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| | | } Tercera parte. La denuncia publica Cinco dfas desputs de la derrota de Tos dos euerpos militares enviados ean- ira él, Kohlhaas estabs frente a Leipaig y prendia fuego ala ciudad on tree puntos. En la orden que hizo difundir en esa ocasién, se designs come el lugarteniente y vieario del Areingel Miguel venido a eastigar con ol hierro 1¥€l fuego, en ia persona de todos los que tomaran en eae conflicta partido por el junker, la pertidia y la malieia en que el mundo entero habia cafdo, Por afiadidurs, desde of castillo de Litzen del que se habia apoderado y en cl que se habia establecido, sme al pucble a eomarse a él para establecer lun mejor orden de cosas; y 6sa nueva orden, en eu firme, mostraba un rasgo de demencia, pues rezaba: "Dietada en Laltzen, asienta de nuestro gobierno mundial provisorio, en el castillo del Arcéngels Heinrich von Kleist, Michaet Kohthaas g ; | i 4 | | 1 \ | | | i | | | | | i : i 1 | } | i | | 4. El caso como forma social ‘La distinciéa entre la accién individual y la accién colectiva constituye una de las oposiciones fundamentales sobre las cuales Gescansan, a menudo en forma insplicita por ser tan autoevidente, Ja sociologia y In historia social de los modos de protesta. Estas di ‘iplinas no reconocen como objeto legitima mas que las reivindica Gones asocindas a un movimiento social y dejan fuera de su univer- 50 de competencia —-para eneauzarlas, por ejemplo, hacia el psica- anulisis historieo o la psiquiatria social— y en la anormalidad las Golencias fisicas o simbslicas, las manifestaciones de rebelién o las Jjuejas euyns autores actsian solos y sin que sea posible vineular sus deciones a una serie que presente caracteristicas repetitivas 0 bien ligarlas a regularidades econdmicas, En las paginas que siguen, querriamos esbozar una problemética dirigida a superar esta opost {Go », suds precisamente, tratar de constrnir nn sistema de trane~ formacién —o, si se quiere, wna gramdtica— que permita explicar Jas variaciones que afectan Tos actos de protesta yla percepcisn. que Jos otros tienen de ellos segiin el grado en que se presentan y reciben: como actos «individuales» o como actos ecoleetivos, y ello utilizande Tae mismas reglas para analizar los casos «normales» (de los cuales se ccupan la sociologia y la historia social) y los easos «anormales» (que habitualmente interesan a las ciencias psicaldgicas o paiquis- trieas). Para construir esta problemética, tomaremos por objeto la de- nuncia —y, mas precisamente, la denuneia publica— y jugaremos con las variaciones que afectan la signifieacién del término sein (que se haga referencia 2 Is critica social que apanta a una injusticia Gn lo que tiene de general, sin apelar nevesariamente a una Fepara- cidn de orden represivo, oa 1a denuncia de un individuo, esta ver en. Cl sentido de deigeién ante una autoridad y con vistas a hacer apli- ‘car una sanci6i Bn los casos agui examinados, la denuncia de la in- Justicia supone, en efecto, la designacin de un culpable o de un res yponsable que puede, seytin una easufstiea cays légica intentaremos jnostrar, ostar representado por wna sinéedogue de abstraceién (por ejemplo, «el eapitalismo» en un enunciado sindical destinade a pro- 237 testar contra unos despidos} o ser identifieado y designado por su hombre, Bi denunciante debe convencer a otras personas, asociarlas poe provesta, mnovilizarias, y para eso asegurarles no solamente que fice la verdad sino también que esa verdad merece ser dicha y que Ta neusacidn, que sefala a un ser Gndividual o colectivo) ata vindie- ta publica, esta a ja altura de la jnjusticia denunciada. 4 diferencia de la venganza coneretada por medio de una violencia directa, ya Sea fisiea (golpes)o verbal (injurias) y que siempre puede realizarse, sun ¢ ce aleaneen los efectos que de eli an, In de juncia puede fracasar y frustrarse si el denunciante, que ha renun- Giado a poner en practica por si mismo el eastigo que reclama, no encuentra personas dispuestas a seguizlo. TE} autor de una denuncia publica demanda, en efecta, ser segui do por un numero indefinide, pero necesariamente elevado, de per- Ssonias (por tacos por «todos los que cuentanr; por stodos los hom bres de bien», etc.), La cause que dofiende encierra una pretension do universalidad. A partir de un cago singular pero ejemplar, con- ‘cierne a todo el mundo, de modo que no existen limites naturales Ja ostatura que puedan tener los casos, como dice Ja jerga juridica y polities para designar esos procesos de reclutamiento alrededor doe tin ease problemétice y litigioso en que la determinacién y 1a deci- pion estén ligadas 2 las mamobras argumentativs y prubatorias yo tos esfuerzes de movilizacién desplegados en cada campo. Las tue chas se expresan en elles en el vocabulario de Ja dimensién entre {quienes se aplican a extenderlos, a hacerlos wt pieosnétisie ha hecho una eontibucion sau importante & Ia formacin del navimbente feminine, cayo poder de goneralizacon et mis elevad pergue permite aa arte ajar om una logien plea conflicts basta entancee puramente sin- rplares. 269) individuos @ manejar constantemente por sf mismos, y sin poder doscansar en ratings, la relacién entre Jas posieiones que oewpan en inas personas colectivas diferentes y, por ejemplo, para retomar ns Rivera paradigmdtica, « decir pablicamente en nombre de quié- fos hablan (ahi me pongo la gorra de sindicalistar). Explicita 0 té- ‘Ttamente, las précticas cotidianas plantean entonces a cada instan- tela misma pregunta. Por cjemplo, e6mo utilizar, en cvantesindiea- Iista, informaciones que me serian stiles pero deIas cuales no puedo walerme porque tengo acceso a clas por vias extra-sindicales, et- cétora. En las pequefias empresas, por el contrario, donde los recursos que permiten una gestién pauitada de las seciprocidades en ls mo- Uitidad categorial es decir, por medio de sistemas instituctona- Sieados que posibilitan establecer equivalencias entre los indivi- duos estan poco desarrollados, los cunflictos deben manejarse £0 tre la marcha, por ejemplo mediante la apelacién a tos magistrados laborales (Cam, 1981), inslitucién cayo poder de des-singulariza~ cién ee relativamente débil dado que trata precisamente el caso en Toque tiene de particular y segrin una jurisprudencia que puede per- nanecer imphiita, sin asociar a eada uno de los actoros del itigia Gases mas generaies (cel proletariador, sla patronale,-los asaliriae Gon, et) Bn cate univorea anjeta s ln Vigiea de las relaciones perso- fhalee en que los individuos estan ligados por un pasado comun y a menudo contenidos en una red de deudes smatuas, la explicitacién de los litigios y sobre todo su publicacién en el exterior siempre eo- Gren el riesgo de afectar, en todos sus aspectos, cl eonjunto de las re- Taciones dentro del grupo. En el caso de los conflictos entre vecinos, para tomar como ejemplo otro tipo de comunidad, quien més a me- Bhndo hace pabliea la denuncia es la misma victima, con sus propias Fucrzais y a su propio ricego. Puede ocurrir que estos eonflictos sean recogiddos por una instancie polities, por una asociacién o por repre- Sontantos elegidos locales, que son representantes politicos indivi- dualizadas que ocupan una posicidn intermedia entre los recursos nds generalizadores, sindicatos 0 partidos, y los recursos que, como qos abogades, administran institucionalmente la singularidad. Pero fen la mayoria de los casos la instituci6n judicial constituye el dnico fecurso, sobre todo cuando el litigioLiene una dimensién econémica (conflictos con respecto a tierras, inmuebles, etcetera) Encl caso de la familia, la gran singularidad de los lazos entre Jos individuos hace que la wtilizacién de recursos institucionales eva practicamente incompatible con el mantenimiento de la relacién Zguo esas instituciones deben administrar. Esto vale no s6lo para los cursos eonstituidos de modo politico eon la forma de asociaciones 270 alrededor de una causa (como por ejemplo las asocbaciones de pay Gree divoreiados), sino también para los recursos judiciales acces ‘bles aslo cuando Ta victima logra transformar su novela familiar en verinte de derecho (divereio, confieto por herencia, etc.) lo cual no Siempre basta para explicitar un reelamo que escapa a Ta légien de Jas Rrmas instituidas ni, por es0 mismo, para poner fin al caso. Por Mimo, los medios artésticos, que no reconocen otra ley que el juicio Yelos pares, a menudo confundid con el voredicto del mereado segue puede estar conatituide, como sucede en la pintura, per waa gpretada red de compradores, conservadores de mauseos 0 colensio” sihtas privados-—, pero también los universos intelectuales y, en me- hor medida, Ja Universidad, son los ambitos donde los recursos Co- Pelivow externos son menos numerocos y mis dficiles de movilizar, Jo cual, al estar a menudo la victima ligada, y por las mismas ra zones, a quien la persigue (y euyo juicio ella intevioriza), hace may ardua la objetivacién del trauma, ‘Guanto menos acceso tiene la victima a recursos colectivos que le permitan objetivar sus quojas y des-singularizar la relaci6n que veantione con quien es causa de su prouleme, més tienden las perse- Rhelones miamas que sufre a adoptar formas incorporadas, come se seen el caso de Jas denuncias que hacen referencia a viclencias ‘feieas o mentales, ¢ incluso a maniobras diversas apuntodas a afec- eiths tuerzas vitales, Las heridaa y lor males tratns infligidos a la Uietima revisten va sea formas objetivadas, cayo instramento y efee: to son Tisicos, y eayo agente, sobre todo, es un individuo exterior emo sueede cuando, por ejemplo, se recibe un golpe—, ya sea formas internalizadas y hasta incorporadas, invieibles, solapadas, {quo, a actuar en el individu, coneretan con mds seguridad 1g des- tengeién del sujeto al que atacan en secreto, desde el interior. Se ef trovira ali uta oposicién frecuente en el diseurso corriente sobre la Enfermedad, que distingue claramente entre las enfermedades exé- enue, productos de un agente exterior, objetivadas en wna fiebre Y Pmitadas en el tiempo, como ocurre con las enfermedades infeccio- sas, y, por otro lado, las dolencias endégenas, eseneialmente el fine fer, que pertenecen al individuo, estan incorporadas a él, lo earcor men y lo destruyen desde adentro (Boltanski, 1971). Ba ofecto, cuanto mas préximo es el perseguidor, més endogenss ce vueiven les heridas y ofensas que inflige —y que, en. ausencia de se rasuncién colectiva, no pueden formularse en un diseurso nor Jusk__. y maa tionen por efecto atacar Ia integridad de Ia vietime ¥ de alg’ modo, arrancarla de sf misma. Se ve ast eémmo se oponen so” fhec el primer eje(en faneién de la proximidad ontre los actantes) las Ulencias fisicas puntuales y exdgenas (por ejemplo, el eachiporraze 271 aplieado por un polieia} y laa violencias solapadas, endogeneizadas, ‘que actan sin que To sepan los otros y, a menudo, la victima misma, files como la privacién de euidadss, el veneno en los alimentos 0 en cl agua, las descargas eléctricas durante el sueno, Jos rayos, Tos fuidos constantes e intolerables, las injurias dichas al ofdo a media Vor, etc, Hstas violencias tienen menos e! objetivo de matar ala vie tima que cl de empujarla al suicidio, Esos erimenes recien aleanzan. a coneretarse cuando la victima asumea pesar de sf misma la volun- tad de su perseguidor y ae conviorte en ejecntora de la sentencia, Lo ‘cui, en cierto modo, realiza la singuiaridad de ia relacidn entre los factantes al conferir a la proximidad entre la vietima y su persegui- dor un cardcter de cuasi identidad, Se distinguen, de ese modo, de las tentativas de homicidio ordinarias, por asi decizlo, en les cuales ja intencién criminal sigue siendo claramente exterior, ¥ que ecupan una posicién intermedi, sobre el primer eje, entre las violencias fisieas puntuales, de las que no se conservan mas que magulladu- ras, Ins violencias internalizadas, que se apoderan de uno y de las cuales no es posible desprenderse, ‘Lo mismo ocurre, finalmente, con el plagio, ese cuasi asesina- to intelectual, cuyas victimas predilectas son los intelectuales y Ios artistas. En esta forma particular de ultraje, el perseguidor se propia de las frases, las palabras e incluso el espiritu del individuo Rfectado, quien se ve entonces forzado x denunaiar, en quien to tiene ntre ojos, precisamente lo que le es mas préximo, aquelio por lo cual se parecen, Jo que tienen en comin, De resultas, no le queda otra salida que condenarlo, de modo paradéjico, no por sus ideas cea las que no puede mas que suseribir, puesto que son las sayas propias— sino por el hecho mismo de haberlas hecho piblicas, de haberlas revelado a los otros y, al publicarias, de haber roto la comu- nidad de pensamiento (asi como se habla de comunidad de bienes) ‘que Ios unia. B] individuo plagiado, saqueado, es destruido por y en Su propio pensamiento, Son sus palabras todavia no objetivadas, sus palabras que descaneaban hasta entonces silenciosamente ex su espiritu, las que, develadas en la pluma de otro, lo matan. Lo re- ducen a si snismo, es decir a nada, al abolir, tal vez para siempre, sus capacidades de exteriorizacién, sus posibilidades de construir algo gnas s6lido y mas grande que él mismo, un dispositive por medio del ‘cual podria ligarse a los otras y engrandecerse al obtener de ellos el consentimiento para hablar en su nombre y «desentraiar+ por ellos Ja «verdad y las relaciones secrets de las cosas», como doeian & prineipios de siglo P. Sericux y J. Capgras, das eminentes especialis- {as de Is paranoia, para caracterizar el «delirio de interpretacién» (erieux y Capgras, 1982, pag. 105), 272, La duracin de fos casos depende ademés de la intensidad de los jazos que unen @ la vietima con aquellos contra quienes reclame Justicia a vor.en cuello, La antigtiedad de las quejas presentadas 0- ‘Monta con la proximidad del persouidor designado, a veces tan in- fanamonte ligado al autor de la denuncia, a sus inversiones emocio- pales y asu identidad, que ninguna maniobra parece suficiente- Jnonte poderoca para romper ese interés. La dentncia es adeins, en Tees cazos, uno de los medios por los cuales ge consume la continui- Gad de esta relacin. Por sus proclamaciones publicas, 1 vietima se Snantiene en la esperanza de un resto, de una cuenta no saldada, de ‘Gna réplica ala que responder, do un intercambio de golpes y contrs- poipes capez de asegurar la prolongacién de una dependencia cuye seie interrupeién parece insuperable. Tados fos indicadores conce: nientes a la repeticién y a la duracién hacen, en efecto, una eontri- pucién particularmente elevada a la determinacién del primer ee. iso vale para las diferentes formas de reiteracién estilistica —re- peticiones de argumentos estorcotipndos—, de frasos rituales, de palabras deminantes, a menudo.con la forma de andforas, ¢8 decir, a Ja cabera de-varios periodos de frase pars obtener wn efecto de refor~ zamiento. de simetria, sin duda por analogia con el estilo juridien, Pero oro vale también para el tamafo del envio, Is cantidad de past- rnas que contiene, el niimero de casos presentados en la misma carta Jrucbre todo, In drain de esos ensos, que habitualmente est4 or- Jena ato largo del primer eje.con la oposicisn entre los easns pun- tuales y los que se prolongan a veces durante mis de diez afi, a uonudo Iuego do haber eaido en ‘a érbita de la nstitucién judicial El funcionamiento del sistema judicial, y en particular el uso que se hhace en 4] del tiempo, recurso fundamental que permite absorber y ‘apecializar los conflictos que se perpetdian, precisamente, en 1a forma de batallas juridieas y no, por ejenaplo, de intereambios de olpes, tiende a eternizar los casos al dar regularmente a las partes, (gue hebrian podido agotarse en una lucha corriente, nuevas expec fativas, nuevas apaestas, nuevas reglas con que jugar, incisoeia- blemente, nuevas ceasiones para mantener vivo un intercambio, ‘aunque més no sea por la persona interpuesta de sus abogados “hn las grandes denuncias que pueden abarcar varios a80s, @ incluso décadas («presento una demanda general concerniente @ snis ultimos treinta y cinco afios de vider, carta nmero 596), a di- qTnensién del tiempo parece abolida, Reproches que se refieren @ eontecimientos antiguos pueden codearse con quejas actuales, ¥ en eas situagiones Iz facultad que poseen las personas de dejarse Grmastrar al olvido no parece eumplir el papel quea menudo se le re- fonove en el apacigaamiento de las disputas. Bl tratamiento que se 273, hace del tiempo on la denuncia aparcesrd mejor si se examina la manera en que se conduce ¢! relata de las persecuciones sufridas por ta vietima, La presencia o la ausencia de un relato que incluya une cronologia 0, al inenos, una crientaciGn temporal y, por obra parte, recisiones sobre el contexto en que se inscriben los hechos relat Gos, expresan la relacién que el autor mantiene con el destinatario de su discurso. E] relato se dirige a un destinatario al que ge supone completamente ignorante del caso que se le refiere, dado que le es absolutamente ajeno, Al multiplicar los detalles, ordenados en wna josicién minucioas, el enunciador [énoneiateur} muestra gue es eonsciente de la alteridad del enunciatario [énoneiaéaire) (Labow, 1978, vol. 1, pags. 295-308). En el anilisis de las cartas de nuestro corpus, las diferentes maneras de contar un caso o de dispensarse de hacerlo se distribuyen muy elaramente sobre el primer eje del plano factorial, Asf, las earias en que figura un relate y en las cuales se reslituye el contexto se oponen a los relatos acrOnieos 0 & las sucesion hes desardenadas de quejas o de documentos segiin un continstura ‘que parece funci6n del grado de proximidad entre los aetantes. La ausencia de relato y de contexto aumenta junto con la singularidad de la zelacidn entre el denunciante, la vietima y el persesuider, con ‘una excepcién que confirma la regia. Esta conciemne a los casos en los cuales al contexte na se restituye porque se trata de grandes ca- sos que han aleanzado un alto nivel de movilizacién y publicacin, de los cuales se puede legitimamente suponer que son conocicdos por todos, o al menos por los periodistas. Estos figuran, como los envios jntencionalmente contextualizades, en el polo del primer eje carac- terizada por un grado elevado de altoridad entre los diferentes per~ sonajes del drama, Bn efecto, como estos casos son de dominio pabli- co, parece instil recordar todas sus peripecias. ‘Pero esta explicacién no da razén de la opacidad a menudo impe- netrable de que se rodea el relato de casos que, sin embargo, no s3- Jon del ambite privado, Para comprender las razones, en apariencia ‘contradictorias, que conducen a enunciar una denuncia destinada a hiacerse publica sin dar al enunciatario los medios para eompren- derla a fin de hacerla conceor y darle sesonancia, es nevesario volver luna vex més a Ia relacién que la vietima, autora de Ia carta, mantie- pe eon la persona contra la cual eleva su demuncia. Cuanto mas cer ‘cand le es su perseguidor, menos logra la vietimna romper los lazos ent ue ce encuentra todavia encedada y su diseurso mas se ahorra el igasto del rolato, Rte es instil. ;Para qué relatar wn easo a quien lo conoce mejor quenadio, a quien sabe (jy con razén!) lo que los demas ignoraran tal vez para siempre? Pues, detrés de la ficeién de la opi- ida pablica, el autor se dirige atin a un individue que noes el perio- 274 mili dista desconocida o andnimo al que se expide el envio, sino ese par- floular, precisamente, que es la causa de su trastornoy al que es ne- revario desafiar wna vez més para intentar obtener Una respuesta ‘Kaien la dimension del relato, o que se hace manifiesto es siempre SSiyeceencia de otro actante. Pero no es el mismo enda vez, Con la eer pacion de un relato, la restitucisn del contexto, el autor recono- rela axistencia de aquel ante quien reclama justicia y a quien trate Ge proporcionar todas las informaciones necesazias para que pus (Getvet su capacidad de juieio, Bn ausoncia de relato,no es ya el3UCz Gien ea designaco como destinatario, sino et persesuidor misme Bacata de manifiesto por medio de huellas negativas, censuras, 6 broontendidos, silencios, amenazas le revelacionet, puntos suspen- vos, ote,, su aplastante presencia no es menos patente Seatas diferentes maneras de tratar el relaio estAn asociadas a di- ferentes tipos de figuras estilisticas que se distribuyen de In misma seanera alo largo del primer eje. Aside! lado de la proximidad de los srintes se encuentran el sarcasmo, 1a iavectiva, Ia amenaza, ct eologismo,e} apodo, eos longuajes singulares que no reclaman el aasonocitniente do ios otros y ni siquiera, mas simplemente, su con jrenelén, ponque estan hechos para uso sol; y, dol lado de la tker eee a deliberacion o las farmas dialogieas que eneierran un objet see legitimidad y que, al manifesta la atencion prestada a Tos Nikos y.¢ su spunin de vista-, son homenajes rendidos por el autor al Suntido cormin normal de su destinatario (Bajtin, 1977). La iran’a, Gue es tun marcador de distancia (Recanati, 1981, pags. 218 22) ¥ ‘(Reexprosa mas particularmente agui una distancia consigo mism> $i adopeidn ficticia del punto de vista sobre af mismo due podria + rel de un observador imparcil, ocupa una posicién intermedia en sete catractura retorica. Mientras que nunca se utiliza cuando se Cekta de denunciar las fechorias de que es victima un extrafio (no Sescribinsos con ironia, distancia y humor, por ejemplo, las golpizes ihe tros vigilantes armados aplican a un trabajador inmigran’s), 15 Jers fa ne pone en juego a menudo, por el contrario, con fines defensi- pon (Berrendonner, 1981, pags. 175-239) euando el autor de la carta yates Ta denuneia por 6u propia cuenta (sin estar relacionado, de vedos modos, con aquel o aquellos @ quien/es depuncia) ¢ intenta, seeaiante esta retoriea, volver normal y haeer que él slocutario aeepte una gestifin de la que siempre se puede temer que manifest sermasiada autocomplacencia 0 que parezca «despropercionada 278 5, Maniobras de engrandecimiento Dado que ser considerada normal es ia condicién minima que debe satisfacer una denuncia para tener posibilidades de éxito es decir, para ser escuchada—, los individuos empefiades en semejante ‘empresa y que poseen un sentido de la normalidad idéntico a] de sus, jueces (y ello, lo veremos, incluso cuando se ven en la necesidad de realizar actos juagados anormales) intentardin conferir a su gesto la forma mds normal posible. Cuando no gocen del apoyo de una ins- tancia colectiva eapaz de efectuar por ellos el trabajo de generaliza- cin, deberdn realizar por si mismos la tarea de des-singularizacion y crecimiento necesaria, en una denuncia ante la opinién publica, para ajustar a la del juez la dimensién de los otros actantes. Tratare- mos de mostrar ahora que las operaciones que constituyen para los otmve sigmos de anormelidad son precisamente las gute intantan he- cer que la denuncia sea normal, con el trazado de paralelos entre €l caso singular y unos conjuntes eoleetivas.' Los individuos realizan + Be dein quo anit ntero no basta pr eplienrin ceaportamiento rt coque se oenta porefeencin a expcativas peel nator recone ens pr Suc seoultan fnmiiaren Comote ues el eatuie dl lengua alo nates Sho (ct, por eemp Fann, Kirstein, Stapeky Chest 1965 on anal ob tion dein inveglardedo sinctiay, de an propieades categorise de oe mo. dons aaciorsn pes ron tenes pare creterisr ee particle a ian ys ee san ro rfcn rs cte mcinie lana aon aavocitions) slot coast propa conven crete ‘lol menor uy abe, yu sna, a ovesa, argue ase bjtivamente pam tals run do do conpletamenteetravagante ound prety sanyo se fversa a ragiesar an expriencia de erento as sot de a nora ad, os tutors suerencomplearel ands Gel habla eoiaenica co el andi elo Sempstance lings y, si pudo dare de este noc, priquatics de que ena toe eign mediante one al diacure ne reconote como deevngs,Fstng theervaconee apleame Portion ao case ag etodae on ls eles ie {urtourecpido eo tribayen sobre continuum y on lo qu learn oops Soe sntrovagantes: no nestancarente enone aioe eageivoe que eran ‘Ronshewian como tale a lotr no aera esto en un conten que sonsiraye utindo utenti endinaro dn vealand sei} (por eempla cuando jg schifladas ta arta de un hombve sn inyrtencin gu ae ie persica pt tances perennajen tn da almaenad para on ce fra sen peri rants tenn 276 muy freeventemente, en el curso de la vida corriento, paraiclos de cate tipo, pero segtin modalidades que los vuelven aveptables, ys sea porque Ia distaneia entre lo singular y lo general es lo suficiente- mente débi) para que los puentes destinadas a cubriria pasen inad- vertidos, ya sea, cuando la distancia es importante, porque gozan del apoyo de tuna institucién. Bs lo que sucede, por ejemplo, cuando Jas personas recurren a'un titulo instituido para coneetarse con un coleetive («Fulano de ‘Tal, profesor, catedrativo-) ¢ incluso cuando utilizan, como lo hace el médico, una competencie certificada para asociar un elemento aneedético a un cuadro nosoligico (Cicourel, 1981), Para hacer sensible la diferencia con el tipo de paraiclos pereibidos como extrafis o insceptubles que se encuentran en iertas cartas de denuneia, daremos un ejemplo de esas conexiones ordinarias, tomado de una entrovista (realizada por B. Urlacher) con el director de un eatablecimiento de enseianza téenica, La conversacién trata sobre los conflietos que han tendo lugar en el establecimiento, Bn determinado momento de ia entrevista, et Gidlogo asume un cariz delicado cuando el narrador debe hablar de us tirantes relaciones con el sindicato a uno de sus antiguos subor- dinados, é mismo sindicalizado, con quien ha mantenido una rela- ion de amistad que ha hecho posible la entrevista. Repentinamen- te, el director del establecimiento interrogado empieza a hablar en~ tonces de sf mismo en tercora persona designandose por un titulo, ‘e] jofes, antes de aclarar que no actiia en su propionombre y en fun- cién de sus intereses especificos sina en el interés de la patronal en general, cualquiera sea su encarnacién en tna persona fisiea, es de- cir, en el interés del jefe en cuanto representante del establecimien- to y, por lo tanto, en el interés de este: «Mira, al sindicato, durante toda mi vida, le negué tres cosas. Primero, la ocupacién de mi sala Sabes, yo tenia una sala al lado del comedor y me la habian pedido para el sindicato, dije que no, prefiere desarmaris toda. Es una sala ‘que siempre esti disponible a toda hora para que el jefe pueda reci- bir, para que el jefe pueda hacer esto, aquello, no yo, jeh! jNo yo. | (an silencio), El jefe de Ta casar, Cada uno de nosotros realiza coti- dianamente, sin darse euents, ina multitud de operaciones de exte tipo que por lo comtin pasan inadvertidas. Por el contrario, en los casos que examinaremos a continwacisn, las operaciones destinadas a comparar les casos particulares con ‘ejemplos afectadoz de un valor general y a conectar a los individuos a colectivos son tan fuertes que se destacan con claridad y extraieza sobre la trama continua de las accicnes ordinarias. Estas maniobras son notables sobre todo cuando el autor es un individuo singular, ‘quando él mismo es la vietima y el perseguidor es un allegedo. Para 207 realizar la conexisn con eoloctivos y ajustar la dimensién de fos ac tantes, €l autor de Ia carta dobe engrandecer al denunciante, a la vietima y al perseguidor. Homos identifieade tres procedimientos principales destinados a engrandecer al denunciante. El autor puede engrandecerse en tanto denunciante: 1) indicando sus titalos ‘y euslidades (aso de papel con membrete, por ejemplo}; 2) destacan- do la relacida que mantiene con grandes personajes. En efecto, el acusador avmenta indireclamente su altura al colocarse en un pie de igualdad con individuos dotados de uns generalidad elevada, ya csté ligada a una capacidad do representacion de orden eivico, con firmads por un mandato, o que s¢ les reconozea al margen de todo apoyo institucional, por los rasgos de genio o las obras inspiradas que los dieron a conocer. Finalmente, el denunciante puede engran- decerse: 3) jugando con las formas mediante as cuales manifiesta su presencia en el texto. En comparacién con la posicién neutra del sujeto que se expresa en la primera persona del singular eyo»), el autor puede refugiarse asi detras de quienes supuestamente lo guen, utilizando, en una parte oen Ja totalidad dela carta, la prime- a persona del plural («nosotras») que se usa en los discursos pro- nunciados en nombre de un colectivo. Se engrandece, entoncea, a la manera de un portavoz. También puede, al contrario, incrementar sus dimensiones, pero esta vez en tanto que sujeto singular, multi- plicande las marcas de su presencia, es decir, atorgdndose uns esta- ura conforme a la manera en que se manifiesta Ia grandeza inspi- ada en los grandes hombres, por ejemplo, en fos grandes escritores, que no necesitan mandato alguno para traducir las aspiraciones de Jos demas que ellos encarnan en su persona. En este tiltime caso, los meétodos utilizados son miiltiples pero estsin todos fundados en la duplicaciéa del signo gue designa al autor («yo, Fulano do Tal, «yo, yo mismo»), ¢ ineluso en la repeticién de la firme. ‘Veamos dos ejemplos de firmas multiples. El autor de la carta niimero 712, un hombre de euarenta y siete alos que dirige una escuela primaria en el sudoeste, lleva adelante solo desde hace var ros afios ante los tribunals, luego de buber recasado a sus aboga- dos y por medio de recursos juridicos, numerosos litigios igados en particular a-un divoreio (quiere obtener la custodia de su hijo}. Va Has cartas abiertas, contenidas en el grueso oxpodionte de mas de canrenta paginas, estan dirigidas al presidente de la Republica o al ministro de Justicia. Manuscritas, caligrafiadas en letras redondas, tienen el aspecto de actas juridicas y llevan dos veces la misma ri brica. La primera, con la misma tinta que el texto (azul); la segunda, ‘trazada en tinta negra y precedida de Ia mencidn «leido y conform» Bl autor se desdobla: 6s, por un lado, el denuneiante que labra el ac- 278 ta de acusacién; por el oto, la victima que da su conformidad, La carta ntimero 504 es de un interés particular porque el conflicto en- tre personas que esta en el origen dol caso se lleva en ella a un alto grado de des-singularizacién y, al mismo tiempo, las operaciones de engrandecimiento adquieren una forma particularmente sorpren- dente, Hl autor escribe en nombre de una asociacién profesional yen, papel membretado, Redacta eu denuncia en términos generales, co- ‘moo arta un yooero, Pero es muy probable que se encuentre perso nalmente implicado en el case por el cual se moviliza, Denuneia atin periodista que sha arrojado el descrédito sobre «una decisién de ln juaticiay en un litigio en que unos odontéloges se enfrentaban ecano de una facultad con respecta & le constitueién de Ia lista de requisitos para el eargo de profesor. La carta lleva tres firmas yuxta jpuestas («los cosignatarios de la presente»). Pero la misma ritbrica, trazada por la mano del mismo individuo, figura dos veees: una, se- guida del nombre escrito a maquina (sedor Fulano}; Ix otra, seguida, de la mencién, también dactilografiada, -Presidente de tn Asocia- cidn, ..». Estas figuras, en especial Ia dupliencién de la firma, no faparecen sino cuando li vietima y el denunciante sen un mismo in- dividuo, que encuentra en ellas un medio de reconstituir, al desdo- blarve, el sistema completo de los actantes. Fllas recuerdan la reté- rica del derecho {el que suscribe, Fulano de Tal. ..», firma al final de a pagina e iniciales repetidas en el margen con el fin de autentihear diversos tipos de rubrieas, eteétera). Gusatro 2. Pleniaas de engrandecimiento len 8 279)

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