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Capitulo MOVIMIENTO PERONISTA Y REVOLUCION Damidin H. Antinez INTRODUCCION Abordar en la historia _contempordnea argentina la articulacién movimiento social, revolucién y peronismo obliga a definir una temporalidad que debe partir de los propios origenes del peronismo en el seno mismo del gobierno de facto de 1943-45. A su vez, el final del recorrido sera, necesariamente, algo mas arbitrario y, por tanto, discutible, ya que la trayectoria misma del peronismo como movimiento/ partido politico llega hasta la actualidad. Por tanto, debe trazarse de alguna manera esa difusa frontera que vincula historia contemporanea ¢ historia actual y que entronca con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes Se ha planteado entonces una definicién temporal de un tercio de siglo cuyas cotas -inicial y final-, vienen seitaladas respectivamente por el segundo y tltimo golpe de Estado de la Argentina contemporanea, Este desafio vuelve ineludible recorrer los senderos histéricos transitados por el Movimiento Peronista en ese tercio de siglo. Un recorrido que no deja de hacer “camino al andar” y que dara forma al complejo mapa politico argentino de la segunda mitad del siglo XX. Lo cierto es que la irrupcién del Movimiento Peronista en la vida politica argentina envia sin mas dilacionesalaentera historia politica anterior alos anales de la historia, aunque esta radicalidad del cambio histérico no oculta ciertos elementos de contacto con el pasado politico inmediato, En este sentido, la mutua denegacién de legitimidades que hasta 1943 protagonizaron radicales y conservadores, sera también la nota distintiva que escenifiquen a partir de 1945-46 peronistas y antiperonistas. Pero con tun matiz que no puede perderse de vista. La politica argentina posterior a 1945 construye aquella antinomia, no como una mera contraposicién de dos actores con identidades politicas irreconciliables, sino antes bien como tun juego de antinomias que deja de tener una impronta exclusivamente politica para incorporar un mucho mas nitido componente de clase. Para el peronismo, la totalidad de la vida politica nacional se inscribe en la Comunidad Organizada; para el espectro antiperonista esa misma Comunidad conforma la negacién de una tradicién demo-liberal fuera de la cual se diluye el sentido clasico de la representacién politica que suscriben. Esta tension resulta clave para comprender el por qué de la resignificacién de los términos revolucién 0 movimiento social como movimiento nacional que lleva a cabo el peronismo y que es sistematicamente negada por la oposicién politica. Inclusive, si se toman prestadas las “botas de siete leguas" de Hegel para atravesar la historia del peronismo y llegar a los confines de la vida politica de su lider y fundador, Juan Domingo Perén, nos es posible apreciar cémo resuenan los términos doctrina, revolucién y pueblo en ocasién de su presentacién del Modelo Argentino durante la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de la Nacién del 1 de mayo de 1974: 132 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin La conformacién de nuestra doctrina, que pueden acep- tar todos las argentinos, porque tiene caracteres de so- lucién universal -y que incluso, puede ser aplicada como ‘solucién humana a la mayor parte de los problemas del mundo como tercera posicion filaséfica, social, econémi- ‘cay politica- constituyé la primera etapa de lo que podria denominarse a “despersonalizacién” de los propésitos ‘que la revolucién habia encarnado en mi: tal vez poraue yo sentia desde mucho tiempo antes vibrar la revolucién total del pueblo, y estaba decidido, tal como lo expresé a los trabajadores argentinos el 2 de diciembre de 1943 a “quemarme en una llama épica y sagrada para alumbrar | ‘camino de a victoria’ (PERON, 1974, p. 9-10). En sintesis, estamos frente al desafio de conjugar los significantes revolucién y movimiento socio-politico conlaayuda de otros dos significantes que van dar sentido a los anteriores: Nacién y pueblo, Una articulacién a la que el propio Perén -en sus escritos y discursos-, le dedicara especial atencién y que es posible seguir desde La Comunidad Organizada (Primera edicién: 1949), pasando por Conduccién Politica (Primera edicién:1951) para llegar al ya referido Modelo Argentino (1974). Dicho de otro modo, Perén revela la concepcién justicialista de movimiento social en clave organicista, entendida como la suma de componentes orgdnicos y dinémicos de luna sociedad que, articulados por la idea de Nacién, se vuelve un todo superador, De este modo, el pueblo hace de esa sociedad una comunidad organizada, Ese corpus discursive fue paulatinamente resignificado a partir del golpe de Estado de 1955, una vez que el hecho peronista parecia haber sido detenido, capturado -cuanto menos circunstancialmente-, por el bloque opositor. Habia llegado la hora de estudiar los origenes de! peronismo, de aquello que habia sucedido entre 1945 y 1955. De alli toda tuna extensa bibliografia que conecta el fervor del combate politico con el trabajo académico nos lleva, en sus nas variadas interpretaciones, por los derroteros de los libros de época de Ameérico Gioldi, Jorge Abelardo Ramos y Rodolfo Puiggros o, para el caso académico, a Gino Germani, Torcuato Di Tella, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero por mencionar sélo algunos 133 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes casos destacados'. De alli en adelante, la produccién de estudios sobre el peronismo se vuelve inconmensurable, No obstante, si de articulacién discursiva se trata, debemos rescatar el exhaustivo trabajo de Silvia Sigal y Eliseo Verdn titulado Perén o muerte. Los fundamentos discursivos del fenémeno peronista, donde los autores se interesan en la posicién enunciativa de la figura de Perén en clave de conformacién de sentido del andamiaje discursive del Movimiento Peronista y sus componentes estructurales: revolucién, doctrina, pueblo, trabajadores, patria, argentinos. (1986, passim), Sin embargo, sila posicién enunciativa de Perén desperté su debido tratamiento en el campo académico, menos atencién merecié el estudio del discurso al interior de ese Movimiento Peronista que, desde Argentina, alzaba su voz para responder a los vencedores de septiembre de 1955; alli, dénde también se debatia un gqué hacer? a partir del nuevo estado de situacién que suponia un peronismo derrocado, proscripto y con su lider en el exilio, En este sentido, nos parece pertinente abordar la complejidad de la relacién “revolucién-movimiento social" en el seno del peronismo recurriendo -a modo de hilo conductor- al pensamiento de quién mas tempranamente contribuyera a la teorizacién del fenémeno peronista, atin tratandose més bien -en términos althusetianos-, de una “teoria de la practica’: John William Cooke, De esta forma, vamos a valernos de algunos pérrafos de quien fuera el principal teérico de lo que se iria conociendo como “peronismo revolucionatio” en pos de discutir la articulacién de aquellos términos que el propio Cooke utilizara para titular su tiltimo trabajo (1967) en el marco de la Accién Revolucionaria Peronista: peronismo y revolucién’. En cualquier 1 Para un analisis detallado sobre el estado de la cuestin sobre los origenes del peronismo ver: ANTUNEZ, 2015 2. La ARP (Accién Revolucionaia Peroista) es la corriente de opinibn para la conformacién de Un peronismo revolucionario que Cooke crea en 1963, una vez de regreso enel pas lego de sulrgaestadia en Cuba de alrededor de tres aos. El propio Cooke defn la ARP como ‘[-] tuna organizacisn creada y orientada para luchar contra la dependenciay la explotacion por ‘medio dela licha revolucionaria” (1967p. 226). 134 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin caso, no nos detendremos en 1968 cuando Cooke muere. Como se ha dicho, extenderemos el marco de andlisis temporal al final de la tercera experiencia de gobierno peronista. Esto es, al golpe de Estado de 1976 que dertocé a la presidenta Maria Estela Martinez -Isabel-, epilogo de lo que fuera el peronismo en vida de Perdn, En suma, estamos frente a un trabajo de revisién historica del papel desempeftado por aquellos actores politicos, sociales, econémicos y culturales que, en su dinamica histérica, han sido parte estructurante del Movimiento Peronista. A saber: Trabajadores, Industriales, Fuerzas Armadas (FFAA), Iglesia, Intelectuales y Juventud. Esta operacién va a permitir un acercamiento critico a las perspectivas que los términos revolucién y movimiento social cobran en un tercio de siglo de historia politica argentina dominada por la omnipresencia del Movimiento Peronista. TRABAJADORES: COLUMNA VERTEBRAL DEL MOVIMIENTO He preferido abordar a columna vertebral del peronismo através del apelativo trabajadores antes que utilizarlos términos sindicatos, movimiento sindical, movimiento o clase obrera, porque el sujeto por excelencia al que apelara desde sus origenes Juan Domingo Perdn es el de trabajador. Desde luego que aquel coronel que en octubre de 1943 se hiciera nombrar al frente del antiguo Departamento Nacional del Trabajo para reconvertirlo al mes siguiente en Secretaria de Estado y dotarlo de amplias y bien definidas funciones en materia de regulacién de las relaciones laborales, comenzé su relacién con los trabajadores argentinos encauzando una serie de vinculaciones politicas con los dirigentes sindicales de entonces, hayan sido estos de filiacién socialista o comunista. En el seno de un gobierno militar sin rumbo politico, preso de indisimulados enfrentamientos internos entre quienes sostenian una posicié lad en referencia a la Segunda Guerra Mundial respecto a otra que reclamaban la ruptura de relaciones con el Eje, el 135 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes autodenominado Grupo de Oficiales Unidos (GOU) protagonizé algo asi como una “revolucién en la revolucién’. Se traté de un grupo de oficiales relativamente jévenes -con preeminencia de coroneles- defensores de la posicién neutralista que acabé por hacerse con los principales resortes politicos del gobierno, Entre ellos estuvo el Coronel Perén, quien a partir de ‘su nombramiento al frente del referido Departamento del Trabajo dotara a la revolucién de junio de algo de lo que carecia: algo parecido a un programa politico. Un programa que tuvo la particularidad de construir por si mismo lun nuevo actor politico que ingresaria de la mano del propio Estado en la vida nacional: los trabajadores, Ahora bien, no se trataba de cualquier Estado, de un Estado “tebrico”, “a secas" y menos atin de ese Estado tan recostado sobre los intereses de los sectores dominantes como el de la etapa precedente; por el contratio, este era un Estado -cuanto menos en los propésitos de Perdn-, con pretensiones de arrogarse una nueva legitimidad social como arbitro incuestionable de las relaciones de trabajo. Las reformas sociales que el secretario de Trabajo y Previsién, Coronel Perén, pondra en marcha a partir del segundo trimestre del afio 1944 -ya sea por el vuelco del favor estatal hacia los trabajadores en las negociaciones colectivas de trabajo o en los tribunales del nuevo fuero laboral-, refuerzan la idea que ese papel arbitral implicaba un compromiso del Estado con la “era de la Justicia Social” anunciada por Perén, Esa era de la Justicia Social suponia a su vez un compromiso con tun programa econémico industrializador en evidente ruptura con el clasico modelo agro-exportador anterior a 1930. Dicho esto, ese compromiso tuvo, en ocasién de conformarse el Consejo Nacional de Posguerra hacia mediados de 1944, cuanto menos dos orientaciones contrapuestas. La de los militares preocupados por el desarrollo de una industria pesada nacional que asegurara al pais la soberania en materia de defensa y la que preferentemente apostaba por consolidar una industria ligera que elaboraba bienes a partir de materias primas de origen nacional, intensiva en mano de obra, nacida al calor de las dislocaciones comerciales de la Segunda 136 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin Guerra, Perén nunca dejaria de enfatizar en el caracter estratégico de la primera opcién pero bien sabia que para evitar un retorno a la primacia de la economia agto-exportadora debian sostenerse aquellas industrias que la Guerra habia potenciado. Ademas, de esas mismas circunstancias habian nacido los nuevos sectores obreros que tan ligados estarian a la consolidacién del liderazgo politico de Perén (TORRE, 1990). Al abordar el liderazgo politico de Perén podemos, de la mano del Ultimo texto politico de J. W, Cooke, La Revolucién y el Peronismo, referitnos al peronismo como a ese “hecho maldito de la politica del pais burgués”. Pero, ga qué aludia 0 qué es lo que queria sintetizar Cooke en esa expre- n? La respuesta no acarrea demasiados problemas para Cooke cuando sostiene que en la Argentina moderna nunca funcioné el sistema demo- sic cratico-liberal salvo en dos interregnos: durante los gobiernos radicales de 1916 a 1930 y durante el ciclo peronista de 1945-46 a 1955. Pero alli no quedaria completa la respuesta sia ello no le sumamos la especificidad que cobra el desarrollo politico del decenio peronista: A partir de 1945, cl pais realize, bajo el iderazgo de Perén, su proceso democratico-burgués, aunque en forma indi- recta, como imposicin de un frente antimperialsta cuya base de apoyo estaba en la clase trabajadora, sectores de la clase media y el sector nacionalista del Ejército (COOKE, 1967, p. 222). ‘Aqui, el ex diputado peronista nos devela en forma condensada quignes son los actores sociales que dieron forma al Movimiento Peronista: los trabajadores, un sector de las Fuerzas Armadas y como un desglose de ectores de la clase media” deberiamos poner de relieve a toda esa compleja gama que nutre la produccién industrial nacional (que va desde esos el pequeiio taller al empresario industrial nacional) y un amplio y subsidiario sector servicios, no sin olvidar ese acotado niicleo de intelectuales en sus origenes vinculados al nacionalismo catdlico. Por cierto, Cooke no hace mencién directa a la Iglesia, institucién con la cual el naciente peronismo estreché importantes vinculos y compromisos politicos, aunque también 137 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes parte de esos “sectores de la clase media" reportaban al influjo socializador de la Iglesia. Sieste era el cuadro original de alianzas que dio origen alarevolucién justicialista de 1945-46, desde luego todo se quiebra hacia 1955 cuando en palabras de Cooke las partes que completaban el elenco de esa comunidad ‘organizada, a partir de un movimiento nacional cuya columna vertebral era la clase trabajadora, acaban por abandonarla a su suerte. Cooke no duda en denunciar ese abandono; por ejemplo, por parte de un Ejército que acterda con el programa industrializador pero no con una politica social avanzada o con unas burguesias que si bien habian sido favorecidas econémicamente por el peronismo ahora reclamaban “aumentar las cuotas de plusvalia” (1967, p. 122). En este sentido, cabe recordar el derrotero final de los intentos de conciliacién de clase obrero-patronal en el seno del exitoso programa de estabilizacién econémica de 1952 en lo que dio a conocerse como el Congreso Nacional de la Productividad. En ese marco, empresarios y trabajadores se comprometian a discutir en un foro oficial los problemas propios del entorno productive, Pero los debates en el seno de dicho Congreso estuvieron mas cerca del conflicto que del acuerdo. Ocurre que las preocupaciones empresariales por la productividad se traducian en demandas que chocaban con lo: de los trabajadores. Asi lo reflejaron unos dirigentes sindicales peronistas a quienes ni atin la obediencia al mando vertical del lider del movimiento los autorizaba a transigir en el mantenimiento de las conquistas sociales acumuladas. Ademas, hacia mediados de 1955, la encrucijada politica argentina no computaba en el terreno econémico, sino en la mas visceral lucha politica entre una oposicién que iba sumando retazos sectoriales que perdia el peronismo -desde la Iglesia, adhesiones empresariales o lo que era mas importante alin sectores desafectos de las FFAA- y un gobierno que acusaba el desgaste de unas luchas cada vez més frontales que ponian en entredicho ciertas lealtades (GERCHUNOFF: ANTUNEZ, 2002) Sera entonces durante la larga marcha del periodo globalmente conocido como resistencia -aquel que transcurre entre el derrocamiento tereses 138 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin de Perén en 1955 y la reapertura politica que conduce a las elecciones de 1973- cuando la idea de revolucién se distancie de aquello que la asociaba a una comunidad organizada, Por cierto, producto de una revolucién animada © controlada por un Estado dispuesto a satisfacer las demandas de los trabajadores, puesto que el gobiemo peronista ni se propuso ni mucho menos creé un estado de clase. El dispositivo politico de los vencedores para procurar erradicar al fenémeno peronista de la vida politica nacional -con las debidas cuotas de represién y violencia que aquello acarred- propicié, en el transcurso de la década del sesenta, un complejo replanteo del lugar de los trabajadores en Ia coyuntura institucional de un pais signado por esa formula que Eugenio Kvaternik (1990) caracterizara como “péndulo civico militar’, En otras palabras, en medio de un sistema politico que alternaba gobiernos militares (de facto) con breves periodos constitucionales que mantenian una cierta ficcién democratica -funcionamiento formal de las instituciones republicanas y vigencia del régimen de partidos politicos pero con proscripcién del peronismo-, la dirigencia sindical peronista se encontré ante una encrucijada politica que reclamaba una definicién: integrarse de alguna manera o quedar desplazados del sistema. Luego de poco menos de un quinquenio de resistencia esponténea a los diversos intentos de “desperonizacién” de las masas -todos ellos fracasados-, los sindicatos fueron recuperados por el gremialismo peronista, Ahora bien, ya no se trataba de los dirigentes sindicales que habian conducido la Confederacién General del Trabajo (CGT) hasta 1955 puesto que en su gran mayoria estaban presos, exiliados o inhabiltados. De este modo, cuando el nuevo gobierno constitucional presidido por Arturo Frondizi (1958-62) cumplié con su promesa electoral de normalizacién de la actividad sindical -una de las condiciones del acuerdo por el que Perén diera la orden de votar a Frondizi-, una nueva generacién de gremialistas acabé por hacerse con el control de la CGT y con ella del aparato sindical peronista. Se trataba, fundamentalmente, de delegados gremiales de los mas diversos sectores tanto de la industria como de los servicios que 139 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes habian dado batalla en las fabricas y centros de trabajo para recuperar el control de sus comisiones intemas y gremios. Asi, esta reagrupacién y reorganizacién de la fuerza sindical peronista trajo aparejada nuevas modalidades de funcionamiento, Si se exceptiia un sector minotitario que adoptara una posicién mas inflexible o intransigente con el gobierno -cuyo hito referencial es la lucha por la defensa del frigorifico nacional Lisandro de la Torre en 1959-,la mayor parte de esa dirigencia opté por una posicién que combiné demostracién de fuerza y voluntad de negociacién con los poderes de turno (en ese orden). Este modus operandi del nuevo sindicalismo peronista no tardé en generar profundas tensiones politicas internas que, inclusive, requirieron el llamado al orden por parte de Perén. El punto més algido de estos entreveros ha sido sin dudas la defeccién de! lider metalirgico Augusto Timoteo Vandor hacia 1965 -propulsor de un ‘peronismo sin Perén’-, lo que obligé al lider justicialista a poner en marcha tun complejo operative para desarticular la estrategia vandorista. Esto ocurrié tanto desde la via sindical -surgimiento de las “62 Organizaciones de pié junto a Perén" en apoyo del titular de la CGT José Alonso- como desde la politica, con la desautorizacién de los denominados partidos “neo- peronistas’ No obstante estas profundas tensiones intraperonistas -finalmente resueltas a favor de Perén-, tanto aquellos sindicalistas comprometidos con Vandor como los que acudieron al llamado a filas de Perén, no dudaron en apoyar en sus inicios el golpe de Estado de junio de 1966 que depusiera al presidente constitucional Arturo Illia (1963-1966). Sélo un sector sindical gue al poco tiempo se develara minoritario, pero que ante la agudizacién de los enfrentamientos intemnos se hiciera con el control de una de las dos divisiones que acusaba la CGT al iniciarse el aiio 1968 -conocida como CGT de los Argentinos-, optara por plantear una via de oposicién frontal al régimen militar de entonces (ANTUNEZ, 2015). También en 1968, como ocurriera al iniciarse el gobierno de Frondizi diez afos atras, el sindicalismo peronista se debatia entre integrarse al sistema o ponerlo en cuestién; estereotipando el analisis, si se quiere, entre reforma y revolucién, El planteamiento no era nuevo. Al iniciarse 1964 Gustavo Rearte lo habia planteado con su Movimiento Revolucionario 140 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin Peronista (MRP) y casi al unisono lo habia hecho también John William Cooke (finales de 1963) desde su corriente politica Accién Revolucionaria Peronista (ARP). Pero serd recién en 1968, cuando comience a madurar en el campo peronista la idea de revolucién. Mil novecientos sesenta y ocho fue también el tiltimo aio de vida de Cooke y sera por la via de la CGT de los Argentinos que buena parte de las copias mimeografiadas de sus esctitos lleguen a nuevos niicleos de militancia, Desde su regreso a Argentina en 1963, Cooke se empeiié en una decidida labor docente para hacer del peronismo un movimiento de liberacién nacional, Para Cooke el peronismo si bien representaba “[..] el ms alto nivel de conciencia al que llegé la clase trabajadora argentina’, atin seguia siendo ese “[..] gigante invertebrado y miope” y entonces resultaba imperioso “[..] elaborar una teoria adecuada a su situacién real en las condiciones politico-sociales contemporaneas" (1967, p. 223). En cualquier caso, la discusién sobre la via revolucionaria en el contexto argentino y latinoamericano excedia la apelacién exclusiva a la clase trabajadora. El contexto de las luchas del tercer mundo en aquellos afios, desde Cuba a Argelia, invitaba a la formacién de ese movimiento de liberacién nacional como herramienta revolucionaria para un pais que era considerado “semicoloniat’. En el fondo, lo que desde la perspectiva de un frente de fiberacién nacional se planteaba eta un conjunto de reivindicaciones que no podian lograrse en el marco del institucionalismo restringido que ofrecia la Argentina de entonces. Dicho de otro modo, un Cooke que habia leido a Gramsci en Cuba denunciaba una “crisis organica” del sistema politico burgués, Una crisis cuya mas preclara expresion era el propio Movimiento Peronista. En este sentido, Cooke no dudaba en descalificar a la dirigencia sindical del momento al negar cualquier posibilidad de salida ala crisis nacional porla via dela democracia burguesa: Si fuose [el Movimiento Peronista] como sus direccionos burocraticas, no crearia ningun problema; pero detrés de la mansedumbre de sus dirgentes esta ese peligro osc ¥o, quo por instnto las clases dominantes saben que des- bordara a los caligrafos que exhiben su décil disposicion desde los cargos politicos sindicales. El régimen no puede institucionalizarse como democracia burguesa porque el vat ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes peronismo obtendré el gobierno, y aunque no formule nin- ‘tin programa antiburgués,la obtencién de satistacciones minimamente compatibles con las expectativas populares y las exigencias de autedeterminacién que son consus- tanciales a su masallevarian a la alteracion del orden exis- tente (COOKE, 1967, p. 224). He aqui a un Cooke verdaderamente profético, Aquello de que el régimen no puede institucionalizarse como democracia burguesa porque entonces el peronismo accederia al gobierno, no es otra cosa que el dilema del prisionero del régimen militar que se hiciera con el gobierno en 1966 bajo el pretencioso rétulo de Revolucién Argentina. En cualquier caso, sélo hicieron falta tres afios para que comenzara la cuenta regresiva. En mayo de 1969 el estallido social del Cordobazo hirié de muerte al gobierno del Gral. Ongania cuando los trabajadores mejor pagos del pais -los de las industrias automottices radicadas en las cercanias de la ciudad de Cérdoba hicieron de sus desatendidos reclamos laborales una causa que sumé a estudiantes y sectores sociales de la clase media hartos del autoritarismo gubernamental’. Y como si este golpe politico no hubiera bastado, un aio mas tarde, hacia su presentacién en sociedad el grupo guerrillero peronista Montoneros con el secuestro y posterior asesinato del ex presidente de facto Gral, Aramburu (1955-1958). A partir de entonces la suerte del gobierno militar estuvo echada y sdlo cabia buscar la mejor manera de poner en marcha una salida electoral, Pero esto no seria novedoso si fuera porque esta vez el peronismo seria de la partida, aunque el Gra, Lanusse ~iiltimo presidenta de la Revolucién Argentina haria todo lo que estuviese a sualcance para evitar el triunfo electoral del peronismo y, por su puesto, para que el General Perén no fuese candidato, como side algo personal se tratara. J Erestalido social del Cordobazo se origind en los conflctos obreros del cinturdn industrial cordobés a partir de fs reclamos de los trabajadores contra la nagativa empresarial a elim rar las denominadas “ultas zonales” ena empresas metalirgicas y la derogacién dela ley del “sSbado inglés” promovida por Ia automotie KA-Renault. Las “auitas zonales” eran unos incentivos empresariales concedes durante la presidenc'a de lia a empresas metaligicas {ue se radicaran en zonas especticamente deineadas en un programa de promocién indus- tial que signicaba descuentos salariales que reducian el saaro neto del vabajadr. "sé bade inglés” responde al signficada clsica del termina, e= dec, el rabajo de media jornada del cia sdbado pagada como jormada completa. (C1. GORDILLO; BRENNAN, 2008, p. 88) 142 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin En las elecciones del 11 de marzo de 1973 a Perén se le negé la posibilidad de ser candidato por aquella paradoja de exigitle a un exiliado residencia en el pais, Por este motivo, el Frente Justicialista de Liberacién (FREJULI) llevé como candidato presidencial al entonces delegado de Perdn en el pais, el ex presidente de la Camara de Diputados de la Naciéi (1948-1952) Dr. Héctor J. Campora La férmula de camparia Cémpora al gobierno, Perdn al poder, que resumié de forma concisa y efectiva la estrategia adoptada por Perén para hacer frente al cerco que los militares le interpusieron, fue de por si una afrenta a la estrategia de esa “camarilla militar” que actuaba como guardia pretoriana del bloque en el poder que ahora no encontraba otra alternativa que el repliegue. Los planes de los militares habian sido desbaratados por un movimiento social que radicalizaba sus demandas con el correr de los meses. Unas demandas que nos hablan también de un Movimiento Peronista con una composicién social renovada. En la propia campaita por elretorno de Perén al pais -ocurrido el 17 de noviembre de 1972- ya no seria el sindicalismo en tanto columna vertebral del Movimiento quien llevaria la voz cantante, sino antes bien la juventud, Aunque no una juventud a secas, sino una juventud que se proclamaba “revolucionaria”. En suma, ain cuando el sujeto revolucionario por excelencia seguia siendo, en teoria, la clase obrera, tanto sus sectores mas avanzados como los dirigentes gremiales integrados al sistema -identificada como “burocracia sindical”- se veia desbordada por esa juventud revolucionaria con pretensiones de vanguardia esclarecida. Ahora bien, el conflicto politico que subyace del cuadto historico que atraviesa el efimero gobierno de Héctor Campora -duré apenas 48 dias- para arribar a la tercera presidencia de Perén, pone de manifiesto las contradicciones que emergen de las pretensiones revolucionarias de la juventud radicalizada y del programa de “revolucién en paz" del lider justicialista, Dicho en otros términos, la rauda defenestracién del sector conocido como Tendencia Revolucionaria del Peronismo posterior a las elecciones del 11 de marzo de 1973 fue paralelo al proceso de retorno de Perén al poder, nuevamente recostado sobre su tradicional “columna 3 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes vertebral” -el movimiento obrero organizado-, que ahora formaba parte de tuna corriente politica mas amplia denominada Ortodoxia Peronister FFAA, IGLESIA E INDUSTRIALES EN LA COMUNIDAD ORGANIZADA Resulta cuanto menos paradéjico que un emergente de las Fuerzas ‘Armadas y en particular del gobierno militar de la revolucién del 4 de junio de 1943 diera forma definitiva a su liderazgo politico a partir del intento de 4 Téngase on cuenta que en este ensayo consideramos al término Tendencia entencido como el apelativa de un amplio espacio politico del Movimiento Peronsta que reunia una cambinacion de actores colectivos como las organizaciones guerileras ligadas al peronismo (que hacia finales de 1973 ya quedaran condensadas en totna a Montoneros, salva alguna fraceién de las FAP), el Peronismo de Base (PB), la juventud Peronista UP) de las Regionalesy el resto ce las denominadas organizaciones de superficie de Montoneros o actoresindividuales como polticas intelectuales, sincicalstas denominados antburccraticas, gente del mundo de Ia Cultura, periodstaso Universitari que adherfan alo que también se consideraba I izquierda pperonsta, Podria decir que se trataba de un nombre, una expresién que designata a todo fese conglomerado nero que no estaba escrito como tal en practicamente ningun documento politica sino sélo en los periédicas y revstas polticas de la época y que, en un proceso casi Simulténeo, habia sido adoptado por la propia miltancia de ese espacio del neronismo revo Iiconaria En alguns casos, para clo disolver en un campo menos preciso la miltancia en Montoneros, pero en otros, porque sencilamente se adheria de forma mis 0 menos activa, mas 0 menos explicit, al amplio y diverso espacio politico del perorismo revolucionario 0 ‘combatvo, Por consiguiente, crei necesario ante todo aprehenderla sin desigarla de su gé- resis y desarrollo histrico en el terreno mismo de sus prcticas politicas y de sus estrategias liscursvas; es decir, considerar a la Tensencia, antes que en términas del resultado de un ‘contenido conceptual en sentido estrict (significado), en términos de ese nombre, esa expre= si6n (significante) que designaba un espacio de socilizacién pola vinculaco a Montoneros, propio de una dinamica ciscursiva inscriptanaturalmente en el plano detaspracticaspolticas. Al abordar al ator poltico Tendencia coma esa expresin sigrificante del amplio y complejo, ‘magma del peronismo revolucionario no se puede més que ubicarl, por su propia naturaleza histérica, en relacin directa con ese otro espacio politico del Movimiento Perorista que al igual que aquella, no canstituia una linea 0 una corriente interna partidaria con estructura formal ni mucho menos sino, antes bien, er otra expresion signfiante que designaba a todos aquellos actores ubicados normalmente en la deriaminada derecha peronsta, pero que en definitia la desbordaba puesto que también pola comprendier a los sectores centrstas 0 rmaslerados del peronisma. Se trataba, ni mis nimenos. que de su opanente por antonomasia: Ia denominada Ortadoxia Peronista. Quedaoa entonces perfectamente delimitado el camo de juego que iba a estructurar el conflicto polio intern del Movimiento Peronsta (VP) del periado que tanscurre entre la gestacion de las candidaturas que la levaran nuevamente al ppoder en 1973 y finales del afo 1974. Serdrecién entonces cuando la actuaciny relevancia poltica dela Tendencia haya pricticamente desaparecido, recayendo sus despojos en el ac for que lo nucleara hasta subsumiflo: Montoneras, Ver: ANTUNEZ, 2015, 144 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin una parte de sus camaradas de armas por apartarlo del poder. En otras palabras, la crisis politica que lo desplaz6 del gobierno en octubre de 1945 se convertia en el elemento decantador de una situacién que reclamaba definiciones. Entonces, la popular figura del Coronel Perén alcanzaba estatura de liderazgo politico entre los trabajadores fabriles y su apelacion aunque atin sin que aparezca literalmente el término- a esa Comunidad Organizada supuso la puesta en situacién de un nuevo conjunto de valores tendientes a incluir el mundo del trabajo en la vida politica nacional, Una inclusién que colocaba a los trabajadores no en un plano subalterno sino netamente central Tampoco debe perderse de vista que la consagracién de dicho liderazgo supuso una tensién, una crisis y una resolucién aparentemente definitiva de una interna militar que lo encontré a Perén en el bando vencedor. Esto quiere decir que ya desde 1944-45 la propia emergencia del liderazgo politico de Perén supuso un parte aguas para las Fuerzas Armadas, por lo que su compromiso con el futuro lider justicialista tuvo ante todo el sabor de un rapido proceso de recomposicién interna, En este sentido, debemos hablar de unas Fuerzas Armadas y en especial de un Ejército cuya ala “liberal’, otrora vinculada al ex presidente Gral. Agustin P. Justo (1932-38), perdia relevancia frente a un modelo que hacia hincapié en la defensa de la soberania nacional entendida en clave de independencia econémica, a partir del eje defensa nacional-industria de base-autarquia econdmica. En ese contexto, Perén definié su propuesta politica para la campafia presidencial de 1945-46 en torno alo que serianlas tres banderas histéricas del peronismo: soberania politica, independencia econémica y justicia social. En suma, a los intereses propios de un vasto sector de los militares nacionalistas de aquel entonces Perén le sumo u componente que se revelara central: el de la justicia social. La aparicién de Perén en los balcones de la Casa Rosada aquella hoche del 17 de octubre de 1945 nos brinda una estampa que habla por si mista: las FFAA se rendian ante la candidatura de Perén y se avenian a sostener esa nueva construccién politica que el “Coronel del pueblo” us ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes habia venido tejiendo en poco mas de dos afios. A sus enemigos de nada les habia servido echarlo del gobierno, cuando diez dias mas tarde el propio presidente Farrell mandara traerlo a la Casa de Gobierno ante la presencia inquietante de la masa trabajadora que reclamaba su presencia’ Frente al amenazador retorno de la “vieja politica’, los militares tomaron répida nota que estaban indefectiblemente unidos a la suerte del proyecto politico de Perén. Un proyecto politico que articulaba aquellas premisas que vinculaban defensa, soberania e industria con todas las consecuencias que de ello se derivaba: arropar el paisaje econémico que dejaba la Guerra en términos de aceleracién delpproceso de industrializacién en las ramas denominadas livianas’. En términos de distribucién del ingreso, se trataba de capitalizar al sector de las industrias de bienes de consumo durables; pata ello, las plusvalias del sector agropecuario debian canalizarse hacia las industrias nacionales por la via de créditos baratos destinados a sustentar unas mejoras laborales sostenidas por el propio Estado. A su vez, esos incrementos en el salario real de los trabajadores industriales revertirian en el aumento de la demanda agregada de una economia dispuesta a aceptar incrementos sucesivos de los medios de pagos (circulante) para hacer frente a unas demandas insatisfechas por altos. Ademds, se suponia que aquel reservorio de demandas insatisfechas repercutiria en un circulo virtuoso de crecimiento del producto nacional al no traducirse -y esto ocurrié durante los tres primeros afios del nuevo gobierno- en inflacién de precios. He aqui entonces el mecanismo redistribuidor del ingreso nacional que estuvo en el centro de la Comunidad Organizada ideada por Perén. Ahora bien, esto implicé un profundo desplazamiento del eje del poder social y econémico de la Argentina de mediados de los afios cuarenta, La construccién politica de la Argentina Peronista supuso un desplazamiento 5 Téngase presente que 17 de octubre de 1945 es considerado como el hecho historico que le da nacimiento al Movimiento Peronista, en tanto que es la masa trabajadora reunica enla Plaza de Mayo quien reclama la presencia de Perén ante a incertidumbre sobre su paradero, luega de haber sido destituido ocho dias atrés de os tres cargos que acupaba en el gbierno: \icepresidente, minisro de Guerra y secretario de Trabajo y Prevsién (Cf. JAMES, 1995) 146 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin real del centro del poder social, politico y econémico del campo a la industria y con ello el encumbramiento progresivo de una nueva burguesia industrial que relevaba a aquella vinculada con los negocios agropecuarios. Pero esto no fue un mero recambio de élites, puesto que supuso un giro de una economia vinculada a los mercados externos a otra implantada en el mercado interno. Se habia conformado una alianza de intereses que nia a empresarios de unas industrias vinculadas al mercado interno con obreros industriales y un Estado que garantizaba la equidad en el reparto del ingreso Mucho se ha discutido sobre el verdadero rol del Estado en aquellas circunstancias histéricas. El peronismo no colocé sin mas el aparato burocratico del Estado al servicio de los trabajadores. La cuestién es mas compleja, puesto que el peronismo, recostado en los trabajadores urbanos como base electoral por antonomasia, procuré conciliar sus intereses con los de una burguesia industrial lamada a consolidarse para poder sostener en el tiempo esa nueva conformacién hegeménica. El proyecto peronista de Comunidad Orga torno aun Movimiento Nacional en tanto plataforma politica por excelencia de los trabajadores argentinos, alejado de cualquier concepcién vinculada a la lucha o conflicto de clases. Justamente se trataba de promover una conciliacién de clases en el marco de un ambicioso programa de mejoras sociales para la clase trabajadora. Y para esto era necesario un Estado que garantizase esa equidad, para lo cual det rol prescindente y colocarse del lado mas débil o mas vulnerable de la negociacién capital-trabajo Peto el proyecto no acababa ahi. Una vez més, el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional de 1974 ordena aquello que fue desarrollandose entre 1945 y 1955: ademas de los trabajadores organizados, era necesario contar con una organizacién nacional de industriales y, desde luego, convocar a los poderes facticos que articulaban la sociedad como era el caso de las FFAA y la Iglesia Catélica. Todavia, en el ciclo peronista 1945- 55, no iba a hacerse tanto énfasis organico en el ambito de la cultura y menos atin en el sector de la juventud, puesto que, desde una perspectiva vada se articulaba en abandonar su anterior 147 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes sociolégica, fue mas bien un emergente del post peronismo (década del sesenta en adelante). No resulta sencillo condensar en unos pocos parrafos la compleja relacién de los dos gobiernos del General Juan Domingo Perén con la institucién delas FFAA. Ya hemos hablado dela participacién de Perén en el gobierno militar de la revolucién del 4 de junio, También hemos destacado que la victoria de Perén en las jornadas que culminaron en el17 de octubre de 1945 encolumné por accién 0 por omisién a los militares detras de su candidatura, atin cuando institucionalmente las FFAA se presentaron como garantes de la realizacién de elecciones limpias, promesa que cumplieron escrupulosamente. Un cumplimiento que se tradujo ademas en tn programa que combinaba la vuelta a los cuarteles, el restablecimiento de los principios de jerarquia y profesionalismo, con un respaldo implicito a esos principio industrialistas que debian decantar en la prosecucién de una industria armamentistica nacional. Este rol profesional de la FFAA fue también sostenido inicialmente porelnuevo presidente aunque no sin combinarse con una politica destinada a atraer su favor. Esto implicé una generosa concesién de beneficios tanto eno que respecta al nivel de remuneraciones y bienestar social como al de compra de armamento y equipos. También Perén ratified a dos ministros militares del anterior gobierno -General Juan Pistarini en Obras Piblicas y General Humberto Sosa Molina en Ejército- y reservé el resto de las carteras militares para hombres de sus fuerzas “Ministerio de Marina y Secretaria de ‘Aerondutica- ademas de nombrar a militares en cargos de especial interés para la institucién armada como eran los casos de Yacimientos Petroliferos Fiscales o la Comisién Nacional de Energia (POTASH, 2002) No obstante, como lo ha sefialado reiteradamente un estudioso de la historia de las Fuerzas Armadas en la Argentina contemporanea como Robert Potash, aquella relacién entre las instituciones militares y Perén de “respeto mutuo y no interferencia” comenzé a abandonarse hacia 1949. De aqui en mas, se puso en marcha una politica tendiente a peronizar las Fuerzas Armadas en el marco de una Comunidad Organizada que debia sumar a las organizaciones mas relevantes de la sociedad al Movimiento Nacional. Asilo ha explicado Robert Potash: 148 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin Con sus conceptos centrales de justicia social, ndepen- dencia econémica y soberania politica incorporados al preambulo de la Constitucién reformada [1949], los par- {idarios del presidente se propusieron crear en varios sectores de la sociedad organizaciones econémicas, cul- turales y sociales que proclamaran la aceptacion de su ideologia, ahora llamada “doctrina nacional’, y se convier~ ten en parte del movimiento. Fue inevitable, tal vez, aue las Fuerzas Armadas se transformaran en blanco de esos ‘esfucrzos (POTASH, 2002, p. 104). A partir de entonces, quienes venian desde tiempo atras cuestionando de forma mas 0 menos disimulada el proyecto politico de Perén pasaron a la accién. En ese marco se encuadra la actividad conspirativa civico-militar que acabé en el frustrado golpe de Estado de septiembre de 1951 encabezado por el General Benjamin Menéndez. Y si hubo un cierto impasse al calor de la legitimacién popular que le otorgara a Perén su reeleccién en noviembre de 1951, a los tres afos del inicio de su segunda presidencia se desarrollé una crisis politica que acarreé el intento frustrado de magnicidio con el bombardeo a la Plaza de Mayo por parte de aviones de la Marina de Guerra el 16 de junio de 1955. A partir de entonces comenzaba la cuenta regresiva para el asalto definitive por parte de una oposicién -politica, militar, eclesial y, en parte, econémica- decidida a acabar por los medios que fueren necesarios con aquello que dieron en llamar la “Segunda Tirania’, lo que finalmente tendria lugar el 16 de septiembre de ese mismo aio’ Este proceso tuvo lugar en el marco de una crisis politica que se tradujo en la articulacién de un importante polo opositor dénde los poderes facticos jugaron un rol central. En otras palabras, el derrocamiento de Perén estuvo estrechamente vinculado a cierta pérdida de vitalidad de la alianza sectorial que habia dado forma a la Argentina Peronista. El éxito del programa de estabilizacién econémica de 1952 sobre las variables 5 Cabe aclarar que dicha apelacién a la Segunda Tirana, ala que acudieran los hombres de la ddenominada Revolucin Libertadora que derrocara al General Perén, procuraba trazar una linea de contiuidad histrica con el gobierno bonaerense del Brigadier General an Manuel de Rosas (1835-1852) 9 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes fundamentales de la economia supuso la introduccién de algunos principios como el incremento en las tasas de ahorro interno o el mejoramiento de la productividad de la economia que supusieron puntos de inevitables desencuentros entre la CGT y la nueva organizacién de empresarios industriales nacionales Confederacién General Econémica (CGEY. Prueba de ello fue el fallido esfuerzo gubernamental de 1954 por llegar a acuerdos sectoriales que ataran el incremento de los salarios tnicamente a aumentos de la productividad a través del ya referido Congreso Nacional de la Productividad y el Bienestar Socia Lo cierto es que en aquella crisis politica que tomaba todo su vigor a mediados del aito 1955, a la pérdida de entusiasmo de quienes hasta entonces ataron su prosperidad econémica a la Comunidad Organizada o ala posicién subversiva de sectores militares y politicos de la oposicién, se ‘sumaba un nuevo actor: la Iglesia Catdlica, Abundan los estudios y analisis, sobre el rol de la Iglesia en el periodo 1945-55 pata explicar su paulatino desplazamiento politico desde un peronismo que validaba legislativamente la obligatoriedad de la ensefianza de religion en las escuelas primarias dispuesta por el gobierno militar de 1943-45 a otro que en 1956 la anulara y sancionara una ley de divorcio. También es cierto lo que sostiene una estudiosa del tema como lo es Lila Caimari (1995) respecto a las causas que originaron el conflicto entre Perén y la lglesia Catdlica cuando insiste en que estamos frente a una superabundancia de hipétesis y, por tanto, frente a ninguna que se imponga alas demas. Detodos modos, paraidentificarlosrasgosmassalientesdelconflicto Perén-Iglesia Catdlica es necesario retrotraerse a la primera presidencia de Perén aunque, aparentemente, no se veian todavia sintomas de aquel. Entonces puede advertirse que la intensa actividad gubernativa en materia de accién social que imprimia un sello de identidad propio al justicialismo 7 Téngase presente que el programa de establizacién econémica de 1952 sucede a lo que po- ciamos denominar como el periado clisico de la economia perorsta cuyo apogeo abarca el tienio 1946-49, En aquellos afos el enfoaue econémico tiene un perfil nacionalistay la Conduccién econémica haba sido confiada por Perén aun mediano inéusial Miguel Miranda (entre 1946 y 1948 presidente del Banco Central de la Repliblea Argentina y del Instituto A sgentino para la Promecién del Intercambio). (Ct. GERCHUNOFF; ANTUNEZ, 2002). 150 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin era progresivamente percibida como una “intromisién” en un terreno que hasta entonces administraba la Iglesia. El propio culto a la personalidad del presidente y muy particularmente a la de su esposa Evita -referente por antonomasia de la politica social justicialista-, comenzé a ser percibido en los altos niveles del Episcopado argentino como peligrosamente lesivo para sus intereses. De hecho, el impacto que tuvo para las masas la labor social de Evita, recubierta de un discurso que no dejaba de denunciar el injusto orden social de la “Argentina oligarquica’, descolocaba a una Iglesia pre conciliar para quien la virtud caritativa no debia cuestionar la estructura social, Pero, sobre todo, la Iglesia veia con creciente preocupacién la emergencia de una liturgia profana que invadia decididamente su espacio. A esto se sumaba hacia 1950 el apoyo del gobiemo a sectas 0 religiones protestantes. También la incorporacién al gobierno de figuras identificadas como ateas o masones contribuyé a enfriar la otrora aceitada relacién Pero el conflicto se oficializa recién hacia finales de 1954 cuando el propio Perén denunciaba que detras de la proliferacién de asociaciones de toda clase y color de pastoral catélica se escondia una oposicién con intenciones golpistas. Lo que siguié no fue otra cosa que una escalada en el conflicto. Ante aquella acusacién presidencial, sectores importantes del clero argentino deciden cortar definitivamente los lazos con el gobierno y éste respondié con un paquete legislativo que incluyé las ya referidas leyes de divorcio y de anulacién de la ensefianza religiosa en las escuelas mas la equiparacién de derechos entre hijos legitimos y naturales. Inclusive, habia comenzado a hablarse de una reforma constitucional que separara a la Iglesia del Estado, Frente a aquella artilleria gubermamental la Iglesia reaccioné el 11 de junio de 1955 con una multitudinaria procesién del Corpus Cristi que aglutiné a todo el arco opositor incluyendo aiin a comunistas y referentes laicistas de la Unién Civica Radical, el Socialismo y otros partidos. El gobierno respondié con la expulsion del pais de dos obispos de la Nunciatura a quienes se responsabilizé por una serie de incidentes durante la manifestaci6n. De inmediato, el conflicto politico derivé en una veloz escalada de violencia que incluyé el brutal bombardeo a Plaza de Mayo 151 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes de la Marina del 16 de junio (con un saldo de mas de 300 muertos y 600 heridos) y aquello que se leeria como la respuesta de grupos peronistas al bombardeo: la quema de iglesias de la Capital Federal durante la noche de esa desgraciada jornada, Posteriormente, a un frustrado impasse de reconciliacién nacional auspiciado por el presidente le siguié un retorno a la linea dura -aqui es elocuente el discurso de Perdn del 31 de agosto- lo que a su vez daba paso al pronunciamiento del 16 de septiembre, antesala del derrocamiento. Hasta aqui las maltrechas relaciones entre el peronismo y estos poderes facticos al momento del inicio de esa larga marcha de la resistencia peronista, No obstante, la escalada de conflictos que cristalizaron el quiebre de la alianza sectorial originatia de la Argentina peronista daba cuenta de la complejidad del fenémeno. Tanto entre los empresarios industriales como en la Iglesia y hasta en las Fuerzas Armadas que derrocaron a Perén subsistieron sectores que continuaron siendo leales al peronismo, atin cuando desde el poder se lo intents erradicar de la escena politica y social argentina, En junio de 1956 se producia el levantamiento civico-militar, encabezado por el Gral. Juan José Valle, contra el gobierno que derrocé a Perén. En rigor de verdad se traté de una sublevacién de un sector marginal del Ejército que no conté siquiera con el aval del propio Perén, mal concebidoy peor organizado. Atin asi, su impacto politico y su proyeccién en elimaginario colectivo de un Movimiento Peronista que atin no acababa de asumir el golpe que le supuso su desplazamiento del poder, fueron mas alla de cualquier previsién. El gobierno encabezado por el Gral. Aramburu tomé la decisién de fusilar a sus responsables o cabecillas, lo que incluyé civiles y militares, Silos fusilamientos significaron un sibito viaje retrospectivo alas guetras civiles argentinas anteriores a la consolidacién de la organizacién nacional, los procedimientos implementados nos trasportan mas bien a la ficcién del realismo magico sudamericano si tenemos en cuenta que entre los fusilamientos de civiles en los basurales de José Leén Suarez, hubo “fusilados sobrevivientes” (WALSH, 1957). 152 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin En lo que concierne a los industriales, aquellos que habian organizado la CGE vieron como el gobierno de la Revolucién Libertadora intervenia sus organizaciones y desconocia su personeria juridica. Se trataba de una revolucién en clave de golpe de Estado que escondia bajo su misién “libertadora’ una clasica restauracién. Una vez mas, lalegitimidad de la representacién empresarial recaia en la Sociedad Rural Argentina y en la Unién Industrial Argentina. En lo concerniente a la Iglesia, su propia estructura y autonomia funcional hizo que las lealtades peronistas -principalmente curas de parroquias y algunos casos de religiosos y religiosas que participaron del gobierno en areas como la educacién y la salud- fueran rapidamente olvidadas a cambio de un apoyo decidido al nuevo elenco gobernante. ‘Sea como fuere y muy a pesar del deseo de los “libertadores’, el peronismo no estaba acabado. Elprimer quinquenio posterior a su expulsion del poder seria apenas un impasse, la “primera resistencia’, en una travesia de casi dieciocho afios para retomar el gobierno. Ahora bien, la historia jamés es lineal y ésta no fue la excepcidn, Ya veremos como los cambios sociales, econémicos y culturales herederos de la “revolucién justicialista” acabaran por conformar un nuevo escenario politico que adquiriré toda su Visibilidad al finalizar la década del sesenta e ingresar en la del'70, dénde el peronismo serd la vanguardia politica de la nueva situacién. Y subrayamos aquel adjetivo, porque los determinantes sociales, econémicos y politicos de la Argentina del inicio de la década del setenta distaban mucho de los de 1955. En suma, el peronismo seria transformado, revolucionado por los propios efectos de su “revolucién justicialista’, Nuevos actores entraban en escena y no justamente pata ocupar un lugar secundario o subaltemo en el Movimiento. La incorporacién de los jévenes y los intelectuales en clave de “vanguardia” perfilaron los nuevos desafios politicos que debié enfrentar tanto Perén y el Movimiento Peronista como, por aiiadidura, la Argentina entre 1969 y 1973. Nuevos actores y nuevos desafios politicos que ya desde los ultimos afios de la década del sesenta comenzaban a plantearse en términos de lucha armada’, lo cual nos conduce nuevamente a los tiltimos escritos de quien -muy influido por su visién en primera persona de la Revolucion 153 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes Cubana- desde sus escritos explicé y legitimé la relacién lucha armada- movimiento peronista. Veamos entonces qué decia al respecto John William Cooke en 1967: Desde la lucha armada, Perén no es y no sera un absté~ culo, por cuanto existe una clara y necesaria continuidad histdrica entre el proceso iniciado bajo su liderazgo el 17 de octubre de 1945 con las banderas de justcia social, in dependencia econémica y soberania politica, y el proce- 0 revolucionario que hoy comienza a desarrollarse bajo otras formas de lucha pero manteniendo e integrando ‘en un proceso superador las banderas iniciales (COOKE, 1967, p.228). JUVENTUD E INTELECTUALES: MOVIMIENTO PERONISTA Y REVOLUCION Resulta imposible comenzar a hablar de juventud sin antes recordar una suerte de axioma que el profesor Juan Carlos Torre repitiera una y otra vez a quienes éramos sus alumnos del curso sobre “Problemas de la accién colectiva’: la juventud es, desde una perspectiva sociolégica, tuna “creacién" de los afios sesenta*, Esto se conecta con el relato de una experiencia de la que fuera protagonista otro profesor, en este caso el {ilésofo dedicado a la historia de las ideas en Argentina, Oscar Teran, cuyo testimonio resulta esclarecedor para comprender el modo en que la gesta de la Revolucién Cubana conjugé en las mentes de los jévenes de los afios sesenta lo que hasta entonces se veia como dos elementos antitéticos: el andamiaje tedrico del marxismo y la practica revolucionaria, En este sentido cuenta Terén, en una publicacién de hace una década, una experiencia que sittia en los afios de Ongania (1966-1970) sobre una lectura colectiva del entonces prohibido texto de Régis Debray ¢Revolucién en Ia Revolucién? Se trataba en rigor de verdad de la lectura del texto en versién microfilm, proyectado en una buhardilla del barrio portefio de Barracas que actuaba 1 Se vata del curso ditado durante el afo 1998 por el socislogo argentino Juan Carlos Tare, especializado en ol estudio sobre el sindicalsmo peronista, en la Maestria en Historia dela Universidad Torcuato Di Tell, 154 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin de habitacién de un estudiante amigo y camarada -Javier- del por entonces joven Oscar Terén Lo cierto es que Teran puntualiza el hecho contextual de la escena que protagonizaron dos jévenes estudiantes de la Facultad de Filosofia y Letras de la UBA (Universidad de Buenos Aires) en plena dictadura militar de Ongania imbuidos durante una tarde de verano de las palabras de un joven intelectual francés que no actuaba como criterio de autoridad sino a través del prestigio que la Revolucién Cubana proyectaba, Pero mas importante atin para nuestro analisis del binomio juventud/intelectuales-revolucién de aquella escenografia epocal resulta el final de aquel encuentro que Tern lo subraya de manera taxativa: De manera que luego de varias horas de lectura forzada (como quien dice de “macha forzada"), henchidos de un novedoso y para esos dias practicamente exclusivo saber, Javier me acompané hasta la puorta de su casa. Quiero repetir que era un bello domingo de verano, porque en- tonces se entendera mejor que era natural que por la calle pasaran numerosas parejas de jévenes rumbo al parque ‘cercano, La tarde se acercaba a su acaso. Entonces Javier me mird seria y fjamente y me dijo: “Pensar que no sa~ ‘ben e! mundo que estames haciendo para ellos”. No se me ‘ocurtié responder nada -quizas porque estaba de acuer- do con esa aseveracién-, y sin embargo esa frase quedé para siempre clavada en un rincén de mi cerebro (TERAN, 2004, p. 14-15) La frase resume magistralmente ese ascenso de la juventud como actor social y politico. Una juventud que vino de la mano de la reificacin de un nuevo tipo de intelectual, en cierto sentido, de un tipo de intelectual mutfido casualmente de una fuerte impronta “ trataba, claro esta, de “hacer la revolucién’. Una revolucién preparada por pocos para beneficio de muchos. nti-intelectualista’. Se En aquella labor convergieron inclusive militares retirados que por la via del peronismo, como fue el caso del Mayor Alberte, impulsara en un Congreso del Peronismo Revolucionario de 1969, una primigenia Tendencia Revolucionaria Peronista. En esa linea, hubo inclusive jévenes 155 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes catélicos, curas tercermundistas y cadetes que cursaban los inicios de la carrera militar que decidieron abandonarla para sumarse a esas nuevas perspectivas, todavia poco unificadas, de finales de los afos sesenta y primeros dos afios de la década siguiente de lo que se conoceria como un peronismo revolucionario en clave de lucha armada Tampoco falté la contestacién en la Iglesia post-Concilio Vaticano Il, cuando en paralelo a la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellin (1968) comenzara a articularse en nuestro pais un Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), donde su ala mayoritaria se presentaba partidaria de las perspectivas revolucionarias del peronismo de esos altos. El propio Perén daba asi, en marzo de 1969, la bienvenida a los Sacerdotes del Tercer Mundo al seno del Movimiento, aunque no sin beneficio de inventario a la luz del recordado conflicto que mantuvo con la Iglesia Catélica entre finales de 1954 y los momentos previos a su detrocamiento en 1955: En orden a nuestro deber para con el pueblo, cada uno puede juzgar si alguien le ha ofrecido lo que nosotros en nuestros diez afios de Gobierno lusticialista, y en cuanto ‘a nuestro interés por la verdadera grandeza moral y ma- terial de la Argentina, la historia no nos podta ser esquiva porque la realidad es la tinica verdad. En tan afanosos emperios tuvimos en contra al Episco- pado argentino que, ahora, un cuarto de siglo después, parece que quiere rectificarse, En a pretendida apostasia de las masas, a Iglesia tiene también su parte de culpa porgue, por intermedio de su jerarquia eclesiastica, olvidd ‘a menudo al pueblo para seguir a las oligarquias y a los poderosos que no fueron precisamente los preferidos de Cristo. Ola iglesia vuelve a Cristo 0 estara en grave peligro cen ol futuro que se aproxima a velocidades supersénicas. De estos simples hechos fluye la admiracién y el cariio ‘aue siento por los Sacerdates del Tercer Mundo a los que deseo llegar con mis palabras de aliento y encomio por- {que ellos representan la Iglesia con que siempre he sofia~ do (BASCHETTI, 1997, pp. 613-614). El afio 1969 ilustré desde su inicio ese pretendido giro revolucionario que Cooke preconizara hasta su. muerte acaecida el aio anterior. Al 156 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin Congreso del Peronismo Revolucionario del mes de enero se le sumaba esta acogida de los Sacerdotes del Tercer Mundo por un Perén que ya comenzaba a hablar de “socialismo nacional” y a partir del mes de mayo el estallido social del Cordobazo en simultaneo con otros “azos” en Rosario y Tucumén, Todo hacia ver entonces una luz al final del tunel de la dictadura que, cuanto menos, anticipaba la salida de Ongania del gobierno, El movimiento social contestatario de la Argentina de finales de la década del sesenta comenzé a articularse en torno a un peronismo proscrito, cuyas banderas eran levantadas ahora no sélo por los sindicatos (con sus distintos niveles de combatividad) sino también y principalmente por una ascendente Juventud Peronista que sumaba accién en la calle y discusién tebrica en los ambitos intelectuales. Ese peronismo joven que sumaba ahora alos hijos de la clase media y media-alta de aquellos que tres lustros atras, cuanto menos, aplaudieron al “pando libertador", emergia ahora con pretensiones de vanguardia, Este concepto importado del corpus tedrico practico del marxismo- leninismo seria mas temprano que tarde parte del bagaje con el cual sectores importantes de la juventud en proceso de peronizacién arribara al peronismo. En otras palabras, esto significaba prepararse para “conducit’ junto a Perén. Ya veremos que esta pretensién estara en la base de los grandes traspiés que esta juventud radicalizada cometerd en su relacién con el lider justicialista, Esto quedara plasmado cuando tomen forma las organizaciones politico-militares adscriptas a un peronismo dispuesto a acelerar los tiempos para el retorno de Perén al poder. Ese era el objetivo que perseguia Perén desde su exilio madrilenio con su bendicién a las organizaciones politico-militares del peronismo; por el contrario, esa juventud radicalizada creyé 0 quiso creer que el anciano lider justicialista auspiciaba un movimiento revolucionario en clave socialista, En cualquier caso, la ya referida presentacién en sociedad de Montoneros en 1970 con el secuiestro y posterior asesinato de Aramburu (ex presidente y maximo referente de la Revolucién Libertadora) significé lun golpe de gracia a la ya critica situacién politica de la dictadura militar 157 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes que se afadia al impacto social de los sucesos del Cordobazo. Atin cuando los jévenes, en su mayoria provenientes de la Accién Catélica, que conformaron el grupo inicial de Montoneros fueron duramente repri al caer presos 0 ser abatidos en enfrentamientos con la fuerza piiblica al punto de haber estado préximo a sucumbir-, la organizacién logré rearmarse. Los golpes iniciales sellaron su éxito al punto de convertirse en la organizacién que logré aglutinar al resto de los grupos guerrilleros que se proclamaban peronistas al avanzar el aito 1972. Junto a Montoneros, la izquierda revolucionaria que adscribia al marxismo-leninismo en el espejo de la Revolucién Cubana entraba también en su fase expansiva con la fundacién en 1969-70 del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Sin caer en el sofisma latino del post-hoc, propter-hoc -considerar que lo que sucedié antes es causa necesaria de lo que sigue-, debe puntualizarse que el clima generado por la suma de una concatenacién de estallidos sociales y los efectos inmediatos de la estrategia gubernamental de haber dejado “en suspenso” a la politica, acabé estallando en clave de organizaciones guerrilleras con sus respectivos programas revolucionarios. En suma, una plataforma que no sélo colocaba a la dictadura en tiempo de descuento para forzar una salida electoral sino que también facilité ef regreso de Perén al pais el 17 de noviembre de 1972. Podria decirse que durante el mes en el cual Perdn residié en ‘Argentina, la incertidumbre en torno a la actitud que tomaria el peronismo de concuttir 0 no a los comicios quedatia develada en el sentido de la concutrencia. Ya se ha hecho referencia ala intensa campaiia que llevara a cabo la Juventud Peronista -sintetizada en el popularizado slogan “Campora al gobierno, Perén al poder”-para consagrar en los comicios del 11 de marzo de 1973 a Héctor Cémpora como nuevo presidente. En estas circunstancias Montoneros quedaba ubicado en el centro de esa potente amalgama del peronismo revolucionario reconocida como Tendencia Revolucionaria del Peronismo que permitia conjugar esa extraordinaria combinacién de una mmilitancia movimientista-juvenil en expansién y una estructura celular propia de una organizacién guerrillera, Ciertamente, el frente electoral idos 158 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin constituido en torno al Movimiento Peronista, FREJULI, triunfaba en las ummas y el peronismo regresaba al gobierno. Hasta aqui, parecia casi cerrado el ciclo iniciado en 1955 con el derrocamiento de Perén; sélo faltaba, si se quiere, cumplir con el ultimo término del slogan, cuanto menos ena perspectiva de aquel sector “clasico” del peronismo que por oposicién a la Tendencia adoptaba el nombre de Ortodoxia. Eso no era otra cosa que lo que reclamaba quienes despuntaban como el eje mas importante de aquella Ortodoxia, el sindicalismo peronista: aquello de Perdn al poder. Un poder que finalmente volvié a Perén, luego de la renuncia del presidente Campora y de la convocatoria a nuevos comicios en septiembre de 1973. E112 de octubre, Perén se convertia nuevamente en presidente de los argentinos. Ahora bien, aquella salida del otrora delegado de Perén no fue una mera operacién de recambio nominal, siguiendo un guién preestablecido, © por lo menos no fue concebido asi para el sector del peronismo que arropé la breve gestién de Campora: la organizacién Montoneros. Ya desde los dias posteriores al triunfo electoral, cuando se estaba organizando la conformacién del nuevo gobierno, tuvieron lugar las primeras desinteligencias entre lo que genéricamente podemos considerar como Una Tendencia que reclamaba para silo que consideraba debia ser su cuota de participacién en el poder y un Perén que comenzaba a mostrar signos de desaprobacién hacia los jévenes revolucionarios. El tema es complejo y complejos son también los matices que componen los diversos grupos juveniles que, desde el centro celular de la organizacion Montoneros, se van expandiendo en capas que entretejen ese variopinto mapa de jévenes, intelectuales, profesionales de clase media y también de grupos de obreros radicalizados -disconformes con el tradicional sindicalismo ortodoxo peronista- que corporizaron la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Unareferencia especial merece la relaciénintelectuales-peronismo- revolucién. Sabido es que la mayor parte de los intelectuales, salvo ciertos hombres que excepcionalmente se posicionaron con Pern desde 1945, no fueron de la partida durante los diez afios de gobierno justicialista. El 159 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes peronismo se valié de retazos de nacionalismo catélico 0 de nacionalistas a secas quienes gestionaron la politica universitaria en particular y educativa en general del decenio 1945-55. Es cierto que hubo nombres de prestigio entre los escasos intelectuales que apoyaban lo que sus enemigos liberales ¢ izquierdistas denominaban “el régimen’; tales son los casos del literato Leopoldo Marechal (nacionalista catélico) 0 del historiador Ernesto Palacios (nacionalista a secas), o de escritores del grupo Boedo como César Tiempo 0 Nicolas Olivati o artistas populares como Enrique Santos Discépolo, Discepolin. Pero, nuevamente, se traté de casos puntuales que no conformaban un “bloque de intelectuales organicos” ni nada que se le parezca, La intelectualidad argentina de entonces (desde el liberalismo a las diversas izquierdas) dio la espalda al peronismo en 1945 y con él alas masas obretas a quienes consideraban victimas de soborno o, peor atin, de una gran estafa, Entonces la gradual reconciliacién de algunos de ellos con el peronismo durante los afios sesenta junto a una nueva camada de jévenes que estaba finalizando por esos afios sus estudios universitarios, animados por la idea de movimiento de liberacién nacional como precondicién para poner en marcha la revolucién social, fueron las bases para operar un vertiginoso proceso de “peronizacién’. Y también volvemos a repetitlo, ese proceso lo hicieron de la mano de un planteamiento que les autoconferia, claro esta, el rol de vanguardia esclarecida, De alli que todos estos movimientos hayan convergido mas temprano que tarde en Montoneros, para los casos de mayor compromiso con la “posicién militarista’, o mas genéricamente en la Tendencia, si el compromiso tomaba un cariz mas ligado a la militancia social-movimientista Una vez que, hacia octubre de 1973, distintos retazos de las organizaciones armadas peronistas mas antiguas y otras mas compactas gue provenian de la izquierda -fundamentalmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)- se fusionaran con Montoneros tendra lugar el desarrollo del conflicto entre los jévenes revolucionarios y Perén. Es entonces cuando la fusién Montoneros-FAR deviene en la adopcién del 160 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin corpus teérico marxista por los otrora militantes catélicos. Los hitos son bien conocidos: enfrentamientos en lo que pretendié ser el acto por el retorno definitive de Perén a la patria el 20 de junio de 1973; en septiembre, el asesinato del secretario general de la CGT José Rucci atribuido -aunque no teconocido oficialmente- a Montoneros; el cuestionamiento del presidente Perén a los gobiernos provinciales cercanos a la Tendencia: el recambio de autoridades universitarias consideradas ahora como izquierdistas “infiltrados” en el Movimiento y, como broche de oro, aquel discurso del primero de mayo de 1974 en el que Perén, desde los balcones de la Casa Rosada, calificaba de “estiipidos” e "imberbes” a las columnas de Montoneros que gritaban consignas criticas hacia su gobierno. Sin lugar a dudas, aquella estampa del retiro de Montoneros de la plaza quedaria grabada en el imaginario colectivo de los argentinos como el certificado de ruptura politica definitiva de una relacién que venia deteriorandose a marcha forzada. A partir de entonces y mas atin con el fallecimiento del presidente el 1° de julio de 1974, el derrotero de la organizacién Montoneros -ya despojada de buena parte de lo que se concentraba en tomo a la Tendencia, fundamentalmente por la escisién de lo que se conocera como el sector JP Lealtad- no sera otro que un repliegue sobre su condicién de célula guertillera para pasar a la ‘landestinidad” el 6 de septiembre de 1974. En suma, quienes se habian atribuido a si mismos el papel de “vanguardia revolucionatia” del peronismo se apartaban del Movimiento, aduciendo que, ya sin Perén, habia dejado de ser un instrumento valido para llevar adelante el proceso de “liberacién nacional y social’, Mas atin, para Montoneras, el gobierno de la flamante presidenta Maria Estela Martinez de Perdn no tenia ya practicamente nada de peronista y si practicamente todo de reaccionatio y derechista. Asilas cosas, alpromediar el aio 1974, cualquier posibilidad de volver a conjugar los términos revolucién, movimiento social y peronismo habia desaparecido del escenario politico argentino, Ademés, los enfrentamientos facciosos al interior de un peronismo sin Perén no hicieron mas que acelerar el proceso de deterioro politico que sufrié el débil gobierno de la viuda de 161 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes Perén. Posiblemente, aquella conjuncién entre revolucién, movimiento de liberacién y peronismo fue interpretada de manera muy disimil por unos y otros. De una parte, los jévenes ra "socialismo nacional” del lider justicialista para promover un proyecto de Estado socialista -tal vez “a la cubana"- que jamas estuvieron en los planes de Perén, De otta parte, Perén se valid de esa expresién tan polisémica para conjugar una relectura de la doctrina justicialista en clave del lenguaje de esos aiios, posicionado fuera del poder. Una vez en el gol develaba su proyecto politico sin ambages: la “reconstruccién nacional” por la via de una remozada version del modelo politico organicista de “comunidad organizada” teorizado en ese "Modelo Argentino” al que hiciéramos referencia al comenzar este trabajo, Ciertamente, la pretendida desilusién de Montoneros con el programa de gobierno de Perén no puede ser leida mas que como tuna estrategia politica para pelear esa posicién de vanguardia a la que aspiraban y que les fuera negada por el lider justicialista, Nadie se puede llamar a engaiio, Desde el inicio mismo del tercer ciclo peronista -y esto comprende también la breve gestién presidencial de Héctor Campora-, el programa socio econémico expresamente articulado por la via de un Pacto Social CGT-CGE daba cuenta de un esquema de alianza de clases entre el empresariado o burguesia nacional y el movimiento obrero organizado, En este esquema, el ministerio de Economia fue reservado para el maximo referente de los empresarios nacionales, José Ber Gelbard, y el de Trabajo para un hombre del sindicalismo peronista que en este caso recayé en el metalirgico Ricardo Otero. En definitiva, se trataba de ampliar la base productiva del pais no s6lo potenciando el mercado interno sino procurando también ampliar mercados para nuestra produccién industrial porlla via de las exportaciones a paises de incipiente o moderado desarrollo econémico, como era el caso de buena parte del entonces bloque de paises socialistas. Todo esto debia ademas conjugarse con un adecuado programa de renovacién e inversién en infraestructuras basicas, lo que dio a conocerse como Plan Trienal alizados se valieron de los términos mo, Perén 162 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin En otras palabras, este programa pretendia consolidar un modelo de crecimiento econémico con equidad social que evitara la concentracién del poder en las élites tradicionales para potenciar la industria nacional y dotarlaa suvez de un potencial exportador como una via de fortalecimiento del eje social originario del peronismo: obreros industriales-empresarios nacionales, librados de la dependencia del gran capital internacional. Pero esto distaba mucho de la “revolucién socialista” preconizada ya sin tapujos por Montoneros una vez que el peronismo accediera nuevamente al gobierno. En este sentido no se debe descuidar el flanco permanente de ataque de Mario Firmenich, ntimero uno de la conduccién de Montoneros: el Pacto Social, que denunciaba por anteponer los intereses del capital a los del trabajo, Esto debe analizarse en conjunto con la descalificacién de Montoneros a la CGT, firmante del Pacto por la “parte sindical’, porque a su entender no era otra cosa que una “burocracia sindical” que traicionaba permanentemente a los trabajadores. Por ultimo, no olvidemos que Montoneros cuando se propuso hacer una demostracién de fuerza en su enfrentamiento con Perén no hizo otra cosa que avanzar hacia el asesinato del secretario general de la CGT Rucci, el hombre de Perén en el Pacto Social Lo cierto es que aque! Modelo Argentino desde el cual el anciano lider justicialista pretendia condensar no sélo un programa politico para el momento actual sino también una suerte de legado politico para la historia, estaba muy alejado de los anhelos revolucionarios anticapitalistas de esa juventud radicalizada, de los intelectuales que desde la izquierda recayeron en el peronismo para encontrarse con las masas o desde una posicién atin mas organica, de Montoneros, Para todo este niicleo, eltriunfo electoral del 11.de marzo de 1973 no habia significado la toma del poder; aquello estaba atin pendiente. Ademas, el propio transcurso del gobierno justicialista les mostraba que dicha toma no podia venir mas que de un poder popular que en palabras de Mario Firmenich surgia "de la boca de un fusil’, De alli el pase a la clandestinidad de septiembre de 1974, sus operaciones militares de 1975 y aquello de considerar el advenimiento del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 como un “cuanto peor, mejor”. 163 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes En definitiva, se aposté todo a una violencia presuntamente vivificadora que conformé una espiral de pérdida de vidas, derechos y resignacién de espacios sociales y politicos de poder desde lo cual operar el cambio social. Mas bien se eligié todo lo contrario, reemplazar la politica democratica por la guerra. Pero en verdad, se era consciente de ello? Resulta dificil responder esto desde la actualidad; por tanto, parece mas aconsejable retornar a aquel escrito de ese tedrico de la revolucién peronista en clave de lucha de clases, John William Cooke, que no vivié ni para protagonizar ni para teorizar sobre lo que sucedié con posterioridad a 1968 y que consideraba que no cabia otra posibilidad que pasar ala accién en tanto: “La posibilidad de la lucha revolucionatia solo puede demostrarse a través de la lucha revolucionaria’ (1967, p. 236). HACIA EL FINAL Cuando la presidenta Isabel Perén era trasladada al aeroparque metropolitano en la madrugada del 24 de marzo de 1976 para ser detenida y trasladada a una residencia militar en el sur del pais, ya poco quedaba de un Movimiento Peronista desgarrado por el desanimo y las disputas internas de poder; pero menos alin quedaba de las aspiraciones revolucionarias 0 del movimiento social que el peronismo supo edificar tan sélo un trienio atrés, La Tendencia Revolucionaria del Peronismo se habia desgajado entre los que permanecieron en el Movimiento -una parte mas que sustancial dela militancia de base- y quienes cerraron filas con la orga (Montoneros) para pasar a actuar en la clandestinidad Pero en el campo sindical no hubo tampoco unidad de accién. Mientras que las ortodoxas 62 Organizaciones Peronistas orientadas por el lider metalirgico Lorenzo “Loro” Miguel permanecieron hasta el final alineadas con la presidenta, los sectores denominados combativos eran progresivamente apartados de la conduccién de sus gremios, de las comisiones internas de los centros de trabajo 0 cando no eran 164 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin represaliados 0 directamente despedidos como producto de una “pinza” entre la patronal y los referentes del sindicalismo ortodoxo, En las universidades, la purga ya habia tenido lugar desde finales de 1973 y especialmente durante el transcurso del aio siguiente. Ya nada quedaba de la experiencia del Rector de la entonces Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires Rodolfo Puiggrés, ni de otras gestiones cercanas a la Tendencia como la de Rodolfo Agoglia en La Plata o la de Holver Martinez Borrelli en Salta para nombrar sélo un par de casos. Los jévenes radicalizados de la Juventud Universitaria Peronista y los intelectuales comprometidos con este sector también debieron resignar el espacio Universitario, en algunos casos para reconcentrar su militancia por la via clandestina de Montoneros y en ottos para buscar nuevos centros de trabajo fuera del pais. No menor fueron las tensiones al interior de la Iglesia, dénde las jerarquias dejaron librados a su suerte a aquellos curas y monjas comprometidos con posiciones sociales 0 politicas radicalizadas. Ademas la propia ruptura interna de la Tendencia, ocurrida entre marzo y mayo de 1974, dejé desamparados politicamente a no pocos sacerdotes del tercer mundo. El caso mas notorio y tragico fue el asesinato del padre Carlos Mujica en mayo de 1974. En este mismo sentido, buena parte del trabajo social-bartial de las distintas organizaciones de la Tendencia -tales son los casos del Movimiento Villero, Movimiento de Inquilinos, etc.- quedé a la deriva con posterioridad a la muerte de Pern, Por cierto, la muerte de Perén significé también el principio del fin para el eje matricial de su programa politico de gobierno: el programa econémico conducido por el empresario de la CGE José Gelbard. Su viuda y sucesora Isabel esperé al mes de septiembre para peditle a Gelbard que dimitiera, Una decisién politica que signific6 en los hechos el final del Pacto Social CGE-CGT. Y por tanto el alejamiento de la central de pequefios y medianos empresarios de la industria nacional de las esferas del poder gubernamental, Con esto se hacia visible el fracaso tanto delas perspectivas revolucionatias en clave socialista de la juventud mas radicalizada como 165 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes del programa de “revolucién en paz” que el propio presidente anunciara en el Congreso al presentar su Modelo Argentino para el Proyecto Nacional El desentendimiento entre ambas partes, posiblemente pueda deberse no tanto a una incomprensién mutua como ala mutua pretensién de sumar ala otra parte a su programa, En cualquier caso, ni uno ni otro logré plasmarse en la realidad y el vacio a que dio paso la indefinicién fue aprovechado por los poderes facticos mas reaccionarios para acampar en el lugar. Portiltimo, el deterioro della relacién gobierno-FFAA fue en aumento vis-a-vis de los desafios guerrilleros de Montoneros y, en particular, del ERP. Ademas el gobierno de Isabel no hizo sino profundizar la ruptura del movimiento social del que se nutrié el peronismo que accediera al poder en mayo de 1973, No sélo desoyé las demandas de los jévenes, de los estudiantes y de los trabajadores, al punto de tener que enfrentar tuna huelga general por parte del sindicalismo ortodoxo en junio de 1975, sino que desde hacia mas de un afio atrés daba rienda suelta al accionar violento de la banda derechista comandada por el ministro de Bienestar Social y secretario privado de Perén y de Isabel José Lopez Rega. Esto se sumaba a la autorizacién brindada por la presidente en enero de ese ao a las FFAA para aniquilar el foco subversivo que habia instalado el ERP en la provincia de Tucuman Ciertamente, el deterioro se volvi6 ya itremediable a partir del segundo semestre de 1975 cuando al desafio de la huelga general, la presidenta debid acceder a una de las exigencias centrales de la misma: la renuncia del ministro Lépez Rega. Ya sin su hombre de mayor confianza, sin apoyos empresariales ni de sectores de la clase media urbana relevantes, sélo le quedaba recostarse en la tan mentada columna vertebral del justicialismo: el movimiento obrero organizado, a quien sus detractores por izquierda denominaban “burocracia sindical’, También durante esos meses, las FEAA comenzaron a organizar -con tiempo, por cierto- lo que para buena parte de la sociedad argentina formaba parte ya de esa “crénica de tuna muerte anunciada’: el golpe militar. En realidad, un golpe civico militar puesto que esta vez, mas que nunca antes, buena parte de aquello que 166 CAPITULO 3 | Movimiento Peronista y revolucin se desgajaba de la otrora alianza de clases multi-sectorial que condujo huevamente al peronismo al poder en 1973 era, por accién o por omisién, recogida por las FFAA, cuanto menos como apoyos pasivos para sus planes de futuro. No obstante, las FFAA no pretendian recrear un movimiento social, ni siquiera una alianza de clases; sélo buscaban neutralizar al cuerpo social para, de la mano de los poderes facticos mas reaccionarios (Unién Industrial Argentina, Sociedad Rural Argentina, sectores politicos de los partidos tradicionales y hasta sindicalistas comprometidos con el golpe) tomar el gobierno, La idea era imponer un programa que desarticulara ese movimiento social y con él cualquier atisbo de pretensién contestataria, reformista y, mas atin, revolucionaria, Todo esto para eliminar de raiz del escenario politico argentino cualquier germen de conviccién en torno a aquello que sostuviera Cooke en cuanto a que toda ‘[..] posibilidad de la lucha revolucionaria solo puede demostrarse a través de la lucha revolucionaria” (1967, p. 236). En fin, para los militares de la dictadura que se inauguraba en 1976, sélo la violencia de un Estado que acudia al terror podia hacer de aquel objetivo la mas fecunda realidad. Una realidad sin revolucién, sin movimiento social y, por supuesto, sin peronismo en clave de Cooke, 167 ‘As Revolugdes na América Latina Contemporanes REFERENCIAS ANTUNEZ, D. H. Caras Extrafias. La Tendencia Revolucionaria del Peronismo en los Gobiernos Provinciales. Buenos Aires; Cordoba; Mendoza; Santa Cruz; Salta, 1973-1974. Rosario: Prohistoria Ediciones, 2015. BASCHETTI, R. Documentos de la Resistencia Peronista. 1955-1970. La Plata: De la Campana, 1997. CAIMARI, L. M, Perén y la Iglesia Catélica, Religién, Estado y sociedad en la Argentina (1943-1955). Buenos Aires: Ariel, 1995. COOKE, J, W, La revolucién y el peronismo, En: DUHALDE, E. L (Compilador), John William Cooke, Obras Completas, Tomo V. Buenos Aires: Colihue, 200. GERCHUNOFF, P;; ANTUNEZ, D. H. De la bonanza peronista ala crisis de desarrollo. En TORRE, J.C. (Director). Nueva Historia Argentina. 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