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SUMARIO
24 SAL'VADOR LABORDE
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las niegan después de integrarlas, ya sea con el principio '& plte lo que
no está prohibido está permitido - e s t o es, entronizahdo la interpre-
tación restrictiva con el carácter de exclusiva o bien, adoptando con exclu- 1
Doctrina de Zitelmnn
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Por tanto, para Zitelmann, frente al caso no previsto, icl juez puede'
colmar el vacío que existe en el derecho formulado aplicando la regla
general implícita, o alguna excepción análoga a las que sí se encuentran
formuladas. Luego, en su tesis, el principio de que se puede hacer lo que
no está prohibido no forma parte del ordenamiento jurídico y, por tanto,
no hace desaparecer las lagunas. Consiguientemente, las "iagunas apa-
rentes" paia Zitelmann, son aparentes, pero no por eso dejan de ser
lagunas.
C. Lugunas AutkntKar.-Para ZITELMANNexiste otra especie de
lagunas a las que llama lagunas auténticas y verdaderas. Estas se dan
cuando "la voluntad expresada en la ley de que una reiación jurídica
suceda de cierta manera es indudable ; pero dentro de esos límites existen
muchas posibilidades y la ley no dice nada sobre cuál de esas posibilidades
es la que quiere". l2
Uno de los ejemplos con que ilustra su tesis es el siguiente: El ca-
jero de una empresa berQnesa se fué con 150,000 marcos. La casa ofreció
por su captura un premio de 5,000 marcos. Muchas personas contribuye-
ron a la captura y entre ellos se distribuyó equitativamente el premio. Los
empleados de la policía de Kiel recibieron 500 marcos y estimándose con
un derecho a mayor recompensa, demandaron el pago total de la suma.
El tribunal se encontró con una verdadera laguna. El derecho prusiano,
sin lugar a duda, obliga a la empresa a pagar los 5,000 marcos, pero no
.deda una sola palabra acerca de la manera en que había que repartirlos.
El tribunal resolvió aplicando por analogía una regla &te sobre con-
cursos científicos y artísticos.
El juez, afirma Zitelrnann, cuando se encuentra con una auténtica
laguna, no sólo puede, sino que debe colmarla. "No tiene en absoluto,
con relación a estas segundas (las lagunas auténticas), para qué con-
siderar su deseo de completarlas o no, puesto que su obligación es su-
plirlas." l8
Enseña ZITELMANNque no deben confundirse las lagunas auténti-
cas con los casos en que la ley es voluntariamente indeterminada para dar
lugar al arbitrio judicial. En estos casos "la ley dice todo lo que en reglas
generales puede decirse, y sólo deja una indeterminación con el fin de
que el juez tenga espacio en que desenvolverse para considerar en sus
decisiones la peculiaridad de cada caso aislado, cada uno de los cuales en
nada se parece al otro; así, por ejemplo, graduar la pena según -las cir-
12 o p . cit., p. 749.
13 Op. cit., p. 754.
DR © 1947. Escuela Nacional de Jurisprudencia
Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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LAS LAGUNAS DE LA LEY 31
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Este principio se entiende de muy diversas maneras. Para ZITEL-
MANN, según hemos visto, es una de las reglas de integración a que puede
acudir el juez que ha de decidir un caso no previsto, por lo que puede
admitirlo sin negar, por ello, la realidad de las lagunas. Otros autores,
en cambio, aunque discrepan en la manera de entenderlo, coinciden en
utilizarlo como fundamento para negar la existencia de vacíos en la ley.
DONATIlo entiende como norma positiva inferida de todas las demás,
puesto que, para él, todas las normas jurídicas formuladas constituyen
una limitación de la libertad, en tanto que prohiben u ordenan alguna
conducta y, correlativamente, una afirmación de la propia libertad en la
medida en que no la restringen; por lo que, despuds de enumerarlas
todas, brota la regla: "en todos los demás casos no hay limitación al-
guna"." Para KEL~ENes una norma negativa contenida en el ordena-
miento jurídico. 25 Según Coss~oes postulado a priori y principio estructu-
ral fundamental del Derecho.
Expongo en seguida las tesis de Kelsen y Cossio p a p despues, dis-
cutirlas.
- 23 Il firoblema delle lacune dell'ordinamento giuridico, citado por Coss~o,La
Plenitud del Orden furidico. p. 15 y SS.
24 Cfr. DUALDE, Una revolución en la 16gica del Derecho. p. 177, y W z , In-
trodwccidr a la Ciencia del Derecho. p. 366.
25 Cfr. La Teoria Pura del Derecho, pp. 138 y 139.
26 ' Cfr. infra la exposición de la tesis de Cossio.
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previstos-8' y aún acepta que el juez debe colmar esos "casos no pre-
vistos" acudiendo a la analogía, 35 a la costumbre, aún contra legem e
inclusive al Derecho natural "y no solamente al de la Escuela jusnatura-
lista, sino también al de la tradición greco-escolástica donde Platón y
Aristóteles nos asombran con su lozanía". 37
Naturalmente que cobija la primera de sus concepciones bajo el manto
puramente teorético de la "lógica juridica s t k t o sensu" y advierte que for-
mula la segunda desde el punto de vista científico y axiológico. Pero nunca
he podido entender esos desdoblamientos metodológicos que llegan a la
contradicción. Creo que esa radical oposición entre las dimensiones teoré-
tica y práctica de la tesis de Cossio, se resuelve necesariamente en la
mostración de lo inútil p perjudicial de una lógica colgada del vacío y
ciega para la realidad.
Hechas las anteriores aclaraciones, se comprenderá que me vea obli-
gado a abusar de las citas para exponer la tesis "lógico-gnoseológica" de
Coss~oy que no intente ponerla de acuerdo con su tesis científica y axio-
lógica.
El postulado de la plenitud hermética del Derecho consiste, para e1
ilustre profesor argentino, en "la afirmación de que no hay lagunas en
el orden jurídico y de que el juez tiene siempre que juzgar". E1 principio
no se desprende de necesidades prácticas ni es empíricamente demostrable,
sino que es un postulado necesario. "Creemos que el orden jurídico es
pleno y completo porque la noción de orden jurídico es la de un todo
normativo, de manera que resulta contradictorio suponer un caso que esté
fuera de1 todo; en tal hipótesis, el todo ya no sería un todo."
Se apoya COSSIOen la teoría kelseniana de la pirámide juridica y re-
corriéndola "en sentido ascendente" deduce la totalidad del ordenamiento
jurídico. "Mientras el recorrido en sentido descendente nos da el funda-
mento de validez de cada norma positiva, el recorrido ascendente nos da el
ordenamiento de una multiplicidad, o sea la reducción de una pluralidad
a unidad, supuesto lógico del conocimiento científico." "Este objeto que
aicanza su unidad en la norma fundamental, es una totalidad porque pre-
34 Lagunas, p. 29.
35 Plenitud, D. 137 Y SS.
36 Plenitud, p. 142 y SS.
37 Plenitud, p. 158; Cfr. especialmente 10s tres Últimos capítulos de la misma
obra.
38 Plenitud, p. 72.
39 Plenitud, p. 74.
40 Plenitud, p. 81.
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!
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diversa manera, pero que coinciden en afirmar que hace imposibles las
iagunas en la ky.
Creo que, cualquiera que sea el fundamento que se acepte p a n el
principio, no podrá derivarse de il la plenitud de la ley si no se acepta
la hipótesis ultra-positivista de la identificación absoluta del derecho con la
ley, si no se niega toda fuente formal distinta de la legislación y, además,
si no se acepta íntegramente el dogma de la perfección e infalibilidad del
legislador.
En efecto, sólo puede afirmarse que el principio que se comenta es
la norma vigente allí donde no hay precepto aplicable, si se acepta el
principio gramaticalista de que toda omisión es intencionada: Ubi voluit
dkit, ubi non voluit non dixit. Entonces, y sólo entonces, se podrá aplicar
el argumento a contrario para fundar en él la vigencia del principio "está
permitido lo que no está prohibido" como norma jurídica. Y para aceptar ese
principio gramaticalista es necesario admitir la perfección del legislador
y su infalibilidad mental, es necesario admitir en la ley una inspiración
divina y colocarse, con respecto a ella, en aquella inconmovible intransi-
gencia en que se colocó el luteranismo respecto a la Sagrada Escritura, di-
ríamos parafraseando a REICHEL.
Dice DUALDE que "al eliminarse del legislador la calidad de delegado
divino, el sistema de interpretación tradicional pierde su solidez arqui-
tectónica; sus fueros divinos sobre bases humanas amenazan ruina, pues la
consistencia de un régimen o de una teoría depende de su coherencia con
sus fundamentos. Desceñido del "tabú" que le oculta y ensalza, el legis-
lador, en la producción de los grandes cuerpos legales, presenta dos ca-
racterísticas : ignorancia e incapacidad. Ignorancia de la materia en general,
ignorancia del contenido ideal de la ley que dicta, e irremediable incapacidad
para engendrar un código con conciencia de su técnica, con noción de las
ideas, de los sentimientos y de los impulsos que lo integran. Cuando GÉNY
y EHRLICH proclamaron sistemáticamente que las leyes están escritas con
mediocridad y pensadas con grandes lagunas, esta tesis que fué indudable-
mente una novedad, la reflexión acabó por encontrarla como perdida en
el propio pensamiento".
Pero, no nos alarguemos demasiado. Todos los supuestos en que ne-
cesariamente se ha de apoyar, para concluir, la tesis que comentamos, son
de tal manera absurdos y anacrónicos que renuncio a refutarlos. Baste
traer a colación el clásico ejemplo que refiere RADBRUCR. 6g En la sala
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de espera está colgado un letrero que dice: "debe deja* . k r a a los
perros". Llega un hombre con un oso y se pregunta si k atañe la pro- .
negativa donde falta una norma positiva abusando del argumento .a con- I
trdo" 60
Con razón dice REICHEL:"Repetidamente, y de un modo completa- l
mente convincente, se ha indicado que la ley ofrece lagunas, y por cierto
1
no S610 impropias (esto es, aparentes), sino también las propias, reales ;
lagunas que no se pueden tapar con el engrudo de ninguna dialéctica. Y I
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sentencia no sería sentencia, porque para que la sentencia sea norma indi-
vidualizada necesita aplicar una norma preexistente de rango superior.
Dicho de otro modo: la norma jurídica -formulada o n o - funda la sen-
tencia porque ya era norma vigente -Derecho formalmente válido-
antes de la sentencia e inclusive antes de la realización del supuesto jurídico
cuyas consecuencias de derecho se discuten, lo que hace necesario que el
juez venga a fijarlas. De otra manera se incurre en el absurdo de afirmar
que las consecuencias de derecho que establece el juez, se produjeron sin
supuestos, porque se admite que el juez creó Ta norma y por tanto, el su-
puesto jurídico ; cuando, por definición, el caso que se le plantea es ante-
rior a su decisión. Luego la jurisprudencia no crea el derecho que aplica,
sino que lo aplica porque ya era Derecho vigente. Consiguientemente,
cuando resuelve un caso no previsto - q u e no está en la ley- aunque no
aplique la ley -que no prevé el caso- aplica Derecho.
El Derecho es necesariamente distinto de la ley porque el juez no
siempre aplica la ley y sin embargo, siempre aplica Derecho. Y no se diga
que tan es Derecho la sentencia como la norma general. Porque ambas son
Derecho, pero en distinto sentido, una es derecho aplicado y la otra es de-
recho aplicable. Si se quiere decir que la jurisprudencia es creadora de
derecho ello será cierto en el sentido de que es creadora de derecho aplG
cado; pero ya se ha demostrado que no puede crear derecho aplicbble.
Consiguientemente, si el juez no puede crear la norma que aplica y si
resuelve un caso no previsto - q u e no puede estar 'en la ley, ni en el de-
recho formulad* aplicando necesariamente un Derecho que ya era formal-
mente válido, resulta evidente que existe un Derecho vigente más aHá
de la ley, más allá de las fuentes formales.
Creo, pues, que es falsa la identificación del Derecho y la ley que sirve
de piedra angular a la tesis Kelsen-Cossio. Según se ha demostrado el he-
cho de que los jueces juzgen no prueba la inexistencia de lagunas sino, por
el contrario, prueba que la ley no es el Derecho y por tanto, que la plenitud
del Derecho no implica la de la ley.
Creo haber demostrado que hay lagunas en la ley. Lo cual, por otra
parte, es evidente para quien aplica rectamente la reflexión intelectual, sin
someterla a retorcimientos contrarios a su propia naturaleza. Quien
no haya sacrificado el sentido común en aras de algún prejuicio -por ejem-
plo, el dogma de la omnisciencia infalible del legislador- o de un forma-
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verlos; cambian los principios a que debe acudir el juez -cuando el juez
tenga atribuída esa función- para colmar las lagunas del derecho for-
mulado. Si no existe previamente una norma explícita, debe fundarse el
fallo en las reglas de integración aplicables. cuáles son? La respuesta
varía según el sistema juridico de que se trate. "Según los principios ge-
nerales del Derecho, dicen el código español, el mexicano, el argentino,
el peruano; según la equidad, dice el código hondureño; según el Derecho
natural, dice el código austríaco; según las reglas que el juez establecería
si tuviese que obrar como legislador e inspirándose en la doctrina y ju-
risprudencia más autorizada, dice el código suizo. Pero hay varios orde-
namiento~jurídicos que no contienen la manifiesta expresión de un pre-
cepto similar, cual ocurre por ejemplo con los códigos civiles francés,
belga, alemán y otros, que no se ocupan de la cuestión de las lagunas, ni
indican las fuentes subsidiarias para los casos en que no haya regla for-
mulada aplicable. Ahora bien, en tales ordenamientos rige exactamente
el mismo principio expresado en otros, de que no podrá de ninguna ma-
nera denegarse el fallo en caso de laguna de la ley y de la costumbre y
que, entonces, el juez deberá dictar sentencia ateniéndose a la regla
que estime procedente. Y es que este principio no constituye un precepto
juridico positivo que haya dictado el legislador en determinados ordena-
mientos y que en cambio, no figure en otros, sino que es un principio
esencial de todo ordenamiento jurídico, lo mismo si se halla formulado
explícitamente, como si no lo está; es una necesidad absoluta de todo or-
den jurídico ; es un principio esencial que condiciona la posibilidad de todo
Derecho positivo."
Creo que DEL VECCHIO y RECASÉNS SICHESdemuestran, con inigua-
lable precisión, el principio de la plenitud hermética. Dice el maestro RE-
CASENS:"El Derecho es esencialmente una relación de seguridad social,
impuesta autárquicamente; y, por eso, cuando surge un conflicto social,
el Derecho ha de pronunciar forzosamente una solución -bien de regula-
ción positiva, por ejemplo, atribuyendo a alguien un determinado deber;
bien de garantía negativa, consagrando una esfera de libertad (v. gr.: a
nadie se puede obligar a una creencia religiosa)-; pero en uno y otro
caso se trata de una solución que es impuesta inexorablemente, y que des-
linda la incertidumbre que implicaba el conflicto planteado. Por eso,
dice Del Vecchio, que no hay interferencia o controversia social entre los
hombres, por complicada que parezca, o por imprevisible que se nos an-
toje, que no exija o deba tener solución en el campo del derecho vigente.
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Y la solución debe ser ejecutiva. Las dudas pueden persistir largo tiempo
en el campo de la teoría -la misma Filosofía del Derecho puede discutir
durante siglos sus cuestiones-; pero la vida práctica no admite dilación.
-
A cualquier cuestión jurídica debe darse un fallo que teóricamente podrá
no ser infalible, pero que prácticamente tiene que ser definitivo. Así lo
exige el sentido radical del Derecho, que consiste en crear una situaci6n
práctica de certeza y de seguridad en la vida socia. El D e d o pretende
constituir necesariamente una regulación total -se entiende, desde su punto
de vista jurídico-, por lo cual hay que afirmar que debe dar solución
jurídica a todo conflicto planteado." l7
El Derecho no tiene lagunas. Aún en el caso de lagunas en la ley,
d juez puede aplicar el Derecho. S610 que habrá de resolver el litigio
que se le someta acudiendo a fuentes distintas de la legislación. Y tendrá
que explicitar la norma implícita empleando los medios para &o adecua-
dos. Determinarlos es uno de los más graves problemas de las disciplinas
jurídicas, Quizá porque constituye el punto más tirante de la antinomia
Seguridad-Justicia.