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Libro Dejercicios Visto Por Terapeuta
Libro Dejercicios Visto Por Terapeuta
menta la humildad, por considerar que sólo el hombre humilde puede acer-
carse a Dios. Para San Ignacio el único complejo de inferioridad es el peca-
do, sin otra hipercomprensión que el arrepentimiento y la vida virtuosa.
Breve exposición de la técnica de ADLER nos permitirá apreciar mejor
los méritos de la ignaciana. Aquélla comprende tres etapas, dedicada la pri-
mera, mediante cuidadosas anamnesis, exploración somática y psicológica,
a comprender la personalidad del paciente y la reducción de todas sus mani-
festaciones vitales y síntomas neuróticos a la directriz que le señala el mé-
dico. La segunda etapa tiene por objeto el alentamiento del sujeto, dedicán-
dose el médico a la interpretación, desde el punto de vista psicológico indi-
vidual, de los sueños y actos fallidos, así como de otras vivencias y recuer-
dos. La tercera fase del tratamiento es la reeducativa, que debe instaurarse
desde los primeros progresos teóricos, y que se deriva de la relación diaria
con el paciente.
Ignacio de Loyola divide sus «Ejercicios» en cuatro semanas o etapas,
cada una de las cuales presenta su fase propia, la precedente preparación
de la presente, y ésta de la posterior. Exije al ejercitante una disposición eSPi-
ritual adecuada, consistente en una entrega completa de la personalidad a la
voluntad divina, y una conservación de tal disposición espiritual a beneficio
de un aislamiento completo del medio ambiente, tanto físico como afectivo.
La meditación constituye la clave de los «Ejercicios», y debe meditar antes
de nada el ejercitante sobre los fines del hombre, pues sin el conocimiento
de estos fines serían inútiles las restantes meditaciones. Simultáneamente,
mediante el examen particular y cotidiano y el examen general, comienza
el ejercitante el auto análisis y la reeducación.
La primera semana está dedicada a la autoanamnesis de las vivencias,
vivencias vergonzosas, cuyo examen induce la idea de limpiarse de las cul-
pas pasadas, de purificarse mediante la absolución. El ejercitante medita so-
bre las verdades eternas, conoce lo que le ha separado de Dios, se propone
enmendarse, se duele de sus faltas, y temeroso de la justicia divina, pide la
gracia que le promete un Dios nüsericordioso. El sabio psicólogo de Loyola
no olvida algunas «Reglas para en alguna manera sentir y conocer las va-
rias emociones que en el ánima se causan., o sea aquellas emociones ínti-
mas que puede experimentar el ejercitante en el transcurso de las medita-
ciones, a cuya elaboración intrapsíquica adecuada ayuda con sus consejos.
La intuición psicológica del santo se eleva a su más alto grado tantO en es-
tas primeras reglas de discreción de espíritus, para la primera semana, como en
las que reserva para la segunda.
El ejercitante se ha vencido a sí mismo y ha ordenado su vida durante
la primera semana, y ahora va a tomar las armas y a emprender el combate
28 PROF. DR. A. VALLEJO NAGERA 14