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Los adverbios

Los adverbios son palabras invariables que complementan el significado de un verbo,


un adjetivo u otro adverbio.

Ejemplo:
El gato duerme plácidamente en el sillón. (Verbo + adverbio)
El gato está muy tranquilo. (Adverbio + adjetivo)
El gato ronronea bastante fuerte. (Adverbio + adverbio)

Dan información sobre el lugar, el tiempo, la intensidad o el modo en el que se desarrolla la


acción.

Ejemplo:

El gato de Lucía duerme plácidamente en el sillón.


Normalmente, duerme en el sofá junto a la ventana.
Ronronea muy fuerte mientras está dormido cuando sueña con un buen tazón de leche.

Diferencias entre adverbios y adjetivos

A veces, resulta difícil identificar con claridad si una palabra es un adverbio o un adjetivo. Esto
sucede porque, en español, hay adjetivos y adverbios que tienen la misma apariencia.

Ejemplo:

El gato come rápido (adverbio).


El gato es rápido (adjetivo).

Hay dos aspectos fundamentales que permiten saber si una palabra es un adverbio o un
adjetivo.

1. Los adverbios modifican a verbos, adjetivos u otros adverbios. Los adjetivos solo modifican a
sustantivos.

Ejemplo:

El gato come rápido.


El adverbio rápido modifica al verbo comer.

El gato come muy rápido.


El adverbio muy modifica al adverbio rápido.

El gato es rápido.
El adjetivo rápido modifica al sustantivo gato.

El gato es muy rápido.


El adverbio muy modifica al adjetivo rápido.

2. Los adverbios son morfológicamente invariables (no modifican su forma para indicar género y
número), mientras que los adjetivos varían en género y número.

Ejemplo:
El gato come rápido. / La gata come rápido. / Los gatos comen rápido. / Las gatas comen
rápido. ADVERBIOS.

El gato es rápido. / La gata es rápida. / Los gatos son rápidos. / Las gatas son rápidas.
ADJETIVOS.

https://espanol.lingolia.com/es/gramatica/adverbios

Semánticamente, los adverbios se clasifican en:

MODO: así, bien, mal, la mayoría de los terminados en –mente (lentamente, ágilmente,
pacíficamente).
TIEMPO: hoy, ayer, mañana, ahora, entonces.
LUGAR: aquí, allí, arriba, abajo, adentro, afuera, cerca, lejos.
CANTIDAD: mucho, poco, muy, más, excesivamente.
DUDA: tal vez, quizás, posiblemente, probablemente, acaso.
NEGACIÓN: no, nunca, jamás, de ningún modo, de ninguna manera.
AFIRMACIÓN: sí, siempre, efectivamente, indudablemente, innegablemente.

Por otra parte, los adverbios pueden manifestarse en forma de giros adverbiales, que son
construcciones de dos o más palabras que funcionan como un adverbio.

Algunos giros adverbiales son: a las mil maravillas, de pronto, a veces, a ciegas, en
absoluto, por poco, de vez en cuando, de repente, a oscuras, a cántaros, a boca de jarro,
tal vez, a quemarropa, sin querer, a propósito, en un santiamén, a lo mejor, a la buena de
Dios, a tontas y a locas, a pies juntillas, tal vez, por supuesto, de ningún modo, de
ninguna manera, sin más ni más, en absoluto, hasta por los codos.

Como son adverbios, los giros adverbiales se clasifican semánticamente: de modo, cantidad,
lugar, tiempo, afirmación, negación, duda.

Por ejemplo, a las mil maravillas es un giro adverbial de modo; de pronto, giro adverbial de
tiempo; hasta por los codos, giro adverbial de cantidad; tal vez, giro adverbial de duda; por
supuesto, giro adverbial de afirmación; de ninguna manera, giro adverbial de negación.

EJERCICIO:

Extraer los adverbios y/o giros adverbiales del siguiente texto y clasificarlos semánticamente.

Las manos Enrique Anderson Imbert

En la sala de profesores estábamos comentando las rarezas de Céspedes, el nuevo colega,


cuando alguien, desde la ventana, nos avisó que ya venía por el jardín. Nos callamos, con las caras
atentas. Se abrió la puerta y por un instante la luz plateada de la tarde flameó sobre los hombros de
Céspedes. Saludó con una inclinación de cabeza y fue a firmar. Entonces vimos que levantaba dos manos
erizadas de espinas. Trazó un garabato y sin mirar a nadie salió rápidamente. Días más tarde se nos
apareció en medio de la sala, sin darnos tiempo a interrumpir nuestra conversación. Se acercó al escritorio
y al tomar el lapicero mostró las manos inflamadas por las ampollas del fuego. Otro día -ya los profesores
nos habíamos acostumbrado a vigilárselas- se las vimos mordidas, desgarradas. Firmó como pudo y se
fue. Céspedes era como el viento: si le hablábamos se nos iba con la voz. Pasó una semana. Supimos que
no había dado clases. Nadie sabía dónde estaba. En su casa no había dormido. En las primeras horas de
la mañana del sábado una alumna lo encontró tendido entre los rododendros del jardín. Estaba muerto, sin
manos. Se las habían arrancado de un tirón. Se averiguó que Céspedes había andado a la caza del
arcángel sin alas que conoce todos los secretos. Quizá Céspedes estuvo a punto de cazarlo en sucesivas
ocasiones. Si fue así, el arcángel debió de escabullirse en sucesivas ocasiones. Probablemente el
arcángel creó la primera vez un zarzal, la segunda una hoguera, la tercera una bestia de fauces abiertas, y
cada vez se precipitó en sus propias creaciones arrastrando las manos de Céspedes hasta que él, de
dolor, tuvo que soltar. Quizá la última vez Céspedes aguantó la pena y no soltó; y el arcángel sin alas
volvería humillado a su reino, con manos de hombre prendidas para siempre a sus espaldas celestes.
¡Vaya a saber!

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