de fuego y sin formación profesional militar siendo solamente 450 efectivos
profesionales o “tropas veteranas”, constituidas por Blandengues Orientales y Patricios de Buenos
Aires. También hubo tres grupos soldados(blandengues) que integraban el ejército español y se
pasaron a favor de los criollos en plena batalla.
La diferencia entre los españoles y los revolucionarios era el armamento: los españoles disponían
de armas con las cuales no contaban los revolucionarios, que pelearon con unos pocos fusiles y
dos cañones, pero sobre todo boleadoras, lanzas construidas con hojas de tijeras de esquilar
atadas a las cañas tacuaras o ramas de árboles que empleaban como “picanas” para arrear al
ganado.
El 18 de mayo, a las 11 de la mañana, empezó la batalla. Las fuerzas artiguistas avanzaron en una
primera instancia sobre los españoles y, luego de un tiroteo, Posadas y sus hombres retrocedieron
hasta una zona elevada. Se diría que estaban ahora en ventaja, pues un punto elevado siempre
resulta estratégico. Artigas avanzó entonces hacia la posición española por la izquierda con la
columna oriental de caballería al mando de Antonio Pérez y por la derecha, la columna comandada
por Juan de León. En ese momento ordenó a la columna de su hermano, Manuel Francisco Artigas,
que cercara a los españoles por la retaguardia. De esta manera, Posadas y su ejército quedaron
encerrados y se rindieron.

La actitud de Artigas al finalizar el combate fue tolerante y compasiva. Proclamó “Clemencia para
los Vencidos”, un acto de profundo sentido humanista y de tolerancia al prójimo, y un hecho único
prácticamente en la historia de la guerra de independencia de nuestra América, sin igual en la
historia militar de su tiempo.

Artigas envió al padre Valentín Gómez, capellán voluntario del ejército revolucionario, a recoger el
sable que -como señal de rendición- Posadas había clavado en el piso y dar auxilio a los heridos.

La Batalla de Las Piedras constituyó el mayor triunfo militar de José Artigas.

La “Junta de Gobierno de Buenos Aires” nombró a Artigas con el grado de “Coronel de Caballería
del Ejército de Buenos Aires”, y lo confirmó como “Comandante en Jefe de las Milicias de la Banda
Oriental”. Se considera que ese “Día Memorable para las Armas de la Patria” nace el “Ejército
Oriental”, integrado mayoritariamente por las Milicias de los Pueblos de la Campaña Oriental al
que se unieron desde el principio la inmensa mayoría de los Blandengues, la base del Ejército
Oriental.

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