Está en la página 1de 6

¿Qué es la adicción?

La adicción es una dependencia psicológica y física de una sustancia,


comportamiento o actividad en particular que conduce a un compromiso compulsivo,
incluso ante las consecuencias adversas. Se caracteriza por una incapacidad para
controlar el deseo de usar la sustancia o participar en la actividad, y una
dependencia que causa intensos deseos y síntomas de abstinencia al intentar
detener el consumo. Ejemplos comunes de adicción incluyen el abuso de
sustancias, como la adicción a drogas o alcohol, así como las adicciones
comportamentales, como el juego, la adicción a Internet o la alimentación
compulsiva.

¿cuáles son las adicciones (solo nombrarlas)?

1. al juego
2. sexo.
3. Trabajo
4. Internet
5. Sectas.
6. Religión.
7. relaciones (codependencia).
8. Alcohol.
9. Nicotina.
10. Cocaína.
11. Marihuana.
12. Opio.
13. sedantes e hipnóticos.
14. Anfetaminas.
15. éxtasis y heroína.
16. Anorexia.
17. Bulimia.
18. comedor compulsivo.
19. Adicción al ejercicio físico
20. Adicción a las compras
21. Adicción al control
22. Adicción a la televisión
23. Adicción a la pornografía
24. Adicción al teléfono móvil
25. Adicción a la adrenalina
26. Adicción al juego de azar en línea
27. Adicción a las drogas de diseño (como el LSD)
28. Adicción a la cafeína
29. Adicción a la tecnología wearable (como los relojes inteligentes)

El alcoholismo
El consumo de alcohol es una práctica muy extendida y normalizada en nuestra
sociedad, ya sea para acompañar una reunión social, celebrar una buena noticia o
servirnos de ayuda como desestresante. De hecho, es una droga cuyos inicios en el
consumo son bastante prematuros: según la OMS “los adolescentes que han
tomado bebidas alcohólicas en alguna ocasión, sitúan el primer consumo en los 14
años de edad”

El principal dilema es que socialmente esta bien visto tomar alcohol y los entes
gubernamentales aprobaron su consumo, Como cualquier otra droga, ya sea legal o
no, el alcohol produce una importante dependencia en las personas que lo
consumen habitualmente, dicha dependencia está relacionada con un alto riesgo de
desarrollar una adicción conocida como alcoholismo.

El alcoholismo es un problema afecta a cientos de miles de personas y puede llegar


a tener graves consecuencias sobre nuestra salud. Sin embargo, hay una pregunta
que muchas personas se pueden plantear: ¿El alcoholismo es crónico? ¿Hay un
tratamiento definitivo para el alcoholismo?

Definición: En primer lugar, es fundamental aportar una definición completa para la


adicción al alcohol. Según la clínica Mayo, este problema se caracteriza por
un patrón de consumo de bebidas alcohólicas que conlleva problemas para poder
manejar dicho consumo y consecuencias físicas y psicológicas. En muchos
casos, las personas que presentan estas dificultades respecto a la bebida, se
sienten preocupadas, aun así, el consumo no cesa, se vuelve más continuado y
menos espaciado en el tiempo.

El alcoholismo es el último estadio de un problema que se conoce como trastorno


por consumo de alcohol. Por lo que debemos tener en cuenta la gravedad la
situación. Una persona que sufre alcoholismo presenta graves problemas, no sólo
en el descontrol de su consumo, sino en otras esferas importantes de su vida como
pueden ser las relaciones personales, el trabajo o la estabilidad económica.

Perspectiva social

Desde una perspectiva social, el alcoholismo tiene un impacto significativo en


diversas áreas de la sociedad.

En primer lugar, el alcoholismo afecta a nivel familiar. Los individuos que sufren de
esta enfermedad a menudo experimentan conflictos familiares, abandono de
responsabilidades y dificultades en las relaciones personales. Los miembros de la
familia también pueden enfrentar problemas emocionales y psicológicos debido a la
dinámica que se establece en un hogar donde hay una persona alcohólica.

Además, el alcoholismo tiene repercusiones económicas y laborales. Los individuos


que luchan contra esta adicción a menudo enfrentan dificultades para mantener un
empleo estable y pueden sufrir pérdidas económicas significativas debido a gastos
relacionados con el alcohol y la falta de productividad laboral. Esto puede conducir a
la pobreza, el endeudamiento y la dependencia de la asistencia pública.
El alcoholismo también tiene un impacto en la comunidad en general. Los
comportamientos relacionados con el consumo excesivo de alcohol, como la
conducción bajo los efectos del alcohol y la violencia asociada con la intoxicación,
pueden causar daños físicos y emocionales a otras personas. Además, el
alcoholismo está relacionado con un aumento en la criminalidad, la delincuencia y
los problemas de salud pública.

A nivel social, el estigma y la discriminación hacia las personas con problemas de


alcoholismo también son factores importantes a considerar. A menudo, los
individuos que sufren de esta adicción enfrentan juicios negativos y estigmatización,
lo que puede dificultar su búsqueda de ayuda y apoyo. Esto perpetúa un ciclo de
exclusión social y falta de acceso a recursos de tratamiento adecuados.

Es importante abordar el alcoholismo desde una perspectiva social, promoviendo la


conciencia y la educación sobre los riesgos del consumo excesivo de alcohol,
fomentando la prevención y el acceso a programas de tratamiento efectivos.
También es fundamental trabajar en la reducción del estigma asociado al
alcoholismo, para que las personas afectadas se sientan apoyadas y puedan buscar
la ayuda necesaria sin temor al rechazo o la discriminación.

Perspectiva psicológica

Desde una perspectiva psicológica, el alcoholismo es considerado un trastorno complejo que


involucra diversos aspectos emocionales, cognitivos y conductuales. A continuación,
exploraremos algunos elementos clave relacionados con el alcoholismo desde esta
perspectiva:

1. Causas subyacentes: El desarrollo del alcoholismo puede estar relacionado con una
combinación de factores psicológicos. Algunas personas pueden recurrir al alcohol
como una forma de afrontar el estrés, la ansiedad, la depresión u otros problemas
emocionales. También se ha observado que ciertos factores psicológicos, como la baja
autoestima, la impulsividad y la dificultad para regular las emociones, pueden
aumentar el riesgo de desarrollar dependencia al alcohol.
2. Autoimagen y creencias: Las personas con alcoholismo a menudo tienen una
percepción negativa de sí mismas y pueden experimentar sentimientos de culpa,
vergüenza y autodesprecio. Además, pueden tener creencias distorsionadas sobre el
alcohol y justificar su consumo problemático, lo que dificulta el reconocimiento del
problema y la búsqueda de ayuda.
3. Patrones de pensamiento: Los pensamientos distorsionados y los patrones de
pensamiento disfuncionales pueden contribuir al mantenimiento del alcoholismo.
Estos pueden incluir la minimización de las consecuencias negativas del consumo de
alcohol, la negación de la existencia de un problema real, la racionalización de los
comportamientos y la atribución de la responsabilidad a factores externos.
4. Mecanismos de afrontamiento: El consumo de alcohol puede ser utilizado como un
mecanismo de afrontamiento para lidiar con el estrés, la ansiedad o el malestar
emocional. Sin embargo, este tipo de afrontamiento es contraproducente a largo plazo,
ya que el alcohol puede empeorar los problemas subyacentes y crear un ciclo de
dependencia y deterioro psicológico.
5. Comorbilidad: Existe una alta comorbilidad entre el alcoholismo y otros trastornos
psicológicos, como la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático y los
trastornos de la personalidad. Estos trastornos pueden interactuar y alimentarse
mutuamente, dificultando el proceso de recuperación y requiriendo un enfoque
integral en el tratamiento.
6. Motivaciones para el cambio: El abordaje del alcoholismo desde una perspectiva
psicológica también implica explorar las motivaciones internas para el cambio. Es
fundamental comprender las metas, valores y deseos personales del individuo, así
como fomentar la motivación intrínseca y la autonomía en el proceso de recuperación.

El tratamiento del alcoholismo desde una perspectiva psicológica implica la combinación de


enfoques terapéuticos, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia de motivación, la
terapia de aceptación y compromiso, entre otros. Estas intervenciones se centran en ayudar a
las personas a modificar sus patrones de pensamiento y comportamiento, desarrollar
estrategias saludables de afrontamiento, mejorar su autoestima y trabajar en la resolución de
los problemas emocionales subyacentes.

Metabolismo del alcohol

Cuando consumes alcohol, este ingresa a tu cuerpo a través de la boca y el estómago. En el


estómago, aproximadamente el 20% del alcohol se absorbe directamente a través de las
paredes estomacales y llega al torrente sanguíneo. El 80% restante se absorbe en el intestino
delgado.

Una vez en la sangre, el alcohol se distribuye por todo el cuerpo a través del sistema
circulatorio. El hígado desempeña un papel crucial en el metabolismo del alcohol. Allí, el
alcohol es procesado por enzimas específicas.

La primera enzima que actúa sobre el alcohol se llama alcohol deshidrogenasa (ADH). La
ADH convierte el alcohol en una sustancia llamada acetaldehído. Este acetaldehído es tóxico
y puede dañar las células si se acumula en el cuerpo en grandes cantidades.

Luego, otra enzima llamada aldehído deshidrogenasa (ALDH) entra en acción. La ALDH
metaboliza el acetaldehído y lo convierte en acetato, una sustancia menos tóxica. El acetato
puede ser utilizado como fuente de energía por el cuerpo o puede ser descompuesto aún más
en dióxido de carbono y agua para su eliminación.

Finalmente, el dióxido de carbono se exhala a través de los pulmones y el agua se elimina a


través de la orina, el sudor y otros procesos corporales.

Es importante tener en cuenta que el metabolismo del alcohol ocurre a un ritmo constante. En
promedio, el cuerpo puede procesar aproximadamente una bebida estándar por hora. Sin
embargo, este proceso puede variar según diferentes factores como el peso, el género, la edad
y la salud general de la persona.

Además, si se consume alcohol en grandes cantidades, el metabolismo puede verse afectado.


El cuerpo puede producir más acetaldehído del que puede descomponer de manera eficiente,
lo que puede causar síntomas desagradables como náuseas, mareos y enrojecimiento facial
(conocido como "rubor del alcohol").
Es importante recordar que el alcohol es tóxico para el cuerpo en grandes cantidades y su
consumo excesivo puede llevar a daños en el hígado, el cerebro y otros órganos. La
moderación en el consumo de alcohol es fundamental para mantener un metabolismo
saludable y evitar problemas relacionados con el abuso de alcohol.

resaca

La resaca es un conjunto de síntomas desagradables que pueden ocurrir después


de haber consumido alcohol en exceso. La resaca es causada por diversos factores,
como la deshidratación, la inflamación y el aumento de ciertas sustancias químicas
en el cuerpo.

Cuando se consume alcohol, este actúa como un diurético, lo que significa que
aumenta la producción de orina y puede provocar una pérdida significativa de agua
y electrolitos en el cuerpo. Esta pérdida de líquidos y electrolitos puede provocar
síntomas como sequedad en la boca, dolor de cabeza y fatiga.

Además, el alcohol puede causar inflamación en el cuerpo al aumentar la


producción de ciertas sustancias químicas, como el ácido láctico y la citocina. Esta
inflamación puede provocar síntomas como dolor muscular, dolor de cabeza y
náuseas.

Otro factor que puede contribuir a la resaca es la acumulación de acetaldehído en el


cuerpo. Como mencioné anteriormente, la ADH convierte el alcohol en acetaldehído,
que es una sustancia tóxica. Cuando se consume alcohol en exceso, el hígado no
puede metabolizar todo el acetaldehído producido, lo que puede provocar síntomas
como náuseas, vómitos y dolor de cabeza.

En resumen, la resaca es causada por una combinación de factores, como la


deshidratación, la inflamación y la acumulación de sustancias tóxicas en el cuerpo.
La mejor forma de prevenir la resaca es consumir alcohol de manera responsable y
moderada, y mantenerse bien hidratado durante y después del consumo de alcohol.

La cirrosis hepática es una enfermedad crónica del hígado que se caracteriza por la
formación de cicatrices en el tejido hepático. Este tejido cicatricial reemplaza
gradualmente el tejido hepático sano y funcional, lo que puede llevar a la
insuficiencia hepática y a otras complicaciones graves.

Cirrosis hepatica

El proceso que lleva a la cirrosis hepática por el consumo de alcohol se desarrolla


gradualmente durante un período de varios años. Cuando se consume alcohol en
exceso, el hígado trabaja arduamente para metabolizar y eliminar el alcohol del
cuerpo. En este proceso, las células hepáticas se descomponen y se liberan en el
torrente sanguíneo, lo que puede provocar inflamación y daño celular.
Con el tiempo, este daño acumulado puede provocar fibrosis hepática, que es la
formación de tejido cicatricial en el hígado. En las primeras etapas de la fibrosis
hepática, el daño es reversible si se detiene el consumo de alcohol. Sin embargo, si
se continúa consumiendo alcohol en exceso, la fibrosis hepática puede progresar y
convertirse en cirrosis hepática.

La cirrosis hepática se produce cuando el tejido cicatricial en el hígado se acumula y


reemplaza el tejido hepático sano y funcional. A medida que el tejido cicatricial se
acumula, el hígado pierde su capacidad para funcionar adecuadamente, lo que
puede provocar una serie de complicaciones graves, como la hipertensión portal, la
insuficiencia hepática y el cáncer de hígado.

En conclusión, el proceso que lleva a la cirrosis hepática por el consumo de alcohol


se desarrolla gradualmente durante un período de varios años y se produce como
resultado de la acumulación de tejido cicatricial en el hígado. La prevención de la
cirrosis hepática implica limitar el consumo de alcohol y llevar un estilo de vida
saludable para prevenir el daño hepático irreversible.

También podría gustarte