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El alcoholismo
El consumo de alcohol es una práctica muy extendida y normalizada en nuestra
sociedad, ya sea para acompañar una reunión social, celebrar una buena noticia o
servirnos de ayuda como desestresante. De hecho, es una droga cuyos inicios en el
consumo son bastante prematuros: según la OMS “los adolescentes que han
tomado bebidas alcohólicas en alguna ocasión, sitúan el primer consumo en los 14
años de edad”
El principal dilema es que socialmente esta bien visto tomar alcohol y los entes
gubernamentales aprobaron su consumo, Como cualquier otra droga, ya sea legal o
no, el alcohol produce una importante dependencia en las personas que lo
consumen habitualmente, dicha dependencia está relacionada con un alto riesgo de
desarrollar una adicción conocida como alcoholismo.
Perspectiva social
En primer lugar, el alcoholismo afecta a nivel familiar. Los individuos que sufren de
esta enfermedad a menudo experimentan conflictos familiares, abandono de
responsabilidades y dificultades en las relaciones personales. Los miembros de la
familia también pueden enfrentar problemas emocionales y psicológicos debido a la
dinámica que se establece en un hogar donde hay una persona alcohólica.
Perspectiva psicológica
1. Causas subyacentes: El desarrollo del alcoholismo puede estar relacionado con una
combinación de factores psicológicos. Algunas personas pueden recurrir al alcohol
como una forma de afrontar el estrés, la ansiedad, la depresión u otros problemas
emocionales. También se ha observado que ciertos factores psicológicos, como la baja
autoestima, la impulsividad y la dificultad para regular las emociones, pueden
aumentar el riesgo de desarrollar dependencia al alcohol.
2. Autoimagen y creencias: Las personas con alcoholismo a menudo tienen una
percepción negativa de sí mismas y pueden experimentar sentimientos de culpa,
vergüenza y autodesprecio. Además, pueden tener creencias distorsionadas sobre el
alcohol y justificar su consumo problemático, lo que dificulta el reconocimiento del
problema y la búsqueda de ayuda.
3. Patrones de pensamiento: Los pensamientos distorsionados y los patrones de
pensamiento disfuncionales pueden contribuir al mantenimiento del alcoholismo.
Estos pueden incluir la minimización de las consecuencias negativas del consumo de
alcohol, la negación de la existencia de un problema real, la racionalización de los
comportamientos y la atribución de la responsabilidad a factores externos.
4. Mecanismos de afrontamiento: El consumo de alcohol puede ser utilizado como un
mecanismo de afrontamiento para lidiar con el estrés, la ansiedad o el malestar
emocional. Sin embargo, este tipo de afrontamiento es contraproducente a largo plazo,
ya que el alcohol puede empeorar los problemas subyacentes y crear un ciclo de
dependencia y deterioro psicológico.
5. Comorbilidad: Existe una alta comorbilidad entre el alcoholismo y otros trastornos
psicológicos, como la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático y los
trastornos de la personalidad. Estos trastornos pueden interactuar y alimentarse
mutuamente, dificultando el proceso de recuperación y requiriendo un enfoque
integral en el tratamiento.
6. Motivaciones para el cambio: El abordaje del alcoholismo desde una perspectiva
psicológica también implica explorar las motivaciones internas para el cambio. Es
fundamental comprender las metas, valores y deseos personales del individuo, así
como fomentar la motivación intrínseca y la autonomía en el proceso de recuperación.
Una vez en la sangre, el alcohol se distribuye por todo el cuerpo a través del sistema
circulatorio. El hígado desempeña un papel crucial en el metabolismo del alcohol. Allí, el
alcohol es procesado por enzimas específicas.
La primera enzima que actúa sobre el alcohol se llama alcohol deshidrogenasa (ADH). La
ADH convierte el alcohol en una sustancia llamada acetaldehído. Este acetaldehído es tóxico
y puede dañar las células si se acumula en el cuerpo en grandes cantidades.
Luego, otra enzima llamada aldehído deshidrogenasa (ALDH) entra en acción. La ALDH
metaboliza el acetaldehído y lo convierte en acetato, una sustancia menos tóxica. El acetato
puede ser utilizado como fuente de energía por el cuerpo o puede ser descompuesto aún más
en dióxido de carbono y agua para su eliminación.
Es importante tener en cuenta que el metabolismo del alcohol ocurre a un ritmo constante. En
promedio, el cuerpo puede procesar aproximadamente una bebida estándar por hora. Sin
embargo, este proceso puede variar según diferentes factores como el peso, el género, la edad
y la salud general de la persona.
resaca
Cuando se consume alcohol, este actúa como un diurético, lo que significa que
aumenta la producción de orina y puede provocar una pérdida significativa de agua
y electrolitos en el cuerpo. Esta pérdida de líquidos y electrolitos puede provocar
síntomas como sequedad en la boca, dolor de cabeza y fatiga.
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica del hígado que se caracteriza por la
formación de cicatrices en el tejido hepático. Este tejido cicatricial reemplaza
gradualmente el tejido hepático sano y funcional, lo que puede llevar a la
insuficiencia hepática y a otras complicaciones graves.
Cirrosis hepatica