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Un Futuro Sin Humanidad
Un Futuro Sin Humanidad
Nos decimos una generación nueva, una generación milenio con un futuro brillante y muchos
progresos, una generación que no piensa cometer los mismos errores que las generaciones
pasadas, una generación con un futuro sin pobreza, diversidad e igualdad, pero ¿Realmente
tenemos un futuro del que hablar?
A lo largo del tiempo, los ecosistemas sufren constantemente modificaciones graduales en sus
características físicas y biológicas que, en conjunto con otras fuerzas, modelan una y otra vez
su identidad. Sin embargo, el impacto de las actividades humanas tales como la fragmentación
de los hábitats, la contaminación ambiental en todos sus componentes y la sobreexplotación
de los recursos junto a los efectos del cambio climático, han ocasionado alteraciones drásticas
sobre dichos ecosistemas en periodos cortos, lo que frecuentemente impide que los
organismos se adapten a su nueva realidad y como consecuencia, se extingan, poniendo en
peligro la existencia de la humanidad en un futuro, un futuro donde nuestro planeta que en un
principio fue rico y hermoso, ahora estará seco y podrido.
La tierra es una sinfonía formada por una gran cantidad de animales, plantas y recursos que
conjuntamente crean una red donde uno necesita del otro para dar paso aquella sinfonía, pero
que cada ves va sonando menos melodiosa tras la aparición de una nota discordante (la
humanidad) que modifica y altera aquella calma sinfónica. Tras esta referencia podemos
concluir en algo simple, la humanidad necesita de los ecosistemas, pero los ecosistemas no
necesitan de la humanidad para su bienestar y a pesar de saber esto, ¿qué es lo que hemos
ocasionado?
Hay que entender que desde siempre la humanidad a tenido en sus manos y mentes, su propio
destino, el futuro nos pertenece y hace varios años que sabemos que es lo que hay que hacer,
el problema es que no lo hemos hecho por miedo a desafiar lo establecido, miedo a vernos
como fracasados (o no exitosos), por miedo a innovar y des-construir un modelo que es
inequitativo, machista, depredador y totalmente injusto. En nombre de toda una generación
ofrezco disculpas y soy enfático en decir que no es tarde para cambiar el rumbo.
Soy optimista cuando miro hacia el futuro porque veo una nueva generación rebelándose.
Quienes despertaron con la inspiración de una niña común y corriente sentada en las afueras
del parlamento sueco que reclamó un mejor futuro y que entiende que en sus manos no recae
la responsabilidad pasada, pero si la responsabilidad futura. Esto es lo que desde hace casi
medio siglo hemos intentado, ser el cambio que queremos ver en el mundo e inspirar a otros
para actuar en favor del planeta. Hoy gracias a Greta son cientos de miles de personas
marchando y reclamando la inacción de una generación que se conformó con más de lo mismo
sin sacrificar su confort pero si hipotecando el futuro. Pero los ciudadanos no podemos hacer
esto solos, necesitamos de los principales actores y causantes de este problema:
Los países y nuestros gobiernos deben tomar medidas drásticas y ambiciosas y no
quedarse en acuerdos políticos tibios que solo sirven para tomarse fotos.
Las grandes corporaciones deben entender que su modelo extractivista es insostenible, que no
podemos seguir con una economía basada en combustibles fósiles, fomentando el sobre
consumo como resultado de estrategias agresivas de marketing, fomentando una cultura del
usar y tirar que nos llena de residuos que jamás serán reciclados. Es hora de un cambio y las
nuevas generaciones – es decir sus consumidores – lo están exigiendo porque solo un futuro
donde la sociedad es consciente de cómo nuestros estilos de vida impactan en el medio
ambiente podrá darle la vuelta a la tendencia actual.