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Deposito mercantil

Hicimos alusión al depósito al referirnos a las operaciones bancarias consideradas como actos de
comercio, en éstas la intervención de una institución bancaria es indispensable.
Además del depósito bancario de dinero o títulos y depósitos en almacenes generales, a que alude
la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, hay otra forma de depósito que regula también
el Código de Comercio, y que no necesariamente implica la participación de la banca. Cuando el
depósito se hace por causa de comercio, o las cosas depositadas son objeto de comercio.

El contrato de depósito es mercantil, señala así el artículo 332 del Código de Comercio. Esto
implica que el contrato lo puede celebrar cualquier sujeto, aunque por lo regular, sin que ello sea
indispensable, en él intervienen comerciantes, porque son éstos quienes practican la actividad
mercantil, que da lugar al depósito.
Se trata, pues, de un contrato, acto mercantil que requiere de una condición para que se clasifique
de mercantil. El depósito no se considera por su propia esencia un acto de comercio, su carácter
mercantil depende de su adscripción al tráfico mercantil.
REGULACIÓN
Con relación al depósito, también en la fracción XVIII del artículo 75 comentado, se considera acto
de comercio el depósito en los almacenes generales. A él nos referimos ya al tratar los actos por
operación de depósito. Su carácter mercantil lo deriva de la participación como depositario de una
institución, precisamente el almacén general de depósito, considerado como organización auxiliar
de crédito en términos de la ley que las rige (Ley General de Organizaciones y Actividades
Auxiliares del Crédito)

artículo 3o. Los almacenes generales de depósito tendrán por objeto el almacenamiento, guarda o
conservación de bienes o mercancías, dice el artículo 11 de la última ley citada, y serán
responsables de la identidad y conservación de los efectos depositados.
Estas instituciones acreditan los depósitos mediante la emisión de documentos, que son
considerados títulos de crédito, y que expresan la especie y cantidad de las mercancías
depositadas. Estos documentos son denominados certificados de depósito y bonos de prenda. El
certificado de depósito acredita la propiedad de mercancías o bienes depositados en el almacén
que los emite; el bono de prenda, la constitución de un crédito prendario sobre las mercancías o
bienes indicados en el certificado. Así lo establece el artículo 229 de la Ley General de Títulos y
Operaciones de Crédito, y de igual forma señala que sólo los almacenes generales de depósito
podrán expedir esos títulos. Las operaciones hechas sobre los mencionados títulos, son estimadas
como actos de comercio, se agrega en la fracción XVIII del artículo 75 citado con anterioridad.
TÍTULOS DE CRÉDITO

Las letras de cambio y los cheques, los valores u otros títulos a la orden o al portador, son actos
de comercio, según los considera el artículo 75, fracción XIX y XX, del Código de Comercio. La
forma utilizada por el legislador no parece totalmente acertada, puesto que los documentos no
son el acto sino el resultado del acto, que es el que tiene la naturaleza de mercantil. En efecto, el
artículo 1° de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, posterior al Código, indica que
los títulos de crédito son cosa mercantil31 y es el acto de emisión, expedición, endoso, aval o
aceptación, y las demás operaciones que en ellos se consignen, a quienes atribuyen la calidad de
actos de comercio. Los títulos de crédito son documentos que tienen una función probatoria, pero
que a su vez tienen su carácter de documento cons-titutivo33 en tanto que son necesarios para el
nacimiento de la relación cambiaria. Conforme a una determinada relación jurídica primaria,34 los
sujetos que en la misma intervienen, acuerdan, mediante un convenio, llamado en la doctrina
ejecutivo, que uno de ellos, que tiene una obligación frente a otro, expida un documento
constitutivo de una nueva relación, el cual materializa e incorpora tal obligación, y tiene dicho
documento la fuerza para legitimar a quienes lo posean, para exigir el cumplimiento de la
obligación en el documento indicado. Los actos que se consignan en los títulos de crédito, en
relación con su emisión y circulación, que son todos los actos jurídicos relativos al comercio
cambiado, es decir, al uso de los títulos de crédito,36 son actos mercantiles.
COMERCIANTES Y SUS OBLIGACIONES

En la segunda parte de la fracción XX y en la fracción XXI del artículo 75 del Código de Comercio, se
menciona que las obligaciones de los comerciantes, y entre los comerciantes y banqueros, son
actos de comercio. La razón de la mercantilidad de éstos estriba en los sujetos que en ellos
intervienen. Los actos se consideran de comercio, porque se presume que la participación de un
comerciante implica normalmente que éste actúa dentro del ejercicio de su actividad mercantil
ejecutando actos de esa naturaleza. Sin embargo, la propia ley señala que, si las obligaciones
derivan de una causa extraña al comercio, o bien son de naturaleza civil, tales actos no pueden ser
considerados mercantiles. Para que los actos en que interviene un comerciante no sean
considerados como mercantiles habrá necesidad de probar su diversa naturaleza. A pesar de la
intervención del comerciante, la ley mencionada con anterioridad establece que no son actos de
comercio la compra de artículos o mercaderías que, para su uso o consumo, o los de su familia,
hagan los comerciantes, ni las reventas hechas por los obreros, cuando ellos fueron consecuencia
natural de la práctica de su oficio. Así lo dice el artículo 76 del Código de Comercio.
AUXILIARES MERCANTILES
Los comerciantes en el ejercicio de su comercio emplean otros sujetos a quienes se designan
auxiliares mercantiles, más concretamente, los factores y dependientes, a los que hace referencia
el artículo 309 del Código de Comercio. En la fracción XXII del artículo 75 del ordenamiento antes
citado, se dice que se consideran actos de comercio los contratos y obligaciones de los empleados
de los comerciantes en lo que concierne al comercio del comerciante que los tiene a su servicio.
Quedan, pues, excluidos, cualesquiera otros actos en los que estas mismas personas intervengan.
La mercantilidad de los actos indicados se establece en razón a que son efectuados por motivo de
operaciones mercantiles38 cuya titularidad corresponde al comerciante y por lo mismo repercute
en su patrimonio. El empleado, auxiliar del principal, no actúa en su nombre sino por cuenta y en
nombre del comerciante, salvo el caso que considera el Código de Comercio cuando permite al
factor actuar a nombre propio, artículo 311, que dice que los factores negociarán y contratarán a
nombre de sus principales, expresándolo así en los documentos que con tal carácter suscriban,
pudiendo también contratar en nombre propio, aunque siempre por cuenta del principal.
ACTOS DE AGRICULTOR Y GANADERO

En la fracción siguiente del artículo 75 que referimos, se prescribe también como acto de comercio
la enajenación que el propietario o el cultivador hagan de los productos de su finca o de su cultivo.
Ya decíamos en un capítulo anterior que la agricultura, frecuente-mente combinada con la
ganadería, tradicionalmente se ha venido considerando fuera del comercio, pero que no puede
negarse que la actividad agrícola y ganadera ha ido evolucionando y con el transcurso del tiempo
ha venido necesitando recurrir más y más a los sistemas de comercio. También afirmamos que la
operación de venta que realiza el agricultor y el ganadero, por su producto, y con lo cual obtiene
indiscutiblemente una utilidad, no puede quedar fuera del concepto de comercio. El agricultor y
ganadero, sin lugar a duda, se ha convertido en empresario, produce y hace circular la riqueza.
DEPÓSITO MERCANTIL I. CONCEPTO Y CARACTERES
El depósito se encuentra regulado, tanto en el Código Civil en los artículos 2516 a 2538, como en el
Código de Comercio en los artículos 332 a 339. Existe, además, la Ley General de Títulos y
Operaciones de Crédito, que trata de los depósitos bancarios de dinero y de títulos, así como del
depósito en almacenes generales, en los artículos 267 a 287. El concepto de depósito no lo
encontramos en el Código de Comercio, nos lo da el Código Civil en el artículo 2516. Depósito es
un contrato por el cual el depositario se obliga hacia el depositante a recibir una cosa mueble o
inmueble que éste le confía, y a guardarla para restituirla cuando la pida el depositante. No
procede, pues, el depósito de cosas inmateriales.1 Cuando el depósito se hace por causa de
comercio, o las cosas depositadas son objeto de comercio, el contrato de depósito es mercantil.
Así dice el artículo 332 del Código de Comercio en relación con el artículo 75-XVII del mismo
Código, que señala entre los actos de comercio el depósito.
El depósito es un contrato real y por lo tanto se perfecciona única-mente con la entrega de la
cosa, hecha por el depositante al deposita rio, dado que la entrega para la custodia es el elemento
típico del contrato, artículo 334 del Código de Comercio. Es un contrato oneroso normalmente,
aunque por pacto en contrario, el depositario no recibe retribución por el depósito.

El artículo 333 del código citado, establece que, salvo pacto en contrario, el depositario tiene
derecho a exigir retribución por el depósito, la cual se arreglará a los términos del contrato y, en su
defecto, a los usos de la plaza en que se constituyó el depósito. El artículo 100 de la Ley de
Concursos Mercantiles prevé que el contrato de depósito no quedará resuelto por el concurso
mercantil de una de las partes, salvo que el conciliador considere que deban darse por
terminados.
II. CLASES
Se ha considerado que, en los negocios mercantiles, debe distinguirse entre depósito regular y
depósito irregular.

a) En el depósito regular se transfiere solamente la posesión de la cosa, artículo 791 del Código
Civil, mas no la propiedad de la cosa depositada que sigue correspondiendo al depositante. De ahí
que se haya considerado que puede reivindicarse del depositario y que sus acreedores no pueden
hacer efectivos sus créditos, con la cosa depositada, toda vez que no forma parte del patrimonio
del depositario, sino que es propiedad del depositante. El depositario que recibe la cosa en
depósito, debe custodiarla con la misma diligencia que custodia las suyas propias y restituirla a
petición del depositante, así lo establece el artículo 335 del Código de Comercio. El depositario no
puede servirse de la cosa depositada sin permiso del depositante, artículo 338 del Código de
Comercio, en cuyo caso cesarán los derechos y obligaciones propias del depósito.

b) Por lo contrario, en el depósito irregular la propiedad de la cosa pasa en principio al depositario,


quien tiene facultad de disponer de ella y por consiguiente tendrá que devolver una cosa de la
misma especie. Esta clase de depósito la admite nuestra ley, al señalar que el depositario con
asentimiento del depositante, puede disponer de las cosas objeto del depósito, artículo 338. En
este caso, los acreedores del depositario sí pueden pagarse sus créditos con la cosa depositada,
toda vez que ésta entra a formar parte de su patrimonio. Cuando no ha dispuesto de ella el
depositario, la cosa ha pasado a su propiedad, puede darse la reivindicación. Las cosas que son
objeto del depósito irregular, son cosas fungibles a efecto de que puedan restituirse otras de la
misma especie. Esto, sin embargo, no implica que las cosas fungibles no puedan ser objeto de
depósito regular, puesto que el depositante, aun tratándose de cosas fungibles, puede hacer el
depósito bajo la indicación correspondiente en el sentido de que el depositario restituya las cosas
que ha entregado Estamos entonces frente a un depósito regular.
Esta hipótesis, que no tiene realmente aplicación en la práctica, fuera del caso de los depósitos
bancarios,4 está considerada en el código de comercio en el artículo 336, que establece que
cuando los depósitos sean de numerario con especificación de las monedas o cuando se entreguen
cerrados, los riesgos de dichos depósitos corren a cargo del depositante.
Consecuentemente, para decidir si se ha contratado un depósito regular o un depósito irregular, la
voluntad de las partes es la determinante para distinguir si ha querido o no transferir la propiedad
de la cosa depositada.
III. OBLIGACIONES Y RESPONSABILIDAD DEL DEPOSITARIO
De acuerdo al artículo 335 del Código de Comercio, el depositario tiene dos obligaciones
fundamentales, la primera es la de conservar la cosa objeto del depósito, sin alterarla, es decir,
según la reciba. En relación con esta obligación está la responsabilidad del propio depositario, si la
cosa depositada sufre menoscabos o daños por su malicia o negligencia, independientemente de
responder también por los perjuicios que la misma negligencia o malicia provoquen. La otra
obligación es la de devolver la cosa depositada en los términos indicados en el contrato.
Respecto al depósito de numerario con especificación de las monedas o sobres cerrados y
sellados, cuyos riesgos son a cargo del depositante y las bajas o aumentos serán de cuenta del
depositante, hay que aclarar que en caso de que la negligencia o malicia del depositario provoque
la baja del numerario depositado, éste deberá responder frente al depositante en la medida de la
consecuencia de la baja, de tal manera que si el depositante recibe en devolución el numerario a la
baja, el depositario esté obligado a resarcir la diferencia.
IV. OBLIGACIONES DEL DEPOSITANTE
Por su parte, el depositante, además de la obligación de pagar la retribución por el depósito, debe
indemnizar al depositario de todos los gastos que haya hecho en la conservación de la cosa y de
los per-juicios que por el depósito haya sufrido. La primera obligación se desprende del artículo
333 del código de Comercio, en el que se establece que el depositario, salvo pacto en contrario,
tiene derecho a exigir retribución por el depósito. La indemnización la señala el artículo 2532 del
código Civil.

El depósito que nos hemos referido y que regula específicamente el código de Comercio,
podríamos llamarlo depósito general, dado que en la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito se
reglamenta el depósito de dinero y de títulos, así como en los almacenes generales, como
operaciones bancarias. Más adelante nos referimos a esta materia.

CONTRATO DE COMISIÓN I. COMISIÓN


En el estudio de los auxiliares del comercio como sujetos de derecho mercantil se hace referencia
al comisionista. Éste, como auxiliar del comercio, es aquel que desempeña un contrato de
comisión y la comisión no es otra cosa que el mandato aplicado a actos de comercio, como lo dice
el artículo 273 del Código de Comercio. Las operaciones de comisión mercantil se reputan actos de
comercio, conforme al artículo 75-XII del Código de Comercio. El comisionista es un sujeto auxiliar
en el comercio, cuya actividad consiste en realizar operaciones de carácter mercantil por cuenta y
a nombre de otro, aun cuando puede hacerlo a su propio nombre. Como no le es posible abarcar
todos los campos de los negocios, generalmente se dedica a determinadas operaciones en
relación con algún tipo de mercancía. Es importante señalar que el comisionista no actúa como un
simple gestor de negocios, sino que está ligado al comitente, quien le confiere la comisión por un
contrato, que es justa-mente el de comisión. El artículo 19 de la Ley de Navegación, habla del
agente naviero como mandatario o comisionista.
II. antecedentes
La comisión, tan practicada en la actualidad, tiene antecedentes muy remotos, según se lee de los
historiadores. Desde la época de los egipcios, en la edad antigua, se hace referencia a la actividad
de los comerciantes extranjeros, ya que los egipcios, se dice, se dedicaron a la agricultura y
abandonaron el comercio a los extranjeros

III. concepto La comisión, o sea, el mandato aplicado a actos concretos de comercio, es un


contrato por el cual una parte encarga a otra la conclusión de uno o más negocios por su cuenta,
de naturaleza mercantil. Hay comisión cuando el acto que se va a realizar es un acto de comercio.
Las partes en el contrato son, por lo tanto, dos sujetos, uno, el comisionista, quien pone al servicio
de la otra parte, el comitente, sus propias energías de trabajo, conocimiento y experiencia en el
campo de la actividad mercantil, en la celebración de los negocios jurídicos propios de la comisión.
La comisión implica un medio que permite que los intereses de una persona, el comitente, se
representen por otra, comisionista; y como el objeto de la comisión son actos de comercio que
ejecutan generalmente comerciantes, es entre ellos que normalmente se celebra el contrato.
IV. REPRESENTACIÓN Y MANERA DE ACTUAR
El comisionista representa al comitente, puesto que actúa en su interés, de manera que los
efectos de los actos que realiza recaen en el patrimonio del comitente, salvo que obre a nombre
propio. El comisionista puede actuar en nombre del comitente o en nombre propio, así lo
establece el artículo 283 del Código de Comercio. Cuando el comisionista contrata en nombre del
comitente, los actos realizados producen directamente sus efectos sobre el patrimonio del
comitente, señala el artículo 285 del Código de Comercio, porque es éste y no el comisionista
quien asume las obligaciones o adquiere los derechos que del mandato derivan. La vinculación del
comitente con el tercero, es el efecto característico de la representación. Aun las personas con
plena capacidad de obrar pueden estar imposibilitadas de realizar personalmente los actos, el
remedio del derecho es la representación. En cambio, cuando el comisionista contrata en nombre
propio, si bien por cuenta del comitente, se obliga directamente como si el negocio fuera propio;
asume personalmente con respecto de terceros, las obligaciones derivadas de los actos verificados
en el ejercicio de la comisión y adquiere personalmente los derechos respectivos; pero debe
transmitir después estos derechos al comitente, quien a su vez debe indemnizarlo de las
obligaciones respectivas. El artículo 284 del Código de Comercio, dice en relación a los derechos y
obligaciones del comisionista que éste los adquiere directamente con las personas con quien
contrata, en el caso de contratar en nombre propio, sin tener que declarar cuál sea la persona del
comitente.
V. FORMA

El contrato de comisión es un contrato consensual que se perfecciona con la unión de los


consentimientos del comitente y comisionista; puede ser verbal o por escrito. El artículo 274 del
Código de Comercio establece que el comisionista, para desempeñar su encargo, no necesitará
poder constituido en escritura pública, siéndole suficiente recibirlo por escrito o de palabra.
En el caso de que el contrato se celebre verbalmente, el artículo citado señala que deberá
ratificarse por escrito antes de concluirse el negocio.
De lo anterior se desprende que, si bien la forma escrita no es un elemento de validez del negocio,
sí en cambio debe ser considerado como elemento de prueba, puesto que de otra manera no se
explicaría por qué el legislador exigió la forma escrita, en el caso del contrato ya perfeccionado
verbalmente, antes de la conclusión del negocio. El contrato de comisión, pues, puede probarse
por todos los medios de prueba

NEGATIVA DE ACEPTACIÓN

Ninguna persona está obligada a prestar servicios sin su consentimiento, por lo que el comisionista
puede aceptar o no la ejecución de su mandato. Sin embargo, cuando el comisionista rehúsa el
cargo, queda obligado a comunicarlo de manera inmediata, por el medio más idóneo, artículo 275
del Código de Comercio. La razón de esta obligación del comisionista es en virtud de que
éste, normalmente, actúa como un profesional, de tal suerte que el comitente cuenta con la
seguridad de que el encargo es aceptado si el comisionista nada responde al respecto. El silencio y
la inejecución perjudican los intereses del comitente. Por ello, el artículo 278 del ordenamiento
citado establece que cuando sin causa legal dejare el comisionista de avisar que rehúsa la
comisión, o de cumplir la tácitamente aceptada, será responsable al comitente de todos los daños
que por ello le sobrevengan.

La comisión se da a comisionistas profesionales, pues a un médico, un ingeniero, etc., no se le


puede obligar a realizar actos por el simple hecho que se le encargue una comisión. Ahora bien,
puede suceder que el comisionista rehúse la comisión y cumpla a su vez con la obligación de
avisarlo al comitente. En este caso, lógicamente que salva su responsabilidad, pero, sin embargo,
en tanto que el comitente no provea de nuevo encargado, el comisionista deberá realizar todos los
actos necesarios para conservar los efectos que el comitente le haya remitido, sin que por ello se
entienda que acepta el encargo, según lo establece el artículo 277 del código citado y no sólo los
remitidos sino también los que sean objeto de la comisión.
VII. ACEPTACIÓN
La aceptación del comisionista puede ser manifiesta o tácita, pero una vez que la acepta, el
comisionista está obligado a efectuar la operación para la cual se ha conferido el mandato.
Responde, por lo tanto, por no ejecutar las órdenes recibidas, o por las faltas que cometa en su
ejecución.

la aceptación tácita está considerada en el artículo 276 del Código de Comercio, que prescribe que
en el caso de que el comisionista practique alguna gestión en el desempeño del encargo que le
hizo el comitente, queda sujeto a continuarlo hasta su conclusión.
VIII. OBLIGACIONES DE COMISIONISTA
Dado que la comisión es un cargo de confianza, la primera de las obligaciones del comisionista es
la de desempeñar personalmente el encargo, aunque bien puede ocupar personas que dependan
de él, pero siempre bajo su responsabilidad, artículo 280 del Código de Comercio. Debe siempre
defender los intereses del comitente, contenido básico del contrato. De ahí lo dispuesto por el
artículo 288 del ordena-miento citado, el cual establece que, si un accidente imprevisto hiciere, a
juicio del comisionista, perjudicial la ejecución de las instrucciones recibidas, podrá suspender el
cumplimiento de la comisión, comunicándolo así al comitente.
Cuando el comisionista se comprometa a anticipar fondos para el desempeño de la comisión, en
interés del comitente, deberá suplirlos sin pretexto, salvo el caso de quiebra o suspensión de
pagos del comitente, según dice el artículo 282 del citado código. Por el contrario, si el
cumplimiento de la comisión requiere de fondos que debe proveer el comitente, en tanto no lo
haga el comisionista, no está obligado a ejecutarla y, por otra parte, si ya inició, puede
suspenderla, artículo 281 del Código de Comercio.8 Está obligado a obrar diligentemente, según
las instrucciones recibidas del comitente en el acto del otorgamiento del encargo o
posteriormente y a falta de instrucciones deberá consultarlo u obrará como la prudencia indique y
aun podrá suspender la ejecución del acto, como vimos. De no hacerlo así, debe responder de los
daños y perjuicios frente al comitente. Así lo establecen los artículos 286 a 289 del Código de
Comercio ya mencionado. No sólo deberá obrar conforme a las instrucciones recibidas, sino que el
comisionista deberá observar lo establecido en las leyes y reglamentos, respecto a la negociación
que se le haya confiado, dice el artículo 291 del Código de Comercio.
El comisionista responde también del empleo y conservación de las cosas y dinero que recibe, o
bien del comitente para desempeñar la comisión, o bien de los terceros con quienes contrata. No
puede usar por su propia cuenta de las cosas o dinero así recibidos, respondiendo si lo hace sin
perjuicio de la acción penal, de los daños respectivos, y tratándose de dinero, pagará intereses.
Véanse los artículos 292 a 295 del Código de Comercio. Una vez ejecutada la comisión, el
comisionista deberá dar pronta noticia al comitente y rendirle cuenta completa y justificada de su
ejecución, de acuerdo a lo indicado por el artículo 298 del Código de Comercio.
IX. PROHIBICIONES

Al comisionista le estará prohibido comprar o vender para sí o para otro, lo que se le haya
mandado vender o comprar, sin consentimiento del comitente, dice el artículo 299 del Código de
Comercio. Se entiende esta prohibición, si tomamos en cuenta que el comisionista está encargado
por el comitente de realizar una operación con un tercero, de suerte que, si no lo hace, no cumple
con su obligación derivada del contrato de comisión. Los comisionistas no podrán alterar las
marcas de los efectos que hubiesen comprado o vendido por cuenta ajena, ni tener efectos de una
misma especie pertenecientes a distintos dueños, bajo una misma marca, sin distinguirlos por una
contramarca que designe la propiedad respectiva de cada comitente, dice el artículo 300 del
ordenamiento antes citado. Independientemente de la prohibición al comisionista de no alterar
las marcas de los efectos en su poder, de hacerlo caería en las hipótesis de infracción, sanciones y
delitos señalados en la Ley de la Propiedad Industrial, artículos 213 y 214 fundamentalmente.

X. VENTA A PLAZOS

Tampoco podrá, sin consentimiento del comitente, vender a plazos, so pena de que éste pueda
exigir el pago al contado dejando a favor del comisionista cualquier interés o ventaja que resulte
de dicho crédito o plazo, de acuerdo al artículo 301 del Código de Comercio. En caso de estar
autorizado para vender a plazos, el comisionista, al realizar la operación, deberá dar aviso al
comitente, pues en caso contrario, se entenderá como si la hubiere hecho al contado, dice el
artículo 302 del código citado. Cuando el comisionista vende al contado, se supone que recibe de
inmediato el monto respectivo, pero cuando lo hace a plazos, es lógico que hay cantidades que
debe hacer efectivas oportunamente, de ahí que el artículo 303 del ya mencionado código, señala
como obligación del comisionista, cuyo incumplimiento le impone responsabilidad, la de verificar
con toda atingencia los cobros, para evitar que responda de los perjuicios que causare su omisión
o tardanza.

XI. OBLIGACIONES DEL COMITENTE


El comitente debe proporcionar al comisionista los medios necesarios para la ejecución del
mandato y reembolsarle los que hubiere anticipado, así como los gastos hechos con ocasión de la
comisión, con los intereses respectivos tal y como la establece el artículo 305, en relación con los
artículos 281 y 282 del Código de Comercio. Además, puesto que la comisión no se presume
gratuita, el comitente debe pagar al comisionista una comisión, salvo naturalmente, que se haya
estipulado que el comisionista no recibiría ningún pago por sus servicios en términos del artículo
304 del mismo código citado.13 El contrato es oneroso. Cuando el comisionista contrata a nombre
del comitente, artículo 285 citado, obliga a éste, por lo que debe aceptar todas las consecuencias
de la comisión. Queda siempre obligado a las resultas de las gestiones ya practicadas, dice por su
parte el artículo 307.
XII. DERECHOS Y PRIVILEGIO DEL COMISIONISTA
Independientemente del derecho que tiene el comisionista a recibir una remuneración por la
ejecución de su mandato, goza de los derechos de retención, venta y preferencia. El derecho de
retención implica que el comisionista no puede ser desposeído de los efectos que estén real o
virtualmente en su poder, sin que previamente se le reembolse las cantidades que por concepto
de la comisión le adeude el comitente. Esto implica que tales efectos garantizan en su valor el
pago al comisionista, el cual podrá hacer que se vendan.
La venta, pues, de los efectos la puede pedir el comisionista para que con su producto se haga
pago, con preferencia a otros acreedores del comitente.
El comisionista goza de un privilegio, con respecto a los demás acreedores del comitente, por eso,
el precio obtenido por la venta de las cosas, ante todo debe servir para el pago de los créditos de
este mismo y sólo cuando tales créditos se hayan cubierto íntegramente, pueden utilizarse para el
pago de los demás acreedores, artículo 306 del Código de Comercio.14 El artículo 279
consideramos que es aplicable en relación con el artículo 306 antes citado, por lo que al
procedimiento de venta se refiere. Dicho artículo establece que el comisionista puede hacer
vender los efectos que se le han consignado, por medio de dos corredores o dos comerciantes a
falta de éstos.
XIII. EXTINCIÓN DEL CONTRATO
La causa natural de conclusión del contrato es lógicamente, el cumplimiento de los actos propios
de la misma. Cuando la comisión tuvo por objeto la ejecución de actos que en un momento se
hace imposible realizar, implica también la extinción del mandato.
Como la comisión reposa en la confianza recíproca del mandante y mandatario, esto es, del
comitente y comisionista, el comitente puede revocar en cualquier momento el encargo,
quedando, sin embargo, a las resultas de las gestiones ya practicadas por el comisionista.
La revocación debe hacerse del conocimiento, en su caso, del sujeto con quien se contrató, o bien
de aquel con quien se contratará, para que tengan efectos y pueda oponérseles, de acuerdo a lo
que establece el artículo 307 del Código de Comercio, que señala que la revocación intimada
únicamente al comisionista, no puede ser opuesta a terceros contratantes que no la conociesen.16
La renuncia de la comisión que haga el comisionista, es causa de conclusión, que no debemos de
confundir con la hipótesis de rehúse. Al renunciar el comisionista, deberá cuidar de que no se
cause daño a los intereses del comitente. Es aplicable el artículo 277 del Código de Comercio, que
obliga al comisionista a practicar las diligencias necesarias para la conservación de los efectos que
el comitente le haya remitido.
El artículo 308 del ordenamiento citado, señala como causa de extinción la muerte o inhabilitación
de las partes en el contrato de comisión. Sin embargo, es necesario distinguir, según se trate del
comisionista o del comitente. Cuando es el primero el que muere o se inhabilita, el contrato sí
concluye, en cambio, cuando la causa es en relación con el comitente, el contrato no termina
automáticamente. Por esa razón, el comisionista puede continuar realizando los ac-tos para los
que fue encargado, a menos que los representantes del comitente revoquen el mandato, pero en
ese caso, es esta la razón de la extinción y no la muerte o inhabilitación. El artículo 100 de la Ley de
Concursos Mercantiles, señala que el contrato de comisión no quedará resuelto por el concurso
mercantil de una de las partes, salvo que el conciliador considere que deba dar-se por terminado.

CONTRATO DE PRÉSTAMO I. CONCEPTO Y CARACTERES


El contrato de préstamo mercantil en general, poco se practica entre comerciantes y en el
comercio, toda vez que para obtener los recursos que se necesitan se recurre a otros medios. No
es común que un sujeto ocurra a otro o a un comerciante para obtener dinero, salvo el caso de
prácticas viciosas de usura, que lógicamente no se reconocen por la ley, se acude a otros actos,
pero no al contrato de préstamo, como por ejemplo la emisión de la letra de cambio o bien la
cuenta corriente, etc. Para lograr fondos generalmente se recurre a los bancos en donde se
celebran los contratos de crédito.

Conforme a nuestro Código de Comercio, artículo 358, el préstamo mercantil presupone una doble
circunstancia: una objetiva y una subjetiva. Objetiva, cuando la cosa prestada se destine a actos de
comercio. Subjetiva, que alguno de los contratantes sea comerciante. El artículo citado dice que se
reputa mercantil el préstamo cuando se contrae en el concepto y con expresión de que las cosas
prestadas se destinen a actos de comercio y no para necesidades ajenas de éste. Además, como el
propio artículo señala, el préstamo es mercantil salvo prueba en contrario, cuando se contrae
entre comerciantes.
La señalada doble circunstancia es lo que determina el carácter accesorio del préstamo mercantil,
que no es en sí mismo acto de comercio, sino que adquiere la calidad mercantil a través del acto
principal a que las cosas prestadas se destinan.3 Habrá pues, necesidad de que se exprese el
destino en el contrato respectivo, como lo señala el artículo 358 citado.
Cuando la calificación la recibe de la intervención de los comerciantes, se entiende o se presume
que éstos destinarán las cosas a la realización de actos de comercio.
El préstamo, cuando se trata de bienes diversos a moneda circulante, es un contrato que se
perfecciona con la entrega de la cosa prestada, en consecuencia, es un contrato real. El artículo
359 del Código de Comercio indica la forma como ha de cumplirse la obligación de devolver que
corresponde al deudor, la que no podría cumplirse sin recibir antes. Es un contrato traslativo de
dominio porque se hacen con el propósito de que se consuma la cosa prestada, esto es, no de que
se use y devuelva la misma; la redacción del artículo citado lo confirma, puesto que dice que se
devolverá la cantidad de dinero igual a la recibida, otros tantos títulos de la misma clase o
idénticas condiciones, así como igual cantidad en la misma especie y calidad

II. CLASES DE PRÉSTAMO


El préstamo puede ser de dinero, de títulos o en especie.

El dinero en el préstamo mercantil funciona siempre como cosa fungible, por ello el deudor pagará
devolviendo una cantidad igual a la recibida y si se pacta el pago en moneda extranjera, la
alteración que sufra será en daño o beneficio del prestador, señala el artículo 359 del Código de
Comercio.
Los títulos se entregan y reciben como cosas fungibles. De aquí que la obligación del deudor
consiste en devolver otros tantos de la misma clase o idénticas condiciones o sus equivalentes si
aquellos se hubiesen extinguido, dice el artículo antes citado. El prestatario ad-quiere la propiedad
de los títulos recibidos y puede, en consecuencia, disponer de ellos.
Los préstamos de especie son cosas fungibles que no entran en la categoría de dinero o títulos. Sin
embargo, cuando el prestatario no pueda devolver la misma especie y calidad o equivalente por
haberse extinguido, devolverá su equivalente en metálico, señala el mismo artículo del Código de
Comercio.
Cualquiera que sea la clase de préstamo, éste puede ser por tiempo determinado o tiempo
indeterminado. En el primer caso, deberá restituirse la cosa prestada dentro del tiempo señalado.
En el segundo caso, no podrá exigirse al deudor el pago, sino después de los treinta días siguientes
a la interpelación que se le haga, ya judicialmente, ya en lo extrajudicial, ante un notario o dos
testigos, dice el artículo 360 del ordenamiento citado.
III. INTERESES
Curiosamente el interés no es un elemento del contrato a pesar de que es mercantil. La razón es
que el contrato es accesorio. Ya dijimos, el carácter mercantil del préstamo procede no del mismo
contrato de préstamo, sino de la operación a que se destinan las cosas prestadas. El propósito de
lucro no está en la operación del préstamo, sino en los actos mercantiles a que el prestatario
destinará las cosas prestadas.

IV. CÓMPUTO DEL RÉDITO POR MORA


El interés se observa sólo cuando hay demora en el pago. En el artículo 362 del Código de
Comercio, se dice que los deudores que demoren el pago de sus deudas, pagarán el interés
pactado para este caso o bien el seis por ciento anual. Disposiciones en desuso por lo que al
interés se refiere.
Si el préstamo consistiese en especie, para computar el rédito se graduará su valor por los precios
que las mercaderías prestadas tengan en la plaza en que deba hacerse la devolución. En caso de
que el préstamo fuese en títulos o valores, el rédito por mora será el que devengue el mismo
título, o en su defecto, el seis por ciento anual, determinándose el precio de los valores por el que
tengan en la bolsa, si fuesen cotizables, o en caso contrario, por el que tuvieren en la plaza el día
siguiente al del vencimiento.
V. CAPITALIZACIÓN DE INTERESES
En cuanto a los intereses vencidos y no pagados, no puede exigir-se intereses sobre ellos; sin
embargo, pueden capitalizarse si así se pactó por los contratantes, conforme lo que establece el
artículo 363 del Código de Comercio, sigue este criterio la Ley Federal de Protección al
Consumidor, artículo 68. Se llama anatocismo. Por otra parte, si el acreedor recibe el principal y no
se reserva el derecho a los intereses pactados, no podrá hacerlos efectivos con posterioridad, de
acuerdo al artículo 364 del Código de Comercio.
VI. APLICACIÓN DE LOS PAGOS
La forma de aplicación de las entregas a cuenta del préstamo, esto es, cuando no se reintegra el
monto total del principal, la indica el artículo 363 antes citado, estableciendo que cuando no
resulte expresa su aplicación, se imputarán, en primer término, al pago de intereses por orden de
vencimientos y después al del capital. A pesar de que, como indicamos, el interés no es un
elemento del contrato, puede pactarse y de hecho es normal que así se haga. No es admisible
hablar de una actividad mercantil gratuita. El Código de Comercio en su artículo 361, discurre en
este aspecto, señalando que toda prestación pactada a favor del acreedor que conste
precisamente por escrito, se reputará interés.

COMPRAVENTA
I. concepto Y caracteres
La compraventa es un contrato que permite satisfacer una importante exigencia económica, la de
adquirir en propiedad un bien y la de recibir por él su valor. Es el contrato de más aplicación, a
partir de que fue superado el trueque o permuta. Regulado en pocos preceptos en el Código de
Comercio, porque lo está ampliamente en el Código Civil.
El artículo 2248 del Código Civil, dice que habrá compraventa cuando uno de los contratantes se
obligue a transferir la propiedad de una cosa o de un derecho y, el otro a su vez, se obliga a pagar
por él un precio cierto y en dinero. La finalidad directa de este contrato es, pues, la transferencia
de la propiedad de una cosa y esta característica constituye el elemento básico de distinción de
casi todos los otros contratos en los que se cede a otros el simple goce de una cosa, sin transferir
la propiedad. La compraventa puede comprender también, no solamente la transmisión de la
propiedad de una cosa, sino la transmisión de un derecho, como puede ser la que realice un
usufructuario que transmite su derecho de usufructo, artículo 1002 Código Civil, o bien un
inventor que transfiere el derecho exclusivo a la explotación del invento.
II. EFECTOS REALES Y PERSONALES DEL CONTRATO
Se dice que los efectos del negocio jurídico pueden ser reales u obligatorios; los primeros tienen
por objeto, la transmisión o la constitución de un derecho real, por ejemplo de propiedad o de
usufructo en cambio los segundos, el nacimiento de una relación de goce o de crédito. De acuerdo
con esto, se considera que la compraventa puede tener efectos reales o efectos obligatorios. Se
considera que tiene efectos reales cuando es el caso de que el comprador adquiere la propiedad
de la cosa vendida en el momento que el contrato se concluye. La posibilidad de adquisición de la
propiedad se da sólo en tanto que la cosa sea determinada individualmente, esto es, por ejemplo,
cierto libro, cierta máquina. No es necesario que se haga la entrega al comprador, puesto que no
se trata de un contrato real, la cosa puede quedar en poder del propio vendedor. La compraventa
tiene efectos obligatorios, cuando a pesar de haberse perfeccionado el contrato no se transfiere la
propiedad de la cosa, simplemente el vendedor queda obligado a hacerlo en un momento
posterior, como sería el caso de venta con reserva de dominio, la venta de cosa genérica o futura.
Lo que sí es indispensable, propio de la esencia misma de la compraventa, es que el
consentimiento que tiene que expresarse sea con intención de transferir el dominio de la cosa o,
en otras palabras, la obligación del vendedor debe tener por objeto la transferencia de la
propiedad del bien vendido a aquel con quien contrata, esto es, al comprador, pero no es
indispensable que esto ocurra en el momento exacto de la celebración del contrato.
III. CONTRATO CONSENSUAL, ONEROSO Y BILATERAL
Es un contrato consensual porque se concluye con la sola voluntad y porque se perfecciona y es
obligatorio para las partes cuando éstas han convenido en el precio y en la cosa, aunque el
primero no haya sido pagado ni la segunda entregada, como dice el artículo 2249 del Código Civil.
El consentimiento es desde luego, un elemento del contrato, que consiste en el acuerdo entre el
vendedor y el comprador para transmitir la propiedad que tiene el primero, por el pago de un
precio que haga el segundo. Es suficiente, como dijimos, que el acuerdo sea res-pecto de la cosa y
el precio, sin que se requiera por lo tanto, que se exprese en forma explícita acerca de todos los
demás aspectos que son una consecuencia necesaria como efectos de la compraventa, toda vez
que la declaración de voluntad va dirigida a la consecución de un fin práctico determinado, de tal
manera que cuando se quiere cierto negocio jurídico, se producen correlativamente, con el solo
querer, todas sus consecuencias jurídicas como sería el caso de la garantía de saneamiento, de
evicción, etc., en la compraventa, por ejemplo.

La compraventa es también un contrato bilateral, puesto que las partes, cada una, debe cumplir
una prestación, de tal manera que, si una no la cumple, la otra no tiene obligación correlativa. La
bilateralidad se deduce de la propia definición antes dada y del artículo 2286 del Código Civil, que
establece que el vendedor no está obligado a entregar la cosa vendida si el comprador no le ha
pagado el precio, así como del artículo 2300 del propio Código, que dice que la falta de pago del
precio, da derecho para pedir la rescisión del con-trato, por su parte, el artículo 380 del Código de
Comercio, respecto de la compraventa mercantil establece que el comprador deberá pagar el
precio de las mercancías en los términos y plazos convenidos y el artículo 376 del mismo código,
señala que el contratante que cum-ple tiene derecho de exigir del que no cumpliere, la rescisión o
cumplimiento del contrato, independientemente de la indemnización por daños y perjuicios. La
bilateralidad en las prestaciones implica, a su vez, la onerosidad en tanto que se dan gravámenes y
provechos recíprocos, el vendedor debe entregar un bien, el comprador debe pagar un precio, en
los términos que hubieren pactado y a los cuales quedan sujetos, según el artículo 372 del Código
de Comercio, que establece que en las compraventas mercantiles se sujetarán los contratantes a
todas las estipulaciones lícitas con que las hubieran pactado.

IV. CARÁCTER MERCANTIL


La compraventa es mercantil cuando constituye una actividad de intermediación en el cambio, en
tanto el comprador compra para revender, o el vendedor vende una cosa que a su vez ha
comprado para revenderla. Se distingue fundamentalmente así de la compraventa civil que es un
acto de consumo, diverso al de la compraventa mercantil que pertenece a la zona del cambio, de
la circulación de la riqueza, en la que su comercialidad se determina por la intención del sujeto,
que no es otra sino la del propósito de especular, de traficar.4 La participación de un sujeto
comerciante puede darle el carácter de mercantil a la compraventa, cuando el comerciante la
realiza en el ejercicio de su profesión que, en última instancia, implica como última finalidad la de
especular o traficar. Por ello, el Código de Comercio presume mercantil, esto es, acto de comercio,
las obligaciones de los comerciantes y entre los comerciantes, salvo prueba en contrario; así lo
estipula el artículo 75 en sus fracciones XX y XXI. El elemento subjetivo, esto es, la calidad de
comerciante no es esencial para la comercíalidad de la compraventa. El artículo 371 del Código de
Comercio, dice que serán mercantiles las compraventas a las que este código les dé tal carácter y
todas las que se hagan con el objeto directo y preferente de traficar.
Encontramos, pues, un elemento de intención que consiste en el propósito de especulación
comercial y en atención a él es como el código señala las compraventas de muebles o inmuebles
como actos de comercio. El mencionado artículo 75, en las fracciones I y II, establece que se
reputa acto de comercio, todas las adquisiciones, enajenaciones y alquileres verificados con
propósito de especulación comercial, de mantenimiento, artículos, muebles o mercaderías, sea en
estado natural, sea después de trabajados o labrados, así como las compras y ven-tas de bienes
inmuebles cuando se hagan con dicho propósito de especulación comercial.

La fracción III del mismo artículo también se refiere a la compra-venta, pero sin señalar como en
las fracciones I y II, condición alguna para considerarlas actos mercantiles; basta que se compren o
se ven-dan porciones, acciones u obligaciones de sociedades mercantiles para que el acto se rija
por la ley mercantil; es por el objeto en que recae el acto lo que determina su mercantilidad.5
Quien compra, pues, debe tener la intención de transferir lucrativamente a otro la cosa que
compra y aun cuando al hacer la transferencia no se obtenga el lucro buscado, es suficiente la
finalidad perseguida para que se dé el carácter de la mercantilidad. Al contrario, quien adquiere
sin ese propósito de especular y posteriormente vende con utilidad las cosas adquiridas, no hace
una compraventa mercantil, porque el propósito sobrevenido no puede retraerse y transformar un
acto que fue civil en un acto de naturaleza mercantil.

V. OBJETO
El objeto en que recae la compraventa puede ser cualquier cosa,7 siempre y cuando no esté fuera
de comercio y por lo mismo inalienable. Toda cosa susceptible de cambio y por lo tanto con un
valor, pue-de ser el objeto que se trasmita del vendedor al comprador. En consecuencia, no son
susceptibles de constituir objeto de venta, los derechos intransmisibles como, por ejemplo, el uso
o la habitación; cosas prohibidas como cosas que pueden perjudicar la salud o higiene, como
sustancias venenosas, estupefacientes; bienes que son de utilidad o dominio público, como obras
u objetos históricos en museos públicos; productos falsificados.
VI. DETERMINACIÓN DEL OBJETO

La cosa objeto de la venta debe ser determinada como sería el señalamiento de cierto inmueble,
de cierto objeto o bien, determinable como en el caso de una cantidad de cosas de un género
determinado, tonelada de varilla, costales de maíz. En el primer caso se habla de venta de cosa
determinada, en el segundo de venta genérica. A su vez la venta puede concertarse sobre
muestras o a ensayo o gusto, peso o medida.
VII. VENTA SOBRE MUESTRA O CALIDAD DETERMINADA
El artículo 2258 del Código Civil, prevé el caso de la venta sobre muestras, cuando se trata de
artículos perfectamente determinados y conocidos.
En los contratos así celebrados, el vendedor debe suministrar la muestra al comprador para que el
comprador manifieste su consentimiento, de manera que al hacerlo la mercancía se entregue
conforme a la muestra. El artículo 373 del Código de Comercio dice que las compraventas que se
hicieren sobre muestras o calidades de mercancías determinadas y conocidas en el comercio, se
tendrán por perfeccionadas por el solo consentimiento de las partes. Esto implica, por tanto, que
el comprador no puede rechazar la mercancía después de haber aceptado que conoce la muestra,
es decir, la mercancía, salvo que no sea coincidente. En caso de desacuerdo entre los contratantes,
el propio artículo 373 dice que dos comerciantes nombrados uno por cada parte, y un tercero para
el caso de discordia nombrado por éstos, resolverán sobre la conformidad o inconformidad de las
mercancías con las muestras o calidades que sirvieron de base al contrato. La resolución del
contrato en todo caso procederá, si los comerciantes peritos que intervienen para resolver la
inconformidad en los términos de la segunda parte del artículo citado, determinan que la
mercancía no es la indicada en el contrato y acorde con la muestra, pues en caso contrario, el
comprador tendrá que aceptarla. Sin la intervención de los peritos no puede el comprador por sí
dar por rescindido el contrato. Las ventas efectuadas con base en catálogos o lista de precios
deben asimilarse a la venta sobre muestra, cuando en los mismos se detallan los objetos y sus
calidades.

VIII. VENTA A ENSAYO O GUSTO, PESO O MEDIDA


El Código de Comercio no se refiere específicamente a estas ven-tas, aun cuando emplea el
término calidades de mercancías en los artículos 373 y 374, que pudiera aplicarse al caso de cosa a
gusto o ensayo, sobre todo este último que se refiere al examen y aceptación de las mercancías. La
ley civil, artículo 2257, dice que no producirá efectos la compra hasta en tanto no se guste, pese o
mida la cosa ven-dida. Es decir, la venta no existe hasta que el comprador haya dado su
conformidad, por lo que se considera que se trata de una venta condicionada, en lo que es
necesario estipular la cláusula respectiva, señalando la forma y términos para realizar el ensayo o
prueba, peso o medida. En el Código de Comercio, cuando la mercancía no es vista ni determinada
y conocida, habrá que ensayar o gustar para que se considere examinada y gustada y se acepte.
IX. VENTAS MENORES

En las compraventas mercantiles, las necesidades del tráfico mercantil en el que las ventas deben
efectuarse con celeridad y que por lo mismo el cliente comprador no hace un examen pleno de las
cosas, las adquiere simplemente del intermediario, crea la necesidad de proteger al consumidor;
para ello se establecen diversas medidas, como la indicación exacta de la mercancía con el
señalamiento de su calidad, a efecto de evitar confusiones entre productos que son semejantes,
como ropa y comestibles elaborados; la indicación precisa de la marca para conocer el origen del
producto, la fijación del precio para facilitar la decisión del comprador, etc. La venta se presume
hecha siempre al contado.
En la Ley Federal de Protección al Consumidor, en el artículo 34, se establece que los datos que
ostenten los productos o sus etiquetas, envases y empaques y la publicidad respectiva, tanto de
manufacturas nacionales como de procedencia extranjera, se expresarán en idioma español y su
precio en moneda nacional en términos comprensibles y legibles. No se cumple al pie de la letra. El
artículo 40 del mismo ordenamiento señala por su parte que las leyendas garantizado, garantía o
cualquier otra equivalente, sólo podrán emplearse cuando se indique en qué consisten y la forma
en que el consumidor pueda hacerlas efectivas.
X. PRECIO

Según hemos visto de la definición de la compraventa, artículo 2248 del Código Civil, el precio es
un elemento esencial del contrato, es el elemento real. El precio se fija libremente por las partes,
salvo control. Cuando se hace referencia al precio como elemento del contrato de compraventa,
se entiende que lo constituye una suma de dinero, es decir, se hace mención no sólo de la
cantidad, sino también de la calidad, en tanto que puede hacerse pago en bien distinto a dinero,
en cuyo caso no hay compraventa, se da otro contrato, la permuta.11 El comprador, dice el
artículo 380 del Código de Comercio, deberá pagar el precio de las mercancías que se le hayan
vendido en los términos y plazo convenidos.

ARRAS
En el precio quedan comprendidas las arras. Puede darse el caso de que el comprador, a efecto de
asegurar la compra, o por el contrario el vendedor, para asegurar la venta, entregue o exija, según
el caso, una cantidad previa a la celebración del contrato. El Código de Comercio, en el artículo
381, establece que, salvo pacto en contrario, las cantidades que con el carácter de arras se
entreguen en las ventas mercantiles se reputarán dadas a cuenta del precio.12 Arras, se ha
considerado, es por tanto, entrega de dinero hecha por una de las partes a la otra, al tiempo de la
conclusión del contrato, bien como signo de ésto, arras confirmatorias, bien como reconocimiento
de la que las recibe o la que las ha dado, de la facultad de resolverlo perdiéndolas, arras
penitenciales.
XII. FIJACIÓN DEL PRECIO POR UN TERCERO
El precio se fija, como indicamos anteriormente, mediante convenio entre las partes contratantes,
no puede, por disposición de la ley, artículo 2254 del Código Civil, dejarse que se fije al arbitrio por
una de las partes. Pueden los contratantes acordar que un tercero sea quien señale el precio de la
operación, en cuyo caso, fijado éste, no puede ser rechazado, salvo acuerdo común, tal y como lo
establece el artículo 2252 del código citado. Si el tercero no quiere o no puede señalar el precio, el
contrato quedará sin efecto, a menos que las partes convengan lo contrario, según dice el artículo
2253 del propio Código Civil. Este último precepto suele no tener aplicación en algunas ocasiones,
cuando el contrato ya celebrado, el comprador ha dispuesto de la mercancía, en este caso resulta
imposible invalidar tal contrato y, por lo tanto, el precio quedará fijado según el curso corriente
del mercado.

FORMA DE PAGO
De acuerdo con el artículo 380 del Código de Comercio, en las ventas mercantiles debe pagarse el
precio en los términos y plazos convenidos y a falta de convenio, deberá pagarse de contado.
Independientemente de que el precio deba pagarse a plazos o al contado, en las ventas
mercantiles, las mercancías pueden venderse a su justo precio o al precio corriente.
Por justo precio se entiende que el precio sea verdadero y cierto, es decir, que no sea simulado, y
que en su caso se determine o bien pueda ser determinado de la manera que en el mismo
contrato se señale. El precio corriente es desde luego precio justo, sólo que en esta hipótesis, el
precio se deja sin señalar por las partes y por lo tanto, se fija acudiendo al precio de bolsa o de
mercado, que priva general-mente en el lugar en donde debe entregarse la cosa vendida. El
artículo 2251 del Código Civil, señala que los contratantes pueden convenir en que el precio sea el
que corre en día o lugar determinados.
XIV. FORMA DEL CONTRATO
Hemos dicho que el contrato de compraventa es consensual, por-que se concluye con la sola
expresión coincidente de voluntades, por lo tanto, no requiere de la forma escrita para su
perfeccionamiento. El contrato puede probarse por todos los medios y los contratantes se
sujetarán a todas las estipulaciones lícitas con las que hubieren pactado. En las operaciones
mercantiles de compraventa, por lo que se refiere a la prueba del contrato, la práctica ha
considerado la prueba mediante las facturas que expide el vendedor y recibe y acepta el
comprador. Las facturas son documentos, por otra parte, que el comerciante tiene obligación de
conservar por duplicado, dentro del sistema de contabilidad adecuado que el Código de Comercio
prescribe debe llevar, así lo señala el artículo.
La factura es el documento firmado por el vendedor, después de concluido el contrato y que sirve
normalmente para indicar el precio de la mercancía, según sea su calidad y cantidad, así como
para informar al cliente el envío de la propia mercancía y precisar a éste la forma, en caso de
cumplir con su obligación de pagar el precio, especialmente cuando el pago debe hacerse contra la
presentación de la factura.

La factura es base para preparar, en su caso, la acción ejecutiva, artículos 1162 a 1167 del Código
de Comercio. En el artículo 12 de la Ley Federal de Protección al Consumidor se señala que el
proveedor tiene la obligación de entregar al consumidor factura, recibo o comprobante, en el que
consten los datos específicos de la compraventa, servicio prestado u operación realizada.
XV. PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO Y TRANSMISIÓN DE LA PROPIEDAD
Por regla general, la venta es perfecta cuando las partes han con-venido en el precio y la cosa, dice
el artículo 2249 del Código Civil. En consecuencia, es obligatoria para las partes. En la legislación
civil se establece que si la venta tiene por objeto una cosa cierta y determinada, la propiedad de la
cosa se transfiere en el momento mismo del contrato, artículo 2014, porque se considera perfecta
en este instante. El artículo 373 del Código de Comercio indica que las compraventas que se
hicieren sobre muestras o calidades de mercancías determinadas y conocidas en el comercio, se
tendrán por perfeccionadas por el solo consentimiento. Si son especificadas la propiedad se
trasmite a la perfección del contrato. Por el contrario, si la venta tiene por objeto una cantidad de
cosas
indicadas genéricamente, la propiedad se transmite en el momento de la especificación.
Igualmente, si no han sido vistas, gustadas, o pesadas, no hay perfeccionamiento, no hay por lo
mismo transmisión de propiedad.
La especificación consiste en el acto por el que las cosas genérica-mente indicadas en el contrato
se separan e individualizan. La especificación debe efectuarse con el concurso, tanto del vendedor
como del comprador.
Venta a prueba Puede darse el caso de que la cosa sea conocida y determinada, pero sin embargo
la compraventa se haya concertada con condición, esto es, que el comprador se reserve la facultad
de examinar y en su caso, aceptar la mercancía. En tanto que no lo haga, aun cuando se puede
decir que hay acuerdo sobre la cosa y el precio, es necesario que el comprador dé su juicio
favorable para que se considere el con-trato de compraventa jurídicamente válido y se transmita
la propiedad.
El artículo 2015 del Código Civil, señala que en el caso de las enajenaciones de alguna especie
indeterminada, la transmisión de la propiedad no se realiza sino hasta que las cosas son ciertas y
determinadas, porque hasta entonces produce efectos la venta, conforme al artículo 2257 del
propio Código Civil. Por su parte, el Código de Comercio en el artículo 374 establece que cuando el
objeto de la compraventa son mercancías que no hayan sido vistas por el comprador ni pueden
clasificarse por calidad determinada conocida en el comercio, el contrato no se tendrá por
perfeccionado, mientras el comprador no las examine y acepte, lo que implica que es hasta
entonces que la propiedad puede transmitirse.
En el contrato debe estipularse el lugar y tiempo dentro del cual debe hacerse el examen. Si el
examen se debe practicar en el domicilio del vendedor, transcurrido el término sin que se efectúe,
se entenderá que el vendedor queda liberado de las obligaciones que le corresponden. Por el
contrario, si la cosa está en poder del comprador y éste no realiza el examen dentro del término
fijado, sin aviso alguno al vendedor, debe entenderse que acepta y el contrato se per-fecciona.17
Esto implica que el comprador no tiene derecho arbitrario a rechazar la cosa vendida, ya que al
vendedor le asiste también la facultad de demostrar que la prueba fue satisfactoria.
XVII. VENTA A CONFIRMACIÓN
Puede también darse la situación en la que el precio y la cosa sean determinados con toda
precisión y que el comprador esté de acuerdo en ello, pero sin embargo el contrato no puede
perfeccionarse. Se da esta hipótesis en ocasiones en que el negocio se trata a través de los
agentes, auxiliares mercantiles, quienes actúan por su principal. Regularmente el cliente
manifiesta su aceptación frente al agente y que-da por ello obligado dentro de un término
establecido, pero queda sujeto el negocio a la aceptación del principal, o bien a que exista en
bodega la mercancía. Si esto sucede, el contrato queda perfeccionado, en caso contrario, el
negocio no produce ningún efecto.18 No hay precepto específico que reglamente esta forma de
venta, por lo que quizá fuese aplicable la disposición que se refiere a los con-tratos celebrados por
correspondencia, es decir, el artículo 80 del Código de Comercio, que establece que los contratos
mercantiles que se celebren por correspondencia, quedarán perfeccionados desde que se
conteste aceptando la propuesta o las condiciones con que ésta fue-re modificada.
XVIII. COMPRAVENTA A PLAZO Y RESERVA DE PROPIEDAD
El contrato puede ser perfecto y, sin embargo, no implicar que la transmisión de la propiedad de la
cosa se opere. En la compraventa a plazo, el vendedor normalmente se reserva transmitir la
propiedad hasta el momento en que el comprador liquide el precio. El cumplimiento de la
obligación de pago por parte del comprador se hace en los términos que en el propio contrato se
señalen, que bien puede ser al contado o a plazos. El artículo 2310 del Código Civil establece las
reglas a las que se sujeta la venta, si se faculta al comprador para que pague en abonos. Si la venta
es de inmuebles debe inscribirse en el Registro Público, así también cuando se trate de muebles
susceptibles de identificarse de manera indubitable, para que la reserva de propiedad surta
efectos frente a tercero. Es necesario que se fije con precisión la forma de pago pues si se omite,
esto es, cuando no se pacte los términos y plazos para el pago del precio, el comprador deberá
pagar al contado, según lo establece el artículo 380 del Código de Comercio

El artículo 2312 del Código Civil, dice que puede pactarse válida-mente que el vendedor se reserve
la propiedad de la cosa vendida, hasta que su precio sea pagado. La reserva de propiedad
establecida a favor del vendedor implica una garantía de su interés y a su vez, permite en el
comercio moderno facilitar a éste la colocación de su mercancía, entre la clientela que en muchas
ocasiones carece de los recursos para hacer frente a la compra de cosas que le son necesarias.
Reservándose el vendedor la propiedad, conserva una acción real que tutela sus derechos, de tal
manera que puede, en su caso, reivindicar la cosa vendida.
En la compraventa a plazos con reserva de dominio no podrá aumentarse el precio originalmente
estipulado para la operación de que se trate, dice la Ley Federal de Protección al Consumidor,
artículo 66-IV.
En efecto, no se aumenta el precio; sin embargo, las autoridades permiten, dada su política
financiera y monetaria, aumentar el interés que flota, que no es otra cosa que aumento de precio
y de inflación.
XIX. TRANSMISIÓN DE LOS RIESGOS

Normalmente una vez que se ha efectuado la transmisión de la propiedad y entregado la cosa, se


transmiten al comprador los riesgos y peligros de la misma. A este efecto el artículo 377 del Código
de Comercio dice que, perfeccionado el contrato, las pérdidas, daños o menoscabos que
sobrevienen a las mercancías vendidas, serán por cuenta del comprador, si ya le hubieren sido
entregadas las mercancías real, virtual o jurídicamente, y si no le hubieran sido entregadas en
ninguna de estas formas, serán por cuenta del vendedor. La entrega real, dice el artículo 2284 del
Código Civil, consiste en la entrega material de la cosa vendida o en la entrega del título si se trata
de un derecho. Hay entrega jurídica cuando, aún sin estar materialmente entregada la cosa, la ley
la considera recibida por el comprador, como sería el caso de que la cosa quedara en poder de un
tercero, o en la venta FOB y CIF, se entrega la documentación correspondiente. Desde el momento
que el comprador acepte que la cosa vendida quede a su disposición, se tendrá por virtualmente
recibido de ella, como lo señala también el artículo 378 del Código de Comercio; la entrega de las
llaves al comprador, del lugar en donde está la mercancía, es una entrega virtual. La transmisión
de los riesgos al comprador presupone, por lo tanto, que la cosa vendida sea determinada e
individualizada, y por su-puesto puesta a disposición del comprador. Si la cosa vendida, por el
contrario, no se ha precisado, el riesgo corre a cargo del vendedor.

Pueden las partes, sin embargo, hacer que pasen al comprador los riesgos antes de transmitirle la
propiedad, como sería el caso de la venta con reserva de dominio, en este caso se estipula que el
vendedor se reserva la propiedad hasta la total solución del adeudo, pero los riesgos de la cosa se
transfieren al comprador, a quien se ha transferido la tenencia de la cosa. Esto resulta lógico y
equitativo, además, en tanto que el comprador recibe la cosa, tiene por lo tanto la posesión y el
goce de la misma, y de él exclusivamente depende adquirir la propiedad, pagando, inclusive por
adelantado, el precio.
XX. OBLIGACIONES DEL VENDEDOR
La parte vendedora tiene fundamentalmente dos obligaciones; primera, entregar la cosa vendida
y, segunda, responder de los vicios y garantizar la apropiación pacífica de la misma.
XXI. ENTREGA
La entrega de la cosa implica, naturalmente, la transmisión de la propiedad. Ya apuntamos al
principio de la explicación de este contrato, que la finalidad directa que se persigue al celebrarlo,
es precisa-mente la transferencia de la propiedad de la cosa. El vendedor debe de entregar la cosa
vendida en el estado en que se hallaba al perfeccionarse el contrato, según se establece por el
artículo 2288 del Código Civil. Además, la entrega debe hacerse en la cantidad y en el plazo
estipulado, como dice el artículo 375 del Código de Comercio, pues de no hacerlo así, puede
provocar la rescisión del contrato, atento a que el artículo 376 del mismo código, establece que en
las compraventas mercantiles, una vez perfeccionado el con-trato, el contratante que cumpliere
tendrá derecho a exigir del que no cumpliere la rescisión o cumplimiento del contrato y la
indemnización, además de los daños y perjuicios. Respecto del plazo de entrega, si no se hubiera
fijado, el vendedor deberá tener a disposición del comprador las mercancías vendidas dentro de
las veinticuatro horas siguientes al contrato, señala el artículo 379 del Código de Comercio. Éste
puede también prever que la entrega se haga en plazos o por partes, en cuyo caso, el comprador
no está obligado a recibir la mercancía fuera de ellos. La entrega debe ser en el lugar, en el
momento y con las formalidades fijadas en el contrato. A falta de estipulación, la entrega de la
cosa debe hacerse en el lugar en que se encontraba cuando se vendió; y en la venta genérica, en el
domicilio del vendedor. Los gastos de entrega, hasta poner la mercancía a disposición del
comprador, son por cuenta del vendedor, indica el artículo 382 del Código de Comercio.
XXII. GARANTÍA DE EVICCIÓN Y SANEAMIENTO
Como dijimos anteriormente, el vendedor debe garantizar al comprador la apropiación pacífica de
la cosa, además, responder de los vicios de la misma. El artículo 384 del Código de Comercio
estipula que el vendedor, salvo pacto en contrario, quedará obligado en las ventas mercantiles a la
evicción y saneamiento. La evicción la conceptúa el artículo 2119 del Código Civil, así como el
saneamiento el artículo 2142. Es interesante señalar que se ha considerado que en materia de
compraventas mercantiles, poco interesa la garantía de evicción, esto es, la responsabilidad del
vendedor para que el comprador tenga la posesión legal y pacífica de la cosa vendida. La razón
que se da es en el sentido de que el comercio opera generalmente con bienes muebles en los que
la posesión de buena fe equivale al título y, además, porque no cabe la reivindicación tratándose
de las ventas mercantiles más numerosas, que son las efectuadas en almacenes o tiendas abiertas
al público.
La razón no es equivocada; sin embargo, no es posible generalizarla dado que el comercio con
bienes inmuebles ha sido en un ritmo sumamente acelerado y, por lo tanto, en las operaciones
mercantiles de esta naturaleza, sí es importante la garantía de evicción a que nos referimos.
Junto a la garantía de evicción, nos encontramos con la garantía de saneamiento, es decir, la
acción que tiene el comprador para exigir al vendedor en caso de vicios en la cosa. Esta garantía
tiene una limitación en el tiempo, ya que el Código de Comercio obliga al comprador a ejercer la
acción dentro de un periodo perentorio después de recibidas las mercancías. El comprador debe
de reclamar al vendedor, por escrito, la falta de calidad o cantidad de ellas en cinco días o dentro
de treinta días por causa de vicios internos, so pena de perder sus derechos contra el vendedor,
así lo establece el artículo 383 del Código de Comercio. Quizá el legislador consideró que en el
comercio debe haber seguridad y es una forma de dársela al vendedor, que sabe a tiempo si la
operación se finiquitó adecuadamente.

Frecuentemente, el vendedor otorga una garantía llamada convencional, que consiste en asumir la
responsabilidad del buen funcionamiento de la cosa vendida durante un periodo determinado,
dentro del cual se compromete, en su caso, a reparar o cambiar piezas o hacer limpieza,
etcétera.25
Se había seguido la práctica entre grandes comerciantes, en admitir que el comprador pueda
devolver los objetos y recuperar el precio o bien cambiarlos por otros, para evitar problemas
jurídicos y conservar el cliente. Es una condición resolutoria potestativa para el comprador. Ahora
es ley, artículos 77 y 92, Ley Federal de Protección al Consumidor.
XXIII. OBLIGACIONES DEL COMPRADOR
El comprador debe pagar el precio en el día y lugar determinados en el contrato. Si en él nada se
ha estipulado a este respecto, el comprador debe pagar al contado, en la época y lugar en que la
entrega de la cosa deba verificarse. Los artículos 2293 y 2294 del Código Civil y el artículo 380 del
Código de Comercio, señalan lo anterior. El primero dice que el comprador debe cumplir todo
aquello a que se haya obligado y especial-mente pagar el precio de la cosa en el tiempo, lugar y
forma convenidos. El segundo establece que si no se ha fijado tiempo y lugar, el pago se hará en el
tiempo y lugar en que se entrega la cosa. El tercer precepto mencionado indica que el comprador
deberá pagar el precio de las mercancías que se le hayan vendido en los términos y plazos
convenidos y agrega que a falta de convenio lo pagará al contado. Recibir la cosa es otra obligación
del comprador.
XXIV. MORA EN EL PAGO Y DERECHO DE PREFERENCIA
Si el comprador no cumple con su obligación de pago, deberá abonarle al vendedor los réditos que
su incumplimiento ocasione, al tipo legal sobre la cantidad que adeude, así lo establece el artículo
380 citado.
El vendedor tiene, en relación a la obligación de pago del comprador, una garantía que consiste en
la facultad de ser pagado preferentemente respecto de cualquier acreedor, con el producto de la
venta de las mercancías objeto de la venta. El artículo 386 del Código de Comercio, preceptúa que
mientras las mercancías vendidas estén en poder del vendedor, aunque sea en calidad de
depósito, éste tendrá preferencia sobre ellas con respecto a cualquier acreedor. El derecho de
preferencia en estas condiciones, implica a su vez un derecho de retención, puesto que en tanto el
comprador no cumpla con el pago, el vendedor no le entregará la cosa vendida. El artículo 2286
del Código Civil da al vendedor este derecho, al establecer que no está obligado a entregar la cosa
vendida, si el comprador no ha pagado el precio, salvo que en el contrato se haya señalado un
plazo para el pago, en cuyo caso no podemos hablar de incumplimiento y mora.
XXV. OBLIGACIÓN DE OTROS PAGOS
No solamente debe pagar al vendedor el precio de la cosa vendida y, en su caso, los intereses
estipulados o moratorios, sino también le corresponde hacerlo en el caso de que no reciba la
mercancía. El artículo 2292 del Código Civil, dice que si el comprador se constituyó en mora de
recibir, abonará al vendedor el alquiler de las bodegas, graneros o vasijas en que se contenga lo
vendido.
Además, se paga por el comprador, conforme al artículo 382 del Código de Comercio, los gastos de
recibo y extracción de las mercancías fuera del lugar de entrega.
XXVI. RESCISIÓN
El contrato de compraventa mercantil se rescinde por incumplimiento de alguna de las partes. El
contratante que cumple, puede proceder contra el que no ha cumplido, a fin de que éste sea
condena-do a cumplir el contrato y a resarcir los daños y perjuicios derivados del impuntual
cumplimiento o a pedir la rescisión del contrato y así también el pago de daños y perjuicios; este
derecho se consagra en el artículo 376 del Código de Comercio, que agrega también que debe
indemnizarse al que cumple. En materia mercantil nos encontramos una regla propia, que se ha
identificado como la cláusula penal, así lo dijimos ya con anterioridad. El Código de Comercio, en el
artículo 88, dice que en el contrato mercantil en que se fijare pena de indemnización contra el que
no lo cumpliere, la parte perjudicada podrá exigir el cumplimiento del contrato o la pena prescrita,
pero utilizando una de estas dos acciones, quedará extinguida la otra. En la compraventa
mercantil, no implica rescisión del contrato que haya una causa de lesión,28 esto es, cuando hay
una desproporción considerable en las prestaciones. En la compraventa civil, sí es causa, artículo
17 código civil. El artículo 385 del Código de Comercio, establece que las ventas mercantiles no se
rescindirán por causa de lesión, pero al perjudicado, además de la acción criminal que le competa,
le asistirá la de daños y perjuicios contra el contratante que hubiere procedido con dolo o malicia
en el contrato o en su cumplimiento. La razón para que el legislador no considerara inválido el
contrato susceptible de rescisión, fue sin duda, como se ha querido explicar, que en el comercio
no es adecuado crear inseguridad para los derechos, porque se entorpece y perturba la rapidez de
las actividades y al originar la ineficacia de una operación realizada, trastorna o impide el
encadenamiento económico de las operaciones sucesivas.29 En el derecho civil, la lesión produce
la nulidad relativa del con-trato, establece el artículo 2228 del código relativo, en consecuencia,
debe entenderse que existe la posibilidad de ratificarlo.30 Lesión debe entenderse abuso por
necesidad al celebrarse el contrato.
XXVII. COMPRAVENTA CONTRA DOCUMENTOS
En esta forma de compraventa, la entrega de la mercancía y el pago del precio se hacen a
continuación de la entrega de títulos justificativos de la propiedad de las mercancías o de otros
análogos. En la compraventa CIF, por ejemplo, y que adelante señalamos en qué consiste, el
vendedor cobra el precio contra la entrega de los documentos que justifican el embarque, el pago
del flete y el pago del seguro. Se caracteriza, pues, esta operación, porque las partes quedan de
acuerdo en que, en lugar de la mercancía, el comprador recibe el documento que representa la
propiedad de la misma y con el cual puede exigir su consignación. El vendedor se libera de la
obligación de entrega remitiendo al comprador los títulos representativos de la mercancía.

Una gran porción de las compraventas internacionales y gran par-te de las nacionales, se celebran
contra documentos utilizando, además, el crédito documentado que a reserva de verlo más
adelante, opera de manera que el comprador abre un crédito en su banco, dándole orden de
pagar al vendedor contra presentación de los documentos del contrato. Frecuentemente se
recurre a la venta contra documentos, cuando la mercancía se encuentra en vía de transportación
y el vendedor es quien posee los documentos que expide el porteador encargado de transportar la
mercancía.32
En esta forma de compraventa, el vendedor queda liberado o más bien, cumple con la obligación
de entregar la cosa, mediante la remisión al comprador de los documentos justificativos de la
propiedad de la misma. A menos que se pacte en diversa forma, el pago del precio debe hacerse
en el momento y en el lugar en que se hace entrega de los documentos. Implica una entrega
jurídica del bien. El artículo 89 de la LGTOC dice, en relación a la letra de cambio que se llama letra
documentada, que la inserción de las cláusulas “documento contra aceptación” o “documento
contra pago”, o de las menciones “D/A” o “D/P”, en el texto de una letra de cambio con la que se
acompañen documentos representativos de mercancías, obliga al tenedor de la letra a no entregar
los documentos, sino mediante la aceptación o pago de la letra En la compraventa, sobre
documentos, el vendedor cumplirá la obligación de entrega de la cosa, remitiendo al comprador
en la forma pactada o usual, los títulos representativos de ella y los demás documentos indicados
en el contrato o establecidos por los usos. El comprador debe hacer el pago contra la entrega de
los documentos, pero quedarán a salvo sus acciones en relación con la calidad o esta-do de la cosa
comprada. La salvedad a favor del comprador se en-tiende lógica, en tanto que éste no recibe en
sentido físico la cosa y por lo mismo no teniéndola a la vista, le es imposible constatar sus
elementos.
XVIII. COMPRAVENTA DE PLAZA A PLAZA Y FRANCO DOMICILIO
En las compraventas, el vendedor puede asumir como tal, sola-mente la obligación de entregar al
comprador la cosa vendida, en el lugar en que se celebra el contrato o en donde se encuentre en
ese momento. Otras veces, el vendedor se compromete a remitir o hacer transportar las
mercancías a la plaza de destino, en donde serán recibidas por el comprador, venta de plaza a
plaza. El vendedor se obliga a entregar la mercancía en un determinado lugar, pagando todos los
gastos y corriendo los riesgos del transporte; es lo que se conoce con el nombre de venta franco
domicilio. En otras ocasiones, el vendedor se compromete únicamente, a poner las cosas en el
medio de transporte, pero no asume los riesgos de ninguna naturaleza a partir de entonces. O
bien, sin asumir tampoco riesgo alguno, contrata el transporte y el seguro sobre las cosas.
Hablamos entonces de la venta FOB y de la venta CIF.

COMPRAVENTA FOB
Las siglas FOB se refieren a las palabras inglesas Free on board, libre a bordo, en español, LAB. El
contrato celebrado en esta forma, implica que una vez que el vendedor entrega la mercancía a
bordo del transporte, salva su responsabilidad respecto a los riesgos, y el comprador es quien
debe contratar, o bien, ya contrató, el transporte y el seguro, en su caso. En la venta libre a bordo,
la cosa vendida deberá entregarse para su transportación a bordo del transporte, en el lugar y
tiempo convenidos. Desde el momento de la entrega la responsabilidad de los riesgos se
transmitirá al comprador. Al vendedor, pues, no le incumbe hacer transportar la mercancía,
aunque puede hacerlo, por convenio con el comprador, en cuyo caso actúa como mandatario.35
En esta venta, el precio de la cosa comprenderá todos los gastos, impuestos y derechos que se
acusen hasta el momento de su entrega. Una especie de la venta a que hemos aludido, es la
llamada venta al costo del transporte, en la que el vendedor cumple su obligación de entrega de
las mercancías al colocarlas en el muelle, al costado del buque, y desde ese momento opera la
transmisión de la responsabilidad en los riesgos al comprador. En ocasiones la compra venta es
libre abordo estibado, cuando el vendedor deja de ser responsable en el momento que la
mercancía queda estibada.
XXX. COMPRAVENTA CIF
Corresponden las siglas CIF a las palabras cost, insurance, freight, como en español las siglas CSF,
costo, seguro, flete. Como en el caso de la compraventa FOB, el vendedor asume la obligación de
entregar la mercancía para que sea transportada, pero además se compromete a contratar el flete
y el seguro correspondiente. La venta se hace por un precio global que comprende no sólo el
precio mismo de la mercancía, sino también el costo del transporte y de la prima del seguro.
Característica del contrato es que a pesar de que el vendedor con-trata el transporte y el seguro, la
venta se considera consumada en el lugar de embarque, de manera que cuando se entrega la
mercancía, su transportación corre a riesgo del comprador. La transmisión de la propiedad se
produce cuando se entregan las mercancías al porteador, es decir, cuando se transmite la
posesión por la entrega de los documentos respectivos.
En la compraventa, costo, seguro, flete, el precio comprenderá el valor de la cosa, más el importe
de las primas del seguro y el importe de los fletes hasta el lugar convenido para que la mercancía
sea recibida por el comprador. El vendedor se entenderá obligado a contratar el transporte en los
términos convenidos, a pagar los fletes, y a obtener del porteador el conocimiento de embarque
correspondiente; a contratar y pagar, a favor del comprador o de la persona que éste indique, la
prima del seguro sobre las cosas vendidas, el cual deberá cubrir los riesgos convenidos o los
usuales, y a obtener del asegurador la póliza y el certificado correspondiente, así como entregar
los documentos al comprador o a la persona que él indique. La responsabilidad de los riesgos se
transmitirá al comprador desde el momento en que la cosa sea entregada al porteador y desde
ese momento deberá iniciarse la vigencia del seguro.
XXXI. VENTAJAS

Esta forma de contratar implica ventajas para el comprador, por-que lo exime de tratar en una
plaza, en la que quizá no tiene relaciones, las operaciones de transporte y seguro,
independientemente de que conoce con exactitud el precio de la mercancía entregada en el
puerto de destino. Por otra parte, y es algo muy importante, como consecuencia de que se
convierte en propietario, aún antes de tener en su poder la mercancía, puede revenderla durante
el viaje y, a su vez, el adquirente practicar la misma operación.

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