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120 1A CULTURA EUROFEA DEL SIGLG XIX nan que la base de su pensamiento era cla personalidad del hombre, {que ha estado mas oprimida y desdefiada que cualquier otro valor so- ial y politico». Pero el liberalismo establecié a su vez estos valores. Inglaterra, en le erosion de la Revolucin Industrial, produ pensa dores qce elaberaror: una ideologia que propania la libre competen- ‘ia como la soluci6n a los problemas politicos v econémicos, pero pa~ saba al mismo tierspo a poner limites a esta libre eompetencia fo- mentanco una morslidad estricta. Modificaban ademis este principio de libre competencia el concepto de legislacién benthamiano y la creencia de que la saz6n estableceria un equilirio d> intereses en cl 4que podria florecer la auténtica libertad. El liberalismo no era mero egofsmo, como sus enemigos sostenfan, Cartruto 7 EL LIBERALISMO EN LA EUROPA CONTINENTAL La religion de la litertad arraig6 en el continente europeo. Tanto cen Frarcia y en Alemania como en Italia la suerte del lberalismo ée~ terminé en une medida notadle el curse de la historia del pais. En 1830 Hleg3 al poder en Francia un régimen liberal, y st fraceso habria, de deja: su hella, no s6lo en la revolucion de 1848, sino también en cl pensarniento francés posterior. En Alemania, la evolecién del lite ralismo se ha comparado a una tcagedia, pues al se modificaron de forma fundamental ideas de libertad muy imporantes para el movi- rmiento ea otras naciores. ‘Las modificaciones alemanas del libevalismo fueron. debidas a la posicién histérica en que se encon-raba Alemania. Seguia disgregada después de sulrir la ocupacién napolednica, pues el Congreso de Vie~ na habia seputado las esperanzas alemanas de regeneraci6n nacional. Ningin pensador alemén podia ignorar la cuestién nacional ni dejar de consicerar las aspirsciones nacionales. Asi que las ideas ce libertad tenfan que hacer frente a un sentimiento nacional que resurgia. La ccuestién era si el liberalismo podria coreiliarse con él. E. M, Arndt, gue escribié durante las guetras de liberacién, ejemplifica este pro- blema, Su poema mas famoso trataba sotre el dics que no queria que rningtin hombre estuviese subordinado. En consecuencia, ponia en la mano derechs del hombre espada y mosquete para que pudiera de- fender st libertad. Estos sentmientos, que priorizaban la cefensa de la libercad, se hallaban en perfecta sintonia con las guerras de libera- cidn. Pero Arrdt iba mas allé: si un gobernante va contra los derechos hhumanos, hay que desobedecerle, y deber, hacerlo hasta sus soldades. Los prinsipios morales de la libertad eran mas importantes que la obediencia militar; los gobemantes nunca debfan utilizar la fuerza contra 10s justos y los inocentes. Un liberal inglés no habia discrepa- do con nada de esto, Esta ideologia podia convectirse en ese pacilis- ‘mo basado en principios morales del que es un ejemplo John Brigit. 1a [LA CULTURA BLROPEA DEL SIGLO Ix ero gqué decir del sentimiento nacional? Este Hevabs a Amdt al final a reformular los principios morales y, con ellos, aquella libertad ‘que ¢1 queria proteger. Libertad cs el derecho a integrar nuestro yo ‘con la tradicién y las costumbres de nuestro propio pueblo, Los jus- {os y los inccentes contra los que no debia utilizarse munca la fuerza eran los que querian vivir ast, Estos eran, en opinidn de Arndt, los rusianos que s¢ oponian a Napoledn, Lo que se rechaza de la «reli {dns de la bertad es su cosmopolitismo basado en el criteio de wna {ey natural que hace que ef objetivo de la libertad sea igual en todo el mundo, Esta afirmacién de que la libertad esta circunserita por cos- tumbres y tradiciones nacionales contrasta con las ideas liberales de hombres como Cobden y Bright en Inglaterra, Para ellos, a libertad cera la misma en todas las naciones, un imperativo moral que tras- ‘cendia al nacionalismo y era en el fondo hot a él. ‘Amdt anunciaba el futuro, ia aparicién de lo que en Alemania se amaria «nacional liberalismo», la insistencia creciente en la nacton hhistorica més que en la universlidad de Ia libertad. Pero a principios de siglo parecia haber una posibilidad de que Alemania siguiese Ia ppauta iberal comin. El movimiento de reforma prusiano (1807-182!) intent6 utilizar el liberalismo y el cons para reforzar el estado, para reconstruir sobre fundamentos liberales la grandeza de Prusia, En Alemania el autogobiemo no podia venir de abajo; tenia ‘que iniciarse desde arriba. Hay que tener en cuenta que en Inglaterra ‘se habla iniciado ya al principio de la Alta Edad Media el gobierno Tepresentativo de sautogobierno a través de la autoridad del rey Este movimiento de reforma prusiano fue positivo en algunos aspec- tos, Emancipo a los judios (1812) ¢ inicié reformas militares y admi- nistrativas, pero su tentativa de introducir el liberalismo fracas6. El ‘estado prusiano volvié al autocitarismo y al militarismo. Se perdio la ‘oportunidad y se ha dicho, con cierta justicia, que este fracaso fue tan importante para la trayectoria del liberalismo como el fracaso ‘mis espectacular de la revolucin de 1848, ‘Como consecuencia, las clases medias alemanss s6lo lucharon por reformas liherales desde abajo, contra el estido mas que cooperando con él, Pero las clases medias alemanas eran débiles: a diferencia de Inglaterra, la Revolucion Industrial atin no habla infundido a estas clases la fuerza social y econdmica suficiente. Sus compatriots las ‘consideraban mis un problema nacional que un valor, Como ya he- ‘mos visto en el anzlisis del nacionalismo, las propias clases medias prefiricron la unidad con el YoUk a la libertad y la independencia, La preocupacién romantica por las rafces nacionales ocupd el primer plano de todo el pensamiento alemén, A diferencia de lo que sucedia ‘en Inglaterra, no habia alli un fuerte impulso que Hevase a las clases [EL UBERALISMO EN LA EUROPA CONTINENTAL 43, medias a la preemincncia 0 que ascendiese a esa clase al mayor nd mero de personas posible como queria Samuel Smiles, Se insistia, siempre, en vez de esc, en el orden: se temia que las clases mercanti- les industriales destruyeran el tejido social. ‘La revolucidn de 1148 parecié dar otra oportunidad al liberalismo. ‘Sin embargo, en la marea alta de la revolucién, en el Parlamento de Frankfurt, el impulso nacionalista de la revolucién se hizo tan evi- dente como su: marco liberal. De la iglesia de San Pablo de Frankfurt, donde se reunia el paslamento, sali una declaracin de los derechos ddl pucblo aleman que enumeraba todos los principios de la de la libertad: libertad individual bajo el imperio de la ley, libertad re- ligiosa, abolicidn de todos los privilegion seculares, insolabilidad de la propiedad privada 5 por dltimo, peticion de una constitucion. Pero es igualmente signficativo lo que faltaba en esta declaracién, El prin- ‘cpio de que «quien gobierna mejor, gobierna menos» nunca legs a hhacerse manifesto, En ver de eso. la declaracién insistia en que el servicio militar era el supremo deber del ciudadano; no se podia per- imitir que ningsin ciudadano quedase exento de exe deber que tenia ‘con el estado por razones de conciencia. El hecho de que les revolicionarios de 1848 tuviesen que resolver Ja evestién del nacionalismo ademas del problema de la libertad pro- duyp un cambio en el liberal, un cambio que estaba ya fanunciado en Arndt. de 1848 querian la libertad... pero ‘una libertad que se ‘sobre una base nacional. La revolucion fracas6 y se perdi una segunda oportunidad, Las caracteristicas de ‘se fracaso inflayeron después en la formscién de un liberalismo na- ional. La explicacién que se ha venido dando a este fracaso es que el Parlamento de Frankiurt hablo demasiado y actus demasiado poco. ‘Al demorarse en sus actuaciones, se dice, dio tiempo més que sufi- ‘ciente alos gobernanies terrtoriales para recuperar el poder perdido, Pero no se tatd simplemente de wna complacencia en la palabreria. En este parlamento habia una minoria cuyas ideas sobre la reforma eran mucho mas avarzadas que las de la mayoria. Eran republicanos, revolucionarios de izquierdas. Aleniados por algunos éxitos locales, cespect aliado con los socialistas; Karl Marx contemplaba sus éxitos con es- peranza, En el parlamento utilizaron maniobras obstruccionistas, Los liberales se vieron atrapados asf entre la izquierda y la reaccién. ‘Era a Ia izquierda.a la que temian, més que a la derecha, ya des- de el principio de la revolucién. Crefan, como los liberales de toda Europa, que la riqueza era un camino abierto que podian recorrer lunidos el talento y la moralidad... pero eran también partidarios de ccerrar ese camino al desafio de la democracia popular. El famoso 144 LA CULTURA EUROPEA DEL SILO DX Parlamento de Frankfurt no fue elegido por sufragio universal, sino por procedimientos electorales restrictivos que exclatan del voto a las Elases mas bajas, lo mismo que la reforma parlamentaria habia erigi- do en Inglaterra la barrera de exigir una cuantia elevada de propie- dad para poder votar. En Alemania las clases bajas protestaron, igual que en Inglaterra. Los cartisias y los republ:canos radicales, como les, lamaban en Alemania, intentaron introducir el sufragio universal. ‘Ambos fracasaron. Pero, mientras en Inglaterra la agitacién cartista, ‘aunque pacifica, no consiguié naca, en Alemania los radicales logra ron el breve control de algunas regiones. En Baden, por ejemplo, las refo-mas que intenteron introducir fueron calificadas luego por sus adversarios de «terror rojo». ‘Aunque este radicalismo fue un factor menor en la propia revolu- ci6n, habria de tener gran repercusion en el futuro del liberalismo alemén, Las clases medias se vieron empujadas ain mas en los bra- zos del estado, Ahora temfan al sterror 10,0» y buscaban ante todo estabilidad, equellas rafces nacionales que los contempordneos ha- biar. propugnado ya como objetivos deseables. Unos cusntos afios después del acontecimiento, un desiacado liberal describiria 1848 como la «revolucién idiota», El liberalismo aleman adopts aspectes que habrian resultado incorcebibles en Inglaterra o en Francia. Un hombre como el escritor Gustav Freytag, considerado un destacado liberal tanto por las generaciones contemporaneas de liberales ale- ‘mares como por las futuras, era capaz de aunar ideas de constitucio- nalismo con estereotipos racists. Para él, estar enraizado en la naciéa fra una cond cién previa esencial para cualquier tipo de libertad. Les que preservasen alguna costumbre o religién ajena a las raices pro- fundas del pasado alemén eran enemigos del pueblo alemn. Poste- riormente Feix Dahn, otro liberal de esta tradicion, repudi6 el com- portamiento antiparlamentario de Bismarck en Prasia. Pero cuando esta politica antiliberal condujo a la unificacién alemana se convirtié fen un converso decidido; mis tarde escribié que sus conversaciones ‘con Bismarck habfan sido as experiencias mas importantes ée su vida, No fue un caso aislade. Es evidente que este nacional liberali mo no fue capaz de enfrentarse a las violaciones autoritarias de la bertad individual, como hicieron el liberalismo ingés y el francés. El nacionalismo enturbié en Alemania la r Ese mismo liberal nacionalista que consideraba su conversecién con Bismarck el punco culminante de su vida no queria decir que Bis- marck formase parte de ese movimiento. El canciller no era ningtin libecal, como es bien sabide; lo qae no se ha explicado en la misma ‘medida es que los nacional liberales eran mas nacionalistas que el propio Bismarck. Como vimos en el capitulo anterior, él pensaba més EL LIBERALISMO EN LA EUROPA CONTINENTAL 145 en furcién del estado que ce la nacién. Después de la cerrota de Francia se anexioné Alsacia-Lorena, no porque fuese te6ricamente un pais «aleman», sino por razones de seguridad militar, con el fin de proteger la soberania territorial de Alemania frente a Frarcia. Hans Rothfels ha sefialado que fueron los nacional liberales los que pro- Pugnaron una politice anexienista en nombre de la unidad del Volk y quienes que-far. una Alemania unitaria y cen:ralizada, no Bismarck. Si bien el nacional liberlismo fue sin duda alguna la novedad més importante del Iberalismo aleman, siguié habiendo en Alema- nia, despues incluso de 1848, liberales de la escuela inglesa. Hombres como Heinr:ch Heine y Ludwig Boeme predicaron sus ideales desde Francia, dorde estaban exiliados. Para ellos Ie libercad era esencial y més importante que el creciente nacionalismo. Pero eran mucho mis importantes aquellos alemanes que abogaban por un liberalismo ba. sado en la primacia de la ley. Tomaban como divisa el ideal de la li- bertad bajo la soberanta de la ley y estaban inspicados por lo que ellos consideraban que era el ejemplo inglés. Estos hombres conti nuaban una tradicién a la que ya nos hemos referido. Rudolf von Gneist (1816-1895) fue un ejemplo tipico de esta actitud, El estado fra una asociacién juridica y cualquier actuac:6n que realizaba debia atenerse a las formas y limites establecidos por las leyes. Lo que de- bia calar en el pueblo era el «sentido de lo justo», pues era esa fideli- dad a la ley lo que conciliata los intereses privados con el estado, Greist destacaba la importaneia del gobiemo local en Alemania, al igual que hacia Tocqueville en Francia. La participacién popular debia jugar un papel importante en el gobierno local. Sin embargo, la fuerza del estado quedaba, como era de esperar, salvaguardada: era el estado el que otorgabe al gobierno local sus funciones judiciales y ad- ministrativas, Ademés, esta idea de autogobiemno no daba importan- cia a le participacién parlamentaria ni nacional. Gneist tema los ex- cces0s de los partidos politicos y, como tantos otros liberales, no veia cn ellos el equilibrio aecesar‘o de intereses. Lo més importante era due el estado tenia que ser un Rechtsstaat (estado como euerpo legal), ¥ esto protegeria la nacién contra los excesos de la hicha de partidos y garantizaria la participacién a un nivel local también. Ademés, la ley garantizaria también una libertad perm:sible que no subvertiia el orden. Una notable linea de pensadores se adhirieron a estos argumen- tos, Se dedicaron a extenderse sobre la importancia de las unidades locales de gobierno, y algunos, como Otto von Gierke (1841-1921), claboraron toda una teoria politica sobre la importancia de los sru- pos juridicos litres que formaban el estado. Estos hombres admira- ban de Inglaterra lo mismo que habia destacado Tocqueville: el espi- 146 {A CULTURA HUKOPEA DEL SIGLO XIX rritu de gobierno, Velan este espiritu en el «sentido de lo justo» entre ‘cl pueblo, en un gobierno de hombres subordinados a a primacta de {a ‘ey. Estos alemanes tomaron, pues, un elemento del liberalismo {que se remontaba a Montesquieu y buscaron en él la solucion al pro- ‘Blema del gobierno ordenado y de la libertad dentro de ly naci6n, Pero también fueron derrotados por el cambio que se produjo en ‘1 liberalismo en Alemania, pese a haber concedido mucha més im- portancia al estado que los liberales de otras naciones. Bismarck era ‘menos nacionalista que los nacional liberals, pero era también mu- ‘cho mis pragmitico que los que propugnaban el Rechtsstaat. La key ‘era un instrumento para la construccién y la salvaguardia del estado, ¥¥ fo una limitacién a su ejercicio del poder, La poderosa corriente de hhacionalismo cultural o roméntico no pondria la ley por encima de las necesidades del Volk. El «sentido de lo justo dej6 paso a un sen- tido de las realidades de la situacién politica o a un sentido del do- ‘minio necesario de la nacién. Gneist criticé a los franceses por no te- iner este «sentido de lo justo» y atribuyd a esto las excesivas fluctua- cciones poliicas de esa nacién. Pero puede decirse, con clerta justia, ‘que él y su escuela no consiguieron inyectar este ideal en el torrente Sanguinco de la vida alemana. ‘Sin embargo, los liberales alemanes se mantuvieron fieles a una idea que era bisica para el resto del liberalismo occidental: la del li- bbre comercio, Pero, a diferencia de la escuela de Manchester inglesa, teste ideal no iba unido a una moralidad que considerase que el pro- ‘pésito del libre comercio fuese garantizar la paz y la prosperidad in- ternacionales. Ellos lo consideraban preciso para el desarrollo indus- trial de Alemania; en este punto ‘con Bismarck. Otro vinculo ‘comin con el liberalismo occidental que adquirié importancia en ‘Alemania fue la separacién de iglesia y estado. Hombres profunda- ‘mente interesados por las rafces historicas nacionales no se preocu- paban lo més minimo por la aquiescencia religiosa impuesta. Las in- Cursiones que el nacional liberalismo hacia en la idea de la libertad pprocedian de la importancia que éte concedia a la integracién con el estado, més que de su oposicidn a d. Al redefinir la ibertad no como ‘universal, sino como libertad para asimilar las costumbres y tradicio- nes de la nacién histérica, ponian, a su vez, limites a la libertad del individuo, No obstante. esta redefiniciin de la libertad apenas afecto a la li- teratura que lefan la mayoria de los alemanes. La literatura popular reflejaba tn univenso liberal que destacaba la tolerancia, se oponia a todo tipo de patrioteria y pedia compasién para los oprimidos. Por ejemplo, las novelas extremadamente populares de Karl May (1842- 1912), que se desarrollaban en el Oriente o entre los indios america- {FL LIMERALISMO EN LA EUROPA CONTINENTAL 147 ‘nos, condenaban la violencia y la crueldad, asf como el racismo (los indios eran igual de buenos, ¢ incluso més, que los blancos). Pero la Vida peligrosa del trampero y el indio se veia, de forma muy caracte- ristica, en funcién de la ley y el onden y de un universo pietista que penetr6 profundamente en la cultura popular alemana. Hasta en la ppradera norteamericana se rezaba la oracién cristiana, y se cultiva- ban las virtides de la humildad, la sinceridad y la compasin por los débiles, Esta literatura popular esta llena de respetoa la dignidad hu- ‘mana, pero mezclado con el sentimentalismo y la oposicidn a la alte- racidn del orden existente «cuando uno esti en casa». Los alemanes le(an millones de novelas de ese tipo, aunque estu- viesen muy alejadas de la realidad de sus vidas. De hecho, este be- De esto fueron culpables en parte los propios novelistas = habian dotado a ath personajes alates de srtoes Heras y kx hhabian presentado como ejemplos que otros podian seguir e incluso superar, Aun asf, los héroes eran alemanes orgulloses y no habia que csforzarse mucho para ver en ese liberalisto virtudes espectficamen- te germdnicas que los demas nunca podrian Megara posees. En este ‘caso, el alegato basico de tolerancia ¢ igualdad en la virtud de todos os pueblos tuvo pocas repercusiones politicas comparado con las que tuo el exclusivismo, que desvié esta literatura popular en una dinec- cia nacional. ‘También arraigé en Alemania el tipo de moralidad limitadora que acompatié al liberaismo inglés. El del trabajo y el ideal de ta honrader pueden bala umblén all Se planes, sn embergs luna cuestin, ¢Acom} ala modificacion, liberal Akan ctor ars oe mora Pre reaccién alemana contra el ancien régime y la preponderancia de la cultura francesa inclayé un rechazo de las costumbres «livia- nas» asociadas con la Francia prerrevolucionaria. El alegato de Rous- seau de que habia que destruir los principios de la «buena sociedad» hhallé en Alemania terreno propicio, sobre todo porque iba acompa- fhado de una afirmacién de la sautenticidad» frente al refinamiento. Esta autenticidad, que habian defendido los poetas de Weimar du- rante el periodo del Sturm und Drang, la profundiz6 la insistencia pictistay romantica en la sencillez exterior y las emociones interio- tes, Todo esto fortalecié la arremetida de la respetabilidad. Pero en 148 LA CULTURA BUROPEA DEL. SIGLO XIX ‘Alemanis el elemento romantico habris de mantenerse fuerte. Esto fra Io que queria decir Heinrich Heine cuando escribié que bajo la Gemuetlichket exterior del alemér. acechaba lo demonizeo. Por todo ‘0, la moralidad mesocrética se convirtié en una realidad en Alema- nia lo mismo que se convirtié en una realidad en Inglaterva, ‘También en Alemania reforz6 esta tendencia hac:a una moralidad de clese media un movimiento religioso. El pietisrao de siglo xvi ‘era una religion prictica, lo misrao que el evangelismo. Los pietistas predicabar: vehzmentemente contra el Itjo desmecido que los alema- nes impertaron de Francia. Dabaa gran importancia al sentimiento devoto y piadoso unido a estilos ¢e vida devotos y piadosos. Y los pie- tistas considerstan también muy importante la educacién. Querfan formar e! cardcter, lo mismo que Thomas Arnold. Ni Cicerén ni Vir- gilio debian presidir el proceso educativo, escribié un pietista: a los, estudiantes debian instruirles maestros iadosos y temerosos de Dios. Esta educacién consistia en el adiestramiento de la veluntad y del ecoraz6m... vel mero entendimiznto no dirigido por un buen cora- Z6n le heo2 a uro soberbio y conduce sl peligro, la perversidad y el imal». Ese ideal pedagégico rechazaba la formaciin para la jefetura de las clases superiores; debia aplicarse a todas las clases de la po- blacién. Habfa un paralelismo entce el papel que jagaban los evange- listas como promotores de la mozal mesocritica en Inglaterra y el de los pietisias alemanes. Ambos concedian gran importancia a un enfo- {que préctico dela vida, y postulaban una moraiidad préctica que des- defiaba el lujo y la ostentacién, Ambos consideraban que el objetivo de la educacion era la formacién del carécter, infundiendo en el estu- diante esta moralidad y dando menos importancia al aspecto intslec- tual de su educacién, Pero la ausencia de la idea de jefatura entre los seguidores alemanes del pietisme es, par sf sola, significativa, Hay que mencionar una vez. mais el interés de la clase media ale- mana por al areigo y la estamilidad. Este interés 20 incluta ese con- cepto de jefatura que ya mencionamos en Inglaterva. En realidac, las clases medias alemanas no tenfan ninguna posibilidad de alcanzzr tal posicién en sus estados autocraticos. Buscaben, en vez de eso, una respeabildad unida a una seasacién de «acomodon; el talante de sus vidas adoptaba lo que Harold Nicclson ka llamado una «benevolencia sedante», Era una complacencia enraizeda y provinciane que no pro- ducia, ni pretendia producir, individuos como Cecil Rhodes o como Rudyard Kipling, Este anhelo de segurisiad se corvirtié en el princi- pal ingrediente de la vida mesocratica alemana, especialmente des- pués de la revoluci6n de 1848, La caricafura de la burguesia alemana, con sus hébitos segulares, sus maebles eémodos, su buena comida ¥ sus pipas 0 sus puros, transmite un poco de esa atmésfera de Ge- [EL LIBERALISMO ENA SUKOPA CONTINENTAL 149 smuetlichleit. Incluso cuando se introdujeron en Alemania algunos co- ‘egios que segufan el modelo inglés, antes de la primera guerra mun- dial, fueron los hijos de ‘os junkers prusianos o de los viejcs aristé- cratas alemanes dal sur los que acudieron a ellos ¥ no, al principio al smenos, los vastagos de la clase mecia. Estos comentarios sobre la morelidad mesocratica alemana deben considerarse tan provisionales como los relativos a la clase media in- lesa. Es sabido que tal pauta de conducte surgié en el siglo xtx, pero sapenas si se sabe cémo se desa:rollé. No se sabe gran cosa sobre la situaciér de las clases medias y su movildad social dentro de la so- ciedad alemana decimonénica. Pero parece cierto que, « pesar de to- das las reservas ideolégicas que se han hecho, parecta que los nego- cios se iban conviriiendo en una ocupacién cada vez més respetatle Hubo muchos cases de hombres que abandonaban sus puestos den- tro de la prestigiosa burocracia para dedicarse a ellos. Podia hacerse sya més dinero en el comercio y en la industria que en ninguna o:ra parte, a excepcién de los cargos muy altas del funciorariado. Pero también en este caso el prestigio social sigui6 siendo en grar: medida atributo de la burveracia del estado més que del éxito en los ne- pcos. “Mientras que al liberalismo alemén luch6 contra obsticulos insu- perables desde el principio, el liberalismo francés surgié can fuerza + de la Revolucién. Ya hemos visto que Cons‘ant, el mas importante de sas primeros te6ricos, rechaz6 tanto la democracia como el ancien régime. La Carta de 1815 parecia dar esperenzas de un alborear del i- beralismo, pero la intransigencia borbonice empuj5 muy pronto a los, liberales a la oposicién. Estos liberales nc eran ninguros radical: crefan firmemente en el cardcter evclutiv> de la libertad. Influyé en ellos Edmund Burke... no su «gracia no comprada de la vida» de la sociedad aristccratica, sino su concepto del lento despliegue de la li- bertad. El clemento histcricamente orientado de la ideologfa libeval aque se mencion6 al principio de este andlisis pas6 a ocusar el primer plano. Sin embargo, en 1830 es'os liberales fueroa instrumentos efi- caces en la revolucién que expulsé a los Borbones. La monarquia bburgues: de Luis Felipe (1830-1848) habria de iatroducir la era li beral. Lo hizo ast concediendo el éerecho al voto a unas 250.900 fari- lias, abriendo un poco més las puertas del poder politico... pero nolo saficiente, La revelucién ignoré a la inmensa mayoria ¢el pueblo, lo mismo que los literales que hicieron la Ley de Reforma inglesa de 1832 s6lo permitieron que se incorporase al sufragio una clase lis tada de la poblacién. Tanto en Francia como en Inglaterre esta ciativa liberal sefizB6 el principio no de uz era de paz y satisfaccién, Se, 150 A CULTURA EUROPEA DEL StGLO XIX ‘sino de un periodo de gran agitacién politica y social, Esto se debié a {a puesta en prictica de la idea liberal de que si el ancien régime era malo, también lo era el gobierno de la democracia. Sin embargo, la ascensiéa de Luis Felipe signified, al menos de momento, una victo- ‘ria liberal. El primer ministro del rey y el tedrico de este liberalismo triunfante era Frangois Guizot. Este erefa firmemente en un méximo de libertad individual que permitiese la mayor libertad de autodesa- rrollo, ,Qué podia garantizar el predominio del espiritu de la religin de la libertad? En esto Guizot retrocedia mas alla de Bentham y de Mill, hasta una teoria de un laisser faire casi absoluto. EI lamaba a ‘esto la «gran tranquilidads. El gobierno debe ser armonioso, lo que ‘significaba a su vez mantener un «justo medio», un «juste milieu». Este «justo medio» entrafiaba la preservacién deliberada del statu ‘quo. Esto significaba, en teoria, no tomar ninguna iniciativa en cues- tiones sociales o politicas, con el fin de conservar la «gran tranquili- dad» que permitiria la libertad mas completa. La biografia de Oliver Cromwell de Guizot ejemplifica ese repudio de todas las acciones ex- temas, un repudio que equivalia, en teorfa, a una abstencién com- leta por parte del estado de actuaciones trascendentales. Cromwell Fabia introducido la libertad en Inglacrra una ver obtenido poder, decia Gulzot, solo a través de su moderacion. Pero no fue capaz de ‘mantener esa libertad. Por qué? «Dios no otorga a estos grandes hombres, que echan sus cimientos en el descrden yl revolucién, el poder de regular a su gusto, y para las generaciones sucesivas, el go- Dierno de las naciones.» La misma observacion se podria aplicar al régimen del que Guizot era el espiritu inspirador, pues no habia ‘echado sus cimientos en la revolucién? Pero Guizot crefa que 1830 se podia superar a través de la moderacién. Quiz acentase en st valo- ‘Facién, pero no se podrian dejar a un lado tan ficilmente las tensio- nes sociales de la Revoluci6n Industrial, Para la agtacién en favor de mas reformas sociales, en favor de ‘una ampliacién del derecho de sufragio, Guizot tenia una solucién. EI no era el tribuno de una clase que simplemente queria conservar ‘su propio poder, excluyendo a todas las demas. La interpretacién ‘marxista habitual de la ideologia mesocratica se equivoca en esto, Para Guizot, como para todos los liberales, la «gran tranquilidad» no tenia por qué paralizar la moviidad social La doctrina de! lasserfai- re liberaria al individuo de trabas artificiales fomentando su progreso social y econémico, A través del tipo adecuado de moralidad (es de- ccir, de actitud hacia la vida) todos podian hacerse ricos y calificar ppaa cl voto. Esto estaba implicito en todo el liberalismo inglés y Gui- ot creia también en este tipo de progreso individual, Su famoso con- ssejo a los bangueros de Francia fue senriqueceoss, pues asi se bene- ‘EL LIMERALISMO EN LA ELROPA CONTINENTAL 151 ficiarian todas las clases de la poblacién. No era un consejo cruel o inico, pero s6lo puede entenderse dentro del contexto iberal. Guizot tem la democracia, por puesto, Pero ete miedo cristalzd en ‘oposicin a los que propugnaban el progreso social y politico sin con- siderar las actitudes morales; no significaba oposicién a la movilidad sconimica y vocal en cunt a iz era enemigo, por una parte, de todos los privilegios asen- tados, y por otra, de los «alborotadorese, de los que querian utilizar el estado para imponer lo que ellos llamaban justicia social, destru- yendo ast la libertad individual que él, como liberal, consideraba el ‘méximo bicn, Pero el régimen de Luis Felipe se desmorond en 1848, No hay que olvidar, sin embargo, que el gobierno liberal duré et Francia dieciocho afios; no fue ningiin experimento transitorio con- denado al fracaso. El que acabase desmorondndose significaba slo ue al tipo de liberalismo de Guizot estaba desacreditado. No habia sido capaz de afrontar los problemas a largo plazo de las asplraciones ppoliticas y sociales crecientes. Los liberales ingleses, enfrentados en el ‘mismo perfodo con la agitacién cartista, no fueron capaces tampoco de afrontar esas demandas. El liberalismo francés sdlo sacé a la luz de una forma mds expel eprblems iberene a toa iecl- Tocqueville escribié wu Ancien Régime precisamente con el telon ide fondo de la caida del régimen de Luis Felipe y el coup détar de Luis Napoleda. Este autor, el mis grande de los liberales franceses, vela sus ideales aplasiados por la dependencia francesa de Ia autori- dad, la centralizacién institucional y el odio ciego a la desigualdad, \Veia ya a Francia oscilando siempre entre el despotismo y la revolu- cin. Los ideales de Tocqueville eran diferentes de estas dos akernati- vas. El crefa que la actividad politica libre era el maximo bien para hombres y gobiernos. Esta actividad libre no depositaba ninguna con- fianza en el estado, Su organizacién politica extraia su vitalidad de las unidades de gobiemo locales mas que de las centrales. Tocqueville cera un gran admirador del sistema inglés de gobierno local a través del juez de paz, y tambien de la aristocracta inglesa. Se trataba de ‘una aristocracia que jugaba un papel crucial en el libre intercambio de la expresicn politica y no estaba aislada de la politica y del go- ‘bierno, como lo estaba la arisiocracia en Francia. En opinién de Tocqueville, las instituciones libres se basakan, no sélo en la vitalidad politica del gobierno local, sino también en la ga- rantia de la propiedad privada. En sus escritos anteriores imaginaba tuna sociedad construida sobre peque‘tas rurales como la ‘mis firme garantia de la vida politica. Pero cuando el régimen de Luis Felipe demostrd que las medidas econémicas no garantizaban 152 LA CULTURA EUROPEA DEL SIGLO x0X snte la libertad perdurable, fue asignando progresivamen- cee el cpita dela adminiatacion poten Ea te yee Sporn fore open y tonenak Ie depen cia de todas las clases de la burocracia, mientras que en Inglaterra no wrecia ser asi. Lo que habia en Inglaterra, segiin ‘Tocqueville, no era ena interaceion entre todas las clases de la scciedad, sino algo que era el resultado de una libertad politica continuada que & remitia, lo mismo que Burke, a la Edad Media. El, que habfa resaltado la rique- za de la aristocracia inglesa, resaltaba ahora los contactos de esa aris- ea te lac debide ste vaguaied de los wera com a masa dele oblate aoe foes ce shor pallicsigls9de n oe ca un le eran de Teague ean cio {opel ae tc mal de Cotee Sa lcndamnnta te bia ser un gobierno local fuerte y la estabilidad de las relaciones de propiedad, pero el remedio detinitivo de todos los meles de Ia socie~ dad eva ‘el libre: juego de la actividad politica. A Tocqueville le intere- ‘saba mas en ultimo término la conducta politica y social que edificar ee er eg Giaciatr as peli toa de los limites de su liberalismo, que ignoraba las fuerzas cataclismi- ‘cas de las nuevas clases trabajadoras. Asi, analizaba el escenario in- {glés sin mencionar siquiera el movimiento cartista. El ideal de la ac- ‘cién politica libre resolveria todos los problemas, los politicos y los ‘economicos, Desgraciadamence, el liberalismo de Tocqueville, y en suencia, sus andllisis de la sociedad, demostraron ser vulner: ec as qi oberon Imeconoedl oo I tenlbis | peratino da Guba Neg soda fr inico ne la La cadicon del Gran Revolucion fo ‘menté un concepto de libertad orientade hacia la derrocracia social y Pre eto gu ene conn pve oa Seen oe eubiuaed ie peniehd els ¥y sf dijese mucho sotre la libertad politica y social. Lemennais, lo a Alo dla opie fal neh a en la propiedad como principal soporte ético y politico de la libertad. Su liberalismo no exigia una moralidad mesocratica sino, por el contra- ‘io, la maxima libertad para el «alma del pueblo». Lamennais era an- timaterialista y os hecho de cue oter; ye tant importaacin alealma tebe den ncn vont no rat i se so acparee f iagiier orale pico, ee un mé 10 de lidertad para su pueblo a través, tanto de [EL LIBERALISMO EN LA EUROPA CONTINENTAL 153 Ja democracia social y politica como de la econémica,ilumina-fa, por medio de esta libertad, a las almas individuales de todas los mism- bros del pueblo. Lamennais no era socialista. Los métodos que se ulilizasen para obtener la libertad eran para é1 intrascendentes en comparacién con el bien inconmensurable que traeria esta libertad para todos. Se tra- taba de un liberalismo muy alejado del eenriqueceos» de Guizot. Sin ‘embargo, también Lamennais fracasé en 1848, No obstante, su defi- nicién ¢e libertad como democracia tanto social como politica habria de ejercer un cierto atractivo sobre futures liberales. Pero seria el li- beralismo de Guizot el que habria de tener mayor interés para las cla- ‘ses medias, y para las clases trabajadoras habria de aportar técnicas mais coneretas de progreso social y politico el socialisme. ‘También arraigé en Francia la moralidad dominante en Inglaterra yen Alemania. En 1825 un liberal francés atribuia las condicicnes de la clase trabajadora a su indolencia, su apatia y su imprevision. Esto ¢s idéntico sin cuda @ las ideas de Smiles 0 de Thomas Hughes. En Francia el culto a la respetabilidad se generaliz6. El simbolo supremo de respetabilidad de Inglaterra, la reina Victoria, tenia su con:rapar- tida en Francia: Luis Felipe. Y Napoleén III nunca se a:revid a caer cen la promiscuidad descarada que caracteriz6 a Napoledn I. Eran fre- ccuentes las excepciones a esta indigesta moralidad mesocritica. Asi, el cancén, que era sin lugar a dudas un baile muy erético, tuvo un €xito enorme durante el Segundo Imperio. Muy poco se sabe tanto sobre el crecimiento como sobre la difusién de la morslidad meso- critica en Francia, No cabe duca de cue en el Segundo Imperic la moralidad sexual era claramente més permisiva que en ‘a Ingaterra contempordnea, aunqve Inglaterra tenfa un problema de prostituc:on ue llegé a adquirir dimensiones fantésticas. Puede que esto se de- Diese a los aspectos sumemente represivos del victorianismo. Quiz Ja moralidad mesocratica penetrase menos profundamente en Fran- cia porque esta nacién no habfa pasado por una fase ni de evange- lismo ni de pietismo. La Revolucién francesa habia abogado en su etapa jacobina por un puritanismo moral que levé a Robespierre a proclamar que el tinico adorno de la mujer deberfa ser la virtud. La oposicién al ancien régime inclufa una repugnanc.a hacia su forma de via... pero muchos rechazaban la Revelucién que aceptaba esta mo- ralidad Inglaterra, Francia y Alemania ejempli‘icaron la evolucién de la religion de la libertad en Europa. Lo mismo hizo Italia. En el andlisis del nacionalismo vimos que el liberalismo y el desarrollo de una con- Ciencia nacional iban de la mano. Desde Alfieri, a finales dl siglo pa- sado, a Cavour, el arquitecto de la unidad, se concebia Italia como un 154 {A CULTURA EUROPEA DEL SIGLO XIX estado liberal, Dominaba este pensamiento la idea de una sociedad Gk leyes, de equilibrios y contrapesos y de tuna conciliacién racional G& intereses. Los liberales italianos querian también introducir una Mia media entre el absolutismo y Ia democracia sobre esta base: la [umpliacidn del derecho de sufragio no debia ir mas allé de lo que ha- bia ido Ia Ley de Reforma inglesa de 1832, o la Francia de Luis Feli- pe, Cavour crefa, como Guizot, en el «justo medio», pero era, adife- Fencia de Guizot, un politico prictico, capaz de prescindir de los prin- Cipios liberales cuando parecia que era necesario hacerlo. Lo que fenfa para él la mdxima importancia era el arte de gobernar y esto Significaba conseguir unidad nacional coneiliando intereses diversas. ‘Un hombre de estado liberal tenia que ser un diplomético. Bismarck, por el contrario, era sin duda un gran diplomdtico, pero en asuntos RXteriores, no interiores, pues creia que los intereses no debfan con- Glliarse mediante ef bre juego de las ideas. Los que no estaban de fcuerdo con él eran enemigos del estado. : Pero dl tipo de liberalismo de Carour no era el dnico tipo de libe- jnante en el siglo. Sin embargo, mientras que en Alemania ha- Blar del «alma del pueblos y de un elevado objetivo moral vino a sig- nnificar d absolutismo de la nacién, aqui las mismas ideas se centra- [BL LIMERALISMO EN LA EUROM® CONTINENTAL 155 ron en la libertad y la autonomia del individuo, Para Mazzini, ta uni- ficacién de Talia debia ser un paso hacia la ampliacidn de sus idea- les al mundo entero, Este liberalismo de orientacion democratica sur- {#16 también en Inglaterra, pero de una forma mucho mis prictica. Gladstone, por ejemplo, pensaba que una distribucién de tierras mo- derada seria beneficiosa, y propugnaba la ampliacién del derecho de sufragio. «Todo individuo que no se halla presumiblemente incapaci- tado por alguna circunstancia de deficiencia personal o peligro poli- tico tiene moralmente el derecho a situarse bajo el palio de la consti- tucién.» A medida que fue progresando en su carrera, Gladstone pas ‘a sentir una confianza creciente hacia las clases trabajadoras. Lo que Ruggiero lama la «democratizacin del liberalismo» se produjo hacia final de siglo, y en ello estuvieron a la cabeza de su época los italia = j Pero esta democratizacién nunca alcanz6 un triunfo completo. Muchos liberales seguian creyendo en los principios del liberalismo de que hemos hablado principalmente en este capitulo y en el prece- dente. La religiGn de ta libertad continu definiéndose como el jus- to medio» entre democracia y autoritarismo, Las diferentes condiciones que existian en cada nacién modifica- ‘ron o impulsaron el viaje hacia esa libertad, pero se dio en todas par- tes durante la primera parte éet siglo. £! advenimiento de lo que he- ‘mos llamado moraliéad mesocritica atemperd la lucha per la riqueza ¥.€l poder hacia la que podia conducir el iberalismo, y esta morall- dad influyé profundamente en Ia cultura europea. La respetabitidad ‘pas6 a ser el objetivo social, junto con el evangelio del trabajo y el concepto de virilidad. En Alemania, el impulso hacia la bisqueda de por parte de las clases medias produjp una «benevolencia sedantes, Las clases medias se esforzaren en todas partes por reem- plazar a la aristocracia como el modelo de una buen vida. No hay que pensar que la moralidad que se ha analizado signii- ‘case una vida vivida en comodo aislamiento, pese a las advertencias alemanas contra la inestabilidad de Ia clase media. Los antiguos bal- znearios donde anteriormente se habla reunido la aristocracia pasaron 4 ocuparlos las clases medias. Lugares como Karlsbad en Bohemia y Baden-Baden en el sur de Alemania tuieron un prodigioso desarro- lio durante el siglo. La mejora de las carreteras y luego ol ferrocaril hicieron que el viaje hasta all no s6lo resultase posible, sino elegan- te. A principios de siglo Gagliani abrié en Parts lo que habria de ser 4a primera agencia de viajes. Sintoma del cambio de clientela fue el cambio de cardcter de estos lugares. No habia ya bales ostentosos y ‘otras diversiones de moda. Los usuarios se reunian por la tarde en la «Kuthaus», donde se interpretaba para su diversién musica selecta, 136 LA CULTURA EUROPEA DEL SIGLO XIX najes alos monu- el siglo xvtt habfan estado de moda los peregrinajes a atl in caltura ys ruta turstisas por bello plsajs. Peo el JTaje hesta el balneario se efectuaba con un propésito distinto, Thflufan ahera nuevas ideas sobre la salud, y los vistantesiban di- ligentemente a tomar las aguas. El aire fresco se consideraba en esta weoca bueno para el hombre, y el ejercicio se hizo popula: no sélo hire los que practicaban el cult del crstianismo muscular El paseo Sespertino de moda proporcioné uno de los temas principales para Ins carieaturas de las clases medias, Pero estos balnearios servian también como mercados matrimoniales y en ellos podian estableer- ‘= alanzas convenient entre familias burgess. As que as lases redias viajaban en busca de salud y compafia a Bath en Inglctera, oie nina un multe’ de blnearon lomanes bo hemios. i, Heros visto, con elliberelismo, las nuevas pautas de la Europa de 1a clase media decimon6nica. Pero tanto la ideologta como la morali- dad se vieron sometidas, desde al principio, a severa critica CartruLo 8 _ CONSERVADURISMO- \Aungue algunos de la generacién napole6nica creyesen que {1 nue- vo siglo tenia que traer un renacjmiento de la libertad, otros\extraje- yon ana conclusion dint del ctaclismica(Revolucdn frances y de sas consecuencies. No es que estos hombres quisiesen perpetuar me de tipo napelednico,(Querfantambley, por el conta. rio(/an renacimiento de la libertad, pero definfan esa libertad de un ‘modo completamente distimo a como lo hacian los liberales{Los can- servadores crefan que el mantenimiento de la libertad s6lo era pos ble dentro del marco de Ja, tradicin histérical Las ideas de ley natu ral y de progreso habian conducido a la desintegracién del orden en la revolucién, Sélo concediendo importancia a la historia y al sistema Jerérquico que la tredicién ies decir, la historia) santificaba se podia preservar el orden yen consecuencia, la libertad. Pera los conserva- dores, la liberiad equivalia « un concepto de orden de origen hist co yeste concepto exigfa la preservacion de la jerarquia social y poli- tica, La piedra angular de este orden habria de ser «legitimidad», el lema que domin6 el Congreso de Viena. Habia varios enfoques pesibles de la historia, el orden y la libertad sobre estas bases ideol6gicas. De Maistre se oponia a todo cambio: lo que es histérico no debe cambiarse. Burke, por su parte, vefa en la propia historia elementos de cambio (cel pasado debe crear el pre- sente») y en esta misma frase iba implicita una idea de evolucién pa- cifies. Lo cue Burke y De Maistre tenfan en comin era la creencia de ‘que ka libectad no es una innovacién, como habia pensado Constant, puesto que la libertad no pueden ecrearla» los hombres. Es evidente, segtin el pensamiento que representsban estos hombres, que la hist>- via desplazaba a las leyes naturales del siglo xvi como la verdad to- tal. Ya hemos visto que los liberales crefan también que Is historia justificaba su credo, Pero su concepto de la historia, tal como lo sim- bolizaba Vico, unta el progreso historico a las leyes naturales, y era 158 LA CULTURA RUROPEA DEL SiGLO XDK precisamente esta combinacién lo que rechazaban los conservadores” ‘Edmund Burke rechazaba el concepto de libertad y de democracia de musas. Los derechos universes, los derechos del hombre, pare- ‘clan haber conducido, no hacia la libertad, sino hacia el gobierno del La dictadura jacobina durante la Revolucion francesa re- esta tendencia de su pensamiento, Habla que preservar los de- rechos individuales sobre una base distinta, Como para ét el pasado creaba el presente, buscé un origen feudal de estos derechos, El ius medieval, vinculado al estatus de clase y al desarrollo de la costum- ‘bre, habla garantizado en ef pasado las libertades inglesas y se con- vvertiria en una libertad més amplia en el presente. En la visién con- servadora de la historia inglesa, de la que Burke estaba imbuido, las libertades feudales habian evolucionado de forma coatinuada, a tr vvés de la Carta Magna y de la soberania del Parlamento, hacia tna mayor libertad para los ingleses. Esto era lo que significaba para Burke la tradicion historica y ésta era la esperanza que ¢ albergaba para ef futuro, El conservadurismo de Burke incluia otras dos creencias mis. ‘Todo el mundo debe tener algunos derechos individuales bésicos, pues la historia, por la que é1 entendia la evolucién del feudalismo, habia otorgado esos derechos. Burke se oponia por tanto a la esclavi- ttud y apoyd a los colonos de América en su lucha contra lo que con- sideraba una «dictadura» antihistérica del Parlamento. Pero estos de- rechos no habian entrafiado libertad politica o econémica mas que en la Edad Media, y mucho menos igualdad social. Los derechos indivi duales y el igualitarismo eran dos conceptos completamente distin- tos, Igualtarismo significaba gobiemo del populacho yal final, des- truceién de lox derechos individuales. Sélo una sociedad jerarquica podia mantener esos derechos, pucs se habfan mantenido de ese modo ‘8 To largo de la historia. Si la primera aplicacién de su pensamiento fal presente era que hacia falta preservar los derechos individuales, la Segunda era que esos derechos sélo podian preservarse dentro de un sistema social y politico jerirquico. Por tanto, la arisiocracia tenfa la tarea de ssumir la jefarura que habia aportado en el pasado. Solo esa jefatura hereditaria podia poner coto a la marea de revolucion iguali- taria, Esta exaltacién de la jefatura aristocritica le lew a decir, en sta discurso al electorado de Bristol, que una vez que un miembro del Parlamenio habia sido eleyido, debia atenerse a su propia conciencia, ¥ no a los deseos de aquellos que le habian elegido. Ast pues, Burke azunaba Kens de derechos indrdules con un concept de jfatura me. ‘Burke habla apoyado al principio la Revolucién francesa porque pensaba que defendia los derechos histéricos del hombre, pero la ‘CONSERVADURISNO 159 destruccién dela noblera, el experimento jacobino, la liquidacién del pasado por la revolucin, le fueron haciendo oponerse a ella. ¥ pass 2 insist cada vex més en la necesidad de una jefaturs aristocritica, de privilegios para la nobleza. Que el hombre del comtin esperase, con sus derechos individunles garantizados, y la historia inglesa evo fucionarta gradualmente hacia wna libertad mds amplia: ya lo habia hecho antes. El hombre se mantiene quieto, pero ls historia evolucio- za y asf el pasado estaba vinculado al presente. El concepto conser- ‘ador de la historia estaba presente en la raiz misma del pensamien- to de Burke; se habia convertido ya en la versién nacionalista de la historia inglesa. El conservadurismo de Burke no rechazaba la liber- tad: rechazaba la hipstesis liberal de la igualdad del hombre. Negaba 1a posibilidad de que el hombre pudiese elevarse en la escala social y pried rope esueran. Pare Dark, a ste woo ‘ascension y el dominio de los hombres simplemente a través de sus esfuerzos ‘0 a través de su asunciin de tipo co- rrecto de moralidad. Compirese la importancia que Burke atribuye a Ia «prescripcione (es decir, la importancia de la tradicién definida ‘como costumbre) con lo que dice sobre el tema John Stuart Mili ‘n., aunque la costumbre sea buena como costumbre y adecuada para el hombre, ajustarse a la costumbre, meramente como tal costumbre, no educa ni desarrolia en el hombre ninguna de las cualidades que ‘son distintivas de wn ser humano.» Para Mill y para muchos liberales, et hombre era un individuo en «sentido del siglo xvm: sometido a la ley natural, libre para desa- rrollar cualidades que permitiesen al més bajo elevarse hasta adquirir tuna posicién de importancia en todos jos dmbitos de la sociedad, Después de todo, Samvel Smiles sefalé el camino para el éxito mate- tial y moral a través del desarrollo del carscter individual. Pero para Burke y pam los conservadores, el hombre era una parte integrante de la historia, y Burke habla en uno de sus pasajes mas famosox de |i unidn indisoluble del hombre contemporineo con sus ancestros. Cuando se rompia el vinculo de derechos prescriptivas y privilegios aristocréticos toda la sociedad corria un gran peligro. como habian demostrado sobradamente los aconiecimientos de Francia. Los libe- rales eran un producto, no slo de la Revolucidn francesa, sino tam- bign de la Revolucién Industrial: los conservadores tendian a recho- ar ambas. ‘Burke escribié nostilgicamente sobre la «gracia no comprada de la vidas de Ia aristocracia en contraste con los comerciantes ricos y Jos industriales nouveaux riches, Se rechazabs la moralidad Liberal en ‘nombre de una forma de vida aristocrtica idcalizada. Este conserva- durismo era, bisicamente, una reaccién al nuevo hecho de una s0- 160 1A CULT RA EURDPEA DEL SIGLO XIx ciedad de masas, una ten:ativa de impedir que esta sociedad alterase el orden. Una elite nistorica garantizaria la libertad; la chusmaa sédle la aplastaria. Acuf Burke arunciaba toda una serie de teorias elitistas, teorias que resultaron ser una de las respuestas aceptadas a la demo- cratizacién de la época. Pero, a diferencia de Burke, otras teorfas pos- teriores de la elite se fueron centrando cada vez. mis en une elite ba sada en el poder real mas que en derechos histéricos, Aun asf, la combinacion de litertac 7 aristocracia heche por Burke jug6 un pa- pel importante en la ideologfa de la democracia conservadora inglesa, Porque est> tipo de conservadurismo most-6 més conciencia social, de los problemas de los pobres de Inglaterra del que demostraron ‘nunca los liberales. Para ellos los pobres no tenfan suficiente cardcter, ya que todos odian subir en la sociedad si s> esforzaban por lograr~ lo. Peto el conservadurismo, que no crsia en este tipo de progreso, veia a los pobres como farte de la responsabilidad de la jefatura, Des- pués de todo, en el pasado el sefior de la mansién rural se euidaba de sus campesinos, cuyos de-echos, como los ¢e todos los miembros de la sociedad medieval, habian estado protegiccs por el ius feudal. Esta protectin desta amplia~x a los pobres de la. Inglaterra contemporé- nea. La Revolucién Industrial habia roto en das la nacién y corres- pondia a la aristocracia restaurarla armonis de los antiguos tiempos. Aunque el ideal social de estos conservadores era la «alegre Inglate- ‘av del pasado feudal, no negaban la evolucién histérica, Pero las aplicado para mejorar la suerte de ias slases feudales ms bajas podian aplicarse, modificadas, al rabajador industrial. Este plantearriento social no sGlo estaba sivo en Inglater-a. En la Dieta Bivara, un diputado lo resumié muy ben: el amor debia regir la relacién entre trakajador y patrén, como habia regido la rela- jn entre el sefior y el campesino en la Edad Media, Este pensa- miente conservador se remontaba a una era de armonia social que se habia esfumado con la eparicion de la sociedad de masas industrial, Para restaurar esta armonia, el pensamiento conservador de la Europa continental se apoyé cada vez més en otro ejemplo histérico de la Edad Media, el de los gremios. Para los conservadotes estos gre~ mios representaban una sociedac corporative en la que el oficial, el peén y el aprendi2 formaban parte de un orden armoniose y jerar- juico, Ademés, en este caso cada profesién se regulaba ella misria dentro del marco de la totalidad de la sociedad, y esta regulacién se basaba en Ia costumbre. 4 este pensamiento corporativo le propor- sionaron respetabilidad h:stérica historiadores como Gierke, para el que el ideal corporativo constituta el elemento basco de todo el ce- sarrollo historico, Esta estructura de la sociedad se apoyaba, no sclo an la tradicin, sinc también en la iglesia. Parecia que las des colum- CONseaVADURISMO 161 nas del ordea, tradicién y religiin, trabajaban persiguiendo el mismo fin, Pues los conservadores veian en la evolucion del pasado, no sélo Ja influencia de la tradici6r, sino tamb:én el peder de un cristianismo revelado. De hecho, la iglesia catélica habria de apropiarse esta teo- ra corporativa en el siglo xix, propugndndola como la forma més deseable de gobierno en les tiempos ée la Revolucién Industria. La ‘enciclica Rerum Novarwm (189:) de Leén XIII convirtié esto en un hecho oficial. Esta transposicién de la estructura artesanal de la Edad Media a la sociedac industrial entrafaba que se corsideraba al tra- bajador moderno como el sucesor del artesano medieval. El trabaja dor modemo, lo mismo que su predecesor medieval, debta poseer la dignicad que corresponde a un artesano y el mismo orgallo per su trabajo. Se rulsaba aqui una noca de la que se haciar, eco los roman- ticos. En el final mismo de Die Meistersinger, de Wagner, Hans Sachs dice al publico: «No desprecigis a los maestros artesanos>, una tenta- tiva mas de trasladar un concepio mas antiguo del trabajc a la socie~ dad industrial moderna. El cristianismo se convirtié en parte integrante de la corriente principal del ‘conservadce en la Europa comiinental. El conservadurismo estimulé asf el resurgimiento religioso, catélico, que ‘era un aspecto del romanticismo. Fue una tentativa consziente de ci- mentar el estado sobre una bass cristiana en vez de sobre una base de racionalismo y ley natural, como estaba intentando la Ilustraci6n. En el caso ce Burks, Ia historia fue el primer adversaria de ese ra- cionalismo que habia conducide a la revolucién; los pensadores de la Europa continental unieron a esta fe ex la historia la creencia de que ‘en la historia se manifestaka la mano ée Dios. La monarguia era para ellos no sélo algo santificado por la cestumbre y la tradicisn, sino un fenéneno cristiano y divino. El exponente de estas ideas en Europa fue la Santa Alianza. Se twataba de an tratado que scabacon firmando Rusia, Austria, Prusia y Frarcia (1915), que sostenia que las relaciones entre los diversos es- tades debian regirse por los principios cristianos. Establecfa una alianza entre los monarcas de estos paises, que se consiceraban «de- signados por la providencia» pera regir a sus naciones. El gobierno moné=quico como fenémeno divino cebia unir a las diversas nacio- nes segiin bs preceptos de «justicia, caridad cristiana y pazs. La San- ta Alianza fue una creacién de Alejandro T que, sobre todo después de que vio arcer Mosci durarte la guerra napoleénica, se habia conver- tido en un mistico cristiano. Estaba ademas influido por I genio det cristianismo, de Chateaubriand, asi como por otras obras que pro- pugnaban la identificacién de olitica y religion. Solo ast se poxiian superar las secuelas de la Revelucién francesa. 162 LA CULTURA EUROPEA DEL SIGLO x0x ‘Metternich (1773-1859), que no se hallaba posefdo de ningiin mis- ticismo cristiano semejante, calified al principio a la Santa Alianza de ‘nada escandalosa», Pero, después de reflexionar, leg6 a la conclu ‘sién de que podia ser dtil. Fortalecfa la Cuddruple Alianza ya forma- da y cuyo objetivo era imponer el acuerdo pacifico y acabar con cual- ‘quier futura revolucion, Para los liberales, la Santa Alianza vino a simbolizar las fuerzas de la reaccién, y la mezcla de cristianismo y derecho divino mondrquico tipifieé un conservadurismo empefiado cen aplastar el ‘por la fuerza. También expresaron y amplia- ron este rismo pensadores importantes, especialmente en Francia. El mas destacado de ellos fue el conde Joseph de Maistre (1753-1821). Para De Maistre «todo es historia», s6lo la historia puede crear. no Jos hombres: pero Ia historia era una manifestacién de lo divino ¥, por tanto, el gobierno que poseyese cierta antiguedad historica era divino. Hasta la misma palabra «reforma» era blasfema. Como la mo- nnarquia era una forma histéricamente antigua de gobierno, era divi na, y de esto se seguia que los hombres debian amar y obedecer has- taa.un monarca, te malvado. La quia era una for- ‘ma jerdirquica de gobierno, y De Maistre daba a la jerarquia tanta imporancia como se la daba Burke, aunque con una orfentacion dis- tinta, El universo entero era una estructura jerérquica con Dios en la ccdspide. La autoridad inmediatamente subordinada a El, en el mun- do de los hombres, debe ser tn reflejo de la unidad de Dios. Debe au- ‘ar, pues, dentro de sf tanto la soberania espiritual como la temporal. Pero el rey silo poseia soberania temporal; el auténtico soberano del mundo el verdadero beatin de todo el den mano, habla de set bor tant el papa. De Mastre resucité un aurment pico Para poder ssivauardar la sociclad y a pola dels anichras de ‘intelectuales entrometidos+ en nombre de una autoridad absoluta. No es extrafio que defendiese la Inquisicicn como un bien. El rey to- ‘aba decisiones para el estado bajo la autoridad del papa. Pero el es- tado era una parte del universo catdlico, cristiano, y para De Maistre Ja primacta de la historia se basaba en la primacia absoluta del uni- verso cristiano. La historia era importante porque se manifestaba en ella este sistema jerarquico. Para este absolutismo era fundamental centrarse en la necesidad ‘de tomar decisiones claramente definidas y en las perniciosas conse- ‘cueencias que resultaban de hacer concesiones. El objetivo del absolu- Memo de Be Maisie em hace frente al wcavanino del orden ext blecido y de la autoridad por parte de las nuevas fucrzas de la época. El individuo debe comprometerse con la causa de la verdad, tal como Ja concebia De Maistre, sin hacer concesiones. Como decia a media CONSERVDURISMO 163 dos de siglo el espaftol Donoso Cartés: eres o Cristo 0 Barrabés. El cardenal Newman habria de escribir més tarde que no existia térmi- tno medio entre el cristianismo, tal como lo entendia él, y el ateismo, La reaceidn a la arremetida del liberalismo se hizo, pues, intelectual- ‘mente rigida. De Maistre aplico esta rigidez a la esfera politica: «Todo ‘gobiemo es bueno si esta establecido. Lo que debe interesarnos no ha de ser si se resuelve un problema de esta manera o de la otra, sino ‘que se resuelva sin dilacién y sin apelacidn.» En este sentido, el con- ‘servadurismo era una ética de la decision dirigida contra las nuevas fuerzas de la sociedad, pero un proceso de toma de decisiones del {que estaban excluidos todos menos los que se hallaban en la cima de Ia rar, el papa ye re: Baton eran, por su propia naturales, ine ie cobetindicios oes eeincnenis pobin ol papal al oc lado de las montatias los Alpes)» como garante del orden y de la ar- sonia. Era, para el francés De Maistre, lo que Ia costumbre y Ia tra- dlicién habian sido para el liberal inglés Edmund Burke. Las ideas de De Maistre legaron a ser influyentes en Ja corte papal, proporciona- ‘ban una imagen en la que el papsdo veia reflejadas sus funciones. Fueron popularizadas en Francia por Lamennais, que apoyé activa- ‘mente la caussa entre 1824 y 1826 Pero Lamennais habria de cam- bint, pues pereibia una contradiceiin entre las cabezas supremas del sistema jerarquico de De Maistre, el papa y el rey. Al final, acabarta atacando al papado por vincularse a la causa agonizante de la mo- rnarquia en Europa. Pero, al hacerse més liberal en su periéaico Tavenir (1830-1832), Lamennais fre entrando en crecente conlicto ‘con un papado vitalmente influide por las mismas ideas que él mis- mo habla evocado anes po poplar ‘pado parccia inmerso eh € vonservadurismo mas extremado. Un Hsvoriador inglés Iiberal ba ecrto sobre lx guerra dela isis contra la civilizacién moderna en el siglo xix. Esto es verdad desde tun punto de vista liberal, pero no desde uno conservador. La iglesia rechazaba la libertad de pensamiento. La carta enciclica de Grego- rio XVI contra Lamennais califcata la libertad de conciencia de «ab- surdar y decia que la libertad de prensa era una libertad detestable ue extraviaba a las personas corrientes. Se recordaba alos feles que fasta los apdstoles habian quemado libros, La iglesia habia perdido mucho durante la Revolucion francesa y el reinado de Napoledn; st reaccion fue intensa, Ademas, el papado se sirvié de los Habsburgo aaustriacos para reprimir la insurreecién en los Estados Papales y se vinculé con ello a la principal potencia.conservadora. Por otra parte, cl papado era italiano y el catolicismo italiano llevaba mucho tiempo siendo intelectualmente estérl. 164 [Lt CULTURA EURCPEA DEL SiGLO xDK Quiza fuese una desgracia que en ese momento de reaceién estu- viese gobernada la iglesia por un aparato dominado por el sector it telectualmente mas atrasado del catoicismo europeo, pues la actitud simbolizada por la enciclica Mirari vos habria de dominar la politica de la iglesia durante el sigl. Rechazaba el liberalismo catdlica: no s6lo a Lamenrais en Francia, sino posteriormente « Doellinger (1795- 1890) y a Ketteler (1811-1877) en Alemania. El rechazo de la revolu- cién condujo al extremo de acep:ar el pensamien:o conservader d= De Maistre. Pio IX, aterrade por la revolucién de 1848 en Roma, con- tinus esa politica, eastigando como pecaminoso el liberalismo en to- das sus formas. Esta politica de conservadur:smo autoritario alcanzé su apogeo con el Cencilio Vaticaro de 1870 y la proclamacién de la inflibilidad papal. Para los liberales esto sefialé Ia consagracién de- finitiva del absolutismo dentro de la Iglesia en nombre del orden y la iplina entre los files. Sin embargo, esta reaccién catblica, como se le lama a veces, no fue tan estéril como han dicho ls liberales. Acepté la teoria corpora: tiva de! estado y de la sociedad que, como ya hemes indicedo, ctlmi- 16 en la enciclica Rerum Novarum de Len XIIL La iglesia nunca le 126 a ser liberal pero, a través de este ideal corporativo, afronté las ‘cuestiones sociales de la épeca. Ya veremos esto con mayor detalle en tun capitulo posterior. El conservadurismo fue, pues, el pensamiento dominante del papado durante el siglo y el papado estuvo politica- mente vinculado a Austria, mientras que recibfa apoyo intelectual de Francia. Este conservadurismo ne era moro2olio del Vaticano ri de Francia; también existfa en Alemania, ‘Adam Mueller (1779-1829) fue su representante més caracterfstico alli, Pero el conservadurismo de Mueller diferia de su modelo francés fen an aspecto- importante. De Maistre habie considerado el cristia niismo catélice como la garantfa de la armonfa histérica del mundo. Muclle> transfrio esta funcién al estado alemdin, estado no era una creacién ari‘icial y transitoria, un instru mento atil de la humanidad. Abarcaba en realidad todo dl conjunto de-la vida. No podia concebirse al individuo fuera del marco del es: tado; éste era an elemento constitutivo necesario del «coraz6n, el es- piritu y el cuerpor del ser humano. Lo rrismo que un horabre no puede abandonar su propio yo, no puede abandonar tampeco el esta: do, Mueller resumi6 esto cuando eseribi6: No todos los ertores destichados de la Revolucion frances coinciden en Ja llusiin de cue el sueto incividual podria apartarse de a sociedad y,desde fuera, atandonar y destrur lo que no le interes; que el indivi uo podia protestar conta la obra de miles Je aio y, en ver dela vie ‘CONSERVADURISMO 165 ja constiucion, si no perfecta, s! probsda, dar [a estado] una nueva, perfecta el menos para la quincena siguiente Estos eran sentimientos conservadores habituales a principios del siglo, y Mueller los combiné con una visién jerarquica de la sociedad, sAutoridad y servicio» constitufan la relacién basa de la sociedad, una relacién que ne habia cambiado en los tiempos modemos y ain era la clave del equilibrio de intereses necesario dentro del estado, Para Muelir el estado, que lo abarcaba todo, y la relacidn jerdrquica dentro de él estaban santificados tanto por Dics como por ia historia; ninguna de esias dos cosas estaba sometida a cambio. Y el estado no s6lo estabe vinculado a Dios y a la historia, sino que debia ser un es. tado cristiano, por Io que Mueller entenda, ccmo De Maistre, un es. tado catdlico, £ mismo estaba estrechamente vinculado a la reacc con el estado. Para él, el estzdo no sélo era una entidad politica, sino también una entidad que satisfacia las necesidades emocionales hu- manas. Este estado mantenfa un agrio combate contra las nuevas fuerzas politicas, sociales y econdmicas. Debido a la base cristiana cexplicita que un estado tal debia tener, Mueller crefa que estas nuevas fueraas formaban parte de una conspiracin contra el propio cristia- nismo. No debe sorprendernos pues que identificase a los judios con esta conspiracién y vinculase asf el conservadurisme centrado en la nacién con el pensamiento racial. Los judios, «cdnceres y diviesos el cuerpo del estado», perturbaban su nacuraleza orgénica, Muell ademas de su exaltacién del estado aleman, destacé la importancia de sus fundamentos cristianos y eché asi un cimiento importante para el futuro pensamiento racista. Lo que resulté de esas ideas se Puede aclarar ¢ través de la cita de un destacado conservador alemin de Ia década de 1870, Constantin Frantz: «El pueblo judio ha recha- zado a Cristo, el verdadero mediadar y mesias, y se ha excluido por tanto de la historia, pues el pueblo alemain se eanvirti6 en el pueblo elegido por Dics.» Ee conservadurisrio tenfa por tanto vincalos, na sélo con el ro- manticismo, sino también con el desarrollo del pensamiento racist. Ademés, al resaltar el cardcier cristiano del estado alemén en este sentido, anunciaba la translatio Christi de los judios de la Biblia a los \ , 16 {LA CULTURA EUROPEA DEL SIGLO XIX slaanes del presente pasado, que abrazarian Richard Wagner FE rooney nae ee shone de Constantin Frantz. Si De Mute influyé en el catolicismo, Mueller influyd en el cresinte me wMalismo aleman. Ambos contrastan con Burke, que influyo, a ‘en la conciencia nacional inglesa. Ni De Maistre ni Muelier te- finn tradi Uiberal de a storia x a gue ovare e - ficaba para Bu ibilidad segura had Cairn, ee labs conserved nll focuropeos a Shera ares et Wry ca aja ag Hr ‘contemporineos, legs a oe page 1 fara francesa: Meterich, Este oe dia austriaco no s6lo era un reaccionario para Jos liberales; hasta la aarp sy sso el cio nica se sus be Mats orencis de Mueller, su mentaldad era ajena ala exalta- ch dal ext. A Metternich, un ged seigneur del siglo xvi no le inresaban ni el resurgir religioso ni el nacionalismo de su época. ‘omnia al nacionalismo y enfocaba las cuestiones religiosas con ¢s- ‘ticismo, desde el punto de observacion privilegindo de la lustra- ch; por eso les parecia tn extrafio a aquellos conservadores. Era, de res’ modes, un conservador, tan intolerante con el liberalismo ¥ rencia de la Revolucién como con aquellas otras fuerzas de su épo- ‘Su ideario se centraba en la necesidad de mantener un equilibrio “fuerzas dentro del estado, algo de importancia similar la que t=, a matenerio en as relaione eae 1 Pat io ert logan dponer estas nuevas al servici estado era lograr un ‘clases de una nacién y garantizar el mant callibrio entre Ibe por medio de la monargula absohit. Tam- {in Metternich pensaba que la historia tenia una importancia deci- ‘sa; cimentaba esa estructura social. No se podia pale ae se ‘Caran micvosextados 0 nuevas constitucionesanthistcics, Ena ‘onalismo era para él una de estas nuevas fuerzas y, a diferencia fheller, lo consideraba quimérico (una aventura sin un objetivo pre- ible), pues de acuerdo con su mentalided del siglo, xvi, po venta ‘ngiin fundamento hist6rico. El nacionalismo el equili- ko historico internacional del poder, lo mismo que el liberalismo turbaria el equilibrio interno del poder dentro de un estado. En opinion de Metternich, eran las clases medias las que pertur- Iban este equilibrio a través de su dindmica. En esto el estadista 'striaco coincidia con la corrente principal del pensamiento con, srvador de su época. Este estaba orientado hacia un pasado en el ‘te las clases medias no habjan jugado ningtin papel y cuya estabili- = 167 ddad dependia del trono y de la aristocracia. El adversario del nacio- nalismo y los nacionalistas compartian esa preocupacién por las cla s€5 medias. Los nacionalistas alemanes veian en la «inquietuds de Ia clase media un peligro para el arraigo del Volk, mientras que Metter. nich vela en ella un peligro para todo el orden civil. Los ataques de Ia burguesia a la monarqufa conducirian inevitablemente, en su opi- rida, a que el populacho atacase a la burguesia. Asi que las clases ‘medias se estaban encaminando directamente a la anarquia demo. critica Metternich compartia otro prejuiclo con otros conservadores: e! antintelectualismo. Menospreciaba a profesores y estudiantes, con vencido de que, aunque conspiraban contra el orden, eran unos cons. piradores ineficaces. La oposicién a la libertad de pensamiento y de ‘expresién también dio una orientacién antiintelectual a conservado- {es como De Maistre y los dirigentes de la iglesia. Sin embargo, en los Decretos de Carlsbad (1819) se fj6 una vigilancia estricta de las uni. veridades y se dio orden de disolver las organizaciones estudiantiles, Estos decretos eran una respuesta a las manifestaciones en favor de la unidad alemana y a los ataques al acuerdo de Viena, en las que hhabian participado estudiantes y profesores de las universidades sle- ‘manas. Se establecié ademas un control estricto de la prensa y de toda agitacién politica. Mettemich consiguié que aprobara los decre. tos la Dieta Federal alemana, y dicen que nunca en su vida se sintié tan satisfecho como entonces. Crefa, segiin parece, que habia sofoca- do de una vez por todas las revoluciones y que Carlsbod conchateta la tarea iniciada en Viena. Esto puede parecer falso mirando la historia retrospectivamente, pero los decretos mantuvieron tranquila a Ale- mania durante una generacién, La confianza de Metternich se apoya ‘ba en un optimismo que formaba parte de la estructura de su pens. ‘miento. Crefa, como habian creido muchos antes que él, que Dios ex. taba del lado del orden, no de la revolucién, y que conseguiria por ello acabar con los conflictos nto entre los estados europeos como dentro de ellos. Se domesticaria a las clases medias, y eso fue lo que sucedié en Alemania, pero no por obra de Metternich, sino del na- ciente nacionalismo. El gran estadista tenia una pobre opinién de Ia naturaleza humana, y aun mas pobre de los individuos como «popu lachor, pero abrigaba el sentimiento optimista de que él estaba reali. zando la obra de Dios. El conservadurismo de Metternich esta dominado, en una pers- pectiva general, por un deseo de orden y una fe en que ese orden slo ‘Podia lograrse sobre la base del gobierno tradicional. Invita a la com. Paracién con el conservadurismo de Bismarck, en la generacién si- BBuiente. Los dos rechazaban un nacionalismo basado en el eriterio 158 LA CULTURA EUROPEA DEL SIGLO XIX roméntco del Yolk, orertado hacia el dominio de ena nacién sobre {Sls as demas, Anos comparten una ison de Europa enfuncion ‘Gr orden y ambos vlan en las reoluciones a principal amenaza. En it epoca de Metterich esa amenaza venis del nacemalismo,en lade arth del mardsmo. As, Bismarck dechy6 legal el patio so- Eildemocraia, ieras que Mettrich fue el auter de lon Decetos SE Carkbad. Ademdo, Bismarck pensabatambicn que cl orden podia boyarce en una wadleion monirgica ers, y los dos etimaban wma el epi prctco qe la superoriad tle Si exnte unt diferenca entre sus consenadurismos puede que se halle cr la inportancia cada vez mayor que Bismarck atibuye al {EG como invrumento de poder El estado ‘verte dbia apoyarse en {Ens ave que era conseradora ex el sentido de que consewaba ls HHattefons tadictoales como un marco pera ol gobierno orden: EotMeternich erfe tambien en un estado aetriaey frie y rec aba la idea dun parlamento inperial como medio para conelar J interescs de las diversas naclonalidades del impero. El empers Cor debe scr el poder supremo, Pero Metternich vets, sintomatiex stente el problema ausiiaco una vez més como una cwestion de {lito de poderes, Un emperador como poder supremo seria uh ‘Shiro que ena por encima de las naionaldades enfentades, Para Bomarch, el estado cra el poder supremo y le que a le pr. Eupaba, mas que ol squllrio de poderes dentro de Alemanis, er ec CuPhng en pein exterior Pore on resided, oe protamas de ‘ihimperio multinciona los problemas de Alemasia eran distnts ‘Ambos horibres pensaban, en su conserendurismo, que estaban realizando la obra de Dios y gue esta obra Sosista en corserar el ‘Stado en vez de hacer ovaciones que condiciran a sn cambio fsco, Bismarck era protestant, prio a clertassctas pitas ¥ viston del ceber estat regida por el seal de une responsabilidad directa femte a Dion a religion de Meterrich carecia de cogmas ¥ nibs orentala de una orma may simiar is ideees conservadores ‘S expresaban par len una ly moral, Este consenadriso slo farodigal debe conseradores ingess en que se inlresabn tabi veel blenetar det pucblo, Metternich intent inroducr eformas vetinles moderadas en Austria, Bismarck, ana generaciondesputs, ‘Sta ms inerecad por las aas, que podian sentre atraidas pot ‘ST soctlismo, Su programa de asstenca medica estatal bligatora ‘Zs parece alos conservadores eadounidenses acales «sotalisno ‘SRcubteron, Bismarck comprendi lo que olidan los neoconservaco- es de hoy, que através dela accion socal del estado, los dementos inis pobres estan nas strechamente vinculedos al propio estado y, fn comecuencia, a orden. Por tant, no esarian ya imeresados ed (CONSERYADURISMO 69 cambiar Ia sociedad en beneficio propio, sino ms bien en ayudar a preservarla. Tanto Metternich como Disraeli cempartian una vision similar de las «masas» Este tipo ce conservadurismo era muy distinto en su textura del de De Maisto el de Mueller Era mucho mas flexible en el sentido de que estaba orientado hacia la accién politica préctica, y carecia tanto del contenido religioso y cat6lico como del roméntico. Aders de esto, mostraba una preocupacién mayor por el bienestar inmedia- to de las mases que el conservadurisme evolutivo de Edmund Burke. ‘Acestes variedades de conservactrisme del siglo xix hay que afadir ‘otto tipo, mis dificil de clasificar El censervadurisme, como la m: yoria de las sdeologias, penetré en otras formas de persamisnto, has- ta en las que deploraba. Pues hubo un conservadurismo liberal, en- teadiendo por ello un liberalismo que compara ideales conserva- deres. El liberalismo crefaen la libertad, Se basaba en gran medida en la dinamica de las clases medias; ze6mo podia ser entonces conserva: dor? En el capitulo sobre el liberalisma se mercioné a les modera- dos, entre les que la influercia dominante era Edmund Burke. Fue Burke quien presenté alos Lberales esa Inglaterra que tanto admira- bban. Debemos recordar también el papel que jag6 la historia et el pensamiento liberal, una histors de libertad que Burke habia recxa zao. Puede alegarse que los moderados aprendieror de Burke las ‘malas lecciones. Leyecon sobre la reforma de la aristocracia ingles, soore la de la ampliacién del derecho de sufrago, ograda sin revel ion, yatribuyeron todo esto al sspirit historia de Inglaterra, Pero ellos, por su farte, quisicron imiear estas acciones inmediatamerte, sin aguardara que sus naciones evolucionasen de forma lenta y peck fica como habia propugnado Burke. Ests contradiccion no cebe ocul- tar lo que tomaron de Burke: la oposic:5n a la revolucién violenta y luna concepcida de la libertad compatible con el orden. Les liberales moderados cuerian preservar taco lo posible la historia y la trad cidn, pero querian aunarlas con le liberiad para la clase medi Guizot es un ejemplo notorio del coaservader liberal. Es induda- bie que consideraba recesaria la ‘Ibert para e libre desarrollo del hombre, pero tas esto, limitaba de nuevo esa litertad en nombre del orden y de la oposicin a la revolucién. Guizot limitzba la liberiad precisamente donde liberales como Tocqueville weian que era necesa- ro ampliarla: en el campo de la partiipacion pelitica en el gobierno, Guizot reia que sélo la razén era soberana y que esta razdn exigia qu la gente viviese bejo un gobierno. Pero como también eva impor tante la liberiad, ese gobierno debia ser constitucional. Ne todos os hombres podian partiipar en los asuntas del gobierno, sin embargo. 170 LA CULTURA FUROPEA DEL SIGLO XIX El hombre era impuro. Necesitaba goberantes firmes, pero esta fir- ‘meza sélo podia proceder de una clase de dirigentes. Guizotlleg6 in- Cluse a aceptar en determinado momento, una arisioeracia heredita- ria. Habia sido, en otro tiempo, profesor de historia, un motivo por et ‘que defendia, no slo un gobierno fuerte sino también una continui- ‘dad historia. Pero cuando escribié «l'histoire, c'est la nations no se teferia al rey y a la iglesia, sino al desarrollo de wna monarquia cons- titucional; para él, Inglaterra y Francia compartian la misma tradi- ‘i6n histrica. ‘Guizot veia con horror los experimentos democriticos franceses de 1848 porque parecian abrir paso a una perspectiva de cambio in finito y alentaban promesas que ningiin gobierno podia cumplir si ‘queria gobernar. Como ya indicamos en el capitulo anterior, 1 libera- {ismo transitaba un camino intermedio entre la democracia y el an cien régime. En el caso de Guizot, este camino medio le empujé al ‘conservadurismo por el temor a la revolucién y el deseo de un go- biemno fuerte. La «gran tranquilidad», que él alabd y que era e! néicleo desu vision de una sociedad! buena, 9 le mpi intervene ow procesos econdmicos de la nacién ni propugnar la censura de la pren- Sa. El lema venriqueceos> ampliaba la base del poder politico, pero sélo para unos pocos y s6lo para los que tenan la moralidad adecua- dda para ascender por la escala econdmica. Estos hombres no eran ya, ppresumiblemente, impuros y, garantizada su funcién como custodios de la nacién, se podia permitir que desapareciera la nobleza heredi- taria, Guizot compartia con Jos conservadores el deseo de preservar el rméximo posible de lo tradicional en nombre del orden; discrepaba en ‘que creia que esa «gran tranquilidad» conduciria automaticamente a tuna sociedad libre en Ia que reinarfa la libertad. Tampoco €l crefa en 1 nuevo nacionalismo y no veia ningda futuro, por ejemplo, en ta fgitacion de la vecina Htalia. Lo mismo que el conservadurismo pods, fundirve con este tipo de liberalism, podia fundirse con el naciona- lismo de tun mode atin més decisivo. Conservadores como De Maistre © De Bonnald no eran nacionalistas; en su pensamiento, que estaba formulado en términos catdlicos universales, jagaba también un gran papel el papado. Pero Adam Mueller era un nacionalista. En su esta- do ommnipresente, que descansaba sobre bases cristianas, habla con servadurismo el tipo de nacionalismo que Metternich y Bismarck aborrecian, También el conservadurismo de Benjamin Disraeli mez- tlaba el romanticismo y un nacionalismo que ensalzaba la gloria de tun imperio sobee el que nunca se ponia el sol. La democracia con- servadora queria unir la nacién en torno al concepto idealizado del pasado inglés, ‘Todos ellos querfan estar en siatonfa con cl pasado lejano. todas estas ideologias aborrecian las revoluciones. Por otra parte, el ppaternalismo social del conservadurismo se fundia con el ideal de la nnacién, que unia a todos sus ciudadanos en un vincule comin de in- terés mutuo y de reverenciada. El liberalism parecia ego- ‘céntrico y divisionista en comparacién con esto, Los nacionalistas ‘eran conservadores en todos estos casos. Se apartaban del conserva~ durismo por su deseo de destruir los estados existentes, tanto antes de 1870 como después. Ademés, estaban comprometidos, a través de ‘su nacionalismo, con una politica de desorden internacional. Pero es- tos hombres consideraban sus actuaciones conservadoras, pues que- ‘fan recuperar las raices del Volk y veian en la civilizacion modema ‘cambios revolucionarios que habia que impedir. Se oponian al dina- ‘mismo de las clases medias; su visiGn estaba centrada en un pasado El conservadurismo era una ideologia difusa. Evidentemente, no todos los conservadores eran nacionalistas o romnticos. Algunos se cconsideraban liberaes, Habla conservadores que compartian el pen- ssamiento de Metternich y de Bismarck, y los habia que seguian a De Maistre y la corriente de pensamiento clerical y catdlica. No esta cla- +0 del todo a cudl de las tradiciones conservadoras pretenden volver los neoconservadores modernos: el propio cardcter difuso de la ideo. logia constituye un obsticulo, Pero en el siglo xix, el conservaduris- ‘mo tenia ciertos rasgos comunes que ya se esbozaron al principio de este capitulo y que se pueden definir aqut. Los conseradores pretendian enfrentarse alas nucvas fuerzas que surgian a principios de siglo apoydndose en la historia y en el orden. Creian que la Revolucion Industrial y la Revoluciin francesa amena zaban la existencia misma de la sociedad y, con ello, cualquier liber- tad que puidiese poseer el hombre. A Burke le interesaba la libertad, Pero a otros conservadores de la Europa continental les mis Irportare la atoridad que la libertad. Todos miraban hacia el as sado y pretendian aplicar sus directrices a los males del presente. Burke concebia la libertad en términos feudales y medievales: otros pretendian aplicar los principios del estado corporativo a la sociedad tnt. Revvan la vskn crstana del politi a través dea hs Es dificil hacer un andlisis de clase de aquellos que apoyaron el ‘comservadurismo, Habla conservadores de la clase media y de la cla- im 1A CULTURA EUROPEA DEL sIGLO XD se trabajadora, lo mismo que habia aristératas liberales. Pero, gene- ralmente, los ideales conservadores atrafan a dos clases distntas de la potlacién: a la aristocracia, que cueria preservar su situacién, y a ‘miembros ce la clase trabajadora, que veian en el paterralismo una ejora que no proporcionaba el ideal literal de eautoayuda». Esto suced’6 sobre todo en Ingkterra, y Disraeli construy6 ura dercocra- Cie conservadora con el apoyo de la aristocraciay de la clase trabay dora. Fue menos cierto er Francia, donce arraigaron antes que en ninguna otra parte las ideas socialistas, mientras que en Alemania, la atraccién creciente que ejercia el nacionelismo afectaba a todas las clases. Esa atraccién podis estar acompatiada por el tipo de conser- vadurismo que habfa propugnado Mueller. No hay duda de que la evocacién romantica del pasado ayudé a todos los conservadores en toda la Europa occidental. Con e! paso del tiempo, las teorias conser vadoras se ampliaron en una mirfada de combinaciones. Tendieron a convertirse en un stalantes, més que en un cuerpo global de pensa- miento politico, como erar el liberalismo y el romanticismo. Estos hébitos de pensamiento no fueron los tinicos que se mani- festaron con fuerza a principios de siglo y a lo largo de todo él. El idealismo aleman tenia muchos vinculos con el conservadurismo y con el romanticismo, meros coa el liberalismo. Sus consecuencias habrian de ser igualmente trascendentales, aunque todavia més difu- sas, ya que de él surgieror, no s6lo redefnniciones del necionalismo, sino tambign las doctrinas de Karl Marx. CartruLo 9 REIVINDICACION Y RECHAZO DEL IDEALISMO. Alo largo de esta obra se irén analizando une y otra vez los di- versos ideales que han desarrollado los hombres por si mismos y través de su sociedad. Estos ideales son la dindmica de la histeria cultural, en realidac de toda la historia de todas las épocas. Las ideas titicas del conservadurismo empezaron a perder fuerza desde prin- cipios del siglo xix. Glorificar el statu quo resultaba mucho menos atractivo que las visiones ut6picas del futuro. El propio conserva- durismo empez6 a cambiar, el monarca que murmuré «Oxrantos (es decir, 1780) en un deseo nostélgico del mundo prerrevolucionario dej6 paso a la democracia conservedora de un Disraeli y 2 la legisla- ci6n social de un Bismarck. Gran parte del impulso idealisia del siglo estaba relacioaado con el romanticismo. Més tarde el romanticismo fue el principel ingrediente de una visién dindmica del mundo que se ‘opuso a las corrien:es positivistas del siglo. AportS un contrapeso a las crecientes tendencias racionalistas y materialistas de Ia época ejemplificadas en esa definicién de progreso que destacabe cl bienes- tar material y los descubrimientos industriales, ademas de los cienti- ficos. El romenticismo se epuso cada vez mas soore todo al indivi- dualismo cel credo liberal, recordando a los hombres las fuerzas mais profundas de un destino irrcional que determinaban la suerte del in- icuo. Se alentaba a buscar por debajo de las meres apariencias de Ja realidac dentro de la propia alma, pues sélo a intuicién podia guiar a los hombres en su biisqueda de un principio de la existencia El romanticismo se opuso asf al racionalismo, y esta lucha ya ha sido descrita en caritalos anteriores. ¢Poxtian unirse estas dos visio- nes del hombre? ¢Podia definirse la realidad racional de modo que se fundiese con an impulso idealista? Friedrich Hegel (1770-1831) se cconvirti6, cl intentar esa fusién, en una de las figuras basicas del pen- samiento decimonéaico. Su filosofia aunabe racionalismo e idealis- mmo, aunque al final sus intérpretes tiendan a destacar tnicamente su

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